cerrar los ojos · 2016. 5. 30. · que ni permite ni cierra la puerta al aborto. las autoridades...

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SIGLO NUEVO 55 el trámite de un abuso como el sufri- do por Daphne Fernández y miles de mexicanas. Sin embargo, las palabras cum- plen con su función de erizar el en- tendimiento. En el portal de HRW están dispo- nibles varios relatos al respecto. Los argumentos están debidamente edita- dos para no sobresaltar en demasía al lector. Enseguida un par de ejemplos. Una mujer violada por un taxista, queda embarazada, había sido insultada e ignorada por las autoridades cuando denunció que su marido la golpeaba (en una ocasión con un martillo). Abortó por canales no oficiales. Una joven de 17 años con dis- capacidad mental es violada, su madre pide que se interrumpa el embarazo. Las dos mujeres entran en el carrusel de la burocracia hasta que un juez emite una sentencia que ni permite ni cierra la puerta al aborto. Las autoridades lo permiten pero con una doble condición: el procedimiento no quedará asentado en los registros del hospital ni en ningún otro tipo de registros como un aborto por violación y la madre no difundirá nada sobre el caso. El pasado 28 de enero la Comi- sión Nacional de Derechos Huma- nos emitió una recomendación, la 2/2016, por abuso sexual cometido en una Escuela Médico Militar en el estado de Guanajuato. Corrían los meses de marzo a mayo de 2013, la hora del espanto llegaba entre la medianoche y las 2:20 horas. Los demás cadetes dormían. El agresor levantaba a la Víctima 1 y la obligaba a ir al baño. Ya en los sanitarios, el agresor “sa- caba una bolsa negra de plástico en donde guardaba guantes de látex de cirugía y un tipo de gel (...), le ordenaba bajarse los pantalones, su ropa interior e inclinar el tronco de tal forma que su rostro bajara a nivel de las rodillas; una vez que su rostro estaba frente a sus rodillas tenía que sujetar sus tobillos con las manos”, luego “introducía el dedo al recto de V1, ocasionándole dolor”. Los peritos de la CNDH encon- traron en el ofendido y humillado síntomas de los que suelen referir varones agredidos sexualmente: sentimientos de vulnerabilidad, de- solación y desamparo atizados por la certeza de que lo habían denigra- do en su masculinidad, además de culpa, ansiedad, depresión agitada, desconfianza, temor, sensación de peligro, ideas de ser perseguido. CERRAR LOS OJOS El relato contenido en la recomen- dación 15/2016 emitida el pasado 13 de abril por la CNDH invita de forma frecuente a dejar de leer. Sus protagonistas son tres víctimas y siete agentes de la Policía Municipal de Torreón. La historia se desarro- lla en febrero de 2013. Los tres (dos hombres y una mujer) presuntos integrantes de una banda criminal fueron traslada- dos a las instalaciones de Seguridad Pública. Allí estuvieron alojados durante cerca de 15 horas. A la representante del sexo fe- menino los policías le dieron toques eléctricos en el cuerpo, le metieron la cabeza en un tambo de agua, le dieron patadas en el estómago, le pegaron en las pompas con una ta- bla, la violaron vía anal y vaginal. Testigos de los hechos fueron elementos mudos e inertes que portaban uniformes con la palabra SEDENA (Secretaría de la Defen- sa Nacional). La descripción hecha por la mujer retrata horas de “mucho do- lor, sensación de desgarro interno, inflamación interna y abundante sangrado, ardor en el área vaginal, cortadas abiertas”, y demás. Fue violada por seis policías porque el séptimo era un agente femenino. Uno de los varones falleció no sin antes sufrir “la introducción de una botella de vidrio” por el ano. Así es el infierno en el que cuatro juniors introdujeron a una menor de edad que había salido de fiesta. A juzgar por relatos como el de la recomendación 15/2016, la joven ve- racruzana tuvo, a pesar de la desgra- cia, la fortuna de que sus captores no fueran elementos policíacos. Luego de que sus victimarios la dejaron ir, Daphne comenzó a pre- guntarse “¿por qué?”. La respuesta brindada por los Porkys de Costa de Oro fue tan sim- ple como insuficiente. “Por pende- jos”. La joven no considera que tan corta y vaga explicación sea válida. Millones de mujeres en México se han hecho la misma pregunta que Daphne, pero sus casos no hacen sino aumentar la acidez de una tie- rra fértil para la impunidad. Correo-e: [email protected] Foto: Archivo Siglo Nuevo Foto: Archivo Siglo Nuevo

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Page 1: CERRAR LOS OJOS · 2016. 5. 30. · que ni permite ni cierra la puerta al aborto. Las autoridades lo permiten pero con una doble ... CERRAR LOS OJOS El relato contenido en la recomen-dación

S I G L O N U E V O • 55

el trámite de un abuso como el sufri-do por Daphne Fernández y miles de mexicanas.

