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  • 7/23/2019 Carta Latinoamericana

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    CONTRIBUCIONESENDESARROLLO Y SOCIEDADEN AMRICA LATINA

    DESARROLLO,SUBDESARROLLO,MALDESARROLLO Y POSTDESARROLLO

    UNA MIRADA TRANSDISCIPLINARSOBREEL DEBATE Y SUSIMPLICACIONES

    KoldoUncetaSatrstegui

    UniversidaddelPasVasco,Espaa

    Abrilde2009,N7

    D3eDesarrollo,Economa,Ecologa,Equidad- AmricaLatina

    CentroLatino AmericanodeEcologaSocial

    Claes

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    CONTRIBUCIONES EN DESARROLLO Y SOCIEDAD EN AMRIC

    Abril de 2009, N

    DESARROLLO, SUBDESARROLLO,MALDESARROLLO Y POSTDESARROLLO

    UNA MIRADA TRANSDISCIPLINARSOBRE EL DEBATE Y SUS IMPLICACIONES

    Koldo Unceta Satrstegui

    Catedrtico de Economa del Desarrollo en la Universidad del Pas VasEHU) e investigador del Instituto Hegoa de Estudios sobre el DesaCooperacin Internacional. Contacto: [email protected]

    Abstract

    This paper analyzes some of the theoretical and methodological issues rethe concept of development, taking in account the experience of the lasand its influence towards the concept itself. This approach begins from tand basis of the idea of progress in the classical thought, and describes the preductionism of the concept of development and the limits of other categoanalysis as underdevelopment to describe human well being. Lastly, exposes some of the main methodological problems that have to be faced tan alternative notion of development.

    Key wordsDevelopment, underdevelopment, postdevelopment, economic growth,globalization, sustainability, human rights

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    ResumenSe analizan en este trabajo algunos de los problemas tericos y metodolasociados al debate sobre la nocin de desarrollo, a la luz de la experienclas ltimas dcadas y de la influencia que ello ha tenido sobre su concep

    zacin. Partiendo de los orgenes y los fundamentos de la nocin de progen el pensamiento clsico, este ensayo describe el paulatino reduccionque ha ido sufriendo el concepto de desarrollo, as como las insuficiencia

    otras categoras de anlisis como el subdesarrollo- para explicar los prmas que afectan en la actualidad al bienestar de las sociedades humanasrepasar las limitaciones que presentan tanto las actuales corrientes domtes como los llamados enfoques postdesarrollistas, se plantean algunos dprincipales problemas metodolgicos a los que se enfrentan los intentoproponer una nocin alternativa de desarrollo.

    Palabras claveDesarrollo, subdesarrollo, postdesarrollo, crecimiento econmico, globalizasostenibilidad, derechos humanos

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    Debate sobre el Desarrollo, Unceta

    Introduccin

    A lo largo de las ltimas dcadas, la eco-noma del desarrollo y, ms en general, losestudios sobre desarrollo entendidos demanera amplia como el anlisis de las con-diciones capaces de favorecer el progreso yel bienestar humanos- atraviesan por unacierta crisis. Frente al vigor y la relevancia

    de los debates habidos durante la segundamitad del siglo XX, pareciera que en la ac-tualidad los estudios sobre desarrollo hanido perdiendo importancia en el mbito delas ciencias sociales, en favor de enfoquescentrados en el corto plazo y/o en el anli-sis coyuntural de realidades particulares.Ello no es ajeno a la complejidad del marcoen el que se inscriben actualmente los pro-cesos de desarrollo, caracterizado por lainteraccin de fenmenos econmicos ysociales que operan en diferentes mbitosy escalas, que van de lo local a lo global, yque abarcan un creciente nmero de temas.

    Tampoco debe pasarse por alto la situa-

    cin por la que atraviesan las ciencias so-ciales y muy especialmente la economa-cuyas corrientes dominantes han demostra-do una notable incapacidad para enfrentarel estudio de no pocos problemas del mun-do actual, y para integrar en el debate al-gunos enfoques que han ido surgiendo ms

    recientemente. Es preciso resaltar a este res-pecto el devastador efecto producido porel reduccionismo conceptual y metodol-gico que ha ido imponindose en ciertosmbitos acadmicos, el cual ha dejado a losestudios sobre desarrollo hurfanos de al-

    tres dcadas por Hirschman, 19rirse a la vuelta a la monoeconsu famoso ensayoAuge y ocaso econmica del desarrollo).

    En este contexto, el llamado pto oficial sobre el desarrollo ha dtras de algunas limitaciones tertodolgicas para interiorizar alguretos ms importantes que en la

    condicionan el bienestar de los senos y la proyeccin del mismo hturas generaciones, sin que la incode algunas variables haya alteradel discurso. Sin embargo, y peslos ltimos tiempos se han idopaso distintos enfoques que c

    ideas y conceptos apenas discuanterioridad. Algunos lo hacen do la necesidad de revisar la relafines y medios para el logro de uel bienestar humano- que sigurndose como una meta universteando la necesidad de que el cr

    econmico ceda su supremaca deracin de otros asuntos, commento de capacidades o la sosteOtras corrientes, sin embargo, denegacin del desarrollo como obversal, al tiempo que reclaman lade analizar la realidad social al ms all, de las referencias promodernidad. As las cosas, la qudo a llamarse Agenda del Desencuentra abiertamente mediatizlimitaciones que en la actualidadzan a la propia concepcin del m

    El i d b j

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    ciados a una empresa de estas caractersti-cas. Ello obliga, necesariamente, a realizarun cierto aunque breve- recorrido retros-pectivo, que nos permita situar mejor laencrucijada en la que se encuentran los de-bates actuales.

    El punto de partida:los clsicos y el progreso

    La preocupacin planteada a finales delsiglo XVIII y principios del XIX por cono-cer los factores capaces de propiciar el pro-greso humano, por estudiar las claves quepudieran favorecer mayores cotas de bien-estar en unos y otros lugares, se encuentra

    vinculada a dos fenmenos complementa-rios: de un lado, el universo filosfico aso-ciado a la modernidad y, de otro, los cam-bios en el sistema productivo derivados dela revolucin industrial. Si el triunfo de larazn y del conocimiento cientfico sobreotros procesos de aproximacin a la reali-dad supuso la consolidacin de una formaespecfica de entender la sociedad y sus re-laciones con la naturaleza, las enormes ca-pacidades de transformacin surgidas dela industrializacin vinieron a corroborarlas posibilidades de pensar en trminos deprogreso universal, desterrando el pesimis-mo y el conformismo de pocas anteriores,

    caracterizadas por la escasez y por el do-minio de las explicaciones del mundo ba-sadas en la intuicin o la religin. La Ilus-tracin vino a romper los lmites del pen-samiento existentes con anterioridad, rei-vindicando la emancipacin del mismo a

    todo lo necesario para el logro del bitar humano.

    Cuando Adam Smith escribi La Rza de las Naciones, qued de alguna finaugurado el debate sobre el desarque ha llegado hasta nuestros das. Coterioridad, otros pensadores desde Klya en la antigua India, hasta Aristtella Grecia clsica, o San Agustn en la E

    pa medieval-, haban teorizado soboportunidad o no de determinadas anes o decisiones a la hora de lograrmayor prosperidad para ciudades, py reinos, y para sus habitantes. Sin emgo, no sera hasta el siglo XVIII cuandla mano del pensamiento ilustrado, co

    zara abrirse camino una perspectiva rnal y universalista sobre estas cuestiCon l, no slo se impondra un desardel conocimiento crecientemente emando de la religin, sino tambin una concin global del mundo capaz de supervisiones particularistas mediatizada

    creencias locales.Sin embargo, el surgimiento de unaocupacin y un debate con vocacinversalista -ms all de inquietudes vladas a realidades mbitos sociales ogrficos especficos-, no puede deslide las expectativas abiertas por los lode la Revolucin Industrial. Slo teni

    en cuenta el crecimiento exponencial produccin de carbn, de acero, de les; slo constatando la multiplicacin tante de kilmetros de vas frreas, o rdando los masivos desplazamientos dbl i d d E h i A i

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    Debate sobre el Desarrollo, Unceta

    trechos lmites que durante siglos habancondicionado la capacidad de satisfacer lasnecesidades de sociedades densamentepobladas, y quedaba inaugurado un nue-vo tiempo en el que la humanidad, si se or-ganizaba correctamente cuestin que da-ra lugar a otro debate- podra beneficiarsede una opulencia generalizada que seextendera hasta los estamentos ms infe-

    riores del pueblo segn Adam Smith, o deunas fuerzas productivas ms masivas ycolosales que las de todas las generacionesanteriores juntas en palabras de Karl Marx.Quedaba abierta en definitiva una pocadistinta en el debate sobre el progreso y eldesarrollo, caracterizada por la emergencia

    de nuevas referencias filosficas y tericas,y por unas expectativas nunca antes con-templadas. Pero el advenimiento de la Mo-dernidad1 y de la era industrialista vendraa transformar tambin la consideracin dealgunas de las relaciones fundamentales delos procesos econmicos, incidiendo deci-sivamente en la manera de entender el pro-greso humano y de enfocar los debates so-bre el mismo.

    La primera de las relaciones radicalmen-te alterada fue la de los seres humanos conla naturaleza, que pasaran a estar gober-nadas de manera creciente por la confian-za en el dominio cientfico-tcnico del uni-

    verso y una menor consideracin de partede los conocimientos empricos acumula-dos durante milenios. Como consecuencia,

    1 El trmino modernidad ha estado y contina estando sujeto a numerosas interpretaciones, p

    utilizacin aqu tiene un significado fundamentalmente histrico y se refiere -de acuerdo con Gi

    la investigacin sobre la naturalegreso y el desarrollo acabara ccordn umbilical que una origite la nocin de produccin al muelevando el carrusel del sistemaco por encima de las contingencdas de la naturaleza (Naredo, 19

    Otra relacin, la que conecta humanos entre s, pasara a ser

    fuertes debates, si bien desde emiento casi unnime de algunala Ilustracin - la libertad de las pla igualdad de derechos entre einspiradoras de los nuevos tiempsentido, y aun reconociendo quesible caracterizar el pensamiento

    del siglo XVIII como algo homooportuno destacar en el contextote sobre el progreso y el desarroportancia de algunas ideas presgran mayora de sus representalas que se encontraran el predomrazn, el derecho y la libertad denocin de igualdad entre las peoposicin al poder absoluto, o miento como fuente de progresconformismo y la resignacin.

