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Cariciasdelpoder

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Copyright©2015YolandaRevuelta

Todoslosderechosreservados.Quedaterminantementeprohibida,sin

autorizaciónescritadeltitulardelosderechosdeautor,lareproduccióntotaloparcialde

estaobraporcualquiermediooprocediendo,incluidoslareprografíayeltratamientoinformático,aligualqueladistribución

deejemplaresmediantealquileropréstamospúblicosinpermisoexpreso

delautordelaobra.

Correción:MimiRomanzDiseñocubierta:MarFernández

Fotografías:©http://es.123rf.com/nº:12638673autor:IrinaPusepp

AllRightsreserved

1ªediciónenAbril2016

ISBN/13:978-1523746255

ISBN/10:1523746254

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ACarla,

porserlaluzmivida.

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INDICE CAPÍTULO1 CAPÍTULO2 CAPÍTULO3 CAPÍTULO4 CAPÍTULO5 CAPÍTULO6 CAPÍTULO7 CAPÍTULO8 CAPÍTULO9 CAPÍTULO10 CAPÍTULO11 CAPÍTULO12 CAPÍTULO13 CAPÍTULO14 CAPÍTULO15 CAPÍTULO16 CAPÍTULO17 CAPÍTULO18 CAPÍTULO19 CAPÍTULO20 CAPÍTULO21 Agradecimientos

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CAPÍTULO1

Brenda estaba más furiosa que nunca consigo misma. Aún no se

podía creer el simple hecho de queNeil estuviese en Irlanda. Su rostrodebió ser todo un poema al percibir su presencia durante la ceremonia,perocreyóhaberpodidocapeareltemporaldignamente.Laaparicióndelsenadoren supuebloyaera todounproblemaparaellaypara su saludmental.Noesperabaverlenuncamás,peroparasusorpresayladetodoshabía asistido a la boda de Jimena y su hermano, se había mostradoencantador con los invitados y por descontado con los novios, con loscuales había derrochado entusiasmo, felicitaciones y buenas palabras.HastatalpuntoquesupoqueaJimena,suamigayyacuñadaporelhechode haberse casado con su hermano, le había caído bien; el rostro de lanovia había transmitido serenidad y expectación al intercambiar lossaludos pertinentes con el senador. Neil había sido la simpatíapersonificadaparatodoslosasistentesalabodaexceptoparaellayesolafastidiabaymucho.

Lapalabraqueladefiníayanoeraenfadadasinoiracunda.Resoplóvarias veces al vacío con la única intención de evitar la presión queoprimíasupecho.

Habíanpasadodosdíasyaúnnohabíacruzadounasolapalabraconelquehabíasidosujefe,claroqueNeilnohabíahechonadaporacercarseaella;algoquelaenfurecíamás,sicabía.

Veíalatrampay,sinembargo,nopodíaevitarcaerenella.Lua, la perra de su hermano, se levantó con una rapidez casi

impropiadeellacuandolaviotraspasarlapuertadelacocina.Suhermanolehabíapedidoencarecidamentequelaatendiesedurante

losdíasqueibaadurarsulunademiel;yella,pordescontado,nosehabíapodidonegar.

No le cabía duda alguna que Lua echaba de menos a su amo, noobstante,nodabamuestradeello; ledabaaentenderqueese tiempoallíconellaibaasertemporal,comosisupieradeantemanoqueLoganjamáslaabandonaría.

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Elhechodecomenzaratenercelosdeunaperrayaeraelcolmodeloscolmos,pensóparasímismaseguidaporLua.

No soportaba más esa situación inverosímil e inadmisible; iría averle,lecantaríalascuarentayéltendríaquedejarsupueblodeunavezpor todas.Estabamásquehartade lasdotesdepersuasiónydiplomaciadelsenadorCollins.NoestabaenWashington,sinoenunpueblopequeñoycosterodeIrlanda;nadaqueverconlasgrandescapitalesdondepodíaponerapruebasupoder.

Sedirigióhacia lapuertaconla intencióndedecirledoscosasasuantiguojefecuandoestadeprontoseabrió.Sinosehubieraapartado,lehubiesedadodirectamenteenlacara.

—Hola,Brenda.¿Yatemarchas?

Brenda observó aAna, lamadre de Jimena. Parecía otramujer, no cabía duda que los aires de Irlanda la estaban sentando demaravilla. Tras la muerte de su esposo había caído en una tremendadepresión, hacía poco tiempo que parecía estar saliendo de ella yvolviendoaseresamujerdeantaño.SuvidaestabaenMadridyhabíasidolamismaBrendaquienlahabíaconvencidoparaquesequedaseunosdíasmásensucasa,quizáhastaqueJimenayLoganregresasendesuviajedenoviospor los fiordosdeNoruega.A lamujerpareció entusiasmarle laideaporqueaceptódeinmediato.

Despuésdetodo,noseencontraríatansolaenlacasatraslapartidadesumejoramiga;claroestáquenohabíapensadoenqueNeilapareciesecomodelanadaenundíatanimportanteenlafamiliaMacKinlay.

—Sí,notardarémucho.—¿Estasalidanotendránadaqueverconciertosenador?Brendapercibióelcalorentornoasusmejillasysupoenelinstante

que el rubor en su rostro era como un faro en un día de tormenta. Semaldijomil vecespor ser tanpredecible.Si hasta lamadrede sumejoramiga era capaz de leerle sus pensamientos, ¿qué no podría hacer Neilcuandoestuviesefrenteaél?

—Notardaré,Ana—selimitóaresponder.Nodeseabaentrarenunaconversaciónquetuviesecomoprotagonistaasuexjefe—.Lacena...

—No te preocupespor la cena—le interrumpió—.Mevendrábiencocinar.Prepararéalgoqueteharáchupartelosdedos;yaloverás.

—No lo dudo, Ana, te lo agradezco muchísimo. Lua se queda

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contigo.Saliódelacasarauda,sinesperarningúntipoderéplicaporpartede

Ana,nodeseabaprolongarmáselencuentro.NecesitabairaveraNeilyluegoyavería,peroloprimeroeraloprimero:noperderelcorajequeenesemismoinstantecorríavertiginosamenteporsusarterías.

Sedirigióporelcaminoquellevabaalacarreterageneral.Vivirenun pueblo pequeño tenía sus ventajas. Muchas veces no hacía faltapreguntar,losrumoresllegabansolos.Claroestáquetodoteníaunadoblelectura, pero en ese instante a ella le venía como anillo al dedo porquesabíadondesehospedabaNeil.

NeilCollinsnoeraunhombrequepudieradefinirsecomopaciente,

pero si algo le había enseñado la política era a serlo. Todo tenía sumomentoy sabía con certezaque el deBrenda se acercaba.No le habíasidofácilmantenersealejadodeellay,sinembargo,lohabíaconseguido.Habíalogradosuobjetivoyconcreces.

Dosdíaspodíanserunescasoperiododetiempo,noobstante,paraélestabasiendounsuplicio.SepreguntócuántotardaríaBrendaenacercarseenbuscadeunarespuestaasupresencia.Abrióelgrifoycolocólabrochadeafeitarbajoelchorrodeagua,locerróy,actoseguido,seapresuróaextenderselacremadeafeitarporsuangulosamandíbula.Conayudadelabrochaesparciódeformauniformelacremaconmovimientoscirculares;nopodía evitarpensar en lamujerqueparecíahaberle robado la razón.Ellaocupabatodoslosmomentosdesuexistenciadesdeeldíaquelahabíaconocido.El día de la boda de su hermano estaba preciosa. Parecía unaninfa con ese vestido gris perla que dejaba uno de sus hombros aldescubiertoyresaltabacadaunadesuscurvasdeunamanerainsinuanteyprovocativa.Pensóenarrancárseloenunpardeocasionesyllevarlaaunlugar más íntimo donde ambos podrían disfrutar y saciarse de esemomentointerrumpidoensudespacho.Perotuvoqueecharmanodetodosuautocontrolparanoechárselaalaespaldaydesfogarseenalgúnlugaríntimo de todos los instintos más que primitivos que lo asolabancontinuamente y que le impedían llevar una vida normal desde elmomentoquelahabíaconocidoyhabíapuestosuvidapatasarriba.

Nopudoevitarrecordarsupelorecogidoeldíadelaboda,enbuenapartehacíaatrás,peropermitiendoquesulargamelenaazabacheyvarios

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rizos caprichosos quedasen libres sobre sus hombros. Hubiese dadocualquiercosaporenredarsusdedosensuenmarañadocabelloyatraerlalo suficiente hasta su boca para poder saciarse de su sabor. Llegó a lamisma conclusión de los últimos días y eso le desesperó: la necesitabatantocomoelairequerespirabaacadamomento.

Cogiólamaquinilla,quedescansabaaunladodellavabo,ycomenzóa rasurar su incipiente barba, los movimientos de arriba a abajo tanperfectamenteconocidosyrepetidosalolargodelosaños,comosifueraunritualmatinal,nosehicieronesperar.

Mientrastantonopodíadejardepensarenellayenesosojoscolorazul cieloque lo escrutabandeunamanera tan intensacomoviolenta eldíaquesereencontraron.

Tuvo que reconocer que había sentido algo más que miedo alacercarsea la iglesia.Cuandocomprobó, segundosdespués,queBrendano era la novia sus pulmones se desinflaron de golpe, pero una vezrecuperadodelimpacto,ysinsabermuybiencómoactuar,sevioenvueltoenunavoráginedetrasiegodecamarerosqueportabansobresusbandejastodotipodecanapés,entrantesacompañadosporlitrosdecerveza,vinoychampán.Nuncase imaginóencontrarseenunaboda irlandesa,peroallíestaba, rodeado de hombres y mujeres que desconocían del todo lacondición de su apellido. Por primera vez enmucho tiempo, se sintió agustorodeadodetantaspersonasquenopedíannadaacambioexceptosucompañíayalgúnqueotrobrindisenhonoralaparejadereciéncasados.

Laalegría,lasrisasyloscomentariosfueradetonoresonabanentrelos acordesdedosguitarras españolasquedesgarrabancon sus cuerdasmúsicaclaramenteprovenientedelatierradelanovia.

Losinvitadoshabíanbailadobajoelembrujodelospasodoblesylacoplahastabienentrada la tarde.Losguitarristashabíansidodespedidosentreaplausosy"olés"congranentusiasmoentrelosasistentes.Minutosdespués, estos fueron reemplazados por dos músicos: uno, violinista yotra, flautista. La noche se cerró en torno a la melodía celta, músicaautóctonadelpaísenqueseencontraba.

Estabaseguroquenuncaolvidaríaaquellaboda.Después de afeitarse había decidido visitar a Owen, le habían

comentadoqueeraunebanistadeprimerayqueríapercatarseélmismodesuarte.Almismotiempo,quizápodríarecabaralgúntipodeinformaciónmás referente a losMacKinlay. La primera impresión solía ser confusa

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aunque tenía que reconocer que Logan, el hermano de Brenda, tras unprofundoestudioexhaustivo,lehabíadadolabienvenida,ofreciéndolelamano a modo de saludo. Por supuesto, no le reprochó en absoluto sumiradainquisitiva;élmismollegadoelcasohubieseactuadodelamismamaneraoinclusivepeor.Surecienteybellísimaesposa,Jimena,lesaludócon una gran sonrisa. Le gustó de inmediato su acento y su forma deexpresarse. Era una mujer muy bella, de carácter latino: abierta ydesenfadada.Senotabaa leguasqueLoganestaba totalmenteprendadoyenamoradodeellay,enciertomodo,ledioaentenderquehabíasidoellaquienhabíapermitidoqueLogansemostrasealgomásdesinhibidoymáshabladorconéldeloqueseguramenteestabaacostumbradoahacerloconextraños. Era un gran observador por naturaleza y algo le decía que elhermano de Brenda no solía empatizar muy a menudo con personasdesconocidas.

Se aclaró el resto de crema de afeitar y buscó la toalla que habíadejadosobreellavabo.

Unos pasos rezagados y apagados llegaron hasta su puerta. Suexperienciadeantañoparecíanohabermenguadounápiceysealegróporello.Nunca lehabíangustado las sorpresasymenossiveníandemanoshostiles.

Dejólatoallasobreellavaboyseacercósigilosoalapuerta.Antesdellegara laaldabayasabíaaquiénpertenecíanesospasos.Noteníalamásmínimaduda.

Habíallegadolahoradelaverdad.Brendaresoplóvariasvecesantesdegolpear lapuerta.Laengreída

deAgnes,larecepcionista,lehabíapuestoaldíadelasidasyvenidasdelsenador en las últimas horas. Como si para ella fuera importante. Noobstante, loquemásla irritófuequesehabíaparadoaescucharyhabíaestado atenta a cadaunade las palabrasde lamujer como si le fuera lavidaenello.PorellahabíasabidoqueNeilsehabíadadolargospaseoseneldíadeayerporlosalrededoresyhabíallegadohastalaplaya,quehabíacomidosalmónsalteadoconverdurasyqueteníalasonrisamásbonitadelmundo mundial, según palabras textuales de la recepcionista. En elmomento que comenzó a disertar de los atributos masculinos de Neil,Brenda decidió retirarse y subir las escaleras que daban acceso a laprimera planta, lugar donde se encontraba la habitación a la que tanto

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habíadeseadollegardesdehacíahoras.EramuyconscientedequehabíadejadoalaprendadaAgnesconlapalabraenlaboca,peronosoportabamás su verborrea demujer divorciada y despechada por unmarido quehabíadecididofugarseconunadesusclienteselveranopasado,dejándolasinun centavo en la cuentade ahorrosymás solaque la una tras cincoañosdeinsulsomatrimonio.

Al ver que su primera llamada no había dado resultado, decidiógolpearconmásfuerza,quizásestuvieraen laducha.Unavezquehabíallegadohastaallí,noseibaamarcharconlasmanosvacías.Habíansidomuchas horas de indecisión para echarlas por la borda en el últimomomento.

Levantó lamanoycon losnudillosvolvióagolpear; soloqueestavez el puño cerrado quedó suspendido en el aire.Ver aNeil sin camisahizoqueselesecaralabocaenesemismoinstante.

