ciencia y religion de la persecucion al reconciliacionismo

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    Ciencia y religin: de lapersecucin de la iglesiacatlica contra Galileo a losreconciliacionistas actualesMauricoSchocet*

    I. La persecucincontra Galileoalileo Galilei (1564-1642), fsico, matemtico y as-Grnomo italiano, fue uno de los fundadores de laciencia moderna y partidario de la teora de C op m icoas com o crtico de la teora del movimiento de A ristte-

    les. Sus investigaciones contribuyeron a hacer avanzar ala primera y a dem oler a la segunda. Fund la ciencia dela m ecnica, obra qu e Newton llevara a su culminacin,por lo cual podemos referirnos a la de ambos como larevolucin galileana-newtoniana. L a iglesia catlica sos-tena una visin jerrquica del mundo natural,es decir laidea de un mundo sublunar y un mundo cele ste, que searticulaba co n las ideas de Aristteles , que fue uno d e lospensadores de mayor influencia en Euro pa y en el mundorabe durante la Edad Media.E n cartas que circularon en 1613 y 1615, Galileosostuvo la tesis de los dos libros, el libro de la natura-lezayel libro de Dios, es decir la Biblia, o la teologacristiana.Supropuesta trataba d e conc iliar as ciencias dela naturaleza, en proceso de formacin, co n l a religin.

    IZTAPALA~A41ENEROJUNIODE 1997pp. 199-236

    * Profesor nvcstipdor del Depmmcntode El Hombreye1Ambiente d el a UnivCmdad Autnoma Metropolitana, Unidad XochmaoO.

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    Cientficos y telogos posteriores em-plearon en forma abundante la m etforade los dos libros, considerando qu e am-bos eran libros d e Dios, pero q ue eranindependientes, es decir q ue no podahaber contradiccin en tre ellos.Esta posicin fue rechazada por elcardenal Roberto Bellarmino, quiensostuvo qu e s e podan utilizar losmto-dos de clculo propuestos por Gop rni-GO, pero no aceptar la realidad fsica delmovimiento d e la tierra, por que estaraen contradiccin con el texto bblico.En efecto, en ste, en el episodio d e labatalla de Gaban, Josu, jefe de losisraelitas, orden al sol qu e se detuvie-ra, y no a la tierra. E n 1616 Galileo fuecitado po r la Inquisicin. E n sesin se-creta la doctrina de Cop rnico fue de-clarada hertica ysulibro prohibido. Secree qu e Galileo fue ob jeto d e una se-vera advertencia, aunque no se cono-cen con exactitud sus trminos. Apa-rentemente acept dejar d e sostener ydefender la teora d e Coprnico, perono a dejar de ensearla y discutirla almodo instrumental, es d ecir con el ob-je to de realizar clculos.Galileo no volvi a tocar el tema enforma pblica durante algunos aos,pero con la eleccin d e un nuevo Pap acrey errneamente qu e el clima habacambiado, y public en 1632 su libroDilogos acerca de los sistemas delmundo, en el qu e reiteraba suspuntosde vista anteriores. Fue conminado a

    presentarse nuevamente a nte la Inqui-sicin, que lo acus de perjurio ymalaf,porq ue supuestamente habra viola-do su compromiso d e 1616. Acept re-tractarse en trminos humillantes, y fu econdenado a reclusin perp etua bajo laforma de arresto domiciliario que cum-pli por susrestantes och o aos devida,adems de com prom eterse a or misasy rezar salmos com o ejercicio d e peni-tencia tres veces por semana durantetres aos.E st a historia es conocida. L o s villa-nos son el Papa Urbano VIII yel carde-nal Bellarm ino; la vctima, Galileo . U nhecho qu e ha pasado casi desapercibi-do , seguramente por la falta de sensibi-lidad poltica de los historiadores, esque tambin incluye a un hroe, e l pa-dre Marin M ersenne ( 1 5 8 8 - l m ) , &-co y filsofo francs amigo y colabora-dor de Descartes, quien en 1629 leescribi a Galileo ofrecindole publicarsus obras en Francia. AparentementeGalileono respondi.E n 1634 efectiva-mente public textos de Galileo enFrancia , incluyendo sus propios comen-tarios, e n los que consideraba plausiblela hiptesis de Coprnico (Dictionary,1975). El hecho de que Mersenne noCuera perseguido por ello mostrara quela iglesia no era un aparato totalmentemonoltico, ya que es difcil suponerqu e la Inquisicin no s e hubiera perca-lado de su audacia.

    Si en la historia d e la ciencia los his-

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    toriadores suelen ocuparse mucho endilucidar quin fu e el primero en pro-ponerdeterminada teora o experimen-to, e l padre Mersenn e seguramente de-ber ocupa r un lugar muy importanteen una historia poltica d e la ciencia qu ean est por escribirse, aunque se hanescrito tsrtos importantes acerca de epi-sodios particulares d e la represin con-tra cientficos, por ejemp lo e n la .Me-mania nazi o en la Unin Sovitica deStalin E l padre Mersenne fu e elprinieroen solidarizarse con un cientfico vctimade la represin.11. Para comprender a historia: magia

    y religina) La magia y lasreligionesdelasetnias

    btimitivasE l episodio ocupa un lugar central en lahistoria de la religiny en la historia de laciencia. Para poder comprenderlo ade-cuadamente tenemos que entender elsurgimiento y la funcin social de lasreligiones, el surgimiento de burcicra-cias religiosas qu e se articulan con otrasfuerzas sociales , y e l papel desestabiliza-dor de la ciencia con respecto a las ideo-logas dom inantes, incluyendo a las re -ligiosas.La religin organizada tal como laconocem os actualmente, con sus textossagrados, una teologa muy elaboradade interpretacin d e tales textos, rituales,

    arquitectura, y jerarquas sumamentecomplejas, con actividades reglamenta-das, articulacinconel aparato d el E sta-do, etctera, se fu e conformando a lolargo de la historia, a partir de o rgenesms modestos, y en procesos qu e cono-cemos slo en parte, debido a q ue, porejemplo, en el caso d e las religiones depueblos colonizados, com o las p rehis-pnicas, los conquistadores se encarga-ron de destruir documentosy templos.El origen de la religin est estre-cham ente relacionado co n prcticas detipo mgico, que aparentemente soncomunes a muchos, si no a todos lospueblos q ue llamamos primitivos, o seasociedades qu e no tienen clases socialessino que en ellas juegan un papel msimportante los lam s de parentesco.Todasestas soci edades tienen representacionescolectivas,que aveces incluyen teogonassumamente elaboradas (vase, porejem-plo, el caso de los indgenas huicholes deMxico, descrito porFernando Benteze n su libro En la tierra mgica delpeyote), qu e incluyen smbolos yritua-les, y expresan una adhesin a ciertosvalores. Aestas formasde culto d e et-nias que no tienen ni Estad o ni clasessociales podramos llamarlas religionesprimitivas, y seran formas embriona-rias d e las religiones que existen e n so-ciedades ms desarrolladas. Es tas formasprimitivas pueden incluir elementos co-mo e l totemismo, es decir el culto a unttem o smbolo que representa a los

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    espritus de los ancestros; el respetoa lasinstituciones -por embrionarias qu esean-; lasrelacionesentre gobernantesy gobernados; entre los sexos, entre pa-dres e hijcs, la escala de l as j e rarqu h &pare-; ideassobrecomensala,hos-pitalidad, a l i e n t o s , las categoras depureza e impureza; las ideas sobre lasrelaciones con la naturaleza. Los ritua-les estn asimismo relacionados con laformacin de grupos de estatus, en losque ste seadquiere a travs de ritos depasaje o transicin -por ejemplo, laaceptacin d e un adolescente en la co-munidad de los adultos.El pensamiento mgico implica laexistencia de se res so brenaturales,yes-t relacionado con el animism0 -laatribucinde. rasgos de los seres vivien-tes a ob jetos inanimados-; utiliza cier-tas formas de pensamiento como elanalgico, que ve relaciones causales ynecesarias e n la coincide ncia arbitrariade rasgos comunes-por ejem plo unarelacin en tre un m etal y una enferme -dad a partir de que la enfermedadpro-duce un color de la piel sem ejante alcolor del metal-; imagina laexis tenciade relaciones entre cosas que estuvie-ron previamente unidas, io que se ex-presa en creencias com o la de que sepuede infiuir sob re el com portamien tode una p ersona a travs de manipula-ciones sobre cabelloso uas.Lavida diaria d e la e tnias qu e llama-mos primitivas est rodeada de azares

    imprevisiblesy a veces aterradores, sinque exista un cuerpo de conocimientosempricos que pe m itan hacerles fren-te. Por ello se pretende conjurarlos oneutralizarlos de manera imaginaria,espiritualizando al universo, y a travsde tcnicas com o lasinvocaciones,sor-tilegiosy sacrificios.Las sacrificios sonactos p ropiciatorios qu e buscan lasgra-cias ymercedesd e potencias sobrenatu-rales,o la apropiacinde lafuerzavital ovirtu~delanimalohumanosacrificado.Lamagia provee entonce s unaexpli-cacin de acontecimientos inexpiica-bles, dando formas de defenderse dedesgracias o de sobrellevarlas. Para al-gunos pueblos existen no slo espritussino una jerarqua d e espritus. Pa ra losner del Sudn, por ejemp lo, Dios seraun espritu del cie lo o esencia universalque todo lopenetra, ydel cual los esp-ritus menores seran aspectos locales orefracciones (Bea ttie, 1972).L a magia incluye una jerarqu a reli-giosa embrionaria, a t ra v b d e mediumso chamanes qu e operancomo interme-diarios en e l trato con los espritus. Es-tos agentes debe n caracterizarse por supureza moral. Las prcticas mgicas es-tn asociadas a la aceptacin d e mitos,que permanecenan en sociedades cla-sistas y qu e contribuyen a la legitimidaddel sistema poltico,por ejemplo e l delcarcter sagrado del emperador en elcaso de la sociedad japonesa, qu e pro-hibe tocarlo. La magia est tambin

