chavÍn de huantar

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CHAVÍN DE HUANTAR Introducción El presente informe daré a conocer las pautas más resaltantes con respecto al viaje de estudio que se realizo a la ciudadela de chavín de Huántar UBICACIÓN GEOGRÁFICA DE CHAVÍN: Ubicado en el distrito de Chavín de Huántar, provincia de Huari, departamento de Ancash. Está a 462 kilómetros al noreste de Lima, Perú. La ubicación de la ciudad en la confluencia de los ríos Huacheksa y Mosna, en la cuenca principal del río Marañón, entre la costa y la selva, le hizo una localización ideal para la recolección y comercio de bienes. Encentrándose ubicado en el inicio de un estrecho callejón, formado por el río Pukcha o Mosna, el que se forma con los deshielos de la Cordillera Blanca y conduce sus aguas hacia el río Marañón, donde nace el Amazona, esta le hizo una localización ideal para la recolección y comercio de bienes. Está pues en el corazón mismo de los Andes, a 3180 ms. sobre el nivel del mar, formando parte del llamado Callejón de Conchucos, que corre de sur a norte, paralelo al Callejón de Huaylas, formado por el río Santa que también se nutre de las aguas de la Cordillera Blanca, pero que por estar al occidente desagua en el océano Pacífico. Dos cadenas montañosas separan a Chavín del mar -las cordilleras Blanca y Negra- y dos otras cadenas lo separan de la selva amazónica: la central que se levanta entre las cuencas del Marañón y el Huallaga, y la oriental, que establece la separación de aguas entre el Huallaga y el Ucayali. Esta situación geográfica crea serias dificultades de comunicación entre las poblaciones allí asentadas, cuya proximidad relativa está mediada por la altitud y la irregularidad de la tierra. Eso crea una difícil condición de vecinos distantes.

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CHAVÍN DE HUANTAR

Introducción

El presente informe daré a conocer las pautas más resaltantes con respecto al viaje de estudio que se realizo a la ciudadela de chavín de Huántar

UBICACIÓN GEOGRÁFICA DE CHAVÍN: Ubicado en el distrito de Chavín de Huántar, provincia de Huari, departamento de Ancash. Está a 462 kilómetros al noreste de Lima, Perú. La ubicación de la ciudad en la confluencia de los ríos Huacheksa y Mosna, en la cuenca principal del río Marañón, entre la costa y la selva, le hizo una localización ideal para la recolección y comercio de bienes.

Encentrándose ubicado en el inicio de un estrecho callejón, formado por el río Pukcha o Mosna, el que se forma con los deshielos de la Cordillera Blanca y conduce sus aguas hacia el río Marañón, donde nace el Amazona, esta le hizo una localización ideal para la recolección y comercio de bienes.

Está pues en el corazón mismo de los Andes, a 3180 ms. sobre el nivel del mar, formando parte del llamado Callejón de Conchucos, que corre de sur a norte, paralelo al Callejón de Huaylas, formado por el río Santa que también se nutre de las aguas de la Cordillera Blanca, pero que por estar al occidente desagua en el océano Pacífico. Dos cadenas montañosas separan a Chavín del mar -las cordilleras Blanca y Negra- y dos otras cadenas lo separan de la selva amazónica: la central que se levanta entre las cuencas del Marañón y el Huallaga, y la oriental, que establece la separación de aguas entre el Huallaga y el Ucayali. Esta situación geográfica crea serias dificultades de comunicación entre las poblaciones allí asentadas, cuya proximidad relativa está mediada por la altitud y la irregularidad de la tierra. Eso crea una difícil condición de vecinos distantes.

Chavín, está en un punto crucial de conexión este-oeste y norte-sur de un extenso territorio. Es una suerte de "nudo de caminos" de una región que cubre la costa y la sierra de Lambayeque, La Libertad, Cajamarca, Ancash, Huánuco y Lima. Desde Chavín, además, se puede llegar a la floresta amazónica siguiendo el curso del Marañón. Chavín está sobre una terraza aluvial asociada a un río mayor -el Pukcha- que baja desde el sur, y un tributario -el Wacheqsa- que baja abruptamente desde la Cordillera Blanca, en cuyos estribos orientales está el sitio.

