caudillosmo militar ¿s 19 ven

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nuevomundo.revues.org http://nuevomundo.revues.org/60783 De caudillos a pretorianos. Una Periodización de la realidad militar venezolana, siglos XIX y XX Introducción 1Todo criterio de periodización es polémico, particularmente los umbrales, los límites temporales. Es decir, cuándo comienza y termina un determinado momento de la evolución histórica, será siempre un tema para el debate. En el caso de algunas instituciones el asunto se facilita. Se puede determinar con precisión, digamos por ejemplo, la fecha fundacional y el lugar donde comenzó a operar tal o cual Instituto de Investigación. Antes de ello antecedentes, después, su evolución hasta mutar constituyendo un nuevo ente o sencillamente desaparecer. El caso que nos ocupa en las páginas siguen es uno más complejo y estudiado poco, esto, pese a la importancia histórica capital que presenta en el devenir venezolano. Los oficiales militares, para bien o para mal, han desempeñado un papel determinante en la historia de la tierra natal de Simón Bolívar Palacios. Caminamos, pues, por un sendero poco transitado y procuraremos avanzar partiendo de los antecedentes conocidos. Ni guerreros indígenas ni hueste indiana 2El planteamiento inicial no puede ser otro que descartar alguna influencia de la hueste indiana en sus enfrentamientos armados con los aborígenes que poblaban originariamente estas tierras, en la conformación, siglos después, de la oficialidad militar criolla. También, las milicias de los siglos XVIII y XIX poco influyen en la institución militar venezolana. Más aun, Venezuela como tal se vertebra inicialmente en un escabroso y accidentado proceso integrador que podríamos ubicar, para los que gustan de años precisos: 1777 hasta 1830. La Capitanía General en un extremo, mientras en el otro, el republicano gobierno bajo la jefatura de los propietarios caraqueños, valencianos, cumaneses, zulianos, merideños, barineses y de los demás territorios de la extinta Capitanía General de Venezuela. 3Volviendo a las fechas precisas. Las acciones en Caracas el 19 de abril de 1810, marcan el inicio de la evolución hacia una República que se proclama independiente el 5 de julio de 1811. Antecedentes, ciertamente los hay, pero eso, son intentos frustrados anteriores que carecen de continuidad con un propósito definido, bien estructurado y consolidado. El prologado esfuerzo guerrero hasta 1823, crea mitos fundacionales. El más común es el del “Ejército Libertador Venezolano”. Los militares de hoy se entienden a sí mismos como los herederos directos, en una visión romántica, para decirlo con elegancia, de los héroes militares de la independencia, a quienes entienden como los forjadores de la República. De esta falacia emerge la otra: “Venezuela nació en un cuartel.” La Historia, esa que se escribe con una mayúscula inicial, bien supera las versiones interesadas, simplistas y acomodaticias. El Ejército Republicano, más improvisado que efectivo, es destruido en 1812, por otro grupo armado improvisado acaudillado por el marino canario Domingo Monteverde; eso, para no referir a sus derrotas en la Campaña de Coro y en Guayana con anterioridad a la capitulación de Miranda en San Mateo. La Campaña Admirable bajo la jefatura de quien desde entonces será calificado como Libertador, en 1813, contaba con importantes contingentes neogranadinos y será desarticulado, vencido y reducido prácticamente a los oficiales sobrevivientes, por las huestes llaneras al mando del Taita José Tomás Boves, en 1814. Los expedicionarios españoles al mando del futuro conde de Cartagena y marques de La Puerta, un efectivo ejército con experiencia cierta de combate, llegan al año siguiente a Tierra Firme confirmando el dominio de las armas de la Corona en Caracas y Bogotá. Solo improvisadas guerrillas como en los llanos del Casanare y Apure, donde el bandolerismo se entremezclaba con el combate contra las tropas fieles a Fernando VII y las del oriente venezolano era lo quedaba del Ejército Libertador, esto hasta 1817. Patrones con sus clientelas personales armadas constituyeron el grueso de las tropas enfrentadas hasta la llegada de Morillo y sus tropas veteranas.

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Page 1: Caudillosmo Militar ¿s 19 VEN

nuevomundo.revues.org http://nuevomundo.revues.org/60783

De caudillos a pretorianos. Una Periodización de la realidadmilitar venezolana, siglos XIX y XX

Introducción1Todo criterio de periodización es polémico, particularmente los umbrales, los límites temporales. Es decir, cuándocomienza y termina un determinado momento de la evolución histórica, será siempre un tema para el debate. En elcaso de algunas instituciones el asunto se facilita. Se puede determinar con precisión, digamos por ejemplo, la fechafundacional y el lugar donde comenzó a operar tal o cual Instituto de Investigación. Antes de ello antecedentes,después, su evolución hasta mutar constituyendo un nuevo ente o sencillamente desaparecer. El caso que nosocupa en las páginas siguen es uno más complejo y estudiado poco, esto, pese a la importancia histórica capital quepresenta en el devenir venezolano. Los oficiales militares, para bien o para mal, han desempeñado un papeldeterminante en la historia de la tierra natal de Simón Bolívar Palacios. Caminamos, pues, por un sendero pocotransitado y procuraremos avanzar partiendo de los antecedentes conocidos.

Ni guerreros indígenas ni hueste indiana2El planteamiento inicial no puede ser otro que descartar alguna influencia de la hueste indiana en susenfrentamientos armados con los aborígenes que poblaban originariamente estas tierras, en la conformación, siglosdespués, de la oficialidad militar criolla. También, las milicias de los siglos XVIII y XIX poco influyen en la instituciónmilitar venezolana. Más aun, Venezuela como tal se vertebra inicialmente en un escabroso y accidentado procesointegrador que podríamos ubicar, para los que gustan de años precisos: 1777 hasta 1830. La Capitanía General enun extremo, mientras en el otro, el republicano gobierno bajo la jefatura de los propietarios caraqueños, valencianos,cumaneses, zulianos, merideños, barineses y de los demás territorios de la extinta Capitanía General de Venezuela.

3Volviendo a las fechas precisas. Las acciones en Caracas el 19 de abril de 1810, marcan el inicio de la evoluciónhacia una República que se proclama independiente el 5 de julio de 1811. Antecedentes, ciertamente los hay, peroeso, son intentos frustrados anteriores que carecen de continuidad con un propósito definido, bien estructurado yconsolidado. El prologado esfuerzo guerrero hasta 1823, crea mitos fundacionales. El más común es el del “EjércitoLibertador Venezolano”. Los militares de hoy se entienden a sí mismos como los herederos directos, en una visiónromántica, para decirlo con elegancia, de los héroes militares de la independencia, a quienes entienden como losforjadores de la República. De esta falacia emerge la otra: “Venezuela nació en un cuartel.” La Historia, esa que seescribe con una mayúscula inicial, bien supera las versiones interesadas, simplistas y acomodaticias. El EjércitoRepublicano, más improvisado que efectivo, es destruido en 1812, por otro grupo armado improvisado acaudilladopor el marino canario Domingo Monteverde; eso, para no referir a sus derrotas en la Campaña de Coro y enGuayana con anterioridad a la capitulación de Miranda en San Mateo. La Campaña Admirable bajo la jefatura dequien desde entonces será calificado como Libertador, en 1813, contaba con importantes contingentesneogranadinos y será desarticulado, vencido y reducido prácticamente a los oficiales sobrevivientes, por las huestesllaneras al mando del Taita José Tomás Boves, en 1814. Los expedicionarios españoles al mando del futuro condede Cartagena y marques de La Puerta, un efectivo ejército con experiencia cierta de combate, llegan al año siguientea Tierra Firme confirmando el dominio de las armas de la Corona en Caracas y Bogotá. Solo improvisadas guerrillascomo en los llanos del Casanare y Apure, donde el bandolerismo se entremezclaba con el combate contra las tropasfieles a Fernando VII y las del oriente venezolano era lo quedaba del Ejército Libertador, esto hasta 1817. Patronescon sus clientelas personales armadas constituyeron el grueso de las tropas enfrentadas hasta la llegada de Morilloy sus tropas veteranas.

