carpintero redondo_legado de nicholas georgescu

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  • 8/9/2019 Carpintero Redondo_Legado de Nicholas Georgescu

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    1. Introduccin

    La mayora de las veces, las relaciones que, como economis-

    tas, hemos emprendido con nuestros mayores incluidos

    desde autores clsicos a otros ms recientes en quienes r econo-

    cemos cierta autoridad intelectual no han podido escapar a un

    recurrente sentimiento de ambigedad. As, del mismo modo

    que no nos import apelar a su venerable juicio para otorgar

    credibilidad y raigambre histrica a la ltima de nuestras apor-

    taciones, tampoco tuvimos inconveniente en desacreditar comoya superadas las novedades tericas que hundieron sus races

    en aquella respetable tradicin que poco antes se defenda. El

    panorama se complica an ms cuando e ncontramos en nuestro

    camino algn clsico que, simultneamente, es r eclamado por

    diversas disciplinas o por diferentes tradiciones dentro de un

    mismo saber cientfico. El destino de estos ltimos suele variar

    entre el mayor de los ostracismos o el sincero reconocimiento

    de la comunidad acadmica.

    Algo de lo anterior se vislumbra a travs de un recorrido por

    el pensamiento de un cientfico social como George scu-Roegen ,

    al que sin dificultades podemos denominar como uno de los

    economistas eminentes de nuestro siglo1. Dicho recorrido es

    necesario si pensamos que el maltrecho dilogo transdiscipli-

    nar y en particular el de la economa con las ciencias de lanaturaleza al que poco a poco se someten los diferentes sabe-

    res, puede encontrar algunas ventajas nada de spreciables en el

    conocimiento de las aportaciones de uno de sus ms relevantes

    cultivadores en el presente siglo.

    JULIO-AGOSTO 1999 NUMERO 779

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    TRIBUNA DE ECONOMIA

    * Departamento de Historia e Instituciones Econmicas y EconomaAplicada. Universidad de Valladolid.

    El cruce de caminos que significan los aspectos econmico-ecolgicos (bioeconmicos en sentido amplio) reco-

    gidos en la obra de Georgescu-Roegen perm ite, con la brevedad obligada, vislumbrar algunas de las caracters-

    ticas de su talante transdisciplinar. Un talante que est en la base de la revisin practicada por el economistarumano a los fundamentos mecanicistas del enfoque econmico convencional que no slo afecta al mbito

    del consumo, sino tambin al de la produccin, para lo que se apoy en las enseanzas de algunas disciplinas

    procedentes de las ciencias de la naturaleza, como la termodinmica y la biologa.

    Pala bra s c lave: pensamiento econmico, economistas, teora econmica, investigacin econmica, metodologa

    econmica.

    Clasi f i cac in JEL:A12, B29, B31, B40.

    ECONOMIA Y CIENCIAS DE LA NATURALEZA:ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL

    LEGADO DE NICHOLAS GEORGESCU-ROEGEN

    Oscar Carpin tero Redondo*

    1 Dicho adjetivo se puede deducir del libro editado por MichaelSZENBERG (1992).

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    Ahora bien, al traer a colacin la anterior reflexin queremosprecisamente advertir, en primer lugar, que la recepcin de las

    ltimas enseanzas de Georgescu-Roegen por la mayor parte de

    los economistas no ha sido un hecho que pueda calificarse fcil-

    mente como un acontecimiento acadmico. Por un lado, mien-

    tras la labor investigadora del economista rumano discurri por

    los cauces que marcaba el afianzamiento matemtico de la Eco-

    noma en campos como la teora del consumo o el anlisis

    input-output, sus contribuciones no dejaron de re cibir el

    beneplcito de sus compaeros. Sin embargo, cuando el sentido

    del rigor y las preocupaciones epistemolgicas llevaron aGeorgescu-Roegen a impugnar el dogma mecanicista en econo-

    ma, su acercamiento a ciencias de la naturaleza tales como la

    termodinmica y la biologa fue contemplado con indiferencia

    por el conjunto de sus compaeros de profesin. No en vano

    como reconoce Mark Blaug ... las lt imas obr as de

    Georgescu-Roegen no han sido bien recibidas o, mejor dicho,

    han sido respetuosamente recibidas y rpidamente dejadas de

    lado. Debido a diversas y complejas razones, por no mencionar

    el difcil estilo en que se han escrito y las amenazantes referen-

    cias que contienen respecto de los desarrollos tericos produci-dos en la fsica y en la biologa, esas obras no han sido realmen-

    te objeto de discus in cr t ica alguna por par te de los

    economistas (Blaug, 1985: 71). Se comprende, entonces, que

    siga teniendo sentido la amarga queja formulada por uno de sus

    discpulos, Herman E. Daly, cuando apelaba al dilatado tiempo

    que, al parecer, an pueden seguir los economistas neoclsicos

    ignorando las apor taciones de Georges cu-Roegen (Daly, 1997).

    Aunque s e trataba de una actitud ms o menos generalizada,

    esto no fue bice, sin embargo, para que a comienzos de la

    dcada de los se tenta, con motivo de la jubilacin del economis-ta ru mano, laAmerican Economic Review mostrase en el fron-

    tispicio de su nmero de junio de 1972 su agradecimiento del

    siguiente modo: A Nicholas Georgescu-Roegen, el estudioso,

    el maestro, el humanista, le rendimos tributo como a un autnti-

    co hombre del Renacimiento. Admiracin sta que vena a

    sumarse al tantas veces citado elogio vertido por su compaero

    Paul Samuelson que le calificaba como ... erud ito entre los er u-

    ditos, economista entre los economistas (Samuelson, 1965).Deberan, pues, bastar los rasgos aqu destacados para fijar la

    atencin sobre la obra de un autor que, nacido en 1906, de agita-

    da vida, y fallecido en 1994, fue capaz de impr imir a su queh acer

    cientfico un cariz peculiar en lo terico y un matiz pionero en

    sus propuestas prcticas2.

    2. Sobre la trabazn del mundo:

    economa y transdisciplinariedad

    Al llegar a las postrimeras de una dilatada trayectoria profe-sional y acadmica, no es casualidad que las mentes cientficas

    ms poderosas se embarquen en reflexiones y especulaciones

    generales sobre el alcance y las limitaciones de los conocimien-

    tos a los que han dedicado los mejores aos de su vida. En un

    libro ya famoso, de mediados de la dcada de los cuarenta, uno

    de los fsicos de mayor renombre del presente siglo, Erwin

    Schrdinger, explicaba la encrucijada que le haba llevado a

    adentrarse en la reflexin de temas y aspectos trascendentales

    que, a menudo dejados al margen, tienen, sin embargo, la

    mayor impor tancia. Por un lado escriba el cientfico austra-

    co en 1944 sentimos con claridad qu e slo ahora estamos

    empezando a adquirir material y confianza para lograr soldar en

    un todo indiviso la suma de los conocimientos actuales. Pero,

    por el otro, se ha hecho poco menos que imposible para un solo

    cerebro dominar completamente ms que una pequea parte

    especializada del mismo. Yo no veo otra escapatoria frente a

    este dilema (si queremos que nuestro verdadero objetivo no se

    pierda para siempre) que la de proponer que algunos de noso-

    tros se aventuren a emprender una tarea sintetizadora dehechos y teoras, aunque a veces tengan de ellos un conoci-

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    TRIBUNA DE ECONOMIA

    2 A consecuencia de una larga enfermedad y de manera previsible, muereGeorgescu-Roegen el 30 de octubre de 1994. El lector interesado enprofundizar en los aspectos biogrficos, con un apretado repaso a su obra,puede consultar los siguientes textos: GEORGESCU-ROEGEN (1994);ZAMAGNI, S. (1986); DRAGAN, J.; DEMETRESCU, M.A. (1991);GRINEVALD, J. (1996); MAN ESCHI, A.; ZAMAGNI, S. (1997); MARTINEZ-ALIER, J. (1994, cap 1).

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    miento incompleto e indirecto, y aun a riesgo de engaarnos anosotros mismos (Schdinger, 1944; 13-14)3.

    La aguda reflexin de Schrdinger pretenda poner en aviso

    al lector sobre los beneficios de la incursin de un fsico en el

    mundo de la biologa y otras ciencias de la naturaleza; intuyen-

    do, de paso, que el sensato consejo metodolgico expuesto

    bien poda extenderse a las disciplinas sociales. A pesar de la

    llamada de atencin, han sido slo unos pocos los economistas

    inspirados por las palabras del fsico austraco, de manera que

    la historia par ticular de las relaciones para el caso que aqu nos

    ocupa entre la economa y las ciencias de la naturaleza fue unterreno apenas frecuentado por un puado de pioneros olvida-

    dos o por maestros recientes no del todo reconocidos 4. No

    resulta del todo ocioso, pues, traer a colacin la figura de un

    economista como Georgescu-Roegen, que puso especial empe-

    o por anudar lazos entre las ciencias sociales y las de la natu-

    raleza para, con ello, ... hacernos conscientes de la trabazn

    del mundo (Margalef, 1997: 1). Tal fue, en efecto, la ambicin

    de es te economista r umano exiliado en los Estados Unidos por

    cruzar los lmites convencionales que como l mismo r econoce

    en un pasaje con e cos schrdingerianos: Tuve que aventurar-me en un vasto territorio situado ms all de los lmites de la

    economa, territorio para el que no poseo los conocimientos

    adecuados. Sin embar go, consider que me reca la pena asumir

    el riesgo. La aventura marca probablemente un comienzo, y

    todo comienzo debe llevarse a cabo por alguien (Georgescu-Roegen, 1966).