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    asociada con la jerarquizacin de losalimentos, por lo cual, por ejemplo, enalgunas etnias los jefes slo come n ali-mentos d e gran calidad,o las etnias de -claran impuros a ciertos alimentos-esla razn porla cual en la religin juda seprohibe comer animales que se arras-tran. Estas prcticas sobreviven inclusoen la propaganda d e algunos productosque se ven en los supermercados, pmrejemplo el nomb re y la representacinque acompaa a la ginebra de marcaBeefeater.Las prcticas mgicas tam bin tuvie-ron relacin con formas p recientfjcasde conocimiento, como la alquimia.Al -gunos alquimistas crean qu e e l resulta-do de un experimento dependa de lapureza m oral del experimentador.b) LasreligionesE n general l as religiones implican unacosmologa odiscurso sob re los orgenes,loque a su vez establece una relacin deun grupo hum ano con sus antepasados,la existencia de dogmas reveladoso tex-tos sagrados recibidos o inspirados porseres sobrenaturales, y un Cdigo de kticaque da sentido a la vida. Hay religionesque aparentemente slo son sistemasticos, incluyendo e l culto a un funda-dor, como sera e l caso d e algunas reli-giones orientales, como el confucianis-mo - d e Confucio, filsofo chino, (551-449? a.c.) -, qu e enfatiza la devociijn a

    los padres, la familia y las amistades, elculto a losancestros y e l mantenimientode la paz y la justicia Generalm ente tie-nen rituales qu e pueden incluir ceremo-nias y plegarias,yotros elem entos, talescomo la bendicin, la maldicin, o jura-mentos. Lm c6digo sdetica ylas normasasociadas reproducen muchos de l o s as-pectos presentes en l as religiones primi-tivas, probablemente en algunos ca-sos con caractersticas ms represivas-por ejemplo en la religin islmicasellegan a prohibir determinadas posturasen el coito (maldito aqul qu e hace d esmismo la tierra y de su mujer el cielo).Pueden implicar un respeto a las jerar-quas biolgicas -por ejemplo temor yreverencia a los ancianas, como seresms prximos a los espritus d e losances-t ros - o sociales, que pueden incluir lasacralizacin de stas. Varios autoreshanpropuesto defmiciones de religin quealuden a la creencia en seres puramenteespirituales. JamesFrazer hasugendoqueel rasgo fundamental de cualquier reli-gin sera la propiciacino conciliacin con las potencias supe-riores al hom bre que , segn s te cree,gobiernan el c u m de la naturalezay lavida humana (citado porBeattie). Hob-bes ha propuesta que el rasgo esencialdela religin estara en un temor a poten-cias invisibles, producto d e la fantasa ola imaginacin.Las religiones tienen puntos d e con-tacto con l as prcticas mgicas. Por

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    ejemplo, tanto el judasmo com o el cris-tianismo o bien incluyen la prctica desacrificioso la alusin simblica a stos(el sacrificio de la m isa; Cordero deDios,que lavaslospecadosdel mundo).Ascomoen lasprcticasmgicasel cha-mn busca obtener un efecto -porejemplo curar una enfermedad- en lareligin catlica los rezos u ofrendas asantos particulares qu e cumplen e l mis-mo papel qu e lasdeidadesmenoresentrelasetnias, persiguen unefecto similar.e) El origeny la validezde as religionesAcerca del origen d e l as religiones, laposicin tradicional de los partidariosde una determinada religin ha sido lade la revelacin por s e m espiritua-les, o se a la revelacin o escritura detextos sagrados por un profeta o profe-tas q ue re ciben una inspiracin divina.Ello implica que para los fieles a unareiigin determinada, sta contie ne ens misma la gara nta de su propia vali-dez. Sin embargo hay que hacer notarque en tanto que algunas han sido to-talmente intolerantes en cuanto a noadmitir a elementos sagrados prove-nientes de otras, han habido jerarqu asreligiosas qu e se han mostrado suscep-tibles a aceptarlos. Po r ejem plo, losro-manos adoptaron dioses provenientesde Grecia; cuando los conquistadoresmostraron a lossacerdotes a ztecas unacruz, explicndoles su carcter de sm-

    bolo sagrado, stos se mostraron dis-puestos a colocarla entre sus dioses,quedando estupefactos ante la exigen-cia de los primeros de proceder a des-truirlos.Aparen temente el primer autor quehabra manifestado una posicin crticasobre el origen y funcin d e las prcti-cas religiosas habra sido el italiano Ni-colo Machiaveili (1469-1527). uno delos fundadores de la ciencia poltica. Apartir de esta actitud crtica varios au -tores han formulado propuestas alter-nativas, contrarias a las pretensionesacerca de la existencia de una verdadrevelada. La primera sera lade un ori-gen humano de las religiones, la segun-da de uno poltico.La prop uesta de un origen humanode la religin enfatiza la continuidaddelas prcticas religiosas co n lasmgicas,que provendran ambas de la necesidadd e controlar en forma imaginaria afuerzas naturaies incontrolables o in -controladas en las circunstancias hist-ricas en que surgieron estas prcticas.La de un origen poltico lo atribuyea l as necesidades de legitimacin deelites dominantes q u e buscan fundar sudominacin en un o rden sobrenaturalque se expresara en diversas formas,po r ejemplo la del derecho divino de losreyes que prevaleci en la EdadMedia(Abbagnano, 1963;Rumney, 1980).L a primera posibilidad no es incorn-patible con la de un uso poltico ulte-

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    rior.Lasprcticasmgico-religiosaspu-dieron efectivamente haber surgido en

    a.c. Y no slo eso, sino que el textorepresentara una reconstruccin delsociedades sin clases para controlar enforma imaginaria los fenmen os natu-rales, con ap ropiacin posterior poreli-tes dom inantes , que las utilizaron para

    sus propios fines de legitimacin, inclu-yendo la de la existencia de clases socia-les en las sociedades clasistas.Las investigaciones filolgicas e his-tricas han hecho importantes contri-buciones para aclarar esta problemti-ca. E n e l caso del Antiguo Testamento,desde el siglo XI hubo autores que seplantearon preguntas acerca de p roble-mas qu e observaron en e l texto bblico.En una historia detec tivesca, que dursiglos, varios autores, qu e incluyeron alos filsofos Thom as Ho bbes y BaruchSpinoza siguieron planteando conjetu -ras acerca de la po ca probable en quefue escrito, quines habran sido susautores, a qu grupos pertenecieron, ycules pudieron haber sido sus relacio-nes con personajes y acontecimientosde su mo mento histrico. Eke tipo deestudios recibi mayor impulso a partirde la dcada de 1950,y hacia la dcadade 1970 parecen haberse aclarado losproblemas fundamentales. Actualmen -te la mayor parte d e los estudiosos con-cuerdan en que el texto que conocem oses una refundicin de por lo menoscuatro anteriores, y recon ocen el lugary la poca aproximada en que s e escri-bi, que se ubican en Jerusaln en 622

    pasado visto a travs de los conictosentre diversos grupos de la jerarquasacerdotal juda inmediatamente ante-riores al perodo histrico en el q ue fueescrito (Friedman , 1987).d) La funcinsoci al y polfticade lasreligionesRe sp ecto a las funciones sociales de lareligin , algunos autores ms modera-dos o conservadores han enfatizado supapel de estabilizadora o legitimadorade un sistema de relaciones sociales; entanto q ue otros, su funcin d e legitima-dora e instrumento de contro l poltico.En el primer caso estaran el socilogofrancs Em ile Durkheim (185&1917),para quien a travs de formas religiosascomo la del totemismo la sociedad serinde culto a s misma, armando la im-portancia del sistema de relaciones so-ciales. Para Radcliffe-Brown, uno delos ms conocidos antroplogos, el ri-tual expresa la necesidad del hombrede vivir en sociedad, su dependenciarespecto de la naturaleza y la traduc-cin a smbolos de lasfuerzas naturales.Para e l filsofo ingls Herbert Spencer(1820-1903)el m iedo a los vivos consti -tuye la raz del control poltico;el temora los muertos, la raz del religioso. Po-dramos decir que naturalmente ambasformas de control se articulan. E n cuan-

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    to al filsofo y economista alemn K arlMarx, es muy cono cida su frase acercade que la religin sera el opio de lospueblos, pero lo es menos el resto deltexto en qu e sta apare ce, la religines el espritu d e un mundo sin espritu,es el perfume de un mundo que apesta,la religin es el opio de los pueblosObviamente el opio alude a lascualida-des sedativas o teraputicas qu e ayudana los creyentes a tolerar una realidadque de otra manera sera intolerable,contribuyendoconello a mantener for-mas d e c ontro l social y dominacin cla-sista. N tesequ esin embargo hayprcti-cas reiigiosas que no slo podran tenerun efec to teraputico,sinouno de flage-lacin m oral (p insese e n el nfasis du-rante la m isa en la culpa y en e l pecado,y en la relativa ausen cia de alabanzas aquieness han cumplido co n losprecep-tos morales), io cual podra ten er efec-tos polticos en la subordinacin de loscreyen tes a la iglesia.Co n respec to a la funcin poltica dela religin, cab e recordar qu e e n la me-dida en qu e las religiones han sido reli-giones de E stado, han cumplido no sloesa funcin general d e legitimacin d el as formas de gobierno y dominacinpolticas, sino qu e e n toda una s e n e d ecoyunturas histricas han estado clara -mente en favor de o articuladas con las

    nacionalidades oprimidas. As las igle-sias sancionaron el derec ho divino d el as monarquas, y condenaro n la luchaindependentista de los pueblos de Am-rica Latina, as como a los primeros mo-vimientos socialistas. E n el caso de lasguerras de la independencia, numero-sos sacerdotes catlicos estuvieron encontra d e la posicin of icial de la jerar-qua eclesistica, apoyando e inclusoluchando por la independencia en fun-ciones de dirigentes. En el caso del ge-nocidio perpetrado por losnazis durantela Segunda Guerra Mundial, la iglesiacatlica se mostr sumamente cauta, apesar del h echo d e qu e millones d e ca-tlicos fu eron vctimas de la brutalidadnazi.Ello no significa que no se hayanpresentado movimientos reivindicati-vos de sec tores m arginados que mostra-ron una raz religiosa.Esefue el casodeguerras campesinas, como la que tuvolugar en Alemania en el sigloXVI lidera-da por el clrigo Toms Mnzer (1489-1525). E n EUA fue una inspiracin reii-gima la que motiv aJohnBrown (1800-1859), mrtir de la lucha antiesclavista.E n Brasil, Argentina y Mxico hubo l u-chas campesinas qu e tomaron formas re-ligiosas. Algunos han sido relatados enobras literarias,por ejemplo en la novelaLa merra del findel mundo de Marioformasdegobierno ms represivas, y encontra d e los movimientos reivindicati-vos d e lossectore s ms explotados,od eVargas Llosa, que narra una rebelincampesina ocurrida en el noreste deBrasil a fines del siglo xD

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    E n Argentina hubo un movimien-to campesino en la zona de Tandil, enla provincia de B uen os Aires, en 1872,dirigido por un tal Gernimo Solan,llamado Tata Dios. Sus participantesmasacram n a italianos, franceses, ingle-ses y espaoles pero so bre todo vascos.S e rebelaron co ntra la apropiacin pri-vada de lastierras qu e s e realizaba enesa po ca, atacando y dando muerte aquienes las alambraban. Vivan de lacaza del ganado salvaje, y la apropia-cin de lastierras les quitaba sus mediosde vida. La razn por la cual odiabansobre todo a los vascos era que stostrabajaban com o alambradores. E l mo-vimiento fue tambin apoyado por al-gunos terraten ientes tradicionales querechazaban el avance del capitalismo, aique identificaban co n los inmigrantes ycon la agricultura (Sebreli, 1991).E n esta clase de m ovimientos tam-bin ca be incluir el que fue encabezadopor Ter esa U rre a (1873-1906), la santade Cabora (Cabora es una localidaddel estado de Sinaloa), quien en 1892encabez accion es reividicativas de losindgenas mayos a quienes el rgimenporfirista despojaba de sus tierras (Pa-checo, 1993; Domecq, 1990). A e s e t ipode movimientos los llamaramos con-traideolgicos, e n la medida en que seubicaban dentro del mismo marco delas ideologas dominantes, buscandouna legitimacin religiosa para su resis-tencia a las p rcticas impulsadas por las

    clases en e l poder. Como lo dice JosEmilio Pacheco no se trata de movi-mientos religiosos puros sino (de ) rebe-liones que utilizan a la religin paraen lie nt ar problemas socialesy polticosconcretos. E n las sociedades campesi-nas tradicionales la religin opera com oinstrumento defensivo contra las ame-nazas de desintegracin social (...) ocom o m ecanismo defensivo para ponerfin a las desigualdades sociales.En la mayor parte de los casos deregmenes dictatoriales o represivos e nAmrica Latina, l as iglesias loshan apo-yado, o han mantenido posiciones deneutralidad benvola. A pesar d e elloencontram os numerosos casos de cre -yentes, sacerdotes y hasta obispos quehan apoyado0 participadoenmovimien-tos revolucionarios,por lo cual tambinfueron vctimas de la represin. Es muyconocido el caso del sacerdote col ombiano Camilo Torres, quien cay e n lalucha guerriera en la dcada de 1960.E n el caso argentino, numerosos sacer-dotes fueron vctimas de la represinmilitar en la dcada de 1970.111. Una historiograa recondliacia-nistaa ) La intepretacin dePrez TamayoDentro delae norm e literaturaqueexisteacerca de la condena contra Galileo, haynumerosos textos reconciliacionistas.Incluso han existido cientficos que d e-

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    fmen la posicin d e la iglesia, com o elfsico y ca tlico militante francs PierreDuhem (1861-1916), quien sostuvo quela lgica habra estado d e parte del Pa -pa Urbano y de Bellarmino y no deGalileo, ya que si e l esquema de C opr-nico estaba de acuerdo con los hechosello significaba que poda ser verdade-ro, no que lo er a (citado por Crom bie,1983).

