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Page 1: Carlos Bianchi Decalogo de Un Lider

Decálogo de un líder de Carlos Bianchi

Mucho se ha hablado y escrito sobre las razones que llevaron a Carlos Bianchi a convertirse en uno de los directores técnicos más exitosos a nivel mundial. Nunca, sin embargo, los preceptos del entrenador para el manejo y la motivación de grupos habían sido reunidos y analizados como en esta nota, una verdadera guía para todos quienes conforman el ámbito del management.

Sus números hablan por sí solos. Carlos Bianchi es, sin duda alguna y con amplia ventaja sobre el resto, el técnico más ganador de la historia del fútbol argentino. Y es cierto que para alcanzar un récord así debe tenerse a la suerte como aliada. Pero no menos verdadero resulta que, detrás de esos logros que su currículum exhibe, no está el celular de Dios, la casualidad ni nada por el estilo, sino una serie de atributos que exceden largamente la mera sabiduría sobre cuestiones futbolísticas, como una capacidad de conducción pocas veces vista en cualquier ámbito, un comportamiento ético ejemplar, una increíble aptitud natural para motivar a sus dirigidos y un profesionalismo a prueba de balas, al que nunca dejó de mantenerse fiel desde sus épocas de centrodelantero goleador en el fútbol argentino y el francés. Porque, en su caso, la condición de "ganador" no es simplemente un adjetivo devenido de sus lauros, sino una virtud más que él fue moldeando con el tiempo, preparándose a conciencia para los distintos desafíos que debió afrontar y, sobre todo, imponiéndose y respetando a rajatabla un conjunto de principios y reglas para manejarse en su actividad.No es casual, de hecho, que su presencia sea requerida continuamente para encuentros sobre liderazgo y motivación con empresarios y ejecutivos de los más diferentes sectores, que ven en él a un excelente referente en la materia. Y es que las máximas que componen esta suerte de Dogma Bianchístico pueden aplicarse tanto a la realidad de un equipo de fútbol como a otras muy distintas. En la certeza de que resultarán un gran aporte para cualquiera en la búsqueda de una mayor capacidad de gestión, justamente, MANAGEMENT DEPORTIVO presenta a continuación un exhaustivo trabajo de compilación y análisis sobre esas que, al menos hasta hoy, podrían ser denominadas las "leyes no escritas" del hombre que llevó a Vélez Sarsfield y Boca Juniors a escribir las páginas más exitosas de su historia. Aquí están, estos son, en definitiva, los Diez Mandamientos de Carlos Bianchi.

1) Profesionalismo 100 X 100Para otros -especialmente en la Argentina-, esto podría significar cumplir con una actividad de un modo desapasionado o frío, sin comprometerse demasiado con los objetivos que ese trabajo lleve implícitos o trabajando a reglamento. En la terminología de Bianchi, en cambio, tal expresión tiene inequívocamente un significado bien distinto: siempre dar lo máximo. En otras palabras, ser responsable y disciplinado, vivir el trabajo con pasión, estar permanentemente actualizado sobre lo que ocurre en el medio y, fuera del horario laboral, no cometer desarreglos que afecten a esa posibilidad de rendir al tope en el trajín cotidiano. Según el técnico, solamente el líder que cumpla con esas condiciones podrá ser muy exigente o esperar una respuesta similar por parte de sus dirigidos. Pero ser profesional implica también para Bianchi otro detalle fundamental: no relajarse en el éxito. El ex goleador hizo siempre mucho hincapié entre sus jugadores en la importancia de "no aburguesarse" y mantener la misma entrega en todo momento, sin importar los lauros que se vayan obteniendo en el camino. "Es más difícil prepararse para lo bueno que para lo malo -declaró alguna vez-. Uno, cuando está en el éxito, se confunde, porque cree que llegó. Por eso, lo más difícil es confirmar un logro. La derrota, en cambio, es fácil: hay que trabajar el doble". Este pensamiento se halla íntimamente relacionado con una mentalidad ganadora que explica en gran parte la impresionante cadena de éxitos enhebrada por el entrenador, y que puede resumirse en otra frase célebre de Bianchi: "Hay que acostumbrarse a ganar. Si lo hacés, ganás, ganás y ganás. No hay que acostumbrarse a perder".