    Vista as, su apuesta, qu duda cabe, fue arriesgada. Esa

    recomposicin de fragmentos elaborados a partir de anlisis

    parcelarios llevaba aparejada una tarea transdisciplinar para la

    que nuestro economista tuvo que construir, con sus propios

    medios, parte del aparato conceptual necesario. Georgescu no

    pareca mal equipado para este cometido, pues a la suficiente

    preparacin en su propio campo de estudio, sumaba una impor-

    tante amplitud de miras y una considerable erudicin. As las

    cosas, era inevitable que dicha capacidad llevara consigo recogiendo la sugerencia efectuada ms tarde por Louis

    Dumont ... (el) cabalgar alegremente ciertas fronteras aca-

    dmicas (Dumont, 1982: 9); abrirse a los argumentos de los

    otros, sean stos economistas, bilogos o fsicos, y aprender de

    una fertilizacin cruzada entre todos ellos. Frente al riesgo aso-

    ciado a dicha labor, vale la pena recordar las palabras de otro

    economista que en los ltimos veinte aos se ha distinguido

    tambin por un frtil trabajo transdisciplinar. Nadie seala

    Ren Passet escribe sin asumir riesgos. Si, en aras de la pure-

    za disciplinar, nos negramos todos a aventurarnos en las zonas

    de interseccin, donde las delimitaciones cientficas tradiciona-

    les pierden su vigencia, nunca se abordaran determinados pro-

    blemas (Passet, 1996: 49)5. Aunque en otro contexto, parecida

    reflexin y similitud en el diagnstico rondaba en la mente de

    John Hicks cuando, con cierta irona, afirmaba que ... debido a

    que el campo de los fenmenos con los que trata la economa es

    tan estrecho, los economistas estn continuamente dndose de

    cabezazos contra sus lmites (Hicks, 1979: 22. Citado por Agui-

    lera, 1996: 18). Traspasar dichos lmites que separan a las dife-rente s ciencias naturales y a la economa ha sido el propsito de

    un reciente enfoque la economa ecolgica en cuya gesta-

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    TRIBUNA DE ECONOMIA

    3 Reflexin, por otro lado, complementaria de la que efectu con unadcada de antelacin el Juan de Mairena machadiano: Cuando el saber seespecializa, crece el volumen total de la cultura. Esta es la ilusin y elconsuelo de los especialistas. Lo que sabemos entre todos! Oh, eso es lo queno sabe nadie!. (MACHADO, 1936; 45).

    4 Entre ellos figuran, como precursores ms o menos conscientes deGeorgescu-Roegen, pensadores tales como el qumico Frederick SODDY, elurbanista Patrick GEDDES o el mdico con preocupaciones agrcolas SergeiPODOLINSKY. Una seleccin de textos de estos autores puede consultarse en:MARTINEZ ALIER, J, (ed), (1995). En este sentido, la coleccin Economa yNaturaleza en su serie Textos Bsicos(que la Fundacin Argentaria coeditacon Visor-Distribuciones) est contribuyendo a recuperar esa corriente deautores que trataron de establecer puentes entre economa y ciencias de lanaturaleza sin que sus aportaciones fueran debidamente valoradas por lacomunidad cientfica. Entre los volmenes de esta coleccin figura el librobsico de GEORGESCU-ROEGEN, La ley de la entropa y el procesoeconmico.

    5 De la misma opinin es el prestigioso eclogo Ramn MARGALEF, quienen una reciente entrevista, quejndose de la compartimentacin de lossaberes cientficos, sostena que ... las cosas interesantes siempre estn en lafrontera. Entrevista a Ramn Margalef, Mientras Tanto, nmero 68-69,pgina 18.

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    cin tuvo mucho que ver el economista r umano. Definida expre-samente como un campo de investigacin transdiciplinar, su

    objetivo descansa en ... la comprensin de las relaciones entre

    los ecosistemas y los subsistemas econmicos en su acepcin

    ms amplia (Costanza, 1989: 1). Pues bien, es en esa zona de

    frontera e interseccin entre la biologa, algunas partes de la

    fsica como la termodinmica y, por ltimo, la economa, donde

    desempe su labor Nicholas Georgescu-Roegen. Ser precisa-

    mente con estos mimbres con los que el economista rumano

    emprender la construccin de ese edificio transdisciplinar,

    comenzando por la revisin sistemtica de los fundamentosmecanicistas y aritmomrficos6 del enfoque econmico ordi-

    nario.

    3 . El declive de la metfora fisiolgica y el ascens o de

    la analoga mecnica

    Y en esta revisin es importante recordar que, en el plano

    metodolgico, el gozne histrico protagonizado por el ltimo

    cuarto del siglo XIX, signific un momento de cambio para la

    economa. Un viraje ste que asent sus cimientos sobre laconocida declaracin de fidelidad que los mximos represen-

    tantes de la corriente neoclsica (Jevons, Walras, ...) realiza-

    ron re specto de la mecnica clsica que dio forma al gr ueso de

    la revolucin cientfica de los siglos XVI y XVII, y que tuvo

    como protagonistas de stacados a Newton y Galileo7. En efecto,

    la analoga fisiolgica utilizada tiempo atrs por los fisicra-

    tas a la hora de estudiar el sistema econmico, y que an con-

    tinuar con dificultades en algunos autores clsicos, es susti-

    tu ida , ya b ien en t r ada l a cen tu r i a , por una ana log a

    mecnica. Al abrigo de esta modificacin, las formulacionestericas de los economistas de scansarn, sin exce sivos proble-

    mas, sobre hiptesis que apelan a sociedades atomsticas

    donde los individuos se mueven impulsados por fuerzas como

    la maximizacin de la utilidad o del beneficio; amparados, a su

    vez, por un mercado en el que se fusionan armnica y ptima-

    mente todos los intere ses 8.

    Sigui siendo tal la influencia del dogma mecanicista en eco-

    noma durante el presente siglo que, todava en 1971, cuando

    la propia fsica ya haba reformulado tiempo atrs su paradig-

    ma a tenor de las apor taciones de Einstein y Planck, era vlida

    an y todava no ha perdido un pice de vigor la afirma-

    cin con la que Georgescu -Roegen abra su principal contribu-

    cin: Ninguna otra ciencia sino la economa ha sido criticada

    por sus propios servidores de forma tan abierta y tan incesan-

    te. Los motivos de insatisfaccin son numerosos, pero el ms

    importante de e llos tiene qu e ver con la ficcin del homo oeco-

    nomicus. El principal motivo de queja es que tal ficcin despoja

    a la conducta humana d e toda propens in cultural, lo que e qui-

    vale a decir qu e, en su vida econmica, el hombre acta mec-

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    TRIBUNA DE ECONOMIA

    6 Para Georgescu, los conceptos aritmomrficos se caracterizan aimagen y semejanza de los nmeros por mantener su individualidadrespecto del resto de conceptos, no superponindose a sus contrarios. Esto es:poseen una distincin discreta (v.gr. los entes matemticos en general) y soninvariantes en el tiempo y el espacio. Por ejemplo, el concepto matemtico decuadrado es el mismo en la actualidad que en la poca de Euclides. Porotro lado, existe un gran nmero de conceptos que, a diferencia de losanteriores, sufren modificaciones en su contenido y se superponen a susopuestos a travs de una penumbra dialctica, invalidando el pr incipiolgico de no-contradiccin, es decir, se hace difcil su definicin precisa noslo para todo tiempo y lugar, sino tambin en un mismo momento histrico.Ejemplos de esta clase los constituyen la democracia, las necesidades, la

    juventud, la vejez, etctera. A diferencia de los anteriores que noexperimentan modificaciones, los conceptos dialcticos son cambiantes yevolucionan. Es decir, a juicio de Georgescu, en el estudio cabal derealidades sujetas a transformaciones cualitativas (como el procesoeconmico) la utilizacin de nociones dialcticas se convierte en algo tanimprescindible para el anlisis como lo puede ser el uso del andamiajematemtico. (Vase GEORGESCU-ROEGEN, 1996 [1971]: 91 y ss). Tal fuela importancia de una distincin que, tempranamente, oblig a Georgescu areconocer una verdad amarga para un cientfico que viene de la ms puratradicin formalista, a saber: ... (que) existe un lmite a lo que podemoshacer con los nmeros, del mismo modo que lo hay a lo que podemos hacersin ellos (GEORGESCU-ROEGEN,1966: 275).

    7 Un tratamiento exhaustivo de las relaciones entre la mecnica clsica yla economa neoclsica puede verse tambin en NAREDO (1987: 186-221 y276-335) y MIROWSKY (1989: 193-275).

    8 Conviene, no obstante, tener en cuenta que una cosa es realizar unacercamiento a los principios metodolgicos de la mecnica clsica comouna parte de la Fsica, y otra muy distinta reformular adecuadamente losconceptos y resultados de la propia disciplina a la luz de las conclusionesobtenidas por las ciencias de la naturaleza y que condicionan lasposibilidades del mundo material en el que opera la economa.

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    nicamente (Georgescu-Roegen, 1996 [1971]: 45). Incluso estacrtica podra encontrar eco en algunas cautelas formuladas

    por uno de los mayores exponentes del mecanicismo en eco-

    noma, F. Y. Edgeworth, cuando en su clebre Mathematical

    Physics haca referencia al aislamiento poco amable al que

    est sometido ese homo oeconomicus de la teora convencional.

