cimarronismo, palenques y hablas

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 CIMARRONISMO, PALENQUES Y HABLAS 'CRIOLLAS' EN HISPANOAMÉRICA En un trabajo mío' exponía hace algún tiempo, la idea de que "deben ser estudiadas con especial cuidado las refe- rencias que puedan encontrarse a formación de grupos de esclavos cimarrones (palenques o cumbes) que, por su ais- lamiento, han podido conservar, como en San Basilio, vesti- gios de su originaria habla 'criolla' ". Algunos datos nuevos, a los que me referiré más adelante y que entonces desconocía, me han hecho ver con claridad la importancia de este enfo- que metodológico y su posible utilidad para el estudio de las hablas 'criollas' en Hispanoamérica y, al mismo tiempo, la conveniencia de ampliar un tanto las referencias, muy esque- máticas, que sobre ello pueden encontrarse en mi artículo citado y en otros varios 2 . Los 'datos de base' de la tesis que expondré son de índole antropológica y sobradamente conocidos de los especialistas en esta materia pero, por no ser de dominio general entre los lingüistas dedicados al estudio del español de América, creo necesario exponerlos a continuación, si bien del modo más breve posible. Es sabido que los esclavos transportados a América desde África desde el siglo xv al xix fueron portadores de los 'pa- trones' de sus diferentes culturas nativas, aunque no absolu- tamente puros (como existían antes del eje temporal determi- nado por el comienzo del contacto cen los europeos) sino más 1  Sobre el estudio de las hablas criollas en el área hispánica,  en  Thesaurus, t. XXIII, 1968 (cito por separata). '  La tipología criolla de dos hablas del área lingüística hispánica  y  Mate- riales  para el  estudio sociohistórico de los elementos lingüísticos ajroamericanos en el área hispánica,  ambos en  Thesaurus,  t. XX11I, 1968, págs. 193-205 y 547- 573,  respectivamente.

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estudios afrocolombianos

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  • CIMARRONISMO, PALENQUES Y HABLAS'CRIOLLAS' EN HISPANOAMRICA

    En un trabajo mo' expona hace algn tiempo, la ideade que "deben ser estudiadas con especial cuidado las refe-rencias que puedan encontrarse a formacin de grupos deesclavos cimarrones (palenques o cumbes) que, por su ais-lamiento, han podido conservar, como en San Basilio, vesti-gios de su originaria habla 'criolla' ". Algunos datos nuevos, alos que me referir ms adelante y que entonces desconoca,me han hecho ver con claridad la importancia de este enfo-que metodolgico y su posible utilidad para el estudio de lashablas 'criollas' en Hispanoamrica y, al mismo tiempo, laconveniencia de ampliar un tanto las referencias, muy esque-mticas, que sobre ello pueden encontrarse en mi artculocitado y en otros varios2.

    Los 'datos de base' de la tesis que expondr son de ndoleantropolgica y sobradamente conocidos de los especialistasen esta materia pero, por no ser de dominio general entre loslingistas dedicados al estudio del espaol de Amrica, creonecesario exponerlos a continuacin, si bien del modo msbreve posible.

    Es sabido que los esclavos transportados a Amrica desdefrica desde el siglo xv al xix fueron portadores de los 'pa-trones' de sus diferentes culturas nativas, aunque no absolu-tamente puros (como existan antes del eje temporal determi-nado por el comienzo del contacto cen los europeos) sino ms

    1 Sobre el estudio de las hablas criollas en el rea hispnica, en Thesaurus,

    t. XXIII, 1968 (cito por separata).' La tipologa criolla de dos hablas del rea lingstica hispnica y Mate-

    riales para el estudio sociohistrico de los elementos lingsticos ajroamericanosen el rea hispnica, ambos en Thesaurus, t. XX11I, 1968, pgs. 193-205 y 547-573, respectivamente.

  • BiCC, XXV, 1970 CIMARRON1SMO Y HABLAS 'CRIOLLAS* 4 4 9

    o menos afectados por ste. Ahora bien, estos 'patrones' cultu-rales africanos se vieron sometidos, en el nuevo habitat de losesclavos negros en Amrica, a la accin de varios factorestransformadores que afectaron, con mayor o menor profun-didad y extensin, las normas de comportamiento de los gru-pos tnicos africanos desplazados al Nuevo Continente.

    Reduciendo el planteamiento terico, extremadamentecomplejo, de esta cuestin a sus componentes mnimos, po-dramos afirmar que Jos factores transformadores a que he-mos aludido son susceptibles de clasificacin en dos grandesgrupos.

    El primero, general y necesario, es el derivado de la adap-tacin de los grupos negroafricanos a las nuevas situacionessocioeconmicas y ecolgicas que encontraron en Amrica,muy diferentes a las que se daban en el Continente de su pro-cedencia, y de la posterior reinterpretacin de sus 'patrones'culturales, modificados y adaptados ya, dentro de la estruc-tura total de la sociedad negroamericana3. Este doble pro-ceso, de adaptacin y reinterpretacin, puede encontrarse entrelos grupos negres de Amrica no solamente en lo que se re-fiere a 'patrones' y normas de carcter econmico y social (fa-milia, rgimen de trabajo) sino tambin en cuanto a valoresde mbito ideolgico y religioso \

    El segundo, ms limitado en extensin y ms oscilanteen profundidad, es el relacionado con la sustitucin de loselementos culturales africanos por los homlogos de origeneuropeo-americano pertenecientes a las capas dominantes de

    * Buenas discusiones sobre este punto se encuentran, por ejemplo, en VERARUBN (ed.), Caribbean Studies: a Symposium, 2* edicin, University of Wash-ington Press, 1960; FRANKLIN FRAZIER, The Negro Family in the United States,Chicago, 1939; FERNANDO HENRIQUES, Family and Colour in Jamaica. Londres,1953; RAYMOND T. SMITH, The Negro Family in British Gtiiana, Londres, 1956.

    4 Un ejemplo extraordinariamente claro de ello puede encontrarse en la in-

    vestigacin de MERCEDES CROS ARRE sobre la transformacin de los contenidosde la religin yoruba en la "santera" cubana. Su trabajo, titulado Lo yortiba enla santera ajroctibana fue presentado como Tesis de Doctorado en la Facultadde Filosofa y Letras de la Universidad de Madrid, el ao 1966, y se encuentra,desgraciadamente, indito.

  • 450 CERMN DE GRANDA BICC, xxv, 1970

    la sociedad del Nuevo Continente, proceso, por lo tanto, detransculturacin.

    Sin perder en absoluto de vista el primero de los factoresmencionados (adaptacin y reinterpretacin de 'patrones')cuya importancia, tanto en cuanto a la 'forma' de los compo-nentes culturales de las sociedades negras en Amrica como encuanto a la 'funcin' de los mismos, tendremos ocasin decomprobar incluso en este breve trabajo, debemos, creoconsiderar ms atentamente el segundo (transculturacin), yaque puede ser considerado como el ms influyente en la trans-formacin de las sociedades 'africanas' en Amrica en simplessociedades 'negras'5.

    Los resultados del proceso de transculturacin percibibleentre los grupos tnicos de origen africano en Amrica sonmuy diferentes en extensin y profundidad segn las diver-sas reas geogrficas del Nuevo Continente, como puede com-probarse en el conocido cuadro comparativo elaborado porHerskovits8, siendo evidente que esta diferenciacin y com-plejidad debe ser atribuida a la tambin diversa actuacin encada rea de los factores determinantes del proceso transcul-turador.