UBICACIÓN ARQUEOLÓGICA:La cultura Chavín se expresa de modo elocuente en la arquitectura del sitio de Chavín, tradicionalmente calificado de Chavín de Huántar, aunque ya no queda ubicado en la jurisdicción del distrito de Huántar sino en el de Chavín.

A dar prestigio a este sitio arqueológico contribuyen los muchos monolitos esculpidos con figuras de seres sobrenaturales, que en su mayoría adornaban los muros de Chavín

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Chavín de Huántar fue construida al pie de las cumbres nevadas de la Cordillera de los Andes en un estrecho valle en la confluencia de los ríos Mosna y Huacheqsa a 3185 metros sobre el nivel del mar muy cerca a la entrada de la selva amazónica. Se estima que Chavín empezó a ser construido hacia el año 850 a.C. y fue abandonado hacia el año 200 a.C.

Los monumentos de Chavín están situados en las faldas orientales de la cordillera Blanca a 3185 metros de altitud, en el triángulo formado por el Huachecsa y el Mosna, ríos estos que se unen para tributar sus aguas al Marañón.

La magnificencia y majestad de Chavín es tal que su construcción era asignada a una «raza de gigantes» y no a hombres comunes. Registra esta explicación mítica Pedro Cieza de León (1553), al describir lo que ya en su tiempo era una «antigualla» abandonada por el hombre.

Chavín está constituido por diversos edificios piramidales, plazas que se asientan sobre una ladera aterrazada, portadas y escalinatas. Las construcciones piramidales albergan una red de pasajes y cámaras interiores, que en algunos casos aparecen superpuestos. Como material de construcción prima la piedra, aunque en algunos sectores las paredes estaban estucadas con arcilla que era calcinada para resistir los embates del tiempo.

Las construcciones de Chavín eran elaboradas partiendo de una estructura nuclear hecha con barro y piedras sin trabajar, en la que previamente habían sido programados los espacios correspondientes a lo que debían ser corredores o pasajes interiores. Muros y dinteles monolíticos independizaban estos pasajes de la masa de barro y piedras constitutivas de la construcción. A la colina artificial, perforada, que así se construía, se le daba inclinación piramidal, la que era interrumpida por escalones o «andenes». Finalmente el todo era revestido en su exterior con planchas pétreas o hiladas primorosamente pulidas. Los estragos de la erosión son perceptibles en las piedras menos resistentes, y ello hace que en apariencia hoy luzcan algunos muros «imperfectos» a la vista. Es de notar que no hubo falta de perfección en la construcción de las bases de los muros exteriores de «El Castillo», ya que este sector lucía originalmente cubierto o enchapado por grandes bloques de piedra, de tendencia cuadrada y que con el correr del tiempo se desplomaron.

AMBITO DE INFLUENCIA CULTURAL: Esto se concilia con la evidencia que hay en la ciudad de Chavín de Huantar, de ofrendas que procedían de un ámbito que incluye Lambayeque, La Libertad, Cajamarca, Lima y Huánuco, con eventuales materiales que, al parecer, provenían de las costas del Guayas y de Ica, Huancavelica y Ayacucho la toda la selva uno de los vestigios son los dioses como la serpiente, el jaguar.

En 1919 y 1924, durante sus visitas a Chavín, Julio C. Tello caracterizó a Chavín como la época más antigua de la cultura peruana, cuyo centro estaba ubicado en una zona de sierra próxima al río Marañón: Chavín de Huantar y gran similitud tenían los centros de supe barranca

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Además alcanzo los actuales departamentos de Ica y Ayacucho por el sur; por el este la cuenca del Huallaga; Tumbes y Cajamarca, por el norte.

Influencia cultural

Se han encontrado cerámicas en diversas partes del territorio peruano cuyas características son semejantes a las de esta cultura. Su cerámica era monocroma.

