cartas de ana de san bartolomé a monseñor pierre de bérulle

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CRITICÓN, 51,1991, pp. 125-140. Cartas de Ana de san Bartolomé a Monseñor Pierre de Bérulle por María Pilar MAÑERO SOROLLA (Universidad de Barcelona) La fundación del Carmen del Faubourg Saint*Jacques El 17 de octubre de 1604 un grupo escogido de carmelitas españolas funda en París el primer carmen descalzo en tierras francesas. Se trata del conocido Anden Carmel du Faubourg Saint- Jacques, según denominación corriente y título de un libro de Jean-Baptiste Eriau que realiza su descripción 1 . Es el punto, si no culminante, sí felizmente intermedio de una empresa larga y difícil que debe remontarse al año de 1582, cuando, después de la muerte de santa Teresa, el caballero franco-español Juan de Quintanadueñas de Brétigny 2 llega a Sevilla, descubre la Descalcez y contrae estrecha amistad con la priora del Carmelo, María de san José, que por aquel entonces se perfilaba como sucesora de santa Teresa 3 y se requería como fundadora en Francia. 1 L'Ancien Carmel du Faubourg Saint'Jacques (1604-1792), París, 1929. Vid. igualmente: Abbé J. P. A. Lalane, Notice historique sur le Couvent des Carmes Déchaussés, Versailles, 1854; Mémoire sur la fondation, le gouvernement et l'observance des Carmélites Déchaussées publié par les soins des Carmélites du premier monastère à Paris, Reims, 1894, 2 vols.; André Hallays, Le couvent des Carmes, 1613-1913, Paris, 1913. 2 Sobre esta importantísima figura de las fundaciones de Francia y Bélgica puede consultarse: P. François de Beauvais, La vie de M. de Brétigny, prestre fondateur des carmélites de sainte Thérèse en France et aux Pays-Bas, Paris, 1947; Pierre Sérouet Jean de Brétigny (1556-1634). Aux origines du Carmel de France, de Belgique et du Congo, Louvain, 1974; Id., Jean de Brétigny et les origines du Carmel de France, en Carmel, 1982. Al mismo Sérouet debemos la publicación de sus cartas: Quintanadueñas, Lettres de Jean de Brétigny (1556-1634), Louvain, 1971. 3 De María de san José (Salazar), personalidad clave en la reforma teresiana, conservamos obras interesantísimas, recogidas en Escritos Espirituales, ed. de Simeón de la Sagrada Familia, Roma, 1979. Vid., además, las páginas que le dedica Anselmo Donazai en Principio y fin de una reforma, Bogotá, 1968, pp. 323 y ss.; Ildefonso Moriones, Ana de Jesús y la herencia teresiana, Roma, 1968, pp. 101- 119 y Electa Arenal y Stacey Schlau, Untold Sisters, University of New Mexico Press, Albuquerque, 1988, pp. 27-46. También mis artículos, Exilios y destierros en la vida y en la obra de María de san José, en VII Simposio de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada, Barcelona, Real

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Page 1: Cartas de Ana de san Bartolomé a Monseñor Pierre de Bérulle

CRITICÓN, 51,1991, pp. 125-140.

Cartas de Ana de san Bartoloméa Monseñor Pierre de Bérulle

por María Pilar MAÑERO SOROLLA(Universidad de Barcelona)

La fundación del Carmen del Faubourg Saint*Jacques

El 17 de octubre de 1604 un grupo escogido de carmelitas españolas funda en París el primercarmen descalzo en tierras francesas. Se trata del conocido Anden Carmel du Faubourg Saint-Jacques, según denominación corriente y título de un libro de Jean-Baptiste Eriau que realiza sudescripción1. Es el punto, si no culminante, sí felizmente intermedio de una empresa larga ydifícil que debe remontarse al año de 1582, cuando, después de la muerte de santa Teresa, elcaballero franco-español Juan de Quintanadueñas de Brétigny2 llega a Sevilla, descubre la Descalcezy contrae estrecha amistad con la priora del Carmelo, María de san José, que por aquel entonces seperfilaba como sucesora de santa Teresa3 y se requería como fundadora en Francia.

1 L'Ancien Carmel du Faubourg Saint'Jacques (1604-1792), París, 1929. Vid. igualmente: Abbé J. P. A.Lalane, Notice historique sur le Couvent des Carmes Déchaussés, Versailles, 1854; Mémoire sur lafondation, le gouvernement et l'observance des Carmélites Déchaussées publié par les soins desCarmélites du premier monastère à Paris, Reims, 1894, 2 vols.; André Hallays, Le couvent des Carmes,1613-1913, Paris, 1913.2 Sobre esta importantísima figura de las fundaciones de Francia y Bélgica puede consultarse: P. Françoisde Beauvais, La vie de M. de Brétigny, prestre fondateur des carmélites de sainte Thérèse en France et auxPays-Bas, Paris, 1947; Pierre Sérouet Jean de Brétigny (1556-1634). Aux origines du Carmel de France,de Belgique et du Congo, Louvain, 1974; Id., Jean de Brétigny et les origines du Carmel de France, enCarmel, 1982. Al mismo Sérouet debemos la publicación de sus cartas: Quintanadueñas, Lettres de Jeande Brétigny (1556-1634), Louvain, 1971.3 De María de san José (Salazar), personalidad clave en la reforma teresiana, conservamos obrasinteresantísimas, recogidas en Escritos Espirituales, ed. de Simeón de la Sagrada Familia, Roma, 1979.Vid., además, las páginas que le dedica Anselmo Donazai en Principio y fin de una reforma, Bogotá,1968, pp. 323 y ss.; Ildefonso Moriones, Ana de Jesús y la herencia teresiana, Roma, 1968, pp. 101-119 y Electa Arenal y Stacey Schlau, Untold Sisters, University of New Mexico Press, Albuquerque,1988, pp. 27-46. También mis artículos, Exilios y destierros en la vida y en la obra de María de sanJosé, en VII Simposio de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada, Barcelona, Real

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126 MARÍA PILAR MAÑERO SOROLLA Criticón, 51, 1991

Las negociaciones serán lentas y se romperán fácilmente, según el ritmo de losacontecimientos que sacuden en estos años a la reforma teresiana: el nuevo provincial, NicolásDoria, que ha sustituido a Jerónimo Gracián en 1585 (Capítulo de Lisboa), dará siempre largas alasunto; su sucesor, Francisco de la Madre de Dios, que tomará el relevo en 16004, contrarío alproyecto, pero menos diplomático, se opondrá rotundamente5. Pero Brétigny, a quien santa Teresa,de haberlo conocido, seguramente hubiese llamado, como a Francisco de Salcedo, "caballerosanto", no ceja en su empeño : realiza nuevas tentativas, propone otras ofertas6 y tiene el acierto detraducir y dar a conocer en Francia -él, que ya había costeado en Salamanca, en 1588, la primeraedición castellana de Foquel- algunos escritos de la Fundadora, junto a la Regla y lasConstituciones de las descalzas.

La llama prende y un grupo de doctos eclesiásticos y seglares parisinos se sientenentusiasmados y activan la reforma. Tres de ellos, el doctor Gallemant, André Duval, doctor de laSorbona, y Pierre de Bérulle, en estos momentos tan sólo confesor y limosnero del rey EnriqueIV, llegarán a ser superiores del Carmen por expresa disposición de la Santa Sede. DomBeaucousin, vicario de los cartujos de París, cederá para el futuro Carmelo el priorato de Notre-Dame-des-Champs, san Francisco de Sales secundará el proyecto. Pero las obras de santa Teresahan fascinado especialmente a una mujer, Mme d'Acarie, la futura María de la Encarnación7, quien,alucinada por el descubrimiento, secunda a los doctores e inicia en su palacio una determinadaforma teresiana de vida. Y es fama -lo es desde que Henri Bremond8 describiera el París devoto deresultas de la Liga capitaneada por el duque de Guisa- que en los salones del hôtel de los Acarie seagruparon las fuerzas vivas del catolicismo francés, inmediatamente después de las guerras dereligión: desempeñan entonces, al inicio del siglo XVII, el papel que más tarde tomaría Port-Royal, tan ligado al primer Carmelo parisino, y no sólo por tener que hallarse a partir de 1625,fecha de instalación en París del monasterio jansenista, frente por frente, sino por haber dedetectarse entre ambos notables relaciones de influencia recíproca9.