    La llamada de aten cin roegueniana en tronca, as, con una fr-

    til tradicin que nada tend r qu e en vidiar a las pginas escritas

    sobre la sabidura convencional por Galbraith, los tontos

    racionales de Amartya Sen o la economa triste de Tibor

    Scitovsky. Pero no es nicamente frente a la teora ne oclsicadel consumo hacia la que apuntarn las consideraciones crti-

    cas de Georgescu, pues el pecado mecanicista de la ciencia

    econmica es ... mucho ms profundo de lo que esa crtica

    insina, ya que el defecto sigue estando presente incluso aun-

    que se contemple el proceso econmico desde un punto de

    vista pur amente fsico (Geor ges cu-Roegen, 1996 [1971]: 45).

    Esta proliferacin y afianzamiento del enfoque mecanicista

    condujo, pues, a una concepcin del proceso econmico como

    un sistema aislado o un flujo circular donde todo lo producido

    es consumido, y viceversa: un movimiento pendular que no

    altera los fundamentos del entorno, un perpetum mobile auto-

    suficiente y totalmente reversible en el tiempo y el espacio.

    Los cam bios producidos son s lo estrictamente cuantitativos y,

    por lo tanto, pueden ser mensurables. De hecho como

    recordaba Schumpeter a comienzos de siglo, apelando a las

    enseanzas de John Bates Clark: ... en sentido estricto, es

    preciso considerar (los factores productivos) no en su forma

    efectiva, tantos arados, tantos pares de botas, etctera, sino

    como fuerzas productivas acumuladas que pueden transfor-marse en cualquier momento y, sin prdida o friccin , en las

    mercancas especficas deseadas (Schumpeter, 1912: 23-24

    n) 9. Ser aqu, pues, donde encuentren especial acomodo los

    conceptos aritmomrficos como algo indispensable para la

    evolucin y el desar rollo de la propia teora, claramente e xpre-

    sada (como tambin ampliamente reconocida) en la nocin deequilibrio econmico, esto es : aquella situacin a la que tende-

    rn las fuerzas econmicas despus de una perturbacin

    exgena, es decir, que el movimiento de estas fuerzas ser

    pendular, de ida y vuelta10.

    La oposicin de Georgescu a la aplicacin generalizada del

    enfoque mecanicista clsico por parte de la teora econmica le

    oblig a desbrozar el camino de denuncia de aquellas herra-

    mientas matemticas y explicaciones que encontraban acomo-

    do bajo esa visin. Denuncia que, a diferencia de otros crticos

    de la economa convencional, el rumano realizaba desde suposicin de estadstico convertido en economista, que realiz

    su tesis doctoral en 1930 sobre El problema de la bsqueda d e

    los componentes cclicos de un fenmeno (dirigida por Emile

    Borel), y contribuy en buena medida al anlisis axiomtico de

    la teora neoclsica del consumo (Georgescu-Roegen, 1966

    [1936]: 133-170). Fue precisamente esta circunstancia la que le

    llev a mostrar, en varias ocasiones, sus cautelas a la prolifera-

    cin y abuso de las tcnicas formales para resolver insuficien-

    cias tericas y de fundamento de la Economa11. Dicho abuso

    desembocaba, segn Georgescu, tanto en la elaboracin de

    modelos matemtico-imaginativos, ... fundados en uno o

    varios supuestos carentes en absoluto de valor operativo fuera

    de la secuencia lgica que se hace en el papel (Georgescu-

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    TRIBUNA DE ECONOMIA

    9 nfasis nuestro.

    10 Con independencia de la posibilidad de que las fuerzas econmicastiendan empricamente o no hacia esa situacin de equilibrio, algunos, consaludable irona, albergan dudas sobre la deseabilidad de semejantecircunstancia. El cuerpo de un ahorcado escribe un economista tanponderado como Schelling est en equilibrio cuando finalmente deja debalancearse; empero, nadie va a insistir en que el hombre se encuentra

    bien. SCHELLING, T.C (1978: 24).11 A ttulo de ejemplo clarificador y discutiendo la validez epistemolgica

    de las funciones que describen el crecimiento de la produccin, escribeGeorgescu: (una) funcin ficticia es Q= F (k, h, t) en la que tsupuestamenterepresenta el progreso tecnolgico. Varios economistas tradicionales hanempleado la derivada parcial de Fcon respecto a t, pasando por alto elhecho de que ni la funcin Fni los argumentos k, h, son los mismos en 1980que en 1960: F

    1980(K

    80, H

    80) - F

    1960(K

    60, H

    60) no constituye una diferencia

    sobre la que se base la derivada. Esto demuestra que ni siquiera enmatemticas se puede prescindir de la epistemologa. GEORGESCU-ROEGEN (1994:168). Vase tambin: GEORGESCU-ROEGEN (1977a) yGEORGESCU-ROEGEN (1996 [1971]: 151, 407, 401, 413-414).

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    Roegen, 1974: 235), como en la realizacin de modelos mecni-co-descriptivos, que ... al igual que la mecnica, (...) reducen

    la esencia de todos los fenmenos a algunos movimientos, (..)

    movimientos econmicos, (que) en esencia siguen siendo

    movimientos a causa de su reversibilidad. Es cierto contina

    Georgescu que ningn economista ha suge rido jams que u n

    proceso de produccin pueda invertirse para convertir [por

    ejemplo] los muebles otra vez en rboles. Pero la teora clsica

    de los ciclos econmicos se asienta sobre la idea de que todo

    proceso econmico puede regresar a cualquier posicin ante-

    rior siguiendo la misma r uta en s entido contrario (Georgescu-Roegen, 1974: 236).

    As pues, la investigacin del economista rumano servir

    tambin no slo para complemen tar las viejas crticas a la teo-

    ra del consumo, sino para arrojar luz sobre aquellos aspectos

    que, dejados al margen e n las anteriores discusiones centra-

    das en las cuestiones de la utilidad marginal, no incidieron

    sobre las insuficiencias que presentaban las explicaciones del

    proceso econmico y de la economa de la produccin en par-

    ticular.

    4 . Una fsica con valor econm ico: la relevancia

    de la termodinmica para la economa

    No obstante, si queremos hablar de la analoga mecnica y las

    posteriores relaciones entre la termodinmica y la economa es

    de justicia reconocer que una parte de la primera de esas disci-

    plinas sirvi durante mucho tiempo como argumento terico

    para los defensores de esta analoga en economa. En efecto, el

    primer principio de esta ciencia (pr incipio de conser vacin de la

    energa), al mostrar que la energa ni se crea ni se destr uye sinoque slo se transforma, dio alas para concebir el proceso econ-

    mico como esa corriente circular que va desde la produccin al

    consumo y viceversa, autoalimentndose a s misma. El proble-

    ma, sin embargo, se presenta cuando el segundo principio (ley

    de la entropa) entra en escena. Lo que establece dicha ley es,

    precisamente, que el sentido en que se realiza la transformacin

    de la energa es nico: la energa se transforma siempre de

    energa disponible (para el aprovechamiento humano) en e ner-ga no disponible o disipada, y nunca viceversa12 (no podemos

    convertir de nuevo la energa no disponible en energa disponi-

    ble para volver a obtener trabajo. Si esto fuera posible nos dice

    Georgescu-Roegen reiteradamente podramos quemar un pieza

    de carbn una y otra vez para conseguir energa indefinidamen-

    te y convertirla en trabajo en un proceso sin fin). Esta circuns-

    tancia ha sido, tal vez, la que ha llevado a afirmar a algunos cien-

    tficos naturales, pre ocupados por las implicaciones econmicas

    de su disciplina, que la termodinmica ... es tan slo el conjun-

    to de principios que rigen la contabilidad con la que se sigue elrastro de la energa conforme sufre dichas transformaciones

    (Ehrlich, et al., 1977; 56). Por lo tanto, y es to es lo relevante, si

    una parte de la energa siempre se dispersa en forma de calor

    no utilizable, las transformaciones energticas nunca pueden

    ser eficientes al cien por cien. Lo que se consume cuando usa-

    mos ener ga escriben los esposos Ehr lich no es la energa en s

    misma, sino su disponibilidad (Ehrlich et al., 1977: 57). El

    mismo argumento pone de manifiesto, a su vez, el carcter limi-

    tado del progreso tecnolgico como remedio a la escasez de

    energa y materiales. No slo son finitos los recursos accesi-

    bles escribe Georgescu-Roegen sino que tambin la ley de

    la entropa fija un lmite definido a la eficiencia que puede alcan-

    zar el progr eso te cnolgico. La tecnologa ms avanzada no

    puede obtener de un pedazo de carbn ms trabajo til que la

    energa libre contenida y, en verdad, ni siquiera eso (Georges-

    cu-Roegen 1996 [1971]: 297).

    Ahora bien, desde el momento en que el primer principio

    excluye por definicin una variacin o cambio cuantitativo, la

    conclusin nicamente puede ser, entonces, que e l cambioexperimentado por la materia y la energa debe ser un cambio

    cualitativo (Georgescu-Roegen, 1996 [1971]: 49). Y, puesto que

    la dimensin cualitativa de los fenmenos es d ifcilmente reduci-

    ble a rasgos aritmomrficos, no queda otra alternativa que reco-

    JULIO-AGOSTO 1999 NUMERO 779

    132

    TRIBUNA DE ECONOMIA

    12 Una estructura presentar alta entropa cuando toda o la mayora de suenerga sea no disponible o, por el contrario, una estructura poseer bajaentropa cuando la mayora de su energa sea disponible.

