chiapas 7 - acción colectiva y creación de alternativas

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Chiapas 7 Jorge Cadena Roa Acción colectiva y creación de alternativas * Foto: Presentación Immanuel Wallerstein, El CNA y Sudáfrica: pasado y presente de los movimientos de liberación en el sistemamundo Adelfo Regino Montes, Los pueblos indígenas: diversidad negada Laura Carlsen, Autonomía indígena y usos y costumbres: la innovación de la tradición Luis Hernández Navarro, El laberinto de los equívocos: San Andrés y la lucha indígena Ana Esther Ceceña, La resistencia como espacio de construcción del nuevo mundo Adriana López Monjardin y Dulce María Rebolledo, Los municipios autónomos zapatistas Antonio Paoli, Comunidad tzeltal y socialización Jorge Cadena Roa, Acción colectiva y creación de alternativas Ana Esther Ceceña, El mundo del nosotros : entrevista con Carlos Lenkersdorf x El estudio sistemático de cómo, cuándo y en qué condiciones se descubren o se crean alternativas es necesariamente una empresa interdisciplinaria. Lo mismo puede decirse acerca del cómo, cuándo y en qué condiciones los actores aprovechan o dejan escapar las alternativas descubiertas o creadas. Teniendo como eje articulador la problemática del cambio social, el estudio del descubrimiento y la creación de alternativas debe combinar propuestas de sociología del conocimiento, de sociología de la cultura y psicología social con contribuciones de sociología política, sociología de las organizaciones y economía política. El estudio sistemático de la creación de alternativas no puede reducirse a un ejercicio especulativo, sino que debe estar firmemente anclado en las prácticas concretas de los actores sociales. Así, no sólo ayudará a comprender mejor tales prácticas sino que, mediante la identificación y sistematización de las variables que favorecen o dificultan la creación de alternativas, así como de la comparación de experiencias desarrolladas en diferentes situaciones, será posible retroalimentar la actividad creativa de los actores sociales y arrojar luz sobre las formas como las sociedades se recrean a mismas continuamente. Cómo, cuándo y en qué condiciones se descubren o se crean alternativas es un tema amplio y complejo. De ahí que sea aconsejable, para su tratamiento sistemático, partir de un esquema teórico sencillo en el que se identifiquen con claridad las variables básicas a considerar y que además sea susceptible de ser especificado tanto como sea necesario. Un esquema teórico semejante, además de organizar la presentación y análisis de tales variables, ayudará a distinguir lo que ya sabemos acerca de la creación de alternativas de lo que todavía no sabemos y que, en consecuencia, requiere de investigaciones enfocadas con más precisión. Contar con un esquema teórico facilitaría también la comparación de variables relevantes de diversas experiencias de creación de alternativas. Esto último es de la mayor importancia. Sólo mediante estudios y reflexiones comparativos podrá superarse la mera descripción más o menos cronológica de experiencias singulares (que, salvo contadas excepciones, es la que ha privado en los estudios latinoamericanos sobre acción colectiva), para pasar a la sistematización de conocimientos fragmentarios y a la formulación de reflexiones temáticas. De esta manera, sería posible proponer generalizaciones teóricas que, en su momento, puedan orientar la investigación empírica mediante la formulación de preguntas sobre relaciones bien delimitadas e hipótesis más precisas. Si logramos identificar las variables que facilitan o dificultan la creación de alternativas y verificamos nuestros resultados, mediante la comparación sistemática entre casos que presentan similitudes en algunos aspectos pero que son diferentes en otros, podremos estar más seguros del alcance de

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Chiapas

7 Jorge Cadena Roa Acción colectiva y creación de alternativas *

Foto:

Presentación

Immanuel Wallerstein,El CNA y Sudáfrica:pasado y presente delos movimientos deliberación en elsistemamundo

Adelfo Regino Montes, Los pueblos indígenas:diversidad negada

Laura Carlsen, Autonomía indígena yusos y costumbres: lainnovación de latradición

Luis HernándezNavarro, El laberinto de losequívocos: San Andrésy la lucha indígena

Ana Esther Ceceña, La resistencia comoespacio deconstrucción del nuevomundo

Adriana LópezMonjardin y DulceMaría Rebolledo, Los municipiosautónomos zapatistas

Antonio Paoli, Comunidad tzeltal ysocialización

Jorge Cadena Roa, Acción colectiva ycreación dealternativas

Ana Esther Ceceña, El mundo del nosotros:entrevista con CarlosLenkersdorf

xEl estudio sistemático de cómo, cuándo y en qué condiciones se descubren ose crean alternativas es necesariamente una empresa interdisciplinaria. Lomismo puede decirse acerca del cómo, cuándo y en qué condiciones losactores aprovechan o dejan escapar las alternativas descubiertas ocreadas. Teniendo como eje articulador la problemática del cambio social,el estudio del descubrimiento y la creación de alternativas debe combinarpropuestas de sociología del conocimiento, de sociología de la cultura ypsicología social con contribuciones de sociología política, sociología de lasorganizaciones y economía política. El estudio sistemático de la creación dealternativas no puede reducirse a un ejercicio especulativo, sino que debeestar firmemente anclado en las prácticas concretas de los actoressociales. Así, no sólo ayudará a comprender mejor tales prácticas sino que,mediante la identificación y sistematización de las variables que favoreceno dificultan la creación de alternativas, así como de la comparación deexperiencias desarrolladas en diferentes situaciones, será posibleretroalimentar la actividad creativa de los actores sociales y arrojar luzsobre las formas como las sociedades se recrean a sí mismascontinuamente.

Cómo, cuándo y en qué condiciones se descubren o se crean alternativas esun tema amplio y complejo. De ahí que sea aconsejable, para su tratamientosistemático, partir de un esquema teórico sencillo en el que se identifiquencon claridad las variables básicas a considerar y que además seasusceptible de ser especificado tanto como sea necesario. Un esquemateórico semejante, además de organizar la presentación y análisis de talesvariables, ayudará a distinguir lo que ya sabemos acerca de la creación dealternativas de lo que todavía no sabemos y que, en consecuencia, requierede investigaciones enfocadas con más precisión. Contar con un esquemateórico facilitaría también la comparación de variables relevantes dediversas experiencias de creación de alternativas. Esto último es de lamayor importancia. Sólo mediante estudios y reflexiones comparativospodrá superarse la mera descripción más o menos cronológica deexperiencias singulares (que, salvo contadas excepciones, es la que haprivado en los estudios latinoamericanos sobre acción colectiva), para pasara la sistematización de conocimientos fragmentarios y a la formulación dereflexiones temáticas. De esta manera, sería posible proponergeneralizaciones teóricas que, en su momento, puedan orientar lainvestigación empírica mediante la formulación de preguntas sobrerelaciones bien delimitadas e hipótesis más precisas. Si logramosidentificar las variables que facilitan o dificultan la creación dealternativas y verificamos nuestros resultados, mediante la comparaciónsistemática entre casos que presentan similitudes en algunos aspectos peroque son diferentes en otros, podremos estar más seguros del alcance de

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PARA EL ARCHIVO

Armando Bartra, John Kenneth Turner:un testigo incómodo

Francisco Pineda, Frantz Fanon: LosCondenados de latierra y el 68

La guerra psicológicaen su dimensiónurbana (informe sobreviolaciones a losderechos humanoscontra organismosciviles)

Declaración política dela sociedad civil en suencuentro con el EZLN

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nuestras generalizaciones. Es legítimo comparar variables de interéstomadas de experiencias exitosas de creación de alternativas, pero esindispensable la comparación de éstas con experiencias fracasadas. Elestudio comparativo de variables de interés entre ambos tipos deexperiencia que tengan semejanza en algún otro respecto ayudaría acomprender mejor la naturaleza de los obstáculos que los actores socialesdeben superar para, en el caso que nos ocupa, descubrir o crearalternativas y también, desde luego, para aprovecharlas.