En realidad, es Mme d'Acarie la que mueve a la Princesa de Longueville, Duquesa de Orléans10,y otro posterior puente con Port-Royal, a pedir licencia a Enrique IV para la fundación teresiana,erigiéndose posteriormente ella misma en coadjutora del nuevo Carmelo, una vez expedida la realcédula el 18 de julio de 1602. El terreno material y espiritual está dispuesto; jóvenes francesas, la

Academia de Buenas Letras, 6-8 octubre de 1988, en prensa y Diálogos de carmelitas. "Libro deRecreaciones" de María de san José, en X Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas,Universidad de Barcelona, 21-26 de agosto de 1989, en prensa.4 Obviamos el corto generalato de Elias de san Martín (1594-1600).5 Es fama que sostenían que "para ellos España era algo así como redoma encantada, única capaz decontener las esencias purísimas que mantenían fresca y robusta la vida descalza": Silverio de SantaTeresa, Historia del Carmen Descalzo en España, Portugal y América, Burgos, 1937, VIH, p. 479. Creoque a estas alturas, de casi siglo XXI, sobran los comentarios de tan soberbia apreciación.6 Vid. para esta personalidad clave de la espiritualidad francesa del siglo XVII, los clásicos estudios deMichel Houssaye, M. de Bérulle et les Carmélites de France, 1575-1611, París, 1872; Le Cardinal deBérulle et le Cardinal de Richelieu, 1625-1629, París, 1875 y, más recientemente, la capital obra de JeanDagens, Bérulle et les origines de la Restauration catholique (1575-1611), París, 1952.7 Vid. Bruno de Jésus Marie, La belle Acarie, Bienheureuse Marie de l'Incarnation, Paris, 1942.8 Histoire littéraire du sentiment religieux en France. "L'invasion mystique", II (1590-1620), Paris,1923.9 Para las interesantes relaciones y posteriores influencias entre la espiritualidad carmelitana yjansenista, vid. la reciente obra de André Bord, Pasca/ et Jean de la Croix, Paris, 1987.10 Vid. Victor Cousin, Madame de Longueville, Paris, 1859; pero, especialmente, el más reciente estudiode Jacques Debu-Bridel, Anne Geneviève de Bourbon, Duchesse de Longueville, Paris, 1960.

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ANA DE SAN BARTOLOMÉ Y PIERRE DE BÉRULLE 127

mayoría pertenecientes a la nobleza, aguardan la fundación que, en definitiva, no puede hacerse sincarmelitas. Es el momento que, ante la reiterada y constante negativa del general descalzo, el citadoFrancisco de la Madre de Dios, Bérulle negocia directamente con el nuncio, una vez obtenida porsan Francisco de Sales la bula del papa Clemente VIII, quien, a su vez, autorizaba la reforma delCarmen en Francia.

¿Pero qué monjas llevar desde España? Naturalmente las más perfectas. A decir verdad, no todaslas santas, ni mucho menos las mediocres estaban dispuestas a pasar al país vecino. Francia, desdela mentalidad de aquellas mujeres españolas semirecluidas, era país de herejes. Santa Teresa lohabía dejado escrito con dolor, pero con una "muy determinada determinación" de remediarlo en elcap. I de Camino de Perfección, en un párrafo maximalista11, como casi todo en ella: es el únicocapítulo en que nombra a Francia y que entra dentro de la conformación contrarreformista quepaulatinamente va adquiriendo su ideario12, además de constituirse en todo un programa evangélicopara "salvar" al país, programa al que, a su vez, no debieron de ser insensibles las personalidadesdel ya llamado "París devoto", que justo se proponía semejante, aunque no tan inocente salvación.En él, santa Teresa no distingue entre hugonotes y luteranos, y por los hechos a los que alude,seguramente se refiere a los actos barbáricos cometidos por los primeros contra los católicos entiempos de la regencia de Catalina de Médicis, sobre todo a partir del Edicto de Saint-Germain13.Pero lo que nos interesa destacar aquí es, junto al plan de Reforma, la idea implícita del martirio,en cuanto respuesta consustancial de la Orden, por tradición vivencial y literaria. Idea, por otraparte, evangélica, antes que tema literario, y que se reitera, como solución, en más de una vida yen más de un texto, como sucede en el caso de la priora de Lisboa, la primera llamada y elegida porBrétigny para fundar en París14.

Las carmelitas que pasen a Francia, por lo tanto15, no podrán ser sustancialmente lasmediocres. Y convergen en ello unas cuantas y poderosas razones: la maximalista, heroica,

11 "Venida a saber los daños de Francia de estos luteranos y cuánto iva en crecimiento esta desventuradasecta, fatigúeme mucho, y como si yo pudiera algo u fuera algo, llorava con el Señor y le suplicavaremediase tanto mal. Paréceme que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de las muchas que víaperder; y como me vi mujer y ruin, y imposibilitada de aprovechar en nada en el servicio del Señor, quetoda mi ansia era, y aun es que, pues tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que ésos fuesen buenos;y ansí determiné a hacer eso poquito que yo puedo y es en mí, que es siguir los consejos evangélicos contoda la perfección que yo pudiese, y procurar estas poquitas que están aquí hiciesen lo mesmo, confiadayo en la gran bondad de Dios que nunca falta de ayudar a quien por Él se determina a dejarlo todo, y quesiendo tales cuales yo las pintava en mis deseos, entre sus virtudes no temían fuerza mis faltas y podríayo contentar al Señor en algo para que todas ocupadas en oración por los que son defensores de la Iglesiay predicadores y letrados que la defienden, ayudásemos en lo que pudiésemos a este Señor mío, que tanapretado le traen, a los que ha hecho tanto bien, que parece lo querrían tornar ahora a la cruz estostraidores y que no tuviese adonde reclinar la cabeza". Santa Teresa, Obras Completas, ed. de Efrén de laMadre de Dios y Otger Steggink, Madrid, 1974, p. 197.12 Para este giro, en relación al influjo jesuítico y la acción tridentina de los años sesenta, vid. el estudiode Ricardo García Villoslada, Santa Teresa de Jesús y la Contrarreforma Católica, en Carmelus, 10(1963), pp. 231-262." 17 de enero de 1562.14 "Dispuesta estoy para ir a FTancia y, confiando en la gracia de Dios, no temo ni el furor de los herejes,ni la carestía, ni cuantos peligros pudieran amenazarme. Los acepto con todo el corazón, y desde ahorame ofrezco a Nuestro Señor, si es de su agrado, dispuesta a sufrir cuanto ocurra por una obra tan digna desu gloria". Carta dirigida al propio Brétigny, citada en francés por Berthold-Ignace de Sainte-Anne, Viede la Mère Anne de Jésus, Malines, 1882, t. II, lib. I, cap. I, p. 13.15 Y entre ellas no figurará precisamente María de san José, muerta en el carmen de Cuerva en 1603 encircunstancias penosas.

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sublime, que no todas las monjas poseen y que, como acabo de apuntar, marca santa Teresa; juntoa ésta, la reticencia de gran parte de la Descalcez femenina que, a pesar de la aprobación del Papa ydel nuncio en España, teme indisponerse con el General de la Orden, contrario a las pretensiones deBérulle; más la razón del propio monseñor, que, a su modo, como seguidamente comprobaremos,quiere hacer las cosas bien y exige para una reforma que pronto se va a perfilar como suya,carmelitas que hayan convivido con santa Teresa, apuntando a una en particular. Ana de Jesús; porúltimo, la razón de la propia futura priora de París, que ve en las nuevas fundaciones francesas laforma de salvar y de hacer operantes las Constituciones de Teresa de Ávila, las ya impresas en1581, un año antes de su muerte y reimpresas en 1588 en Madrid, por la misma madre Ana, peroobviadas y modificadas por Nicolás Doria en 1592, a raíz de la famosa Consulta que da a laDescalcez femenina nuevas Constituciones y, ano dudarlo, nuevo estilo.

Y es de suponer que Bérulle -Brétigny por descontado- conociese la lógica transformación quecon todo ello había sufrido el modo peculiar de ser y de hacer de las monjas carmelitas y el porquédel penoso cambio experimentado por la Descalcez, que de algún modo se inicia o se posibilita a lamuerte de la Fundadora en 1582, y que sensible y paulatinamente se perfila con la posteriordesaparición de las restantes personalidades clave de la continuidad de la reforma: san Juan y Fr.Luis, muertos en 1591; Jerónimo Gracián, el provincial humanista, expulsado de la Orden en1592. La desaparición de María de san José, en 1603, coloca, por lo tanto, a Ana de Jesús, no sóloen el lugar privilegiado que siempre ocupó en la reforma del Carmen, sino en la dolorosísima ydifícil situación de llevar sola y acorralada la defensa de las Constituciones de 1581, las primitivas,las teresianas, las que pasarán a Francia; es decir, las que Ana de Jesús lleva consigo a París, y que,traducidas por Brétigny, volverán a imprimirse en la capital francesa en 160716.

