chateaubriand - memorias de ultratumba - libro 01 [ed. el acantilado]

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  • 7/25/2019 Chateaubriand - Memorias de Ultratumba - Libro 01 [Ed. El Acantilado]

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    E L A C A N T I L A D O * 1 0 2

    Chateaubriand

    C Memorias d e u l t r a t u m b a

    \ i a--/ / y i p r e s e n t a c i n d e m a r c n m a r o l i

    P R O LO G O DF. J E A N - C I A U D E B E R C H E T

    T R A D U C C I N D E J O S R AM O N M O N R E A L

    I . I B R O I

    ? j T /\ f *

    f\

    t r ? V

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    El Acantilado, 102M E M O R I A S D E U L T R A T U M B A

    L I B R O S I - X X I V

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    V

    FRANOIS DE CHATEAUBRIAND

    MEMORIAS DE ULTRATUMBA

    L i b r o s I - X X I V

    Presentacin de m a r c f u m a r o l i

    Prlogo dej e a n - c l a u d e b e r c h e t Traduccin dej o s r a m n m o n r e a l

    B A R C E L O N A 2 O O 4

    !

    A C A N T I L A D O

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    L I B R O P R I M E R O

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    C A P T U L O 1

    La Valle-aux-Loups, cerca de Aulnay,4 de octubre de 1S11

    H ac e cuatro aos que, a mi regreso de Tierra Santa, com

    pr cerca de la aldea de Aulnay, en las inmediaciones de

    Sceaux y de Chtenay, una casa de campo, oculta entre c o

    linas cubiertas de bosques. El terreno desigual y arenosopertenec snte a esta casa no era sino un vergel salvaje en

    cuyo extremo haba un barranco y una arboleda de casta

    os. Este reducido espacio me pareci adecuado para en

    cerrar mis largas esperanzas; spaio brevi spem longam re-

    seces.' Los rboles que he plantado prosperan, son tan

    pequeos an que les doy sombra cuando me interpongo

    entre ellos y el sol. Un da me devolvern esta sombra y

    protegern los aos de mi vejez como yo he protegido su

    juventud. Lo s he ele gid o, en lo posib le, de cuantos climas

    he recorrido; me recuerdan mis viajes y alimentan en el

    fondo de mi corazn otras ilusiones.

    Si alguna vez son repuestos en el trono los Borbones,

    lo nico que les pedira, en recompensa por mi fidelidad,es que me hicieran lo bastante rico como para aadir a mi

    heredad la zona colindante de bosque que la rodea: sta es

    mi ambicin; quisiera aumentar en algunas fanegas mi pa

    seo: aunque soy un caballero andante, tengo los gustos se

    dentarios de un monje: desde que vivo en este lugar de re

    tiro, no creo haber puesto los pies ms de tres veces fuera

    de mi recinto. Si mis pinos, mis abetos, mis alerces y mis

    cedros llegan alguna vez a ser lo que prometen, la Valle-

    aux-Loups se convertir en una verdadera cartuja. Cuan

    do Voltaire naci en Chtenay, el 20 de febrero de 1694,

    cul era el aspecto del collado adonde haba de retirarse,

    en 1807, el autor de E l genio d el Cristianismo?

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    L I B R O P R I M E R O

    Me gusta este lugar; ha reemplazado para m los cam

    pos paternos; lo he pagado con el producto de mis sueos

    y de sve los ; es al gran de sierto de Atala al que de bo el pe

    queo desierto de Aulnay; y para crearme este refugio, no

    he expoliado, como el colono americano, al indio de las

    Floridas. Tengo apego a mis rboles; les he dedicado ele

    gas, sonetos, odas. No hay uno solo de ellos que yo no ha

    ya cuidado con mis propias manos, que no lo haya lib rado

    del gusano que ataca sus races, de la oruga adherida a su

    hoja; los conozco a todos por sus nombres como si fueranhijos mos: es mi familia, no tengo otra, espero morir enmedio de ella.

    Aq u, he esc rito Los mrtires, los Abencerrajes ,el Itine

    rarioy Moiss-,qu voy a hacer ahora en las veladas de este

    otoo? Este 4 de octubre de 1811, aniversario de mi na

    talicio y de mi entrada en Jerusaln,1 me incita a dar co

    mienzo a la historia de mi vida. E l homb re que da hoy el im

    perio del mundo a Francia slo para hollarla bajo sus pies,

    este hombre, cuyo genio admiro y cuyo despotismo abo

    rrezco, me envu elve en su tirana como si de otra soledad se

    tratara; pero aunque aplaste el presente, el pasado lo desa

    fa, y quedo libre de todo cuanto ha precedido a su gloria.

    La mayor parte de mis sentimientos han permanecidoenterrados en el fondo de mi alma, o slo se han manifes

    tado en mis obras atribuidos a seres imaginarios. Hoy, que

    siento an nostalgia de mis quimeras sin perseguirlas, quie

    ro remontar la pendiente de mis aos felices: estas M em o

    riassern un templo de la muerte erigido a la luz de mis recuerdos.

    El nacimiento de mi padre y las pruebas por las que tu

    vo que pasar en sus inicios forja ron en l uno de los ca ra c

    teres ms sombros que hayan existido. Carcter que in

    fluy en mis ideas aterrorizando mi infancia, contristando

    mi juventud y determinando el tipo de educacin que yohabra de recibir.

    1 4

    C A P T U L O I

    Niu 1 uolili. lin mi opinin, he sabido sacar provecho

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    L I B R O P R I M E R O

    j con san Lu is a Tierra San ta. Tra s haber sido hecho pri

    sionero en la batalla de Mansura, regres, y su mujer Sybil

    le muri de alegra y de sorpresa al volverlo a ver. San

    Luis, en recompensa por sus servicios, les concedi a l y

    a sus herederos, a cambio de sus antiguos blasones, un es

    cudo de gules, flordelisado de oro: Cui et ejus haeredtbus,acredita un cartulario del priorato de Bre , sanctus Ludo-vicus tum Francorum rex, propter ejus probitatem in armis,

    flo res li li i auri, loco pomorum pin i auri, contulit .'

    Desde sus orgenes, los Chateaubriand se dividieron entres ramas: la primera, llamada barones de Chateaubriand,tronco de las otras dos y que se inici en el ao io oo en la

    persona de Thiern, hijo de Brien, nieto de Alano III, cond e

    o seor de Bretaa; la segunda, con el sobrenombre de se

    ores de las Rocas Baritaut,o del Len de Angers; y la tercera, que ostenta el ttulo de seores de Beaufort.

    Cuando se extingui el linaje de los seores de Beau

    fort en la persona de la seora Rene, a un tal Christophe II,rama colateral de este linaje, le tocaron en suerte las tie

    rras de la Gurande en Morbihan. En aquella poca, hacia

    mediados del siglo x v i i , reinaba una gran confusin en el

    estamento de la nobleza, al haberse producido usurpacio

    nes de ttulos y de nombres. Luis XIV orden una investigacin, a fin de reponer a cada uno en su derecho. Chris

    tophe fue confirmad o, tras probarse su nobleza de antigua

    extraccin, en su ttulo y en la tenencia de sus armas, por

    sentencia de la Cmara establecida en Rennes para la re

    forma de la nobleza de Bretaa. Se pronunci esta senten

    cia el 16 de septiembre de 1669; he aqu el texto:

    Sentencia de la Cmara instituida por el rey [Luis XIV]

    para la reforma de la nobleza en la provincia de Bretaa,

    dictada el 16 de septiembre de 1669: Entre el procurador

    general del rey, y monsieur Christophe de Chateaubriand,

    seor de la Guran de; el cual declara que permite al dichoChristophe, nacido de antigua extraccin noble, asumir la

    1 6

    c a p t u l o 1

    1 1>1 lidie ion de cab alle ro, y le co nfir ma en el d erecho a lle-

    \ .11 |>or armas unos gules flordelisados de oro sin lmite de

    numero, en virtud de sus ttulos autnticos, de los que

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    L I B R O P R I M E R O

    citaba, y que consideraciones del ' mayor peso me hacan

    digno de la satisfaccin que reclamaba.

    Y todo esto suceda despus de la toma de la Bastilla,

    en vsperas de las escenas del 6 de octubre de 1789 y del

    traslado de la familia real a Pars! Y en la sesin del 7 de

    agosto de este ao de 1789, la Asamblea Nacional haba

    abolido los ttulos de nobleza! Cmo poda parecerles a

    los caballeros y examinad ores de mi ejecutoria de noblezaque yo era merecedorpo r ms d e un ttulo del fa vor que so

    licitaba, etctera, yo que no era ms que un pobre subte

    niente de infantera, desconocido, sin crdito, favor nifortuna?

    El primognito de mi hermano (aado esto en 1831 a mi

    texto primitivo escrito en 18 11), el conde Louis de Chateau

    briand, cas con mademoiselle de Orglandes, de la que tuvo

    cinco hijas y un varn, llamado ste Geoffroy. Christian,

    hermano menor de Louis, biznieto y ahijado de monsieur

    de Malesherbes, con quien guardaba un asombroso pareci

    do, se distingui al servicio de Espaa como capitn en los

    dragones de la guardia, en 1823. Se hizo jesuita en Roma.

    Los jesutas suplen a la soledad a medida que sta desapa

    rece de la faz de la tierra. Christian acaba de morir en Chie-

    ri, cerca de Turn: anciano y enfermo, yo deba haberlo pre

    cedido; pero sus virtudes lo llamaban al seno de Dios

    antes que a m, que tantas culpas tengo an por expiar.

    En la divisin del patrimonio de la familia, Christian

    haba recibido las tierras de Malesherbes, y Louis las de

    Comb ourg. Ch ristian, al no considerar legtima la divisin

    por partes iguales, quiso, al abandonar este mundo, des

    pojarse de los bienes que no le pertenecan y restiturselos

    a su hermano mayor.

    A la v ista de los pergam inos, no habra de pend ido ms

    que de m, de haber heredado yo la infatuacin de mi pa

    dre y de mi hermano, creerme el segundn de los duques

    de Bretaa, descendiente de Thiern, nieto de Alano III.

    18

    C A P T U L O I

    Los mencionados Chateaubriand habran mezclado

    por dos veces su sangre con la sangre de los soberanos de

    Inglaterra, al casar Geoffroy IV de Chateaubriand en se

    gundas nupcias con Agns de Laval, nieta del conde de An

    jou y de Ma tilde, hija de En riq ue I; Ma rgarita de Lusigna n,

    viu da del rey de Ing lat erra y nieta de Lu is el Gor do, al ca

    sar con Geoffroy V, duodcimo barn de Chateaubriand.

    En la estirpe real de Espaa, se encontrar a Brien, herma

    no segundo del noveno barn de Chateaubriand, que con

    trajo matrimonio con Juana, hija de Alfonso, rey de Aragn.