El marco de referencia de la teoría de la acción proporciona el esquema mássimple para tratar analítica y sistemáticamente el tema de la creación dealternativas. En uno de los textos clásicos de esta teoría, Parsons (1968)identifica al "acto-unidad" (unit-act) como la unidad básica de los sistemasde acción. Los componentes mínimos que permiten concebirla de esta formason, de acuerdo con Parsons (1968, pp. 43-51), los siguientes: 1) un agente oactor; 2) objetivos o fines de la acción, entendidos como una situaciónfutura hacia la cual se orienta el proceso de la misma. Desde estaperspectiva, la acción es siempre un proceso en el tiempo. Los objetivoshacen referencia a una situación que aún no existe y que no existirá amenos que el actor haga algo al respecto o, si tal situación ya existe, que nopermanecerá sin cambios sin la intervención del actor; 3) situación inicial enel momento de emprender la acción. A fin de distinguir analíticamente lastendencias de cambio debidas a la "inercia" de la propia situación de loscambios que resultan de la acción deliberada del actor, Parsons asume quelas tendencias de cambio inmanentes en la situación inicial difieren en algúnaspecto de los objetivos o fines de la acción. En una situación dada,siguiendo a Parsons, podemos distinguir las condiciones de la acción, que sonaquellos elementos sobre los cuales el actor no tiene control, que no puedealterar, o que evita alterar de conformidad con sus fines, y los medios parala acción, que son los elementos que el actor controla y usadeliberadamente para alcanzar sus objetivos; y, por último, 4) criterios conque el actor selecciona los medios para alcanzar sus fines. En su teoríavoluntarista de la acción, Parsons asume una orientación normativa en laselección de medios alternativos para un fin. De acuerdo con ésta, el hechode que el actor pueda escoger, con base en criterios normativos, entre unagama de medios y fines implica la posibilidad de "error", sea porque laacción no alcanza los fines o porque yerra al seleccionar los medios"adecuados" para ellos. Decir que la acción se orienta de conformidad connormas es decir que ésta presupone interpretación y que los actoresproyectan sus evaluaciones subjetivas a toda acción y situación. El elementovoluntarista en la teoría de Parsons no implica que las condiciones de laacción sean irrelevantes, sino que la acción requiere del esfuerzo voluntariodel actor para alcanzar sus fines (Alexander, 1983).

Por supuesto, el hecho de que Parsons haya formulado una teoríavoluntarista de la acción y una teoría normativa del orden no quiere decirque su esquema carezca de sentido de suponerse otros criterios queorienten la acción o, dicho de otro modo, si se asume que el actor tiene unadisposición subjetiva diferente. Es una obviedad, pero con tal de que noquede duda vale la pena insistir en ello: aunque los criterios con base en loscuales el actor seleccione los medios para alcanzar sus fines no sean

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voluntaristas y el orden no se alcance mediante criterios normativos, comoParsons sugiere, de todos modos los componentes analíticos mínimos desdelos que puede pensarse la acción seguirán siendo actor, fines, condiciones,medios y cierta disposición subjetiva del actor. De hecho, en TheStructure of Social Action Parsons elabora su síntesis teórica mediante lacrítica a la versión utilitaria de la teoría de la acción y de sus consecuenciaspara una teoría del orden. Como es sabido, la teoría utilitaria de la acciónparte del actor individual que actúa de manera independiente de los demásy cuya disposición subjetiva es la búsqueda egoísta del beneficio propio. Ensu crítica al utilitarismo, Parsons retoma lo que considera lascontribuciones más significativas a esa teoría en las obras de Marshall,Pareto, Durkheim y Weber. Entre las disposiciones subjetivas mássocorridas para describir los criterios que usa el actor en la selección demedios y fines destaca la del actor racional. Así, por ejemplo, Weberdistingue cuatro tipos de orientación de la acción social: racional conarreglo a fines (zweckrational), racional con arreglo a valores(wertrational), acción afectiva y acción tradicional (Weber, 1978, pp. 24 yss.).[1] Por su parte, Habermas considera que las teorías de la acciónracional dejan de lado un tipo de acción que no es egoísta ni busca elbeneficio propio y que es, sin embargo, absolutamente crucial. Así,Habermas introduce la noción de acción comunicativa. En este caso, lasacciones de los actores involucrados están coordinadas no por cálculosegocéntricos en busca de una ventaja individual, sino orientadas alentendimiento mutuo y mediadas por el lenguaje. Goffman (1959) introdujola noción de acción dramatúrgica, en la que el actor concibe la manera depresentarse a sí mismo ante una audiencia a fin de controlar la impresiónque ésta se forma del actor y de la situación. Joas ([1992] 1996), por suparte, ha adelantado una concepción de la acción como esencialmentecreativa, que abarca otras orientaciones sin dejar categorías residuales. Enéstas y otras variantes de la teoría de la acción cambian los supuestos y lamanera como se relacionan los componentes mínimos, mas no elreconocimiento del número mínimo de componentes sin los cuales no esposible entender la acción.

Los componentes de la acción forman una unidad. De ahí que Parsons losllame "acto-unidad" y los considere como los componentes mínimos de laacción. Cabe subrayar que la distinción entre los componentes de la acciónes meramente analítica, y que en la realidad no existen por separado: nohay casos concretos de acción individual o colectiva en los que falte algunode ellos. En lo que sigue los tratamos por separado a fin de lograr la mayorclaridad y precisión analítica posibles. Cada uno de los componentes de laacción puede desagregarse y especificarse. Ahora bien, ¿hasta qué puntoconviene desagregar cada componente en este trabajo? En la medida en quese desea mantener una visión general del problema desde la perspectiva deldescubrimiento y la creación de alternativas, aquí sólo se indican algunos delos niveles en los que parece relevante desagregar cada componente. No setrata entonces de una desagregación exhaustiva. Se trata, por lo pronto, deexplorar la pertinencia de un esquema teórico desde el punto de vista de lainvestigación.

En el marco de este trabajo no es posible, ni necesario, agregar más acerca

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del esquema de referencia de la teoría de la acción ni de las contribucionessustantivas a la misma. Puesto que se trata de presentar un esquemateórico común para considerar de manera sistemática el problema de laacción colectiva y la creación de alternativas y facilitar la comparaciónentre casos empíricos con fines de elaboración teórica, parece suficientecon haber enunciado los componentes mínimos del "acto-unidad", tener encuenta que los sistemas de acción están compuestos por esas unidades, quela distinción entre componentes es sólo analítica, que la orientación de laacción admite una variedad de supuestos, que el esquema permite trazarpuentes entre temas micro y macrosociológicos y que, finalmente, estáabierto a una perspectiva de análisis interdisciplinaria. Podemos, entonces,pasar al problema sustantivo de este trabajo. Las preguntas inicialesserían: ¿qué es una alternativa?, ¿cómo reconocemos una alternativa cuandola tenemos enfrente?

En el presente estudio se consideran "alternativas" aquellas opcionesviables que favorecen la ocurrencia de cambio social con orientaciónhumanista, es decir, cambio social opuesto a la existencia de desigualdad,explotación, opresión y discriminación. Se habla de "alternativas" paradistinguir éstas de la repetición de acciones "convencionales" que nocuestionan sino reproducen las condiciones de desigualdad, explotación,opresión y discriminación. Se dirá, con razón, que este planteamientointroduce una dimensión de valor al esquema teórico. Aquí se defiende laidea de que conocimiento científico y valores no deben ser ajenos y que eslegítimo poner lo que sabemos al servicio de las posibilidades de cambiohumanista inscritas en el presente. Definitivamente no se comparte unaforma de pensar y actuar que, como el neoliberalismo, sea indiferente antesus resultados prácticos.

Desde la perspectiva del esquema de referencia de la teoría de la acciónresulta evidente que así como hay actores alternativos, hay tambiénobjetivos, medios y disposiciones subjetivas alternativos.[2] ¿Qué significaesto? Significa que puede haber alternativas en uno o en varioscomponentes del "acto-unidad", que la existencia de alternativas en uncomponente no implica, pero tampoco excluye, la existencia simultánea dealternativas en otro. En lo que sigue se consideran algunos aspectos de lacreación de alternativas y la acción colectiva desde el punto de vista de loscomponentes del "acto-unidad".

Actor colectivo

Cuando se trata de acción individual, por lo común se da por supuesta laexistencia de individuos independientes con capacidad física y mental paraalcanzar objetivos de conformidad con algún criterio orientador.Tratándose de acción colectiva, dar por supuesta la existencia de actorescolectivos elude una pregunta central de la teoría y la práctica de losmovimientos sociales: ¿cómo y bajo qué condiciones cierto número deindividuos participan de manera voluntaria y concertada en accionescolectivas? La respuesta tradicional no encuentra incompatibilidad algunaentre intereses individuales e intereses colectivos: los individuos participanen acciones colectivas de manera natural porque comparten entre sí los

