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1 ÍNDICE 1. ÉTICA 2. HISTORIA DE LA ÉTICA 2.1. DEONTOLOGÍA 2.2. LA DEONTOLOGÍA COMO ÉTICA PROFESIONAL 3. DE LA ÉTICA A LA BIOÉTICA 3.1. ANTECEDENTES 4. ORIGEN DE LA BIOÉTICA 5. BIOÉTICA 5.1. CARACTERÍSTICAS DE LA BIOÉTICA 5.1.1. Ética Civil 5.1.2. Ética pluralista 5.1.3. Ética Autónoma 5.1.4. Ética Racional 5.1.5. Universalidad 6. HISTORIA DE LA BIOÉTICA 6.1. DIFERENTES SITUACIONES 6.2. HISTORIA DE LA BIOÉTICA EN ESPAÑA 7. CARACTERÍSTICAS DE LA ESPECIE HUMANA 7.1. EVOLUCIÓN. PENSAMIENTO. EL HOMBRE 7.2. CONSIDERACIONES ANTROPOLÓGICAS Y BIOÉTICA 7.3. CINCO VERBOS EMBLEMÁTICOS 8. PLANTEAMIENTO GENERAL 8.1. LAS REVOLUCIONES BIOLÓGICA Y ECOLÓGICA 8.2. LA REVOLUCIÓN MÉDICO SANITARIA 9. FUNDAMENTACIÓN 9.1. PROBLEMAS DE FUNDAMENTACIÓN

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ÍNDICE

1. ÉTICA

2. HISTORIA DE LA ÉTICA 2.1. DEONTOLOGÍA 2.2. LA DEONTOLOGÍA COMO ÉTICA PROFESIONAL

3. DE LA ÉTICA A LA BIOÉTICA

3.1. ANTECEDENTES

4. ORIGEN DE LA BIOÉTICA

5. BIOÉTICA 5.1. CARACTERÍSTICAS DE LA BIOÉTICA

5.1.1. Ética Civil 5.1.2. Ética pluralista 5.1.3. Ética Autónoma 5.1.4. Ética Racional 5.1.5. Universalidad

6. HISTORIA DE LA BIOÉTICA

6.1. DIFERENTES SITUACIONES 6.2. HISTORIA DE LA BIOÉTICA EN ESPAÑA

7. CARACTERÍSTICAS DE LA ESPECIE HUMANA

7.1. EVOLUCIÓN. PENSAMIENTO. EL HOMBRE 7.2. CONSIDERACIONES ANTROPOLÓGICAS Y BIOÉTICA 7.3. CINCO VERBOS EMBLEMÁTICOS

8. PLANTEAMIENTO GENERAL 8.1. LAS REVOLUCIONES BIOLÓGICA Y ECOLÓGICA 8.2. LA REVOLUCIÓN MÉDICO SANITARIA

9. FUNDAMENTACIÓN

9.1. PROBLEMAS DE FUNDAMENTACIÓN

 

10. MODELOS ÉTICOS

11.1 ÉTICA DE LA VIRTUD 11.2. ÉTICA DEL CUIDADO 11.3. ÉTICA DE LA RESPONSABILIDAD 11.4. BIOÉTICA NARRATIVA

11. BIBLIOGRAFIA BÁSICA

12. BIBLIOGRAFIA

ÉTICA El significado de la palabra ética, viene en su origen, del griego “éthos” cuyo

significado primario es estancia o lugar donde se habita, pero fue Aristóteles quién le

dio el significado de carácter o manera de ser, lo que supone que la ética es una forma

de ser adquirida, no heredada y que difiere de la naturaleza biológica. La manera de ser

de cada uno se va construyendo a través del conjunto de hábitos que las personas vamos

desarrollando y que son los responsables de modelar nuestro carácter o modo de ser.

Por su lado, la palabra moral, procede de “mos” y del latín “moralis”, cuyo

significado es costumbre y, con esta palabra, los romanos aplicaban el sentido que los

griegos daban a “éthos”, entendiendo que las costumbres también se van aprendiendo

por su repetición durante la vida, aunque su tendencia fue ir aplicándola hacia las

normas concretas que deben regir las acciones humanas.

 

No obstante, con frecuencia, la palabra ética se utiliza como sinónimo de moral,

es decir, ese conjunto de principios, normas, preceptos y valores que rigen la vida de los

pueblos e individuos.

Y aunque, etimológicamente, tanto ética como moral tienen un significado con

pocas diferencias, podemos decir que no son iguales, puesto que la ética es la ciencia

que estudia las costumbres, mientras que la moral se encarga de recoger las ideas

pensadas y reflexionadas para argumentar y explicar la vida moral.

Desde el principio de los tiempos, la humanidad ha sentido interés en poder

regular las acciones humanas mediante normas, por lo que en todas las sociedades y

culturas se encuentran preceptos y prohibiciones que especifican su moral. Pero, con el

nacimiento de la filosofía, aparece la necesidad de reflexionar sobre esas normas que

rigen la vida de las sociedades, buscando su fundamento (ética).

Así pues, la moral son aquellas normas que regulan y rigen nuestros actos, los

actos de una determinada sociedad o cultura, pero la ética se pregunta el porqué de

ellos, por qué se consideran unos válidos y otros no según las diferentes sociedades,

comparando las diferentes pautas morales existentes, investigando los actos específicos

del comportamiento moral, formulando principios universales que deben infundir a toda

conducta, y crea teorías que constituyan y permitan argumentar aquello por el que

merece la pena vivir.

De todo ello, podemos decir que ética y moral son complementarias, interactúan

entre sí, ya que si bien, la moral da normas para la vida cotidiana, será la ética quién

estudie y reflexione sobre ellas, proporcionando unos principios éticos para regular esas

normas o comportamiento moral que a su vez influirán y modificarán dichos principios.

La ética, según la tradición clásica de pensamiento moral de Aristóteles, refleja su

argumento fundamental en ocuparse de la felicidad humana, pero no de una felicidad

irreal, sino de aquella que es factible para el hombre, partiendo de la premisa de que el

hombre no sólo se conforma con vivir, sino que aspira a vivir bien, y una vez

garantizada la supervivencia se plantean otros objetivos o fines dándole sentido a la vida

con ellos, tomando importancia el “para qué” se vive. Este sentido lleva implícito

orientar la vida hacía algo que no se posee por completo aunque, hay que poseer una

 

parte para poder anhelarlo de manera inteligente, ese conocimiento ayuda a conseguir

la perfecta posesión, es saber que “soy algo a lo que algo le falta”.

Cuando el hombre piensa a fondo en sí mismo se da cuenta de que con vivir no

tiene suficiente: necesita vivir bien, de una determinada manera, no de cualquiera. Vivir

es necesario pero no suficiente, de ahí que surja la pregunta: “para qué vivir” (la

cuestión del sentido) y, en función de ello, “cómo vivir”. Justamente ahí comienza la

Ética.

La felicidad se nos antoja, en primer término, como una plenitud a la que todos

aspiramos y, por tanto, de cuya medida completa carecemos. Sin embargo, esa

“medida” no es un rigor cuantificable. La felicidad más bien parece una cualidad,

podríamos describirla como cierto “logro”, así lo hace Aristóteles, para quién la

felicidad es “vida lograda”, una vida que una vez vivida y contemplada a cierta

distancia (examinada, analizada) comparece ante su respectivo titular como algo que

sustancialmente ha salido bien; una vida, en fin, que merece la pena haber vivido.

Tal característica de lo “logrado” se especifica, a su vez, en dos modos prácticos

del bien: lo que me sale bien y lo que hago bien. En la vida hay acontecimientos que me

salen al paso, y otros que yo hago surgir de manera propositiva. En la vida de cada ser

humano se articulan elementos que él ha hecho intervenir por su propia iniciativa, de

manera planificada, con otros acontecimientos imprevistos, y a menudo imprevisibles.

Tanto unos como otros implican una importante carga ética: lo que hago, porque lo he

traído yo al ser, a la realidad de mi vida o del cosmos, y lo que me pasa, porque, aún no

habiéndolo planificado yo, me pide una respuesta, me planta cara y me desafía, supone

un reto que me obliga a poner en juego los recursos de mi propia identidad moral,

identidad que quedará en evidencia por la forma de encarar el destino.

Y la ética pone de relieve ésta índole activa: se refiere a la praxis humana, al

obrar que implica la libertad y que, por tanto, no está sujeto a una determinación

unívoca.

El hombre puede actuar o reaccionar ante una concreta situación de muy

variadas maneras, y entre ellas la ética pretende poder dilucidar cuál es la mejor, la más

 

correcta o conveniente de cara al sentido último de la existencia humana, a esa plenitud

que, a fin de cuentas, resultará en conjunto, del buen obrar.

Como todo ser vivo, el hombre es más activo que pasivo. La felicidad a la que se

ve llamado no es una situación pasiva en la que pueda llegar a encontrarse.

A su vez, la palabra “placer” se puede usar en dos acepciones: el placer de los

sentidos o el del espíritu. Generalmente se toma en la acepción puramente sensorial. Lo

que es ilícito es convertir la búsqueda de ellos en la orientación de nuestra conducta.

No se trata de que los placeres sensoriales, en principio, sean necesariamente

malos, lo que es esencialmente malo es orientar la totalidad de nuestra conducta a la

búsqueda de los placeres sensoriales, no porque sean placeres, sino por ser

exclusivamente sensoriales. Porque, en tanto que sensoriales, sólo responden a la parte

animal de nuestro ser, que no es la más noble, la más alta, aquella a la que Aristóteles

llama hegemonikón, la rectora de nuestra conducta, la que ha de tener la hegemonía.

El placer del ser humano, no es el que busca por sí mismo, sino el que surge

como resultado de la acción buena, el obrar pleno del sentido.

El estagirita (Aristóteles) otorga al placer un papel importante en la vida lograda,

pero secundario, en el centro de ella está la eupraxis, el buen obrar; hablando

propiamente, la virtud.

La virtud puede definirse como un hábito de acción bueno, llegando a

convertirlo en costumbre, un modo habitual de actuar, por lo que el placer sería una

consecuencia de dicha actuación, una consecuencia de la virtud ya que obrando de

manera virtuosa se satisfacen ciertas inclinaciones humanas naturales. Y una vez

consolidado el hábito de obrar virtuosamente no supone esfuerzo seguir haciéndolo,

mientras que el obrar de manera contraria a la virtud encuentra resistencia

En virtud de su herencia greco-latina, en el modo de pensar europeo hay ahí algo

más que un patrón cultural, siempre tuvo en cuenta que existen acciones que no es

posible realizar moralmente. Los viejos juristas romanos lo formulaban así: “Las

acciones que contradicen las buenas costumbres han de considerarse como aquellas que

no es imposible llevar a cabo”. Es una forma muy exacta de expresar la imposibilidad

 

moral de ciertas acciones que repugnan al hombre virtuoso y bueno. “Un buen hombre

sería aquel cuya conciencia de que “no me es lícito hacer esto” se cambia en “no puedo

hacerlo”. Deber hacer algo implica poder no hacerlo, al igual que deber evitarlo implica

poder hacerlo. Aristóteles lo definió: “No es noble quién no se goza en las acciones

honestas”.

