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JUAN ROMERO DEMIURGO DE REALIDADES MARAVILLOSAS 1950-2011

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"Demiurgo de realidades maravillosas. 1950-2011

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Page 1: Catálogo exposición Juan Romero

ISBN 978-84-938299-7-1

JUAN ROMERODemiurgo De realiDaDes maravillosas

1950-2011

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2011

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JUAN ROMERODemiurgo De realiDaDes maravillosas

1950-2011

Del 16 De Diciembre De 2011 al 22 De enero De 2012

casa De la Provincia. sevilla

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El tiempo será el mejor testigo del apoyo que, desde esta Casa de la Provincia, pres-

tamos a la difusión y promoción de la cultura y, más concretamente, en el campo

de las exposiciones y muestras pictóricas, escultóricas, fotográficas…

Y a ello contribuyen los catálogos editados a lo largo de estos años, en los que van que-

dando plasmadas las obras de un importante elenco de artistas de las que han podido

disfrutar los ciudadanos en las salas de esta institución.

En esa línea, el presente trabajo es un buen ejemplo de ese empeño y esfuerzo que des-

de siempre hemos puesto para que la maestría de grandes autores perdure en nuestra

memoria, a través de publicaciones que sean capaces de mostrar toda la grandeza de sus

creaciones.

Todo ello se cumple en este catálogo, que recoge una retrospectiva del trabajo, desde los

años cincuenta a la actualidad, del pintor sevillano Juan Romero. En él, este «creador»

de realidades maravillosas nos muestra su dilatada trayectoria, en la que ha cultivado

la totalidad de géneros y técnicas en variados soportes, para presentarnos un universo

mágico, colmado de historias fantásticas, a través siempre de un excepcional cromatismo.

Un lenguaje propio y original, en definitiva, para mostrar paisajes, ciudades, árboles,

retratos, bodegones… que como un carrusel de color y fantasía desfilan por las páginas

de esta obra.

Es por ello una satisfacción que esta Casa de la Provincia sea, treinta años después de

que en Sevilla se hiciera una muestra antológica de su obra, un privilegiado escenario en

el que los ciudadanos puedan ser partícipes de la singular y personal interpretación del

mundo de ensoñación que nos ofrece Juan Romero, un artista de una fructífera y dilatada

trayectoria y con un merecido y amplio reconocimiento entre la crítica especializada.

Fernando Rodríguez VillalobosPresidente de la Diputación de Sevilla

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ÍnDice

fernanDo martÍn martÍn

Juan Romero «demiurgo mágico» 11

julio soler ballesteros

Juan Romero: pintor generador de estímulos y sensaciones 33

iván De la torre amerighi

Panorama de una realidad compleja y conflictiva. Juan Romero y el contexto socio-artístico sevillano, andaluz y español de los años 70 45

bernarDo Palomo

Juan Romero. Factoría de ficción 63

Juan Romero. Obras 1950-2011 69

Biografía 148

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fernanDo martÍn martÍn

Juan Romero «demiurgo mágico»

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13j u a n r o m e r o «d e m i u r g o m á g i c o»

«Yo no soy un insecto, ahí creo que está la respuesta de por qué yo pinto. Yo

sé que no soy un insecto, pero cuando me observo un poco, me doy cuenta

que no estoy muy lejos… De lo que sí estoy convencido, es de que me en-

cuentro en una sala de espera donde cada cual ocupa su tiempo como puede,

yo lo ocupo pintando.»

Juan Romero

Qué difícil es decir algo nuevo sobre Juan Romero; un artista que lleva pintando

desde finales de los años cincuenta hasta el presente (1957-2011); seis décadas

consecutivas con un cómputo que roza las cien exposiciones entre personales y

colectivas tanto nacionales como internacionales.

Tiene setenta y nueve años y todos los días pinta un promedio de nueve horas o más,

pues como nos confiesa «el pintar es lo que sabe hacer y ama». Durante tan larga y

fructífera trayectoria, su copiosa labor ha sido pautada por una abundante bibliografía

vertida en catálogos, artículos y monografías que habitualmente han acompañado a sus

numerosas exposiciones, en las cuales, se han analizado diferentes puntos de vista y ver-

tido las más divergentes opiniones; conformando una plural idea acerca de su original

lenguaje y aportación.

Como bien y lúcidamente advirtiera el escritor y amigo entrañable de Juan Romero, Fe-

liciano Fidalgo, a propósito de la memorable exposición antológica organizada en el Real

Alcázar de Sevilla en 1981, es referencia común por parte de cuantos se han acercado a

la obra de Romero en calificarlo como «naif», atendiendo a la ingenuidad formal con que

expresa su singular universo; pero nadie, como nos decía Feliciano, aclara qué clase de

«naif» es el que cultiva con tanta sabiduría y nos ofrece el artista sevillano, dado que su

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14 f e r n a n d o m a rt í n m a rt í n

práctica, si bien posee un inequívoco espíritu «naif», poco tiene que ver con los denomi-

nados «primitivos modernos» capitaneados por el admirable Rousseau, hacedor de con-

vertir lo cotidiano en extraordinario al que por cierto homenajeará con Salut monsieur

Rousseau 1985, y demás seguidores como Seraphine, Bombois, Vivin, Bauchant…, etc.,

autores todos que pintaron sin haber pasado por una escuela, ofreciendo desde su mirada

incontaminada lo que le rodeaba y atraía.

No, Juan Romero no es un pintor autodidacta, antes al contrario, es un artista de sólida

formación como lo certifica el hecho de haber pasado por Artes y Oficios, así como por

la escuela sevillana de Santa Isabel de Hungría. Dueño de un lenguaje propio con iden-

tidad e identificable, plasmado en un mundo mágico en el que se transcriben historias

maravillosas pobladas por criaturas y personajes fantásticos en un contexto de fábula,

dentro siempre de un fascinante y refulgente cromatismo. Obra resultado de recuerdos,

impresiones y emociones sentidas, que promueven una realidad amable, caprichosa y

ligada a un cosmos imaginario que, no por ello y en ocasiones, se inspira directamente

en un entorno inmediato siendo interpretado con peculiar sensibilidad y belleza. Todo

ello realizado desde un sabio oficio que guarda fielmente las reglas que parece exigir lo

correcto, con aplicación semejante a la labor artesana de un tapiz. Juan Romero ante el

lienzo en blanco, comienza en un punto determinado con una pincelada pequeña que le

lleva a la siguiente, y de manera paulatina va inundando poco a poco toda la superficie,

a la vez que, de modo simultáneo, van emergiendo los protagonistas de una historia;

una historia densa y prolija en protagonistas que a veces llega a lo que se conoce como

«horror al vacío».

Juan Romero en su dilatada trayectoria ha cultivado todos los géneros temáticos y téc-

nicas en diferentes soportes, sea dibujo, lienzo, obra gráfica, cartelística, escenografía e

incluso el objeto tridimensional, aspecto éste no exclusivo y frecuente en el medio artís-

tico, sin embargo, lo que distingue a este autor es su manera de abordarlas, su creatividad

plural, manteniendo una fidelidad lingüística; un estilo que con el tiempo ha logrado la

excelencia y voz propia, recreando argumentos por los que se conoce y distingue, un

repertorio variado decantado gradualmente desde sus orígenes, no impidiendo que los

mismos temas adquieran nuevas y sorprendentes versiones.

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15j u a n r o m e r o «d e m i u r g o m á g i c o»

Teniendo en cuenta todo ello, nos proponemos trazar una suerte de inventario o «dic-

cionario iconográfico» por el que discurre la sugestiva y simbólica genealogía de sus

representaciones.

fisonomías concretas

Dentro de la vasta producción de Juan Romero, el retrato no ha sido uno de los géneros

más habituales. Debemos remontarnos a los años de formación en la escuela de Santa

Isabel de Hungría, cuando encontramos sus primeras realizaciones en este ámbito. En

este sentido hay que recordar dos autorretratos, uno en grafito y carboncillo fechado en

1950 centrado en el rostro, y otro de medio cuerpo frontal efectuado a los veintitrés años

en 1955, en donde se nos muestra con semblante serio y portando una camisa a cuadros.

Retratos propios de los ejercicios de los años de aprendizaje en los que el artista toma la

figura humana como modelo. De estos mismos años es el encantador y exclusivo retrato

de Teresita 1954 (pág. 74), niña con trenzas que dirige su mirada hacia un lado poniendo

su atención en algo que el espectador no percibe, obra que da constancia por otra parte del

magisterio ejercido por Miguel Pérez Aguilera en referencia a su famosa serie dedicada

al retrato infantil. También por estos años capta en un primer plano el de su amigo y

compañero Paco Cortijo 1956 (pág. 37), con un cromatismo más sobrio que el de Teresita

y el contorno del rostro más acentuado en su utilización del trazo negro.

Inspirándose en una de las tradiciones más populares vividas en sus primeros años pari-

sinos con motivo del día de reyes y su famoso «roscón» con sorpresa y corona de cartón

al agraciado, Romero realizará una serie de cuadros que tienen como protagonista la

figura del rey, siendo entre ellos el más notable por su significado el titulado Claudine

avec Philip II 1959 (pág. 84), en el que aparecen la mujer del artista acompañada por el rey

prudentemente ataviado según la época. Retrato doble e imaginario con sesgo irónico

que parece parodiar las representaciones áulicas por parejas. La iconografía del monarca

tendrá sus variaciones en composiciones como Gaspar roi 1959 (pág. 85) o el humorístico

Le roi en vacances, dibujo a tinta en el que la sedente figura regia aparece rodeada de

gatos.

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16 f e r n a n d o m a rt í n m a rt í n

Con posterioridad, y desde un punto completamente distinto volverá al retrato, esta vez

en forma de homenaje a personas significativas del mundo del arte y la literatura como

el mencionado Rousseau, Pierre Bonnard o Monsieur Bertaud que datan de principios de

los noventa teniendo como soporte el papel y hechos en tinta china evidenciando en ellos,

tanto el dominio técnico como su habilidad para captar el parecido de los protagonistas.

objetos inanimados: del bodegón al esplendor floral

De la misma manera que el retrato, incluso más, las denominadas naturalezas muertas

constituyen uno de los temas preferentes en los inicios de buena parte de los pintores

como una consecuencia de la asidua práctica en su paso por las aulas. El bodegón con-

figurado por un conjunto de objetos inanimados reunidos arbitrariamente y dispuestos

de modo premeditado, se erigen en objetivo primordial de análisis y fijación compositiva

en un espacio, exigiendo al pintor una representación verosímil del modelo atendiendo

al volumen y contrastes a partir del uso adecuado del color, basta recordar al respecto el

bodegón significativamente titulado Estudio del curso 51-52.

De sus comienzos parisinos tenemos varios ejemplos de bodegones «concebidos con-

vencionalmente» y realizados en diferentes técnicas, como Chez madame Flateau 1958

(pág. 80) en tinta china o Nature morte chez les Flateau 1959 (pág. 83), tinta y collage. El

primero monocromo, utilizando el fondo blanco del papel como contraste; el segundo en

color representando una cafetera y un cesto de frutas. En ellos se destacan dos elementos

que en un futuro tendrán un amplio desarrollo en su pintura, nos referimos sobre todo

al sentido decorativo aquí representado por la cenefa de flores del mantel donde descansa

el centro floral, y el empleo del collage como experiencia investigadora en el tratamiento

de materiales ajenos a los medios habituales de la pintura.

Nature morte a la table jaune 1959 (pág. 17), es un óleo en el que aparecen esquemáti-

camente diferentes motivos, alimentos y recipientes, en los que volvemos a resaltar la

inclinación puesta por el pintor en el ornamento decorativo del jarrón; este cuidado por

el ornato, es reiterativo y visible en muchas de sus composiciones, constituyendo uno

de sus rasgos más sobresalientes. Siguiendo con la misma temática, destaca el precioso

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Bodegón oriental (pág. 121) realizado entre 1991-1993. Cuadro de pequeño formato repre-

sentando diferentes tipologías de vasijas minuciosamente decoradas junto a una globulo-

sa tetera, todo ello expresado en una delicada gama de colores aplicada individualmente

en cada uno de los motivos representados. Es curioso advertir en esta pequeña y bella

composición, una de las características de la personalidad metódica y ordenada del artista

en su modo de trabajar, nos referimos a la precisión y voluntad de escribir en la propia

obra el comienzo y su terminación, amén de la firma, dando cuenta, como en este caso

específico, la duración de tres años entre su comienzo y su finalización e incluso la ciudad

donde fue realizada.

En la taxonomía iconográfica del bodegón, es de especial relevancia, los clasificados como

florales, exentos de todo dramatismo y sobresaliendo por la belleza y riqueza formal

existente en su rica variedad botánica. Juan Romero aprovechando sus excepcionales

cualidades coloristas –sin duda uno de los mejores entre los artistas españoles actuales–

nos ha dejado espléndidos ejemplos desde su singular lenguaje y sensibilidad, rasgos

estos que alcanzan auténtica categoría distintiva en su quehacer plástico.

Desde una concepción formal planimétrica, sus jarrones florales se nos muestran a veces

como mandalas de contornos irregulares y expresivos que sobresalen de un fondo calei-

doscópico integrado por pequeñas grafías o círculos, generando una atmósfera magicista

Nature morte a la table jaune. París, 1959Óleo s/lienzo, 61 x 46 cmColección particular

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18 f e r n a n d o m a rt í n m a rt í n

que realza el ramo de flores; flores y plantas inexistentes en los manuales botánicos, pues

pertenecen a la especie de lo extraordinario, las cuales se rigen por una naturaleza inédita

cuya propiedad tiene a la hermosura como atributo principal (Flores incas 1992).

monstruos, armonías «kleetianas», orígenes

En el desglose de las distintas etapas que jalonan el itinerario plástico de Juan Romero,

la década de los sesenta marca una inflexión que posee como hecho relevante el hallazgo

de su estilo, representado emblemáticamente por esa obra seminal que es A Sevilla 1967,

pintura que le valió el premio y el reconocimiento de la crítica de París en su quinta edi-

ción. Sin embargo, hasta producirse la anhelada identidad lingüística que persigue todo

autor, el artista sevillano indagará en diferentes registros que acusan la permeabilidad

de ciertos pintores sobre su quehacer, fundamentalmente nombres como Jean Dubuffet,

Pierre Alechinsky, Karel Appel, Hundertwasser, Gustave Klimt y Paul Klee, todos ellos

dejarán su influencia en diferentes aspectos, formalmente, cromáticamente, ornamen-

talmente, o desde el imaginario plástico. Quizás entre los citados sean Dubuffet y Klee

los que ejercieron en un principio una mayor ascendencia, sin que por ello dejemos de

descubrir el modo personal de «traducción» que hace de estos autores Romero.

En este contexto, será la serie de Los monstruos la que marca desde la creatividad una de

las mayores señas de identidad formal haciéndose eco estridente del fundador del llama-

do Arte Bruto. En efecto, Juan Romero en estos años donde el existencialismo derivado

de la resaca producida por la guerra todavía se dejaba sentir, optó por la realización de una

galería de personajes grotescos y ridículos como metáforas de un escepticismo y malestar

Mandala. Cristal de Murano Mandala

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19j u a n r o m e r o «d e m i u r g o m á g i c o»

que inundaba el ambiente europeo, Después de la lluvia, parafraseando el célebre título

de Marx Ernst. El artista crea una suerte de parada de monstruos compuesta por efigies

anónimas representadas en una variedad de primeros planos, hombres y mujeres: D. Po-

pol le Macón 1960, Zoizick 1960 (pág. 88); figuras individuales: Voyeur heureux (pág. 87);

por parejas: Fraternité 1960 (pág. 94), o en grupo: Visita al pintor 1960 (pág. 91), que nos

dan una imagen desolada y caústica del ser humano reducido a caricaturas de sí mismo.

El tratamiento plástico tiene en el expresionismo su principal formalidad junto a un uso

de la materia pictórica que subraya con eficacia el primitivismo y la deformidad de los

protagonistas. Composiciones que carecen de perspectivas y profundidad, otorgando con

ellos un mayor impacto icónico, mientras la paleta cromática se nos muestra como la

antítesis del brillante colorido futuro que caracteriza las obras del pintor sevillano.

