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PROPUESTA Cine club. "El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma." Bertolt Brecht. UNA REFLEXIÓN SOBRE LO CULTURAL, LO BARRIAL Y LO JUVENIL. ¿Qué es, a primera vista, el cine club? Algunas personas, reunidas con cierta frecuencia, sentándose a mirar películas. ¿De qué tamaño es, a primera vista, el sol? Del tamaño de un limón. A veces, aunque tome más tiempo, es indispensable una mirada más profunda sobre las cosas. Comencemos por decir que el cine club es, en primer lugar, un espacio cultural. Pero, ¿qué quiere decir esto?, ¿qué espacios de la vida no están impregnados de cultura, de un lenguaje, de valores, de concepciones sobre la vida, etc.? Pues bien, quizá una buena manera de pensar lo que es un espacio cultural sea pensando el status de los participantes. Por ejemplo, en los espacios comerciales participamos como compradores o vendedores, en los espacios laborales nos desempeñamos como trabajadoras, empleadas, o patronas, en los religiosos como creyentes o fieles, en los espacios familiares como hijas, padres, o madres, en los colegiales como estudiantes. Pareciera que, sin embargo, en los espacios culturales no desempeñáramos ninguno de esos roles. Obviamente, todos somos trabajadoras, estudiantes, desempleados, o creyentes, pero la diferencia consiste en que no vamos al espacio cultural a trabajar, ni a estudiar, ni a recibir un culto. Entonces… ¿A qué vamos? Además de observar una película, y más allá de añadir nuevas imágenes y sonidos a nuestra memoria, el cine-club es ante todo un espacio para la expresión. Su naturaleza es la circulación de ideas u opiniones, la confrontación (amigable, constructiva) de puntos de vista y maneras de pensar el mundo.

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Propuesta cine club.

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PROPUESTA Cine club.

"El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma."

Bertolt Brecht.

UNA REFLEXIÓN SOBRE LO CULTURAL, LO BARRIAL Y LO JUVENIL.

¿Qué es, a primera vista, el cine club? Algunas personas, reunidas con cierta frecuencia, sentándose a mirar películas. ¿De qué tamaño es, a primera vista, el sol? Del tamaño de un limón. A veces, aunque tome más tiempo, es indispensable una mirada más profunda sobre las cosas.

Comencemos por decir que el cine club es, en primer lugar, un espacio cultural. Pero, ¿qué quiere decir esto?, ¿qué espacios de la vida no están impregnados de cultura, de un lenguaje, de valores, de concepciones sobre la vida, etc.? Pues bien, quizá una buena manera de pensar lo que es un espacio cultural sea pensando el status de los participantes. Por ejemplo, en los espacios comerciales participamos como compradores o vendedores, en los espacios laborales nos desempeñamos como trabajadoras, empleadas, o patronas, en los religiosos como creyentes o fieles, en los espacios familiares como hijas, padres, o madres, en los colegiales como estudiantes. Pareciera que, sin embargo, en los espacios culturales no desempeñáramos ninguno de esos roles.

Obviamente, todos somos trabajadoras, estudiantes, desempleados, o creyentes, pero la diferencia consiste en que no vamos al espacio cultural a trabajar, ni a estudiar, ni a recibir un culto. Entonces… ¿A qué vamos?

Además de observar una película, y más allá de añadir nuevas imágenes y sonidos a nuestra memoria, el cine-club es ante todo un espacio para la expresión. Su naturaleza es la circulación de ideas u opiniones, la confrontación (amigable, constructiva) de puntos de vista y maneras de pensar el mundo.

Las películas, además de rellenar una cierta hoja de vida intelectual, cultural, o como se quiera (los libros que leemos, la música que escuchamos, las películas que vemos...), hacen posible pensar y re-pensar nuestras propias vivencias como jóvenes, como padres, como ciudadanos, como seres humanos. Este tiempo para pensar deviene como algo muy valioso si recordamos los ritmos absurdamente acelerados en los que transcurre nuestra vida: los pocos tiempos libres se agotan sumergidos en novelas, en redes sociales, en chismes, y normalmente las acciones terminan antes de que uno pueda siquiera pensar porqué sucedieron.

No obstante, en esta pausa que nos tomamos para reflexionar sobre nuestras vidas (atravesadas por mil conflictos), no lo hacemos en la soledad y la intimidad del Yo, sino en compañía de otras personas. El asunto no se limita, pues, a que cada quien vea la película, como sucede habitualmente en los cines, sino al revés: nos expresamos con los otros, observamos con los otros, y de la misma manera que estudiar o solucionar problemáticas del barrio resulta más

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provechoso, si se realiza de la mano de los demás, el cine-club tiene sentido ante todo como un espacio para la pluralidad y la diversidad. En efecto, algunas veces sucede que gracias a la opinión de otros, aquello que nos parecía como un problema, deja de serlo; otras veces, en el diálogo con los demás nos lleva a descubrir como problemáticas aquellas cosas que pasábamos por alto, pues nos parecían tan normales. En otras ocasiones, a los problemas irresolubles le aparecen soluciones que nunca hubiéramos imaginado, y esto suele pasar precisamente cuando encontramos problemáticas comunes, que nos tocan a todos, pero que gracias al trabajo con los demás llegamos a encontrar soluciones conjuntas.