En la vida moral, conseguir una virtud exige primero, una orientación inteligente

de la conducta: saber lo que uno quiere y aspirar a ello eficazmente, poniendo los

medios; hace falta esperar un esfuerzo moral, eso que entendemos como fuerza de

voluntad.

Según Simón Lorda, la virtud supone una cierta economía del esfuerzo, de

manera que cuando nos acostumbramos a conducir nuestra acción según una pauta

habitual, podemos emplear el esfuerzo sobrante en la adquisición de nuevas pautas y

así, ir poco a poco construyendo nuestra propia identidad moral, en este sentido se ha

dicho que la ética es una facilitación de la existencia.

Según la concepción Aristotélica, la ética tiene que ver con lo que uno acaba

siendo como consecuencia de su obrar libre.

Aristóteles atribuye a la buena suerte, junto con la virtud y el placer, un papel no

poco importante en la configuración de la vida lograda. En principio no depende de

nosotros. El destino engloba los eventos y circunstancias que pueblan nuestra biografía

sin que nosotros hayamos tenido que ver con su aparición, el tanto que el obrar moral es

aquel que hacemos surgir por iniciativa nuestra, entendiendo que una vida humana

difícilmente puede considerarse lograda si el destino es favorable, pero sí que es una

actitud moralmente positiva ser capaz de llevarse bien con el destino, eso que la

tradición moral conoce con el nombre de serenidad y que Spaeman ha descrito

admirablemente como “la actitud de aquel que acepta voluntariamente, como un límite

lleno de sentido, lo que él no puede cambiar, la actitud de quien acepta los límites”

(Spaemann, 1987,, 119; Barrio, 1999).

 

HISTORIA DE LA ÉTICA

Hipócrates vivió entre los siglos V-VI a. de C., contemporáneo de Platón,

enseñaba a sus discípulos que el médico es un hombre bueno, perito en el arte de curar,

y les comprometía con un principio incondicional de la medicina como paradigma del

buen hacer. “Dispensaré un profundo respeto a toda vida humana desde la concepción

hasta la muerte natural”. Con esta frase no se dice nada concreto sobre lo que hay que

hacer, pero la actitud que preceptúa sí que tiene consecuencias muy concretas: “No

dispensaré a nadie un tóxico mortal activo, incluso aunque me sea solicitado por el

paciente; tampoco daré a una mujer embarazada un medio abortivo”.

El juramento hipocrático no es un código de buenas prácticas, pero sí marca el

límite negativo.

DEONTOLOGÍA

La deontología es un capítulo de la ética general, concretamente de la ética de

los deberes. Y los deberes profesionales son sólo una parte muy restrictiva de los

deberes generales.

La relación entre ética y deontología es análogo a la que se establece entre

felicidad y deber. El deber es algo más restringido que la felicidad y cabe entender la

deontología como una parte especial de la ética y ésta aparece, en primer lugar, como la

clave de la mejor vida.

No podemos reducir el bien al bien moral, lo primero que hay que decir del bien

es que es un aspecto del ser y la ética se sitúa en el planteamiento de lo que un tipo

especial de ente que es el hombre, necesita para bien-ser o bien-morir.

Pero en su concepción habitual, el término deontología, suele usarse para

designar la “moral profesional” situándola así como una parte de la moral “una moral

especializada”. Debiendo tener en cuenta que, si la deontología profesional no se

resuelve sólo con los parámetros éticos comunes, tampoco la ética se reduce a la

satisfacción de ciertos protocolos deontológicos, ya que la cuestión del bien no se

sustenta con el cumplimiento de una normativa.

 

Ambos “fines”, lo que el agente desea lograr con su acción y lo que de suyo

logra si ésta se lleva a efecto, conforman lo que podríamos llamar la sustancia moral de

la acción y es el fin subjetivo el más importante en la valoración ética global. Cabe decir

que no puede ser bueno algo que se hace en contra de la propia conciencia subjetiva.

El primer deber que cualquiera puede encontrar en su conciencia moral, si mira

bien, es el de formarla para que sea una buena conciencia, estudiar, buscar la verdad,

consultar con las personas prudentes para salir de dudas.

En otro nivel se encuentran las circunstancias moralmente relevantes, que son

aquellos elementos que rodean la acción matizando eventualmente su cualidad moral: el

modo de realizarla, el lugar, la cantidad, el motivo u ocasión, el sujeto agente o

paciente, el momento y los medios empleados.

El bien moral es muy exigente, de manera que, para que la acción sea buena, se

hace preciso que lo sea en todos sus aspectos, sustancia y circunstancia, mientras que

basta que falle uno de ellos para que se pervierta la bondad.

LA DEONTOLOGÍA COMO ÉTICA PROFESIONAL

Aristóteles ha acuñado la distinción conceptual entre producir y actuar. La

rectitud del producir se mide por el producto y ha de ser determinada en función de las

reglas del arte; estriba en un resultado objetivo y en la nueva disposición de las cosas

que sobreviene como consecuencia del producir. Por el contrario, la rectitud del actuar

es de índole estrictamente ética: radica en el actuar mismo, en su adecuación a una

situación, en su inserción dentro del plexo de las relaciones morales, en su “belleza”.

La determinación del producir correcto pertenece a la técnica, mientras que el

actuar honesto tiene razón de fin. Podemos distinguir así, el buen hacer del obrar bien.

Normalmente se habla de deontología haciendo referencia al buen hacer que

causa resultados esperados, sobre todo en el ámbito de los profesionales. Se entiende

como buen profesional quien posee una habilidad técnica que le permite llevar a cabo su

labor con un nivel plausible de competencia y calidad. Las reglas del buen hacer

constituyen deberes profesionales, y esto no es ajeno al orden general del deber ético.

 

Las obligaciones éticas comunes para cualquier persona son obligaciones profesionales

para muchos.

La ética depende esencialmente de la antropología. Justamente el inacabamiento

humano abre el espacio propio de la deontología, de lo que el ser humano todavía debe

desarrollar para que lo que efectivamente es, se acerque, se corresponda lo más posible

con la plenitud a la que por su ser natural -naturaleza racional y libre- aspira. "Sé lo que

eres", "confirma con tu obrar lo que por naturaleza eres", "procura que tu conducta no

desmienta, sino que confirme tu ser", serían fórmulas expresivas del mandato moral

básico, al cual todos los deberes en definitiva se reducen; en palabras de Millán-Puelles,

a la libre afirmación de nuestro ser (Millán-Puelles, 1994).

El problema ético no estriba en cómo adaptar la conducta a la norma, sino en

cómo ajustarla al ser humano y a su verdad inmanente, no exenta de consecuencias

prácticas. El papel de la deontología, en su acepción vulgar, es adecuar la conducta

profesional a las expectativas sociales. El criterio último del juicio moral es la

conciencia.

Al hablar de moral profesional se suele aludir a los códigos de conducta que

deben regir la actuación de los representantes de una profesión. La estructura de las

sociedades industrializadas conduce a que las relaciones entre las personas estén

mediatizadas por el significado de la profesión como prestación de un servicio con

contrapartida económica.

Se entiende que las profesiones han de garantizar la calidad en la prestación del

correspondiente servicio. Para ejercer ese control de calidad se instituyen colegios

profesionales que elaboran códigos de buenas prácticas.

Con ellos, se trata de ofrecer un respaldo corporativo al ejercicio decoroso y

garantizar la buena imagen de la profesión ante los clientes y la sociedad. Se establecen

para ello mecanismos de control deontológico, como los antiguos tribunales de honor,

encargados de prevenir malas prácticas, e incluso promoviendo la separación de la

profesión para quienes las ejercitan.

 

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DE LA ÉTICA A LA BIOÉTICA

ANTECEDENTES

La relación establecida entre los seres humanos tiene que ser necesariamente

ética, ya que la ética se origina desde el conocimiento del otro, desde el concepto de

semejante y desde el conocimiento de nuestra capacidad de pensar y de prever el futuro;

el poseer este conocimiento hace al hombre sujeto de derechos y obligaciones, ya que el

cumplimiento y respeto de ellos, o por el contrario, su incumplimiento nos brinda un

sentimiento para poder discernir entre lo que es justo y lo que es injusto. Pudiendo decir

que, el concepto de ética como ciencia puede definirse como el estudio y la justificación

de normas de comportamiento a partir del conocimiento lógico natural, la moral,

considerada como ciencia, recoge las normas de comportamiento a partir de los

planteamientos filosóficos, teológicos y personales. (Villalaín Blanco, D. 2001).

El hombre, a través de la historia, ha ido conociendo las obligaciones inherentes

a la condición humana, frente a los demás de su misma condición, haciéndolas

extensibles a la sociedad y más tarde, debido a las inmensas posibilidades de

manipulación que ofrece la tecnología, ante la misma biosfera. A su vez, y de un modo

paralelo a esta evolución y ampliación conductual, se ha ido desarrollando el

conocimiento y con él, la presentación y estudio de la ética. Y esto que se ha ido

manifestando en todos los aspectos y sentidos, lo ha hecho de un modo más acusado en

el ámbito profesional y más concretamente en la relación médico-enfermo.

Pero no es hasta finales del siglo XVIII cuando aparece el término “Ética

Médica”, coincidiendo con la revolución industrial y los inicios de la higiene pública,

momento a partir del cual, la medicina comienza a cobrar una dimensión sociopolítica

nueva que pronto se verá recogida por diferentes leyes. Siendo a finales del siglo XX

(1986), cuando se considera que, la revolución industrial, política, científica e

ideológica, han originado una revisión de los aspectos éticos tradicionales, ya que se ha

pasado de una sociedad cerrada y paternalista, a una sociedad abierta y permisiva

basada en la responsabilidad individual, la tolerancia jurídica y la permisividad social.