Alternando con la serie de Los monstruos, de manera paulatina van a aparecer una serie

de composiciones que poseen la sugestiva lección magistral de Paul Klee. El dibujo cali-

gráfico, el color trasparente e intenso (gracias al empleo de la aguada), y la estructuración

formal, constituyen con sensibilidad poética la etapa bronca y patética de las iconografías

anteriores. Una de las primeras obras donde se advierte el cambio y la impronta de Klee

es precisamente una representación derivada de los personajes extravagantes anterior-

mente aludidos, nos referimos al óleo Jeune fille belge 1960 (pág. 95), donde el rostro

A Sevilla. Premio Bienal de París, 1967Óleo s/lienzo, 114 x 146 cm

Colección particular

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20 f e r n a n d o m a rt í n m a rt í n

deforme se ha estilizado esquemáticamente cuyas partes fisonómicas –ojos, nariz, boca–

aparecen reducidas en pequeños cuadros situados aleatoriamente y asimétricos. Cuadros

como Paisage au chapeau blanc 1961 (pág. 100), Tabac 1961 (pág. 97), o el candoroso y

poético Moi le jongleur d´etoile 1962 (pág. 99), entre otros, se muestran como elementales

y atractivas composiciones plenas de colorido expresadas en formas geométricas puras

sumamente líricas gustando, como el maestro alemán, de configurar arquitecturas par-

tiendo de ajedrezados o mosaicos multicolores a la manera de pequeñas teselas.

Dando un paso más en el análisis de la evolución iconográfica y plástica de Juan Romero,

paralelamente a la imaginería «kleetina» nos encontramos también en estos años, con

un singular conjunto de obras que de manera ecléctica, por su contenido y formalidad

abstracta, anuncian el devenir sintáctico definitivo del artista. Una decantación transitoria

que va de la encantadora composición titulada Mariage et petite cour fleuire 1962 (pág.

103), en donde todavía es apreciable el espíritu magicista de Klee, sobre todo en el modo de

concebir la flora fantástica que comparte con la presencia del grupo nupcial de la historia, a

pinturas como Itinerario a la clo-clo 1963 (pág. 107), Pecheurs aux souvenirs 1962 (pág. 106),

las tintas como Los Argonautas 1964 (pág. 105), Chimiéres 1967 o Passage interdit 1964

(pág. 105). En todas estas obras, como advertimos, se aprecia una singular convivencia entre

figuración y abstracción, las primeras representadas por criaturas de apariencia extraña

irrisible, que pululan caóticamente por el espacio, y por otro lado, formas irregulares de

amplios trazos en una suerte de sugerencia paisajística cuyos mejores ejemplos quizás,

estén representados en los biombos panelados y exentos cuyo desglose flexible vaticina

en cierto modo la inclusión de Juan Romero en la escultura, concretamente hablamos de

Creación 1964, dos obras a modo de díptico simbólicamente correspondientes al día y la

noche, esta última perteneciendo a Fernando Arrabal, dado que ambas fueron utilizadas

como atrezzo escenográfico en la dramaturgia del autor del movimiento Pánico.

Paisajes, visiones, ensueños

Quizás la representación del paisaje sea uno de los temas iconográficos que con más

asiduidad haya cultivado Juan Romero, un paisaje que pocas veces surge de una volun-

tad mimética frente a un modelo concreto, y cuando esto acontece, se convierte en el

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21j u a n r o m e r o «d e m i u r g o m á g i c o»

punto de partida donde la realidad se contaminará de elementos maravillosos, como en

las obras La Piedad Segovia 1990, la realizada en homenaje al pintor y amigo Eduardo

Sanz Por los ochenta 2008, o algunas versiones sobre la isla balear de Formentera Ayer

al atardecer 2007, lugares reconocibles correspondientes con el sitio que le ha servido

de inspiración. Sin embargo, el denominador común de los paisajes del pintor sevillano,

surgen del recuerdo, las experiencias vividas y la emoción, categorías que se traducen en

espacios fantásticos, en majestuosas visiones de ensueños en las que recrea su personal

universo de fábula.

Paisajes submarinos

Desde hace años nuestro artista tiene por costumbre pasar las temporadas de estío en

Formentera, la cual ha sido motivo de plurales interpretaciones desde su particular óp-

tica sensitiva, asimismo, y como una consecuencia de sus estancias en la isla balear, fue

el encuentro fortuito un día –según confesión propia– de unas gafas de bucear, hallazgo

de feliz trascendencia en su obra. Si repasamos la nómina de artistas españoles que han

dejado testimonio de las profundidades marinas, comprobamos que no han sido muchos,

distinguiéndose en ello, el magno ciclo del llamado Poema del mar o Poema del Atlán-

tico, que hiciera el pintor modernista canario Néstor M. Fernández de la Torre entre los

años 1913 y 1924 actualmente en el Museo de las Palmas.

Referencia importante y «más próxima» afín al planteamiento del artista sevillano, es la

serie mallorquina de Hermenegildo Anglada Camarasa dedicada a recrear con brillantez

la exótica belleza de las profundidades del mar con su flora y fauna mediterránea, pre-

ferencia también seguida por el más importante y visible de nuestros jóvenes autores

como el mallorquín Miquel Barceló.

Acorde con su particular y poético modo de ver la realidad, Juan Romero también se sir-

ve del mar como inspiración en un conjunto de cuadros, que independientemente de su

temática poseen a partir de ahora como novedad compositiva para el futuro, la supresión

del horizonte a favor de un espacio extendido a modo de telón de fondo o escenario por el

que transcurrirán ingrávidos y libres los personajes de sus fantásticas historias. Las obras

Page 22: Catálogo exposición Juan Romero

22 f e r n a n d o m a rt í n m a rt í n

surgidas de su experiencia en las aguas de Formentera, se nos ofrecen como luminosas y

transparentes fragmentaciones de intensa viveza cromática en la que una microscópica

fauna de algas, peces, erizos, medusas, etc., de naturaleza ambivalente recorren erráticos

itinerarios por territorios inconmensurables: Reflets sur le plage 1967 (pág. 115), Aguas

vivas 1965-1995 o Fondos marinos 1967-1995 (pág. 116).

ciudades prodigiosas

De manera semejante a Las Ciudades Invisibles del célebre texto de Ítalo Calvino, en el

que el escritor italiano crea literariamente una suerte de catálogo de ciudades inventadas

que tienen en la memoria el deseo o el signo su fantástica realidad, Juan Romero a lo

largo de los años ha proyectado en sus lienzos sus maravillosos sueños urbanos, ciuda-

des ucrónicas, atemporales, de difícil ubicación, aunque sus fisonomías arquitectónicas

a veces nos remiten o recuerdan a ciertas realizaciones que tienen en la descripción o

ilustración de los cuentos, su extraordinaria existencia. Tómese por ejemplo Las mil y

una noches, Libro de las maravillas de Marco Polo, o las edificaciones orientales con sus

características cúpulas bulbosas transformadas gracias al talento del pintor en paisajes

fantásticos: Visión babilónica 1992, Desde mi mundo 1974, Aragón 1992 (pág. 23), Ayer

al atardecer 2007, La feria del mediodía 1982-1990, esta última composición casi una

abstracción geométrica en el modo de concebir las arquitecturas con aires de Paul Klee.

Independientemente del «alarde» imaginativo y el poder de evocación de estas ciudades

prodigiosas, es la suprema sensibilidad cromática existente, una de las propiedades que

hacen de ella una fiesta para los ojos, cualidad ciertamente extensible y distintiva de la

obra del pintor.

tejidos suntuosos

Como señalamos anteriormente al comentar los paisajes submarinos, la línea del ho-

rizonte en sus cuadros desaparece, las composiciones giran normalmente alrededor de

un núcleo central circular, o están presididas por éste en la parte superior, generando

Page 23: Catálogo exposición Juan Romero

23j u a n r o m e r o «d e m i u r g o m á g i c o»

simetría y equilibrio. Estas formas concéntricas traen la imagen de un sol o un astro ra-

diante, a modo de los rosetones multicolores de las vidrieras de las catedrales medievales,

apareciendo acompañado por infinidad de pequeños elementos de naturaleza imprecisa,

entre lo geológico, a la manera de las ornamentaciones de Gustave Klimt, o pictografías

sígnicas de un alfabeto secreto. El resultado de este proceso pictórico suscita el recuerdo

de ricos y elaborados mandalas o tupidos bordados de suntuosos tapices. Estas pinturas,

como la mayoría de sus obras poseen la virtud retiniana de empatizar de forma inmedia-

ta cuando el visitante entra en una de sus exposiciones sintiendo su intenso y refulgente

colorido, creando una atmósfera de espontánea receptividad: Luna moscovita 1974, Luna

Park 1979, Mesa revuelta 2006 (pág. 129).

naturaleza mágica: árboles del bien

La naturaleza representada genéricamente por jardines y árboles, tiene una de las interpre-

taciones más bellas y originales de toda la pintura española en Juan Romero. Plantas y flora

proceden de un Edén o paraíso oculto cuya existencia se encuentra en la fértil imaginación

del artista. A semejanza del trabajo de mutación del alquimista en su función transforma-

dora del metal en oro, Romero metamorfosea la realidad natural en jardines de las delicias

Aragón. Madrid, 1990-92Acrílico s/lienzo, 82 x 101 cm

Diputación de Jaén

Page 24: Catálogo exposición Juan Romero

24 f e r n a n d o m a rt í n m a rt í n

para los sentidos, jardines de ensueños donde una variada especie botánica crece adoptando

múltiples formas y colores. Flores a veces reducidas a discos o círculos que se extienden abi-

garradamente por el espacio, otras conservan esquemáticamente sus pétalos y estambres

con radiaciones fosforescentes: Jardín becqueriano 1990, Garden 2001 (pág. 117).

Sin duda una de las iconografías con la que se asocia el nombre del artista, es con sus

maravillosos árboles –maravillosos en su sentido más exacto– árboles habitados por una

población liliputiense de criaturas y enseres –personajes, aves, objetos– que se acomodan

aleatoriamente por sus frondosas ramas. Su imagen deslumbra, tanto por la conseguida

armonía de sus luminosos colores –verdes profundos, rojos vivos o amarillos oros– pero

sobre todo la gama de azules –turquesas, cobalto, añil, zafiro, e incluso violetas– como por

el abigarrado cosmos de variopintos personajes existentes. Hay una gran variedad tipo-

lógica de árboles sea en el tamaño, como en el número de ramas, las cuales casi siempre

se prolongan y crecen hasta los mismos márgenes de la composición, siendo frecuente

incluso, tanto en estas obras como en otras, que los marcos del cuadro, estén igualmente

pintados por cenefas ornamentales contribuyendo a su esplendor estético.

Árboles copiosamente ocupados por personajes y seres heteróclitos cuya irreal presen-

cia configura todo un universo, bien posados en las sinuosas ramas, bien flotando en el

espacio, pues no les afecta la ley de la gravedad. Su genealogía plástica parece querer re-

memorar desde leyendas y mitos –Árbol de Jesse– al rico arte popular, árboles de navidad

cargados de regalos, o los fascinantes «árboles de la vida» de barro mexicano de Metepec

o Izúcar de Matamoros, verdaderas obras maestras de la artesanía en donde con graciosa

inventiva ingenuista y color, desarrollan historias sagradas y paganas en un eclecticismo

en el que coexisten el pasaje bíblico –Adán y Eva, Nacimiento–, con la presencia de la

muerte bajo su apariencia más universal y simbólica, calaveras: Verbena azul 1999, Alle-

gro ma non troppo 1999, o Llegaron de oriente 2000 (pág. 123).

Si, como decimos, los árboles de Juan Romero recuerdan a ciertas creaciones artesanas

como el aludido «árbol de la vida» mexicano, bajo un mismo concepto popular se encuen-

tran las deliciosas versiones del «Arca de Noé», cuyo paralelismo plástico tienen como

referencia más próxima las realizadas en distintos tamaños y formas en Colombia y

otros países hispanoamericanos. El conocido tema extraído del Antiguo Testamento goza

Page 25: Catálogo exposición Juan Romero

25j u a n r o m e r o «d e m i u r g o m á g i c o»

de una amplia iconografía que abraca desde el capitel románico a la sobrecogedora e im-

ponente versión de Miguel Ángel en la capilla Sixtina, entre otras muchas. Ciertamente

un episodio que por su carácter fantástico y significado se presta a la narración novelada

a la manera de las existentes en la Leyenda dorada de Jacobo de la Vorágine, texto clásico

y fuente de inspiración para la mitología cristiana.

La embarcación de Noé en la pintura de Juan Romero, como no podía ser de otro modo,

y acorde siempre con su lenguaje y estética, recrea libremente y con humor el habitáculo

naval llenándolo no sólo de una antología de animales representativos, sino incorporan-

do otros de su particular invención sin guardar escalas y jerarquías formales e impreg-

nándolos de un lúdico espíritu infantil.

¡al circo!

Con este título Juan Romero ha rotulado su última versión dedicada al tema circense,

lienzo de gran formato firmado en el mes de junio de 2011 y mostrado por primera vez

con ocasión de esta muestra antológica. Obra homenaje y a la vez testimonio de amor

inequívoco del autor a este espectáculo fascinante y sin edad. Si observamos advertire-

mos que el nombre del circo recreado es Knie, circo suizo fundado en el siglo XVIII y tan

famoso como el parisino y mítico Medrano, o el español Price.

La iconografía circense siempre ha ejercido una especial atracción en el medio artísti-

co, existiendo numerosos y prestigiosos ejemplos –Daumier, Rouault, Tolousse-Lautrec,

Degas, Seurat, Picasso etc.– que han dejado su impronta ante tan sugestiva experiencia.

Desde los años cincuenta el circo con sus variopintos personajes y fauna han sido motivo

de reiterada inspiración para Juan Romero: El payaso 1959, La fiesta 1959, hasta la fecha,

Me voy al circo, al circo vengo 2008, Momo 2008.

A veces algunas de sus composiciones llevan por título el nombre específico del circo Gran

Cirko Krone 2008, Cliper Circus 2008 (pág. 137), como certificado de algo vivido que ha

despertado desde el recuerdo la emoción al autor, una emoción que desea fijar y compartir.

Page 26: Catálogo exposición Juan Romero

26 f e r n a n d o m a rt í n m a rt í n

Desde el once. Toros en Sevilla. Madrid, 2001Acrílico s/lienzo, 146 x 114 cm. Colección Real Maestranza de Caballería de Sevilla

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27j u a n r o m e r o «d e m i u r g o m á g i c o»

«gritos» en la calle

La polifacética creatividad de Juan Romero le ha llevado también al género del cartel con

la misma brillantez y eficacia visual que su pintura. Consciente de las reglas específicas

del género publicitario, como es diseñar teniendo un argumento o motivo prefijado, el

artista ha sabido interpretarlo con arreglo a su personal lenguaje y espíritu. Un recorrido

por su producción, nos descubre la diversidad de trabajos realizados en este campo, con-

memoración de eventos: Exposición Universal de Sevilla 1992; culturales: VII Bienal de

Flamenco de Sevilla 1994, Festival de Cine Iberoamericano 2004; taurinos: Desde el 11.

Toros en Sevilla 2001 (pág. 26); certámenes: XX Campeonato de España, V Fumata lenta

Madrid 2008; etc., éste último, referido a un concurso de fumadores en pipa, posee un

significado especial ya que el pintor es un gran aficionado y pertenece a una asociación

de amigos de la pipa, de hecho el cartel tiene como motivo principal icónico distintas

tipologías de cachimbas.

De entre los citados resalta Desde el 11. Toros en Sevilla 2001, realizado por encargo

expreso de la Real Maestranza de Caballería, lo cual le dio la oportunidad de abordar el

género de la tauromaquia aplicado específicamente al cartel. Es importante señalar en

este contexto, que el encargo de esta prestigiosa institución hispalense, se inscribe dentro

de un proyecto ambicioso e inédito en España, inaugurado por el tristemente fallecido e

igualmente pintor Juan Maestre, como es la difícil renovación del cartel taurino, tenien-

do en cuenta tanto artistas españoles –Carmen Laffón, Ricardo Cadenas, Joaquín Sáenz,

Manuel Quejido, Luis Gordillo, José María Sicilia, Miquel Barceló– como extranjeros

–Fernando Botero, Francesco Clemente, Alex Katz o Larry Rivers–. Sus resultados son

verdaderamente sorprendentes, teniendo presente que la mayoría de sus autores nunca

se han enfrentado a un género tan condicionado por la tradición iconográfica como este.