    Hay un texto de Ruy P tez Tamayo,fisilogo mexicano tambin interesadoen historiay losoadelaciencia, que s erefiere altema contra Galileo(Prez Ta-mayo, 1989).Pre z Tamayo parte d e una defini-cin incorrecta de ciencia com o loquelos cientficos hacen , que no es polti-came nte inocente, y que le permite ig-norar e l papel d e Gaiileo respecto a lasideologas dominantes en su poca, ascomo el problema ms generaldel papelde algunos cientficos como idelogos yparticipantes activos en luchas ideol-gicas. No es el nico que usa este tipode definicin, ya qu e la han usado otrosque s e han ocupado de esta problem-tica. Po r ejemp lo, el conocido fsico ehistoriador de a cienc ia John D. ernalla menciona sin aprobarla en fo rma ex-plcita (Be rnal, 1972).Es ta definicin se refiere obviamen-t e a lo que los cientficos hacen y repre-sentan com o ciencia. No slo es inco-rrecta desde el punto de vista lgico,por su circularidad. Lo es porque hay

    una evidencia considerable que mues-tr a quemuchos cientficos, en diversascoyunturas histricas, han cread o pro-ductos ideolgicos a los qu e pusieron laetiqueta d e la ciencia,o tambin formasinjustificadas d e articulacin e ntre cien-ciae ideologas, entendidas co mo formasde falsa conciencia, o ideas o repre-sentaciones incorrectas o falsas quecumpien una funcin social. s te serael caso d e cientficos como Francis Gal-ton (1822-1911), Karl Pearson (1857 -1936) y Charles B. Davenport (1866-1944 ), quienes promovieron la empresaseudocientfica de la eugenesia, su-puesta aplicacin de la gentica a rasgoshumanos socialmente condicionadosu)-mo la inteligenciaoe l alcoholismo, yq uesirvi para justificar la represin contralos pobres y el racismo (Hofstadter,1955 ; Allen, 1986).E n e l caso de Galiieo, no slo resul -taba su trabajo cientfico des atabiliz a-dor para estas ideologas - e n tantoqu e apoyaba al heliocentrismo, minabala idea de un mundo celeste p erfecto,etctera-, sino que tambin las cues-tion en forma expicita en sus obras d edivulgacin, por ejem plo en sus Dilo-gos..., ya que mostr la falta de coh e-renc ia implcita en la visin de l mundodominanteenesapoca, que id en t i f ibba en form a indebida los conceptos deinmutabilidad y pe rfeccin.Prez Tamayo menciona que por lomenos algunas religiones, en tre ellas la

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    catlica, sostienen la posibilidad d e sus-pensin del orden natural, es de cir dela causalidad -los as llamados mila-gros. Acepta q ue la religiosidad parecevariar en razn inversa al nivel educati-vo, y qu e l as pretensiones d e la religinno son susceptibles de ser probadas.Constata que las jerarquas religiosas .-en cuanto organizaciones burocrti-cas- son totalmente diferentes a lasjerarquas d e las comunidades cientfi-cas, ya qu e algunas d e las primeras sontotalmente autoritarias. A continua-cin sostiene q ue la historia pudo habersido diferente, y q ue la iglesia no tenapor qu necesariamente condenar aGa lileo , atribuyendo la condena a pro-bables intrigas de la orden d e los esiii-tas, o a testarudez d e la vctima.

    Nuestro autor afirma qu e loscient-ficos individuales noson qumicamentepuros -suponemos qu e es to significaque no necesariamente tienen una filo-sofa materialista conciente-, y se apia-da de las iglesias, lamentando que laciencia liquide las falsas certidumbres(terror [...I por el desmantelamientoprogresivo de una estructura [religiosa]que le haba servido [a la humanidad]durante siglos).b) Crticaa Prez TamayoLo que nove, o tal vez oculta detrs d etrivialidades ace rca d e la imp erfecta na-turaleza humana, son los orgenes so-

    cialmente definidos del conflicto en treGalileo y la iglesia, y en general en treciencia y religin, qu e trasciende l as ca-ractersticas o peculiaridades anecdti-cas o coyunturales. Porque en efecto,uno de los puntos centrales del proble-ma consiste en que la iglesia catlicafue y sigue siendo una institucin d e unenor me autoritarismo, qu e llega a pre-tensiones qu e sonun insulto a la inteli-gencia, como la de la infalibilidad delPap a, en contradiccin com pleta y fla-grante con los principios d e cualquiercomunidad cientfica; y que e se autori-tarismo noslo se practicaba al interiord e la institucin, sino q ue e ra ademscoherente con un enorm e papel repre-sivo e n relacin con la sociedad en suconjunto, qu e la iglesia practic duran-t e muchos siglos, y qu e noslo caracte-riz a la catlica -aunque es te papelfue mucho ms notorio en el caso desta-, sino avarias otras. Creemos qu eplantea mal el problema, e n primer l u-gar al no preguntarse si la tradicinimperante e n la iglesia haca o no pro-bable la condena, y cules habran sidol as consecuencias polticas de la acepta-cin de l as tesis de Copmicoy Galileo.Creemos que el autor en cuestintiene razn en cuanto a q ue la condenano era inevitable; pero tambin cree-mos que dadas l as circunstancias eraaltamente probable. Esto nos lleva a unproblema muy general de la filosofa dela historia. En principio, los aconteci-

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    micntos histricos no son inevitables,puesto que en cada coyuntura concretaexisten factores contingentes; perossepuedeafirmarque dada una serie de pre-cedentes hay resultados que son muyprobables. Por ejemplo, dadas laspolti-cas imperialistas que seguan las gran-des potencias europeas en 1914, con unarmamentismo desenfrenado y una in-cendiaria retrica nacionalista y chovi-nista, la Primera Guerra Mundial fueun resultado altamente probable, y lomismo podramos decir de Mussolini eHitler en 1939.En este casose mponenconsideraciones similares,osea que da-do el papel que la iglesia cumpla en lasociedad, como aparato ideolgico fun-damental para asegurar la estabilidaddel orden monrquico feudal, susante-cedentes represivos yel efecto desesia-bilizador de a ciencia sobre la visin delmundo sostenidapor la iglesia, articuladaconsu teologa, la persecucin contra l oscreadores de la ciencia moderna era al-lamente probable, en tanto que las rela-ciones de as fuerzas socialeslopermitic-ran, por ms reverencias que Coprnicoy Galileo hubieran hecho a lospodcro-sos de su poca, lo cual no excluye laposibilidad de que en la iglesia aparc-cieran sectores conciliadores, que sicxistieron obviamente no tuvieron sufi-ciente peso.

    El otro punto, y ste es un aspectoen el que seguimos en parte una opi-nin del Cilwfo J oseph Agassi (Agassi,

    conferencia en la IIAIV-I,1991?), es quela aceptacin de a teora de Coprnicoimplicaba necesariamente que deter-minadas partes del texto bblico debanser vistas como metafricas o fbulaspara una audiencia ignorante,ynocornuliteralmente verdaderas. Ahora bien. I r iautoridad de la iglesia se apoya en lostextos sagrados, y en el carcter ubicuode. a divinidad y la posibilidad perma-nentede la intervencin divina. Paracy" mencionado cardenal Roberto Be-llarmino, que tuvo un papel central enla persecucin contra Galileo, e slohecho de que loscreyentes se plantea-ran la posibilidad de que parte de lostextos sagrados no deban ser tomadoscomo literalmente verdaderos socava-ra la autoridad de la iglesia, lo quehaba que evitar a toda costa, y sa ha-bra sido una de las razones ms impor-tantes para condenarlo.1V. Elementos para una historia de lapersecucin ideolgicaDe la lectura de un texto como el dePrez Tamayo el lector o lectora po-dran suponer que se trat deunepiso-dio aislado. Nada ms falso, ya que esparte de una larga historia de ntoleran-cia, persecuciones y prcticas oscuran-tistas quenocomenz con Gali leo, sincique sus antecedentes se remontan porlo menos a la Grecia antigua, y queocasion millones de vctimas, cuyos

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    sufrimientos sirvieron para apuntalar lasfqlsas certidumbres cuya desaparicin la-menta. Est a historia an no ha termina-do, como lo muestran las tentativas d ela jerarqua catlica de acallar a los te-logos de la llamada teologa d e la libera-cin, y la condena a muerte en ausenciapronunciada por clrigos musulmanescontrae escritor hind Salman Rushdie,supuestamente culpable d e blasfemia e nla escritura de una ob ra literaria.E n la G rec ia antigua exista el delitode o pinin, y cualquier enseanza con -tra la divinidad d e los astros, a los qu es e consideraba com o identificados c onlos dioses, e ra caracterizada como im-piedad, y por lo tanto posible d e perse-cucin. E n e l caso del astrnomo Aris-tarco d e Samos, quien fue el primeroque sostuvo que la tierra se mova alre-dedor del sol, hubo quienes pidieronque s e le persiguiera por dicha causa. E l ih fo &rates (470-399 a.c.), que fun-damentalmente se ocup d e filosofa mo-ral, fue condenado a m uerte por negli-gencia hacia los dioses a los qu e la ciudadrenda cultoe introduccindenovedadesreligiosas (Enciclopedia Britnica).