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1 José Félix Blanco, Bosquejo Histórico De La Revolución De Venezuela. (Caracas, Biblioteca de la A (...)

4El Ejército era más bien un ejercicio retorico, una abstracción, una aspiración. Civiles armados, por las buenas o lasmalas, enfrentados en una guerra efectivamente a muerte desde 1813 era la constante. La oficialidad provenía delas milicias coloniales, o las pocas tropas de línea, las cuales por cierto acatan la decisión de las elites regionalesapoyando unos negándose otros a seguir el proyecto republicano caraqueño. La mayoría de la oficialidad estabaconstituida por propietarios que se unían a uno de los dos grupos enfrentados arrastrando al conflicto sus clientelaspersonales. Desde 1817-1819 los grupos armados llaneros fieles al general José Antonio Páez, elevado a tal rangomilitar en el llamado Motín de Arichuna, algunos autores lo escriben Arichura o Trinidad de Archuna1, de 1816, juntocon los combatientes republicanos de la Nueva Andalucía y Guayana en el extremo oriental venezolano, se logranorganizar militarmente como nunca antes bajo la jefatura única de El Libertador. La Campaña del Centro o de 1818,si bien constituye una nueva derrota para la oficialidad republicana no trae consigo el colapso. Una retirada endirección de los llanos o el enclave independentista oriental y guayanés, evidenciaba la existencia, la supervivencia,de un ejército. La derrota militar se convierte en un éxito político republicano con el Congreso Constituyente deAngostura. Será la oficialidad y tropa de este Ejercito Libertador, con oficialidad venezolana, neogranadina y demercenarios europeos, el que se cubrirá de gloria en las épicas jornadas de Pantano de Vargas y Boyacá en 1819.Fueron necesarios unos ocho años de duro combatir, de contundentes descalabros bélicos, para llegar a conformaruna auténtica y probada como eficaz maquinaria de guerra republicana y libertadora. Ejército que será el deColombia, desde diciembre del último año señalado. Uno constituido por heterogénea oficialidad y tropa, insistimos,unos eran europeos mercenarios, otros hijos del antiguo Virreinato de la Nueva Granada y de la Capitanía Generalde Venezuela, esto sin desconocer una que otra destacada individualidad proveniente del Caribe Insular u otrosparajes iberoamericanos.

2 Bosquejo Histórico de la Academia Militar de Venezuela, desde el 19 de Abril de 1810. (Caracas, Ed (...)

3 Rafael Paredes Urdaneta, Bosquejo Histórico De, p. 15.

4 Apuntes para la Historia del Ejército Venezolano, Mis Memorias de Estudiante en la Escuela de Aplic (...)

5 La totalidad del artículo en cuestión, publicado inicialmente en la revista cubana Bohemia, en La H (...)

5En un olvidado libro escrito por un militar retirado del servicio activo, Rafael Paredes Urdaneta, se presenta el temade la tipología de oficiales militares venezolanos con estas palabras 2 : “desde la magna guerra y al través deltiempo han existido y existen”; téngase presente que el autor escribe en 1940, “tres tipos de oficiales de carrera […]los de academia o escuela […] los forjados en la zozobras de los campos de batalla, y los moldeados en la disciplinade la vida de cuartel”…3 Una tipificación más simple pero con igual perspectiva temporal es la que presenta elteniente Mario Martínez Polanco4. Éste, quizás simplificando y, paradójicamente, complicando el tema, refiere a loque califica como dos “escuelas militares enfrentadas” desde los mismísimos días del proceso emancipador; una, lade los que carecen de cultura y la otra conformada por los oficiales “brillantes”, auténticos paradigmas “en laevolución militar republicana”. Ofrece ejemplos de los segundos: El generalísimo Francisco de Miranda, el Mariscalde Ayacucho General Antonio José de Sucre, los Generales Eleazar López Contreras, Diego Bautista Ferrer e IsaíasMedina Angarita. Muy probablemente teniendo como fuente las obras antes señaladas el poeta y político venezolanoAndrés Eloy Blanco, en un artículo de exilio, luego del golpe de estado de 1948, en la revista cubana Bohemia,5presenta una clasificación de los oficiales militares venezolanos en dos grandes conjuntos. El aspecto que tomacomo definitorio para ambos es el respeto a la institucionalidad civil republicana; así, desde el siglo XIX han existidolos oficiales militares que atentan contra el orden constitucional y quienes lo respetan. Resumiendo las ideas delAndrés Eloy Blanco con nuestras propias palabras: oficiales golpistas versus los institucionalistas.

6 Caudillism and Militarism in Venezuela, 1810-1910. (Athens, Ohio, Ohio University Press, 1964).

6El primer académico de profesión en estudiar la evolución del ejército venezolano, fue Robert L. Gilmore. Aunque ensu obra6 no refiere a ninguno de los textos mencionados en los tres párrafos anteriores (Paredes Urdaneta, MartínezPolanco y Andrés Eloy Blanco), su tipificación es en cierta forma coincidente con la de éstos. Gilmore divide la

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oficialidad de las guerras independentistas venezolanas en dos grandes segmentos, los caudillos y los oficialesmilitares cuasi profesionales. Para el historiador anglosajón los caudillos eran esos patrones con sus clientelaspersonales armadas, que ya hemos destacado en páginas precedentes. Los segundos, los militares cuasi-profesionales, eran el grupo de oficiales veteranos que combaten no solo en su lar nativo, sino abandonan elterritorio de la antigua Capitanía General (agregamos nosotros y del Virreinato de La Nueva Granada) e imponen lasarmas de la república en el Sur (Ecuador) y Perú. Eran ciertamente el sector militar élite del ejército colombiano.Señala que los oficiales cuasi-profesionales estaban cien años adelantados a sus venezolanos tiempos.