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mismos intereses objetivos. Olson (1965) puso en duda esta respuesta.Argumentó que del supuesto de que individuos racionales promueven susintereses personales no se sigue que grupos de individuos promoverán susintereses colectivos -a menos que el grupo sea pequeño o se usen incentivosselectivos (premios y castigos) diferentes a la realización del interés delgrupo. En todo caso, resulta más ventajoso para individuos racionales yegoístas el disfrutar de los bienes colectivos sin tener que contribuir a suscostos de producción. La respuesta tradicional a la pregunta sobre cómo yen qué condiciones se forman actores colectivos hacía que el enigma adescifrar fuera la falta de acción colectiva donde todo indicaba que losindividuos tenían los mismos intereses, por estar en la misma situación ypadecer efectos atribuibles a las mismas causas. La falta de accióncolectiva de individuos con intereses comunes tendía a ser explicada poralguna falla de orden cognitivo que impedía que los individuos se dierancuenta de su comunidad de intereses (ignorancia, enajenación, falta deconciencia de clase, falsa conciencia), o por el éxito de las élites en ganar elapoyo de las no-élites (aburguesamiento, hegemonía). El argumento deOlson invirtió el problema: aun si suponemos la existencia de individuosracionales bien informados acerca de su situación, lo racional es noparticipar en las acciones colectivas sino disfrutar gratis, es decir,"gorronear" (free-ride) los resultados de la acción de otros. La accióncolectiva puede ser explicada entonces como resultado no sólo deincentivos selectivos, que motiven el interés propio, sino también deincentivos no-materiales como solidaridad, altruismo, creación de unaidentidad colectiva.[3]

La noción de identidad considera también de manera problemática laformación y existencia de actores colectivos. En lugar de pensar que losactores colectivos cuentan con identidades predeterminadas y fijas,derivadas de conflictos socioeconómicos "objetivos", y que los actores sólotienen que descubrir esas identidades y actuar en consecuencia, diversosautores (Anderson, [1983] 1991) han mostrado cómo la identidad del actory la identificación de intereses colectivos son resultado de procesos deelaboración discursiva en que los actores se constituyen mediante la re-definición de sí mismos en relación con las identidades adscritas que sonfuncionales a la continuidad del orden establecido.

Desde ambas perspectivas, sea la elección racional o la construcción deidentidades, la existencia de actores colectivos tiene que ser explicada, nodebe darse por supuesta. Otra manera de decirlo es que el esclarecimientode las condiciones que favorecen (o dificultan) la formación (o continuidaden el tiempo) de actores colectivos es una tarea teórica relevante. Laexistencia de actores colectivos muestra que los múltiples obstáculos quese oponen a su formación han sido superados -al menos temporalmente.Pero entonces, ¿cuáles son esos obstáculos y cómo fueron superados? Heahí dos preguntas a las que han ofrecido respuestas la teoría de lamovilización de recursos(Jenkins, 1983; McCarthy y Zald, 1973 y 1977;Oberschall, 1973), y la teoría de las oportunidades políticas (Einsinger,1973; McAdam, 1982; Tarrow, 1994; Tilly, 1978). En nuestro medio haynumerosos estudios de caso que esperan ser sistematizados para contribuira una respuesta a esas preguntas. Aquí sólo se mencionan algunos elementos

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del problema, pues la temática es muy amplia y debemos mantener elequilibrio entre el tratamiento desagregado de cada componente de laacción y una perspectiva de conjunto del esquema teórico.

Desde la perspectiva del actor colectivo, la creación de alternativasimplica, en un extremo, recabar información, interpretarla y realizardiagnósticos de la situación en la que se encuentra. En el otro extremo,supone la capacidad de parte del actor colectivo de imaginar futurosdiferentes, alternativos al presente, e imaginarlos como futuros posibles alos que el actor puede llegar desde donde está, con lo que tiene y con lo quesabe. Es decir, supone la capacidad de elaborar, con base en ciertosdiagnósticos, prescripciones para la acción que han de conducir a larealización de ciertos pronósticos. En la medida en que la acción colectivano resulta directamente de tensiones estructurales, sino que pasaineludiblemente por decisiones personales para actuar, la creación dealternativas implica también que los actores colectivos deseen construiresos futuros y se justifiquen a sí mismos el tiempo, el esfuerzo y losriesgos de emprender acciones tendientes a cambiar la situación actual yde llegar a un orden nuevo que puede diferir del futuro imaginado(objetivos deseados) y aun tener consecuencias negativas imprevistas(objetivos no deseados o trade offs). Las expectativas de llegar a esefuturo imaginado y deseado deben ser lo suficientemente significativascomo para justificar y hacer llevadera la incertidumbre que conlleva elcambio social y contrarrestar las respuestas adversas de los actorescolectivos o institucionales que se ven afectados.

Ahora bien, ¿de qué actor estamos hablando? Para responder esta preguntaes de la mayor importancia distinguir los movimientos sociales de lasorganizaciones de movimientos sociales que los integran. Los movimientossociales cuentan con un sector organizado y otro no organizado que realizanconjuntos sostenidos de acciones con la misma orientación general:procurar (o resistir) algún objetivo (más o menos preciso, más o menosdifuso) de cambio social. Así, por ejemplo, podemos hablar del "movimientopor la democracia en México" o del "movimiento por los derechos civiles enlos Estados Unidos". Ninguno de estos movimientos se reduce a una solaorganización ni a una sola constelación de acciones espontáneas, sino queambos abarcan gran número de acciones organizadas y no organizadas.Entre más grandes y extensos son los movimientos sociales, másdiversificadas son las organizaciones de movimientos sociales que loscomponen. Sin embargo, es posible que haya movimientos sociales sinorganizaciones, como cuando se forman corrientes de opinión que tienden aidentificar problemas. En movimientos sociales grandes y extensos puedendistinguirse tendencias por la selección de objetivos (izquierda-derecha),por la radicalidad con la que se busca cambiar la situación (reforma-revolución), por el uso de medios para la acción (vía legal-acción directa,resistencia pacífica-lucha armada), por la extracción social de susmiembros (de élites, de sectores dominados y explotados) y por muchasotras variables. Hay también disputas entre esas tendencias acerca dequiénes "realmente" quieren alcanzar los objetivos propuestos por elmovimiento y quiénes "le hacen el juego" a los intereses del status quo;quiénes son aliados, quiénes oponentes del movimiento y quiénes

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provocadores o "acelerados". El sector no organizado de los movimientossociales está compuesto por simpatizantes, y las acciones espontáneas nocoordinadas (Oliver, 1989) que a veces apoyan, a veces se oponen a lasacciones del sector organizado. Dichas acciones no son promovidas nireivindicadas por ninguna organización del movimiento social, como pudieraser el caso, por ejemplo, de enfrentamientos con la policía, disturbios omotines. En consecuencia, los movimientos sociales no cuentan condirecciones unificadas. Tratarlos como "actores" con estrategias,objetivos, y otros conceptos que sugieran la existencia de dirección única,no sólo resulta inadecuado, porque reifica al movimiento al considerarlocomo una unidad que en realidad no existe (Melucci, 1989), sino que deja enla sombra los debates que se dan del mismo (entre las organizaciones ydentro de éstas) acerca del diagnóstico "correcto" de la situación, de cómova cambiando la situación como resultado de las interacciones entremovimiento y contra-movimiento, y de cuál es la prescripción para la acción(la "línea política correcta") que se deriva del diagnóstico más reciente deuna situación cambiante.

El sector organizado de los movimientos sociales está compuesto pororganizaciones de movimientos sociales.[4] Éstas son las unidadesorganizativas concretas cuya finalidad y razón de existencia es procurar (oresistir) una orientación de cambio social determinada; por ejemplo, laAsamblea de Barrios de la Ciudad de México. Este ejemplo permite señalar,de paso, que una organización puede pertenecer y contribuir a más de unmovimiento social. Sería tan equivocado pensar que el objetivo único de laAsamblea es la conquista de la democracia en México, por ejemplo, comopensar que no ha contribuido a ese objetivo limitándose a facilitar a susmiembros el acceso a la vivienda. Las organizaciones del movimiento socialcuentan con líderes y miembros más o menos identificables, así como conmotivos, intenciones y estrategias discernibles. Son las organizaciones delmovimiento social, no los movimientos sociales, las que pueden tratarseventajosamente como actores colectivos.

Existen importantes diferencias entre los actores colectivos, dependiendode la posición que los sectores movilizados guarden en la estructura social.Algunas diferencias elementales que se deben considerar son las de clase,género y etnicidad. Las organizaciones del movimiento social querepresentan élites tienen menos dificultades para movilizarse y puedenincluso contratar personal profesional de tiempo completo para realizartareas de movilización. En cambio, la escasez de recursos entre lossectores subalternos limita la contratación de cuadros profesionales ydepende más de las contribuciones voluntarias de sus miembros. Estascontribuciones suelen ser, sobre todo, de tiempo y participación en actospúblicos. En cuanto a las mujeres, diversos estudios indican que enpromedio éstas gastan menos que los hombres en bebidas embriagantes,son más ahorrativas y reacias a endeudarse, más cautas al asumir riesgos.Estas características se reflejan en sus organizaciones. Por lo que hace alas etnias indígenas, sus tradiciones, usos y costumbres chocan concriterios meramente económicos en la búsqueda de fines y su tejidocomunitario crea lazos fuertes que se convierten en soporte para ellanzamiento de movilizaciones. Además de estas diferencias entre los

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actores colectivos en relación con su clase, género y etnicidad, está elproblema de la construcción de intereses y de las características que labúsqueda de ciertos objetivos impone sobre simpatizantes y miembros delas organizaciones. Cada actor social entiende o construye sus interesesdesde ópticas diferentes. Los intereses son socialmente construidos, noson sustancias con que las personas nacen, se desarrollan y mueren.Diversos grupos con idéntica localización socioeconómica entienden laurgencia de ciertas demandas de manera diferente, lo que provoca que enno pocas ocasiones los intereses inmediatos entren en conflicto conintereses de mediano y largo plazo (Przeworski, 1980). Finalmente, laparticipación de simpatizantes y miembros en una organización delmovimiento social depende de las características de cada organización enparticular. Hay organizaciones muy demandantes de tiempo y exigentes deexclusividad (como las organizaciones clandestinas y las religiosas), y hayotras que son abiertas e incluso favorecen la membresía múltiple (comoorganizaciones ciudadanas de observación electoral o de defensa de losderechos humanos).

