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Caso de ética en finanzas.

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Caso de ética en finanzas.

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Tú trabajas en el Banco y tienes dentro de estás una cuenta de la Sra. Ahorrito, cada mes ella va para hacer sus movimientos puntualmente y de ella saca dinero para vivir, pero ya tiene dos meses de que no viene, tú sabes que ella no tiene nadie más en la vida, ningún familiar porque te lo ha contado, te enteras que ella ha fallecido, ¿qué harías, con su dinero?

Tú le manejas la cuenta y le hacías las transferencias de dinero de sus cuentas para concentrarlo en una sola.

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Para hablar con cierta propiedad de Ética aplicada al mundo de las finanzas y no pasar por un ingenuo, es preciso empezar concediendo a quien quiera enmendar total o parcialmente la pretensión, que tiene más que legítimas razones y muy sólidos fundamentos para mostrarse escéptico.

Está al cabo de la calle de los turbulentos devenires en materia de moralidad financiera a lo largo de los últimos quince o veinte años –por acotar y ceñir un tanto el tema temporalmente.

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Las manipulaciones del mercado de los bonos basura en los años 80, por parte de Dennis Levine, Martín Siegel, Ivan Boesky, Michael Milken y otros, que alguien calificó en su momento como la mayor conspiración criminal en el mundo de las finanzas jamás conocida (al menos, hasta entonces).

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Drexel Burnham Lambert, E.F. Hutton, Salomon Brothers, Merryll Linch… son algunos de los nombres controvertidos de aquella época, cuando los yuppies trepaban, Boesky recetaba sin sonrojo greed - avaricia - a los graduados de una conocida Business School, Hollywood producía Wall Street y La hoguera de las vanidades y Michael Lewis retrataba magistralmente el momento con su Liar’s poker1

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El Bank of Credit and Commerce International (BCCI), tapadera bancaria de narcotraficantes y terroristas, cerrado por orden judicial en sesenta y dos países en julio de 1991. uno de los principales bancos internacionales de la década de 1970 y 1980.

Fue fundado en 1972 por Agha Hasan Abedi, un financiero pakistaní y se registró en Luxembrugo. Llegó a operar en 78 países, tenía más de 400 sucursales y tenía un activo superior a 2 billones de dólares, llegando a ser el 7º mayor banco privado del mundo en activos.

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El BCCI se dio a conocer mundialmente por sufrir una estrepitosa quiebra en 1991. Se le asoció a diversas actividades delictivas, en particular al blanqueo de dinero procedente de los carteles colombianos de la droga y del General Noriega en Panamá.

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Jorge Lankenau Rocha, el ex banquero regiomontano acusado de fraude por más de 170 millones de dólares a inversionistas de la casa de bolsa Abaco, no estuvo ni tres horas en el juzgado tercero del Reclusorio Oriente, en donde se declaró inocente e hizo valer la suspensión provisional que dejó sin efecto la orden de aprehensión que la juez Olga Sánchez Contreras había girado.

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Las operaciones que se hicieron fueron del tipo Offshore. ¿Qué es una cuenta bancaria offshore? es una cuenta bancaria situada en una jurisdicción donde su tributación es ninguna ó muy baja, las jurisdicciones más importantes para abrir una cuenta bancaria offshore libre de impuestos son: Panamá, Belice, Austria, Letonia, Suiza, Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas, Hungría, Turks & Caicos, Seychelles, Anguilla, Isle of Man, Jersey y Guernsey

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“El Barings Bank (Banco Barings) fue fundado en 1762 con el nombre de 'John and Francis Baring Company' por Sir Francis Baring. En 1806 su hijo Alexander Baring entró en la empresa y ellos cambiaron el nombre de la misma por Baring Brothers & Co., y la fusionaron con las oficinas de Londres de Hope & Co., donde Alexander trabajó con Henry Hope.

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Barings tuvo una larga y documentada historia. En 1802, ayudó a financiar la adquisición de la Luisiana, a pesar de que Gran Bretaña estaba en guerra con Francia, y que la venta tenía como efecto la financiación del esfuerzo de guerra de Napoleón. Técnicamente los Estados Unidos no adquirieron la Luisiana de Napoleón. La Luisiana fue adquirida a la Baring Brothers and Hope & Co.. El pago de la adquisición fue hecho en bonos de los Estados Unidos, los cuales Napoleón vendió a Barings con un descuento de 87 1/2 por cada $100. Como resultado, Napoleón recibió solamente $8,831,250 en metálico por la Luisiana. Alexander Baring, trabajando para Hope & Co., conferenció con el Director del Tesoro Público francés François Barbé-Marbois en París, su ida a los Estados Unidos para recoger los bonos y llevárselos a Francia.