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    nocer, como hace el autor rumano, el carcter dialctico (cuali-tativo) de la ley de la entropa, y limitar, de paso, el alcance de la

    analoga mecnica para explicar el funcionamiento del proceso

    econmico.

    No en vano, Georgescu se propone hacer operativas en este

    terr eno tanto las enseanzas del ingeniero Sadi Carnot (pr ecur-

    sor de la termodinmica) al que considera como el primer

    econmetra, como las reflexiones del ya citado Erwin Schr-

    dinger sobre el mantenimiento de la vida a travs de la absor-

    cin de baja entropa del entorno para transformarla en alta

    entropa. La leccin que obtiene, pues, Georgescu-Roegen deeste anlisis, y que ms tarde se h a convertido en un pilar bsi-

    co de la moder na economa ecolgica con re specto al papel de

    la entropa, es que dicha nocin ... establece la distincin cua-

    litativa que debieran de haber hecho hace ya bastante tiempo

    los economistas entre los inputs de r ecursos introducidos en

    un proceso productivo, y que son valorables (baja entropa), y

    el output final de desechos (alta entropa) que son invalora-

    bles (Georgescu-Roegen, 1972: 9). Esta circunstancia permite,

    por tanto, afirmar un hecho relevante para el economista, a

    saber: que la nueva ciencia de la termodinmica comenzcomo fsica del valor econmico y, en esencia, puede seguir

    contemplndose en ese sentido (Georgescu-Roegen, 1996

    [1971]: 47). As pues, si establecemos una conexin, ms o

    menos directa, entre el concepto de valor econmico y el de

    escasez objetiva (posee valor econmico aquello que es esca-

    so), podemos afirmar que la baja entropa constituye una condi-

    cin necesar ia para que una cosa teng a valor, aunque esta con-

    dicin no sea suficiente. La relacin entre el valor econmico y

    la baja entropa aparece como similar a la establecida entre el

    precio y el valor. Aunque todo aquello que tiene asignado unprecio es porque, de hecho, posee valor; existen, no obstante

    muchos bienes que poseen alto valor pero no tienen estableci-

    do un prec io (Georgescu-Roegen, 1996 [1971]: 354).

    A la vista de la anterior afirmacin, conviene precaverse ante

    algunas lecturas apresuradas sobre la interpretacin entrpica

    del proceso econmico realizada por Georgescu-Roegen, y que

    han dado lugar a comentarios equivocados sobre el significado

    de su obra en conjunto. As, en algunos momentos se le ha lle-gado a caracterizar como un energetista cuyo nico afn era

    sustituir la unidad monetaria por un indicador anlogo en tr-

    minos energ t icos . A pesar de la denuncia rei terada de

    Georgescu contra el dogma energtico y la reduccin del

    proceso econmico a unas cuantas ecuaciones termodinmi-

    cas13, todava hay quienes, de forma incomprensible, siguen

    acusando a este autor de proponer la ley de la entropa como

    ... la base de una nueva teora energtica o entrpica del

    valor (Young, 1991: 170)14.

    Ms bien hay que sealar la forma en que el juicio crtico deleconomista rumano se extendi hacia la labor realizada por los

    termodinmicos quienes, segn la opinin de Georgescu, al

    centrarse exclusivamente en el mbito de la energa habr an

    prestado escasa atencin a la esfera de los materiales. Esta

    circunstancia hizo presentar al autor rumano su cuarta ley de la

    termodinmica 15, donde extenda los postulados sobre la trans-

    formacin de energa al campo de los materiales, obteniendo

    dos tipos de estado para la materia, segn estuviramos al prin-

    cipio (disponible) o al final del proceso productivo (no disponi-

    ble), con los consiguientes atributos de irrevocabilidad e irre-versibilidad (Georgescu-Roegen, 1983: 840). Es cierto, no

    obstante que, desde el punto de vista termodinmico, el recicla-

    je completo de materiales sera fsicamente posible si tuvira-

    mos a nuestro alcance la necesaria cantidad de energa disponi-

    JULIO-AGOSTO 1999 NUMERO 779

    133

    TRIBUNA DE ECONOMIA

    13 Vase, por ejemplo, nota 14 infrao tambin: GEORGESCU-ROEGEN,N. (1983).

    14 Para demostrar hasta qu punto son falsas las acusaciones deenergetista asociadas con Georgescu, convendr recordar el siguientepasaje: La representacin por medio de (un) sistema termodinmico de un

    proceso dado de produccin o de consumo puede ayudar a un ingeniero,quiz tambin a un experto en administracin, a decidir qu proceso puedeser ms eficiente en trminos entrpicos. Sin embargo, la va por la que elreconocimiento del carcter entrpico del proceso econmico puede iluminaral economista en su calidad de estudioso del hombre no discurre a travs delsistema matemtico que reduce todo a entropa (...) En mi opinin, lo quehace es mucho ms importante: al mejorar y ampliar nuestra comprensin delproceso econmico, puede ensear a todo aquel dispuesto a prestaratencin, cules son los mejores objetivos de la economa humana. Vid.GEORGESCU-ROEGEN, (1996, (1971); 63).

    15 La tercera ley establece que no es posible conseguir el cero absoluto detemperatura con un nmero finito de operaciones.

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    ble. El problema desde el punto de vista prctico como ya hansealado muchos autores, es que tal gasto de energa supon-

    dra un tremen do incremento de la entropa del medio ambiente

    que se pagara en tr minos de insostenibilidad de la biosfera. La

    conclusin se deja obtener sin demasiada violencia: el reciclaje

    completo es, de hech o, imposible. La ley de la Entropa nos d ice

    que, como consecuencia de su degradacin, la materia-energa

    no puede reciclarse nunca al cien por cien para aprovecharla

    indefinidamente16. Al mantenimiento de la creencia contraria es

    a lo que el autor rumano denomin, precisamente, dogma

    energtico.Despus de una dcada de silencio casi absoluto en torno a la

    propuesta roegueniana, a comienzos de la dcada de los noven-

    ta tuvo lugar, en las dos principales revistas ocupadas de las

    relaciones entre la economa y el medio ambiente, una contro-

    versia algo tarda sobre el enunciado de esta ley y su relevancia

    para la economa de los recursos naturales 17. Por contra, el

    silencio posterior de los termodinmicos ante la aportacin del

    economista r umano tena cier ta lgica, pues al callar reconocan

    la generalidad de un comportamiento poco llamativo por usual:

    ... (que) hoy en da, los fsicos aplican de manera rutinaria la

    primera y la segunda ley de la termodinmica tanto a la energa,

    como a la materia (Faber et al., 1996: 117). Afortunadamente,

    en la actualidad ya parecen ms calmadas las aguas de la discu-

    sin, argumentndose que la degradacin de la materia y sus

    consecuencias econmicas y ambientales son un mero corolario

    del segundo principio y no es necesario enunciar otra nueva ley

    para su anlisis.

    5 . La economa de la produccin a la luz de la ley de laentropa: la recu peracin de la metfora fisiolgica

    Ahora bien, cuando Georgescu-Roegen, variando el rumbo

    terico, incorpora el concepto de entropa a su anlisis est

    reflejando una limitacin fsica bsica comn a todas las leyes

    de la naturaleza para el desarrollo del proceso econmico. Si,

    como economistas, estamos interesados en obtener una repre-

    sentacin analtica vlida de lo que sucede en los procesos eco-

    nmicos de produccin de mercancas, entonces no tendremos

    ms remedio que incorporar las restricciones termodinmicasnecesarias a las h erram ientas explicativas cor respondientes.

    Para emprender esta tarea, nuestro autor comienza por criticar

    la versin neoclsica de la funcin de produccin, que arranca

    de la formulacin de Wicksteed a finales del siglo pasado y que

    llega hasta los manuales de microeconoma modernos, como el

    mecanismo a travs del cual unas cantidades determinadas de

    factores productivos (X, Y, Z, ...) pueden ser transformados en

    una cantidad equivalente de producto final (P). A diferencia de

    lo que ocurre con otros procesos del mundo fsico, el tiempo no

    aparece de manera explcita en esta formulacin [P = F ( X, Y,

    Z...) ] . Ms tarde se propuso que la variable temporal hiciera

    acto de presencia implcita en forma de factores y producto por

    unidad de tiempo [p = f (x, y, z)] h echo ste, que provoc algu-

    nas inconsistencias en la explicacin del proceso a estudiar. En

    efecto, fue Georgescu el que puso de manifiesto un importante

    resultado: al considerar ambas expresiones como explicacin de

    un mismo proceso productivo, se llega fcilmente a la conclu-

    sin paradjica de que absolutamente todos los procesos de pro-

    duccin son indifere ntes a la escala18

    .

    JULIO-AGOSTO 1999 NUMERO 779

    134

    TRIBUNA DE ECONOMIA

    16 A Georgescu-Roegen le gustaba poner un ejemplo impactante. Seraposible volver a reunir todos las pequeas partculas de los neumticos de loscoches que por el rozamiento con la calzada se dispersan por todo elterritorio? Cunta energa sera necesaria para llevar a cabo esaoperacin?. Tendra sentido econmico y energtico llevarla a cabo?

    17 Uno de los ltimos momentos de la controversia tuvo lugarsimultneamente en 1991 tanto en la revista Ecological Economics, como enel Journal of Environmental Economics and Managment. Como planteamientoen contra de la relevancia de la ley de la entropa para la economa puedeconsultarse: YOUNG, J. (1991), KHALIL, E. (1990) y KHALIL, E. (1991). Afavor de su relevancia vase: DALY, H. (1992) y TOWNSEND, H. (1992) yLOZADA, G. (1991).