    En cuanto a la libertad y la igderechos, la discusin no estuvlos principios defendidos, sino dios ms adecuados para gara

    para unos, mediante la defensa individual como fundamento orden social2 ; para otros, a trav

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    nismos capaces de armonizar las necesida-des individuales y el inters general, sobre

    la base de la intervencin en mayor o me-nor medida- de los poderes pblicos en laactividad econmica3 .

    Finalmente, las preguntas formuladaspor los pensadores clsicos4 en torno al pro-greso entendido como capacidad de satis-facer las necesidades humanas mediante la

    innovacin y el incremento de la produccin-tuvieron que incluir, ineludiblemente, un in-terrogante que, por otra parte, continuaraacompaando a todos los debates sobre eldesarrollo hasta nuestros das: Podran to-dos los pases y todas las sociedades benefi-ciarse por igual del potencial generado por

    el capitalismo industrial o, por el contrario,estaramos ante un juego de suma cero en elque lo que unos ganaran sera, necesaria-mente, a costa de de lo que otros perdieran,como haban sugerido anteriormente losmercantilistas? Frente a este interrogante -yms all de considerar los negativos efectosque, en el corto plazo, pudo generar la ex-pansin capitalista entre las poblaciones delos pases colonizados-, tanto Smith, comoMarx y otros representantes del pensamien-to clsico, apostaron por una crecienteaproximacin de las pautas de desarrollo enunos y otros lugares, bien a travs del co-

    3 Obsrvese que Marx y Engels, en el Manifiesto Comunista, se refieren a la sociedad comunista comasociacin en la que el libre desarrollo de cada uno, condicione el libre desarrollo de todos.

    4 Al hablar del pensamiento clsico sobre el progreso, nos referimos aqu a la literatura, de naturaleza bmente econmica, producida a finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX, y dedicada al anlisis potencialidades y limitaciones del incipiente capitalismo industrial. Dicha literatura est representadaotros, en la obra de Smith, Ricardo, Malthus, Marx, Engels, o Stuart Mill.

    5 Adam Smith escribira al respecto en La Riqueza de las Naciones: Nada parece ms propicio para es

    mercio y la expansin del mercado5 , biela accin de las leyes orgnicas del cap

    Todo ello, adems, en un contexto en ecomo ya se ha dicho, tanto unos como confiaban en la posibilidad de una exsin casi ilimitada de la capacidad protiva del sistema.

    Como consecuencia de lo sealadlegado principal dejado por el pensam

    to clsico fue la deriva productivista consideracin del progreso avaladduda por los logros materiales alcanzdurante el siglo XIX-, lo que acabara triendo gran parte de los debates sobmismo al seno de una ciencia econque, a su vez, iba a ir paulatinamente r

    ciendo el alcance de su mirada sobre llidad social.Entrado ya el siglo XX, el estudio d

    condiciones del progreso comenz acularse de la mano de Pigou- con ladel bienestar, y ste con la posibilidaser medido o evaluado. Y aunque el prPigou admiti la diferencia entre bientotal y bienestar econmico, circunscribise ste ltimo al mbito de lo considecomo objetivo -que a su vez quedabferido a lo monetizable-, lo cierto es que,a poco, dicho bienestar econmico mfestado a travs de la contabilidad n

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    Debate sobre el Desarrollo, Unceta

    nal- acabara representando por s mismola idea de progreso. El propio Pigou (1920)

    sostendra que En trminos generales lascausas econmicas actan sobre el bienes-tar econmico de cualquier pas, no de unmodo directo, sino mediante la creacin yutilizacin de esa contrapartida objetiva delbienestar econmico que los economistasdenominan dividendo nacional o renta na-

    cional. As como el bienestar econmico esaquella parte del bienestar total que puederelacionarse directa o indirectamente conuna medida monetaria, el dividendo nacio-nal es aquella parte de la renta objetiva dela comunidad, incluida, naturalmente, larenta procedente del exterior, que puede

    medirse en dinero. Ambos conceptos, bien-estar econmico y dividendo nacional, es-tn interconectados, de manera que cual-quier descripcin del contenido de uno deellos implica una correspondiente descrip-cin del contenido del otro.

    Se consolidara as una tendencia segnla cual muchos economistas reconoceranlas limitaciones de su disciplina obligada,al parecer, a no traspasar el mbito de locuantitativo- a la hora de abordar el estu-dio de las condiciones del progreso y elbienestar humanos, a la vez que incremen-taban sus esfuerzos por evaluar y medir lacorriente de bienes y servicios producidos

    en cada pas como expresin de su poten-cial de desarrollo, acabando por demarcar-desde dicha visin de la economa- el de-bate sobre estas cuestiones.

    rrollo surgi a mediados del siglvez superada la crisis del perod

    guerras y recuperada la preocuplos asuntos del medio y largo plleg ser considerada como unaplina dentro de la Economa, sien

    jeto de estudio principal los obstse observaban en determinados(fundamentalmente en los pase

    la Segunda Guerra Mundial, fuezando la independencia) para eun crecimiento econmico sostemanera de superar los mismosdisciplina y la mayora de los aformaron parte de la misma- econ las ideas keynesianas domin

    poca, y con la consiguiente prepor el desequilibrio y la desocsubocupacin de recursos, presemencionadas economas. La nodichos anlisis hara que, con el tgunos de sus representantes msNurske, Rosenstein-RodanLewis, Myrdal, etc. llegaran acionados como los pioneros del(Meier y Seers, 1984; Bustelo, 19

    Esta nueva perspectiva vino el debate en trminos algo ms prlo esbozado hasta entonces. Poestableciendo sin discusin la que servira de referencia para ex

    incremento de la capacidad procrecimiento econmico, expresadvariacin del PIB/hab. a lo largopo, hasta el punto de que algn ade Galbraith (1984), llegara agu

    l N h i

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    cin existente entre las tasas de ahorro einversin y los niveles de crecimiento es-

    perables, a partir de un estadio tecnolgicoy un nivel de productividad determinados.A este propsito se dedicaron los modelosde crecimiento, que como el de Harrod-Domar, alcanzaran tanta notoriedad.

    Sin embargo, lo anterior fue posible gra-cias a la adaptacin de otro supuesto, here-

    dado en parte de la tradicin clsica: la con-sideracin de que el bienestar de las perso-nas dependa, de manera directa, de la ri-queza global de los pases en los que vi-van7 . Si los pases prosperaban, sus habi-tantes tambin lo haran, lo que permitaevaluar los avances en trminos de desa-

    rrollo a partir de agregados y promediosnacionales, dejando en segundo plano lascuestiones relativas a la distribucin. Deesta manera, la atencin quedaba centradaen el Estado-nacin, no slo como mbitoprincipal en el que tomaban cuerpo los pro-cesos econmicos y sociales, sino tambincomo sujeto mismo del desarrollo. El desa-rrollo humano, el bienestar de las personas,pasaba a ser considerado as como unsubproducto del desarrollo nacional (Sut-cliffe, 1995).

    Pero la expresin del debate en trmi-nos agregados fue, a su vez, la antesala desu reduccin a un planteamiento meramen-

    te cuantitativo. En ese nuevo contexto, eldesarrollo comenz a ser algo medible,cuantificable, a travs del crecimiento eco-nmico y de las variables determinantes delmismo, continuando con los estudios sobrel bilid d i l i i i d

    terioridad8 . Los economistas pasaron atar con un marco conceptual -y uno

    trumentos- que, pese a algunas crticacitadas, la mayora de ellos considesuficientes para encarar el anlisis de llidad, y poder evaluar problemas, avay retos en los procesos de desarrollo. ello les permiti, adems, enfrentarestudio del nuevo escenario creado t

    fin de la Segunda Guerra Mundial, en eun buen nmero de pases que accedla independencia y se enfrentaban aldel desarrollo en el marco de un nmodelo de relaciones norte-sur. As, pases pasaran a ser el centro de atende la emergente economa del desar

    lo que se vio favorecido por el xito azado en el mundo industrializado popolticas keynesianas: superado el pesmo del perodo de entreguerras, la prpacin del desarrollo se trasladaba pases y las sociedades que, hasta entohaban dado muestras de un escaso mismo o de una menor modernizaciesta manera, nacan dos categoras dtas de pases: desarrollados y subdesarrol

    En efecto, de la mano de la economdesarrollo, y de la metodologa adoppor la misma, surgi un nuevo conhasta entonces desconocido en la jergdebate econmico: el subdesarrollo. El t

    no vendra a expresar la existencia deses ya desarrollados (cuyo modelo rsentaba en s mismo la idea de desary otros que se encontraban por debaaquellos, en una imaginaria escala p

    d d b i P i

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    Debate sobre el Desarrollo, Unceta

    algunos de los ms representativos estudio-sos del asunto sealaron la variedad de ele-

    mentos caractersticos de cada uno de lospeldaos de la escalera la tecnologa, lacultura, las instituciones, etc.,9 -, las limita-ciones inherentes a la metodologa y al ins-trumental adoptados acabaron por centrarla comparacin entre unos y otros pasesen la observacin del crecimiento, o de al-

    gunas variables asociadas a mismo comolas tasas de ahorro o de inversin. De estamanera, el subdesarrollo vendra a ser, msque cualquier otra cosa, la expresin de unaescasa capacidad productiva y de un dbilcrecimiento econmico. Como subrayaranSampedro y Berzosa (1986), refirindose cr-

    ticamente a la estrechez de las visiones con-vencionales sobre el tema, para stas elsubdesarrollo es la carencia de bienes; eldesarrollo su multiplicacin. Poda haber-se aplicado aquella nocin a diversos aspec-tos del bienestar humano, elaborndose,por ejemplo, rankings de pases en funcinde su mayor o menor nivel educativo, de lasalud de su poblacin, o de la eficiencia desus sistemas productivos en trminosmedioambientales. Sin embargo, la nocinde subdesarrollo aparecera vinculada des-de el principio al anlisis comparativo delas tasas de crecimiento existentes en unosy otros pases.