 

11 

ORIGEN DE LA BIOÉTICA

El comienzo de la bioética se fija en 1970, cuando Van Rensselaer Potter

escribió el libro “The Science of Survival”, mediante el cual trató de elaborar una nueva

comprensión del modelo epistemológico de la ética médica y ambiental, así como de la

deontología, de la medicina legal y de la filosofía médica; “contribuir al futuro de la

especie humana mediante la promoción y sistematización de una nueva disciplina: la

bioética”, disciplina que señalaba la importancia del comportamiento humano en el

equilibrio del ecosistema, del futuro del hombre y de su supervivencia, destacando la

influencia negativa del estilo de vida del hombre en la normal evolución del mundo y de

la especie humana; con todo ello, Potter, planteaba la necesidad de un nuevo

comportamiento, nuevas obligaciones, nuevas leyes y una nueva moral con relación al

futuro de las generaciones.

“Lo que me interesaba en ese entonces -rememoró Potter en uno de sus últimos

trabajos-,... era el cuestionamiento del progreso y hacia donde estaban llevando a la

cultura occidental todos los avances materialistas propios de la ciencia y la tecnología.

“Expresé mis ideas de lo que, de acuerdo a mi punto de vista se transformó en la misión

de la Bioética: un intento por responder a la pregunta que encara la humanidad: ¿qué

tipo de futuro tenemos por delante? y ¿tenemos alguna opción? ...”. Todo comenzó en

esa charla de 1962, en la que la misión consistía en examinar nuestras ideas

competitivas sobre el progreso. Así el título de esa charla fue Un puente hacia el futuro,

el concepto de progreso humano...”tendría un carácter utilitario en relación a la vida,

posteriormente se hizo superponible a la propia ética médica, y en la actualidad adquiere

un carácter general, en el que se analizan las relaciones existentes entre el hombre y la

biosfera. Es diferente, por lo tanto, no sólo en sus contenidos, restringidos al análisis

ético de las relaciones entre el médico y el paciente, sino también en su metodología,

porque mientras la deontología médica sigue la costumbre occidental de una

codificación sistemática, la bioética, en sus capítulos sobre la ética médica, busca la

síntesis reduccionista de los principios éticos que inspira la deontología y, partiendo de

ellos, analiza la casuística, con resultados discutibles y discutidos, útiles para el

desarrollo filosófico y para el pensamiento abstracto ético-sanitario, pero que resultan

poco prácticos para la resolución de los problemas concretos que plantea el trabajo

médico en la realidad cotidiana.

 

12 

La Bioética es “un urgente y necesario conocimiento que permite la

investigación del cómo utilizar el pensamiento para una presencia responsable del

hombre para la promoción de la calidad de vida, considerada como una ciencia de la

supervivencia, en el sentido de la presencia cualitativa del hombre en la historia”

(Potter, 1971).

El Hastings Center, del Institute of Society, Ethics and the Life Science de

Nueva York, puede considerarse la primera piedra en llevar a cabo programas bajo este

planteamiento, ya que en los mismos da prioridad a la enfermedad mental; prioridad

clínica en la aplicación de la investigación del genoma humano; contracepción: línea

guía para la política social; determinar nuevos objetivos a la medicina; hombre,

animales y ambiente: responsabilidad ética; biotecnología animal.

BIOÉTICA

El término bioética es un neologismo introducido en el idioma inglés por Potter en

el año 1971 y a partir de entonces, ha gozado de general aceptación.

Su éxito ha sido proporcional a su propia indefinición, permitiendo que cada uno

lo explicara a su estilo, de acuerdo a su ideología y profesión, de tal forma que los

médicos vieron en él una concepción nueva de la clásica deontología profesional; los

biólogos y ecólogos consideraron que observaba un punto de vista diferente sobre la

conciencia de las sociedades avanzadas por el futuro de la vida, ante las agresiones que

se están sucediendo al medio ambiente. Y referente a las diferentes ideologías (judías,

cristianas y musulmanas), creyeron ver en la nueva palabra la expresión de su criterio de

santidad de la vida.

Con todo ello, la bioética ha ido adquiriendo un importante cuerpo doctrinal,

haciendo de ella una de las ramas más desarrolladas de la ética.

Ya la misma etiología del término “bio” y “ethos” (vida y ética) remite

doblemente al campo de los hechos biológicos y al de los valores humanos,

relacionándolos entre ellos, estableciendo un puente de unión entre la cultura de las

 

13 

ciencias y la de las humanidades. Empleando el término de bioética a la aplicación de

las ciencias biológicas con la finalidad de mejorar la salud.

Su definición ha tenido distintas interpretaciones:

- El estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias

de la vida y del cuidado de la salud, en cuanto que dicha conducta es examinada a la luz

de los valores y principios morales. (Reich. Enciclopedia de Bioética)

- Como un nuevo término para expresar el viejo concepto de ética médica.

(Kieffer)

- Es la disciplina que combina el conocimiento biológico con el de los

valores humanos. Consiste fundamentalmente en servirse de las ciencias biológicas

para mejorar la calidad de vida (Potter).

El término bioética tiene dos significados en relación al lugar de aplicación:

- En el sentido amplio se orienta a evaluar las implicaciones morales,

sociales y humanas de la explotación de los seres vivos en el conjunto de sectores tales

como la salud, alimentación y medio ambiente.

- En el sentido estricto, se orienta a todo lo relativo a la investigación y las

tecnologías biomédicas. (Convención sobre la Biomedicina del Consejo de Europa).

La dimensión ética de las relaciones humanas, desde la perspectiva de la salud,

se puede entender, siguiendo a Pablo Simón Lorda, como una serie de círculos

concéntricos que, partiendo del nivel más elemental, el paciente o usuario del sistema de

salud, llega a integrarse en el sistema global y complejo de la biosfera.

- En el primer círculo se encontraría la bioética clínica que discurriría

sobre el entramado de relaciones humanas y decisiones clínicas modulado en torno al

paciente y que junto a él participan, fundamentalmente, los profesionales sanitarios y

sus familias. Se trataría de un campo de análisis “micro”, muy centrado en lo relacional

y en la toma de decisiones clínicas concretas con repercusión inmediata en la salud o en

la vida del enfermo.

- En el segundo círculo, que contiene a la bioética clínica, se encontraría la

ética de la organización sanitaria.

 

14 

El encuentro profesional-paciente no se produce en una isla desierta, sino en la

consulta o habitación de un determinado centro sanitario que pertenece a una

determinada organización sanitaria.

Tanto el centro sanitario como la organización sanitaria tienen unos valores que

les guían y una determinada manera de estructurarse y funcionar que condicionan el

encuentro profesional-paciente.

La ética de la organización estará en el campo “meso” y estará centrada en lo

corporativo y estructural, en los procedimientos, protocolos y procesos.

Su orientación será más normativa y preventiva que casuística.

- En el tercer círculo se encontrarían, por tanto a los otros dos, y sería el

que abarcaría el ámbito de la ética de los sistemas de salud y de las políticas de salud,

que guían y coordinan la manera de prestar atención sanitaria a toda una sociedad,

nación o estado.

Aquí estarían las cuestiones relativas a la manera de hacer efectivo el derecho a

la salud y/o la atención sanitaria, teniendo en cuenta aspectos de justicia en relación a la

financiación, acceso, etc. se trata de un nivel “macro” con claras repercusiones políticas.

Podrían plantearse, continuando con palabras de S. Lorda, más círculos

envolventes como por ejemplo, otro que haría referencia a la ética de la salud pública

internacional, con cuestiones como el análisis ético de las causas de la altísima morbi-

mortalidad del sur pobre, y de sus posibles soluciones, o de los problemas éticos de la

investigación transnacional con seres humanos.

Por último y envolviendo a todo lo anterior, habría un círculo que haría

referencia a la ética global, donde se produciría la interacción entre la humanidad, la

técnica, la economía y la política con toda la biosfera y con todo el planeta como ser

vivo.

En este nivel es donde se produciría la discusión de cuestiones relativas, por

ejemplo, al agujero de ozono, a las especies y alimentos transgénicos y donde el análisis

debería estar guiado por principios éticos como el de responsabilidad o el desarrollo

sostenible. En realidad, cuando Potter propuso el término bioética se refería a este

último círculo, a una bioética global.

Por lo que se puede decir que los niveles de desarrollo de la bioética son:

1. Bioética Clínica. Nivel Micro

2. Ética de la Organización. Nivel Meso

3. Ética del Sistema Nacional de Salud y Política de Salud. Nivel Macro

 

15 

4. Ética de Salud Pública Internacional

5. Ética Ecológica Global

CARACTERÍSTICAS DE LA BIOÉTICA

Los códigos deontológicos son declaraciones de principios que los profesionales

se comprometen a respetar desde el momento en que entran a formar parte de ese grupo,

pero estas declaraciones de principios éticos, aún siendo necesarias, resultan

insuficientes. Haciendo, la bioética, un intento de responder a estas necesidades

mediante métodos de resolución de problemas éticos que cumplan unos requisitos

básicos, sin los cuales no es posible la reflexión bioética. Para D. Gracia estos requisitos

son:

- La ética debe ser civil, pluralista, autónoma, racional y debe ir más allá

del convencionalismo, siendo una ética universal.

Ética Civil

La bioética debe ser una ética civil o secular, no directamente religiosa, ya que

en las sociedades avanzadas conviven creyentes, agnósticos y ateos, coexistiendo dentro

de cada grupo códigos morales diferentes, habiéndose elevado a la categoría de derecho

fundamental el respeto a las creencias morales de todos (derecho a la libertad de

creencias).

Ética Pluralista

La bioética debe ser una ética pluralista que acepte la diversidad de enfoques y

posturas e intente conjugarlos en una unidad superior. Cabe decir que una acción es

inmoral cuando no resulta universalizable al conjunto de todos los hombres, es decir,

cuando el beneficio de algunos se consigue mediante el perjuicio de otros, lo cual se

debe a que la decisión no ha sido suficientemente “pluralista o universal”.

 

16 

Ética Autónoma

Ha de ser autónoma, no heterónoma. Se llaman heterónomos los sistemas

morales en que las normas le vienen impuestas al individuo desde fuera, mientras que

las éticas autónomas consideran que el criterio de moralidad no puede ser otro que el

propio del ser humano. Es la razón humana la que se constituye en norma de moralidad,

es la que se denomina “conciencia o voz de la conciencia”

Ética Racional

Tiene que ser racional, ya que la racionalidad humana tiene un carácter abierto y

progrediente (hacia la percepción), con un momento a priori o principalista y otro a

posteriori o consecuencialista. La razón ética no hace excepción a esa regla, y por tanto

ha de desarrollarse siempre a ese doble nivel.

Universalidad. Más allá del convencionalismo

Aspira a ser universal, y por tanto, a ir más allá de los puros convencionalismos

morales. La razón ética, como la razón científica, aspira al establecimiento de leyes

universales, aunque siempre abiertas a un proceso de continua revisión.

HISTORIA DE LA BIOÉTICA La bioética comienza en los primeros años de la década de los 70, coincidiendo

con una época histórica de reivindicación de los derechos humanos por las minorías.