    Entre los padres de la Iglesia, SanAgustn (354-430) ustific las penas d eprisin, confiscacin d e bienes y exiliocontra los herejes. L a prctica de que-ma de stos parece haber comenzadoen Francia en e l siglo XI . L a formacinde tribunales especiales para juzgarlose n 1163; la prohibicin a los fieles de

    proporcionarles cualquier ayuda fueestablecida e n 1179, unto co n una am-plia panoplia de castigos qu e iban desdela aplicacin de multas hasta la pen a demuerte. L o s tribunales inquisitorialespracticaban usualmente la tortura paraobtener confesiones, sin dar ningunaoportunidad d e defensa o asesora jur-dica a las vctimas (E nciclop edia Ame-ricana). La s prcticas inquisitoriales nose limitaron a los catlicos, ya q ue elprotestan te Calvino estableci s u pro-pio tribunal inquisitorialen Ginebra en1541, una d e cuyas vctimas fu e el m-dico espaol M iguel Servet, descubri-dor de la circulacin de la sangre. Eltribunal de la Inquisicin seus con finespolticos, para eliminar a lderes popula-res, como en el caso de Juana d e Arco(1412-1431) y Girolamo Savonarola(1452-1498), reformador poltico y reli-gioso. Persigui prcticas como la bru-jera, quemando a miles de brujas,probablemente porque mantenan prc-ticas mgico-religiosas d e origen pagano.Durante el perodo e n qu e Toms deTorquemada fue Gran Inquisidor enEsp aa , a partir de 1483, la Inquisicincelebr cien mil juicios, co n ms d e dosmil cond enas a muerte. Para tener unaidea de lo qu e esto represent en tr-minos de intimidacin pblica, recur-dese qu e la poblacin espaola en esosmomentos er a d eslo algunos millones.Uno de los casos ms importantes d epersecucin fu e la condena a muerte del

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    filsofo Giordano Bruno (1548-1600).Ba jo la inspiracin de N icols de Cusay de Cop rnico en 1583 haba cuestio-nado en la Universidad de Oxford lafsica y la astronoma d e Aristteles. En1585 fue deportado de Francia por susataques contra la autoridad d e k is t te -les, y en general por sus actitudes antiau-toritarias,en particular contra la autori-dad d e l a ig les ia . Tambin fueexcomulgado por un grupo protestan-te. En relacin con es te punto hay qu erecordar qu e los telogos protestantesLutero y Melanchton pidieron la re pre-sin del copernicanismo (Kuhn, 1980).En cuanto a la religin juda, era unareligin de grupos marginales, y por lotanto no articulada a ningn poder es -tatal qu e le permitiera formas inquisi-toriales de represin. Sin embargo losjudos tambin dieron muestras de into-lerancia, excomulgando al ya mencio-nado filsofo Braruch Spinoza (1632-1677).Obviamente la condena contra Ga-lileo seguramente tuvo un efecto inti-midatorio sobre loscientficos y filso-fosdesupoca.El filsofo, m atemticoy fsico franc& R e n Descartes (15%-1650) fue el primero en formular clara-mente el principio de inercia, en untexto cosmolgico escrito en tre 1629 y1633, pero ste slo fue publicado des-pusde s u muerte. Su autor aparente-mente no lo public por temor a sufrirel infortunio de G alileo.

    1 Schoijet

    Hay una relacin clara en tr e l as per-secuciones de la Inquisicinyel desarro-llode la ciencia,y probablemente Espaarepresenta elcasoparadigmticoen esteaspecto. Fue el pas donde la Inquisi-cin tuvo mayor auge, y a pesar de qu een el sigloxvi fueuna de las principalespotencias europeas, en gran parte gra-cias a los metales preciosos exprimidos aMxico, Pen5 y la actual Bolivia,supapelcn el desarrollo de la ciencia modernafue casi inexistente hasta la segundamitad del siglo xIX. E n e caso de laNueva Esp aa,elhistoriador Elas T ra -bulse ha rescatado la historia de unabociedad cientfica informal o acade-mia que se constituy alrededor defray Diego Rodrguez, monje m erceda-rio y primer profesor d e matemticas dela Re al y Pontificia Universidad de M -xico desde 1638. E n 1646 a Inquisicincomenz a hostigar a este grupo a tra-vs de un edicto decensura , prohibicinde publicar a varios de sus miembros,inspeccionesy decomiso de sus bibliote-cas, exigencia de inventarios detalladosa los seis libreros de l a ciudad de Mxi-co , confiscacin de manuscritos,yfinal-me nte, inicio de procesos dos aos des-pus, con asesinato en la crcel d e unode los procesados. E st e hostigamientofinalmente determin la desaparicinde la academia (Trabulse).

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    V. La institucionalizacia de l a cien-cia y el reconciliacionismo entreciencia y religina) La irisdtucionaluacwndelacienciaco-mo intento de limitarsupapel deses-tabilizador

    La fundacin de la Royal Society enInglaterra en el siglo xvli fue parte deuna estrategia de las fuerzas socialesdominantes por la qu e stas daban ungrado de legitimidad a la ciencia a cam -bio de un compromiso para limitar supotencial desestabilizador, ya que losestatutos d e sta limitaban susactivicla-des estrictamente al campo d e las cien-cias d e la naturaleza, debiendo absie-neme de investigar campo s como losd ela metafsica, moral y poltica (vanden Dae le, 1977). El rimer secretario dela Royal Society, Robert h i e 1627-1691), descubridor d e la primera ley delos gases e inventor de la bomba neu-mtica fue un caso paradigmtico defidesmo, o se a d e subordinacin de laciencia a la f religiosa. Boyle planteque e l estudio de la naturaleza sera unaobligacin derivada de la religin. Sedirigi a suscolegas d e la Roy al Societye n los trminos siguientes:

    les deseo un completo xito en sus loa-bles esfuerzos por descubrir la verdade-ra naturaleza de las obras de Dios,y11:sruego con todos los investigadores deverdadesfsicas, que dediquen sus des-

    cubrimientos a la gloria del Gran Crea-dor de todas las cosas (citado por Thui-Uier, 1975).Boyle , tambin escribi ensayos teo-lgicos, y d ej e n su testamento dineropara qu e en una iglesia s e leyeran ser-mones s obr e la irrefutabilidad del cris-tianismo.b) E l r e c o ~ & ~ d esaacNewmSi aceptamos que la ciencia modernanace e n 1543 con la publicacin de laobra de Coprnico, entonces e l recon-ciliacionismo la acompaa desde susco-mienzos, en el prlogo qu eel sacerdoteAndreas Osiander escribe para sta , enel que enfatiza qu e se trata nada msque de un mtodo de clcu lo, minimi-zando u ocultando el problema d e larealidad fsica del movimiento de la ti e-rra y dems cuerpos celestes.Tambin fueron reconciliacionistastempranos algunos sacerdotes jesuitasque tambin eran cientficos, como lospadres Giovanni Baptista Ricciolo (15%-1671) y su contemporneo FranceswMaria Grimaldi, descubridor de la difrac-cin de la luz.Para ubicar a Newton conv iene men-cionar que Inglaterra experiment a me-diados del sigloXw surevolucin bu rguesa , es decir la ms profunda conm ocinpoltica de su historia, con el derroca-miento d e la monarqua y la subsecuen-te dictadura de Oliver Cromweil. Sin

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    embargo, esta revolucin no lleg a al-canzar metas democrticas radicales,puesto que amonarqua fue restauraday semantuvo la integracin de una igle-sia oficial con el Estado. Newton naceen medio del auge revolucionario, entanto queen lapoca en que public suobra ms importante ya era parte delestablecimiento poltico creado por laRestauracin. Fueno solamente profe-sorde matemticas en Cambridge, sinodiputadoenel Parlamento yf inalmentcdirector de la Casa de la M oneda, esdecir que tuvouncargo burocrtico im-portante en una poca caracterizadapor una conside-rable represin quepuso fin a la gran indisciplina socialprevia.Laposicin filosfica de Newton noh emuy diferente de a de otros cientfi-cos desupoca. Porejemplo, el astrno-mo Edmund Halley (1656-1742),descu-bridor del famoso cometa, expres laopinin deque a autosuficiencia del uni-verso - e n otras palabras, la no necesi-dad de la intervencin divina para suoperacin- es un carcter distintivodel poder y sabidura divinos (citadopor K erszberg).Cuando consideramos la posicinfilosfica de Newton, debemos tener encuenta tambin la de losotros cientfi-cos que hicieron contribuciones decisivasal nacimiento de la ciencia moderna.Aunque la revolucin copernicana y lagalileana-newtoniana dieron ungolpe

    mortal a la concepcin del mundo im-peranteensupoca, contribuyendo de-cisivamente al avance de una concep-cin materialista, SUS autores nuncapudieron librarse del todo de los resi-duos de as concepciones preexistentes.Tanto Galileo como Kepler,a pesar desu contribucin revolucionaria a la crea-cin de la ciencia moderna, estuvierontodava influenciados por las concepcio-nes filosficas tradicionales.Porejemplo,Galileanuncapudo aceptar las trayecto-rias elpticas propuestas por Kepler. Po-demos suponer queellose deb% al be-cho de que segua creyendo en lastrayectorias circulares, idea que estabaasociada a la de perfeccin del mundoceleste. T anto Galileo como Keplerestaban convencidos de que lasveloci-dades (de los planetas) y (sus) distan-cias del sol no podan ser arbitrarias,debiendo existir una relacin entre am-bas cantidades, ya que Dios tena quetener un plan, una ley, al crear el uni-verso (Cohen, 1983,p. 40).

    Si la ciencia represent la seculari-zacin del conocimiento, antes confi-nado en el mbito de las burocraciasreligiosas, ello fueposible gracias a unalargay dura lucha poltica eideolgica,que tambin se libr en las mentes delos cientficos. En ningn caso fue estalucha tan evidente como en el deNew-ton, aunqueel tema es an poco cono-cido; o,para decirlo de otromodo, sonconocidos losefectosmscvidentcs, pc-

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    ro no la verdadera magnitud del New-ton-idelogo, concil iador entre cienciay religin.En susPrincpia Newton se refiri6 alespacio como el sensorio de Dios,afirmando tambin que Dios era quienconfera una naturaleza absoluta al espa-cio y al tiempo (citado por Kerszberg,1986),osea que de alguna maneraDiosintervena por lomenos enel estableci-miento de las condiciones en las queexista el universo. Tambin expresSUSposiciones filosficas en varias car-tas enviadasen1692alsacerdoteRichardBentley, quien le haba pedido que leexplicara las consecuencias de su teo-ra en relacin con la religin. Lo queseconoce muy poco fuera del mbito delos historiadores es que Newton com-puso un enorme volumen de textos tea-lgicos, de losque public una muy pe-quea parte. Newton es obviamenteconocido como uno de los fundadoresde la ciencia moderna. Pero si conside-ramos que escribi varios textos religio-sosque llegan aunmilln de palabras,que incluyen temas tales comoel anli-sis de as profecas bblicas, de oscualesslopublic unas treinta pginas, y quean en la actualidad slohan sido pii-blicados en forma muy fragmentaria(Holton, 1978),nos damos cuenta queel reconciliacionismo de Newton tal co-mosemuestra en susconcepciones fsi-casycosmolgicases apenas la punta deun gran tmpano sumergido. Una cai-

    racterizacin real de Newton nos exigeaceptar que su actividad de militanteintelectual en la reconciliacin de cien-ciay religin fue para l tan importantecomosuactividad cientf ica,ynos plan-tea asimismo el problema de as razonespor las cuales publicslouna parte tanmnima de sus escritos teolgicos. Po-dramos plantear una conjetura en elsentido de que estos escritos nunca Ile-garon asatisfacerlo, porque era dema-siado buen cientfico como para poderser un buen idelogo.c) El persistente malentendido acercadel deismo de NewtonL a palabra deismo tiene dos significa-dos no compatibles.Elprimerose refie-re a una religin fundada en la razn yno en la revelacin. El segundo, a unaconcepcin del universo segn la cualel Creador sehabra limitado a crearloy ponerlo en movimiento.Duranteel sigloxviiaparecieron enGran Bretaa varios autores deistas.Eldeismo surgi como una crtica plebeyaa la religin,yestuvo ligado a demandasdemocrticas tales como la de separa-cin de la iglesia del Estado, que acom-paaron al auge revolucionario quede-rroc a la monarqua.Existe una generalizada y persis-tente concepcin falsa acerca de New-ton,difundida envarios textos de histo-ria de la ciencia, de historia de la