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El Barings Bank tras los sucesos mencionados anteriormente se mostraba como un banco con alta solvencia y capacidad dentro del mercado de las finanzas; por ello, era evidente el crecimiento al cuál iba a estar condicionado para mantener su posición en el mercado. Sin embargo, lo sorprendente es como una pequeña sucursal de la empresa en Singapur pudo llevar a la quiebra a una empresa que parecía estar bien encomienda. A continuación, se desarrollará el caso del empleado causante de la quiebra del Barings Bank.

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“El empleado en cuestión era Nick Leeson, que tras pasar por diferentes trabajos en varios bancos había acabado en el Barings. Tras una breve temporada en la oficina Jakarta, donde tuvo actuación brillante, fue nombrado General Manager de la nueva oficina en Singapur para operar en el mercado de futuros de la bolsa de Singapur. En esta oficina se encargó de seleccionar sus propios subordinados y no respondía ante ningún superior local. En un principio las cosas le fueron bien, consiguiendo grandes beneficios para el banco. Sus gestiones llegaron a reportar el 10% del total de los beneficios del banco, lo cual le reportó un gran prestigio dentro del banco.

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Sin embargo la suerte cambió y empezó a usar una cuenta que usaba el banco para corregir errores internos para esconder sus propias pérdidas. Aunque lo normal hubiera sido que el jefe de inversión (que debería actuar como supervisor) no fuera a su vez un corredor, los gestores del banco permitieron que Nick ocupara ambos cargos a la vez, por lo que actuaba sin ninguna supervisión local.

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Para finales del 1992 las perdidas de Leeson excedían los 2 millones de libras, sin embargo para intentar cubrirlas cada vez aumentaba más su apuesta, pero con escasa fortuna, por lo que las pérdidas llegaron a ser de 208 millones a finales del 1994, pero los gestores del banco aún las desconocían.

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El principio del fin ocurriría el 16 de Enero del 1995, cuando Leeson puso una orden de futuros en los mercados de Singapur y Tokyo, básicamente apostando que la bolsa japonesa no se movería de manera repentina en los próximos días. Sin embargo la mañana del día 17 sucedió el terremoto de Kobe, lo cual hundió los mercados asiáticos y con ellos la apuesta de Leeson. En un intento un tanto desesperado Leeson siguió con su estrategia de asumir más riesgo, y realizó una serie de inversiones apostando que el índice Nikkei de Tokyo se recuperaría de manera rápida, lo cual no ocurrió y aún agravó más su situación.

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Como resultado la ausencia de supervisión, Leeson fue capaz de hacer aparentemente pequeñas apuestas en el mercado de futuros y cubrir sus pérdidas al reportar pérdidas como ganancias al Barings en Londres. Específicamente, Leeson alteró la cuenta de errores de la sucursal, que luego sería conocida por su número de cuenta 88888 como la "cuenta de los cinco ochos", para evitar que la oficina de Londres recibiera los reportes diarios estándar sobre comercio, precio y estado. Leeson alega que las pérdidas comenzaron cuando una de sus colegas compró contratos cuando debería de haberlos vendido.

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Usando la "cuenta de los cinco ochos" oculta, y con ambición, Leeson comenzó a comerciar agresivamente en futuros y opciones en el SIMEX. Sus decisiones provocaban pérdidas de grandes sumas, pero él usaba dinero confiado al banco por subsidiarias para el uso en sus propias cuentas. Él falsificó registros de comercio en los sistemas informáticos del banco, y usó dinero destinado al pago de márgenes y otras actividades.

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Al principio, la administración del Barings Bank en Londres felicitó y recompensó a Leeson por lo que parecían ser sus destacadas ganancias al Barings Bank y Riesgo Operacional comerciar, dándole grandes recompensas monetarias a su buen desempeño. Sin embargo, su suerte se acabó cuando el terremoto de Kobe envió a los mercados financieros de Asia en barrena. Leeson apostó a una recuperación rápida del Nikkei Stock Average que no se materializó.