7Sin desconocer el valor de los aportes ya mencionados y evitando disquisiciones teóricas sobre algunos términosque requerirían un comentario crítico precisando las diferencias entre el leguaje coloquial y el académico: “oficialesde carrera”, “escuelas militares enfrentadas”, oficiales “cuasi profesionales”, nos permitimos referir varias ideas queconsideramos de interés. La primera, es que estos autores abordan un aspecto reiterativamente descuidado en nopocos análisis, destacando la heterogeneidad de origen y desempeño de los oficiales republicanos de inicios delsiglo XIX. La segunda, es una de tiempo largo, cómo ese remoto ayer se proyecta hasta un presente de más de unsiglo después. El tercero es la inclusión, indirectamente, del tema clave del profesionalismo militar.

7 Vicente Dávila, Diccionario Biográfico de Ilustres Próceres de la Independencia Sur Americana , 2V (...)

8La jerarquía militar dentro de los ejércitos enfrentados era el maquillaje ideal para poner charreteras y uniforme alos caudillos y sus armadas clientelas, tan pronto como las condiciones objetivas de tan salvaje guerra permitíanesos lujos. Los casos de los generales Páez, Juan Bautista Arismendi y José Tadeo Monagas, son tres conocidosejemplos. En el Diccionario Biográfico de Ilustres Próceres de la Independencia Sur Americana ,7 no son pocos lospersonajes con esta condición que pueden ser identificados, amén de otros destacados ya en la historiografía criolla;para solo referir algunos: Miguel Madrid, en Guanare; Romualdo Mesa, en Apure; José Antonio Yanes en San Carlos;agregando solo tres más a manera de inventario para no cansar al lector con una agobiante lista, Ramón Escobar,José Félix Salinas y Ángel Heredia. Los caudillos ciertamente presentan como condición fundamental su ambiciónde poder político, sea ésta solo local o regional, pero en algunos casos abarcando todo el territorio nacional; es decir,los emblemáticos ejemplos de los generales Páez y Monagas para presentar dos ejemplos harto estudiados. Losoficiales de orientación profesional militar son menos conocidos; en el Diccionario ya referido de don Vicente Dávilaencontramos no pocos ejemplos; mencionaremos solo algunos casos, así, del Regimiento de la Reina antes de abrilde 1810, tenemos a quienes llegaran a ser coroneles sirviendo la causa republicana: Carlos Nuñez y Manuel Ruiz.Otro ejemplo interesante del mismo Regimiento es el del futuro general Juan Manuel Valdez; el coronel CarlosPadrón fue antes Subteniente de los Granaderos del Rey; otros ejemplos son: los capitanes José Hernández, JaimeOlivier, Francisco Vargillas y el teniente José Antonio Herrera.

9Resulta interesante apreciar como entre los oficiales no caudillos de las guerras iniciales del siglo XIX, algunos semanifiestan proclives a lograr una participación política dominante, corporativa bien podríamos decir, del sectormilitar. Son fuerzas veteranas que propugnan, atendiendo a su condición castrense, dominar políticamente lasociedad. Violan así un aspecto entendido como esencial del profesionalismo castrense, su neutralidad políticamilitante, su auténtica responsabilidad social; esto, ya que dejan de ser militares-militares y se convierten enactivistas políticos-militares. Son los oficiales militares pretorianos, aquellos dispuestos a propulsar un poder y unainfluencia política abusiva castrense. Son ellos quienes construyen el pretorianismo, en buen español: la influenciapolítica abusiva ejercida por un grupo militar. Resumiendo sobre este aspecto en particular. Desde las guerras por laindependencia emergen en la realidad social venezolana tres tipos bien diferenciados de oficiales militares: loscaudillos, los oficialesdeorientaciónprofesional y los pretorianos. Los primeros son los guerreros personalistas,patrones con una hueste de fieles seguidores como clientela guerrera, estén o no organizados en compañías,batallones y escuadrones. Los segundos son los oficiales de orientación profesional, los militares auténticamente decarrera, libres de personalismos protagónicos y carentes de una ambición política sustentada en el sector castrensemismo. Finalmente los pretorianos, los oficiales militares políticamente motivados que pretenden influir y hastadominar la sociedad atendiendo a su condición de hombres de armas y recurriendo para ello al sentimientocorporativo castrense, ese tan presente en toda organización militar. Los tres tipos de oficiales militares, arriba

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mencionados, coexisten durante el proceso bélico de inicios del siglo XIX. El equilibrio de autoridad provienepersonalistamente de la jefatura suprema, para bien y para mal tal fue el caso; lo primero ya que en términoscastrenses era una imperiosa necesidad el mando único superior, lo segundo ya que contribuye sustancialmente alllamado, en frase feliz del historiador don Germán Carrera Damas, “culto a Bolívar”. Todos los oficiales se someten,en mayor o menor medida, a los mecanismos fundamentales de control establecidos por el Libertador Presidente.Es un liderazgo que tiene mucho de personal y bastante menos de institucional.

8 José de Austria, Bosquejo de la Historia Militar de Venezuela en la Guerra de su Independencia Tomo (...)

9 Véanse los detalles de este acontecimiento en José Antonio Páez, Autobigrafía Vol. I. (Nueva York, (...)

10 Sobre los sucesos en Angostura resulta imprescindible la obra de Caracciolo Parra Pérez, Mariño y l (...)

10Los brotes pretorianos de importancia serán tres y fácilmente dominados en sus potenciales efectos políticos,1810, 1816 y 1819. El primero se desarrolla en Caracas, cuando la oficialidad militar pretende lograr cambios entrelos miembros de la calificada como Junta Conservadora de los Derechos de don Fernando VII; mecanismos jurídicossuperan el problema y en la Carta Magna de 1811, tienen buen cuidado sus redactores de establecer mecanismosliberales de control constitucional sobre los militares.8 En 1816 se pone fin al efímero gobierno republicanoimprovisado en Guasdualito, con el motín militar que eleva a Páez al generalato y solo al año siguiente es que estegrupo armado, de hecho independiente, se vincula con el aparato militar bajo la jefatura de Bolívar.9 El año de laCampaña de la Nueva Granada, ante la ausencia de El Libertador Presidente, en Angostura, es forzado el muy civily civilista Francisco Antonio Zea a renunciar al cargo de vicepresidente encargado de la jefatura del ejecutivo; losgenerales Santiago Mariño y Arismendi, con el beneplácito mayoritario o neutralidad evidente de los otros miembrosdel gobierno, se hacen del poder;10 el problema se soluciona con el regreso triunfante de Bolívar y La LeyFundamental de Colombia del 17 de diciembre de 1830.

11Colombia, después del triunfo de la causa republicana en la Suramérica hispana, presenta agudas tensionespolíticas endógenas, desde 1826 los oficiales militares serán actores de primer orden en esos acontecimientos. Conla llamada “Cosiata” valenciana, caraqueña y venezolana (1825-1826) se acelera un proceso de fraccionamiento enla novel Colombia, que solo es retardado por pocos años, gracias al prestigio personal de El Libertador. Los núcleosde propietarios dirigentes de los cuatro departamentos colombianos de la antigua Capitanía General, para finales de1829, es decir, Orinoco, Maturín, Zulia y Venezuela, avanzan decididamente en un proceso secesionista que seevidencia finalizando ese año como indetenible. Las alternativas ciertas para 1830 eran simplemente dos: recurrir ala guerra civil para mantener la Unión o dejar hacer y la patria natal de Simón Bolívar recobraba su destinoindependiente del proyecto colombiano.