    Esquematizando al mximo los principios que rigen todofenmeno de transculturacin podemos establecer las varia-bles que siguen7 como las que esencialmente configuran laprofundidad de todo proceso de esta clase:

    a) Intensidad de los contactos culturales,b) Duracin de los mismos,c) Extensin de las vas de penetracin y contacto,d) Actitud favorable al proceso en el sujeto paciente.

    * Empico la terminologa de ROCER BASTIDE, que me parece clara, correctay significativa. Vase Les Amriques noires, Pars, 1967.

    * Se puede encontrar en la pg. 320 de su libro Les bases de l'anthropologieculturelle, Pars, 1952. Posteriormente se ha reproducido en mltiples ocasiones.

    T Un poco mis ampliamente se expone este punto en el captulo vi de mi

    libro Transculturacin e interferencia lingstica en el Puerto Rico contempor-neo, 1898-1968, 1 edicin, Bogot, 1968; 2 edicin, San Juan, 1969.

  • BICC, XXV, 1970 CIMARRONISMO Y HABLAS 'CRIOLLAS* 451

    El resultado de la actuacin de estas variables, muchoms complejo de lo que podemos recoger en este brevetrabajo, suele configurarse segn una distribucin estruc-tural que hace sean afectados por la transculturacin msintensamente y con anterioridad los elementos culturales afec-tiva y tnicamente neutrales y los compatibles tanto con los'patrones' de la sociedad actuante como con los de la sociedadafectada, teniendo lugar, por ello, lo que Toynbee llama "se-leccin inversa" de los valores transmitidos8. De este modose transmiten ms rpidamente los elementos econmicos deuna cultura a otra, posteriormente los sociopolticos y en l-timo lugar los ideolgicos (lingsticos, literarios, filosficos,axiolgicos y, en fin, los religiosos que constituyen el focuscultural generalmente).

    En el caso concreto de la transculturacin verificada en losncleos sociales africanos establecidos en Amrica por la ac-cin sobre ellos de las estructuras culturales europeoamericanasson plenamente aplicables los principios enunciados y la com-plejidad geogrfica y social de sus resultados puede ser expli-cada tomando en cuenta la diversidad de actuacin de las va-riables establecidas, que dan lugar a situaciones oscilantes en-tre el polo constituido por las culturas predominantemente'africanas', con un ndice mximo de retenciones de esta pro-cedencia, y el formado por las predominantemente 'negras',con un ndice mnimo de retenciones culturales africanas.Entre Hait, Cuba y Brasil, por un lado, y Venezuela, Co-lombia y Centroamrica, por otro.

    Dentro de este cuadro, cuyos 'datos de base' hemos ex-puesto muy someramente, revisten importancia e inters ex-cepcionales las manifestaciones de resistencia al fenmeno detransculturacin entre los grupos afroamericanos.

    Estas actitudes de rechazo y oposicin pueden ser dividi-das en dos grandes grupos. El primero lo constituyen las ma-nifestaciones individuales, ya activas (agresin), ya pasivas

    Eitiidw de la historia, t. IX, 2* parte, Buenos Aires, 1962, pgs. 536 y sigs.

  • 452 GERMN DE GRANDA BICC, XXV, 1970

    (autoeliminacin), ya activo-pasivas (huida), juntamente conotras menos notables e intensas (protestas, denuncias, etc.) 9.

    El segundo, ms importante, est formado por las mani-festaciones colectivas de resistencia a la sociedad esclavista ya su cultura curopeoamcricana. Destacan entre ellas las suble-vaciones o levantamientos armados y, sobre todo, la huida co-lectiva o cimarronismo que lleva a la constitucin de palen-ques, cumbes, 'quilombos', etc., comunidades negras volunta-riamente hostiles a ella.

    Aunque las sublevaciones de esclavos constituyen, eviden-temente, un episodio interesante de la historia de Amrica y,en ocasiones, han tenido indudable transcendencia histri-ca 10, es indudable que en la mayor parte de los casos no hasido as y los alzamientos protagonizados por grupos mayo-res o menores de negros alzados en armas han quedado sola-mente en ancdotas aisladas o, en todo caso, en sntomas alar-mantes de la descomposicin interna de una sociedad injus-ta y opresora n .

    * Vanse, sobre estas manifestaciones de rechazo y repulsa individual enel ambiente de los negros esclavos, los trabajos de JAIME JARAMILLO URIBE, Es-clavos y seores en la sociedad colombiana del siglo XVIII, publicado ahora ensu libro Ensayos sobre historia social colombiana, Bogot, 1968, y de MIGUELACOSTA SAICNES, Vida de los esclavos negros en Venezuela, Caracas, 1967.

    10 Vase, por ejemplo, C. L. R. JAMES, The Blac^ Jacobins, 2* edicin, Nue-

    va York, 1963. Ha visto muy bien la trascendencia internacional de la revo-lucin de Hait JOS L. FRANCO, Revoluciones y conflictos internacionales en elCaribe (1789-1854), La Habana, 1965.

    11 Existen trabajos interesantes sobre las rebeliones de esclavos negros en

    territorios americanos. Estudio general es HERBERT APTHEKER, American NegroSlave Revolts, Nueva York, 1953. Sobre Brasil vase CLOVIS MOURA, Rebelioesda senzala, Sao Paulo, 1959; sobre Venezuela, FEDERICO Burro FICUEROA, Lasinsurrecciones de los esclavos negros en la sociedad colonial venezolana, Caracas,1961. Sobre Cuba, FERNANDO ORTIZ, Las rebeliones de los ajrocubanos, en Re-vista Bimestre Cubana, t. IV, 2, 1910, pgs. 97-112, y Josa L. FRANCO, Las re-beldas negras, La Habana, 1951. Sobre episodios aislados de alzamientos de es-clavos pueden consultarse: PEDRO M. ARCAYA, Insurreccin de los negros de laSerrana de Coro, Caracas, 1949; CARLOS FELICE CARDOT, La rebelin deAndresote, Caracas, 1952; DAVID M. DAVIDSON, Negro Slave Control andResistance in Colonial Mxico, 15191650, en Hispanic American HistoricalReview, t. XLVI, 1966, pgs. 235-253; Luis QUEROL Y ROSO, Negros y mulatos deNueva Espaa, historia de un alzamiento en Mxico, en 1612, en Anuario de laUniversidad de Valencia, nm. 12, 1935, pgs. 121-165; MANUEL LUCENA SAL-

  • BICC, XXV, 1970 CIMARRONISMO Y HABLAS 'CRIOLLAS' 4 5 3

    Ms inters, por su trascendencia antropolgica y por suduracin cronolgica (que llega, en ocasiones, hasta hoy) re-visten los fenmenos de resistencia africana contra la trans-culturacin llevada a cabo en tierras americanas concretadosen la huida colectiva de esclavos negros o cimarronismo1que desemboca, naturalmente, en la constitucin de palenques,cumbes o 'quilombos'.

    Desde el punto de vista de la antropologa cultural losncleos de esclavos cimarrones ofrecen un caldo de cultivoinmejorable para la retencin de elementos culturales africa-nos, cosa perfectamente lgica si tenemos en cuenta que tantolos factores externos favorables a la transculturacin (intensi-dad, duracin y amplitud del contacto con la sociedad trans-culturadora) como los internos (actitud favorable al procesotransculturador) se reducen total o, al menos, parcialmente,dado el aislamiento de los palenques, cumbes o 'quilombos'respecto a la sociedad europeoamericana que los rodea y laactitud de hostilidad y desconfianza que frente a la mismapresentan los cimarrones. Por otra parte, el haberse manteni-do hasta hoy, si bien en grados variables de autenticidad, di-ferentes ncleos de cimarrones permite a los especialistas unestudio de campo, que no es realizable en otras circunstancias,de los 'patrones' de conducta y de los rasgos culturales de es-tas verdaderas 'civilizaciones africanas en conserva'.

