católico

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Universidad del Claustro de Sor Juana Colegio de Arte y Cultura – Licenciatura en Arte, Octavo Semestre Arte y Cultura en Occidente Contemporáneo. Javier Villaseñor V. Caminan con la cruz sobre la avenida apenas iluminada por algunas velas y los dos o tres postes de luz que aún permanecen encendidos. Caminan a un costado de los autos que hacen sonar sus bocinas, algunos quizá se detienen para observar la procesión, otros se detienen y dicen en voz alta, con las ventanas abajo, un rezo rápido, otros siguen su camino sin inmutarse, realmente, no hay por qué inmutarse. La Parroquia de la Preciosa Sangre de Cristo, en la colonia Santa María Nativitas del municipio de Naucalpan, año con año, realiza una peregrinación nocturna a lo largo de las calles del asentamiento que se vio comido por más grandes proyectos urbanos como Echegaray y Ciudad Satélite en los años 60. Y es una peregrinación pequeña, no son más de 20 personas. Entre cuatro cargan la cruz que usualmente cuelga sobre el altar de la iglesia, uno de cada extremo, siguiendo al párroco que paso a paso agita el incensario rezando. Desconozco lo que reza. Ese es mi primer limitante, si bien, puedo entender por qué lo hacen, no entiendo el cómo, quizá porque no creo y no quiero creer, y mi mirada escéptica

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ensayo sobre la pertenencia

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Universidad del Claustro de Sor JuanaColegio de Arte y Cultura Licenciatura en Arte, Octavo SemestreArte y Cultura en Occidente Contemporneo. Javier Villaseor V.

Caminan con la cruz sobre la avenida apenas iluminada por algunas velas y los dos o tres postes de luz que an permanecen encendidos. Caminan a un costado de los autos que hacen sonar sus bocinas, algunos quiz se detienen para observar la procesin, otros se detienen y dicen en voz alta, con las ventanas abajo, un rezo rpido, otros siguen su camino sin inmutarse, realmente, no hay por qu inmutarse.La Parroquia de la Preciosa Sangre de Cristo, en la colonia Santa Mara Nativitas del municipio de Naucalpan, ao con ao, realiza una peregrinacin nocturna a lo largo de las calles del asentamiento que se vio comido por ms grandes proyectos urbanos como Echegaray y Ciudad Satlite en los aos 60. Y es una peregrinacin pequea, no son ms de 20 personas. Entre cuatro cargan la cruz que usualmente cuelga sobre el altar de la iglesia, uno de cada extremo, siguiendo al prroco que paso a paso agita el incensario rezando. Desconozco lo que reza. Ese es mi primer limitante, si bien, puedo entender por qu lo hacen, no entiendo el cmo, quiz porque no creo y no quiero creer, y mi mirada escptica impera al relacionarme con el evento. Soy un espectador que camina sobre la banqueta. Los fieles se alumbran con veladoras, a veces se apagan por accin del viento, muchos caminan con la mano frente al fuego para evitar que se ahogue con el aire, algunos otros se queman con la cera que se derrama por el andar abrupto de los pies sobre el pavimento. Dos o tres personas se enfocan en cuidar su fuego ms all de rezar. A los costados de la pequea procesin, dos monaguillos caminan con sendos ramos de flores, rezando en voces ms fuertes que el resto de los marchantes. Me pregunto que siento, y un profundo sentimiento de tristeza me abruma. Se ve tan pequeo: un grupo de apenas veinte personas paseando por las calles a las ocho de la noche. Algunos vecinos salen de sus casas y contemplan, otros tantos apenas se asoman por la ventana. Pienso que la religin es un tiempo que se bate por continuar en el mundo, la religin vive en un tiempo lento, en un tiempo que se permite contemplar el paso del tiempo y construir un devenir histrico que se llama occidente. Pienso que hay un tiempo lento que permanece en el andar de los 20 peregrinos que dan vuelta a la colonia cargando un crucifijo. Hay un tiempo lento, opuesto a la opulencia efmera del mundo moderno, es un tiempo etreo, como las sombras que poco a poco envuelven a la procesin que avanza ahora hacia este, sobre una calle de nombre Cuauhtmoc, darn vuelta a la derecha al llegar a avenida Gustavo Baz y luego hacia la derecha en el entronque con Perifrico Norte, donde entrarn de nuevo por Paseo de la Hacienda de Echegaray, luego Hacienda de Cristo, Hacienda de Emiliano Zapata, Reforma y, por un callejn, de vuelta a la Parroquia. Pero yo me aburro antes, no veo la procesin, no la sigo y, aunque lo intente, algo me impide ser partcipe de esa forma, en fin, doy la vuelta hacia la derecha, camino por Hacienda de Echegaray de vuelta a casa y me olvido de aquello.