ciberespacio, memoria y tradición. las artes de construir el tiempo en la alta modernidad

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  • 8/14/2019 Ciberespacio, memoria y tradicin. Las artes de construir el tiempo en la Alta Modernidad.

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    Civitas Porto Alegre v. 9 n. 2 p. 177-184 maio-ago. 2009

    Ciberespacio, memoria y tradicin

    Las artes de construir el tiempo en la alta modernidad

    Cyberspace, memory and tradition

    The arts of building time in High Modernity

    L. Nicols Guigou*

    Resumo: Pretendemos assinalar algumas das caractersticas das dimenses ciberes-paciais na contemporaneidade. Estas dimenses no podem obliterar sua necessriarelao com o imaginrio, as memrias e as tradies que aprofundam outrastemporalidades, conjugando-se com a nitude do tempo marcado pela tecnicao evirtualizao do mundo.Palavras-chave: Ciberespao; Tradio; Memria; Tempo

    Abstract: We intend to point out some of the characteristics of the cyberspacedimensions within contemporaneity. These dimensions cannot obliterate their necessaryrelation with the imaginary, memories and traditions that deepen other temporalities,combining themselves with the nitude of the time marked by the technication andvirtualization of the world.Key words: Cyberspace; Tradition; Memory; Time

    Introduccin

    Desde la reexin antropolgica, resulta una suerte de desafo tratar de

    establecer las tramas que anen las dimensiones de la memoria y la tradicincon un universo ancado en la pura virtualidad y el tiempo real, atributos

    stos que parecen ser propios del ciberespacio. No estamos acaso frente a ladesrealizacin del mundo, del sujeto transformndose en objeto, de mundosvirtuales que suelen competir con universos reales y concretos?

    * L. Nicols Guigou es doctor en Antropologa Social y profesor adjunto de la Universidad de laRepblica, Montevido, Uruguay.

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    Y sin embargo, nada de esto est sucediendo. En todo caso, ladesrealizacin del mundo comenz hace mucho tiempo atrs que la cons-titucin del ciberespacio. Esa suerte de mundo real ha estado acosado pordiferentes representaciones que lo han colocado bajo sospecha. Hemoshablado de ideologa e ideologemas, de mitos y mito-praxis, de prcticas

    discursivas y no-discursivas. Hemos tratado de saltar del rgido habitusal saber-hacer, a los agenciamientos, a las estrategias y modalidades deresistencia. Esto, para no referirnos a la ensoacin antropolgica del serhumano, curioso objeto y sujeto de saber del cual ltimamente otro espectrode la alta modernidad hemos sugerido que lleva a cabo elecciones racionales.Por suerte el ciberespacio, los mundos virtuales (o la virtualizacin del

    mundo?) nos lleva a contrapelo de la hiptesis hegeliana: lo real no esracional.

    Para ello, solamente deberamos tener presente la temporalidad delsiglo 20, su barbarie mecanizada, los campos de concentracin, los multitudi-narios holocaustos. Un siglo, que pese a adentrarnos en el siglo 21, continallamndonos desde sus mitemas y evocaciones varias. Entre ellas, la delciberespacio.

    El ciberespacio como escena

    Pensemos brevemente en el ciberespacio en tanto conjugacin demitemas escenicados. El ciberespacio resultara entonces la escenicacin

    de un carisma objetual, que en un sistema de objetos, en la sociedad espectralque va desde Benjamin a Laclau, posee varios dispositivos que evitan una yotra vez la weberiana rutinizacin del carisma. Un carisma, que sin embargono reposa en sujetos concretos ni instituciones, sino en el viejo hau, en el mana,en la mirada aurtica de Walter Benjamin.

    Dispositivos: tratndose de la escena del ciberespacio, ya no cabe la viejaalusin al deleuziano rizoma en oposicin a lo arborescente. Tampoco la yaclsica alucinacin consensual del Gibson de Neuromancer . Los dispositivosaurtico y carismticos del ciberespacio que ya poseen su historicidad

    tienen ms que ver con la construccin de una mirada de tiempo com-pleto.

    Categoras clsicas como la de alienacin para presentar una relacinde extraeza entre el mundo de sujetos y objetos , de identicacin, o bien

    de incorporacin tecno-humana, que evocaran, tambin otro clsico, alCybor de Manfred Clynes (Guigou, 2006), nos reenvan a archivos socialesque posiblemente y en poco tiempo, visitaremos con la misma curiosidad

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    y distancia con que las nuevas generaciones incursionaban en los restos deaquellos dilatados mapas del cuento borgiano.1

    De este modo, el ciberespacio no consiste nicamente en una supercie

    que habilita una nueva mirada. Dado que estamos viviendo bajo la gida dela continuidad tcnica, y que la dimensin ciberespacial puede transcurrir atravs de diferentes soportes, las certezas estn ms del lado de la clonacin

    permanente de los seres humanos, de su imagen, repetida y reiteradainnumerables veces, que de la simple relacin entre ordenadores y humanoscon sus mediaciones y su fantasmtica virtual. Al efecto de la continuidadtcnica, de la mirada de tiempo completo, le contina la clonacin de tiempocompleto: nunca la especie humana produjo tantas imgenes sobre s misma.

