celebrar y gobernar. un estudio de las fiestas cívicas en buenos aires, 1810-1835 - munilla lacasa,...

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  • Coleccin

    Historia del Arte

    argentino y latinoamericano

    Director

    Jos Emilio Buruca

  • Mio y Dvila srl Pasaje Jos M. Giuffra 339 (C1064ADC) tel-fax: (54 11) 4300-6919 Buenos Aires, Argentina e-mail produccin: [email protected] e-mail administracin: [email protected] web: www.minoydavila.com

    Imagen de portada: Fiesta de la Federacin, vista general. Archivo Zucchi, lmina N 474.

    Diseo: Gerardo Mio Composicin: Eduardo Rosende

    Edicin: Primera. Noviembre de 2013 Tirada: 500 ejemplares

    ISBN: 978-84-15295-42-6

    Lugar de edicin: Buenos Aires, Argentina

    Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica o transformacin de esta obra solo puede ser realizada con la autorizacin de sus titulares, salvo excepcin prevista por la ley. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta obra.

    2013, Mio y Dvila SRL / 2013, Mio y Dvila editores SL

  • NDICE

    AGRADECIMIENTOS ................................................................................. 9

    INTRODUCCIN ...................................................................................... 111. La fi esta en la historia y la historiografa ...................................... 142. Las fi estas cvicas porteas: un tpico postergado ........................213. Hiptesis y organizacin de la obra ............................................... 24

    CAPTULO I: Conformacin de una tradicin festiva revolucionaria: las fi estas Mayas y Julias .................................................................. 33

    1. La Reconquista y Defensa de Buenos Aires: entre la militarizacin y la devocin .............................................. 392. Las primeras celebraciones de la revolucin: 1811-1812 ............... 443. Nuevos rumbos polticos, nuevos rituales festivos: 1813-1815 ..... 574. De Tucumn a Buenos Aires: la Jura de la Independencia .......... 665. Mayo en el ocaso: 1817-1821 .......................................................... 72

    CAPTULO II: Las formas son una cuestin de fondo: problemas de ceremonial y etiqueta ................................................. 79

    1. De la teora a la prctica: primeras acciones ................................. 792. 1812-1813, puertas a la independencia .......................................... 923. Marchas y contramarchas: etiqueta durante el Directorio ......... 1044. Itinerarios de la Feliz Experiencia rivadaviana ......................... 115

    CAPTULO III: Celebrar la Feliz Experiencia .........................................................127

    1. Las fi estas Mayas de 1822: la celebracin de Buenos Aires ........ 1332. Despliegues ornamentales y signifi cacin simblica ................... 142

  • CAPTULO IV: La trastienda de las fi estas rivadavianas ........................................161

    1. De las licitaciones a las decoraciones .......................................... 1622. Detrs de la escena: programas, instituciones y artesanos ......... 169

    CAPTULO V: El poder en escena: las fi estas del primer Rosas .............................191

    1. La actuacin de Carlo Zucchi ....................................................... 1922. La poltica y el espectculo: primeros proyectos de Zucchi en 1829 ..........................................................................................1973. Sobre hroes, tumbas y monumentos .........................................2094. De mayo a julio: un viraje signifi cativo .......................................2245. La segunda gobernacin de Rosas: fi estas para su apoteosis ..... 237

    EPLOGO ............................................................................................. 253

    APNDICE DOCUMENTAL ..................................................................... 257

    BIBLIOGRAFA..................................................................................... 277

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    Agradecimientos

    Publicar un libro que proviene de una tesis doctoral supone haber recorrido un largo camino sembrado de profesores, colegas y ami-gos a los que quisiera expresar mi profunda gratitud. En primer lugar, quisiera nombrar a mi director de mi tesis y maestro intelectual, Jos Emilio Buruca. Gastn ha sido el mejor director y compaero de ruta que cualquier tesista quisiera tener. Me gustara poder enumerar sus virtudes como maestro, pero temo olvidar muchas. Por eso slo quiero destacar su estmulo incondicional, sus lecturas y aportes imprescindibles y la generosidad con la que comparte su conocimiento infi nito. Sin todas estas cualidades de Gastn, yo jams hubiese llegado al fi nal de ese largo camino que concluye hoy con la publicacin de este libro, en la coleccin de la editorial Mio y Dvila que l tambin dirige. Gracias jefe!!

    En segundo lugar, quisiera agradecer a los profesores que desde la Universidad de Buenos Aires apoyaron mis inquietudes y estimularon mis bsquedas desde muy joven. Ofelia Manzi y Hctor Schenone fue-ron dos pilares en mi formacin universitaria a quienes les tengo una profunda admiracin y cario. Ya en el posgrado, Jacques de Caso, de la Universidad de Berkeley, Marcela Ternavasio y Klaus Gallo, de la Universidad Torcuato Di Tella, me alentaron incondicionalmente a avanzar y a terminar la tesis, por tanto tiempo postergada.

    Mi reconocimiento es tambin para todas aquellas personas que de manera ms o menos annima me prestaron ayuda en bibliotecas, archi-vos, museos y repositorios. Gracias entonces a los directivos y personal de la Biblioteca Nacional, de las bibliotecas de la Facultad de Filosofa y Letras, de la Academia Nacional de la Historia, del Instituto de Teora e Historia del Arte Julio E. Payr, del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani (especialmente a la insuperable Mar-celina Jarma), del Instituto Histrico de la Ciudad de Buenos Aires y del Congreso de la Nacin. Tambin a los directores y empleados del Museo Nacional de Bellas Artes, del Museo Histrico Nacional, del Museo de la Ciudad, del Museo Histrico Brigadier General Cornelio de Saavedra y

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    del Archivo General de la Nacin. A todos aquellos que en el extranjero guiaron mis pasos en las bibliotecas de las Universidades de California en Berkeley, de Standford, de Columbia; en la biblioteca del Congreso de Washington, en la Biblioteca Pblica de New York y en especial en la del Metropolitan Museum, en la del Center for Advanced Studies in Visual Arts (CASVA) con sede en la National Gallery de Washington, en la del Instituto de Investigaciones Estticas de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico y en la del Instituto de Investigaciones Dr. Jos Mara Luis Mora, tambin del D.F., mi deuda de gratitud. En todos estos sitios pas largas temporadas investigando y estudiando gracias a la fi nanciacin que me otorg el sistema de becas de la Universidad de Buenos Aires, la Fundacin Antorchas, el Fondo Nacional de las Artes y la Association of Research Institutes in Art History (ARIAH).

    En sus distintos momentos y formatos, este trabajo ha tenido el privilegio de contar con lectores atentos. Juan Manuel Palacio, Fernan-do Aliata, Noem Goldman, Ezequiel Gallo, Andrea Matallana, Francis Korn, Daro Roldn, Guillermo Ranea, Juan Ricardo Mrquez Rey y Pablo Ortemberg han realizado agudas observaciones que espero haber sabido aprovechar.

    En los aos transcurridos entre mis primeras inquietudes respecto de las fi estas cvicas porteas y la conclusin de este libro, me pas la vida. En ella hubo trayectos suaves y rectilneos y otros speros y sinuo-sos. En todos ellos estuvieron junto a m mis padres, mis hermanos y mis amigos. A mis padres les debo tantas cosas. El haberme dado una libertad total y un apoyo incondicional para elegir todo cuanto eleg en la vida son unas de mis grandes deudas para con ellos. El haberme amado, cuidado, mimado, protegido, otras tantas. A mis hermanos les debo haber pasado una infancia y una adolescencia inolvidables, y una adultez plagada de experiencias y lealtades compartidas. Adems de mucha, mucha alegra frente a cada uno de mis logros. A mis amigos, los de aqu y los de all, quiero darles las gracias por mostrarse siempre interesados en mi tarea y estimularme a continuar cada vez que me llen de dudas sobre el xito de esta empresa. Quiero agradecer especialmente a Gonzalo Vergara por el apoyo amoroso que me brind en el tramo fi nal que me condujo a la conclusin de la tesis. Slo yo s cunto de este trabajo le pertenece.

    No hubiese podido transitar este camino sin la presencia a mi lado de mi hija Manuela. A ella le debo, sencillamente, el haberme hecho la vida feliz desde que supe que iba a nacer. Ella es mi mejor creacin. A Manuela, todo mi amor y mi agradecimiento por su vida, que derrama alegra.

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    Introduccin

    25de mayo de 2008. La fecha patria se conmemor en dos escena-rios altamente simblicos, el monumento a la Bandera en Rosario y el de Juan Martn de Gemes en Salta. Junto al Paran, banderas de varios centenares de metros cubran los edifi cios frente al monumento, y remedaban a las que bajan desde lo alto de las tribunas en las canchas de ftbol. Vendedores ambulantes ofrecan a viva voz Patriotismo a slo cinco pesos en la forma de remeras, gorros y banderitas celestes y blancos. Se sucedieron nmeros musicales a cargo de artistas locales y de algn invitado sorpresa, como el correntino Antonio Tarrag Ros; ms de doscientas mil personas llegaron hasta el lugar y disfrutaron de un da al aire libre. Algunos no dejaban de sealar hacia arriba a los cuatro soberbios zeppelines con los logos de las entidades organizadoras del evento, que fl otaban en el cielo rosarino.

    () un acto que mezcl una profusa simbologa patria con crticas al Gobierno y rituales dignos de un festival de rock, una suerte de Woodstock del campo.1

    La propuesta en Salta pareci menos pintoresca, protagonizada por una gran comitiva ofi cial compuesta por ministros, gobernadores y dirigentes ofi cialistas trajeados de oscuro, que rezaron el Te Deum a cargo del obispo en la Catedral, tras lo cual compartieron un almuerzo con embajadores extranjeros y autoridades polticas. Una cmara sobre-vol el acto para desnudar que la multitud era menor a la esperada

    [El gobierno] Podra haberle hecho una vernica al campo y reducir su conmemoracin del 25 de Mayo al lmite del protocolo. Pero ayer convoc a un acto que erigi a Salta en trmino de comparacin con Rosario.2

    1. Crticas entre msica, banderas y bombos, en diario La Nacin, lunes 26 de mayo de 2008, edicin impresa.

    2. La Presidenta viaja a Salta sin su esposo y con espritu conciliador y El traspi de los Kirchner, en diario La Nacin, 25 y 26 de mayo de 2008, edicin impresa.

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    La conmemoracin de la Revolucin de Mayo fue as uno de los es-cenarios en los que se expres el confl icto que por ms de setenta das enfrent al gobierno nacional con las entidades agrarias por las retencio-nes impositivas aplicadas a los productos agrcolas. Como casi doscientos aos atrs, se constituy en un espacio singular y destacado en el que se cristalizaron diferentes posturas poltico-ideolgicas, se midieron fuerzas y apoyos y se evaluaron resultados de orden poltico-social.