Las poderosas razones de la preferencia y elección por parte de Bérulle de monjas pertenecientesa la reforma primigenia se explican, creo yo, por este hecho, y las mismas podrían justificar sureiterada negativa y continuo rechazo posterior en autorizar la implantación en Francia del Carmendescalzo masculino, que ya no es, precisamente, el de san Juan de la Cruz, ni el de Gracián, sinoun Carmen infinitamente más ascético y rigorista; externamente reglamentado, pero alejadointernamente, de manera sensible, de las primitivas directrices de la reforma marcadas por santaTeresa, cuyo nombre se obvia de las nuevas Constituciones de Descalzos. Con todo, y a pesar delas divergencias de fondo y de forma, el apartamiento prolongado de la jurisdicción de la Orden delas carmelitas que funden en Francia -punto delicado, por el peligro de división que supone y quemuy pronto será planteado- se constituirá en piedra de toque de futuros conflictos e irremediablesrupturas y, por supuesto, del enfrentamiento del futuro Cardenal de Bérulle, primero con Ana desan Jesús17, más tarde con la propia Ana de san Bartolomé.

La personalidad de Ana de san Bartolomé

Estamos pues en octubre de 1604, fecha de llegada a París de la mentada madre Ana de Jesús,más cuatro monjas por ella elegidas y, como es de suponer, carmelitas marcadas por undeterminado espíritu y estilo: Beatriz de la Concepción, Isabel de los Ángeles (la única que ha de

16 Vid. Berthold-Ignace de Sainte-Anne, Anne de Jésus et les Constitutions des Carmélites Déchaussées,Bruxelles, 1874.17 Vid. en este punto la obra de Louis van den Bossche, Anne de Jésus, Bruxelles, Desclée de Brouwer,1958, pp. 160 y 55. También mi artículo, Ana de Jesús vista por Henri Bremond, un caso decomprensible incomprensión, en Homenaje a la profesora Raquel Asún, Universidad de Barcelona, enprensa.

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ANADESANBARTOLOMÉYPIERREDEBÉRULLE 129

morir en Francia)18, Leonor de san Bernardo e Isabel de san Pablo, nacida en Flandes de padreespañol y madre belga, que sabe bien el francés19. Pero Bérulle había pedido también para Franciauna monja singular, dada a muy grandes revelaciones, lega, conversa declarada, pero con aureolaespecial: en sus brazos había muerto, en Alba de Tormes, Teresa de Jesús. Me estoy refiriendo a lapropia Ana de san Bartolomé, a quien Bérulle conocía a través de la Vida de santa Teresa deFrancisco de Ribera20 y que llegará también con las otras y, desde luego, dispuesta y determinada almartirio21, pues es fama -al menos así lo atestiguan las Chroniques de Troyes- que pasando por elLenguadoc, país repleto de protestantes "herejes", las monjas de la expedición ponían al frente delcoche el crucifijo y el rosario22. Acción inútil en un país no sólo fundamentalmente católico, sinotambién muy preparado en doctrina, y naturalmente, dispuesto al misticismo.

Ana de san Bartolomé había nacido el 1 de octubre de 1549 en El Almendral, pueblecitoentonces perteneciente al partido judicial de Talavera en la provincia de Toledo, pero dependiente dela diócesis de Avila y, por tanto, situado en un radio de acción tremendamente influido desde 1562por la reforma descalza. De padres labradores -Fernán García y María Manzanas-, su vidatranscurrió en el campo y puede decirse que al ingreso en el carmen de San José de Ávila en 1570,en calidad de lega, nuestra monja es prácticamente semianalfabeta. Su discreta pero efectivarelevancia en el seno de la Orden comienza a tomar cuerpo a partir de 1577, en que santa Teresa, yamuy disminuida en su salud, la toma por compañera-enfermera; y así comienza Ana a estarpresente en los acontecimientos más importantes de los últimos seis años de la vida de laFundadora. Participará activamente en sus cuatro postreras fundaciones: Villanueva de la Jara, en1580; Palencia, en el mismo año; Soria en 1581; y la última, Burgos, en 1582, pocos días antesde la muerte de la santa, a la que acompañará, ya moribunda, a Alba y la asistirá en su agonía23.

18 De esta monja, de gran prestigio en el Carmen francés, poseemos una notable monografía debida aLouis van den Bossche, Isabelle des Anges, Tarascón, 1951.19 En general, vid. Chroniques de l'Ordre des Carmélites de la Réforme de Sainte-Thérèse, Troyes, 1846,t. I .20 La vida de la Madre Teresa de Jesús, fundadora de las Descalcas y Descalcos compuesta por el DoctorFrancisco de Ribera, de la Compañía de Jesús, y repartida en cinco libros. Salamanca, 1590. Muy prontotraducida al francés: La vie de la mère Terese de Jésus, fondatrice des Carmes deschaussés... divisée encinq livres, Paris, 1602.2 1 Sobre este tema, no específicamente centrado en la Orden del Carmen, como principio básico ygeneral del ideario de la santidad, puede consultarse el artículo de Isabelle Poutrin, L'apprentissage de lasainteté dans l'Espagne Moderne, en Mélanges de la Casa de Velázquez, XXIII (1987), pp. 331-354.2 2 "Les religieuses espagnoles, s'imaginant que la France était un pays hérétique, passaient hors du cocheleurs mains, tenant leurs crucifix et chapelets pour les faire voir au peuple et confesser hautement lareligion catholique. Peut-être attendaient-elles ainsi l'honneur inestimable du martyre...", ob. cit., I.p . 1 1 1 .23 De entre las biografías y estudios dedicados a Ana de san Bartolomé destaquemos el primer libro que deella se escribe y se publica a los cuatro años de su muerte debido a Chrysóstomo Enríquez, Historia de lavida, virtudes y milagros de la venerable madre Ana de san Bartolomé, Compañera inseparable de la santaMadre Teresa de lesús. Propagadora insigne de la Reformación de las Carmelitas Descalcas, y Priora delMonasterio de Amberes. Dedicada a la Sereníssima Señora Doña Isabel Clara Eugenia, Infanta de España,Bruselas, 1632. Traducida al francés por René Gualtier, al año siguiente. En nuestros días subrayamos losestudios de Louis van den Bossche, La Bienheureuse Anne de Saint Barthélémy, compagne de sainteThérèse et fondatrice du Carmel d'Anvers, Courtrai, 1944, junto a los de Julián Urkiza, La beata Ana deSan Bartolomé y la transmisión del espíritu teresiano, en Monte Carmelo, 84 (1976), pp. 105-310 yPierre Sérouet, Un témoin fidèle de la tradition thérésienne: La bienheureuse Anne de Saint-Barthélémy,en Carmel, 1977, pp. 236-243. Para una bibliografía general de la beata puede consultarse la queencabeza la "Introducción" de la reciente e importante éd. de las Obras Completas de la Beata Ana de San

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A la muerte de Teresa de Jesús, los arrebatos, éxtasis y visiones de Ana de san Bartolomé semultiplican. Son visiones premonitorias, algunas de altos vuelos políticos, como la del desastre dela Armada de 1S88; otras, las más, en relación al Carmelo, muy ligadas a su santa madre queaparece como guía e inspiradora; y algunas relativas a la futura y siempre en el aire fundaciónfrancesa24. Sin embargo, la postura de la hermana Ana en las luchas de la Orden, alrededor de losaños 90, resulta ambigua o declaradamente decantada -acaso por temor u obediencia ciega- a lasnovedosas directrices de Doria y a las Constituciones de 1592. De hecho, desde Ávila, acompañaráa la nueva priora de Madrid, María de san Jerónimo25, a resultas de la destitución y reclusión enSalamanca de Ana de Jesús. Sea como fuere, el caso es que en 1604 llegan a París, a fundar, deentre seis, dos monjas, las mentadas Ana de Jesús y Ana de san Bartolomé, que habían tenido muyestrecha convivencia con la madre Fundadora, pero dotadas de muy distinto talante, formacióncultural y grado de inteligencia.

De Ana de Jesús dirá Henri Bremond en su Histoire littéraire du sentiment religieux en France-él siempre tan incomprensivo y avaro en el elogio a la primera priora de los cármenes de Francia-que tuvo alta inteligencia e invencible carácter, a más de gran cultura y clarividencia genial26. Todolo cual, la madre Ana demuestra en seguida, al llegar a París -en España lo había puesto ya demanifiesto en muchas ocasiones- en su toma de posición ante los debates en torno al quietismoque se formulaban en la Sorbona, así como en su enjuiciamiento y respuesta a los postulados de laescuela abstracta difusora del neo-platonismo del Dionisio Areopagita27.