    Nunca los humanos tuvimos la posibilidad de (re) producirnos imagticamentey enviar nuestras (nuestras?) imgenes para todo el orbe, o para el crculoms intimista de nuestras redes sociales, tambin ciber/redes, mostrndonos ydemostrndonos una y otra vez.

    Los quince minutos de fama que, tiempo atrs, Andy Warhol anuncique todos bamos a tener (banalizacin de la imagen humana, ltimo golpe ala gura humana como medida de todas las cosas), se han visto reducidos

    dramticamente en el tiempo.

    Miradas ciberespaciales

    Sucednea de la mirada ciberespacial inquieta, oblicua, que quiere ver looculto y lo ominoso sin ser visto, sucednea, en n, de esa cultura voyeurista,

    la accin performtica de la exposicin y sobrexposicin conforman una

    constante en el ciberespacio. Nadie, pues, est a salvo de la mirada del Otro, ytampoco quiere estarlo. La gura del mero narcisismo se disuelve a travs de la

    sobrexposicin virtual, de los diversos ejercicios de presencia, que confan en

    la iteratividad de la imagen como garanta de perdurabilidad en la evanescen-cia ciberespacial en que la misma es viabilizada producida y constituida

    1 Vale la pena, dada su brevedad, reproducir aqu el cuento de Borges llamado, no sin razn:Del rigor en la ciencia : En aquel Imperio, el Arte de la Cartografa logr tal Perfeccinque el Mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el Mapa del Imperio, todauna Provincia. Con el tiempo, esos Mapas Desmesurados no satiscieron y los Colegas deCartgrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tena el tamao del Imperio y coincida

    puntualmente con l. Menos Adictas al Estudio de la Cartografa, las Generaciones Siguientesentendieron que ese dilatado Mapa era Intil y no sin Impiedad lo entregaron a la Inclemenciadel Sol y los Inviernos. En los Desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa,habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el Pas no hay reliquia de las DisciplinasGeogrcas (Borges, 1995, p. 128).

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    a travs de las diferentes incorporaciones de la tecn. La temporalidad sepuebla de iteratividad, de repeticiones que convocan una y otra vez a otrastemporalidades, a otras memorias posibles y mltiples, que sin embargo noremiten a la Flash of recognition, de Taussig (Taussig, 1993), heredera delas reexiones benjaminianas (Benjamin,1994, 2007), y s se anca con ms

    seguridad en una comunicacin cada vez ms hiperblica. Se nos remite asa la nitud del Intercambio Simblico y a las conguraciones de un estilo del

    imaginario que habilita la remitologizacin del mundo.

    El don en tiempos de ciberespacio: los tiempos de laremitologizacin del mundo

    El Ensayo sobre el don, de Marcel Mauss (Mauss, 1950), evoca unatemporalidad diferida. La relacin entre las mltiples temporalidades y el don,constituye por s misma una variable fundamental del pensamiento maussiano.Abrevando en el mundo de dones y contra-dones, emerge el tiempo como unelemento fundamental para la comprensin esencial de los procesos circularesde dones contra-dones.

    Derrida, en un anlisis que justamente trata de la temtica del tiempo y

    el don, ahondando necesariamente en la obra de Mauss, escribe: el don no es un don, no da sino en la medida en que (da) el tiempo.La diferencia entre un don y cualquier otra operacin de intercambio

    puro y simple es que el don da (el) tiempo. All donde hay don, haytiempo. Lo que ello da, el don, es el tiempo, pero ese don del tiempoes asimismo una peticin de tiempo. Es preciso que la cosa no searestituida inmediatamente ni al instante (Derrida, 1995, p. 47).

    Si el don da el tiempo, en un acto de diferir el tiempo, y esta situacinde restitucin del don no puede ser inmediata, esta construccin de la

    temporalidad est basada en la imposibilidad del dar, de dar el tiempo, entrminos fenomnicos: Dado que el tiempo no pertenece a nadie, no se puedeya ni tomarlo ni darlo. El tiempo se anuncia ya como aquello que desbarataesa distincin entre tomar y dar y, por consiguiente, tambin entre recibir ydar (Derrida, 1995, p. 13).

    Entonces, si el tiempo no pertenece a nadie (Derrida, 1995, p. 13) y el donno puede ser confundido con la propia dimensin fenomnica y fctica deldon,2 es porque esa temporalidad, ese dar el tiempo, est ligado a una tradicin,

    a un estilo de dar el tiempo.