Niensussueñosmáshúmedoshubieseimaginadountorsoesculpidocomoaquel.Losmúsculosdestacabanbajounapiel satinadaqueparecíaser suave al contacto. Aunque se moría por tocarlo, no se le ocurrióhacerlo. Neil solo llevaba puestos unos pantalones, gracias a Dios,abrochados contra un abdomen firme y plano. No parecía contento deverlaoalmenoseso interpretóellaalver su rostroceñudo.Noparecíaasombradopor supresenciay eso era algoque ella le resultó chocante.Claro que, ¿podría estar esperando a otra persona? El simple hecho deimaginarseaNeilconotramujerhizoquesuscelosafloraranaunnivelquehastaellamismadesconocía.

—Podríasquedarteahíelrestodelatarde,peromedalaimpresiónquenoesunlugarmuycómodo.

Brendasaliódesuaturdimientoydecidióaceptarlainvitación.Noleimportaban en absoluto las malas lenguas. Sabía que su acción tendríaconsecuencias y que, enmenos de una hora, su nombre iría de boca enbocaportodoelpueblo.Agnesseocuparíadeello.

Entróycerrólapuertaasuespalda.Nopudoevitarquesucorazónseacelerarahastallegarretumbarensusoídos.EraunaestúpidaalcreerqueestabapreparadaparaeseencuentronitansiquieraparaelhechodeestarencerradaconNeilenlamismahabitación.

—Haceunminutoparecíasenfadadayahora...—Sigoenfadada.—Bien,esunprimerpaso—dijoindiferente.

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—¿Quéhacesaquí,Neil?—¿Terefieresaquí,enestahabitación?ABrendanoselepasóporaltolasonrisadesdeñosadeél.—Sabesmuybienaquémerefiero.Eresunhombre inteligente,no

mehagasrepetirtelapregunta.—Puedopreguntartelomismo—añadiódespaciocontonofirme—.

Tu lugar está enWashington trabajando parami campaña electoral. Noaquí,enIrlanda.

—Creorecordarquetedejéunacartaderenuncia...—Laleí,muyprofesionalypocoesclarecedora.Decidiódejardeapoyarseenlapuertayavanzardospasosmáshacía

adelante.Neil la estaba acorralando y no exactamente en elmás estrictosentidoliteraldelapalabra.Erasuterreno.Entonces,¿porquéestabatannerviosa?

Fueunerror,losupoenelinstantequepercibióelolorqueemanabadeél.Sehabíaafeitadoyolíasoloajabón,nadadeperfumescaros.

Élpareciópercatarse,porqueunsegundodespuésacortóladistanciadeconella.

—Vengoaporrespuestas,Brenda.Aellanopareciógustarlesuspalabrasporqueemitióunsonidoque

podíahabersidotantodeacuerdocomodeincredulidad.La vio hundir los hombros y exhalar un suspiro. Reconocía a una

persona abatida en cuanto la veía. Era un comienzo, pensó él, mientrasintentabacontrolareldeseodeabrazarla.Parecíaunanimalilloasustado,nadaqueverconlaBrendaqueélhabíaconocidosemanasantes.

Ellaobservabasuspectoralesyaélleencantóqueleacariciaraconlamirada. Ese cuerpo era en gran parte genética, pero las horas que sepasabaenelgimnasio,unabuenaalimentaciónsanabasadaenproteínasyunentrenamientomásqueexhaustivodurantesusañosdemarineeranelresultadodeuncuerpoescultural.

Elejércitoyaerasupasado.Aúnseguía teniendocontactos,pero ladecisiónde lapolíticahabíapesadomásenunaépocade suvida.Nosearrepentía en absoluto, aunque la soledad solía martillearleincesantemente.

No teníaanadiemásenelmundoqueaDebra, todos losdemásyahabíanmuerto:sutío,suspadres,yahoraBrendahabía tocadounafibrasensibledesuserquelehacíapreguntarseelporquédemuchosaspectos

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desuvida.—¿Quétipoderespuestas?Lavozdeellalehizosalirdesupropiaensoñaciónycentrarseenla

hermosamujerqueteníaantesí.Brendaalzólabarbilla,parecióolerlainseguridadqueéldesprendía,

lomiró arrugando el ceño y no pudo evitar elevar la barbilla un pocomás,comosiconesegestoquisieraretarleaquesiguierahablando.

Soloqueélnolohizo,simplementeseacercó.

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CAPÍTULO2

—¿CómoquenoestáenWashington?PaulFarrellcurvóunacejaensumáximaexpresión.Llevabavarias

semanasenlacárcelylaideadeseguirundíamásenaquelagujeronoleentusiasmaba en absoluto. Odiaba aquel antro repleto de asesinos,violadores y ladrones con la piel cubierta por tatuajes. Eran de lomásapocalípticos y espeluznantes.Cadaminuto que pasaba allí encerrado sedesquiciabamás.Sinosalíaprontodeaquellamierda,sevolveríalocoderemateysiunacosateníaclaroesquenoibaadejarsushuesosenaquellacloaca.

Habíaconseguidounaceldaprivadaapartadasegúnsucondicióndehombreadinerado,nadadeloslujosalosqueestabaacostumbrado,peroal menos dormía solo, con la única compañía de un televisor y unordenadorconaccesoa internetquehabíapodidoconseguira travésdelsoborno a uno de los guardias de seguridad de la cárcel. Elmundo eracorrupto en todas sus extensiones, pensó mientras daba una caladaprofundaasucigarro.

Anteélseencontrabasentadosuabogado.Eraun tipoestirado,conunacalvicieprometedoraalaalturadelacoronilla,quevestíaconuntrajedefirma,corbatadesedayzapatositalianosqueseguramentesuperabanconcrecesloqueganabaenunasemana,peroselohabíanrecomendado;trabajaba en uno de los despachos más importantes de abogadoscriminalistas de la ciudad.Claro que hasta ahora no había hecho que élsaliese de la cárcel y eso le exasperaba, pero debía recordar que lapacienciaeraunavirtudyélantetodoeraunhombrevirtuoso,apesardelas malas lenguas. Con este pensamiento en la mente, no pudo evitarsonreír.

El abogado como si estuviera ante un espejo, lo imitó. Algo quedesquicióaFarrell.

—¿Dequépuñetasteríes?—inquirióhaciéndoseoírporencimadelmurmullode losgrilletesque lo teníanesposadopor lasmuñecasyporlos tobillos como si fuera un cerdo dispuesto para elmatadero. Tiró lacolilla al suelo y la pisó con fuerza hasta que solo quedó de ella un

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polvilloblanquecinoyamarronadodispersoenelsuelo.—De nada, señor Farrell —se apresuró a decir el abogado algo

abochornado—.Disculpe.Farrellparecióconvencidodeladisculpaporquealgomástranquilo

volvióapreguntar:—¿AquéhaidoelsenadorCollinsaIrlanda?—Segúnnuestras fuentes, señor,nohasidopormotivosde trabajo.

Másbiensetratadeunamujer.—¿Unamujer?—preguntócontrariadoelpreso.—BrendaMacKinlay,señor.Hatrabajadoparaélhaceunassemanas,

pero por motivos que desconocemos hasta ahora ella volvió a su paísnatal.

—¿Brenda MacKinlay? —indagó Farrell de nuevo con la miradaperdidaenunpuntodelapareddelasala—.¿Noesesalamujerquesaliófotografiada con el senador la noche de la recepción de la EmbajadaEspañola?

Elabogadoextrajovariosfoliosdesumaletín,leyóalgunosdeellosporencimayalllegaralfoliodeseado,dibujóunasonrisavictoriosaenelrostro.Selamostróasucliente.

LafuriaardióenlosojosdeFarrell.Allíestabaesamuñequitaconunvestidoquenopodíanisoñar.ErasuCindylaquedebíaestarenaquellafoto,noesaestúpidaeingenuairlandesadetresperasalcuarto.

—¿Cindysigueenellugaracordado?—inquirióderepente.—Sí,señor,comoustedhaordenado.—Bienyallíquieroquesigahastaqueseaunpeónquepuedautilizar

—dijo con tono sombrío—. Dadle todos los caprichos que pida, lanecesito tranquila y más hermosa que nunca. Recordad: pocos dulces ymuchospaseosporlaisla.

—Comoustedordene,señor...pero...—No hay peros que valga —le interrumpió—. ¿Es que no sabéis

cumpliruna simpleorden?—preguntóconaspereza—.Te recuerdoqueaúnpuedomoveralgunoshilos,notodoslosquequisieradesdeesteputolugar, eso es cierto. —Los grilletes sonaron en cada uno de susmovimientos como un soniquete que ya tenía asimilado—. ¿Es muchopedirquehagáisporunavezenvuestranauseabundavidaloqueosmandosinunsimplereproche?

El abogado bajó la cabeza en actitud de obediencia. Farrell pagaba

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bien, extremadamente bien, para que negarlo. El caso había caído a susmanoscomoporartedemagiayconlacifradeseiscerossobrelamesalehabíasidoimposiblenegarse;ahorasearrepentíaymuchoporquesideuna cosa estaba seguro es que su cliente era culpable absolutamente detodos los cargos que tenía en su contra. La evasión de impuestos habíasidosupuntodébilyesporahídonde la fiscalíadecorrupción lehabíahechodarconsushuesosenlacárcel.Silosacabadeesaceldaseríabienrecompensado;delocontrario,noqueríaniimaginárselo.Eraeltodooelnada,losabíayparaesoibaanecesitarla"ayudainestimable"delsenadorCollins. Los favores políticos en este caso eran esenciales si no queríadesaparecer de la noche a la mañana de la faz de la tierra y que nadieencontrasejamássutumba.

PodríaconCindyoalmenoslointentaría,laúltimavezquesehabíanvisto habían follado como locos contra una pared. Tenía que reconocerque era una mujer que sabía lo que quería de un hombre y en quémomento.Subocaerapuraambrosíaysemoríaporestarotravezdentrodelacavidadcálidayhúmeda.Peroesoeratodo,enlodemás,lahijadeFarrell era caprichosahastadecirbastay él de sobra sabíaqueno seríanadafácildoblegarsucarácter.

Lavozdesuclientelesacódesuscavilaciones.—Hazlobien,Ryleyo te juroporDiosqueserá loúltimocosaque

hagasentuvida.Sácamedeestapocilga.¿Mehasentendido?El tono de la última frase fue lo suficientemente alto para que el

guardia de seguridad que custodiaba la puerta de acceso a la sala devisitas,lollamaselaatención:

—¡Cálmese,Farrell,odaréporconcluidosutiempo!Para sorpresa del abogado su cliente bajó la voz.Después de todo,

pensóquelapersonaqueestabaesposadofrenteaélnoeraningúndios.

***Estaracorraladacontralaparedcondosmanosfuertesymusculosas

acadaladodelacabezanoeraprecisamenteloqueteníapensadoBrendaal iravisitaraNeil.Sumalhumorsehabíaesfumadoysoloquedabaunresquiciodesugenioenalgunapartedesucuerpo.Sinduda,debíaserenlosojosporquecuandoél se encontró con sumirada,nopudomásqueladear sus labios a un lado, dejando entrever una sonrisa que ella

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interpretócomomaliciosa.—Neil,tenemosquehablar—dijoellaintentandonoprestaratención

al pelo oscuro de su torso que delimitaba una fina línea por su duro yplanoabdomenhastaperderseenelinteriordesuspantalones.

—Yloharemos,Brenda,teloaseguro,peroahoraloquemeapeteceesbesarteyquitaresegestoásperodetuboca—ledijomientrasacercabasunarizcontrasubarbilla.

—Así no puedo pensar —objetó ella poniendo las palmas de susmanoscontraeltorsodesnudodeél.

Crasoerror,fueloquepensónadamásnotarellatidodesmedidodesucorazónylacalidezdesupielcontrasusmanos.

Aélnoparecióimportarlelacariciaporque,actoseguido,descendióconsubocaporsugargantayrozósupielconlosdientescercadedondeseencontrabalaclavícula.

Ellaprocurócalmarseypensarconclaridad,perodenadalesirvióconloslabiosdeNeilacariciandocadaporodesupiel.

—Neil,tenemosquehablar—volvióarepetir,sinembargoestavezsu tono de voz sonó amortiguada por un gemido que salió de lo másprofundodesugargantayquehastaellamismalesorprendióescuchar.

Éllerozóelhombroconlosdedosysiguiósurastrohastaentrelazarsumanoconladeél.

—Séquetenemosquehablar,Brenda,peroanheloalgomásquetuspalabrasenestemomento—confesóélcontra lapieldeella—.Necesitotocarte,saborearte,saberqueeresrealynounademisfantasías...

—¿Hastenidofantasíasconmigo?—leinterrumpióylepreguntóalmismotiempoestupefactaalpensarqueNeilhabíapensadoenellaeneltranscursodeestelapsodetiempo.

Neilemitióunpequeñobufidoqueenelúltimomomentoseconvirtióenunarisasonora.

—Ydelasgrandes.¿Acasotúnohassoñadoconmigo,Brenda?Negarloevidenteeranegarseasímisma.¿Quésihabíasoñadocon

él,lepreguntaba?Nohabíahechootracosadesdequesehabíaalejadodesu lado y ahora estaba allí, besándola, acariciando con la yema de losdedos su brazo de arriba abajo. No pudo evitar que la excitación secentraseentresusmuslosdeseandoqueesacariciaseconvirtieseenalgomásprofundo.

—Sí,hesoñadocontigo—confesósinpoderevitarcerrarlosojosy

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sumergirse hasta el fondo en ese gesto tan íntimo y provocado por él,comoerasucontacto—.Negarloseríainútil,¿nocrees?

Neilescondióelrostroenelhuecodesuhombroycomenzóadejarreguerosdetenuesbesosalolargodeesapartedesuanatomía.

—¿Yentussueñosquétehacía,Brenda?Ella intentó ignorar la pregunta, pero el contacto de la boca de él

saboreando la texturade supiel, laestabaexcitandodeunmodoquenopodíaarrinconarenningunapartedesucerebro.

—Mebesabas.—¿Tebesaba?Esomegusta.¿Cómo?,¿así?EllanotuvotiempodeafirmarninegarnadaporqueNeildevorósu

boca con una necesidad que a ella la excitó hasta sentir que su ropainteriorsehumedecía,conlalenguatrazóuncírculohastaqueconsiguióque sus labios se abriesen a él, solo entonces exploró el interior de subocaconlalengua.