Y, sin embargo, es la otra Ana, la de san Bartolomé, la que va a ejercer sobre Bérulle uninflujo especial, hasta el punto que el mismo Bremond -tan reacio asimismo en admitirdeterminantes españolas en la dinámica de la restauración católica francesa, aun en la propiamentedenominada por él "invasión mística"-, acepta, en este caso, la dirección espiritual ejercida por lahermana Ana, que no es la de Jesús, pero tampoco ignorante. Al menos, lo acepta en unos añosprecisos de la formación de Bérulle28, los que van desde el conocimiento de la futura beata, en1604, hasta 16112'.

¿Cómo explicar lo que a muchos puede parecer inexplicable: que un hombre tan sabio, tanculto y cada vez más poderoso, requiera, como precisamente constatamos en las cartas, la direcciónde la más humilde de las monjas españolas llegadas a Francia, cuya humildad se patentiza más conel paulatino ingreso en los cármenes franceses de las nuevas novicias galas -Madeleine du Bois deFontaines, Charlotte de Harlay de Sancy, Marie d'Hannivel, Marguerite de la Barre, Angélique de

Bartolomé, ed. crítica por Julián Urkiza, Roma, 1981,1.1. pp. 19-35, de la que destacamos igualmente elestudio introductorio, pp. 1-205.24 Vid., por ejemplo, "Disposición de su espíritu en vísperas de su viaje a Francia", en Obras Completas,éd. cit., L I. pp. 112-118; o en su propia "Autobiografía" en id., pp. 333 y ss.25 Prima de santa Teresa y priora durante años del carmelo de San José de Avila, a instancias del P.Francisco de la Ascención, redacta una "Relación sobre Ana de san Bartolomé", dando cuenta de su vidamística, que se supone escrita entre 1597 y 1598 y que figura también en la cit. ed. de Urkiza, t. I,pp . 731-756.2«Ed. cit., n , p. 300 y 310.27 De la que nos habla Jean Orcibal en su libro dedicado a La rencontre du Carmel Thérésien avec lesmystiques du Nord, París, 1959, en particular el cap. "La situation en France et le jugement d'Anne deJesús sur L'école abstraite", pp. 3-17.28 Op. cit., H. p. 317.29 Lo que, por otro lado, confirma con mayor propiedad Jean Dagens en su modélico estudio Bérulle et lesorigines..., cit., especialmente en los subcapítulos "Anne de Saint-Barthélémy, conseillère spirituellede Bérulle", pp. 215 y ss. y "La spiritualité d'Anne de Saint-Barthélémy. Influence posible sur lechristocentrisme bérullien", pp. 223 y ss.

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ANA DE SAN BARTOLOMÉ Y PIERRE DE BÉRULLE 131

Brissac...-, casi todas nobles y de altos linajes?30. La respuesta es simple en el terreno de laespiritualidad y más aún en el de la experiencia mística: a Bérulle le conmueven profundamente lasvisiones de la hermana Ana. Cree además en ellas y en sus claves proféticas: de ahí precisamentesus continuas consultas, su dependencia. El caso no es insólito, ni entonces, ni ahora. Ladominica sor María de la Visitación, la falsa estigmatizada del convento de la Anunciada de Lisboa,había ejercido influjo y poder parejo sobre Felipe II31. La franciscana María de Jesús de Agreda lodesplegaría sobre el IV Austria32.

Así, a instancias de monseñor, Ana de san Bartolomé tomará muy pronto en Francia el velonegro de las monjas de coro. Al ser corista abandonará las funciones humildes que veníadesempeñando en la congregación, pasando a ser apta para las sagradas órdenes y altos cargos. Perocontrariará con ello a Ana de Jesús, a la que en este punto conflictivo le salen los viejos resabiosde hidalguía y cree improcedente otorgar tal dignidad a una conversa. Santa Teresa, máscomprensiva en ello por cuna -aunque era éste un punto que ella sola se sabía- se lo había yapropuesto a la Bartolomé en los últimos años de su vida, según nos manifiesta la propia beata ensu autobiografía, donde nos cuenta asimismo la oposición mentada de Ana de Jesús, ignorante delgran secreto que guardaba la madre Fundadora33. Y la toma de velo será el primer paso para elpriorato de la fundación de Pontoise, que ejercerá a partir de 1605, año en que comenzará a redactarsus tratados-conferencias34 espirituales, aunque el origen de su vocación de escritora debamossituarlo en España unos años antes.

Probablemente es exagerada y fantasiosa la creencia de que Ana de san Bartolomé aprendiera aescribir en 1579, copiando una muestra de escritura trazada por santa Teresa35, en un día de muchoagobio epistolar. Pero lo cierto es que, a partir de este año es cuando la hermana Ana pasa a ser no

3 0 Vid. para la breve historia de estas primeías carmelitas francesas los cap. XV, XVI, XVII, "Principalesreligieuses", del cit. estudio de Jean-Baptiste Ériau, pp. 252-339.3 1 Sobre la célebre estigmatizada de La Anunciada de Lisboa, pueden consultarse los estudios de AlvaroHuerga, La vida seudomísitica y proceso inquisitorial de sor María de la Visitación. La monja de Lisboa,en Híspanla Sacra, XH (1959), pp. 35-110.3 2 Vid., entre los estudios dedicados a esta célebre visionaria, el de Carmen Conde, Una monja que escribey aconseja. Reinado de Felipe IV. Sor María de Jesús Agreda, en Cuadernos de Literatura, VI, 1949, pp.261-273; L. Villasante, Sor María de Jesús Agreda, consejera espiritual del Rey Felipe IV a través de sucorrespondencia epistolar, en Verdad y Vida, XXIII (1965), pp. 683-699. La mayoría de sus caitas fuerondadas a conocer a mediados del siglo pasado: Cartas de la Venerable Madre Sor María de Jesús Agreda ydel Señor Don Felipe IV, por F. Silvela, Madrid, 1885-86, 2 vols., con reedición en 1958 y estudiopreliminar de C. Seco.3 3 "Llegando a París, donde el Señor me acontinava los favores y rregalos del camino, yo me fue, conlicencia de la perlada, a guisar la comida con gran gusto, como le avía tenido siempre en aquellacondición, que era de ermana lega. Y anque la santa Madre en su bida deseó que yo tomase el velo y me lopropuso algunas veces, yo la avía rresistido diciendo que m e sería desconsuelo dejar mi bocación; y ansíme avía dejado, porque me quería de manera que en cosa mirava más a darme gusto que a tomarle ella, queme era de arta confusión; mas el amor proprio que yo tenía me acia crer era de más perfección lo que yoquería. Y como yo la avía rresistido, los superiores dieron luego en que yo avía de tomar el velo; y vvootra bnillería en mi alma no menos que la pasada, por pareçerme que si avía faltado en dar gusto a la santaMadre y que lo avía de açer aora por los estranjeros. Y la perlada no lo quería. Yo estava sola y ella metenía a veces en vna celda la ora entera, diçiéndome cosas de arta temeridá: que no los creyese, que mecondenaría y que por mí se perdería y rrelajaría la Orden en Francia y en España". O.C., I, p . 337.34 Igualmente publicadas por J. Urkiza, op. cit., I, pp. 525-640, versan sobre asuntos varios de lavocación y de la vida conventual y seguirá escribiéndolas en París y en Amberes.35 Declaración de Teresita de Cepeda que puede hallarse en Biblioteca Mística Carmelitana, Burgos,1915, t. H, p . 342, aducida por Silverio de Santa Teresa en su ob. cit., t. VIH, cap. XVI, p . 540.

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sólo compañera-enfermera, sino secretaria de la Fundadora, teniendo como tarea principal, entreotras, la de escribir las cartas que le dicta Teresa de Jesús; aunque se infiere, por los autógrafos quehan llegado hasta nosotros, que junto a ella colaboraron en este menester otras monjas, comoIsabel de san Pablo y Beatriz de Jesús. Y por los mismos autógrafos, y otros posteriores escritosde la propia Bartolomé, observamos que su endiablada caligrafía revela orígenes más oscuros yhumildes que los de las hidalgas de Santa María de la Gracia, donde se educa Santa Teresa, queaparenta serlo36.

Como sea, Ana de san Bartolomé, desde su humilde condición de hermana lega, ejerce desde1579 para santa Teresa, abrumada por una correspondencia que no puede contestar, esa importantefunción de escribiente-secretaria, tan ligada a la moda humanística de las cartas y de losepistolarios, y tan en relación con el desarrollo del individualismo y de la autoconciencia en laEdad Moderna37. Escribe en principio lo que le dicta Teresa de Jesús. Más tarde, escribirá ella suspropias cartas en número nada despreciable de 665, si nos atenemos a las conservadas.