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    filosofa y de divulgacin, que lo pre-senta como destaen el segundo senti-do, o sea que crea en la existencia deunDios que habra creado e universoy lehabra dado un impulso inicial, peroque una vez creado ste seguira mo-vindose eternamente gual a s mismo,-por lo menos el sistema solar-, sinnecesidad de ninguna intervencin di-vina ulterior. L a Enciclopedia Britni-caensuartculo sobre Desmo afirmaque losdestas fueron capaces de ob-tener apoyo de a visin del mundo fsi-co sujeto a leyes tal como haba sidodelineada por Newton. Enverdad enelsiglo XVIII hubo una tendencia a con-vertir a Newton en un deista de hccho(matteroffact),ransformacin quceracontraria al espritu tanto de sus escri-tos teolgicos como filosficos.Obviamente el desmo es incompa-tible con unmaterialismo consecuente,puesto que una implicacin deestapo-sicin es que el movimiento no serauna cualidad intrnseca de la materia.como losostiene la filosofa materialis-t a , pero en el contexto de la coyunturahistrica que Inglaterra viviene sigloXVII era visto como una doctrina sub-versiva,ocomo unaespecie de ateismovergonzante odisimulado.Enefecto, muchos autores interpre-taron los resultados de Newton de estamanera, pero en realidad no fue desta,sino un fidesta pertinaz, obstinado e nmantener a flote la posibilidad de una

    intervencin divina. Ello lo llev inclu-soa elaborar hiptesisad hocpara man-tener esta posibilidad de una interven-cin divina peridica para preservar laestabilidad del sistema solar, en rela-cin con los fenmenos an no com-prendidos en su poca como el posiblcefecto de los cometas sobre cl movi-miento de los planetas. Estas ideas deNewton fueron liquidadas en la segun-da mitad del siglo XVIIl por el asirno-mo y matemtico Pierre Simon Lapla-ce (1749-1827)(L osee, 1987).Por supuesto que este persistentemalentendido nopuedesercasual. Por-que en efecto losdestas tenan toda larazn en suponer que la imagen deluniverso que se derivaba de la obra deNewton apoyaba su posicin, por msque Newton mismo se hubiera resistidoa aceptar esta importante consecuenciafilosfica desu teora.Hessen plantea que laposicin con-cil iadora con la religin que tuvo New-ton fue nfluidaporsu posicin poltica.Enefecto, habra sidounrepresentantetpico de l a burguesa inglesa en asccn-so, permeada deunespritu concil iadorcon respecto a las estructuras socialesheredadas del rgimen monrquico-feudal anterior. Aun si noaceptamos laposicin de Hessen de que loselemen-tos idealistas y teoigicos habran pre-valecido sobre los materialistas en sufsica, es bastante evidente que les diomucho peso alosprimeros. Hessen est

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    Cienciay religin: de la persecucin de la iglesia .. -211entre quienes le atribuyen incorrecta-mente una posicin desta, pero podranoser incorrecta la caracterizacin quehace en el sentido de que su posicinfilosfica representara una especie dedivisin del trabajo entre Dios y lacausalidad, caracterstica del reconci-liacionismo entre ciencia y religin pro-piciado por los filsofos ingleses de supoca. Y a mencionamos que defendiexplcitamente la existencia deun uni-verso inmutable y que adems no sedesprendi del todo de la concepcinartistotlico-tolemaica,enel sentido decreer que el universo tenauncentro, yquesloel designio divino poda expli-car el hecho de que a masa y velocidadde losplanetas fueran adecuadas paraque el sistema solar se mantuviera enequilibrio estable (Hessen, 1989).Re-curdese que la idea de finitud del uni-verso estaba asociada a la de que tenaun centro. K erszberg, con base e,nunestudio cuidadoso de las cartas a 13ent-ley, muestra que con respecto a la cues-tin de la finitud Newton vacil sin Ile-gar a definirse.d) ElpapeI de lasiglesiasantela teorade la evolucin de las especiesMuchos delosnaturalistas delossiglosXVII,XVIIIy gran parte de los del sigloXIX hasta la aparicin de Darwin, eransacerdotes y adems fidestas,osea mi-litantes activos en la empresa de subor-

    dinar la ciencia a la religin. Se dedicabana observar, describiryclasificar plantasyanimales, actividad que fue estimuladapor el encuentro de losdos mundos y lapercepcin del enorme nmero de es-pecies no conocidas anteriormente quese encontraban en os territorios abiertospor lasexploraciones martimas. Esta ac-tividad era justificada con la nocin yamencionada anteriormente de los doslibros de Dios, y estaba presidida pornociones teleolgicas, afines a las yasepultadas por el avance de la cienciaen otros terrenos. Una de as categorasfundamentales que presidan esta acti-vidad era la de la perfeccin enel mun-do natural, que se expresaba en ideascomo las de la Gran Cadena del Ser.Segn sta, los seres vivos formabanuna jerarqua de especies en la que na-da faltaba ni sobraba. Otra era la deadecuacin perfecta entre forma y fun-cin de losrganos, que sera productodel designio divino. Las especies segui-ran existiendo en la misma forma enque habran sido creadas por unCrea-dor, con slopequeos cambios o fluc-tuaciones en el equilibrio entre ellas.

    L a visin de numerosos telogos ynaturalistas-sacerdotes que vean la ma-node Diosene mundo natural fue pro-pagadaporlomenos desdeel sigloXVII.L oren Eiseley afirma que la bsquedadel designio (divino) en la naturalezapronto se volvi una mana y se hizoaparecer todo como si hubiera sido es-

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    pecficamente creado para servir alhombre. Este punto de vista alcanzsu culminacin en lasas llamados Brid-gewaer Treatises,nombrados en honorde FrancisH. gerton, conde d e Bridge-water, quien falleci en 1829 dejandoun legado para financiar obras que pro-baran elpoder, sabidura y bondad deDios, tal como s e manifiestan en la C rea -cin. E n la dcada d e 1830fueron pu-blicados ocho volmenes que cubranvarios campos del conocimiento, com oastronoma, geologa, e tc tera, y cuyosautores incluan al reverendo WilliamWhewell, uno de los primeros filsofosd e la ciencia. Para dar una idea del tipode argumentos que utilizaban, podemosmencionar que para Whewll la coinci-dencia entr e el perodo d e rotacin dela tierra alrededor del soly el ciclo devida de las plantas era evidencia deldesignio divino; en relacin con la hi-ptesis d e Kan t-Laplace del origen delsistema solar a partir de una nebulosa,Whewll sostuvo que la nebulosa habrasido producto del mentado designio.Losresultados de cada ciencia eran mos-trados como evidencia del plan d e la divi-nidad, yseenf at i zabal ai deadel aarmon aenka naturaleza LosBridgewaterTreatiresrepresentaron entonces la forma msacabada de la tentativa de conciliacinentre ciencia y religin antes de Dar-win, que tuvo un gran impacto so bre lateologa -por lo menos en los pasesd e habla inglesa- e n que e l argumento

    del designio divino se volvi una parteestndar de la teologa (Eiseley, 195 8;Ruse, 1979).Sin embargo, s e fueron acumulandoobservaciones que daban elementospara apoyar el cuestionamiento de es-tas ideas, tales como la existencia defsiles de especies extinguidas; la de r-ganos atrofiados; la distribucin gec-grfica de l as especies, contraria a laposibilidad de qu e s e hubieran difundi-do desde un rea determinada. Antesde la aparicin de la teora de l a evolu-cin de Charles Darwin, el naturalistafrancs Jean Bap tisted eLa ma rck (1744-1829)yel i ngl sErasmusDanvi n( l 731-1802), abuelo de Charles, haban for-mulado una teora precientfca d e laevolucin de las especies, qu e la consi-deraba co mo producida por alguna es-pecie d e esencia intrnseca d e losorga-nismos que los llevaba a adaptarse almedio ambiente, sosteniendo ademsla herencia de loscaracteres adquiridospor esta adaptacin. S e trataba de unateora idealista, compatible con una vi-sin teleolgica, p or la cual losorganis-mos posean una tendencia intrnsecahacia la perfeccin, un ente o esenciacuyos mecanismos eran desconocidos yque sera responsable de las modifica-ciones adaptativas yde su transmisin alas generaciones siguientes. Podramosutilizar una metfora poltica para sos-tene r que la teora de Lamarck era sus-ceptible de ser atacada desde la derecha

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    y desde la izquierda, en el primer casopor cuestionar la idea de que las espe-cies habran evolucionado desdeel mo-mento en que fueron creadas, en elsegundo porque era una teora idealis-ta, yd que esa tendencia intrnseca a laperfeccin poda ser obra deunCreador.Efectivamente, primero fue atacadaporser considerada como contraria a lareligin, pero cuando apareci la teorade a evolucin de as especies de Char-les Darwin (1809-1882)muchos natura-listasysacerdotes terminaron aceptandola versin lamarckiana, probablementepor considerarlacomounmal menor res-pecto a la teora de la evolucin deCharles Darwin.