Algoenélhizoqueralentizaseelpaso,siseguíaasípodríatenerunorgasmo allí mismo. Había ansiado tanto el contacto con Brenda quetenerlaahoraasumerced,entresusbrazos,culminabaconlaesperamáslargaylibidinosadesuvida.¡Dioscómolanecesitaba!

Ella respondió a subeso conuna cargade erotismoque creyóquepodría desvanecerse allí mismo, separó las piernas consciente de lanecesidad de ser poseída. Hasta ahora no se había percatado lo que lehabíafaltadoasusentidodelavida.Siemprehabíabuscadolapiezaqueencajaseconsuespíritu,yallí,frenteaella,creíatenerla.Quizásesafuesela razón de su huída dejando su puesto de trabajo. Ese nuevodescubrimientoladejódifusayalgoconfundida.

Lenecesitabacomoelairequerespiraba.Estasúltimassemanashabíaestadoalimentandodelasalegríasydelossueñosdeotrosyahora,Neilestaba allí con ella, en esa habitación, solos, sin que nadie pudieseinterrumpirlos.Eraciertoqueloanhelabadentrodeellayahoramásquenunca.

—¿Dóndemástebesaba,Brenda?Ellaintentósalirdeeseestuporeintentarconcentrarseenlaspalabras

deesehombrequeeneseinstantelaestabadevorando.Ellaseñalósuvientre,quizádeformaaleatoria.—¿Ahí?Élnegóconlacabezavariasvecesmientraslamirabaalosojos.

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—Hedereconocerqueentussueñossoypocooriginal.—Tensóloslabios—.Yesohayqueremediarloinmediatamente,¿nocrees?

Brendanosabíaquepensar.Seencontrabadentrodeunanubeespesaque la perturbaba más a cada minuto que pasaba. No le respondió, noporque no quisiera, sino porque de su garganta solo parecían salirpalabrasinconexas.Esamañanasehabíavestidoconloprimeroquehabíaencontradoenel armario,unosvaquerosyunablusablanca sinmangasque en ese instante Neil se afanaba por desabotonar. Su respiración seaceleróalpercibircomolamanodeélamasabadelicadamenteunodesuspechos;enesemismoinstante,supoqueestabaperdida.Atrapósupezóncon los dedos y lo acarició hasta que pensó que no podría soportar elplacerque leocasionabael rocede sucaricia.Antesdedarsecuenta, sublusaysusujetadorhabíandesaparecido.

—Esasícomotequiero—leconfesóélenuntenuesusurrocercadeloídoquelahizotemblardepiesacabeza—,desnudaypreciosa.

Brenda no pudo pensar en otra cosa que en lamirada profunda deNeilsobresucuerpoysesintió,sinpoderevitarlo,lamujermásdeseadadelmundo.

Percibió lasmanos de él en la cinturilla de sus pantalones, lo dejóhacerporquenecesitabaconmásahíncosucontacto,dejarsellevarporesapasión que ya la consumía. Sintió los pulgares contra su piel y despuésrodarlospantalonesysuropainteriorporlascaderasymusloshastaquequedaron enredados en sus tobillos. Ella con un movimiento rápido sedeshizodeellos.CuandolevantólamiradaseencontróconladeNeil,quelamirabahipnotizado,bebiendoentodomomentodeella.

—Eresmáshermosade loquehubiera imaginado jamás.Nienmissueños...

Neilseinterrumpióasímismo.Necesitabarespirarparanoahogarseensuesencia.BiensabíaDiosqueelviajeylaagoníadelashoraspasadashabíanmerecido la pena.Allí estabaBrenda, a sumerced, con los ojosveladosporeldeseoyansiosadesercomplacida,yélseibaaencargardeque fuera así. La haría suya en ese instante. No podía esperar ni unsegundomásyaquelanecesidaddeestardentrodeella,leconsumía.

Descendió con la boca entre sus pechos hasta capturar uno de susenhiestospezonesqueparecíanaflorarsoloparaél,losaboreóhastaqueel sabor de ella se impregnó en su boca y la escuchó jadearentrecortadamente.Sonrióparasusadentros,yaquehabíadescubiertoque

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darplaceraBrendaeralamejorrecompensaquepodíaesperar.Siguióelrecorridodesus labioshastaelvientredeella,allídonde lehabíadichoqueensusfantasíaséllabesabayserecreóenello,deseandosermásqueun sueño. Cuando percibió que la respiración de ella aumentabaconsiderablemente,decidióbuscarelplacertanesperadoentresusmuslos,levantóunade laspiernasdeellay ladepositócuidadosamentesobresuhombro.Brendaseabrióaélcomounaflorenprimavera,conlosdedosfrotólosplieguesdesusexohúmedo.Percibiósusjadeosentrecortadosyle entusiasmó escuchar la pasión de ella saliendo de su boca. Soloentoncesexploróconsu lenguacada resquiciodesuaberturay lasintióestremecerse. El orgasmo llegó casi en el acto y él se sintió el hombremásfelizdelafazdelatierra.Brenda,eneseinstante,erasuyaencuerpoyalma.

Se incorporó despacio dejando tenues besos por el cuerpo de ellahastaencontrarseconsusojos.Legustóloquevioenellos:pasión.

Laalzósinesfuerzoylacolocódeinmediatosobresumiembroduromientras ella le rodeaba con sus piernas la cintura y, solo entonces,cuandolatuvoenellugarquedeseaba,laembistióconfuerza.LacabezadeBrendacayó irremediablementehacíaatrás,peroélnopudovermásporquesusentidodelarealidadseperdióenlossiguientesenvites.SentiraBrenda era algo indescriptible.Cuando la escuchó gritar su nombre ysuplicar un orgasmo, solo entonces, se permitió perderse en su propioplacer.

Jamás en la vida había sentido algo parecido con una mujer, si lamuerte le encontraba así, dentro de ella, podría darle, incluso labienvenida.

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CAPÍTULO3

Brendaabriólosojosdespacio,lospárpadoslepesabanalrededorde

lagrácilpenumbraqueenese instantedominaba lahabitación.Esperóaquesusojosseacostumbrasenalaoscuridady,entonces,lovioasulado.Neilestabaplácidamentedormido,surespiraciónpausadayregularseloconfirmaba,parecíatranquilo,comosinadaninadielepudieseperturbar.

Consuscabezasladeadassobrelaalmohadapodíancasitocarsenarizcon nariz, sin embargo no hizo ningún movimiento que alterase esemomento.LeestudiódetenidamenteyvioalmismoNeildesiempre,soloquesusgestos,alestardormido,parecíanmásrelajados.Depronto,comosisevieseobservado,arrugóelceñoyellanopudoevitarqueunasonrisaafloraradesuslabios.

Habíatenidoelmejordesexodesuvida.Habíanhechoelamordosvecesmásy,alfinal,habíancaídorendidosexhaustossobrelacama.Neilhabíasidopasionalentodomomento,habíacuidadoqueellatuvieratodoelplacerquerequeríaunorgasmo.Soloentonces,cuandolaveíallegaralacumbre,élhabíasucumbidoalsuyopropio,dandoriendasueltaaesapasiónqueparecíahaberlosconsumidoeneltranscursodelanoche.

Era un hombre cuidadoso, en algún momento le preguntó por lasprecauciones de no quedarse embarazada. Ella casi se rio ya que hacíameses que no tenía ningún encuentro con nadie, pero no por eso habíadejado laspíldoras anticonceptivas.Élpareciómeditar tomar apesardetodo algún tipo de precaución, pero ella era muy consciente de que elhombre que tenía a su lado era una persona sana y se sometíaregularmente a controles médicos, había visto una carpeta donde eranarchivadostodosellosenperfectoordencronológico.

No se arrepentía para nada de su decisión puesto que le habíaencantadosentiraNeildentrodesísinningunabarreraqueobstaculizarasucontacto.

No pudo evitar preguntarse cuando él tendría quemarcharse, perosabía que por mucho que quisiera retrasar el tiempo, él tendría queregresar a su vida. Cerró los ojos e inhaló su aroma, necesitaría eserecuerdo para el futuro aún a sabiendas que sería una de sus mayores

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torturas.Neil decidió abrir losojos en esemomento, lopodríahaber hecho

mucho antes porque llevaba más de una hora despierto, pero habíadescubiertoquelegustabaqueBrendaleviesedormir.

Necesitabadenuevohacerlaelamor,sinembargo,sabíaquedebíanhablar largo y tendido antes de dejar arrastrarse por esa pasióndescontrolada que había nacido entre ellos, no ahora, sino en elmismoinstante que se habían conocido. Desde esemomento, supo que el sexoentreellosibaaserincreíblepero,ahoraquehabíanestadojuntos,habíasuperadoconcrecessusexpectativas.

—Sinodejasdemirarme,alfinal,meruborizaré—dijoroncamente.Lasintiósobresaltarseynopudosonreírparasusadentros.Después

detodoBrendaeramástrasparentedeloquequeríaaparentar.—Creíaquedormías.—Haceunahoraquelohacía.Ella cerró sus labiosenunaOperfectayéldeseóborrar esegesto

conunbesolargoyprofundo.—¿Tehedespertado?—No, para nada, soy un hombre de pocas horas de sueño.—Soltó

unarisaahogadaalversusonrisaladeada—.¿Nomecrees?—Claroquelohago.Simplementereflexionaba.Arenasmovedizas,pensóNeil.—Soydignodeescuchartuspensamientos.Laviosonreír,estavezmásabiertamente.Estabapreciosa,másque

nunca, con su rostro somnoliento y su cabello desparramado como unacascada por la almohada. Deseó enterrar sus dedos en unos de susmechones, pero cualquiergestopor suparte le llevaría a sucumbir a sudeseo.

Durante su estancia en el ejército había sido un hombre entrenadoparacontrolarsusinstintosmásbajos.ConBrendaeradiferente,teníaquehacerunesfuerzomásqueconsiderableparanoatraparlabajosucuerpoyperderseenella.

—Me preguntaba—dudó, y él la permitió ese lapso de tiempo—,Cuándo te tienes que marchar —Neil sabía que le había costado unesfuerzoplantearesaduda,lopodíaleerensumirada.

—Nopuedoquedarmemuchomás,Brenda—observócomoelbrillode sus ojos se apagaban de inmediato para dar paso a la desilusión—.

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Conocesmivida—continuóél—,nopuedonideboestarmuchotiempoalejadodemisresponsabilidades.

—Losé.—Eh, mírame—la tomó de la barbilla y apoyó el codo sobre el

colchónparaincorporarse—,siemprehayopciones.Brenda cerró los ojos unos segundos con la esperanza de alejar la

tristezadesumente.—¿Quéopciones?—Venteconmigo.VuelveaWashington.Ellaabriómuchoslosojosantelapropuestaydespuésnopudoevitar

entrecerrarlos.—Escuché tu conversación conDebra—le confesó ella de pronto.

Necesitaba poner todas las cartas sobre la mesa—. Allí no soy bienrecibidaniportiniportuequipo.

Estavezfueaélalqueletocósorprenderse.—¿Sepuedesaberdequépuñetashablas?—Te escuché hablar con Debra—volvió a repetir ella como si él

tuvieraquerecordareseinfortunio.Él pareció reflexionar y buscar en su mente el momento del que

Brenda hablaba. Pareció encontrarlo porque, a continuación, le tocó lamano,acariciósudorsoyentrelazósusdedosconlosdeella.

—¿Esa fue la razón por la que te marchaste? —le preguntó él asabiendas de que Julia, su abogada, ya le había dado las razonespertinentesreferentealamarchadeBrenda.

Lavioasentir.—Nosoymujerdeunasolanoche,Neil,aunqueenesteinstanteesté

rompiendoesareglacontigo.—Nopretendíaeso,Brenda,niporlomásremoto.Créeme.—Fuelo

únicoqueconsiguiódecir—.DebesentenderqueDebrasepreocupapormí,quizásenexceso—aclaróalverelgestoadustodeella—.Solodeseamibienaunqueavecesseequivoca,comohaocurridoenestaocasión.

—Notedignasteacontradecirla—protestóincorporándosesobreelcolchón.

AlverlospechosaldescubiertodeBrenda,lasoleadasdedeseoporpartedeNeilnosehicieronesperar.Ella,alverdondedeparabansusojos,alzó rápidamente la sábana, cubriéndose. Solo entonces él centró lamiradadenuevoenella.

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—Siunacosaheaprendidoenlapolíticaesanocontradeciranadie;eltiemposeencargadeeso—repusoél—.NopuedoynodeboentrarenundebatesobremividapersonalconDebracadavezqueentraunamujerenmivida.Ellasecreeconunosderechos,yolapermitoqueseloscrea.Sinembargo,alfinalyosoyquiéntienelaúltimapalabrayella losabe,por eso su comportamiento contigo. Desde un principio era muyconscientedequeeraunabatallaperdida,noobstante,Debranodejadelucharsoloporeso.

Brendaapoyólánguidamentelacabezasobreelcabecerodelacamayreprimiólaslágrimas.

—Nomeimaginovolviendoatudespacho.—¿Por qué? —preguntó Neil más brusco de lo deseado. En ese

instante,seamonestóporeltonodesuvoz.Ellaladeólacabezaparamirarlo.—Nodeseovolveraencontrarmecongentequenomequierea su

ladoniapreciamitrabajo.Nopodría,Neil.Élsoltóunaespeciedegruñido.—Imaginoquepodríastrabajarparaotrapersona.Sumenteibaamilporhora.NoentendíalosargumentosdeBrenda,

noobstante,losrespetaba.Debranoeratalcomolapintaban.Laconocíadesdehacíademasiados añosy sabíaquebajo esa capademujerduraydistantehabitabaungrancorazón.

—¿Otropolítico?—No.Su respuesta fue tan tajante que hasta Brenda se sobresaltó al oírla

salirdeloslabiosdeél.—¿No?¿Quésignificaesanegativa?—Quenotrabajarásparaningúnhombre,yaseapolítico,empresario

ocualquiercosaqueseprecie.Lascejasdeella securvaronhaciaarriba.Esaexpresióndecíamás

que una acusación propiamente dicha, pensó Neil. Quizá había sidodemasiadocategóricoconsurespuesta,peronoibaapermitirqueBrendatrabajaseparanadiemásqueparaél.Llegadoelcaso,podríapermitirquetrabajase bajo las órdenes de una mujer, pero jamás para alguien quebabearíanadamásverlaentrarporsudespacho.Eraunamujerdemasiadodeseable.