    18 Con la ayuda del lgebra elemental se observa lo siguiente: siendoP = tp; X = tx; Y = ty, ... se tiene que: tf(x, y, z,...) = F(tx, ty, tz,...), y como esarelacin debe ser cierta para todo ttenemos que ambas funciones, fy F, sonla misma: f(x, y, z...) = F(x, y, z,...) y que dicha funcin es una funcinhomognea de primer grado. En consecuencia, el supuesto tcito de queambas expresiones son equivalentes a la hora de explicar un proceso deproduccin nos lleva a la conclusin de que los rendimientos a escala sonconstantes para todos y cada uno de los procesos productivos. Vid.GEORGESCU-ROEGEN, N. (1965: 75). Tambin en: GEORGESCU-

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    Entretanto, mientras la mayora de los economistas conven-cionales optaban por la utilizacin de la analoga mecnica deri-

    vando de ello la formu lacin d e m odelos matem tico-imaginati-

    vos o mecnico-descriptivos Georgescu recuperaba la

    antigua tr adicin fisiolgica y esbozaba un enfoque analtico-

    fisiolgico donde la diferencia con los modelos precedentes

    estriba en ... la forma detallada en que se describen las interre-

    laciones existentes entre los diversos componentes del proceso

    bajo consideracin, y la atencin prestada al cambio cualitativo

    inherente a todo proceso real (Georgescu-Roegen, 1974: 236).

    Interrelacin y cambio cualitativo sern, pues, los elementosfundam entales de la nueva visin del proceso econmico. As, la

    imagen an altica de la fisiologa del proceso de produccin inclu-

    ye, para cada componente (factor o producto), una funcin

    dependiente del tiempo que muestra las cantidades que han

    cruzado la frontera [ 0, T] que define el proceso. Ahora, la

    expresin matemtica que lo describe deja de ser una funcin-

    punto (que muestra una relacin entre variables), y pasa a con-

    vertirse en un funcional, es decir una relacin entre funciones:

    P0

    T (t) = F [Xio

    T (t), Yio

    T (t), ...) ]. Bajo estas premisas y para

    articular la explicacin, Georgescu elabora un modelo de flujos-

    fondos en el que toman cuerpo los diferentes elementos que

    intervienen e n el proceso.

    Una vez ms, el sentido de l rigor oblig al economista r uma-

    no a definir con precisin los conceptos utilizados en el voca-

    bulario econmico, y a denunciar por ello las inconsistencias

    de algunos de ellos con amplia aceptacin, como el de stock,

    dando cabida a otros ms apropiados, como el de fondo19.

    Desde esta perspe ctiva, se establece una distincin claraentre las funciones que tienen un carcter de flujo de aquellas

    otras que mantienen un comportamiento como fondos (en tr -

    minos fsicos). A este respecto se consideran como elementos

    de fondo la tierra e n sentido ricardiano,L(t); el capital en se n-

    tido propiamente dicho, K(t) ; y la fuerza de trabajo, H(t) .

    Dentro de los elementos de flujo, distingue Georgescu entre

    inputs de recursos naturales (energa solar, lluvia, aire, recur-

    sos minerales en los yacimientos, etctera), R(t); los flujos d e

    materiales procedentes de otros procesos, I(t); y los flujos

    necesarios para el mantenimiento del equipo de capital, M(t).A continuacin nos encontramos con el flujo de salida de pro-

    ducto, Q(t) , y el de residuos, W(t) . De e sta forma, la funcin

    de produccin neoclsica se transforma as en la siguiente

    expresin:

    OoT(t)= F[R

    oT(t), I

    oT(t), W

    oT(t), M

    oT(t), L

    oT(t), K

    oT(t), H

    oT( t) ]

    Si retomamos, ahora, lo dicho con anterioridad en relacin

    con la ley de la entropa y la explicacin del proce so econm ico,

    observaremos la trascendencia de la modificacin analtica pro-puesta. En primer lugar, mientras que el factor tiempo estaba

    prcticamente ausente de la representacin convencional, apa-

    rece ahora de forma explcita sin provocar incoherencias insal-

    vables para el anlisis20. Esta modificacin permite a Georgescu

    clasificar los proces os productivos en vir tud de la utilizacin

    JULIO-AGOSTO 1999 NUMERO 779

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    TRIBUNA DE ECONOMIA

    ROEGEN, N. (1969: 61), o en GEORGESCU-ROEGEN, N. (1970: 37). Unavisin ampliada tambin a otras cuestiones puede encontrarse en:GEORGESCU-ROEGEN, N. (1996 [1971], captulo IX).

    19 Habra que resaltar escribe Georgescu la diferencia existenteentre el concepto de stocky el de fondo, no fuese que los duros hechos de lavida econmica se distorsionasen a costa de todos. Si el recuento muestraque una caja contiene veinte caramelos, podemos hacer felices a veintechicos hoy o maana, o a algunos hoy y a otros maana, etc. Pero si uningeniero nos dice que una habitacin de un hotel durar probablementeunos mil das ms, no podemos hacer felices ahoraa mil turistas sinhabitacin. nicamente podemos hacer feliz a uno hoy, a un segundomaana y as sucesivamente hasta que la habitacin se derrumbe. (...) El uso

    de un fondo (es decir, su desacumulacin) exige una duracin que,adems, est determinada dentro de unos lmites muy estrechos por laestructura fsica del fondo (...). Frente a esto, cabe la posibilidad de que ladesacumulacin de un stockpudiese tener lugar en un solo instante si as lo

    deseamos. Y para poner los puntos sobre todas las es significativasobservemos que la acumulacin de un fondo difiere tambin de laacumulacin de un stock. Una mquina no se crea por la acumulacin de losservicios que proporciona como fondo, de la misma manera que sealmacenan en el stano las provisiones para el invierno. Los servicios nopueden acumularse como los dlares en una cuenta de ahorro, o los sellos enuna coleccin. Solamente pueden usarse o desperdiciarse. Vid.GEORGESCU-ROEGEN, N. (1996 [1971]: 292).

    20 En efecto, la ausencia de la variable temporal sera equivalente aescribir que s = v(espacio = velocidad) en vez de s = tv, como la relacinentre el espacio y la velocidad en el movimiento uniforme. GEORGESCU-ROEGEN, N. (1974: 239n).

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    temporal de los factores productivos, distinguiendo entre ellossegn la particular disposicin de los procesos elementales que

    los forman, ya sean en serie, en paralelo, o en lnea (Georgescu-

    Roegen, 1965, 1969, 1971). Por otro lado, la fisiologa del proce-

    so de produccin aparece de forma explcita al relacionar, desde

    el punto de vista fsico, la necesidad de captar re cursos con baja

    entropa para transformarlos en bienes y residuos de alta entro-

    pa. En ltimo lugar, al incorporar los recursos procedentes de

    la naturaleza y los residuos que van a parar a ella, Georgescu

    restaura la importancia del entorno y los recursos naturales

    para la produccin de mercancas, hecho ste dejado al margenen las funciones de produccin manejadas habitualmente por

    los economistas que nicamente incluyen trabajo y capital como

    factores de produccin, pues consideran a stos como sustituti-

    vos de aqu llos21.

    As las cosas, no parece que la representacin convencional

    del proceso econmico por un flujo circular fsico de materiales

    y energ a, que va desde la produ ccin al consumo y viceversa, y

    que posee como contrapartida otro flujo circular de valor de

    cambio que se correspondera con el gasto de materia-ener-

    ga realizado, sea un procedimiento adecuado para reflejar larealidad econmica y su sustrato biofsico. En efecto, es fcil

    comprobar la incoherencia de, por una parte, un flujo circular

    de valor de cambio representado por la formulacin convencio-

    nal, fren te al mismo proceso visto como una transformacin un i-

    direccional (lineal) de un flujo fsico de materia-energa que,captado como inputs o recursos de baja entropa procedentes

    del medio ambiente, termina como re siduos de alta entropa

    contaminando el entorno (Georgescu-Roegen, 1996 [1971]:

    353). Esto no quiere decir, naturalmente, que una parte de los

    residuos as generados puedan y deban volverse a aprovechar a

    travs de su reutilizacin y reciclaje. Lo que se est diciendo es

    que este proceso no se puede completar del todo y que tampoco

    es gratis, al necesitar energa y materiales adicionales para lle-

    varse a cabo.

    No es casualidad, por tanto, que el solapamiento existenteentre las dimensiones fsicas y monetarias con las reglas que

    gobiernan la dinmica de los procesos productivos pueda

    proporcionar, a veces, conclusiones divergen tes s obre una

    misma realidad. En efecto, mientras que debido a la accin

    de la ley de la entropa, las prdidas en trminos de materia-

    les y energa disponibles resultantes de cualquier proceso

    fsico (y el de produccin de mercancas es u no de ellos) dan

    lugar a que el ratio de eficiencia (relacin entre e l producto y

    los recursos, medido en un idades fsicas) sea siempre menor

    que uno; por el contrario, el saldo desde el punto de vistamonetario reflejado en la rentabilidad de la produccin (rela-

    cin en tre e l valor del producto respecto al de los consumos

    intermedios) debe se r siempre mayor que la unidad para que

    tenga sentido econmico producir esa mercanca (Naredo y

    Valero, 1989: 11).