Estas cartas que, a simple vista, no presentan pretensiones literarias, ni mucho menos seajustan a los tratados de Gaspar de Texeda, Diego Martínez o Jerónimo de Pablo Manzanares,usuales en la época38, siguen de cerca, como era de prever, los formulismos, giros y léxico desanta Teresa. En ellas vuelca la Bartolomé buena parte de su intimidad, aunque siempre máscontenida y peor expresada de lo que lo hiciera su maestra, y guardando, como es natural, eldécorum pertinente, según la personalidad y la categoría del destinatario. Entre ellos, será Bérulleuno de los más importantes, con la presencia, por encima de él, de la infanta Isabel Clara Eugenia.

Este epistolario -que según la reciente y magnífica edición de 1985, debida a Julián Urkiza39,se inicia en Ávila el 25 de noviembre de 1581 y se concluye en Amberes el 4 de junio de 1626,pocos días antes de la muerte de la madre Ana- se nos presenta, sobre todo al principio, como unaespecie de exercitatio de una futura escritora en formación. Luego se jalona con otras muestras ytentativas cada vez más complejas de la práctica literaria y de la expresión de su intimidad40: desdela poesía, hasta ahora la faceta más conocida de Ana de san Bartolomé41, a un relato biográfico de

3 6 Sobre la santa y su familia, como modelo típico de familia judeo-conversa empeñada en borrar suorigen y ocultar paulatinamente su condición auténtica para logiar una plena integración social en laCastilla hidalga del quinientos, existe hoy una dilatada bibliografía que pueden hallar en el cap. "Ellinaje de Teresa Sánchez" de mi "Introducción" a la Antología de Santa Teresa, Barcelona, 1987. Asícomo un lúcido planteamiento de diversas posiciones al respecto en el libro de Teófanes Egido (ed.) Ellinaje judeo converso de Santa Teresa, Madrid, 1986.37 Vid., en este sentido, aunque ejemplificado en insignes humanistas de la talla de Petrarca, Erasmo,Moro o Budé, o de grandes personalidades como Maximiliano I de Austria, y subrayando por lo mismolas pertinentes diferencias en relación a nuestra Bartolomé, el interesante artículo de Pierre Mesnard, Lecommerce épistolaire comme expression sociale de l'individualisme humaniste, en Individu et Société àla Renaissance, Bruxelles, 1967, pp. 17-31.38 Gaspar de Texeda, Cosa nueva. Este es estilo de escrivir cartas mensageras, sobre diuersas materiascomo se usa con los títulos y cortesías, Çaragoça, 1547; Diego Martínez, Formulario de provisiones deprelados y cartas familiares, Medina del Campo, 1576; Jerónimo de Pablo Manzanares, Estilo yformulario de cartas familiares, Madrid, 1600.39 Roma, 1985. Parcialmente había sido ya dado a conocer por Pierre Sérouet, Anne de Saint Barthélémy.Lettres et écrits spirituels, París, 1964.4 0 Sobre la relación epistolarios-intimidad y las cartas como escritura complementaria, vid. José RomeraCastillo, La literatura signo autobiográfico, en La literatura como signo, Madrid, Playor, 1981, pp. 43 yss.4 1 Vid. las interesantes páginas que le dedica Ángel Custodio Vega en La poesía de Santa Teresa, Madrid,1975, pp. 211-216. También Antonio Prieto la recuerda en La poesía española del siglo XVI, Madrid,1987, p. 746.

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los últimos años de Teresa de Jesús42, coronado por las declaraciones inquisitoriales en relación alproceso de beatificación de la santa43. Y se completa, naturalmente, con la crónica fundacional,protagonizada por ella misma en tierras francesas44, o las relaciones de conciencia, escritas enFrancia y dirigidas precisamente a Bérulle45. Éstas ya pueden considerarse como sus primerosescritos de exploración autobiográfica consciente de signo interiorista y espiritual, que culminaráncon la propia autobiografía46. Por fin, la experiencia de su escritura en relación a la redacción desus cartas comprenderá también la tentativa, en parte frustrada, de la composición del diálogodidáctico47, con su velada, pero siempre existente, componente autobiográfica48.

Las cartas a Bérulle

De entre las 665 cartas conservadas de Ana de san Bartolomé, 74 se escriben en Francia, casilas primeras49. Su época gala, que va de 1604 a 1611, es, por lo tanto, a parte de desveladora de lasposibilidades de su propia personalidad, su periodo de forja literaria. De ellas, 39 cartas estándirigidas a Bérulle, el más importante destinatario de estos años, tanto por cantidad como portrascendencia de los temas tratados. Pero, junto a él, igualmente habría que mencionar a MmeAcarie, Jean de Brétigny, Nicolas Vivian, André Duval, Michel de Marillac50 y, por supuesto,

4 2 Supuestamente escrito en Ávila hacia 1584-1585, por mandato de Gracián. Pero vid. la ob. cit. deJulián Urkiza, t. JJ, p. 4.4 3 En el año de 1595, igualmente editado por Julián Urkiza en O.C., 1.1, pp. 41-54.4 4 Lo son, por ejemplo, sus "Notas sobre la Comunidad de París: mediados de 1607" y "Noticias sobrelos orígenes del Carmelo Teresiano en Francia", ambos escritos en O.C., t. I, pp. 140-145 y 170-189

. respectivamente.45 "Relaciones de Conciencia (Pontoise, 1605)" "Id. (París, 1607)" en O.C., t. I, pp, 119-127; 135-140,159-170; relaciones semi-inquisitoriales con su peculiar "pacto autobiográfico" (naturalmente estoyaludiendo a Philippe Lejeune y a la identificación de autor, narrador y personaje, descrito y teorizado enLe pacte autobiographique, en Poétique, 4 (1973), pp. 137-162, recogido en el libro del mismo título,París, 1975), por la imposición sobre el yo narrador y protagonista, del super ego de aquel que ejerce elmandato de su escritura; pacto en este caso muy bien estudiado por Antonio Gómez-Moriana,Problemática de la confesión autobiográfica destinada al tribunal inquisitorial, en L'autobiographie enEspagne (Actes du IIe Colloque International de La Baume-les-Aix, 1981), Aix-en-Provence-Marseille,1982, pp. 64-94.46 De la que poseemos dos versiones: la llamada de Amberes y la de Bolonia. Ambas publicadas porUrkiza, op. cit., I, pp. 278-378; 422-480.4 7 Que pule y reescribe por ella, ya en Flandes, acogido de nuevo en el Carmen, desde 1607, JerónimoGracián, a quien precisamente se deben los primeros diálogos de carmelitas: Diálogos de tránsito de laMadre Teresa de Jesús, escritos ya en 1585, al que seguirán otros: Diálogo de un Pastor y una Pastorasobre el gobierno de cierto ganado. Diálogos sobre las persecuciones de Elíseo, Diálogos deReformación y, muy particularmente, la Peregrinación de Anastasio. Pero vid. al respecto las Obras delP. Jerónimo Gracián, ed. del P. Silverio, Burgos, 1933, y más recientemente, Monumento HistóricaCarmeli Teresiani, VI, Roma, 1982. Sin olvidar los primeros diálogos que en castellano escribe unamujer, la también carmelita María de san José. Vid. en relación a ello la nota na 3.4 8 En lo que ha reparado muy certeramente Jean Molino en Stratégies de l'autobiographie au siècle d'or,L'autobiographie dans le monde hispanique (Actes du Colloque International de la Baume-les-Aix, 11-13mai 1979), Aix-en-Provence-Paris, 1980, p. 131: "La vérité des Confessions est donnée par lesDialogues, où l'être se dédouble pour représenter en soi, pour intérioriser autrui".49 Pues, aunque ya advertimos que su epistolario se inicia en 1581, tan sólo 14 cartas se redactan enEspaña antes de su viaje a París.50 para i0 qUe s e refiere a estos personajes clave en la restauración del catolicismo en Francia y en lasprimitivas fundaciones de descalzos, vid. Jean Dagens, op. cit., pp. 112 y ss. También el estudio cit. deHenri Bremond, ü , especialmente el cap. IV.

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diversas monjas de las comunidades de París y Pontoise. Sin embargo, sólo con Bérulledetectamos una continuidad en la correspondencia, sobre todo cuando la madre deja París, ciudad enla que seguramente no tendría dificultad en hablar personalmente con monseñor, y se asienta enPontoise, desde donde le escribe 17 cartas; otras 18 las escribe desde Tours, su siguiente Carmelo; ylas restantes desde el mismo París, en su breve estancia al final de sus días en tierra francesa.