En este sentido Juan Romero, que hasta entonces no había abordado nunca un cartel tau-

rino, hay que decir que contaba en su haber con algunas obras relacionadas, destacando

por lo que tiene de precocidad el dibujo a lápices de colores A la faena 1942 (pág. 73), efec-

tuado cuando tenía tan sólo diez años, recordando su imagen a los tempranos del mismo

tema de Pablo Picasso. Con posterioridad lo taurino ha sido interpretado bien bajo la

figura emblemática del matador Le vieux toreador 1960, Pañuelo de la novia de Reverte

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28 f e r n a n d o m a rt í n m a rt í n

Torre de carnaval. Madrid, 1990Acrílico s/madera, 77 x 15 x 15 cm

Fundación Juan March

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29j u a n r o m e r o «d e m i u r g o m á g i c o»

2002 o, como homenaje y relectura de Goya a partir de su célebre serie gráfica emulando

iconográficamente al famoso Martincho y la suerte de la garrocha en sus saltos sobre el

toro con fondo del coso arquitectónico que recuerda al del famoso de Ronda.

El cartel de toros para la Maestranza presenta un diseño sumamente interesante mante-

niéndose fiel a la iconografía habitual, describiendo una faena de los protagonistas de la

fiesta en el ruedo y en la parte superior una contundente cabeza de morlaco a la manera

de los existentes como trofeo en bares y museos taurinos. La composición es asimismo

original, dado que una suerte de arco de herradura, actúa como «ventana» en donde a

vista de pájaro se nos muestra el espectáculo, a la vez que sirve de marco apareciendo

profusa y detalladamente ornamentado junto al diseño gráfico anunciador del evento.

esculturas

Obra aparte, por lo que tiene de singular y novedoso dentro de su producción, son un

pequeño conjunto de esculturas realizadas en la década de los noventa bajo el título

genérico de «Torres»: Torre de carnaval 1990 (pág. 28), Homenaje a Picasso 1991, Torre

azul 1991 o Torre al optimismo 1992 (pág. 120), en ellas el artista crea una serie de estruc-

turas cúbicas superpuestas a la manera de columnas o tótems profusamente decoradas

por todos sus lados. A partir de este concepto, ofrece distintas variantes, tanto en lo que

respecta a la decoración como a la forma y tamaño, manteniendo siempre la verticalidad.

En Torre de carnaval su uniformidad queda rota en la parte superior por un cubo hora-

dado en una dialéctica de vacíos y llenos; en Homenaje a Picasso ilustrada con motivos

iconográficos del malagueño, los cuadros parecen superpuestos irregularmente consi-

guiendo una mayor plasticidad, mientras en Torre al optimismo la más estilizada y alta

de todas, su asimetría compositiva es menor, apreciándose solo en dos puntos.

Esta incursión en la escultura, diríase impulsada por un deseo de experimentación en un

soporte no habitual en su trabajo como es el volumen, hace que lo tridimensional aparez-

ca como base para desplegar en ellos toda su sabiduría ornamental y su mundo, dándole

la posibilidad de contar sus maravillosas historias de forma distinta.

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Page 31: Catálogo exposición Juan Romero

31j u a n r o m e r o «d e m i u r g o m á g i c o»

vestir al samurái

En 1974 en la localidad china de Xian, en la provincia de Shaanxi, se produjo el que pro-

bablemente sea el más importante descubrimiento arqueológico acontecido en la segun-

da mitad del pasado siglo, nos referimos al hallazgo fortuito por dos campesinos en su

búsqueda de agua, del famoso e impresionante Ejército de terracota mandado a hacer por

el primer emperador y unificador del país Qin Shin Huang, evento trascendental, tanto

por el importante y rico número de obras, como por constituir un documento iluminador

sobre la antigua civilización de la vasta nación oriental. Ante la relevancia del hecho, po-

cos años después tuvo lugar la creación in situ del Museo de los Guerreros de Terracota,

y así mismo y pronto, tuvieron lugar exposiciones de algunas piezas en varias ciudades

europeas y americanas. Otra consecuencia fue la realización de réplicas de soldados en

distintos tamaños, algunas ajustándose fielmente a las medidas naturales, es decir, a una

escala 1:1. La posibilidad de reproducirlas hizo que muchos amantes del arte chino adqui-

rieran estas majestuosas esculturas.

La historia del samurái intervenido por Juan Romero pasó por distintas vicisitudes, entre

ellas una larga espera en la aduana y lo peor, su rotura dada la fragilidad del material

con que está realizado, barro. Una vez restaurada, el propietario del guerrero adquirido,

solicitó al pintor que lo decorara, o lo que es lo mismo lo «vistiera» devolviéndole la

brillantez y el colorido que estas esculturas tenían en su estado original. El resultado

es un admirable trabajo en el que de forma magistral el artista sevillano a la manera de

modisto improvisado confeccionó un vistoso y elegante atuendo permitiéndonos imagi-

nar cómo serían antes del deterioro por oxidación que sufren estas obras al cabo de unas

horas al contacto con el aire, ofreciéndonos de este modo, la importante apariencia que

tendrían estos vigilantes del sueño eterno de Qin Shin Huang.

El Guerrero de Siam. Madrid, 2005Acrílico s/terracota

Colección particular

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Page 33: Catálogo exposición Juan Romero

julio soler ballesteros

Juan Romero: pintor generador de estímulos y sensaciones

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35j u a n r o m e r o: p i n t o r g e n e r a d o r d e e s t í m u l o s y s e n s a c i o n e s

sus inicios: sevilla-madrid (1946-1957)

La historia política de España hasta mediados de los setenta dejó un sedimento que

marcó el futuro de nuestra tierra de forma irremediable, dejando unas secuelas

con unas características políticas, sociales y culturales en Andalucía, poco o nada

propicias para la difusión cultural y artística. En este contexto, se generó una profunda

regresión evitando el transcurso natural de todo avance de signo de modernidad en nues-

tra tierra y en concreto en Sevilla, que sólo arrancó a partir de los sesenta.

Será con el nacimiento del Club La Rábida, conjunto de jóvenes artistas ajenos a la ofi-

cialidad, cuando se inician los tímidos intentos de renovación de la pintura en Sevilla,

así como su tejido cultural, ayudados, no cabe duda, por algunas de las figuras claves en

el desarrollo de los inicios de las vanguardias sevillanas como Pérez Aguilera y Rafael

Martínez, muy apreciados como docentes en la Facultad de Bellas Artes durante varias

generaciones posteriores. Esta acción emprendida desde 1949, como otras tantas, marcan

un lento pero sólido avance en las vanguardias de las artes plásticas sevillanas.

Una vez fijado el contexto de estos años, me introduciré en la vida artística de uno de

estos jóvenes, Juan Romero, cuya afición al dibujo y a la pintura, comenzó cuando tenía

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36 j u l i o s o l e r b a l l e s t e r o s

cumplidos los doce años, dibujando viñetas para tebeos como se puede ver en la exposi-

ción, unos años antes de entrar en la Escuela de Artes y Oficios.

En esta década de los cincuenta el panorama pictórico sevillano haciendo referencia a lo

que he comentado anteriormente, se caracteriza por un continuismo propio de la con-

solidación de instituciones oficiales como el Ateneo y la Real Academia de Bellas Artes

de Santa Isabel de Hungría donde realizó sus estudios entre 1950 y 1955 Juan Romero.

Precisamente, la Real Academia, en octubre de 1952, organizó la 1ª Exposición de Otoño

donde Romero expone sus primeros dibujos: bodegones y retratos de sus amistades más

cercanas, y autorretratos, en los que para él, era más importante la expresión, la espon-

taneidad y el color, que los detalles, las calidades y las texturas, aunque evidentemente se

revelaban en ellos el oficialismo sevillano más puro. No obstante al final de sus estudios,

se empieza a apartar de la línea clásica de estos primeros trabajos, tomando poco a poco,

la referencia artística de su maestro Miguel Pérez Aguilera, adoptando sus trazos en el

dibujo y sus pinceladas en la aplicación del óleo. Un ejemplo de ello lo tenemos en el re-

trato de Teresita, realizado en 1953 (pág. 74) y el retrato Niños del citado profesor.

Terminados sus estudios en el año 1956, con 24 años de edad, realizaba dibujos y pin-

turas, en los que aunque todavía mostraba algunos síntomas de su enseñanza clásica, se

vislumbraba el cambio, mostrando una nueva forma de expresar su pintura: la iconogra-

fía, el color y la estructura del cuadro ya no tenían nada que ver con su etapa anterior.

Un ejemplo de ello fue la que mostraba el Grupo Libélula, del que formaba parte Juan

Romero, y con el que pretendieron introducir una nueva forma de expresión pictórica,

pero que por desgracia su duración fue efímera.

Una vez en Madrid, aunque a mediados de los cincuenta, ésta era una ciudad donde las

instituciones oficiales seguían siendo las protagonistas desde el punto de vista cultural

y artístico, ya se atisbaban algunos grupos culturales que permitieron forzar la recu-

peración de una vanguardia que hizo aflorar nuevos pensamientos y formas artísticas.

Esta situación, tan distinta para él durante dos años en la capital de España y El Paular

de Segovia, le permitió, antes de viajar a París en 1957, realizar con libertad una serie de

paisajes urbanos y rurales, en los que ya había dejado atrás algunas de las características

de la pintura aprendida en la Escuela sevillana.

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37j u a n r o m e r o: p i n t o r g e n e r a d o r d e e s t í m u l o s y s e n s a c i o n e s

En ellas se podía observar como había captado lo fundamental y más representativo de

los paisajes, marcando un cierto aire expresionista, que lo sitúa en una nueva generación

de pintores, que reclamaban, a través de sus propios filtros, las esencias tradicionales de

la pintura como claves de la originalidad moderna.

Asimismo, en esa época, realizaba también retratos a varios amigos, destacando el reali-

zado a su compañero de estudios Paco Cortijo, donde utiliza la línea gruesa para el con-

torno de la figura y el uso de colores ocres y negros. Un punto de vista muy personal, y

un tratamiento de la luz que todavía nos recuerda a Ortega Muñoz.

No obstante, la necesidad de darle un cambio a su pintura anterior, no le hace renegar de

su formación academicista, pues él siempre ha creído que a finales de los cincuenta, una

vez abandonada la Escuela de Bellas Artes, su pintura no se encuadraba en la que se podía

llamar escuela sevillana tradicional, por su ascendencia orientalizante. Según él, más bien

hacía una pintura completamente intuitiva, poco cerebral, basada en el primitivismo.

Juan Romero deja Madrid en noviembre de 1957, una ciudad que desde el punto de vista

del arte vive la creación de El Paso, grupo de artistas que se movían dentro del informa-

lismo, una pintura abstracta en contraposición a la de Juan Romero.

Paco Cortijo. Madrid, 1956Óleo con cera s/cartulina, 61 x 49 cmColección particular

Page 38: Catálogo exposición Juan Romero

38 j u l i o s o l e r b a l l e s t e r o s

Cuando llega a París, lleno de ilusión, se encuentra con un panorama distinto. Una ciudad

inmersa en un vanguardismo nacido en las primeras décadas del siglo XX como respuesta

al arte del siglo XIX, y el relevo a nivel mundial de Ad Reinhardt, un artista nacido en

EE.UU., que también desea que el arte sea sobre todo una actividad espiritual, como así lo

demuestran sus Doce reglas para una nueva Academia.

Este traslado a París en 1957 se convierte en un acierto para su carrera, porque le per-

mitió formarse en una sociedad de primer nivel artístico, rodeado de los mejores artistas

y de las obras más importantes, referentes que han enriquecido de forma considerable

sus primeras experiencias artísticas, enfrentándose con lenguajes más formales y mejor

inspirados en la primera línea vanguardista internacional.

En los últimos dos años de la década de los cincuenta (finales de 1958 y 1959), se en-

contrará en París con el magisterio de un Bissière situado en un primer plano, con una

pintura abstracta en una ciudad, contestada y atacada desde el exterior, que intenta recu-

perar el puesto de capital de las artes que ostentaba hasta la II Guerra Mundial. Una de

las medidas importantes fue poner en marcha la Primera Bienal para Jóvenes de cuarenta

países distintos menores de 35 años, evento, en el que presentará en el futuro sus obras

Juan Romero. Otros acontecimientos importantes se sucedieron en estos últimos años,

como la inauguración de la nueva sede de la UNESCO con la presentación de la obra de

Picasso La caída de Ícaro, y la presentación de los sesenta y cinco cuadros de la colección

Guggenheim ofreciendo un panorama de la pintura del siglo XX con obras de Cézanne,

Rousseau, Kandinsky, Klee, Mondrian, Malevich, Picasso, Braque, Léger, etc.

Con este ambiente artístico de primer orden no es de extrañar en sus primeras obras

de París el alejamiento de la influencia de pintores españoles, produciéndose en ellas un

cambio radical, sobre todo en su iconografía. Aparecerán en sus dibujos, grabados y pin-

turas, desnudos, reyes, personajes del circo, escenas costumbristas y bodegones, donde la

expresividad y la sencillez, no exenta de detallismo, son características comunes.

Entre sus obras de 1959, podemos resaltar Les deux amies (pág. 82), un desnudo de dos

mujeres que nos recuerdan las representaciones de Schiele; Claudine et le roi (pág. 77)

un óleo de la serie de personajes coronados engolados grotestos y tristes, con cabezas

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39j u a n r o m e r o: p i n t o r g e n e r a d o r d e e s t í m u l o s y s e n s a c i o n e s

desproporcionadas y Les clochards de Montparnasse (pág. 81) una de las muchas escenas

costumbristas realizadas por Juan Romero.

París será durante estos dos últimos años, una ciudad ideal para la formación de Juan Ro-

mero y para que su personalidad artística se consolide. No obstante, la muerte de algunos

pintores y la emigración de otros, hará que Europa, y sobre todo París como centro del

arte europeo, pierda su protagonismo, sobre todo por el impulso de la vanguardia ameri-

cana. No obstante, él encontrará un excelente caldo de cultivo y un mayor empuje, al po-

der ver como los pintores españoles, Canogar, Cuixart, Feito, Saura, Millares, etc., con la

muestra Trece pintores españoles actuales en el Museo del Louvre y las revelaciones de

Jean Tinguely y Hundertwasser, con sus laberintos de vivos colores, triunfaban en París.

El comienzo de la década de los sesenta se presenta en París, muy animada: el nacimiento

del Nuevo Realismo por parte del crítico Pierre Restany; las antropometrías de Yves

Klein; el torrente vertical de Henri Michaux, un carácter mental para una pintura auto-

mática del gusto de los surrealistas; y la obra abstracta de Poliakoff ayudarán a ello de

forma considerable. No obstante, la iconografía de Juan Romero sigue sus propias pautas,

sin atender a lo que está aconteciendo en esos momentos en París, manteniéndose dentro

de los mismos registros anteriores, aunque con una representación muy peculiar.

Sus escenas como La banda de Nanard de 1962 (pág. 40), están representadas con formas

fantásticas, con una figuración sencilla, infantil y semi-abstracta y la utilización de per-

sonajes deformes realizados con trazos gruesos y colores de tonos oscuros, posiblemen-

te influenciados por la estética de Dubuffet, aunque con una personalidad propia. Una

pintura expresionista, que comprende una gran variedad de motivos y formas, donde el

instinto, y el dejarse llevar junto al color, son las características más relevantes o impor-

tantes.

En cuanto a sus paisajes, estarán construidos a base de formas geométricas dotados de

una extensa policromía, así como sus personajes estarán representados de forma sinté-

tica, sin perder ese aspecto monstruoso, siempre dotados de cierta «simpatía», como en

Paysage au chapeau blanc 1961 (pág. 100), un óleo sobre lienzo en el que el personaje y

el paisaje están realizados a base de un personal puntillismo, con líneas curvas y rectas

Page 40: Catálogo exposición Juan Romero

40 j u l i o s o l e r b a l l e s t e r o s

y un fuerte colorido en tonos claros y oscuros contrapuestos, con inequívoca referencia

a Paul Klee.