    Paradjicamente, este enfoque cuantita-tivo no se extendi a la propia definicindel desarrollo. Podran tal vez haberse plan-teado intentos por calcular el valor de los

    bienes y servicios per cpita quevel de precios dado, seran neces

    considerar que un pas haba llemeta del desarrollo. Sin embargo,Se conclua que un pas era subddo, o gozaba de un menor desaotro, en funcin de su PIB/hab. plelamente, no se estableca un crpermitiera explicar el desarrol

    mismos trminos, quedando estaun estado de notable imprecisisealara Sutcliffe (1995), entre lolistas en el tema apenas existagenrica a la hora de caracterizrrollo como algo que sera apmente similar a la situacin que

    los pases desarrollados, razn precisamente se les llamaba ascuencia, y dado que no exista unra, un punto de llegada a partir dno fueran necesarios sucesivos tos del PIB/hab. para alcanzar ello, se iba consolidando la apuecrecimiento ilimitado.

    Las primeras crticas a esta desarrollo no vinieron a cuestiondel crecimiento como fundamenmo. De hecho, es difcil observacias sobre este particular entre lnes dominantes de la poca y lastores que ms cuestionaron la co

    cial10 . Lo que hicieron los autoreralistas y dependentistas11 fue, ssealar algunas limitaciones de dteamiento, subrayando la existe

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    ferencias no slo cuantitativas sino tambincualitativas de carcter estructural- entre

    pases desarrollados y subdesarrollados, di-ferencias generadoras de relaciones de de-pendencia, capaces de dificultar, impedir,o estrangular el crecimiento econmico,pudiendo llegar a bloquear el proceso dedesarrollo. La propia nocin de subdesarro-llo fue paradjicamente adoptada sin ma-

    yor objecin por las corrientes crticas, sibien negando que fuera la expresin de unretraso propio de sociedades tradicionales,sino principalmente la consecuencia mismadel xito de los pases desarrollados. El sub-desarrollo, pese a su inicial connotacincuantitativa, fue adoptado como trmino

    para subrayar aspectos cualitativos -las di-ferentes caracterstica estructurales, existen-tes entre unos y oros pases-, hasta el puntode ser considerado por algunos como laotra cara del desarrollo (Frank, 1971).

    En definitiva, la impugnacin de la or-todoxia no vino a cuestionar la cada vezmayor identificacin del desarrollo con elcrecimiento econmico. Como sealaraHirschman (1980), la principal aportacinde las corrientes crticas fue la negacin dela tesis del beneficio mutuo, aquella segnla cual, el incremento del bienestar en lospases pobres no slo no perjudicara sinoque fortalecera el de los pases ricos. Fren-

    te a dicha tesis, estructuralistas y dependen-tistas vendran a poner el acento en la ne-cesidad de reformas capaces de modificarel carcter de las relaciones centro-perife-

    ria -o bien de una ruptura con el sistedesconexin del mismo-, como cond

    para hacer posible el desarrollo. Todossubrayaron las dificultades o la imposdad para avanzar por el camino recopor los pases llamados desarrollados,no cuestionaron que el crecimiento ecmico acompaado, eso si, de ciertos bios estructurales- fuese la principal y

    nica herramienta para salir del llamsubdesarrollo.

    De la evidencia de los primerosfracasos a la consideracin delmaldesarrollo

    Habran de pasar algunos aos paracoincidiendo con el fin de la segunda da para el desarrollo auspiciada por laciones Unidas, comenzaran a salir a lun conjunto de posicionamientos crcuestionando abiertamente la capacidacrecimiento econmico para superar edesarrollo y generar desarrollo, entenste como un incremento en el bienestlas personas.

    En efecto, a finales de los aos seseprincipios de los setenta, coincidieroversos planteamientos que, yendo algoall de las controversias habidas hasttonces entre los sectores oficiales y la

    rrientes crticas (asunto al que nos hreferido en el apartado anterior), vina poner sobre la mesa el debate sobnaturaleza misma de los procesos de

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    Debate sobre el Desarrollo, Unceta

    rrollo, y su capacidad para dar satisfaccina diversos imperativos relacionados con el

    bienestar humano.Un primer campo de crticas fue el rela-

    tivo a la pobreza y la desigualdad, dentrode lo que algunos denominaron elgiro so-cial de los aos 70 (Bustelo, 1998). Comosealara Seers (1969) resultaba difcil asu-mir que el grado de desarrollo hubiera au-

    mentado cuando la pobreza, el desempleoy el subempleo, o la desigualdad, no ha-ban disminudo, pese a los resultados ob-tenidos en trminos de incremento del PIB/hab. Diversos estudios llevados a cabo en-tre finales de los aos 60 y principios de los70 pusieron en evidencia que las elevadas

    tasas de crecimiento registradas durantems de dos dcadas en prcticamente to-das las regiones del mundo no haban ser-vido en muchos casos para absorber la po-breza o generar una mayor equidad, por loque dichas cuestiones comenzaron a consi-derarse referencias importantes a la hora deevaluar los xitos o fracasos del desarrollo.ste, tal como haba sido concebido, pre-sentaba claras anomalas, lo que plante lanecesidad de nuevas estrategias capaces decorregirlas. En se marco se inscribieron losplanteamientos del Banco Mundial sobreRedistribucin con Crecimiento (Chenery etal., 1976), o los trabajos agrupados en torno

    al conocido como enfoque de las Necesida-des Bsicas (Streeten 1981)

    La constatacin de estos problemas pusode manifiesto otro aspecto de la cuestin:las grandes limitaciones del PIB/hab. -comoi di d i d d i l

    el mismo significado un incremegreso que afectara a unos percent

    de la poblacin. Por otra parte, atudios evidenciaron que no slodisminuido las grandes diferencien muchos pases, sino que estaumentado notablemente a escacional. Si el subdesarrollo se expmeda fundamentalmente en t

    un menor ingreso per cpita resppases considerados desarrolladobjetivo de las polticas de desarcierre de la brecha Norte-Sur acrecimiento, entonces el fracaso clamoroso. No slo no se haba rbrecha, sino que la misma haba

    do, tanto en trminos absolutoscias entre el PIB/hab. de unos yses-, como relativos PIB/hab. deses como proporcin del de otros-tz, 1977).

    A la persistencia de los probciados a la pobreza y la desiguadra pronto a sumarse un segunde anomalas en el proceso de seguido, cuya constatacin commar fuerza a finales de los aos ssiglo XX: el de un todava incipprogresivo deterioro del ambienrecursos naturales. Algunos ciehaban llamado la atencin sob

    problemas, y debatido abiertamsus causas principales. Es el casodebate sostenido por Barry Cocentrando la crtica en la tecnologda y el modelo de crecimiento-, frE li h i

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    miento (Meadows et al, 1972) la que generun mayor impacto, y una nueva y signifi-

    cativa toma de conciencia sobre esta cues-tin.

    Los asuntos planteados ponan de ma-nifiesto las importantes afecciones negati-vas del modelo, tanto en el corto, como enel medio y largo plazo. A corto plazo, losproblemas se manifestaban en forma de

    nuevas enfermedades y riesgos para la sa-lud humana, como consecuencia de la con-taminacin del aire, de la mala calidad delas aguas, o de la congestin y el ruido12 ,as como en la creciente preocupacin porla destruccin de espacios naturales, todolo cual dio origen al surgimiento de fuer-

    tes movimientos de protesta en algunospases. Por otra parte, la influencia de es-tas cuestiones se dej sentir tambin en elmbito terico, en forma de algunas apor-taciones orientadas a lograr una mayor ar-monizacin entre las necesidades del bien-estar humano y las derivadas de la con-servacin de los recursos naturales. En estecontexto cabe enmarcar el surgimiento delconcepto de ecodesarrollo (ver Sachs, 1981),presentado por quien fuera Director delPNUMA (Programa de las Naciones Uni-das para el Medio Ambiente), MauriceStrong, quien se refiri a l ya en 1973. Bajoeste concepto las necesidades de las per-

    sonas y la utilizacin racional de los recur-sos deban y podan compaginarse en di-ferentes escalas geogrficas, entre las quelos mbitos locales y regionales las eco-rregiones- cobraban una especial relevan-i U d l i l id d d l f

    cin de la gente como garanta de uncionalidad ms prxima a los obje

    planteados.A medio y largo plazo, los probl

    advertidos eran an de mayor caladotamiento paulatino de recursos, prdibiodiversidad, desequilibrios ecolgiccales y globales, y alteraciones gravesclima. El paso del tiempo vino a corro

    aquellos temores. As, en 1992, un hico manifiesto firmado por ms de 1500tficos incluyendo cien premios Noalertaba sobre las consecuencias irrevbles del modelo actual de desarrollo, ydespus la Declaracin del Milenio dNaciones Unidas (2000), acabara se

    do que no debemos escatimar esfupara liberar a toda la humanidad, y stodo a nuestra descendencia, de la amza de vivir en un planeta irremediablete echado a perder por las actividademanas, y cuyos recursos ya no serncientes para sus necesidades. De tanera, si en lo inmediato algunos aspdel modelo de desarrollo generaban prmas para el bienestar de la poblacinpresados en enfermedades asociadascontaminacin o al ruido, y en nuevatologas derivadas del modo de vidapio de las grandes urbes, en el medio go plazo dicho modelo pona en ries

    propia supervivencia de la humanidatrataba, adems, de un conjunto de eletos que planteaban dificultades prmente insuperables para una economdesarrollo cuyo enfoque productivi

    d l l b l

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    Debate sobre el Desarrollo, Unceta

