caso monstruo de armendariz

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CASO MONSTRUO DE ARMENDARIZ A fin de reconstruir el escenario histórico en el que se aplicó la pena de muerte en este caso, pasamos a la descripción de los detalles del mismo. Durante un siglo, hasta 1979 en que fue restringida, la pena de muerte se aplicó en el Perú, a los criminales que violaban y asesinaban. En aplicación de la norma, en 1957 fue ejecutado Jorge Villanueva Torres, alias “El monstruo de Armendáriz”, por violar y asesinar a un niño de tres años, este fue juzgado por la Constitución de 1933, aprobada en el gobierno de Sanchez Cerro, quien hizo mas extensiva la lista de los delitos que determinaban la pena de muerte aplicándose para los delitos de : homicidio calificado, traición a la patria, espionaje, violación de menores de siete años, asesinato por lucro, envenenamiento, fuego o explosión, robo con muerte de la victima. En el caso peruano, la pena de muerte muestra restricciones y limitaciones con respecto a su ampliación y ejecución, debi do a los tratados de carácter internacional, en los que el Perú se encuentra inscrito como son la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Asimismo, el Perú aplica en su legislación la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los cuales llevan al Perú en una posición abolicionista, cuyo objetivo es suprimirla. III.2. CASO MONSTRUO DE ARMENDARIZ A fin de reconstruir el escenario histórico en el que se aplicó la pena de muerte en este caso, pasamos a la descripción de los detalles del mismo. A) HECHOS: El 07 de setiembre de 1954, a las 11.00 de la mañana el niño Julio Hidalgo Zavala, de tres años de edad, domiciliado en el Jr. Atahualpa Nº 158, en la ciudad de Lima, estando ausente

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CASO MONSTRUO DE ARMENDARIZ A fin de reconstruir el escenario histórico en el que se aplicó la pena de muerte en este caso, pasamos a la descripción de los detalles del mismo.

Durante un siglo, hasta 1979 en que fue restringida, la pena de muerte se aplicó en el Perú, a los criminales que violaban y asesinaban. En aplicación de la norma, en 1957 fue ejecutado Jorge Villanueva Torres, alias “El monstruo de Armendáriz”, por violar y asesinar a un niño de tres años, este fue juzgado por la Constitución de 1933, aprobada en el gobierno de Sanchez Cerro, quien hizo mas extensiva la lista de los delitos que determinaban la pena de muerte aplicándose para los delitos de : homicidio calificado, traición a la patria, espionaje, violación de menores de siete años, asesinato por lucro, envenenamiento, fuego o explosión, robo con muerte de la victima. En el caso peruano, la pena de muerte muestra restricciones y limitaciones con respecto a su ampliación y ejecución, debido a los tratados de carácter internacional, en los que el Perú se encuentra inscrito como son la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

Asimismo, el Perú aplica en su legislación la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los cuales llevan al Perú en una posición abolicionista, cuyo objetivo es suprimirla.

III.2. CASO MONSTRUO DE ARMENDARIZ

A fin de reconstruir el escenario histórico en el que se aplicó la pena de muerte en este caso, pasamos a la descripción de los detalles del mismo.

A) HECHOS:

El 07 de setiembre de 1954, a las 11.00 de la mañana el niño Julio Hidalgo Zavala, de tres años de edad, domiciliado en el Jr. Atahualpa Nº 158, en la ciudad de Lima, estando ausente su madre, la señora Fausta Zavala por encontrarse efectuando compras domesticas, salio para jugar con sus amigos en la calle. Siendo las 12:30 del día, Fausta Zavala se percato de la ausencia de su hijo, solicitándole a su esposo el Sr. Abraham Hidalgo que proceda a denunciar el hecho a la Comisaría de Barranco, en la cual se le informo que debía transcurrir un lapso de 24 horas de desaparecido el niño para que pudieran intervenir.