Juan Romero vive en un periodo de transición sin saber exactamente a donde dirigir su

pintura, pues ni sus reyes ni sus monstruos han llamado suficientemente la atención de

los críticos, aunque la realidad es, que su pintura es original, muy personal, llena de fuer-

za y de policromía, que con el paso de los años se reconocerá como una etapa importante

de su obra.

Aunque no abandonará la serie de personajes monstruosos, durante esta década de los

sesenta, se observa un cambio en su pintura, quizás por la influencia del vienés Friedrich

Hundertwasser, que le conducirá al descubrimiento de Klimt y de Schiele después de

conocer algunas de sus obras, centrándose ahora en pequeños detalles, y aplicando una

gama de colores en tonos más claros.

Asimismo, a partir de 1962, con sus buceos por las transparentes aguas de Formentera,

el efecto del mundo submarino poblado de cuerpos –marinos, estrellas de mar, algas, y

La banda de nanard. Saint Mandé, 1962Óleo s/lienzo, 114 x 162 cmColección particular

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41j u a n r o m e r o: p i n t o r g e n e r a d o r d e e s t í m u l o s y s e n s a c i o n e s

un sin fin de peces–, le servirán de pretexto para configurar superficies llenas de color y

de elementos microscópicos, que, a partir de ahora, formarán parte de su personalidad

pictórica.

Podemos ver como la composición de sus obras pierden el horizonte y se presume un

movimiento giratorio sin orden ni concierto. Su pintura alcanza un original y peculiar

estilo con esta narración de cuerpos y formas, representadas con una figuración de cierta

planitud e ingenuidad en un espacio irreal.

En la hemeroteca, sobre su obra se leen algunas críticas en la que consideran su pintura

como ingenua, una pintura infantil en el sentido más puro que tiene la palabra, pero que

en Juan Romero es intencionada y razonada desde la perspectiva de una persona formada

académicamente, una pintura que no tiene nada que ver con la de sus primeros mons-

truos. En el óleo de 1962, Sous sol de la ville oú je dors, con un gran colorido, vuelve a

utilizar la misma sencillez con los mismos elementos geométricos, pero con una gran

policromía, que se asemejan al cuadro de Hundertwasser.

Sous sol de la ville oú je dors. Saint Mandé, 1962Óleo s/lienzo, 73 x 92 cmColección particular

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42 j u l i o s o l e r b a l l e s t e r o s

En 1963 nace Nueva Generación y Dubuffet se está imponiendo como uno de los nuevos

maestros del arte moderno, pero la pintura de Juan Romero se centrará principalmente

en el cromatismo, quedando para él el recuerdo de algunos personajes deformes en refe-

rencia al citado artista. Esto lo podemos comprobar en su dibujo a tinta china L´amour

l´aprés midi de 1963; 1964 será un año de gran actividad, con una pintura en la línea

del anterior, por lo que no veremos cambios significativos en la misma. Quizás una ten-

dencia hacia la abstracción en algunas de sus obras como Pasaje interdit (pág. 105), una

témpera en la que solo se pueden reconocer algunas figuras geométricas sin referencia al

natural. No obstante, aunque parece que en estos momentos su pintura no evoluciona,

este año debemos anotarlo como muy importante para Juan Romero, reconociéndose en

ellos una nueva salida artística que ha constituido un extraordinario éxito.

Mientras en París, durante los años 1965 y 1969, empiezan a llegar los primeros ecos

de movimientos como el Land Art, el Arte Povera el Minimal Art y triunfando el Op

Art, Juan Romero va por libre. Deja la figuración aparcada para abrirse a una pintura

con cierto carácter abstracto. L’aigle et le soleil de 1969, en acrílico sobre madera, es una

pintura poblada de infinidad de signos y pequeñas figuras que, en su complicada estruc-

tura, presenta una visión fantástica y feliz con una gran originalidad. Con ella inicia un

nuevo lenguaje que desarrollará a partir de ahora, como una nueva forma de concebir el

arte. Entre finales de los sesenta y principios de los setenta, encontramos aspectos muy

personales en su lenguaje que marcan una tendencia subjetivista, transmitiendo a cada

uno de los espectadores, mensajes muy distintos dentro del concepto del gusto o de la

belleza, con grabados y pinturas que se mueven dentro de la abstracción, aunque sin

perder totalmente su figuración, con la utilización del grabado (aguafuertes, punta seca,

litografías, serigrafías) y algunos acrílicos. Una abstracción, que durará prácticamente

hasta mediados de los setenta, década en la que ganará la Medalla de Oro en la III Bienal

de Grafismo de Florencia.

Como se puede apreciar en la exposición, Juan Romero llega, desde unos razonamientos

cercanos a un cierto expresionismo, a una solución feliz de un policromado mundo que,

con el pasar del tiempo, ha ido evolucionando hacia lo figurativo, manteniendo siempre

una expresión sencilla en la representación, y un tratamiento del color muy personal. Se

puede decir por tanto con toda seguridad que ha evolucionado buscando su propio pro-

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43j u a n r o m e r o: p i n t o r g e n e r a d o r d e e s t í m u l o s y s e n s a c i o n e s

yecto artístico sin ningún tipo de ataduras. Una característica que ya se empezó a obser-

var en la mayoría de los pintores del siglo XVIII, apreciándose cambios muy importantes

en cuanto a la representación de sus temas, sobre todo en pintores del siglo XX. Todos

ellos, aunque formados en el clasicismo más absoluto, fueron cuestionando los enfoques

más tradicionales y terminaron eligiendo un camino muy distinto.

Los cambios de representación en las obras de Juan Romero, se acentúan cada vez más

con el paso del tiempo, creciendo muy positivamente, tanto en lo que respecta a su orga-

nización como a la estructura de sus cuadros. Dentro de estos cambios se pueden señalar

objetivamente tres aspectos como los más influyentes: la iconografía, el color y la lumi-

nosidad. Estos tres aspectos han otorgado a sus cuadros una gran personalidad, recreando

un escenario en el que bulle esa iconografía romerista, en la que todo es posible, dentro de

una mezcla o amalgama colorista que difumina lo real generando una nueva existencia.

Su obra, desde la percepción de quien la contempla, produce un efecto y una sensación,

que viene determinada por diversas causas, como la propia representación ofrecida, sus

características técnicas y sus materiales, pero sobre todo por la mirada de quien ha repa-

rado en ella, gracias a la agradable comunicación visual que transmite a través de gratifi-

cantes sensaciones de bienestar, gozo y serenidad. Una pintura hedonista y atractiva que

atrapa a los que disfrutan de ella.

Esta exposición antológica dedicada a Juan Romero nos presenta con su pintura un estilo

muy personal, mostrando con nitidez sus orígenes y evolución, haciendo con ello com-

prensible, no solo su obra, sino la entidad de su lenguaje, su personalidad estilística, valor

éste muy cotizado en la historia del arte, y que le ha permitido, sin complejos, mantener

su indiscutible esencia, presencia y continuidad a lo largo de los años.

Se puede decir sin ningún género de dudas que la obra de Juan Romero está en la línea

de lo que expresaba Charles W. Morris: «el arte debería ser la expresión de la felicidad

del hombre en su trabajo, hecho por el pueblo y para el pueblo, como algo causante de

felicidad en el realizador y en el usuario» (The Art of the People, 1879).

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44 j u l i o s o l e r b a l l e s t e r o s

Page 45: Catálogo exposición Juan Romero

iván De la torre amerighi

Panorama de una realidad compleja y conflictiva. Juan Romero y el contexto socio-artístico sevillano, andaluz y español de los años 70

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Page 47: Catálogo exposición Juan Romero

47pa n o r a m a d e u n a r e a l i d a d c o m p l e j a y c o n f l i c t i va

contexto artístico español: panorama entre dos décadas

Juan Romero salió de España en 1957 cuando, tras el largo erial cultural que supuso una

etapa de posguerra penosamente extensa, comenzaba a atisbarse un nuevo impulso en

todos los márgenes y pliegues de un país que se despertaba de un amodorramiento crea-

tivo obligado. No en vano, varios autores señalan este año como una fecha significativa

que marca un antes y un después en la historia de España1. Procesos sociales y políticos

que se desembarazaban, no sin tensiones ni fracturas, de pautas ideológicas autárquicas

para abrirse tímidamente a reformas económicas e industriales que pondrían los cimien-

tos de la estabilización, modernización y el desarrollismo de la década siguiente y que, a

la postre, terminarían por minar las estructuras políticas del régimen, incapaces de ajus-

tarse a las necesidades y horizontes de una sociedad en constante cambio. La cultura y las

artes plásticas no fueron ajenas a estos vientos de cambio: ese mismo año se crearían El

Paso y Equipo 57, sin olvidar también el preámbulo imprescindible que supuso el grupo

Parpalló, fundado un año antes en Valencia. Cada una a su manera, con sus orientaciones

plásticas más o menos férreamente definidas y defendidas, estas tres agrupaciones artís-

1. BOZAL, V.: Arte del siglo XX en España. Pintura y escultura 1939-1990. Summa Artis. Historia General del Arte. Madrid, Espasa-Calpe, 1995 (pp. 251-276).

Page 48: Catálogo exposición Juan Romero

48 i v á n d e l a t o r r e a m e r i g h i

ticas supusieron claros y serios intentos de trascendencia sobre la atonía generalizada.

Dentro del precario estadio cultural en el que el país se encontraba, significaron decisivos

intentos de renovación de la tiránica rutina académica, y de acercamiento y convergencia

con movimientos y posiciones estéticas que poseían pesos e identidades propias en la es-

cena internacional. Si las posturas del grupo Parpalló eran más heterogéneas, individua-

les y abiertas, El Paso y Equipo 57 ocupaban un segmento de espectro diametralmente

opuesto entre ellos; de tendencias informales, dramáticas y expresivas unos, normativas,

colectivas, de relaciones espaciales, los otros.

La historia del arte, sin embargo, no puede quedar recluida en un simple apunte esque-

mático. Una breve panorámica general nos desvelará lo complejo de la situación. Ese año

de 1957 apenas se habían extinguido los ecos de la posguerra, había fracasado el proyecto

de un arte regimental como también había quedado frustrado el intento de crear hitos

artísticos de relevancia a través de las bienales hispanoamericanas mientras que la reno-

vación plástica pasaba por la tímida asunción de lenguajes muy alejados de la figuración

ordenada que defendían amplios estamentos tradicionales de la sociedad y su despliegue

ya apuntaba hacia un relevo generacional que venía de la mano de una superación esté-

tica en todos los órdenes. El mismo año que Romero salía de España, Jorge Oteiza recibía

el reconocimiento de la Bienal de Sao Paulo; un año después, en 1958, la obra de Eduardo

Chillida era premiada en la Bienal de Venecia. La bienal brasileña vio también arribar a

sus salas las propuestas de los jóvenes Tàpies, Rivera, Millares y Feito, entre otros, mien-

tras que en la cita italiana hubo también una nutrida representación de grupos cono Dau

al Set o El Paso.

Paradójicamente, la tan anhelada internacionalización venía de la mano de dos posiciona-

mientos plásticos, la abstracción y una mirada renovadora y superadora del Surrealismo

que, fusionados con una energía y personalidad vernáculas iban a hollar nuevos caminos.

En cualquier caso, ambas sendas estéticas y plásticas diferían absolutamente de los hori-

zontes que perseguía e iría encontrando Juan Romero en su camino hacia París. Caminos

que se cruzarían y mestizarían en el conocimiento de la obra de Dubuffet, del grupo

Page 49: Catálogo exposición Juan Romero

49pa n o r a m a d e u n a r e a l i d a d c o m p l e j a y c o n f l i c t i va

Cobra, de la seducción de Klimt, de la poética de Klee, del arte primitivo y el Art Brut2. Es

difícil encontrar, dentro del panorama español, fácil acomodo a las propuestas pictóricas

de Romero, situadas en un punto equidistante entre un ingenuismo colorista y barroco y

una «figuración otra», constelativa y orgánica, manteniendo un difícil equilibrio entre la

apariencia de una ficción amable y la tensión de una realidad inabordable.

Dieciséis años después, Juan Romero regresaría de modo definitivo y permanente. La

situación política, social y cultural española en 1973 era diametralmente opuesta a la

que dejó al abandonar el país aunque, de algún modo, fuese heredera de los aconteci-

mientos inmediatamente anteriores. Cabría preguntarse hasta qué punto, las ansias de

renovación que resultaban palpables, aunque incipientes, a fines de la década de los años

cincuenta, en el contexto artístico español habían fraguado con coherencia y acierto. El

informalismo se había convertido en un leguaje y en una herramienta institucional en

manos de organismos de propaganda que pretendían catalizar, a través de la renovación

plástica, la idea de un país moderno y en consonancia con los ritmos internacionales. Se

hablaba constantemente de distintas derivas, eminentemente pictóricas, dentro de los

marcos denominados Nuevas realidades o Nuevas figuraciones, según el autor consul-

tado, que se subdividían en otros tantos núcleos familiares, vinculados entre sí pero con

personalidad propia: la crónica de realidad (Genovés, Canogar) y el realismo social (Es-

tampa Popular), las realidades cotidianas (Antonio López, Avia, Quintanilla, Quetglás),

la figuración bajo el influjo del Pop (Eduardo Arroyo, Equipo Crónica, Alcaín, Úrculo),

la figuración de raíz hiperrealista (Eduardo Sánz, Heras), la figuración ingenuista (Isabel

Villar), las realidades constelativas y orgánicas (Bonifacio, Juan Romero)…

Otras situaciones van a complejizar aún más este panorama ya de por sí heterodoxo. Dos

hechos van a condicionar el inicio de la década. Uno comenzará algo antes, en 1968, y

será la impartición en el Centro de Cálculo de la Universidad Complutense, patrocinado

por IBM, de una serie de seminarios y cursos –Formas computables (1969), Generación

automática de formas plásticas (1970) o Impulsos: arte y computador (1972)– cuya pre-

tensión última era ser punto de encuentro entre flujos intelectuales, científicos y ar-

2. MARTÍN MARTÍN, F.: «Notas sobre la creación contemporánea en Sevilla». En Pintores de Sevilla, 1952-1992. Sevilla, Ayuntamiento, 1992. (pp. LXI-LXII).

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50 i v á n d e l a t o r r e a m e r i g h i

tísticos con el ordenador como nexo de unión. Otro, los Encuentros de Pamplona, se

celebraron entre junio y julio de 1972 y, aunque coartados por la excesiva politización

y por la censura institucional, sí supusieron un intento de expresión artística, colectiva,

pública y libre. Finalmente, otra de las posiciones creativas a tener en cuenta, el arte de

concepto –con los antecedentes y precedentes de provocación plástica protagonizados por

Alberto Greco y el grupo ZAJ la década anterior–, arraigará con fuerza en la península,

preferentemente en Barcelona, durante la primera parte de la década. El arte conceptual

puede tener en España muchos preámbulos y pioneros pero, sin duda, sólo cuenta con

dos textos fundamentales y, en cierto modo, también fundacionales: Del arte objetual al

arte concepto (1972) de Simón Marchán Fiz y La poética de lo neutro. Análisis del arte

conceptual (1975) de Victoria Combalía.

En general, dentro de la contemporaneidad, la década de los setenta ha sido la menos

valorada a nivel creativo en España, bien porque cualquier acercamiento cultural resul-

tara eclipsado por los acontecimientos socio-políticos que iban a voltear la fisonomía de

la nación, bien porque queda enmarcada entre dos etapas cruciales y proteicas: los años

sesenta, en las que los últimos esfuerzos del franquismo por manipular determinados

lenguajes plásticos con fines propagandísticos se mezclaron con la asimilación por parte

de los artistas españoles de nuevas corrientes creativas de corte internacional, buscando

una identidad propia dentro de ellas, y una década posterior, los ochenta, único momento

en el cual, durante un breve periodo de euforia –centrado en un lustro concreto: 1982-

86–, el arte y los artistas españoles acapararon de modo global la atención internacional.