    La incapacidad del desarrollo realmen-te habido durante la expansin de la post-

    guerra para incorporar a las mujeres al idealemancipatorio del mismo, y para avanzaren una mayor equidad de gnero, fue eltercer gran problema planteado a princi-pios de los aos 70. Esther Boserup (1970)seal que las brechas registradas en la pro-ductividad laboral entre hombres y muje-

    res haban aumentado en los aos sesenta,relacionndolo con las estrategias de desa-rrollo llevadas a cabo, que haban margi-nado a las mujeres respecto de las activida-des productivas. El sesgo masculino de di-chas estrategias poda observarse tambinen otros mbitos, como el de la educacin

    primaria, comprobndose que los nioshaban sido escolarizados antes que las ni-as, aumentando as el diferencial tcnicoy cultural entre uno y otro sexo (Zabala,2006). Otros asuntos, como la consideracindel trabajo en el hogar, y la asignacin deroles en las distintas actividades econmi-cas y sociales, fueron objeto de atencin pordistintas autoras, evidenciando el fracasodel desarrollo a la hora de procurar unmayor bienestar para las mujeres, pero tam-bin en lo referente a su marginacin delproceso. Todo ello estara en la base delsurgimiento del movimiento Mujeres en elDesarrollo (MED) que constituira la prime-

    ra expresin de la incorporacin de la pers-pectiva de gnero a los estudios sobre de-sarrollo (vese Zabala, 1999, para una vi-sin ms amplia de la evolucin de la pers-pectiva de gnero en los estudios sobre de-

    ll )

    nos de otro. Las denuncias relausencia de libertades o a la vi

    derechos fueron aumentandomente al incremento del PIB/hpocos lugares. Ello afectaba, pote, a aquellos pases en los que ello econmico se haba planteafrmula del socialismo real, y enen bastantes casos se haban

    avances significativos en el plequidad. Pero tambin tena quregmenes dictatoriales que habdo fuertes tasas de crecimiento pectivos pases en base a la exabusiva de la mano de obra y cin de derechos laborales, e in

    la aparicin de otro tipo de regitoritarios y corruptos normalmun fuerte componente militarismerosos pases de Africa, Asia, Latina. Se evidenciaba as que sin productiva poda caminardas al incremento de libertadesnidades de las personas. Pero nen algunos casos, la restriccinbertades se haba justificado, prte, en nombre del desarrollo.

    El conjunto de estos fracasos dos vino a poner de manifiesto qrrollo, tal como haba sido concsus estrategas al finalizar la seg

    rra mundial, haba derivado en uno capaz de empobrecer a persciedades, de generarles prdidascidades, de identidad, de recursles), de restringir derechos y

    d d ilib

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    , N 7,14

    y otras zonas del planeta, y en un balancede poder claramente favorable a los pases

    llamados desarrollados. Algunos autores(Amn, 1990; Slim, 1998; Tortosa, 2001), hanutilizado el trmino maldesarrollo para darcuenta de algunos o de todos estos fraca-sos, que han acabado por afectar, aunquede distinta manera, tanto a pases conside-rados desarrollados, como a otros llamados

    subdesarrollados, as como a la configura-cin del sistema mundial. La idea de mal-desarrollo vendra as a expresar un fracasoglobal, sistmico (Danecki, 1993), que afec-ta a unos y otros pases y a la relacin entreellos (Fig. 1). Se trata pues de un conceptoque va ms all de la nocin de subdesa-

    rrollo, a la que englobara, para referir pro-blemas que afectan al sistema en su con-junto y que representan una merma en lasatisfaccin de las necesidades humanas y/o en las oportunidades de la gente. En elmomento presente, la consideracin delmaldesarrollo cobrara todo su sentido vin-culando su anlisis al de algunas de lasprincipales fuerzas que operan en la globa-

    lizacin. El mismo afectara al conjunla humanidad, aunque sus expresion

    siempre sean las mismas en unos y lugares.

    El pensamiento oficial en su labe

    Paradjicamente, y pese a las numsas seales ya existentes en aquellos

    sobre las carencias y limitaciones dedelo impulsado hasta entonces, los sres ms influyentes en la elaboraciestrategias de desarrollo -especialmenel campo de la economa- optaron poviar dichas seales y por concentratencin en los problemas relativos acimiento econmico derivados de la surgida en la dcada de 1970. Y enempeo, la correccin de los desequilimacroeconmicos constituy el priny casi nico tema de atencin, dandosupuesto que la superacin de los mirestaurara el crecimiento que, a ficuentas, representaba el nico objet

    perseguir.

    Desarrollo

    Progreso Crecimiento Maldesarhumano econmico

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    Debate sobre el Desarrollo, Unceta

    El fin de la expansin econmica quehaba acompaado y fundamentado- los

    procesos de desarrollo o maldesarrollo-habidos en unas y otras partes del mundoentre 1945 y 1970, vino a modificar algu-nos de los supuestos bsicos sobre los quehaba descansado el debate y la elaboracinde estrategias. Y en ese contexto, la enrgi-ca reafirmacin de los postulados ms or-

    todoxos -de la mano de la ofensiva conser-vadora iniciada a principios de los aosochenta-, se traducira en una encarnizadadefensa del mercado y en una contundentecrtica de la intervencin pblica en la pro-mocin del desarrollo, que segn esa pers-pectiva sera la culpable de buena parte de

    los fracasos cosechados, hasta el punto deque la propia economa del desarrollo lle-gara a ser blanco de fuertes ataques (veseentre otros Lal, 1985).

    La adhesin, con ms o menos mati-ces, a estos postulados por parte de lamayor parte de los gobiernos del mundo13

    favoreci un nuevo escenario caracteriza-do en general por un crecimiento dbil (siexceptuamos casos aislados como el chi-no, por otra parte con una economa fuer-temente dirigida), pero adems incierto,con numerosos episodios de inestabilidad(en esta cuestin es ilustrativa la perspec-tiva ofrecida en United Nations, 2006).

    Mientras tanto, se iban agravando algu-nos de los problemas planteados en elapartado anterior como sntomas del mal-desarrollo (incremento de las desigualda-des, agravamiento de las crisis medioam-

    bientales, o merma efectiva dechos humanos).

    Ello no obstante, la defensa smatices del mercado, y el nfasislibrio macroeconmico como faminante del desarrollo, continurando la evaluacin de los logrosos cosechados por unos u otros parte de algunos organismos com

    evaluaciones que, a su vez, condel apoyo financiero externo otorprocesos de desarrollo.

    Sin embargo, las claras limitla nueva ortodoxia, puestas de ya a finales de los ochenta por(Ajuste con rostro humano) l

    (Transformacin productiva con eqnieron a plantear la necesidad dque ms amplio, capaz de tenerla multidimensionalidad de los asociados al desarrollo y el biemano. Desde entonces, la evolpensamiento oficial sobre el dems concretamente el representapropuestas emanadas del Bancoha estado condicionada por una sin: por un lado, la generada psidad de incorporar al anlisis mlos problemas que iban surgiendencontraban respuesta en los platos ms ortodoxos. Y, por otro, l

    de las exigencias de cimentar cutrategia de desarrollo sobre el conterminadas variables macroecComo consecuencia de ello se propaulatino regreso a la agenda del

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    de algunos temas excluidos de la mismadurante la dcada de 1980, caso de la pre-

    ocupacin por la pobreza y la desigualdado del papel de las instituciones en el desa-rrollo.

    En este nuevo contexto, tanto en el Ban-co Mundial como en otras instituciones co-menz a plantearse la necesidad de consi-derar otros requisitos del desarrollo tales

    como la conservacin de los recursos natu-rales, la calidad de las instituciones, la equi-dad de gnero, la importancia del conoci-miento, o la participacin de la poblacin.Ello facilit el reconocimiento de otros de-terminantes del crecimiento y el desarrolloms all de la inversin en capital fsico,

    retomndose el debate sobre el capital hu-mano, y amplindose el mismo a la consi-deracin del capital social e institucional,el capital natural, etc., lo que se expresaraentre otros, en elMarco Integral del Desarro-llo, propuesto por el Banco Mundial en 1998,o en la idea de una Gestin ms general de

    Activos planteada por esta misma institu-cin en 2003.

    Pero, por otra parte, la inclusin de es-tos temas en el debate se producira sincuestionar algunos de los principales fun-damentos tericos y metodolgicos de laortodoxia: la identificacin del bienestarhumano con el crecimiento econmico, la

    evaluacin de ste en trminos agregados,la sola consideracin las actividades mo-netizables, o la prioridad casi absoluta delajuste macroeconmico sobre otras consi-deraciones. De esta manera, la evaluacind d i d l d

    la equidad de gnero, etctera) quedablegada a un segundo plano, bien por

    ficultad de ser medida en trminos mtarios, bien por la presin ejercida dlos crculos ms ortodoxos y/o desdgunas instituciones financieras internnales en favor de considerar otras pdades.