—¿Estás diciéndomeque tienes que dar el visto bueno una vez que

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encuentretrabajo?¿Deverdadsonabatanmal?,pensóél.OídodelabocadeBrenda,le

daba la sensación de que el hombre que había hablado pertenecía aprincipiosdelsiglopasado.

—Nomerefieroaeso,Brenda—hablólentamenteyconfirmeza—.No me gustaría que otros hombres te desearán como lo hago yo, nopodríapermitirnisiquieraunpensamientolascivoporpartedeellos.

—¿Dequéhablas?—Tequieroparamíyparanadiemás.¿Tandifícildeentenderes?—Soyunaexcelenteprofesional—rezongóellasinpercatarsedeque

lasábanaseescapabadeentresusdedos.Neillamiródetenidamenteunosinstantes.—Soy muy consciente de tu valía, Brenda—intentó por todos los

mediosnodesviarlamiradaalnacimientodesuspechosplenos—,loqueintentodecirte...

—Loqueintentas—leinterrumpióella—escontrolarmividaybiensabeDiosquenotelovoyapermitir,Neil.

EltonodeellasonabaadesesperaciónyNeilsepercatódeello.IrsedeIrlandasinBrendayanoeraunaopción.Eneseinstante,sediocuentadel porqué de su viaje.Había voladomiles demillas para llevarla a suhogar, a su casa. Ese pensamiento le traspasó como un rayo y no pudoevitarsoltarunbufidoante laevidenterealidad.Debíaandarconpiesdeplomosideseabaquesumisióntuvieraelfinalqueéldeseaba.

—Está bien —comenzó a decir él—, si mi argumento ha sonadoexcesivamentemachista, tepidodisculpas.—Notócomoella se relajabaantesuspalabras—.Noeraparanadamiintención.Vuelveconmigoyunavezallíveremosloquehacemos.

—Esosuenaapromesa,Neil.—Megustas,Brenda.—¿Porquéyo,Neil?Haymilesdemujeresqueestaríandispuestasa

sucumbiracadaunodetusdeseosyencantos.ÉlpareciórecapacitarunossegundosqueparaBrendaresultaronuna

eternidad.—¿Quieressinceridad?—Absoluta.—Aúnnolosé,peroalgomedicequeeres lamujerquehanacido

parahacermefeliz.

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Brenda se acercó despacio a él. Podía vislumbrar su sinceridad através de sus ojos, nunca había visto a un Neil tan cercano, tandesprotegidodesímismo.Percibiócomoélmanteníalarespiraciónantesureacciónconlamiradafijaenladeella.

—NeilCollins,volverécontigo,peroantesdebesrespondermeaunapregunta.

Éllaacaricióconlamirada.Ellapareciópercibirlaporqueuntenuerubortiñósuspómulos.—¿Cuál?—SivuelvocontigoaWashington,¿dóndedormiría?Neilpudoentreverladudaensusojos,lepreguntabadóndedormiría.

Por el amor deDios, la respuesta era de lomás evidente:, por supuestoqueconél,ensucama,abrazadospielcontrapiel.

—Conmigo. Creo que ese tema está zanjado y no es negociable,Brenda.

EltonodeNeilresultóserdemasiadoadustoy,sinembargo,aellalegustócomosonabasudeterminación.

—Eshastaqueencuentretrabajo,luegoyaveríamos—instóellaynopudoevitarbrindarleunagenerosasonrisa.

—SeñoritaMacKinlay,¿estájugandoconmigo?—Para nada, senador Collins, solo quería dejar algunos puntos

clarosantesdetomarunadecisióntantrascendentalrespectoamifuturo.Neillaobservócondetenimiento.NiporasomoibaadejarBrendasu

cama,encontraseonoencontrasetrabajo,peroporelmomentoeramejorzanjarelasuntoyaqueeramuyconscientecuandoestabaandandoporlacuerdafloja.

—Estoypensandoqueestoescasiunadecisiónfirme—puntualizóenelcasiparaqueellaloadvirtieraynopensaraqueintentabaconvencerlaeneseinstante,aunquesiporélfuerasacaríatodalaartilleríapesadadesudondepalabraparallevarlaconéldevueltaasupaís.

—Esposible.¿Teparecebien?—Meparecedelomáscorrecto.—Suslabiossetorcierondeforma

lasciva—.Entonces,soloquedaunacosaporhacer.—¿Cuál?—preguntóellasorprendida.—Todacasidecisiónfirmenecesitasercerrada.Ella viendo por donde iban los pensamientos de él, le rozó

suavementeelhombroconlosdedos.

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—¿Quépropone,senador?—inquiriócontonoprovocativo.Neilnosehizoesperar,seaferróasubocadeseandoembriagarsede

susabor.Unosminutosdespués, seseparóun instante, losuficienteparaacariciarconelpulgarlamandíbuladeella.

—Loquierotododeti,Brenda,absolutamentetodo.Y sin darle tiempo a ningún tipo de reacción por parte de ella,

descendiólasábanadejandoexpuestossusfirmesyplenossenos.—Eresdemasiadohermosa.Latumbódeespaldasconunrápidomovimientosobrelacamay,sin

perderun ápicede tiempo, atrapóunpecho con los labiosy lo saboreóhastaquelaescuchógemireimplorar.Desdeallídescendióporsuvientreplanoyserecreóconcadaunadesuscurvas.

—Esto solo es solo el comienzo —Su voz resonó amortiguadacontraelabdomendeella.

La risa ahogada de Brenda invadió la habitación. En esascircunstanciasnadiepodíatomarunadecisión,sedijo,mientrassedejaballevarporlascariciasdelhombrequelaestabavolviendolocaenelmásampliosentidodelapalabra.

***

—¿Cómoquesuteléfonosigueapagado?Debra,laasistentepersonaldeNeil,desfilabadeunladoaotrodesu

despacho encolerizada, como si supesono fueseobstáculo algunoparacada uno de sus garbosos pasos. Cuando lo viera, lo mataría con suspropiasmanos,pensófueradesí.

Si bien en un principio se preocupó de que pudiese tratarse de unsecuestro o algomás grave, Julia rápidamente la sacó de sus dudas. Elmuy idiota se había ido a Irlanda en busca de esa mujer que ya creíatotalmenteexcluidadelavidadeNeil.

Eravolveracomenzardecero,peroasabiendasdecualibaaserestavezelresultadofinaldeeseencuentro.Susextosentidoleindicabaquelascosasnoibanaterminarbienparaellayesolaenfurecíaaúnmás.

Alfred,suayudante,lamirabacircunspectoysinsabermuybienquéhacer.Debraparecíaunamujerendemoniada,claroquelacomprendíaalaperfección,elsenadorhabíahuidoyhabíadesaparecidocomoporartedemagia.Cuarentayochohorassintenercontactoerandemasiadas.

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Quizáloquemáslepreocupabaeraeltiempoquepudiesedurarestaodisea.ElabogadodeFarrellsehabíapuestoencontactoconeldespachodel senador no hacía más de una hora. No parecía contento y susargumentos sonaban más a una amenaza que a una advertencia. LapacienciadePaulFarrellseagotabayniélniDebrapodíanremediar lahecatombequeseaproximabaporelhorizonte.

—Llama otra vez—le dijoDebra sin aminorar el paso—, necesitohablarconélyamismo.

Alfred ni siquiera se le ocurrió protestar aún a sabiendas que elsenadornoibaaresponderasullamada.Estaveztomósuteléfonomóvile hizo la llamada a través de él. Por supuesto, como suponía, saltó denuevoelbuzóndevoz.

LevantólamiradayseencontróconladeDebra.Compararlaeneseinstanteconunahienaheridanohubiesesidoconsideradoparaelanimal.Deunmomentoaotroveríasalirhumodelasorejasydelosorificiosdela nariz de la mujer, pensó mientras guardaba su móvil en uno de losbolsillosdesupantalón.

—Losiento,Debra,nocontesta.—Joder,Alfred—increpó ella apoyando las palmas de sus rollizas

manossobrelamesa—,estononospuedeestarsucediendo.Tienequeseruna pesadilla de la cual despertaremos en cualquier momento. —Laescuchó resoplar fuertemente—. Demasiados frentes abiertos y nopodemos lapidarniunosolo.—Respiróprofundamenteypareció tomartodo el aire que necesitaba antes de preguntar: ¿Cuánta es la ventaja delHowardsobreNeilenestemomento?

—Mucha más de la que previmos en un principio —respondió elaludido sin dar demasiado énfasis a su tono para no avivar más lasituación.

—Todosenosvadelasmanosytodoporuncaprichodefaldas—refutó sin poder evitar que su voz sonase cansada—.El pasado siemprevuelve,todoestomerecuerdaalembrolloJohnKennedy-MarilynMonroe.

—Soncosasbiendistintas—lecontradijoAlfred—.Kennedyyaerapresidente y te recuerdo que estaba casado cuando tuvo el affaire conMarilyn... Mira—comenzó a decir él—, Neil necesita un tiempo parapoderevaluarlasituación,noleestoydefendiendo—dijodeprontoalverqueDebralemirabacomosieneseinstantehubieseperdidolacabeza—,solodigoquenecesitaaclararse.Esungrantipoynoloecharáaperder.

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Situvieraquebuscarunapalabraparadefinirleseríaresponsabilidad...—¿Ydóndepuñetasestáahoraesaresponsabilidad,Alfred?Entrelaspiernasdeunamujer,pensó,peroseabstuvodedecirquelo

pensabaenvozaltayaqueDebrabuscabaunacabezadeturcoyéleraunsuculentoprototipoparasersusacodegolpes.Guardósilencioyladejódesbarrar a gusto. Al fin y al cabo era una mujer y a toda fémina legustabadesahogarsehablandoporloscodos.Serecostóenelmarcodelapuerta,cruzó losbrazosa laalturadelpechoysededicóaobservar lospaseosincesantesyenérgicosdeparedaparedquesesometíaDebraparadisgustodeellamisma.

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CAPÍTULO4

—¿Estásseguradeloquevasahacer?BrendacentrósuatenciónenEmmaparaluegodesviarlaaunadesus

preciosas matas de gerberas y hortensias que en ese instante estabaregandosuprima.

Despuésdepensarlomucho,alfinalhabíatomadounadecisión:ibaaregresaraWashingtonconNeil.

—Sí. No ha sido una decisión fácil, pero creo que debo dar unaoportunidad a lo nuestro—explicó reprimiendo un suspiro—. Necesitosentirme viva y con él lo consigo. Además, no soportaría preguntarmeconelpasodelosañosquéhubierapasado.

Nada más terminar de hablar, se lamentó por ello. Debía haberpensadoenEmmaenvezensímisma,yaqueseimaginabaquesuprimaselevantabacadamañanaconlamismapreguntaenlamenterefiriéndoseaOwen,unamorqueestabaseguranohabíaolvidadoapesardelpasodeltiempo.

Elaguacayósobrelashojasyalgunasgotasquedaronprendidasenellas.UndiminutoarcoirisseformórápidamenteyBrendanopudomásqueadmirarlabellezadeljardíndesuprima.

—Estasgerberassonpreciosas.—Loson.Hetenidoproblemasparaqueseadaptasenalatierra,pero

havalidolapena.Sucolornaranjamerecuerdaalamanecer.—Emma,losiento.—¿Qué sientes?—le preguntó su prima posando la regadera en el

sueloydesviandosuatenciónaella.—NuncatepreguntoporOwennicómoteencuentrastúalrespecto...Dejóquesuspalabrasselasllevaseelviento,nosabíaquémáspodía

decir. Que ella supiera, Emma no había tenido ninguna otra relacióndespuésdesurupturaconOwen.Losentíaporellaporquesuprimaerauna mujer con una belleza exquisita. En ese instante los rayos del solbañabanalgunosmechonesdesucabello,yBrenda tuvo la sensacióndeque podían ser casi blancos a causa de la claridad. Lo único quecompartían era el colordeojos.Tanto ella comoEmma tenían losojos

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azules, imaginó que un antepasado común les había obsequiado con unpedazodecielo.

—Estoybien,loqueocurre...—Dime—Brendalainvitóaseguir.—Sondemasiadoscambiosenpoco tiempo—nopudoevitar soltar

un suspiro—.Logany Jimenaestáncasadosydisfrutandode su lunademiel,túvuelvesaWashingtonyyo...medalasensacióndequeeltiempose ha parado para mí. Solo el comienzo y el final del curso escolarmarcanunprincipioyunfinenmimonótonavida.

—Vamos,Emma,túsabesquenoesasí.Eresunamujerpreciosaconunfuturobrillantepordelante.

—Debo arrancarme el pasado de aquí y aquí, Brenda —dijoseñalandoconeldedoprimeroalcorazónyluegoalasien.

EltonoapagadodelavozdesuprimacalóenBrenda.Nopudomásqueatraerlahacíaasíyabrazarla.

—Todoasudebidotiempo—ledijomientraslaestrechabaentresusbrazos.

Enel fondo,Emma tenía razón;debíacentrarseenelpresenteynopermanecer más tiempo en Barna. Sin percatarse de ello una decisiónequivocada podía llevarla a encaminarse a una enorme depresión, noobstantenose lodijo.Suprimaeraunamujer inteligenteysabía loquedebíahacer.Siguióabrazándolaporqueenelfondoeraconscientedequenecesitabacalorhumano.

—¿Sabes?SerumoreaqueestásaliendoconGreta.Brendaseseparólojustoparapodermirarlealacara.—¿Greta?LamismaGretaMacAlister.Emma asintió sin poder evitar que el los ojos se le agolpasen las

lágrimas.—Esunamujerbellísima,Brenda.—No lodiscuto,pero tambiénes lahijadeunade lasmujeresmás

cotillasdeBarna.Vamos,Emma, sonsolo rumorespuestoquenoveoaOwenconGreta—Deshizoelabrazoyjuntólosdosdedosíndices—,noparecentenerlamismaarmonía.

Emma no pudo más que sonreír ante el comentario de su prima.Brendasiempreparecíaqueteníaeldondearrancarsutristezadelomáshondedesualma.AunqueahoraconJimenahabíaconseguidounaaliadaparaestefin.