    Parece tambin que, en lo tocante a las grandes familias de

    Francia, douard de Rohan tom por esposa a Marguerite

    de Chateaubriand y que un Cro cas con Charlotte de Ch a

    teaubriand. Tinteniac, vencedor en la batalla de los Treinta,y el con de stable Du Gu escl in , habran mante nido alianzas

    con nosotros en las tres ramas. Tiphaine Du Guesclin, nie

    ta del hermano de Bertrand, cedi a Brien de Chateau

    briand, su primo y heredero, la propiedad de Plessis-Ber-

    trand. En los tratados, unos Chateaubriand salen fiadores

    de la paz con los reyes de Francia, en Clisson, con el ba

    rn de Vitr. Los duques de Bretaa envan a unos Cha

    teaubriand copia de sus audiencias. Los Chateaubriand se

    convierten en grandes oficiales de la Corona, y en ilustresen la corte de Nantes; son comisionados para velar por la

    seguridad de su provincia contra los ingleses. Brien I toma

    parte en la batalla de Hastings: era hijo de Eudon, conde de

    Penthivre. Guy de Chateaubriand figura entre los seores

    que Arturo de Bretaa proporciona a su hijo para que lo

    acompaen en su embajada a Roma, en 1309.

    Sera el cuento de nunca acabar si terminase lo que he

    querido que no fuera ms que un breve resumen: la nota

    a la que finalmente me he decidido,* por consideracin a

    mis dos sobrinos, que no tienen sin duda tan en poco co

    * Vase esta nota al final de estas memorias.

    19

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    L I B R O P R I M E R O

    mo yo estas viejas miserias, suplir lo que omito en este tex

    to. No obstante, hoy es frecuente pasarse de la raya; y se ha

    convertido ya en una costumbre declarar que se es de con

    dicin plebeya, que se tiene a honra el ser hijo de un siervo

    de la gleba. Son tales declaraciones tan altaneras como fi

    losficas? No es esto alinearse del lado del ms fuerte? Los

    actuales marqueses, condes, barones, al no tener ni privile

    gios ni hacienda, y al estar muertos de hambre en sus trescuartas partes, se denuestan unos a otros, no quieren reco

    nocerse, se disputan mutuamente su alcurnia; pueden inspirar tales nobles, a quienes se niega su abolengo o a quienes no se les concede sino a beneficio de inventario, algn

    temor? Por lo dems, espero que se me disculpe el haber te

    nido que descender a estas pueriles explicaciones, a fin de

    dar cuenta de la pasin dominante de mi padre, pasin que

    fue el nudo del drama de mi juventud. En cuanto a m, no

    me vanaglorio ni me quejo de la antigua o de la nueva so

    ciedad. Aunque, en la primera, era yo el caballero o el viz

    conde de Chateaubriand, en la segunda soy Franois de

    Chateaubriand; prefiero mi nombre a mi ttulo.Mi seor padre habra llamado con gusto, como un gran

    feudatario de la Edad Media, a Dios el noble caballero de

    las alturas,y dado a Ni come des (el Nicom edes del Eva ngelio) el sobrenombre de santo caballero.Ah ora, de jan doa un lado a mi genitor,6llegamos desde Christophe, seor

    feudal de la Gurande, y descendiente en lnea directa de

    los barones de Chateaubriand, hasta m, Franois, seor

    sin vasallos ni dinero de la Valle-aux-Loups.

    Remontndonos en el linaje de los Chateaubriand, com

    puesto de tres ramas, y habindose extinguido las dos p ri

    meras, la tercera, la de los seores de Beaufort, prolonga

    da por una rama (los Chateaubriand de la Gurande), se

    empobreci, efecto inevitable de la ley del lugar: los hijos

    primognitos de las casas nobles se llevaban los dos ter

    cios de los bienes, en virtud de la costumbre de Bretaa;

    z o

    Ion segundones se repartan tan slo un tercio de la heren-

    iiii paterna. La descomposicin del exiguo patrimonio de

    rulos se operaba con mayor rapidez en cuanto se casaban:

    y com o el mism o rep arto de los dos ter cio s del tercio se

    produca tambin para sus hijos, estos hijos segundones deurgundones no tardaban en llegar al punto de tener que re-

    purtirse un pichn, un conejo, un apostadero para cazar

    putos y un perro de caza, por ms que siguieran siendoititos caballeros y poderosos seoresde un p alomar,7 de una

    i harca maloliente y de un coto de conejos. Vemos en lasuntiguas familias una gran cantidad de segundones; los seguimos durante dos o tres generaciones y luego desapare

    cen, tras haber descendido de nuevo poco a poco a llevar

    el arado o tras haber sido absorbidos por la clase trabaja

    dora,' sin que se sepa qu ha sido de ellos.

    El cabeza de linaje y de las armas de mi familia era, a

    comienzos del siglo xvm, Alexis de Chateaubriand, se

    or de la Gurande, hijo de Michel, quien tena un her

    mano, Amaury. Michel era el hijo de ese Christophe que

    haba sido confirmado en su extraccin de los seores de

    Beaufort y de los barones de Chateaubrian d po r la senten

    cia mencionada ms arriba. Alexis de la Gurande era viu

    do; era muy dado a la bebida, se pasaba el da empinandoel codo, llevaba una vida disoluta con sus sirvientas, y em

    pleaba los ms bellos ttulos de su casa para cubrir los ta

    rros de manteca.

    Ju nto con este cabeza de linaje y de las arm as, estaba

    su primo Franois, hijo de Amaury, segundn de Michel.

    Franois, nacido el 19 de febrero de 1683, posea los pe

    queos seoros de Touches y de la Villeneuve. Haba ca

    sado, el 27 de agosto de 171 3, con Ptronille-Claude Lamour,

    seora de Lanjgu, que le dio cuatro hijos: Franois-Hen-

    ri, Ren (mi padre), Pierre, seor de Plessis, y Joseph, se

    or de Pare. Mi abuelo, Fra nois, m uri el 28 de marzo de

    1729; mi abuela, a quien conoc en la infancia, conservaba

    c a p t u l o i

    2 1

    \

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    una bonita mirada risuea como una sombra de su juven

    tud. Viva, a la muerte de su marido, en la casa solariega de

    la Villeneuve, en los alrededores de Dinan. Toda la fortu

    na de mi abuela no sobrepasaba las 5.000 libras de renta,

    dos tercios de la cual, 3.232 libras, fue a parar al mayor de

    sus hijos; quedaban 1.668 libras de renta para los tres se

    gundones, de la que el mayor deduca an una mejora.

    Para colmo de males, el carcter de sus hijos contrari

    los planes de mi abuela: el mayor, Franfois-H enri, a quien

    haba correspondido la magnfica herencia del seoro dela Villeneuve, rehus contraer matrimonio y se hizo sacer

    dote; pero en vez de solicitar los beneficios a que hubiera

    podido aspirar por su nombre y con los que habra podido

    sostener a sus hermanos, no solicit nada por orgullo y

    despreocupacin. Se enterr en una parroquia de campo

    y fue suces ivame nte rector de Sa int-La un eu c y de Mer-

    drignac, en la dicesis de Saint-Malo. Era un apasionado

    de la poesa: he visto un buen nmero de versos suyos. El

    carcter jovial de esta especie de noble Rabelais, el culto

    que este cura cristiano haba consagrado a las musas en

    una casa parroquial provocaban la curiosidad. Daba todo

    lo que tena y muri insolvente.

    El cuarto hermano de mi padre, Joseph, se fue a Parsy se encerr en una bibl ioteca : cad a ao se le man dab an

    las 416 libras, su parte de segundn. Vivi en el anonimato

    con sus libros, ocupado en investigaciones histricas. Du

    rante su vida, que fue breve, escriba cada Ao Nuevo a su

    madre, nica seal de vida que diera jams. Sin gular d es

    tino el suyo! He aqu a mis dos tos, el uno erudito y el otro

    poeta; mi hermano mayor compona agradables versos;

    una de mis hermanas, madame de Farcy, posea verdad ero

    talento para la poesa; otra de mis hermanas, la condesa

    Lucile, canonesa, podra ser conocida por algunas pgi

    nas admirables; yo he emborronado una cantidad consi

    derable de papel. Mi hermano muri en el cadalso, mis

    2 2

    ilus hermanas abandonaron una vida llena de padecimien-

    Ins despus de haber languidecido en la crcel; mis dos t-

    iis no dejaron con qu pagar las cuatro tablas de su atad;

    lus letras han sido causa de mis alegras y de mis penas, y

    110 pierdo la esperanza. Dios mediante, de morir en el hos-|>ilal de los pobres.

    Al haber agotado mi abuela sus rec ursos para hacer al

    ile su hijo primognito y del segundo, nada p oda hacer

    V por los otros do s, Ren , mi pa dre, y Pierre , mi to. Esta

    Inmilia, que haba sembrado oro, segn su divisa, vea desde su casa solariega las ricas abadas que haba fundado y

    que albergaban las tumbas de sus antepasados. H aba p re

    sidido los Estados de Bretaa, como duea de una de sus

    nueve baronas; haba firmado tratados con soberanos, sa

    lido fiadora en Clisson y, sin embargo, no gozaba de crdi

    to bastante para obtener una subtenencia para el heredero

    de su apellido.

    A la pobre noble za bretona slo le quedaba un recu r

    so, la marina real: se trat de aprovecharlo para mi padre;

    pero primero haba que ir a Brest, costear su subsistencia,

    pagar maestros, comprar el uniforme, las armas, los libros,

    los instrumentos de matemticas: cmo sufragar todos

    estos gastos? E l despacho pedido al ministro de Marina nolleg, por falta de un protector que solicitara su expedi

    cin: la castellana de Villeneuve cay enferma de tristeza.

    Entonce s mi padre dio la primera muestra del carcter

    resuelto que yo le conoc. Tendra unos quince aos: ha

    biendo n otado la inquietud de su madre, se acerc al lecho

    donde ella estaba acostada y le dijo: No quiero seguir

    siendo una carga para usted. Tras esto, mi abuela se ech

    a llorar (le he odo contar mil veces a mi padre esta esce

    na). Ren respondi ella, qu quieres hacer? Trabajatus tierras. No dan para comer; djeme usted marchar.

    Bien dijo la madre , ve donde Dios quiere que vayas.

    Y en tre sol lozos abr az a su hijo. Esa misma noche, mi pa-

    c a p t u l o 1

    * 3

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    tire abandon la hacienda materna, lleg a Dinan, donde

    una de nuestras parientes le dio una carta de recomendacin para un vecino de Saint-Malo. El aventurero hurfa

    no se embarc, como voluntario, en una goleta armada,

    que se hizo a la vela algunos das despus.La pequea repblica de Saint-Malo defenda por aquel

    entonces en el mar el honor del pabelln francs. La go le

    ta se reuni con la flota que el cardenal de Fleury enviabaen ayuda de Estanislao, sitiado en Dnzig por los rusos.

    Mi padre ech pie a tierra y se encontr en la memorablebatalla que mil quinientos franceses libraron el 29 de mayo de 17 34 , a las rdene s del valien te bre tn De Brhan,

    conde de Pllo, contra cuarenta mil moscovitas, manda

    dos por Mnnich. De Brhan, diplomtico, guerrero y po e

    ta, cay muerto, y mi padre fue herido dos veces. Regres

    a Francia y volvi a embarcarse. Tras naufragar en las cos

    tas espaolas, unos salteadores de caminos lo desvalijaron

    en Galicia: tom un pasaje para Bayona en un navio y apa

    reci de nuevo en el hogar paterno. Su valor y su espritu

    disciplinado le haban hecho conocido. Pas a las islas; se

    enriqueci en la colonia y puso los cimientos para la nue

    va fortuna de su fam ilia .