Dos jóvenes estudiantes, Marcelo Rojas Pérez y Alfonso Navarro Vilca, que recorrían la quebrada de Armendáriz quedaron pasmados ante un sobrecogedor hallazgo, el cuerpo sin vida de un niño de tres años con huellas de haber sido golpeado en la cabeza, se encontraba en una covacha de Barranco. El horror se divulgo rápidamente por las calles, el lugar se colmo de policías, periodistas y curiosos, un hombre de mediana estatura, delgado y de bigotes ralos se acercaba, era el albañil Abraham Hidalgo, quien desde la noche anterior estaba buscando a su pequeño hijo Julio Hidalgo Zavaleta, se abrió paso entre la gente, oyéndose un

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grito de dolor que despertó la avidez de los reporteros y de los detectives, pues era su hijo. El niñito Hidalgo tenía el pantalón bajado y pequeñas erosiones en la frente; la policía conoció del hecho movilizándose para poder esclarecer el caso. Al día siguiente, los titulares de los periódicos publican el asesinato en Armendáriz, exigiendo además a la Policía Nacional del Perú la captura inmediata del asesino. La búsqueda fue intensa, un número importante de guardias civiles y

republicanos se movilizaron por los lugares cercanos del crimen, realizando redadas en chinganas y en billares del lumpen limeño, como es lógico de esperarse, la población presiono para encontrar un culpable.

Días después, un vendedor de turrones de nombre Uldarico Salazar, que trabajaba en la calle Atahualpa, hoy Alberto Lafon, donde vivía la familia de la víctima, afirmó que un individuo afro descendiente que se llevaba al niño por la quebrada de Armendáriz le compró una melcocha para el niño, manifestó que “era un sujeto negro y alto (...) me compro 20 centavos de turrón para el niño. yo lo puedo reconocer”; entre las fotografías que le mostraron en investigaciones, identifico a Jorge Villanueva Torres como el sujeto que a las 11.00 de la mañana del día 07 de setiembre, lo detuvo cuando se retiraba del Parque de Barranco para comprarle unas melcochas, este lo describió por sus características personales: pantalón marrón, zapatos mocasines, dedo pulgar chato, etc. Estas minuciosidades fueron comprobadas en Villanueva Torres.

El “testigo” declararía después a la prensa: “Logré identificarlo porque tenía un dedo torcido, con el hombre que me compró el dulce para Julito (el niño asesinado)”, Ulderico Salazar.

Jorge Villanueva Torres, conocido como el “negro Torpedo” fue bautizado por la prensa como el “Monstruo de Armendáriz”.

En las calles de Lima, como era de predecirse la gente exigía que le aplicaran la pena de muerte, se realizaron manifestaciones por las calles de Barranco, en donde los pobladores exclamaban “Muerte para el monstruo”, incluso la prensa apoyaba la pena de muerte para Villanueva.

Un ejemplo de ello, es el titular del diario La Crónica del 15 de septiembre de 1954 el que expresó: “Es el crimen más cruel de todos los tiempos y merece ser castigado por la muerte”. Es así que tiempo después encontraron a Jorge Villanueva Torres, el ya apodado “Monstruo de Armendáriz”, quien había confesado todo a la

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policía, según decían los periodistas. Y aunque conforme al protocolo de necropsia de la victima estableció que ella nunca fue violada, la prensa lo calificó de depravado y de violador. El proceso estuvo cargado de racismo, deseo de venganza colectiva y el objetivo exacerbado de limpieza social en una Lima conservadora, moralista y despiadada.

En las calles de Lima, la gente exigía que le aplicaran la pena de muerte. Hubo una manifestación pública por las calles de Barranco, donde vivían los familiares de la víctima. "Muerte para el monstruo", gritaban los vecinos. Jorge Villanueva Torres, desde su niñez tuvo un comienzo criminal que con el tiempo fue creciendo, cuando era niño era conocido como "pájaro rutero", término que se le daba a lo que hoy en día conocemos como "pirañitas" (niños ladrones). Así su pasado, delincuencial fue creciendo, robando en tranvías que surcaban Lima atiborrados de gente y reforzando su imagen de ladronzuelo. Cuando por fin cumple los 35 años, este señor ya había pisado la cárcel y tenía una muy bien ganada imagen de vago y ladrón de poca monta en las comisarías.