Si a todo ello añadimos que, para la mayoría de historiadores del arte los estertores de la

situación precedente se alargaron en el tiempo y sus consecuencias se asomaron larga-

mente al periodo tratado y que, para otros expertos igualmente reputados, los ochenta

comenzaron mucho antes, la década resulta demasiado corta y desestructurada, siendo

poco abordada por la historiografía artística. Sin embargo, por la íntima intercurrencia

entre arte, sociedad y política, por el papel activo del arte en el éxito y consolidación de

esas transformaciones y, posteriormente, por el beneficio obtenido, en cuanto a libertad

estética, gracias a esos cambios, bien merecería detenerse y prestar máxima atención a

este periodo de nuestra historia artística.

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51pa n o r a m a d e u n a r e a l i d a d c o m p l e j a y c o n f l i c t i va

La década de los setenta se presenta como un gozne necesario, una época de asunción de

cambios y transformaciones apresuradas que se conjugan con la eclosión de iniciativas

largamente maduradas, meditadas y esperadas, un mundo y unas formas de hacer nuevas

se abrían sobre un territorio de posibilidades. No cabe duda de que la frágil y apasionante

década de los setenta, tan abrupta, cimenta el mundo cultural y las estructuras de las

que hoy aún somos herederos. En contexto artístico español es un territorio bisagra que

chirría en el encuentro entre puertas de entrada y salida que basculan sobre obsoletos

goznes, amarrados a ideologías ya trasnochadas, que no pueden dar respuesta socio-cul-

tural a las nuevas demandas y necesidades. Baste un ejemplo de la paradójica política del

Régimen: tras la edición de 1968, y por la presión de un grupo de artistas (Saura, Sem-

pere, Serrano) encerrados en el museo del Prado, las Exposiciones nacionales de Bellas

Artes pasan a la historia como viejos artefactos obsoletos; tres años después, en 1971, el

crítico y teórico andaluz Moreno Galván es encarcelado por promover en la Universidad

de Madrid un homenaje a Pablo Picasso en su noventa aniversario3. Finalmente, en 1975,

en uno de sus últimos actos públicos, el 18 de julio el jefe del Estado Francisco Franco in-

augura en la Ciudad Universitaria madrileña el Museo de Arte Contemporáneo (MEAC)4.

Los años setenta son, además, el precedente de un fenómeno que se multiplicará de ma-

nera exponencial en la década siguiente pero cuyas raíces fructifican en este instante: la

creación, ocupación, fomento y desarrollo del mercado de las artes por parte de estruc-

turas consolidadas e idóneas, de probada eficacia para dicho menester: las galerías. Juan

Romero mantendrá una constante relación con la madrileña galería Kreisler. La galería

había sido fundada unos años antes, en 1965, en Madrid, con la voluntad, tal vez dema-

siado ambiciosa para la época, de reunir el amplio espectro de posibilidades estéticas que

el panorama ofrecía y demandaba. Esa voluntad expansiva les llevaría a abordar la aven-

tura americana y a abrir una galería en Nueva York que permanecería en activo durante

cinco temporadas (1970-75). A partir de 1973, en atención a la necesidad de especializar-

3. MARTÍNEZ NOVILLO, A.: «El largo de camino de la Vanguardia». En Claves de la España del siglo XX. Madrid, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2001. (p.292).4. CHACÓN, J. A.: Las Rutas del Arte Contemporáneo en Andalucía. Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2004. (p.84).

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52 i v á n d e l a t o r r e a m e r i g h i

se, la estructura empresarial se dividirá en dos espacios que, simultáneamente, tratarán

de abarcar todas las manifestaciones creativas posibles: Galería Kreisler y Kreisler 2. En

1998 ambos espacios se reunirán bajo un mismo techo manteniendo el nombre fundacio-

nal y apostando por una línea ecléctica en la que aún permanecen.

Con el histórico, significativo y definitivo precedente de la Galería Juana Mordó, que

entre 1964 y 1975 ocupó su primera sede en la madrileña calle Villanueva, entre los

espacios galerísticos que habían apostado, desde los primeros setenta, por el apoyo a

nuevos valores cabe destacar a la Galería Edurne –junto a la Sala Amadís, en 1967, ha-

bían expuesto el proyecto de Juan Antonio Aguirre titulado Nueva Generación, corola-

rio de artistas y lenguajes (Gordillo, Elena Asins, Teixidor, Yturralde, Barbadillo, Gerardo

Delgado) cuyo nexo de cohesión era la heterogeneidad de los nuevos comportamientos

frente a la homogeneidad grupal anterior. Son años de gran vértigo en cuanto a la aper-

tura de galerías. Algunas de ellas se significarán sobremanera en la elaboración de planes

expositivos exigentes y comprometidos que sirvan de palestra nacional e internacional

a una joven generación creadora española. Una de ellas será Buades. El programa expo-

sitivo, elaborado por Juan Manuel Bonet, de su primera temporada –1973-74–, no deja

lugar a dudas en este sentido y marca ya una línea de actuación definida. Por el espacio

pasan Alberto Corazón, Emilio Molero, Pérez Mínguez, Guillermo Pérez Villalta, Carlos

Alcolea y Carlos Franco, Manolo Quejido y Nacho Criado. Fernando Vijande, otro ga-

lerista mítico y prematuramente desaparecido, va a abrir a principios de los setenta otra

galería mítica, Vandrés…

Panorama andaluz: desencuentros, infraestructuras y recursos

Desde y entre las dos décadas que abordamos en este texto, desde los cincuenta en que

Juan Romero, como ya se ha dicho, abandona Andalucía –aunque ya viviera en Madrid–

y los setenta, en que retorna a España, trata de fraguarse en nuestra tierra, de nuevo, la

confraternización entre los postulados de un arte verdaderamente vinculado y compro-

metido con las directrices y sensibilidades de lo contemporáneo y un territorio socio-

cultural impermeable, cuando no renuente, a cualquier intromisión en unos postulados

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53pa n o r a m a d e u n a r e a l i d a d c o m p l e j a y c o n f l i c t i va

estéticos anclados en una tradición patrimonial que se tiene, equivocadamente en su ex-

ceso, por identitaria. Las valoraciones críticas con respecto a estas difíciles relaciones son

múltiples, a veces enfrentadas, a la hora de evaluar la calidad de los frutos obtenidos y las

causas del retraso coyuntural andaluz con respecto a otros focos culturales internaciona-

les, cuando no dentro de la misma península, como bien pudieron ser, históricamente y

por distintas causas, Madrid y Barcelona.

En algunos casos, se resalta una situación de extrañamiento entre dos realidades –los

atisbos de modernidad plástica y el contexto desde y para el que nacen– que se dan en

un mismo territorio pero que ni se (re)conocen ni buscan cauces de comprensión mutua.

En esta teoría se sitúa Eugenio Carmona: «Ante el público, ante los coleccionistas, los

profesionales, la crítica y los aficionados, los creadores que en Andalucía, a finales de los

años cincuenta y principios de los años sesenta, quisieron desarrollar sus obras desde la

clave de la modernidad tuvieron que hacerlo comenzando de nuevo. Volviendo a comen-

zar de nuevo, se debería decir (…) En estas condiciones, pioneras sin duda, la libertad de

creación se veía de continuo lastrada. Lastrada primero por la dolorosa conciencia de que

en otros lugares, con los que ellos sin duda aspiraban a equipararse, la situación era otra

y más ventajosa. Y lastrada también por tener que desarrollarse en un escenario hostil o

indiferente a una modernidad artística sin pasado y que no era recordada ni sentida como

algo propio»5.

Frente a estas posturas, sin negarlas totalmente, muy al contrario, se sitúan quienes de-

fienden la necesidad del estudio de una realidad compleja en lo cultural, con caracteres de

identidad y personalidad propios pero que ha quedado reducida a nota marginal para la

historiografía global. «Una realidad territorial compleja como la de España –en palabras

de Pérez Escolano– precisa de una comprensión por partes que ayuden a establecer con

mayor certidumbre el completo perfil de nuestra complejidad. Es así que examinar la

relación de Andalucía con la modernidad sea no solo conveniente sino imprescindible si

pretendemos superar la simplificación simétrica por la que a los andaluces nos corres-

5. CARMONA, E.: «Sísifo andaluz o breve prehistoria en torno a las relaciones entre Andalucía y el arte moderno». En Andalucía y la modernidad. Del Equipo 57 a la Generación de los 70. Sevilla, Consejería de Cultura, Junta de Andalucía, 2002. (p.35).

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54 i v á n d e l a t o r r e a m e r i g h i

pondería representar el papel caricaturesco, insoportable, del conservadurismo y de la

atonía cultural como destino histórico en el que solo encajaríamos bien con los valores

del regionalismo, en los que, por otra parte, sin duda nos hemos sentido a gusto en dis-

tintos momentos de nuestra historia contemporánea»6. Estudiar e indagar en nuestra

historia, sacar a la luz y poner en valor nuestros logros para así desterrar los tópicos que

existen sobre la sociedad y cultura andaluzas es un horizonte alcanzable. Tras las gran-

des batallas de la historia existen escaramuzas, algunas igual de sangrientas, heroicas,

pírricas o épicas. La historia de esta cara oculta se ha venido escribiendo, sin la debida

continuidad, en las últimas dos décadas.

Los años setenta son, dentro del contexto andaluz, una interesante etapa de cambios y

trasformaciones, que predisponen a la eclosión plástica de los ochenta y comienzan con

una variación sustancial en cuanto a las políticas culturales con respecto a las estructuras

e infraestructuras tradicionales. Veamos un ejemplo. En los museos provinciales, ger-

men de los posteriores museos de bellas artes de larga trayectoria instalados en edificios

históricos que aprovecharon los distintos procesos desamortizadores decimonónicos –en

Sevilla (1835) en el Convento de la Merced Calzada, en Granada (1839) en el Convento

de Santa Cruz la Real, en Córdoba (1862) en el Hospital de la Caridad–, durante la década

de los setenta se producirán cambios sustanciales con respecto al panorama precedente.

En 1970 se fusionan el Museo Arqueológico y el Museo de Bellas Artes dando lugar al

actual Museo de Cádiz; en 1971 el Museo de Jaén vuelve a la sede que en 1920 fuera

diseñada por el arquitecto Antonio Florez Urdapilleta, tras ser utilizado por el ejército

desde 1938; el 12 de octubre de 1973 se crea el nuevo edificio del Museo de Huelva que

aún subsiste; ese mismo año, en Málaga, se unen bajo una misma institución el Museo

Arqueológico Provincial y el Museo Provincial de Bellas Artes, aunque durante las si-

guientes dos décadas continuaran desarrollando su labor en sedes separadas, en la Alca-

zaba malagueña y en el Palacio de Buenavista, respectivamente.

6. PÉREZ ESCOLANO, V.: «Atisbos de modernidad. Reflexión y rememoranza de la renovación creadora en Andalucía». En Andalucía y la modernidad. Del Equipo 57 a la Generación de los 70. Sevilla, Consejería de Cultura, Junta de Andalucía, 2002. (p.37).

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55pa n o r a m a d e u n a r e a l i d a d c o m p l e j a y c o n f l i c t i va

Sin embargo, el gran logro de la década en Andalucía, de gran repercusión posterior, es

una iniciativa hispalense. En 1970, Florentino Pérez Embid, director general de Bellas

Artes, a través de un Decreto (24/8/1970 de 24 de julio) promueve la creación en Sevilla

de un museo de arte contemporáneo y ofrece la dirección del mismo a un joven arquitec-

to aún no licenciado: Víctor Pérez Escolano. Escolano se ve arropado por colaboradores de

valía: José Ramón Sierra y Paco Molina7. Este acontecimiento, junto a otros que veremos

después en el campo de las galerías privadas, promueve por ósmosis en el resto del te-

rritorio un nuevo modo de enfrentamiento socio-económico con el arte contemporáneo.

La década será, también, al igual que en el resto de España, propicia para la activación co-

mercial de la intermediación artística y, si bien, jamás se logró crear un tejido galerístico

cohesionado y vigoroso ni promocionar un, salvando contados ejemplos, coleccionismo

duradero y coherente, sí supuso un aliciente para nuevas generaciones artísticas y una

plataforma de visibilidad de nuevos derroteros y lenguajes estéticos que aparecían por

doquier. Apagado el eco de la galería La Pasarela (1965-1971), que tanta importancia tuvo

en su corta existencia en la reactivación de la conciencia artística y creativa hispalense

y andaluza, a principios de 1970 iba a abrir sus puertas la Galería Juana de Aizpuru,

un espacio con verdadera vocación comercial y orientación nacional e internacional que

pronto iba a convertirse en marco de referencia. A iniciativa de Juana de Aizpuru, abriría

sus puertas, en 1982, ARCO (Feria de Arte Contemporáneo de Madrid), de la que sería di-

rectora hasta 1986. En esos años también se inauguraría la Galería Vida (1971), también

espacio multidisciplinar que contaba con cineclub, de la mano del pintor Roberto Reina

y, unos años después, la Galería Melchor (1974), asesorada por el artista Ben Yessef, una

galería que con el correr de los años y de la mano de Rafael Ortiz se transformaría, en un

nuevo emplazamiento, en la galería homónima.

Una aventura tan breve cuanto espectacular en sus planteamientos, tal vez demasiado

avanzados para la época y la sociedad en la que se desarrolla, será la del Centro de Arte

M-11 (1974-75). Con sede en la casa natal de Velázquez y bajo el asesoramiento de Ma-

nolo Salinas, Juan Manuel Bonet y Quico Rivas, plantean exposiciones ambiciosas (An-

7. PALOMO, B.: La renovación plástica en Andalucía. Desde el Equipo 57 al CAC Málaga. Málaga, Centro de Arte Contemporáneo, Gestión Cultural y Comunicación, 2004. (p.233).

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56 i v á n d e l a t o r r e a m e r i g h i

tonio Saura, Luis Gordillo, Equipo Crónica, Sempere, Millares, Quejido…) con cuidados

catálogos diseñados por Alberto Corazón. Proyectado como un centro vivo y multidis-

ciplinar, en el que se suceden conferencias, representaciones, conciertos… el proyecto

apenas se mantiene en pie un año a pesar de lo cual va a dejar en la conciencia cultural de

la ciudad el regusto amargo de lo que pudo ser y no fue.

Ese florecimiento, salvando lamentables ejemplos de subdesarrollo en cuanto a infra-

estructuras, no queda circunscrito a la capital regional sino que irradia a otros centros

que reclaman espacios propios para el arte y su comercialización. En Algeciras la Galería

Carteia (1975) perdurará hasta principios de los ochenta. En Córdoba también se disfru-

taría de una gran efervescencia durante la década, abriendo numerosas galerías de arte:

Studio 52, Atrium (1973), Vivancos (1974), Manuela (1976), Juan de Mesa (1977). En

otros ámbitos ese auge se retrasaría algunos años, como sucedió en Málaga. Sin embargo,

en la capital malacitana, durante los setenta la Diputación Provincial abre espacio de ex-

posiciones. La galería La Mandrágora iba a ser, de algún modo, la que impulsase en esos

años la visibilidad de unos nuevos modos plásticos –en 1971 exponía a Dámaso Ruano y

en 1973 a Carlos Franco. Por otro lado, la intensa labor del artista portugués José Faría iba

a culminar con la creación del Taller de Grabado Gravura, en 1979, que continúa activo

hasta nuestros días de la mano de Paco Aguilar. En cuanto a la plástica de renovación, la

creación en 1978 del Grupo Palmo, va a poner en Málaga las bases de una transformación

creativa a nivel local: Jorge Lindell, Enrique Brinkmann, Manuel Barbadillo, Stefan von

Reiswitz o Dámaso Ruano entre otros van a componer un heterogéneo collage donde la

renovación ya no se entendía como hito individual sino como suma de inquietudes.

Algo parecido iba a suceder, y ello cobra importancia en tanto que demostración de la

transformación de las mentalidades sociales, empresariales y mercantiles, con respecto

al arte y, en particular, con respecto al arte contemporáneo, en las obras socioculturales

de las cajas de ahorro andaluzas, responsables en muchos casos, de ocupar una labor de

difusión cultural que las instituciones públicas habían abandonado. En 1970 se iba a crear

la Obra Cultural de la Caja de Ahorros San Fernando (1970) dirigida en una primera

etapa por Manuel Rodríguez Buzón, asesorado por Paco Molina primero (1970-75) y

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Roberto Reina después (1975-81). En 1979, la Obra Social de El Monte cobraría forma,

bajo asesoramiento del citado Paco Molina.