    Mi abuela confi su hijo Ren a su otro hijo Pierre,monsieur de Chateaubriand de Plessis, cuyo hijo, Armand

    de Chateaubriand, fue fusilado, por orden de Bonaparte,

    el Viernes Santo del ao 1810. ste fue uno de los ltimos

    nobles franceses cados por la causa de la monarqua.' Mi

    padre se hizo cargo de la suerte de su hermano, por ms

    que, por la costumbre de sufrir, se form en l un carcter

    adusto que conserv toda su vida; el No n ignara m al9no

    es siempre cierto: la desgracia tiene tanto sus rigores como

    sus ternuras.

    Monsieur de Chateaubriand era alto y enjuto; tena la

    * Esto fue escrito en 1811 (Nota de 1831, Ginebra).

    2 4

    C A P T U L O I

    nariz aguilea, los labios delgados y plidos, los ojos hun

    didos, pequeo s y garzos o glaucos, como los de los leoneso de los antiguos brbaros. Jams he visto una mirada pa

    recida: cuando la clera asomaba a sus ojos, la pupila que

    echaba chispas pareca despegarse y salir disparada haciauno para herirlo como una bala.

    Una sola pasin dominaba a mi padre, la de su nom

    bre. Su estado de nimo habitual era una profunda tristeza que la edad no hizo sino acrecentar y un silencio del que

    slo le sacaban sus arrebatos. Avaro en la esperanza de de vo lver a su fam ilia su pr imer lustre , altivo en los dominios

    de Bretaa con los nobles, duro con sus vasallos en Com-

    bourg, taciturno, desptico y amenazador en el hogar, lonico que inspiraba su presencia era temor. De haber viv i

    do hasta la Revolucin y haber sido ms joven, habra d es

    empeado un papel destacado, o habra resistido hasta la

    muerte en su castillo. Sin duda posea genio: no dudo que

    al frente de la administracin o del ejrcito habra sido un

    hombre extraordinario.

    Fue a su regreso de Amrica cuando pens en tomar mu

    jer. N acido el 23 de se ptiembre de 17 18 , se cas con treinta y

    cinco aos, el 3 de julio de 1753, con Apolline-Jeanne-Su-

    zanne de Bede, nacida el 7 de abril de 1726, e hija del seorAnge An nib al, con de de Bede, seor de la Boutard ais. Se

    estableci con ella en Saint-Malo, donde haban nacido am

    bos a siete u ocho leguas, de suerte que desde su casa vean

    el horizonte en el que haban venido al mundo. Mi abuela

    materna, Marie-Anne de Ravenel de Boisteilleul, seora de

    Bede, nacida en Rennes, el 16 de octubre de 1698, haba si

    do educada en Saint-Cyr en los ltimos aos de madame de

    Maintenon: sus hijas heredaron su educacin.

    Mi madre, dotada de una gran inteligencia y de una

    imaginacin prodigiosa, se haba formado en la lectura de

    Fnelon, de Racine, de madame de Svign, y nutrido de las

    ancdotas de la corte de Luis XIV; se saba todo el Cyrus'

  • 7/25/2019 Chateaubriand - Memorias de Ultratumba - Libro 01 [Ed. El Acantilado]

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    L I B R O P R I M E R O

    de memoria. Apolline de Bede, de acusadas facciones,

    era morena, pequea y fea; la elegancia de sus modales, su

    vivo humor chocaban con la rig ide z y la flema de mi pa

    dre. Amante de la vida de sociedad tanto como l de la so

    ledad, tan petulante y animada como l indiferente y fro,no tena un solo gusto que no fuera el opuesto al de su es

    poso. Este contraste de caracteres la volvi melanclica,

    de ligera y alegre como era. Obligada a callar cuando loque hubiera querido era hablar, se desquitaba mediante

    una especie de ardiente tristeza entrecortada de suspiros,que nicamente interrumpa la muda tristeza de mi padre.

    Por su alma compasiva, mi madre era un ngel.

    C A P T U L O 2

    La Valle-aux-Loups,} i de dic iem bre de 18 11

    N A C I M I E N T O D E M I S H E R M A N O S Y H E R M A N A S MI V E N I D A

    AL MU ND O

    Mi madre dio a luz en Saint-Malo a un primer varn quemuri en la cuna, y que recibi el nombre de Geoffroy,

    como casi todos los primognitos de mi familia. A este hijo

    sigui otro y dos hijas que vivieron tan slo algunos meses.

    Estos cuatro hijos fallecieron de un derrame cerebral.

    Finalmente, mi madre trajo al mundo a un tercer varn, al

    que pusieron el nombre de Jean-Baptiste: es el que haba

    de convertirse con el tiempo en el yerno menor de mon

    sieur de Malesherbes. Despus de Jean-Baptiste nacieron

    cuatro hijas: Marie-Anne, Bnigne, Julie y Lucile, las cua

    tro de una rara belleza y cuyos dos hijos primognitos fue

    2 6

    c a p t u l o 2

    ron los nicos en sobrevivir a los vendavales de la Revolu

    cin. La belleza, frivolidad seria, queda cuando todas las

    dems se han esfumado. Yo fui el ltimo de estos diez hi

    jos. Es pr ob ab le que mis cuatro hermanas deban su exis

    tencia al deseo de mi padre de asegurar la pervivencia de

    su apellido mediante el nacimiento de un segundo varn;

    yo me res ist a, po rque tena avers in a la vid a.

    He aqu mi fe de bautismo:

    Partida de bautismo de los registros del estado civil

    del municipio de Saint-Malo para el ao 1768.Frangois-Ren de Chateaubriand, hijo de Ren de

    Chateaubriand y de Pauline-Jeanne-Suzanne de Bede, su

    esposa, nacido el 4 de septiembre de 17 68 , bautizado al da

    siguiente por nos, Pierre-Henry Nouail, gran vicario del

    obispo de Saint-Malo. Han sido padrinos Jean-Baptiste de

    Chateaubriand, su hermano, y madrina Frangoise-Ger-

    trude de Contades, abajo firmantes, y el padre. As consta

    en el registro: Contades de Plour, Jean-Baptiste de Cha

    teaubriand, Brignon de Chateaubriand, de Chateaubriandy Nou ai l, vicario gene ra l.

    Como se ve, estaba equivocado respecto a lo que dije

    en mis obras: me crea nacido el 4 de octubre y no el 4 de

    septiembre; mis nombres de pila son: Frangois-Ren, y noFranqois-AugusteS

    La casa en que vivan a la sazn mis padres estaba si

    tuada en una calle lbrega y estrecha de Saint-Malo, lla

    mada la calle de los Judos: esta casa es hoy da una posa

    da. La habitacin donde mi madre dio a luz domina una

    parte desierta de las murallas de la ciudad, y por las venta

    nas de esta habitacin se ve un mar que se extiende hasta

    donde se pierde la vista, topando con los escollos. Tuve

    ' Veinte das antes que yo, el 15 de agosto de 1768, naca en otra is

    la, en el extremo opuesto de Francia, el hombre que ha puesto fin a laantigua sociedad, Bonaparte.

    2 7

  • 7/25/2019 Chateaubriand - Memorias de Ultratumba - Libro 01 [Ed. El Acantilado]

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    L I B R O P R I M E R O

    por padrino, como reza mi fe de bautismo, a mi hermano,

    y por madrina a la condesa de Plour, hija del mariscal de

    Contades. Estaba casi muerto cuando vine al mundo. El

    bramido de las olas, encrespadas por una borrasca que

    anunciaba el equinoccio de otoo, impeda or mis gritos:

    me han contado a menudo estos detalles; su tristeza no se

    ha borrado nunca de mi memoria. No pasa da sin que,

    meditando acerca de lo que he sido, no vuelva a ver en mi

    imaginacin el peasco sobre el cual nac, la habitacin

    donde mi madre me infligi la vida, la tempestad cuyo ruidoacun mi primer sueo, el desdichado hermano que me

    dio un nombre que casi siempre he llevado en la desgracia.

    El cielo pareci haber reunido estas distintas circunstan

    cias para poner en mi cuna la imagen de mi destino.

    C A P T U L O 3

    La Valce-aux-Loups, enero de 1812

    PLA NCO UT VOTO COMB OURG PLAN DE MI PADRE PARA

    MI E D U C A C I N L A V I L L E N E U V E L U C I LE L A S S E O R I T A S

    C O U P P A K T S O Y U N M A L A L U M N O

    rplan pronto como sal del claustro materno, sufr mi pri

    mer destierro; me relegaron a Plancout, un bonito pue

    blo situado entre Dinan, Saint-Malo y Lamballe. El nico

    hermano de mi madre, el conde de Bede, haba construi

    do cerca de este pueblo el castillo de Monchoix .Las pose

    siones de mi abuela materna se extendan por los alrede

    dores hasta el burgo de Corseul, las Curiosolites" de los

    Comentariosde Csar. Mi abuela, viuda desde haca largo

    tiempo, viva con su hermana, mademoiselle de Boisteil-

    28

    c a p t u l o 3

    leul, en una aldea separada de Plancout por un puente, y

    que se llamaba LAbbaye , por una abada de benedictinos,

    consagrada a Nuestra Seora de Nazaret.

    Mi ama de cra se qued seca; otra pobre cristiana me

    dio su pecho. Me puso bajo la advocacin de la patrona

    del lugar. Nuestra Seora de Nazaret, y le prometi que yo

    vesti ra en su honor de azul y b lan co hasta la edad de siete

    aos. Apenas haba vivido unas pocas horas, cuando ya lapesadumbre del tiempo estaba impresa en mi frente. P or

    qu no me dejaran morir? Entraba en los designios deDios el conceder a ese voto de oscuridad y de inocencia lapreservacin de una vida que estaba destinada a alcanzaruna vana fama.

    Este voto de la aldeana bretona no es ya de este siglo:haba un no s qu de enternecedor, sin embargo, en esa

    intervencin de una Madre divina que haca de mediado

    ra entre un nio y el cielo, y que comparta las preocupa

    ciones de la madre terrenal.

    Al cabo de tres aos me tra jeron de nuevo a Sa int -Ma-

    lo; haca ya siete que mi padre haba recuperado las tierras

    de Combourg. Deseaba recobrar los dominios en los quehaban vivido sus antepasados; pero no pudiendo en tablar

    negociaciones ni por el seoro de Beaufort, que haba recado en la familia de Goyon, ni por la barona de Chateau

    briand, que haba ido a parar a la casa de Cond, volvi

    sus ojos hacia Combourg, que Froissart escribe Combour:

    varias ramas de mi familia lo haban posedo mediante en

    laces matrimoniales con los Cotquen. Combourg consti

    tua una defensa de Bretaa contra las incursiones norman

    das e inglesas: Junken, obispo de Dol, lo mand construir

    en 1016; el torren data de 1100. El mariscal de Duras, que

    posea Combourg por su mujer, Maclovie de Cotquen,nacida de una Chateaubriand, lleg a un acuerdo con mi

    padre. E l marqus de Hallay, oficial de granaderos monta

    dos de la guardia real, quiz demasiado conocido por su

    2 9

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    L I B R O P R I M E R O

    arrojo, es el ltimo de los Cotquen-Chateaubriand: mon

    sieur de Hallay tiene un hermano. El mismo mariscal de

    Duras, en calidad de pariente poltico nuestro, nos presen

    t posteriormente, a mi hermano y a m, a Luis XVI.

    Yo fui destinado a la marina real: la aversin po r la

    corte era algo natural para todo bretn, y en particular pa

    ra mi padre. La aristocracia de nuestros Estados reafirma

    ba en l este sentir.Cuando me llevaron de nuevo a Saint-Malo, mi padre

    estaba en Combourg, mi hermano en el colegio de Saint-Brieu; mis cuatro hermanas vivan con mi madre.