    El libro que aqu se presenta tiene como objetivo, precisamente, estudiar el papel que desempearon las fi estas poltico-conmemora-tivas en Buenos Aires en tanto herramientas destacadas en el proceso de construccin de la nacin durante el perodo comprendido desde el estallido de la Revolucin de Mayo hasta la segunda asuncin de Juan Manuel de Rosas a la gobernacin de la provincia en 1835. Durante este perodo, las fi estas cvicas actuaron como componentes esenciales de la poltica pedaggica y propagandstica del poder poltico, al constituirse en espacios de conformacin, consolidacin y circulacin de discursos y representaciones ligados a la bsqueda de una nueva identidad colectiva que pudiera conducir a la construccin de la nacin argentina.3 Estos espacios, a su vez, fueron instancias donde se negociaban dichos discur-sos y representaciones al enfrentarse a las voces de un pblico activo y heterogneo.

    Las expresiones artsticas, que con carcter efmero fueron levanta-das en la ciudad para los eventos festivos, cumplieron un papel primor-dial en este rol de la fi esta conmemorativa como recurso de pedagoga ofi cial. Las arquitecturas, pinturas, despliegues escenogrfi cos, com-parsas y cuerpos escultricos creados para dichas ocasiones, lejos de ser meras decoraciones de las fi estas, encarnaron una forma discursiva privilegiada del programa simblico ofi cial. En calidad de partcipes del dilogo establecido en el mbito de la fi esta entre el poder poltico

    3. En este punto sobre los signifi cados, los usos y las proyecciones del concepto de nacin, el trabajo sigue los postulados tericos avanzados por Jos Carlos Chiaramonte y Noem Goldman. Vase: Chiaramonte, Jos Carlos, Formas de identidad en el Ro de la Plata luego de 1810, en Boletn del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, 3ra. serie, N 1, 1er. semestre de 1989, pp. 71-93. Idem, La formacin de los Estados nacionales en Iberoamrica, en Boletn del Instituto de Historia Argentina y Ame-ricana Dr. Emilio Ravignani, 3ra. serie, N 15, 1er. semestre de 1997. En especial, Idem,Ciudades, provincias, estados: orgenes de la Nacin Argentina (1800-1846), Buenos Aires, Ariel, 1997. Goldman, Noem; Souto, Nora, De los usos a los conceptos de Nacin y la formacin del espacio poltico en el Ro de la Plata (1810-1827), en Secuencia, N 37, Mxi-co, Instituto Mora, 1997. Goldman, Noem (dir.), Los orgenes del federalismo rioplatense, 1820-1831, en Idem, Revolucin, Repblica, Confederacin (1806-1852), Buenos Aires, Sudamericana, Col. Nueva Historia Argentina, 1998, vol. III. Idem, Lenguaje y revolucin. Conceptos polticos clave en el Ro de la Plata, 1780-1850, Buenos Aires, Prometeo, 2008.

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    y la sociedad civil, estas manifestaciones artsticas efmeras actuaron como vehculos necesarios para la difusin de las nuevas ideas en los primeros aos de la revolucin, as como verdaderos soportes de una prdica poltica en los aos sucesivos.

    Pero adems, estos despliegues fueron concebidos bajo la norma-tiva de una esttica determinada y respondiendo a lenguajes artsticos determinados. En este sentido es que merecen ser estudiados como un engranaje importante dentro del conjunto de manifestaciones artsticas y culturales que fueron conformando el panorama plstico porteo durante esos aos.

    Respecto de los lmites temporales impuestos a este trabajo, es ocioso explicar las razones por las que se emprende el anlisis desde el ao 1810. La ruptura del orden colonial y la disolucin del virreinato del Ro de la Plata abri camino a complejos procesos, desde los polticos y sociales hasta los culturales y simblicos, que operan como elementos sufi cientes para situar en ellos el punto de partida cronolgico de las investigaciones. En cuanto al momento de cierre del perodo elegido, se ha situado en torno al ao 1835. Esta fecha, que seala el comienzo del segundo mandato de Rosas como gobernador de la provincia de Buenos Aires, marca el inicio de la transformacin del rgimen en un sistema dictatorial. Pero ms importante an, est marcando un pun-to de infl exin en la historia de las fi estas conmemorativas porteas. Durante ese ao se cristaliz un proceso que vena gestndose tiempo antes, proceso que tenda a debilitar o a desplazar la conmemoracin de los hechos del pasado, para sustituirlos por festividades que conme-moraran las hazaas y los logros del Hroe del Desierto. El 9 de julio de 1835, lejos de recordar la independencia del pas, fue el da elegido para que el Restaurador recibiera las ms importantes demostracio-nes de apoyo por su segunda asuncin a la gobernacin provincial. En ellas, los hacendados de la provincia de Buenos Aires, organizadores del evento, procuraron mostrar a la ciudad toda y por medio de diversas representaciones simblicas, el poder incuestionable de Rosas como militar y poltico. Y con ese gesto de apropiacin simblica de la fecha patria, se inaugura un sistema festivo diferente cuyas caractersticas y particularidades merecera todo otro libro que d cuenta de ellas.

    Pero adems, la fecha propuesta para fi nalizar el marco cronolgico elegido coincide con la partida hacia Montevideo y posteriormente a Ro de Janeiro de quien fue por esos aos el encargado ofi cial de la organizacin de las celebraciones y de sus programas visuales, el arqui-tecto italiano Carlo Zucchi. El paulatino desmantelamiento del aparato administrativo que haba servido para la organizacin estatal desde el tiempo de Rivadavia del cual Zucchi fue una pieza importante, trajo como consecuencia en el mbito de las fi estas un vaco en el corpus

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    documental e iconogrfi co sobre el que se bas la tesis de investigacin y este libro. En efecto, los documentos relativos a las fi estas cvicas y las piezas iconogrfi cas se hacen ms escasos a partir de su alejamiento del cargo, empobreciendo sustancialmente el acercamiento al tema. De modo que la instauracin de un rgimen poltico dictatorial y con l la transformacin de toda una tradicin festiva, sumada al cese de las actividades de Zucchi al servicio de Rosas, funcionan como justifi cativos para realizar un corte cronolgico para este trabajo.

    A pesar del papel instrumental que desempearon las fi estas de Buenos Aires en la constitucin de la Argentina como pas independiente y de su funcin en tanto espacio de circulacin de ciertas formas y lenguajes artsticos en los aos de formacin de la nacin, stas no han merecido mayor atencin por parte de los investigadores. Con este libro, que centra su inters en el estudio de los universos simblicos creados en o para las fi estas cvicas y en las operaciones de transmisin y recepcin de valores e ideas por medio de representaciones e imgenes, se quiere realizar una contribucin desde el campo de la historia del arte al estudio de una eta-pa de nuestra historia nacional y ciudadana a partir de una perspectiva nunca antes abordada en forma sistemtica: la perspectiva de la fi esta y del arte festivo.

    1. La fiesta en la historia y la historiografa

    Las fi estas y celebraciones han sido desde siempre una parte impor-tante de la vida comunitaria desde el principio de su organizacin. Segn Mijail Bajtin,4 las festividades han sido una forma primordial determi-nante de la civilizacin humana, que han tenido siempre un contenido esencial, un sentido profundo, al expresar en su desarrollo una particu-lar concepcin del mundo. Para Bajtin cuya mirada refl exiva apunta especfi camente a la Edad Media y al Renacimiento esa relacin de la fi esta con los objetivos superiores de la existencia humana alcanzaba su plenitud en el carnaval.

    Esta y otras celebraciones de tipo ritual y religioso han sido por muchos aos las preferidas de los investigadores sociales interesados en el estudio de la fi esta. Es preciso sealar aqu, por ejemplo, los textos seeros que Peter Burke5 escribi sobre la cultura popular europea de la era moderna y el papel de las celebraciones en esa cultura. Sin em-

    4. Bajtin, Mijail, La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de Franois Rabelais, Madrid, Alianza, 1990 (1ra. edicin en francs: Pars, Gallimard, 1970).

    5. Burke, Peter, La cultura popular en la Europa moderna, Madrid, Alianza Editorial, 1991 (1ra. edicin en ingls: London, Harper and Row, 1978).

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    bargo, los estudios sobre las fi estas, el carnaval y los rituales populares han estado confi nados por largo tiempo al terreno de la antropologa, la etnografa y el folklore. Aunque los intereses y temas fueron variando a travs del tiempo, la mayor parte de las investigaciones se concentraron generalmente en el anlisis de las fi estas de comunidades campesinas, por un lado como expresin de valores comunitarios (reciprocidad, ayuda mutua), pero tambin como expresiones de resistencia a desafos de dominacin externos (capitalismo, colonialismo). Domina estos tra-bajos, entonces, el tema de la fi esta ritual y religiosa en el mbito rural.

    Por el contrario, el inters por el estudio de las fi estas ofi ciales es un poco ms reciente. Con el advenimiento del mundo moderno y de la cultura principalmente urbana, la organizacin de las celebraciones religiosas o laicas fue recayendo en forma creciente en manos del Estado y las festividades ofi ciales fueron adquiriendo otras caracters-ticas. Estas celebraciones, segn Bajtin, lejos de permitir al pueblo un contacto con las verdades primeras, contribuan a fortifi car el rgimen poltico vigente, a consagrar el orden social imperante y a consolidar valores y reglas tradicionales. Las celebraciones pblicas fueron trans-formndose, en efecto, de momentos de liberacin y subversin social, en espacios privilegiados desde donde manipular estrategias de propa-ganda y control polticos. Y fue precisamente este aspecto de las fi estas urbanas, el ms ligado al entramado poltico e institucional, al control estatal y a la manipulacin ideolgica, el que despert un renovado inters entre los historiadores comprometidos tradicionalmente en estudiar, menos los placeres y diversiones de los hombres, que sus problemas y afl icciones.6

    Hacia fi nes de la dcada del sesenta, y con mayor nfasis durante los setenta, ese despertar se conjug con un creciente inters por el mbito urbano y el problema de las celebraciones conmemorativas de hechos histrico-polticos. El conjunto de estos nuevos intereses dio como re-sultado una vastsima produccin historiogrfi ca, principalmente entre los intelectuales franceses, muchos de los cuales se nuclearon en torno de la llamada nouvelle histoire.7

    6. Ozouf, Mona, La fte rvolutionnaire et le renouvellement de limaginaire collectif, enAnnales Historiques de la Rvolution Franaise, N 221, Juillet-Septembre 1975, pp. 385-405.