Sin embargo, las palabras cum-plen con su función de erizar el en-tendimiento.

En el portal de HRW están dispo-nibles varios relatos al respecto. Los argumentos están debidamente edita-dos para no sobresaltar en demasía al lector. Enseguida un par de ejemplos.

Una mujer violada por un taxista, queda embarazada, había sido insultada e ignorada por las autoridades cuando denunció que su marido la golpeaba (en una ocasión con un martillo). Abortó por canales no ofi ciales.

Una joven de 17 años con dis-capacidad mental es violada, su madre pide que se interrumpa el embarazo. Las dos mujeres entran en el carrusel de la burocracia hasta que un juez emite una sentencia que ni permite ni cierra la puerta al aborto. Las autoridades lo permiten pero con una doble condición: el procedimiento no quedará asentado en los registros del hospital ni en ningún otro tipo de registros como un aborto por violación y la madre no difundirá nada sobre el caso.

El pasado 28 de enero la Comi-sión Nacional de Derechos Huma-nos emitió una recomendación, la 2/2016, por abuso sexual cometido en una Escuela Médico Militar en el estado de Guanajuato.

Corrían los meses de marzo a mayo de 2013, la hora del espanto llegaba entre la medianoche y las 2:20 horas. Los demás cadetes dormían. El agresor levantaba a la Víctima 1 y la obligaba a ir al baño. Ya en los sanitarios, el agresor “sa-caba una bolsa negra de plástico en donde guardaba guantes de látex de cirugía y un tipo de gel (...), le ordenaba bajarse los pantalones, su ropa interior e inclinar el tronco de tal forma que su rostro bajara a nivel de las rodillas; una vez que su

rostro estaba frente a sus rodillas tenía que sujetar sus tobillos con las manos”, luego “introducía el dedo al recto de V1, ocasionándole dolor”.

Los peritos de la CNDH encon-traron en el ofendido y humillado síntomas de los que suelen referir varones agredidos sexualmente: sentimientos de vulnerabilidad, de-solación y desamparo atizados por la certeza de que lo habían denigra-do en su masculinidad, además de culpa, ansiedad, depresión agitada, desconfi anza, temor, sensación de peligro, ideas de ser perseguido.

CERRAR LOS OJOS

El relato contenido en la recomen-dación 15/2016 emitida el pasado 13 de abril por la CNDH invita de forma frecuente a dejar de leer. Sus protagonistas son tres víctimas y siete agentes de la Policía Municipal de Torreón. La historia se desarro-lla en febrero de 2013.

Los tres (dos hombres y una mujer) presuntos integrantes de una banda criminal fueron traslada-dos a las instalaciones de Seguridad Pública. Allí estuvieron alojados durante cerca de 15 horas.

A la representante del sexo fe-menino los policías le dieron toques eléctricos en el cuerpo, le metieron la cabeza en un tambo de agua, le dieron patadas en el estómago, le pegaron en las pompas con una ta-bla, la violaron vía anal y vaginal.

Testigos de los hechos fueron elementos mudos e inertes que portaban uniformes con la palabra SEDENA (Secretaría de la Defen-sa Nacional).

La descripción hecha por la mujer retrata horas de “mucho do-lor, sensación de desgarro interno, infl amación interna y abundante sangrado, ardor en el área vaginal, cortadas abiertas”, y demás. Fue violada por seis policías porque el

séptimo era un agente femenino.Uno de los varones falleció no

sin antes sufrir “la introducción de una botella de vidrio” por el ano.

Así es el infi erno en el que cuatro juniors introdujeron a una menor de edad que había salido de fi esta. A juzgar por relatos como el de la recomendación 15/2016, la joven ve-racruzana tuvo, a pesar de la desgra-cia, la fortuna de que sus captores no fueran elementos policíacos.

Luego de que sus victimarios la dejaron ir, Daphne comenzó a pre-guntarse “¿por qué?”.

La respuesta brindada por los Porkys de Costa de Oro fue tan sim-ple como insufi ciente. “Por pende-jos”. La joven no considera que tan corta y vaga explicación sea válida.

Millones de mujeres en México se han hecho la misma pregunta que Daphne, pero sus casos no hacen sino aumentar la acidez de una tie-rra fértil para la impunidad. Correo-e: [email protected]

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