    Analizadas, entonces, algunas consecuencias que se derivan

    de considerar el carcter entrpico del proceso econmico,

    aparece una duda razonable que el propio Georgescu-Roegen

    se plantea. Si el resto de procesos fsicos son, por su propia

    naturaleza, tambin entrpicos, cul es, entonces, la diferen-cia entre stos ltimos y el proceso econmico? La distincin

    estriba en dos aspectos. En primer lugar, mientras el proceso

    entrpico del medio ambiente natural se produce automtica-

    mente, en el sentido de que se realiza por s mismo, el proce-

    so econm ico, por el contrario, depende de la actividad d e los

    individuos condicionados cu ltural e histricamente, apare-

    ciendo en escena un mecanismo, o vnculo, que relaciona el

    JULIO-AGOSTO 1999 NUMERO 779

    136

    TRIBUNA DE ECONOMIA

    21 Georgescu reiter en muchas ocasiones la falacia contenida en lacapacidad de sustitucin entre el capital y los recursos naturales. Esto le hizoenfrentarse a opiniones como la de Solow, quien afirmaba que si puedelograrse con gran facilidad la sustitucin de los recursos naturales por otrosfactores, en principio, no habr problema. En este caso, el mundo puede

    seguir adelante sin recursos naturales, de modo que su agotamiento es sloun acontecimiento, no una catstrofe (Solow, 1974: 153). En el fondo, bastapercatarse de que la fabricacin de capital manufacturado es imposible sin elconcurso de los recursos naturales, para ver las inconsistencias empricas aque puede dar lugar el manejo matemtico de formulaciones como la funcinde produccin Cobb-Douglas. Vase por ejemplo, GEORGESCU-ROEGEN(1979). Recientemente, en un nmero monogrfico de la revista EcologicalEconomics, dedicado al economista rumano, se celebr un encuentro entorno a la polmica de este autor con Solow y Stiglitz, a finales de los setenta.Vid. Forum: Goergescu-Roengen versusSolow/ Stiglitz, EcologicalEconomics, volumen 22, 1997. Vase, en especial, la contribucin de H. E.DALY a este debate, pginas 261-266 y 271-274.

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    mbito fsico y el econmico, deter minndose s imultneamen -te. En segundo lugar, para evitar dogmatismos termodinmi-

    cos, es preciso reconocer, como nos aconseja el economista

    rumano, que el verdadero output del proceso econmico no

    es un flujo fsico de residuos y de sech os, sino el disfr ute de la

    vida (enjoyment of life). Un flujo, ste, con unas caracters-

    ticas especiales, pues, ... al igual que todo flujo escribe

    Georgescu el del placer de vivir tiene una intensidad en

    cada instante del tiempo pero, a diferencia de un flujo mate-

    rial, no se puede acumular en un stock. De todo el placer de

    vivir pasado una persona conserva nicamente una memoriade m ayor o men or claridad (George scu-Roegen , 1996 [1971]:

    356). Este hecho se hace, entonces, imprescindible para

    regresar, con nuevos elementos de anlisis, a una esfera eco-

    nmica complementada con el correspondiente estudio del

    sustrato biofsico que la sustenta (Georgescu-Roegen, 1996

    [1971]: 353).

    6. Cambio, evolucin y tiempo: del sueo dogmtico

    al desafo de la bioeconoma

    La insatisfaccin de Georg escu-Roegen ante e l estado en que

    la ciencia econmica afrontaba el estudio de los fenmenos

    relevantes para su campo de estudio oblig a este discpulo

    aventajado de Joseph Schumpeter a hundir sus races intelec-

    tuales y analticas en la recuperacin de una venerable tradi-

    cin que haca del estudio del cambio cualitativo su modus ope-

    randi. Partiendo del supuesto de que ... la locomocin es no

    categrica y ahistrica y de que, por lo tanto, ... todo lo

    dems es cambio en el ms amplio sentido de la palabra

    (Georgescu-Roegen, 1996 [1971]: 48), nuestro autor lleg a laconclusin de que la economa no poda seguir de espaldas a

    aquellas disciplinas que se ocupaban de estudiar el cambio en

    un mun do fsico en el que no poda dejar de oper ar dicha cien-

    cia, encontrnd ose de lleno, no slo con el campo de la term o-

    dinmica, s ino tambin con el de la biologa. El propio

    Georgescu da cuenta del modo en que, por otros motivos, ese

    despertar del sueo dogmtico afect tambin de forma

    traumtica a algunas otras de las grandes mentes que pobla-ron los aos de la posguerra22. En estas circuns tancias, el an-

    l is is sobre el es tado en que se encontraba por aquel los

    momentos la ciencia econmica hizo que la mirada d el econo-

    mista rumano se volviera hacia una tradicin que, arrancando

    de Aristteles y Mar x, pasaba, en nue stro siglo, por el filtro de

    cientficos sociales tales como Schumpeter y Marsh all23. Al rei-

    vindicarse como heredero de esta tradicin dialctica en su

    conexin con la economa, Georgescu une a las enseanzas

    proporcionadas por la ley de la entropa, las consideraciones

    schumpeterianas sobre el carcter evolutivo del proceso eco-nmico. Si, como ya expresaba a comienzos de s iglo el venera-

    ble economista austraco, ... el tema de la economa es un pro-

    ceso histrico nico y en el cual no se puede retroceder, que

    cambia sin cesar su propia constitucin, creando y destruyen-

    do mund os culturales uno tras otro (Schumpeter 1912, 8); es

    evidente que lo anterior se compadece bien con el corolario

    entrpico de la flecha del tiempo en su dimensin irre versi-

    ble e irrevocable24. Siendo cierto que, desde el punto de vista

    JULIO-AGOSTO 1999 NUMERO 779

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    TRIBUNA DE ECONOMIA

    22 As lo reconoce el propio Lionel ROBBINS del que normalmente slorecordamos sus contribuciones de los aos treinta en las reflexionescontenidas en su libro The Economic Problem on Peace and War, Londres,1947, pgina 67 y ss. Ref. GEORGESCU-ROEGEN (1996 [1971]: 397).

    23 Las referencias de Georgescu a la obra de estos tres autores sonabundantes. En el caso de Marx, aparte de su influencia directa en laelaboracin del modelo roegeniano de flujos-fondos, el autor rumanomuestra su admiracin tanto por la aportacin marxista a la concepcin delsistema econmico como un sistema noaislado (GEORGESCU-ROEGEN,1996 [1971]: 391), como a la capacidad analtica del economista alemn,del que lleg a decir que, de vivir en el siglo XX, sera ... el mayoreconmetra de todos los tiempos (Ibid, pgina 130). En el caso deSchumpeter es conocido el reconocimiento al maestro por su ... visinexcepcional del proceso econmico (que) combin armoniosamente el

    anlisis evolutivo cuantitativo con el cualitativo (Ibid, pgina 42). DeMarshall siempre agradeci que formulara explcitamente en sus Principlesque la Meca del economista como investigador se encuentra ... ms en labiologa econmica que en la dinmica econmica. No obstante,Georgescu le reproch el abandono de tal consejo, y su dedicacin a unadinmica econmica de clara impronta mecanicista (Ibid, pgina 406).

    24 Sobre la influencia del tiempo en la economa han reflexionado deforma original varios autores antes y despus de Georgescu-Roegen. Porejemplo, una contempornea del economista rumano, Joan Robinson, en unopsculo de 1953 titulado Disertacin en Oxford por un economista deCambridgeya apuntaba cmo ... en el tiempo existe una circulacin endireccin nica muy rigurosa (...) la distancia entre hoy y ayer es de

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    biolgico, las mutaciones y la seleccin n atural funcionancomo acicates del proceso evolutivo y de su implcita dimen-

    sin cualitativa; desde la esfera econmica, Georgescu-Roegen

    tomar de Schum peter e l concepto de innovacin para resaltar

    el rasgo de novedad por com binacin que car acteriza el proce-

    so econmico de fabricacin de bienes y servicios como algo

    evolutivo e irreversible25. No en vano, el propio Schum peter s e

    atrevi a calificar a la innovacin por analoga con la biologa

    como un a aut ntica mutacin econmica (Schumpeter, 1912:

    12). Es, pues, a partir de es tos mimbres conce ptuales, como el

    economista rumano establecer una tipologa de innovacionesque estn en la base de los cambios cualitativos asociados al

    proceso de evolucin y desarrollo econmicos (Georgescu-

    Roegen, 1972: 18)26.

    Sin embargo, el enfoque convencional en su d imensin ahist-

    rica chocaba, una vez ms, con los resultados experimentalesprocedentes de las ciencias de la naturaleza. As, el tributo ren-

    dido por la economa convencional a la mecnica clsica haca

    que, por extensin, las elaboraciones tericas desarrolladas en

    su seno se postulasen para cualquier tiempo y lugar, eludiendo,

    de paso, no slo el componente institucional modificable y siem-

    pre presente en todos los tipos de sociedad, sino la propia con-

    cepcin del cambio cualitativo que diferencia, en el mbito eco-

    nmico de la satisfaccin de las necesidades, a los grupos

    humanos. El pecado mortal del economista estndar escribe

    Georgescu es (que) como niega la necesidad de prestar algu-na atencin a los aspectos evolutivos del proceso econmico, se

    ve ineludiblemente obligado a predicar y a practicar el dogma

    de que su teora es vlida en todas las sociedades (Georgescu-

    Roegen, 1996 [1971]: 400)27.

