carlos v el césar y el hombre … v el... · casita en medio de un boscaje y adosada a un...

1082
Carlos V el César y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernández Álvarez Colaboración de Sergio Barros 1 Preparado por Patricio Barros

Upload: lyxuyen

Post on 02-Oct-2018

225 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 1 Preparado por Patricio Barros

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 2 Preparado por Patricio Barros

    Resea

    La vida de Carlos V podra resumirse en esta frase: la pugna constante por

    convertir la Europa recibida en la Europa soada. Nos encontramos ante una

    biografa completa del Emperador, no limitada exclusivamente a su vida

    pblica. Y para ello se ha acudido a una copiosa documentacin, en buena

    medida indita, para que el lector viva directamente con el personaje los

    vaivenes de su existencia.

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 3 Preparado por Patricio Barros

    ndice

    Prlogo

    Introduccin

    Parte I. La Europa recibida: de conde de Flandes a Emperador

    1. De cmo surge un Emperador

    2. Espaa en el horizonte

    3. Al encuentro de Espaa

    4. La corona imperial

    5. El eco de Espaa: comuneros y agermanados

    Parte II. El proyecto imperial (ideas, hombres, recursos)

    1. La personalidad de Carlos V

    2. Los recursos del Imperio

    3. El aparato institucional

    4. El equipo imperial

    Parte III. La hispanizacin del Carlos V

    1. Preparando el regreso

    2. El retorno a Espaa

    3. Las Cortes de 1523

    4. Una guerra que no cesa: Pava

    5. Las bodas imperiales

    6. Roma anhelada, Roma violada

    Parte IV. El gran cruzado

    1. Italia en el horizonte

    2. El regreso al Imperio

    3. El ltimo cruzado: Viena

    4. El reencuentro con Espaa

    5. El ltimo cruzado: Tnez

    6. La guerra que no cesa

    7. Paz o treguas con Francia?

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 4 Preparado por Patricio Barros

    8. El ltimo cruzado. La Santa Liga

    9. Los aos aflictivos

    Parte V. El forcejeo por el norte

    1. La cuarta guerra con Francia

    2. Guerra en Germania

    3. En la cumbre

    4. Los ltimos aos del reinado

    5. Adis al poder

    Parte VI. El hombre de Yuste

    1. El ltimo viaje

    2. Atravesando Espaa

    3. La etapa de Jarandilla

    4. La entrada en Yuste

    5. El squito imperial

    6. Las relaciones con la comunidad jernima

    7. Las visitas

    8. Otra vez la gran poltica

    9. La muerte del Emperador

    Eplogo

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 5 Preparado por Patricio Barros

    Prlogo

    El 21 de septiembre de 1558 mora en un apartado lugar de Espaa, en una

    casita en medio de un boscaje y adosada a un convento, a dos kilmetros de

    la aldea ms cercana que era la de Cuacos, en la Vera de Plasencia un

    hombre, ms que viejo envejecido; no demasiado viejo, en verdad, pues

    haba nacido con el siglo. Su nombre, Carlos, y su linaje el ms alto, pues

    era nieto de un Emperador, hermano del Emperador reinante y l mismo lo

    haba sido durante 36 aos.

    En el mundo, en la agitada vida poltica del Quinientos, se le conoca como

    Carlos V. Y el lugar donde haba ido a morir, aquel rincn perdido en un

    recodo de la Vera de Plasencia, se llamaba Yuste.

    Qu haba ocurrido para que quien haba sido el Emperador de la

    Cristiandad, el seor de los Pases Bajos, archiduque de Austria, rey de

    Npoles, Sicilia y Cerdea y, sobre todo, Hispaniarum Rex, as como de las

    Indias Occidentales, desde las altiplanicies mejicanas aquella Nueva

    Espaa conquistada por Hernn Corts, hasta las cumbres andinas de los

    antiguos incas, dejara el poder? Tanto poder acumulado ao tras ao, tantas

    victorias Pava, Tnez, Mhlberg, en el viejo continente, tantos avances y

    tantas conquistas ms all de los mares, desplegados por sus nautas y

    conquistadores Magallanes y Elcano, Hernn Corts y Pizarro, Jimnez de

    Quesada, el hombre de Bogot, y Pedro de Valdivia, el hombre de Chile,

    tantos triunfos sobre sus enemigos y rivales Solimn el Magnfico o

    Barbarroja, Francisco I de Francia o el mismo Clemente VII de Roma, iban

    a quedar en nada?

    Qu haba pasado? Quin era, en definitiva, aquel hombre? Dnde haban

    quedado tantas ilusiones del que un da afirm en el seno familiar que l y no

    otro, l que era el mayor y no su hermano Fernando, tena que ser el

    candidato a la corona imperial?

    Cmo se haba gestado su vida? Qu tiempos eran aquellos?

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 6 Preparado por Patricio Barros

    Era una poca fascinante, como pocas se han vivido en la historia de la

    humanidad. La poca en que por primera vez se da la vuelta al mundo,

    dando un paso de gigante en el conocimiento de la Tierra. La primera vez

    que se surcaba, de Oriente a Occidente, el inmenso Ocano Pacfico, en

    aquellas minsculas naves de 400 500 toneladas.

    Un tiempo, una poca, unos aos de grandes estudiosos, de hombres llenos

    de sabidura, entregados con afn, da y noche, al estudio de los libros y a

    especular con la pluma y con la palabra para hacer a los hombres ms

    prudentes, ms cultos y, en definitiva, ms humanos; como si dijramos,

    mejores cristianos. Eran los tiempos del holands Erasmo de Rotterdam, del

    ingls Thomas More, de los espaoles Luis Vives y Alfonso de Valds.

    Y estaban los hombres de ciencia, cuando Paracelso indagaba sobre si la

    naturaleza humana no era ms que un complejo de reacciones qumicas,

    cuando Vesalio su libro De humani corporis fabrica es de 1543 probaba

    de una vez por todas cul era la anatoma del hombre, y cuando un polaco,

    de nombre Coprnico, lanzaba su mirada a los cielos y se preguntaba, ante

    el asombro o el escndalo de casi todos, si la Tierra, en verdad, era el

    centro del Universo.

    Y cosa notable: cuando tal hace, cuando escribe sobre esa increble teora y

    publica su libro De revolutionibus orbium coelestium, es precisamente en

    1543.

    Estaban, tambin, los grandes creadores de las letras y de las artes. Thomas

    More publica su Utopa en 1516; Maquiavelo, El Prncipe, en 1517; Rabelais,

    con su desbordante amor a la vida, su Garganta y Pantagruel entre 1532 y

    1552, y Garcilaso el divino Garcilaso despliega su lrica prodigiosa entre

    1520 y 1536.

    Pero sobre todo es la poca de los grandes artistas. La poca en la que crean

    su obra algunos de los ms grandes arquitectos, escultores y pintores, la

    poca en la que el Renacimiento en Italia pero tambin en el resto de la

    Europa occidental, que ah estn Holbein, Durero y Pedro Berruguete

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 7 Preparado por Patricio Barros

    maravillan con sus obras maestras. Miguel ngel pinta la Capilla Sixtina a lo

    largo de 33 aos!, entre 1508 y 1541, hace su impresionante Piet en 1499

    (instalada en la baslica de San Pedro hacia 1517), su David, de Florencia, en

    1503; su Moiss, en fin, en 1545. Trabaja en la cpula de San Pedro y

    remodela en 1536 precisamente en honor de Carlos V cuya visita a Roma

    se anuncia para ese ao, la plaza del Campidoglio.

    Miguel ngel es la cumbre, es el titn que destaca en todo: en arquitectura

    como en urbanstica, en escultura como en pintura; incluso en poesa. Mas

    no es el nico. Ah estn, en la misma Italia, un poco antes o un poco

    despus, pero haciendo tambin lo mejor de su obra en el Quinientos,

    Leonardo da Vinci el protegido en su vejez de Francisco I, el rival de Carlos

    V y Rafael, Correggio y el Verons.

    Y alguien ms. Alguien al cual unimos desde entonces el nombre de Carlos V.

    Porque lo que sabemos del Csar, lo que magnificamos del Csar, lo que

    recordamos del Csar se debe, en gran medida, a la imagen que de l nos

    dio otro gran artista italiano, uno de los mejores de todos los tiempos, que

    esa fortuna tuvo Carlos V: el haber encontrado al artista capaz de

    inmortalizar su figura: Tiziano.

    Y as, uno de los captulos de esta biografa versar, obligatoriamente, sobre

    la forma de ese feliz encuentro entre el excelso hombre de Estado y el genial

    pintor.

    Ahora bien, no todo fue esplendor y progreso, armona y riqueza.

    No, porque tambin surgieron las fuertes disidencias y los graves ms que

    graves, terribles y temibles conflictos. De entrada, la Europa oriental viva

    aterrorizada ante las acometidas, ao tras ao, del otro Emperador, del

    seor de Constantinopla, de Solimn el Magnfico. Porque ao tras ao

    irrumpa con sus ejrcitos, Danubio arriba, e iba apoderndose

    inexorablemente, de aquellos reinos cristianos. En 1521 entraba en

    Belgrado. En 1526, en Budapest. En 1529 se atreva a cercar Viena. En

    1532, reanudaba su ofensiva sobre el corazn de Austria, poniendo pavor en

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 8 Preparado por Patricio Barros

    toda Alemania, la fiera Alemania, la heredera de aquella Germania tan

    temida por los romanos, que ahora sin embargo temblaba ante el Turco.

    Y no era el nico campo donde se manifestaba el podero musulmn. En el

    Mediterrneo oriental le llegaba la vez a El Cairo, mientras en el occidental

    Barbarroja se converta en el seor de Argel, lograba el ttulo de Almirante

    de la flota turca y asolaba a su placer las costas de Italia meridional y del

    Levante espaol.

    De modo que la imagen de un turco todopoderoso, que cometa horrores en

    el limes cristiano, se converta en la pesadilla de aquellos hombres. Vase, si

    no, cmo la describa el canciller Gattinara, ante las Cortes castellanas

    reunidas en Valladolid en febrero de 1527, a los pocos meses de la prdida

    de Budapest:

    tantas vrgenes por aquella nefanda y abominable gente corrompidas,

    tantas mujeres casadas y viudas forzadas y despus las unas y las otras

    miserablemente descabezadas, tanta noble gente, tantos mancebos,

    nios y viejos muertos o a tan msera cautividad llevados1

    Y no eran solo los males de aquella pugna contra el enemigo de la

    Cristiandad. Tambin estallaran las interminables guerras hispanofrancesas,

    causadas por la rivalidad de los dos soberanos, ambos pretendiendo las

    mismas cosas y poniendo en ello toda su pasin: la corona imperial, el reino

    de Npoles, la supremaca sobre toda la Cristiandad.