Durante los siglos X a IV a. C. —que es la época de mayor florecimiento de los chavines—, no hay indicios de existencia de una organización política de tipo estatal puesto se poco d el. Cuando se comenzó a conocer el área de dispersión que tenían los rasgos atribuidos a los chavines, Julio C. Tello se inclinó a pensar que era una civilización expansiva; en cambio Rebeca Carrión Cachot y otros estudiosos, creyeron ver indicios de un imperio megalítico o algo semejante. En efecto, era inmensa el área que cubrían los restos que en ese tiempo se atribuían a los chavines. Con el tiempo, el conocimiento adquirido ha permitido reducir el ámbito de influencia chavinense y está precisando cada vez mejor la naturaleza de tal influencia.

Una primera conclusión es que no se trata de una expansión de la cultura chavinense y que su influencia se debe más bien a contactos entre los chavines y los territorios donde aparecen vestigios «chavinoides», derivados de una relación de intercambio de bienes y servicios, donde la oferta de los chavines parece haber sido la de brindar «oráculos». Eso se concilia con la evidencia que hay en la ciudad de Chavín de Huántar, de ofrendas que procedían de un ámbito que incluye Lambayeque, La Libertad, Cajamarca, Ancash, Lima y Huánuco, con eventuales materiales que, al parecer, provenían de las costas del Guayas y de Ica, Huancavelica y Ayacucho.

En todos esos territorios se encuentran, además, indicios del contacto con Chavín, que se expresa, en los mejor conocidos, en una época en la que se produjo una suerte de «moda» chavinense, que se expresa en el hecho de que el arte local es alterado por la inserción de una serie de motivos y personajes que tienen una madura representación en la cultura chavinense misma. Eso ocurre, en casi todas partes, entre los años 800 y 500 a. C. Desde luego, antes de esa época, durante más de un milenio, los pueblos de ese territorio habían desarrollado sus propias maneras de hacer las cosas, en una larga etapa formativa, conocida como «inicial» y aun antes, durante el período arcaico.

El grado de impacto de la influencia chavinense fue muy diverso. Nada indica que «exportaran» sus divinidades propias; en cambio sí sus temas sacralizantes, como la forma de las bocas, las bocas agnáticas, los ojos excéntricos, las garras, las cabezas de serpientes y, sobre todo, los colmillos. Los estilos contemporáneos, como los de Jequetepeque, Cupisnique, Huacaloma, Kuntur Wasi, Ancón y Paracas, tomaron mucho de esta «moda»,

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que incluye usos y formas del espacio arquitectónico y el traslado multidireccional de diversas tecnologías. Pero mantuvieron siempre su autonomía regional.

EL HOMBRE CHAVIN

Contextura y vestimenta del hombre Chavín Sabemos que la población no era significativamente distinta de la que identificamos en la época de los Mochicas, es decir unos mil años después, y es también evidente que eran mucho más numerosos que en períodos anteriores. La arqueología nos muestra que todos los valles de la costa y la sierra fueron ocupados. Según los datos procedentes de los pescadores de Ancón y Supe, los agricultores de Lima, Cupisnique, Cajamarca, así como los de Chavín mismo, sabemos que al menos los serranos eran relativamente altos y fornidos, con hombres que llegaban a un promedio de 1,70 m de altura y mujeres alrededor de 1,60; algunos llegaban hasta el 1,80 m. Según los restos de cráneos, los costeños eran de rostros redondeados, en tanto que los de Chavín los tenían más bien alargados; ambos con cráneos mesocéfalos. Tenemos imágenes de mujeres maduras ligeramente gordas, en vasijas procedentes de la costa norte, donde también se conoce la imagen de una anciana de rostro muy arrugado, de cara bastante pequeña y angulosa.