    Laaparicin de a teora de a selec-cin natural implicaraungolpe mortalpara las ideas del designio divino y de laarmona en la naturaleza, que domina-ban tanto al discurso teolgico como alde losnaturalistas. La teora de la evolu-cin propuesta porste era por e con-trario una teora materialista, basadaenla aparicin de mutaciones o nuevasvariedades al azar, algunas de las cualesresultaban mejor adaptadas, y por lotanto capaces de tener una tasa de re-produccin mayor que el promedio dela especie, mientras que las mutacionesmenos adaptadas desaparecan. Si nembargo, la teora de Darwin era in-completa, ya que no exista una teorade la herencia que permitiera explicarfenmenos tales como la existencia de

    mutaciones no adaptativas. Slola apa-ricin posterior de la gentica, a partirde los trabajos de Gregor M endel, deAugust Weissman, con el surgimientode las nociones de gene y de cdigogentico permitieron comprender elorigen de las mutaciones y su persis-tencia como debidas a errores de trans-cripcin de este cdigo.Cuando apareci el danvinismo, laactitud de muchos de los naturalistascomprometidos con la prctica del fi-desmo fue la de ningunearlo. L a pri-mera actitud de as iglesias protestantesfuede rechazo. Este recham incluy adirigentes de sociedades cientficas queno tuvieron empacho en manifestar s u sprejuicios fidestas, comountalT. Stret-hill Wright, mdico y presidente de laRoyal Physical Society de Edimburgo(Burkhardt, 1974), as como cientficosque se alinearon abiertamente con laderecha teolgica. En 1864 circul enGran Bretaa una declaracin que afir-maba que "es imposible que la Palabrade Dios tal como est escritaenelLibrode la Naturaleza contradiga la Palabrade Dios tal como est escrita en lasSagradas Escrituras", que fue firmadapor717personas, de ascuales unas400eran miembros de sociedades cientfi-cas o mdicas reconocidas, incluyendoa66 Fellows de la Royal Society, apro-ximadamenteel 10por ciento del totalde sus miembros (Hodge, 1974). Porotro lado, algunosde los cientficos par-

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    tidarios de Darwin, como ThomasHenry Huxley (1825-1895) y JohnTyndall(1820-1893) tomaron una posi-cin dura contra las iglesias.Sin embargo, en la medida enquesedesarroll una controversia, aparecic-r on grupos conciliadores, tanto entrecientficos y filsofos como entre lossacerdotes, que fueron apoyados porlas fuerzas sociales dominantes, apoyoque entre otrosaspectos se manifest6en la creacin de ctedras para promo-ver la armona entre la ciencia y la reli-gin en varias de las universidades msimportantes de EIJA a partir de a dca-da de 1860.Se buscaba lograr esta su-puesta armona a travs de una no ino-cente mala mppresentacin del danvinis-mo; quees una doctrina bsicamente ma-terialista, en donde la aparicin de nuc-vas variedades al azar constituyeel cle-mento central, asimilndolo en formatotalmente indebida con teoras evolu-cionistas nodanvinianas, tales comoelya mencionado lamarckismo,o la teorade la ortognesis, que sostena que lasespecies haban sido programadasparacvolucionar de determinadas maneras.lo que volva a introducir el designiodivino a unnivel diferente, y que resul-tabanms tolerables para las ideologasreligiosas. L a ortognesis f ue propues-ta en la dcada de 1880por el bilogogermano Theodor Eimer. La diferenciacon el lamarckismo es que para la orto-gnesis la evolucin no tiene por qu

    seradaptativa, yse basaba efectivamen-I C en la existencia de rasgosnoadapta-tivos. Fue apoyada por bilogos impor-tantes durante varias dcadas, hasta lade 1930.La identificacin indebida de la teo-rade la seleccin natural con el lamar-ckismo peristi por largo tiempo,y algu-nos autores siguieron confundindolashasta mediados del sigloXX,por ejem-plo, Eli deGortari, pionero de la histo-ria dc la ciencia en Mxico.Probablemente el ms conocido delos conciliadores entre ciencia y reli-gin en la segunda mitad del siglo Xixfuee fi lsofo Herbert Spencer (1820-1903),sicofante intelectual delas clasesdominantes anglosajonas. Fueel filso-fo ms popular en Gran Bretaa y losELJAen esa poca, ya quesevendieroncentenares de miles de ejemplares desusobras. Losconciiiadores incluyeroni i telogos y cientficos. Entre los pri-meros estaban James McCosh (1811-1894), filsofo y presidente del enton-ces Collegeof New J ersey, que despusseconvirti en la Universidad dePrin-ceton; Henry Ward Beecher, unpopu-lar predicador, ctctera. L o scientficosincluyeron a los gelogos J oseph LeContc (1823-1901) y GeorgeF. Wright(1838-1921), y al botnico Asa Gray(1810-1888). El reconciliacionismo fueapoyado en EUA por las clases domi-nantes, quenodesplegaron una hostili-dad abierta hacia el danvinismo, sino

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    que con el apoyo d e sus clrigos busca-ron adulterarlo para convertirlo e n una

    metafsica del inevitable progreso ma-terial, social Y esr>iritual.Se busc una

    Los c u m inetes del apocdipsi

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    forma de alejar las implicaciones anti-teleolgicas del darwinismo reinter-pretando los mes naturales como pre-condiciones para bienes progresivamentem ap res (Burrow, 1970).El apoyo de la clase dominante alreconciliacionismo se manifest en lacreacin de las ya mencionadas cte-dras de armona entre cienciay religin,con fondos provistos por donan tes adi-nerados. La primera de este tipo, ocu-pada por el filsofo Charles W. Shields,fue creada en el College o f New Jerseyen 1865. & te personaje se pas cua-renta aos en la empresa de eliminarlos aparentes confl ictos entre lasciencias y la teologa cristiana, reformu-land0 esta ltima. E ya mencionadoWright fue profesor de la sealada ar-mona en Oberlin College, al mismotiempo qu e hubo una ctedra de teo-loga natural y geologa en la mismainstitucin; el ya citado Gray, el gelo-go Edward Drink erCope,de la Univer-sidad de Pensilvania, y el zologo Alp-heus Packard, d e Brown University,apoyaron posiciom similares. E n tantoque Darwin se abstuvo de explotar a lateora de la evolucin contra la reli-gin, s deslind posiciones con l os a-mackianos estadounidenses ya citados,negndose a acep tar la idea de una pro-videncia universal progresiva (Moore,

    Por supuesto que la empresa inte-lectual delos Spen cer,Shieldsy compa-1979).

    a est en el basurero de la historra.Probablemente el opositor ms visiblede e sta ideologa reconciliacionistafueel ya mencionado Thomas H. Huxley.Huxley no fue radical en todos los te-rren os, ya qu e fue un aristocratizanteen poltica, adems racista y antifemi-nista (Rich ards , 1989). En relacin conlos intentos de co nciliar ciencia y reli-gin escribi q u e la seudociencia ...hacrecido y florecido hasta qu e, hoy da,se ha vuelto ms bien rampante. Tien eun ejrcito de reconciliadores alista-dos asuservi ci o, cuyaempresapareceserla de mezclar lo negro del dogma y loblanco de la cienc ia, transformndolaen la media tinta neutral de lo que lla-man teolog a liberal (Huxley, 1894).E n el caso de la iglesia cat lica stamostr una cerrada y persistente oposi-cin contra el darwinismo, silenciandoa aquellos catlicos que pretendanconciliar con ste, comoen loscasos delosbilogos y tambin sacerd otes SaintGeorge Jackson Mivart (1827-1900),quien fue finalmente excomulgado, yPierre Te&& deChardin (1881-1955)(Moore, 1979).Hacia la dcada de 1960,la iglesia catlica comen z a aceptar aldanvinismo a travs de la obra deTeil-hard, acep tacin facilitada por suambi-guedad y falta de rigor, as como por lateleologia y el fideismo presentes eneste autor. Existen testimonios quemuestran que aun en una fecha tan tardacomo 1958, la tradicin represiva de la

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    iglesia ejerca una c onsiderable influen-cia sobre los historiadores de la cienciaen Espaa , qu e dio lugar a q ue los bis-toriadores d e mayor edad, que habansufrido las consecu encias d e la guerracivil espa ola d e 1936-1939,s e opusie-ran a realizar un ev ento q ue recordarael centenario d e la publicacin del On-gen de las especies(Vernet , 1987).E n 1950 el Papa Po XII emiti unaencclica titulada Hurnani Generis. E neste docum ento de un personaje suma-mente conservador se aceptaba la posi-bilidad d e la teora d e la evolucin, y s ea f i a b a que loscatlicos podran acep-tarla siempre que admitieran tambinqu e en cierto momento D ios haba in-tervenido para introducir e l alma e n elser humano. Pero era una aceptacin aregaadientes, ya que sostena que lateora no haba sido an probada y qu epoda ser en teram ente falsa, y s e podraconjeturar qu e el San to Pad re tena laesperanza de qu e lo fuera. Finalmenteel 22 d e octubre de 19% el Papa JuanPablo I1 emiti una declaracin a laAcademia Pon tificia de Ciencias en laqu e defenda la evidencia d e la teorade la evolucin y sucompatibilidad conel catolicismo, desechando de hech o l asreservas d esupredecesor (Guuld, 1997).e) El conflicto entre cienciay religitindentro de las burocracias religiosasE n 1864 la iglesia catlica produjo un

    documento titulado Co>npendiode erro-res,que entre muchas otras condenas sepronunciaba contra aqullos que afirma-ban q ue interfera con el progreso de laciencia, maldiciendo a quienes propo-nan la libre investigacin en las cienciashumanas. E n este sentido, la p i c i n d ela iglesia no hacambiado. E fectivamentes ha aceptado que algunos sacerdotesestudien sociologa. U no de los casos msnotorios deu n sacerdote-socilogo fueeldel ya mencionado sacerdote colombia-no Camilo Torres, quien despus de unlargo conflicto con la jerarqu a eclesis-tica termin adhirindose a un grupoguerrillero. Pero sigue rechazando almaterialismo histrico, ncleo bsicod e las ciencias sociales. Obv iamente es-te rechazo no es casual, sino q ue estligado a una relacin asimtrica entreciencia y religin. L a ciencia y la filoso-fa pueden explicar a la religin, y laciencia ha avanzado considerablementeen la explicacin d e aspectos particula-r es referentes a determinadas religiones,pero la religin no puede explicar a laciencia.El conflicto contina, tanto den-tro de las comunidades cientficas comode las burocracias religiosas. Uno de lostrabajos msinteresantes qu e hemos citadoesellibrod e Friedman, que contribuye co n una del as evidencias ms impresionantes d e laextensin y profundidad del conflictoen tre ciencia y religin al mostrar queha penetrado profundamente en las

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    instituciones religiosas, ya que la mayorparte de losavances ms importantesque resea han sido producidosporpro-fesores de as escuelas de teologa de ins-tituciones como Haward, Y ale, Princt-ton, el U ni on Theological Seminary,etdtera.O seaquedentro de lasmismasescuelas de teologa, fundadas para latransmisin de ostextos supuestamen-te sagrados, seha desarrollado la inves-tigacin histrica que precisamentecuestiona la inspiracin divina de stos.1) L a enveiianza de la teora de la evo-lucinEn losEUA desde la dcada de 1920,ypor influencia de as iglesias protestan-tes de derecha, hubo varios estados lo-cales que prohibieron la enseanza dela teora de la evolucin, loque dio lugaral juicio contra el maestro J ohn ScopescnArkansas en 1925.Hasta 1973 los libros de texto deciencia de nivel elemental en el Estadodc California, un Estado que proba-hlemente tiene la ms alta proporcindedoctorados en ciencias dentro de osEUA, daban slo alguna referencia aDarwin de la manera ms equvoca, sinexplicar por qu era un cientfico fa-moso.