Objetivos de la acción

La distinción entre orígenes y objetivos del actor colectivo es meramenteanalítica. Los actores colectivos no se forman primero y luego ven quéhacen, ni hay objetivos flotando por ahí en espera de que un actor losadopte. La definición colectiva de que es necesario alcanzar ciertosobjetivos da lugar a que grupos de individuos decidan actuarconcertadamente. Los objetivos de la acción hacen referencia a unasituación futura a la que el actor colectivo desea llegar y a la que entiendeque sólo puede llegar si actúa deliberadamente. Los objetivos de la acciónson muy numerosos. Hay varias preguntas importantes en lo que a objetivosrespecta: ¿de qué dependen los objetivos de las organizaciones delmovimiento social? La respuesta parece reducirse a cómo las tensionesestructurales son padecidas e interpretadas por los actores; es decir,alude tanto a los agravios propios de cierta ubicación socioeconómica comoa la interpretación que hace el actor acerca de si esa ubicación esmoralmente justa y si es posible cambiarla. ¿Cómo afecta la búsqueda deciertos objetivos los orígenes, la trayectoria y los resultados de losmovimientos sociales? Evidentemente, dependiendo de los objetivos(reforma o revolución, alumbrado público o salvación del alma), lasorganizaciones serán más o menos demandantes sobre el tiempo de susmiembros y simpatizantes. Sin embargo, no resulta útil teóricamenteclasificar a las organizaciones del movimiento social según el tipo deobjetivos o demandas que plantean. La acción colectiva no se da en un vacíosocial o político, sino que transcurre en un ambiente en el que se puedendistinguir diversos agrupamientos, entre los cuales destacan: miembros(quienes proveen recursos para realizar la acción), simpatizantes (los quecomparten más los objetivos que la acción), espectadores (público que"observa" la acción colectiva y que eventualmente podría tomar partido),medios de comunicación, aliados potenciales, antagonistas o contra-movimientos, y élites políticas. Toda vez que los movimientos sociales y lasorganizaciones del movimiento social son procesos continuos en el tiempo,sus objetivos no permanecen sin cambios, sino que son re-elaborados

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continuamente a partir de los resultados de la acción y del enfrentamientodel movimiento contra sus adversarios. La literatura sobre las demandas delas organizaciones de la sociedad civil no ha sido muy fructífera desde elpunto de vista teórico, tal vez porque las demandas han sido consideradasprincipalmente como índice del grado de concientización o politización delos actores. Es decir, como índice de una dimensión que ha tendido aprivilegiarse sobre las demás. El razonamiento ha sido: si un movimientopide agua potable, es economicista y atrasado; en cambio, si se solidarizacon la revolución nicaragüense, es muy avanzado. Un problema másinteresante y prometedor a nivel teórico que simplemente registrar lasdemandas de las organizaciones y ubicarlas en una escala de politizaciónalta, media y baja es cómo las demandas van cambiando como resultado dela interacción entre movimiento y contra-movimiento.

Además de objetivos políticos,[5] los movimientos sociales puedenplantearse objetivos sociales,[6] económicos,[7] jurídicos[8] y culturales.[9]

Desde luego, la distinción entre éstos es sólo analítica y no es de esperarseque las organizaciones del movimiento social se especialicen de acuerdo conesta clasificación que, dicho sea de paso, admite muchas combinaciones ypodría precisarse mucho más si fuera necesario.

Además de las tensiones socioeconómicas y de la interpretación diferencialde agravios, en la selección y transformación de objetivos influyen otrasvariables, entre ellas los cambios en el origen y volumen del financiamiento(particularmente notable en el caso de las organizaciones nogubernamentales). Igualmente, el éxito o fracaso total o parcial de lasorganizaciones del movimiento social tiene efectos sobre los objetivos queen adelante éstas se planteen. El éxito puede provocar la disolución o lainstitucionalización de las organizaciones. El fracaso, dependiendo de suscausas (falta de recursos, represión de las autoridades, emergencia de uncontra-movimiento), puede tener desenlaces más variados.

Independientemente de los objetivos de la acción colectiva, ésta sueletener consecuencias no anticipadas (Merton, 1936), que no quiere decir quesean siempre indeseables (desde el punto de vista del actor). Tal vez valgala pena decir unas palabras más sobre este punto a fin de evitar unainterpretación simplista de los objetivos de la acción. Merton agrupa lascausas de la aparición de consecuencias no anticipadas de la acción de lasiguiente manera. En primer lugar, el tipo de conocimiento que se puedealcanzar en las ciencias sociales restringe las consecuencias previsibles. Lasconsecuencias de cualquier acto no son siempre las mismas, sino que hay unrango de consecuencias posibles. Aunque la frecuencia estadística con laque se producen ciertas consecuencias sea conocida, no es posible predecircon certeza la consecuencia de un mismo acto.[10] En segundo lugar, lainfluencia recíproca de complejas y numerosas fuerzas y circunstanciashace que la predicción esté fuera de nuestro alcance y que azar ynecesidad interactúen en la determinación de las consecuencias de la accióndeliberada. En tercer lugar, las exigencias de la vida práctica obligan atomar decisiones y a actuar a pesar de que el actor cuente con informaciónincompleta. En cuarto lugar, cada fase de la acción encierra la posibilidadde error: el actor puede equivocarse al diagnosticar la situación actual, al

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pronosticar desarrollos, al prescribir cursos de acción, o al ejecutar laacción prescrita. Por último deben considerarse los efectos de laspredicciones sobre la conducta humana. Dice Merton (1936, pp. 903-904):"Las predicciones públicas de desarrollos sociales futuros con frecuenciano se sostienen precisamente porque la predicción se ha convertido en unnuevo elemento en la situación concreta, tendiendo a cambiar el cursoinicial de los desarrollos". Es decir, la condición ceateris paribus,constitutiva de toda predicción, no se mantiene una vez que ésta se hahecho pública, pues al ser conocida introduce un nuevo elemento.[11]

La emergencia de consecuencias no anticipadas de la acción alude al debatecontemporáneo sobre la complejidad, la indeterminación, la contingencia, lairreversibilidad en la flecha del tiempo y la posibilidad misma de construirconocimiento con validez universal (Prigogine, 1996). La conclusión quepodemos sacar de estos planteamientos es, por lo pronto, que el mundosigue siendo determinado, pero no predecible. Cada momento (en tantoconfluencia de determinaciones espaciales y temporales) contiene múltiplesposibilidades, pero su desenlace es incierto; es decir, no determinado deantemano. En estas condiciones, la acción colectiva que procuradeliberadamente imprimir una dirección humanista a la historia adquiereuna importancia que no se puede exagerar.

Situación en la que se inicia la acción

Las acciones colectivas se originan y desarrollan en situacionesestructurales que las facilitan y dificultan. Los elementos de la situaciónque están fuera del control del actor constituyen, al menos al iniciarse laacción, las constantes que la dificultan. Los elementos que están bajo elcontrol del actor constituyen las variables que la facilitan. De acuerdo conParsons (1968), llamamos a los primeros condiciones de la acción, y a lossegundos medios de la acción. Esta distinción analítica debe verse desde unpunto de vista dinámico. En ocasiones el objetivo de la acción es ganarcontrol sobre las condiciones y ampliar el acervo de medios a disposicióndel actor como prerrequisito para la conquista de otros objetivos. De lamisma manera, lo que al inicio se contabilizaba como medio puedeconvertirse más adelante en condición de la acción. Por lo común la accióncolectiva provoca resistencias, que pueden expresarse en la emergencia deun contramovimiento integrado por quienes se verán afectados por el éxitodel movimiento. El contramovimiento procura, en consecuencia, menguar losrecursos de que dispone el movimiento y aumentar los costos de la accióncolectiva.