    E incluso habra ms, porque brotara la escisin en el seno del mundo

    cristiano. A partir de Lutero, las divergencias con el credo religioso defendido

    por Roma seran cada vez mayores y lo que es peor, ms agresivas: los

    anabaptistas en Mnster, Calvino y sus seguidores en Ginebra, Enrique VIII

    en Inglaterra. Atrs quedaban las incitaciones a la tolerancia de Erasmo de

    Rotterdam, de Thomas More, de Luis Vives. Por todas partes proliferan los

    violentos, los agresivos, los intolerantes. Un espritu inquisitorial prende

    fuego a las hogueras o emplea el hacha del verdugo, para aniquilar a los

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 9 Preparado por Patricio Barros

    disidentes. La carne quemada o las cabezas cortadas ponen fin a cualquier

    asomo de coloquio, a cualquier gesto de comprensin. Los antagonistas no

    intentan darse la mano, no escuchan, no miran al que se aparta del grupo; lo

    eliminan radicalmente. En Inglaterra, morir Thomas More, culpable de

    discrepar de la voluntad real en la cuestin del matrimonio regio de Enrique

    VIII y Catalina de Aragn. Y eso ocurrir en 1535. En 1553 ser Miguel

    Servet el que sepa, bien a su pesar, lo que supone discrepar de la doctrina

    de Calvino, cuando es llevado a la hoguera en Ginebra. Y los inquisidores

    espaoles pronto muestran deseos de emular a sus crueles contemporneos,

    apresando en 1558 a un centenar de sospechosos de luteranismo, que

    pronto sern, no pocos de ellos, tambin llevados a la hoguera.

    En 1558. El ao en que mora Carlos V.

    Pues de ese personaje, de ese Emperador nacido en Flandes y que busca un

    lugar para bien morir en Espaa, vamos a escribir y a comentar largo y

    tendido. Recorreremos los lugares por donde fue yendo y viniendo, los

    caminos de aquella Europa que l trataba de mantener unida. Nos

    asomaremos a Gante, donde naci, y a Sevilla, donde se cas, y a Granada,

    donde pas su luna de miel. Pero tambin a Valladolid, donde naci su

    primer hijo, y a Toledo, donde muri la emperatriz Isabel, su esposa

    bienamada.

    Una geografa carolina que nos permitir o nos obligar a recorrer media

    Europa. Que nos llevar a Londres, en 1522, a Viena en 1532, y a Roma, en

    1536, y a Pars en 1540, y a Augsburgo en 1551 y a Bruselas en 1555.

    Y a los campos de batalla donde combati como un soldado ms, o mejor,

    como el capitn de sus ejrcitos, enardeciendo a sus hombres con su

    presencia: en Tnez y en Marsella, en los campos de Flandes y en los de

    Alemania, en las marchas y contramarchas de la campaa de 1546 como en

    la llanura de Mlberg de 1547.

    Pero tambin conociendo el amargo sabor de la derrota y estando a riesgo

    de morir o de ser cogido prisionero, con la otra muerte, de peor signo acaso

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 10 Preparado por Patricio Barros

    para su alma de caballero del Toisn de Oro, como era la prdida del

    prestigio; que as le aconteci ante Argel, en 1541, y once aos despus en

    Innsbruck. Ante Argel, no pudiendo domear al temible corsario Barbarroja;

    en Innsbruck, teniendo que huir ante la rebelin-traicin de su antiguo

    aliado, Mauricio de Sajonia.

    Cuntos avatares, cuntos esfuerzos, cuntos quebraderos de cabeza,

    cuntos desengaos!

    Desengaos tambin. De ah la solemne jornada de la abdicacin en

    Bruselas, asombrando al mundo de su tiempo y asombrndonos a nosotros,

    los europeos que nos asomamos ya al ao 2000, porque en verdad que en la

    poltica es fruta asaz rara la de aquel que renuncia voluntariamente al poder.

    Y no a un poder cualquiera, sino a un poder casi absoluto sobre buena parte

    de sus dominios, de aquel que lleg a ser el nico Emperador que hubo

    jams del Viejo y del Nuevo Mundo.

    Y eso nos lleva, en este rpido recordatorio, a evocar de nuevo el nombre de

    Yuste, el apartado lugar escogido por l para acabar sus das. De forma que

    el nacido en Gante en 1500, el que cuando llega a Espaa en 1517, es un

    adolescente que apenas sabe espaol, el que a principios de su reinado ha

    de enfrentarse con el alzamiento airado de sus sbditos castellanos,

    levantados al grito de Comunidad!, es el mismo que al cabo del tiempo se

    ha hispanizado de tal modo, que quiere volver a esa Espaa, para descansar

    en ella de tantas fatigas, como si se tratara de un refugio anhelado desde

    lejos.

    Una Espaa que en 1517 era una tierra extraa, desconocida para l, se

    acaba convirtiendo en su ltimo hogar.

    Pues bien, de ese hombre queremos hablar.

    De aquel Carlos de Gante que se acab convirtiendo en Carlos de Yuste.

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 11 Preparado por Patricio Barros

    Introduccin

    Contenido:

    Mi acercamiento al tema

    La bibliografa carolina

    Crnicas y otras relaciones del tiempo

    Biografas otros estudios monogrficos

    . Mi acercamiento al tema

    Esta obra es el resultado de la perseverancia de muchos aos a una lnea

    temtica de investigacin: el siglo XVI. En principio fueron los comienzos del

    reinado de Felipe II, aquella primera dcada entre sus inicios y el annus

    horribilis marcado por la prisin del prncipe don Carlos; pero no bajo la

    ptica de la Espaa del perodo, sino dentro de la Europa de aquel tiempo. El

    punto de partida era descubrir cmo una alianza entre dos pueblos (el ingls

    y el espaol) que pareca bastante firme, desde los acuerdos logrados por

    Carlos V en 1553, acababa derivando en una creciente hostilidad que llevara

    a la guerra y a un gran desastre para Espaa.

    Y de ese modo, ya empec entonces all hacia el otoo de 1942 a

    fijarme en la figura de Carlos V. Eso me llevara a enfrascarme en una amplia

    bibliografa extranjera, en gran parte sin traducir, lo que me oblig a un

    esfuerzo abrumador para hacerme con los idiomas de los principales pases

    implicados, en particular el ingls y el alemn.2 Pero en verdad no sera

    hasta varios aos despus (y ya haba hecho entonces un segundo

    Doctorado en Italia, como colegial del Colegio de los espaoles de Bolonia),

    cuando me centrara en la figura de Carlos V.

    Corra el ao 1956. Yo era entonces investigador cientfico en la Escuela de

    Historia Moderna que diriga don Cayetano Alczar Molina, un bondadoso

    Catedrtico que me haba brindado su proteccin, despus de una serie de

    varapalos sufridos en mis primeros tanteos por hacerme un hueco en el

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 12 Preparado por Patricio Barros

    mundo universitario.

    En la Introduccin a mi biografa carolina, publicada por la Coleccin Austral,

    cuento lo entonces ocurrido: Un da, me llam a su despacho don Cayetano

    para indicarme que estaba prximo el Centenario de Carlos V (el otro, el IV

    de su muerte), y que era preciso hacer algo. Y yo le promet, con un

    optimismo acaso exagerado, que algo se hara.

    A partir de entonces mi tema principal de investigacin sera el mundo

    carolino.

    . La bibliografa carolina

    Lo primero, claro, era hacerme con la principal bibliografa carolina. Por

    entonces, la obra bsica y sigue siendo todava indispensable, pese al

    tiempo transcurrido era la del notable historiador alemn Karl Brandi,

    Kaiser Karl V. Werden und Schicksal einer Persnlichkeit und eines

    Weltreiches (Mnich, 1937, 2 vols.), de cuyo primer tomo exista una

    desigual traduccin, lo que obligaba ya a ir al original alemn. Tambin me

    interes, enseguida, acudir a las propias fuentes. Y fue cuando descubr que,

    pese a que la historiografa alemana haba hecho ya importantes

    publicaciones en el siglo XIX, y que los directores de la Coleccin de

    documentos inditos para la historia de Espaa tambin haban realizado

    meritorios esfuerzos en el mismo siglo, sin embargo algo tan destacado

    como era la correspondencia cruzada entre Carlos V y su hijo Felipe II, entre

    1543 y 1558, yaca todava indita en los archivos, en particular en el magno

    de Simancas.

    As, entre las publicaciones alemanas fui conociendo las obras de Karl Lanz:

    Korrespondenz des Kaisers Karls V (Leipzig, 1844-1846, 3 vols.),

    Staatspapiere zur Geschichte des Kaisers Karls V(Stuttgart, 1845) y

    Aktenstcke und Briefe zur Geschichte Kaisers Karls V (Viena, 1853), en este

    caso procedentes del Archivo imperial de Viena. G. Heine daba a luz, poco

    despus, las cartas del confesor imperial Garca de Loaysa correspondientes

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 13 Preparado por Patricio Barros

    a la poca, tan importante, de la Dieta de Augsburgo y de la defensa de

    Viena frente al Turco3.

    Por aquellas fechas llegaba la aportacin de otros dos historiadores

    alemanes, J. J. Dllinger4 y A. Von Druffel5.

    Por supuesto, no eran los alemanes los nicos embarcados en la publicacin

    de fuentes carolinas. Habra que destacar tambin al belga Louis Gachard,

    verdaderamente eminente, con sendas obras recogiendo documentacin

    referente a los principios6 y a los finales de la vida del Emperador7. Y al

    ingls Bradford, metido en una de las pasiones del siglo, tal como lo peda

    Ranke, la publicacin de los despachos diplomticos que permitieran conocer

    los recovecos de la poltica exterior y, en este caso, las relaciones

    internacionales de Carlos V con las cortes de Londres y de Pars,

    acompaado adems de un itinerario de Carlos V casi a lo largo de toda su

    vida (1510-1551), hecho por J. Vandenesse8.

    El barn de Reiffenberg public las cartas del ayuda de cmara Van Male,

    personaje tan vinculado a uno de los aspectos ntimos ms sealados de

    Carlos V, como seran sus Memorias, de las que luego hablaremos9.

    Por supuesto, tambin se ha publicado en Espaa o fuera de Espaa la

    documentacin de otros personajes vinculados al Emperador; a recordar, en

    este caso, las cartas de la emperatriz Isabel, a cargo de Mara del Carmen

    Mazaro Coleto10, o la correspondencia del emperador Fernando I iniciada por

    Wilhem Bauer y Robert Lacroix11 y continuada ms recientemente por Herwig

    Wolfran y Christianae Thomas. Puede insertarse aqu la reciente obra de

    Aude Viaud, Lettres des souverains portugais Charles Quint et

    lImperatrice (1528-1532)12. Para el perodo 1522 a 1539 contamos con las

    interesantsimas cartas mandadas desde la Corte imperial por Martn de

    Salinas (embajador de Fernando I) a Viena, que public Antonio Rodrguez

    Villa13.