Caso muy interesante es lo que sucede en un centro creativo tradicionalmente anclado a

posiciones conservadoras como lo fuera Granada. En 1973 el Banco de Granada inaugu-

raría una sala de exposiciones y un auditorio en la céntrica Gran Vía. En activo hasta el

año 79, estos espacios tuvieron una especial dedicación por mostrar obras de los artistas

de la tierra (Manuel Ángeles Ortiz, Hernández Quero, Rodríguez Valdivieso, José Gue-

rrero, Ismael de la Serna, García Lorca, Miguel Rodríguez Acosta) aunque sin olvidar

lanzar una mirada sobre el arte nacional e internacional (Solana, Sorolla, Benjamín Pa-

lencia, Sempere, Tàpies, Palazuelo, Chirino, Miró o Chagall). Ese mismo año de 1973, la

Fundación Rodríguez Acosta iba a crear el Centro de Experimentación de Artes Gráficas

el cual, a pesar de su corta vida, pronto se convirtió en un referente en la materia donde

se realizaron importantes trabajos de edición e investigación y que supuso el germen

para la eclosión de los talleres de grabado y artes gráficas en la ciudad. En 1978 la Uni-

versidad de Granada habilitaría el Palacio de la Madraza, recientemente restaurado, como

centro de exposiciones.

En otros ámbitos, sin embargo, la situación real es mucho más cruda: en Huelva, en Cá-

diz, en Jaén –con la única salvedad de la intermitente labor de la Sala de Arte del Casti-

llo– o en Almería la situación era precaria en los setenta y continuó siéndolo hasta fechas

cercanas, aunque muchas problemáticas estructurales no se hayan solventado aún.

la compleja situación sevillana

La compleja y eterna situación de fragmentación que secularmente hemos padecido, hizo

que, durante los setenta, los focos de irradiación cultural principales oscurecieran a la

provinciana periferia, presentando un mapa de la geografía creativa pleno de desigualda-

des y desniveles. Estas situaciones se repetían, a otra escala, entre esos focos periféricos y

otros subsidiarios, aún de menor entidad. En Andalucía, el foco principal sería Sevilla, y

en menor medida, el protagonismo le correspondió a Granada y Málaga, siendo seguidas

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58 i v á n d e l a t o r r e a m e r i g h i

por lúcidos episodios en Córdoba y Cádiz, aunque en otros lugares pudiesen reseñarse, a

nivel local, hitos y aventuras personales o colectivas dignas de mención.

Entre las decenas de nombres que un historiador del arte debe barajar a la hora de ejerci-

tar una aproximación válida a la realidad creativa y a la plástica de renovación en Sevilla

desde los primeros cincuenta hasta bien entrada la década de los setenta, emergen algu-

nos insoslayables, por su decisiva participación –desde distintos ámbitos y con distintas

responsabilidades– en la transformación de las mentalidades culturales y sociales de una

ciudad declaradamente impermeable a cualquier signo de modernidad. Florentino Pérez

Embid, Miguel Pérez Aguilera, Francisco Cortijo, Francisco Molina, Enrique Roldán y

Juana de Aizpuru deben ocupar un lugar preeminente en esta historia, sin olvidar los

nombres –Juan Manuel Bonet, Quico Rivas, Roberto Reina, Manuel Salinas, Fernando

Zóbel…– de cientos de actores secundarios no menos importantes ni significativos.

La renovación estética hispalense va a forjarse de modo temprano, aunque tímidamen-

te –no pensemos en algo más alejado que tratar de desembarazarse de los rígidos corsés

académicos, que no es poco–, por medio de iniciativas colectivas de jóvenes artistas, a

fines de los cuarenta y durante toda la década posterior. Así surgirán el Grupo 49, la

denominada Joven Escuela Sevillana y, en 1954, bajo el amparo del Club La Rábida –que

había sido creado en 1949 bajo los auspicios de Florentino Pérez Embid, figura funda-

mental a la hora de analizar la llegada de nuevos aires de renovación plástica a Sevilla–,

se creará el grupo Libélula, en el que participarán el propio Juan Romero y otros artistas

como Santiago del Campo, Francisco Cortijo o Juan Picón8. El grupo contará también con

un mecanismo de difusión, algo excepcional, una revista del mismo nombre de la que se

editarían siete números entre marzo de 1954 y octubre de 1955.

La galería La Pasarela se crea en un momento en que en Sevilla comienza a despertar a la

conciencia contemporánea. Con clara vocación de compromiso didáctico, por ella pasaron

artistas en pleno auge dentro del panorama nacional (Canogar, Millares, Mompó, Lucio

Muñoz, Sempere, Gerardo Rueda, Torner, Zóbel…) mientras que servía de palestra para

8. RODRÍGUEZ BARBERÁN, F.J. y MOLINA, F.: «Aproximación a las vanguardias artísticas sevillanas. Un resu-men imperfecto». En Pintores de Sevilla, 1952-1992. Sevilla, Ayuntamiento, 1992. (p.XXXIII).

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59pa n o r a m a d e u n a r e a l i d a d c o m p l e j a y c o n f l i c t i va

las obras de aquellos que conformarían la renovación plástica sevillana en los sesenta y

setenta (Laffón, Salinas, Teresa Duclós, Jaime Burguillos, Juan Romero, Joaquín Sáenz,

Gordillo, Mauri, Reina, Cuadrado, Suárez…). Muy importantes fueron los premios que,

con el mismo nombre, surgen desde la galería y se otorgan a pintores y escultores me-

nores de treinta años y residentes en la ciudad: Enrique Ramos Guerra lo gana en 1965,

José Ramón Sierra en 1966, Gerardo Delgado en 1967.

En los setenta las propuestas culturales y plásticas alcanzan un mayor dinamismo. Ello

tiene su reflejo también en la crítica. Queda por valorar la influencia de las páginas saba-

tinas de El Correo de las Artes, nombre de las páginas culturales de El Correo de Anda-

lucía desde las cuales, dirigidos por Antonio Bonet Correa, Juan Manuel Bonet (Juan de

Hix) y Quico Rivas (Francisco Jordán) optaron por abrir las ventanas y dejar entrar unas

frescas brisas que volcaban sobre sus páginas lo que sucedía fuera de nuestras fronteras

inmediatas.

Aunque el primer impulso del Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla, que itineró en-

tre diversas sedes hasta su instalación definitiva en 1972 en la antigua Cilla del Cabildo,

languideciera con el tiempo hasta desaparecer, sus primeras exposiciones concitaron un

gran interés y ayudaron a abrir la conciencia local a diversas realidades plásticas, combi-

nado muestras colectivas –Maestros del Arte Moderno en Italia (1910-1935), El Cómic,

Obras de la Vanguardia Española 1901-1966, Arte Actual Valenciano– con exposicio-

nes individuales: Alberto Sánchez, Francisco Mateos, el arquitecto Antonio Fernández

Alba…

En la realidad plástica hispalense durante la década de los setenta confluyen una serie de

proteicas sendas que dialogan y que, en ocasiones, comparten cartel y espacio, lo que no

significa que pueda hablarse de hegemonía sino, bien al contrario, de una situación mix-

turada y heterogénea. La exposición Nueve pintores de Sevilla (1972-73) que recorrió

España y se exhibió en las galerías Juana Mordó (Madrid), Adriá (Barcelona) y Val i 30

(Valencia) reunió a José Ramón Sierra, Gerardo Delgado, Equipo Múltiple (Juan Manuel

Bonet y Quico Rivas), José Soto, Claudio Díaz, Juan Suárez, Teresa Duclós y Francisco

Molina, y tuvo su precedente en la muestra Nueva pintura sevillana que Juana de Aiz-

puru coordinó en el Museo Español de Arte Contemporáneo de Madrid. Si observamos

Page 60: Catálogo exposición Juan Romero

60 i v á n d e l a t o r r e a m e r i g h i

con detenimiento, Sierra, Delgado y un Juan Suárez algo más joven pueden inscribirse

en lo que se ha llamado generación de pintores-arquitectos, José Soto se ve influido por

el color-field painting y la estela de Rothko9, el Equipo Múltiple basculaba entre la ironía

y la idea, mientras que Molina se embebe de los influjos del Pop Art y Claudio Díaz y

Duclós que practicaban una figuración realista e intimista. La muestra es un resumen

muy gráfico de cual era la situación que se vivía en la ciudad desde el punto de vista de

las opciones plásticas. A todo ello hay que sumar el realismo mágico de Francisco Borrás

y Justo Girón, academicista en su piel externa, la abstracción poética de Manolo Salinas

y Jaime Burguillos, el realismo social de Paco Cuadrado, Cortijo y Cristóbal Aguilar, muy

activos desde el Grupo Sevilla de Estampa Popular, el influjo del Pop y del magisterio de

Luis Gordillo…

La década pasa rápido y nuevas generaciones vienen pronto a ocupar el lugar de las que

progresan o maduran. La Galería Melchor marca un punto de inflexión que abre paso

a una joven generación artística de largo recorrido (Rafael Zapatero, Antonio Sosa, Pa-

tricio Cabrera…) y más entroncada con lo que ya está sucediendo y va a tener su punto

culminante en la década siguiente, cuando, en 1979, y ya dirigida por un joven Rafael

Ortiz, inaugure una muestra de Pedro Simón.

coda

Hay que entender que este breve panorama histórico queda confinado a aquello que su-

cedía en el territorio y con respecto a los artistas andaluces residentes. Pero la Historia

del Arte en Andalucía es también una historia de éxodos. Juan Romero, cuando vuelve a

España se instala en Madrid. Como otros tantos. Muchos son los que se fueron, los que

se han ido, para no volver. Otros buscaron, en sus años de plenitud y madurez artística,

su centro de gravedad creativa en otros ámbitos, en otras ciudades: José Guerrero, José

Caballero, Manuel Rivera, Alfonso Fraile, Luis Gordillo, Fernando Verdugo, Nacho Cria-

9. GAMONAL TORRES, M. A.: «Pintura contemporánea». AA.VV.: Historia del Arte en Andalucía: Medio siglo de vanguardias. Sevilla, Editorial Gever, 1994. (p.425).

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61pa n o r a m a d e u n a r e a l i d a d c o m p l e j a y c o n f l i c t i va

do, Manolo Quejido, Pérez Villalta, Alfonso Albacete… Con ello queda clara la máxima

de que los artistas no crean el mercado sino que estos emigran hacia donde el mercado

se encuentra. ¿Qué hubiera sido de Andalucía sí, con el tejido adecuado, esta fuerza inte-

lectual y creativa no hubiera tenido que exiliarse, generando inercias desde, en y para el

territorio donde nacieron? Hoy, algunos artistas andaluces con inquietudes, exigencias y

posibilidades, todavía siguen buscando fuera de Andalucía cauces de expresión y comer-

cialización para su trabajo. Pero esa ya es otra historia.

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bernarDo Palomo

Juan Romero. Factoría de ficción

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65j u a n r o m e r o. fa c t o r í a d e f i c c i ó n

La obra seriada constituye un aspecto más de la creación de cualquier autor. Son

muy pocos los que, verdaderamente, se dedican a la obra gráfica como centro

absoluto de su interés artístico. Ni siquiera, en aquella etapa tan crucial del pa-

norama artístico español de los años sesenta, cuando surgió Estampa Popular y se sentía

la necesidad de encontrar la fórmula ideal para que el arte no fuera asunto exclusivo de

una inmensa minoría y pudiera llegar a todos los estamentos, hubo una verdadera decan-

tación hacia el grabado como único vehículo creativo. Los artistas, pintores sobre todo,

asumían la obra gráfica como un episodio más de su discurrir pictórico. Juan Romero no

podía ser menos. En su ingente producción establece contacto con la plancha en sus mu-

chas modalidades y deja constancia de una auténtica facilidad, también en este aspecto,

para el que muchos han sido los llamados y bastante pocos los elegidos. Y lo hace desde

muy pronto, desde aquellos años cincuenta cuando París era el escenario vital de un au-

tor joven que ya comenzaba a conformar un particularísimo universo donde la realidad

estaba aderezada con muchas argumentaciones de las que, en décadas posteriores, iban a

constituir esa personal iconografía, única e intransferible.

Juan Romero en sus inicios, en aquella etapa parisina donde la fortaleza de la composi-

ción asumía el carácter de una obra poderosa, sin vuelta de hoja, con pincelada vehemen-

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66 b e r n a r d o pa l o m o

te y apasionada, de grosor duro e incontenida expresión, descubre las infinitas posibili-

dades de la litografía; plantea sin reveces y de cara, una obra donde la humanidad, a pesar

de la contundente plasticidad con la que está representada, deja traslucir un regusto de

entrañable inmediatez y cotidianidad. L’enfant au coq, de 1958, nos presenta la figura de

un pequeño que lleva un gallo en la mano ante un monumental gato, donde ya se deja

adivinar la imposible realidad de un Juan Romero que interpreta al animal, curiosamente

rayado detrás de un paisaje desolado de figuras estáticas y de gran esquematismo. Eran

obras que desentrañaban un compromiso con una sociedad sin excesos y sumida en pa-

tentes necesidades.

La evolución pictórica de Juan Romero se observa, asimismo, en las marcas de la obra

gráfica. La realidad encuentra una nueva identidad. Se procura dar forma a una inquie-

tud, posicionarse en estados en los que la naturaleza real adoptase una nueva fisonomía

producto de un análisis sistemático de lo más inmediato. Aparecen situaciones tremen-

damente particulares, en las que subyace, casi siempre, estados de cierto surrealismo,

vivencias extraídas de los territorios oníricos o paisajes llenos de fuerte carga metafísica,

así como posiciones tangentes a una cotidianidad que muestra sus rasgos más impactan-

tes. Todavía hay restos de esa figura humana poderosa, pero, poco a poco, se va adentran-

do por un mundo donde la magia va asumiendo posiciones y dejando entrever muchos

de los aspectos que van a hacer única y grande la obra de Juan Romero.

Y, así, el pintor sevillano se adentra en los años setenta. Atrás quedó la capital de Francia

y su apasionamiento formal, su vehemente conjunción de experiencias plásticas y esté-

ticas y la asunción de un paisaje ilustrativo donde se desarrollaba un lenguaje lleno de

encanto y de emoción que se caracterizaba por una personal figuración llena de mágicas

connotaciones fantásticas y visionarias. Sus personajes, marcados por las constantes su-

gerencias insinuantes que se desprenden de unos símbolos siempre presentes, ilustraban

un mundo surreal, lleno de imágenes y de posturas metafóricas cargadas con un especial,

agudo y ácido sentido humorístico, donde una sociedad mediata se nos hace más que

presente.

La obra gráfica de Juan Romero no sólo es un complemento a su esclarecedora pintura

sino que adquiere especial importancia en los años setenta. En 1970, la obra Azul azulado

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67j u a n r o m e r o. fa c t o r í a d e f i c c i ó n

obtenía la Medalla de Oro en la III Bienal de Grafismo en Florencia, una obra donde lo

abstracto y la figuración parecen querer diluir sus fronteras. El autor bucea en los mares

de Formentera y allí encuentra un imaginario especialísimo de donde extraer fórmulas

mágicas de gran intensidad ilustrativa. En este caso, se trata de una sucesión de peque-

ñísimas marcas cromáticas que representan pescaditos y medusas. La obra se expuso en

el Palacio Strozzi de la ciudad florentina. Unos años más tarde, en 1976, esta vez orga-

nizada por la Dirección General de Relaciones Culturales del Ministerio de Asuntos Ex-

teriores, gana el Segundo Premio de Grabado en la XI Bienal de Alejandría. La obra, Les

pensées de Claudine, realizada en Sevilla un año antes, es una litografía donde el ideario

de Juan Romero se hace presente en todo su esplendor. Una abigarrado espacio poblado

de todo tipo de elementos representativos se expanden ante la soberana presencia de ese

sol mandálico, sempiterna constante en la obra del pintor sevillano.

