carta a las y los jóvenes de méxico
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8/17/2019 Carta a las y los jóvenes de México
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Educere
ISSN: 1316-4910
Universidad de los Andes
Venezuela
de Sousa Santos, Boaventura
Carta a las y los jóvenes de México
Educere, vol. 18, núm. 61, septiembre-diciembre, 2014, pp. 593-594
Universidad de los Andes
Mérida, Venezuela
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=35639776023
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Carta a las y los jóvenesde México
Boaventura de Sousa Santos
M
e dirijo a todos mis amigos y a todas misamigas de México. Si me permiten, me di-
rijo en especial a ustedes los jóvenes y las jóvenes de México.
Una conmoción atraviesa todo el mundo por el horrorde la masacre de los jóvenes de la Escuela Normal deAyotzinapa, Guerrero, y en particular por el horror delos detalles con que se ha cometido esta acción. Com- prendo su gran angustia, rabia y perplejidad: ¿Quétipo de sociedad es esta que permite que gente apa-rentemente normal como nosotros cometa crímenestan detestables? ¿Qué Estado es este que parece in-ltrado hasta los huesos por la narcoviolencia? ¿Quédemocracia es esta que invita a la resignación ante
enemigos que parecen demasiado fuertes para poderser combatidos, mientras se aprueban leyes que cri-minalizan la protesta pacíca (como las leyes bala ymordaza)? ¿Qué policía es esta que es cómplice conla desaparición forzada y tortura de ciudadanos ino-centes? ¿Qué política educativa es esta que persiguea la educación rural y no permite que estos jóvenessean héroes por la vida comunitaria que promueven,sino mártires por la muerte horrorosa que sufren?¿Qué comisiones de derechos humanos son esasque existen en ese país, que están ausentes y omi-sas ante crímenes de lesa humanidad mientras que
los verdaderos activistas de derechos humanos sonasesinados? ¿Qué mundo es este que sigue elogiandoel Presidente de la República por el simple y únicorelevante hecho de haber entregado al imperialismola última riqueza del país que restaba en manos de losmexicanos?
Sé que son demasiadas preguntas, pero lo peor que podría pasar sería que ustedes se dejasen dominar por la magnitud de ellas y se sintieran impotentes.La contingencia de nuestra vida y de nuestra socie-
dad está dominada por dos emociones: el miedo y laesperanza. Sepan ustedes que esta violencia desatadase dirige a su resignación, dominados por el miedo
y, sobre todo, por el miedo de la esperanza. Los po-derosos criminales saben que sin esperanza no hay
resistencia ni cambio social. Sabemos que es difícilescapar al miedo en condiciones tan dramáticas comolas que viven. El miedo no se puede eliminar, pero loimportante es no rendirse al miedo, sino tomarlo enserio para poder enfrentarlo y superarlo ecazmente,a eso le llamamos: esperanza. Ustedes tienen la fuer -za para salir de esta pesadilla, resistir a la ilegalidady violencia institucionalizadas y construir una alter -nativa de esperanza. Para eso es necesario organiza-ción, respaldo popular y una clara visión no solamen-
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te política, sino también ética de una sociedad dondesea posible vivir con dignidad y en paz.
Hay varias opciones y no me sorprende que uste-des las contemplen todas. Sé que algunos buscancriar zonas autónomas, libres de opresión y de do-minación. Tales zonas liberadas son fundamentales
como espacio de educación, para que ustedes mues-
tren unos a los otros que es posible vivir de maneracooperativa y solidaria para que cada uno y cada una pueda decir: yo soy porque tú eres. Pero más allá delas zonas liberadas es necesario enfrentar el poder político, económico y cultural que oprime y aterrori-za. Para eso hay dos opciones básicas y estoy seguroque ustedes analizan las dos con mucho cuidado: porun lado, la lucha armada, por otro, la lucha pacíca,legal e ilegal. Si me permiten, les digo que la historiamuestra que la primera es irrenunciable solamente
cuando no hay otra posible alternativa. La razón essimple: la lucha armada difícilmente tiene respaldo
popular si obliga a sacricar la vida para defender lavida. La pregunta es ¿hay espacio de maniobra parauna alternativa pacíca? Humildemente pienso quesí porque la democracia mexicana, a pesar de estarmuy herida y violada, está en nuestro corazón, como bien demuestran sus luchas contra tantos y sucesivosfraudes electorales. Miren la experiencia del sur de
Europa, donde el desespero de los jóvenes está dan-do lugar a innovaciones políticas interesantes, parti-dos-movimientos que asumen internamente los pro-cesos de democracia participativa, donde los rostrosconocidos son voceros de procesos de deliberaciónmuy creativos en que participan miles de ciudadanosy ciudadanas. Y subrayo, ciudadanos y ciudadanas.
Lamentablemente, en muchos países, y México no esexcepción, las tradiciones de lucha tienen estilos bas-tante autoritarios, estilos machistas verticales. Hayque profundizar a ese nivel la democracia participa-tiva, sobre todo cuando sabemos que las mujeres hansido tantas veces blancos privilegiados de los sica-rios. ¿Será posible en México un nuevo partido-mo-vimiento organizado por las jóvenes y los jóvenes?Ustedes saben la respuesta. Mejor aún, ustedes sonla respuesta. No va ser fácil porque los señores del poder van intentar criminalizar su lucha pacíca. Hayque asumir el costo de la resistencia pacíca aunqueésta sea declarada ilegal, asumir ese riesgo en nom- bre de la esperanza. El miedo de la ilegalidad tieneque ser enfrentado con la convicción de la ilegalidaddel miedo. Ahí está la esperanza.
Un abrazo solidario.16 de noviembre de 2014.
B o a v e n t u r a d e S o u s a S a n t o s -
C a r t a a l a s y l o s j ó v e n e s d e m é x i c o