En este sentido, el cine club no sólo es un espacio cultural, sino un espacio social y participativo, ya que no surge como un lugar aislado al barrio, sino que aparece dentro del territorio, emerge y cobra vida al interior del territorio mismo. La mirada profunda, por lo tanto, nos permite advertir que no se trata sencillamente de ‘ver películas’, sino que tiene que ver con lo que el barrio y la comunidad hace con sus espacios, para qué los destina, en qué los emplea, cómo se acerca entre sí, y se construye realmente en cuanto comunidad. Pero, asimismo, dicha mirada no sólo devela al cine club como un espacio de expresión y de diálogo, sino que pone de manifiesto su vocación transformadora - dicha vocación no es otra cosa que la voluntad y el deseo de cambiar o negar lo existente. ¿Pero qué es lo existente?

Comencemos por señalar lo evidente: el estado de los espacios para dialogar y expresar ideas es, sencillamente, negativo; en nuestro barrio, como en muchos otros. Esta crisis de la democracia, manifiesta en la distancia cada vez más grande entre quienes gobiernan y quienes son gobernados, o en la manera como cada vez menos nos determinamos a nosotros mismos (por ejemplo, quienes queremos ser, que tipo de barrio, ciudad o país queremos), puede rastrearse por sus síntomas: ¿Cuántas personas votan en el país?, ¿Cuál es la tasa de abstención en cada elección?, ¿Cuántas personas se organizan en partidos políticos, movimientos sociales, sindicatos y demás? Y, para no irnos tan lejos, ¿Cuántas personas llegan a las asambleas de barrio? ¿Cuántos jóvenes participan en dichas asambleas, o en las instancias de acción comunal? Podríamos seguir…. Pero el síntoma es claro: una profunda indiferencia, pero no tanto por la realidad de su vida, su barrio, o su país, sino indiferencia ante todo de las instancias y las formas como se decide acerca de su vida, su barrio y su país. El estado de los espacios culturales es, quizá, más lamentable.

Esta apatía de la gente a participar de las reuniones, de las asambleas, de las soluciones, tiene nefastas consecuencias ya que, por lo general, los espacios y recursos comunes, los pocos que hay, dejan de estar en función de los intereses, las problemáticas y las necesidades de las personas, y caen absurdamente en el juego de la administración. Una administración que no administra para nadie, ni para nada, sino que simplemente administra por administrar. A esto, pues, llega a reducirse la acción comunitaria en algunos casos.

Por lo anterior, creemos que es una tarea pendiente el transformar la relación entre la comunidad y el barrio, siendo plenamente conscientes de que las soluciones no pueden surgir sino de la comunidad misma. Los espacios culturales permiten llamar la atención de personas

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poco interesadas en asistir a una reunión, o a una asamblea por ejemplo. La dinámica del cine-club, así como sus temas, puede resultar llamativo particularmente para los jóvenes, quienes eternamente son objeto de los conflictos sociales (desempleo, narcotráfico, exclusión, estigmatización y violencia). Por ello el espacio cultural tiene vocación de transformar el barrio, porque revitaliza, renueva el sentido de la participación, de la interacción entre las personas y su territorio; brinda nuevas oportunidades para incluir todas las voces, y por lo tanto, abre las puertas a plantear soluciones que cobijen las problemáticas de todos.

El cine-club, desde luego, no es el único espacio cultural que puede existir. Pues, sobra decir, no a todos nos gusta lo mismo. Sin embargo, como experiencia, debe motivar la aparición de otras nuevas. Pues esta apertura de las distintas voces, este encuentro de diversos puntos de vista y actores en el territorio, permite dibujar una nueva ruta en la resolución de las problemáticas y necesidades de la comunidad.

Para terminar, si nos pidieran ponerlo en pocas palabras, diríamos que el espíritu del cine-club es precisamente el de democratizar la cultura, y democratizar la cultura también es construir Paz.