Las condiciones de la acción

Las condiciones en las que se desenvuelve la acción la canalizan en ciertasdirecciones. Tales condiciones pueden dividirse en internas y externas.Aquéllas están compuestas por las formas de organización, de liderazgo, departicipación y de toma de decisiones que conocen y emplean lasorganizaciones. Las condiciones externas se pueden clasificar en sociales(características de las redes comunitarias, extracción socioeconómica de lapoblación movilizada), económicas (condiciones macroeconómicas,crecimiento, estancamiento, crisis), políticas (división y equilibrio de

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poderes del estado, sistema de partidos), jurídicas (derechos ciudadanosconsagrados y respetados) y culturales (tradiciones, usos y costumbres).Las combinaciones entre condiciones internas y externas que pueden darseen una coyuntura son sumamente amplias y complejas. Cada uno de estostemas amerita un tratamiento mucho más detallado del que es posible daren un artículo de estas dimensiones. Lo que sigue se refiere exclusivamentea algunos temas que se consideran de especial importancia.

Entre las condiciones sociales externas que facilitan o dificultan la creacióny acumulación de poder mediante la acción concertada, destacan lascaracterísticas del tejido social en donde se forma el actor colectivo. Es unhecho firmemente establecido en la literatura especializada que lasorganizaciones del movimiento social se forman a partir del tejidocomunitario existente y que a partir de ahí se van entrelazando con otrasredes sociales (Broadbent, 1986; Della Porta, 1988; Fernández y McAdam,1988; Gould, 1991; Klandermans y Oegema, 1987; McAdam, 1986 y 1988;Snow, Zurcher Jr. y Ekland-Olson, 1980). Donde el tejido comunitario esdenso y tupido (como entre las comunidades indígenas) el actor colectivo seestablece con rapidez y firmeza. Donde el tejido social es más disperso ydisgregado el actor enfrenta mayores dificultades para formarse,arraigarse y lanzar series sostenidas de acción colectiva. A partir deltejido social de donde surge, el actor colectivo se enlaza con redes sociales(de líderes, técnicos, activistas), políticas (partidos y organizacionespolíticas legales y clandestinas) e institucionales (centros educativos,iglesias, oficinas de los tres poderes del estado y de los tres niveles degobierno). Estas redes se encuentran vinculadas entre sí y con núcleos depoblación agraviada por situaciones económicas, políticas, sociales,culturales, o por su identidad étnica, de género o cualquier otra. Losvínculos se dan a través de relaciones entre individuos. Entre másconexiones tengan éstos con miembros de otras organizaciones mayor seráel grado de integración y densidad del tejido social. El poder de losmovimientos depende en buena medida del grado en que los actores sevinculan con el resto del tejido social, político e institucional y son capacesde usar ese poder para conseguir objetivos. Así, puede decirse que elambiente en el que se forman las organizaciones del movimiento social estáconstituido por redes que en conjunto forman un "campo multi-organizacional" (Curtis Jr. y Zurcher Jr., 1973; Fernández y McAdam,1989; Klandermans, 1992). Las relaciones (o el aislamiento) que un actordeterminado tenga con organizaciones sociales, políticas e institucionesnacionales y del extranjero facilita (o dificulta) la formación, acumulación ydespliegue del poder del movimiento. Las características de los camposmulti-organizacionales influyen sobre la forma en que las organizaciones sevinculan entre sí. Por ejemplo, en un campo multi-organizacional dominadopor organizaciones corporativas o por un partido de estado son deesperarse prácticas de clientelismo, cooptación y patronazgo.

De lo anterior se sigue que estudios que sugieren que las organizaciones delmovimiento social surgen "espontáneamente" deben considerarse conextremo cuidado, pues en realidad están dejando de lado la consideracióndel tejido social preexistente; es decir, desconocen la base estructural dedonde se levanta el movimiento. Lo mismo puede decirse de los estudios que

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consideran a los movimientos sociales o a las organizaciones del movimientosocial como meros síntomas o expresiones de procesos de cambioestructural (modernización, urbanización, globalización, crisis...).

Otro aspecto de las condiciones externas que vale la pena destacar aquí esla "estructura de oportunidades políticas" (Einsinger, 1973; McAdam, 1982;Tarrow, 1994; Tilly, 1978), que facilita o dificulta la formación, difusión yextensión de acciones colectivas. Tarrow (1994) distingue entreestructuras políticas estables (grado de centralización/descentralizacióndel estado, sistema de partidos, etcétera) y estructuras que cambiancoyunturalmente (apertura en el acceso a la participación, como en periodoselectorales; cambios en los alineamientos de los gobiernos, como despuésde implementarse una reforma; disponibilidad de aliados influyentes,divisiones entre las élites y dentro de las mismas). Es un hecho reconocidoen la literatura especializada que a fases de tranquilidad siguen fases deintensificación en la movilización social, de manera que es posibleidentificar ciclos de protesta. La fase ascendente del ciclo corresponde ala apertura de las oportunidades políticas, la fase descendente a su cierre.La estructura de los medios de comunicación y particularmente el accesoque éstos den a los puntos de vista de las organizaciones del movimientosocial, así como el grado de represión o facilitación del estado son tambiéncondiciones externas que afectan la trayectoria de los movimientos. Porrepresión ha de entenderse cualquier acción tomada por el estado que eleveel costo de la acción colectiva, y por facilitación, cualquier acción que loreduzca (Tilly, 1978).

Parece conveniente considerar aquí el concepto de sistema político estadualpara hacer referencia a la estructura estable de oportunidades políticas enla que se desarrolla la acción colectiva; por ejemplo, en las entidadesfederativas de la república mexicana. Es sabido que las entidades de larepública no tienen la misma estructura social y étnica, que no existe elmismo grado de conflicto social en cada una, que los partidos políticos notienen el mismo arraigo ni la misma fuerza electoral, que las eleccionestienen diverso grado de competitividad, etcétera. La manera como seestructuran estas condiciones en cada entidad federativa constituye elsistema político estadual -que no es idéntico al llamado sistema políticonacional. No es posible desarrollar más este punto, pero no parece haberduda de que una tipología de sistemas políticos estaduales en la repúblicamexicana ayudaría a comprender las condiciones en las que la accióncolectiva y la creación de alternativas se desarrollan de Aguascalientes aZacatecas. Parece haber material suficiente para intentar una tareasemejante (véase la "Biblioteca de las Entidades Federativas" publicada porel CEIICH, y González Casanova y Cadena Roa, 1995). La manera en que lascondiciones externas afectan a los movimientos sociales y a lasorganizaciones de movimientos sociales depende de la manera específica enque las condiciones locales se articulan con las condiciones regionales,estaduales, nacionales e internacionales. La noción de "coyuntura" ofrece lamejor opción para considerar la combinación específica de condicionesexternas que redunda en variaciones en la capacidad transformadora de losactores.

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Los medios para la acción

Alcanzar objetivos es un asunto práctico que, si consideramos constante elresto, depende de los medios a disposición de los actores colectivos. Paraalcanzar objetivos no basta con interés y voluntad. El actor debe contarcon medios para vencer la resistencia de las condiciones existentes y la delcontramovimiento que pueda eventualmente formarse. La creación,adquisición y acumulación de medios para la acción puede considerarse comocreación, adquisición y acumulación de poder (empowerment). Pero, ¿quéqueremos decir con poder?

En sociología, filosofía y ciencia política pocos conceptos son tanimportantes como el de poder. Sin embargo, todavía menos han provocadodebate tan amplio.[12] No podemos entrar aquí a un tratamientopormenorizado del tema. No obstante, para el argumento que queremosdesarrollar es necesario recuperar las nociones de poder propuestas porHannah Arendt y Michel Foucault.

Michel Foucault cuestiona los discursos que suponen que el poder estáconcentrado exclusivamente en cosas o sitios determinados, como si fuerauna sustancia, y que fuera de esas cosas o sitios no hay poder, sino que sólose perciben sus efectos negativos en la forma de opresión, dominación ocontrol. Foucault pone acertadamente el acento en que el poder es unarelación y en que es inmanente (es decir, no es exterior) a relacionessociales asimétricas. El poder "está en todas partes; no porque abarquetodo, sino porque proviene de todas partes", nos dice Foucault (1990, p.93). El poder es omnipresente, ejercido desde innumerables puntos, y semanifiesta cada vez que se entablan relaciones no-igualitarias o asimétricasen algún aspecto. Estas relaciones no son fijas, sino fluidas y cambiantes.Ahora bien, el poder no tiene sólo efectos negativos, como prohibir orestringir, sino que tiene también efectos positivos, creativos oproductivos. Movimientos orientados a la creación de un orden alternativorequieren poder, no para dominar, sino para producir nuevas relacionessociales. Desde esta perspectiva, una política alternativa no se ocuparía deeliminar las fuentes de poder, pues ése sería un objetivo irrealizable, sinoque se ocuparía, por un lado, de reducir en lo posible las asimetrías queestán en la base de las relaciones de poder y, por otro, de hacer uso delpoder para favorecer cambios con sentido humanista. Foucault nos invita apensar que la creación de alternativas no requiere de la toma por asalto dellugar-donde-se-encuentra-concentrado-todo-el-poder, pues ese lugar noexiste, sino que los grupos tradicionalmente considerados "sin poder"pueden crear un poder alternativo capaz de ser enderezado hacia lareforma humanista de las relaciones sociales.