    7. Duvignaud, Jean, Ftes et civilisations, Pars, Scarabe et Co., 1973. Vovelle, Michele, Les mtamorphoses de la fte en Provence de 1750 a 1820, Pars, Aubier - Flammarion, 1976. Ozouf, Mona, La fte rvolutionnaire, 1789-1799, Pars, Gallimard, 1976. Berce, Y., Fte et rvolte, Pars, Hachette, 1976. Fabre, D., La fte en Languedoc, Toulouse, Privat, 1977. LeRoy Ladurie, E., Le carnaval de Romans, Pars, Gallimard, 1978. Tambin vase el trabajo colectivo titulado Les ftes de la Revolution. Colloque de Clermont-Ferrand, Paris, Socit des Etudes Robespierristes, 1977, trabajo que compila las ponencias presentadas en el coloquio de 1974. Algunos de los artculos haban aparecido con anterioridad a esta publicacin en Annales Historiques de la Rvolution Franaise, N 221, Juillet-Septembre, 1975. Un texto

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    Un captulo clave dentro de las preocupaciones por la fi esta urbana y poltica lo constituye el tema de la fi esta revolucionaria, que tom cuerpo historiogrfi co a partir de los estudios sobre la Revolucin Francesa. El libro que ms sistemticamente abord el tema y que mejor sintetiz el estado de la cuestin en Francia fue La fte rvolutionnaire, 1789-1799,de Mona Ozouf. En l, en vez de limitarse a estudiar nuevamente aspec-tos ya abordados del proceso revolucionario francs, la autora analiza la importancia de los smbolos, el lenguaje y el ritual en la invencin y transmisin de una tradicin de origen revolucionaria. Ozouf revaloriza el papel cumplido por los festivales revolucionarios como instrumentos de pedagoga poltica y destaca la importancia de lo visual y lo simb-lico en las estrategias propagandsticas de los organizadores. De esta manera se rescata al festival de su imagen tradicional de espacio de promiscuidad y violencia, para estudiarlo ms bien como una instancia privilegiada desde donde promover los nuevos ideales. Para Ozouf, las ms profundas creencias y convicciones de los revolucionarios franceses se revelaban menos en los plpitos y las Asambleas que en las plazas y las fi estas. Sin embargo, aun cuando en los festivales prevaleciera un signifi cado impuesto por los organizadores, la autora observa que en ellos tambin se cristalizaba una necesidad colectiva de rito y subversin. De esta manera, la fi esta se revela como una entidad compleja, resul-tado de esa interaccin dialctica entre los organizadores y el pueblo. Combinando la concepcin durkheimniana de los festivales, como la capacidad de la comunidad unida de producir un estado de excitacin colectiva que trasciende la celebracin misma, con la bajtiniana, que considera al festival como el espacio de la transgresin, Ozouf ve ms all de los programas ofi ciales de las celebraciones y estudia la forma en que stos son superados por la comunidad que introduce innovaciones destinadas a cambiar su signifi cado ltimo y su intencin originaria.

    La propuesta metodolgica de Ozouf de considerar esas dos facetas de un mismo proceso, el plan de los organizadores y la respuesta del pblico en trminos de recepcin del mensaje poltico, visual, simblico, sugiere entonces un camino claro y potencialmente rico para investigar las celebraciones patrias y sus creaciones artsticas en Buenos Aires.

    Pero adems, la mirada que arroja esta investigadora hacia los temas en cuestin se entronca con los aportes provenientes del campo de la llamada historia cultural. Aspectos como los cambios operados en la estructura de valores y creencias; la aparicin de nuevas prcticas tanto pblicas como privadas; las transformaciones operadas en los lenguajes icnicos, ceremoniales y discursivos; la constitucin de nuevos imagi-

    posterior sobre el tema es el de Chartier, Roger, Sociedad y escritura en la Edad Moderna,Mxico, Instituto Mora, 1995.

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    narios, polticos, sociales e histricos, son temas bien estudiados por los investigadores de aquella corriente historiogrfi ca, sobre todo en relacin con la Revolucin Francesa.8 De este vasto conjunto, resultan particularmente interesantes para el tema de este libro los textos de Maurice Agulhon y Jean Starobinski,9 quienes se detienen en los desa-rrollos emblemticos e iconogrfi cos de la Revolucin, especialmente en la imagen de la Repblica Francesa como una mujer tocada con gorro frigio, y en la fortuna que esta imagen tuvo a lo largo del siglo XIX francs. En una lnea de intereses similar a la de Ozouf y Agulhon, se ubican los estudios de la investigadora norteamericana Lynn Hunt. El objetivo principal de su libro es abordar aspectos polticos de la re-volucin francesa, si bien la va de acceso a estos intereses es lo que la autora denomina la cultura poltica o el comportamiento poltico (political behavior), expresado por medio del lenguaje, los gestos, los rituales y los smbolos revolucionarios.10

    Pese a la densidad historiogrfi ca que el tpico adquiri en Francia, cabe sealar que las primeras inquietudes respecto de los festivales revolucionarios franceses no surgieron en el seno de la academia gala ni de la historia propiamente dicha sino de la historia del arte nor-teamericana. Durante los aos cincuenta, aparecieron en los Estados Unidos los ya tradicionales trabajos de David Dowd, Stanley Idzerda, James Leith y Jack Lindsay, que tomaban como eje de sus investiga-ciones el problema del arte durante la Revolucin Francesa y su papel como instrumento de propaganda poltica al servicio del Estado.11 Ellos repararon en la funcin que cumplieron tanto la pintura de gnero histrico como la escultura monumental en el condicionamiento de

    8. Vase principalmente Chartier, Roger, El mundo como representacin. Historia cultural: entre prctica y representacin, Barcelona, Gedisa, 1992. Idem, El orden de los libros. Lec-tores, autores, bibliotecas en Europa entre los siglos XVI y XVII, Barcelona, Gedisa, 1994. Idem, Espacio pblico, crtica y desacralizacin en el siglo XVIII. Los orgenes culturales de la Revolucin francesa, Barcelona, Gedisa, 1995. Idem, Sociedad y escritura en la Edad Moderna, Mxico, Instituto Mora, 1995.

    9. Agulhon, Maurice, Marianne au combat: limagerie et la symbolique rpublicaines de 1789 1880, Paris, Flammarion, 1979 y Starobinski, Jean, 1789. The Emblems of Reason,Charlottesville, University Press of Virginia, 1982.

    10. Hunt, Lynn, Politics, Culture, and Class in the French Revolution, Berkeley Los Angeles, University of California Press, 1984.

    11. Dowd, David L, Art as a National Propaganda in the French Revolution, en Public Opinion Quarterly, vol. XV, Fall 1951. Dowd, D., Jacobinism and the Fine Arts, en Art Quarterly16, Autumn 1953. Dowd, D., Pageant - Master of the Republic: Jacques -Louis David and the French Revolution, Lincoln, University of Nebraska Press, 1948. Iszerda, Stanley J., Iconoclasm during the French Revolution, en American Historical Review, N 60, 1954. Leith, James A., The idea of Art as Propaganda in France, 1750-1790, Toronto, Toronto University Press, 1965. Linsday, Jack, Art and Revolution, en Art and Artists, August 1969.

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    la opinin pblica, con el objeto de conducirla por canales favorables a intereses y polticas determinados. El arte, sostienen, tena un papel clave en la funcin pedaggica de los festivales revolucionarios, como un medio didctico especialmente efectivo de adoctrinamiento poltico de las masas iletradas.

    Estos aportes rescataron a los festivales del olvido y los promovieron como temas individuales de anlisis, a la vez que inauguraron una ya lar-ga tradicin historiogrfi ca sobre el tema en los Estados Unidos, que se vio ampliada de manera notable en los aos noventa. Desde perspectivas diversas, como los estudios de gnero, la sociologa y la historia poltica, nuevas investigaciones volvieron a concentrarse en la conformacin del nacionalismo norteamericano y la infl uencia de las celebraciones patrias en estos procesos.12 Pero adems, con su concentracin en el papel del arte, esta temprana tradicin fue decisiva porque destac un aspecto de la fi esta que sirvi de inspiracin y referencia a una multiplicidad de monografas y trabajos ms actuales. En la consideracin de los temas relacionados con los aspectos artsticos de las fi estas y del perodo en general, la investigacin volcada en este libro sigue algunas de las pos-turas tericas propuestas por la actualmente renovada historia social del arte, principalmente los planteos de anlisis avanzados por los nor-teamericanos T. J. Clark,13 Thomas Crow14 y Albert Boime,15 entre otros. Las preguntas de estos investigadores estn dirigidas no slo hacia las caractersticas del sistema de produccin de las imgenes, sino tambin

    12. Ryan, Mary, Women in Public. Between Banners and Ballots, 1825-1880, Baltimore & London, The Johns Hopkins University Press, 1990. Travers, Leonard, The Brightest Day in our Calendar: Independence Day in Boston and Philadelphia, 1777-1826. Tesis doctoral para Boston University, 1992. Idem, Celebrating the Fourth. Independence Day and the Rites of Nationalism in the Early Republic. Amherst, University of Massachusetts Press, 1997. Waldstreicher, David L., The Making of American Nationalism: Celebrations and Political Culture, 1776-1820. Tesis doctoral presentada en Yale University, 1994. Newman,Simon, Parades and the Politics of the Street. Festive Culture in the Early American Republic,Philadelphia, Univesity of Pennsylvania Press, 1997.

    13. Clark, T. J., The Absolute Bourgeois. Artist and Politics in France, 1848-1851, Londres, Thames and Hudson, 1973. Idem, Imagen del Pueblo. Gustave Courbet y la Revolucin de 1848, Barcelona, Gustavo Gilli, 1981 (1ra. edicin en ingls: Londres, Thames and Hudson, 1973). Idem, The Painting of Modern Life. Paris in the Art of Manet and his Followers,Princeton, Princeton University Press, 1984.

    14. Crow, Thomas, Pintura y sociedad en el Pars del siglo XVIII, Madrid, Nerea, 1989. (1ra. edicin en ingls: New Haven and London, Yale University Press, 1985). Idem, Emulation.Making Artists for Revolutionary France, New Haven and London, Yale University Press, 1995.

    15. Boime, Albert, Art in an Age of Revolution, 1750-1800, Chicago and London, University of Chicago Press, 1987. Idem, Art in an Age of Bonapartism, 1800-1815, Chicago and London, University of Chicago Press, 1990. Idem, Art and the French Commune. Imagining Paris after War and Revolution, New Jersey, Princeton University Press, 1995.

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    hacia los modos de recepcin de las obras entre un pblico dado y el im-pacto signifi cativo de las mismas sobre ese receptor y su medio cultural. La superacin de la idea de arte como manifestacin superior de la cul-tura, para incluir dentro de sus fronteras tambin aquellas expresiones menores o perifricas de la produccin artstica, es una postura terica particularmente til para ser aplicada al caso del panorama plstico porteo de principios del siglo XIX y, principalmente, para considerar las manifestaciones artsticas efmeras propias de las fi estas conmemo-rativas. En este mismo sentido, son de inters los ya clsicos abordajes realizados por James Leith16 y Richard Etlin,17 quienes analizan detalla-damente los principales proyectos de ornamento pblico ya sea ste efmero, como en las fi estas cvicas, o de materiales concretos, como en los monumentos surgidos a la luz del proceso revolucionario francs.