    MORAL, Levantamiento de esclavos en Remedios en Boletn Cultural y Bibliogr-fico, Bogot, t. V, nm. 9, 1962, pgs. 1127-1129. Existen datos sueltos, ade-ms, en obras generales sobre la esclavitud en Amrica como la de SACO, enotras referentes a la esclavitud o la etnohistoria de los africanos en determinadospases (como en las ya citadas de JARAMILLO URIBE y ACOSTA SAICNES, sobre Co-lombia y Venezuela, respectivamente; Luis M. DAZ SOLER, Historia de la escla-vitud negra en Puerto Rico, Madrid, 1953; AQUILES ESCALANTE, El negro enColombia, Bogot, 1964; CARLOS LARRAZBAL BLANCO, LOS negros y la esclavituden Santo Domingo, Santo Domingo, 1967, etc.) c incluso en libros de historiageneral (en la Historia extensa de Colombia, t. III, vol. 2, Bogot, 1967; MA-NUEL LUCENA SALMORAL se refiere a varias sublevaciones de esclavos negros enla Nueva Granada).

    13 Nos referimos obviamente al cimarronismo colectivo, denominado por

    GABRIEL DEBIEN 'grand marronage", para contraponerlo al individual o "petitmarronage". Cfr. G. DEBIEN, Le marronage aux Antilles jrancaises au VUIe.siiele, en Caribbean Studies, t. VI, 3, 1966, pgs. 3-45.

  • 454 CF.RMN DE CRANDA BICC, XXV, 1970

    La fertilidad de los estudios sobre las agrupaciones de ci-marrones an hoy subsistentes en cuanto a la descripcin sin-crnica y a la evolucin diacrnica de las culturas africanasen Amrica se ha comprobado a travs de los trabajos reali-zados, en especial en las Guayanas y Jamaica.

    Los negros Bosh de las Guayanas, constituidos principal-mente por los Saramacca, los Djuka y los Boni, al mismo tiem-po que por otros pequeos grupos (Matawaai, Poligoudoux,ncleo del ro Oyapok en Brasil, etc.), han sido larga y efi-cazmente analizados antropolgica y sociaimente desde queM. Delafosse 13 llam la atencin de los hombres de cienciasobre la persistencia entre ellos de numerosos rasgos africanos.Trabajos magistrales como los de Morton C. Kahn l l y M. J.y F. S. Herskovits1!i abrieron un camino que no ha dejado deser transitado, con excelentes resultados, hasta hoy 10.

    El ncleo cimarrn de Jamaica ha sido tambin amplia-mente tratado (aunque no con tanta eficacia como los bush-negroes de las Guayanas) tanto sincrnica n como diacrni-camente 1S.

    Aunque algo tardamente, en los ltimos aos se empiezatambin a estudiar, seguramente ante el excelente resultadode los trabajos realizados en las zonas de Amrica antes men-cionadas, el fenmeno del cimarronismo en las reas ibero-

    a De quelques perstances d'ordre ethnographique chez les descendanls de

    negres transplants aux Amules et a la Guyane, en Rcvue d'Ethnologic el So-cwlogie, t. III, 1912, pgs. 234-237.

    " Djuka, the Bush Negroes of Dutch Guyana, Nueva York, 1931.15

    Rebel Desliny, Nueva York, 1937.le

    Por ejemplo, JKAN HURAULT, Les noirs refugies Boni de la Guyane fran-faise, Dakar, 1961, y La vie materielle der Noirs refugies Boni et des indiensWayana, Pars, 1965; O. /. R. JOSEFZOON, De Saramaccaanse wereld, Parama-ribo, 1959 (de gran inters por ser el autor mismo de origen saramacca); PE-TER NEUMANN, Wirtschaft und materielle Kultur der Buschneger Surinams, Ber-ln, 1967.

    17 MARTHA WARREN BECKWITH, Black. Roadways, a Study of jamaica Folk

    Life, University of North Carolina Press, 1929; ZORA NEALE HURSTON, Tell myHorse, Philadelphia, 1938.

    " R. C. DALLAS, The History of the Maroons, Londres, 1803; CAREY RO-BINSON, The Fighting Maroons of Jamaica, Kingston, 1969.

  • BICC, XXV, 1970 CIMARRONISMO Y HABLAS 'CRIOLLAS' 455

    americanas. Aunque todava no son comparables los resulta-dos de estos estudios con los obtenidos en las zonas america-nas de habla inglesa, holandesa y francesa, quiz por el enfo-que esencialmente histrico y no descriptivo de los mismos(circunstancia que se desprende inevitablemente de las carac-tersticas del material a examinar), es alentador constatar elinters de los especialistas de la Amrica de habla espaola yportuguesa en este mbito de problemas.

    En efecto, mientras los estudiosos portugueses y brasile-os examinan detenidamente el 'quilombo' de PalmaresVJ,otros investigadores hacen lo mismo con los palenques actua-les o pretritos de Cuba"0, Panam"1, Mxico", Venezuela23o Colombia "*.

    Hay, sin embargo, que reconocer que el camino que anse debe recorrer hasta realizar una apreciacin satisfactoria, en

    " EDISON CARNEIBO, Guerra de los Palmares, Mxico, 1946; R. K. KENT,Palmares: an Ajrican State in Brazil, en Journal oj Ajrican Historyt t. VI, nm.2, 1965, pgs. 161-175.

    20 Jos L . F R A N C O , Palenques del Frijol, Bumba y Maluala, en Universidad

    de La Habana, n m . 160, 1963, pgs. 1 6 7 - 1 7 9 , y Cuatro siglos de lucha por lalibertad: los palenques, e n Boletn de la Biblioteca Nacional Jos Mart, t. IX,nm. 1, 1967, pgs. 5-44. Un interesante aspecto monogrfico trata MARGARITADALTON, LOS depsitos de cimarrones en el siglo XIX, en Etnologa y Folklore,La Habana, nm. 3, 1967, pgs. 5-29. De gran valor es el raro folleto de CIRILOVILLAVERDE, Palenques de negros cimarrones, San Antonio de los Baos, 1890.La esplndida Historia de un cimarrn de Miguel Barnct (La Habana, 1966) serefiere a un caso de cimarronismo individual, no colectivo.

    21 ARMANDO FORTUNE, Estudio sobre la insurreccin de negros esclavos, los

    cimarrones de Panam, en Lotera) Panam, t. I, nms. 5-6-9, 1956.a OCTAVIANO CORRO, LOS cimarrones en Veracruz y la fundacin de Amapa,

    Mxico, 1951.* MIGUEL ACOSTA SAIGNES, LOS negros cimarrones en Venezuela, en El

    movimiento emancipador de Hispanoamrica, t. III, Caracas, 1961, pgs. 353-398(investigacin histrica ejemplar).

    11 Investigaciones descriptivas sobre San Basilio de Palenque son J. V. OCHOA

    FRANCO, Consideraciones generales sobre costumbres y lenguaje palenqueros, Car-tagena, 1945 y, sobre todo, AQUILES ESCALANTE, Notas sobre el Palenque de SanBasilio, una comunidad negra en Colombia, en Divulgaciones Etnolgicas, Ba-rranquilla, t. IV, nm. 1, 1954. De carcter histrico son los datos que recogenMANUEL LUCENA SALMORAL, en Historia extensa de Colombia, t. III, vol. 2,1967; pgs. 60-61; GREGORIO HERNNDEZ DE ALBA, Libertad de los esclavos enColombia, Bogot, 1956, pgs. 32-38, y JAIME JARAMILLO URIBE, art. cit.