37En las calles de Lima, la gente exigíaque le aplicaran la pena de muerte. Hubo una manifestación pública por las calles de Barranco, donde vivían los familiares de la víctima. "Muerte para el monstruo", gritaban los vecinos55

. Jorge Villanueva Torres, desde su niñez tuvo un comienzo criminal que con el tiempo fue creciendo, cuando era niño era conocido como "pájaro frutero", termino que se le daba a lo que hoy en día conocemos como "pirañitas" (niños ladrones). Así su pasado, delincuencial fue creciendo, robando en tranvías que surcaban Lima atiborrados de gente y reforzando su imagen de ladronzuelo. Cuando por fin cumple los 35 años, este señor ya había pisado la cárcel y tenía una muy bien ganada imagen de vago y ladrón de poca monta en las comisarías56

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. B) PROCESO PENAL EN CONTRA DE JORGE VILLANUEVA

TORRES:

El proceso se inicio en el Tercer Tribunal Correccional de Lima, integrado por los doctores Octavio Santa Gadea, presidente, Octavio Torres y José Merino Reina.

Pasaron tres años de su juicio, cuando a pedido de Jorge Villanueva, el abogado Carlos Enrique Melgar tomó la defensa, este era un joven abogado san marquino, que trato de demostrar que su cliente era inocente, habiendo logrado que, en solo un mes y medio, se retire el cargo de violación.

Los fundamentos de la defensa fueron que la confesión ante las autoridades policiales se dio porque hubo presión de tipo moral, y que el hecho de hallar al menor a medio vestir se ha aseverado el tipo de delito, pudiendo haber sido víctima de un indolente chofer, quien luego de arrollarlo pudo haberlo llevado hasta el lugar donde lo hallaron, produciéndose la asfixia por la acción inconsciente del propio menor.

El testimonio del turronero fue demoledor, este juro que Villanueva fue el hombre que llevaba al niño a la quebrada, Villanueva se defendió como pudo, afirmo que los policías lo habían obligado a auto culparse, nadie creyó en su palabra, pues durante la audiencia demostró ser un tipo rebelde, díscolo, conflictivo y contestón.

En el banquillo del acusado, el “Monstruo de Armendáriz” lloro margamente, sus expresiones fueron de desesperación cada vez que los magistrados levantaban la mano señalándolo como criminal, este manifestaba: “yo no podría matar a un chiquito”. En los rostros de los jueces y Fiscales no se reflejo el menor gesto de piedad por el “Monstruo de la quebrada”; periodistas, fotógrafos y curiosos que siguieron paso a paso las incidencias de los últimos debates, centralizaban sus miradas sobre las caras de los magistrados cada vez que lloraba el acusado. Hubo silencios prolongados que esperaban una reacción que tardo en llegar.

El 08 de octubre de 1956 se llego a sentencia, los magistrados, sometidos a la presión popular, lo condenaron por homicidio a la pena de muerte, de acuerdo con el Decreto Ley N° 10976, de fecha 25 de marzo de 1949, emitida por la Junta Militar de Gobierno encabezada por el general Manuel Odría, que modificaba el Código Penal de 1924.Se fijó nuevas causales para aplicar pena de muerte, extendiéndose la sanción al que matara a su ascendiente, descendiente o cónyuge, así como al que asesinara por

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ferocidad, gran perfidia, lucro o para facilitar u ocultar otro delito.

Fue bajo este régimen que se ejecutaron los tres únicos casos de fusilamiento de individuos violadores de niños, y en aplicación del artículo 152º del Código Procedimientos Penales, puesto que según el protocolo de autopsia de la víctima nunca hubo violación. Al leerse la sentencia, Villanueva estallo en ira, trato de agredir a los magistrados, fue maniatado, luego con voz quebrada, el sentenciado insistió en su inocencia, este manifestó: “Yo he cometido muchos delitos...he sido un hombre malo...pero este crimen no me pertenece”.