Pero realmente la historia de la ética médica es tan antigua como la historia de la

medicina (Simón Lorda, P.).

La bioética es el resultado de una deontología médica y enfermera que se queda

corta para dar respuesta a todos los dilemas éticos que se plantea hoy en día la medicina.

Realizando un recorrido histórico basándonos en un orden cronológico, podemos

decir:

1. Juramento Hipocrático. Deontología médica y enfermera

En el juramento hipocrático se dice:

 

17 

‐ No procuraré a nadie veneno mortal. NO EUTANASIA

‐ No procuraré a mujer alguna pesario abortivo. NO ABORTO

‐ A cualquier casa que entrare acudiré para asistencia del enfermo fuera de

todo agravio intencionado o corrupción. IGUALDAD, NO DISCRIMINACIÓN

‐ Lo que en el tratamiento o incluso fuera de él, viera u oyera en relación

con la vida de los hombres, aquello que no debe trascender, lo callaré teniéndolo por

secreto. SECRETO PROFESIONAL

‐ Del daño y la injusticia preservaré, primum non nocere. NO

MALEFICENCIA

Este documento es fundamental tal y como se refleja en la ética médica y en él

se expresa la visión paternalista del médico, el cual ejercía su dominio sobre sus

pacientes y estos le obedecían con sumisión (Lorda/Gracia). No siendo hasta mediados

del siglo XX cuando estas tradiciones tan consolidadas comienzan a ser sustituidas.

2. Códigos Deontológicos

Ha sido el instrumento que han tenido los médicos para poder resolver

problemas éticos que se les planteaba en su actuación clínica diaria.

Antes de la bioética, tanto el médico como la enfermera, contaban únicamente

con sus respectivos códigos deontológicos para encarar los problemas morales que se

les planteaban. Pero esto no es suficiente para poder resolver los conflictos éticos.

SITUACIONES QUE HAN IDO DESARROLLANDO Y CONFIGURANDO

LA BIOÉTICA

‐ Código de Núremberg, 1947:

De él se elaboran 10 principios éticos y jurídicos básicos y fundamentales para

la investigación médica en seres humanos:

.. Consentimiento voluntario e informado al sujeto humano

.. Resultados benéficos para la humanidad

.. Evitación de sufrimiento o daño físico o mental

.. Proporción favorable de riesgo a beneficio

..Experimentación previa con animales

 

18 

‐ AAS 49, PIO XII, 1957:

Donde se condena la eutanasia y subraya la dignidad de la vida humana,

rechazando por consiguiente lo que más tarde se llamará “encarnizamiento terapéutico”

y anticipa lo que se llamará “cuidados paliativos”.

‐ Estado de California Salgo vs Stanford:

Consentimiento Informado. Se empieza a contemplar el consentimiento

informado como un derecho del paciente, pasando del campo jurídico al de la ética

médica.

‐ Conferencia Potter, Dakota del Sur:

Potter, ex alumno del centro y conocido por sus investigaciones sobre el cáncer

trató un tema filosófico planteándose 2 preguntas, las cuales se hace la humanidad ¿Qué

tipo de futuro tenemos por delante? Y ¿tenemos alguna opción?

El título de la charla fue “Un puente hacia el futuro, el concepto de progreso

humano”, es el único progreso que puede llevar a la supervivencia y realización del ser

humano en el concepto científico-filosófico de progreso.

‐ El comité de Seattle y Shana Alexander, 1962:

Comité cuya misión fue seleccionar pacientes a quienes se pidiera ofrecer

hemodiálisis. Se eligieron un grupo de personas, no médicos. Tuvo una vida breve ya

que el gobierno subvencionó todos los gastos a los enfermos.

‐ Declaración de Helsinki, 1964:

ASOCIACIÓN Médica Mundial, establece unos principios éticos para las

investigaciones médicas en seres humanos.

--Revisión del código de Nuremberg

--Talidamida, graves consecuencias por una pobre, rápida y poco controlada

investigación del medicamento antes de comercializarlo.

‐ Henry Boecher, 1966: Publica un artículo de gran repercusión en EEUU,

doce artículos de cien publicados en una revista científica de gran prestigio, son

 

19 

declarados como inmoral, precisándose la necesidad de crear entornos de reflexión

acerca de la expansión que está sufriendo la investigación y técnicas médicas.

‐ Joseph Fletcher, 1966: escribe “la ética de la situación o situacionismo”,

influenciada por el utilitarismo. Primer libro escrito por un teólogo protestante que

escoge un sistema de análisis ético de carácter civil exento de reflexión teológica.

‐ Christian Barnard y el primer trasplante de corazón, 1967

Se realizó en Sudáfrica en diciembre del 67, el padre de la donante firmó un

consentimiento de extracción del corazón y de los riñones. Aparecen cuestiones de tipo

sentimental, y cuestiones que van desde conocer la intención de donar los órganos

hasta saber el estatuto jurídico del “cadáver viviente” que hay que mantener en buen

estado hasta concretar la operación.

‐ Muerte cerebral, 1968:

El comité de la facultad de medicina de Harvard (Boecher), formula el primer

criterio para la determinación de la muerte basado en un total y permanente daño

cerebral, acuñándose el concepto de “muerte cerebral”. El 5 de agosto de ese mismo

año, la revista JAMA, publicó la conclusión de dicho comité su conclusión de que la

muerte cerebral debe ser utilizada como sinónimo de muerte.

‐ Potter, 1970: Publica un artículo donde se emplea por vez primera el

término de “bioética” por lo que se le conoce como el padre de la misma, entendiéndola

como una nueva disciplina que ha de forjar la unión entre la ciencia y las humanidades,

un puente entre las ciencias biológicas y la ética. Para él, la supervivencia de la especie

humana requiere del desarrollo y mantenimiento de un sistema ético compartido por

todos.

‐ Paul Ramsey, publica un libro “Los pacientes como personas”, su

importancia radica en el impulso que se da a los derechos de los pacientes desde un

enfoque que hasta entonces no se había presentado.

‐ Potter, 1971: en su libro “bioética, puente hacia el futuro”, desarrolla su

idea original de que debe ser un puente hacia el futuro, hay que preservar a la

 

20 

humanidad de su propia destrucción por el incremento de población, el exceso de

consumo de recursos no renovables y el consiguiente deterioro medioambiental. “Es

urgente para la supervivencia del ser humano y para implementar la calidad de vida una

nueva visión que proporcione el conocimiento acerca de cómo usar el conocimiento. Un

instinto de supervivencia no es suficiente, necesitamos desarrollar la ciencia de la

supervivencia, y esta debe comenzar con una nueva clase de ética: la bioética, podría

denominarse ética interdisciplinar, de manera que incluya las ciencias y las

humanidades, incluyendo también un credo bioético de compromiso personal.

‐ D. Callaghan y W. Gaylin, 1971: fundan el “The Hastings Center”.

Filósofo y psiquiatra fundan un instituto donde se publica la revista de prestigio

especializada en bioética “The Hastings Center report”.

‐ Instituto Universitario de Bioética, fundado por André Hellegers, 1971:

Es el primero que utiliza la palabra bioética de una forma institucional aplicándola a la

ética médica y a la investigación biomédica. Bioética como disciplina independiente.

‐ STS caso Canterbury vs Spence: CI, 1972: Primer caso en que un

tribunal fundamentó su sentencia en el sentido de que el médico debe informar al

paciente de aquello que puede ocurrir y ser el paciente quien pueda tomar una decisión

por ser el asunto más del enfermo que del médico.

‐ 1ª Carta de derechos de los Pacientes, 1973: Promulgada por la

Asociación Americana de Hospitales, recoge el principio de autonomía, el derecho del

enfermo a saber sobre su enfermedad y a decidir respecto a diferentes tratamientos,

irrumpiendo el concepto de autonomía y paciente adulto en el campo de las decisiones

médicas.

‐ STS Caso rose vs Wade, 1973: Esta sentencia declaró legal el aborto en

estados unidos, dando lugar a una gran polémica.

‐ National Research ACT, 1974: El presidente de Estados Unidos firmó un

proyecto de ley. Se creó una comisión porque se publicaron abusos cometidos desde los

años 30 a un grupo de personas de color y con pocos recursos económicos, consistentes

 

21 

en la investigación y posterior seguimiento de la evolución de la sífilis sin darles

tratamiento alguno ni siquiera una vez descubierta la penicilina (41). También se supo

que en una escuela estatal se estaba infectando a niños deficientes con destilados de

heces para investigar la hepatitis.

La comisión debía revisar la normativa del gobierno federal a propósito de la

investigación científica con el fin de proteger los derechos y el bienestar de los sujetos

humanos y la identificación de posibles abusos. Definió la existencia obligatoria del

primer comité de ética formulado legalmente y sentó las bases para la publicación, 4

años después del Informe Belmont.

‐ Artículo publicado por Karen Teel, 1975: Ante la decisión de retirar la

respiración artificial de una joven en coma profundo, un juez solicitó al consulta al

comité de ética del hospital, proponiendo un comité integrado por médicos, trabajadores

sociales, abogados, teólogos como instrumento de diálogo.

‐ David Roy, 1976: Fundó el “Centro de Bioética”

‐ Howard Brody, 1976: publica “Decisiones éticas en medicina”, donde

propone un procedimiento en la toma de decisiones en ética clínica, inspirado en la

teoría de la decisión racional.

‐ Caso Karen Ann Quinlan, 1976: Caso Karen Tell, se le retiró la

respiración asistida y vivió hasta 1985, la sentencia propuso la creación de comités en

los hospitales.

‐ Informe Belmont, 1978: Es el resultado de los 4 años de trabajos

realizados por la comisión creada por la National Research Act, establece tres principios

éticos básicos, definiéndolos como criterios generales que sirven como base para

justificar muchos de los preceptos éticos y valoraciones particulares de las acciones

humanas:

..Respecto a las personas: Todos los individuos deben ser tratados como agentes

autónomos

 

22 

.. Beneficencia: Aquellos actos de bondad y caridad que van más allá de la

obligación estricta, tiene dos reglas: no causar ningún daño y maximizar los beneficios,

disminuyendo los daños.

.. Justicia: Equidad en la distribución.

Cada principio tiene una aplicación concreta:

.. Consentimiento informado. Respeto a las personas

.. Valoración de riesgos y beneficios. Beneficencia

.. Selección de sujetos. Justicia

Una de las limitaciones que planteó este informe era que estaba limitado a los

problemas de experimentación, dejando fuera el amplio campo de la clínica.