  • 456 GERMN DE GRAKDA BICC, XXV, 1970

    la doble vertiente histrica y descriptiva, de los ncleos de ci-marrones en Hispanoamrica es realmente largo y dificultoso.Sera necesario, en primer lugar, recoger los datos sobre estetema contenidos en los historiadores de Indias, cronistas lo-cales, gegrafos y narradores de la poca virreinal, proseguirluego con el anlisis de la numerosa documentacin inditaconservada en los Archivos de Espaa e Hispanoamrica25 yterminar rastreando las posibles supervivencias en la actuali-dad de los ncleos de cimarrones existentes en el pasado, su-pervivencias que pueden presentarse an en forma bastantecoherente (San Basilio de Palenque) o, por el contrario, sola-mente en algunos rasgos o elementos culturales aislados ~.

    Sera equivocado pensar, despus de lo expuesto ltima-mente sobre el inters de las investigaciones referentes a losncleos de cimarrones en Amrica, que su exclusiva utilidad

    a Solamente para Colombia y Panam la documentacin del Archivo Na-

    cional de Colombia permite localizar numerosos ncleos de cimarrones estable-cidos en el pasado en diferentes lugares del territorio: Tad (Choc) en 1728,(Archivo Nacional, Colonia, Reales Cdulas y Ordenes, t. IX, 1733); Saia (Va-lle) en 1819 (Archivo Nacional. Colonia, Reales Cdulas y Ordenes, t. II); Cerritoy valle del Otn en 1785 (Archivo Nacional, Negros y Esclavos, t. II del Cauca, fo-lios 203-456); Zaragoza en 1620 (Archivo Nacional, Negros y Esclavos, t. V deBolvar, folios 617-710); Muzo (Boyac) en 1565 (Archivo Nacional, Negros yEsclavos, t. II de Royaci, folios 133-167); San Juan de los Llanos en 1785 (Ar-chivo Nacional Negros y Esclavos, t. II de Boyac, folios 392-424); ro Cucuana(Tolima) en 1809 (Archivo Nacional, Negros y Esclavos, t. I de Venezuela,folios 414-433); Pacho (Cundinamarca) en 1798 (Archivo Nacional, Negros yEsclavos, t. 111 de Panam, folios 747-749); Tol (Bolvar) en 1645 (ArchivoNacional, Negros y Esclavos, t. IX de Bolvar, folios 894-933)- y 1748 (ArchivoNacional, Negros y Esclavos, t. III de Panam, folios 143-147); Cartagena en1647 (Archivo Nacional, Negros y Esclavos, t. XIV de Bolvar, folios 741-777);Momps en 1749 (Archivo Nacional, Negros y Esclavos, t. IV de Panam, fo-lios 1029-1036); Chagres (Panam) en 1753 (Archivo Nacional, Negros y Es-clavos, t. III de Panam, {olios 1042-1059); Portobelo en 1766 (Archivo Na-cional, Negros y Esclavos, t. IV de Panam, folios 796-797 y 802-809).

    ** Sera interesante, por ejemplo, estudiar cuidadosamente los elementos cul-turales caractersticos de la zona de Ur (sur del Departamento de Bolvar).Segn J. PARSONS (La colonizacin antioquea en el Occidente de Colombia, Bo-got, 1950, pg. 52) en Ur se refugiaron los supervivientes de los palenquesformados en Marinilla, Ro Negro y Girardota en 1706, de los cuales afirmaSEGUNDO BERNAL (Examen del estudio del negro en Colombia, ejemplar cidos-tilado existente en la Biblioteca del Instituto de Antropologa de Bogoti, pg.7) que an conservan cierta cohesin social basada en el recuerdo de su origen.

  • BICC, XXV, 1970 CIMARRONISMO Y HABLAS 'CRIOLLAS* 457

    para el antroplogo est en poder constatar las retenciones deelementos o rasgos culturales africanos. Es cierto que este as-pecto es fundamental pero junto a l es preciso considerarotros dos, tambin importantes. Es el primero la adaptacinde los cimarrones a las nuevas condiciones geogrficas, econ-micas y sociales del medio americano en que se mueven, muydiferente del africano, adaptacin que desemboca en numero-sos fenmenos de reinterpretacin, eliminacin o sustitucinde elementos culturales africanos. Citemos, como nico ejem-plo, la necesidad de fundir, lo ms armoniosamente posible,rasgos o caractersticas de comportamiento procedentes de lasvarias estructuras totales que posean los diferentes grupos tri-bales representados en un ncleo cimarrn. As, entre los Boshde las Guayanas, se colocaron al lado de los Winti kromantilos Vodous ewc, aceptando del mismo modo los ewe patrili-neales la filiacin matrilineal de los fanti-ashanti, en una es-tructura denominada por R. Bastidc ~'7 'cultura en mosaico'.

    El segundo aspecto a considerar es el de la penetracinen los ncleos de cimarrones de elementos y rasgos de la cul-tura europeoamericana, ms o menos numerosos segn lascircunstancias de formacin y desarrollo de cada agrupacincimarrona. Esta penetracin ha podido verificarse a travs dela adquisicin de dichos elementos o rasgos por los cimarronesantes de su huida, pudindose establecer toda una serie degrados de impregnacin cultural no africana entre los cima-rrones 'bozales', por un lado (grado mnimo), y los 'criollos',por otro (grado mximo). Y ha podido tambin tener lugardespus de la constitucin del ncleo cimarrn, por medio deintercambios con vecinos prximos, de contactos con autori-dades, misioneros, comerciantes, etc., o a travs de relacionesde todo tipo (sexuales, laborales, econmicas). Estos canalesde comunica:in han sido, en muchas ocasiones, tan ampliosy sus efectos tan influyentes que han determinado la prcticaasimilacin de los cimarrones por las comunidades vecinas, decultura eurepeoamericana.

    " Les Amriques noires, cit.

  • 458 GERMN DE GRANDA BICC, XXV, 1970

    Una vez expuesto el 'fondo' constituido por los 'datos debase' antropolgicos referentes a los ncleos de cimarronesnegros en Amrica, nos es posible ya entrar a considerar losplanteamientos tericos relacionados con el inters lingsticoque revisten estas agrupaciones, palenques o cumbes, en el reahispanoamericana, en especial en cuanto toca a las hablas 'crio-llas' 28.

    En efecto, si bien los esclavos africanos importados a Am-rica posean y manejaban, obviamente, sus lenguas nativas,que sus descendientes conservaron durante perodos de tiempode variable duracin, incluso hasta hoy29 en ocasiones, seraequivocado pensar, como lo han hecho algunos especialistas,que dichas lenguas fueron sustituidas directamente por las delsuperestrato poltico de cada rea30. Lo cierto es que, entre elempleo de las hablas africanas por los esclavos negros en Am-rica y su sustitucin por las lenguas europeas (ingls, francs,holands, espaol, portugus) es preciso intercalar un tercerestrato lingstico, el de las hablas 'criollas' que debieron ha-blarse en la totalidad de los ncleos de esclavos negros de Am-rica, desde los actuales Estados Unidos hasta Hispanoamricay Brasil3l, antes de llegar al empleo, ms o menos correcto,

    M Para un enfoque general del tema vanse mis trabajos Sobre el estudio

    de las hablas 'criollas' en el rea hispnica y La tipologa 'criolla' de dos hablasdel rea lingistica hispnica, ambos publicados en Thesaurus, t. XXIII, 1968, pgs.64-74 y 193-205 respectivamente.