    Para el rea latinoamericana, la bibliografa sobre festivales y celebra-ciones populares es muy vasta. En los ltimos aos se han dado signifi ca-tivos aportes, especialmente en Mxico, donde se han producido estudios sobre fi estas y rituales urbanos, muchos de ellos referidos al perodo de la Revolucin Mexicana y el Porfi riato.18 Los casos de Colombia y Chile son muy signifi cativos ya que desde principios de la dcada del noventa un grupo de investigadores locales y extranjeros est trabajando activamente sobre diversos aspectos de la tradicin festiva bogotana y santiaguea.19

    16. Leith, James, Space and Revolution. Projects for Monuments, Squares, and Public Buildings in France, 17891799, Montreal & Kingston, McGill-Queens Univesity Press, 1991.

    17. Etlin, Richard A., Symbolic Space. French Enlightenment Architecture and Its Legacy, Chicago & London, University of Chicago Press, 1994.

    18. Fell, Claude, La fte et le pouvoir. Instauration de sociabilits nouvelles dans le Mexique post-rvolutionnaire, en Revue Franaise dEtudes Americaines, N 51, Fevrier 1992. Reese, Thomas - Reese, Carol McMichael, Revolutionary Urban Legacies: Porfi rio Diazs Celebrations of the Centennial of Mexican Independence in 1910, en Actas del Coloquio Internacional de Historia del Arte, Zacatecas, Mxico, 1994. La Revista Mexicana dedic un nmero especial al tema en octubre-diciembre de 1995, donde se publicaron ocho trabajos de prestigiosos investigadores referidos a las fi estas conmemorativas mexicanas, tanto religiosas como polticas. Vase tambin Zrate Toscano, Vernica (coord.), Poltica, casas y fi estas en el entorno urbano del Distrito Federal, siglos XVIII-XIX, Mxico, Instituto Mora, 2003. Idem, El papel de la escultura conmemorativa en el proceso de cnstruccin nacional y su refl ejo en la ciudad de Mxico en el siglo XIX, en Historia Mexicana, vol. 53, N 2, Mxico e Hispanoamrica, Oct.-Dic., 2003, pp. 417-446. Idem, El entorno de la Ciudad de Mxico como escenario de ceremonias cvicas en el siglo XIX, en Prez Toledo, Sonia; ElizaldeSalazar, Ren y Prez Cruz, Luis (coords.), Las ciudades y sus estructuras. Poblacin, es-pacio y cultura en Mxico, siglos XVIII y XIX, Mxico, Universidad Autnoma de Tlaxcala, Universidad Autnoma Metropolitana-Iztapalapa, 1999, pp. 265-275.

    19. Para el caso de Colombia, vase Lomn, Georges, Historia de lo imaginario, en GacetaN 9 Colcultura. Bogot, 1991. Idem, La Revolucin Francesa y la simblica de los ritos bolivarianos, en Revista Historia Crtica N 5, Bogot, Universidad de los Andes, 1991. Idem, El espejo roto de Colombia: el advenimiento del imaginario nacional, 1820-1850, en Annino, A.; Castro Leiva, L.; Guerra, F. X., De los Imperios a las Naciones, Zaragoza,

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    Adems, el estudio de la fi esta se ha enriquecido en los ltimos aos con contribuciones provenientes del campo ms especfi co de la historia del arte, aunque con un nfasis puesto en los despliegues artsticos propios de la fi esta barroca o colonial.20 En Mxico, sin embargo, la tarea em-prendida por los investigadores de Instituto de Investigaciones Estticas de la Universidad Autnoma de Mxico, especialmente Fausto Ramrez, Jaime Cuadriello y Esther Acevedo, ha signifi cado un importante aporte para el estudio del panorama plstico local en tiempos de la revolucin de independencia y construccin del Estado nacional. En sus textos no estn ausentes consideraciones sobre los despliegues plsticos de las fi estas republicanas.21 Un desarrollo similar se ha producido felizmente en Lima y en Caracas, en donde, a partir de los estudios Natalia Majluf y Pablo Ortemberg para el primer caso, y de Jos Mara Salvador Gonzlez para

    Ibercaja, 1994. Gonzlez Perez, Marcos, Bajo el palio y el laurel. Bogot a travs de las manifestaciones festivas decimonnicas, Bogot, 1995. Idem (comp.), Fiesta y nacin en Colombia, Bogot, Cooperativa Editorial Migisterio, 1998. Earle, Rebecca, Padres de la Patria and the Ancestral Past: Commemorations of Independence in Nineteenth-Century Spanish America, en Journal of Latin American Studies, vol. 34, N 4, Nov. 2002, Cambridge University Press, pp. 775-805. Para el caso de Chile, vase Valenzuela, Jaime, Las liturgias del poder. Celebraciones pblicas y estrategias persuasivas en Chile colonial (1607-1709),Santiago, DIBAM-Centro de Investigaciones Barros Arana, LOM Ediciones, 2001. Peral-ta C., Paulina, Chile tiene fi esta! El origen del 18 de septiembre (1810-1837), Santiago, LOM Ediciones, 2007; Cruz de Amenbar, Isabel, La fi esta: metamorfosis de lo cotidiano,Santiago de Chile, Ediciones Universidad Catlica, 1995; Zaldivar, Trinidad, Fiesta cvica republicana, en VV.AA., Memoria del IV Encuentro Internacional sobre Barroco. La fi esta,La Paz, Unin Latina, 2007, pp. 225-234.

    20. VV.AA., Memoria del IV Encuentro Internacional sobre Barroco. La fi esta, La Paz, Unin Latina, 2007; VV.AA., V Coloquio del Instituto de Investigaciones Estticas de la Universi-dad Nacional Autnoma de Mxico. El arte efmero en el mundo hispnico, Mxico, UNAM, 1983. VV.AA., Actas del Coloquio Internacional de Arte Funerario, Mxico, 1980. Morales Folguera, Jos Miguel, Cultura simblica y arte efmero en la Nueva Espaa, Sevilla, Junta de Andaluca, 1991. Ramos Sosa, Rafael, Arte festivo en Lima virreinal, Andaluca, Junta de Andaluca, 1992. Cruz de Amenbar, Isabel, La fi esta: metamorfosis de lo cotidiano, San-tiago de Chile, Ediciones Universidad Catlica, 1995. Idem, Arte festivo barroco: un legado duradero, en Laboratorio de arte, N 10, Sevilla, Universidad de Sevilla, Departamento de Historia del Arte, 1997. Para el caso espaol, vanse la prolfi ca produccin de Fernando Rodrguez de la Flor, especialmente, Atenas castellana. Ensayos sobre cultura simblica y fi estas en la Salamanca del Antiguo Rgimen, Salamanca, Junta de Castilla y Len, 1989 y de Antonio Bonet Correa, especialmente, Fiesta, poder y arquitectura. Aproximaciones al Barroco espaol, Madrid, Akal, 1990.

    21. Ramrez, Fausto, La plstica del siglo de la independencia, Mxico, Banco Nacional de Comercio Exterior, 1985. Cuadriello, Jaime, Los pinceles de la historia. De la patria criolla a la nacin mexicana, 1750-1860, Mxico, CONACULTA, UNAM, Museo Na-cional, 2000. Idem, Del escudo de armas al estandarte armado y Acevedo, Esther,Los smbolos de la nacin en debate (1800-1847), Idem, Entre la tradicin alegrica y la narrativa factual, todos en VV.AA., Hacia otra historia del arte en Mxico. De la es-tructuracin colonial a la exigencia nacional (1780-1860), Mxico, CONACULTA, 2001.

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    el segundo, ha surgido un campo de investigacin muy fructfero sobre estos temas.22

    2. Las fiestas cvicas porteas: un tpico postergado

    En el caso de la Argentina, particularmente de Buenos Aires, el estudio de la fi esta ha llamado la atencin de la historiografa en una forma todava perifrica. Los primeros esfuerzos por estudiar la tradicin festiva portea y sistematizar su conocimiento se deben a Jos Torre Revello a partir de la dcada del veinte. Sus artculos, netamente descriptivos, dan cuenta de las festividades y juegos tradicionales de la Buenos Aires colonial, sin abordar el perodo independentista. La labor de Torre Revello suele ser destacada menos por la profundidad de sus aportes que por representar la vanguardia de los esfuerzos historiogrfi cos sobre estos temas.23 En esta lnea descriptiva se inscriben tambin otros trabajos posteriores, que no pasan de meras crnicas de eventos destacados de la historia nacional organizados cronolgicamente o narraciones histricas de las fi guras y smbolos patrios que se recuerdan anualmente a travs de una celebracin especial en el calendario nacional.24

    Sin embargo, existen algunas excepciones puntuales que se destacan en este magro conjunto. Una de ellas es el breve pero revelador anlisis que realiza Tulio Halpern Donghi de las primeras fi estas Mayas del perodo independiente, en un trabajo ya clsico de su produccin historiogrfi ca.25

    22. Majluf, Natalia, Los fabricantes de emblemas. Los smbolos nacionales en la transicin republicana. Per, 1820-1825, en VV.AA., Visin y smbolos. Del virreinato criollo a la repblica peruana, Lima, Banco de Crdito, 2006, pp. 203-241; Ortemberg, Pablo, Rituel et pouvoir: sens et usages des liturgies civiques. De la Vice-royaut du Prou lore de la Rpublique (Lima, 1735-1828). Tesis de doctorado en Historia por lcole des Hautes, Pars, 2008. Salvador, Jos Mara, Efmeras efemrides. Fiestas cvicas y arte efmero en la Venezuela de los siglos XVII-XIX, Caracas, Universidad Catlica Andrs Bello, 2001.

    23. Torre Revello, Jos, Del Montevideo del siglo XVIII, fi estas y costumbres, Montevideo, 1929. Idem, Los bailes, las danzas y las mscaras en la colonia, en Boletn del Instituto de Investigaciones Histricas, ao IX, t. XI, N 46, 1930. Idem, La crnica de la primera proclamacin real celebrada en Buenos Aires en 1600, en Boletn del Instituto de Investi-gaciones Histricas, ao VIII, t. X, N 43-44, 1930. Idem, Del Buenos Aires colonial, la festividad de su Patrono, en Boletn del Instituto de Investigaciones Histricas, ao XIII, t. XVIII, N 61-63, 1934-1935. Idem, Fiestas y costumbres, en Academia Nacional de la Historia, Historia de la Nacin Argentina, Buenos Aires, El Ateneo, 1940, vol. IV.

    24. Arenas Luque, Fermn A., Efemrides argentinas, Buenos Aires, Talleres Grfi cos Kraft, 1960. Clementi, Hebe, Las fi estas patrias, Buenos Aires, Leviatn, 1984.

    25. Halpern Donghi, Tulio, Revolucin y guerra. Formacin de una lite dirigente en la Ar-gentina criolla, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 1972 (1ra. edicin).