Con el fin de liberar a la práctica médica de códigos y juramentos, Beachamps y

Childress publicaron el libro básico: Principles of Biomedical Ethics en 1978, aportando

los conceptos fundamentales y separando los conceptos fundamentales y separados de

no-maleficencia y beneficencia

HISTORIA DE LA BIOÉTICA EN ESPAÑA

La bioética, en España, es una disciplina joven (Lorda), ya que comienza en la

mitad de los años 80, por lo que se precisa recuperar un tiempo perdido, debido a la

coincidencia de un periodo histórico concreto con el inicio de la bioética en otros países.

‐ 1934. Libro “Código deontológico médico” (Luis Alonso Muñonero)

‐ 1945. Cómo apéndice de la OMC se publican unas normas deontológicas

para los médicos colegiados en España, es el esbozo del primer código deontológico de

nuestro país.

‐ 1964. Pedro Laín Entralgo publica su libro “La relación médico-enfermo:

historia y teoría”, done propone entenderla como amistad. Tiene gran repercusión

dentro y fuera de España.

‐ 1975. Se funda el instituto Borja de Bioética, adscrito a la facultad de

teología de Barcelona, se independizó en 1984, ahora es entidad privada.

 

23 

‐ 1978. Constitución Española. La Asamblea de presidentes y Consejeros

de la OMC aprueba el Código deontológico para médicos español, es el que sigue

vigente (reformado en 1999).

‐ 1979. La Asociación de Médicos catalanes elabora uno alternativo,

insatisfechos por el paternalismo del anterior.

‐ 1984. Nace en España el primer bebé obtenido por fecundación in vitro.

Barcelona.

‐ 1985. Se declara no punible el aborto en determinados supuestos. STC

53/1985. Art. 417 bis del código penal.

‐ 1985. Primer seminario interdisciplinar sobre Bioética. Universidad

Pontificia de Comillas. Monografías “Dilemas éticos de la medicina actual.

1985. Profesionales de enfermería elaboran y presentan la primera propuesta de

Código de Ética para enfermería, con el asesoramiento del instituto Borja. Se

publica en 1989.

‐ 1986. Ley 14/86 de 25 abril. General de Sanidad. Se comienza a

reformarse el sistema sanitario español. Estructura el sistema sanitario público, enuncia

la carta de los derechos de los pacientes y regula el consentimiento informado.

‐ 1986. Fundación valenciana de estudios avanzados organiza una reunión

sobre cuestiones éticas de la medicina.

‐ 1988. Se promulga la ley 42/1988 sobre donación y utilización de

embriones y fetos humanos o de sus células, tejidos u órganos.

‐ 1989. Diego Gracia publica su libro “Fundamentos de bioética”

1989-1990. Presos del GRAPO, realizan huelga de hambre, generando una crisis

sobre las obligaciones éticas y legales de los médicos y del estado ante este tipo

de situaciones.

‐ 1991. Diego Gracia publica su libro “Procedimientos de decisión en ética

clínica”.

‐ 1992. Se constituye la sociedad española de cuidados paliativos, con el

fin de promover la calidad en la atención a los enfermos terminales.

‐ 1993. Algunas facultades de medicina incorporan la asignatura de

bioética.

 

24 

‐ Se crea en la universidad de Deusto la Cátedra de Derecho y Genoma

Humano, la primera en el mundo.

‐ Ramón Sampedro, pide públicamente que alguien acabe con su vida.

‐ 1996. Marcelo Palacios funda en Gijón la Sociedad Internacional de

Bioética.

‐ 1997. Oviedo. Convenio para la protección de los derechos humanos y la

dignidad del ser humano con respecto a las aplicaciones de la biología y la medicina. Es

la norma internacional más importante hasta ahora respecto a la protección de los

derechos humanos y la biomedicina.

‐ 1998. Muere Ramón Sampedro, avivando el debate.

‐ 2002. Se promulga la ley 41/02 básica reguladora de la autonomía del

paciente y de derechos y obligaciones en atería de información y documentación clínica.

‐ 2004. Película “Mar Adentro”.

‐ 2006. Se promulga la ley de reproducción asistida.

‐ Observatorio de bioética de la UCV

‐ 2007. VI Congreso Nacional de Bioética, celebrado en la UCV

‐ 2008. Nombran los miembros que componen el Comité de Bioética de

España.

 

25 

CARACTERÍSTICAS DE LA ESPECIE

HUMANA

EVOLUCIÓN, PENSAMIENTO. EL HOMBRE

A lo largo de la historia, la evolución del ser humano ha ido cambiando y dentro

de estos cambios se produce un aumento en la capacidad de relación con sus

semejantes, haciéndolo de un modo más consciente con el conjunto de la vida y se va

sintiendo inmerso en la matriz natural; del mismo modo, el hombre, lamentablemente,

aumenta su capacidad de matar, y no sólo mata para comer, sobrevivir o competir a

nivel instintivo. Pero también aumenta la capacidad de soporte y ayuda mutua, lo que

implica que en lugar de eliminar a la persona débil o discapacitada, se le cuida ya que

queda reconocida que tiene la misma dignidad que cualquier otro miembro de la especie

humana.

A su vez, la concepción del ser humano va variando a través de la historia y con

ello van sufriendo cambios las atribuciones a su dignidad, encontrando que en tiempos

de la ilustración se consideraban dignos los seres humanos blancos y cristianos; en el s.

XIX a los burgueses y propietarios, llegando al s. XX donde recae sobre el varón por

delante de mujeres, niños y ancianos.

CONSIDERACIONES ANTROPOLÓGICAS Y BIOÉTICA

Tal y como explica Juan Masiá Clavel, para tratar las cuestiones de ética de la

vida es necesario reflexionar sobre el pensar humano. Y para pensar lo humano es

imprescindible tener en cuenta la relación inseparable entre pensar lo humano y pensar

la vida.

La especie humana, debido a la complejidad de su cerebro, tiene como

característica, el poder plantearse de manera consciente, determinadas preguntas o

cuestiones: ¿qué es la vida?, ¿qué es lo que nos humaniza?, además disponemos de la

posibilidad de poder orientar nuestra acción humana, bien para construir o para destruir,

planteándose la pregunta ¿por cuál optaremos?

 

26 

Todo ello nos conduce a vivir la vida de manera consciente, no sólo vivirla, sino

pensar la vida, pudiéndose ser críticos y creativos, haciendo uso de esa misma crítica

para plantear nuevas modalidades de vivir. Dándose cuenta, el ser humano, de que

dispone de la posibilidad de mejorar o destruir la vida, así como de mejorarse o

destruirse a sí mismo y a sus semejantes. Y de la formulación de estas preguntas surge

la filosofía, como el saber de la vida, como aprender y pensar sobre la vida, sobre el

mundo, sobre lo humano y sobre el pensar mismo, para poder corregirlo y pensar en un

modo nuevo.

Se puede comenzar preguntándose el modo que tiene el ser humano de

relacionarse con la vida y como vive esa relación, yendo al fondo de la cuestión para

plantear el pensar sobre la vida y los vivientes; partiendo de algunas características de

los mismos y sabiendo que toda vida tiende a sobrevivir, apoyándose para ello en otros

vivientes a los que tiende a usar en su beneficio y en muchos casos sosteniéndose unos a

otros para conseguir la supervivencia en el marco de un ecosistema.

Tal y como se ha dicho, en la especie humana, por su complejidad cerebral,

determinadas características se acentúan y modifican encontrando que:

‐ Hay un aumento de la capacidad de relación, de manera consciente, con

el conjunto de la vida, lo cual le hace sentirse inserto en la matriz natural, pero teniendo

cuidado de no desembocar con ello, únicamente en el romanticismo ecológico.

‐ A su vez y, de manera lamentable, aumenta la capacidad de matar, no

haciéndolo solamente para sobrevivir o competir a nivel de instinto, sino que la especie

humana es capaz de matar por odio, haciendo guerras innecesarias, injustificadas o

injustificables, y como consecuencia se generan las consecuencias tan funestas que se

conocen por todos.

‐ En contra partida con lo anterior, también aumenta la capacidad de

soporte y ayuda mutua entre la especie humana, pudiendo parecer en un principio que

tal característica va en contra de la selección natural, ya que se cuida a la persona débil

anciana o discapacitada, reconociendo que tiene la misma dignidad que cualquier otro

miembro de la especie.

 

27 

Con esta triple característica de la especie humana, se hace inexcusable el

planteamiento ético, debiendo decir que “somos animales necesitados de ética” y no que

“somos animales éticos”.

“Nos hacemos cargo de la realidad” (Zubiri) y tenemos que “cargar con ella”

(Ellacuría), conscientes de que, si no lo hacemos bien, corremos el peligro de

“cargárnosla”. De ahí la necesidad de una búsqueda común e intercultural de una ética,

tarea inacabada.

Y continuando con las palabras de J. Masiá (2006): es importante repasar estas

consideraciones antropológicas previamente a entrar en el debate ético, ya que debemos

fijarnos en dos aspectos del cerebro humano muy inexplicables, característicos de los

humanos y que generan numerosos problemas: la capacidad que tenemos de elegir (¿qué

elegimos?) y, la capacidad de interpretar (¿cómo interpretamos?), encontrándonos con

frecuencia, indecisos ante una variedad de posibilidades y desconcertados ante una

diversidad de interpretaciones. Desde el caos y el conflicto, nos ponemos a pensar y a

dialogar para aclararnos y convivir.

Los seres vivos tienen, a la pervivencia de la corriente de la vida y a la

satisfacción de sus necesidades vitales, como orientaciones fundamentales, pero en el

caso de la especie humana, con un complejo y desarrollado cerebro, muestran unos

comportamientos que parecen ir contra corriente o estar en contradicción con esas dos

orientaciones vitales mencionadas, como por ejemplo la capacidad humana para

desordenarse en la toma de alimentos y bebida, o al contrario, su capacidad para ayunar

motivadamente, pareciendo que dichos comportamientos humanos van en contra de lo

que normalmente exige el instinto de alimentarse para vivir, tal y como queda de

manifiesto en otras especies animales.

Otro ejemplo sería la sexualidad en los seres humanos, ya que tienen la

capacidad de humanizarse o deshumanizarse mutuamente ante dicha sexualidad,

permitiendo que, o bien la pareja crezca mediante su relación afectiva, corporal y

sexual, o bien que pueda destruirse mutuamente con ella mediante maneras

descaminadas de vivir esa relación. Situándose lo característico del ser humano no en

estar por encima de otras especies, sino en la doble posibilidad de situarse en un plano

superior o en otro inferior, por lo que la especie humana está abierta a la posibilidad de

 

28 

hacerlo mejor o peor, con más ternura benevolente o con más posesividad egoísta, dicha

relación.