Según los estudios en vigencia, los chavinenses tenían muchos problemas dentales, presumiblemente derivados de un fuerte consumo de carbohidratos, pese a que su alimentación estaba siempre asociada con el consumo de carne y pescado, además de mariscos. Había una distribución irregular de alimentos, porque se nota que mientras que algunos restos muestran un buen desarrollo óseo, otros tienen osteoporosis avanzada desde muy temprano, lo que además se combina con diversas formas de reumatismo.

Hay tres tipos (hombre-mujer) de pobladores: los sacerdotes de Chavín, los peregrinos de diversas partes, con rango de sacerdotes, y la gente común. La diferencia entre el hombre y la mujer parece significativa, aun cuando el papel que el sexo femenino jugaba en la liturgia era muy importante; eso podría llegar hasta el punto que pudieran haber sacerdotisas mujeres. De hecho, casi todos los personajes sagrados que conocemos, presentan una versión femenina junto a la masculina.

La pintura facial es un rasgo característico de los hombres importantes. Las mujeres "nobles" , como la que estaba representada en un inmenso mural de Moxeke (Casma), y la gente común (incluso los varones) no usaban pintura facial.

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ARQUITECTURA

La arquitectura del templo antiguo:Debido a que recién se ha iniciado la segregación de esta fase, ya que el Templo Nuevo fue construido sobre éste, la identificación del Templo Antiguo está incompleta. En realidad, sólo se ha reconocido el volumen principal -en forma de U y con la imagen de un gran ídolo tallado en piedra que usualmente conocemos como Lanzón en su interior- y un atrio con cornisas y cabezas talladas en piedra en cuyo centro hay una plaza circular hundida a la que erróneamente algunas personas llaman "anfiteatro". De los otros edificios e instalaciones sólo tenemos vestigios e indicios.

De acuerdo con el conjunto de datos disponibles hasta ahora, además del cuerpo central, el templo tiene dos plataformas anexas: una, al norte, próxima al ala izquierda mirando hacia el exterior, llamada Templo Norte o sector D, y otra, al sur, más larga y alejada, llamada sector F. Otros indicativos permiten extender el área del Templo Antiguo hasta el extremo norte del pueblo, en la zona llamada Urabarrio, donde hay una consistente presencia de la cerámica que Richard Burger llamó Urabarrio por esta causa. Allí, Marino González encontró construcciones megalíticas y galerías de estilo Chavín.

El Templo Antiguo sufrió una serie de modificaciones que variaron las formas del proyecto arquitectónico original. De acuerdo a nuestros datos, la plaza circular hundida inscrita en el atrio es parte de una plataforma agregada encima de la primera versión de éste, de la cual sólo tenemos algunos vestigios por confirmar. Esta plataforma agregada, con sus lápidas finamente talladas y grabadas, con sus galerías de las Ofrendas, las Caracolas y el Campamento, corresponde al parecer a la última fase del Templo Antiguo. A este añadido se suman otros en las alas, como uno en la sur, con galerías como la de las Vigas Ornamentales, que tiene dos de estos elementos con figuras grabadas de animales míticos marinos.

Algunas evidencias sueltas, como la de una inmensa columna de roca negra, rota en muchos fragmentos y enterrada, señalan estructuras ahora desconocidas. Esta columna, de casi 1 m de diámetro, presenta figuras grabadas en el viejo estilo Chavín.

El Templo Antiguo contaba con una bella ornamentación. La plaza circular hundida tenía un muro en cuyo frente occidental, donde alumbra el sol naciente, había dos hileras de lápidas grabadas: la inferior, de piedras de distintos colores, con figuras de felinos y la superior con una procesión de personajes que parecen ser músicos y danzantes. En esta plaza circular, en el centro, pudo haber estado el Obelisco Tello.

En la plataforma que la rodea se construyó la galería que hemos llamado de las Ofrendas, donde se ha encontrado un verdadero tesoro, depositado seguramente en conmemoración de la construcción del atrio. Otra galería,

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aún no excavada, guarda ofrendas en conchas de mar, principalmente de las especies Spondylus princeps y Strombus galeatus.