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    En l analiza ciertos aspectos del nuevo ritual cvico como funcionales a la bsqueda de legitimidad del nuevo poder.

    Otra excepcin es el trabajo del historiador holands, Henry Ph. Vogel, quien aborda el tema de los nuevos festivales creados durante el perodo inmediatamente posterior a la Revolucin de Mayo y hasta 1828. A travs de su trabajo, Vogel se propone demostrar el nacimiento de una temprana idea de nacin ya desde el comienzo de Argentina como pas independien-te, para lo cual fue funcional la organizacin, por parte de los gobiernos revolucionarios, de festivales como las fi estas Mayas y luego las fi estas Julias, que fueran instalando en la poblacin la idea de una identidad nacional.26 Su trabajo, superado por los ms recientes planteos tericos sobre el origen de la nacin Argentina, es, sin embargo, una muy buena primera aproximacin al tema de las fi estas patrias locales y constituye un valioso estudio que analiza el papel instrumental de estas fi estas en la creacin de la nacin y en la bsqueda de legitimidad por parte del naciente estado revolucionario. Adems, desde su perspectiva como historiador, su interpretacin de las fi estas es esencialmente poltica, sin abordar el poder y el alcance de las imgenes desarrolladas en el espacio festivo para lograr persuadir al soberano. En la misma lnea que Vogel pero reparan-do, aunque de manera fragmentaria, en el signifi cado contenido en los despliegues simblicos, se encuentra el trabajo de Juan Carlos Garavaglia, cuyo ttulo resume sus objetivos en forma palmaria: a la nacin por la fi esta. En l propone una aproximacin al tema de la construccin de una identidad nacional por va de la fi esta maya exclusivamente. Al igual que la tesis de Vogel, este artculo tiene la virtud de ser pionero en las preocupaciones por los rituales patriticos en Buenos Aires, pero adolece de brevedad dado el arco temporal que abarca y no atiende a otro tipo de expresiones festivas como el 9 de julio, las celebraciones por las victorias militares o los funerales.27

    Otro trabajo destacable, aunque para un perodo posterior, es el de Lilia Ana Bertoni, quien estudia la incorporacin de las celebraciones patrias en la rutina escolar portea, como recurso para construir la nacionalidad a partir de la dcada de 1880. Bertoni analiza el fenmeno de la fi esta cvica como una estrategia utilizada por la elite dirigente para cimentar un sentimiento nacional, ante el peligro inminente que signifi caba el avance masivo de las corrientes inmigratorias, cuyas fi estas nacionales

    26. Vogel, Henry PH., Elements of Nationbuilding in Argentina: Buenos Aires, 1810-1828. Tesis doctoral. Gainesville, University of Florida, 1987. Idem, Fiestas patrias y nuevas lealtades, en Todo es historia, N 287, Mayo 1991. Idem, New Citizens for a New Nation: Naturalization in Early Independent Argentina, en Hispanic American Historical Review, N 71:1, 1991.

    27. Garavaglia, Juan Carlos, A la nacin por la fi esta: las fi estas mayas en el origen de la nacin en el Plata, en Boletn del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. E. Ravignani,3ra. serie, N 22, 2do. semestre de 2000, pp. 73-100.

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    haban alcanzado para entonces una popularidad mucho mayor que la celebracin de las fechas patrias locales.28

    Ricardo Salvatore, por su parte, analiza las fi estas y rituales federales rurales durante el rosismo como una de las formas que adopt el dilogo entre el Restaurador y la base social que le sirvi de apoyo. Tomando como eje cuatro eventos rituales del federalismo rosista (las quemas de Judas, la celebracin de las fi estas Mayas y Julias, el culto a Rosas y los festejos a los hroes militares), Salvatore examina lo que l denomina la poltica semitica de Rosas como un intento de hacer aparecer al rgimen como una continuidad ideolgica de la etapa posindependentista.29

    Por fi n, baste decir que en los ltimos aos el inters de los histo-riadores por estudiar la primera mitad del largo siglo XIX se ha visto renovado y una nueva historia poltica cultural ha empezado a escribirse. Resear la totalidad de esa produccin historiogrfi ca excede los lmites de este libro.30 Sin embargo, es insoslayable detenerse en tres trabajos que, desde diversas perspectivas temticas y metodolgicas, han abordado cuestiones que se refi eren al problema de las fi estas conmemorativas, aunque no la estudiaron de manera directa. Jorge Myers propone una mirada nueva sobre ciertas prcticas polticas republicanas y simbli-cas durante el gobierno de Rosas, considerndolas una continuacin de aquellas instauradas durante el perodo precedente. Su libro, si bien no se detiene especialmente en el anlisis de las fi estas, constituye un fi no

    28. Bertoni, Lilia Ana, Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. La construccionde la naciona-lidad argentina a fi nnes del siglo XIX, Buenos Aires, Fondo de Cultura Economica, 2001. Tambin Construir la nacionalidad: hroes, estatuas y fi estas patrias, 1887-1891, en Boletndel Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. E. Ravignani, 3ra. serie, N 5, 1er. semestre de 1992.

    29. Salvatore, Ricardo, Fiestas federales: representaciones de la Repblica en el Buenos Aires rosista, en Entrepasados. Revista de Historia, ao VI, N 11, fi nes de 1996.

    30. Entre los textos ms signifi cativos que abordan el perodo se encuentran Di Stefano, Roberto, El plpito y la plaza: clero, sociedad y poltica de la monarqua catlica a la repblica rosista,Buenos Aires, Siglo XXI Editores Argentina, 2004. Herrero, Fabin (comp.), Revolucin.Poltica e ideas en el Ro de la Plata durante la dcada de 1810, Buenos Aires, Ediciones Coo-perativas, 2004. Di Meglio, Gabriel, Viva el bajo pueblo! La plebe urbana de Buenos Aires y la poltica entre la Revolucin de Mayo y el rosismo, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2006. Ternavasio, Marcela, Gobernar la revolucin. Poderes en disputa en el Ro de la Plata, 1810-1816, Buenos Aires, Siglo XXI Editores Argentina, 2007. Gallo, Klaus, Jeremy Bentham y la Feliz Experiencia. Presencia del utilitarismo en Buenos Aires, 1821-1824, en Prismas. Revista de Historia intelectual, N 6, 2002, pp.79-96. Idem, Un escenario para la Feliz Experiencia. Teatro, poltica y vida pblica en Buenos Aires. 1820-1827, en Batticuore, Graciela; Gallo,Klaus; Myers, Jorge (comps), Resonancias romnticas. Ensayos sobre historia de la cultura argentina, Buenos Aires, EUDEBA, 2005, pp. 121-133. De reciente aparicin Fradkin, Ral, Fusilaron a Dorrego!: o cmo un alzamiento rural cambi el rumbo de la historia, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2008. Goldman, Noem (ed.), Lenguaje y revolucin: concep-tos polticos clave en el Ro de la Plata, 1780-1850, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2008.

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    anlisis del contexto histrico en que se dieron, y proporciona un buen marco terico para abordarlas. Myers ha publicado, tambin, un artculo sobre las formas de sociabilidad porteas en la primera mitad del siglo XIX donde estudia brevemente el espacio festivo como una de las formas de interaccin entre la elite y el pueblo en el marco del espacio pblico.31

    En sendas tesis doctorales publicadas hace pocos aos en libros, Pilar Gonzlez Bernaldo y Fernando Aliata tambin trabajan estos contextos histrico culturales, la primera a travs de un sugestivo acercamiento a las nuevas prcticas de sociabilidad desarrolladas en Buenos Aires a partir de 1829 y el segundo en un estudio que articula la vida poltica y el desa-rrollo urbano y arquitectnico en la Buenos Aires rivadaviana y rosista.32

    El saldo de este recorrido historiogrfi co por el tema de la fi esta indica que todava hay mucho por hacer en este campo, en especial en nuestro pas. Los trabajos reseados, si bien representan aportes impor-tantes para la comprensin del tema, son escasos y se ocupan de perodos y espacios tan diversos unos para el perodo revolucionario, otros para la dcada de 1880, unos para el mbito rural, otros para el urbano que impiden tener una visin sistematizada que permita rastrear persisten-cias, cambios, vnculos y rupturas en el perodo propuesto. Sin embargo, construyendo sobre las limitaciones y ausencias de la sucinta tradicin reseada hasta aqu, este libro pretender centrarse en el problema de las representaciones simblicas de las fi estas y de sus manifestaciones concretas y, a partir de una aproximacin al tema todava no realizada, colaborar en la escritura de una pgina nueva de la historia nacional a travs de la perspectiva de la fi esta y el arte efmero.

    3. Hiptesis y organizacin de la obra

    El libro se estructura en torno a tres hiptesis fundamentales:

    1) En primer lugar, las fi estas poltico conmemorativas en la Buenos Aires de la primera mitad del siglo XIX cumplieron un papel de

    31. Myers, Jorge, Orden y Virtud. El discurso republicano en el rgimen rosista, Quilmes, Uni-versidad Nacional de Quilmes, 1995. Idem, Una revolucin en las costumbres: las nuevas formas de sociabilidad de la elite portea, 1800-1860, en Devoto, Fernando; Madero, Marta (dir.), Historia de la vida privada en la Argentina, Buenos Aires, Taurus, 1999, tomo I, pp. 111-145.

    32. Gonzlez Bernaldo, Pilar, Civilidad y poltica en los orgenes del a nacin argentina. Las sociabilidades en Buenos Aires, 1829-1862, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2008 (1era. edicin en francs, 1999). Aliata, Fernando, La ciudad regular. Arquitectura, programas e instituciones en el Buenos Aires posrevolucionario, 1821-1835, Bernal, Uni-versidad Nacional de Quilmes; Buenos Aires, Prometeo 3010, 2006.

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    vital importancia en el proceso de construccin de la nacin como parte de las polticas pedaggicas y propagandsticas del Estado. Las celebraciones cvicas, lejos de ser meras instancias de espar-cimiento colectivo, colaboraron decididamente en la transmisin de una constelacin de valores e ideales nuevos que, instaurados a partir del estallido de la Revolucin de Mayo, fueron construyendo las bases de una nueva tradicin poltica. Los primeros gobiernos patrios vieron en las celebraciones de los aniversarios de la Revolu-cin y de la independencia, as como en las victorias de los ejrcitos locales, oportunidades privilegiadas en la bsqueda de legitimidad poltica frente al rgimen cado cuyo heredero en el ejercicio de la soberana era motivo de encendidas discusiones y de consenso popular frente al nuevo orden de cosas. Los gobiernos subsiguientes hicieron uso de las fi estas de una manera an ms compleja y sutil en trminos de propaganda, en momentos en que urga la superacin de las luchas facciosas y la resolucin de la forma de organizacin poltica del territorio ya liberado.