Algunas ideas de Hannah Arendt complementan este planteamiento. Arendtdistingue "poder" de otros conceptos frecuentemente asociados, cuando noconfundidos, con éste, tales como autoridad, fuerza y violencia. ParaArendt ([1969] 1986, p. 64):

Poder corresponde a la capacidad humana, no sólo para actuar,sino para actuar concertadamente. El poder nunca espropiedad de un individuo; pertenece al grupo y sigue

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existiendo sólo entretanto el grupo se mantenga unido. Cuandodecimos que alguien "está en el poder" en realidad nosreferimos a que ha sido dotado de poder [empowered] porcierto número de personas para que actúe en su nombre. En elmomento en que el grupo, del cual se ha originado el poderdesde el comienzo [...] desaparece, "su poder" también sedesvanece.

Desde este punto de vista, el poder resulta de la actuación concertada deindividuos que se mantienen unidos en grupos, independientemente de laposición que tales individuos guarden en la estructura social. De lacomunicación y de las relaciones intersubjetivas entre individuos quesupone la formación de una acción concertada, surge un poder del cualciertos individuos e instituciones en lo particular pueden ser dotados oinvestidos. Así, el poder en la sociedad no es un juego de suma cero, sinoque mediante la organización de individuos en grupos se crea un nuevopoder que antes no existía y que altera, por su propio surgimiento, lasrelaciones de poder existentes.

A partir de estas propuestas de Foucault y Arendt podemos distinguir dosfacetas del poder que son relevantes desde el punto de vista de la accióncolectiva y la creación de alternativas. La primera faceta puede describirsecomo poder sobre, e implica dominación. Ésta es probablemente laconcepción de poder más generalizada en el uso común y la literaturapolítica y se encuentra ligada a las ideas de fuerza y violencia. La segundafaceta del poder puede describirse como poder para, e implica laprobabilidad o la potencialidad de conquistar objetivos por medio de lasacciones concertadas de individuos organizados. En otras palabras, al ladode la faceta negativa del poder, como dominación, opresión, explotación ycontrol, tenemos una faceta positiva que implica la habilitación de losactores que actúan de manera concertada para conquistar fines acordadoscolectivamente mediante una acción comunicativa;[13] es decir, se trata deuna forma de poder que emerge de la acción concertada y que tiene lacapacidad de crear alternativas. No hay por qué asociar a priori estas dosfacetas del poder con actores preconcebidos, de manera que, por ejemplo,las clases dominantes sólo ejerzan poder sobre y las clases dominadas sólopoder para. La dialéctica de estas dos facetas del poder es mucho máscompleja y ubicua. Pero ése es un tema que no podemos desarrollar aquí. Elpunto importante es que la acción concertada de los actores colectivos creamedios para la acción y poder para crear alternativas.

La identidad del actor, se dijo arriba, es un recurso fundamental deintegración. Cabe agregar ahora que puede verse también como fuente depoder y recurso para la acción. Desde este punto de vista, "la identidad esmenos el objeto del movimiento que un recurso y una referencia simbólicapor medio de la cual se denuncian ciertas formas de dominación social"(Dubet, 1989, p. 528). Así, la identidad no es una naturaleza ni sólo unresultado de la historia y la socialización. Posee dimensiones instrumentalesen la medida en que el actor "la construye con fines distintos a los de susola afirmación y su sola defensa. Este nivel de la identidad supone,evidentemente, que la acción social no se agota en la integración y que el

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actor puede manipular su identidad sin ser totalmente ‘tragado‛ por ella"(ibid., p. 529).

Ahora bien, la acción concertada y la creación de una identidad colectiva noson los únicos recursos que pueden movilizarse para alcanzar objetivos. Lasfuentes de recursos materiales como dinero, equipo y personal puedenclasificarse en internas (recursos propios generados por las contribucionesvoluntarias de los miembros) y externas (recursos provenientes de redessociales solidarias, del gobierno, de fundaciones nacionales o delextranjero). El origen de los recursos y la capacidad de las organizacionesdel movimiento social para obtener recursos frescos cuando más senecesitan depende de las tecnologías a su alcance (boteo, rifas, fiestas,reclutamiento de cuadros, ampliación de las redes de solidaridad,solicitudes a organismos internacionales o "boteo internacional") y tienenefectos sobre los orígenes, la trayectoria y los objetivos de las mismas. Acontinuación se indican algunos de los medios de que se puede servir laacción colectiva:

recursos sociales o capital social del movimiento. Incluyen laformación y experiencia educativa, política, jurídica, científica,técnica y de gestoría de los miembros, líderes, asesores, activistas ysimpatizantes de las organizaciones del movimiento social queredundan en más o menos capacidad de vinculación y negociación delas organizaciones.

recursos político-jurídicos. Integrados por los derechos amparadospor la Constitución y legislación secundaria y también por laposibilidad de apoyarse en los poderes Judicial o Legislativo contraresoluciones del Ejecutivo, por ejemplo.

recursos comunicativos. Comprenden el grado de acceso a medios ytecnologías de comunicación (volantes, pintas, brigadas informativas,periódicos, radio, televisión, internet).

repertorios de contención. Este concepto, propuesto por Tilly (1979y 1986), se refiere al conjunto de medios conocidos y empleadospara hacer demandas de diferente tipo a diferentes personas ygrupos (huelgas, paros, marchas, manifestaciones, mítines, tomas deoficinas y predios, paros cívicos, plantones, bloqueos de carreteras,ayunos, etcétera). El repertorio consiste en lo que la gente sabe ypuede hacer. La innovación en los repertorios es un factor queaumenta el poder de los movimientos (McAdam, 1983).

recursos organizativos. Comprenden las formas en que la gente seorganiza para hacer diagnósticos, prescripciones para la acción ypronósticos (círculos de estudio, grupos para leer la Biblia u otrostextos sagrados, teatro popular, cursos de capacitación); las formasen que se organiza para deliberar (asambleas generales, asambleasde representantes, comités políticos), tomar decisiones (votosecreto, consenso, mayoría) y actuar (consejos, coordinadoras,ONGs, unidades, frentes, sindicatos, asociaciones civiles).Diferentes recursos organizativos inciden sobre la solidaridad, el

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compromiso, el espíritu de lucha y las probabilidades de éxito de lasorganizaciones del movimiento social.

recursos culturales y disponibilidad de vocabularios para expresarmotivos. Los recursos culturales pueden considerarse como losarsenales de ideas y símbolos que pueden ser usados paracomprender y representar una situación dada, considerar si es justao no, para pensar si hay una alternativa a esa situación e identificarlos medios legítimos para cambiarla. La lucha simbólica (que va desdela simbología de la lucha libre al zapatismo) es tan importante que laausencia de una producción simbólica que interpele al inconscientecolectivo resulta sospechosa. En un artículo clásico, Mills puso enrelieve la importancia que tienen los vocabularios para expresarmotivos. Los motivos, al decir del autor (1940, p. 907), sonestrategias de acción y, en consecuencia, si no se encuentra unarazón que otros acepten para realizar una acción, ésta seráabandonada.[14]

Este listado, que de ninguna manera pretende ser exhaustivo, indica tansólo algunos de los medios que facilitan la conquista de objetivos por partede los actores sociales. Cada uno de ellos amerita un tratamiento másdetallado del que es posible dar aquí.

Disposición subjetiva del actor

La existencia de tensiones estructurales, sean económicas, sociales,políticas o culturales, son condición necesaria pero insuficiente para laformación de actores colectivos. Considerar a los movimientos socialescomo resultado directo de tensiones estructurales equivale a considerarloscomo subproductos, no como actores conscientes que evalúan la situación enla que se encuentran, acumulan y seleccionan medios para alcanzarobjetivos, y que aplican voluntaria y deliberadamente sus esfuerzos paraproducir (o resistir) un cambio social con una orientación más o menosdefinida.