    " La persistencia del yoruba, efk, etc. en Cuba puede comprobarse en lossiguientes trabajos: ISRAEL CASTELLANOS, La jerga de los aigos, La Habana,1936; JUAN LUIS MARTN, Vocabulario de aigo y Itictim, La Habana, 1946;T. D. FABELO, Lengua de Santeros, gui gongor, La Habana, 1956; LYDIACABRERA, Anag: Vocabulario lucum (el yoruba que se habla en Cuba), LaHabana, 1957; PEDRO DESCHAMPS CHAPPEAUX, El lenguaje abak.ua, en Etnologay Folklore, La Habana, nm. 4, 1967, pgs. 39-47. Restos de habla bant pue-den comprobarse en LYDIA GONZLEZ HUCUET y JEAN REN BAUDRY, Voces ban-t en el vocabulario "palero", en Etnologa y Folklore, nm. 3, 1967, pgs.31-64. Aunque el uso de estas lenguas suele limitarse a las ceremonias religiosasde la 'santera', es evidente que hay an individuos que las conocen lo sufi-ciente como para emplearlas en diferentes circunstancias vitales.

    * Por ejemplo Krapp y Kurath en cuanto a los Estados Unidos.n Es de destacar el nuevo enfoque dado a la cuestin del origen del black.

    English de los Estados Unidos en los estudios elaborados por un importantegrupo de especialistas, entre los que se destacan W. A. STEWART y J. L. DILLARD.

  • BICC, XXV, 1970 CIMARRONISMO Y HABLAS 'CRIOLLAS* 4 5 9

    en dichos ncleos de las lenguas de superestrato, a travs deun proceso, complejo y largo, de 'descriollizacin' progresiva.

    No deseo detenerme en la espinosa cuestin del origen deestas hablas 'criollas' negras de Amrica, tema que pienso tra-tar con la extensin que merece en otro trabajo. Baste ahoraexponer que considero esencialmente correcta la opinin deR. W. Thompson, Douglas Mac Rae Taylor, William A. Ste-wart, Keith Whinnom, etc., de que la gnesis de estas hablaspuede fijarse en la reestructuracin y relexificacin de las va-riedades de pidgin portugus hablado en las costas africanasdesde el siglo xv, hacia las diferentes modalidades lingsticasfrancesas, inglesas, holandesas y espaolas32.

    Sus puntos de vista, basados rn la existencia de un 'criollo' ingls entre todoslos ncleos de esclavos negros del territorio que hoy forma los Estados Unidos,habla posteriormente "descriollizada" y evolucionada hasta producir el actualnegro non-standard Englih, coinciden totalmente con los mos propios respectoal rea hispanoamericana. Para constatar este paralelismo, que creo refuerza mu-tuamente nuestros respectivos planteamientos, pueden verse sobre todo WILLIAMA. STEWART, Sociolinguistic Faciors in the History of American Negro Dialects,en Florida Foreign Language Repon, t. V, nm. 2, 1967, pgs. 11-29, y Con-tinuity and Change in American Negro Dialcct, en la misma revista, t. VI,nm. 2, 1968, pgs. 3-H; J. L. DILLARD, Nonstandard Negro Dialects: Con-vergence or Divergence? en SZWED y WHITTEN (eds.), A/ro-American Anthropolpgy:Contemporary Perspectives, Nueva York, 1970, pgs. 119-128; Black. Englishin Nova Scotia: Histrica! Considerations (indito) y, sobre todo, On the Be-ginnings of Black. English in the New World (indito). Agradezco a los pro-fesores Stewart y Dillard su amabilidad al enviarme las publicaciones men-cionadas.

    ** Apuntar a continuacin superficialmente algunos argumentos que con-firman, creo, esta tesis: el que, desde fines del siglo xv hasta principios delxvii estuvieran las costas africanas en contacto solamente con europeos portu-gueses que desarrollaron una fuerte labor de penetracin en las mismas; el que,desde el siglo xvi al menos, tengamos referencias del empleo por las poblacio-nes africanas del portugus, las condiciones sociolgicas favorables a la crea-cin y utilizacin de 'criollos' desarrolladas por las especiales modalidades de lapresencia portuguesa, el que reas geogrficas controladas por otros pases euro-peos (Axim, Fredcrickburg, frica del Sur) siguieran manteniendo el 'criollo'portugus como lengua hablada comnmente, el rpido desarrollo de los 'criollos'no portugueses, tanto en frica como en otras regiones, la existencia de rasgoscomunes y de restos de morfemas portugueses en algunos de ellos (saramacca);la comprobacin de hechos de reestructuracin y relexificacin de una base'criolla' portuguesa en zonas muy alejadas entre s (Filipinas, Unin Sudafrica-na), la desaparicin de objeciones contra esta tesis como resultado de nuevasinvestigaciones (caso del 'criollo' de la Isla Pitcairn), etc.

  • 460 GERMN DE CRANDA BICC, XXV, 1970

    Lo que para nuestra finalidad importa constatar es queestas modalidades 'criollas', formadas en las costas africanas,fueron trasplantadas rpidamente a los diferentes territoriosamericanos que recibieron contingentes de poblacin negraesclava33. Estas hablas, ms o menos relexificadas y reestruc-turadas ya hacia las lenguas de superestrato poltico, se exten-dieron con seguridad por todas las reas esclavistas de Am-rica. En algunas de ellas persisten hasta hoy, encontrndosela variante 'criollo'-inglesa en las Sea Islands norteamericanas,Jamaica, Trinidad-Tobago, Guayana y Surinam {saratnacca ysranan-tongo), Honduras Britnica, Barbados, Santa Luca, St.Kitts, Anguilla y Nevis; la 'criollo'-francesa en Hait, Luisiana,Guadalupe, Martinica, Las Santas y Marigalante, Dominica,Trinidad, Grcnada y Santa Luca; la 'criollo'-holandesa, muydecadente, en las Islas Vrgenes norteamericanas y, finalmen-te, la 'criollo'-portuguesa, fuertemente evolucionada en direc-cin al espaol, en Curasao, Aruba y Bonaire. En los EstadosUnidos (vase nota 31) recientes trabajos han demostrado laexistencia en tiempos pasados de hablas 'criollo'-inglesas entedas las zonas esclavistas del pas.

    En este amplio panorama de las hablas 'criollas' en el Con-tinente Americano se advierte inmediatamente la falta apa-rente de hablas 'criollo'-espaolas, pues, de acuerdo con H. L.A. van Wijk y T. Navarro Toms34, considero al papiamento

    ** Vase lo que afirman ELODIE JOURDAIN, DU raneis aux parlers creles,Pars, 1956, y F. G. CASSIDY, Toward the Recovery oj Early English-AjricanPidgin, en Symposium on Multilingualism, Brazzaville, 1962, pgs. 269-270,para las reas francfona y anglfona del Caribe.

    14 H. L. A. VAN WIJK, Orgenes y evolucin del papiamento, en Ncophilo-

    logus, t. XLII; T. NAVARRO TOMS, Observaciones sobre el papiamento, en NuevaRevista de Filologa Hispnica, t. VII, 1953, pgs. 183-189. Pueden consultarsetambin P. H. J. VITTENBOGAARD, De taal papiamentu en haar oorsprong, Hil-versum, 1953; M. D. LATOUR, Portug. taalresten in het papiamento, en De West-indische Cids, 1937; W. J. VAN BALEN, Papiamentu en Portugeesch, en la mismarevista, 1940, pg. 371. Son trabajos importantes, aunque desgraciadamente in-ditos: ISMAEL SILVA-FUENZALIDA, Papiamentu morphology (Tesis de Doctoradopresentada en la Northwestern Univcrsity, en 1952); CHARLES CLELAND HARRIS,Papiamentu phonology (Tesis de Doctorado presentada en la Universidad de Cor-nell en 1953) y FRANCINE HARRIET WATT^AN, Papiamentu morphology andsyntax (Tesis de Maestra presentada en la Universidad de Corncll en 1953).