    Todo el afecto de sta estaba concentrado en su hijo

    primognito: no es que no quisiera al resto de sus hijos, pe

    ro demostraba una ciega predileccin por el joven conde

    de Combourg. Verdad es que yo, como varn, como el l

    timo nacido, como el caballero (as me llamaban), contaba

    con algunos privilegios sobre mis hermanas; pero, en defi

    nitiva, estaba en manos extraas. A mi madre, mujer ador

    nada de una gran inteligencia y virtud, le preocupaban, por

    otra parte, los compromisos sociales y los deberes de la re

    ligin. La condesa de Plour, mi madrina, era su amiga n

    tima; se vea tambin con los parientes de Maupertus y del

    abate Trublet. Le gustaban la poltica, el mundanal ruido,porque en Saint-Malo se discuta de poltica, como entre

    los monjes de Saba en el barranco del Cedrn;11 se lanz de

    cabeza y con entusiasmo en el affaireLa Chalotais. El humor

    regan que gastaba en casa, su mente distrada, su espri

    tu cicatero nos impidieron al principio reconocer sus ad

    mirables cualidades. Capaz de orden, sus hijos llevaban

    una vida desordenada; de generosidad, daba la impresin

    de ser avariciosa; de dulzura d e espritu, siempre regaaba:

    mi padre era el terror de los criados, mi madre su azote.

    Los primeros sentimientos de mi vida nacieron de este

    carcter de mis padres. Yo me apegu a la mujer que cui

    daba de m, una excelente criatura llamada la Villeneuve,

    3

    cuyo nombre escribo lleno de gratitud y con lgrimas en

    los ojos. La Villeneuve era una especie de superintenden-

    le de la casa, que me llevaba en brazos, me daba, a escon

    didas, todo cuanto poda encontrar, me secaba las lgrimas,

    me besaba, me castigaba a un rincn para volver a coger

    me y susurrarme siempre: ste no ser orgulloso! Qu

    buen corazn tiene! No desprecia a los pobres! Toma, hi

    jo mo, y me at iborraba de vin o y de azcar.

    Mis simpatas de nio hacia la Villeneuve pronto se

    viero n dominadas po r una amistad ms digna.Lucile, la cuarta de mis hermanas, tena dos aos ms

    que yo. Como segundona no favorecida, su vestimenta se

    compona tan slo de lo que sus hermanas no queran. Ima

    ginaos a una nia flaca, demasiado alta para su edad, con

    unos brazos desmadejados, un aire tmido, que hablaba

    con dificultad y era incapaz de aprender nada; ponedle un

    ve stido que no sea de su de tal la; aju stad su pecho dentro

    de un corpio de piqu cuyas ballenas le llaguen los costados;

    sostened su cuello con un collar de hierro guarnecido de

    terciopelo oscuro; recoged sus cabellos en la parte supe

    rior de su cabeza, aseguradlos con una toca de tela negra, y

    tendris a la miserable criatura que me impresion a mi

    vuelt a al hogar pater no . Nad ie hubie ra sospechado en es ta desmedrada Lucile el talento y la belleza que un da haban de brillar en ella.

    Me la entregaron como un juguete; yo no abus de mi

    poder; en vez de someterla a mi voluntad, me convert en

    su defensor. Todas las maanas me llevaban con ella a ca

    sa de las hermanas Couppart, dos ancianas jorobadas ves

    tidas de negro, que enseaban a leer a los nios. Lucile lea

    muy mal; yo lea todava peor. La rean; yo araaba a las

    hermanas; mi madre reciba muchas quejas. Comenc a

    ser tenido por un golfo, un rebelde, un holgazn, un asno,

    en definitiva. Mis padres compartan estas mismas ideas:

    mi padre deca que todos los caballeros de Chateaubriand

    C A P I T U L O 3

    3 i

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    L I B R O P R I M E R O

    haban sido cazadores de liebres, unos borrachos y unos

    pendencieros. Mi madre suspiraba y grua viendo el des

    alio de mi indumentaria. Pese a que era un nio, las pala

    bras de mi padre me sublevaban; cuando mi madre, como

    broche de oro a sus reprimendas, elogiaba a mi hermanocalificndolo de Catn, de hroe, yo me senta dispuesto a

    hacer todo el mal del que me crean capaz.

    Mi maestro de caligrafa, monsieur Desprs, con su

    peluca de marinero, no es que estuviera ms contento de

    m que mis padres; me haca copiar eternamente, escritosde su puo y letra, estos dos versos a los que les cog ho

    rror, no a causa de la falta gramatical que contienen:

    Cest vous mon esprit qu ije veux parler:

    Vous avez des dfauts que je rte puis cele r.l>

    Ac om pa a ba sus rep rim endas de puetaz os que des

    cargaba sobre mi cuello, llamndome cabeza de achcre;

    quera decir achore?* No s lo que es una cabeza de ach

    c r e pero tengo para m que deba de ser algo espantoso.

    Saint-Malo no es ms que un peasco. Se alzaba en otro

    tiempo en medio de una salina, y se convirti en una isla

    por la irrupcin del mar que, en el ao 709, excav el gol

    fo y puso el monte Saint-Michel en medio de las olas. En laactualidad, el peasco de Saint-Malo se halla unido a tierra

    firme solamente por un malecn llamado poticamente el

    Silln.1 El Silln es azotado por un lado por la pleamar,

    por otro lo lava el oleaje que da un rodeo para entrar en el

    puerto. Una tempestad lo destruy casi por entero en 173 0.

    Durante las horas de reflujo, el puerto queda en seco y, en

    las orillas este y norte del mar, se descubre una playa de la

    ms hermosa arena. Es posible entonces dar la vuelta a mi

    nido paterno. A l lado y a lo lejos, hay diseminados peascos,

    fuertes, islotes deshabitados: el Fort-Royal, la Conche,

    * "A/cup, un calavera.

    31

    C A P T U L O 4

    Cczembre y el Grand-B, donde estar mi tumba; haba

    elegido bien sin saberlo: be,en bretn, significa tumba.

    En el extremo del Silln, donde se alza un calvario, hay

    un montculo de arena al borde del mar abierto. Este m on

    tculo se llama la Hoguette; est rematado por una vieja

    horca: sus palos nos servan para jugar a las cuatro esqui

    nas; se los disputbamos a las aves de la costa. Sin embar

    go, nos entraba una especie de terror cuando nos detena

    mos en este lugar.

    Tambin se encuentran all losMiis ,unas dunas en lasque pacan los cordero s; a la derecha estn los prados de la

    parte baja del Param, el camino de posta de Saint-Servan,

    el cementerio nuevo, un calvario y unos molinos sobre unos

    cerros, como los que se alzan sobre la tumba de Aquiles a

    la entrada del Helesponto.

    C A P T U L O 4

    VI DA DE MI A B U E L A M A T E R N A Y DE SU H E R M A N A , EN P L A N -

    C O U T MI T O , E L C O N D E D E B E D E , E N M O N C H O I X D I S

    P E N S A D E L V O T O D E M I N O D R I Z A

    Hstaba a punto de cumplir siete aos; mi madre me llev

    a Plancout, para que se me dispensara del voto de mi no

    driza; nos alojamos en casa de mi abuela. Si he conocido la

    felicidad, ha sido sin duda en esta casa.

    Mi abuela ocupaba, en la ru du Hameau de LA bbaye,

    una casa cuyos jardines descendan en terraza a un vallejo,

    en cuyo fondo haba una fuente rodeada de sauces. Ma

    dame de Bed e no poda ya andar, pero al margen de esto,

    no tena ninguno de los achaques propios de su edad: era

  • 7/25/2019 Chateaubriand - Memorias de Ultratumba - Libro 01 [Ed. El Acantilado]

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    L I B R O P R I M E R O

    una agradable anciana, gorda, blanca, aseada, con mucha

    clase, buenos y nobles modales, que vesta unos trajes con

    pliegues a la antigua e iba tocada con una cofia negra con en

    cajes, anudada debajo de la barbilla. Su espritu era culti

    va do , su conv ersaci n gr av e, su humor ser io. La cu idab asu hermana, mademoiselle de Boisteilleuil, que no se le

    pareca ms que en la bondad. Era sta un ser menudo y

    delgado, jovial, parlanchn y burln. Haba querido a un

    tal conde de Trmigon, el cual, tras haberse comprometi

    do con ella, haba incumplido su promesa. Mi ta se habaconsolado celebrando sus amores, pues era poetisa. Re

    cuerdo haberla odo a menudo tararear gangosamente,

    con las lentes sobre la nariz, mientras borda ba para su her

    mana unos manguitos de doble vuelta, un aplogo que em

    pezaba as:

    Un pervier aimait une fauvetteEt, ce dit-on, il en tait aim;'6

    lo que me ha parecido siempre singular para un gaviln.

    La cancin terminaba con este estribillo:

    Ah! Trmigon, la fab le est-elle obscure?

    Ture lure .'7

    Cuntas cosas acaban en este mundo como los amores

    de mi ta!, turur!

    Mi abuela confiaba a su hermana los quehaceres de la

    casa. Com a a las once de la maana, h aca la siesta; a la una

    se despertaba; la llevaban a las terrazas inferiores del jar

    dn, bajo los sauces de la fuente, donde haca calceta, rodea

    da de su hermana, de sus hijos y nietos. En aquel tiempo, la

    vejez era una dign idad ; hoy es una carga. A las cuatro, vo l

    van a l le va r a mi ab ue la a su sa ln; Pie rr e, el cr ia do , pr e

    paraba una mesa de juego; mademoiselle de Boisteilleul

    golpeaba las tenazas contra la plancha de la chimenea, e

    34

    C A P T U L O 4

    instantes despus se vea entrar a otras tres viejas solte

    ronas que salan de la casa vecina a la llamada de mi ta.

    lisias tres hermanas eran con ocidas como las seoritas Vil-

    clcnoux; hijas de un noble empobrecido, en vez de repar-

    lirsc su exigua herencia, haban optado por disfrutarla en

    comn, sin haberse separado nunca ni haber salido jams

    de* su pueblo natal. Unidas desde su infancia a mi abuela,

    viv an puert a con puerta e iban todos los das, a la seal

    convenida de la chimenea, a echar la partida de cuatrillo

    con su amiga. Apenas comenzado el juego, las buenas seoras se peleaban: ste era el nico acontecimiento de sus

    vid as, el nico momento en que su humo r inva ria ble se ve

    a alt era do . La cen a, a las ocho , tra a de nuevo la sere ni

    dad. Mi to De Bede, con su hijo y sus tres hijas, asista a

    menudo a la cena de la abuela. sta contaba mil historias

    de los viejos tiempos; mi to, a su vez, relataba la batalla de

    Fontenoy, en la que haba tomado parte, y pona el broche

    final a sus jactancias con historias un tanto subidas de to

    no que hacan morirse de risa a las honestas seoritas. A

    las nueve, una vez terminada la cena, entraban los criados;

    se arrodillaban, y mademoiselle de Boisteilleul deca la

    plegaria en voz alta. A las diez, todos en la casa dorman, a

    excepcin de mi abuela, que le peda a su doncella que leleyera hasta la una de la noche.