El universo del autor está ya conformado. Juan Romero es el autor de un personalísimo

lenguaje plástico lleno de belleza e ingenuidad. Un desarrollo particular donde un infi-

nito número de elementos componen una compacta escena poblada de signos, símbolos

o simples formas constituyentes que posibilitan las más inesperadas escenas, desde ciu-

dades y paisajes hasta una fauna y una flora llena de gracia y encanto visual. La obra de

Juan Romero es un multiplicativo desarrollo formal donde un mundo de seres pululan

hasta desencadenar un increíble dédalo compositivo consiguiendo una bella escena, en la

que el conjunto general ofrece una exuberante imagen mientras que los fondos crean un

particularísimo complejo de formas multicolores. Todo encaminado a un feliz ejercicio

estético, donde lo surreal oferta un festivo maridaje con una realidad a la que se le ha

extraído sus más bellos colores.

Es, sin duda, Juan Romero uno de los artistas con más personalidad porque es el autor

de una obra única creada desde la difícil sucesión de imposibles elementos. Su grabado

–como en su pintura– se organiza desde un inicial entramado compositivo donde se in-

sinúa una tenue representación que, inmersa en una bella maraña plástica, posibilita los

más amplios desafíos evocadores. La manipulación continuada de los elementos plásti-

cos, la perspicacia en las soluciones, la minuciosa estructuración compositiva dotan a sus

obras de una pulcra manifestación, de un continente especial que deja expeditas muchas

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68 b e r n a r d o pa l o m o

rutas para que por ellas circulen bellamente los grandes vehículos de la expresión. Re-

suelve los compromisos figurativos de una forma esencial, matizando las formas expre-

sivas y dotando a la realidad de sus más exactas posibilidades representativas.

En la obra de Juan Romero los elementos extraídos del entorno se mezclan con aquellos

sacados de un mundo de sueños que fantasean y juegan al corro de lo ambiguo con la

cercana realidad de los primeros. De esta manera la obra de Juan Romero se rige por una

pulcra estructuración, por un manejo exacto de los materiales conformantes, por unidad

creativa al servicio de un final feliz y por un desarrollo plástico riguroso de cara a un

desenlace significante totalmente adecuado.

Todo un mundo salido del alambique conformador de un artista para el que el arte es

mucho más que una simple manifestación plástica, es una búsqueda incesante de modos

y medios; una historia de imposibles donde el autor impone su potestad de máximo hace-

dor, de trabajador consciente y de total artista en el más amplio ejercicio de su profesión.

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JUAN ROMERO OBRAS 1950-2011

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Autorretrato. Sevilla, 1953Grafito s/papel, 24 x 17 cmColección particular

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Estudio anatómico. Sevilla, 1951Grafito y lápiz de color, s/papel 67 x 47 cmColección particular

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La faena, 1942Grafito y lápiz rojo s/papel, 15 x 21 cmColección particular

Portada de cómic. Sevilla, 1946Tintas de color s/papel, 11 x 15 cmColección particular

Historieta de Tachuela Jim. Sevilla, 1948Tinta china s/papel, 25 x 16 cmColección particular

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74

Teresita. Sevilla, 1953Óleo s/lienzo, 50 x 40 cmColección particular

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75

Autorretrato. Sevilla, 1955Óleo s/cartón, 76 x 50 cmColección particular

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Cirque Medrano. Madrid, 1957Tinta china y acuarela s/papel, 35 x 29 cmColección particular

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Claudine et le Roi. Bonnieux, 1959Óleo s/lienzo, 60 x 81 cmColección particular

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Nu et armure. París, 1959Óleo s/tablex, 73 x 50 cmColección particular

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La fiesta. París, 1959Óleo s/lienzo, 146 x 97 cmColección particular

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Chez Madame Flateau. París, 1958Tinta china s/papel, 32 x 25 cmColección particular

Le clown et le chat. París, 1958Tinta china s/papel, 50 x 35 cmColección particular

Cuartel de Cuatro Vientos. Madrid, 1957Tinta china s/papel, 50 x 35 cmColección particular

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Les clochards de Montparnasse. París, 1959Tinta china y té s/papel, 50 x 64 cmColección particular

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Les deux amies. Bonnieux, 1959Tinta china, rotulador y cera s/papel, 37 x 50 cmColección particular

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Nature morte chez les Flateau. París, 1959Tinta china, acuarela y collage s/papel, 50 x 65 cmColección particular

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Claudine avec Philip II. Bonnieux, 1959Tinta china, rotulador y cera s/papel, 50 x 56 cmColección particular

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Gaspar roi. Bonnieux, 1959Tinta china y cera s/papel, 65 x 50 cmColección particular

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La tonta. Saint Mandé, 1960Óleo s/lienzo, 73 x 60 cmColección particular

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Voyeur heureux. Saint Mandé, 1960Óleo s/lienzo, 92 x 73 cmColección particular

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Portait de Zoizick. Saint Mandé, 1960Óleo s/lienzo, 81 x 65 cmColección particular

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Le brocanteur et sa maitresse. Saint Mandé, 1960-61Óleo s/lienzo, 65 x 81 cmColección particular

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Pédiatre qui m´a volé Zoizick. Saint Mandé, 1960Óleo y collage s/lienzo, 81 x 65 cmColección particular

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La visita al pintor. Saint Mandé, 1960Óleo s/lienzo, 130 x 162 cmColección particular

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Roquine á poil. Saint Mandé, 1960Óleo s/lienzo, 92 x 73 cmColección particular

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Dame á la jupe bleue. Saint Mandé, 1960Óleo s/lienzo, 92 x 73 cmColección particular

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Fraternité. Saint Mandé, 1960Óleo s/lienzo, 81 x 100 cmColección particular

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Jeune fille belge. Segovia, 1961Óleo s/lienzo, 65 x 54 cmColección particular

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Portait de Jean Dubufet, avec admiration. Saint Mandé, 1961Acuarela y gouache s/papel, 38 x 33 cmColección particular

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Tabac. Saint Mandé, 1961Óleo s/lienzo, 65 x 81 cmColección particular

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99

Moi, le jongleur d´etoiles. Saint Mandé, 1961Acuarela s/papel, 81 x 100 cmColección particular

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100

Paysage au chapeau blanc. Saint Mandé, 1961Óleo s/lienzo, 65 x 81 cmColección particular

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El pájaro de Camarga. Saint Mandé, 1962Óleo s/lienzo y collage, 65 x 81 cmColección particular

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Mariage et petite cour fleurie. Saint Mandé, 1962Óleo s/lienzo, 114 x 146 cmColección particular

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Á Formentera un jour de pluie. Formentera, 1963Tinta china/papel, 35 x 50 cmColección particular

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Los Argonautas. Rota, 1964Tinta china s/cartulina, 25 x 35 cmColección particular

Promenade au chateau. Saint Mandé, 1962Tinta china/papel, 28 x 42 cmColección particular

Passage interdit. Saint Mandé, 1964Tinta china s/papel, 25 x 35 cmColección particular

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106

Pecheurs aux souvenirs. Saint Mandé, 1962Óleo s/lienzo, 65 x 81 cmColección particular

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Itinerario a la clo-clo. Saint Mandé, 1963Óleo s/lienzo, 65 x 81 cmColección particular

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109

Bande de bouchers un jour de carnaval. Saint Mandé, 1963Óleo s/lienzo, 50 x 100 cmColección particular

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110

El día. Saint Mandé, 1964Vinilo s/tablex, 150 x 152 cmColección particular

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La noche. Saint Mandé, 1964Vinilo s/tablex, 150 x 152 cmColección particular

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112

Composición de nueve cuadritos. Saint Mandé, 1964Óleo sobre lienzo, 74 x 105 cmColección particular

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Rochers aux épinglettes. Saint Mandé, 1966Óleo s/lienzo, 38 x 61 cmColección particular

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Pardessus il y a toujours des fleurs. Saint Mandé, 1966Óleo s/lienzo, 50 x 61 cmColección particular

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Reflets sur la plage. Saint Mandé, 1967Acrílico s/tablex, 41 x 33 cmColección particular

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Fonds sous-marins. Saint Mandé, 1967Acrílico s/lienzo, 54 x 65 cmColección particular

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Garden. Madrid, 1985-2001Óleo s/lienzo, 60 x 73 cmColección particular

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Chemin parcouru par un asticot. Formentera, 1967Tinta china/papel, 25 x 32 cmColección particular

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Odalisca. Madrid, 1998Tinta china s/papel, 19 x 20,5 cmColección particular

Tiene un amo torero. Madrid, 1984Tinta china s/papel, 19 x 20,5 cmColección particular

Segundo portait of Richard Hamilton. Madrid, 1991Tinta china s/papel, 19 x 20,5 cmColección particular

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Torre al optimismo. Madrid, 1985-92Acrílico s/construcción en aglomerado, 257 x 25 x 25 cm

Colección Cajasol

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Bodegón oriental. Sevilla, 1991-Madrid, 1993Acuarela y cera s/cartulina, 15 x 22,5 cmColección particular

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At hich tide. Madrid, 1990-1991Acrílico s/lienzo, 100 x 105 cmColección particular

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Llegaron de Oriente. Madrid, 1999-2000Acrílico s/lienzo, 70 x 70 cmColección particular

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Paisaje egipciano. Madrid, 2004-2005Acrílico s/lienzo, 60 x 60 cmColección particular

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Verano próximo. Madrid, 2002-2005Acrílico s/lienzo, 100 x 100 cmColección particular

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Los que no duermen sueñan con la luna. Madrid, 2002-2005Acrílico s/lienzo, 200 x 100 cmColección particular

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Otoñal y cromática primavera. Madrid, 2005 Acrílico s/lienzo, 92 x 60 cmColección particular

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Mesa revuelta. Madrid, 2006Acrílico s/lienzo, 71 x 71 cmColección particular

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Homenaje a Verdi. Madrid, 2006-2008Acrílico s/lienzo, 130 x 94 cmColección particular

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Árbol juliano. Formentera, 2007-Madrid, 2008Acrílico s/lienzo, 60 x 60 cmColección particular

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Azul y oro. Madrid, 2007-2008Acrílico s/lienzo, 99,5 x 99,5 cmColección particular

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Paisajes vividos, paisajes soñados. Formentera, 2008Acrílico s/lienzo, 50 x 61 cmColección particular

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Visión picassiana. Madrid, 2008Acrílico s/lienzo, 60 x 73 cmColección particular

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Domingo de Carnaval. Formentera-Madrid, 2008Acrílico s/lienzo, 60 x 60 cmColección particular

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Clipper Circus. Madrid, 2008Acrílico s/lienzo, 65 x 81 cmColección particular

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Amaneciendo. Madrid, 2008Acrílico s/lienzo, 100 x 81 cmColección particular

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El Algarve. Formentera, 2010Acrílico s/lienzo, 50 x 61 cmColección particular

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El pájaro del paraíso. Madrid, 2009 Acrílico s/lienzo, 52 x 52 cmColección particular

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Árbol bético. Madrid, 2010Acrílico s/lienzo, 73 x 60 cmColección particular

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Lunático. Madrid, 2011Acrílico s/lienzo, 61 x 50 cmColección particular

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El huerto del cura. Madrid, 2010Acrílico s/lienzo, 60 x 73 cmColección particular

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Como un tapiz. Madrid, 2010Acrílico s/lienzo, 100 x 100 cmColección particular

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Al circo. Madrid, 2009-2011Acrílico s/lienzo, 195 x 130 cmColección particular

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Page 149: Catálogo exposición Juan Romero

149

Juan Romero nace en Sevilla en 1932.

EXPOSICIONES INDIVIDUALES

1957 Galería Alfil, Madrid.1963 Galería Lefranc, París.1964 Galería Tournesol, París.1966 Galería Tournesol, París. Galería La Pasarela, Sevilla. Galería Edurne, Madrid. Galería Liceo, Córdoba.1968 Galería Zunini, París. La Pasarela, Sevilla. Galería Eurocasa, Madrid. Priorè de Silvareuvre (Francia).

Círculo Cultural de Fontainebleau, París.

1969 La Casa del Siglo XV, Segovia.1970 Galería Le Soleil dans la Tête, París. Galería Kreisler, New York. Galería Kreisler, Madrid.1972 Galería Juana de Aizpuru, Sevilla.1973 Galería Le Soleil dans la Tête, París.1975 Galería Kreisler Dos, Madrid. Galería Durero, Madrid.1977 Galería Juana de Aizpuru, Sevilla.1978 Galería Kreisler Dos, Madrid. Galería Dach, Bilbao.1979 Galería Varrón, Salamanca. Galería Imagen Múltiple, Sevilla.1981 Itinerario inacabado. Exposición

antológica. Reales Alcázares, Sevilla.1982 La Casa del Siglo XV, Segovia. Galería One, Denver (Colorado,

USA). Galería Grisalla, Valladolid. Alex’s Art Gallery Kloster, (GB)

Suiza. Kreisler Dos, Madrid.

1983 Bülowska Galleriet, Malmö (Suecia). Galería Salem, Rönninge (Suecia).1985 Galería Rafael Ortiz, Sevilla. Galería Hagelstam, Helsinki

(Finlandia).1986 Exposición antológica. Sala Luzán,

Zaragoza. Galería Biosca, Madrid. Galería Cartier, Engelberg (Suiza).1987 Galería Biosca, Madrid. Sala Luzán, Zaragoza.1988 Galería María Salvat, Barcelona.1989 32 años después. Sala del

Ayuntamiento, Alcañiz, Teruel.1990 Galería Francis, Gstaad (Suiza).1992 Galería María Salvat, Barcelona. Galería Biosca, Madrid.1993 Galería Salem, Rönninge (Suecia). Palacio Provincial, Diputación de Jaén. Galería Trésor d’Art, Gstaad (Suiza). Fundación El Monte, Sevilla.1995 Galería María Salvat, Barcelona.1996 Galería Sen, Madrid.1997 Galería Wissing, Bocholt (Alemania).2000 Centro Cultural La Almona, Dos

Hermanas, Sevilla.2001 Galería Birimbao, Sevilla.2002 Sala del Ayuntamiento, Castilblanco

de los Arroyos, Sevilla.2004 Sala Pescadería Vieja, Jerez, Cádiz. Galería Belén, Jerez, Cádiz.2005 Galería Birimbao, Sevilla.2006 Galería Aritza, Bilbao. Galería Birimbao, Sevilla. 2007 Galería Belén, Jerez, Cádiz.

Page 150: Catálogo exposición Juan Romero

150

1969 VIII Internacional Arte Gráfico. Liubliana (Yugoslavia).

1970 II Bienal de dibujo. Rijeka (Yugoslavia).

XXXV Bienal de Venecia. Galería Keisler Dos.

Círculo Cultural de Fontainebleau (Francia).

Museo Provincial de Cádiz. Salón Donner à voir, París. II Internacional del dibujo en Rijeka

(Yugoslavia).1972 III Bienal Internacional de Arte

Gráfico, Florencia. Museo de Arte Contemporáneo de

Sevilla. II Bienal del Grabado. Frechen

(Alemania). Homenaje a José Luis Sert. Colegio de

Arquitectura, Tenerife. Cambridge Arts Association (EE.UU). IV Bienal de Arte. Morgan´s Paint,

Ravenna (Italia).1973 Galería Il Giorno, Milán. Itinerante de Arte Español en Polonia Galería Zodíaco, Madrid. Encuentros Artísticos. Elche, Alicante. Galería Temps, Valencia. II Muestra de Artes Plásticas.

Baracaldo. Arte Español Contemporáneo. Lunds

Konsthall (Suecia). A Joan Miró. Galería 4 Gats, Palma de

Mallorca. A Picasso. Galería Kreisler Dos,

Madrid. Obra Gráfica. Galería Kreisler Dos,

Madrid.1974 Art espagnol d’aujourd’hui. Museo

Real de BB.AA, Bruselas. El grabado contemporáneo en España.

Instituto Alemán, Madrid. Spanische Kunst Heute. München

(Alemania). 21 Grabadores españoles. Galería

Durero, Madrid.

2008 Galería Marmurán, Alcázar de San Juan, Ciudad Real.

Galería Birimbao, Sevilla.2009 Ayuntamiento de Osuna, Sevilla.2010 Galería Belén de Jerez, Cádiz. Galería Birimbao, Sevilla.2011 Galería Aritza, Bilbao. Centro Cultural Julián Besteiro,

Madrid.

