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Vista general de la estación y antena radiotelegráfica del cerro Cadalso. En Te/efunken Zeitung, 1912 U NODE LOS CAMPOS QUE EN ESPAÑA también experimentó un impulso debido a la investigación militar fue la radiotelegrafía. No olvidemos que en 1911 tan solo habían pasado trece años de la pérdida de Cuba, Filipinas, Puer- to Rico y la isla de Guam, y doce de la venta a Alemania de los archipiélagos de Carolinas, Ma- rianas y Palaos. El fin de nuestro imperio colo- nial «clásico» dio paso a un periodo en el que se impulsa la penetración española en el Sáhara y Golfo de Guinea, así como el reconocimiento del protectorado español en el Rif. La comunicación sin hilos en el mundo militar era imprescindible para llevarlo a cabo. El telégrafo, dentro del sistema español de comuni- caciones, se va abriendo paso a medida que se suceden las décadas del siglo XlX siendo el capitán Betancourt uno de los pioneros de la telegrafia óptica en Euro- 481 Madrid Histórico Texto e imágenes de Francisco Javier FAUCHA PÉREZ y Jesús FERNÁNDEZ SANZ CENTENARIO DE LA ESTACIÓN MILITAR RADIOTELEGRÁFICA DE CARABANCHEL El 24 de abril de 1911 Caraban- chel Alto se engalanó para reci- bir a las máximas autoridades del Estado encabezadas por el rey Alfonso XIII. Se inauguraba la es- tación radiotelegráfica del cerro del Cadalso. El Cuerpo de Inge- nieros del Ejército había logrado la construcción de una antena de gran alcance que situaba a Espa- ña al mismo nivel que el resto de potencias europeas en el campo de las comunicaciones pa. En el caso de los Carabancheles, dos fechas importantes son marzo de 1834, con la inaugu- ración de la línea Madrid-Carabanchel Alto, y diciembre de 1899, cuando SS. MM. asisten a las pruebas de comunicación entre el cuartel de la Montaña de Madrid y el campamento de Carabanchel. La necesidad que tenía nuestro Ejército de contar con una infraestructura radiotelegráfica de primer ni- vel en la capital de España provocó que los ingenieros militares se pusieran manos a la obra y se lanzaran a escoger un emplazamiento idóneo para situar el artilu- gio: un Jugar elevado, próximo a la corte, con buenas comunicaciones e infraestructuras. Y todas estas cir- -: cunstancias lasJ;lli11Pfíande sobra losCarabancheles. . El recién inaugurado aeródromo de Cuatro Vientos y las instalaciones de Campamento y del hospital mili- tar no hacían sino recoger la tradición carabanchelera

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Page 1: CENTENARIO DELA RADIOTELEGRÁFICA DE …...litar. «La antena es una esbeltísima torre de hierro de 100 metros de altura, que termina en su parte inferior en un prisma cuyo vértice

Vista general de la estación y antena radiotelegráfica del cerroCadalso. En Te/efunken Zeitung, 1912

UNODE LOS CAMPOS QUE EN ESPAÑAtambién experimentó un impulso debido a

la investigación militar fue la radiotelegrafía. Noolvidemos que en 1911 tan solo habían pasadotrece años de la pérdida de Cuba, Filipinas, Puer-to Rico y la isla de Guam, y doce de la venta aAlemania de los archipiélagos de Carolinas, Ma-rianas y Palaos. El fin de nuestro imperio colo-nial «clásico» dio paso a un periodo en el que seimpulsa la penetración española en el Sáhara yGolfo de Guinea, así como el reconocimiento delprotectorado español en el Rif. La comunicaciónsin hilos en el mundo militar era imprescindiblepara llevarlo a cabo.

El telégrafo, dentro del sistema español de comuni-caciones, se va abriendo paso a medida que se sucedenlas décadas del siglo XlX siendo el capitán Betancourtuno de los pioneros de la telegrafia óptica en Euro-

481 Madrid Histórico

Texto e imágenes de FranciscoJavier FAUCHA PÉREZ y JesúsFERNÁNDEZ SANZ

CENTENARIO DE LAESTACIÓN MILITARRADIOTELEGRÁFICADE CARABANCHEL

El 24 de abril de 1911 Caraban-chel Alto se engalanó para reci-bir a las máximas autoridades delEstado encabezadas por el reyAlfonso XIII. Se inauguraba la es-tación radiotelegráfica del cerrodel Cadalso. El Cuerpo de Inge-nieros del Ejército había logradola construcción de una antena degran alcance que situaba a Espa-ña al mismo nivel que el resto depotencias europeas en el campode las comunicaciones

pa. En el caso de los Carabancheles, dos fechasimportantes son marzo de 1834, con la inaugu-ración de la línea Madrid-Carabanchel Alto, ydiciembre de 1899, cuando SS. MM. asisten alas pruebas de comunicación entre el cuartelde la Montaña de Madrid y el campamento deCarabanchel.