    Del mismo tenor y, por lo tanto, a citar aqu la reciente edicin de las cartas

    del embajador polaco Juan Dantisco realizada por Antonio Fontn y Jerzy

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 14 Preparado por Patricio Barros

    Axer, con la cooperacin de Isabel Velzquez y de Jerzy Makowski14.

    La Coleccin de Documentos Inditos (CODOIN) para la historia de Espaa,

    que tan notable aportacin realiz en el pasado siglo, tambin se fij en la

    poca de Carlos V. Citar lo que tiene ms relacin con la personalidad del

    Emperador, como las cartas del confesor Garca de Loaysa, de 1530 y

    153115, las del propio Csar a Ursolina della Penna de 153616 y las que un

    personaje de la significacin de san Francisco Borja tiene con Carlos V

    cuando era virrey de Catalua en 1542 y 154317. Aunque el reinado de

    Carlos V no est tan bien documentado en este impresionante acopio

    documental (a modo de archivo impreso, que debiera ser mejor conocido), s

    pueden encontrarse en l algunos otros notables documentos carolinos, en

    particular varios referentes al desafo del Emperador con el rey francs, en el

    tomo I; la batalla de Pava y prisin de Francisco I, en el tomo IX; sobre el

    saco de Roma en 1527, en los tomos VII y XIII; el cerco de Npoles de

    1528, en el tomo XXXVIII; el inicio de la tercera guerra de 1542, en el tomo

    VIII. Sobre las empresas de Tnez y Argel, en los tomos I, III y CXII y sobre

    la muerte de Carlos V en Yuste, en el tomo VI.

    En todo caso, el estudioso puede adentrarse bien por ese mar documental

    gracias al notable catlogo hecho por Julin Paz, Catlogo de la Coleccin de

    documentos inditos para la historia de Espaa (Madrid, 1930-1931, 2 vols.).

    Estoy refirindome exclusivamente a la documentacin relacionada muy

    directamente con la personalidad de Carlos V, dejando al margen la de otros

    sucesos del reinado, lo que desbordara ya el carcter biogrfico de mi libro;

    ese es el caso de la ingente masa documental publicada sobre las

    Comunidades de Castilla, inserta en el Memorial Histrico Espaol a cargo

    supuestamente de Danvila y Collado, aunque hoy sabemos que la realiz, de

    hecho, el archivero de Simancas Tomillo18.

    De igual modo, por el tono de nuestro libro, sin desconocer el valor de la

    documentacin de las Cortes y en particular, las de Castilla19, nos han

    sido de mayor ayuda los propios discursos imperiales, tanto ante las de la

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 15 Preparado por Patricio Barros

    Corona de Castilla como ante las de la Corona de Aragn, publicadas por

    Francisco de Laiglesia20; se trata, en la mayora de los casos, de textos

    preparados en su Cancillera, como iremos sealando en nuestro libro. En

    cambio, con toda seguridad son suyos, y muy personales, los pronunciados

    en 1521, ante la Dieta imperial de Worms21, en 1536, ante el papa Paulo III

    y la corte pontificia en Roma22, y el de su abdicacin en Bruselas el 25 de

    octubre de 155523; de ah su extraordinario valor, que trataremos de ir

    resaltando en nuestro estudio.

    Dentro de este acopio documental, porque cada rengln est apoyado en

    uno, y con frecuencia, en varios documentos, debemos insertar la obra tan

    meritoria de Manuel de Foronda y Aguilera, Estancias y viajes del Emperador

    Carlos V, en la que se puede seguir el da a da del Csar de forma

    impresionante24.

    . Crnicas y otras relaciones del tiempo

    Carlos V es uno de los personajes que ms ha suscitado el inters de los

    historiadores, empezando por los contemporneos; de ah que podamos

    contar con un buen nmero de crnicas, aunque no todas del mismo valor.

    As tenemos las de Alonso de Santa Cruz, Pedro Girn, Juan Gins de

    Seplveda y Prudencio de Sandoval, como principales. En su mayora han

    sido reeditadas en nuestro siglo, con buen aparato crtico, con lo que su

    manejo resulta ms seguro.

    La de Pedro Mexa es la tpica obra de un humanista vinculado a la Corte, de

    pluma brillante pero excesivamente laudatoria, con el inconveniente aadido

    de no llegar ms que hasta el ao 153025.

    Mucho ms interesante es la Crnica del cosmgrafo Alonso de Santa Cruz,

    escrita con harta mayor independencia de espritu. Con ms espritu crtico,

    Santa Cruz nos presenta con mayor verismo el reinado del Csar. Su

    conocimiento directo de no pocos de los sucesos que narra da a su

    testimonio un particular valor. Santa Cruz, adems, departi muchas horas

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 16 Preparado por Patricio Barros

    con Carlos V, en el invierno de 1538, acerca de uno de los temas preferidos

    por el Emperador: la cosmografa26.

    Hay un tercer cronista que ocupa un puesto singular: fray Prudencio de

    Sandoval, obispo de Mondoedo. Sandoval no es un contemporneo de los

    sucesos que relata. Su prosa carece de la espontaneidad que apreciamos en

    Santa Cruz. En rigor, su obra no es ya una crnica, en el sentido verdadero

    de la palabra. En cambio tuvo la ventaja de poder manejar abundante

    documentacin. Es frecuente leer en Sandoval expresiones como: este

    documento lo tuve entre mis manos, esta carta la vi yo, etctera27.

    Hoy tenemos la fortuna de poder contar con la esmerada edicin crtica de la

    crnica latina de Juan Gins de Seplveda (en edicin bilinge), el

    renombrado humanista tan vinculado a la Corte carolina, gracias a la eficaz

    labor de los profesores Rodrguez Peregrina y Baltasar Cuart28.

    Estos son los principales cronistas del reinado de Carlos V. Al lado de ellos

    hay que citar los que slo narran sucesos particulares, como la conquista de

    Tnez, recogida por Gonzalo de Illescas 29, o la guerra contra la Liga de

    Schmalkalden, escrita por vila y Ziga30.

    Importante resulta poder contar con la Crnica imperial de Csar Girn, que

    estudi el gran historiador alemn Peter Rassow y cuya edicin public el

    profesor Snchez Montes 31 . Poseemos, adems, los Anales de Lpes de

    Gomara, en una muy buena edicin crtica de otro especialista en temas

    carolinos: el profesor norteamericano R. B. Merriman32. Adanse la burlesca

    de Francesillo de Ziga 33 , la italiana de Lodovico Dolce 34 , as como la

    Historiarum sui temporis, de Paolo Giovio, una de las obras ms ledas a

    mediados del siglo XVI, pronto traducida al castellano35; rplica de la cual es

    el famoso Antijovio de nuestro Jimnez de Quesada 36 . Tambin pueden

    incluirse aqu la obra de Brantme: Recueil de gentillesses et rodomontades

    espagnolles 37 El perfecto desengao, de Francisco Gonzlez de Anda,

    marqus de Valparaso (B. N., ms. original, N 1161, fechado en 1638), con

    introduccin y notas por Mara Dolores Cabra Loredo (Madrid, 1983), donde

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 17 Preparado por Patricio Barros

    se inserta la Crnica del prior de Yuste fray Martn de Angulo ya recogida

    por Sandoval, as como el Testamento del Emperador, con la nmina de su

    servidumbre en Yuste (tambin en Sandoval), as como varias cartas del

    Emperador, en general sacadas de mi Corpus documental de Carlos V.

    Junto a estas crnicas hay que insertar, por derecho propio, una obra

    literaria de valor increble, tanto para la historia literaria como para la propia

    personalidad de Carlos V. Me refiero a los dos Dilogos del secretario de

    cartas latinas y hombre de confianza del canciller Gattinara, el humanista

    Alfonso de Valds: Dilogo de las cosas ocurridas en Roma y Dilogo de

    Mercurino y Carn, ambas editadas con estudio crtico por J. F. Montesinos

    (Madrid, Clsicos Castellanos, 1954 y 1956). En sus Dilogos, Alfonso de

    Valds inserta y comenta varias cartas del Emperador, en torno a la crisis de

    1527, por l mismo redactadas.

    Dejo a un lado, de momento, por haberlos estudiado personalmente y por

    referirme despus a ellos, documentos del valor de la correspondencia de

    Carlos V con la Emperatriz y con sus hijos Felipe y Juana, las Memorias del

    Emperador y su propio Testamento.

    Por ltimo, es aqu donde deben recogerse las valiosas informaciones de los

    embajadores venecianos, publicadas a mediados del siglo XIX38.

    . Biografas

    Sin pretender una relacin exhaustiva, recoger ahora algunas de las

    principales biografas escritas sobre Carlos V, una figura ya destacada por

    Ludwig Ranke en su clsico estudio, Die Osmamen und die spaniche

    Monarchie in 16. und 17. Jahrhundert39. Tambin merecen citarse, entre los

    estudios aparecidos en el sigloXIX, los del francs Francois M. A. Mignet40, el

    norteamericano W. H. Prescott41 y, sobre todo, la notabilsima del belga L. P.

    Gachard42.

    Un inters por Carlos V acrecentado, si cabe, en nuestro siglo, con obras tan

    valiosas como la del norteamericano R. B. Merriman43 y la del alemn Karl

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 18 Preparado por Patricio Barros

    Brandi44, sin duda la ms destacada de todas, como la culminacin de una

    labor en equipo que trabaj en los principales archivos europeos, con una

    serie de estudios magistrales recogidos en los famosos Berichte und Studien

    zur Geschichte Karls V45.

    Por las mismas fechas de la publicacin de Karl Brandi apareci un ensayo

    sobre el Emperador que tuvo gran difusin en Espaa: el del periodista ingls

    Wyndham Lewis, con algunas pginas brillantes y un sugestivo ttulo: Carlos

    de Europa, emperador de Occidente46.

    A mediados de siglo aparece la obra de otro de los grandes historiadores

    alemanes especialistas en la figura imperial, Peter Rassow, con su estudio

    Karl V. Der letzte Kaiser des Mittelalters47.

    De ensayo hay que considerar tambin lo hecho, de forma magistral por otra

    parte, por Salvador de Madariaga en 1969:Charles Quint; un ensayo breve

    de contenido pero lleno de sugerencias, donde Madariaga inserta, como

    hemos indicado, el discurso de Carlos V en Roma de 153648.

    En esta serie de breves sntesis no poda faltar a la cita la conocida Coleccin

    Qu s?, de la mano de uno de los mejores discpulos de Braudel, Henri

    Lapeyre[49.

    Meritoria y digna de recordarse es la biografa de R. Tyler, The Emperor

    Charles The Fifth50, si bien le falt vida para ultimarla, de lo que se resiente

    la ltima parte.