EXPOSICIONES COLECTIVAS

1957 Colegio mayor Moncloa, Madrid.1959 X Salón de la Jeune Peinture. Museo

de Arte Moderno, París. 1961 XII Salón de la Jeune Peinture. Museo

de Arte Moderno, París. II Bienal de París.1962 XIII Salón de la Jeune Peinture.

Museo de Arte Moderno, París. 1963 Salón de Otoño de París. XIV Salón de la Jeune Peinture.

Museo de Arte Moderno, París. III Bienal de París. Premio Victor Choquet. Ministerio de

Finanzas Francés, París.1964 XV Salón de la Jeune Peinture, París.1965 XVI Salón de la Jeune Peinture, París. IV Bienal de París. Objectifs-65. Galeríe Librairie

Anglaise, París.1966 Sevilla, Córdoba, Madrid y París.1967 Galería La Pasarela, Sevilla. Galería Zunini, París. L´Oeil de Boeuf. Galería T. Haarlem,

(Holanda). V Bienal de París. Galería Zunini,

París. Arte Contemporáneo. Centro

Artístico Le Prieuré, París.1968 Exposición itinerante Premios V

Bienal de París en Belgrado, Zagreb, Niza y Bastia.

Galería Claude Levin, París. Galería Zunini, París.

Page 151: Catálogo exposición Juan Romero

151

III Internacional Exhibition of Graphic Art 1974. Frechen (Alemania).

Art 5´74. Basel. Stand Galería Kreisler Dos.

1975 Prieure de Vivoin (Francia).1976 XI Bienal de Alejandría. XVII Salón de la Jeune Peinture de

París. Art 7´76 Basel. Stand Galería Kreisler

Dos. I Feria nacional de dibujo. Barcelona. I Certamen internacional de Artes

Plásticas. Lanzarote, Islas Canarias. Pintura española desde el

Renacimiento hasta nuestros días. Tokio, Hyogo y Kitakyushu (Japón).

Homenaje a la Galería Le Soleil dans la Tête, Saint Etienne (Francia).

IV Internacional Exhibitión of Graphic Art 76 (Frechen).

1977 XIV Bienal de Sao Paulo (Brasil). Pintura contemporánea de España.

Casa de las Américas, La Habana (Cuba).

Pintores andaluces desde 1900. Banco de Granada. Valencia, Málaga, Sevilla y Granada. Exposición itinerante.

1978 Homenaje a Joan Miró. Palma de Mallorca.

I Exposición de pintores andaluces contemporáneos. Universidad Sevilla.

Art 9´78 Basel. Stand Galería Kreisler Dos, Madrid.

1979 Exposición de gráfica española. IV Bienal de San Juan de Puerto Rico.

Artexpo. NY. Stand Edmun Newman Incorporated.

Art 10´79. Basel. Stand Perspective. Obra gráfica de artistas españoles

contemporáneos. Universidad Complutense de Madrid.

1980 Artexpo NY. New York, Stand Edmund J. Newman Incorporated.

A la Torre del Oro. Galería Melchor, Sevilla.

Bienal de Arte Flamenco. Museo de Bellas Artes, Sevilla.

Art 11´80. Basel Stand Perspective, Basilea.

Artexpo West. Los Ángeles, California (USA).

Exposición Homenaje de artistas sevillanos a Picasso. Museo de Arte Contemporáneo, Sevilla.

1981 IV Bienal de Medellín (Colombia). Artexpo NY. New York. Stand

Edmund Newman Incorporated. Arteder-81. Bilbao. Pequeño formato. Galería Juana de

Aizpuru, Sevilla. Art 12’ 81. Basel. Stand

Perspective, Basilea. Asociación Canaria de Amigos del

Arte Contemporáneo. Colegio de Arquitectos Santa Cruz, Tenerife.

Andana 1, Pintores andaluces que viven fuera de Andalucía, Jerez, Cádiz.

Figurativos sevillanos. Galería Imagen Múltiple, Sevilla.

De 30 a 40 grados. Galería Fúcares, Almagro.

Artexpo. Cal. Stand E.Newman, San Francisco (USA).

Gráfica española contemporánea Museo Nacional, La Habana (Cuba).

1982 Pintores andaluces que viven fuera de Andalucía. Museo de Arte Contemporáneo, Sevilla.

Pintores andaluces que viven fuera de Andalucía. Centro Cultural Plaza de Colón, Madrid.

Artexpo NY. Stand Edmund Newman, New York.

Pintores andaluces. Museo de Bellas Artes, Bilbao.

Art 13’8. Stand Perspective, Basilea.

Page 152: Catálogo exposición Juan Romero

152

Salón de Primavera. Galería Biosca, Madrid.

Artexpo 86. Stand E. Newman, NewYork.

Art. Stand Perspective. Basilea. Al Cubismo. Galería Rafael Ortiz,

Sevilla. Cartier de Engelberg, Suiza.1987 La postal del verano. Galería Rafael

Ortiz, Sevilla. Pintores sevillanos. Colegio de

Arquitectos, Sevilla. Artexpo 87. Stand E. Newman, New

York. Art 18’87. Stand Perspective, Basilea. Colectiva del verano. Galería Biosca. 25 años de arte contemporáneo

español. Sala Luzán, Zaragoza.1988 Arte de una década. Museo de Arte

Contemporáneo, Sevilla. Pequeño formato. Galería Biosca,

Madrid.1989 Estilos y generaciones. Galería Afinsa,

Madrid. La postal del verano. Galería Rafael

Ortiz, Sevilla. Andanzas y visiones andaluzas.

Galería Afinsa, Madrid.1990 Conjunta con Cloweiller. La Casa del

Siglo XV, Segovia. Pintores de Sevilla. Galería Ventana

Abierta, Sevilla.1991 IV Jornadas Andaluzas de

Tauromaquia. Alcalá de Guadaíra, Sevilla.

Pensionados de El Paular. Torreón de Lozoya, Segovia.

La Casa del Siglo XV, Segovia. Pequeño formato. Galería Ventana

Abierta, Sevilla.1992 Colección Cointreau. Sala Tándem,

Barcelona. Artexpo. Stand Edmund Nevvman,

Nueva York. Europ’Art. Stand María Salvat,

Ginebra.

Acuarelas y dibujos. Galería Melchor, Sevilla.

Gallerie Luceke, Cincinnati, Ohio, (USA).

V Bienal Internacional de Arte, Pontevedra.

1983 Obra en papel. Galería Kreisler Dos, Madrid.

20 años. La Casa del Siglo XV, Segovia.

Abanicos. Galería Melchor, Sevilla. Artexpo NY. Stand Edmund

Newman, New York. Dibujos de pintores sevillanos. El

Monte, Sevilla. Festival de la Pintura. El Monte,

Sevilla. Art. 14’83. Stand Perspective, Basilea. Artexpo Dallas. Stand E. Newman,

Dallas (USA). Pequeño formato. Galería Biosca,

Madrid. Pequeño formato. Galería Melchor,

Sevilla.1984 A Eduardo Weterdhal. Asociación

Canaria de Amigos del Arte Santa Cruz de Tenerife.

Artexpo-84. Stand Ednund Newman, New York.

Pintores de Sevilla. Exposición al aire libre. Plaza de San Francisco. Ayuntamiento de Sevilla.

Art 1584. Stand Perspective, Basilea. Colectiva de verano. Galería Biosca,

Madrid.1985 Artexpo-85. Stand E. Newman,

NewYork. Art 16’85. Stand Perspective, Basilea. La postal del verano. Galería Rafael

Ortiz, Sevilla. Artistas en Madrid. Centro Conde

Duque, Madrid. Galería Hagelstam, Helsinki

(Finlandia).1986 I Bienal Iberoamericana de Arte

Seriado, Sevilla.

Page 153: Catálogo exposición Juan Romero

153

De Bonnard a Baselitz. Obra gráfica. Biblioteca Nacional, París.

Pintores sevillanos, 1952-1992. San Clemente, Sevilla.

Pequeño formato. Galería Biosca, Madrid.

1993 Memoria de la Libertad. Fundación El Monte, Sevilla.

Pequeño formato. Galería Ventana Abierta, Sevilla.

1994 El mundo de los toros. Casa de la Moneda, Sevilla.

Sobre el papel. Barragán y Rolando Campos. Galería Ventana Abierta, Sevilla.

1995 Antológica de Adriano del Valle. Centro Cultural Conde Duque, Madrid.

Exposición conjunta con Cloweiller. María Salvat, Barcelona.

El Club la Rábida. Museo Diocesano de Bellas Artes, Cordoba.

A Ricardo Sánchez de la Morena. Galería Fausto Velázquez, Sevilla.

1996 Colecciones privadas de arte contemporáneo en Sevilla. Sala Villasís, Fundación El Monte, Sevilla.

Fin de temporada. Galería Ventana Abierta, Sevilla.

Salón Estampa. Stand Taller del Pasaje, Sevilla.

1997 Feria de Arte de Frankfurt. Stand Galería Karl Wissing.

Arte Español. Granero Art Gallery. Bruselas.

Fin de temporada. Galería Ventana Abierta, Sevilla.

Obra Gráfica. Gallery Aoyama (Japón).1998 Fondos de la Galería Sen, Fundación

Provincial de Cultura, Cádiz. Pequeño formato. Galería Ventana

Abierta, Sevilla. Feria de Arte de Frankfurt. Stand Galería

Karl Wissing. Aurelio Biosca y el arte español. Museo

Arte Contemporáneo, Madrid.

2000 Galería Marmurán, Alcázar de San Juan, Ciudad Real.

Serigrafías editadas por A.Y.N. Galería Alcolea, Madrid.

Salón Estampa. Stand Arte y Naturaleza, Madrid.

Dibujo en Sevilla. Galería Birimbao, Sevilla.

2001 Fiesta del dos de mayo. Galería Velarde, Madrid.

Obra en papel. Galería La Caja China, Sevilla.

Andalucía y la modernidad. Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Isla de la Cartuja, Sevilla.

45 en la Caja. Galería La Caja China, Sevilla.

2002 Toros en la Caja. Galería La Caja China, Sevilla.

Sevilla en abierto. 30 artista ssin una llave. Sala San Hermenegildo.

Donaciones de obra gráfica. 1993-1997, Madrid.

Fiesta fin de curso. Galería Birimbao, Sevilla.

Maravillas II. Galería Velarde, Madrid.

Autismo. Sala El Monte, Sevilla. Sobre el Cubismo. Galería La Caja

China, Sevilla.2003 Arte Sevilla. Stand de la Galería

Birimbao, Sevilla. La cuesta de enero. Galería

Birimbao, Sevilla. 30 autores en obra gráfica. Galería

Aritza, Bilbao.2004 Toros en la Caja. Galería La Caja

China, Sevilla.2005 Sobre el Cubismo. Exposición

itinerante. Caja San Fernando. Toros en la Caja. Galería La Caja

China, Sevilla. Homenaje a las víctimas del 11 M.

Sala Ateneo, Madrid. Fin de temporada. Galería Birimbao,

Sevilla.

Page 154: Catálogo exposición Juan Romero

154

2006 Homenaje a las víctimas del 11- M. Casa de la Cultura, L´Alcúdia, Valencia.

Fin de temporada. Galería Birimbao, Sevilla.

2007 Picaso y Guernica. Galería Aritza, Bilbao.

Toros en la Caja. Galería La Caja China, Sevilla.

Alrededor de Pérez Aguilera. Galería Birimbao, Sevilla.

Fin de temporada. Galería Birimbao, Sevilla.

2008 Toros en La Caja. Galería La Caja China, Sevilla.

Almacén de paisajes. Galería Birimbao, Sevilla.

2009 Bodegones. Galería Birimbao, Sevilla.2010 A Miguel Hernández. Galería Aritza,

Bilbao. Galería Marmurán, Alcázar de San

Juan, Ciudad Real.2011 Mundo animal. Galería Birimbao,

Sevilla.

OBRAS EN MUSEOS Y COLECCIONES

Asociación Canaria de Amigos del Arte Contemporáneo.Ayuntamiento de Alcañiz, Teruel.Ayuntamiento de Castilblanco de los Arroyos, Sevilla.Ayuntamiento de Sevilla.Banco Hipotecario, Madrid. Banco Hispano Americano, Madrid. Biblioteca de Galleria Uffizi, Florencia (Italia).Biblioteca Nacional, Madrid. Biblioteca Nationale, París (Francia).Caja de Ahorros La Inmaculada, Zaragoza. Cámara de Comercio, Sevilla. Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Sevilla. Colección Cointreau de Arte Contemporáneo, Barcelona.Colección El Monte, Sevilla.

Columbus Museum of Arts and Sciencies, Columbus, Georgia (USA).Compañía Telefónica, Madrid.Diputación Provincial de Jaén.Library of Congress, Washington (USA). Maison de la Culture de Grenoble (Francia).Museo de Baltimore (USA). Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid.Museo de Maracaibo (Venezuela).Museo Provincial de Teruel. Museo de Arte Abstracto, Cuenca. Musée de la Ville, París (Francia).Parlamento Andaluz, Sevilla. Real Maestranza de Caballería de Sevilla.

PREMIOS MÁS IMPORTANTES

Premio de la Crítica en la V Bienal de París Medalla de Oro en la III Bienal del Grafismo en Florencia (Italia) 2º Premio de Arte Gráfico en la XI Bienal de Alejandría (Egipto).

OTROS

Perteneció al Grupo Libélula.Decorados para teatro con Paco Cortijo y Santiago del Campo.Decorados para una obra de teatro de Víctor Carande.Colaboración con Arrabal (Grupo Pánico) en la obra Le Couronnement de 1965.

Page 155: Catálogo exposición Juan Romero

DIPUTACIÓN DE SEVILLACasa de la Provincia

PresidenteFErNANDo roDrígUEz VILLALoboS

VicepresidenteCArLoS MárqUEz MIrANDA

Directora gerenteáNgELA MENDAro TorrES

EXPoSICIÓN

ComisarioFErNANDo MArTíN MArTíN

Montaje y coordinaciónISIDoro gUzMáN ESPINoSA

SegurosHELVETIA PrEVISIÓN

TransportesDELFIN g. TrANSPorTES, S.L.

CATáLogo

TextosFErNANDo MArTíN MArTíN JULIo SoLEr bALLESTEroSIVáN DE LA TorrE AMErIgHIbErNArDo PALoMo

Diseño gráficoMAríA VICTorIA rUIz DE PrADoJUAN CArLoS LÓPEz

MaquetaciónDIAgrAMA S.C.

FotografíasCLAUDIo DEL CAMPo ArCHIVo DEL AUTor

Impresión y encuadernaciónINMACor

© de los textos: sus autores© de las obras: Juan romero. VEgAP. Sevilla. 2011© de la edición: Casa de la Provincia. Diputación de SevillaISbN: 978-84-938299-7-1Depósito legal:

Esta exposición y su catálogo forman parte del programa «Casa de la Provincia, escaparate de los municipios» en cuya realización colabora Cajasol-obra Social.

AgrADECIMIENToS

FUNDACIÓN CAJASoLFUNDACIÓN JUAN MArCHDIPUTACIÓN DE JAéNrEAL MAESTrANzA DE CAbALLEríA DE SEVILLAgALErIA bIrIMbAogALEríA rAMÓN bELéNADELA ESPArzA VALENCIANoALbErTo MorAL PINTEñoANToNIo VázqUEz FErNáNDEzCLAUDIo DEL CAMPoCoNCEPCIÓN CArrASCo SáNCHEzDoLorS CoDINA LANASPAFErNANDo MArTíN MArTíNFErNANDo PANEA boNAFégUILLErMo DíAz CHozASJoSé LUIS bALbíNJUAN MELgAr LEDESMAJUAN roMEro FErNáNDEzMª ANToNIA VILá SAUMELLMª TErESA áLVArEz DE LoS ríoSMª VICTorIA rUIz DE PrADoMErCEDES MUroS gáMEzrobErTo CHáVEz LÓPEzroSA HIDALgo AMIáN

Page 156: Catálogo exposición Juan Romero
Page 157: Catálogo exposición Juan Romero

Se terminó de imprimir el quince de diciembre de 2011 en los talleres

de Coria Gráfica Sevilla

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ISBN 978-84-938299-7-1

JUAN ROMERODemiurgo De realiDaDes maravillosas

1950-2011

JUA

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s. 1

950-

2011