La sentencia de primera instancia fue confirmada el 09 de diciembre de 1957, manteniéndose la pena capital para Villanueva por los delitos de rapto y homicidio en agravio del menor Julio Hidalgo Zavala, delito contra las buenas costumbres en agravio de Alonso Navega y delito contra la libertad individual en agravio de Donato Marcelo Rojas y Julio Araveña.

El fallo decía a la letra: “Con inequívoca certeza de que es agente responsable de excepcional peligrosidad y conducta inmodificable se reclama la mas severa sanción”.

El abogado defensor, Dr. Carlos Enrique Melgar, pese a sus planteamientos doctrinarios y legalistas perdió la causa. En vano recurrió al Congreso en la demanda del derecho de gracia que contemplaba el artículo 123 de la Constitución del Estado. El Parlamento no se pronuncio debido que alcomputarse el quórum de la sesión del Congreso que había sido convocada para revisar el pedido de gracia formulado por la defensa de Villanueva Torres solo respondieron diecinueve senadores, por lo que se levanto la sesión. "Con indicios no se condena a muerte. No hay convicción, miente el turronero. En caso de duda hay que estar a lo favorable al reo, ¡Indubio pro reo!", (Carlos Enrique Melgar/ Abogado defensor).

C) EJECUCION DE JORGE VILLANUEVA TORRES

Los medios que se habían encargado de estar al tanto de cualquier novedad en este caso que había conmocionado a la opinión pública se interesaron por relatar los últimos momentos de vida de Villanueva Torres. Así podemos citar al diario El Comercio en su edición del miércoles 11 de diciembre de 1957: “Las últimas horas del sentenciado a muerte.

Jorge Villanueva se cambio de terno ayer después de bañarse. Su ánimo era de los mejores. Durante un buen rato

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estuvo tocando guitarra en la celda especial donde ha sido aislado (...)

A las 09 de la noche se acostó despidiéndose antes del vigilante del penal y del soldado de la guardia republicana que lo custodian. A poco, durmió plácidamente sin despertarse toda la noche... A las 6 de la mañana de hoy se levanto de la cama el “Monstruo de Armendáriz”. A las 6.30 tomo su desayuno consistente en café con leche y dos panes con mantequilla. El servicio se cumplió en la celda. Al igual que ayer no demostraba ningún temor por la muerte, no obstante que ya sabe extraoficialmente su condena. Durante la mañana el sentenciado a muerte estuvo contemplando el jardín que da frente a su celda. No perdió el control en ningún momento.

Las últimas catorce horas de vida del “monstruo de Armendáriz” son una serie de protestas de inocencia y de acusación a la justicia, el Juez Carlos Carranza Luna fue el encargado de notificar a Jorge Villanueva Torres de que la Corte Suprema había dado el fallo definitivo, confirmando la pena de muerte, señalando: “vengo a anunciarle que la condena de muerte ha sido confirmada y que será fusilado”. El juez pronuncio esas frases que temblaban y su rostro estaba pálido completamente. La actitud de Villanueva fue serena, había una tranquilidad rara en él. La noticia era desconcertante pero los funcionarios fueron los que quedaron desconcertados ante esta actitud, paso un momento de silencio donde había tensión, el escribano Froilan Manrique, inicio la lectura de la sentencia, y Villanueva comenzó a reaccionar y repentinamente gritó: “Pueden leer lo que quieran – y dirigiéndose al Juez- Ud. sabe que yo soy inocente, Ud. me hace matar y puede hacerlo cuando quiera”. El sacerdote capellán del panóptico se acerco a Villanueva y lo reconforto, y Villanueva respondió al sacerdote: “Ud. sabe padrecito que soy inocente, este nomás- señalando al Juez- tiene la culpa de todo, yo no lo perdono, que Dios lo perdone”, el escribano continuo la lectura, mientras Villanueva guardo silencio hasta la terminación, el Juez pidió a Villanueva que firmara el acta, pero este le respondió: “con firma o sin firma pueden matarme igual, soy inocente”, el Juez no espero mas y se retiro conjuntamente con el escribano, quedando con Villanueva su abogado Carlos Enrique Melgar y el