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—Merecemosserfelices,Brenda.—Lo sé y eso nadie lo discute, pero no deberías permitir que esos

comentariosteentristezcan.Ademásdeguapaeresinteligente,ysabemosqueOwenesunhombreycomotodohombrenecesitasupuntodefuga.¡Vamos!,quenoleveocélibedurantemuchotiempoyesalgoquedebesasumir.

—¿Por eso vuelves con él,Brenda? Por el simple hecho que creesqueteolvidaráunavezquerehagasuvidasinti.

Brendarecapacitóantesderesponder.—Yanoescuestióndequeélrehagasuvidasinmí,eldilemaesque

mividayanocobrasentidosinél.—¿Cuándotepercatastedeeso?Estavez,Brendanotuvoquepensarlarespuesta.—Enelmismoinstantequetoméladecisióndevolveramihogar.—Somosdosenamoradassinremedio...—Losé.Nosdebevenirdealgúngenperdidoenlafamilia—repuso

Brendadivertida.Estavez,Emma,soltóunasonoracarcajada.—Vamos dentro. Tengo unas rosquillas fantásticas que te van a

encantar.—¿Rosquillas?—Me ha dado la receta Ana, la madre de Jimena, y tengo que

reconocerqueesamujersabeymuchoderepostería.Ambasseencaminaronsinprisaalgunahaciaelinteriordelacasa.—La cuestión es cómo os habéis entendido —preguntó Brenda a

sabiendas que Ana no hablaba ni gota de inglés y su prima solochapurreabaelcastellano.

—Esohasidolomásdivertido,perotelocuentomientrastomamosunté.Porcierto,¿LoganyJimenayasabenquetemarchas?

—Sí.Losllaméporteléfonoantesdeveniraquí.—¿Y?—Logannoparecíamuycontento,peroJimenamedijoquepondría

tododesuparteparaconvencerlodequemivueltaaEEUUeraloquemehacíafeliz.

—Bueno, entonces supongo que a estas alturas estará de lo másconvencido—repusoEmmaabriendolapuerta.

Esta vez fue Brenda la que no pudo evitar soltar una estrepitosa

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carcajada.—Nolodudes,Emma,nolodudes.

***Sabíaqueconectarelteléfonoibaatraerlemásqueundisgusto,pero

eraalgoquedebíahacer,suposiciónysuapellidollevabansiempremásresponsabilidad de lo que hubiera supuesto en un principio, antes decomenzarsucarrerapolítica.Noobstante,teníaquevolverasurealidad,asu mundo y cuanto antes lo hiciera mucho mejor; sin embargoencontrarse veinticinco mensajes de voz, cincuenta llamadas perdidas ymásdedoscientoswhatsappenelmóvileraelcolmodeladesdicha.¿Esaera la vida que quería vivir? Esta vez, para su sorpresa, no obtuvo larespuestaesperada.

La mayoría de los mensajes de voz, por no decir todos,correspondían aDebra yAlfred; escuchó los dos primeros, se imaginóque los restantes eranmás autoritarios y despóticos; así que los borró.Algunos de los whatsapp eran de Julia, no pudo evitar observar losemoticonosutilizadosencadaunodesusmensajes.Todoselloserandelomásdivertido;ledabalasensacióndequelaabogadaseloestabapasandoengrandeconlasdesavenenciasdesusdoscompañerosdetrabajo.

Más tarde respondería alguno de ellos, en ese momento utilizó laopcióndelvibradoryprivóalmóvildesonido.Volveríaasumundo,peronecesitabamástiempo,solounashorasmás.

Siguióconsupaseoysedejósumergirporeseembrujoqueenvolvíaun pueblo tan pequeño como Barna. No existían los rascacielos ni lasanchascallesqueuníanunasavenidasconotras;eneseinstante,leparecióquelatierraeramásbellasintantocementoniasfalto.

Continuó por el sendero siguiendo las indicaciones de algunosaldeanosyllegóaldestinoqueteníaenmentedesdeantesdequeBrendairrumpiera en su habitación. Solo de pensar en ella se excitaba y, esasituación, le llevaba a ser el hombre más feliz de la faz de la tierra.Llevabanseparadosmenosdeunahorayyalaechabademenos.Sololecabíapensarenunacosa:Brendahabíaentradoasuvidasinpreverloysele había metido en la piel. Por primera vez en su vida se preguntó, siestaríaenamorado.

Supoquehabíallegadoasudestinonadamásverlacasa,algunosde

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losvecinoslehabíanexplicadoaldetalleallugardondesedirigía:lacasaestabasituadasobreunpáramodondehabíaplantadosvariosárbolesque,por sus dimensiones, le dieron a entender que eran centenarios. Lasensacióndesombrasyclaridadjugabaenelclarodándoleunaspectoquepodíaserreflejadoencualquierobrapictórica.Lacasateníaunanexotangrande como lapropiavivienday se imaginóque sería el taller.En eseinstante, la puerta estaba abierta y del interior se escuchaba elinconfundible ruidode lasierra.Avanzósindemorahacíaelcadenciosomurmullodelamaderaalsercortada.

Owensellevólamanoalaoreja,dondesiempredescansabasulápizdecarpintero,trazóunpardelíneasenlamaderaydistraído,comosiesemovimiento lo llevase a cabomiles de veces al día, llevó de nuevo sulápizasulugarderetorno,atrapólasierraquedescansabasobrelamesaysedispusoaserrarporellugarindicado.Loqueteníaentremanosaúnnoteníaformadefinida,peroélsolonecesitabasuimaginaciónparasaberque el largoydelgado troncodemaderaque acariciaba en ese instante,después de ser varías veces cepillado, sería parte de un maravillosocabeceroparaunacama.

Quizáfuesesusextosentidoolasensacióndeestarsiempresololoquehizovolversealapuerta.Nuncalacerraba,perocasipodíareconocerlospasosdesusvecinoscuandoseacercabanasaludarleaprimerahorade lamañana o a última de la tarde cuandohabían terminado sus tareascotidianas. Pero esta vez, en vez de recibir con una sonrisa abierta ysincera,nopudoevitarentrecerrarlosojosalverlafiguradelsenadorenelumbraldeltaller.

—¿Sehaperdido,Collins?ANeilnolepasóporaltoeltonodesafiantedelavozdelebanista;no

le importó, le gustaba que la gente se expresase con naturalidad, sinningúntipodesubterfugiosrespectoasupersona.

—No, no ha sido el caso. He oído hablar de tu trabajo y si no teimportamegustaríaecharunvistazoatusmuebles.

Owenlededicóunamiradainquisitiva,peroalsegundosevolvióyprestódenuevotodasuatenciónalamaderaqueteníaentremanos.

—Puedemirartodoloquequiera—ledijorudamente.Neilselotomócomounainvitación.Eramuyconscientequedurante

labodadeLoganyJimena,Owensehabíamantenidodistante.Lohabíaobservado, como solía hacer con sus contrincantes políticos,

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exhaustivamente. Si en un principio pensó que su actitud se debía a quepudiesesentirseatraídoporBrenda, lodesestimócasi inmediatamentealvercomomuchasdesusmiradasperdidasdesembocabanenunarubiadeojos azules que, según las explicaciones de Brenda esta mañana, habíaresultadosersuprima.

Se centró de nuevo en el taller, los cristales estaban tan sucios yllenosdepolvoquenosepodíaapreciarloquehabíatrasellos,perosiasupropietarionoleconcerníaaélmenos,pensómientraseloloraserrínle envolvía por completo y ensució casi de inmediato sus zapatosfabricadosporunacarísimafirma.Noledioimportanciaalgunaalhechoy continuó su camino por un estrecho pasillo custodiado por varioscientos troncosdemaderaque,enalgunoscasos,podían rebasarcasi sucabeza.Habíaunbancodecarpintero,ellugardondeeneseinstanteestabatrabajando Owen y un par de mesas; en la más grande se encontrabanvariosmazosyclavosdesperdigados,yenhorizontalsobreunmarcodeun grosor considerable de madera se encontraban otros útiles decarpintería. Estos sí que estaban colocados en un orden escrupuloso.Distinguió los más conocidos: diferentes tipos de martillos, punzones,serruchos y tenazas que competían con otro tipo de herramientaseléctricas.

Oweneraunebanistadeprimera.Pasólosdedosporvariasmesillasdenocheyeltactoleparecióexquisito,tantocomoelroceconlapieldeunamujer;esehombresabíaloquesehacía.Alfondoencontróunbancorealizado con forja ymadera que estaba envuelto en un plástico. RetiróunapartedesuenvoltorioynopudomásquevenerareltrabajodeOwen;seloimaginóenlaterrazadesuapartamentoysupodeinmediatoquenodesentonaríaparanadaconsumobiliarioalgomásmoderno.

—¿Legustaloqueve,Collins?Neilsegiróenbuscadelautordeesavoz.Owenseguíainmersoen

sutrabajo,nisiquierasepodíaimaginarqueseríaaqueltroncodemaderaqueélseempeñabaenlijarydespuésacariciar.

—Notequepaduda,Owen—letuteó—.Tutrabajoesincreíble.—¿Increíble, dice? Creí que un hombre que estaba dedicado a la

palabra en cuerpo y alma buscaría una definiciónmás refinada paramitrabajo.

Neilnopudoevitarsonreír.—Tienes razón. No he sido del todo muy entusiasta —hundió las

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manosenlosbolsillosdesupantalónycargóbuenapartedesupesoenunapierna—.¿Sublimeseríaladefinicióncorrecta?

EstavezfueelturnodeOwenparasonreír.—Creoqueesmásacertada,sí.Neilsefijóenelhombrequeteníaantesí.Eraalto,tantocomoél,sus

manosysusantebrazoseranvoluminososydenotabanlafuerzafísicaqueutilizabaparacrearesasmaravillosasobrasdearte,porquenohabíaotraformadedenominaralosmueblesquelerodeaban.

Al contrario que él no iba recién afeitado, su tez era morena, alinverso de muchos irlandeses, y su pelo era algo más largo de lo queestabaNeilacostumbrabaaverensuentornopolítico.Enese instante lollevabarecogidoenunacoletayparanadaledabaunaspectoafeminadosinotodolocontrario.OwenO´Connorteníaaspectodeguerrero.Nolecabíaningunadudadequealgunosdesusantepasadoshubiesenvestidounkilt y hubiesen batallado en muchas de las guerras en las cuales habíaparticipadosupaísentiempospasados.

—¿Tededicassoloalacarpintería?Neil loobservar levantar loshombrosparadejarloscaerdenuevo,

peroenningúnmomentovolviósumiradahacíaél.—Lamayorpartedeltiempo—fuesuescuetarespuesta.Neilnopudoevitarpasardenuevo lamanopor labruñidamadera

delbanco.—Hevistoquemuchossededicanalpastoreo,parasermásexactos,

alasovejas.—EselcasodeLogan,yoleayudoaveces—comentóconexpresión

seria—,comoenestaocasiónqueestádelunademiel.Perosihedeserlesincero,prefieroelcontactoconlamaderaantesqueeldelalana.

Owenobservódesoslayocomoelhombreque teníaantesíasentía.Noesquenoestuvieraacostumbradoahablarcongentedealtaalcurniayropaelegante,perointentabaevitarlos;preferíaindividuosconpantalonesrasgados por el trabajo diario y camisas de franela que un tipo comoaquel.

Teníaqueconfesarquenadamásverlo,lepreocupó.Noteníaniideade quién era y la sensación de que tuviera alguna relación con Emmaconsiguiósacaraflotetodalacargadecelosqueparecíatenerolvidadosenalgunapartedesucerebro.Cuandodescubrióquetodalaatenciónibadirigida a Brenda percibió tal alivio que por primera vez respiró con

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ciertatranquilidadentodalaceremonia.No era un invitado, si fuese así lo sabría, ya quehabía repasado la

listadeinvitadosconLoganmásdeunadocenadeveces.Noobstante,enBarnatodoseranbienrecibidosyelsenadornoibaasermenos.Aunquetuvolaimpresióndequenodisfrutódelafiestaenabsoluto.

—¿Quépreciotieneestebanco?Owendejóloqueestabahaciendoyporprimeravezdesdelallegada

delsenadorasutallermostróciertointerés.—¿Leinteresa?—Sinofueseasínohubiesepreguntado.Owenasintió.—Seismileuros.Neil sacó las manos de los bolsillos y a continuación cruzó los

brazossobreelpecho,ladeóloslabioshacíaunlado,comosisetratasedeunapesarosasonrisayvolviótodasuatenciónalbancoqueseencontrabaaescasospasosdeél.

—¿Leparececaro?—Owen,puedestutearme,aquínoestoyenelsenadonitratandocon

los de mi especie —la sonora carcajada del ebanista le interrumpió.Calculó cuánto dinero sería al cambio y un segundo después continuóhablando—. No me parece excesivamente caro porque soy de los quepiensanqueloquesetrabajaconlasmanosnotieneprecioenelmercado.No quiero ni imaginarme las horas que lleva este banco para darle unacabadotanperfecto.

Después de todo aquel tipo no parecía tan estirado como hubiesepensadoenunprincipioOwennadamásconocerleenlabodadeLoganyJimena.

—Agradezcotuspalabras,senador.ANeillegustóquelotuteara.Eraunpasomás.Owendejóloqueteníaentremanossobrelamesayseacercóaél.—¿Deverdadtegusta?—¿Lodudas?Es...sublime.Owen se rascó pensativo la barbilla y no pudo evitar esbozar una

sonrisa pesarosa al escuchar el adjetivo que había utilizado el senadorunosminutosantesrespectoasubanco.

—¿PodríasenviarloaWashington?El ebanista sorprendido desvió toda la atención a su reciente

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comprador.—Losgastoscorrendetucuenta.—Notequepalamásmínimaduda—afirmóNeilsinpoderevitarla

miradaasunuevaadquisición.—Imaginoqueunpardesemanaslopuedestenerentucasa.—Bien,meparececorrecto.—Yahoraquehascompradoelbanco,dimeNeil,¿aquéhasvenido

exactamenteamitaller?Neil resopló un par de veces antes de responder a esa pregunta, si

bieneraciertoquedeseabaconocerel tallerdelebanistadelque todoelmundo le hablaba. No obstante, había otra intención en su visita. DebíaadmitirqueOweneraunhombremuyobservadoreinteligentepuestoquehabíapodidoleersulenguajecorporal.

—Aúnno estoymuy segurode la decisiónqueva a tomarBrenda,perolehepedidoquemeacompañeaWashington.