En estas cartas, la madre Ana otorga a "don Pedro" el tratamiento teresiano de "VuestraMerced", de tan literarias resonancias españolas, y nunca el de "Vuestra Reverencia", lo cual nodeja de ser significativo y revelador de la posición contenida de Ana de san Bartolomé ante unsuperior del Carmen no perteneciente a la Orden. Son cartas escritas en castellano, aunque conabundantes galicismos. Sólo dos están en francés: la primera fechada en Pontoise el 12 de febrerode 160551 y escrita a petición del propio Bérulle que le insta a que aprenda la lengua: purobalbuceo, prácticamente, abre el epistolario galo, pues es la tercera que escribe en Francia; y lasegunda, redactada y expedida en Mons, el 21 de noviembre de 1611, que es la última y sella surelación: ya no la dirige ni se dirigirá a Bérulle, sino a Nicolas Vivian, consejero del rey. En ellaexplica y justifica, en regular francés, su salida en secreto, por orden de monseñor, del Carmelo deParís:

Avant que partir ie désirois vous parler, pour vous informer de la manière de mon départ, et des causesd'iceluy, parce que ie me suis bien tousiours défiée que ce seroit vn suiet que feroit parler le monde, etque chacun, selon son humeur, le tireroit à son advantage. Donc, Monsieur, la forme de mon départ aesté qu'il fut secret et caché à tout le monde, c'est-à-dire, que tant aux Religieuses de Notre-Dame desChamps, qu'à ceux de dehors. Monsieur de B. en scait la cause; et les raisons, il ne me les a pasdites.52

Por encima de todo, agradece a Vivian sus diligencias entre Paulo V y el rey para la fundación enla corte de un carmen de descalzos. Será el convento de la calle de Vaugirard, actual sede delInstituto Católico, pronto salón de nobles53, luego refugio y, por lo mismo, lugar de tan grandes ypenosos acontecimientos durante la Revolución de 1789.

Entre estas dos cartas, es decir, entre 1605 y 1611, se consolida, se deteriora y se concluye unarelación que no es la típica entre el confesor y la penitente o el superior y la religiosa: ya hemosadelantado el papel de dirección espiritual que ejerce la san Bartolomé sobre el joven Bérulle -alque lleva veintisiete años- y la dependencia de éste a las visiones proféticas de la beata, depositaría,además, y de manera directa, de la experiencia espiritual teresiana. Indicios de que la relación sedeteriora, comenzamos a poseerlos, por ejemplo, a partir de una carta fechada en Tours, el 15 defebrero de 1610, donde vemos la reticencia por parte de la madre en complacer a monseñor en eluso de una lengua francesa que sabemos que conoce regularmente y donde adivinamos la existenciaentre los dos corresponsales de un malentendido que, desde luego, no se daba en los primeros años:

Si nos respondo a todo, perdóneme v.m., que leo mal su letra. Yo lo aré en otra vez, cuando seofrezca otra cosa. Yo creo que v.m. lee tan mal la mía, porque parece se le olvida un poco el español.No lo olvide v.m. porque si buelvo a confesarme con v.m., que me entienda.54

51 N9 17 en la mentada ed. de Julián Urkiza.«N B 89en laed . cit5 3 Alphonse Vermeylen, Sainte Thérèse en France au XVIIe siècle, Louvain, 1958, pp. 38 y ss.5" NB 74 en la ed. cit.

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Desgraciadamente, no poseemos la carta que le mandara a Ana monseñor, ni tampoco hallegado hasta nosotros ninguna de las que le dirigiera en los siete años que se cartearon, y debieronser, al menos, cuantas le escribió la beata55. Seguramente contendrían profundas confidenciasespirituales, pero también síntomas de la tirantez que, cada vez más tupidamente, se teje entre lascarmelitas españolas y el propio Bérulle, con la piedra de toque del cumplimiento de lasConstituciones de santa Teresa. Otras cartas, por supuesto, versarían sobre asuntos más prosaicosde gobierno y de organización de los nuevos cármenes.

Si nos atenemos a las de la madre Ana, los temas que desarrolla o simplemente toca en suscartas, en relación, desde luego, a los asuntos de Francia, se hallan la mayoría centrados en la vidaconventual, que es su vida. Por ella tenemos noticia de la gran afluencia y comedida recepción depostulantes:

Las francesas que se han recibido son almas muy provadas y están consoladas mucho y son las másmuy señoras; y si hubiéramos de recibir todas las que vienen a pedir el hábito con lágrimas, yatuviéramos más de cien monjas. 5 6

Recepción que alguna vez se hará problemática, como en el caso de la admisión de la ex-calvinistaLouise d'Abra de Raconis, hija del embajador de Francia en Suiza, que ha de enfrentar a las dosAnas, que interpretan las Constituciones teresianas de manera distinta: Ana de Jesús, comohidalga-cristiana vieja, ignorante de la verdad que ocultaba la madre Fundadora, traslada a Francia,contra los calvinistas, la intransigencia y el recelo españoles frente al problema religioso judeo-morisco; Ana de san Bartolomé, como conversa, comprende a otra conversa, aunque de distintocredo religioso y rango social:

Yo é mirado oy las Constituciones -dirá a Bérulle-, y dice que se mire que tenga y crea lo que ere lasanta madre Ylesia y que sea yja de padres católicos, mas no manda no se aga, sino que se mire. Ymás dice después al cabo; que en tosdas estas ordenaciones pueda dispensar el perlado y perlada (...).Y sé yo, y las conozco, que desde antes que la Santa muriese se rreçibieron algunas de las que llamanyrraelitas, y después también se an rrecibido. Pues si en España y en tienpo de nuestra santaFundadora se yço por el bien de las que lo pedían con buenos deseos, ¿ en Francia por qué no se á deaçer con más rracón?57

La marcha y expansión de las fundaciones francesas será otro motivo de interés: París,Pontoise, el proyecto de la de Dijon que comenta a Bérulle en carta fechada en julio-agosto de160558 y que Ana de Jesús hará efectiva en septiembre. También hay anuncio de las de Amiens,Rouen, Tours, en las que, necesariamente, habrán de incorporarse las primeras descalzas francesasque salen a fundar y que, a su vez, determinará la separación de las españolas:

(...) porque ya ve -sigue dirigiéndose a Bérulle- que somos pocas y que ay muchas fundaciones y seránecesario yr cada vna a su parte a fundar con algunas françesas(...)59

5 5 Y ello pese a los tres volúmenes de que consta el epistolario del futuro cardenal, en los que, sinembargo, se ofrece una lista de cartas probablemente escritas, enviadas y perdidas, entre ellas, lasdirigidas a Ana de san Bartolomé. Vid. éd. cit. de Jean Dagens, pp. 423-424.56 N9 26 en la éd. cit.57 NB 27 en la éd. cit.5» N s 42 en la éd. cit.59N a 27enlaed.c iL

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Y junto a la atención por los nuevos cármenes, la lógica preocupación por las carmelitas, porsu salud corporal60 y espiritual; y, en relación a lo último, el requerimiento, en francés, de loslibros piadosos que santa Teresa mandaba leer en las Constituciones:

Mi padre -dice- mucho emos menester vnos libros, para leer en rrefetorio de los Cartujanos y de losde vidas de Santos; si los ay en francés, vnos se llaman "Prado Espiritual", que son las vidas de losPadres del yermo, y las crónicas de San Francisco; y de los evangelios para la cuaresma. Desto, elque vjn. le pareciere me embiará en pudiendo.61

También se filtran en las cartas, porque así debió suceder en la cotidiana realidad de loscármenes, noticias de fuera que atañen a las relaciones con otras Órdenes, como las mantenidas conlos capuchinos y de manera particular con el célebre P. Joseph du Tremblay62; o las que sepropician con la vecina abadía de Fontevrault y con su abadesa Leonor de Bourbon63. Aunquetampoco están ausentes los grandes acontecimientos de la corte y del reino: el nacimiento delDelfín, el futuro Luis XIII, y su bautizo, al que se alude en carta del 8 de septiembre de 160664; oarlos más tarde, en otra epístola fechada en Tours en mayo de 1608, la posibilidad delnombramiento de monseñor para el cargo de preceptor del príncipe65, perceptible a través de lasvisiones -caras siempre a Bérulle- y de las noticias de la beata:

El de el negocio del Príncipe parece que anda público; no sé si está acavado, que por acá se á dicho porcierto. Olgarme é de saberlo; mándelo v.m. a Ymón que me lo diga. Yo lo encomiendo a Dios y todaslas demás cosas que v.m. me tiene mandadas, y si vviere cosa nueva yo le escriviré.66

Quedan los grandes temas que, en el epistolario de la madre Ana, se relacionan con Francia.Entre ellos, y en principio, los que impone monseñor: su interés por conocer, desde la experienciavital de la religiosa española, la personalidad de Teresa de Jesús; y, más tarde, aunque no muytarde, pues es tema que ya salta en una carta fechada en Pontoise el 20 de mayo de 1605, el granproyecto de la fundación del Oratorio, que va a ser la gran idea y obra de la vida del futuro cardenaly, seguramente, el punto culminante de la Contrarreforma francesa67.