    La resultante de todo ello ha sido

    fluctuante y conflictiva evolucin delsamiento oficial del desarrollo14 , atraentre la reconocida necesidad de abrpuertas a otras perspectivas, y la dificde sacudirse el dominio de una ortodincompatible con una ampliacin del dte planteada con un mnimo de rigor.

    fondo, la historia de los ltimos aovenido a poner de manifiesto las limitnes de intentar enfrentar los retos del rrollo planteados en el siglo XXI comismas herramientas metodolgicalas que se contaba en el siglo XIX. La pectiva convencional lo que alguno

    venido a llamar el paradigma dominpretende lograr la cuadratura del cral subordinar las necesidades terimetodolgicas derivadas de los retopresente a los procedimientos y recursuna disciplina la economa-, sometisu vez, a un fuerte proceso reduccio

    por parte de los sectores ms influyeSin embargo, parece difcil que la incoracin de nuevas perspectivas al diagtico y al anlisis de los problemas asdos al desarrollo pueda llevarse a cab

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    Debate sobre el Desarrollo, Unceta

    Buscando un culpable: crtica de lamodernidad y reivindicacin del

    postdesarrollo

    Ms all de los vaivenes operados en elllamado pensamiento oficial, la percepcinde los fracasos cosechados por el tipo dedesarrollo que haba venido impulsndose-as como la constatacin de la existencia

    de numerosas victimas del mismo-, vinoa plantear un nuevo debate que ya no afec-taba slo a la va ms apropiada para al-canzar el desarrollo, o a los instrumentosms adecuados para promoverlo en cadalugar, sino que entraba de lleno en el cues-tionamiento del propio concepto. En estepunto, cabra distinguir dos grandes tiposde aproximaciones al asunto. Por una par-te, estaran aquellas dirigidas a reorientarel anlisis, a replantear la nocin de desa-rrollo, invirtiendo la tradicional relacinentre fines y medios que haba condiciona-do el debate a lo largo de dcadas. Desdeesta perspectiva, el error estribara princi-

    palmente en haber asumido una relacinautomtica entre crecimiento y bienestar,hasta el punto de hacer del primero la refe-rencia central de la estrategia, dejando enun segundo plano las necesidades e intere-ses vitales de la gente, as como las exigen-cias derivadas de la base de recursos exis-

    tente. Estos enfoques sern comentados enel siguiente apartado.Pero, por otro lado, se han ido haciendo

    cada vez ms presentes las ideas que con-sideran dicha relacin entre fines y medioscomo algo consustancial a la propia nocin

    ajustada de los deseos y aspiraciopersonas. As las cosas, no habr

    para redefinir y/o reconducir ello, ya que ste representara, imente, una forma de entender lahumana basada en el productdominio sobre la naturaleza, y de la modernizacin occidental, cmediable secuela de vctimas y d

    En esta lnea se sitan autores diSachs, A. Escobar, G. Rist, S. Latoaunque con matices distintos, comrechazo de la modernidad y la de valores universales, a la vez qden la necesidad de un anlisisrrollista.

    En realidad, el rechazo del codesarrollo se ha formulado desdnes no siempre coincidentes, ni damentos, ni en la expresin demiento. Ello ha dado lugar a la de formulaciones y trminos dist

    postdesarrollo, o ms all del desarrodose tambin a utilizar en ocasiomino antidesarrollo, como expresnegacin radical de la nocin dllo. Sin embargo, poco a poco setendiendo la nocin de postcomo trmino ms utilizado, asal rechazo de la modernidad comcia.

    Los defensores del postdesaten de constatar no slo los fracchados a la hora de promover ea escala universal, sino tambinen que la idea del desarrollo se

    di d d

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    modernidad y las fuerzas de la industriali-zacin, y tambin una idea capaz deprodu-

    cir historia, condicionando decisivamente laevolucin de las sociedades en unas y otraspartes del mundo (Rist, 2002).

    Uno de los temas recurrentes en la lite-ratura postdesarrollista es el de la destruc-cin y la marginacin generadas por lospases occidentales en nombre del desarro-

    llo, insistindose principalmente en los as-pectos culturales y en los valores de las so-ciedades sometidas a la expansin forzosade la modernizacin. En realidad, algunasde estas cuestiones ya haban sido repeti-damente sealadas y denunciadas con an-terioridad, como propias de sociedades so-

    metidas a los intereses de potencias exte-riores o del capital transnacional. Por ejem-plo, muchos autores estructuralistas y de-pendentistas haban apuntado dichos pro-blemas como caractersticos del subdesarro-llo, asocindolos a un modelo centro-peri-feria excluyente y generador de desigual-dades. Pero, desde dichos puntos de vista,

    el empobrecimiento o la marginacin noeran el resultado del desarrollo como tal,sino ms bien de su negacin en el seno deun sistema mundial regido por relacionesde explotacin y /o dependencia.

    Sin embargo, los defensores del postde-sarrollo se apartan de esta visin de las co-

    sas para denunciar que tanto el desarrollocomo el subdesarrollo son nociones quetienen su origen en un mismo tipo de

    aproximacin a la realidad, condiciopor una mirada occidental -y occiden

    zadora-, incapaz de comprender los res de las distintas culturas y civiliznes, y su aportacin al bienestar de lores humanos. Desde esta perspectivdestruccin causada por la expansicapitalismo formara parte intrnsecapropia nocin de desarrollo, y no s

    la forma que ste pudiera haber adopen trminos de explotacin o depencia. De hecho, autores postdesarrollcomo Latouche (2007), se refieren aasunto de modo contundente: El desllo es un concepto perverso, o Lo qmos o no, no podemos hacer que el

    rrollo sea diferente de lo que ha sidoconsecuencia, no tendra sentido hablsubdesarrollo, pues la aceptacin detrmino implicara necesariamente la contrario desarrollo. El subdesarroconsiderado as como un concepto intado por los defensores del desarrollo,definir en una clave abusivamente g

    ralizadora- las caractersticas propiasferentes de un amplio abanico de socdes. De esa manera, pases y regionemundo que haban sido anteriormenteminados y descritos desde distintas pectivas y preocupaciones, pasaropronto a ser conceptualizados como

    desarrollados15 .Las corrientes tericas postmod

    consideran que lo que se conoce como

    15 Refirindose al discurso de toma de posesin del presidente de los EE.UU. Harry Truman, en el qu

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    Debate sobre el Desarrollo, Unceta

    noma del desarrollo no es otra cosa que unaconstruccin intelectual destinada a justifi-

    car y promover la expansin de un modeloy unos valores los occidentales- como ne-cesario revulsivo para superar el supuestoatraso de sociedades caracterizadas porotras referencias culturales y otras formasde organizacin social y de relacin con lanaturaleza. Pero la reivindicacin del

    postdesarrollo va ms all de la simple cr-tica de la economa del desarrollo comoexpresin de una propuesta terica basadaen la defensa de la modernizacin y en laexpansin de la misma al conjunto del mun-do, pues niega tambin la propia posibili-dad de una teora capaz de explicar los di-ferentes aspectos que caracterizan el deve-nir de las sociedades humanas. Frente a ello,surge el rechazo de cualquier idea de pro-greso que indique una direccin comn (W.Sachs, 1992), y la defensa de diferentes dis-cursos y representaciones que no estnmediatizados por la construccin del desa-rrollo (Escobar, 2005).

    La vuelta a los orgenes: crtica delmaldesarrollo replanteando lanocin de progreso

    Sin embargo, como se he planteado msarriba, la crtica de la modernidad y la ne-

    gacin del desarrollo no han sido la nicarespuesta a la crisis planteada desde losaos setenta. Por el contrario, dicho enfo-que ha convivido, a lo largo de los ltimosaos, con un renacer del debate sobre el

    i i ifi d d l t b l

    lida, no slo en el plano terico,bin desde una perspectiva prc

    bsqueda de nuevas orientaciontiles que las anteriores para la ede estrategias de desarrollo han tespecial incidencia la nueva condel bienestar humano basada en de las capacidades, as como las derivadas de la base de recursos

    estar de las futuras generacioneEn las ltimas dcadas, la coen torno a las necesidades humcontradictoria relacin con el creconmico y con los procesos deconvencionales, vena estando enuna amplia y variada literaturachos temas. Algunas aportaciontraron en el cuestionamiento dedad otorgada al crecimiento sobfaccin de las necesidades bsica1981); otras criticaron la imposicpauta de necesidades basada emaca de la produccin ms quevo del bienestar (Scitovsky, 1976

    fin, se concentraron en la definicmarco conceptual para la identiflas necesidades humanas y la sde las mismas ( Doyal y Gough, 1Neef, 1993).

    Pero sin duda fue la crtica deSen al utilitarismo convencional l

    la puerta para una reformulacitual de la nocin de bienestar qura y requerira otra caracteriprogreso humano16 . As, el descolos resultados del desarrollo y l

    i d l i

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    medios17 , acercando las estrategias al obje-tivo del logro del bienestar humano, encon-

    traran en los postulados defendidos porSen el cauce y la metodologa adecuadospara dicho propsito.

    Las consecuencias de esta evolucin dela nocin de bienestar han repercutido enla propia caracterizacin del progreso hu-mano, con implicaciones fundamentales

    para la economa del desarrollo. La prime-ra de ellas es la necesidad de revisar los fi-nes y los medios del desarrollo, cuestinque afecta directamente al tratamiento deuno de los pilares de la estrategia seguida -la cuestin del crecimiento-, poniendo demanifiesto la conveniencia de juzgar el mis-mo en funcin de su contribucin al bien-estar, entendido como incremento de capa-cidades. La segunda repercusin es la cons-tatacin de que el bienestar humano nopuede considerarse como mero corolario deun desarrollo nacional estimado en tr-minos agregados. La tercera consecuenciaes la inadaptacin de los indicadores utili-

    zados convencionalmente para evaluar elbienestar, a la hora de plantear estrategiaso de analizar avances y retrocesos.

    En cuarto lugar, destaca la escasa utili-

    17 En realidad, la preocupacin por la deriva que estaba tomando la idea de progreso, y por la confusin

    fines y medios, vena siendo sealada y formando ya parte del debate desde hace dcadas. Por eje

    Galbraith (1967) alertaba ya sobre la evolucin adoptada por el capitalismo sealando que si segcreyendo que los objetivos del sistema industrial la expansin del producto, el aumento concomitan

    consumo, el progreso tecnolgico, las imgenes pblicas que lo sostienen- coinciden con la vida mentonces todas nuestras vidas seguirn al servicio de esos objetivos (...) Nuestros deseos y nuestrassidades se manipularn de acuerdo con las necesidades del sistema industrial (). Al final se telresultado global de una benigna esclavitud no ser la esclavitud del siervo de la gleba, pero no s

    libertad.

    dad de establecer categoras como desllo o subdesarrollo en base al anlisi

    ingreso, dado que ste es nicamencomponente aunque importante sin ddel desarrollo18 , y que desde el enfoqlas capacidades el desarrollo se conven una asignatura pendiente tanto pases ricos como para pases pobres.