En la mencionada plaza circular hundida también hay dos escalinatas alineadas en el eje este-oeste, una de entrada y otra de salida. Por la del oeste se accedía a una plataforma en la que posiblemente había tres vanos-uno central conectado con dos laterales-, desde la que se subía a las instalaciones de la nave central del templo. Del vano central partía una escalinata que llevaba hacia la cima del templo, donde había un recinto que desapareció con el aluvión de 1945. La escalinata del vano sur, de la que existen aún algunas gradas, conducía al conjunto de galerías que están asociadas al Lanzón. La del vano norte aún está cubierta por las deposiciones posteriores. Todas estas escalinatas eran interiores, de modo que lo que se apreciaba desde el atrio eran sólo sus entradas.

La plaza circular hundida, enlosada con piedras amarillas, es un espacio sagrado ubicado en el centro de una plataforma cuadrada y a 2,10 m de profundidad. Tiene 21 m de diámetro y está dividida en dos mitades, una occidental, pegada a la plataforma central, y otra oriental. El muro occidental estuvo cubierto por dos series continuas -una encima de otra- de lápidas grabadas, la de abajo, de unos 30 cm de alto por 60 cm de ancho, con imágenes muy realistas de felinos vistos de perfil, y la de arriba, de alrededor de 60 cm de lado, con personajes organizados en una suerte de procesión en la que aparecen unos trompeteros o tocadores de pututu -una caracola marina de sonido profundo-, un portador de una rama de cactus San Pedro y otros danzantes.

En las lápidas superiores, la procesión de los músicos y danzantes está grabada a ambos lados de la escalinata occidental de la plaza circular y sólo en este hemiciclo. Ahora sólo quedan 5 , pero debieron de haber 14 en cada lado. Ellos -también los felinos de la parte inferior del muro- se dirigen desde los dos lados hacia el centro, de modo que los que vienen del norte caminan hacia el sur y viceversa. Miran hacia la escalinata, aunque hay al menos uno -o dos- en cada lado que mira hacia el centro de la plaza, donde debió de estar clavado el Obelisco Tello. Es decir que, mientras que los demás están de perfil, estos últimos están de frente. Los músicos y danzantes iban muy bien ataviados, con coronas, mantos y adornos simbólicos que seguramente hablaban de sus dignidades.

Los felinos, en las lápidas inferiores, caminan todos, desde el norte y el sur, hacia la escalinata. Sus cabezas son básicamente iguales, pero sus cuerpos, por parejas, son diferentes. Están individualizados, de modo que cada uno debe de haber representado algo distinto. Es tentador pensar que representaban constelaciones o fuerzas cósmicas diferentes. Los felinos acompañaban desde abajo a los dignatarios, quienes ocupaban un lugar destacado en la procesión.

Todos -músicos y danzantes, y felinos- avanzan hacia el centro, siguiendo la misma dirección que la sombra del Obelisco por las mañanas a lo largo del año. En el solsticio de invierno (21-24 de junio), cuando va a empezar el año

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agrícola, la sombra apunta hacia el sudoeste y "camina" hacia el centro, donde se encontraría el Obelisco. LITOESCULTURA DE CHAVIN El arte lítico chavinense no es propiamente escultórico, pese a que existen más de cien esculturas de cabezas monstruosas, humanas, de animales, etc. Se trata en realidad de un manejo de superficies planas, en donde se graban imágenes relacionadas con el culto. Es un arte asociado a la arquitectura, aunque algunas piezas son obviamente independientes de ella, como es el caso del ídolo principal, que si bien está dentro del templo, obviamente fue esculpido con independencia de una función de columna, enchape de muro, viga, cornisa o algo similar; ocurre igual con piezas como el "Obelisco Tello".