    De sntesis habra tambin que tratar el libro de Martyn Rady, aparecido en

    Inglaterra en 1988, con desigual valor en cuanto a las fuentes utilizadas51.

    Y tratando de sntesis es obligado recordar la hecha por uno de los mejores

    historiadores ingleses de los aos setenta, H. G. Koenigsberger en la

    renombrada Historia del mundo moderno, de la Universidad de Cambridge52.

    El notable americanista francs Pierre Chaunu se vio tentado tambin por el

    tema carolino, queriendo hacer algo ms que una mera biografa, con su

    libro LEspagne de Charles Quint53, fruto de un verano, segn nos declara el

    autor, cosa que quizs se note demasiado. Mucho ms serio es el intento de

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 19 Preparado por Patricio Barros

    Joseph Prez, el eminente hispanista francs, autor de una reciente biografa

    sobre el Emperador54.

    . Otros estudios monogrficos

    Lo primero, recordar las principales biografas de personajes vinculados a

    Carlos V. No existe ninguna de valor sobre la emperatriz Isabel, pues ya

    hemos visto que la obra de C. Mazaro Coleto slo merece mencionarse por

    la aportacin documental de las cartas de la Emperatriz. Es muy sugestiva la

    breve biografa que Ludwig Pfandl dedica a la madre, Juana la Loca. Su vida,

    su tiempo, su culpa55.

    Ms completa resulta la realizada por Michael Prawdin, que apareci en 1953

    y al punto traducida al espaol56. Por supuesto, el miembro de la familia

    mejor estudiado es el hijo, Felipe II, del que aqu no cabe ms que dar la

    escueta referencia, dada la ingente bibliografa que sobre l poseemos57.

    Del resto, la figura mejor estudiada ha sido, a mi entender, la de la reina

    Catalina de Aragn, la desventurada esposa de Enrique VIII y hermana de

    Juana la Loca, gracias al libro magistral de Garrett Mattingly, hecho sobre

    importante base documental58.

    En cuanto a otros personajes de su Corte, citaremos tan solo la biografa que

    de Cobos realiz Keniston, verdaderamente imprescindible para el que quiera

    conocer al Emperador y su entorno cortesano y administrativo59.

    En cuanto a aspectos diversos del reinado, ms relacionados directamente

    con la vida del Emperador, citar los que me parecen ms destacados. Y, en

    primer lugar, el estudio de Juan de la Mata Carriazo y Arroquia, La boda del

    Emperador60.

    Aunque no plenamente dedicado a la figura y al reinado de Carlos V, sino

    ms bien a la de Felipe II, pero por arrancar de la ltima etapa imperial, es

    obligado citar ahora el excelente trabajo de la historiadora inglesa Mara J.

    Rodrguez Salgado, Un Imperio en transicin: Carlos V, Felipe II y su

    mundo61.

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 20 Preparado por Patricio Barros

    No se puede silenciar algo tan importante como es el aspecto ideolgico en la

    personalidad carolina. En ese sentido, y para recordar que frente a la tesis de

    Karl Brandi de que el Emperador estuvo muy influido por su canciller

    Mercurino de Gattinara, hay que recordar el precioso ensayo de Ramn

    Menndez Pidal, Idea imperial de Carlos V en el que defiende el magisterio

    poltico de los Reyes Catlicos, con su carga tica sobre la tarea poltica62;

    ensayo que Menndez Pidal desarrollara con ms extensin en uno de sus

    mejores trabajos sobre nuestra historia, que sirvi de Introduccin a mi libro

    La Espaa del Emperador Carlos V 63.

    En ese orden de cosas, he de citar un precioso artculo, que creo ha pasado

    ms desapercibido de lo que debiera: el de Carlos Clavera, En torno a la

    intimidad y el borgoismo de Carlos V64. Pero sera a otro gran pensador

    espaol al que habra ahora que recordar, a un historiador de las ideas

    polticas y de los aspectos sociales, o, si se quiere, a un historiador de las

    mentalidades: a Jos Antonio Maravall Casesnoves, por su ensayo Carlos V y

    el pensamiento poltico del Renacimiento 65.

    Aunque esta bibliografa est tan estrictamente vinculada a la personalidad

    de Carlos V, sin embargo hay que recordar tambin las obras que estudian

    sucesos del reinado; al menos, los de la magnitud de las Comunidades de

    Castilla o de las Germanas de Valencia y Mallorca66.

    Uno de los perodos ms estudiados ha sido el de la ltima etapa de la vida

    del Emperador, la de Yuste. Basndose en la recopilacin documental

    realizada por el archivero Toms Gonzlez en el archivo de Simancas y

    vendida a mediados del siglo XIX al extranjero, fueron apareciendo entonces

    una serie de obras que asombraron al mundo culto, por presentar a un

    Emperador que en Yuste haba estado muy lejos de vivir como un monje. Las

    ms destacadas fueron las del ingls W. Stirling-Maxwell67, la del francs A.

    Mignet68 y la del belga L. P. Gachard69.

    Un siglo despus, public Snchez Loro un apasionado libro sobre el mismo

    tema, de discutible estilo, pero con innegable manejo de fuentes

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 21 Preparado por Patricio Barros

    adecuadas70. A insertar aqu la ms reciente obra de Agustn Garca Simn,

    que se lee con inters71. A considerar tambin el excelente artculo de fray

    Arturo lvarez, Carlos V y el Real Monasterio de Guadalupe, con

    interesantes referencias a la etapa carolina de Yuste72.

    A mediados de nuestro siglo, con el IV Centenario de la muerte de Carlos V

    se intensificaron los estudios carolinos en toda la Europa occidental. Pareca

    como si aquella Europa, que tan cerca tena el tremendo desastre de la II

    Guerra Mundial, quisiese aferrarse a aquel Emperador que tanto haba

    luchado por verla unida.

    Abri el camino Blgica. Y as Gante mont en 1955 una magnfica

    exposicin carolina, en la que colaboraron las principales naciones europeas.

    Rplicas afortunadas fueron las organizadas tres aos despus en Viena y en

    Toledo73. Poco antes, en 1957, la Asociacin Internacional de Historiadores

    del Humanismo organiz un Congreso en Bruselas, cuya segunda Seccin

    dedic sus actividades al estudio de las fiestas y ceremonias celebradas en la

    poca de Carlos V 74 . Del mayor inters resultaron los coloquios

    internacionales alrededor del Emperador y su tiempo, organizados en 1958

    en Pars75 y en Colonia76. El Instituto de Cultura Hispnica mont el mismo

    ao un vasto Congreso carolino en Granada, Sevilla y Cceres77. En todos

    estos actos estuvieron presentes los principales especialistas de la poca,

    bajo el magisterio de figuras de la talla de Rassow, Menndez Pidal,

    Bataillon, Carande y Chabod. Todo ello ha dado lugar a una vasta produccin

    historiogrfica, que abarca los ms diversos aspectos, ya sobre la vida del

    Emperador, ya sobre las vertientes poltica, militar, religiosa, econmica,

    social y artstica de la poca. Los temas de sabor local se unen a los que

    pretenden la visin general, los trabajos de sntesis a los muy eruditos78.

    Lo cierto es que aquel Centenario reuni un conjunto sin igual de

    historiadores, que se dieron cita no slo en congresos y coloquios, sino

    tambin a la hora de dejarnos cuatro preciosos libros: los publicados por las

    Universidades de Granada y Barcelona en el mismo 195879, un ao ms

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 22 Preparado por Patricio Barros

    tarde el editado por el Centre National de la Recherche Scientifique de

    Francia80, y el que recogi en 1960 los Coloquios carolinos de Colonia81. Y

    qu lista de autores! Por parte de Espaa, en el libro granadino, Cayetano

    Alczar (La poltica postal espaola en el siglo XVI en tiempos de Carlos

    V)82, Jos Mara Jover Zamora (Sobre la poltica exterior de Espaa en

    tiempos de Carlos V) 83 , Jos Antonio Maravall (La visin utpica del

    Imperio de Carlos V en la Espaa de su poca)84, Vicente Palacio Atard

    (Reprimendas y dineros) 85 , Juan Regl (Poltica de Carlos V en

    Catalua)86y Juan Snchez Montes (Sobre las Cortes de Toledo de 1538-

    1539) 87 , entre otros. Y con ellos, los estudios magistrales del italiano

    Federico Chabod ( Miln o los Pases Bajos? La alternativa de 1544)88, del

    alemn Peter Rassow (Carlos V)89y del francs Robert Ricard (Carlos V

    cristiano)90. Y en los Estudios carolinos de Barcelona los estudios de Carlos

    Seco (Espaa y el Emperador)91, Juan Regl (Carlos V y Barcelona)92 y

    Mario Penna (Las ideas imperiales de Carlos V y de su Canciller

    Gattinara)93.

    En los Coloquios de Pars nos encontramos, de entrada, con la egregia figura

    de Ramn Menndez Pidal (Formacin del fundamental pensamiento poltico

    de Carlos V)94, y con las participaciones de otros espaoles de la categora

    de Jaime Vicens Vives (Imperio y administracin en tiempo de Carlos V)95,

    Antonio Rumeu de Armas (Franceses y espaoles en el Atlntico en tiempo

    del Emperador) 96 , y Ramn Carande, aqu con una ponencia

    verdaderamente magistral (Carlos V: Viajes, cartas y deudas), en la que

    destaca la importancia de la publicacin de las cartas del Emperador, sin

    duda como un deseo muy personal de aquel gran investigador97. Y en ese

    precioso volumen de Pars se renen, adems, otras ponencias de

    historiadores tan importantes como Marcel Bataillon (Charles Quint, Las

    Casas et Vitoria)98, Henri Lapeyre (Lart de la guerre au temps de Charls

    Quint)99, y Fernand Braudel, entre los franceses (Les emprunts de Charles

    Quint sur la place dAnvers)100.

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 23 Preparado por Patricio Barros

    A citar tambin, entre los estudios reunidos en ese libro parisino, el del gran

    americanista alemn Richard Konetzke (La legislacin sobre inmigracin de

    extranjeros durante el reinado de Carlos V)101 y del belga Charles Verlinden

    (Crises conomiques et sociales en Belgique lpoque de Charles

    Quint)102.

    En fin, el volumen publicado en Colonia tiene el gran valor de insertar

    trabajos de los historiadores germanos, entre los que destacaramos a Peter

    Rassow (Das Bild Karls V. Im Wandel der Jahrhunderte) 103 , Berthold

    Beinert (Die Testamente und politischen Instruktionen Karls V. fr den

    Prinzen Philipp)104, Hubert Jedin (Die Ppste und das Konzil in der Politik

    Karls V)105, y Richard Konetzke (Amerika und Europa in der Zeit Karls

    V)106. Sin olvidar otros estudios notables que les acompaan, como el del

    norteamericano Lewis Hanke (The other Treasure from the Indies during

    the Epoch of Emperor Charles V)107 y el de aquel gran historiador, tan

    pronto desaparecido, que fue Jaime Vicens Vives (La Corona de Aragn y el

    mbito del Mediterrneo Occidental durante la poca de Carlos V)108.