    Esta sociedad, la primera que me fue dado observar en

    mi vida, fue tambin la primera que vi desaparecer. Vi en

    trar la muerte bajo este techo de paz y de bendicin, vol

    vindo lo poco a po co solit ario, ce rrar una habitaci n y

    luego otra que ya no volva a abrirse. He v isto a mi abuela

    obligada a renunciar a su cuatrillo, a falta de su compaa

    habitual; he visto disminuir el nmero de esas fieles ami

    gas, hasta el da en que mi abuela fue la ltima en caer. Ella

    y su hermana se haba n prom etido reunirse en cua nto una

    de ellas se adelantara a la otra; cumplieron su palabra, y

    madame de Bede no sobrevivi ms que unos meses a

    35

  • 7/25/2019 Chateaubriand - Memorias de Ultratumba - Libro 01 [Ed. El Acantilado]

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    L I B R O P R I M E R O

    mademoiselle de Boisteilleul. Quiz soy el nico hombre

    en el mundo que sabe que estas personas han existido.

    Veinte veces, desde esa po ca, he observado lo mismo; ve in

    te veces se han form ado y disuelto crculos sociales a mi al

    rededor. Esta imposible duracin y prolongacin de las re

    laciones humanas, este profundo olvido que nos sigue, este

    invencible silencio que se apodera de nuestra tumba y se

    extiend e ms all de nuestra casa me recuerdan sin cesar la

    necesidad de aislamiento. Cualquier mano es buena paradarnos el vaso de agua que podemos necesitar en la fiebre

    de la muerte. Ah, quiera el cielo que no sea una mano de

    masiado querida para nosotros!, pues, cmo abandonar

    sin desesperacin la mano que se ha cubierto de besos y

    que se querra tener eternamente sobre el prop io corazn?

    El castillo del conde de Bede estaba a una legua de

    Plancout, en una posicin elevada y amena. Todo resp ira

    ba alegra; la hilaridad de mi to era inagotable. Tena tres

    hijas, Caroline, Marie y Flore, y un hijo, el conde de La

    Boutardais, consejero del Parlamento, quienes compar

    tan las expansiones de su buen humor. Monchoix estaba

    lleno de primos de la vecindad; se tocaba msica, se baila

    ba, se cazaba, todo era puro regocijo de la maana a la noche. Mi ta, madame de Bede, que vea cmo mi to dila

    pidaba alegremente su caudal y sus rentas, se enojaba consobrada razn; pero no se le haca caso, y su mal humor no

    haca sino aumentar el buen humor de la familia; tanto ms

    cuanto que mi ta estaba sujeta tambin a muchas manas:

    tena siempre en su regazo un gran perro de caza ladrador,

    y le segua a todos los lug ares un jaba l amaestrado que de

    jaba o r sus gru ido s po r todo el casti llo . Cu an do yo lle ga

    ba de la casa paterna, tan sombra y silenciosa, a esta casa

    de fiesta y de jolgorio, me encontraba en un verdadero pa

    raso. Este contraste se hizo ms llamativo cuando mi fam ilia

    se estableci en el campo: pasar de Com bourg a M onchoix

    era como pasar del desierto al mundo, del torren de un3 6

    c a p t u l o 4

    Imion de la Edad Media a la villa de un prncipe romano.

    MI da de la Ascens in del ao 17 75 , pa rt de casa de mi

    abuela, con mi madre, mi ta De Boisteilleul, mi to De Be-

    ilo y sus hijos, mi nodriza y mi hermano de leche, para

    Nuestra Seora de Nazaret. Iba yo ataviado con un hbito

    blanco, zapatos, guantes y sombrero tambin blancos, y un

    1 ngulo de seda azul. Subimos a la abada a las diez de la

    maana. Embelleca el convento, situado a la vera del ca

    mino, un aejo quincunce de olmos de tiempos de Juan Vle Bretaa.'8Del quincunce de olmos se entraba en el ce

    menterio; para llegar a la iglesia todo cristiano tena que

    atravesar la zona de las tumbas: a travs de la muerte sellega a la presencia de Dios.

    Los religiosos ocupaban ya las sillas del coro; ilumina

    ba el altar una multitud de cirios; las lmparas pendan de

    diferentes bvedas: hay en los edificios gticos lontanan

    zas y como una sucesin de horizontes. Los maceros salie

    ron, en ceremonia, a recogerme a la puerta y me condu

    jeron hasta el coro . A ll ha ba prep arad as tres sillas: yo me

    coloqu en la del medio; mi nodriza a mi izquierda, y mihermano de leche a mi derecha.

    Dio comienzo la misa: en el ofertorio, el celebrante sevo lvi hac ia m y ley unas orac ione s; tras lo cual me des

    pojaron de mi hbito blanco, que fue colgado como ex vo

    to deba jo de una efigie de la Virgen. Me revistieron con un

    hbito de color morado. El prior pronunci un discurso

    sobre la eficacia de los votos; record la historia del barn

    de Chateaubriand que haba viajado a Oriente con san Luis;

    me dijo que quiz tambin yo visitara, en Palestina, a esta

    Vir gen de Na zaret, a quien de ba la vida po r la intercesin

    de las oraciones del pobre, siempre poderosas ante Dios.

    Este monje, que me contaba la historia de mi familia como

    el abuelo de Dante le contaba la de sus mayores, habra

    podido tambin aadir, como Cacciaguida, la prediccin

    de mi destierro.

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    L I B R O P R I M E R O

    Tu proverai si comme s di sale

    Il pane altrui, e com duro calleLo scendere e7salir per laltrui scale.E quel che pi ti graver le spalle,

    Sar la compagnia malvagia e scempia,

    Con la qual tu cadrai in questa valle;

    Che tutta ingrata, tutta matta ed empia

    Si far contra te (...)

    Di sua bestialitate il suo processo

    Sar la pruova: s cba te sia hello Averti fatta parte, per te stesso.

    Comprobars cun amargo sabe el pan ajeno, y lo duro

    que resulta subir y bajar las escaleras de otros. Pero la carga ms pesada para tus hombros, en este triste valle de l

    grimas, ser la compaa necia y malvada que te arrastrar

    en su cada, y se volver contra ti (...). Su conducta ser la

    mejor prueba de su estupidez; as que hars bien en apar

    tarte de ella por ti m ismo.Desde la exhortacin del benedictino,'9 siempre so

    con la peregrinacin a Jerusaln, y termin por llevarla a

    cabo.

    Fui consagrado a la religin, los restos de mi inocenciadescansaron sobre sus altares: no son mis ropas las que ha

    bra que colgar hoy de sus templos, sino mis miserias.

    Me llevaron de nuevo a Saint-Malo. Saint-Malo no es

    el Aleth de la notitia imperir. los romanos situaron con

    ms acierto Aleth en el barrio de Saint-Servan, en el puer

    to militar llamado Solidor,en la desembocadura del Ran

    ee. Enfrente de Aleth haba un peasco, est in conspectu

    Tenedos,10no el refugio de los prfidos griegos, sino el re

    tiro del ermitao Aarn, quien, en el ao 507, fij su resi

    dencia en esta isla; es la fecha de la victoria de Clodoveo

    sobre Alarico; el uno fund un pequeo convento, el otro

    una gran monarqua, edificios igualmente derrumbados.

    38

    C A P T U L O 4

    Mlo, en latn Maclovtus, Macutus, Machutes, consagra

    do obispo de Aleth en 541, atrado por su gran fama, visi-

    I11 a Aarn. Capelln del oratorio de este ermitao, tras la

    muerte del santo erigi una iglesia cenobial, in praedio

    Miichutis. 1 ' Este nombre de Malo pas a la isla, y a continuacin a la villa Ma clovium, Maclopolis.

    Desde san Malo, primer obispo de Aleth, hasta san Juan

    llamado de la Grille, consagrado en 1140 y que hizo construir la catedral, se cuentan cuarenta y cinco obispos. Al

    haber sido Aleth casi destruida por entero en n 72, Jean dela Grille traslad la sede episcopal de la villa romana a la

    ciudad bretona que creca sobre el peasco de Aarn.

    Saint-Malo haba de pade cer mucho en las guerras que

    sobrevinieron entre los reyes de Francia y de Inglaterra.

    El conde de Richemont, ms tarde Enrique VII de In

    glaterra, con quien se puso fin a las rivalidades de la Rosa

    Blanca y de la Rosa Roja,11 fue conducido a Saint-Malo.

    Entregado por el duque de Bretaa a los embajadores de

    Ricardo, stos lo llevaron a Londres para darle muerte. Tras

    escapar de sus guardianes, se refugi en la catedral, A sy

    lum quod in ea urbe est inviolatissimum :2 este derecho de

    asilo Min ihi24 se remontaba a los druidas, prim eros sace r

    dotes de la isla de Aarn.Un obispo de Saint-Malo fue uno de los tres favoritos

    (los otros dos eran Arthur de Montauban y Jean Hingaut)

    que arruinaron la vida del infortunado Giles de Bretaa:as consta en la Triste historia de G iles, seor de Chateau

    briand y de Chantoc, prncipe de la sangre de Francia y de

    Bretaa, estrangulado en prisin po r los esbirros del favo ri

    to, el 24 de abril de 1450.

    Existe una hermosa capitulacin entre Enrique IV y

    Saint-Malo: la ciudad negocia de poder a poder, protege a

    quienes se han refug iado den tro de sus murallas, y obtiene

    licencia, por una ordenanza de Philibert de la Gu iche, gran

    maestre de artillera de Francia, para hacer fundir cien pie

  • 7/25/2019 Chateaubriand - Memorias de Ultratumba - Libro 01 [Ed. El Acantilado]

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    L I B R O P R I M E R O

    zas de can. Nada se pareca ms a Venecia (exceptuan

    do el sol y las artes) que esta pequea repblica de Saint-Malo por su religin, sus riquezas y su caballera marina.Prest apoyo a la expedicin de Carlos V en frica y auxi

    lio a Luis XIII en el sitio de La Rochelle. Paseaba su pabe

    lln por todos los mares, mantena relaciones con Moka,Surat, Pondicherry, y una compaa formada en su seno

    exploraba los Mares del Sur.

    Contando desde el reinado de Enrique IV, mi ciudadnatal se distingui por su abnegacin y fidelidad a Fran

    cia. Los ingleses la bomb ardearon en 169 3; lanzaron sobre

    ella, el 29 de noviembre de ese ao, una mquina infernal,entre cuyos restos he jugado yo a menudo con mis compa

    eros. La bombardearon de nuevo en 1758.Los maluinos prestaron sumas considerables a Luis XIV

    durante la guerra de i7 0 i: 16 en agradecimiento por este

    servicio, l les confirm el privilegio de defenderse por sucuenta; quiso que la tripulacin del primer navio de la marina real estuviera formado exclusivam ente po r marineros

    de Saint-Malo y de su territorio.En 1771, los maluinos repitieron su sacrificio y presta

    ron treinta millones a Luis XV. El famoso almirante Ansondesembarc en Cancale, en 1758, y prendi fuego a Saint-

    Servan. En el castillo de Saint-Malo, La Chalotais escribien unas piezas de ropa blanca, con un mondadientes, agua

    y holl n, aqu ellas memorias que a rmaron tanto ruido y queya nad ie recuerda . Unos acontecim ien tos borran otros

    acontecimientos: inscripciones grabadas sobre otras inscripciones constituyen las pginas de la historia de los pa

    limpsestos.Saint-Malo proporcionaba a nuestra marina los mejo

    res marineros; el papel general que stos desempearonpuede verse en el volumen infolio, p ublicado en 1682, con

    el ttulo de Papel general de los oficiales, marinos y marine

    ros de Saint-Malo. Hay unos Fueros de Saint-Malo, impre

    4 0

    C A P T U L O 4

    sos en la coleccin de las Costumbres Generales. En losarchivos de la ciudad abundan las cartas de privilegios tiles para la historia y el derecho martimo.