    Por ltimo, en quinto trmino, la r

    tura de la nocin de bienestar propuestSen, y la consideracin del concepagencia, otorga un lugar central al promismo, invalidando la idea del desarcomo mero resultado. La propuesta desiderar el desarrollo como incremenlas oportunidades de las personas pavir la vida que deseen, adoptada pPNUD, trata, precisamente, de reflejaconcepcin.

    Sin embargo, la no correspondenctre el desarrollo realmente habido y cremento de opciones vitales para late expresado en capacidades y libdes, no ha sido la nica observada y

    lizada durante los ltimos aos. En to, adems de esta perspectiva, las nedades tericas derivadas del anlisisrelacin entre el bienestar presente y

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    Debate sobre el Desarrollo, Unceta

    las futuras generaciones han planteadootro campo de debate y reflexin sobre el

    concepto de desarrollo. Si hasta hace rela-tivamente poco tiempo, la consecucin delbienestar humano haba sido concebidopartiendo de unos recursos supuestamen-te ilimitados, la restriccin impuesta porla finitud de los mismos y la necesidad depreservar el equilibrio ecolgico han ve-

    nido a plantear una nueva dimensin enel debate: la que se deriva de estudiar ydefinir el desarrollo tambin en trminosdiacrnicos, de manera que el incrementode las oportunidades en el presente nopueda fundamentarse en una merma de lasmismas en el futuro.

    Estas preocupaciones han tratado deencontrar acomodo en la nocin de desa-rrollo sostenible, ampliamente utilizadadurante los ltimos aos. Pero dicho con-cepto es, hoy por hoy, objeto de fuertescontroversias. La versin ms difundidadel mismo, la contenida en el Informe Brun-dtland (Comisin Mundial del Medio Am-

    biente y el Desarrollo, 1987) presenta al-gunas ambigedades, principalmente enel tratamiento otorgado al tema del creci-miento, lo que ha facilitado su uso gene-ralizado casi siempre vacindolo de con-tenido por todo tipo de instituciones. Otrotema objeto de debate es el relativo al al-

    cance del concepto. En este sentido, algu-nos autores han sealado que la idea dedesarrollo sostenible remite, en sentidoestricto, al mantenimiento de la base delos recursos naturales (Gudynas, 2002),

    i l i l I f

    tualidad existe un amplio acuela escasa operatividad del concep

    so en los trminos propuestos forme Brundtland mientras no con mayor precisin criterios eres que permitan interpretar este la sostenibilidad de los procemicos y sociales (una interesantsobre el trmino desarrollo soste

    de verse en Naredo, 1997).En todo caso, y ms all de lversias existentes, una y otra perla del desarrollo humano y la debilidad- plantean una importanconceptual con la manera conveentender el desarrollo, reivindnecesidad de un nuevo examen y fines, la invalidez de los indicalizados, el anlisis en trminos dy no slo de resultados, y la conde diferentes mbitos espacialesde estudiar los diversos aspectoden en el bienestar humano. Toexige un replanteamiento de l

    desarrollo como meta a la que ahabran llegado, en tanto a otros ra an mucho camino por recor

    Tiene sentido insistir en la desarrollo?

    De acuerdo con lo apuntado etados anteriores, los estudios sobllo se debaten actualmente entre nes principales: a) los esfuerzos a ampliar el concepto pero sinmarco metodolgico; b) la neg

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    La primera opcin la defensa de unaidea de desarrollo basada principalmenteen el acceso a un nmero creciente de bie-

    nes y servicios y, por tanto, centrada en elcrecimiento econmico como proveedorde los mismos y como generador de in-gresos, es la que ha ocupado el centro deldebate durante casi dos siglos y la que haservido de fundamento a las distintas es-trategias desplegadas. Los intentos recien-

    tes por incorporar otras dimensiones al de-bate ms all del mero crecimiento eco-nmico chocan, como ya se ha dicho conlas limitaciones propias de la metodologaempleada. Ello hace que, por el momento,l b l h l

    no del proceso, y la restriccin de libdes, derechos, y opciones vitales de late, todo ello en un contexto de crec

    violencia e inseguridad humana mundo.

    La segunda opcin, que consiste negacin de un concepto universal dsarrollo, descansa sobre la necesidaprofundizar en las distintas visionesles, afirmando la diferencia entre ellas

    valores que, en cada lugar, pueden sde fundamento para el logro de un mbienestar humano. Esta segunda pertiva, no slo rechaza la idea del desara la que culpa de todas las calamid

    f id l h id d l l

    Figura 2: Ampliacin, negacin, y redefinicin del concepto de desarrollo.

    Ampliac

    concepdesarroDesarrollo

    Crecimiento Negaci

    econmico Maldesarrollo concep

    desarro

    Subdesarrollo

    Redefinicconcep

    desarro

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    realidad propias de la civilizacin occiden-tal, y para negar la diversidad social y cul-

    tural de las sociedades as caracterizadas.Desde esta visin del asunto, el problemano reside en las estrategias seguidas, sinoen la propia raz la defensa de la moderni-dad- de un concepto cuya aplicacin nopoda tener otro resultado. De hecho, la in-transigencia frente a cualquier intento de

    redefinir la nocin de desarrollo lleva a al-gunos autores postdesarrollistas, como La-touche, a arremeter duramente contra elpropio trmino de maldesarrollo: Inclusose cre para la ocasin un monstruo anta-gonista: el mal-desarrollo. Ese monstruo noes ms que una quimera aberrante. El malno puede alcanzar al desarrollo por la sim-ple razn de que el desarrollo imaginario omitolgico es por definicin la encarnacinmisma del bien (Latouche, 2007).

    Finalmente, en tercer lugar, estaran losintentos por revisar el concepto de desarro-llo, partiendo, al menos, de tres referenciasprincipales: la necesidad de superar el uti-

    litarismo convencional en la definicin delbienestar; los imperativos que se derivande una base de recursos limitada y finita; yla inexcusable toma en consideracin de losfracasos cosechados y de las innumerablesvctimas producidas en nombre del desa-rrollo. Desde la perspectiva de los dos pri-

    meros asuntos mencionados, el nuevo en-foque no puede descansar en la aceptacinde la dicotoma desarrollo/subdesarrollo comoexpresin de dos realidades, una de las cua-les sirve de modelo para la otra -que a su

    i l i l

    impiden el bienestar humano, psu expresin e intensidad pued

    distinta en unos y otros lugares.Sin embargo, este reconocimdebera ocultar la gran asimetraen la distribucin de las oportununas y otras partes del mundabarca por otra parte a un conjupectos que desbordan lo que h

    poco haba sido definido comodesigual en la literatura dependecho de otro modo, existe el riesla adopcin de un enfoque msobre el desarrollo, capaz de darlos problemas globales y de los en distintos tipos de sociedadellegar a ocultar en parte las grataciones que se derivan de la masimetra. En este sentido, la reivde un nuevo concepto de desarrcable a unas y otras sociedadeacompaarse de cambios profudistribucin mundial del poderecursos. Y, al mismo tiempo, l

    racin del desarrollo como pampliacin de las opciones vitgente debera contemplar, necete tambin, la existencia de prdiversas, en consonancia con elque millones de personas no topcin que la lucha diaria por

    tencia. Esto ltimo supone reconpese al necesario abandono del cto econmico como referencia futal y casi nica del desarrollo, olvidarse que, en determinadosl i d l id

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    gunos economistas del desarrollo que,como Perroux (1984), se preguntaban: El

    crecimiento, con qu finalidad, con quemiras? en qu condiciones el crecimientoes provechoso? Crecimiento para quin?para algunos miembros de la comunidadinternacional o para todos?

    Ahora bien, la apuesta por revisar enprofundidad el concepto de desarrollo, de

    manera que el mismo pueda representaruna referencia slida para el diseo de es-trategias perspectiva en la que se sitaquien esto suscribe no puede ser el resul-tado de un proyecto meramente volunta-rista, planteando, por el contrario, algunasexigencias que no pueden soslayarse. Laprimera es la que se deriva de un elemen-tal principio de realidad, que obliga a con-siderar las limitaciones existentes de parti-da, propias de un contexto marcado por eldeclive de los estudios sobre desarrollo ypor las deficiencias tericas y metodolgi-cas de una subdisciplina que han dado lu-gar a lo que Berzosa (2006) ha denominado

    el subdesarrollo de la economa. Y la segunda,la que tiene que ver con la necesidad de vin-cular el anlisis propuesto al estudio de lascaractersticas propias del sistema econ-mico en el que nos encontramos, como as-pecto esencial del tema que se desea enfren-tar ya que, como recuerda Martnez Peina-

    do los nuevos paradigmas de desarrollono se escapan del conflicto entre teora yresultado, entre concepto y medida, porque,en realidad, dicho conflicto es la imposibi-lidad de una teora del desarrollo, o de un

    d d ll i llid i

    cilitan que, desde posiciones postdesllistas, se insista una y otra vez en q

    intento carece de sentido y que lo mstfero es abandonarlo cuanto antes, tracadas de reorientaciones y fracasos ccutivos. As, mientras para W. Sachs (la idea del desarrollo permanece toden pie, como una especie de ruina, paisaje intelectual... (y) es hora de

    mantelar su estructura mental, G(2002) sugiere que las luces que hresplandecer la esperanza se han apagLa gran empresa que, tanto en el Ncomo en el Sur, haba comenzado trSegunda Guerra Mundial a fin de acela consecucin del desarrollo, est actdefinitivamente acabada. En generaargumentos esgrimidos desde esta pertiva apuntan a dos asuntos principaleun lado, al hecho de que gran parte dnuevas formulaciones sean incorporsin grandes problemas, al discurso olo que demostrara la ambigedad deideas que permiten jugar en distinto

    bleros (Rist, 2002); y, por otra parteconstatacin de que el refinamiento teora ha acabado por convertirse en uncicio meramente abstracto sin repercnes prcticas.