  • BICC, XXV, 1970 CIMARRONISMO Y HABLAS 'CRIOLLAS* 461

    como habla 'criollo'-portuguesa, si bien con elementos espa-oles progresivamente crecientes.

    Esta peculiaridad de las reas ibricas del Nuevo Mundo,explicable seguramente por las circunstancias especiales de laesclavitud en estas zonas35, no es, sin embargo, ms que apa-rente.

    Efectivamente, en mi trabajo La tipologa 'criolla de doshablas del rea lingstica hispnica, creo haber demostra-do que la llamada habla 'bozal' del Puerto Rico del siglo xix,estudiada por M. Alvarez Nazario37 es, sin lugar a dudas, unamodalidad lingstica claramente 'criolla', consideracin quese puede extender al habla 'bozal' cubana del siglo pasado3Sy an del actual30.

    Ahora bien, los casos puertorriqueo y cubano que hemencionado son explicables por un factor cronolgico, la exis-

    " Vase, sobre el tema, el trabajo, superficial, pero bastante acertado, deFRANK TANNENBAUM, Slave and Citizen: The Negro in the Americas, NuevaYork, 1947. Ms detallados y profundos son HEBBERT S. KLEIN, Slavery in theAmericas: A Comparative Study of Virginia and Cuba, Chicago, 1967 y H.HOETINK, The Two Varianti in Caribbean Race Relations, Londres, 1967. Peroel tratamiento ms perfecto se encuentra en los trabajos de GILBERTO FREYREque, aunque referentes al Brasil, pueden aplicarse, con escasas variaciones a laAmrica espaola. Todos ellos demuestran que las sociedades esclavistas ibero-americanas rran ms proclives a la comunicacin entre amos y esclavos y a lasrelaciones patriarcales entre ellos, lo que, evidentemente, facilitaba, en propor-ciones mucho mayores que en el resto de Amrica, la transculturacin rpidade los esclavos negros.

    " En Thesaurus, t. XXIII, 1968, pgs. 193-205.17

    El elemento ajroncgroide en el espaol de Puerto Rico, San Juan, 1961,pgs. 123-193, y Notas sobre el habla del negro en Puerto Rico durante el sigloXIX, en Revista del Instituto de Cultura Puertorriquea, 1959, pgs. 43-48.

    ** Textos interesantes en los escritores costumbristas insulares del siglo xix(Bartolom Crespo, Anselmo Surez y Romero, etc.), dignos de un detenido estudiodesde este punto de vista.

    " En El Monte de LYDIA CABRERA (La Habana, 1954) hay pasajes en habla'bozal' que responden perfectamente a las caractersticas del 'criollo'. Vanse porejemplo, las pginas 183, 234, 350 y 517. Ello demuestra que no hace muchosaos y quiz hoy mismo existen 'morenos' en Cuba que conocen y usan esteUpo de habla, con races, sin duda, en los ltimos tiempos del perodo esclavistaen la isla. Sera de gran valor un estudio amplio sobre estas manifestacioneslingsticas, inevitablemente abocadas a una rpida desaparicin. En prximo ar-tculo presentar algunas observaciones sobre el tema.

  • 462 GERMN DE GRANDA BICC, XXV, 1970

    tencia de esclavitud y, por lo tanto de 'trata' y de negros 'bo-zales' hasta finales del siglo xix en ambas islas, circunstanciaque hace posible la retencin en ellas de una modalidad lin-gstica 'criolla' estrechamente unida a la sociedad esclavistay a los condicionamientos humanos que la misma genera (se-gregacin social, vida en comn de los esclavos, importacinde africanos, etc.). Pero y en cuanto al resto de la Amricade habla espaola? En los dems territorios hispanohablantesdel Nuevo Continente la esclavitud desapareci, en general,a los pocos aos (o a las pocas dcadas) de obtenida la inde-pendencia de la antigua metrpoli, por lo cual las posibilida-des de pervivencia de las modalidades 'criollas' en ellos son,dada la peculiaridad de la sociedad esclavista hispanoameri-cana a que nos hemos referido40, extremadamente tenues.

    Sabemos, sin embargo, gracias a un precioso texto del Pa-dre Alonso de Sandoval41, que en las tierras del Imperio es-paol los esclavos negros manejaban, a principios del sigloXVII (y sin duda antes y despus de esta fecha) y con carc-ter de generalidad, un tipo de habla que creo plenamenteidentificable con un 'criollo' espaol, formado con seguridadsobre una base portuguesa an perceptible. Habr desapare-cido este lenguaje totalmente de la Amrica espaola continen-tal? Tomando en consideracin los datos que expondr a con-tinuacin creo poder afirmar que, aunque muy dbilmente,an se conservan algunas manifestaciones de 'criollo' espaolen la Hispanoamrica Continental y ello, precisamente, en lascomunidades negras asentadas en los antiguos palenques ocumbes de cimarrones.

    Basndonos en los datos antropolgicos expuestos msarriba no es difcil delinear los factores que han llevado a talhecho. Al igual que ha ocurrido en cuanto a otros rasgos cul-turales, los ncleos de cimarrones, por su actitud psicolgicade repulsa a la transculturacin y su aislamiento y hostilidad

    " Vase la nota 35.a De instaurando Aethiopum salute, Bogot, 1956, pg. 94. Comento este

    pasaje en mi trabajo Un temprano testimonio obre las hablas 'criollas' en fricay Amrica, en Thesaurus, t. XXV, 1970 pgs. 1-11.

  • BICC, XXV, 1970 CIMARRONISMO Y HABLAS 'CRIOLLAS* 4 6 3

    respecto a la sociedad hispanoamericana que los rodeaba hanactuado como 'reas relegadas' tambin en sentido lingsticoy, en esta calidad, han mantenido situaciones arcaicas en cuan-to al habla, superadas y rebasadas mucho tiempo antes porlos grupos de afroamericanos sometidos con intensidad a laaccin transformadora de la norma lingstica general en His-panoamrica. Tambin en cuanto a la lengua los palenques ocumbes se han comportado como receptculos de preservacinde rasgos 'en conserva'42.

    En este momento de nuestro planteamiento terico se pre-senta una dificultad que, aparentemente, es importante. Porqu, dado el arcasmo caracterstico de los palenques y cum-bes y su proclividad a la conservacin de los rasgos culturalesafricanos, no han puesto en prctica esta tendencia en el m-bito lingstico, manteniendo el empleo de las lenguas afri-canas y no el de las hablas 'criollas'?

    La explicacin de esta circunstancia, que sera irreducti-ble si tomramos en cuenta nicamente los factores conserva-dores que estn presentes en los ncleos cimarrones, nos laproporciona un elemento corrector de los mismos al que hi-cimos referencia ms arriba: la adaptacin a los condiciona-mientos socioeconmicos peculiares a los palenques y cumbes.

    En efecto, la estructura de la sociedad esclavista america-na, tendiente siempre a separar a los individuos de una mis-ma etnia africana para evitar sublevaciones, agrupando, por elcontrario, en los equipos de trabajo a miembros de grupostribales diferentes, impone una estructura semejante a los n-cleos cimarrones. En ellos confluyen diversas agrupacionestribales, con rasgos culturales y lingsticos tambin diferen-tes. Esta circunstancia, que da lugar, en lo cultural, a las queR. Bastide llama 'civilizaciones en mosaico' tiene, en lo lin-gstico, consecuencias diferentes.

    a Incluso en la comparacin entre modalidades 'criollas' inglesas, el habla

    del grupo 'cimarrn' de Surinam denominada saramacca ofrece claras caracters-ticas conservadoras y arcaicas frente a las hablas 'criollas' no cimarronas de Ja-maica, frica (Camern) y Estados Unidos (gullafi), tanto en el aspecto fonticocomo en los mbitos morfolgico y lxico. Vase F. G. CASSIDY, Toward theRccovcry oj Early Engltsh-African Pidgin, citado anteriormente.