2) Predicar con el ejemplo

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Según Bianchi, un líder debe ser consciente de que todo lo que diga o haga repercutirá en el ánimo del grupo a su cargo. Si asume la postura de estrella, haciendo declaraciones públicas con el objeto de venderse o mostrarse como el gran artífice de un determinado logro, será muy probable que alguno de sus dirigidos también lo haga, o empiece a pensar que él solo es más importante que todo el equipo de trabajo al que pertenece. Algo parecido ocurrirá, dice el técnico, en caso de que después de algún logro el conductor se la crea y no se siga exigiendo esa dedicación permanente que debe tener hacia su tarea: "Si los obreros se relajan -señala- es porque el patrón se relajó. El que dirige es el que tiene que ir adelante. Yo conocí un presidente de un laboratorio que llegaba a las 7, porque los empleados llegaban a las 8".Predicar con el ejemplo implica también, dentro de la filosofía de Carlitos, tener siempre un buen recuerdo o anécdota a mano para dar muestras de lo que debe y lo que no debe hacerse, o bien directamente poner las propias actitudes como un espejo en el que todos los integrantes del grupo deben reflejarse. En este sentido, cabe destacar una virtud de Bianchi que pocas veces se ha mencionado: su memoria prodigiosa, que le permite recordar situaciones del pasado con una facilidad y un detalle realmente asombrosos, y aprovecharlas para graficar de un modo siempre bien claro y preciso las indicaciones que da a sus dirigidos. Esto, según ha demostrado el DT en innumerables oportunidades a lo largo de su carrera, puede representar una herramienta poderosísima para el manejo de grupos, por lo que no debiera ser dejado de lado a la hora de definir y evaluar las condiciones que harían de una persona alguien capaz de desarrollar un liderazgo eficaz.

3) El Grupo ante todoSi algo distingue a los planteles dirigidos por Bianchi es esto: todos sus componentes subordinan sus propios intereses a los del equipo, cuyo funcionamiento como tal se destaca por sobre cualquier individualidad. Y aquí también el efecto dominó empieza por el propio conductor, quien siempre se ha destacado por disponer planteos adaptando sus ideas a las características de sus jugadores y no intentando lo contrario como hacen muchos de sus colegas. Él mismo ha remarcado varias veces la importancia de saber manejarse de acuerdo con los recursos que se tengan, partiendo de sus especificidades y diferencias e intentando armonizarlas en un todo en el que se potencien mutuamente. En este sentido, igualmente -por no decir en general-, el mayor desafío del líder es hacer comprender a todos que los éxitos de las individualidades están sujetos al éxito del Grupo, según Bianchi lo explica con otra declaración de antología: "La tarea de un técnico es elegir a los mejores y transformarlos en un equipo. Luego, el líder debe hacerles comprender a las individualidades que se tienen que poner al servicio del Grupo. Si una no lo hace, por más buena que sea se convierte en negativa". Para lograr ese convencimiento, de acuerdo con el propio coach, es fundamental "hablar mucho". "Con Guillermo (Barros Schelotto) y (Martín) Palermo, en mi primer año en Boca, hablé como 50 horas... Más que con mis hijos. Aunque también es importante que quienes escuchan sepan que lo que uno dice es lo mejor para llegar a la meta", manifestó. Otra clave de Bianchi para generar este gran sentido colectivo entre sus dirigidos es, según dichos de varios de ellos, su capacidad de hacerles sentir a todos que son valiosos, más allá de jerarquías y capacidades. Esto, por supuesto, no implica que no haya "privilegiados", como el mismo Bianchi los define, pero el DT rápidamente se encarga de aclarar que "son pocos: tal vez el que hace los goles o el que los evita". "Es fundamental que todos, desde el pibe que acaba de ascender al plantel superior a la estrella mejor paga, sientan que no hay tratos diferentes", completa. Y eso con él no se queda en palabras, sino que se ve claramente en los hechos cuando alguno de los supuestos titulares se aparta del camino correcto o atraviesa un bajón pronunciado. Entonces, el técnico no duda en echar mano a otro jugador en su lugar, sin fijarse en pergaminos ni en otra cosa que no sea el bien del equipo. "Siempre pone al que está mejor", resume Diego Cagna, una especie de lugarteniente suyo dentro del campo de juego en sus campañas exitosas con Boca.También será muy importante a la hora de establecer y afirmar esta mentalidad grupal un discurso que contemple a todos los involucrados como partícipes necesarios de los éxitos y de los fracasos, utilizando lo más posible el "nosotros" y dejando de lado el "yo" o el "él". En esto de compartir el crédito otorgado por los triunfos, justamente, las declaraciones de Bianchi representan un excelente ejemplo, reconociendo

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siempre la importancia del Grupo, de cada jugador en particular y de todos sus colaboradores. Según él, un buen líder solamente usa el "yo" para decir una cosa: "Yo me equivoqué".