La necesidad que tenía nuestro Ejército de contarcon una infraestructura radiotelegráfica de primer ni-vel en la capital de España provocó que los ingenierosmilitares se pusieran manos a la obra y se lanzaran aescoger un emplazamiento idóneo para situar el artilu-gio: un Jugar elevado, próximo a la corte, con buenascomunicaciones e infraestructuras. Y todas estas cir-

-:

cunstancias lasJ;lli11Pfíande sobra los Carabancheles.. El recién inaugurado aeródromo de Cuatro Vientos y

las instalaciones de Campamento y del hospital mili-tar no hacían sino recoger la tradición carabanchelera

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Edificio de la estación. En Telefunken Zeitung, 1912

en 10que se refiere a su relación con el Ejército. El«polvorín del rey», mandado construir por CarlosIII, es considerado precisamente el germen de lavinculación moderna del municipio con el mundocastrense.

El lugar elegido para la instalación de la estaciónradiotelegráfica era el cerro Cadalso, la zona máselevada del municipio. El solar, a una altitud de 683metros sobre el nivel del mar, había sido cedido porel Ayuntamiento al Ministerio de la Guerra para lainstalación de un manicomio militar. Observandoel famoso plano de 1902 elaborado por FacundoCañadas (exhibido actualmente en el Museo Mu-nicipal) se puede comprobar cómo el lugar se en-cuentra frente al antiguo cementerio municipal deCarabanchel Alto y junto al cocherón del tranvíaeléctrico que cubría la línea Madrid-Leganés (elantiguo cocherón estaba ocupado por unas coche-ras de la EMT que han sido demolidas reciente-mente). En este emplazamiento estarían situadas latorre de señales y la estación, un edificio que al-bergaba el generador de corriente y los aparatos detransmisión y recepción.

LA CEREMONIA DE INAUGURACiÓNPor fin, el 24 de abril de 1911, S. M. el rey Al-

fonso XITI se desplazaba a Carabanchel Alto parainaugurar la protagonista de nuestra historia. La es-tación radiotelegráfica sistema Telefunken, «podíacomunicar con las de Melilla, Almería, Barcelonay Ceuta, con un alcance total de 4000 kilómetros,500 más de los que nos separan de cualquier puntode nuestra costa». Así comentaba la prensa desta-cando con gran entusiasmo el nuevo artilugio mi-litar. «La antena es una esbeltísima torre de hierro

de 100 metros de altura, que termina en su parteinferior en un prisma cuyo vértice descansa sobrebloques de cristal que soportan los 40 000 kilos depeso de esta maravilla de ingeniería. i100 metros dealtura y 40 000 kilos de peso con un punto de apoyono mayor que una pieza de cinco céntimos!». Todoeste peso se equilibraba con un sistema de tirantesque aseguraba la estabilidad y contrarrestaba la ac-ción de los vientos, tan presentes todavía hoy en díaen el cerro del Cadalso.

El voltaje de la estación era generado por un mo-tor de 50 caballos de potencia que ponía en funcio-namiento un generador de corriente continua de 25kilovatios, 150 voltios a 1500 revoluciones por mi-nuto, que conectaba una batería de acumuladoresde 60 elementos a 500 amperios/hora. El resultadoera, para la época, algo verdaderamente magnífi-co con lo que los mandos militares se frotaban lasmanos. La prensa lo decía de la siguiente manera: -«Con la aplicación de las ondas eléctricas descu-biertas por Marconi se pueden desde Carabancheltrasmitir y recibir despachos de Dublín, Londres,La Haya, Fráncfort, Múnich, Trieste, Nápoles, Pa-lermo, parte del Sahara, Canarias, Madera y las is-las Azores». ¡Un auténtico prodigio!

Al acto de la inauguración asiste, como nopodía ser de otra manera, el rey Alfonso XIII.Los viajes de don Alfonso a los Carabanchelesfueron constantes durante el primer tercio delsiglo xx debido a la presencia en sus términosdel gran número de instalaciones militares. Raraera la semana en la que algún miembro de la fa-milia real no hiciera acto de presencia en unode los dos municipios, para asistir a algún tipode exhibición, maniobra o ceremonia castrense.