ANeilnolepasóinadvertidoelgestoadustodeOwen.—Y,¿sepuedesaberqué tieneesoqueverconmigo?Brendayaes

unamujeradulta,tomasuspropiasdecisiones.—En eso estamos de acuerdo pero, no obstante, necesito que me

echesuncable.—¿Un cable, dice? —preguntó Owen sin entender muy bien que

derroterosestabatomandoaquellaconversación.—Eso es —observó que los ojos de Owen transmitían al mismo

tiempocuriosidadquerecelo—.EstoysegurodequeLogannovaaestarmuydeacuerdoconladecisióndesuhermana...

—Ya te dicho antes que Brenda puede decidir por sí misma —leinterrumpió—. Logan no se interpondrá a que vuelva a Washingtoncontigo.

—Esa sería la segunda opción, Owen. La primera sería dedesconciertopuestoqueBrendamehacomentadoqueLoganestáaltantode las vicisitudes de su vuelta aBarna y créeme cuando te diga que elmáximo responsable y que detrás de ese comportamiento estoy yo. —Miróhacíaelsuelobuscandounrefugioparasuculpabilidadyfrustración—.PormuchoqueBrendalellameporteléfonoylecomentequehasidounadecisiónlibreyqueestábien,noquedarádeltodoconvencido.

—NoconocesaLogan,senador.—Cierto, Owen, no le conozco a fondo, pero sí lo suficiente bien

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parasaberqueunhombrequehaestadoenelejércitodudaríahastadesupropiasombra.

—Entonces, según tú, yodebería...—arqueóambas cejas esperandoquesuinterlocutorterminaralafraseporél.

—Hablar con él y dejarle claro queBrenda ha tomado su decisiónlibremente.Sinningúntipodepresión.

—Antesdeberíahablarconella.—Porsupuesto,esoyalodabaporsentado.Entonces,¿loharás?

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CAPÍTULO5

—No es que me quiera meter donde no me llaman, pero ¿estás

segura,hija,deloquevasahacer?Brendadejólamaletaabiertasobresucamaysegiróhacíalamujer

queteníadetrásdeella,teníalasmanossuperpuestasyunidasconfuerzabajo el pecho y de vez en cuando las giraba una sobre otra, como siestuviera nerviosa o no supiera qué hacer con ellas.Le había encantadoque la llamase "hija" porque amedida que convivía conAna ese era elpapelquerepresentabaparaella:eldeunamadre.

Esa mujer estaba saliendo del infierno que los recuerdos y ladesesperanzalahabíansometido.Hoyporhoy,erayaotramujeryBrendasealegróporello.

Se aproximó a ella, le asió de las manos y deshizo la unión paratrenzarsusdedosconlossuyos.

—Séqueesunadecisiónprecipitada...Vioasentiralamujer.Susojoscoloravellanasehabíanoscurecido,

quizá por la preocupación y los acontecimientos de las últimas horasahorateníanuncolormásparecidoalchocolate.

—Peroesloquedeseo,Ana,estarjuntoaél.—Locomprendo,peroJimenanohavueltoy...Brenda ladeó su cabeza como si con ese gesto pudiese percibir los

engranajesdelacabezadelamujerqueteníaantesí.Lascomisurasdesuslabios se curvaron hacía arriba y observó el reflejo de este gesto en elrostro de Ana. Era lógico que la madre de su mejor amiga estuviesepreocupada, había sopesado varias opciones ya que la situación no erafácil.EraplenamenteconscientedequeAnanohablabaniunapalabradeinglés y de alguna manera quedaba aislada de todos y todo en un paísextranjero, muy ajeno a las costumbres españolas. Jimena tardaría almenosuna semanaen regresary eso lepreocupaba,peroNeilnopodíaretrasar ni undíamás suviaje aWashington.Lehabíapropuesto ir ellamás tarde, cuando su hermano y ya su cuñada volviesen de su luna demiel,peroNeilsehabíanegadoenredondoaaceptaresaopción.Queríaque fuese con él, casi pudo leer entre líneas que no se fiaba que ella le

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siguieseyestabaclaroqueeltiempoenlavidadelhombrequeamabasemedíadeunamaneramuydiferentealrestodeloshumanos.Neilsedebíaasutrabajoyasupuestodesenador;otroviajeaIrlandaseríaimpensablepara él en las fechas que se encontraban, muy cerca de las próximaseleccioneselectorales.

—ImaginoquedeseasverdenuevoaJimena...—Claro que sí—respondió la mujer con una gran sonrisa que le

iluminóelrostro.—Yyodeseoque tequedes.Meencantaríaquecuidases lacasapor

mí, no tienes que regresar de inmediato a España, puedes prolongar tuestanciaalgunassemanasmásypasarelveranoaquí,enBarna—leaclaróBrenda—.Seríaestupendo,yaqueLoganyJimenaviviránen lacasademihermanoytúpodríasquedarteenlamía.Lesdaríasciertaintimidadytútendríaslatuyapropia.

—¿Hablasenserio?—Por supuesto. Además sé que te encantan las flores—le dijo al

percatarsedelashorasquepasabaAnacuidandodesujardín—.Seríaunalástima que se perdiera todo el trabajo que has estado dedicando a sucuidado —le comentó gentilmente, aunque Brenda era totalmenteconscientedequeEmmanopermitiríaqueleocurriesenadaasusflores,peroporsupuesto,seabstuvodecomentárseloaAna.

—No tevoyamentirquemeencantaríaquedarmepuestoque tantoairepuroyestossinuosossenderospordondepaseocadatardehacenquemesientamejorynopiensetantoenmimedicación.

Brenda laabrazó.Anahabíaadelgazadoenesteúltimomes, supusoquelaausenciadealgunosfármacosensuorganismolabeneficiabaylospaseosdiarioslareconfortaban.

—Entoncesdeberíasquedarte—repusoBrendaaúnabrazadaaella—.Emma se defiende con el español, no tendrás excesivos problemas.Además, estoy segura que con tu ayuda lograrás que en pocas semanashable con más soltura tu idioma —le propuso Brenda deshaciendo elabrazo,peroquedandoaúnunidasporlasmanos.

Anariodebuenagana.—No lo dudes, hija, hablará ella antesmi idioma que yo el inglés.

Además,esunareposteramaravillosa,porlotantoyatenemosalgomásencomún.

—¿Ves?Todosolucionado.

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—Teagradezcomuchotuhospitalidad,Brenda.—AdemástendrásqueocupartedeLua.Como si hubiese escuchado su nombre, la perra pastor hizo su

aparición. Llevaba la lengua varios centímetros fuera como si estuviesesedienta, pero rápidamente la volvió a introducir dentro de la boca, seacercóaellasconunbrincoysedejóacariciarporAna.

—Creoquelegustas.—Ellaamítambién.EsunaperrafantásticayLoganlahaenseñado

bien.Brendanopudoevitar escucharunatisbodeorgullo alnombrar al

que ya era su yerno. Ese pequeño detalle hizo que abrazara de nuevo aAna.

—Graciasati,preciosa,porpermitirmequedarmeentucasaycuidardelostuyos.

—Delosnuestros,querrásdecir—leaclaróBrenda.—Sí,escierto,delosnuestros—señalólamujertemblándolelavoz

yconlosojosbrillantes—,delosnuestros.—Volvióarepetircomosisetratasedelaestrofanostálgicadeunacanción.

***

—Unpeniqueportuspensamientos.Brenda no pudomás que sonreír al escuchar la voz deNeil, hacía

escasos dos minutos él tenía los ojos cerrados; pensaba que estabadormido,peroporlovistosehabíaequivocado.

Volaban rumboaWashington.Aúnquedabanvariashorasdevuelo,asíqueserecostólacabezacómodamenteensuasientodeprimeraclaseysegiróhacíaél.

—¿Tanpocovalenmispensamientos?¿Solounpenique?Lovio sonreírdeorejaaoreja.Estabaguapísimoconesepantalón

colorcaquiylacamisaarayasverdeyazulmarinoconlasmangasdadasun par de vueltas hasta la altura de los antebrazos, donde se descubríapartedesuvellocorporal.Nopodíaimaginarsecómohabíamujeresquedeseabanaloshombrestotalmentedepilados,nopudoevitaradelantarlamanoyacariciarsuavementelavellosidaddesubrazo.

—Bueno,esunafrasehecha—comentócomositalcosa—,perohede confesarte quedaríamuchomáspor saber qué es lo quepasapor tu

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cabezaenesteinstante—ledijocariñosamentemientrasseñalabaconsudedoíndice,lasiendeella.

Ahorafueelturnodeellaparasonreír.Trazóvarioscírculossobrelapiel de él y observó como los ojos colormiel deNeil se oscurecían yquedabancasienelactoveladosporeldeseo.

—¿Te arrepientes?—indagó él preocupado e incorporándose en elasientoparapoderacercarsemásyasítenerlaoportunidadderozarconsupulgarlamejilladeella.

—Claroqueno—respondiósinningúntipodegénerodedudasylelanzó una sonrisa que pareció tranquilizarlo casi en el acto. Cubrió sumano con la suya y no pudo evitar estremecerse ante el contacto delhombredelqueyaestabaenamorada.

—Parecestriste.—NopuedoevitarpensarenmiprimerviajeaEstadosUnidos.—Mealegroquelohicieras.—Seinclinóparahablarlealoído.Ellanopudomásqueestremecersealsentircomoélfrotabasunariz

contrasucuello.—Necesitaba... tiempo —comenzó a decir entrecortadamente, sin

perder detalle de todos los gestos de cariño que le prodigabaNeil—, yhuirdealgomepareció laopciónmáscorrecta.Ahora losmotivos sontotalmentediferentes.

NeilsabíaaquésereferíaBrenda.Lohabíanhabladoenmásdeunaocasiónestosúltimosdíasynopudosentirsehorriblementemalalpensarquenohabíapodidoleeratravésdeellaeltiempoquehabíacompartidojuntos. Al principio le había confesado que necesitaba aislarse de suhermano,dejarsupasadoybuscarunpresenteenalgúnotrolugary¿quéhabía hecho él?Nadamás que darle otromotivo para huir. Se juró quejamás volvería a pasar. Brenda siempre estaría a su lado, ya que habíadescubierto que la necesitaba al igual que el aire que respiraba a diarioparavivir.

Unaazafataconunasonrisadeanunciodetelevisiónseacercóaelloscon un carro repleto de snacks y bebidas, y les ofreció varios tipos dezumo,refrescosylicores.Ambossedecantaronporunzumo.Bebieronensilencio,peroningunoajenoalotro.

—¿LasdespedidasenIrlandasiempresonasí?Brenda soltó una carcajada antes de posar su zumo en una de las

bandejas predestinadas para esos menesteres. Pobre Neil, se había

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compadecidodeél.AnayEmmaleshabíansorprendidoconunameriendasorpresaalaqueseunieronmuchosotrosvecinosdelazona.Depronto,Neilsehabíavistorodeadodehombresquelepreguntabanmuyseriosymás curiosos aún por la política llevada a cabo por el hombre queocupabaenesemomentolaCasaBlanca.

Neil,comobuenpolítico,supolidiarlasituaciónydarsuimpresiónpero sin caer en absoluto enningún tipode anacronismo.Estaba seguraque si en ese instante hubiese elecciones en Irlanda yNeil se presentasecomocandidato,enelpueblodeBarnaganaríapormayoría.

Brendaloacaricióconlamirada.—Casisiempre.Élelevóambascejassorprendido.—Todosfueronmuyamables.Ellasonriódeliberadamente.—Eso lo dices ahora amiles de kilómetros de tierra firme. Tenías

quehabertevistolacaracuandoteestabansometiendoaltercergrado.—Estuvedelomáscomplaciente.—Sí,esoescierto.—ElquemásmedesconcertófueOwen.—¿Owen?—preguntóasombrado.—Quería cerciorarse de si me encontraba bien. Fue de lo más

extraño.Neilestavezsonrióparasí.Despuésdetodo,Owenhabíacumplido.

Noesquedudaradeél,noobstantequeríairsetranquiloyporlovistolohabíaconseguido.

—¿Hablastecontuhermano?—Sí, al principio no estaba del todo convencido, pero Owen me

pidió el teléfono para hablar con él y voilà, cincominutos despuésmedeseababuenviaje.

—Pareceunbuenhombre.—Lo es.—Sumirada se suavizó al hablar de Logan—. Su vida se

truncó a raíz de ser gravemente herido en Afganistán, pero parece queJimenahasabidoencontrarelcaminoparatraerledevuelta.

—Todos hemos tenido alguna que otra vez un infierno del cualescapar.

—Y,¿enquépartedetuvidaestásituadotuaverno,Neil?Élacercósucabezahastaqueseencontróconlafrentedeella.

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—Te lo contaré algún día, pero ahora debes cerrar esos preciososojosydescansar.Todavíaquedanmuchashorasdeviaje.

—¿HashabladoconDebra?—Brendanopudoreprimir lapreguntaquellevabarumiándolevariashorasenlacabeza.

—Sí.—Depronto,tehacomidolalenguaelgato.—Solo te diré que haré todo lo posible para que no se declare la

terceraguerramundial.AlverelceñodeBrendafruncido,seesforzóporquitarlehierroal

asunto.—Nopasanada,Debrapuede serunbulldogdepuertaspara fuera,

pero sabrémanejar la situación, te lo prometo.Al fin y al cabo trabajaparamí,¿no?

—No quiero que tengas problemas con ella por mi culpa.—Él lamiroydescubrióquesurostrorevelabaalgoparecidoaldesánimo.

—No los tendré. Ahora quiero que duermas. Pronto llegaremos acasa—ledijomientrasleacariciabalosnudillosconsupulgar.

Acasa,pensóBrenda,quebiensonabadichodeloslabiosdeNeilyconesepensamientorondándolaporlamentesequedócasideinmediatodormida.

Seis horas después habían aterrizado en el aeropuerto. Parecía que

Neilloteníatodoprevistoporqueuncochedealtagama,negroyconloselevalunas tintados, los esperaba en la puerta.Brenda reconoció tanto alchófercomoalautomóvilyaqueeranlosmismosdeldíadelarecepciónenlaEmbajadaEspañola.

—Senador, señorita—el chófer se descubrió y con la gorra en lamano,lessaludó.Actoseguido,lesabriólapuerta.