Del mismo modo ocurre cuando se habla de compartir o de la guerra, en sentido

estricto, ya que estas características, también se dan de manera particular en la especie

humana, pues el resto de especies vivas, cuando comparten el alimento o se pelean por

él no están haciendo la guerra o siendo crueles.

Por tanto, tiene sentido preguntarse acerca del arraigo de estas características en

la capacidad cerebral para elegir e interpretar. ¿Será el ser humano el animal capaz de

optar irracionalmente por la guerra y de racionalizar su justificación?

Estas preguntas pueden ser la base para confrontar los problemas y dilemas

éticos, desde la necesidad de elegir e interpretar bien.

CINCO VERBOS EMBLEMÁTICOS, que pueden resumir las actitudes básicas

de la ética:

‐ ADMIRAR: cada nuevo resultado de la ciencia y compartir con ella la

satisfacción de sus logros, ya que la realidad siempre nos sorprende e invita a estar

receptivos para escucharla y aprender de ella.

‐ AGRADECER: porque cada nuevo paso ayuda a conocer mejor la

realidad y poder manejarla, aprovechando los descubrimientos científicos sobre la vida

para beneficio de los vivientes.

‐ MEJORAR: apoyar la investigación para promover la vida en general y

con ello mejorar la vida humana.

‐ CURAR: mediante el aprovechamiento de las posibilidades terapéuticas

en beneficio de las personas que viven ahora y de las generaciones futuras.

‐ PROTEGER: mantener una regulación responsable sobre los

descubrimientos científicos para evitar desviaciones en su uso que puedan amenazar la

dignidad de la persona, el bien común de la sociedad o la armonía de la vida.

 

29 

PLANTEAMIENTO GENERAL

LAS REVOLUCIONES BIOLÓGICA Y ECOLÓGICA

Tanto la biología como la ecología han obtenido en las últimas décadas un

importante y notorio desarrollo.

Especial atención merece el tema de la ingeniería genética, sabiendo que

descubrimientos como los producidos en los años 60 sobre el código genético, ha

permitido explicar el funcionamiento de infinitamente pequeño en el orden de la vida.

En las últimas décadas, el hombre ha pasado de ser mero espectador pasivo de la

evolución biológica, a verse amo y señor de ella.

Las técnicas de reproducción asistida y sobre todo la posibilidad de

manipulación del genoma humano con técnicas como la del ADN recombinante,

plantean el tema sobre si todo lo técnicamente correcto y posible es éticamente correcto

y aceptable, pero hay que tener en cuenta que no basta ni se debe condenar todas estas

teorías de manera global como no éticas, por lo que se fundamenta cada vez más la

importancia y el resurgimiento de la bioética.

A su vez y de manera paralela a la revolución biológica, nos encontramos con el

peligro ecológico que empieza a cobrar cada vez más importancia social desde los años

70, donde a través de diferentes informes (Informe 2000, Informe publicado en 1987

por la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de Naciones Unidas), se

llega a la conclusión de que el crecimiento tiene límites, traspasados los cuales se pone

en peligro el futuro de la vida sobre el planeta, planteándose la necesidad de la toma de

conciencia por parte de la especie humana, para no llegar a ese traspaso que puede hacer

peligrar el ecosistema y el planeta.

 

30 

LA REVOLUCIÓN MÉDICO – SANITARIA

Tal y como queda demostrado en la serie de documentos deontológicos que

destaca la historia de la medicina occidental, el ejercicio de la medicina siempre ha

planteado problemas y cuestiones éticas, a la vez que ha exigido del médico una elevada

calidad moral; sin embargo no ha habido anteriormente ninguna época como la que se

está viviendo ahora donde se plantean tantos y tan complejos problemas morales a los

médicos y también a la profesión enfermera.

Todo ello nos da la explicación del porqué la literatura sobre ética médica y

clínica hay crecido exponencialmente en los últimos años, originando un amplio cuerpo

de doctrina y, pudiendo hacer referencia a tres razones básicas que han fomentado

dicho cambio:

‐ El aumento en la autonomía y capacidad de decisión del enfermo.

La relación existente entre el médico y el paciente es tan antigua como la propia

medicina, ya el médico hipocrático consideró un deber moral regirse en el trato con sus

enfermos según el llamado hoy “criterio de beneficencia”, pero su interpretación difiere

de la actual, ya que dicha beneficencia se consideraba como “hacer el bien aún en contra

de la voluntad del enfermo”, partiendo de la creencia de que el enfermo no sólo era un

inválido o incapaz biológico, sino también moral, lo que hoy conocemos como

paternalismo.

Este arquetipo sufrió un cambio concluyente a partir de la segunda mitad del

siglo XX, debido a la elaboración de la Carta de los Derechos de los Enfermos, los

Movimientos de derechos Civiles y con ello la toma de conciencia, por parte del

enfermo, de su condición adulta y por tanto de su capacidad de decisión sobre su

cuerpo. El enfermo y mientras que no se demuestre lo contrario, es un ser adulto y

responsable que debe tomar las decisiones que le afecten relacionadas con su

enfermedad.

 

31 

‐ Las profundas transformaciones tecnológicas de la práctica médica.

Avances tecnológicos producidos estos últimos tiempos, como pueden ser, las

técnicas de soporte vital, han ocasionado una transformación en las fases finales de la

vida. Hay enfermos terminales, críticos, irreversibles, pero no enfermos desahuciados ya

que las unidades de cuidados intensivos han acabado con ellos. En la medicina, como

principio básico, ha sido siempre hacer todo lo posible a favor del enfermo, pero con las

nuevas tecnologías cabe plantearse determinadas dudas surgidas sobre lo que resulta

realmente beneficioso para el enfermo y lo que no. El médico debe actuar a favor de la

vida, pero esta frase como expresión general y rotunda también puede acabar en contra

de quién la pronuncia, planteando diferentes cuestiones como: ¿la defensa de la vida

debe permitir al médico a no dejar morir en paz al enfermo?, ¿hasta qué punto podemos

considerar moral la llamada “obstinación terapéutica?, ante estas preguntas, en teoría y

pensando con frialdad, todos respondemos del mismo modo con nuestra negación, pero

en la práctica diaria no resulta tan claro la toma de determinadas decisiones, generando

numerosos conflictos.

Con todo ello, podemos decir que las nuevas tecnologías generan innumerables

conflictos, los cuales han originado un campo concluyente en la manera de entender la

relación médico-paciente.

‐ La forma como ha sido diseñada y gestionada la política sanitaria por los

poderes públicos. Generando cambios institucionales y políticos deviniendo el problema

de la justicia sanitaria.

Remontándonos a la historia europea más reciente, se puede decir que desde

finales de los años 60, Europa vivió un crecimiento económico con el convencimiento

de que permanecería siempre y que el estado sería el benefactor que podría y debería

mantener a todos los ciudadanos protegidos de las eventualidades negativas de la vida

(enfermedad, desempleo, vejez, muerte), debido a ello, la sanidad pública vivió una

gran expansión durante este tiempo.

Pero a medida que han ido pasando las décadas, sobreviene la gran crisis

económica y con ella el final de aquella ilusión que nos brindó el desarrollo económico

permanente. Todo ello ha originado otro frente de conflictos éticos relacionados con el

 

32 

acceso igualitario de todos los ciudadanos a todos los servicios sanitarios y el

planteamiento de la distribución equitativa de los recursos económicos, que ya sabemos

son escasos y limitados.

Con todo ello, se llega a la situación actual, donde se puede decir que en la

relación médico-paciente intervienen siempre tres sujetos, el médico, el enfermo y las

llamadas terceras partes, que engloba a la sociedad en general( Gracia, D.). Todo ello ha

cambiado en los últimos 30-40 años y, por tanto, también ha sufrido un cambio dicha

relación. Frente al modelo tradicional del “yo mando-tu obedeces” comienza a cobrar

presencia un modelo más horizontal, viéndose sustituida la vieja relación por una de

beneficencia-autonomía, donde el médico sigue siendo el que sabe de medicina y con su

conocimiento intenta ayudar al enfermo, haciendo presente con ello, el principio de

beneficencia; pero el enfermo por su parte, acude al médico de manera autónoma y

aporta a la relación el llamado principio de autonomía.

Pero, como se ha visto, en esta relación no sólo hay dos partes, el médico y el

enfermo, ni tampoco sólo dos principios, el de beneficencia y el de autonomía, sino que

aparece la tercera parte, la sociedad y con ella otro principio, el de justicia; y si el

principio de autonomía y el de beneficencia ya generaban numerosos conflictos, la

entrada en escena del principio de justicia tiene un efecto multiplicador en el momento

de fundar conflictos nuevos.

Por lo que se puede afirmar que, estamos en una época mucho más conflictiva

que ninguna anterior en la historia de la medicina, pero a su vez, seguro que mucho más

humana y esta singularidad está en el origen histórico de la bioética.

FUNDAMENTACIÓN

En 1974 se crea en USA la Comisión Nacional para el estudio de los dilemas

éticos relacionados con la experimentación con seres humanos, con ello se intenta dar

respuesta ética ante el escándalo originado por el conocimiento de la realización de

experimentos en humanos que eran objetables desde el punto de vista ético, y al mismo

 

33 

tiempo se pretende abordar una serie de dilemas suscitados como consecuencia de los

grandes avances tecnológicos en biomedicina.

Una de las premisas que debía cumplir era mantener un enfoque multidisciplinar

en el que estuviesen representadas personas procedentes de los distintos credos que

existen dentro de una sociedad tan plural como la estadounidense, de los resultados de

dicha comisión surge el denominado Informe Belmont, quedando definidas en el mismo

las directrices éticas que debían seguir todos los ensayos y estudios clínicos que se

llevaran a cabo con seres humanos, esbozando al mismo tiempo, unos principios éticos

que permitieran abordar otros temas concretos de bioética, constatándose que, en la base

de las respuestas éticas se encontraban tres principios éticos de nuestra herencia cultural

y que se podían aplicar en otros ámbitos de la vida social, entendiendo que, con unos

principios éticos más amplios se podrían proporcionar las bases necesarias para la

formulación e interpretación de algunas reglas específicas aplicables a hechos

concretos, es decir, se intentaba “dar una respuesta analítica que pudiera servir de guía

para resolver los problemas éticos planteados por la investigación en seres humanos”.

(Informe Belmont).

La Comisión identificó tres principios generales fundamentales: respeto por las

personas, beneficencia y justicia.

El principio de respeto por las personas se apoya en dos convicciones: se debe

tratar a las personas como agentes autónomos y se debe tutelar los derechos de las

personas cuya autonomía está disminuida o comprometida.