    Creo que fue a partir de aquella colaboracin con el IV Centenario de la

    muerte de Carlos V cuando se inici la etapa de los estudios carolinos del

    profesor Jover Zamora, que culminaran en uno de los mejores libros de la

    dcada de los sesenta, Carlos V y los espaoles109.

    Y ya, para cerrar esta bibliografa carolina, la referencia a una obra impar,

    Carlos V y sus banqueros de Ramn Carande Thovar110.

    Y tras este recuento bibliogrfico, cul ha sido mi propia aportacin a la

    historiografa carolina?

    Fue en 1956, como antes he sealado, cuando don Cayetano Alczar

    (director entonces de la Escuela de Historia Moderna del CSIC donde yo

    trabajaba como investigador cientfico) me puso a la tarea. Yo entonces le

    propuse preparar una edicin crtica de las Memorias del Emperador, por ser

    verdaderamente importantes y porque no exista en espaol ms que una

    pobre edicin hecha haca casi un siglo por alguien totalmente ajeno al

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 24 Preparado por Patricio Barros

    mundo de la historia y, por supuesto, sin el menor aparato crtico.

    La verdad es que los historiadores modernistas del siglo XIX ya conocan la

    existencia de los Comentarios o Memorias del Emperador 111 pero, al no

    encontrar el original, las haban dado por perdidas; hasta que, de una forma

    casual, el investigador belga Kervyn de Lettenhove encontr una versin

    portuguesa del siglo XVII112, que al punto tradujo al francs, publicndola en

    1862113]. La repercusin de aquel descubrimiento fue tan grande, que aquel

    mismo ao aparecieron las Memorias carolinas en Alemania, Inglaterra y

    Espaa, a cargo de Warnknig 114 , Simpson 115 y Luis de Olona 116 ,

    respectivamente. Todas ellas traduciendo el texto francs de Kervyn de

    Lettenhove.

    Ahora bien, Lettenhove conoca mal el portugus, de forma que haba

    encargado aquella tarea a un colaborador, Loumier, que demostr que no

    era mucho ms experto, cometiendo mltiples errores. Y de esa forma, al

    beber todos de la misma fuente defectuosa, todos cometieron parecidos

    errores, el alemn Warnknig como el ingls Simpson y el espaol Olona.

    Eso dio pie al hispanista francs, Alfred Morel-Fatio, para hacer en 1913 una

    cuidada edicin crtica del texto, en edicin bilinge, publicando el

    manuscrito portugus y traducindolo cuidadosamente al francs, sealando

    los errores en que haba cado la edicin de Kervyn de Lettenhove y,

    consiguientemente, las de todos aquellos otros que haban seguido sus

    pasos117].

    Por lo tanto, si de la autenticidad de las Memorias carolinas ninguno de los

    grandes estudiosos del tema tenan duda alguna Morel-Fatio, por supuesto,

    pero tampoco la mejor historiografa alemana, desde Ranke 118 hasta

    Brandi119, y si la versin espaola de Olona no era de fiar120, no cabra

    hacer otra ms fidedigna? Mxime que esa tarea se poda hacer

    directamente, sobre el manuscrito portugus publicado por Morel-Fatio en

    1913.

    As fue como propuse aquel trabajo al profesor Alczar Molina, que al punto

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 25 Preparado por Patricio Barros

    lo apoy como si fuera suyo. Presentado al Congreso espaol reunido en

    conmemoracin del IV Centenario de la muerte del Emperador, recibi por

    unanimidad el dictamen favorable del Congreso para que se publicase, y as

    apareci en 1960121.

    Y de ese modo me introduje en la publicacin de las fuentes carolinas. A

    poco, me plante una tarea ms ambiciosa: la de un corpus documental

    carolino, algo tan deseado por Karl Brandi y por Ramn Carande y que

    ninguno de los dos haba logrado culminar. Karl Brandi haba dispuesto de

    cuantiosos medios y de un excelente equipo de trabajo, pero le falt la vida.

    Y en cuanto a Carande su proyecto era, en verdad, impresionante: reunir un

    equipo de trabajo a nivel continental, dirigido por figuras de la talla de

    Fernand Braudel, representando a Francia, de Peter Rassow, por Alemania,

    de Charles Verlinden, por Blgica, y de l mismo, por Espaa. Pero ocurri

    que, acaso por la misma magnitud de los personajes convocados, aquella

    brillante idea result a la postre inviable.

    Yo, en cambio, contaba con muy poco: con mi nico esfuerzo. Eso s,

    maana, tarde y noche, como investigador cientfico del Consejo. Y as

    empec a trabajar en mi despacho de Medinaceli, yendo y viniendo a

    Simancas, a la Biblioteca Nacional, a la Real Academia de la Historia, a la

    Biblioteca de Palacio. Al principio, transcribiendo los documentos conseguidos

    y pasndolos yo mismo a mquina. Al cabo de cierto tiempo, una autoridad

    del Consejo, don Rafael Balbn, valorando aquella tarea, me asign una

    mecangrafa an recuerdo su nombre, Eva para que me auxiliase.

    Pronto aquello tuvo otro ritmo, pues Eva se afirm como una excelente

    auxiliar. Adems la Fundacin Juan March empez a ayudarme, no solo con

    Becas en Espaa lo que me permiti ampliar estancias en Simancas sino

    tambin en el extranjero. As pude trabajar en Bruselas122 y en Pars123. Una

    Ayuda del Ministerio de Educacin en 1960 me permiti investigar en Viena

    durante seis meses, en su tan importante Haus, Hof und Staatsarchiv.

    Y as fui acumulando, ao tras ao, desde 1960 un importante acopio

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 26 Preparado por Patricio Barros

    documental carolino. Mi paso a Salamanca, cuando consegu al fin! la

    ctedra de Historia Moderna, interrumpi de momento mi tarea, pero pronto

    la reanud, contando entonces con la ayuda inestimable de la que sera,

    desde entonces, mi principal colaboradora: la profesora Ana Daz Medina.

    Un primer avance de lo que iba realizando apareci en 1966124centrndome

    en el idearium poltico de Carlos V, y muy en particular en las Instrucciones a

    su hijo de 1543 y 1548, pero tambin en las supuestas de 1555125.

    Y en 1968, la bomba: la Fundacin Juan March me conceda una Ayuda. Casi

    no me lo poda creer. La haba solicitado con poqusimas esperanzas de

    conseguirla, pero la cosa funcion. Y de ese modo pude dar un fuerte

    empujn, consiguiendo un equipo de trabajo que me ayud a la transcripcin

    de la ltima parte del corpus carolino en marcha; as, a la profesora Ana Daz

    Medina se incorporaron Pilar Valero Garca, Marcelino Cardalliaguet Quirant y

    Jos Ignacio Fortea Prez, con la tarea auxiliar de las mecangrafas Mara

    del Carmen Vzquez de Aldana y Rosa Mara Rodrguez.

    El resultado fueron once gruesos volmenes tamao folio en los que, bajo el

    ttulo Corpus documental de Carlos V, se incluan en torno al millar de cartas

    del Emperador suyas o dirigidas a l y en particular, como parte

    fundamental, la correspondencia cruzada entre Carlos V y Felipe II en los

    aos 1543 a 1558.

    Tal fue la entrega que realic en el seno de la Fundacin Juan March

    (respondiendo a mi compromiso como beneficiario de aquella Ayuda recibida

    en 1968), el 7 de octubre de 1970.

    Puedo asegurar que caus sensacin. Y perplejidad, porque ahora vena la

    segunda parte. Todo aquello de nada servira si quedaba depositado en la

    Fundacin. Era obvio que tal esfuerzo peda completarse con la

    correspondiente publicacin, pero eso requera un desembolso que la

    Fundacin no tena proyectado.

    Y as empez un calvario. Acud al Consejo. Ped ayuda a la Universidad de

    Salamanca, entonces regida por un gran Rector, Felipe Lucena. Consegu el

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 27 Preparado por Patricio Barros

    decisivo apoyo de su director de Publicaciones, un personaje de nuestra

    historia de los aos setenta: Koldo Michelena. Y al fin, las tres corporaciones,

    la Fundacin Juan March, el Consejo Superior de Investigaciones Cientficas y

    la Universidad de Salamanca (ya bajo el Rectorado de Julio Rodrguez

    Villanueva), firmaban un acuerdo comprometindose a financiar aquella

    costosa obra126.

    Y as fueron apareciendo los sucesivos volmenes, entre 1973 y 1981127.

    Precisamente hacia 1981 Alberto de la Puente OConnor, director de la

    Editora Nacional una gran empresa cultural penosamente desaparecida,

    me pidi que organizara un trabajo: la publicacin de los Testamentos de los

    reyes de la Casa de Austria. As apareci mi edicin crtica del Testamento de

    Carlos V128.

    Esas seran mi tres aportaciones fundamentales al mundo documental

    carolino: sus Memorias, sus cartas y su Testamento.

    Entramos, a continuacin, en mi propia obra escrita.

    Estn, en primer lugar los dos tomos de la Historia de Espaa Menndez

    Pidal, el que abarca los aspectos institucionales y socioeconmicos del

    siglo129, y el centrado ya en el propio reinado del Csar, que tuve la fortuna

    de que fuera prologado por el mismo don Ramn Menndez Pidal, con uno de

    sus mejores ensayos130.

    Por entonces, tras la aparicin de mi primer tomo del Corpus documental de

    Carlos V, me visit el que despus sera mi gran amigo, el profesor Peter

    Pierson, de la Universidad de Santa Clara; l fue el que me puso en contacto

    con la editorial inglesa Thames and Hudson, que deseaba publicar una

    biografa sobre Carlos V. Y as surgi mi Carlos V. Un hombre para Europa131,

    que la editorial inglesa edit muy pulcramente, con una esmerada traduccin

    de mi texto a cargo del profesor J. A. Lalaguna132, con tan buena aceptacin

    que la editora alemana de Stuttgart, Belser Verlag, realiz dos aos despus

    su propia publicacin133.

    Un personaje tan estrechamente vinculado a la figura de Carlos V y no slo

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 28 Preparado por Patricio Barros

    bajo el aspecto gensico, sino tambin poltico, y, a la vez, tan pattico por

    su adverso destino como fue la reina Juana la Loca, provoc mi atencin,

    dedicndole un libro que escrib poco menos que sobrecogido desde un

    principio134.