—Gracias,Peter.—Neilletendiólamano—.Nosvamosacasa.—Porsupuesto,señor.Yaenelinteriordelcoche,BrendacentrósuatenciónenNeil.—¿Quéocurre?—preguntóélconcuriosidad.De inmediato, se percató de lo queBrenda intentaba decirle con la

mirada.—Deberías tomarlo como una segunda cita —le dijo en un tono

delicadoyexquisito.Brenda se inclinó hacia adelante, acarició los labios de Neil con

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suavidad,buscandosusabor;élnosehizoesperarymoldeósuslabiosalossuyos.Elbesolesarrastróaotradimensiónysedejaronperderenunmardeemociones.

ElapartamentodeNeileraimpresionante,oesopensóBrendaalver

elmagnífico loft. En su vida nunca había visto nada parecido, solo lasrevistas de decoración podían enseñar entre sus páginas una viviendacomolaqueellaapreciabaenesosinstantes.

No pudo más que sentirse un poco fuera de lugar. Ahí estaba ladiferencia entre ellos, puesto que ella ni en dos vidas podría pagar unapartamentodeesasdimensiones.Sedijoqueeraunatontaalpensarasí,pero no pudo evitarlo. Ella había crecido en una casa sencilla, sinostentaciones. Estaba segura que Neil siempre había vivido en aquelambientedelujo.Intentóhacerdesaparecerlasdudas;noeranbeneficiosasatantosmilesdekilómetrodesucasa;ademáshabíaconsideradolosprosy los contras tantas veces que había perdido la cuenta y siempre habíanganado categóricamente los pros. El simple hecho de escribir en laprimeralínealapalabraamoryaanulabatodaslasdemás.

Se centró en los grandes ventanales que daban paso a una terrazaimpresionante,conpreciosasplantasyfloresquenadateníanqueenvidiarasujardín.

—Fuerahacemuchocalor,perositeapetecepuedessaliryadmirarlasvistas—lecomentóélmientrasllevabalasmaletasaldormitorio.

Brendanopudoresistirseydeslizólapuertacorrederaenelacto.Lascortinas se inflaron con la brisa que venía y entraba del exterior; pudonotarapriorielgolpedecalor,sinembargono le importóenabsoluto,lasvistasdesdeaquellaterrazaeranextraordinarias.

Pudo vislumbrar como el sol se escondía tras el horizonte y comolosgrácilesrayosseafanabanporiluminaralaciudadconmáspoderdelplaneta.Sinduda,eraunespectáculofastuoso.

Escuchó a Neil deambular de un lado para otro y decidió ir a suencuentro.

—Enmividahevistoalgoigual.—¿Terefieresalapanorámica?—lepreguntómientrasseacercabaa

unabarrasituadaenunodelosextremosdelinmensosalón—.¿Teapetecebeberalgo?

—Agua con gas, estaría bien. Gracias —Brenda no pudo evitar

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centrarse de nuevo en las inmensas hojas de cristal que enmarcaban lapuerta de la terraza—. El panorama es fastuoso, puedes perderte entretanta inmensidad aún así he de reconocer que este apartamento esmagnífico.

—Creo que ante ese comentario debo darte las gracias o almenoseso creo—añadió él acercándole la copa con el contenido burbujeante.Ellaloaceptódebuengradoyélsesintióunhombremásquesatisfechodetenerlaensusdominios,soloparaél—.Hubiesepreferidounacasatipovictoriana,peroDebrasenegóenredondoaello.

Brenda se preguntó por enésima vez cuanto poder tenía esa mujersobreNeil.

—Aquíhaycámarasdeseguridad—continuóhablando,soloelhielochocandocontraelcristalmientraselwhisky lamía lasparedesdelvasorompía su oratoria—, portero veinticuatro horas al día y variosascensores,dosdeellosdanaccesoalparkingsubterráneoyaunaccesodeemergencia.

—Parece que Debra lo tiene todo controlado —objetó con ciertorecelo.

—Como te dije en el avión, Debra puede llegar a ser una personademasiadoarisca,peroenelfondonoesloqueaparentaser.Eseesunodelosmotivosdequeseamimanoderecha.

—Ya me contarás cual son los restantes porque ahora mismo noencuentroningunoquepongalabalanzaasufavor.

—Eresdemasiadoduraconella—seburlóNeil.Eneseinstanteelteléfonosonó.—Discúlpame,debocogerlo.—Claro.Neildepositóuntenuebesoenlasiendeella.—Mealegroqueestésaquíconmigo.—El teléfonoseguía sonando

—.Eldebermellama.Con paso ligero se encaminó a una de las habitaciones; Brenda

imaginó que podría ser su despacho, se giró sobre sí misma y creyósentirseenelcielo.

Los colores del atardecer bañaban las paredes, de tonos claros, delinmenso salón. Cuatro butacas orejeras tapizadas de cuero rojizoocupaban una parte del espacio, cerca de la puerta a la terraza, y en elcentrodeellashabíaunamesaredondademármolblancoelevadasobre

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unpedestaldebronceenformadecolumna,comolasqueseerguíanenlasentradasdelosantiguostemplosromanos,loqueledabaunaspectoydimensiónimpresionante.

Una librería con puertas de cristal y con decenas de libros en susestanteríasocupabaotradelasparedes.

Semaravilló de la distribución de cadamueble, se imaginó que undecorador de interiores se había pasado muchas horas vistiendo aquelespacioparadarleunaspectotanacogedor.LavozdeNeilalteléfonoseconvirtió en un suave murmullo y le gustó la idea de compartir elapartamento de él. Claro estaba, como le había comentado en el hoteldurantesuestanciaenBarna,esoseríahastaqueellaencontrasetrabajoypudiesepagarseunaviviendapropia.

Sedirigióalabarra,diootrosorboasuaguacongasydepositólacopasobrelabruñidamadera.Nopudoevitarlapasarlamanoypercibirsucalidadysuavidadaltacto.Paseósumiradaporelrestodelasparedesyexaminóminuciosamentealgunasdelasfotosylienzosquecolgabandeellas.Noeranfotosfamiliaressinodepaisajesdearenablancayplayascon exóticas palmeras durante el atardecer o el amanecer; no estabasegura,mástardelepreguntaríaaNeilporellas.

LavozdeNeilseapagódeprontoysupusoquehabía terminadolaconversacióntelefónica,lovioaparecer,parecíamáscansadoyderrotadoquecuandofueaatenderlallamada.

—¿Problemas?—preguntóellaacercándoseraudaasulado.—Mividaensíestodounproblema.—Sefrotólosojosconvigor

conayudadelpulgaryelíndice.—¿Puedoayudar?—inquiriópreocupadaoinquieta.—Elhechodequeestésaquíyaayuda—lesusurróélcercadeloído

mientraslaatraíahacíaél.Brendaleacaricióelbrazoconlayemadelosdedos,lededicóuna

sonrisa,primerocon losojosy luegocon los labios; lamiradadeélseentrelazóconladeellaylaatracciónentreambosnosehizoesperar.Élcubrió su boca con sus labios casi con desesperación, la envolviófuertemente entre sus brazos y se dejó llevar por esa sensación que leinvadía cada vez que tenía a Brenda cerca. Profundizó en el beso,moviéndoseconavidezsobrelabocadeella.

Unminutodespués,Neillaapretóhacíasiylabesóenelpelo.—Tengolasensacióndequeerescomounadroga,Brenda.

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Ella se apartó lo suficiente para que él pudiera apreciar los labiosrojosyhúmedosporelcontactodesuboca.

—Lasdrogasmatan.Neilnopudodejardesoltarunacarcajada.—Créeme,moriríafeliz.LoslabiosdeBrendadejaronentreverunasonrisacontenida.UnasuavebrisalesllevóelaromadelasfloresdelaterrazayBrenda

nopudomásqueaspirarconfuerzaesafraganciatanconocidaporella.—Mealegroquetengasunjardínenlaterraza.—Noescosamía—seapresuróadecirél—,miasistentaseencarga

de él. Si fuera pormí, todo terminaría siendo un desierto. No tengo tumanoparalasplantas.

—Bueno, tienes mano para otras cosas —le sugirió con vozprovocativa.

—No lo dude, señorita MacKinlay y si no quita ese gesto deinmediatamentedesurostro,leharéelamorhastaelamanecer.

—Uhmmm...Suenainteresante.—Asíqueesastenemos¿Eh?Brendasoltóunpequeñogritodesorpresacuandosevioenvolandas.

UnavezenbrazosdeNeil,depositósucabezacontrasupecho.—Tú lo has querido —le dijo en tono seductor camino de su

habitación.—Nohecomido—protestóellacontrasuhombro.Alelevarlamirada,nopudomásquesonreírantelapícaramiradade

suamante.—Después,cariño,anteselaperitivo.Brendasonrió,lerodeóconmásfuerzaentornoalcuelloydejóque

lallevaseallugarqueélescogiese.Eneseinstanteeralamujermásfelizdelatierraynoibaasalirdesubocaniunasolaprotestamás.

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CAPÍTULO6

Neil observaba desde la ventana de su despacho el trasiego de

automóvilesyviandantesqueeneseinstanteseafanabanporcompartirlavía pública. Muchas de aquellas personas le votarían, otras, muy a supesar,difamaríansobreélyesloquemáslamentaba;elsimplehechodeque le criticasen sin ni siquiera tener oportunidad alguna de conocerlealgún día, ya no como candidato a las elecciones de su país sinopersonalmente.

HacíaaproximadamenteunasemanaqueelPresidentehabíavueltodesudescansoestivalenCampDavidyesoera,dealgunamanera,unatomacon la realidad. El verano daría paso a un otoño con excesivoscompromisos, discursos, entrevistas en la televisión... todo lo que sequisiera imaginarerapococontrael trasiegoamarchas forzadasen losdíasvenideros.Solodepensarlolebullíalasangre.

Metió las manos en los bolsillos, ese gesto tan habitual en élimplicaba la tensión que en ese instante estabamanteniendo su cuerpo aflote. Cerró los puños en el interior de los bolsillos hasta que fueconscientedequesusnudillosseestabanquedandoblancosporlafaltaderiegosanguíneo.Estabapreocupado,ymucho,ynoeraporlaventajaquelellevabaHoward,sucontrincanteenlaselecciones.Lasencuestas,alfinyalcabo,erannúmeros.TodosudesasosiegoesamañanasecentrabaenBrenda.Secolumpiósobrelostalonesintentandobuscarunasoluciónalaconversaciónquehabíamantenido,aprimerahoradeldía,conella.Soloel hecho de pensar en su cuerpo desnudo le excitaba de talmanera quepodía llegar a ser su estado habitual a todas horas. Ni siendo unadolescentesehabíasentidoasí.

Enunesfuerzopor liberar la tensiónque loconsumía, sacóunadelas manos del bolsillo y se la pasó por la nuca. Comprendía todas lasrazones que le había expuesto Brenda esa misma mañana mientrasdesayunaban en la cama, pero él solo veía complicaciones en el simplehechodequeellaquisiera trabajarparaotroqueno fuera élyganar su

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propiodinero.¡Maldita sea! Él la podíamantener y darle absolutamente todos los

caprichos.Ellasolo teníaqueabrir labocaypedir loquequisiera,peroBrendanoeraasí.Lohabíasabidodesdeunprincipio.Meneólentamentelacabezaalrecordarlaconversación.Ellasehabíaenfadado,habíasalidodeentresusbrazosdesnuday,actoseguido,lehabíadirigidounamiradaquehubiesepodidocongelarelmismísimoinfierno.

—Nosoy tuamante,Neil—lehabíadichoconvoz tensa—.Nosoysolouncuerpoquepuedasdisfrutarcadanocheydespuésexigirquemequedeencerradaentreestascuatroparedeshorasyhorashastaturegreso.

—¿Esoesloquepiensasquequierodeti?—lehabíapreguntandoélconuntonodevozqueeneseinstantesearrepentíadehaberloutilizado.

—¡Quierountrabajo,unavidaparalelaati!—Vuelvea laoficina;allí teesperaelpuestode trabajoquedejaste

antesdevolveraIrlanda.Searrepentía,joder,comosearrepentíadehaberdiscutido.¿Porqué

noqueríaverloqueellaseafanabapormostrarle?Porqueteníamiedoaperderla.Esaeralaúnicaverdad.Miedo,porprimeravezensuvidateníamiedo.Nisiquieracuandoestuvoenlosmarinespercibióalgoparecido.

Tomóunarespiraciónprofundaparapoderaliviar la tensiónqueseapoderabapormomentosensupecho.

Ellasehabíamostradoiracunda,recelosaysehabíacerradoaél,sulenguaje corporal hablaba por sí solo. Un instante después de eseintercambiodeacusaciones,escuchócorrerelaguadeladucha,peroél,comohabíahechoenotrasocasiones,noseatreviónisiquieraaentrarenelcuartodebañoycompartirelchorrodeaguaquesalíaeneseinstantedelaalcachofa.

Era un maldito idiota, había realizado dos llamadas a su móvil yhabíasaltadoelbuzóndevoz.Estabaclaroelmensaje:noqueríahablarcon él. Sus labios se apretaron en una línea muy fina. Estaba entre lascuerdasysololequedabaunacosaporhacer.

LlevabanvariosdíasjuntosenWashingtonynitansiquieralahabíallevadoapasearporRockCreekPark.Sutiemposehabíalimitadoahacerelamorydevorarsemutuamenteentrelassábanas.

Después de todo, Brenda podría tener razón y la posesividad quepercibía hacia ella había podido camuflar sus sentimientos y darla aentenderquesololadeseabaparaelsexo.Nadamáslejosdelarealidad.

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Sepercatóqueenestelapsodetiempoquehabíacompartidoconella;sussentimientos eranmuchomás profundos de lo que él estaba dispuesto aadmitirporelmomento.

Eneseintervaloseabriólapuertadesudespacho.SegiróyobservócomoDebra,conrostroserio,entrabaconunacarpetaenlamano.

¡Dios!Lamañananopodíairapeor.ElreencuentroconAlfredyellahabíasido...escabroso.NuncaensuvidahabíavistoaDebradeesehumor.Le había enumerado una a una todas las imprudencias, necedades ydesatinosquehabíacometidoaldecidirexponersuseguridadenunviajecomo aquel y ¿él que había hecho? Simplemente había escuchado susentencia.