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Así mismo en esta ocasión estaban presentes el ministro de laGuerra, los jefes y oficiales de ingenieros, las autoridades mi-litares de Madrid y numerosos invitados. El capitán generalseñor Ríos, el gobernador militar general Bascarán, el jefe delEstado Mayor Central general González Parrado, el goberna-dor civil señor Fernández Latorre, el jefe superior de Policíaseñor Fernández Llanos, el Estado Mayor de la Armada y losgenerales Marvá, Fonsdeviela, Cebollino, Eduardo Cobián yFernández de Córdoba.

501 Madrid Histórico

Fachada del Institutolitécnico n.? 1 del Ejérc

.que ocupa hoy el ternen el que estaba ubicla estación radiotelegrá

1 Pabellón de aparatos y torrede antena

2 Vista general3 Capitán G. Castañón que ha

dirigido las obras de instalación4 Quioscos para amarrar los vien-

tos que sujetan la antena5 Detalle del punto de apoyo de

la torre6 Base de la antena

Revista ¡Adelante!, 1911

Desde las cuatro menos cuarto de la tarde em-pezaron a salir desde Madrid tranvías especialespara trasladar a todos aquellos que quisieran con-templar la ceremonia, algo habitual cuando teníanlugar espectáculos militares en los Carabanche-les, y que hacían su recorrido a través de las ac-tuales calles de General Ricardos y de Eugenia deMontijo hasta llegar a la plaza de la Emperatriz.Lo primero con lo que se encontraron los expedi-cionarios fue con un arco vegetal que había orde-nado colocar el Ayuntamiento del municipio conla leyenda «El Ayuntamiento de CarabanchelAltoa S. M. el Rey». A las 5 y 10, según las crónicas,llegó el rey a CarabanchelAlto «con uniforme dediario de general de ingenieros, luciendo la ve-nera de las órdenes militares y las insignias delToisón de Oro», donde fue recibido por miembrosdel consistorio local. A continuación el monarcafue saludado por las autoridades militares, jefes yoficiales del Cuerpo de Ingenieros y una secciónde Caballería del 14 Tercio mandado? por el te-niente Montijano. /

Aunque ya antes de la ceremonia el sargento dela estación, Mariano Lucio, había enviado variosmensajes a Nauert y Melilla, el primer telegramaque envió Alfonso XIII estaba dirigido a la loca-

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lidad alemana de Nauen, desde donde sería reen-viado a Polack, localidad en la que se encontrabael emperador austríaco. El texto era el siguiente:«Au moment inauguration station générale ra-diotélégraphique vous adresse mes tres cordialessalutations. Alfonso XIII». Del mismo modo, elmensaje se reenviaría a Clyford (Inglaterra) y ala estación situada en la torre Eiffel de París. Elrey de España comunicaba con los emperadoresde Austria y Alemania, el rey de Inglaterra y elpresidente de la República Francesa. Es decir, laspotencias de la época.

No terminaría aquí la velada de Alfonso XIIIen Carabanchel Alto, ya que a continuación se di-rigió al cercano y recién inaugurado aeródromode Cuatro Vientos, donde un grupo de oficiales lemostró varios modelos de aeroplanos, «sin que,por efecto del viento reinante, pudiesen realizarseascensiones». A su regreso al Palacio Real uno delos vehículos de la comitiva sufrió un accidenteresultando heridos el general Marvá y los corone-les Moreno, Gil de Borja y Carranza.

AUGE Y DECADENCIA DE LA ESTACiÓNEn los siguientes años, la vida del centro radiote-

legráfico fue muy intensa: en 1913 Rafael BlancoJuste en su obra Elementos de física y nociones demeteorología ya incluía la estación como un hitoen la comunicación telegráfica de nuestro país yde Europa: «Actualmente este sistema de comuni-

cación funciona en gran número de buques, pues-tos de este modo en relación unos con otros y condeterminados puertos, y también está representadaesta telegrafia en los continentes por numerosasestaciones, algunas notables como la Torre Eiffel,para comunicarse con el norte de África; la de Ca-rabanchel (Madrid), establecida por los ingenierosmilitares, relacionada con otras de las costas espa-ñolas y africanas, y otras más». El 7 de diciembrede 1917, durante la visita en Guadalajara a la Aca-demia de Ingenieros con un grupo de alumnos, dela Cierva, ministro de la Guerra, cursó un despachoa Carabanchel saludando al rey desde la estaciónde telegrafia sin hilos de ese centro. Por la tarde serecibiría la contestación de Alfonso XIII.