  • 464 GERMN DE CRANDA BICC, XXV, 1970

    Los cimarrones, que manejaban diferentes lenguas afri-canas, a veces profundamente diferentes y, generalmente, inin-teligibles entre s-43, necesitaban un habla comn que les pro-veyera de un instrumento de comunicacin inteligible por to-dos, con independencia de la lengua africana poseda por cadauno, pero no comprendida por los individuos no pertenecien-tes al mismo grupo lingstico. Esta urgencia pragmtica, se-mejante a la que, segn Whinnom44, dio nacimiento a las ha-blas 'criollas' en conjunto, solamente poda ser satisfecha dedos modos: mediante la apelacin a la lengua standard desuperestrato poltico (espaol, en este caso) o por el empleodel habla 'criolla' que, manejada ya en las costas africanas porla mayora de las poblaciones participantes en la 'trata', eraconocida y comprendida (recurdese el prrafo significativodel Padre Sandoval) por todos los esclavos negros. La prime-ra posibilidad (el empleo de la lengua europea standard) so-lamente poda ser utilizada si todos los cimarrones de un pa-lenque o cumbe la conocan, caso que, evidentemente, no sedaba en la mayor parte de las ocasiones (al menos en los si-glos xvi y xvn), pues los esclavos 'bozales' no usaban normal-mente con eficiencia el espaol. En cambio, el habla 'criolla',conocida por todos los esclavos negros, tanto 'bozales' como'criollos', de cualquier 'nacin' africana y extremadamentesimple y eficiente *'', proporcionaba un medio de comunica-cin ideal a los ncleos de cimarrones. No es difcil conjetu-rar, pues, que los miembros de los palenques o cumbes, almenos en los primeros siglos del rgimen esclavista en los queel nmero de negros 'criollos' era menor, utilizaran comolengua de emergencia (despus institucionalizada) la modali-

    Numerosos pasajes del libro del Padre SANDOVAL, De instaurando Aethiopumsaltite confirman este hecho.

    44 Vase su trabajo, indito an, Linguistic Wbridization and thc Sptcial

    Can o] Pidgins and Creles.14

    Vase el trabajo: ya clsico sobre este punto de Louis HJELMSLEV, Caracte-res grammaticaux des langues creles, en las Actas del Congreso Internacional deCiencias Antropolgicas y Etnolgicas, Copenhague, 1939. Un enfoque similar,aunque ms moderno, se encuentra en J. VOORHOEVE, Crele Languages andCommunicalion, en Symposium on Mtiltilingtialism, Brazzaville, 1962, pgs. 233-242.

  • BICC, XXV, 1970 CIMARRONISMO Y HABLAS 'CRIOLLAS' 465

    dad 'criolla', tanto por su generalidad como por su simplici-dad y eficiencia.

    Esta hiptesis de trabajo, expuesta ya anteriormente porm en cuanto al rea hispanoamericana40 y asentada en losanteriores razonamientos y en los hechos paralelos del sara-rnacca y el palcnquero4', se ha visto, creo, confirmada por al-gunos datos ms. Los expondr a continuacin.

    Despus de haber logrado demostrar, creo que de modosuficiente, aunque desgraciadamente con muy escasos mate-riales, la existencia an hoy de una modalidad lingstica'criolla' en San Basilio de Palenque (Colombia), pens quepodra ser til el intentar comprobar esta misma circunstan-cia en otros ncleos de poblacin hispanoamericanos que tu-vieran, igual que San Basilio, su origen en antiguas agrupa-ciones de cimarrones negros. Para ello acud al Diccionariogeogrfico de las ludias Occidentales o Amrica de Antoniode Alcedo lt! y pude constatar la existencia de otras dos loca-lidades denominadas tambin Palenque, una en la actual Pa-nam, prxima a Portcbclo, y la otra en el actual Ecuador,al este de Guayaquil. El origen de ambas localidades en an-tiguas agrupaciones de cimarrones pudo ser tambin estable-cido con seguridad. En el primer caso, el de Panam, median-te un documento del Archivo Nacional de Colombia 49 en elcual figura una comunicacin dirigida en 1796 por don Ra-fael de la Luz al Gobernador y Comandante General de Pa-nam en la que se contiene el siguiente prrafo, referente ala localidad en cuestin:

    El origen del pueblo de Palenque es bien sabido que lo tiene devarios negros esclavos que habiendo profugado a los montes se man-

    ** Sobre el estudio de las hablas 'criollas' en el rea hispnica, en Thesaurus,t. XXIII, 1968.

    " Vase, sobre el ltimo, mi trabajo La tipologa 'criolla' de dos hablas del realingistica hispnica, en Thesaurus, t. XXIII, 1968 y tambin JOS JOAQUN MONTES,Sobre el habla de San Basilio de Palenque (Bolvar, Colombia), en la mismarevista, t. XVII, 1962, pgs. 146-450.

    48 Publicado en cinco volmenes entre 1786 y 1789. Hay edicin moderna

    en la Nueva Biblioteca de Autores Espaoles.'* Fondo de Negros y Esclavos, tomo III de Panam, folios 940-941.

  • 466 GERMN DE CRANDA BICC, XXV, 1970

    tenan de lo que robaban... El gobierno de aquella poca, no pudien-do sujetarlos a la obediencia tom el partido de perdonarles las vidasy declararlos libres y establecerlos en forma de pueblo como se hallanen el da.

    En cuanto al Palenque situado en Ecuador (entre Ojiva yBodegas Reales, hoy Babahoyo) un curioso artculo00 nos fa-cilita el dato de que en 1695 don Francisco de Gantes pedaayuda a las autoridades de Guayaquil "para ir a sacar un pa-lenque de negros y negras, mulatos, zambos, esclavos fugiti-vos y delincuentes y otros facinerosos ocultos en las monta-as de Palmar", cerca del lugar en cuestin.

    Una vez lograda la demostracin convincente de que am-bos Palenques se originaron, en efecto, en grupos de negroscimarrones, consegu tambin rastrear la existencia de restosde habla 'criolla' en los mismos.

    En cuanto al Palenque de Panam, Keith Whinnom51afirma que su habla "still exhibits many of the characteristicswhich reveal that it was once a crele language" 5J.

    En lo que se refiere al Palenque ecuatoriano el artculode M. Chvez Franco, arriba citado, facilita el dato de que,de nio, conoci su autor a una negra viejecita que an recor-daba, por orlas a su abuelo, algunas frases de una 'jerga' que,aunque no descrita en el trabajo a que aludimos53, no deba

    10 MODESTO CHVEZ FRANCO, Palenque y pichilinge, publicado primeramente

    en 1929 en la Revista de las Esfaas y recogido luego en Crnicas de Guayaquilantiguo, del mismo autor, Guayaquil, 1930. Lo utiliza tambin PAULO DE CAR-VALHO-NETO en su Diccionario del Folklore Ecuatoriano, Quito, 1964, pg. 256.

    n The Margins o) Spanish, conferencia pronunciada en el Instituto de Espaa

    de Londres el 30 de mayo de 1968. Su texto me fue amablemente remitido porU autor.

    u Pg. 4 del texto citado en la nota anterior. Este dato me fue confirmado

    posteriormente en comunicacin personal del profesor Whinnom.** Dice M. CHVEZ FRANCO (art. cit.) que "para entenderse entre ellos

    [usaban una jerga] mezcla de castellano, de ideologa traslaticia, de tropos yanagramas, un guirigay en fin". Lo nico acertado (involuntariamente) de ladescripcin es el nombre de "pichilinge" (

  • BICC, XXV, 1970 CIMARRON1SMO Y HABLAS 'CRIOLLAS* 4 6 7

    ser sino otra modalidad 'criolla', quiz hoy desgraciadamenteextinguida.