    Por otro lado, para la sociedad portea las celebraciones cvicas signifi caron mucho ms que una simple expresin festiva comunita-ria. Ante el derrumbe del orden colonial, ellas ofrecieron un marco de identifi cacin y pertenencia al nuevo orden emergente. En el espacio de la fi esta, la sociedad vio nacer y difundirse los smbolos patrios, identitarios de una nueva nacin en formacin. En el espacio de la fi esta, la sociedad asisti a la construccin de una memoria colectiva que otorgara a los hechos presentes una profundidad y una justifi cacin histricas de las que careca. En el espacio de la fi esta, la sociedad vivi la gestacin y el encumbramiento de los nuevos prohombres patrios y presenci los triunfos y las cadas, las crisis y las renovaciones de los diferentes proyectos polticos. En sntesis, la fi esta cvica de la primera mitad del siglo XIX se convirti en un lugar de participacin, de comunicacin, de negociacin de valores y de imaginarios, todo lo cual coadyuv a que hoy se constituya en un mbito privilegiado para la observacin histrica del perodo formativo del Estado y la nacin argentinos.

    Ciertas cualidades de la fi esta poltico conmemorativa aqu pun-tualizadas ya han sido sealadas por varios de los textos reseados. Algunos han visto en ellas temas vinculados con las polticas peda-ggicas y culturales del Estado,33 aunque como se dijo de manera fragmentaria. Otros, han encontrado en las celebraciones ejemplos de las diversas prcticas de sociabilidad, formas alternativas de participa-

    33. Bertoni, L.A., op. cit.

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    cin poltica, o lugares de transmisin y confrontacin de discursos.34

    Pocos se han detenido, sin embargo, en el anlisis de la estructura interna de la fi esta los programas de actividades, el papel de las instituciones y su evolucin a travs del tiempo. Qu se celebraba en Buenos Aires a partir de 1810 y cmo evolucion el calendario festivo a lo largo del perodo en cuestin de acuerdo a la cambiante situacin poltica? Quin organizaba estas fi estas y de qu programas de actividades y entretenimientos constaban? Cmo se gest y cul era el universo de smbolos e imgenes que circulaban en esos espa-cios festivos? Cul fue la estructura ideolgica y el mensaje poltico contenido en aquellos programas y en estas imgenes de acuerdo con cada contexto histrico? En el estudio de estos aspectos estructurales de la fi esta y de sus detalles organizativos radica la posibilidad de ex-plorar adecuadamente temas como la funcin de la fi esta en trminos didcticos, las pautas establecidas para la participacin comunitaria, el lugar que se le daba al orden y al control social, entre otros.

    2) En segundo lugar, el libro sostiene que las manifestaciones artsticas que con carcter transitorio eran levantadas a modo de decora-ciones durante las fi estas cvicas, actuaron como herramientas de extraordinario valor en la difusin de los nuevos credos e ideales polticos. En este sentido, aun cuando ya se ha destacado la funcin del arte culto como vehculo privilegiado de propaganda poltica especialmente para el mbito francs,35 cabe sealar que esas expresiones elevadas del arte eran apenas signifi cativas en Buenos Aires, cuando no completamente nulas. La presencia de pintores extranjeros en la ciudad haba alcanzado a saciar la sed de retratos particulares de la sociedad portea o haba logrado describir pict-ricamente los rincones y las costumbres de Buenos Aires. Pero los pinceles de estos artistas no haban apuntado hacia la creacin de un corpus de imgenes de gnero histrico, por ejemplo, o de retratos de los grandes hombres36 a partir de los cuales llevar adelante una poltica propagandstica que los usara como vehculo. Fueron pre-

    34. Myers, J., op. cit. Gonzlez Bernaldo, P., op. cit. Salvatore, R., op. cit.35. Vase nota 6 y 7.36. Una excepcin confi rma la regla de la estrechez en el panorama plstico porteo respecto de

    estos gneros pictricos. Se trata de una serie de litografas argentinas realizadas por el artista francs Thodore Gricault, encargadas por un comitente argentino en 1819, que comprende un retrato del general San Martn, uno ecuestre del general Belgrano y dos descriptivas de las batallas de Chacabuco y Maip y que se analizarn en el transcurso de esta tesis. Vase DelCarril, Bonifacio, Gericault. Las litografas argentinas, Buenos Aires, Emec Editores, 1989 y Ribera, Luis Adolfo, El retrato en Buenos Aires, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 1982.

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    cisamente las manifestaciones artsticas efmeras, es decir, aquellas expresiones arquitectnicas, pictricas, escultricas, escenogrfi cas, levantadas en la ciudad para los das de fi esta con maderas, telas encoladas y materiales desechables, adems de las comparsas, los desfi les militares, los nmeros teatrales, en fi n, todo el conjunto de imgenes desplegadas en las fi estas, las que cumplieron con esa funcin propagandstica y de las que todava se conoce muy poco. Sin embargo, su presencia en el espacio pblico de la ciudad de manera grandilocuente y sensible, responda ms adecuadamente que los discursos escritos a la intencin proselitista con que el poder poltico quera dotar a las celebraciones conmemorativas, aprovechando el poder altamente efectivo de lo visual en trminos de persuasin o de predicamento. En una poca como la estudiada, caracterizada por un bajo ndice de instruccin en la poblacin, las imgenes y repre-sentaciones visuales signifi caron una herramienta fundamental para que el gobierno pudiera trasmitir al pblico general y no slo a los sectores letrados mensajes, ideas, intenciones, proyectos, logros. Estos despliegues efmeros jugaron, pues, un papel muy importante en el proceso de circulacin y recepcin de mensajes e ideas, al en-carnar en clave visual y simblica discursos sobre el orden poltico y social vigentes que posea la elite dirigente.37

    En este sentido, todas ellas representan riqusimas fuentes para entender cabalmente la evolucin de las polticas pedaggicas del Estado y bajo esta luz es que hay que interpretar la preocupacin de los gobiernos principalmente bajo Rivadavia por una cuida-da organizacin de los eventos festivos. Durante la gestin de don Bernardino en la dcada de 1820, se crearon nuevas dependencias administrativas el Departamento de Ingenieros Arquitectos y la Polica las cuales, ante la supresin de la institucin del Cabildo, asumieron la responsabilidad de organizar las fi estas cvicas. La presencia de arquitectos de alta formacin tcnica al frente de la primera dependencia responsable de la organizacin general de las celebraciones y de los diseos ornamentales en particular; una cuida-

    37. Para abordar estos temas es especialmente til el desarrollo terico que realiza Louis Marin, quien seala la existencia de registros de lectura y comprensin diferentes entre el discurso escrito y las imgenes, ya que stas tienen el poder de mostrar lo que la palabra no puede enunciar y, a la inversa, la imagen es ajena a la lgica de la produccin del sentido que engendran las fi guras del discurso, fenmeno que l denomina la irreductibilidad de lo visible a los textos. Vase Chartier, Roger, Poderes y lmites de la representacin. Marin, el discurso y la imagen, en Escribir las prcticas. Foucault, de Certeau, Marin, Buenos Aires, Manantial, 1996, pp. 76-77. De Louis Marin, Des pouvoirs de limage, Pars, Seuil, 1993. Idem, Le Portrait du roi, Pars Editions de Minuit, 1981. Idem, Opacit de la peinture. Essais sur la reprsentation au Quattrocento, Pars, Editions Usher, 1989.

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    da seleccin por parte de la segunda la Polica de los profesionales encargados de construir, pintar y decorar desde las escenografas urbanas hasta los edifi cios pblicos; reiteradas discusiones sobre la probidad de estos profesionales pintores, carpinteros, herreros, especialistas en fuegos de artifi cio y la eleccin de los mejores en cada ofi cio; la disponibilidad de fondos no siempre sustantivos, pero nunca ausentes para la elaboracin de estos complejos pro-gramas de actividades, pone en evidencia que ningn detalle de la organizacin festiva era librado al azar o a la improvisacin y que sta tena para el poder poltico una importancia radical. El anlisis de estos aspectos relacionados con el proceso de diseo y construc-cin de los aparatos ornamentales efmeros de las fi estas cvicas permite asomarse a la trastienda del escenario pblico y desde all, con una mirada crtica desde el campo del arte, poder contribuir a desenmaraar la trama de signifi caciones contenidas en los discursos simblicos y visuales de cada celebracin.

    3) En tercer lugar, este trabajo sostiene que las manifestaciones de arte efmero surgidas en el seno de las fi estas cvicas son suscep-tibles de ser estudiadas como un fenmeno esttico en s mismo. Estos despliegues escenogrfi cos fueron pensados de acuerdo con las normativas artsticas y las pautas culturales vigentes en el perodo histrico en cuestin, de modo que una aproximacin analtica a estos artefactos permitir recrear un panorama ms ajustado de la situacin plstica local durante esos aos. Dichos despliegues fueron, a su vez, diseados y construidos por arquitectos y artesanos activos en Buenos Aires durante esos aos y, a pesar de que los nombres de estos ltimos han permanecido annimos para la historia del arte hasta hoy, fueron en su poca reconocidos por sus mritos. Adems, el dilogo entre estos artesanos y los artistas profesionales fue mu-cho ms frecuente de lo que se conoce. A menudo los artistas eran convocados para actuar como jurados en la seleccin de uno u otro artesano interviniente en las decoraciones urbanas, o actuaban direc-tamente junto a ellos en esas tareas. El estudio de esas expresiones de arte surgidas para las fi estas o a propsito de ellas, as como el de la articulacin entre el quehacer de aquellos artesanos ignorados, hasta hoy perifricos, y el de los artistas reconocidos, legitimados por la historia, propone un recorrido del horizonte artstico local por medio de senderos hasta ahora pobremente transitados, recorrido que promete arrojar una nueva luz sobre el panorama de las artes plsticas de nuestra ciudad durante esos aos iniciales.

    Pero adems, las instalaciones urbanas transitorias fueron pensadas en funcin de un pblico destinatario del mensaje polti-

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    co por ellas contenido, para el que tambin representaban objetos de contemplacin y deleite esttico. Por todo ello, las piezas de arte efmero que acompaaban a las fi estas deben ser utilizadas como documentos de valor para discernir temas tales como los procesos de transmisin cultural entre Europa y Amrica; el lugar del arte en la sociedad; la evolucin del gusto artstico de la comunidad; las pautas de produccin y recepcin de objetos artsticos en cada momento.