12Lo prologado y feroz del proceso bélico en los territorios venezolanos, lleva a los estudiosos a dejar de lado ensus análisis el papel fundamental desempeñado por los propietarios civiles y civilistas, esos a quienes los aguerridosllaneros de los años terribles de 1814-1816 llamaban despectivamente “hombres de pluma”, en el proceso guerrero.Lo que no debe descuidarse, es que el proyecto político republicano fue ideado, promovido y desarrollado por esosciviles civilistas de formación doctrinal liberal. Los militares eran el brazo ejecutor ante una situación de evidenteguerra civil, acompañada de los expedicionarios peninsulares de Morrillo y los mercenarios europeos que hacencausa común con el proyecto republicano. La logística fundamental para los ejércitos republicanos fue obra de losciviles. Son éstos quienes promueven en 1830 una segunda edición corregida del proyecto político inicial de veinteaños antes. La idea de república no nace en un cuartel, tiene mucho más de claustro universitario, de intelectualidade intereses de las elites propietarias regionales que de cañones, bayonetas y fusiles. Los militares y las acciones deguerra fueron solo un medio, necesario sí, pero no creador.

Colapsa la institucionalidad y dominan los caudillos13El cerebro del movimiento separatista venezolano de Colombia fueron los propietarios civiles y civilistas de pluma,tintero y formalismos doctrinarios liberales en las antiguas Provincias de la fenecida Capitanía General. El brazo

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ejecutor fueron mayoritariamente los caudillos menores movilizados por Páez y Arismendi. Las tropas de orientaciónprofesional mantienen una neutralidad política que deja hacer a los secesionistas. Los pretorianos, con el generalSantiago Mariño a la cabeza, entienden que sus posibilidades de poder se verían potenciadas con una Colombiafraccionada y disminuiría con la existencia de la Unión Colombiana. Las tensiones entre autoridades políticas civilesy los militares, constante cierta del proceso bélico independentista, es una herencia que reciben los dirigentespropietarios venezolanos que comienzan a moldear la república, iniciándose la tercera década del siglo XIX. El temade la abolición del fuero militar por parte del Congreso, para aquellos que no estuvieren prestando servicio activocastrense, genera polémicas públicas donde se evidencia ese sentimiento corporativo militar tan propio de loshombres de armas. La civilidad se impone, no solo en caso del fuero militar (sólo gozarán de éste los militares enservicio activo) sino también en los mecanismos de control institucional que establece la Constitución criolla de 1830.Los brotes violentos de rebeldía de caudillos desafectos a la causa de la nueva república son dominados con relativafacilidad por Páez y sus parciales. El ejército es reducido a solo tres batallones “Boyacá”, “Anzoátegui” y “Junín”. Lasañejas fortalezas venezolanas cuentan con sus modestas baterías de artillería, así como una muy reducidaoficialidad y tropa para atenderlas. La armada republicana se limita a solo dos goletas y varias unidades menores; laaventurada y dinámica escuadra de los bajeles de guerra independentista había sido vendida o desincorporada. Lasmilicias, en parte herencia del sistema colombiano y, antes de éste, del español, son normadas. Aunque deberesaltarse que el análisis histórico evidencia que, a lo largo del siglo XIX venezolano, éstas serán tan de papel comosus reglamentos. Muy a diferencia del siglo XVIII, la defensa de la novel república descansaba en los fieles gruposciviles, fueran milicianos o no, que podían ser armados y eran personalmente adictas, vía sus jefes naturales, alcaudillo nacional, general en Jefe José Antonio Páez.

14Dos aspectos deben resaltarse de estos primeros quince años de vida republicana independiente en el campocastrense. El esfuerzo necesario por desarrollar la educación del militar de carrera, el primero, por sus evidentesimplicaciones históricas. El segundo, como se logró neutralizar políticamente a los próceres militaresindependentistas, aún cuando el costo de este proceder se evidenció como importante en términos crematísticospara el tesoro púbico, al cancelar pensiones, letras de cuartel y tercera parte de paga para la oficialidad no activaaunque sí activable.

11 Basando su análisis en algunas técnicas cuantitativas, analizando el texto ya mencionado de don Vic (...)

15El brote pretoriano de la calificada como Revolución de Las Reformas, 1835-1836, y su fracaso, marca no solo elfin del liderazgo del general Mariño, sino que neutraliza la capacidad del ejército como actor político determinante. Laconsecuencia obvia es que los oficiales militares pretorianos, si bien subsisten en la organización castrense, carecende la fuerza necesaria para hacerse del poder. Quienes enfrentan, con las armas en la mano, a los pretorianosreformistas son los caudillos fieles a Páez y los oficiales de orientación auténticamente profesional. Otraconsecuencia de la frustrada militarada es que se perfecciona el modelo político de los propietarios venezolanos deaquellos días. Así, respetando los mecanismos establecidos en la Constitución de 1830, pero con condiciones dehecho que hicieron que la presidencia de la República estaba reservada para un prócer militar de la independencia,los demás cargos sí podían ser ejercidos por civiles sin glorias castrenses pasadas. Lo recién señalado amerita unbreve comentario. Resulta evidente la flexibilidad del modelo político republicano de la época, donde los propietariosaceptan reglas del juego político no escritas pero de acatamiento consensuado. También, quienes fueronrespectivamente los iniciales e institucionales Jefes Civiles y Militares de Venezuela, durante la década de 1820, enlos albores y languidez de la Unión Colombiana, generales Carlos Soublette y Páez, serán los presidentesconstitucionales 1830-1846. Páez, aseguraba la existencia de esa república de propietarios al contar con el apoyoirrestricto del caudillaje provincial. Don Carlos, el general administrador, quien fue en ocasiones secretario de guerray marina, procurando siempre consolidar un ejército y marina de guerra con una oficialidad de orientación tanprofesional como fuera posible en aquellos tiempos. Los oficiales militares de orientación profesional, carecían deinterés protagónico en lo político, amén de que su número era comparativamente frente al caudillaje muy limitado.Los oficiales pretorianos carecían de posibilidades de poder ante la abrumadora mayoría y fuerza potencial de loscaudillos provinciales.11

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16El núcleo de propietarios, se fracciona en dos segmentos enfrentados políticamente desde 1840. La crisis yrecesión cafetera que experimenta la sociedad venezolana en esa década exacerba las tensiones socio políticas,particularmente entre el sector propietario agobiado por las deudas y a quienes se beneficiaban de éstas. Para 1846,el proceso electoral para determinar el sucesor de Soublette se torna particularmente violento y algunos de losderrotados en los comicios, argumentando irregularidades de diversa laya, toman el camino de la insurrecciónarmada. Aun cuando son vencidos con relativa facilidad, la crisis política perdura. Durante la presidenciaconstitucional del general José Tadeo Monagas se llega a un punto de quiebre en 1848. Los propietarios sefraccionan en dos segmentos que recurren a la violencia guerrera para solucionar sus diferencias. Es decir los civilesabandonan la civilidad y procuran el apoyo del caudillaje. Éste se divide entre quienes siguen a Páez y otros aMonagas; con las derrotas militares de 1848 y 1849 se oculta el sol para el primero mientras se eleva para elsegundo. Resulta imprescindible entender que el triunfo de Monagas, muy a diferencia que en los años anteriores asu mandato, no representa el poder político para uno de los bandos civiles en pugna. Con Monagas el caudillaje nosirve a la Constitución y al sector propietario civil y civilista, como era el caso con el binomio Páez-Soublette, sino locontrario, los civiles abandonan la civilidad y sirven al caudillaje. Es el personalismo guerrero exacerbado, loscaudillos provinciales y sus parciales locales son la fuente cierta del poder. La violencia había sido elevada a lacondición de rector principio de poder. Las leyes sirven para cubrir con un manto pretendidamente jurídico un poderque se expresará con formas innegables de nepotismo hasta 1858.