    Saint-Malo es la patria de Jacq ues Cartier, el Cristbal

    Coln de Francia, que descubri Canad. Los maluinos dejaron tambin su imp ron ta en el extrem o opuesto de Am rica, en las islas que llevan su nombre: las islas Malvinas.

    Saint-Malo es la ciudad natal de Duguay-Trouin, uno

    de los ms grandes hombre de mar que hayan existido; y,en nuestros das, ha dado a Francia a Surcouf. El clebreMah de la Bourdonnais, gobernador de la le-de-France,

    naci en Saint-Malo, igual que Lamettrie, Maupertuis, el

    abate Trublet, de quien Voltaire hizo burla: no est nadamal para un lugar que no iguala en extensin a los jardinesde las Tulleras.

    El abate de Lamennais ha dejado muy atrs a estos pequeos expone ntes literarios de mi patria chica. Broussaisnaci igualmente en Saint-Malo, as como mi noble amigo,el conde de La Ferronnays.

    Por ltimo, para no omitir nada, recordar a los alanos

    que formaban la guarnicin de Saint-Malo:27 descendan

    de esos famosos perros, compaeros de fatigas en las Ga-lias, que, segn Estrabn, libraban con sus amos batallas

    campales contra los romanos. Alberto el Gran de, religiosode la Orden dominica, autor no menos serio que el gegrafo griego, de clara que en Saint-Malo la custodia de un

    lugar tan importante era confiada todas las noches a la fidelidad de unos alanos que hacan una eficaz y segura ronda. Fueron condenados a la pena capital por haber teni

    do la desgracia de comerse sin la menor consideracin laspiernas de un hombre de noble cuna; lo cual ha dado pieen nuestros das a la cancin: Bon voyage. Se hace chacotade todo. Se envenen a los criminales; uno de ellos se neg a tomar el alimento de las manos de su guardin, que

    lloraba; el noble animal se dej morir de inanicin: los pe

    4 1

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    rros, igual que los hombres, son castigados por su fideli

    dad. Tambin el Capitolio, lo mismo que mi Dlos, estaba

    custodiado por unos perros, que no ladraban cuando Es-

    cipin el Africa no iba all al alba a orar.

    Recinto de murallas de pocas distintas que se dividen

    en gra nde s y pequ e as , y por las que uno se pasea, Saint-Malo est defendido an por el castillo que he menciona

    do, y que la duquesa Anne ampli con torres, bastiones y

    fosos. Vista desde fue ra, la ciudad insular se asemeja a unaciudadela de granito.

    Es en la playa que da a mar abierto, entre el castillo y el

    Fort Royal, donde se renen los nios; es all donde yo me

    cri, compaero de las olas y de los vientos. Uno de los pr i

    meros placeres de que disfrut fue enfrentarme a las tor

    mentas, jugar con las olas que se retiraban delante de m, o

    bien corran tras de m por la orilla. Otra de las diversiones

    consista en construir, con la arena de la playa, monumen

    tos que mis compaeros llamabanfour s. Desde esa poca,

    he credo a menudo levan tar para la eternidad castillos que

    se han venido abajo ms rpid o que mis palacios de arena.

    Estando mi suerte irrevocablemente fijada, fui aban

    donado a una infancia ociosa. Algunas nociones de dibu jo,de lengua inglesa, de hidrografa y de matemticas pare

    cieron ms que suficientes para la educacin de un chi

    quillo destinado de antemano a la ruda vida de marino.

    Creca sin estudios en mi familia; no vivamos ya en la

    casa en que haba nacido; mi madre ocupaba un palacete,

    en la place Saint-Vincent, casi enfrente de la puerta de la

    ciudad que comunicaba con el Silln. Los pillastres de

    la ciudad se haban convertido en mis ms queridos ami

    gos; llenaba de ellos el patio y las escaleras de la casa. Me

    pareca a ellos en todo; hablaba su mismo lenguaje; tena

    sus mismos modales y facha; vesta igual que ellos, des

    abrochad o y despechugado; mis camisas estaban hechas ji

    rones; jams tena un par de medias que no tuvieran mil

    4 2

    c a p t u l o 4

    agujeros; arrastraba unos zapatos de mala calidad con las

    suelas gastadas, que se me salan a cada paso; a menudo

    perda el sombrero y a veces hasta la casaca. Lle vaba la ca

    ra llena de manchones, rasguos y moretones, las manos

    negras como el carbn. Tan extrao era mi rostro, que mi

    madre, en medio de su clera, no poda dejar de rer y deexclamar: Qu feo es!

    Y, sin em bargo, me gusta ba, y sie mp re me ha gustado,

    la limpieza, incluso la elegancia. Por la noche, trataba deremendar mis andrajos; la buena de la Villeneuve y mi Lu

    cile me ayudaban a echar un zurcido a mis ropas, para aho

    rrarme as penitencias y reprimendas; pero sus remiendos

    no servan sino para hacer an ms extraa mi indumen ta

    ria. Me senta desolado, sobre todo cuando apareca de

    sastrado en medio de los nios, orgullosos de sus trajesnuevos y de su elegancia y lujo en el vestir.

    Mis convecinos tenan algo de extrao, que recordaba

    a Espaa. Algunas familias maluinas se haban establecido

    en Cdiz; familias de Cdiz residan en Saint-Malo. La in

    sularidad, el malecn, la arquitectura, las casas, las mura

    llas de granito de Saint-Malo le daban un cierto aire de fa

    milia con Cdiz: cuando visit esta ltima ciudad, meacord de la primera.

    Encerrados de noche bajo la misma llave en su ciudad,los maluinos formaban una nica familia. Sus costumbres

    eran tan inocentes que unas jvenes que encargaba n cintas

    y gasas a Pa rs pasab an po r mundanas, y sus esca nd ali

    zadas compaeras les daban de lado. Un desliz era algo

    inaudito: las simples sospechas sobre una tal condesa de

    Abb ev il le die ron pie a una en decha que la gen te cantaba

    persignndose. Sin embargo, el poeta, fiel, a pesar de to

    do, a la tradicin de los trovadores, se declaraba en contradel marido a quien llamaba monstruo brbaro.

    Ciertos das del ao, los habitantes de la ciudad y del

    campo se daban cita en unas ferias llamadas assembles,

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    que se celebraban en las islas y en unos fuertes de los alrededores de Saint-Malo; se dirigan all a pie cuando habamarea baja, en barca cuando haba marea alta. La multi

    tud de marineros y de campesinos; las carretas entolda

    das; las recuas de caballos, de asnos y de mulos; la concurrencia de vendedores; las tiendas plantadas en la orilla;

    las procesiones de monjes y de cofradas que andaban con

    sus estandartes y cruces por entre el gento; las chalupas

    que iban y venan a remo o a vela; las barcas que entrabanen el puerto, o que estaban fondeadas en la drsena; lassalvas de artillera, el voltear de las campanas, todo contribua a infundir a estas reuniones bullicio, animacin y c o

    lorido.Yo era el nico testigo de estas fies tas que no pa rticipa

    ba de la alegra general. Apareca en ellas sin un cntimopara comprar juguetes y golosinas. Para evitar el desprecio,

    compaero inseparable de la falta de fortuna, me sentaba

    lejos de la multitud, cerca de esos charcos de agua que elmar mantiene y renueva en las concavidades de las rocas.

    Me diverta all viendo volar a los frailecillos y a las gaviotas, em bobado con las lejan as azulinas , recogiendo con

    chas, escuchando el romper de las olas entre los arrecifes.No era mucho ms feliz por la noche en mi casa; determinadas comidas me repugnaban: me obligaban a comrmelas. Imploraba con los ojos a La France, que se llevaba h

    bilmente mi plato, cuando mi padre volva la cabeza. En

    cuanto al fuego, el mismo rigor: no me estaba permitidoacercarme al hogar. Hay una diferencia abismal entre estos

    padres severos y los que hoy miman a sus hijos.Pero aunque tena yo pesares desconocidos para la in

    fancia actual, tambin tena algunos placeres que sta ig

    nora.Actua lmente no es fc il hacerse una idea de lo que

    eran esas solemnidades religiosas y familiares en las que la

    patria entera y el Dios de esta patria parecan regocijarse:

    44

    C A P T U L O 4

    Navidad, el da de Ao Nuevo, Reyes, Pascua, Pentecosts,

    San Juan eran para m das de felicidad. Acaso la influencia de mi roca natal haya actuado sobre mis sentimientos y

    sobre mis estudios. Desde el ao 1015, los maluinos hicieron voto de ir a prestar ayuda con sus manos y mediosen laereccin de las campanas de la catedral de Chartres: a caso no he trabajado yo tambin con mis manos en erigir la

    aguja derribada de la vieja baslica cristiana? E l sol di

    ce el padre Maunoirnunca ha iluminado un cantn enque se mostrara una ms constante e invariable fidelidad ala verdadera fe que Bretaa. Hace trece siglos que ningu

    na infidelidad ha mancillado la lengua que ha servido deinstrumento para p redicar a Jesuc risto, y an est por n acer quien haya visto a un bretn que se precie de predicar

    otra religin que la catlica.

    Durante los das festivos que acabo de recordar, me

    llevaban a recorrer las estaciones con mis hermanas en losdistintos santuarios de la ciudad, en la capilla de san Aa-rn, en el convento de la Victoria; impresionaba mis odos

    la dulce voz de algunas mujeres invisibles: la armona de

    sus cnticos se mezclaba con los bramidos de las olas.