    Aunque, a la hora de elaborar sus reflexiones sobre el carc-

    ter evolutivo y dialctico del desarrollo econmico, Georgescu

    apela a las enseanzas de algunos de sus maestros economistas,

    no hay que pensar que el economista rumano slo tenga como

    lecturas de cabecera a autores de la propia tradicin como

    Marx, Schumpeter o Marshall. Del mismo modo que para lacomprensin termodinmica del proceso econmico encontr

    inspiracin en las reflexiones de Carnot y Schrdinger, as tam-

    bin fue capaz de recoger parte del legado del bilogo Alfred

    Lotka para, con la ayuda de las reflexiones de los tres economis-

    tas citados, configurar una visin novedosa de la evolucin del

    sistema econmico que tuviera en cuenta los resultados funda-

    mentales de las ciencias de la naturaleza28. Los frutos de tal

    empeo se plasmaron en la adopcin de un trmino que, aun-

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    veinticuatro horas cuando avanzamos y de toda la eternidad cuandoretrocedemos. ROBINSON, J. (1979 [1953]: 172-173). En la misma lnea,John Hicks, en un homenaje al propio Georgescu-Roegen, llamaba tambinla atencin sobre la incoherencia de representar en la pizarra del economistael tiempo como si fuera el espacio, pues, aunque ... en el espacio podemos

    movernos en cualquier direccin, el tiempo slo avanza, nunca retrocede.HICKS, J. (1989 [1975]: 263)25 Son reveladoras de nuevo, a este respecto, las palabras de John Hicks:

    Georgescu-Roegen (...) ha escogido un camino csmico para demostrar lairreversibilidad del tiempo (...) Ambos somos evolucionistas, pero no de lnearecta o exponenciales. Son las cosas nuevas descubiertas por lahumanidad las que hacen excitante su historia; y las cosas nuevas quepueden encontrarse en el futuro, antes de que la humanidad explote, o seestabilice en algn equilibrio espantoso (HICKS, 1989; 279).

    26 Por un lado estaran las economy innovations(innovacionesahorradoras) que logran una economa neta de baja entropa comoconsecuencia de una combustin ms completa de los recursos o elaprovechamiento de nuevas fuentes de baja entropa. A continuacin, lasinnovaciones por sustitucin (substitution innovations) que sustituyen lasenergas fsico-qumicas por la energa humana que produce menos

    externalidades. Por ltimo, Georgescu define un tipo de innovaciones quepresuponen la existencia de nuevos bienes de consumo o la presencia dealgunos tipos mixtos procedentes de las formas de innovacin anteriores: lasinnovaciones generales (spectrum innovations). Desde esta perspectiva, lamodificacin en la combinacin de factores implica un cambio cualitativo enel proceso productivo, de manera que la adopcin de nuevos mtodosnecesariamente cambia las posibilidades de fabricar una determinada gamade bienes de consumo. No obstante, y siguiendo el mismo procedimiento,tambin aparece como vlida la operacin inversa: un cambio en lacomposicin de la cesta de bienes de consumo presupone, casi siempre, unainnovacin de la tcnica productiva. Esta ltima es una aportacin especficade Georgescu al esquema de innovaciones schumpeteriano.

    27 Segn confesin del economista rumano, esto lo aprendi el propioGeorgescu escarmentando en cabeza propia de regreso a su tierra natal,Rumana, al intentar aplicar las enseanzas neoclsicas aprendidas enHarvard, a un contexto social predominantemente rural y agrario.

    28 En un artculo notable sobre los precursores intelectuales de Georgescu-Roegen, Jacques Grinevald, demuestra tambin la influencia del cientficoruso Vernadski en la configuracin del pensamiento del rumano. Vid.GRINEVALD, J. (1991). As mismo, La Biosferade VERNADSKY, ha visto laluz por primera vez en castellano con introduccin de RamnMARGALEF en el volumen 9 de la Coleccin Economa y Naturaleza,Fundacin Argentaria y Visor Distribuciones, 1997.

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    que d ifundido anteriormente con otros us os, alcanz conGeorgescu-Roegen categora como programa de investigacin:

    la bioeconoma29. Para evitar malentendidos derivados de an-

    lisis super ficiales y sin slidos anclajes, es el propio Georgescu

    el que explicita su propia acepcin del trmino: Mi uso del tr-

    mino bioeconoma escribe en 1986 no est influido por la

    moda intelectual que reduce todos los fenmenos a un funda-

    mento biolgico (Georgescu-Roegen, 1986: 249n). Se trataba,

    en definitiva, de hacer explcito el acercamiento de la economa

    hacia sus orgenes biofsicos, entendiendo la actividad econmi-

    ca, con sus peculiaridades, como una extensin en sen tidoamplio y sin reduccionismos de la evolucin biolgica de la

    humanidad (Georgescu-Roegen, 1972, 1986 1991, 1994). Para

    conseguir este objetivo, Georgescu arranca de una distincin

    conceptual acuada por Alfred Lotka en 1925 y hoy plenamente

    asentada en los mbitos de la biologa y la ecologa entre los

    rganos endosomticos y los rganos exosomticos. Los prime-

    ros tienen la peculiaridad de acompaar a todo ser vivo (inclui-

    do el ser humano) desde su nacimiento hasta su muerte. Es,

    precisamente, mediante los cambios en esta clase de rganos a

    travs de los cuales todo animal se va adaptando mejor o peor alas condiciones vitales y de su entorno. Sin embargo, es necesa-

    rio esperar demasiado tiempo para presenciar modificaciones

    evolutivas de estos seres vivos nicamente a travs de cambios

    en sus dotaciones endosomticas. Como puso de manifiesto

    Georgescu, ser la especie humana quien hallar un mtodo

    ms rpido de evolucionar a travs de la progresiva fabricacin

    de rganos separables o exosomticos que, no formando parte

    de la herencia gentica de la humanidad, son utilizados por sta

    en su desarrollo evolutivo (Georgescu-Roegen, 1996 [1971]:

    381; Georgescu-Roegen, 1972: 25). Ejemplos de este tipo derganos pueden se r desde un simple martillo hasta un autom-

    vil. Muchos de ellos son denominados por los economistas

    como capital, hecho ste que pone de relieve cmo la visin

    del proceso econmico, entendida como una extensin del pro-

    ceso biolgico en sentido amplio, posee un slido fundamento.

    En efecto, ... la existencia del hombre se encuentra ahora irre-

    vocablemen te ligada al empleo de instr umentos exosomticos y,

    consecuentemente, al uso de recursos naturales, de la misma

    manera que, por ejemplo, est unida en la respiracin al uso de

    sus pulmones y del aire (Georgescu-Roegen , 1996 [1971]: 67).Conviene recordar con Georgescu-Roegen que los contornos

    de la bioeconoma dependen, a su vez, de mltiples aspectos asi-

    mtricos que tienen como fundamento los problemas asociados

    al diferente aprovechamiento del flujo de radiacin solar (conti-

    nuo e inagotable a escala humana) y de la energa libre proce-

    dente de los stocks de minerales de la tierra (agotable de manera

    irreversible e irrevocable), como las dos fuentes bsicas de

    donde procede la baja entropa que pone en funcionamiento el

    proceso econmico y la vida. (Georgescu-Roegen, 1971: 369;

    1972: 25). El aprovechamiento de ambas fuentes est en el ori-gen de la produccin de rganos exosomticos que, en virtud de

    su carcter separable, comenzaron a intercambiarse a travs

    del comercio. Esta circunstancia, unida a una serie de ventajas,

    hizo aflorar, no obstante, algunos graves inconvenientes. De un

    lado, la aparicin de un conflicto social por la posesin de estos

    rganos exosomticos que ha desembocado en el surgimiento

    de importantes desequilibrios sociales a nivel planetario como

    consecuencia del uso des igual de dichos ins t rumentos

    (Georgescu-Roegen, 1977b: 315 y ss.). Adems, de manera cre-

    ciente, ese proceso de produccin y comercializacin se ha arti-culado sobre el stock finito de productos derivados de la corteza

    terr estre, en vez de sobre el flujo de radiacin solar y sus deriva-

    dos que nos llega sin restricciones. Este proceso se ve agravado

    por la adiccin incurable que, segn Georgescu, posee la huma-

    nidad hacia los instrumentos exosomticos ms intiles, lo que

    hace aflorar a la superficie no solamente un problema estricta-

    mente econmico o biolgico de satisfaccin de necesidades,

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    29 Parece ser que la primera noticia que se tiene de este trmino es el librode H. REINHEIMER, publicado en 1913 y titulado Evolution by Co-operation:A Study in Bioeconomics, Londres, Kegan, Paul. Georgescu-Roegen no loutilizar expresamente hasta 1972, fecha en que le es sugerido por una cartade Jiri Zeman fechada el 24 de abril, un ao despus de su The EntropyLaw..., aunque el desarrollo fundamental, sin citar expresamente eltrmino, con apoyos en Lotka y Schumpeter, puede verse tambinen esta contribucin de 1971. Vid. (GEORGESCU-ROEGEN, 1996 [1971]:380 y ss).

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    sino, ms bien, una dificultad bioeconmica de mantenimientode la especie hum ana sobre este frgil planeta que nos cobija.