La litoescultura o lapidaria chavinense fue y es el paradigma del estilo llamado "Chavín"; lamentablemente hay pocos objetos iguales en otras partes, esto determinó que los términos de comparación con la cerámica u otros materiales, fueran sumamente arbitrarios, de modo que se produjeron muchas interpretaciones confusas y se concedió al estilo una extensión mayor de la que tiene. Eso favoreció a que se construyeran hipótesis tan ambiciosas como la de considerar a Chavín como la "capital" de un imperio, con un ámbito muy vasto de dominio. Todavía hoy, el llamado "Horizonte Temprano", es confundido como la etapa de expansión de la cultura Chavín a nivel pan-peruano.

John H. Rowe (1962), logró hacer una segregación cronológica de las litoesculturas de Chavín, utilizando su asociación con las diversas fases constructivas del centro ceremonial y algunos rasgos estilísticos derivados de la secuencia que él y Lawrence Dawson habían construido para la cerámica Paracas-Ocucaje del valle de Ica.

AB, es la fase más antigua, representada por la Gran Imagen ("Lanzón") que está asociada al viejo templo. Por razones de estilo se le asocia una cornisa donde aparecen unos jaguares y serpientes cuyos atributos se hacen extensivos a la fase.

C, es la fase relativa al "Obelisco Tello", que si bien no tenía probanza directa cuando Rowe hizo el enunciado, gracias a las excavaciones en el "Atrio del Viejo Templo", esta fase se ha confirmado, agregando numerosas lápidas grabadas con personajes antropomorfos y figuras de jaguares parecidas al de la Cornisa AB.

D, la tercera fase, está constituida por un grupo de litoesculturas asociadas al "Pórtico de las Falcónidas", en el Templo Nuevo, entre las que destacan las columnas con imágenes de aves antropomorfas, el dintel-voladizo con falcónidas grabadas y las lápidas del atrio anexo al pórtico.

EF, la última fase, es la que por ahora aun no cuenta con sustento empírico y está representada sobre todo por la "Estela Raimondi", un monumento que representa al "Dios de los Báculos", divinidad muy popular en el sur andino.

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Las evidencias disponibles no favorecen una hipótesis expansiva de la cultura Chavín, aun cuando parece ser cada vez más claro que el sitio fue un lugar muy poderoso en su tiempo, pero más bien centro de concentración y convergencia que de difusión.

CERAMICA DE CHAVIN

En 1919 y 1924, durante sus visitas a Chavín, Julio C. Tello halló algunos fragmentos de cerámica con rasgos determinados. Al haber definido a Chavín como una época de la historia del Perú, identificó su cerámica como negra, oscura y decorada con incisiones y diseños en relieve. Cuando descubrió que ésta se parecía a la que Max Uhle había hallado en Supe y en Ancón, atribuida a los llamados "pescadores primitivos", y a la que se había hallado en el valle de Chicama, cuyas piezas mostraban íconos parecidos a los de las litoesculturas chavinenses, Tello caracterizó a Chavín como la época más antigua de la cultura peruana, cuyo centro estaba ubicado en una zona de sierra próxima al río Marañón: Chavín de Huántar.

Luego de la década de 1920 comenzaron a aparecer evidencias de cerámica oscura e incisa en otros lugares de la costa y la sierra del Perú, que fue denominada erróneamente Chavín o chavinoide. Este hecho generó una gran confusión, pues, como se reveló durante la segunda mitad del siglo XX, esta cerámica en realidad se había producido a lo largo de muchos siglos y no había estado necesariamente ligada a Chavín. En la selva del río Ucayali (Tutishcainyo), en Huánuco (Wayra Jirka), en otras zonas de la sierra y en la costa los ejemplos más antiguos tienen estas mismas características. Algunos de ellos fueron establecidos por Tello e incluidos en su complejo Chavín, pero los anteriores a la época de las litoesculturas y de los grandes templos de Chavín de Huántar, no. Estos últimos se conocieron gracias a investigaciones posteriores que se hicieron en muchos lugares de la costa, como Ancón y Guañape, o de la sierra, como Huánuco (Kotosh) y Cajamarca (Pandanche y Huacaloma).