    Enla dcada de 1970,varias iglesiasprotestantes iievaron a cabo una cam-paa para impedir la introduccin de lateora de la evolucin en los libros dc

    texto de biologa a nivel de secundariay preparatoria, pidiendo adems queendichos libros se les diera igual espacio ala historia bblica de a Creacin. Cuan-do efectivamente comenz la ensean-~ade la teora de la evolucin en varioscstados de osEUA en la dcada de1970hubo una movilizacin de los creacio-nistas, que exigieron se introdujera lahistoria de la Creacin en los libros detexto y que se diera igual tiempo paraensearla en el saln de clases. No so-lamente plantearon esa demanda, sinoque tambin se diera tiempo para ense-ar teoras seudocientficasque supues-tamente apoyaranlosargumentos de asSagradas Escrituras. Una de stas fue lallamada Geologa del Diluvio (FloodGeology), elaborada a comienzos delsigloxxpor George McCready Price.y posteriormente denominada cienciade la creacin o creacionismo cientfi-co.Lasupuesta ciencia negaba la crono-loga aceptada po r losgelogosconbasecn estudios estratigrficos. Para los se-guidores de Priceunsoloevento, el Di-luvio bblico, dara cuenta de la exis-tencia de todas las rocas sedimentariasy defsiles, para locual tambith habaque rechazar losdatos cronolgicos ob-tenidos a partir del estudio de las mani-festaciones radioactivas. L os cientfi-cos creacionistas incluyeron a algunosmdicos, bilogos, qumicos, algn pro-fesor de ngeniera civily -por supues-to- telogos, aunque no consiguic-ron convencer a un solo gelogo. Si

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    bien nunca alcanz estatus cientfico , laGeologa del Diluvioentr e n e l curri-culum d e muchas escuelas pblicas gra-cias a los esfuerzos de sus comits esco-lares (Tourney, 1994).E n varios pases c ontina la resis-tencia contr a la difusin de la teora dela evolucin. E n Argentina e n la dcadade 1970, los censores de la dictaduramilitar del Gen era l Videla prohibieronuna serie radiofnica d e divulgacin d ela ciencia q ue inclua el tema. En Ate-nas diez mil manifestantes convocadospor el clero ortodoxo p rotestaron con-tra su inclusin en libros de texto d e se-cundaria (Annimo, 1985).E n Mxico,a pesar de qu e se trata de l pas oficial-men te ms anticlerical de Am rica Lati-na, la teora d e la evolucin ha penetra-do muy poco en la enseanza y en lainvestigacin biolgica, y su presenciaen los l i bros d e texto de biologa esmnima. M s qu e una influencia clericales p robable qu e la causa sea e l atraso yel conservadurismo de los bilogos me-xicanos.g) Los reconciliacionistas actualesE n tanto qu e no nos proponemos rese-ar la historia de las dificultades d e laenseanza d e la teora d e la evolucinen EUA, quisiramos mencionar algu-nos aspectos de las confrontaciones re-cientes del creacionismocontra la cienciaque tuvieron lugar en ese pas, porqu e

    muestran que elespritu del comprom i-soboyleanocon la religin sigue vivo enl as sociedades cientficas norteamerica-nas: los descendientes cie nt fic a d e AsaGray y GeorgeE Wright estn todavaempefiados en la cuadratura del crculo.E n esta empresa colaboran filsofosy telogos, - c u y a figura central ha sidoel telogo y filsofo Ralph WendellBurhoe-, principalmente del rea d eChicago, nucleados en la revista Zygon:Journal of Scie nc e and Religion, fun-dada en 1966,por el Institute on Reli-gion in an Ag e of Science que a suvezlo fue en 1954.L a propuesta d e Burhoees la d e revitalizar la religin apoyandosus valores en la ciencia, lo que pareceun reflotamiento de l as ideas de Spen -cer. De alguna m anera, segn Bu rho elas propuestas de varias religiones anti-ciparon los hallazgos de la ciencia, yadems la moral sera sancionada por laciencia. Hay una aparente confluen-cia entre las tesis d e Burh oe y las d e al-gunos sociobilogos, a quienes nos re-feriremos ms adelante. Para stos lareligin ha ayudado a los seres huma-nos a avanzar hacia conductas altruistas-siempre que olvidemos la Sa nta In-quisicin! Burhoe identifica la vidacon losvalores ltimos: lo que sobrevi-ve es bueno, y lo que perece es malo(Durant, 1989). Pinw het sera ms mo-ral queAllende?El historiador John C. Greene hanotado la supervivencia d e las tesis re -

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    conciliacionistas envarios bilogos im-portantes, como Julian Huxiey,C. H.Waddington y G. G. Simpson, ademsdel ya citado Wilson, calificando a susobras como los Bridgewater TreatisesdelsigloXX (Greene, 1981). El recon-ciliacionismo es tambin visible enelcaso del mencionado Gould,uno de losms interesantes divulgadores de la his-toriade la biologa. No es por lo tantosorprendente que e lder de la socio-biologa Edward O.Wiison haya apoya-do la teologa cientfica de Burhoe(Durant, 1989).h) El reconciliacionismoy la falta decoherencia de los cientficosAl analizar la controversia de loscien-tficos contra loscreacionistas en Cali-fornia en los aos de la dcada de lossetenta, Dorothy Nelkin seala variospuntos interesantes. Primero, que loscientficos tomaron una postura muy de-fensiva, siendo su principal lnea de ar-gumentacin que la teorade la evolucinera aceptabie para clrigos esclareci-dos. En las audiencias pblicas que tu-vieron lugar en 1972 para la elabora-c i hde lineamientos para la enseanzade la teora de a evducin en as escue-las de California las ironas eran tla-grantes (....) enque los testigos de cadabando aparecan con las vestimentasdel otro,observel periodista cientfi-CI) Nichols Wade (Wade, 1972). L o s

    argumentos de sacerdotes y cientficoseran sorprendentemente similares.La National Academy of Sciencesemiti una declaracin un tanto limita-da en octubre de 1972, en el sentido deque ciencia y religin son (...) domi-nios del pensamiento humano separa-dos y mutuamente excluyentes cuyapresentacin en el mismo contexto Ile-va a malas interpretaciones tanto de lasteoras cientficas como del pensamien-to religioso, por lo cual no deberanser presentadas en forma simultnea,porque losfundamentos esenciales delosprocedimientos de la ciencia exclu-yen invocaciones a lascausas sobrenatu-rales, como conceptosno susceptibles devalidacin por criterios objetivos (Nel-ki n, p. 278).

    En nuestra opinin, contraria a laexpresada por este organismo, la cien-ciay la religin sonmutuamente exclu-yentes en el sentido de que la ciencianace y crece en el cursode una largalucha contra la religin. Estn consti-tuidas sobre terrenos diferentes, peroproclamancomosuyo elmismoobjeto deconocimiento: la cosmogona, el origeny la evolucin del universo. El problc-ma no est en que la presentacin si-multnea de la ciencia y la ideologa4 s ecir una religin, una forma ideo-lgica particular- sea necesariamen-te una prctica educacional inadecua-da.Elproblema es otro: losconciliadorestardos quieren limitarse a enSefiar bd

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    ciencia y evitar toda mencin al proble-ma del deslinde en tre ciencia y religin,en particular; y en tre ciencia eideolo-ga, e n general. Si fueran presentadasdos cosmogonas en forma simultnea,y si no pueden se r verdaderas al mismotiempo, enton ces d eben hacerse expl-citos los instrumentos para distinguiry construir juicios. Y el problema este n qu e e l tema del deslinde entr e cien-cia e ideologa e st cargado con l as msserias implicaciones polticas. L a e nse-anza d e es te tem a implicma la rupturadel compromiso boyleano,y una rupturadesde la izquierQ que es justamente loquela National Academy of Sciences quiereevitar. Ello es aparente no slo e n elhecho d e qu e la Academia cumple fun-ciones q ue la ubican inequvocamentedentro del juego d e las fuerzas socialesdominantes, es deci r como organizacinque cumple tareas polticas,que no pue-den ser ms adversas al espritu de lalibertad de investigacin, como porejemplo la elaboracin d e reportes se-cretos, sino e n e l hec ho d e qu e evitandoconfrontar e l problema d e la demarca-cin, la Academia ayuda a las fuerzassociales dominantes, qu e se beneficiancon esa poltica porque les permitecontinuar c o n la explotacin ideolgi-ca d e la ciencia.A negar queexiste un conflicto en -tre ciencia y religin, con la coopera-cin de los clrigos conciliadores,y pro-clamar qu eelproblema de las relaciones

    en tre ciencia y religin e s un campo d einvestigacin demasiado complicadopara ser estudiado e n las escuelas pbli-cas, ladocta institucin trata d e escaparde la consecuencia necesaria de q ue laenseanza d e la ciencia no e s una em-presa neutral, sino que tiene implica-ciones polticas.Nelkin escribe q u e muchos cient-ficos individuales semostraron remisosa comprometerse (en la controversia).Algunos eran susceptibles a acusacio-nes polticas de loscomits escolares, ypreferan mantenerse aislados de la con-troversia para evitar interferencias cons u propio trabajo. Otros sesen tansim -plemente poco confortables con cual-quier actividad pblica, tal wmo hablarco n reporteros, enviar cartas a directoresd e peridicos,o aparecer en audiencias.El problema no reside en q ue, comolo supone im plcitamente Nelkin, com olo han hec ho igualmente otros -la psi-clogaAnnRoe (Roe,1%1), o el idelo-go StanieyRothman (Rothman,1983)-haya algunaespeciede carcter cientfi-co esencial, o psicologa de l cientfi-co,que hace que loscientficos odienlas controversias. El problema es qu elas comunidades cientficas estn p ene -tradas pore clima intelectual y polticoque da cohe rencia intelectual a la socie-dad, y afectadas por la configuracin d efuerzas d e clase d e la sociedad en unacoyuntura histricadada. La ens e anz ade la teora d e la evolucin afecta tales

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    configuraciones, dentro de la relacincompleja en que la lucha de la cienciacontra las ideologas afecta las formassuperestructurales.

    El clima poltico e intelectual de unasociedad no est solamente formadopor los contenidos del sistema legal so-bre libertad d e expresin, etcte ra, sinopor las estrategias d e l as fuerzas socia-les dominantes en relacin c o n cual-quier disidencia organizada o espont-nea; y por la tolerancia real hacia puntosde vista disidentes, e n tanto que opuestay diferente de los principios formalesestablecidos en la Constitucin. La s en-cuestas de opinin muestran qu e la po-blacin estadounidense est an lejosde mostrar el mismo respeto por elatesmo qu e por la prdica religiosa. L aenseanza d e la teora d e la evolucinest necesariamente ligada a una luchacontra las corrientes ms retardatariasen la sociedad estadounidense, y slopuede conducir a una extensin real delos derechos democrticos. Slo los cien-

    han sido siempre intolerantes con lacharlatanera, y es te espritu d e intole-rancia frente a la ideologa ha sido unad e las grandes fuerzas motrices de laciencia, y de s u potencial como fuerzaliberadora.i ) Filosofa dela ciencia y conciliacio-nismoL a cruzada d e los creacionistas ha usa-do los argumentos o ha tenido e l apoyodirecto d e algunos filsofos d e la cien-cia tales como Ka rl Popper y Larry Lau -dan.Popper ha intentado establecer unalnea de demarcacin entre ciencia yseudociencia, por la cual rechaza almarxismo, al psicoanlisis y a la teorade la evolucin, aunque en relacin coneste ltimo caso ha mostrado algunasvacilaciones.Popper parte de la consideracin d eque una teora n o es cientfica a menosou e de ella se deriven predicciones q uetficosqueson pienamenteconcientesde

    l as implicaciones polticas de la lucha puedan ser puestas a prueba y que porlo tanto imdi aue n l a posibiidad d e de-contra el creacionismo pueden haceruna contribucin sustancial p araderro-tar los intentos creacionistas d e contra-rrevolucin ideolgica apoyada por laautoridad poltica, y slo ellos puedencontribuir al envo final de l compromi-soboyleano ai museo de las antiguallasintelectuales donde merece quedar.Los cientficos que han hecho historia