4) Respetar para ser respetadoPara ser realmente escuchado por sus dirigidos, un líder debe antes ganarse su respeto. Y para eso, Bianchi también tiene una fórmula de la que nunca se aparta. "El respeto se gana respetando -dice-, igual que en una familia. Para que los hijos aprendan a respetarlo a uno, hay que respetarlos primero a ellos y a su madre. Si hay algo de lo que me puedo jactar, es de que nunca le falté el respeto a ningún jugador".Dentro de este mandamiento bianchístico estaría incluido otro que, según el técnico, cualquier conductor debe cumplir indispensablemente para obtener el respeto de sus subordinados: no mentirles. "Hay que hacerles comprender que uno es sincero, que les va de frente. No hay que dejar el mínimo resquicio para que desconfíen o nos puedan reprochar algo", sentencia. Para ilustrar esto, Bianchi suele recordar que, en sus comienzos como goleador en Vélez, un director técnico que lo tenía relegado al banco de suplentes le decía, como única explicación o justificación para tal medida, "vos estás para el Real Madrid". "¨Pero si no podía jugar como titular en la primera de Vélez, ¿cómo iba a estar para el Real Madrid?", completa la anécdota el propio Carlitos.Mostrar respeto implica también para el DT no caer en el autoritarismo al que muchos líderes son propensos, pretendiendo imponerse mediante un uso inapropiado de la voz o actitudes casi castrenses. Al respecto, Bianchi prescribe: "Las órdenes son órdenes y deben quedar claras, pero hay que darlas con tacto. El líder sabe que tiene el poder, pero el poder no lo tiene que hacer equivocar. Hay que ser muy medido con el poder. Se debe respetar a todos por igual y no infundir respeto a través del miedo". Una de las virtudes del Virrey que más destacan sus dirigidos, justamente, es que, como un ex jugador y colaborador suyo dijera hace un tiempo, "impone respeto y es muy difícil entrar en conflicto con él, porque sabe manejar las situaciones límite y no lleva a la tirantez". "Sólo hay que gritar cuando es estrictamente necesario", resume el DT antes de dar otra anécdota con su sello: "Recuerdo que me enojé mucho una vez. Le habíamos ganado 6 a 2 a Huracán en cancha de Boca y algunos jugadores se habían creído con derecho a sobrar a los rivales, jugando para el ‘ole’ de los hinchas más que para seguir haciendo goles. Les faltamos el respeto, y eso no corresponde. Entonces, me encerré con ellos en el vestuario, y ahí sí que me escucharon". ¿Hace falta a esta altura decir que, en el Mundo Bianchi, esta regla del respeto corre con propios y ajenos? Por las dudas, otros dos testimonios del técnico así lo certifican: 1) "Los buenos profesionales no sobran a los contrarios. La mejor manera de respetarlos es haciéndoles todos los goles que se pueda, pero sin tratar de gozarlos". 2) "Nunca hay que provocar al competidor, porque generamos que le salgan el orgullo y la bronca de adentro con más fuerza que antes. Si respetamos al adversario, ganamos puntos. Si lo menospreciamos, lo ponemos de pie".En esta relación de mutuo respeto tan necesario en todo grupo de trabajo, finalmente, no menos importante que lo ya mencionado será, según Bianchi, el espacio que el conductor deje a sus subordinados para que se expresen: "No debe haber problemas en que lo hagan, siempre y cuando no se desubiquen. Ahí está la frontera. Una vez un jugador se me largó a llorar antes de una final, y yo lo respeté".