    2 El don en s mismo no nos atrevemos a decir el don en s no se confundir nunca con lapresencia de su fenmeno (Derrida,1995, p.37).

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    Cul sera el estilo de dar el tiempo en el trayecto ciberespacial?Baudrillard supo postular una hiptesis interesante y apocalptica

    retomando las concepciones sobre el don, antropolgicamente expresadas en

    la gura del intercambio simblico. En la era ciberespacial, no hay posibilidad

    de don por lo tanto, no hay posibilidad de intercambio simblico, en lamedida que

    Existe una incompatibilidad profunda entre el tiempo real y la regla

    simblica del intercambio. Lo que rige la esfera de la comunicacin(interface, inmediatez, abolicin del tiempo y la distancia) no tieneningn sentido en la del intercambio, donde la regla exige que lo

    que se da jams sea devuelto inmediatamente(Baudrillard, 1996,

    p. 49).

    A las crticas expresadas desde el saber antropolgico a las generalizaciones

    baudrillarescas en tanto las singularidades culturales admiten temporalidadesvarias, tanto como mltiples maneras de intercambio corresponde tambin

    profundizar acerca del intercambio simblico en trminos experenciales.

    Si acaso la experiencia simblica requiere de la discontinuidad de la

    misma estos es, el desacoplamiento por parte de los sujetos de las exigencias

    sociales colonizadoras (signicante dominante) reexin sta que va desde las

    posturas marcusianas (Marcuse, 1985) hasta las expresiones ms sustancialistasde Gilbert Durand (Durand, 1995) ,la contempornea irrupcin ciberespacialde tiempo contino, impedira el arribo de lo experencial simblico en cuestin.

    Dado que levistraussianamente, una sociedad nunca es totalmente simblica,invirtiendo de este modo los trminos, y llevndonos segn Lvi-Strauss aconsiderar no el origen social de lo simblico y s el origen simblico de losocial (Lvi-Strauss, 1991), las lagunas inevitables que emergeran de estaincompletud simblica no tendran lugar en nuestra contemporaneidad, en

    la medida que no se puede dar el tiempo, no se puede dar el don, ya que sehabra esfumado la temporalidad necesaria propia al Intercambio simblico.De all la desesperacin de mnemsine, la diosa de la memoria, cuya tramaes el tiempo. A la fragmentacin de la memoria y la disipacin del tiempo,correspondera tambin una suerte de intercambio simblico signado por las

    performances imaginarias de corte agonsticos. Desde este lugar terico, laremitologizacin del mundo tendra que ver con aquella atemporalidad del

    bricoleur, capaz de constituir universos mitolgicos con restos de discursos yacontecimientos, pero no ya bajo el ordenamiento de una matriz inconsciente,y s por la atemporalidad de no poder dar el tiempo. En este sentido, cabeestablecer dos hiptesis fuertes: la primera que a la obturacin del intercambiosimblico le sigue una remitologizacin del mundo de corte regresivo. La

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    segunda, ms de cariz antropolgico, tiene que ver con la remitologizacindel mundo, pero considerando que la temporalidad ciberespacial conforma unanueva remitologizacin mediante la reconstitucin semntica de un universocultural dividido, fragmentado, y de tiempo continuo. Profundicemos en estasdos posibilidades.

    Remitologizaciones del mundo

    Qu signicara una remitologizacin regresiva del mundo? Esta

    evocacin resulta por dems interesante, y bien la podramos colocar en elmarco de las miradas apocalpticas tan usuales hoy en da. Si acaso estamos

    en una poca de colonizacin plena del mundo de la vida, en un desfasajeentre el dar el tiempo y la falta de tiempo, en la intervencin ciberespacialde los cuerpos, de la mirada, dicha desrealizacin del mundo impedira unaexperiencia simblica autntica (Durand, 1995), o bien nos encontraramos

    bajo la gestacin de una cultura tantica cuya caracterstica estara centradaen la desublimacin represiva (Marcuse, 1985).

    La regresin consistira pues en considerar que la tecn augura unaliberacin de los cuerpos, de las constricciones espacio-temporales y de todas

    las modalidades superyoicas, habilitando de este modo remitologizaciones plenamente destructivas (y en ese sentido regresivas). De esta forma, laliberacin ciberespacial, sera un anuncio ms de aquella prdida de sentido

    basada en la desdramatizacin de la destructividad, en el goce pleno delsujeto transformado en objeto, y amante pleno de sus mutilaciones y prtesistcnicas.