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Consciente que la situación ya no tenía solución, Leeson dejó un nota diciendo "Lo siento" y huyó el 23 de febrero. Las pérdidas alcanzaron los 827 millones de libras, dos veces la cantidad de dinero que el banco tenía disponible para inversión bursátil, y el banco fue declarado en quiebra el 26 de febrero.

Como corredor de bolsa Leeson tuvo muy mala suerte sin embargo su actuación no es del todo extraña, especular sin conocimiento de los superiores para recuperar pérdidas es una cosa que pasa de tanto en tanto en este tipo de bancos.

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Cuando el empleado que lo hace es descubierto normalmente es despedido, pero ni él ni el banco están interesados en airear el asunto, sin embargo en su caso era inevitable ya que la bancarrota del banco no se podía ocultar y esto es lo que hizo su caso especial.Leeson fue detenido el 2 de Marzo y siendo acusado de fraude por engañar a sus superiores ocultándoles el riesgo de sus actividades así como el volumen de sus pérdidas. Aunque muchos expertos responsabilizan igualmente al deficiente sistema de auditoría interna y de gestión de riesgo del banco.

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Un ejemplo, rayano en el chascarrillo, de quienes –no sin cierto resabio de cinismo - niegan la posibilidad de la Ética Financiera, sobre todo en lo que toca al mundo de la bolsa, lo constituye un breve opúsculo, escrito por alguien que firma con el pseudónimo de Jay L. Walker y que se titula: The Complete Book of Wall Street Ethics, New York, William Morrow, 1987.

Dice el autor aquello tan manido de que la obra viene a llenar un espacio en los anaqueles de la literatura financiera, en la que no deberían que en la que no deberían faltar las consideraciones éticas. Por supuesto, el libro tiene a partir de ahí todas sus páginas en blanco.

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Pese a los casos y casos de falta de moralidad, cada día se llevan a efecto en todo el mundo infinidad de transacciones y relaciones financieras de muy diversa índole, sustentadas en intangibles éticos, evidenciados en exquisitos grados de honradez y buen hacer profesional.Del hecho de que en este ámbito de lo financiero se presenten múltiples oportunidades para lucrarse a costa del dinero de los demás, no se sigue que haya que hacerlo así necesariamente.Ni que sea bueno que así se haga. Antes al contrario, procede más bien encarecer a los profesionales de las Finanzas que se atengan a los niveles más altos de excelencia y buenas prácticas.

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Muchas veces, las claves que explican las malas prácticas tienen mucho que ver con el modo como se evalúan los resultados y con la forma como se estructuran las políticas retributivas y los incentivos de los profesionales.Un ejemplo paradigmático en este sentido lo constituyó el Caso Barings, en el que el operador - Nick Leeson-, en la búsqueda de un mayor beneficio, llegó a tomar posiciones fuera de los límites de riesgo establecidos por le propio banco.

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La Ética será siempre la mejor de las políticas a plazo medio y largo; y constituye el único modo de generar el necesario clima de confianza para que la actividad financiera, en sus diversas prácticas y manifestaciones, se pueda desarrollar y pueda así contribuir al bien común y al progreso económico, en función del cual ha de estar y a cuyo servicio se ha de entender a sí misma.

Aunque es evidente que sin Ética algunos pueden ganar muchísimo dinero a plazo inmediato, somos, sin embargo, muchos otros los que podemos perder mucho más a plazo medio; corriendo el propio Sistema en su conjunto, a plazo largo, el peligro de perder la necesaria legitimación social.

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Bibliografía:

Calvo Yakich Guillermo, Instituto de Estudios Bancarios Guillermo Subercaseaux “Economía Bancaria y Financiera” 2009.

Bear L.A. y Maldonado-Bear R., Free Markets, Finance, Ethics and Law, Prentice Hall, Englewood Cliffs, N.J., 1994.

Boatright J.R., Ethics in Finance, Blackwell Publishers, Oxford, 1999.Camacho, I., Fernández, J.L. y Miralles, J., Ética de la Empresa, Desclée de Brower, Bilbao, 2002.

Dobson, J., Finance Ethics: The Rationality of Virtue, Rowman and Littlefield, Lanham, MD, 1997.

Fernández Fernández José Luis, Cátedra Javier Benjumea de Ética Económica y Empresarial, La dimensión ética de la actividad financiera Universidad Pontificia Comillas (Madrid) 2010.