17Al colapsar la institucionalidad republicana en la coyuntura histórica 1846-1849, lo hace también la organizaciónmilitar que legítimamente podía proclamar ser heredera directa del Ejército Libertador. Oficiales de orientaciónprofesional sobreviven en las instituciones educativas castrenses, los bajeles de la escuadra, la artillería de lasfortalezas y el cuerpo de zapadores; otro tanto se puede señalar de los sobrevivientes pretorianos de la época;ambos bajo el dominio de los caudillos y sus bandas armadas personalistas. La arquitectura militar sobreviveformalmente y de ella reportan anualmente las Memorias de la secretaría de guerra y marina, pero la verdadverdadera era que la estructura castrense no ejercía el monopolio de la violencia legítima, directa y física del Estado,era una realidad tan de papel como los informes anuales presentados ante el Congreso. Es más, el Estado como talera solo una idea, una especie de república aérea, o expresando mejor la idea, una realidad política patrimonialcarente de un poder centralizado y centralizador donde la capacidad de dominar la sociedad se concentrabapersonalistamente en las manos del caudillo nacional y sus entendimientos con los grandes jefes potencialmentearmados de provincia.

12 Domingo Irwin G, “Reflexiones sobre el Caudillismo y el Pretorianismo en Venezuela, 1830-1900”. Tie (...)

18Por verdad de Perogrullo que sea resulta necesario comentar sobre el pretendido carácter político feudal delcaudillismo decimonónico venezolano. La dispersión del poder, propia del caudillismo criollo del siglo XIX, sedesenvuelve en una realidad que se calificaba de republicana; sin presencia efectiva de ninguna nobleza; lospeones, jornaleros, pisatarios, medianeros y arrendatarios, si bien estaban sometidos a variadas formas de coerciónextra-económica, no guardaban una relación de igualdad con los siervos de la gleba europeos; los campesinos, soneso, campesinos, no siervos de algún señor feudal. El caudillo provincial, apuntalaba su poder de hecho en losintereses económicos agropecuarios y comerciales propios de la región en cuestión donde desenvolvía; lacomparación es una de analogía con el caso de los nobles feudales. El problema político venezolano, al colapsar elintento de una república de propietarios de orientación doctrinal liberal, en realidad no era uno de fórmulasrepublicanas de poder político, no era un problema ciertamente de doctrina política, no era una lucha de ideas, ni declases sociales opuestas y antagónicas. Claro está, teóricos, muy particularmente del sector federalista, los hayparticularmente desde mediados del siglo XIX; sus textos están para recordarnos la aguda diferencia entre la teoría yla práctica. Poco importó lo que dijeran los sesudos y eruditos escritos, como también las elaboradas y a vecesbarrocas constituciones (1857, 1858, 1864, 1874, 1881, 1891 y 1894). El poder político en aquellos venezolanostiempos, no era institucional, era en extremo personalista y guerrero, ciertamente tradicional y patrimonial, pero nofeudal ni necesariamente carismático.12 Los caudillos, propietarios que contaban con el apoyo de sus clientelasarmadas personales, eran los que vía la violencia imponían su orden en la sociedad criolla; eran empresariospolíticos de la violencia política, no autárquicos señores feudales.

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19No resulta exagerado señalar que la actividad empresarial más importante del siglo del café, cacao y ganadovacuno en Venezuela, eran las recurrentes guerras civiles; esto, particularmente, durante las cuatro últimas décadasdel siglo XIX. Los dineros y pertrechos de toda índole que recibían el grupo de caudillos que pretendían el podernacional, en caso de triunfar, eran reconocidos y pagados por el nuevo gobierno resultante. Tal fue el caso de laspresidencias de los hermanos Monagas (1847-1858), la situación se exacerba durante los sucesores inmediatos delos caudillos llaneros orientales, durante los breves gobiernos que cabalgan sobre los antecedentes inmediatos ydurante la Guerra Larga o sus consecuencias políticas (presidencias del general Julián Castro, los civiles ManuelFelipe Tovar y Pedro Gual, generales Páez, Juan Crisóstomo Falcón, José Ruperto Monagas, 1858-1870). Superadala fase de ese caudillismo anárquico por Guzmán Blanco y su madura versión del caudillismo despótico (1870-1877,1879-1884 y 1887, con el breve gobierno del general Francisco Linares Alcántara, 1878-1879 e incluyendo laspresidencias más nominales que efectivas de Juan Pablo Rojas Paúl y Raimundo Andueza Palacio, 1888-1892) ylas del general Joaquín Crespo (1892-1898). Insistimos, durante todos estos años el fenómeno antes descritopervive.

20Un planteamiento, es necesario recalcar ya que es clave para abrir la puerta de la comprensión cierta del ejércitovenezolano del siglo XIX: para que los grupos armados personalistas, perrunamente fieles a sus respectivoscaudillos, pudieran operar con éxito en los territorios de la antigua Capitanía General de Venezuela como los factoresfundamentales del poder político, el ejército nacional tenía que ser tan de papel como las constitucionesrepublicanas. Si no existían instituciones lo suficientemente sólidas para evitar que la violencia armada alcanzara lacondición de un principio político básico de poder, el péndulo no podía dejar de oscilar entre la anarquía (1858-1874y 1898-1903) y el despotismo (1849-1858 y 1874-1898). De los caudillos de las guerras de la independencia, sepasará sin soluciones importantes de continuidad a los de La Guerra Larga, de mediados del siglo XIX. Los cambiosvendrán finalizando un siglo e iniciando el siguiente. El centro del fenómeno estará en la conformación de un efectivoejército nacional, uno que será el instrumento quirúrgico que extermina a los ejércitos privados de los caudillosprovinciales y pondrá fin a las recurrentes guerras civiles.

Dos criterios de periodización13 Elery Cabrera, “Las Fuerzas Armadas del siglo XX (Un Esquema tentativo de periodización)”, Anuario (...)