La existencia de tensiones estructurales con efectos negativos sobregrupos de población determinados crea un potencial para la movilización.Este potencial no desemboca de manera automática ni necesaria en accióncolectiva. La evidencia empírica muestra que los individuos y grupos másdepauperados no son necesariamente los más proclives a participar enmovimientos sociales más allá de episodios momentáneos (McAdam,McCarthy y Zald, 1988). Para que la acción colectiva se produzca no bastacon que el actor esté agraviado; es necesario que se sienta y reconozcaagraviado. Esto significa que los agravios suponen un contenido evaluativo,pues los actores pueden atribuir distintos significados a la situación en laque se encuentran. Para que se forme un actor colectivo se requiere que,además de sentirse agraviado, se identifiquen las causas de ese agravio,que éstas se definan como injustas, intolerables y remediables; es decir, serequiere de definiciones morales sobre lo que está bien y lo que debe ser, ydefiniciones de carácter normativo acerca de cómo deben operar en lapráctica las definiciones morales más amplias. En suma, se requiere que elsignificado asociado a situaciones y relaciones sociales sea interpretado o

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reinterpretado. Desde esta perspectiva, la formación de actores colectivoses un proceso de producción cultural, no un resultado automático oespontáneo que surja inevitablemente de la situación misma.

La emergencia de desastres que imponen súbitamente agravios (Walsh yWarland, 1983) sobre sectores de población que de un momento a otro seconvierten en damnificados es también condición necesaria peroinsuficiente para la formación de actores colectivos. La situación deemergencia y las necesidades apremiantes de los damnificados creancondiciones para la construcción de una identidad y en ocasiones aceleran elproceso de formación de actores colectivos. Esta aceleración no significaque los actores colectivos surjan al margen del tejido social existente, oque sean ajenos a las tradiciones y experiencias de acción colectiva. Lanecesidad imperiosa de aliviar la situación de emergencia y la atracción deredes de organizaciones del movimiento social, de redes de activistas,líderes sociales y políticos, de organizaciones religiosas y de socorro que seacercan a los damnificados son la clave para entender estos procesos. Laocurrencia de catástrofes naturales o sociales no genera de maneraautomática o inevitable actores colectivos, sólo crea condiciones quefacilitan su formación. Los ejemplos pueden multiplicarse: los sismos de1985 crearon las condiciones para la formación de la Coordinadora Única deDamnificados (CUD), parte de la cual se transformó en la Asamblea deBarrios y Organizaciones Vecinales de la Ciudad de México, que semantiene activa hasta nuestros días. Sin embargo, las explosiones ocurridasen el sector Reforma de Guadalajara, Jalisco, en 1992, dieron lugar a unaefímera organización, mientras que las explosiones en San JuanIxhuatepec, Estado de México, en 1984, no dieron origen a organizaciónindependiente alguna. ¿A qué se debe que en algunas ocasiones laemergencia o agravios impuestos súbitamente den lugar a la formación deorganizaciones y en otras no? Evidentemente, no a lo que tienen en común:la aparición súbita de damnificados por un desastre social o natural, sino alo que varía entre ellas: la presencia de redes de organizaciones sociales,políticas e institucionales, y a procesos de definición de la situación y dealternativas de cambio.

¿Cómo se enteran los movimientos sociales de lo que está pasando? ¿Cómohacen sus diagnósticos? Es decir, ¿cómo interpretan las situaciones y losprocesos en los que se insertan para de ahí decidir el uso de medios paraconseguir fines? El punto de partida para contestar estas preguntasconsiste en entender que las condiciones estructurales son articuladas enmarcos de interpretación culturales e ideológicos. Siguiendo algunaspropuestas de Goffman (1974), Snow y sus colegas han elaborado la teoríade los "marcos de análisis" (Snow y Benford, 1988 y 1992; Snow, RochfordJr., Worden y Benford, 1986), que enfatiza aspectos cognitivos einterpretativos de las organizaciones del movimiento social. Es posibletender puentes entre esta literatura y la de construcción de identidades(Hunt, Benford y Snow, 1994). Ambas insisten en que los actores colectivosse encuentran inmersos en un ejercicio continuo de interpretación desituaciones fluidas, de sus interacciones con otros actores sociales afines ycontrarios, con autoridades e instituciones. A partir de esta recurrenteactividad cognitiva e interpretativa realizan y revisan diagnósticos. Éstos

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tienen fuerza de realidad para ellos. Es decir, los actores actúan conformea la realidad percibida por ellos, no conforme a la realidad real, si es queesa expresión tiene algún sentido, o a la realidad percibida por otros -aun ycuando éstos presumiblemente tengan puntos de vista privilegiados. Así, enlugar de hablar de lo que es, parece preferible hablar de lo que parece serde acuerdo con la percepción e interpretación de situaciones fluidas que sedan en ciertos marcos de análisis.

Los actores se encuentran inmersos en la evaluación permanente de losprospectos de cambio social, de las condiciones cambiantes en las que sedesarrolla la acción y de las fluctuaciones en la disponibilidad de mediospara la misma. La acción colectiva que busca crear alternativas no se reducea combatir el poder y la fuerza de los oponentes con el poder y la fuerzadel movimiento. Ésa es sólo una dimensión, importante sin duda, pero quemuestra una imagen parcial del problema. La acción colectiva es un asuntode conciencias y creencias, es un asunto de fuerza moral que prescribe,desde el punto de vista del actor colectivo, lo que es justo y lo que debeser. La moral de los movimientos sociales y la creación de una moralalternativa merecen ser estudiadas. Hasta ahora han recibido pocaatención sistemática.

Reflexión final

El estudio sistemático de cómo, cuándo y en qué condiciones se descubren ose crean, se aprovechan o se dejan escapar alternativas es una empresainterdisciplinaria harto compleja. Por esa razón es aconsejable contar conun esquema teórico que identifique y relacione las variables básicas queintervienen en esa problemática, a fin de organizar la presentación y elanálisis, distinguir lo que sabemos de lo que no sabemos acerca del tema, yfacilitar la formulación de comparaciones que nos permitan superarreflexiones basadas en estudios de caso (muchas veces seleccionados porsu carácter excepcional), en beneficio de reflexiones temáticas yorientadas a la construcción de teoría. El marco de referencia de la teoríade la acción sugiere la unidad entre los componentes pero permite, sinembargo, hacer distinciones analíticas.

De lo expuesto aquí se desprende la sugerencia, que coincide con lospostulados de Smelser (1963), de que la acción individual y la colectivapueden ser analizadas con las mismas categorías. No es el momento dedesarrollar más este punto, pero sí conviene subrayar la importancia detender puentes entre provincias teóricas que frecuentemente hanconsiderado estos temas como si nada tuvieran en común. No se trata,desde luego, de reducir una forma de acción a la otra, de considerar, porejemplo, a la acción colectiva como una mera continuación de la acciónindividual o resultado de la combinación de cierto número de accionesindividuales. Es claro que hay diferencias y que éstas son importantes. Loque está en duda es si esas diferencias justifican que se mantenganseparadas ambas provincias teóricas o si, por el contrario, es posibleidentificar las semejanzas y diferencias, las continuidades ydiscontinuidades entre acción individual y colectiva.

A partir del marco de referencia de la teoría de la acción el problema de

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las alternativas puede tratarse con más precisión y detalle. En lugar dealternativas en general, podemos hablar de alternativas desde laperspectiva de los actores, de los objetivos, de los medios y de lasdisposiciones subjetivas. Sobre las condiciones que dan cuenta de laformación de actores colectivos se mencionaron dos acercamientos a esetema, uno inspirado en Olson (1965) y otro que parte de la creación deidentidades colectivas. El primero se basa en la teoría de la elecciónracional; el segundo, en una perspectiva constructivista. En ambos casos laconclusión es la misma: no basta con que las condiciones "objetivas"favorezcan la creación de actores colectivos; es indispensable superar losobstáculos que se oponen a la acción colectiva.

Los objetivos de la acción son múltiples y están sujetos a revisión por partede los actores a partir de sus resultados. El origen y las variaciones delfinanciamiento, así como los resultados de la acción colectiva, producencambios en los objetivos. La literatura acerca de las demandas de losmovimientos sociales las ha considerado principalmente como indicadoresde la politización o concientización de los actores, sin poner atención a larelación entre objetivos y otros componentes del "acto-unidad".

Entre las condiciones de la acción se mencionaron las características deltejido social de donde surge el actor colectivo y la estructura de lasoportunidades políticas. Las características del tejido social y la capacidaddel actor para vincularse con redes sociales, políticas e institucionalesfavorecen o dificultan la acción colectiva. La apertura y cierre deoportunidades políticas marcan el inicio y declive de los ciclos de protesta.La estructura y el grado de apertura de los medios de comunicación a lospuntos de vista del movimiento, así como el grado de represión-facilitaciónque ejerce el estado, han de considerarse como parte de las condiciones dela acción.