5) Ser simple y precisoOtra de las virtudes de Bianchi que más destacan sus dirigidos es su simpleza. Vale decir, su capacidad para darles indicaciones de manera llana y directa, sin llenarles la cabeza de conceptos extraños ni de varios pedidos simultáneos que solamente logran confundir al jugador. No por nada, de hecho, se ha dicho más de una vez que uno de los grandes méritos del Virrey consiste en "poner el inodoro en el baño y el horno en la cocina", lo que sin dudas marca una diferencia radical con varios colegas suyos que, en su afán por explorar las posibilidades de la táctica y la estrategia, toman a menudo decisiones incomprensibles, con una marcada vocación por contradecir el sentido común y los más elementales principios futbolísticos. De acuerdo con Bianchi, tanto en un equipo de fútbol como en una empresa "hay que reconocer los roles que cada persona desempeña mejor, partiendo de que no todos pueden hacer lo mismo y priorizando el conjunto por sobre las individualidades". Lo mismo parece querer decir el DT cuando señala que "cada

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jugador debe jugar donde mejor rinde", o cuando apunta que "el fútbol es simple; lo complican los jugadores, los técnicos... y los periodistas". Aunque tal vez ninguna sentencia suya refleje mejor su pensamiento en este sentido que esa que dice "en vez de darles 10 órdenes a mis jugadores para confundirlos, les doy una para que la puedan cumplir".Poco antes de jugar su Vélez contra el Milan la final de la Copa Intercontinental en 1994, Bianchi se dirigió especialmente a Omar Asad, aquel delantero tipo tanque del conjunto de Liniers, y le espetó sin mayores rodeos como única indicación: "Cuando lo tengas enfrente a (Franco) Baresi, ponéle el culo y tirálo a la mierda". La idea era que el zaguero italiano, un ídolo con mil pergaminos pero al que los años ya le pesaban, le tomara respeto y hasta miedo a ese joven desconocido que iba a estar cerca suyo, y que ello lo disuadiera de pasar mucho al ataque como solía hacerlo. Por supuesto, el Turco cumplió al pie de la letra la indicación del entrenador. Y Baresi casi no pasó de la mitad de la cancha en todo el partido. Así de simple fue el mensaje, y así de simple entenderlo.

6) Jugarse por los suyosCuando en 1993 se hizo cargo por primera vez de un plantel del fútbol argentino asumiendo la conducción técnica de Vélez Sarsfield, Bianchi llamó la atención del mundillo futbolístico por un detalle muy particular: no pidió a los dirigentes ningún refuerzo. Por esa misma época, la entidad de Liniers decidía transferir a dos referentes como Ricardo Gareca y Alejandro Mancuso, pero ello lejos estuvo de inquietarlo. Por el contrario, en lugar de pedir desesperado algún jugador con experiencia para reemplazar a esas figuras, como hubiera hecho seguramente cualquier colega suyo, el DT prefirió confiar en la base de profesionales y juveniles del club, lo que sería una constante a lo largo de toda su carrera como entrenador. Este constituye sin dudas otro de los cimientos sobre los que el Virrey ha edificado su imperio: creer en los suyos, bancarlos a muerte, protegerlos en tiempos de adversidad y cuidar sus intereses como si fueran los de su propia familia. Más de una vez, incluso, Bianchi confesó estar "enamorado" de sus planteles. Y eso lo llevó a extremos increíbles, como el de decirle de todo a un plateísta de Boca después de escuchar un insulto hacia Miguel Caneo (uno de los muchísimos jóvenes promovidos por él a Primera) durante un partido. Por algo se ha dicho, además, que el técnico fue el mejor representante que algunos de sus jugadores tuvieron a la hora de arreglar sus contratos. O que mucho ha hecho Bianchi por ayudar a sus dirigidos en su vida privada, charlando una y mil veces con aquellos provenientes de entornos sociales complicados. Aunque, quizás, este tipo de protección que el líder debe ejercer nunca sea tan evidente ni necesaria como cuando de velar por la salud de sus subordinados se trata. Al menos, para el ex goleador velezano, quien en efecto jamás apuró a ningún jugador a volver al equipo luego de una lesión, aún a costa de perder grandes chances de ganar un encuentro o un campeonato. Todo esto, por si hiciera falta decirlo, ayuda también de manera notoria a que Bianchi logre un increíble nivel de respuesta de parte de sus dirigidos. Y es que, como dice José Horacio Basualdo (otro de los principales lugartenientes del técnico dentro de las canchas), "¿cómo no responderle a un tipo que te cuida más que vos mismo?".