El Informe Belmont, fue aprobado en 1978 y publicado en 1979, y es en ese

mismo año cuando surge una obra en la que se van a articular los principios enunciados

por la Comisión Nacional y que van a marcar un antes y un después en el posterior

desarrollo de la bioética: “Principios de ética biomédica” de Tom L. Beauchamp y

James F. Childress. Se ha dicho que sin esta obra y el modelo que en ella se propone, no

se puede entender la historia reciente de la bioética, siendo a partir de ella cuando surge

el denominado Principialismo, que confiere a unos principios generales un lugar central

en la aproximación a los problemas éticos, siendo una obra básica de referencia

obligada y un libro de consulta para la mayoría de los conflictos éticos.

 

34 

PROBLEMAS DE FUNDAMENTACIÓN

Todos los sistemas bioéticos intentan cumplir con las mismas condiciones pero

son entre sí diferentes, debido a la diversidad de tradiciones filosóficas y éticas en las

que se fundan, siendo cada vez más sensible las divergencias entre el mundo anglosajón

y el europeo.

Desde el s. XVII, la filosofía anglosajona ha tenido al empirismo, a la vez que la

europea continental ha sido proclive al racionalismo, lo que nos lleva a importantes

consecuencias morales.

Las filosofías empiristas suelen ser emotivas (de ahí la importancia que le

conceden al principio de autonomía) y consecuencialistas (de ahí la atención al principio

de beneficencia).

Por el contrario, las filosofías de la Europa Continental, tienden a ser

racionalistas (creen posible establecer principios absolutos que obliguen moralmente,

con independencia de la voluntad empírica del sujeto) y deontologistas (dando

importancia a la justicia como principio absoluto, previo a cualquier otra consideración

moral); como consecuencia de todo ello, las éticas anglosajonas suelen ser utilitaristas

mientras que no lo son las centroeuropeas.

En la bioética norteamericana, el libro más representativo es el de Beachamp y

Childress “Principios de ética biomédica”, el cual es un buen ejemplo de pluralismo

moral, ya que el primero se confiesa utilitarista de regla y el segundo deontologista,

aunque no es óbice para que lleguen a acuerdos comunes en cuestiones concretas.

No obstante, personas de muy distinta formación filosófica pueden aceptar un

conjunto de principios comunes, que se reducen a cuatro: autonomía, beneficencia, no-

maleficencia y justicia, siendo fácilmente aceptables por todos los miembros de una

comunidad plural y civilizada y, pueden considerarse, como deberes PRIMA FACIE,

cuando no entran en conflicto entre sí, obligan moralmente; pero en caso de conflicto

habrá que ver cual tiene la prioridad sobre los demás en cada caso concreto y dependerá

siempre de las consecuencias que se tengan.

 

35 

A su vez, la tradición europea continental se identifica con mayor dificultad con

estos planteamientos previos, creyendo posible encontrar principios absolutos en que

fundamentar la moral, siendo el ejemplo más claro Kant con su imperativo categórico,

según el cual, debemos tratar a todos los seres humanos como fines en sí mismos, no

como medios y a la humanidad como el reino de los fines, por lo tanto hay unas

obligaciones absolutas que derivan del imperativo categórico y pueden sintetizarse en

dos principios: el de no-maleficencia (principio absoluto y no una parte negativa del de

beneficencia), y el de justicia (cumplir con la obligación de tratar a todos por igual).

Para Diego Gracia si esto es así, podemos afirmar que los 4 principios se

ordenan en dos niveles jerárquicos, con preferencia de la no-maleficencia y justicia

sobre el de autonomía y beneficencia. Los dos primeros conforman lo que Gracia

denomina Nivel I y los dos segundos el Nivel II.

MODELOS ÉTICOS

ÉTICA DE LA VIRTUD

Para Tomás de Aquino, las virtudes son disposiciones habituales que inclinan a la

persona a llevar a cabo las acciones que la orientan hacía el fin último de la vida

humana.

Las virtudes no sólo hacen buenas las obras sino que, más importante aún, hacen

buena a la persona misma.

Su punto de partida es la naturaleza humana común, lo que nos va a permitir

realizar afirmaciones generales a cerca del ser humano.

La gran dificultad actual para este modelo de ética es que exige, como

presupuesto, una comprensión común del bien humano o el fin de la vida humana

Cuando afirman que “las virtudes son rasgos que hacen a la persona buena y la

capacitan para hacer bien su trabajo”, lo están afirmando en una situación donde no

existe consenso ni sobre “la persona buena”, ni sobre el hacer el bien, ni cuál es el ideal

de vida buena para el hombre.

Incluso estos autores se hacen eco de esta dificultad, a la que reconocen que no

pueden responder, aunque piensan que en el campo de la ética médica, sí que es posible

 

36 

alcanzar un consenso, un acuerdo acerca del bien o de la finalidad que persigue la

profesión médica.

Son conscientes de la dificultad de delimitar la bondad en una sociedad plural

como la actual, por lo que su propuesta se refiere exclusivamente al ámbito médico.

Admiten que las virtudes, por si solas, no bastan para la elaboración de una teoría

ética suficientemente amplia. Y deben aceptarse unos principios fundamentales

objetivos con los que se debe conformar la acción humana. Y reconocen la necesidad

de unir la ética de las virtudes con la de los principios.

ÉTICA DEL CUIDADO

Para situar este modelo de ética, hay que hacer referencia a los estudios de

Kohlberg sobre el desarrollo de la conciencia moral en el ser humano.

Estos estudios se realizaron exclusivamente sobre varones y llegó a la conclusión

de que las mujeres poseen distintos niveles de razonamiento moral, siendo “menos

maduras” que los varones desde el punto de vista moral.

Estos planteamientos fueron cuestionados por Carol Gilligan, cuyo punto de vista

es que las mujeres no son menos maduras sino que hablan en una voz diferente.

La madurez moral definida por Kohlberg consiste en la capacidad para formular

juicios racionales universales e imparciales, válidos para cada situación.

Sin embargo, las mujeres no razonan moralmente de esa manera, sus juicios son

contextuales y narrativos, no abstractos y formales.

En el mundo femenino, los desacuerdos no se resuelven por el razonamiento

lógico impersonal, sino a través de la comunicación personal y dentro del contexto

donde se desarrollan y teniendo en cuenta las necesidades particulares de las personas

concretas.

Podríamos decir que mientras que los hombres hablan en el lenguaje impersonal

de la justicia, las mujeres hablan en el idioma personal del cuidado en el contexto de las

relaciones.

Mientras que los varones han sido educados para actuar en la esfera pública, las

mujeres han sido educadas para actuar en la esfera privada, marcada por las relaciones

de afecto, en la línea del cuidado, a diferencia de los varones que han sido más en la

línea de la justicia.

 

37 

Siendo importante señalar que los datos de Gilligan no sostienen que todas las

mujeres abordan los problemas éticos desde la línea de los cuidados.

Helga Kuhse afirma que tanto la perspectiva de la justicia como la del cuidado son

posibles tanto en hombres como en mujeres y ambas son válidas.

Ahora bien mientras la mayoría de los varones dependen, sobre todo, de la

perspectiva de la justicia, en el caso de las mujeres, alrededor de un tercio lo hace desde

la perspectiva del cuidado, otro tercio depende, en primer lugar, de una moral basada en

la justicia.

La pregunta fundamental, no es tanto la de responder cómo ser justo, sino la de

cómo responder a las necesidades de las personas con las que se entra en relación. Hay

que estar atento a las relaciones humanas, a las necesidades que se suscitan, a las

emociones que se movilizan, en las actuaciones únicas que cada individuo debe vivir.

De estos supuestos se desciende a la relación entre los profesionales de la salud y

la situación existencial única que vive el paciente en el trance de su enfermedad, algo

que puede perderse de vista en la ética de los principios.

Este modelo de ética, subraya aspectos muy importantes en la vida moral, ya que

toma como punto de partida la existencia de la vulnerabilidad y de las importantes

necesidades del paciente. Dentro de ella tienen gran importancia valores como el afecto

y la fidelidad, aunque existe el peligro de poner las relaciones y los sentimientos por

encima de las normas morales, por lo que se hace necesario que este modelo pueda

compatibilizarse con unos principios generales que permitan garantizar las relaciones

entre extraños

No hay que olvidar (D. Gracia), en la relación entre los profesionales de la salud y

el paciente, hay un tercero, la sociedad, lo que lleva a abrir esa relación al principio de

la justicia.

ÉTICA DE LA RESPONSABILIDAD

D. Gracia toma como punto de partida de su reflexión, la crisis de la razón que

comienza a desarrollarse desde la muerte de Hegel, cuando se cuestiona la capacidad de

la razón para conocer la realidad en su totalidad, y se comienza a discutir que las cosas

tengan un fin tan claro como se creía, basándose en hechos como los terremotos, las

enfermedades, etc. Hechos sobre los que no puede conocerse su finalidad, en definitiva

el mundo moderno se hace consciente de la fragilidad de la razón.

 

38 

En este contexto, aparece la figura de Kant, cuya aportación sigue influyendo en

la ética actual. Para Kant existen una serie de juicios que son ciertos a priori, todo ser

humano tiene experiencia del deber y se trata de una experiencia primaria. Al analizar

esta experiencia, se imponen una serie de hechos como obligatorios: no mientas, no

mates, sé agradecido. Son juicios que mandan, son imperativos y estos imperativos

morales, no son hipotéticos, son categóricos, mandan sin restricciones y son universales.

De ellos surgen los deberes perfectos, que no pueden admitir ninguna excepción.

Las diferencias éticas del siglo XX han mantenido el canon de Kant, la

universalidad, al que se llega también porque todos los seres humanos son morales y

tienen dignidad, pero con la diferencia de que los criterios éticos, siguiendo a Hume,

son probables y no absolutos.

En este contexto deben situarse las éticas actuales de la responsabilidad, para esta

ética, no hay ningún juicio ético que sea absoluto.

La razón no es una facultad segura que nos permita realizar una “aprehensión

racional de la realidad” hay que ser humildes ante sus posibilidades.

Para D. Gracia, los tres rasgos que debe poseer la ética de la responsabilidad

propuesta por él son:

‐ Poseer un canon o vara de medida “la racionalidad humana no es perfecta, no

tiene todas las perspectivas, es una débil, pero eso no quiere decir que no se consiga

llegar a cosas importantes, como por ejemplo, establecer cánones morales” . un canon

en el que coinciden casi todas las éticas es el principio kantiano de que los seres

humanos son fines en sí mismos y no mero medios, están dotados de dignidad y no

tienen precio.

‐ Hay que establecer también unos principios deontológicos: criterios universales

sobre cómo proceder, pero que admiten excepciones y donde hay que moverse en el

plano de la probabilidad. Son los deberes concretos, las normas morales. Propone

“elaborar un conjunto de principios que, sin intentar ser absolutos expresen del mejor

modo posible el respeto a los seres humanos, que éste si es absoluto.