    Por no tratar aqu ms que de mis estudios carolinos, me referir a los de

    carcter general y a los que se centran en puntos muy concretos. En cuanto

    a los primeros, citar tres: mi visin general de la Edad Moderna135, y mis

    libros dedicados a los aspectos sociales tanto en la poca del

    Renacimiento136, como a lo largo de todo el Siglo de Oro137.

    En dos libros recog aspectos varios del reinado del Emperador. En el

    primero, publicado en 1964, insert un trabajo en el que trataba de resaltar

    el papel poltico ejercido por la hermana del Emperador, la reina Mara de

    Hungra, con especial atencin sobre su intervencin en los debates

    familiares de 1551 en Augsburgo, en torno a la sucesin imperial138. Y, en el

    mismo libro, la publicacin de una fuente de la que muchos hablaban, pero

    que permaneca indita: el Memorial de Luis de Ortiz, que vena a ser como

    un balance, tanto en los aspectos socioeconmicos como en los polticos, del

    reinado de Carlos V, escrito el mismo ao de su muerte139.

    Recientemente volv a recoger, en un nuevo libro, otros artculos carolinos,

    como los sentimientos del Csar frente a la Reforma o a Francia y su visin

    de las Indias140.

    Con todo ese material acumulado, con tantos estudios realizados, con tantos

    intentos hechos para adentrarme por el mundo carolino, por conocer mejor

    la personalidad del Emperador, su obra poltica y lo que significaba su

    esfuerzo a lo largo de su vida por mantener unida aquella Europa de su

    tiempo; con todo eso, como quien dice, en la mano, cuando vino a verme en

    la primavera de 1997 don Antonio Ventura como director de la Fundacin

    Academia Europea de Yuste, para vincularme a las tareas de aquella

    fundacin, de cara al homenaje que estaban preparando con motivo del V

    Centenario del nacimiento de Carlos V, yo le propuse al instante un trabajo

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 29 Preparado por Patricio Barros

    concreto: una magna biografa del Emperador. Con ms de cuarenta aos a

    mis espaldas estudiando el personaje y su poca, tratando de adentrarme

    por todos los recovecos de su poltica y hasta, si se me permite decirlo, de

    andar con l todos los caminos que el Emperador haba transitado, desde

    Bruselas hasta Valladolid, desde Toledo hasta Bolonia, desde Augsburgo

    hasta Viena, desde Npoles hasta los Alpes, pasando por Roma; y, en fin,

    desde Gante hasta Yuste sin olvidar su primer contacto con Espaa, en el

    pueblecito asturiano de Tazones, crea que poda estar en condiciones de

    afrontar ese esfuerzo.

    Y mi proyecto fue acogido con entusiasmo por el que a partir de ese

    momento pude considerar como mi buen amigo, Antonio Ventura, y

    patrocinador generoso, con la Fundacin Academia Europea de Yuste, de mi

    nueva tarea.

    Ya solo faltaba encontrar la editorial que acogiera el proyecto.

    Lo cual no fue difcil. All estaba, en efecto, interesada en todo este empeo,

    la editorial Espasa Calpe, y su directora de ensayo Pilar Corts, de forma que

    todo fue tomando cuerpo.

    De este modo, en el obligado apartado de los agradecimientos, estos

    primeros estn muy claros, pues el patrocinio de la Fundacin Academia

    Europea de Yuste ha sido decisivo. Y en cuanto a la editorial Espasa Calpe, la

    editorial con la que colaboro desde 1956, qu puedo decir? Que en ella solo

    encuentro caras amigas desde el momento en que franqueo sus puertas,

    empezando por su director general, don Jorge Hernndez Aliques, y por don

    Rafael Gonzlez Corts, como subdirector general.

    No olvidaremos, ciertamente, a las mujeres, a ese cuerpo directivo femenino

    tan esplndido que tiene Espasa Calpe: Pilar Corts, Sylvia Martn, Macarena

    Garrido, Patricia Gonzlez-Hontoria, Celia Torroja, Carmen Deza Y entre los

    varones, a dos entraables amigos, de tantos aos, como Ricardo Lpez de

    Uralde y Juan-Miguel Snchez Vigil, a cuyo cargo queda el importante

    apartado de las ilustraciones.

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 30 Preparado por Patricio Barros

    Fuera de estas dos instituciones, el apartado de agradecimientos quedara

    muy incompleto si no hiciese alguna otra referencia. En primer lugar, al

    profesor Jos Mara Jover Zamora, que tanto me ha alentado siempre en mis

    trabajos del siglo XVI, y al profesor Vicente Palacio Atard, que prolog con

    tanto acierto uno de mis primeros libros carolinos141.

    A partir de mi ingreso en la Real Academia de la Historia pude trabajar con el

    estmulo que se respira en esa gran institucin, bajo la direccin de don

    Antonio Rumeu de Armas, del recordado don Emilio Garca Gmez, y

    actualmente de don Gonzalo Anes y lvarez de Castrilln; sin olvidar el

    consejo de su censor, mi viejo amigo don Carlos Seco Serrano, y de la

    asistencia de su Secretario Perpetuo y tambin tan gran amigo y colega don

    Eloy Benito Ruano.

    En la Universidad de Salamanca, la decana de las Universidades espaolas,

    ense durante cerca de treinta aos. Y en ese perodo de tiempo, entre

    1965 y 1992, los debates en torno al siglo XVI y al reinado de Carlos V

    fueron constantes. En esa larga nmina de alumnos, muchos de ellos hoy

    eminentes maestros, al menos he de referirme a los que ahora me vienen a

    la memoria142: Ana Daz Medina, la primera que me acompa desde Madrid,

    Jos Ignacio Fortea Prez, Baltasar Cuart, Julio Snchez, Luis Enrique

    Rodrguez-Sanpedro Bezares, Jos Carlos Rueda, Ana Mara Carabias, Jos

    Luis de las Heras, Serafn Tapia, Clara Isabel Lpez Benito, Lola de Jaime,

    Jacinto de Vega, ngel Rodrguez, Luis Carlos Garca-Figuerola y tantos

    otros. Y junto con ellos, el que al pasar a limpio mis textos, escritos a mano

    y con endiablada letra, ha ido poniendo en claro este libro: mi querido amigo

    y colaborador Jos Manuel Veda Aparicio.

    Ya, por ltimo, la referencia entraable a mi familia, que han disfrutado o

    soportado, segn las ocasiones, discutido otras y vivido siempre, el da a da

    de este libro que lentamente ha ido surgiendo. Qu difciles las primeras

    cien pginas! Qu gozosas las diez ltimas! Por eso aqu no puede faltar la

    mencin a mi mujer Marichn, ni a mis hijas Mara y Susana; siendo adems

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 31 Preparado por Patricio Barros

    Susana, como Licenciada en Filologa, la que asumi la tarea de revisar el

    texto impreso para rectificar los errores deslizados, mejorndolo as a partir

    de esta cuarta edicin.

    Y acabo con una reflexin: La figura de Carlos V tiene un atractivo especial,

    no ya para Espaa, sino para casi toda Europa; o, mejor dicho, para la

    cultura occidental. De ah que se estudie con tanto inters en Blgica como

    en Italia, en Espaa como en Alemania. Y tambin a lo largo y ancho de las

    Amricas. Y dentro de este mundo occidental, pienso que el inters es ms

    vivo en Alemania y en Espaa.

    En cuanto a Alemania, yo puedo dar esta referencia personal, remontndome

    cuarenta aos.

    Era en junio de 1960. Yo estaba entonces trabajando sobre la figura del

    Emperador en Viena. All recib la invitacin de monseor Vincke para dar

    una conferencia sobre la figura del Emperador (Die Persnlichkeit Karls V)

    en la Universidad de Friburgo. Cuando llegu, el profesor Vincke me advirti

    que como los asistentes seran tan escasos, haba preparado una pequea

    aula que serva de Seminario. A poco, un ayudante acudi para decirnos que

    la afluencia era tan grande que ningn aula era adecuada. De forma que

    tuvimos que actuar en el Aula Magna, con centenares de alumnos.

    Evidentemente, no haban acudido para escucharme a m, sino para or

    hablar de Carlos V143.

    En 1998, para concluir mi Introduccin a mi libro Felipe II y su tiempo,

    aluda yo a que en definitiva no era ms que un viejo profesor provinciano

    medio olvidado, que se haba pasado toda su vida trabajando sobre el siglo

    XVI. Ahora podra mantener esa misma frase, pero matizndola. Porque, en

    verdad, despus de la experiencia vivida, a partir de la aparicin de mi Felipe

    II y su tiempo, ya no cabe lamentar olvido alguno. Los lectores de media

    Espaa se han encargado de ello, al ponerlo durante meses entre los libros

    ms vendidos.

    Y eso, claro, ha provocado en m un sentido especial de responsabilidad, de

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 32 Preparado por Patricio Barros

    volver a estar a la altura de esa atencin. Y por eso he puesto tanto esfuerzo

    para presentar la personalidad de aquel Emperador, con todo su noble

    empeo por conseguir una Europa unida; eso que vengo en llamar el sueo

    del Emperador.

    Ojal lo haya logrado.

    Pero eso es algo que solo t, amigo lector, podrs juzgar.

    Salamanca-Yuste-Salamanca, 1997-1999.

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 33 Preparado por Patricio Barros

    Parte I

    La Europa recibida: de conde de Flandes a Emperador

    Contenido:

    1. De cmo surge un Emperador

    2. Espaa en el horizonte

    3. Al encuentro de Espaa

    4. La corona imperial

    5. El eco de Espaa: comuneros y agermanados

    Captulo 1

    De cmo surge un emperador

    En el verano de 1496, mediado ya el mes de agosto, una gran flota se rene

    en el puerto cntabro de Laredo. No se trata de una flota de guerra, aunque

    vaya lo bastante preparada para repeler un posible ataque enemigo. Se trata

    de una flota que ha de llevar una novia desde Espaa hasta los Pases Bajos.

    Y como la novia es hija de los muy poderosos Reyes Catlicos, la flota ha de

    ir en consonancia con el podero de aquellos soberanos, que ya por ese ao

    de 1496 se perfilaban como una verdadera potencia, ya que haban sido

    capaces de terminar la dura y secular Reconquista, de patrocinar el

    fantstico viaje de Cristbal Coln a travs del mar tenebroso, y de echarle

    un pulso a los franceses en el sur de Italia.