    Cuando, en invierno, al toque de oracin, se llenaba de gente la catedral; cuando, con los viejos marineros de rodillas,

    unas jvenes y unos nios lean, con pequeos cirios en lamano, en sus libros de horas; cuando la multitud, en el mo

    mento de la bendicin, repeta a coro el Tantum ergo\cuando, en el intervalo de estos cnticos, las rfagas de vientode N avidad azotaban las vidrieras de la baslica y se estre

    mecan las bvedas de esta nave que hizo resonar el pechovir il de Jacq ues Cartie r y de Du guay- Tro uin, yo ex perimentaba un sentimiento religioso extraordinario. No ha

    ca falta que la Villeneuve me dijera que juntara las manospara invocar a Dios con todos los nombres que mi madreme haba enseado; vea el cielo abierto, a los ngeles

    ofrendando nuestro incienso y nuestros votos; inclinaba la

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    frente: sta no estaba cargada an de todas esas tristezas

    que pesan tan horriblemente sobre nosotros, que casi nos

    sentimos tentados a no volver a levantar la cabeza cuando

    se ha inclinado al pie de los altares.Algn ma rin o, a la salid a de estas po mp as, se em ba r

    cara fortalecido contra la noche, en tanto que algn otro

    regresara a puerto orientndose por el cimborrio ilumi

    nado de la iglesia: la religin y los peligros estaban as de

    continuo presentes, y sus imgenes se presentaban indi

    sociables en mi mente. Apenas recin nacido, o hablar ya

    de morir: por la noche, un hombre iba con una campanilla de calle en calle, avisando a los cristianos para que di

    jeran una oracin po r el alm a de uno de sus hermanos fa

    llecido. Casi todos los aos, vea hundirse algunas naves

    ante mis propios ojos, y, cuando holgazane aba por los are

    nales, el mar arrojaba a mis pies los cadveres de hom bres

    extranjeros, muertos lejos de su patria. Madame de Cha

    teaubriand me deca como santa Mnica a su hijo: Nih illonge est a Deo:N ada hay lejos de Dios.28Se haba con fiado mi educacin a la Providencia: ella no me ahorraba

    lecciones.Consagrado a la Virgen, yo conoca y amaba a mi pro

    tectora, a la que confunda con mi ngel de la guarda: suimagen, que haba costado medio sueldo a la buena de la

    Villene uve, estaba clav ada, con cua tro alfileres , en la ca

    becera de mi cama. Hubiera tenido que vivir en esos tiem

    pos en que se deca a Mara: Dulce Seora del cielo y de

    la tierra, madre de piedad, fuente de todo bien, que llevas

    teis a Jess en vuestro precioso seno, bella y dulcsima Se

    ora, os doy gracias e imploro vuestro auxilio.Lo primero que aprend de memoria fue un cntico de

    marinero que comenzaba as:

    Je mets ma conf i ance,

    Vierge, en votr e secours;

    4 6

    C A P T U L O 5

    Serv ez-m oi de dfense,

    Prenez so in de mes jou rs;

    Et q uan d ma dern i re heure

    V iend ra f i n i r mon sor t ,

    Ob tenez que je meure

    D e la p lus sa in te mor t.19

    O con posterioridad entonar este cntico en un nau

    fragio. An hoy repito estas pobres rimas con tanto placer

    como si fueran unos versos de Homero; una imagen de la

    Virgen ce ida con una coron a gtic a, ataviad a con unmanto de seda azul, guarnecido d e una franja de plata, meinspira ms devocin que una madona de Rafael.

    Si al menos esta pacfica Estrella de los mareshubierapodido calmar las tribulaciones de mi vida!, pero haba de

    conocer la agitacin, incluso en mi infancia; como la pal

    mera de Arabia, apenas haba brotado mi tallo de la rocacuando ya se vio azotada por el viento.

    C A P T U L O 5

    La Valle-aux-Loups, jun io d e 1812

    G E S R I L H E R V I N E M A G O N C O M B A T E C O N T R A L O S D OS

    G R U M E T E S

    .H.e dicho que mi precoz rebelda contra las maestras de

    Lucile dio origen a mi mala reputacin; un compaero lacomplet.

    Mi to, monsieur de Chateaubriand du Plessis, que ha

    ba fijado su residencia en Saint-Malo igual que su herma

    no, tena, como l, cuatro hijas y dos varones. De mis dos

    4 7

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    primos (Pierre y Armand), que formaban primero mi pan

    dilla, Pierre se convirti en paje de la reina, y Armand fueenviado al colegio para seguir la carrera eclesistica. Pie rre, al abandonar el servicio de paje, entr en la marina y se

    ahog en las costas de frica. Armand, encerrado largotiempo en el colegio, dej Francia en 1790, sirvi durantetoda la emigracin, hizo intrpidamente en una chalupa

    veinte via jes a la costa de Bre taa, para acabar mu riendo

    por el rey en la llanura de Grenelle, el Viernes Santo delao 1810, tal como he dicho ya, y lo repetir de nuevo al

    referir su catstrofe.*Privado de la compaa de mis dos primos, la sustitu

    por una nueva relacin.En el segundo piso de nuestro palacete, viva un hom

    bre de noble cuna llamado Gesril: tena un hijo y dos hijas.Este hijo haba recibido una crianza muy distinta a la ma:nio mimado, todo cuanto haca se lo aplaudan: era muy

    amigo de trifulcas, y sobre todo de provocar disputas enlas que se eriga en juez. Jugaba malas pasadas a las nierasque llevaban de paseo a los nios, no se hablaba de otracosa que de sus diabluras, que se transformaban en negros

    crmenes. El padre le rea todas las gracias, yJoson an erams querido por ello. G esril se convirti en mi ntimo amigo y ejerci sobre m un ascendiente increble: yo crec ba jo el inf lujo de un maestro semejante, aun que mi carcter

    fuera diametralmente opuesto al suyo. A m me gustaban

    los juegos solitarios, no buscaba pendencia con nadie: aGesril le volva loco armar gresca, y saltaba de jbilo en

    medio de las peleas de nios. Cuando me diriga la palabra

    algn pillastre, Gesril me deca: Cmo aguantas eso?

    * Dej un hijo, Frdric, a quien yo coloqu primero en la guardia deMonsieur, y que luego pas a un regimiento de coraceros. Cas, en

    Nancy, con mademoiselle de Ga stald i, que le dio dos hijos, y se retir del

    servicio. La hermana mayor de Armand, mi prima, es, desde hace mu

    chos aos, superiora de las religiosas trapenses (Nota de 1831, Ginebra).

    4 8

    C A P T U L O 5

    Ante lo cual yo vea comprom etido mi honor y saltaba so

    bre el temerario; la altura y la edad no me imponan. Es

    pectador del combate, mi amigo aplauda mi valenta, pero no haca nada en mi favor. Algunas veces l reclutabaun ejrcito con todos los granujas que encontraba, divida

    a los reunidos en dos bandos, y ya la tenamos armada enla playa a pedradas.

    Pero haba otro juego, inventado por Gesril, que pareca

    ms peligroso todava: cuando haba marea alta y el tiempoera tempestuoso, el oleaje, rompiendo al pie del castillo, del

    lado de la gran playa arenosa, salpicaba hasta las tronerasde las torres. A veinte pies de altura por encima de la base deuna de estas torres, sobresala un parapeto de granito, es

    trecho, resbaladizo, inclinado, que comunicaba con el revelln que defenda el foso: se trataba de aprovechar el instante entre dos olas, cruzar el peligroso lugar antes de quela ola rompiera y cubriera la torre. Uno vea venir una mon

    taa de agua que avanzaba bramando y que, de tardar unminuto de ms, poda arrastrarte o aplastarte contra el muro. Ningun o de nosotros se negaba a la aventura, pero yo he

    visto a nios palid ecer antes de intentarla.

    Esta inclinacin a empujar a los dems a la refriega, de laque l era simple espectador, podra llevar a pensar queGesril no mostrara en lo sucesivo un carcter muy generoso: a pesar de ello, ha sido l quien, en un teatro ms pe

    queo, quiz ha logrado hacer olvidar el herosmo de Rgulo; slo le ha faltado a su gloria una Roma y un TitoLivio. Convertido en oficial de marina, fue hecho prisio

    nero en la accin de Quiberon; una vez concluida sta ycomo los ingleses continuaban caoneando al ejrcito republicano, Gesril se lanza al agua, se acerca a los navios,

    les dice a los ingleses que cesen el fuego, les anuncia ladesgracia y la capitulacin de los emigrados. Quisieron

    salvarle lanzndole una cuerda y suplicndole que subiera

    a bordo: He dado mi palabra de prisionero, exclam en

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    medio de las olas y regreso a tierra a nado: fue fusilado con

    Sombreuil y sus compaeros.

    Gesril fue mi primer amigo; habiendo sido ambos mal

    considerados en nuestra infancia, nos unimos por el ins

    tinto de lo que podramos valer un da.

    Dos aventuras pusieron fin a esta primera parte de mi

    historia, y produjeron un cambio notable en mi educacin.

    Un domingo estbamos en la playa, en el abanico de

    la puerta de Saint-Th omas a la hora de la marea. Al pie del

    castillo y a lo largo del Sillon, dos grandes estacas hundi

    das en la arena protegen los muros contra la marejada. G e

    neralmente trepbamos a lo alto de estas estacas para ver

    pasar por debajo de nosotros las primeras ondulaciones

    del oleaje. El sitio estaba ocupado como de costumbre;

    haba con los muchachos varias nias. Yo era el que estaba

    ms prximo al mar, delante de m no tena ms que a una

    preciosidad de nia, Hervine Magon, que se rea de placer

    y l loraba de mie do. Ges ri l se ha llaba en el extrem o op ue sto. Llegab a la ola, soplaba viento; las nieras y los sirvien

    tes gritaban ya: Bjese de ah, seorita!, bjese de ah,

    seorito! Gesril aguarda una gran ola: cuando sta rom

    pe entre los pilotes, embiste al nio que estaba sentado a

    su lado; ste cae sobre otro; ste a su vez sobre un tercero:

    toda la fila se cae en un efecto domin, pero cada uno es

    retenido por su vecino; as, slo la pequea del extremo de

    la fila sobre la que yo me tambaleaba, al no estar apoyada

    en nadie, se fue al agua. El reflujo la arrastra; al punto se

    oyen mil gritos, todas las nieras se arremangan los vesti

    dos y, chapoteando dentro del mar, cogen a su cro y le

    propinan un cachete. Hervine fue repescada; pero declar

    que Franois la haba arrojado abajo. Las nieras caen so

    bre m; yo escapo de ellas; corro a atrincherarme en el sta

    no de casa: el ejrcito femenino me persigue. Mi madre y

    mi padre felizmente haban salido. La Villeneuve defiende

    va lientemente la puerta, repa rtiend o sopa po s entre la v an

    5 0

    C A P T U L O 5

    guardia enemiga. El verdadero causante del dao, Gesril,

    me presta su ayuda: sube a su casa, y con sus dos hermanas

    arroja por las ventanas jarros de agua y manzanas asadas a

    las atacantes. stas levantan el sitio a la cada de la noche;

    pero esta noticia corri por la ciudad, y el caballerete de

    Chateaubriand, de nueve aos de edad, pas por un hom

    bre atroz, un superviviente de esos piratas de los que san

    Aarn haba lim piado su roca.

    He aqu la otra aventura.

    Iba yo con Gesril a Saint-Servan, barrio separado de

    Saint-Malo por el puerto comercial. Para llegar all con

    marea baja hay que cruzar unas corrientes de agua por

    unos puentes estrechos de losas planas, que la marea alta

    recubre. Los criados que nos acompaaban se haban que

    dado atrs, a bastante distancia de nosotros. En el extre

    mo de uno de esos puentes vemos a dos grumetes que vie

    nen hacia nosotros; Gesril me dice: Vamos a dejar pasar

    a esos asquerosos? y al instante les grita: Al agua, pa

    tos! stos, como grumetes que son, no entienden de bro

    mas, as que avanzan; Gesril retrocede; nos situamos en el

    extremo del puente y, cogiendo unos cantos rodados, selos lanzamos a la cabeza. Ellos se abalanzan sobre nos

    otros, nos obligan a emprender la huida, se arman a su vez

    de unas piedras, y nos hacen batirnos en retirada hastanuestro retn, es decir, hasta donde estaban nuestros cria

    dos. Yo no fui como Horacio1 herido en un ojo: una pie

    dra me alcanz con tal fuerza que mi oreja izquierda, me

    dio desprendida, me qued colgando sobre el hombro.