7) Rodearse bienUna de las claves para una buena gestión que el técnico destaca en sus conferencias es "contar con gente inteligente". Ahora bien, ¿qué es "ser inteligente" según Bianchi? Muy simple: "Dejar de lado el ego personal, dar el ejemplo y respetar a todos por igual". El técnico ilustra esto con un ejemplo contundente: "Cuando estaba como técnico en Italia, un jugador se me apareció un día con una moto Harley Davidson, al día siguiente con un Mercedes Benz y al otro con una Ferrari. ¿Qué le podía decir yo a alguien así?".Claro que no siempre será posible encontrar a gente que pueda amoldarse a esa mentalidad colectiva que tanto pregona el DT. Y en ese caso, es decir cuando se tope con algún elemento negativo, el conductor deberá saber muy bien qué hacer. Bianchi lo explica de la siguiente manera: "Hay tres clases de líderes: el pasivo, que tiene demasiado respeto por sus pares -así era yo como futbolista- y no dice todo lo que piensa; el negativo, que siembra maldad para imponerse y siempre está descontento, y el positivo, que discute lo mejor para todos y llega siempre primero. A los negativos, hay que tratar de convertirlos en líderes pasivos, esa clase de conductores que son respetados por sus condiciones y que no entorpecen las cosas. Pero lo de la manzana podrida es cierto. Y hay veces que hay que tomar una determinación".

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Aquellos que piensan más en lo individual que en el bien común, efectivamente, no tienen cabida en los grupos de trabajo de Bianchi. Por eso, no debe resultar extraño que a poco de asumir en Boca haya descartado a Claudio Caniggia, a quien tenía a su disposición con todo su cartel y su historial de conflictos a cuestas. Ni tampoco tiene que extrañar que desistiera de incorporar al plantel xeneize nada menos que a Rivaldo, diciendo según un dirigente: "Brasileño, con plata y fama... No lo quiero".

8) Transmitir confianza"El mejor líder es aquel que piensa en los demás", dice Bianchi, y esto queda demostrado principalmente en su habitual preocupación por levantarles la moral a aquellos jugadores que no integran el primer equipo. "A los titulares casi no les habla, mientras que a los suplentes les está permanentemente encima", dice Roberto Trotta, el zaguero que estuvo bajo el mando del DT tanto en Vélez como en la Roma de Italia. Esto, por supuesto, tiene un objetivo muy claro, que tiene que ver con esa confianza que todo líder debe transmitir a sus dirigidos. Algo que pasa no sólo por , sino también por no sobredimensionar ni temer en exceso a los adversarios."Jamás menosprecia al rival, pero tampoco lo agranda. Le da un equilibrio justo. Sus dirigidos nunca van a entrar confiados en exceso, pero tampoco pensando en el rival más que en ellos mismos", sintetiza Carlos Compagnucci, quien fuera dirigido por Bianchi en Vélez y lo acompañara como ayudante de campo en Boca.Pero transmitir confianza no pasa para el DT sólo por las palabras, sino también por los gestos y las actitudes. "Cuando le hablamos a nuestra gente -dice- tenemos que utilizar las palabras justas y tomar conciencia de que nuestros nervios y responsabilidades se contagian. Hay veces en que hay adrenalina suficiente y no hace falta motivar". Sin dudas, cuanto peor sea el momento para el Grupo mayor será la responsabilidad de su conductor de transmitirle confianza. Bianchi lo explica así: "Si las cosas no van bien, el líder no debe hacerlas más negras. El ambiente debe ser siempre el mismo. Es quien dirige quien crea el clima de trabajo. Si nos va mal no nos tenemos que poner pesimistas, la vida sigue. Yo soy de sonreír y sonreír hace envejecer más tarde. Si en una oficina dos o tres empleados no se hablan, las cosas no pueden salir bien". El ex zaguero boquense Nicolás Burdisso, en tanto, destacó alguna vez está faceta del DT diciendo que "siempre les sacaba dramatismo a los momentos de tensión, y uno entraba a jugar más liberado".