14 Emilio Fuentes Latorraque, Síntesis de la Evolución Histórica de las Fuerzas Armadas Venezolanas (...)

21 En la literatura venezolana se cuenta con dos textos donde se aborda, sin perjuicios político partidistas, el temade la periodización del sector militar en el siglo XX. Uno es el estudio del profesor e investigador universitario EleryCabrera.13 El otro es el libro del coronel, en la honrosa condición de retiro del servicio activo y por años docente enlos institutos educativos castrenses, Emilio Fuentes Latorraque.14 Curiosamente, ambos publicados el mismo año:1996. Para Cabrera son dos las etapas claramente identificables en la evolución de las Fuerzas ArmadasVenezolanas. La primera, comprende los años de 1899-1944. La segunda se extiende desde 1945 hasta el año enque el autor publica su investigación, 1996. Las características fundamentales de la primera etapa es la formaciónefectiva del Ejército Nacional, el peso que sobre éste ejerce el fenómeno del personalismo y el transitar hacia formasinstitucionales y cada vez más técnicas y doctrinales. La segunda etapa se define por superar el personalismo,reorientar el criterio doctrinario incorporando y actualizando las ideas de Defensa Nacional, avanzar en los procesosorganizativos internos bajo la idea de un Comando Único de las Fuerzas Armadas. Estas dos etapas las divideCabrera en períodos. Así, en la primera etapa, se dan cuatro períodos: 1899-1910, 1910-1922, 1922-1939 y 1939-1944. La segunda etapa comprende a su vez dos períodos: 1945-1973 y 1974-1996. El primero de los períodos de lasegunda etapa, a su vez, se subdividen en varias fases: 1945-1952, 1952-1958, 1958-1963 y 1963-1973.

22Como en todo intento pionero de periodización, en el propuesto por Cabrera, se evidencian las dificultades paraofrecer una síntesis didácticamente coherente. Ello llevó al historiador a establecer diferencias temporales yconceptuales que gusta en llamar: etapas, períodos y fases. Algunas de las llamadas fases son temporalmente decasi igual duración que algunos períodos. También, pese al evidente esfuerzo por evitar una periodización con sesgopolítico, al establecer los períodos y fases se puede apreciar una marcada injerencia del contexto político nacional en

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el criterio empleado para seccionar académicamente la evolución militar venezolana del siglo XX. Su periodizaciónes una especie de eco de la situación política nacional: del predominio del general Cipriano Castro al del generalJuan Vicente Gómez, pero tomado como punto de división la creación de la Escuela Militar de Venezuela (1910) ylas tensiones entre uno de sus hijos y el tirano pretoriano (1922), de éste a los gobiernos presididos por losgenerales Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, estableciendo como límite entre ambos la condición degeneral de las guerras civiles de López y el de oficial egresado de la Escuela Militar de Venezuela, de Medina. Otrotanto podemos decir de las fases de 1945-1973, se correspondería con la vida de servicio activo de los vinculadoscon el golpe de estado contra Medina en 1945, lo que se manifiesta con claridad en las fases, hasta 1952 y el golpede estado “frio” que lleva al entonces coronel Marcos Evangelista Pérez Jiménez al poder y el derrocamiento de ésteen 1958, para luego abarcar el proceso de frustrados golpes de estado contra el gobierno constitucional presididopor el civil Rómulo Betancourt, hasta las alternancias en el poder de los partidos Acción Democrática (AD) y elpartido político social cristiano Copei y la vuelta de AD al poder en las elecciones de 1973.

23La obra del coronel Fuentes Latorraque no aborda específica y metodológicamente el tema de una periodizaciónen la evolución histórica de la realidad militar venezolana. Su lograda intención es ofrecer una visión sintética ydidáctica de la evolución histórica de las Fuerzas Armadas Venezolanas. En lo referente al siglo XX venezolano y lasFuerzas Armadas, intitula el segundo aparte del último capítulo de su libro: “El Ejército Pretoriano”, llegando en sucomentario desde el Ejército castro-gomecista hasta los sucesos de octubre de 1945. El siguiente aparte de sudiscurso escrito lo denomina: “Las Fuerzas Armadas: Su Profesionalización”, concluye éste señalando, en 1958, elcolapso de la dictadura militar de Pérez Jiménez. La parte final del libro lleva por título: “Las Fuerzas ArmadasDespués de 1958”. Parece ser que Fuentes Latorraque identifica tres momentos temporales importantes en laevolución histórica del sector militar venezolano en el siglo XX. El primero iría en una fase de deslinde de losejércitos de montoneras, heredados del siglo XIX y los inicios de la conformación de un efectivo Ejército Nacional.Ello abarcaría en el tiempo desde 1899 hasta 1910. Luego aprecia un largo transito en procura de la efectivamodernización del sector militar, la cual ubica temporalmente entre 1910-1958, llamándolo: “La Reforma Militar.” Enésta, desde 1945, se pone fin al ejército pretoriano y se avanza aceleradamente en el proceso de profesionalización.El último momento temporal identificado por este especialista abarca desde 1958 hasta 1996, año en el cual se editasu libro. La información que presenta la obra de Fuentes, es particularmente débil en lo que atañe al siglo XIX.Parece evitar en sus comentarios al ejército colombiano 1819-1830, así, con nombre y apellido; destacando alEjército Libertador, el cual entiende se proyecta hasta 1848, para verse relegado por los ejércitos regionales de loscaudillos, de donde emergen las que califica de montoneras, hasta iniciar un efectivo proceso de conformación de unactuante ejército nacional durante las presidencias de Castro y Gómez. Inteligentemente destaca el carácterpretoriano del ejército nacional en las décadas siguientes, pero solo hasta 1945, ya que desde esa fecha lacaracterística fundamental que entiende como definidora es el proceso de profesionalización del cuerpo de oficialesque se manifestaría en 1958, marcando una nueva etapa que se extiende hasta el momento en que publica su obra.

15 Véase: Samuel P. Huntington, The Soldier and the State: The Theory and Politics of Civil-Military R (...)

24Comparando ambos textos, insistimos, el de Cabrera y el de Fuentes Latorraque, encontramos diferencias que esnecesario resaltar. El primero evidencia ser un primer esfuerzo de periodización en una investigación de mayoraliento. Es decir, es una especie de avance de investigación. No hemos podido localizar un libro donde este autorpresente una versión más acabada del criterio de periodización antes comentado. Mientras que el texto del otro autorque mencionamos arriba, demuestra ser una obra de madurez, una síntesis de años de reflexión y estudio sobre eltema, un libro con fines didácticos y académicos. Esto explica lo detallado del esfuerzo de periodización de Cabrera yla visión de conjunto, amplia y general que ofrece Fuentes Latorraque. Un aspecto que parecen dejar de lado losautores en las obras que estamos comentando, es el de la necesaria tipología del sector clave para todaorganización militar: el cuerpo de oficiales. Todo sistema militar de tierra, mar o aíre, será lo que sus oficiales tengana bien o mal implementar. Aun cuando Fuentes indirectamente presenta dos tipos de oficiales de carrera, lospretorianos y los profesionales castrenses. Lo que no explica, dado el carácter didáctico del libro, procurando hacerloaccesible y comprensible para todo público, son los aspectos teóricos para diferenciar unos de otros. Por lo queescribe parece ser que la diferencia es el origen de guerras civiles o vida de cuartel de unos, carentes de los

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estudios sistemáticos castrenses que sí poseen los otros. Los militares venezolanos del siglo pasado e incluso los dehoy día, confunden estudios militares formales con profesionalismo militar. Claro está que tal no es el caso, deberíaagregársele como hace Samuel P. Huntington, los otros dos componentes esenciales del profesionalismo, lacondición corporativa y la responsabilidad social, aspectos que parecen olvidar algunos analistas. Así, al fortalecerdesmedidamente la variable corporativa y mal entender, amén de pretendidamente maximizar la responsabilidadsocial es que se obtiene lo que califica Huntington como bajo profesionalismo militar.15 Uno que contribuiría aexplicar, dentro de contextos sociales institucionalmente débiles, la participación política protagónica castrense.