    1 .mostrar que la teora es incorrecta. L afilosofa de Popper representa - e nnuestra opinin- un intento de decla-rar universalmente vlida una filosofade la ciencia que slo sera aplicable aalgunas ramas de algunas ciencias. Tam-bin se tratara de un intento de definirun mtodo cientfico q ue podra descri-birse c omo dado de una vez y para siem-

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    pre, y no como abierto. Por el contra-rio, Walter Benjamin ha escrito que loqu e caracteriza al mtodo cientficci esque nuevos mtodos s e desarrollan enla medida en que el conocimiento cien-tfico se mueve hacia nuevas reas. E nnuestra opinin, en la medida en queestudiamos sistemas de alta compleji-dad, tales com o los que son ob jeto delas ciencias biolgicasy sociales, la co n-trastabilidad de predicciones n o puedeser el criterio que define a la ciencia.Pero adems,en el caso de la teora dela evolucin, tenemos actualmente unelemento adicional que Popper no to-m en cuenta, probablemente porquesurgideuna lnea de investigacinquetuvo un comienzo relativamente re-ciente, a fines de la dcada de 1965).Aunque nadie ha podido predecir laaparicin de ninguna esp ecie nueva, nisabemos si es posible hacerlo en princi-pio, a partir de las investigaciones deSol Spiegelman de la Universidad deIllinois, se han podido reproducir en ellaboratorio procesos evolutivos a nivelmolecular, semejantes a los que ocu-rren naturalmente en microorganismoscomo bacterias y bacterifagos (Joyce,

    Si desde el punto de vista de la filo-sofa de la ciencia Po pper representa ala derecha, podemos llamar a Laudan unultraizquierdista. Esta tendencia surgede negar qu e es posible la dem arcacinentre ciencia e ideologa, una posicin

    1992).

    que deriva de tomar en consideracinelelemento relativistaqueseoriginaenla naturaleza contradictoria del progre-so del conocimiento, empujando eseelemento relativista hacia los lmites dela sofistera. Por consiguiente, segnLaudan elproblema no reside en que elcreacionismo no sea cientfico, sino qu ees menos cientfico qu e la teora de laevolucin (Laudan, 1983). Para noso-tros argumentar que la diferencia en tr eciencia e ideologa - e n est e caso ideo-loga religiosa- es solamente materiade una diferencia de grado, significanegar todo el proceso histrico de apa-ricin de la ciencia como la forma msalta, cualitativamente diferente, del co-nocimiento, y una de l as ms altas reali-zaciones de la humanidad.VI . A manera de concl usi n: el con-flicto entre ci enci a y religin tiane sol uci n?Cmo viven loscientlficos?E l conflicto en tre ciencia y religin notiene solucin. Po r supuesto que, dadoel peso q ue las creencias religiosas hantenido en toda la historia sobre la mayorparte de los seres humanos, ello conlle-va un conflicto personal para todosaqullos qu e tienen un inters centrale n la prctica cientfica.Una actitud posible es la de preten-der qu e el conflicto no existe. Esta ac-

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    titudes posible para aquelloscientficoscuya actividad se limita a aspectos msestrechos o instrumentales de la cien-cia. No es por ello casualidad que unfidekta como Robert Boyle haya sidoprecisamente. uncientfico qu e s e dedi-c fundamentalmente a manipular di-versos dispositivos mecnicos y a reali-zar experim entos -fue tambin untecnlogo y adems particularmente untecnlogo de la ciencia-, labo r qu eefectivamente contribuy e n forma im-port ant eal avancedest a, yaqueprodu-jo inventos importantes como l a bombaneumtica o la mira telescpica. No cabeduda qu e las fuerzas sociales dominan-tes promueven esta con cepcin instru-mental de la ciencia, que la mayora deloscientficos trabajan en temticas li-mitadas y qu e carecen d e una visin deconjunto de la ciencia, queslopuedendarles la filosofa, la historia y la socio-loga de la ciencia y que son ademssusceptibles a las presiones d e unclimaideolgico que busca compatibilizarciencia y religin.Sin embargo, aquellos cientficos quese ocuparon de aspectos ms generales,tales como la naturaleza de l universo, ola del mundo viviente, o de la sociedad,que tenan relacin con la visin delmundo, como Galileo, Kep ler, Newton.Darwin, o Ma=, no pudieron evitar eltener que hac er frente al dilema. Tam-bin lo hicieron otros, que aunque reali-zaron investigaciones sobre temas parti-

    culares, lo hicieron teniendo e n cuentauna visin global, como fue el caso deThecdor Schwann, descubridor de la C-lula (1810-1882). Probablemente M a nfue el que twom e w problemas, puestoque aunque s fue bautizado, no constaen ninguna parte qu e haya tenido n i n y -na educacin religiosa. Y a hemos vistoque Galileo, Newton y muchos otroscientficos fueron reconciliacionistas, yya hemos visto que Newton dedic mu-cho tiempo a la empresa imposible delreconciliacionismo. L a pila d e los escri-tos teolgicos de Newton, as como lostextos de o t r a personajes que hemosnombrado,como los profesores de la ar-mona entre ciencia y religin, no sonnada ms una curiosidad histrica. Sonms bien un testimonio de l peso d e lasideologas dominantes, que han impul-sado a muchos cientficos y filsofos aperdersu tiempoen unaem presaimpo-sible. Tambin lo es el escaso nmerode cientficos, como Thomas H. H wl ey ,que sostuvieron de manera clarayabiertala incompatibilidad entre ciencia y reli-gin.

    Los de Darwin y Schwann mere-cen una consideracin particular, por-que &tos son de alguna manera casosparadigmticos, q ue vivieron en formaaguda un conflicto en tre sus ideas reli-giosas y s u actividad cientfica, al quedieron soluciones opuestas. En efectoDarwin fue creyente hasta su juventud,hasta el punto de considerar seriamen-

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    te la posibilidad de tomar el estado sa-cerdotal. No fue sino hasta el retornode suviaje alrededor del mundo comonaturalista en el navo Beagle, eventocrucial ensuvida,yencircunstancias,enlas que estaba elaborando loselemen-tos fundamentales de su teora, queabandon suf religiosa. Esdifcil creerque la coincidencia de fecha entre esteabandono y la elaboracin de s u teorasea puramente casual, aunque hayanhabido eventos posteriores, como lamuerte desu hija favorita en 1851,q,ueprobablemente reafirmaron suescepti-cismo (Himmelfarb, 1962; Moore,1989).Sin embargo, se abstuvo de mani-festar pblicamente su posicin, por te-ner una visin social convencional -enel sentido denoestar convencido de quefuera importante difundirsu altade . ,yen abstenerse de hacerlo por deferenciaa una esposa creyente. sta adems seencarg decensurar su Autobiografa,publicadapost-mottern,en cuyo manusc:ri-tooriginalnosolamente estaba clara estafalta de f sino una falta de respeto hacialostextos bblicos, a losque calificaba tandignos de crdito como la mitologa decualquier pueblo primitivo.En el caso de Schwann, l realizvarias brillantes investigaciones, en untiempo increblemente corto, entre1835y 1839,es decir cuando tena me-nosde treinta aos. Sin embargo, des-pus de esa fecha hubo uncambio per-ceptible, que coincidicon una decisin

    subsecuente de examinarcon ms deta-lle las relaciones entre el conocimientocientfico de los fenmenos en seresvivientes y la enseanzas de la Iglesiacatlica, que aceptaba. Su programaoriginal haba sido examinar los fen-menos esenciales de avida, hasta llegaral funcionamiento del cerebro, a la con-ciencia, para culminar en una investiga-cin sobre la posicin del ser humanocomo ser biolgico y moral. Pero no locontinu, sino que abandon su pri-mera visin materialista yen vez deellose esforz por integrar loshallazgos dela ciencia dentro del marco de as creen-cias cristianas (Teich, 1973). Parececlaro que si bien Schwann nunca declarformalmente que abandonaba la cienciapor ser incompatiblecon la religin, supercepcin de las dificultades de cornpatibilizar stas lollev a la esterilidado al abandono de facto de la actividadcientfica.DeGalileoa la GranExpl osi nSi consideramos los desplazamientosideolgicos que se operan desde lavisindel mundo deAnstteles a la deNewt on,a la concepcin actual del mundo, vemosque implican una remocin por etapasde la intervencin divina, la afirmacinde la idea de causas naturales y el des-vanecimiento o liquidacin de las so-brenaturales. Para A ristteles Dios esel motor inmvil que mueve al mundo.

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    Para Newton se limit a crear lo ypo-nerlo e n movimiento. Actualm entesabe-mo squ e el universo se form a partir deuna gran explosin, despus de la cual seformaron las galaxias, l as estrellas y el sis-temasolar. Sabremos algndaqucausesta gran explosin, si hubo un tiempoanterior? No lo sabemos.Hemos visto de tod o lo anterior qu ela condena d e la iglesia contra Galileono fue para nada accidental, sino quefue parte deun largo proceso, condicio-nado por el papel social de l as institucio-nes religiosas, y q ue annoha terminado.Estepapelsocial noesobligatorio, pues-to que han existido grupos religiososque han participado e n d iversas luchascontra regmenes opresivos y autorita-rios. L a misma iglesia catlica po r ejem -plo, ha comenzado a deslindarse de lossectores ms conservadores de EUA e nalgunas cuestiones, com o la d e la gue-rra nuclear.A lo largo de esta historia pudimosconstatar tambin cmo dentro del cam-po de las erarquas religiosas se han dadoposiciones oscurantistas y represivas, quecontribuyeron efectivamente a frenar elprogreso y la difusin de la ciencia, yposiciones conciliadoras. Dentro delcampo de los cientficos hubieron po-siciones fidestas y posiciones concilia-doras.Podramos decir qu e la gran mayo-ra de los cientficos y de las sociedadescientficas han sido y siguen siendo con-ciliadores, desde Coprnico y Galileo

    hasta la Academia d e Ciencias de EX JA ,aunque en el caso de los primeros sepodra suponer que se trataba de posi-ciones defensivas, mientras qu e en mu-chos otros los reconciliacionistas erantambin fideistas militantes. Aunqueen el siglo xviii existieron cientficos alos que podramos llamar duros, qu eno le bacan ninguna concesin a lareligin, como fue el caso de PierreSimn de Laplace, slo en el siglo xixaparecieron algunos cientficos a quie-nes podramos llamar desestabilizado-res, en el sentido d e asumir las conse-cuencias del desarrollo cientfico, n oslo e n tanto que desestabilizadoras d ela religin sino de losaparatos ideol-gicos del Estado en general. E casoparadigmtico fue e l d e los fundadoresde las ciencias sociales, Carlos Marx yFederico Engels, cuya actividad comocientficos, en campos com o la econom ao la historia, estuvo ligada a su papelpoltico de crticos radicales de la socie-dad capitalista. No fu e el nico caso, yaqu e mencionamos tambin a otros, comoal bilogo Thomas Henry Huxley, quiensin tener una posicin poltica radical fueun crtico radical de la religin.L a ciencia y la religin son mutua-mente excluyentes en el sentido d e quela ciencia nace y se desarrolla en elcurso d e una larga lucha e n la que susavances minan a todas las ideologas,definidas e n el sentido antes sealado,en tr e ellas las religiosas. Se n los textos

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