La progresiva celebridad de la estación provocóque el 12 de abril de 1920 recibiera una visita delas comisiones parlamentarias encabezadas por elministro de la Guerra. Los visitantes, procedentesde la base aérea de Getafe, «donde un vendavalimpidió los vuelos» visitaron la estación radiotele-gráfica, donde recibieron explicaciones del coronelTafur sobre el funcionamiento de los aparatos Tele-funken y sobre la importancia que tuvo la estacióndurante la guerra europea (desde 1914 se habíancursado 1 293773 despachos). La Escuela Centralde Tiro fue la siguiente visita pudiendo ver funcio-nar algunos tanques. En Cuatro Vientos tuvieron unbanquete, con discursos de Alcalá-Zamora y Primode Rivera entre otros.

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Puerta del acuartelamiento del Instituto Politécnico n.o1 del Ejército.Alberto Valle, Hawork Studio, en Carabanche/, sesenta años Madrid,2009

Poco después, en agosto de 1920, tienen lugaren el centro prácticas de comunicación aeroterres-tre bajo la dirección del general Fidrich (presi-dente de la Comisión de Táctica) que anunciaríapróximas prácticas con tropas reales. En otra visi-ta del monarca en 1922, Alfonso XIII escuchó latransmisión de la marcha real.

La instalación militar de Carabanchel constitu-yó un hito en su época, y no solo a nivel técnico.Su altura posibilitaba que el artilugio fuera vistodesde cualquier punto de aquel municipio, inclusodesde gran parte de Madrid. Así, Jacinto Benaventeescribía lo siguiente en uno de sus artículos perio-dísticos: «La admirable instalación de telegrafia sinhilos, en Carabanchel Alto, es una de estas gratasnovedades confortadoras. ¿Por qué nuestros moder-nos poetas, tan desmayados y luctuosos, por reglageneral, no cuentan estas cosas? ¿Son menos intere-santes que los parterres de Versalles? Hay para darrazón a los futuristas, con todas sus exageraciones.Yo os aseguro que la instalación de telegrafia sinhilos de Carabanchel Alto bien merece una oda».La fama de la antena perduraría incluso después dela Guerra Civil, lo suficiente para que otro conocidoautor, Ramón J. Sender incluyera una referencia dela misma en su obra de 1952 El verdugo afable, am-bientada en el Madrid de los años veinte:

«-Sí, la quietud del alma. Y debajo, el caos agi-tándose como un nido de larvas sanguinarias queprueban inútilmente a hablar.

Los postes de la Radio de Carabanchel eran másaltos. Se veía el dolmen.»

Pero también es cierto que desde el punto de vistatecnológico llegaría la decadencia a la estación. Unaprueba de ello es el artículo publicado por EnriqueGonzález Fiol en Nuevo Mundo el 23 de mayo de1924 sobre la enorme pujanza que la radiotelefoníaestaba adquiriendo en España. El autor señala que

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Torre del reloj del Instituto Politécnico n.01del Ejército. Recuerdos de Carabanche/.Historia y cultura, 2003

«Es preciso que todos los aficionados se dirijan alPoder público pidiéndole la pronta aprobación delReglamento ..., sin olvidar un detalle interesan-tísimo para una buena audición: el de solicitartambién que el vejestorio de antena de chispasde Carabanchel, antena que no usa ya sino algúnbarco contemporáneo de las carabelas descubrido-ras de América, deje de funcionar y de perturbar,como hasta ahora con desesperada regularidad, lasaudiciones radiofónicas, no sólo españolas, sinolas extranjeras, porque hasta de París se quejan dela dichosa antena carabanchelera ...».

DESAPARICiÓNDespués de la Guerra Civil la estación militar

del cerro del Cadalso se reconvierteen un Ins-tituto Politécnico en el que las antiguas instala-ciones radiotelegráficas dan paso a otro edificioque con el paso de las décadas se ha convertidoen uno de los símbolos de Carabanchel Alto. Nosreferimos a la actual torre del reloj que albergael denominado «cuartel Arteaga». Según el PlanGeneral de Ordenación Urbana vigente, el cuarteltiene previsto su desaparición para dar paso a unazona residencial. Esperemos que si esto sucede, elpeculiar edificio, que sigue siendo visible desdemuchos puntos de la capital, sea respetado y pue-da seguir alzándose como una atalaya que vigilala vida cotidiana del hoy emblemático barrio delsur de Madrid.