carta
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carta de una docente a otraTRANSCRIPT
A mis docentes
Algunos años después, rememorando sus pasos en mi, cómo huellas, marcas vivas que se
actualizan al caminar, por este patio vacío y oscuro. Y el eco ‐de tantos que pasaron por aquí‐ se
funde con lo nuevo, con los nuevos ….dando inicio a la jornada escolar.
Siento mi cuerpo todo, reviviendo, repasando, pensando…. Muchos hemos andado por sus aulas,
pienso muchas veces en ustedes, en la institución que llamamos escuela‐ En los que pasaron por
ella como si nada les hubiera pasado, en los que no pudieron pasar y fueron rechazados, en los
exitosos y premiados, en los que ni siquiera pudieron entrar.
Hoy los pienso especialmente aquí, en este inicio del día porque será el primero como profesora y
exploró en mis recuerdos, cuanto de ustedes influyó en esta que hoy puedo ser.
Me recuerdo: una alumna perfecta, perfectamente desconocida que logró pasar con éxito todo el
secundario, quietita, en silencio, hasta me sobro tiempo ¿Me sobró obediencia? ¿me sobró
disciplina? ¿faltaron desafíos?¿deseos? ¿cuando ingresamos el deseo al aula?
Saqué 5! 8! 10! 2! Me quedé!, “Me llevé dos”, “aprobé!” “no me dio el promedio” de esto parece
que se trata la escuela, de números, de un complejo ejercicio de suma, división y promedios que
permiten sobrevivir, permanecer.
Permanencia y egreso, son los indicadores del éxito escolar. Pero ¿cómo? ¿Cómo debe ser esa
experiencia de permanecer y egresar? Siempre me pregunto... ¿Qué aprendí y qué me faltó
aprender? ¿qué experiencias me perdí?
Cómo marcas a fuego, en el cuerpo, en la memoria me queda la espera, la entrega de las notas, las
listas recitadas en público. Un ambiente tenso, el aula en total silencio, como filas que esperan ir
al matadero. En esos minutos interminables, un nudo que comenzaba en la panza y se expandía
por todo el cuerpo. A pesar de ello, cada uno de nosotros generamos estrategias, las posibles, para
acomodarnos a estas etiquetas y “sobrevivir” a la escuela. Mi táctica ha sido ser la chica silenciosa,
amable, que se adapta para el afuera y por dentro una revolución.
Me sigo preguntando: ¡¿Los profesores tenemos algo importante que decir y que sea importante
para todos o la mayoría?, ¿por qué tantos compañeros míos, de aquellos años, fueron invisibles
para todos mis docentes? ¿Habrá alumnos que hoy yo no pueda ver?
Siento el cansancio de 5 millones de años de humanidad y poco más de un siglo de escuela en
nuestras espaldas expresadas en la fugacidad de una clase de 40 minutos donde hay que decirlo
todo. ¿Para quién? Y en ese momento tantos ojos fijos, unos que nos evitan, otros que nos
resisten y otros que no podemos ver. ¿què hacer con la mirada, la nuestra, la de ellos, la de otros,
la de todos para que se encuentren?
Busco motivos… motivos para ser docente, motivos para verme y ver a otros, motivos para gustar
y des gustar de este hacer. MOTIVOS PARA EXISTIR Hoy en este primer día como docente, me
pregunto.. ¿De qué se van a acordar mis alumnos? ¿Qué conocimientos les quiero dejar? ¿Cómo
hacer para que en la escuela convivamos todos sin dejar de ser lo que cada uno es? ¿cómo hacer
para que mis clases sean espacios donde lo común, la comunidad, el afuera tengan vida? ¿es
posible romper esta burbuja que me contiene? esta soledad que a veces devasta, ¿animarnos al
otro, colega, compañero, institución? ¿qué estamos dispuestos a negociar y que no? ¿còmo hacer
para que la misma escuela sea importante para todos, sin que domestiquemos a nuestros alumnos
y sin que ellos nos domestiquen?
Camila