Objetivos:

a) Presentar alternativas a un cierto discurso dominante difundido desde los medios de comunicación (concentrados en manos de unas cuantas familias y grupos empresariales), y reproducido a su vez por las películas taquilleras de los estudios de Hollywood. Tal discurso nos dice, o por lo menos pretende decirnos, quienes somos, cómo deberíamos ser, cómo debemos entender nuestros conflictos, etc. Las alternativas pasan, entonces, por presentar los puntos de vista de los actores subordinados y dominados, por ejemplo, la voz femenina, la voz juvenil, la voz indígena, la voz pobre (esto no quiere decir que en el discurso dominante no aparezcan mujeres, jóvenes, pobres, etc.; sí aparecen, pero sólo como la imagen de lo que quieren que seamos, o sea, no aparecen los jóvenes, sino el tipo ideal de joven que las emisoras consideran que está bien; no las mujeres, sino el tipo de mujer que los canales de televisión consideran adecuado, etc.). Asimismo, se hará especial énfasis en las producciones nacionales, pues no es lo mismo ver nuestra realidad desde afuera y desde arriba, que verla desde adentro, y desde abajo.A las películas donde se proyectan estos discursos alternativos, las llamamos, películas con contenido social.

b) Trascender la visión que se tiene del cine, como un cierto tipo de <plan> recreativo. c) Acercar la producción audiovisual a todos, procurando disminuir las barreras

excluyentes como el alto costo.

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Plan de Trabajo.

Las proyecciones se realizarán cada miércoles a las 5pm.

El Ciclo #1: Identidad(es) Juvenil(es).

Tanto las películas como los temas de cada ciclo se definirán en atención a los intereses de todos aquellos que participemos del cine-club. No obstante, para hacer de éste una realidad, es necesario ser estratégicos, es decir, pensar a largo plazo (un cine-club consolidado) teniendo siempre como punto de referencia las condiciones actuales; no podemos caer en el error de suponer, imaginar, a los jóvenes, vecinos y vecinas, como si sus gustos fueran los nuestros, como si sus intereses fueran como los nuestros, y como si su percepción del cine fuera como la nuestra.

Esto nos indica que, ciertos contenidos, temas, directores y géneros, sólo paulatinamente podrán proyectarse. No es una censura la que nos imponemos, sino más bien priorizamos el sentido del cine-club como un espacio participativo. Lo que se juega no es nuestro derecho individual a proyectar lo que nos venga en gana, no es esta tierna rebeldía lo que nos motiva. Al contrario, aquello por lo cual luchamos es por un derecho más colectivo, por las garantías para que todos y todas podamos participar de dichos espacios, para que éstos transformen y sean transformados, no por nosotros que escribimos esto, sino por el barrio en su conjunto. Así bien, debemos ser estratégicos y aprovechar el pensamiento publicitario: ¿Cómo invitar a la gente?, ¿cómo resultar llamativos?, ¿Cómo comprometer su asistencia cada miércoles?...

Esto no significa, sin embargo, someternos a pasar películas de taquilla, “todo en aras de que la gente caiga al espacio”. Nada de eso. Lo importante, por ahora, es atender dos criterios, esto es, seleccionar películas que con un mensaje social, conserven el entretenimiento, gracias al cual se venden tan bien las películas en las salas de cine. Ciertamente no hay, ni habrá una receta para esto.

Teniendo esto en mente, en el primer ciclo se presta atención al tema juvenil, pues resulta ser más amplio que otros temas, si lo comparamos, por ejemplo, con la cuestión de género, de la sexualidad, del medio ambiente, etc.

Pero, de los diversos momentos y experiencias de la vida juvenil, nos interesa destacar uno en particular: aquel momento donde sentimos un profundo malestar con el mundo en el que vivimos, con el tiempo en el que estamos, con la sociedad que nos rodea o con sus valores; esa sensación de ver como muchos adoptan ciertas formas de ser (vestir, pensar, actuar, expresarse), con las cuales, sin embargo, nosotros sencillamente no podemos identificarnos.

Somos conscientes de que este conflicto entre el Yo y el mundo (nuestro mundo social, familiar, cultural, político…) se tramita, administra y resuelve de distintísimas formas, y es justamente eso lo que intentamos atrapar en el ciclo de identidad juvenil. Unos jóvenes resuelven dicho conflicto marginándose de los grupos convencionales y conviviendo en soledad, otros lo

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resuelven vinculándose a las llamadas (y poco conocidas) subculturas urbanas, otros lo dirimen vinculándose al activismo político, otros sencillamente deciden entregarse a la producción artística, etc.

Si tuviera que ponerse en pocas palabras, el objetivo de este primer ciclo sería algo como re significar la idea del o de la desadaptada social, quien habitualmente es vista como una persona mala, enferma o desviada de la razón. ¿Son tan malos aquellos que se des-adaptan de la sociedad?, ¿Es tan buena aquella sociedad de la cual se des adaptan?, ¿Qué tipo de valores y concepciones del mundo podemos encontrar en los desadaptados?

Películas ciclo:

Rodrigo D: No futuro. Colombia, 1990. Dir. Víctor Gaviria The great debaters. EEUU, 2007. Dir. Denzel Washington SLC Punk!. EEUU, 1998. Dir. James Merendino El odio. Francia, 1995. Dir. Mathieu Kassovitz