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Para que salga en papel tiene que tener entre 5.000 y 6500 caracteres con espacio.

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UNA LIBRETA VIAJERA Y MIGRANTE

Las páginas de los libros de Sergio Chejfec bien podrían pensarse en correlación con la manía ambulatoria de sus personajes. Sus asuntos suelen llamarse novelas, cuentos, poemas o ensayos.1Apartados de los caminos sedentarios del sentido común y de los códigos de lecturas previsibles, sus textos suelen ser aporéticos y tendientes a la indeterminación. Poseen algo de la expresión enigmática e irresuelta de las piezas talladas por la artista venezolana Rafaela Baroni, protagonista de una de sus novelas. Al leer sus novelas, relatos o ensayos solemos emprender un camino, una lectura viajera y migrante, en donde las evidencias sólo se reconocen en las vacilaciones de un saber aproximativo y parcial. Y si es verdad, como pretendía Witold Gombrowicz, que la literatura se decanta hacia lo informe e inacabado, la travesía de la escritura que emprende el autor, desde hace ya unos años, suele manifestarse bajo la forma inestable del ensayo, de la experimentación. Al modo de un boceto con sus trazos y contornos apenas delineados o un bosquejo de ideas y pensamientos en pleno proceso de construcción, su último libro Últimas noticias de la escritura, publicado recientemente por la Editorial Entropía en su colección “Apostillas”, no escapa a los modos y ritmos de una reflexión siempre abierta y por hacer.

Desde hace un tiempo a esta parte, Sergio Chejfec ha venido reflexionando sobre los cambios que trae aparejado la sustitución y la permutación de la escritura manual e impresa o mecánica a partir de la impronta que traen aparejados los nuevos formatos digitales. Así como también, se ha detenido, en sus lecturas màs recientes, en la paulatina imbricación de los relatos con la iconografía visual o analógica como formas de validación externa de la literatura y prueba documental. Nuevas formas y dispositivos escriturarios que permiten pensar en la transformación del concepto de imitación (desplazando la vieja categoría de representación) por el de la simulación como si estuvieramos en una nueva fase o estadio del realismo; al modo de ciertas instalaciones contemporáneas, los mapas en línea, los videojuegos o los simuladores de manejo en pantalla para principiantes. Una forma pensar, si se quiere, la actual interrogación sobre la paulatina descomposición del hecho literario; basta

1 Sergio Chejfec (Buenos Aires, 1956), es autor de narrativa, ensayo y poesía. Ha sido traducido a varios idiomas. Entre 1990 y 2004 residió en Caracas. Actualmente vive en Nueva York. Entre otros reconocimientos, ha sido becario John Simon Guggenheim Foundation (2001) y escritor residente de Civitella Ranieri Foundation (Umbertide, Italia, 2008). Dicta cursos y talleres de literatura en el Programa de Escritura Creativa en Español de la New York University.  Entre sus libros se encuentran: Moral, 1990 (novela); Lenta biografía, 1990 (novela) El aire, 1992 (novela); Cinco, 1996 (novela); El llamado de la especie, 1997 (novela); ); Los planetas, 1999 (novela); Boca de lobo, 2000 (novela); Tres poemas y una merced, 2002 (poesía); Gallos y huesos, 2003 (poesía); Los incompletos, 2004 (novela); El punto vacilante, 2005 (ensayos); Baroni: un viaje, 2007 (novela); Mis dos mundos, 2008 (novela); Sobre Giannuzzi, 2010 (ensayo); La experiencia dramática, 2012 (novela); Modo linterna, 2013 (relatos) y su actual Últimas noticias de la escritura, 2015 (ensayo). 

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pensar en su ensayo El punto vacilante (2005), en algunas notas de lectura, en la reproducción de sus manuscritos en su conocido blog “La parábola anterior”, en su artículo “Lo que viene después”, producto de su intervención en un Congreso realizado en la ciudad dde Sevilla, en el mes de abril del año 2012, o en las inscrustaciones fotográfics en algunos relatos de su libro Modo linterna (2013).

En nuestra época de comunicaciones rápidas y veloces, de información intempestiva y fulminante, la gravitación de la tecnología vinculada a los actuales modos de construcción, circulación y recepción de la cultura, nos hacen pensar en otra temporalidad y ver a los viejos modelos literarios como encaminados, velozmente, a su propia disolución. Los nuevos protocolos tecnológicos y las traspolaciones escenográficas de algunas herramientas digitales en la esfera del arte, parecen dar muestra de esta incipiente modificación, al poner en peligro no sólo el principio de secuencialidad literaria; sino también, corroer, a partir de ciertas experiencias colectivas, la noción e imagen de un autor único e indivisible. Testimonios estéticos donde el pasado cultural (libresco) parece disolverse o petrificarse en anaqueles polvorientos; o permanecer fosilizado en bibliotecas destinadas al paseo errante de anacrónicos investigadores, eclipsados bajo la irradiación insomne de cristales ópticos.