9) Cultivar el liderazgoDe acuerdo con el Virrey, la capacidad de liderazgo de una persona debe ser sembrada y cultivada como una planta; es decir, procurando que se asiente sobre raíces firmes, vigorizándola permanentemente con el objetivo de que no se marchite y poniéndola a cubierto de tormentas u otras inclemencias que puedan afectarla. Para esto, será fundamental según Bianchi mostrarse desde un primer momento seguro de lo que se dice y se hace, teniendo en cuenta que, como él mismo suele decir a los empresarios con quienes se reúne, "manejar grupos de argentinos es difícil, porque siempre están esperando que uno muestre un costado flaco para retrucarte u objetarte algo".En el mismo sentido, será muy importante asimismo que el conductor deje en claro de entrada a sus dirigidos que él y nadie más es quien manda, sin aceptar cuestionamientos o irreverencias que pongan en tela de juicio esa autoridad. Por ello mismo, el técnico destaca frecuentemente que un líder no debe arriesgar porque sí, sino evaluando bien los pros y los contras de cada situación. Y es que, una vez que lo haga, no deberá dejar que nadie cuestione o rebata su decisión. Lo fundamental, entonces, será ser lo más auténtico posible con cada una, respetando a ultranza los propios principios y sin dejarse llevar por las reacciones o los comentarios del entorno. La carrera de Bianchi aporta varias anécdotas ilustrativas de esta firmeza de convicciones, de las que acaso la más conocida sea la que tuvo lugar el 10 de febrero de 1994. Esa tarde, cuando faltaban apenas segundos para que terminara el partido que Vélez empataba sin tantos con Deportivo Español, José Luis Chilavert convirtió su primer gol de tiro libre en partidos oficiales. Y lo hizo pese a la oposición de Trotta, entonces capitán y principal encargado de ejecutar disparos de ese tipo del equipo, quien no ocultó su molestia por haber sido desplazado de tal responsabilidad incluso después de consumado el triunfo. Por supuesto, la orden para que pateara el paraguayo había partido de Bianchi, quien luego del partido se encerró con sus jugadores en el vestuario y cargó a los gritos contra el defensor. "El único que me levanta

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la voz así es mi padre", le replicó Trotta. "Sí, pero acá no está tu padre y el patrón soy yo", contestó tajantemente el DT, quien con ello dio por terminada la discusión sin guardar rencor alguno. De hecho, el zaguero fue el único integrante de aquel Vélez al que en 1996 Carlitos se llevó consigo a la Roma de Italia.Si bien tendrá que saber delegar responsabilidades, por otra parte, un buen conductor deberá en lo posible tener y ejercer el control sobre todo lo que lleve al éxito de su empresa, como claramente ocurre en el caso de Bianchi. El DT ha tenido siempre la última palabra en cuanto a refuerzos, colaboradores, lugares para realizar las pretemporadas, hoteles para concentrar, modo de traslado del plantel el exterior y hasta alimentos a ser consumidos por sus jugadores. Siendo técnico de Boca, incluso, en algunas oportunidades él mismo se ocupó de contratar el servicio pertinente, obviamente de común acuerdo con las autoridades del club.

10) Humildad y autocríticaNi en el mayor de sus éxitos ha sido posible escuchar de Bianchi una frase fuera de lugar, una declaración altisonante o en la que se pusiera como centro del universo. Y esto, por supuesto, obedece también a una de estas reglas hasta ahora no escritas que el entrenador se ha fijado. No creérsela nunca es, en efecto, una de los principales ingredientes de esta receta que el DT ha elaborado para hilvanar un título atrás de otro. Esa humildad tiene que ver también con el reconocimiento de las propias falencias y las virtudes ajenas, que Bianchi ha demostrado sin ponerse colorado ni mucho menos a la hora de adoptar planteos más defensivos que de costumbre frente a rivales superiores en juego. Cuando tuvo que bajarse de un torneo para ganar otro, en tanto, el DT lo hizo sin titubear, entendiendo que no se puede ganar todo siempre. Es decir, sin darse aires de superioridad que no correspondían, como jamás tampoco lo hizo en sus declaraciones públicas. Finalmente, y siempre de acuerdo con los postulados del Virrey, un buen conductor será aquel que tenga una capacidad permanente de autocrítica, que sepa reírse de sí mismo y que acepte no saber sobre algunas cuestiones, reconociendo la importancia y la necesidad de contar con informaciones de variadas fuentes para nutrir sus conocimientos. Será, en definitiva, aquel que entienda cabalmente la importancia de aplicar en la práctica una de las más famosas y valiosas frases que el DT ha dejado al mundo del deporte y del empresariado: "Prefiero repetirme a contradecirme, pero sólo los necios no cambian de opinión”

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