Ana de san Bartolomé, a quien el "negocio de Dios", como ella denominará en varias de suscartas al futuro Oratorio, interesará igualmente, pero de un modo especial en relación al Carmelo,experimentará varios presagios y visiones que, siempre a instancias de las consultas de monseñor,relatará ampliamente. El pensamiento y la posición de Ana, de 1608 a 1611, a juzgar por lasepístolas mencionadas, parece abogar por la vuelta de las descalzas a la jurisdicción de la Orden,aun respetando el apostolado de los superiores franceses, con tal que, desde luego, la proyectada

6 0 Siguiendo en esto a Santa Teresa en su Epistolario, con menor énfasis e insistencia y ¿por qué nodecirlo?, sin su gracia, sangrías, purgas y calenturas salpicarán la correspondencia de la madre Ana. Enespecial le preocupará el estado de la hermana Andrée de Tous les Saints (Lesvoix), primera carmelitafrancesa, de cuya breve enfermedad y pronta muerte nos darán cuenta las cartas n9 19, 22, 23, 24, 25.61 Carta nB 20, fechada en Pontoise, febrero-marzo, 1605.6 2 Carta n9 68, fechada en Tours el 31 de agosto de 1608.63 Carta n9 69, fechada en Tours el 2 de septiembre de 1608.64 N s 49 de la éd. cit.6 5 Misión de la que, finalmente, ante las dudas de Bérulle, se encargará el jesuíta y confesor de Henri IV,P. Coton, quien, sin embargo, había propiciado el anterior nombramiento e intervenido favorablementeen la toma de velo negro de la beata. Vid. la ob. cit. de Dagens, p. 179.6 6 Carta n9 58 de la éd. cit. de J. Urkiza.67 Bremond, op. cit., t. m , p. 156.

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fundación del Oratorio estuviera regida por el Carmen descalzo. Varias de sus visiones, que relata aBérulle en cartas fechadas en Tours en la primavera de 1611, son muy significativas al respecto,como asimismo ejemplificativas de la proyección de sus propios deseos en las sugestivasimágenes de sus visiones:

Dése vjn. priesa a asentar su congregación y tome esta cruz ya con buen ánimo, pues Dios lo ve y loquiere, que esto con verdad yo podré decir, que algunas veçes é visto en Dios ser esa voluntad, masvna en particular: (...) acabada de comulgar esta cuaresma me mostró Dios a v.m. estándole pidiendomostrase su volunta y me dijo que esto avía de ser. Yo me olgaría que se pusiese esta congregación deSan Josefe, por alguna cosa que aviamos tratado al prençipio y por la devoción de nuestra santaMadre.68

Mas avrá más de quince días que estando en oración después de aver comulgado, me vino un ynpitu deamor de Dios en que me alié muy rrecojida. Mostróme el Señor muchas capas blancas por la Franciaen quales almas se deleytava, y que éstos eran de sus deleytes y la paz de Francia y que por ellos searfan muchas cosas de su servicio.69

Pero un Oratorio réplica de San José de Ávila y muchas capas blancas, las capas del Carmelo,implicaba, naturalmente, traer a París a los descalzos en un momento en que el fervor de Bérullehacia la Orden del Carmen se barajaba con otras decantaciones espirituales: hacia la experienciareligiosa de san Francisco de Sales, por ejemplo; o, lógicamente, hacia el modelo implantado enRoma, en 1564, por san Felipe Neri en su propio Oratorio; o también, y sobre todo, con el sueñode una Congregación secular por encima de los proselitismos y luchas entre y en las Órdenesreligiosas.

Así, el proyecto de Bérulle viene a encontrarse con dos de las preocupaciones más profundas dela beata: la de la llegada a Francia de los descalzos, ¿prometida por monseñor a Ana de Jesús en lasconversaciones de Salamanca?70; y la del incumplimiento de las Constituciones, requisitos que, dealgún modo, se habían mezclado con el afán expansionista de la obra teresiana, muy presente en lafundadora de Francia, para determinar su marcha a Flandes en 1607. Precisamente alrededor de estasfechas podemos situar las primeras dificultades de Ana de san Bartolomé con el futuro cardenal. Sinembargo, si hemos de creer a la madre -y no existen grandes motivos para dudar de su sinceridad-,ella, desde las primeras revelaciones que le hiciera "Su Majestad" en 1604, alentándola ydeterminándola en la empresa fundacional en tierras francesas71 en vísperas de emprender el caminohacia París, se impregna de una marcada vocación francesista, que le acompañará siempre y quereitera en sus cartas por doquier:

Bien sabe v.m. que yo nvnca è tenido bocación a Flandes, y aora menos que nunca; mas esto dejo av.m. y a esos señores, que no tengo más que obedecer.72

6» Ed. cit. n8 82.69 Ed. cit. n9 84.7 0 No parece haber documentación sobre las conversaciones mantenidas en Salamanca en 1604 entreBérulle y Ana de Jesús, pero, como afirma Louis van den Bossche en Anne de Jésus, Bruxelles, DescléeDe Brouwer, 1958, p. 175, "il est certain qu'Anne de Jésus lui a posé ses conditions, si l'on peut dire:(...) aucune modification à la Règle, aux Lois, aux constitutions de l'Ordre et dès que la chose seraitrendue possible, par l'arrivée des Carmes en France".71 Y que la beata relata en su Autobiografía, pp. 333 y ss. del 1.1 de la éd. cit. de la O.C., como en larelación de conciencia titulada. Disposición de su espíritu en vísperas de su viaje a Francia, pp. 114 y ss.7 2 Cta. ne 65, fechada en Tours en julio-agosto de 1608.

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Dios me enseña ser otra su volunta y no sirve esto más de para que Dios me la muestre y me sea másfavorable, y me obliga a ser más fuerte y firme en la tocación que me dio para venir a Francia; y ansí,aunque todos me apedreasen como a la adúltera y me echasen, yo no me yré por mi voluntad.73

Yo mi Padre, jamás é estado llana en lo de Flandes, mas como es en la Orden y yo les avía profesado,dudava si estando tan cerca y mandándome volver a la Orden lo devía açer. Con todo, yo le dije larrepunançia que tenía a Flandes (...)-74

Esta vocación de la beata, que antes he denominado francesista, muy ligada al principio sublime,heroico, misionero, pero también a un fuerte lazo afectivo hacia Bérulle, es muestra, además, deagradecimiento hacia todos aquellos -Coton en especial- a quienes nunca importó su origen ycondición de conversa. Es lo que seguramente le impide seguir a Ana de lesús en su marcha haciaBruselas y lo que explica su reticencia cuando se le ofrecen otras invitaciones; sobre todo a partirde 1610, aun cuando, por estas fechas, su situación en el priorato de Tours comenzase a serdramática75. De ahí precisamente sus aparentes contradicciones, reflejo de sus duras luchas internas:por un lado, su vocación de permanecer en Francia ñel a la obediencia de Bérulle y a su misión deluchar por el catolicismo francés frente a la "herejía" luterana, propósito primigenio y obligaciónasumida desde las "revelaciones" de Ávila; por otra, su devoción de vivir bajo la dirección de laOrden, a la que, después de la marcha de Ana de Jesús, máximamente pasa a representar en Francia.

Jean Dagens, uno de los pocos estudiosos que ha analizado las cartas de Ana de sanBartolomé76, al centrar sus intereses y sus puntos de miras en el futuro cardenal, olvida en ellas ala protagonista del texto autobiográfico, su drama y su desencanto. Bérulle fue defraudando a lamadre a medida que ésta advirtió que el Carmen para monseñor era sólo una de las posibilidadesespirituales -una de las importantes, eso sí- en la rica encrucijada de tendencias religiosas del Parísde principios del seiscientos y cuya síntesis quería llevar al Oratorio. Para Ana de san Bartolomé,en cambio, el Carmen lo era todo. De ahí su distanciamiento psíquico y reserva paulatina, susdudas y su marcha final.