Si el comienzo de Últimas noticias de la escritura se abre con la letra manuscrita de Salvador Garmendia que sirve como epígrafe al ensayo, una presencia fantasmática invade el texto. En este sentido, el último libro de Chejfec puede ser leído como la historia de una libreta donde se registra los primeros pasos de la experiencia de la escritura. Ese carnet o cuaderno de apuntes, como amuleto o superstición literaria, acompañará al escritor desde sus iniciales copias y transcripciones de historias kafkianas a los actuales croquis y bocetos literarios. Ideas, proyecciones y esquemas que parecen surgir de la cohabitación, en algunas estaciones de la vida del escritor, con una vieja libreta verde.

Los lazos problemáticos y tensos entre la escritura manual y la digital será uno de los motivos centrales que el autor recorrerá en el ensayo. Así, el recuerdo de la experiencia de la escritura en su modo manual, el repiqueteo mecánico de los golpes sobre las teclas, o el imborrable timbre del carro en su fricción sobre una tela entintada, reaparecerán en algunas prácticas artísticas como certificación actual de la simulación caligráfica y reproducción analógica de sus precursores materiales. Frente a la titilación incandescente de la pantalla señalarán, si se quiere, las formas de una historia del desplazamiento. La intriga o el misterio de la escritura manual ingresarán, en la contemporaneidad, bajo nuevas formas y soportes. Es así, como en la reverberación de algunas experiencias, tanto literarias como plásticas; se repone la garantía de verdad de los manuscritos, y, en fricción con los anuncios proféticos de Walter Benjamin, asistimos a un retorno aurático. Ciertos empeños grafológicos en nuevas formas de reproducción y de transcripción digital, son así puestos de relieve, en el ensayo, para poner de manifiesto algunos ejemplos de una mediación siempre conflictiva con el estatuto previo, físico y material de la grafía manual. Las instalaciones borgeanas y menardianas de Fabio Kacero, las transcripciones ilegibles en la serie sesiones performativas de JimYoud, con su descomunal proyecto de reproducir mecánicamente cien obras de la literatura universal, los manuscritos encuadernados o el proyecto de Esteban Feune con sus Fotografías de libros intervenidos por 99 escritores, son puestos, a modo de ejemplos, como pruebas de la reproducción icónica del original o como retorno de los manuscritos por otras vías. Si para Boris Groys el carácter efímero de

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las instalaciones reemplazan el lugar social que antes tenía la novela en el siglo XIX, las “Mutaciones” de Agustín Fernández Mallo, los relatos-esquemas donde se repite, bajo los efectos del mapa digital, los trayectos urbanos de Smithson por New Jersey, las instalaciones verbales de Lorenzo García Vega que desacomodan la temporalidad literaria habitual, o las entradas, las cadenas virtuales y la búsqueda de una nueva sintaxis, tomando como base los nuevos soportes digitales, en Carlos Gradin, ya sea en Charly-gr (spam) o en El peronismo es como, parecen afirmarse en nuevos principios constructivos y preanunciar las nuevas modalidades del realismo por fuera de sus antiguas convenciones. Los subrayados, las anotaciones, las huellas de la manipulación en los diarios, libretas o manuscritos, parecen resurgir con las técnicas digitales del escaneo y por las reproducciones icónicas de los originales.

Cuando el oleaje de la memoria vuelve a traer el recuerdo grávido del encantamiento juvenil por el descubrimiento y la lectura de los papeles personales de Enrique Wernike, en viejas páginas de la revista Crisis, la imagen como prueba tangible de los pasos de la escritura y la reproducción visible de la letra privada y única del autor en su libreta, da lugar a las reflexiones sobre lo efímero en el arte a partir de un relato de César Aira. Las transformaciones perpetuas de las figuras sobre los pliegues de un papel delgado y efímero, a modo de ofrendas que los parroquianos entregan a una niña que corretea entre las mesas de un café, se disuelven, mientras su madre siga dialogando con su amiga; al mismo tiempo, el autor, luego de una consulta oftalmológica, anota el título de su futuro proyecto.

Es verdad como dijo alguna vez Nicolás Rosa, el hombre pudo no haber escrito nunca y por ende no haber leído jamás. Las actuales tecnologías de comunicación, en sus diversos registros y formatos, inciden en nuestra vida cotidiana y articulan nuevas formas de experiencia pero suelen ocultar las intrigas y los misterios de una escritura. En una línea del tiempo, las secuencias e incidentes de una escritura sobre la pantalla son acompañados por un cuaderno verde medio oculto sobre la mesa.

Edgardo H. Berg.