    Pero un estadista no solo ha de vencer sino de convencer; y eso, en poltica

    internacional, pasa por asegurar los triunfos obtenidos, y para ello hay que

    manejar las bazas diplomticas. Siendo su gran rival Francia, los Reyes

    Catlicos maniobraron para lograr la alianza de las potencias norteas al pas

    galo; de ah su acercamiento al emperador Maximiliano I. Para aquellas

    fechas, en 1496, los Reyes Catlicos ya haban desposado a su hija mayor,

    Isabel, con el prncipe Alfonso de Portugal, pero todava tenan varios hijos

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 34 Preparado por Patricio Barros

    casaderos, entre ellos al nico varn, el prncipe don Juan a la sazn, de

    17 aos y a la infanta doa Juana, que contaba 16. A su vez, por parte de

    Maximiliano de Austria, estaban sus dos hijos, Felipe y Margarita, de edades

    muy similares, pues Felipe haba nacido en 1478 y Margarita en 1480. No

    era una feliz coincidencia? No haba que esperar nada. Todo estaba a punto.

    Y as se prepararon los dobles enlaces matrimoniales entre Juan de Espaa y

    Margarita de Austria y entre Felipe el Hermoso, seor de los Pases Bajos, y

    la infanta espaola doa Juana.

    De ah la armada dispuesta en Laredo en aquel verano de 1496 para llevar a

    la tercera hija de los Reyes Catlicos a los Pases Bajos: una chiquilla de 16

    aos, que debe dejar el hogar familiar y la tierra que la vio nacer, que ha de

    cambiar los lazos de amistad de familiares y cortesanos amigos por unas

    gentes que le son extraas, que hablan en una lengua que le es ajena, lo

    que supone como una barrera infranqueable.

    Y tambin a anotar en ese cambio que se produce el de trocar unas

    costumbres que le son familiares empezando por la dieta alimenticia, tan

    distinta en el pas donde crece el olivo, y hasta el mismo color del cielo,

    esa luz tan clara y tan difana en la Espaa mesetea y mediterrnea y que

    en los Pases Bajos siempre est entre brumas y aguaceros.

    Y luego, la sensacin de soledad, de orfandad si se quiere, pese a que

    acompaando a la Infanta van algunos buenos servidores de los Reyes,

    como su capelln, el grave clrigo don Diego Ramrez de Villaescusa, el

    futuro obispo de Cuenca y fundador del Colegio Mayor del mismo nombre,

    que ser uno de los grandes Colegios vinculados a la Universidad de

    Salamanca; pero tambin sus damas de honor, como doa Beatriz de

    Tbara, doa Blanca Manrique, doa Mara de Aragn y doa Beatriz de

    Bobadilla, sobrina de la gran confidente y amiga de la Reina, la marquesa de

    Moya.

    Pero, al fin, esa es su pequea Corte, no su familia. La Infanta va destinada

    a formar una nueva, la suya propia, y a tal fin le est esperando en los

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 35 Preparado por Patricio Barros

    Pases Bajos su prometido, Felipe el Hermoso, archiduque de Austria y seor

    de los Pases Bajos. Y esa ser otra: que cuando la Infanta llega a su nueva

    patria, tras de un viaje complicado que le ha obligado a recalar en Inglaterra,

    se encuentra con que nadie la espera, cuando pone sus pies en tierras de

    Flandes, el 8 de septiembre de 1496.

    Todo esto hay que sealarlo para entender el grado de incertidumbre en que

    se mueve la Infanta; para entender tambin, por tanto, su doloroso proceso

    de enajenacin mental que tendra tan acusada influencia en la historia, no

    solo de Espaa, sino de Europa, e incluso en la universal.

    Nadie esperaba a la infanta doa Juana, en efecto, cuando su flota arriba a

    las costas de Holanda; nadie de la nueva familia a la que estaba destinada,

    se entiende. Sobre todo, la Infanta echar de menos la acogida de su

    prometido, aquel Felipe el Hermoso de quien tanto le han hablado. Y la

    Infanta se adentra por las tierras de los Pases Bajos, a lo largo del mes de

    septiembre, entra en Bergen y en otros pequeos lugares. En Bruselas s

    puede saludar a la viuda de Carlos el Temerario, el legendario conde de

    Flandes que haba tenido en jaque a toda una poderossima Francia del rey

    Luis XI, a Margarita de York. Y all precisamente, en Amberes la infanta

    Juana cae enferma. Fiebres? Pesadumbre sufrida por el descorts

    comportamiento de su prometido? Porque no ver a Felipe el Hermoso hasta

    que llega a Lille.

    Era el 12 de octubre de 1496.

    Y es entonces cuando surge lo inesperado, aquello que har cambiar el curso

    de la historia, el golpe de pasin, la furia ertica que de pronto se desata en

    aquella pareja joven, entre la Infanta que todava no ha cumplido los 17

    aos (los hara al mes siguiente) y el Archiduque que ya tiene 18. Y con tal

    desenfreno, que no son capaces de esperar a las fechas concertadas para los

    esponsales, y deciden celebrarlos sobre la marcha, precipitando los

    acontecimientos. Verse y desearse ardientemente todo fue uno, as que

    mandaron a por el primer sacerdote que hubiese a mano, para casarse aquel

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 36 Preparado por Patricio Barros

    mismo da, sin aguardar a otras jornadas.

    As daran comienzo unas relaciones amorosas llenas de altibajos, entre

    frenticos arrebatos y lagunas de ausencias marcadas por un marido, acaso

    temeroso de verse muy pronto consumido por aquel fuego. Para Juana, era

    algo nuevo e inesperado, como lo describ en otro libro mo:

    La atraccin del sexo: un mundo entrevisto hasta ahora y que se le

    descubre a Juana de pronto, como una explosin y que acabar

    dominndola, mostrando cun vulnerable poda ser144

    Ese fue el asidero al que se agarr la Infanta para salvar todas sus zozobras

    y para romper aquel cerco de angustiosa soledad que la estaba argollando.

    Pero con tales arrebatos que su marido se alarm y procur ponerse a salvo,

    dejando de frecuentar el lecho de su esposa.

    Abandonando el lecho conyugal y frecuentando el de algunas damas de la

    Corte, cosa que pronto llegar a odos de la Infanta. De ah unos celos cada

    vez ms fuertes, con unos accesos de ira, de rabia, de impotencia por verse

    despreciada, en lo que aparecen algunos rasgos familiares, pues no de otro

    modo haba reaccionado su madre, la gran reina Isabel la Catlica, al tener

    noticia de las infidelidades de Fernando el Catlico, su marido, con alguna

    dama de la Corte.

    La propia Juana lo dira, como para justificar su conducta: no haba que

    reprochrselo demasiado, pues no haba sido la nica en sufrir aquellos

    arrebatos de celos:

    y no slo se halla en m esta pasin, mas la Reina mi seora, a quien

    d Dios gloria, que fue tan eelente y escogida persona en el mundo,

    fue asimismo elosa, mas el tiempo sane a S. A., como plazer a Dios

    que har a m

    As escribira aos despus, en 1505, la ya reina de Castilla, a su padre

    Fernando el Catlico145. Pero sobre esto volveremos.

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 37 Preparado por Patricio Barros

    Arrebatos de celos, pues, confesados por la propia Juana. Y con ellos, o

    entremezclados con ellos, cartas apasionadas, ardientes, desesperadas,

    dirigidas a su marido, consiguiendo fugaces reencuentros, donde otra vez se

    desbordaba aquel amor lleno de furia, de deseo insaciable, de ansia del ser

    amado.

    Y en esa guerra del sexo, fueron naciendo los hijos. La primera una nia, a la

    que pusieron por nombre Leonor, que naci en 1498, a los dos aos de la

    llegada de Juana a Flandes. El segundo sera ya un varn, el hijo tan

    deseado por el padre, para asegurar la sucesin.

    Ese hijo nacera el 24 de febrero de 1500, de cara por tanto al nuevo siglo, o

    cerrando el anterior, que tambin podra tomarse como la culminacin o el

    final de algo ms de un siglo: de todo el milenio medieval. Y su padre, Felipe

    el Hermoso, decidi ponerle el nombre de Carlos, de tan glorioso recuerdo

    familiar.

    El parto haba sido tan sencillo, que llam la atencin de toda la Corte. Pues

    celebrndose en Gante una fiesta en palacio el castillo de Gante, la

    Infanta se mostr indispuesta, pero antes de retirarse a su cmara ya haba

    dado a luz al futuro emperador de Europa.

    Diez das despus tuvo lugar el bautizo. La comitiva sali de la zona

    palaciega adosada al viejo y sombro castillo de los condes de Flandes para

    dirigirse a la catedral de Saint Bavon. Margarita de York, la viuda de Carlos

    el Temerario, que vena a representar as lo ms destacado de la reciente

    historia del pas, llevaba al recin nacido. Padrinos de la ceremonia, Charles

    de Croy, prncipe de Chimay, y Margarita de Austria, la hermana de Felipe el

    Hermoso. Fue una jornada de gran aparato cortesano, una jornada de fiesta

    celebrada ruidosamente por toda la ciudad, con la altiva torre municipal el

    Beffroy iluminada brillantemente.

    Nadie poda vaticinar entonces que cuarenta aos ms tarde aquella altiva y

    prspera ciudad, orgullosa de ser la cuna del futuro Emperador, se alzara

    contra el gobierno de su hermana Mara y que sera castigada severamente

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 38 Preparado por Patricio Barros

    por ello por el propio Carlos.

    De momento, en todo caso, un nio que se criaba con toda normalidad y al

    que su padre, antes de que acabase el ao, cuando todava no haba

    aprendido a andar, ya haba hecho duque de Luxemburgo y caballero de la

    Orden del Toisn de Oro.

    De toda aquella solemne ceremonia del bautizo algo hay que recordar: que

    todo ello se realizase bajo el maravilloso retablo La adoracin del cordero

    mstico, la obra maestra de los hermanos Van Eyck. Y de sus tablas una

    destaca especialmente, por su simbolismo en relacin con la futura vida del

    Emperador: la del grupo cortesano Los caballeros de Cristo; esos caballeros

    reflexivos y serenos, como seguros de su destino, que sujetan con las

    riendas sus corceles, para indicarnos que su vida estar entregada al servicio

    de Cristo. Porque, como hemos de ver, ese sera el anhelo de Carlos V.

    Tambin los bellsimos ngeles cantores, acaso la pieza ms lograda del

    polptico de los Van Eyck, se nos antoja que influyeron ya para siempre sobre

    el nuevo cristiano, con esa devocin musical que acabara sintiendo. A

    nosotros, la vista de la ciudad que aparece al fondo de la tabla principal, nos

    lleva de inmediato al Gante que tuvo en su seno al prncipe nio.

    Por lo pronto, nada permita vaticinar que los honores y los poderes se iran

    acumulando sobre aquella criatura, que de momento slo tena asegurado el

    ttulo de conde de Flandes. Es cierto que en Espaa ya haba muerto el

    prncipe don Juan y que la criatura que llevaba en su seno su esposa,

    Margarita de Austria, haba nacido muerta. Pero era pronto para que Juana y

    Felipe se titulasen prncipes de Asturias, como herederos de la monarqua

    hispana, y as se lo reprocharon los Reyes. Acaso no viva todava la hija

    mayor, Isabel? Isabel, entonces ya princesa, la primera princesa de Asturias,

    que despus de unos esponsales fallidos con el prncipe Alfonso de Portugal,

    se haba desposado con el rey Manuel el Afortunado, Manuel O Venturoso.