    Para la consideracin de estas dos ltimas hiptesis, se cuenta con un material de primera mano de extraordinario valor. Se trata del archivo documental e iconogrfi co de quien fue el arquitecto ofi cial del Estado de Buenos Aires bajo el rgimen rosista, el italiano Carlo Zucchi. Exiliado originalmente en Francia por sus ideas republicanas, Zucchi lleg al Ro de la Plata en 1826, probablemente contratado por el gobierno rivadaviano. Durante el perodo en que ejerci funciones ofi ciales (1829-1844) tanto en Buenos Aires como en Montevideo y Ro de Janeiro perodo caracterizado por constantes turbulen-cias polticas y la guerra civil, realiz una cantidad importante de proyectos en el campo de la arquitectura pblica y privada, los monumentos conmemorativos y la decoracin de las fi estas patrias. De esta intensa labor dan cuenta los documentos iconogrfi cos y escritos que integran hoy el acervo del Archivio di Stato di Reggio Emilia, ciudad en la que el arquitecto Zucchi haba nacido y volvi a morir fi nalizado su exilio sudamericano. Este legado, desconocido por los repositorios y los investigadores locales durante aos, fue redescubierto por las autoridades del archivo reggiano hacia 1993. Por su tamao y contenido, signifi ca una verdadera revolucin para el conocimiento de la arquitectura y el arte en la Argentina de la primera mitad del siglo XIX, no slo por la obra personal de Zucchi, sino por la existencia de diseos realizados por otros ingenieros y arquitectos que actuaron en el mbito local desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta mediados del XIX.

    Los diseos de Zucchi de arqueras monumentales, arcos triun-fales, escenografas festivas y dems proyectos para las celebraciones conmemorativas constituyen en la actualidad el nico corpus icono-grfi co que se conoce referido a este tema y por ello representa un material invalorable para lograr visualizar, analizar, reconstruir y comprender cabalmente el papel de la fi esta y de estos despliegues visuales en los procesos de propaganda poltica e ideolgica durante la primera mitad del siglo XIX.

    El libro mantendr un orden cronolgico en la consideracin del tema de las fi estas cvicas porteas del perodo 1810-1835. Esta propues-ta organizativa podr sufrir alteraciones, en la medida en que el tema

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    desarrollado en algn captulo justifi que una continuidad temporal. De este modo, se pretende lograr una densidad interpretativa del tema abordado que el respeto estricto por los lmites cronolgicos propuestos en las diversas secciones slo contribuira a debilitar.

    El captulo primero analizar las fi estas que se organizaron en la ciudad de Buenos Aires para conmemorar los hechos de Mayo y la de-claracin de la Independencia durante los primeros diez aos revolu-cionarios. Se pondr especial inters en estudiar las dos fi estas ms signifi cativas que tuvieron lugar en estos aos: la celebracin del primer aniversario de la Revolucin en 1811 y la ceremonia de juramento de la Independencia en nuestra ciudad en 1816. Sin embargo, un punto de partida previo a 1810 se impone dado que las celebraciones por la Defensa y la Reconquista de Buenos Aires frente a las invasiones de los ejrcitos ingleses en 1806-1807, no slo constituyeron las primeras celebraciones cvicas que precedieron a las de la revolucin, sino que introdujeron cambios notables en los rituales festivos.

    En particular, se estudiar a lo largo del perodo el proceso de confor-macin de un nuevo modelo que pudiera ajustarse ms adecuadamente que el colonial a la realidad poltica vigente, pero que adems funcionara convincente y efi cazmente entre la poblacin para obtener legitimidad poltica, apoyo social y consenso popular. Para ello, se prestar espe-cial atencin a los contenidos de los programas festivos, a los nmeros propuestos en ellos, a las imgenes y a los smbolos desplegados en el espacio pblico, para rastrear en estos niveles los cambios y las persis-tencias que se operaron entre una tradicin y otra. Se procurar realizar una interpretacin en clave poltica que de cuenta del signifi cado que dichos cambios y permanencias pudieron revestir tanto para las auto-ridades como para la ciudadana en cada momento histrico.

    Adems de las fi estas Mayas y Julias, las celebraciones por las vic-torias militares de los ejrcitos revolucionarios constituyeron un rango importante dentro del conjunto de fi estas cvicas que tuvieron lugar en la capital portea. El anuncio en la ciudad de los triunfos de los ejrcitos leales; la llegada de las banderas enemigas capturadas en combate; la entrada triunfante en la ciudad de las tropas y sus comandantes una vez regresados del campo de batalla, fueron hechos altamente provechosos para la organizacin de eventos festivos que convocaran a la ciudadana a participar y a expresar pblicamente su adhesin a la causa revolucio-naria. Es precisamente en el mbito de estas fi estas patriticas, donde se detecta no slo la circulacin menos controlada de ciertos smbolos nuevos colores patrios, gorros frigios sino tambin el desarrollo de pautas renovadoras del ceremonial o la etiqueta vigente. En efecto, la ingeniera visual y simblica que signifi caba cada aparicin pblica de las autoridades polticas; la nutrida reglamentacin que demandaba la

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    etiqueta a seguir en cada celebracin importante del perodo y los cambios operados en estas cuestiones especialmente durante los festejos de las celebraciones patriticas sern analizados en el captulo 2, a la luz de la innegable importancia que tuvieron estas prcticas tanto para el devenir histrico de los aos en cuestin como para la conformacin de un imaginario ligado a lo nacional.

    Durante el perodo regido por la accin poltica de Bernardino Ri-vadavia, el embate de su actividad reformista y modernizadora afect todos los campos de la vida pblica de la provincia. Las transformaciones operadas en la esfera de la administracin estatal alteraron signifi cativa-mente los procedimientos relativos a la organizacin de las ceremonias conmemorativas y a su funcin en el mbito de lo pblico. Ellas asu-mieron durante la gestin del ministro un renovado protagonismo por muchos aos desplazado dadas las constantes exigencias de la guerra y se constituyeron nuevamente en piezas claves de la poltica pedaggica del Estado. Ejemplo paradigmtico de ello fueron las fi estas Mayas del ao 1822, exhibidas como una suerte de inauguracin simblica de la nueva etapa poltica e histrica que se abra con el rivadavianismo. En el captulo 3 se estudiarn, teniendo como eje rector esas particulares celebraciones de 1822, los vnculos entre dicha poltica reformista y los cambios operados en la organizacin de los eventos festivos; el papel cumplido por las nuevas instituciones, particularmente por la prensa, en relacin con las fi estas cvicas; las caractersticas del discurso icnico y simblico desplegado en las decoraciones efmeras, as como aspectos de la circulacin y recepcin del mensaje poltico por ellas sustentado en trminos de propaganda del nuevo gobierno que se instalaba.

    El eje argumental y temtico propuesto en el captulo anterior ser retomado en el captulo 4, en el que se profundizar la dimensin y la especifi cidad de las reformas rivadavianas antes aludidas en el cam-po de lo festivo y se analizarn los aspectos distintivos que durante la feliz experiencia adquirieron las celebraciones respecto del perodo precedente. En particular, se analizarn aquellas cuestiones de la orga-nizacin de las celebraciones conmemorativas que slo en apariencia representaron elementos secundarios o detalles insignifi cantes, pero que en verdad resultaron vitales para la efi caz instrumentacin de una campaa de difusin de la nueva organizacin poltica.

    Se abordar aqu la funcin de los nuevos tcnicos a cargo de las dependencias administrativas comprometidas en la organizacin de las fi estas; las caractersticas formales e iconogrfi cas de los despliegues escenogrfi cos por ellos diseados; el mensaje poltico que subyaca en ellos; el papel de los artesanos intervinientes en la construccin de esas decoraciones; las polmicas planteadas en torno a la probidad del ejercicio de sus ofi cios; sus vnculos con la esfera del arte consagrado

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    del perodo y su insercin en el tejido social. Se rastrear este corpus temtico entre las celebraciones ms destacadas del perodo.

    El rgimen poltico iniciado en 1829 con la eleccin de Juan Manuel de Rosas como gobernador de la provincia de Buenos Aires, no modifi c sustancialmente el modelo de organizacin institucional forjado en el perodo anterior. Sin embargo, una conciencia aguda de la importancia revestida por una poltica de propaganda a favor de su gestin y de su persona, s estableci diferencias al principio sutiles con las prcticas festivas del rivadavianismo. Para lograr hacer de las fi estas verdaderos soportes de su rgimen, Rosas cont con la actuacin de Carlos Zucchi al frente del Departamento de Ingenieros Arquitectos. Desde all, el italiano propuso, ora por encargo ofi cial, ora motu proprio, una poltica festiva pero tambin monumental de apoyo al sistema, de la que se dar cuenta en el captulo 5. Se analizarn aqu los proyectos de decoraciones urbanas festivas y de monumentos conmemorativos elaborados por Zucchi durante la primera gobernacin de Rosas, procurando interpretar los trabajos no slo como funcionales a una intencionalidad poltica, sino tambin como manifestaciones de un saber esttico europeo que debi adecuarse al medio local, conceptual y materialmente.

    Asimismo, en este captulo se abordar cmo, a partir de la elec-cin de Rosas por segunda vez a la primera magistratura provincial, se produce el afi anzamiento de una nueva poltica festiva, centrada fundamentalmente en la exaltacin de la fi gura del militar. No se con-siderarn aqu los rituales federales rurales, sino aquellos que tuvieron lugar en el mbito de la ciudad, donde se destaca la actuacin de Zucchi como artfi ce quizs involuntario de una suerte de apoteosis del go-bernador. Se analizarn las principales celebraciones que, organizadas por el italiano en los aos iniciales de esta segunda etapa del rosismo, muestren el proceso de desplazamiento que sufrieron las fi estas cvicas tradicionales tanto en su aspecto formal, cuanto en su dimensin con-memorativa y en la circulacin de un nuevo universo icnico.

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    Captulo I

    Conformacin de una tradicin festiva revolucionaria: las fiestas Mayas y Julias

    Las fi estas y celebraciones han sido desde siempre una parte impor-tante de la vida cotidiana de prcticamente toda sociedad. Desde el Renacimiento en adelante, la injerencia del poder poltico o religioso en la organizacin de las ceremonias pblicas se hizo cada vez ms presente, pues las fi estas de las grandes cortes europeas civiles o religiosas eran maquinarias espectaculares donde se daban cita representaciones utpicas tanto de la vida poltica y social, como de la organizacin del tiempo y de la ciudad.1

    Con el advenimiento de los procesos revolucionarios de la Edad Moderna la revolucin americana de 1776 y la francesa de 1789, entre las ms importantes, las fi estas organizadas en conmemoracin de la ruptura con los sistemas polticos previos, coloniales unos, regios los otros, adquirieron un matiz propagandstico nuevo, centrado en la difusin de los valores e ideas forjados al calor de la desintegracin del Antiguo Rgimen. En parte por un genuino entusiasmo popular hacia el nuevo orden de cosas, en parte debido a la manipulacin ejercida por las autoridades, estas celebraciones se fueron instalando defi nitivamente en la vida comunitaria y contribuyeron de manera decisiva en los procesos de formacin de las naciones modernas.