En cuanto a los medios de la acción, se consideró que todo aquello queredunde en la creación, adquisición y acumulación de los mismos puedeconsiderarse como creación, adquisición y acumulación de poder.

Las tensiones estructurales y los agravios impuestos súbitamente por laemergencia de desastres sólo dan cuenta de un potencial para lamovilización. Para que ese potencial se transforme en acción colectivatendiente a aliviar agravios es necesario que dichas tensiones seaninterpretadas dentro de marcos de análisis como injusticias que pueden ydeben ser corregidas. Aquí cobra relevancia la manera en que los actores seallegan información, la analizan, elaboran diagnósticos de la situación yprescriben cursos de acción orientados a modificar las causas del agravio.

Desde el marco de referencia de la teoría de la acción y el punto de vistade la discusión realizada hasta aquí, no parece haber una Alternativa, perosí numerosas alternativas; es decir, no una alternativa global buena entodas las condiciones y para todos los grupos subalternos por igual,independientemente de tiempo y lugar, pero sí un gran número dealternativas puntuales en el ámbito de los actores, medios, objetivos ydisposiciones subjetivas. Tampoco parece haber criterios para afirmar sinlugar a dudas que unas alternativas son más importantes que otras, salvo

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por el principio democrático de que beneficien al mayor número de actores.

Si algo ha quedado demostrado en este trabajo es que la relación entreacción colectiva y creación de alternativas es multidimensional, compleja yfluida, lo mismo que el ambiente en el que la acción colectiva sedesenvuelve. Esto sugiere que puede resultar infructuoso, desde el puntode vista teórico, el estudio global de movimientos sociales y deorganizaciones del movimiento social (lo que con frecuencia se proponenalgunos estudios de caso) y que, en cambio, cada proyecto de investigaciónpuede concentrarse en algunas variables clave sin perder de vista elconjunto. Una agenda de investigación semejante nos ayudará a comprendermejor las condiciones que favorecen y dificultan la creación de alternativaspor parte de los actores colectivos.

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Notas:

[*] La primera versión de este trabajo se presentó en elSeminario Nacional "La creación de alternativas",organizado por el CEIICH-UNAM, del 25 al 29 denoviembre de 1996. Está incluido en libro colectivo, depróxima aparición, que recoge algunos de los trabajospresentados en dicho seminario.

[1] De acuerdo con Wolfgang Schluchter, la tipología de laacción de Weber está construida a manera de escaladecreciente según el actor considere racionalmente loscomponentes de la acción: medios, fines, valores yconsecuencias. Así, la acción racional con respecto a finesocupa la posición más alta en la escala porque suponecontrol racional de los cuatro componentes; la acciónracional con respecto a valores no consideraracionalmente las consecuencias de la acción; la acciónafectiva no considera racionalmente consecuencias nivalores, y la acción tradicional no considera racionalmentefines, valores ni consecuencias. (Schluchter, citado enJürgen Habermas, The Theory of Communicative Action,Beacon Press, Boston, [1981] 1984, pp. 281-82.)

[2] Preferimos hablar de disposición subjetiva del actor, enlugar de criterios que orientan al actor.

[3] Para una crítica detallada del planteamiento de Olson,véase Gerald Marwell y Pamela Oliver, The Critical Massin Collective Action. A Micro-Social Theory, CambridgeUniversity Press, Cambridge, 1993; y Pamela Oliver,"Formal Models of Collective Action", Annual Review ofSociology, vol. 19, 1993, pp. 271-300.

[4] El término social movement organization, ahora de usogeneralizado en la literatura, fue introducido por MayerN. Zald y Roberta Ash, "Social Movement Organizations:Growth, Decay, and Change", Social Forces, n. 44, 1966,pp. 327-41.

[5] Por ejemplo, reivindicación de derechos conculcados,estatutos de autonomía.

[6] Por ejemplo, mejorías en las condiciones de vivienda,educación, salud, servicios públicos.

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[7] Por ejemplo, supervivencia, autosuficiencia, rentabilidad,comercialización, producción, aprovechamiento racional derecursos naturales.

[8] Por ejemplo, tipificación de nuevos delitos como usura,hostigamiento sexual, violencia doméstica.

[9] Por ejemplo, recreación de identidades colectivas,tradiciones, costumbres.

[10] En las ciencias sociales, anota Merton, "Tenemos laparadoja de que mientras la experiencia pasada es la únicaguía de nuestras expectativas, bajo el supuesto de queciertos actos pasados, presentes y futuros son losuficientemente parecidos como para ser agrupados en lamisma categoría, estas experiencias son en realidaddiferentes", Robert K. Merton, "The UnanticipatedConsequences of Purposive Social Action", AmericanSociological Review, n. 1, 1936, p. 899.

[11] Ibid. El autor menciona otros factores que pueden inducira error: la negligencia (examen incompleto de lasituación), la obsesión patológica frente a algunoselementos que intervienen en la situación (negativa aconsiderar ciertos elementos del problema), e interésimperioso frente a las consecuencias inmediatas de laacción (la fijación con las consecuencias inmediatasprevistas deja fuera de consideración otrasconsecuencias del mismo acto).

[12] El debate contemporáneo sobre el poder en la sociologíanorteamericana se reavivó a partir de la publicación dellibro de C. Wright Mills, The Power Elite, OxfordUniversity Press, Oxford, 1956. Posteriormente, entre lascontribuciones que han estado en el centro del debateestán la de los pluralistas (Robert Dahl, Who Governs?Democracy and Power in an American City, Yale UniversityPress, New Haven, 1961; y "The Concept of Power",Behavioral Science, n. 2, 1957; Nelson W. Polsby,Community Power and Political Theory, Yale UniversityPress, New Haven, 1963), para quienes los individuos ensistemas políticos abiertos no encuentran resistencia aparticipar en los asuntos públicos y concentran suatención en los aspectos observables del poder. Otrosautores han cuestionado esta visión del poder y hanindicado que existen mecanismos para determinar laagenda de la discusión, limitar opciones entre las que sepuede elegir y seleccionar a quienes pueden participar enla discusión (Peter Bachrach y Morton S. Barataz, "TheTwo Faces of Power", American Political Science Review,n. 56, 1962, pp. 947-52; "Decisions and Non-Decisions: AnAnalytical Framework", American Political Science Review,

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n. 57, 1963, pp. 641-51; Power and Poverty: Theory andPractice, Oxford University Press, Nueva York, 1970;Matthew A. Crenson, The Un-Politics of Air Pollution: AStudy of Non-Decision-Making in the Cities, JohnsHopkins Press, Baltimore, 1971; Michael Parenti, "Powerand Pluralism; A View From the Bottom", Journal ofPolitics, n. 32, 1970, pp. 501-30; E. E. Schattschneider,The Semi-Soverign People: A Realist View of Democracyin America, Holt, Rinehart and Winston, Nueva York,1960). Por consiguiente, cualquier enfoque que secircunscriba a las dimensiones visibles del poder esincompleto. Por su parte Lukes, coincidiendo con el puntoanterior, ha señalado que el poder se expresa también enla capacidad de las élites para moldear las preferenciasde los grupos subalternos (Steven Lukes, Power. A RadicalView, Macmillan, Londres, 1974). En este sentido, ejercerpoder no implica necesariamente que las élitesprevalezcan sobre los grupos subalternos en lasdecisiones sobre asuntos públicos, o que los grupossubalternos sean excluidos de la participación en la tomade decisiones, sino también implica moldear lasconcepciones que los grupos subalternos tienen de símismos, de su situación, de sus preferencias e intereses.Gaventa ofrece un interesante estudio sobre esto último(John Gaventa, Power and Powerlessness: Quiescence andRebellion in an Appalachian Valley, University of IllinoisPress, Urbana, 1980). Para una muestra representativa delas posiciones acerca del poder, véase Steven Lukes (ed.),Power, New York University Press, Nueva York, 1986, pp.283. Para la consideración de la situación actual deldebate acerca del poder, véase Thomas E. Wartemberg,Rethinking Power, State University of New York Press,Albany, 1992.

[13] Desde luego, la noción de poder tiene más facetas de lasque se han señalado hasta aquí. Sin embargo, desde laperspectiva del presente trabajo se trata de poner enrelieve el carácter cooperativo, concertado ycomunicativo del poder, que es fundamental para lacreación de alternativas.

[14] En una de las ponencias del seminario donde se presentóuna versión anterior de este trabajo se mencionó a ungrupo de mujeres que estaban por cuidar que laselecciones fueran limpias, pero que al poner nombre a sugrupo declinaron el uso del término "lucha" por noconsiderarlo propio de las actividades que queríandesarrollar. En cambio, un grupo de mujeres con presenciade la izquierda consideraba indeclinable ese mismotérmino.

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