    Si por otra parte, el tiempo no puede ser dado, o bien la simultaneidadciberespacial que anula la temporalidad del trayecto del don impide que elintercambio simblico se efecte quedando la propia regla del intercambioen entredicho, con los posibles efectos sobre las estructuras psquicas que losustentan , de all a la desimbolizacin de lo social habra un paso, en la mediaque la dimensin comunicacional est constituida en y por el intercambiosimblico (Guigou, 2004) .

    De esta forma, tampoco habra, retomando la marcusiana desublimacinrepresiva, espacio para la experiencia simblica, la duraniana experiencia

    simblica autntica, habilitante de la conformacin de universos simblicos yde una dialgica imaginaria ms all de la colonizacin continuada hoy llevadaal paroxismo por una conexin ciberespacial de tiempo continuo.

    Tanto el intercambio simblico y su nitud al paso del tiempo, as como

    la posibilidad de experiencias simblicas se encontraran obturadas por esa

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    conexin permanente, por esa incorporacin imperativa de la virtualizacin de

    lo social, situacin que nos lleva a preguntarnos: no invocara el ciberespacioel nal tan augurado de la desrealizacin de lo social?

    Tal vez una va privilegiada de la salida de lo simblico de lo social, dela concrecin de la espectralidad de lo social? Desde ese lugar, el ciberespacioasumira as la escenicacin nunca concluyente y por eso agonstica de

    nuestra cultura.Evidentemente, que la relevancia de los trayectos reales-virtuales, no

    puede confundirse nicamente con esta escenicacin agonstica en cuestin.

    Si la inmediatez del intercambio simblico, particularmente en la versinbaudrillaresca, olvida las multiplicidades y las artes de producir el tiempo en

    la propia dimensin ciberespacial , los soportes ciberespaciales, habilitanen esta alta modernidad tan lquida, que las tradiciones (siempre inventadas)

    puedan actualizarse, e reinventarse, para dar sentido y producir sentido desdesus eternos creadores, los sujetos. Los archivos virtuales son tambin archivossociales que llaman a la propia temporalidad ciberespacial, en su vertientehistrica, y recuerdan que las temporalidades habitantes del ciberespacio sondiferentes y mltiples.

    Tendramos as (y a modo de conclusin):

    a) Temporalidades sociales-ciberespaciales no homogneas que habi-litan diversas memorias y condiciones de actualizacin de las

    posibilidades de las memorias mediante la conjuncin de archivossociales y virtuales.

    b) Modalidades de subjetivacin que tendran que ver con elacoplamiento de tradiciones que no nicamente se actualizan en elmundo virtual, sino que tambin habilitan marcos de interpretacinsociales-ciberespaciales. En esta direccin, deberan considerarse

    a las tradiciones no nicamente como productoras de sentido en sudelidad consigo mismas, sino en tanto conjugacin de diversasexperiencias sociales-virtuales inventadas, fragmentadas y colocadas

    bajo nuevas orientaciones de sentido bajo las interpelacionesciberespaciales.

    En este sentido, y para nalizar, los nuevos diseos de la(s) memoria(s)

    y las tradiciones actualizadas e inventadas, dara cuenta de la ciberespacialidaden tanto locus que anuncia la denitiva disolucin de la gura del hombre,

    preocupacin foucaultiana de hace unas dcadas, y al mismo tiempo, anuncian

    nuevas modalidades de subjetivacin, que se asientan en memorias y tradicionesciber-sociales y que admiten que el frenes de la alta modernidad, sin por elloanclar sus trayectos en las diatribas de la desrealizacin del mundo.

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    BENJAMIN, Walter. Libro de los pasajes. Madrid: Akal, 2007.

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    BORGES, Jorge Luis. Cuentos breves y extraordinarios. Buenos Aires: Losada,1995.

    DERRIDA, Jacques.Dar (el) tiempo: la moneda falsa. Barcelona: Paids, 1995.

    DURAND, Gilbert.A fe do sapateiro. Brasilia: Editora da UnB, 1995.

    GUIGOU, L. Nicols. Diseo de la etnografa y etnografa del diseo. Revista deAntropologa Experimental, Sevilla, v. 6, 2006.

    _____. Por una antropologa de la comunicacin. Montevideo: Udelar, 2004.

    LVI-STRAUSS, Claude. Introduccin a la obra de Marcel Mauss. In: MAUSS,Marcel. Sociologa y antropologa. Madrid: Tecnos, 1991.

    MARCUSE, Herbert.El hombre unidimensional. Barcelona: Planeta-Agostini, 1985.

    MAUSS, Marcel. Essai sur le don. In: MAUSS, Marcel. Sociologie et Anthropologie.Paris: P.U.F, 1950.

    TAUSSIG, Michael. Mimesis and alterity: a particular history of the senses. London:Routledge, 1993.

    Recebido em: 11 maio 2009Aprovado em: 26 ago. 2009