    No pens en mi dao, sino en mi vuelta a casa. Cuan

    do mi amigo acababa en sus andanzas con un ojo a la fu

    nerala, las ropas llenas de desgarrones, se lamentaba su

    desgracia, se le prodigaban mimos y cuidados, se le traa

    ropa nueva para que se cambiara: en la misma situacin,

    yo era som etido a peniten cia . Au nq ue la pedr ada que ha

    ba recibido era peligrosa, no hubo forma humana de que

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    La France me convenciera de que regresara a casa, tal era

    el espanto que senta. Fui a esconderme en el segundo pi

    so de la casa de Gesril, que me envolvi la cabeza con unaservilleta. Esta servilleta le excit: se le figur una mitra;

    me transform en un obispo, y me hizo cantar misa mayor

    con l y sus hermanas hasta la hora de la cena. El pontfi

    ce fue obligado entonces a bajar: me lata el corazn. Sor

    prendido por mi cara descalabrada y manchada de sangre,

    mi padre no dijo esta boca es ma; mi madre lanz un grito; La France cont mi lastimoso caso, disculpndome;

    pero no por ello pude evitar ser reprendido. Vendaron mi

    oreja, y monsieur y madame de Chateaubriand decidieron

    que me separaran de Gesril cuanto antes.*

    No s si no fue este ao cuando el conde de Artois vino

    a Saint-Malo: se le obsequi con el espectculo de un com

    bate naval. Desde lo alto del bastin del polvorn, vi al jo

    ven pr n cip e entre la mu chedum bre en la orilla del mar:

    qu destinos descono cidos en su brillo y en mi oscuridad!

    As , salvo que me fal le la memoria, Saint-Malo no habra

    visto ms que a dos reyes de Francia, Ca rlo s IX y C arlos X.

    He aqu el cuadro de mi primera infancia. Ignoro si la

    dura educacin que recib es buena en principio, pero misallegados la adoptaron no a propsito y s como conse

    cuencia natural de su forma de ser. Lo que s es seguro es

    que ha vuelto mis ideas menos parecidas a las del resto de

    los humanos; lo que es ms seguro todava es que impri

    mi en mis sentimientos un carcter melanclico que na

    ci en m de la costumbre de sufrir a la edad de la fragili

    dad, de la imprevisin y de la alegra.

    * Ya haba hablado de Ges ril en mis obras. Una de sus hermanas,

    Angliqu e Ge sri l de la T rochard ais, me e scribi en 1 81 8 para rogarme

    que consiguiera que el apellido de Gesril fuera aadido a los de su ma

    rido y del marido de su hermana: fracas en mi negociacin (Nota de

    1831, G inebra).

    51

    C A P T U L O 5

    Creis que esta forma de educarme podra haberme

    llevado a detestar a los autores de mis das? En absoluto;

    el recuerdo de su rigor me es casi grato; aprecio y honro

    sus grandes cualidades. Cuando mi padre muri, mis ca

    maradas del regimiento de Navarra fueron testigos de mi

    pesar. Fue de mi madre de quien recib el consuelo de mi

    vida , pues fue ella quien me acerc a la relig in; yo re co

    ga las verdad es cristianas que salan de su boca, como P e

    dro de Langres estudiaba por la noche en una iglesia, alresplandor de la lmpara que arda delante del Santsimo

    Sacramento. Se habra desarrollado mejor mi inteligen

    cia de haberme dedicado antes al estudio? Lo dudo: estas

    olas, estos vientos, esta soledad que fueron mis primeros

    maestros, quiz convenan mejor a mis disposiciones na

    turales; quiz debo a estos instructores salvajes algunasvi rtud es que ha br a igno rado . La ve rdad es que ningn

    sistema educativo es preferible en s a otro: quieren ms

    los hijos a sus padres hoy que los tutean y no los temen?

    Gesril era mimado en la misma casa donde a m se me re

    prenda: fuimos los dos personas honestas y unos hijos ca

    riosos y respetuosos. Tal cosa, que creis mala, contri

    buye a desarrollar el talento de vuestro hijo; tal otra, queos parece buena, ahogara este mismo talento. Bien hecho

    est lo que hace Dios: es la Providencia la que nos dirige,

    cuando nos destina a desempear un papel en la escena

    del mundo.

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    Dieppe, septiembre de 1S12

    C IT A C I N D EL S E O R PA S Q U 1ER DIEP PE CAMBIO DE MI

    ED U C A C I N PR IM A V ER A EN B R ET A A B O S Q U E H IS T R I

    C O C A M PO S PEL G IC O S PU ES T A D E L A L U N A EN EL M A R

    4 de septiembre de 1812. Recib esta citacin del seorPasquier, jefe de polica:

    J E F A T U R A DE PO LI C A

    El seor jefe de polica invita al seor de Chateaubriand

    a tomarse la molestia de pasarse por su despacho, hoy a lascuatro y media de la tarde o maana a las nueve de la ma

    ana.

    Lo que quera comunicarme el seor jefe de polica erauna orden de alejamiento de Pars. Yo me retir a Dieppe,que primero se llam Bertbeville,para pasar luego a denominarse Dieppe, har ms de cuatrocientos aos, de la pa

    labra inglesa deep,profundo (fondeadero). En 1788, estuveaqu de guarnicin con el segundo batalln de mi regimiento: vivir en esta ciudad, de casas de ladrillo, de tiendas en las que se venda marfil, esta ciudad de calles lim

    pias y hermosa luz, era refugiarme cerca de mi juventud.

    Cuando me paseaba por ella, me encontraba con las ruinas

    del castillo de Arque s, con sus mil escombros. No hay queolvidar que Diepp e fue la patria de Duquesne. Cu ando me

    quedaba en mi casa, el espectculo que tena era el mar;desde la mesa en que estaba sentado, contemplaba estemar que me ha visto nacer, y que baa las costas de Gran

    Bretaa, donde sufr tan largo exilio: mis miradas recorran las olas que me llevaron a Amrica, me devolvieron a

    Europa y volvieron a llevarme a las playas de frica y de54

    C A P T U L O 6

    Asia. Sa lve, oh mar, mi cun a e imagen ma! Quiero co n

    tarte la continuacin de mi historia: si miento, tus olas,mezcladas con todos mis das, me acusarn de imposturaante los hombres del porvenir.

    Mi madre siempre haba deseado que se me diera unaeducacin clsica. La profesin de marino a la que se medestinaba quiz no fuera de mi gusto, deca ella; encon

    traba conveniente, ante cualquier eventualidad, que estu

    vie ra preparado para seguir otra car rera. Su piedad la in clinaba a desear que me decidiera por la Iglesia, por lo que

    propuso ponerme en un colegio donde aprendiera matemticas, dibujo, esgrima y la lengua inglesa; no hizo mencin del griego ni del latn, por temor a enojar a mi padre;

    pero contaba con que yo los aprendera, primero en secreto, abiertamente en cuanto hubiera hechos progresos. Mipadre se mostr de acuerdo con la propuesta: se acord

    que entrara en el colegio de Dol. Se prefiri esta ciudadpor hallarse en el camino de Saint-Malo a Combourg.

    Durante el crudo invierno que precedi a mi reclusin

    escolar, se incendi el palacete donde vivamos; fui salvado p or mi hermana mayor, que me sac por entre las llamas.

    Monsieur Chateaubriand, retirado en su castillo, llam asu mujer a su lado: hubo que reunirse con l en primavera.

    La primavera, en Bretaa, es ms benigna que en losalrededores de Pars, y florece tres semanas antes. Los cin

    co pjaros que la anuncian, la golondrina, la oropndola,el cuco, la codorniz y el ruiseor, llegan con las brisas quese albergan en los golfos de la pennsula armoricana. La

    tierra se cubre de margaritas, pensamientos, junquillos,narcisos, jacintos, rannculos y anmonas, igual que losespacios abandonados que rodean San Juan de Letrn y

    Santa Croce in Gerusalemme, en Roma. Los claros del bos

    que se empenachan de elegantes y altos helechos: camposde retamas y de aulagas resplandecen con sus flores que se

    diran mariposas de oro. Los setos, en los que abunda la

    55

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    fresa, la frambuesa y la violeta, estn adorn ados de espinos

    albares, de madreselva y de zarzamoras, cuyos pardos y

    curvados retoos estn cuajados de hojas y frutos magnfi

    cos. Todo hormiguea de abejas y de pjaros; los enjambres

    y los nid os hacen de tenerse a los nios a cada paso. En de

    terminados abrigos, el mirto y la adelfa crecen en pleno

    suelo, como en Grecia; el higo madura como en Provenza;

    cada manzano, con sus flores color carmn, se asemeja a un

    gran ramo de novia de pueblo.En el siglo x i i , los cantones de Fougres, Rennes, B-

    cherel, Dinan, Saint-Malo y Dol estaban ocupados por el

    bosque de Brocelianda; ste sirvi de campo de batalla a

    los francos y a los pueblos de Dommone. Wace cuenta

    que se vea en l al hombre salvaje, la fuente de Berenton

    y un estanque dorado. Un docum ento h istrico del siglo x v,

    los Usos y costumbres del bosque de Brocelianda, confirmalo dicho en la novela de Rou : es, dicen los Usos,de grande

    y espaciosa extensin ; hay cuatro castil los , un gran n me

    ro de bonitos estanques, cotos de caza donde no vive a lima

    a alguna, ni mosca, doscientos oquedales, muchas fuen

    tes, particularmente la fuente de Belenton,cerca de la cual

    vel sus arm as el caba lle ro Pontus .El lugar conserva todava hoy vestigios de su origen:

    cortado aqu y all por frondosos barrancos, tiene un airelejano de bosque y recuerda a Inglaterra: era morada de ha

    das y, en efecto, veris que encontr all a mi slfide. Unos

    arroyuelos no navegables riegan valles angostos. Estos va

    llejos estn separados por landas y oquedales de renuevos

    de acebos. En las costas, se suceden faros, torres de viga,

    dlmenes, construcciones romanas, ruinas de castillos de laEdad Media, campanarios del Renacimiento: todo bordea

    do por el mar. Plinio dice de Bretaa: Pennsula especta

    dora d el Ocano.'1

    Entre el mar y la tierra se extienden campos pelgicos,

    fronteras imprecisas de ambos elementos: la alondra de

    5 6

    C A P T U L O 6

    tierra vuela all con la alondra de mar; el arado y la barca,

    separados a un tiro de piedra el uno de la otra, surcan la

    tierra y el agua. El navegante y el pastor se prestan mutua

    mente su lengua: el marinero dice que las olas se aborre

    gan,el pastor habla de oleadas de carneros.Ar en as de dis tintos colores, bancos variados de conchas, ovas y encajesde una espuma argentada dibujan la linde rubia o verde de

    los trigales. N o s ya en qu isla del Mediterrne o vi un ba

    jorrel ieve que represen taba a unas nereidas en gu irna ldan do los bajos del vestido de Ceres.

    Pero lo ms admirable en Bretaa es la luna alzndosede la tierra y pon indose en el mar.

    Destinada por Dios a regir los abismos, la luna tiene,

    como el sol, sus nubes, sus vapores, sus rayos, sus sombras

    que la acompaan; pe ro, al igual que l, no se retira solita

    ria; un cortejo de estrellas la acompaa. A medida que des

    ciende sobre mi playa natal en el extremo del cielo, aumen

    ta su silencio, que comunica al mar; no tarda en ponerse en

    el horizonte, intersecn dose, no m uestra ms que la mitad

    de su frente que se adormece, se inclina y desaparece en la

    muelle intumescencia de las olas. L os astros cercano s a su

    reina, antes de precipitarse en pos de ella, parecen detenerse, suspendidos en la cresta de las olas. Apenas