    Algunos (de los muchos)

    problemas pendientes

    As las cosas, el esfuerzo por redel desarrollo se vuelve una tarea comque no puede pasar por alto, ni dar palda a algunas cuestiones fundamen

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    otras muchas: Qu referencias tericas?Qu mbito de anlisis? Qu perspectiva

    metodolgica? Lgicamente, tampoco pre-tendo dar aqu una respuesta acabada aestas interrogantes, sino plantear algunoselementos que contribuyan a arrojar algode luz sobre las mismas, apuntando paraello caminos de reflexin o de debate.

    En primer lugar, a la hora de plantear

    algunas referencias bsicas que puedanaportar luz a un nuevo impulso de la ideade desarrollo, conviene tener en cuenta lanecesidad de diferenciar entre el pensa-miento ilustrado por un lado, y la moder-nizacin occidental como proceso histri-co global por otro. De acuerdo con esa pers-pectiva, las ideas ilustradas sobre el progre-so, surgidas en el siglo XVIII, habran sidoincorporadas al proceso modernizador y,al mismo tiempo, marginadas del mismo,especialmente en lo referente al abandonode las pretensiones reguladoras de la razn,de la teleologa histrica, o de la filosofadel progreso (Del Ro, 1997). La manera en

    que, con el tiempo, ha ido conformndosela vida econmica, poltica, social o cultu-ral no representa, necesariamente, la nicaplasmacin posible de aquellas. De ah quepueda ser conveniente volver la vista haciaatrs, y rescatar algunos aspectos del hu-manismo ilustrado, que fundamenten una

    nueva percepcin del desarrollo, y sirvan ala vez de referencia, tanto frente a quienespretenden profundizar en el actual mode-lo, como frente a los que, rechazndolo, nie-gan cualquier tipo de universalidad.

    P i d d i l

    rrollo centrada en la capacidad rtar de las personas y de hacerlo

    dicar las opciones de otras. En ltiempos, la preocupacin por laproducida en el tratamiento defines, y por las consecuencias deha consituido una preocupacinlo que se ha venido a llamar tirrollo (ver Goulet, 1999). En esa

    la perspectiva del incremento dedes y la de la sostenibilidad consimportante punto de partida, posu concrecin en conceptos comohumano y desarrollo sostenible planun interrogante, dado el uso y se ha hecho de los mismos.

    Ambas aproximaciones exprechazo hacia la orientacin segumayor parte de los enfoques conles marcada por una visin reddel bienestar, por un manifiestovismo, y por desconsideracin draleza y de la base fsica de recurello no significa que puedan fus

    manera automtica para dar lnuevo paradigma. Como ha secliffe (1995), la conveniencia deestos dos conceptos crticos del de estudiar sus relaciones, y de estrategias que tengan en cuentarimientos de ambos, no puede o

    a menudo, los intentos por preseforma conjunta reflejan ms las tenciones que la coherencia aneste contexto, el anlisis de los reqtos que plantea el avance hacia u

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    principales para una nueva nocin de de-sarrollo: generacin de medios de vida,

    equidad, sostenibilidad, y empoderamien-to, que bien podran interpretarse como susdimensiones econmica, social, ecolgica,y poltica.

    El mbito de anlisis del desarrolloconstituye otro de los grandes temas quees preciso dilucidar para poder dar nuevos

    pasos hacia adelante. Si histricamente eldesarrollo fue estudiado y evaluado sobretodo en el marco de los Estados-nacincomo principal y casi nico espacio eman-cipatorio, hoy en da su examen requierecontemplar procesos que operan e interac-tan en diferentes mbitos y escalas, dan-do lugar a dinmicas cuyo anlisis se hacems y ms complejo. Desde esta perspecti-va, es preciso considerar, en primer trmi-no, los procesos globales, como reflejo dela incontestable universalidad del desarro-llo en la actualidad. Es cierto que no existeuna cultura universal, ni la misma percep-cin de algunos fenmenos en unos y otros

    lugares. Cierto tambin que los anhelos dela gente se encuentran tamizados por dis-tintas referencias locales. Pero, ms all deestas consideraciones, la vida de todas laspersonas se ve afectada por la globalizacin,por una universalidad fctica (Corominas,2007) que condiciona la existencia de los

    seres humanos a travs de una compleja ytupida red de relaciones de interdependen-cia.

    En ese contexto, la apelacin al relati-vismo cultural y la negacin de valores uni-

    l d b i d i

    trumentos para enmascarar los vnreales de explotacin y marginacin

    tentes en el mundo, y que son el origesufrimiento de millones de seres humy de la ausencia de oportunidades pamismos. Adems, la reivindicacin dferencias bsicas que permitan disponcdigos compartidos, capaces de asegla ampliacin de capacidades desde

    bertad y la igualdad de derechos, no ica en modo alguno negar la diversidadtural, ni la potencialidad para el desllo humano y la sostenibilidad de folocales de organizacin social compacon aquellos19 . De ah la importancvincular la reinterpretacin del concepdesarrollo al anlisis de los mecanismregulacin globales que permitan el imso del desarrollo humano y la sostendad en unos y otros lugares; que posten, en suma, que el desarrollo de la glizacin no obstaculice la globalizacidesarrollo, entendida sta como la unsalizacin del bienestar humano .

    Sin embargo, la consideracin de referencias y un marco globales no pplantearse en oposicin a la diversa dad de los procesos de desarrollo en y otros lugares. A este respecto, sonchas las aproximaciones llevadas a calos ltimos tiempos a la nueva realida

    territorio no ya como mbito, sino tamcomo sujeto mismo de los procesos dsarrollo. La revalorizacin de los esplocales y el aprovechamiento de las pcialidades propias de los diferentes

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    perspectiva, pilares de una estrategia capazde operar en diferentes escalas, frente a

    planteamientos meramente defensivos oparticularistas ante el fenmeno de la glo-balizacin. Por lo que respecta al mbito delos Estados nacin, no puede obviarse quelos mismos siguen constituyendo una rea-lidad capaz de condicionar aspectos rele-vantes de los procesos de desarrollo, por

    ms que hayan perdido buena parte de sucapacidad de gestin sobre los mismos. Fi-nalmente, es preciso considerar asimismola articulacin entre unos y otros mbitos,entre unos y otros procesos, lo que tiene quever con el margen de maniobra existente enlos distintos espacios econmicos y socia-les (Martnez Gonzlez-Tablas, 2002), ytambin con el diferente rol que las institu-ciones pueden desempear en unos yotros20 .

    Por ltimo, y refirindonos a perspecti-va metodolgica, es preciso subrayar queel empeo de redefinir el desarrollo desdeuna nueva visin acorde con los problemas

    y retos del momento presente, requiere laadopcin de un enfoque pluridisciplinar.Frente al sesgo economicista dominante enlos estudios sobre desarrollo a lo largo devarias dcadas, los defensores del postde-sarrollismo ponen el nfasis en la adopcinde un enfoque principalmente antropol-

    gico. Sin embargo, tanto la multidimensio-nalidad de la idea de desarrollo, como lainteraccin y articulacin entre los mbitosdel mismo, requieren del concurso de dis-tintas aproximaciones que van, desde las

    di i l i i l i

    prescindibles como son la ecolrelacionada con la informacin y

    nicacin.Adems, los debates tericodesarrollo son inseparables de latas concretas que puedan derivamismos, lo que dificulta la acepcualquier paradigma cuya traductica sea difcil de plasmar. Ello o

    especial esfuerzo en el terreno luacin, propiciando la bsquedrencias precisas que permitan valces o retrocesos en trminos de dlo remite al complejo asunto de dores. A este respecto, es precisrar no slo la diversidad de lossimples y compuestos, cuantitatlitativos, sino tambin sus propciones como herramientas de ael anlisis de unos procesos en lospre existir un margen para la icin y que, como expresin de dad social viva, nunca podrn sdos a un nmero.

    Los intentos por cuantificarconcretos de los procesos de desquerirn la utilizacin de magninormalmente son utilizadas en dcientficas diversas. En ese sentdicional expresin monetaria deces y retrocesos en trminos de

    asocindolos nicamente concomo el PIB, el consumo, el ahorversin, resulta completamente toria cuando se pretende adoptaque multidimensional. Adems,

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    cios correspondiente no es en modo algu-no un proceso inocente. Como seala Gu-

    dynas (2002), refirindose a la valoracineconmica del medio natural, dicha asig-nacin refleja un tipo de racionalidad muyconcreta, basada en aspectos como la maxi-mizacin de beneficios o el uso utilitaristade los recursos naturales. Ello obliga a con-templar nuevas metodologas de medicin

    y evaluacin capaces de abarcar un mayornmero de indicadores y de variables ex-presadas en distintas magnitudes (unida-des de energa, aos de esperanza de vida,huella ecolgica, etc.), as como tambinotros aspectos cualitativos difciles de cuan-tificar, todo lo cual refuerza la necesidadde la reclamada aproximacin multidisci-plinar.

    Para terminar, quisiera subrayar que losesfuerzos encaminados a la revisin delconcepto de desarrollo no pueden obviarla trayectoria seguida durante largas dca-das por la economa del desarrollo y, msen general, por los estudios sobre desarrollo.