16 Véase: Amos Perlmutter, The Military and Politics in Modern Times: On Professional, Praetorians and (...)

25Otro académico, Amos Perlmutter, califica a estos oficiales políticamente motivados, mencionados finalizando elpárrafo anterior, con el término de pretorianos y sus procederes políticos como una manifestación cierta depretorianismo moderno.16 Algunos analistas políticos, los cuales no identifico con la esperanza que lean estascuartillas y tengan a bien iniciar un debate académico serio sobre el tema, gustan referir a este autor para tratar dejustificar la intervención desmedida de los militares en la política activa de las sociedades contemporáneas.Recurren, claro está, no al oficial profesional sino al que califica Perlmutter como profesional revolucionario. Éste enrealidad es un militar improvisado, civil de origen pero que participa en acciones de guerra dentro de procesosdescolonizadores o con pretensiones transformadoras radicales del orden político imperante. Al triunfar el proyectopolítico que soportan, quienes de ellos siguen la carrera de las armas se institucionalizan profesionalmente. Tresejemplos históricos son los de la hoy extinta URSS, la China bajo el dominio del partido comunista e Israel en suproceso independentista y de consolidación como Estado moderno. Casos como el de la Cuba dominada por FidelCastro, según nuestro criterio, evidenciarían el proceso no de profesionalidad sino de lo que bien puede calificarsecon el perdón del idioma: “pretorianización”.

26Una variable que está ausente en estos criterios de periodización que comentamos es el peso del ayer sobre lacontemporaneidad. En el caso de Cabrera, se entiende por la delimitación temporal de análisis a solo el siglo XXvenezolano. El proceso evolutivo castrense del siglo pasado se vincula con características heredadas del siglo XIX;es necesario enfatizar esta idea. Los oficiales militares pretorianos y de orientación profesional no surgen porgeneración espontánea en 1899-1919, son una continuidad histórica que hunde sus raíces en las guerras deindependencia en Venezuela. El siglo XX es testigo de la fortaleza y luego pérdida paulatina de poder dentro de lainstitución militar venezolana, de los oficiales pretorianos y de la consecuente supremacía de los de sana orientaciónprofesional castrense. La oficialidad pretoriana dentro de la estructura militar venezolana tiene un definido carácterascendente desde la creación de un auténtico Ejército Nacional, 1898-1919 hasta la crisis y colapso delpretorianismo gobernante venezolano. Pero es fundamental entender que esto no significa la desaparición deoficiales militares con vocación pretoriana dentro de las Fuerzas Armadas Venezolanas contemporáneas. Lo que enrealidad manifiesta, es su pérdida de influencia preponderante dentro de la estructura militar misma. Muy a diferenciade los caudillos que no sobrevivieron a su decimonónico siglo.

Cerrando el discurso escrito: otra visión17 Este proceso puede seguirse documentalmente en: Ramón J. Velásquez (director de la colección), Las (...)

27Nuestra propuesta parte temporalmente de los iniciales esfuerzos republicanos en las primeras décadas delsiglo XIX hasta la actualidad. Resulta muy sencillo establecer la diferencia entre quienes sirven a un proyectomonárquico foráneo y quienes se le oponen republicanamente en estos lares, o viceversa. La constante desde 1810-1811 es la condición republicana. Ésta puede verse matizada por variables intervinientes diversas, pero pervivecomo constante hasta hoy día. El idealizado Ejército Libertador, debe ser estudiado en su auténtica dimensióntemporal, tanto como sus antecedentes ciertos. Recurriendo a la síntesis, los antecedentes del Ejército Libertador,están en los fracasados intentos de organizar una eficiente maquinaria de guerra desde 1810 hasta 1817; la vida deéste ejército fue muy breve, 1817-1819, pues se transforma, muta, desde 1819-1820 para constituirse en el ejércitode Colombia. Éste pervive por una escasa década ya que al dividirse la Colombia de Bolívar en 1830, renace el

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ejército de la república de Venezuela, teniendo como antecedente inmediato al ejército colombiano. Colapsará esteejército venezolano en la coyuntura histórica 1846-1849, emergiendo como sustituto de la auténtica institucionalidadlos ejércitos personalistas, así en plural, de los caudillos provinciales.17 La oficialidad de orientación pretoriana oprofesional, la cual emerge al igual que los caudillos durante el proceso bélico forjador de repúblicas, se limitará porlo que queda del siglo XIX a individualidades incapaces de imponer su criterio en una estructura militar más formalque cierta y efectiva. Era tiempo de caudillos, civiles no civilistas, jefes personalistas de una clientela que podíanarmar y que constituía la fuente cierta de su poder, no de auténticos oficiales militares.

18 A las oficiales Memorias de guerra y marina, desde 1910 hasta 1920, se debe agregar el valioso test (...)

28Con las guerra civiles de 1898 hasta 1903, un grupo armado personalista, inicialmente regional andino,acaudillado por el general tachirense Cipriano Castro, el denominado ejército “Liberal Restaurador”, logra imponer suautoridad a lo largo y ancho de la geografía venezolana, exterminando los grupos armados de los otros caudillosprovinciales. Así, los ejércitos particulares son vencidos en batalla y se inicia el proceso hacia la conformación de unefectivo ejército nacional. Castro es derrocado por Juan Vicente Gómez en diciembre de 1908, vía un golpe deestado palaciego, pero el proceso de consolidación del aparato militar, ahora sí nacional, permanece. Con unefectivo y operante ejército nacional, las personalistas guerras civiles quedan atrás, se pasará a los golpes deestado en el siglo XX. La fase formativa del ejército venezolano abarca en el tiempo desde 1898-1903 hasta 1917-1919. No existe una partida de nacimiento que nos pueda indicar el momento preciso fundacional, es un procesofluido que solo nos permite ubicar coyunturas, especie de umbrales temporales, no un año exacto.18 Son, enrealidad, los oficiales que dirigen este actuante ejército nacional, la guardia pretoriana de Castro primero y Gómezdespués, pero ejercen a diferencia del siglo XIX, el monopolio de la violencia física a lo largo y ancho del territoriovenezolano. Los caudillos desaparecen, son muertos, exiliados o asimilados al aparato de poder político del dictadorpretoriano pero sin mando castrense efectivo. Predominan los oficiales pretorianos y los profesionales militaresbuscan refugio en la cada vez más robusta corporación castrense, aunque subordinados ante la fuerza de lospretorianos y el dominante personalismo de su Comandante en Jefe.