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sacerdote, este ultimo comenzó a prepararlo para el momento de la ejecución y Villanueva se confeso. Terminado este acto religioso ingreso a su celda, su abogado, a quien le entrego una carta dirigida a su hijo de siete años de edad, llamado como el, Jorge Villanueva, el sobre estaba cerrado y Villanueva lo extrajo del bolsillo izquierdo de su mameluco azul descolorido, durante tres horas permaneció el condenado con su defensor y en ese tiempo le pidió a su abogado que le cumpliera algunos encargos y que le explicara a su hijo lo que había ocurrido cuando tuviera uso de razón: “dígale que no se avergüence de mi y que el tiempo esclarecerá todo”; el defensor lo consoló y le aconsejo que siguiera sereno, que el hasta el ultimo momento trataría de evitar la ejecución, y a eso de las ocho de la noche regreso el sacerdote, retirándose el abogado, momento en que Villanueva comenzó a llorar.

El día del fusilamiento a las 03.15 a.m. llego el juez instructor Carlos Carranza Luna, se le prohibió la entrada a los reporteros gráficos, en el lapso de una hora y cuarto llegaron los médicos legistas Jorge Gaviria y Fernando Gambirazzio, y siendo las 05.05 a.m. se inicio el ingreso al patio en el que se debía efectuar la ejecución, las personas presentes sumaban sesenta y siete. En un patio de veinticuatro metros de largo por veintidós metros de ancho se encontraba colocada una mesa con un lamparón donde tomo asiento el Juez instructor y el escribano Froilan Manrique. Al centro del patio se coloco el madero donde seria colocado Villanueva y detrás del mismo, costales de arena.

Al promediar las 5:30 a.m. del 12 de diciembre de 1957, de una friolenta y nublada mañana, fue llevado con mucha violencia a la Penitenciaría de Lima, situado en lo que hoy se conoce como el Sheraton y el Centro Cívico, había sido insultado, golpeado, caminaba esposado, con un overol jean azul muy gastado y descalzo, caminó hasta el patio donde sería ejecutado, Víctor Maurtúa, quién era médico legista presenció la ejecución, fue amarrado a un poste de madera con una soga.

A las 5.38 a.m. se hizo presente en el patio el pelotón de fusilamiento compuesto por ocho soldados de regimiento de la guardia republicana, al mando del alférez Orlando Carrasco, y cuando el pelotón de fusilamiento iba a hacer fuego, grito: “soy inocente, yo perdono a Uds.... pero a el- dirigiéndose al Juez- asesa.... Y una descarga cerrada corto las frases,

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sonaron ocho disparos, impactaron tres disparos en su cuerpo, Carrasco se acerco y de acuerdo a ley le proporciono el tiro de gracia, acabando todo a las 05.40 a.m., hora en que los médicos constataron su muerte y el cadáver se bajo del poste, colocándolo en un ataúd de madera negra, luego de lo cual levantaron el acta de fusilamiento de acuerdo al procedimiento ordinario.

Afuera, algunas mujeres lloraban, mientras los hombres comenzaban a preguntarse si de verdad Villanueva era el temible “Monstruo de Armendáriz”.

Cuando los reporteros preguntaron al capellán si un hombre podía mentir estando a un paso de la muerte, el religioso contestó: "Yo creo que el final es la hora de la verdad".