    No se parte de cero, sino de la considera-cin y el estudio de una trayectoria ante-rior con errores pero tambin con impor-tantes aportaciones-, de la que se despren-den algunas enseanzas fundamentales.Por una parte, la constatacin del fracasoasociado a una nocin productivista, depre-

    dadora de recursos, y muchas veces con-traria a los anhelos y aspiraciones de laspersonas, una forma de entender el desa-rrollo que, como hemos sealado, ha deri-vado en maldesarrollo. Pero, por otra par-

    i di h f

    plasmacin histrica sobre unos y otrgares, y unas consecuencias bien dis

    sobre unas y otras sociedades. Ni el msarrollo ha tenido las mismas repercnes para unos que para otros, ni la made las vctimas han estado ni estn-centradas en las mismas regiones del do. Por ello, la ya manifestada necede superar la dicotoma conceptual

    rrollo/subdesarrollo, por no respondercuadamente a las exigencias de un mterico como el que hoy se requierpuede suponer el abandono de la equcomo referencia esencial a la hora de azar los procesos21 . Porque el rechazo lizar categoras comopases desarrolla

    pases subdesarrollados en los trminos edichos conceptos han sido planteadosta hoy, no significa obviar una realidaracterizada por la enorme desigualdaoportunidades que tienen los seres hnos en unas y otras zonas del planeta ybin, de manera creciente, dentro depas.

    El conjunto de reflexiones planteadpretenden reducir el debate a una cuemeramente conceptual, como si el loguna mayor precisin terica sobre elcepto de desarrollo dotase automticate a ste de alcance prctico, al margelos intereses en presencia, de la relaci

    fuerzas sociales, en definitiva, al margla poltica. Pero no es menos cierto qteora ha sido muchas veces utilizada coartada para tomar decisiones polpor lo que los avances que puedan

    l i i i d l

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    medida, a restringir el campo argumentalde quienes contra tantas evidencias se

    empean en mantener viejos postulados, ascomo a dotar de fundamentos ms slidosa aquellas propuestas orientadas a transfor-mar la realidad con el objetivo de ampliarlas opciones vitales de las actuales y las fu-turas generaciones, es decir, orientadas aldesarrollo de las personas y las sociedades.

    Eplogo: desarrollo, maldesarrolloy crisis

    Cuando este ensayo ya estaba prctica-mente ultimado, una nueva variable ha ve-nido a sumarse al conjunto de elementosque condicionan los procesos de desarrollo

    en la actualidad. En efecto, una grave crisiseconmica, de proporciones desconocidasdurante las ltimas dcadas, amenaza laexistencia de millones de seres humanos enunas y otras partes del mundo, y condicio-na las estrategias de gobiernos y organis-mos multilaterales en pro del bienestar y el

    desarrollo.La primera interrogante suscitada poresta nueva crisis es la que se refiere al ca-rcter de la misma. Estamos ante un fen-meno coyuntural, ante una manifestacinde la vulnerabilidad caracterstica del ca-pitalismo global de de nuestros das, la cual

    encontrar ms pronto que tarde mecanis-mos de correccin como apuntan algunos, o nos encontramos, por el contrario, anteuna crisis sistmica como sealan otros?En nuestra opinin, y con independenciade aspectos ms o menos coyunturales que

    Con toda seguridad, sern baque insistan en explicaciones p

    circunstanciales sobre los problemsencia, negndose a aceptar su ctructural. Ello se manifestar enpropuestas que centren de nuevcin en la brusca interrupcin miento econmico, tras aos de oe incluso euforia o, en el mejor de

    en anlisis y propuestas que trmar los aspectos ms lacerantepattico liberalismo defendido dnos crculos del poder econmicco. Ello derivar probablementeteratura sobre la crisis alejada poto del debate sobre el desarrolloculada de algunos de los problgraves que amenazan en unos cpiden en otros, el bienestar de lde la humanidad.

    Sin embargo, sea cual sea lade la crisis y su impacto sobre el to en el futuro ms prximo, lo cilos elementos generadores de m

    llo seguirn presentes si no se addidas correctoras de carcter ePero, adems, cualquier intento racin del crecimiento que se asilas mismas bases de antes y, poplantee de espaldas a la equidadnibilidad, o los derechos human

    abocado a nuevos episodios de dad, cada vez ms recurrentes. cierto es que, pese al intento de aexhibirlo como el indiscutible tactual modelo de globalizacin

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    Poco tiempo atrs, en un artculo con C.Berzosa, sostena que el fuerte crecimien-

    to de la economa mundial especialmenteen algunas zonas del planeta- hace que al-gunos toquen las campanas en seal de j-bilo. Los negocios florecen y las perspecti-vas empresariales hablan, en general, de unfuturo prometedor, en el que la producciny la venta de bienes y servicios es previsi-

    ble que contine aumentando. La tarta seampla, y con ella las expectativas de nego-cio. Sin embargo, frente a este alborozo, nodebera perderse de vista que el incremen-to de las desigualdades y la incapacidadpara contener extensin de la pobreza enmuchas zonas del planeta, constituyen, jun-to a la amenaza del cambio climtico, algu-nos rasgos que caracterizan el actual patrnde crecimiento () Por ello, en las actualescircunstancias, conviene subrayar que laeconoma mundial est creciendo de formadesequilibrada, en base a un modelo des-integrador en lo social y depredador en loecolgico, insolidario frente a quienes hoy

    sufren privaciones, y tambin con quienesan no han nacido. Un modelo que, en de-finitiva, puede acabar volvindose contrasus impulsores, desvaneciendo las optimis-tas expectativas trazadas por algunos y, loque es peor, llevndose por delante a mu-cha gente que todava hoy, entrado ya el

    siglo XXI, sigue esperando, en muchos lu-gares del mundo, una oportunidad parasalir de la pobreza. La economa mundialcabalga, pero lo hace a lomos de un tigre,en cuyas fauces puede acabar devorada (C.B K U 2007) H d

    Si nos atenemos a lo ocurrido en momentos de la historia, podemos o

    var que las crisis han tenido distintostos en el debate sobre el desarrollo. Asejemplo, las cuestiones del medio y ego plazo que ocuparon y preocuparonpensadores clsicos en una fase de exsin como fue el siglo XIX, dejaron pcamente de estar presentes durante e

    rodo de entreguerras, en el que las prpaciones por el corto plazo, derivadla gravedad de la crisis, centraron toatencin del debate. En cambio, unasentadas las bases de la recuperacinla revolucin keynesiana, el inters pofinir y estudiar los instrumentos generes de progreso y bienestar volvi a hse presente, dando como resultado egimiento de lo que se conocera como lanoma del desarrollo en las dcadas priores a la segunda guerra mundial.

    Lo sucedido tras el fin de la expande postguerra y el comienzo de la crislos aos setenta del pasado siglo re

    algo ms complejo si bien, en trminobales, volvi a repetirse de nuevo la ridad por el corto plazo y el abandonlos debates sobre el bienestar. Las pcas de raz keynesiana, concebidas patrategias de desarrollo de carcter nnal, se mostraron ineficaces para gest

    el surgimiento de nuevos condiciondel proceso productivo, facilitando reaparicin en escena de las propuliberales que, si en un principio fupresentadas como salida coyuntura

    i i i

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    Pero ms all de los diagnsticos y delas propuestas sobre la necesidad de reser-

    var al mercado el protagonismo casi ex-clusivo del proceso econmico, la nuevaortodoxia neoliberal se llev por delantealgo de suma importancia, que haba lo-grado cuajar como referencia casi obliga-da en el debate econmico y poltico: laidea del bien comn, de la existencia de

    intereses colectivos, cuya garanta se en-contraba necesariamente vinculada al pa-pel de las instituciones pblicas, y a la no-cin de Estado social y democrtico dederecho. De esta manera, la nueva reivin-dicacin del inters individual como mo-tor del progreso, y de la competencia frentea la solidaridad como fundamento del or-den social constituiran el germen de dis-tintos problemas sociales (vinculados alincremento de las desigualdades y de lamarginacin de amplios sectores), ecol-gicos (como consecuencia de la prioridadotorgada al consumo, y a la codicia y larentabilidad a corto plazo, frente a la efi-

    ciencia y a la preocupacin por las futurasgeneraciones), y polticos (abandonndo-se la prioridad de los derechos humanosfrente a los intereses empresariales y per-mitindose una paulatina degradacin dela democracia, a la vez que un aumentode la violencia y de los conflictos).

    Como ya ha sido apuntado ms atrs, elbalance de las ltimas dcadas no puedeser menos favorable desde el punto de vis-ta de la evolucin de los problemas delmaldesarrollo que comenzaron a manifes-

    d l i i d l L

    mula universal capaz de encarngreso humano, como modelo

    mente triunfante frente a todos ldos con anterioridad.En estas circunstancias, no e

    ver las consecuencias que la crpuede tener en los debates sobrrrollo. Es probable as ha sucedidocasiones que todos los esfuer

    cos e intelectuales se concentren rar cuanto antes y a cualquier senda del crecimiento econmicoconsecuencia, queden postergadquiera otras consideraciones, inrelativas a la equidad, la sostenlos derechos humanos, ahondnlas caractersticas del maldesarrnos hemos venido refiriendo. Etener xito, una estrategia de podra satisfacer los intereses y ciones de corto plazo de los grupmicos y sectores sociales con mdad de incidir en la opinin pbtoma de decisiones polticas, en

    to de un desarrollo humano y capaz de representar una alterbienestar universalizable, a la vezpatible con los derechos de las fneraciones. Pero ello no podra ecurrente irrupcin de crisis socbientales y polticas, inherentes

    delo econmico desequilibradocrecientemente inestable. De ahdad y la urgencia de plantear ala la actual crisis econmica que vall de lo coyuntural y que, en ln

    i i d l d ll h

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    Febrero 2002.N 2. Ecuador: un modelo para Amrica Latina? Dos aos de dolarizacin. Alb

    Acosta[Ecuador] Febrero 2002.N 3 - Argentina: anatoma de una crisis. Joachim Becker[Austria] Junio 2002.N 4. Es posible el desarrollo sostenible en el orden internacional emergente? H

    Mansilla[Bolivia] Julio 2003.N 5 - Globalizacin o desglobalizacin esa no es la cuestin. Algunos comenta

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