    Pero aqu tambin la muerte allanara el camino a Carlos de Flandes. En

    1498, un ao despus de la muerte de su hermano Juan, falleca Isabel en

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 39 Preparado por Patricio Barros

    Portugal a causa de un mal parto. Es cierto que haba dejado un hijo, de

    nombre Miguel, a quien las Cortes sucesivas de Portugal, Castilla y Aragn

    fueron jurando su heredero, como para asegurar que con l se iba a cerrar

    aquella unidad poltica de la pennsula ibrica, tan deseada por los Reyes

    Catlicos.

    No sera as. Pese al mimo con el que sus abuelos maternos lo trataron,

    llevndolo consigo a todas partes lo cual acaso no fuera lo ms indicado

    para tan tierna criatura, el prncipe Miguel no se lograra, falleciendo el 20

    de julio de 1500 en Granada, donde haban ido los Reyes para apagar los

    ltimos rescoldos de la peligrosa hoguera encendida por los insumisos

    granadinos musulmanes.

    Curiosamente, esa noticia era esperada por el Archiduque, por Felipe el

    Hermoso. Tambin era deseada, porque le abra las puertas a la sucesin del

    trono de Espaa, tan anhelado por l. De forma que para saberlo al instante,

    tena ordenado a su hombre de confianza en la Corte hispana, Juan Vlez de

    Guevara, que en cuanto se produjese aquella muerte, como si ya estuviera

    prevista y no hiciese falta ms que tener un poco de paciencia, se lo hiciese

    saber, mandando un correo urgente a espaldas de los Reyes Catlicos. En

    este hecho, que nos plantea tantas dudas, el texto del cronista que lo era

    Lorenzo de Padilla es de un realismo poco menos que estremecedor:

    Estando (Felipe el Hermoso) en esta villa146[3], por el mes de Agosto, le

    lleg correo en once das de Granada, despachado por Juan Vlez de

    Guevara, trinchante de la Archiduquesa, hacindole saber la muerte del

    Prncipe don Miguel, que era la sucesin del Reino

    En once das llev aquella noticia el correo, desde Granada hasta Gante!

    Cerca de 2.000 kilmetros, o si se quiere mejor, en trminos de la poca, de

    333 leguas, a travs de montaas fragosas, franqueando anchos ros,

    recorriendo las ardientes mesetas castellanas, antes de penetrar por la

    extensa llanura francesa, para al fin cruzar la frontera de Flandes y alcanzar

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 40 Preparado por Patricio Barros

    la corte del Archiduque en su villa de Gante. Realizar tal recorrido en once

    jornadas supona hacerlo a una media en torno a los 180 kilmetros diarios,

    velocidad mucho ms alta que la conseguida normalmente por el correo del

    Rey, que se cifraba en los 135 kilmetros. Por lo tanto, hay que pensar en

    una exageracin del cronista. Pero esto ya nos quiere decir algo. Nos da a

    entender con cunta impaciencia esperaba Felipe el Hermoso aquella nueva,

    por l tan deseada.

    Porque la muerte del prncipe don Miguel era una buena nueva para el

    Archiduque. Y eso s que nos lo refleja fielmente el texto del cronista Lorenzo

    de Padilla:

    Los Archiduques se holgaron desta nueva, como era razn

    Aquella muerte les traa en bandeja la sucesin a la Corona de Espaa, les

    daba el ansiado ttulo de prncipes de Asturias, les abra un futuro del mayor

    esplendor. Y como si hubiera existido algo inconfesable en todo ello, el

    correo sale de Granada a escondidas de los Reyes:

    este correo aade ingenuamente el cronista147 no llev cartas del

    Rey 148 ni de la Reina 149 porque no se lo hizo saber Juan Vlez de

    Guevara150

    Y de esa forma la estrella de aquel Carlos, el nacido en Gante, iba a brillar

    con ms fuerza. Porque Juana tendra cada vez ms perdida la razn, pero

    sus hijos, esos hijos que iban naciendo tan regularmente Leonor, Carlos,

    Isabel, Mara, Fernando, Catalina todos crecan sanos y sin mayores

    problemas, sorteando los mil peligros de aquella poca en la que la

    mortandad infantil era tan grande.

    Ahora bien, la fortuna que de ese modo sonrea a los Archiduques iba a traer

    sus consecuencias en la crianza de aquella pequea tropa infantil que se

    educaba en Flandes. Porque dado aquel estado de cosas, Felipe y Juana

    tuvieron que ponerse en camino hacia Espaa en octubre de 1501, para

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 41 Preparado por Patricio Barros

    recoger ya de modo oficial aquel nombramiento de prncipes de Asturias, y

    con l, de sucesores a la Corona de Espaa.

    Un viaje largo, a travs de Francia, no exento de complicaciones, del que

    Felipe no regresara hasta las Navidades de 1502 y Juana hasta bien entrado

    el ao de 1503.

    Atrs haban dejado en la Corte de Malinas a sus tres hijos de tan tierna

    edad: Leonor de tres aos; Carlos, de dieciocho meses e Isabel que apenas

    si contaba los cien das.

    Tenemos un hermoso trptico que nos permite evocar aquella menuda tropa

    infantil. Es obra de un annimo maestro flamenco y se custodia en el

    esplndido Kunsthistorisches Museum de Viena.

    Estamos ante el cuadro ms antiguo de Carlos V cuando tena dos aos y

    medio. Ocupa el centro de la tabla, flanqueado por sus dos hermanas

    Leonor, a la izquierda, e Isabel a la derecha. Pese a su corta edad, el artista

    solo quiso dar una muestra de ello en el retrato de Isabel, a la que se pinta

    con una mueca en las manos. Pero tanto Carlos como Leonor aparecen

    vestidos como si se tratara de adultos. Carlos con una mirada reflexiva, lleva

    ya colgado al cuello el collar de la Orden del Toisn de Oro, esa Orden que

    tanto carcter imprimira ya en su conducta a lo largo de toda su vida.

    Se trata de un trptico de pequeas medidas (24 centmetros de ancho por

    13 de alto) y, por lo tanto, bueno para ser llevado de viaje, aunque Juana no

    lo pudiera tener consigo todava cuando abandon la corte de Bruselas en

    1501, pero que reclamara sin duda desde Espaa cuando all prolonga su

    estancia en la Corte de sus padres los Reyes Catlicos.

    Es una pequea obra maestra que el annimo pintor flamenco realiz en

    cuatro meses, entre el final del verano de 1502 y el comienzo del otoo del

    mismo ao, y de ello deja constancia, marcando la edad exacta de los tres

    nios, en los momentos en los que va terminando sus retratos. As sabemos

    que el primero que termina es el de Carlos, del que nos dice que tena deux

    ans et demi, y que, por lo tanto, acaba en agosto de 1502. Despus vendra

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 42 Preparado por Patricio Barros

    el de Isabel, de la que nos dice que tena laige de un an et III mois, y

    puesto que haba nacido el 27 de julio de 1501, se terminara en octubre de

    1502. Y el ltimo sera el retrato de Leonor, a los cuatro aos, que cumpla

    en noviembre de 1502.

    Unos retratos familiares, para consuelo de la princesa Juana que est

    ausente; lo cual nos hace recordar que aquellos nios crecen sin su madre,

    que no regresa a los Pases Bajos hasta la primavera de 1504, y que pronto

    dejar y ya para siempre aquella corte de Bruselas, cuando sale de ella

    con su marido Felipe el Hermoso para reclamar su herencia de la Corona de

    Castilla, a principios de 1506.

    Un viaje sin retorno para los dos. Para Felipe el Hermoso porque, una vez

    cumplidos todos sus objetivos, siendo reconocido ms que como rey consorte

    de Castilla, como soberano con todos los poderes, dada la incapacidad

    mental cada vez ms acusada de su esposa doa Juana, morira sbitamente

    en Burgos el 25 de septiembre de aquel mismo ao de 1506. Y Juana,

    porque pronto se convertira en la cautiva de Tordesillas, de donde ya no

    saldra en el resto de su vida, cumpliendo acaso el cautiverio ms largo de la

    Historia, de casi medio siglo de duracin.

    Por lo tanto, y en los Pases Bajos, aquella tropa infantil, a la que en 1505 se

    ha incorporado otra nia, de nombre Mara la futura reina de Hungra

    crece en plena orfandad. Afortunadamente han encontrado en Malinas a una

    segunda madre, su ta Margarita que, viuda sucesivamente del prncipe don

    Juan de Espaa y del duque de Saboya, se ha retirado a los Pases Bajos, a

    los que regir desde entonces en nombre de su sobrino Carlos, poniendo su

    Corte en esa villa de Malinas, donde crecen, bajo su cuidado, sus cuatro

    sobrinos.

    Existe un cuadro muy expresivo de la princesa Margarita, la que pudo llegar

    a ser Reina de Espaa, de mano de un buen pintor flamenco, Van Orley, y

    que posee el Museo de Bellas Artes de Bruselas. Con tocas de viuda, es una

    mujer joven de mirada serena, que ha recobrado sin duda su estabilidad

  • Carlos V el Csar y el Hombre www.librosmaravillosos.com Manuel Fernndez lvarez

    Colaboracin de Sergio Barros 43 Preparado por Patricio Barros

    emocional, dedicada de lleno a esas dos grandes tareas que le han sido

    impuestas: la de gobernar su pas natal y la de dar un hogar a sus cuatro

    sobrinos que la desgracia ha convertido en hurfanos.

    Cuatro nios que irn creciendo muy unidos, entre juegos y rias infantiles,

    pero manteniendo ya para siempre esa entraable unin fraterna que

    veremos como una constante a lo largo de sus vidas.

    Conocemos tambin el nombre del aya de aquellos nios, que lo era desde

    1502 Ana de Borgoa, viuda de Rakenstein, y el del primer chambeln de

    Carlos, Charles de Croy, designado como tal por Felipe el Hermoso poco

    antes de su marcha a Espaa.

    Eso ocurra en 1506. Y ese mismo ao, cuando en octubre se conoce en

    Flandes la muerte del Archiduque, al punto se renen los Estados Generales

    para hacer frente a la grave situacin creada con aquel vaco de poder, dado

    que el heredero era aquel nio de 6 aos.

    Era el 17 de octubre de 1506.

    Se va a producir el primer acto oficial de Carlos, el nuevo conde de Flandes.

    Solo tiene 6 aos y ya ha de asumir responsabilidades polticas.

    Evidentemente no con plena conciencia, pero s