    Parece bastante claro, despus de estos nuevos hechos querefuerzan la significacin del hasta ahora aislado caso de SanBasilio, que la hiptesis de trabajo que present en artculosanterioresr>4 ha demostrado ser, al menos por ahora, frtil ysusceptible de una mayor explotacin por parte de los espe-cialistas en estos estudios. Frente a la opinin de Sidney W.Mintz, expresada en la International Conference on Pidgini-zation and Creolization de jamaica (9-12 de abril de 1968),que niega la existencia de hablas 'criollas' en el rea hispano-americana por razones de carcter sociolgico; creo haber de-mostrado que, aunque sus manifestaciones son bastante tenuesy escasas, an restan suficientes testimonios en la actualidad,gracias, sobre todo, a los palenques y a los casos cubanos men-cionados ms arriba, para poder confirmar lo que, hasta hacemuy poco, era impensable, es decir la extensin pretrita porlas zonas esclavistas de Hispanoamrica de un habla 'crio-lla' espaola, de modo semejante y paralelo al estado de cosasoriginario que postulan }. L. Dillard y W. Stewart para lasreas esclavistas de Norteamrica respecto al empleo de un'criollo' ingls.

    Al igual que en Norteamrica, tambin en Hispanoam-rica un fuerte proceso de transculturacin lingstica deter-min el recubrimiento de la capa de habla 'criolla' existenteentre la poblacin negra por el actual empleo de la vanantestandard del espaol de cada zona geogrfica, a travs, segu-ramente, del desarrollo de evoluciones reestructuradoras y re-lexificadoras. Pero las reliquias (vivas an o pretritas) de unestadio anterior, 'criollo', en el habla de las comunidades ne-gras hispanoamericanas son suficientes para postularlo comoseguro, an dentro de las ms estrictas exigencias metodol-gicas. Entre estas reliquias (habla 'bozal' de Cuba y Puerto

    M Especialmente en Sobre el estudio de las hablas 'criollas' en el rea hispnica,

    en Thesaurus, t. XXIII, 1968, pgs. 9-10 (separata).

  • 468 GERMN DU GRANDA BICC, XXV, 1970

    Rico, testimonio del Padre Sandoval, etc.) las hablas de lostres Palenques (el de San Basilio en Colombia, el de Panamy el de Ecuador) tienen, creo, un valor muy destacado.

    Como es natural, la va est abierta para proseguir unasinvestigaciones" que no han hecho sino comenzar. Pero espreciso precaverse contra un optimismo excesivo.

    Concretamente en el caso de las hablas 'criollas' conserva-das en antiguos ncleos cimarrones es necesario tener en cuen-ta que numerosos factores hacen difcil su persistencia hastahoy. Entre ellos: la gnesis relativamente cercana (s. xvm) demuchos palenques o cumbes, lo que determinara una mayorafluencia a ellos de esclavos 'criollos', poseedores de un hablaespaola ms o menos perfecta que pudieron imponer en sunueva comunidad, desplazando al 'criollo'; la eliminacinviolenta o la extincin de muchos ncleos de cimarrones; lafusin de otros con los moradores de las comarcas vecinas; larelacin cada vez mayor de los moradores de palenques o cum-bes con las localidades prximas, sobre todo despus de laabolicin de la esclavitud; la enorme presin igualadora delas estructuras socioeconmicas y administrativas de los Esta-dos modernos sobre los ncleos humanos de caractersticaspeculiares, etc.

    Todos estos elementos son fuerzas que reducen una inves-tigacin como la que aqu hemos esbozado a unas posibles'reas frtiles' que deben ser escassimas y cada vez ms im-perceptibles. Pero, como creo haberlo demostrado en este ar-tculo, an quedan posibilidades de trabajo y, aunque sin ex-cesivo optimismo, es lcito y necesario intentar explorarlas almximo.

    Quiz, dentro de algn tiempo, nuevos hallazgos incor-poren al reducido catlogo actual de hablas 'criollas' en His-

    a Sera necesario, con carcter urgente, hacer un estudio exhaustivo del

    habla 'palcnquera', recoger las manifestaciones del habla 'bozal' en Cuba, inves-tigar los restos de 'criollo' en el Palenque de Panam y los improbables, delde Ecuador.

  • BICC, XXV, 1970 CIMARRONIS.MO V HABLAS 'CRIOLLAS' 469

    panoamrica algunos islotes ms, supervivientes, como los an-teriores, de una vieja realidad lingstica casi totalmente su-mergida' 50.

    GERMN DE GRANDA.

    Instituto Caro y Cuervo.

    M Ya terminada la redaccin de este artculo (agosto de 1970), recibo, ama-

    blemente enviados por mi colega y amigo DEREK BICKERTON, la separata de sutrabajo (escrito en colaboracin con AQUILES ESCALANTE) Palenquero: A Spa-nish-Based crele oj Northern Colombia (en Lingua, t. XXIV, nm. 3, 1970,pgs. 254-267), al igual que un ejemplar policopiado de su ponencia, leda enla Conferencia del Captulo del Caribe de la International Studics Association(Mayagcz, abril de 1970) y titulada The Ljnguisric Unity oj the Caribbcan.Ambas investigaciones, que confirman la opinin que sobre estos temas me diosu autor en comunicacin personal, coinciden totalmente con los puntos de vistaque expongo aqu y que antes he hecho pblicos en artculos anteriores. TambinBickerton piensa, despus de un detallado anlisis de su estructura, que el 'pa-lenquero' es, obviamente, un habla 'criolla', resto de una capa de caractersticaslingsticas semejantes que se extendi, posiblemente, por otras reas hispano-parlantes y que, sometida a un proceso de 'descriollizacin', lleg a desaparecercasi totalmente, del mismo modo que ocurri en otras reas americanas no his-pnicas. Los trabajos del profesor Bickerton y los mos propios, elaborados contotal independencia, desconocidos hasta ahora mutuamente para cada uno de nosotros,y, a pesar de ello, portadores de una misma tesis sobre el 'criollo' hispanoame-ricano, demuestran, creo que de modo incontestable, que la compleja problem-tica que rodea este tema, hasta ahora ignorado o mal comprendido por la mayorparte de los lingistas especializados en el estudio del espaol de Amrica, em-pieza a ser abordada con un mtodo adecuado y, por lo tanto, a ser aclarada,al menos, en sus lneas fundamentales. Pienso que, a partir de ahora, todo estu-dioso de los fenmenos lingsticos del rea hispnica en su dimensin diacrnicadeber forzosamente tomar en cuenta en sus planteamientos sobre el desarrolloy evolucin del espaol americano la incidencia sobre los mismos del nuevo factorque representa el habla 'criolla' poseda por los esclavos negros de Hispanoamricaen siglos pasados, al mismo tiempo que los especialistas en el campo de losestudios sobre 'criollos' debern considerar y valorar, dentro de sus esquemastotales, los nuevos datos derivados del 'criollo' desarrollado en el rea hispnicaamericana, cuya existencia no ofrece ya, me parece, duda alguna.

    CampoTexto: THESAURUS. Tomo XXV. Nm. 3 (1970). Germn de GRANDA. Cimarronismo, palenques y ...