En Ancón, más que en ningún otro lugar, se encontró una larga secuencia de cerámica. En ella se logró identificar una ocupación con los rasgos propios del estilo Chavín relacionada al Horizonte Temprano y otra anterior de larga permanencia, que se ubica en la etapa Inicial, llamada también Formativo Inferior.

En cuanto a términos de espacio, el afinamiento de los estudios realizados en base a la cerámica ha permitido distinguir diferencias regionales y locales significativas y segregar áreas en las que es reconocible alguna o ninguna vinculación con Chavín.

El primero en reconocer esto fue Rafael Larco Herrera, quien reclamó la necesidad de distinguir el estilo Cupisnique -la cerámica del valle de Chicama que Tello reconocía como "Chavín clásico"- del estilo Chavín.

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Las investigaciones posteriores fueron dándole la razón a Larco, restringiéndose de esta manera la esfera de influencia de Chavín a los territorios de Ancash, Huánuco y Lima.

Por otro lado, en las regiones de Cajamarca, Lambayeque y Jequetepeque se desarrolló una cerámica similar en algunos aspectos a la de Cupisnique, mientras que en Ica se iba desarrollando la cerámica Paracas, emparentada de alguna manera con la de la sierra de Huancavelica y Ayacucho y la de Chavín. En Apurímac, Cusco y el lago Titicaca las evidencias dan cuenta de una cerámica con rasgos propios claramente diferenciados.

De este modo, la cerámica ligada a las litoesculturas que definen el estilo Chavín quedó restringida a la región centro-norte del Perú y a un período de esplendor que puede fecharse entre los siglos X y IV a. C. Es a esa época, al siglo IX, a la que pertenecen las hermosas piezas encontradas en la Galería de las Ofrendas, donde las modalidades Dragoniana, Qotopukyo y Floral tuvieron tan magnífica presencia.

Todavía están por descubrirse las varias fases que tuvo la historia de estas modalidades del estilo Chavín, pues todo nos hace pensar que se trata de cerámica que no representa más que los usos y gustos de una o dos generaciones de alfareros. También está en proceso de investigación la procedencia de estas modalidades y de las demás representadas en la galería, donde sin duda se reunieron ofrendas de artesanos de las tierras de Cupisnique, Cajamarca, Huánuco y la costa central. Las distintas técnicas que se usaron para hacer vasijas con las mismas formas nos llevan a inferir que se trataba de alfareros que tenían tradiciones, expresiones artísticas y arcillas diferentes y que había distintos centros de producción que, además, cubrían un "mercado" de consumo diverso, de carácter local o regional.

METALURGIA EN CHAVIN

Chavín representa la época que da inicio al uso de los metales. La producción metalúrgica comienza con el oro y casi simultáneamente con el cobre nativo en sitios ligados a Cupisnique y Chavín, a pesar de que la evidencia más antigua de objetos de oro en los Andes centrales se remonta 1 500 años antes de la era cristiana en la región de Andahuaylas, en la sierra sur del Perú.

A lo largo de toda la etapa Formativa la metalurgia mantuvo una condición ciertamente primitiva utilizando los metales nativos -tanto el oro como el cobre- en su forma natural. Posteriormente el cobre, hallado en forma de rocas, sería convertido en metal mediante procesos de fundición.

El oro y el cobre eran obtenidos en la naturaleza en forma de "pepitas" o pedazos que contenían físicamente sus cualidades de color, dureza y

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maleabilidad. Lo que hacían los artesanos era convertirlos en láminas mediante el martillado en frío, sin someterlos al fuego. Los dos metales mencionados son lo suficientemente maleables como para que esto ocurra, aun cuando el cobre podía exigir el calentamiento para ser trabajado, lo que llevó a descubrir que el uso del fuego podía permitir una unión más firme entre piezas que estaban originalmente separadas. Existen algunos objetos en los que también se usó plata nativa, como los de Chongoyape, donde se usó la unión de un segmento de este metal con otro de oro para obtener un efecto de color.