Hablamos ya, al acortar el espacio temporal de las cartas de la madre a Bérulle, de su reticenciaa emplear el francés con monseñor y hemos subrayado un caso, entre tantos, de mala disposiciónentre ambos para el buen entendimiento. Hay otras cartas que coadyuvan a reforzar esta actitud deindisposición, que será cerrazón en el momento en que la beata no se quiera confesar con él, o loque es peor, cuando no quiera darle cuenta por carta, por escrito -funcionando la carta como cuentade conciencia-, del estado de su espíritu:

En lo que v.m. me manda que le escriva de mi ynterior, suplico a v.m. me perdone y no me lo mande(•••)-

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7 3 Cta. n8 74, fechada en Tours en febrero de 1610.7 4 Cta. n9 80, fechada en Tours en febrero de 1610.7 5 Como, poi ejemplo, se desprende de la Cta. n9 76, que fecha en Tours, el 25 de septiembre de 1610 ydirige al P. Tomás de Jesús.7 6 En su Bérulle et les origines..., cit., que por ser obra publicada en 1952 no pudo beneficiarse de lamagna edición realizada recientemente por Julián Urkiza, y dispuso sólo de 47 cartas, frente a las 665actuales, aunque de entre ellas, se hallaban 37 de las 39 ya dirigidas a Bérulle que actualmente poseemos.Vid. su ob. cit., p. 422.7 7 Cta. n" 78, fechada en Tours, a finales de 1610 o comienzos de 1611.

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ANA DE SAN BARTOLOMÉ Y PIERRE DE BÉRUL1£ 139

Yo è escrito a v.m., aunque corto, en rrespuesta de la que v.m. me yço caridad de escrivirme dossemanas o tres á. Yo no rrespondo al punto que v.m. dice, sino dos o tres palabras, porque por letrano puedo (...).78

Es cierto que luego accederá79, en este típico titubeo del final de sus días en Francia, reflejo de ladivisión de conciencia antes aludida, y característica de su personalidad. Pero lo que está reclamandoaquí, veladamente, es la libertad de confesores, el eterno caballo de batalla de Teresa de Jesús80,sobre lo que la madre Ana ha de volver en su autobiografía81, obra cuyo análisis se impone paraaclarar sus cartas. Contrariamente a lo que pensaba Dagens82, en manera alguna se erigen estos dostextos en textos contradictorios, sino complementarios. Ana dice en la autobiografía lo que en lascartas a Bérulle no pudo decir catorce años antes: el apartamiento de los Carmelos franceses de lasConstituciones83 y, de algún modo, el deterioro en ellos de la tradición teresiana en su pureza84.¡Tampoco los españoles la habían mantenido, aunque el hecho revistiese en ellos distinto signo! Yya se ha dicho que es más que probable que las reservas de Bérulle ante la entrada de los descalzosen Francia -que, al cabo, no podrá impedir- tuviesen este particular como causa85.

Los silencios de la madre Ana en su epistolario, especialmente comparados con las acusacionesde la autobiografía, se explican en la medida en que se repara que Bérulle en él no fue sólo uncondicionante retórico, sino un destinatario real, un superior, que ejercía un poder e imponía, nosólo silencio, sino mesura, tono y tema. De la misma manera, la Orden, destinataria y acasomandataria del relato de la Vida de Ana86, propicia, un año antes de su muerte, su confesióngeneral87, escrita, seguramente, con unas espectativas concretas de ejemplaridad conventualfutura88, y con un signo preciso y justificativo: fidelidad al Carmen. La beata, desde luego, podía

7 8 Cta. n8 79, fechada en Tours, en noviembre-diciembre de 1610.7 9 Por ejemplo, en la carta que escribe en Tours el 1 de septiembre de 1611.8 0 Precisamente en una carta anterior, dirigida a José de Jesús María, prior de Madrid, y fechada en París,el 10 de abril de 1608, la beata, teniendo presente a la Fundadora como autoridad, y aunque partidaria deun cierto control, reclama una relativa libertad en casos especiales: "Bien es que se les dé (a lasreligiosas) vna persona en cada casa que no sea de los propios para algunas veces". Cta. nfi 56 de la ed.cit. Pero, en general, como demuestra en su tratado "Obediencia y libertad de confesores", O.C., I, p.417, su pensamiento fue que las carmelitas se confesaran con religiosos de su Orden. Aunque es claro quesu parecer sobre el particular, sin alcanzar nunca la extrema libertad manifestada y practicada por santaTeresa, se agrandará con el tiempo.8 1 "Yo no tenía dónde bolver mi cabeça ni dónde rreposar mi alma, porque, aunque yo pedía confesor,nunca me le quíjeron dar. Y me yva a confesar con vno de los perlados (Bérulle), el que me acia más lagerra, y parecíame estava en pecado mortal en confesarme con él (...)". O.C. cit., I, p . 346.82 O.C. ciL, I, p. 218.«3 O.C. c i t . I, p. 348.8 4 "Contra el deterioro de la tradición teresiana en Francia", O .C , I, p . 397.8 5 "Bérulle conocía todo lo que había sucedido en Madrid con la M. Ana -Ana de Jesús- en el asunto de laconfirmación de las Constituciones de la M. Teresa y se sabía bien que cinco Papas habían metido lamano". Carta de Beatriz de la Concepción, abril de 1637. Tomamos la cita de Berthold-Ignace de Sainte-Anne, Anne de Jésus et les Constitutions des Carmélites, cit., p. 250.8 6 "María, Josefe y nuestra santa madre Teresa de Gesús, en cuyo nombre ago esto que me lo manda lasanta obediencia". O . C , éd. cit., p . 282.8 7 En efecto, la autobiografía de Ana de san Bartolomé -digna de un estudio apar te- se termina enAmberes en 1625.8 8 De hecho, funcionando como horizonte social, determinante de la argumentatio autobiográfica. Perovid. sobre este punto el estudio de Antonio Gómez-Moriana, Narración y argumentación en el relatoautobiográfico, en Écrire sur soi en Espagne (Actes du HIe Colloque International d'Aix-en Provence, 4-5-6 décembre 1986), Publications Université de Provence, 1988, pp. 18 y ss. principalmente.

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140 MARÍA PILAR MAÑERO SOROLLA Criticón, 51, 1991

haber seguido callando sus antiguos roces con el eminente cardenal89. Frente a sus reproches, elsilencio de Pierre de Bérulle ante la misma relación -para ambos relación importante- serásepulcral. ¿Por discreción, por conveniencia? Pero Ana de san Bartolomé no fue Ana de Jesús, nitampoco una cierta elegancia -el décorum clásico, por ejemplo-, reviste formas de autobiografíasincera y directa90.

MAÑERO SOROLLA, María Pilar. Cartas de Ana de san Bartolomé a Monseñor Pierre de Bérulle. EnCriticón (Toulouse), 51, 1991, pp. 125-140.

Resumen. Examen de las 39 cartas de Ana de san Bartolomé a Pierre de Bérulle en el contexto de lafundación del Carmen del Faubourg Saint-Jacques: circunstancias de esta fundación, personalidad de Ana,temas y problemas tratados en las cartas (anuencia de postulantes, otras fundaciones en Francia, saludcorporal y espiritual de las carmelitas, fundación del Oratorio, discrepancias con el futuro cardenal...).

Résumé. Examen des 39 lettres d'Anne de Saint Barthélémy à Pierre de Bérulle dans le contexte de lafondation du Carmel du Faubourg Saint-Jacques: circonstances qui ont présidé à cette fondation,personnalité d'Anne, thèmes et problèmes évoqués dans les lettres (afflux de postulantes, autresfondations en France, santé physique et spirituelle des carmélites, fondation de l'Oratoire, différend avecle futur cardinal... ).

Summary. A study of the thirty nine letters from Ann. of St Bartholomew to Pierre de Bérulle, on theoccasion of the foundation of a house of Carmélites in the Faubourg Saint-Jacques: conditions before thefoundation, personality of Ann, thèmes and problems referred to in the letters (the great number ofcandidates, other foundations in France, physical and spiritual welfare of the nuns, foundation of theOratory, quarrels with the future cardinal...).

Palabras clave. Ana de San Bartolomé. Pierre de Bérulle. Santa Teresa. Historia del Carmen.

8 9 El capelo cardenalicio le llegará a Bérulle muy pronto, en 1627, en el mismo año que la Santa Sede leotorgue el gobierno del Oratorio y le conserve el del Carmen descalzo en territorio francés.9 0 Y la espiritual, en el Siglo de Oro, para bien o para mal, pretendió serlo, como perfectamente hacaptado, en su falta de "pacto", el estudioso Jean Molino, en su art. cit., p. 136.