‐ Debe procederse a una valoración de las circunstancias y consecuencias, es

decir, ponderar las circunstancias y consecuencias que concurren en un caso concreto

para ver si hay que aplicar el principio según está formulado o se puede justificar una

excepción del mismo.

Por lo tanto las éticas de la responsabilidad tienen un canon, unos principios y

ponderan las circunstancias y las consecuencias.

 

39 

BIOÉTICA NARRATIVA. Narrativa y Hemenéutica. La narrativa aplicada a la

salud.

Según H. Jonas, “la ética narrativa y hermenéutica es una ética de la

responsabilidad”, los juicios éticos no son únicos ni excluyentes por eso han de ser

responsables.

La vida humana es una sucesión de acontecimientos por ese motivo se cuenta, se

narra para poder expresarlos, pero aquello que se narra hay que interpretarlo.

La historia refiere los hechos o acontecimientos de manera cronológica y la

hermenéutica realiza la interpretación de los mismos dándoles un contenido histórico

objetivo.

La hermenéutica nos enseña que hay otras realidades más allá del razonamiento

lógico, hay otros deseos, valores o creencias, así como todas aquellas circunstancias que

gobiernan las vidas humanas.

Para todo ello se basa en la interpretación del lenguaje verbal y no verbal.

Según D. Gracia: “el ser humano no es un yo puro que permanece inmutable, sino

que tiene una entidad dinámica que se desarrolla a lo largo de la vida. No se trata de un

yo abstracto, sino del uno mismo narrativo, que se va haciendo por medio de la sucesión

y a suma de experiencias concretas. La identidad personal sólo puede ser comprendida

como una identidad narrativa, que se tiene que ir creando uno en relación con los otros.

Así pues somos, individual y colectivamente, identidad narrativa”. (D: Gracia (2004)

Como arqueros al blanco.)

“La narrativa constituye una forma de racionalidad particularmente adecuada a la

reflexión bioética, entre otras cosas porque trata aspectos tan importantes de la vida

humana como los sentimientos, los afectos, las emociones, las creencias y los valores.

Clásicamente la razón era especulativa y abstracta y excluía estos aspectos, pero las

decisiones morales han de ser prácticas y concretas; para decir lo que hay que decir y

para hacer lo que hay que hacer, es necesario evaluar cada situación en particular” (D.

Gracia (2004) Como arqueros al blanco)

Ya Aristóteles dijo, en su Ética a Nicómaco (1109b20): “tales cosas son

individuales y el criterio reside en la percepción” (el receptor considera que es así

dando razones del porqué).

 

40 

Los procedimientos narrativos son los adecuados para el análisis de la concreción

(esto es la consideración clínica, ya que en ella no hay enfermedades sino enfermos).

Para comprender mejor lo que se describe se ha de tener en cuenta el contexto histórico,

social y cultural, y el contexto individual, las circunstancias y las consecuencias

previsibles. (D. Gracia (2004) Como arqueros al blanco).

Por lo que la ética narrativa se basa en la hermenéutica, ya que se trata de elaborar

una disertación cuyo asiento sea por un lado, el conocimiento científico, los datos

objetivos y, por otro lado, la historia de la persona, con sus deseos, emociones,

vivencias y expectativas; de este modo cualquier postura que se adopte, la decisión que

se tome tendrá en cuenta los elementos objetivos y los subjetivos de la persona y sólo a

la luz de ambas perspectivas se podrá tomar una decisión seria y responsable.

Pero, en el momento actual, encontramos que todos estos elementos, el relato del

paciente, lo que piensa y siente referente a su padecimiento, es poco tenido en cuenta o

nada, ya que la narración se ha visto sustituida por el interrogatorio (expresión de la

relación paternalista).

Rita Charon, expresa bien la diferencia:

“El conocimiento narrativo es el que se usa para comprender los significados de

las historias a través de medios cognitivos, afectivos, simbólicos...El significado es

aprehendido de manera colaborativa, mediante el diálogo, entre el médico y el paciente”

“El conocimiento lógico-científico intenta iluminar la verdad universal

trascendiendo lo particular; el conocimiento narrativo intenta iluminar la verdad

universal poniendo de manifiesto lo particular” (Narrative Medicine, JAMA, Octubre

17, 2001-Vol 286, Nº 15, 1898).

LEGISLACIÓN VIGENTE

‐ Constitución Española, en sus artículos 9, 10 y 15

‐ Laye general de sanidad, en su artículo 10 en los apartados: 4, 5, 6, y 9.

‐ Convenio sobre Biomedicina y Derechos Humanos del Consejo de Europa para

la protección del ser humano respecto a las aplicaciones de la biología y la medicina, en

sus artículos 5, 6, 7, 9, 16, 17, 19 y 20.

 

41 

‐ Ley 21/2000, del Parlamento de Cataluña, sobre los derechos de Información a

cerca de la salud y la autonomía del paciente y la Documentación Clínica.

‐ Ley 41/2002, de 14 de Noviembre, Básica reguladora de la Autonomía del

Paciente y Derechos y Obligaciones en Materia de Información y Documentación

Clínica

‐ Decreto 99/2004, de 11 de junio, del Consell de la Generalitat, por el que

se regula la creación y acreditación de los comités de Bioética Asistencial (2004/F6543)

‐ La Constitución Española reconoce en su artículo 10.1 La dignidad de la

persona como uno de los fundamentales del orden político y de la paz social. A nivel

internacional, el Convenio sobre Derechos Humanos y Biomedicina tiene como

finalidad proteger al ser humano en su dignidad y su identidad y garantizar a toda

persona, sin discriminación alguna, el respeto a su integridad y a sus demás derechos y

libertades fundamentales.

‐ En el ámbito de la Unión Europea, en diciembre de 2002, se aprobó, en

Niza, la Carta de Derechos Fundamentales, la cual proclama en su artículo 1: “La

dignidad humana es inviolable. Será respetada y protegida”

‐ El reconocimiento del valor de la dignidad humana se manifiesta también

en el ámbito sanitario a través de la garantía de los derechos del paciente y de la mejora

continua de la calidad en la relación asistencial, así como en la valoración ética de las

investigaciones biomédicas a él dirigidas.

‐ Por otro lado, los problemas con una dimensión ética en el ámbito

sanitario se hacen cada vez más frecuentes y complejos. No siempre resulta fácil

discernir cual es, en el campo de la biomedicina, la decisión más respetuosa con la

dignidad humana.

‐ Con el objeto de garantizar la dignidad de las personas, en el ámbito de la

Comunidad Valenciana se aprobó la Ley 1/2003, de 28 de enero, de la Generalitat, de

Derechos e Información al Paciente de la Comunidad Valenciana, la cual prevé, en su

artículo 30.1, la creación de comités de Bioética Asistencial en los hospitales y centros

de salud. La finalidad de estos comités es que, sin suplantar la responsabilidad de las

personas que tienen que tomar las decisiones, pueden ofrecer unas recomendaciones que

sean fruto de su experiencia profesional y científica y vengan garantizados por la

deliberación colegial de sus miembros.

 

42 

‐ Como consecuencia, la fuerza de los comités reside en la autoridad que

logren alcanzar mediante la calidad de su trabajo, la imparcialidad de todas sus

actuaciones y la consistencia de los argumentos ofrecidos en sus dictámenes.

‐ Conformada por 11 artículos, en los que se recogen los requisitos para el

establecimiento, creación, composición, funcionamiento y acreditación de los Comités

de Bioética Asistencial, otorgada por el Consejo Asesor de Bioética de la Comunidad

Valenciana. Así como, el concepto por el que se regirán dichos comités y su ámbito de

actuación; la estructura de los mismos, con la definición de las funciones del presidente

y secretario.

 

43 

BIBLIOGRAFIA BÁSICA Según anotaciones de Miguel Ruiz Canela. Máster en Bioética. UCV

‐ Revistas especializadas en bioética, con mayor impacto: “medical ethics”

.. Generales:

.. American Journal of Bioethics

.. Cambridge Quaterly of Healthcare Ethics

.. Hasting Center Report

.. Issues in Law & Medicine

.. Kennedy Institute of Ethics Journal

.. Nursing Ethics

.. Con estudios empíricos:

.. Bulletin of Medical Ethics

.. Clinical Ethics

.. IRB. Ethics & Human Research

.. Journal of Clinical Ethics

.. Journal of Law, Medicine and Ethics Health Care

.. Journal of Medical Ethics

.. Fundamentación ético-filosófica:

.. Biology and Philosophy

.. Journal of Medicine and Philosophy

.. Theoretical Medicine

‐ Tipos de libros sobre bioética:

.. Manuales de bioética

.. Enciclopedias / diccionarios de bioética

.. Antologías

.. Por temas: genética, investigación…

 

44 

BIBLIOGRAFIA

LIBROS

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Gestión de los Servicios Sanitarios. Madrid. Editorial Díaz de Santos. ISBN 84-

7978-394-4.

‐ Ariès, P. (1983). El hombre ante la muerte. Madrid. Editorial Taurus.

‐ Barrio Maestre, JM. (2003). Analogías y Diferencias entre ética, deontología y

bioética. Madrid. Editorial Ariel.

‐ Callahan D. (2005). Poniendo Límites. Madrid. Editorial Triacastela

‐ Cortina, A. Martínez, E. (1998). Ética. Madrid. Edotorial Akal.

‐ Cuadernos de la Fundación Grifols i Lucas. Nº 11. (2004). Los fines de la

medicina.

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de Bioética para Clínicos del Instituto de Bioética de la Fundación de Ciencias

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TEMARIOS FORMATIVOS

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‐ Llorens Bañón, L. Comités de bioética.

‐ Palanca Ferrando, F. Bioética y espiritualidad.

‐ Torregrosa Sánchez, R. Concepto de Bioética. Desarrollo histórico. Problemas

de fundamentación. Teorías éticas. Principios.

‐ Torregrosa Sánchez, R. La bioética en relación con el paciente. Consentimiento

Informado.

‐ Velasco Laiseca, J. Bioética narrativa.

Máster Oficial en Bioética. (2008-09). UCV

‐ Casanova, G. Corrientes bioéticas en la España actual.

‐ Guillem -Tatay Pérez, DV. Historia de la Bioética

 

47 

‐ Postigo Solana, E. Teorías éticas en bioética.

‐ Ruíz-Canela, M. Fuentes bibliográficas en bioética. Tipos y bibliografía básica.

Carmen Ortín Sorando

Diplomada en Enfermería

Máster Oficial en Bioética UCV