Las láminas de metal, martilladas, presionadas, repujadas o trabajadas con instrumentos con punta o filo, eran finalmente convertidas en lienzos sobre los que se grababan o destacaban figuras o diseños de los estilos propios de la época. Estas láminas eran entonces dobladas o unidas con ayuda del fuego o simplemente también del martilleo y así eran convertidas en coronas, orejeras, narigueras, collares, pectorales, cinturones, brazaletes, ajorcas y otros adornos, casi todos dirigidos a ser parte del ornato o del vestir personal. Excepcionalmente se han encontrado piezas que pudieron servir para otros fines, como para inhalar estupefacientes, cubrir cetros y contener bebidas o comidas -pequeños recipientes en forma de vasos o copas-, que cumplían funciones más ornamentales que utilitarias.

Los hallazgos de oro no son frecuentes y casi toda la información disponible se reduce a lotes o piezas aisladas encontrados de manera casual por campesinos o "huaqueros", especialmente en la costa y la sierra norte del Perú. Esto significa que el registro arqueológico propiamente dicho, es decir el realizado por profesionales, es mínimo.Por otro lado existen muchas piezas falsificadas para su comercialización entre coleccionistas y aficionados, debido a la facilidad con que pueden reproducirse. De todas maneras, los hallazgos más notables son los de Chongoyape y de Kuntur Wasi. Los registrados en el mismo Chavín son muy escasos y apenas consistentes en pequeñas láminas. Sin embargo, algunas piezas de colecciones antiguas indican que éstas "proceden de Chavín", aunque no mencionan el hallazgo. Pero en el valle de Chicama, en las excavaciones que hizo Rafael Larco Hoyle, sí aparecieron algunas piezas de oro, como también en los valles de Jequetepeque, Zaña y Trujillo. Así, se podría decir que el oro estaba asociado principalmente a los cupisniques y a su área de relación.

Patrimonio de la Humanidad

El sitio arqueológico de Chavín fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1985.

Arte

Chavín tiene un arte recargado, no deja espacios libres y las

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representaciones son severas, rígidas, simbólicas y sobrecogedoras en su expresión. Las piedras de sus monumentos son diseñadas en relieve o grabadas.

La vajilla doméstica y otros recursos de consumo, no diferían de los que se usaban en los templos para fines rituales, con excepción de algunas piezas selectas.

Centro de culto

En su origen, Chavín fue un centro de culto y sus templos tenían carácter sagrado. Al parecer, el sitio fue cuidadosamente elegido, bajo estrictos criterios mágico-religiosos debido a que existen valles cercanos más productivos, aún considerando el aprovechamiento de sus laderas de secano cultivadas mediante terrazas.

Los habitantes de Chavín fueron unos pocos sacerdotes y sus auxiliares de servicio, mientras que la mayor parte de sus usuarios eran una suerte de peregrinos que llegaban al lugar en busca de "oráculos", portando ofrendas de diverso tipo, pudiendo permanecer por largos períodos. La ganaderia fue principalmente la de camelidos andinos.

Organización político-social

Hay cuatro tipos (hombre-mujer) de pobladores: los sacerdotes de Chavín, los peregrinos de diversas partes, con rango de sacerdotes, los artesanos o especialistas y la gente común. La diferencia entre el hombre y la mujer parece significativa, aun cuando el papel que el sexo femenino jugaba en la liturgia era muy importante; eso podría llegar hasta el punto de que pudiera haber sacerdotisas. De hecho, casi todos los personajes sagrados que conocemos presentan una versión femenina junto a la masculina.

Los sacerdotes estaban a cargo del templo, que era su centro de trabajo. Allí estaban las instalaciones y personas dedicadas a la producción de los calendarios, de donde se deriva su condición de "oráculos", que es el servicio que ellos ofrecían (la predicción de los ciclos climáticos estacionales anuales).

Conclusión

El viaje de estudios me pareció muy importante porque, me hizo ver que tan importante, tan antigua y original es nuestra cultura.

Es necesario que todos los pobladores difundamos lo nuestro ya que esto nos identifica.

Chavín es un monumento arqueológico hermoso .

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