19 La constante modernización militar puede seguirse año tras año en los contenidos de las Memorias de (...)

29Desde 1919, con el primer golpe de estado fallido de oficiales de la Escuela Militar de Venezuela contra la tiraníagomecista, hasta los inicios del nuevo milenio, la constante será, muy paradójicamente, el fortalecimiento corporativomilitar. Otra constante es un proceso lento en sus inicios, acelerado desde la década de 1950, a veces sinuoso perosiempre permanente, de modernización militar,19 acompañado con un limitado nivel de auténtico profesionalismocastrense. Muchos militares criollos, simplistamente, entienden que al egresar de una institución educativa castrensey desempeñarse dentro de la institución armada, cumplen con el requisito necesario y suficiente para adquirir lacondición de un auténtico profesional militar. Las especificidades de la profesión militar moderna, claro está, son máscomplejas; mucho depende no tanto del origen académico, o del dominio de las destrezas en la ciencia arte de laguerra, o de su esprit d’ corps, sino también de su desempeño ante la sociedad que dicen defender.

30El contexto político nacional puede variar y hasta sustancialmente, pero las constantes mencionadas permanecenen la evolución castrense venezolana. El cada vez más fuerte carácter corporativo, el control de la institución militarpor parte de la oficialidad pretoriana, sus tensiones con la oficialidad auténticamente profesional, sí son las variablesclaves para comprender la evolución militar venezolana en el siglo XX. El tránsito de la tiranía pretoriana de Gómeza formas políticas mucho más benignas con el general López Contreras como presidente constitucional, desde 1936;la orientación reformista inconclusa del general Medina Angarita durante su trunco mandato constitucional (1941-1945), procurando adaptar el ejército al fenómeno político dominante desde la cuarta década del siglo pasado, esdecir, el surgimiento de los partidos políticos que se dicen doctrinales y de masas; son intentos serios en el procesode lograr construir la ecuación partidos políticos y militares venezolanos de carrera. Esta situación de tensión seexpresará públicamente en numerosos golpes de estado. Mencionando solo los exitosos, tenemos los de 1945,1948, 1952 y 1958. Los tres primeros expresan el tránsito de una actitud pretoriana de tipo arbitral a otra con uncontenido cierto de pretorianismo gobernante; advirtiendo que los términos analíticos pretorianismo árbitro ygobernante los tomamos de la obra ya mencionada de Amos Perlmutter, pero los comentarios sobre su aplicabilidad

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al caso venezolano son de nuestra entere responsabilidad. El último de los golpes de estado antes mencionados,1958, marca la crisis de ese pretorianismo gobernante criollo y el fracaso reiterativo de la oficialidad pretorianavenezolana de llegar al poder recurriendo a la fuerza argumentando la condición corporativa de la institución militaren el siglo XX.

20 Remitimos a los textos del historiador Agustín Blanco Muñoz; el analista Alberto Garrido; el tenien (...)

31Los golpes de estado presentan como instrumento clave la conformación de grupos conspiradores dentro de loscuarteles. La lista de las calificadas como logias militares venezolanas es extensa y complicada. En una visióngeneral y simplificando solo hasta 1992, podemos mencionar: la Unión, otros la califican de Juventud, PatrióticaMilitar (1945-1958), la Organización Militar Anticomunista (OMA, 1948 hasta la década de 1960), el Frente Militar deCarrera fomentado por el Partido Comunista de Venezuela (1957-1963), la muy poco reportada Unión NacionalBolivariana (¿1958-1962?), Revolución 83 (R-83, desde 1972 hasta 1982), ARMA, Alianza, para otros Asociación,Revolucionaria de Militares Activos (1982-1986), los varios MBR-200 y su antecedente inmediato el EjércitoRevolucionario Bolivariano o el mediato, el Ejército de Liberación del Pueblo (1972-1992), Movimiento 5 de Julio(M5J, 1992).20 Sobre logias militares más recientes, aun la evidencia testimonial, si bien existe, es confusa, a vecescontradictoria y resultaría aventurado, en términos académicos serios, referirlas. Lo que sí evidencia la existencia deestos segmentos recurrentemente conspirativos dentro del sector militar venezolano, es el limitado profesionalismocastrense de buena parte de los oficiales que en ellos participan.

32El fracaso de los golpes de estado pretorianos de variada laya desde enero de 1958 hasta el llamado “Porteñazo”de mediados de 1962, marcan un proceso militar que se evidencia en la influencia progresiva y luego control queejercen los auténticamente oficiales profesionales militares venezolanos sobre la corporación castrense. Laoficialidad venezolana de orientación pretoriana, si bien es desplazada del control que ejercían por poco más de 50años en el ejército, no desaparece como sí fue el caso con los caudillos. Individualidades pretorianas permanecendentro de la arquitectura militar criolla, pero imposibilitados de dominar ésta. Es decir, una situación inversa a laexperimentada desde la primera mitad del siglo XX. Los grupos conspiradores militares que se organizansubterráneamente desde inicios de la década de 1970, demuestran la vocación de poder político de un segmento dela oficialidad del ejército venezolano. Los golpes de estado de la década de 1990, aun siendo dominados ponenpúblicamente en evidencia, más allá de cualquier duda razonable, la condición corporativa extrema y una muy malinterpretada responsabilidad social por parte de un segmento importante de la oficialidad criolla. Son evidencia de lasupervivencia de la oficialidad pretoriana en la estructura militar, no meramente el resultado de una infiltraciónmarxista-leninista en el cuerpo de oficiales. Las tensiones cuarteles adentro que se dan el siglo XX, continúan en laprimera década del XXI en Venezuela.

Conclusión33La crisis militar de 1992, con sus dos frustrados golpes de estado, expresó un proceso de cambios al interior de laorganización militar venezolana que no se aprecia como consolidado, para cualquier observador que procure laobjetividad, al momento de teclear estas líneas, más de 17 años después. Al ejército le tomó unos 18 años, desde1944-1945 hasta 1962, el encontrar como engranar positivamente su existencia corporativa con la de los partidospolíticos civiles y mayoritariamente civilistas del siglo XX venezolano. Consolidar el carácter corporativo castrense letomó más años, 1917-1919 hasta 1944-1945. Su formación como un efectivo ejército nacional se ubicatemporalmente, insistimos, entre 1899-1903 hasta 1917-1919. Los ejércitos particulares de los caudillosdecimonónicos ejercen su poder regional, desde la coyuntura histórica 1846-1849 al colapsar institucionalmente laauténtica estructura republicana venezolana del siglo XIX, arrastrando en su derrumbe a la arquitectura castrensecriolla, esa que tenía como antecedente innegable al ejército colombiano de la década de 1820 y éste a su vez alejército libertador, 1817-1818. El presente que será, es decir, el futuro, dirá cuanto tiempo se requerirá para que sepuedan establemente articular los oficiales militares criollos y la institución castrense con la sociedad venezolana delnaciente siglo XXI.

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