    En el caso de la Amrica hispnica, el proceso revolucionario abierto en 1808 a partir de la crisis de la monarqua espaola, traz un complejo panorama cuyos mltiples aspectos han sido problematizados desde diversas perspectivas historiogrfi cas por investigaciones recientes.2

    1. Fagiolo DellArco, M.; Carandini, S., Leffi mero Barocco. Strutture de la festa nella Roma del 600, Roma, Bulzoni, 1978, pp. 1-15. (Mimeo en espaol, traduccin de Angel Navarro, 1979). Son muy numerosos los textos sobre celabraciones y rituales del Antiguo Rgimen. La mayora son deudores del seero libro de Maravall, Jos Antonio, La cultura del Barroco. Anlisis de una estructura histrica, Barcelona, Ariel, 1990.

    2. La produccin historiogrfi ca sobre este perodo es muy vasta. Vase, ente otros textos, Annino, Antonio; Castro Leiva, Luis; Guerra, Franois-Xavier, De los imperios a las naciones: Iberoamrica, Zaragoza, IberCaja, 1994. Guerra, Franois-Xavier, Modernidad

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    En este contexto de revisin del proceso independentista americano, tambin el papel de las fi estas y celebraciones ha sido analizado con mayor o menor sistematicidad segn los casos, como se ha visto. Aun-que no se abordar aqu el problema de las festividades coloniales, es necesario sin embargo hacer una breve referencia a ellas puesto que sobre el modelo festivo instaurado durante la dominacin espaola se articularn posteriormente las nuevas prcticas conmemorativas y los nuevos rituales cvicos propios del perodo independentista.

    As, en el Ro de la Plata, pero tambin en las otras regiones de Amrica espaola, durante el perodo colonial las celebraciones fueron principalmente religiosas, como lo fueron tambin en Espaa a partir de la impronta de la iglesia contrarreformista. Aun en las ocasiones en que se dieron fi estas de carcter civil, mayoritariamente vinculadas a la vida poltica de la metrpoli nacimientos, bodas, cumpleaos, entronizacio-nes o funerales reales, las funciones religiosas fueron siempre una parte central de las festividades. Entre las ms importantes celebraciones de carcter civil que se organizaron en Buenos Aires se encontraba el arribo a la ciudad de nuevas autoridades polticas, as como la coronacin de un nuevo monarca espaol y su consiguiente proclamacin en estas tierras. Tal festividad revesta una gran importancia para la vida de la colonia ya que para esta ocasin se organizaban fi estas de cierto esplendor, aunque menores frente a las espectaculares festividades de los virreinatos de Mxico y Per.3 Los edifi cios principales de la ciudad eran iluminados, la plaza principal era ornamentada con ciertos despliegues de esceno-grafas efmeras,4 se organizaban juegos, bailes y diversiones populares como las corridas de toros, los rompecabezas, las carreras de sortijas, y de caas,5 se sacaba en paseo el Estandarte Real ceremonia de gran

    e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispnicas, Mxico, MAPFRE-Fondo de Cultura Econmica, 1993. PortilloValds, Jos Mara, Crisis atlntica. Autonoma e inde-pendencia en la crisis de la monarqua hispana, Madrid, Marcial Pons, 2006; Rodrguez,Jaime, Revolucin, independencia y las nuevas naciones de Amrica, Mxico, MAPFRE, 2005. Agradezco a Marcela Ternavasio el haberme sugerido y guiado por la lectura de estos textos.

    3. Vase la bibliografa citada en las notas 18, 21 y 22 de la Introduccin.4. La aguada annima titulada Arquera en la Plaza Mayor. Buenos Aires que se conserva en el

    Museo de la Ciudad, fue levantada en 1760 en ocasin de la proclamacin realizada en Buenos Aires por la coronacin del rey Carlos III. Se trat de una construccin de madera que cerraba la actual Plaza de Mayo en su frente este y que constaba de 14 arcos, siete de cada lado del gran arco central, ubicado en el mismo eje de simetra que el del Cabildo. Esta pieza es nica en su tipo puesto que, como se ver ms adelante, no se poseen registros iconogrfi cos de estos despliegues sino a partir de fi nes de la dcada de 1820.

    5. El juego de sortija que se instalaba en la plaza era una suerte de molinete o calesita compuesto por sillas y caballos fabricados en cuero que giraba velozmente y desde donde los participantes trataban de obtener premios. Los rompecabezas eran similares a los palos

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    importancia desde el punto de vista simblico sobre la que se volver ms adelante y en el balcn del Cabildo se colocaba, bajo un dosel, el retrato del nuevo monarca, remitido especialmente desde la pennsula, frente al cual se realizaba el acto de proclamacin.6

    Figura 1: Arquera efmera construida en 1760 para celebrar la asuncin al trono de Espaa de Carlos III. Coleccin Museo de la Ciudad.

    Respecto a las fi estas religiosas que tenan lugar en la Buenos Aires colonial, las de mayor envergadura fueron la de Corpus Christi, la de Semana Santa y principalmente la de San Martn de Tours, santo patrono de la ciudad, aunque el calendario exhiba ms de cuarenta fi estas de santos a lo largo del ao.7

    En los albores del perodo revolucionario se sumaron dos fi estas de carcter cvico que recordaban los heroicos momentos de la Reconquista y Defensa de la ciudad frente a las invasiones inglesas de 1806 y 1807.

    enjabonados en cuyo extremo se ubicaban objetos que deban ser alcanzados. Por lo general se trataba de ropa (camisas, chalecos, zapatos, medias de seda), artculos que tambin cons-tituan los premios de las rifas por cedulillas que se organizaban en los das de fi esta. La bibliografa sobre las caractersticas de los juegos y diversiones coloniales en el Ro de la Plata es amplia y no ha sido revisada por investigaciones ms recientes. Vase, entonces, los clsicos textos de Grenn, Pedro, Juegos coloniales, Crdoba, 1924; Furlong, Guillermo, Historia social y cultural del Ro de la Plata, 1536-1810, Buenos Aires, T.E.A., 1969 y de Torre Revello, Jos, reseados en la introduccin.

    6. Segn Jos Torre Revello, el retrato del monarca era copiado luego por artistas locales y enviado a otras ciudades del interior para ornamentar las salas capitulares de los Cabildos. Vase, Torre Revello, Jos, Del Montevideo del siglo XVIII, fi estas y costumbres, Montevideo, 1919.

    7. Para un anlisis ms completo de las fi estas coloniales en Buenos Aires, vase los artculos de Jos Torre Revello y los textos de Henry Ph. Vogel reseados en la introduccin y detallados en la bibliografa.

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    Estas fi estas revistieron un carcter muy especial puesto que conmemo-raban no ya hechos polticos histrica y geogrfi camente lejanos, sino que festejaban hechos recientes sucedidos en la patria chica, la ciudad, y en los que los habitantes de Buenos Aires haban participado activamen-te. Ms adelante se ver cmo se implantaron estas celebraciones en el calendario festivo colonial y, en tanto fi estas cvicas que precedieron a las de la revolucin, cules fueron los elementos novedosos que las invasiones inglesas introdujeron en las prcticas rituales desplegadas hasta entonces, teniendo en cuenta que la metrpoli entraba por estos aos en un convulsionado bienio, 1808-1810, en el cual el destino de la centenaria monarqua espaola cambi radicalmente de curso.

    Como analiza Tulio Halpern Donghi, con el estallido de la Revolucin de Mayo en 1810, el primer gobierno autnomo surgido de esa coyun-tura hizo de la legitimidad una de las cuestiones fundamentales de su plan de gobierno y un elemento central de la ideologa revolucionaria. Heredero del poder cado, el gobierno revolucionario no slo pretendi lograr la obediencia de todo el territorio del virreinato, sino tambin la incondicional adhesin de todos sus habitantes, ms all de su adscrip-cin sectorial. Esgrima como argumento la legitimidad de su posicin, el derecho soberano de ocupar el lugar y a ejercer el papel del viejo orden desplazado. Esta legitimidad, sin embargo, fue cuestionada desde amplios sectores de la poblacin, de modo que lograr la lealtad de los vecinos convertidos en ciudadanos se transform en una accin sostenida por parte de las nuevas autoridades. Para ello el gobierno debi recurrir a diversos mecanismos altamente coercitivos, tales como el juramento de lealtad exigido primero a los altos funcionarios, luego a todos los jefes de familia; las colectas voluntarias de dinero para sostn de la causa y la prdica patritica desde el plpito de las iglesias. Ms importante aun fue la reorganizacin del sistema de polica heredado del rgimen colonial, ejercido por los alcaldes de barrio, encargados de la vigilancia y control de los movimientos de la poblacin.8

    Como parte de este programa revolucionario para lograr consenso en torno a la legitimidad del ejercicio del poder heredado, las fi estas cvicas ocuparon un lugar destacado. Lejos de ser celebraciones espontneas, donde poder dar rienda suelta a las expresiones de jbilo pblico una de las caractersticas fundamentales de la fi esta segn la literatura tradicional sobre el tema,9 Halpern sostiene que, as como la revolucin consi-

    8. Halpern Donghi, Tulio, Revolucin y guerra. Formacin de una lite dirigente en la Ar-gentina criolla, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 1972, segunda parte, cap. II.

    9. Vase Bajtin, Mijail, La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. El contexto de Franois Rabelais, Mxico, Alianza, 1990. (1ra. versin en francs, Pars, Gallimard, 1970). Tambin los textos de Duvignaud, Jean; Le Roy Ladurie, E.; Ozouf, Mona; Vovelle,Michel en la bibliografa.

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    der necesario controlar y hacer inocua la disidencia, tambin necesit disciplinar la adhesin. De all que, siguiendo ciertos comportamientos autoritarios heredados del antiguo rgimen, el gobierno revolucionario reglara por decreto los festejos pblicos, cvicos y religiosos.10

    La institucin organizadora de estos festejos haba sido desde la colonia el Cabildo de la ciudad, funcin que sigui ejerciendo hasta su supresin en 1821. Por medio de comisiones integradas por regidores nombrados para cada ocasin, el Ayuntamiento instrua a los alcaldes de barrio para organizar los eventos, quienes de este modo controlaban el entusiasmo de los vecinos.

    Las fi estas cvicas de los primeros aos revolucionarios en Buenos Aires estuvieron, pues, basadas en la participacin comunitaria, pero restringida y controlada por las autoridades. Pese a ello, se ver cmo la circulacin y uso de ciertos smbolos e imgenes adoptados por la comunidad de manera ms o menos espontnea, lograra en ocasiones traspasar las fronteras del control ofi cial.

    Durante esos primeros aos, la accin del nuevo gobierno llev a la creacin de una nueva liturgia revolucionaria. Roger Chartier, en su li-bro sobre la sociedad y la escritura en la Edad Moderna,11 analiza las transformaciones sufridas por las fi estas populares en Francia desde el siglo XVI hasta despus de la Revolucin de 1789. Sostiene, siguiendo a Mona Ozouf, que la fi esta revolucionaria transform de manera irre-versible el sistema de fi estas del Antiguo Rgimen, caracterizado por ser una compleja y profusa trama de eventos devocionales, profesionales y mu