    7. Palabras finales

    El cruce de caminos que significan los aspectos econmico-

    ecolgicos (bioeconmicos en sentido amplio), recogidos en la

    obra de Georgescu-Roegen, nos ha permitido, con la brevedad

    obligada, vislumbrar algunas de las caractersticas de su talante

    transdisciplinar. Un talante que supo beber de diversas fuentes

    tanto de las que le proporcionaba su formacin de estadstico ymatemtico, como de las encontradas en su exploracin meticu-

    losa por la economa y las ciencias sociales en ge neral. La termo-

    dinmica y la biologa llamaron a la puerta de la economa y

    encontraron en la predisposicin de Georgescu-Roegen un frtil

    colaborador y portavoz. A este respecto, nuestro autor posea la

    suficiente preparacin para traspasar los lmites disciplinarios, ya

    que, a las excelentes dotes en el campo de la economa, una una

    sabiduria y solvencia demostradas tambin en otros campos.

    Quiz fuera esa predisposicin inagotable hacia la erudicin la

    que lo llevara, a diferencia de tantos otros , a recibir con los bra-zos abiertos, pero con espritu crtico, las enseanzas que las

    ciencias de la naturaleza podan ofrecer a la economa. Tal vez

    ese talante crtico lo hered, en parte, de uno de sus maestros

    declarados, Karl Pearson, representante de un positivismo poco

    conocido (por pesimista y escptico) de finales de l siglo pasado y

    comienzos del presente siglo. Un positivismo que a diferencia

    de la euforia que acompa a las reflexiones de un autor como

    Comte, pona el acento en los lmites del pensamiento cientfi-

    co aunque considerando a ste como una actividad intelectual

    muy valiosa. Pues bien, pensamos que es en esa tradicionalencrucijada del ignoramus et ignorabimus (del ignoramos e igno-

    raremos) donde encuentra acomodo la postura roegueniana que,

    sin renunciar a las posibilidades abiertas por las matemticas y

    las ciencias en general, critica la extensin indiscriminada de la

    aritmetizacin y el mecan icismo como solucin a los problemas

    de fondo en las ciencias sociales, y en especial en la economa.

    Como hemos descr ito, aunque publicada en 1971, The Entropy

    Law and the Economic Process (La Ley de la Entropa y el Proce-so Econmico) supuso e l compendio de las principales apor tacio-

    nes de Georgescu durante su perodo ms fecundo intelectual-

    mente. Es importante destacar que, por aquel entonces, la con-

    tribucin del rumano se agregaba a las crticas que algunos

    economistas de Cambridge haban realizado a la coherencia

    interna y la fragilidad de la teora neoclsica, siendo precisamen-

    te el ao de la publicacin de The Entropy Law... coincidente con

    aquella segunda crisis de la teora econmica que, por otros

    motivos, fue anunciada por Joan Robinson al comenzar la dcada

    de los s etenta (Robinson, 1971). En cualquier caso, las opinionesde Georgescu no tuvieron el impacto merecido en la comunidad

    de los economistas, tal vez porque apun taban ms all de las acu-

    saciones internas realizadas por autores tan notables como

    Piero Sraffa o la misma Joan Robinson; proponiendo, sin em bar-

    go, una revisin del aparato filosfico y analtico de los econo-

    mistas en mayor profundidad que las crticas que venan reco-

    gindose desde la dcada de los cincuenta 30. En definitiva, la

    especificidad de l trabajo roegueniano en el panorama econm ico

    del presente siglo llevara a uno de sus discpulos, Stefano

    Zamagni, a escribir que su mensaje tiene la peculiaridad de no

    poder ser identificado con ninguna escuela de pensamiento eco-

    nmico en especial. De ah que su aportacin intelectual en este

    siglo pueda ser vista como la principal contribucin a traspa-

    sar las fronteras de la teora y la metodologa econmicas

    (Zamagni, 1986: 516). Esto es, como su autntico legado.

    Referencias bibliogrficas

    [1] AGUILERA, F. (1996): Economa y medio ambiente: un estado dela cuestin, Madrid, Fundacin Argentaria.

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    30 Desconocemos, no obstante, las causas que llevaron a una casi totalincomunicacin entre estas dos corrientes crticas de la economaconvencional.

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    [4] DALY, H (1992): Is the Entr opy Law Relevant to the Econo-mics of Natural Resource Scarcity? Yes, of Cours e,Journal of Environ-mental Economics and Managment, 23, pginas 91-95.

    [5] DALY, H. (1997): Cunto tiempo seguirn los economistasneoclsicos ignorando las aportaciones de Geor gescu-Roegen?,Jorna-da sobre Economa y Ciencias de la Naturaleza (Homenaje a Nicholas

    Georgescu-Roegen) , Madrid, F undacin Argentar ia, 1997.[6] DRAGAN, J. y DEMETRESCU, M. A. (1991): Entropy and Bioeco-

    nomics: The New Paradigm of Nicholas Georgescu-Roegen, Miln, Nagard.[7] EHRLICH, P. et al. (1977): Disponibilidad, entropa y leyes de

    la termodinmica, en DALY, H. E. (ed) (1989): Economa, ecologa ytica, Mxico, FCE, pginas 56-60.

    [8] FABER, M. et al. (1996): Ecological Economics: Concepts andMethods, Brookfield, Edward Elgar.

    [9] FORUM: GEORGESCU-ROEGEN VERSUS SOLOW/ STI-GLITZ, Ecological Economics, volumen 22, 1997.

    [10] GEORGESCU-ROEGEN, N. (1965): Proces s in Farming ver-sus Process in Manufacturing: A Problem of Balanced Development,en GEORGESCU-ROEGEN, N. (1976): Energy and Economic Myths.Institutional and Analitycal Essays. Oxford, Pergamon, pginas 71-102.

    [11] GEORGESCU-ROEGEN, N. (1966): Analytical Economics:Issues and Problems, Harvard University Pres s.

    [12] GEORGESCU-ROEGEN, N. (1969): The Economics of Pro-duction, e n Energy and Economic Myths, pginas 61-69.

    [13] GEORGESCU-ROEGEN, N. (1970): Process Analysis and th e

    Neoclassical Theory of Production, en Energy and Economic Myths...,pginas 37-52.

    [14] GEORGESCU-ROEGEN, N. (1971): The Entropy Law and theEconomic Process, Harvard Univesity Press. (Versin castellana:La leyde la entropa y el proceso econmico, Madrid, Visor-Fundacin Argen -taria, 1996).

    [15] GEORGESCU-ROEGEN, N. (1972): Energy and EconomicMyths en Energy and Economic Myths..., pginas 3-36

    [16] GEORGESCU-ROEGEN, N. (1974): Dynamic Models andEconomic Growth, en Energy and Economic Myths...,pginas 235-253.

    [17] GEORGESCU-ROEGEN, N. (1976): Energy and EconomicMyths. In stitutional and Analitycal Essays. Oxford, Pergamon.

    [18] GEORGESCU-ROEGEN, N. (1977a): Nuevas re flexionessobre la Dellusioni dell Econometria de Corrado Gini, en DAGUM,C. (comp.) (1977):Metodologa y crtica econmica, Mxico, FCE, pgi-nas 503-515.

    [19] GEORGESCU-ROEGEN, N. (1977b): Qu puede ense ar alos economistas la Termodinmica y la Biologa?, en AGUILERA, F. yALCNTARA, V. (comps.) (1994):De la Economa Ambiental a la Eco-noma Ecolgica, Barcelona, Icaria, pginas 303-320.

    [20] GEORGESCU-ROEGEN, N. (1979): Comments on thePapers by Daly and Stiglitz, en SMITH, V.K. (ed.): Scarcity and

    Growth Reconsidered, Baltimore, Johns Hopkins University Press, pgi-nas 95-105.[21] GEORGESCU-ROEGEN, N. (1983): La teora energ tica del

    valor econmico: un sofisma econmico particular, El Trimestre Eco-nmico, nmero 198, pginas 829-860.

    [22] GEORGESCU-ROEGEN, N. (1986): Man and Production; enBARANZINI, F. y SCARZIERI, R. (1986): Foundations of Economics,Oxford, Basil Blackwell, pginas 247-280.

    [23] GEORGESCU-ROEGEN, N. (1994): Nicholas Ge orgescu -Roe-gen sobr e s mismo, en SZENBERG, M. (ed.): Grandes economistas dehoy, op. cit, pginas 149-186.

    [24] GRINEVALD, J. (1991): Vernads ky y Lotka como fuentes d ela bioeconoma de Nicholas Georgescu-Roegen, Ecologa Poltica,nmero 1, pginas 99-112.

    [25] GRINEVALD, J. (1996): Prlogo a La ley de la Entropa y elproceso econmico, Madrid, Visor-Fundacin Argentaria, pginas 15-40.

    [26] GRINEVALD, J. (1997 ): La figura de Ge orge scu-Roege ndesde el ngulo de la sociologa de la ciencia,Jornada sobre Economa y Ciencias de la Naturaleza (Homenaje a Nicholas Georgescu-Roegen),

    Madrid, Fu ndacin Argentaria, 1997.[27] HICKS, J. (1975): El tiempo en la economa, en H ICKS, J.

    (1989):Dinero, Inters y Salarios, Mxico, F CE, pginas 263-279.[28] KHALIL, E. (1990): Entropy Law and Exhaus tion of Natural

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    [29] KHALIL, E. (1991): Entropy Law and Nicholas George scu-Roegens Paradigm: A Reply, Ecological Economics, 3, pginas 161-163.

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    [47] TOWNSEND, H. (1992), Is the Entropy Law Relevant to theEconomics of Natural Resource Scarcity? A Comment, Journal ofEnvironmental Economics and Managment, 23, pginas 96-100

    [48] YOUNG, J. (1991): Is the Entropy Law Relevant to the Econo-mics of Natural Resource Scarcity?, Journal of Environmental Econo-mics and Managment, 21, pginas 169-179.

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