Con estas palabras crecieron las dudas. Media hora después de que se había escuchado la descarga y los médicos habían constatado la muerte de Villanueva, salió por el portón de la penitenciaria un vehículo plomizo llevando el ataúd, seguido de carros patrulleros y autos de los periodistas. En el lugar destinado para los muertos sin familia se detuvo la carroza y fue extraído el ataúd por empleados de la administración del Camposanto, siendo enterrado en una fosa por orden de un comandante de la guardia civil, quien se negó a esperar que se cumplieran los tramites de ley pese a la insistencia de unos de los empleados de la Beneficencia Pública; el cadáver de acuerdo al Acta sentada a la ejecución, debía entregarse al Dr. Carlos Enrique Melgar, defensor del ejecutado, quien lo había reclamado para darle cristiana sepultura; pero pocas horas después tuvo que ser desenterrado pues el Dr. Melgar efectuó todos los trámites correspondientes para que le hagan entrega del cuerpo sin vida de Villanueva.

Días después, en una entrevista a Ulderico Salazar, el testigo más importante del proceso, el turronero dijo: "Espero que la sociedad me dé un trabajo estable para mantener a mis tres hijos".

El diario La Prensa informó que Salazar se había contradicho más de 30 veces durante el proceso. Las dudas en torno a la culpabilidad de Villanueva han dejado un sabor a remordimiento sobre la pena capital para uno de los delitos más horrendos.

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D) LA "MONSTRUITIS" DE LIMA

Para Manuel Jesús Orbegoso, periodista que siguió el caso, a Villanueva se le juzgó más por negro, vago y ladrón que por asesinar a un niño. "Lo peor de las ejecuciones que he presenciado es no tener la certeza de que el reo era culpable. Lo mismo ocurrió con el monstruo de Cajamarca, Udilberto Vásquez Bautista, ejecutado en 1970 por violar y asesinar a una pastora. Se convirtió en un santo popular." Víctor Maúrtua ensaya una teoría para la desgracia de Villanueva en su libro "La pena de muerte y los delitos de violación": Villanueva fue víctima de la "monstruitis", un fenómeno que se difunde a través de los medios de comunicación, creadores de seres siniestros que aterrorizan a la sociedad y la hacen clamar por la aplicación de una terapéutica radical: la pena de muerte.

El infortunio persiguió a Villanueva hasta después de su deceso. En 1996, un periodista de este diario buscó su tumba en el cementerio Presbítero Maestro, en el distrito de El Agustino. Descubrió que sus restos tuvieron que ser incinerados por falta de pago en 1964. Su historia dio origen a un mártir entre los presos, una canción y una película, pero a pesar de todas las pistas de su inocencia, nunca dejaron de llamarlo Monstruo.

E) CRITICAS A LA EJECUCION DE JORGE VILLANUEVA TORRES

Ha sido considerado uno de los errores judiciales de nuestro país, se dice que debió establecer la responsabilidad penal de los jueces, quienes a pesar de tomar nota de las contradicciones del testigo clave y de la falta de pruebas fehacientes, mancharon sus manos con la sangre de Villanueva, siendo también responsable civil el Estado Peruano ya que era necesario una reparación pecuniaria los familiares de Villanueva, marcando un precedente importante para el sistema de selección de jueces y una manera de control en las ejecuciones de sus sentencias y sobre todo en temas tan delicados como la vida de un ser humano.

Por otro lado, el racismo de los operadores de justicia (policía, fiscales, abogados y jueces), el fallo de los jueces demostró una enorme carga racista, la cual se había impregnado en todo el caso, Villanueva era un afro peruano pobre y desempleado que había cometido delitos menores, siendo la interrogante si la sentencia hubiese sido la misma si el inculpado hubiese sido un hombre acomodadote la sociedad limeña descendiente de alemanes.

Finalmente, la presión de la gente y de los medios de comunicación para tener un culpable, ambos actores sociales fueron determinantes para el

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apuro y la ineficiencia del Estado ante este caso, las movilizaciones y los titulares de los periódicos presionaron a los funcionarios públicos quienes exigían un chivo expiatorio para ser sacrificado, un hombre inocente fue muerto por la exigencia de u pueblo hambriento de justicia.