—Necesitoquemefirmesestosdocumentos.—¿Quées?—UnodeellosesparatuentrevistaconFarrell.Julialohavueltoa

redactar.Laprisiónfederalseencargarádetuseguridadunavezdentro;siocurriesealgo,tendremosvíalibreparacaersobreelloscomounamole,todosloscabosestánatados;nocreoquepuedasurgirningúnincidentealrespecto, pero si algo ocurriese la justicia caería sin contemplaciónalgunasobreeldirectordelapenitenciaría.

Neilapretólamandíbula,tragósalivaenunintentodehumedecersuboca.

Allí,sobresumesa,estabaescritasusentencia.DeberíaentrevistarseconFarrellyescucharsinpestañearsusargumentosy,porsupuesto,suspeticiones.Debranoqueríaningúncabosueltoaunpasodelaselecciones.

Se sentó, tomó su pluma estilográfica y rubricó su firma sobre eldocumentosintansiquieraleerlo.

—Noparecescontento.—Seráporquenoloestoy—respondióélsinlevantarlavistadelos

foliosquefirmaba.—Neil,debescentrarte,vienensemanasmuydurasytenecesitocon

fuerza.Hemosganadolasprimarias...ahorasolodebemos...Debra,alnorecibirrespuestaalguna,paródehablarysesentófrente

aél.Eraconscientedequehabíasidomuydura,perosemerecíacadaunadelaspalabrasquehabíansalidodesuboca.Quizáloquemáslaperturbófueelhechodequeélnosedefendiese.Simplementeescuchóyesaactitudnolehabíagustadonada.EracomosideIrlandahubiesevenidounNeildiferentealqueellaconocía.

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Había aprovechado la oportunidad del desliz del senador paraimponer su voluntad y lo había conseguido. Sin embargo, desde eseencuentronodormíabieny sabíaquealgo ibamal, lopresentíayno legustabanadaelcarizqueestabantomandolascosas.

—NecesitoquehablesconBrenda.Debra lo miró de hito en hito e intentó que la sombra de su

incertidumbrenovelasesumirada.—Nohablarásenserio.¿QuéocurreahoraconBrenda?—Quieroquevuelvaatrabajaraquí.Debra hervía de pura indignación, peromantuvo el tipo y lomiró

directamentealosojos.Enellospudoleerdeterminación.—¿No tienes bastante con tenerla todas las noches en tu cama que

quierestenerlatodoeldíapegadaati?LaexpresióndeNeil se endurecióyDebra supoal instanteque sus

palabras iban a tener una repercusión fatal. Observó como en su gestohabitual, Neil apretaba los labios hasta formar una fina línea, despuésentrecerrólosojos.

—Debra, siquieres,podemos jugar todosaeste juegoenel cual tehasafanadoenponerlasreglas.

—Neil...escucha—alególamujerconuntonodevozmássosegado.—No, escucha tú —Neil se levantó y Debra desconcertada por su

tono lo imitó—.Tú—puso todosuénfasisenseñalarlaconel índice—,trabajas para mí, yo te pago, ¿recuerdas? Puedo soportar escuchar loinsensato que soy, lo estúpido que he sido por dejarme llevar por unarrebatoylodenigrantequepuedeserdesaparecerdurantevariosdíasyque nadie sepa de mi paradero... Puedo sobrellevar casi todo, exceptopermitir que entres en mi vida privada —le dijo en un tono hosco—.Tengolamalditaimpresióndequetienesquesertúlaquemedéelvistodeaquiénpuedoonopuedometerenmicama.

—Estásextralimitandolascosas...—Lecontraatacóellaalavezqueacortabaladistanciaquelosseparaba.

—¿Esolodicestú,lapersonaquedesdehaceañossededicaadarmeórdenesydecirloquedeboonodebohacer?

—Sinofuerapormí,túnoestaríadetrásdeesamesaynooptaríasaserelnuevopresidentede losEstadosUnidos.Nohasidouncaminoderosasllegarhastaaquí,Neil.Hansidoyseránmuchoslosquenosponganlazancadilla,peromevoyalevantarencadaobstáculoy¿sabesporqué?

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Porqueme gustaría llegar aLaCasaBlanca, sentarme cómodamente enunodelossillonesdeldespachoovalyescuchardetuslabiostupróximodiscursoseadondeseaquetengasquepronunciarlo.—Hizounaspaviento—.Esoesloquequieroynadaninadievaimpedírmelo.

DuranteunafraccióndesegundoNeillaobservó,primerocolérico,despuésincrédulo.

—Nomepuedocreerquemeestéshaciendoesto,Debra—Sepasólamanoporelpeloysoltóunprofundobufido.

—Neil,tenecesitoalcienporcien...Él respiró hondo y trató de mantener su temperamento, apretó de

nuevoloslabiosysedijoqueporsubienyporeldetodosdebíamantenerlaserenidad.Lasituaciónseleestabayendodelasmanos.

—Metendrásalcienporcien,Debra—instóhundiendolasmanosenlosbolsillosdelpantalón—,peronecesitoaBrendaami lado,nodeseoquetrabajeparanadiemásysoloconozcoaunapersonacapazdehacerloyesapersonanoesotraquetú.

Debra alzó los hombros para dejarlos caer de nuevo, aspiróprofundamenteeintentópensarconclaridad.

—Es una mujer libre y tiene un gran talento como relacionespúblicas,¿porquénoladejasvolarfueradetuespaciodeinfluencias?

—Nodeseoquetrabajeparanadie.Soloparamí.Depronto,Debraabriólabocaparacerrarlaunsegundodespuésde

golpe.—¿Creesquenospuedetraicionarovenderinformación?Neilseafanóporbuscarlapacienciaqueparecíahaberdesparecido

enlosúltimosdíasyquenoparecíatenerningunaintencióndevolver,almenosporelmomento.

—Voy a pasar por alto ese comentario, Debra. —Apoyó ambasmanos en lamesayobservó como su asistente abríamucho los ojos—.Nunca,ycuandodigonuncasignificaquejamáshedudadodeBrenda...

—Entonces,permítemedecirtequenoentiendo tuactitud respectoaella...porque…—Deprontoarqueóunacejaenungestodeincredulidad—.¿Nomelopuedocreer?Estásceloso.

—Serámejorquezanjemosestetemaporhoy.Neillaobservócondetenimiento;laconocíahacíademasiadosaños

y jamás, en ese tiempoque él recordara, habían llegado a una situacióncomoesta.

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Frentea él estaba lamujerque lehabíaenseñadobuenapartede loque él era ahora mismo. Hacía diez minutos que se habían heridoverbalmenteylocuriosoesquehabíasidodeliberadamente,comosicadaunoquisieraponerlascartasenlamesaydecirlaúltimapalabra.

No quería perderla, pero tampoco iba a consentir que Brenda sedistanciasedeél.

Lamujer que tenían ante sí había aumentado considerablemente depesoenlosúltimosañosyéleraplenamenteconscientedelaansiedadylapresión a la que se veía sometida diariamente Debra a causa de suprogramaysueleccióncomocandidatoalapresidencia.

Debralomiródirectamentealosojos,sinmiramientos.—Hagamosuntrato,Neil...—Tú dirás —respondió no muy seguro de que si lo que iba a

escucharleibaagustar.—HablaréconBrenda.—AlverqueelrostrodeNeilseiluminabalo

detuvoconlapalmadelamanoalzada—.ConsigaonoqueBrendavuelvaatrabajaraquí,túirásaveraFarrell,teentrevistarásdeincógnitoconélynegociarássilovesviable.Noquierosorpresasenelfuturo.

LasarrugasalrededordelosojosdeNeilsehicieronmásevidentesyprofundas.

—¿Teparecebien?—¿Mequedaotraopción?Ellapareciómeditarunsegundosurespuesta.—No—respondióconrotundidad.—Me lo imaginaba—alegóNeil sinpoderevitar sentirseabatidoy

acorraladoporlascircunstancias.—NotevoyanegarqueelhechodequeBrendavuelvaaquínome

gustaunápice,peronosoytanarpíacomoparanodarmecuentadequeesamujerteimporta.

—Másdeloquesupones.—Nosoyyonadieparajuzgarla.Miactitudrespectoaellanohasido

muyhalagüeñaquedigamos,peronodeseoquenadaninadiemodifiquenuestrosplanes.

LosojosdeDebralomiraronsinpestañear.—Séqueesimportanteparati...—No sabes cuánto, Neil—le interrumpió—. No eres el único que

tiene una vida propia. Los demás también nos ahogamos en problemas

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soloquetúnoeresconscientedeello.—Debra...—Entonces, ¿tenemos un trato? —interrumpió ella sin querer

profundizarmásenlaconversaciónqueestabanmanteniendo.—Sí...Cumpliréconmiparte.—Mealegrasaberlo.Él siempre se jactabade serunapersona sensatay sabíaque estaba

haciendoeneseinstantelocorrecto.Quizá,porquenorecordabaotra,eralaprimeraconversaciónseriayprofundaqueentablabandesdeelmismoinstantequesehabíanconocido.

—¿Meinvitasauncaféyhablamosdeldiscursoquetienesenunpardedías?

Neilasintió,seincorporóysaliódedetrásdelamesahastallegaralapuertaylaabrió.

—Túprimero—ledijoasuasistente.—Megustaquehayaspilladolaesenciadelaconversación—ledijo

ellacontonoburlescomientrascruzabaelumbraldelapuerta.Porprimeravezenvariashoras,elsenadorCollins,sonrió.

***—Venga,Brenda,noseráparatanto.La voz de Julia se elevó por encima del murmullo de la cafetería

donde estaban desayunando. Brenda solo había pedido un café solo, sinembargoella seestabadandounbanqueteabasedecafeína,hidratosdecarbono y glucosa con los crepes que tenían ante sí recubiertos demermeladadeframbuesaynata.

Brendalaobservócortaruntrozoconsiderabledesudesayunoparadespués llevárselo directamente a la boca. Julia podía comer por dos o,visto lo visto, por tres. Lo quemás la sorprendía es que la abogada notenía un gramo de grasa, era todo fibra; supuso que los genes asiáticoseranmuydiferentesalossuyos;sinofueraasí,noentendíaporqueunasmujereserantanafortunadasalahoradeingerircaloríasynoengordarungramoyotrasconsolodepensarenunpostreyalesapretabaelbotóndelpantalónolacinturilladelafalda.Elmundoparecíamalrepartidoyestodichoenelmásampliosentidodelapalabra.

—Hablo en serio, Julia, no voy a quedarme encerrada en ese...—

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pensóenvariosadjetivosyseinclinóporelmásfehaciente—alucinanteapartamentoesperandoaqueélregrese.Nosoydeesaclasedemujeres.

—Creo…—comenzóadecirJuliaafanándosepormasticardeprisaytragarrápidamenteloqueteníaenlaboca—.Creoquenoloestásviendoenlamismaperspectivaqueél.

—Esoesevidente.—No,nomeentiendes.—Juliadejóeltenedorsobreelplatoytomó

su taza de café por el asa—. ¿Tú crees que un hombre con laresponsabilidaddesenador...—antesdepronunciarelapellidodeNeilseaproximó a Brenda e inclinó su cabeza hasta que sus frentes casi seencontraron, revelando el nombre del senador en un tenue susurro—Collins dejaría todo lo que tiene entre manos para ir a buscarte hastaIrlanda?—Volvióasuposición inicialybebióunsorbodesucaféparacontinuar hablando un segundo después—. Tenías que haberle vistocuandotefuiste,parecíaunleónenjaulado,solomostrabasusdientesynoeraprecisamenteparasonreír.

—Soyconsciente...—No, no lo eres porque si lo fueses no estaríamos teniendo esta

conversación.—Vamos, Julia, ¿qué intentas decirme?—preguntó una impaciente

Brenda.Julia levantó el tenedor que en ese instante tenía atrapado entre los

dedosylaseñalóconél.—Esehombreestálocoportiy,amiparecer,estáceloso.—¿Dequéhablas?—Sino¿porquérazónnoquierequetrabajesparaotros?—SelodejébienclaroenIrlanda.—Ydime,Brenda,siéltehubiesedichoquelopensabaalrespecto,

¿hubiesesvenidoconéldenuevoaWashington?—Claroqueno—objetómolesta.—Ahí lo tienes, amiga —apuntó Julia llevándose un trozo

considerabledecrepealaboca.Brenda laobservómasticarypensóque esamujerno seveía llena

nunca.Acontinuaciónserecostóabatidasobreelrespaldodelasilla.YsiJuliatienerazón…,pensómientrassumiradasepaseabaporel

localquetandemodaparecíaestarahora.Debíaserhorapuntaporquelacafetería,situadaenunadelasprincipalescallesdeCapitalHill,estabaa

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rebosardegente.Lainmensacoladeclientesllegabahastalacalle,lasseiscamareras que atendía la barra no daban a basto para preparar el típicocaféenvasosdeplásticoreciclable.ParaBrendaestecaféeramásaguadoque el europeo; no le extrañaba que los americanos pudiesen tomarcantidadesingentesdeeselíquidonegro,yatanpropagadoensucultura,sinpadecerunaúlceradeestómago.

Un niño, de no más de un año, comenzó a llorar en uno de losextremos de la cafetería, muchos dirigieron la mirada al pequeño. Lamadre azorada y más agotada aún lo intentó calmar con caricias y elchupete que tenía amano, pero le fue imposible; resignada, le cogió enbrazos y automáticamente, el niño cesó su llanto. Así éramos, pensóBrenda,siemprenecesitábamoselcontactodeotrosparacalmarnuestrosmiedos, nuestros anhelos. ¿Es loque lehabíaocurrido a ella respecto aNeil?LapreguntaquedóenelairealescucharlavozdeJulia:

—Una mujer que piensa es una mujer que está llegando aconclusiones—alegó Julia imitando el gesto deBrenda—, y eso asustamuchoaloshombres,créeme.

—Debranodeseaquetrabajeallí,túlosabesmejorquenadie.La abogada se llevó la mano hasta el pelo y se tocó las puntas

distraídamente.—Notevoyanegarquedespuésdetumarchaellaparecíaestarmás

sosegada, incluso podría decir que más simpática, pero fue entoncescuando la balanza se inclinó hacia Neil y créeme cuando te digo queprefieroaDebraenfadadaqueaNeilmalhumoradoyechandofuegoporlabocaylosojos.

AntelacomparaciónqueJuliahizodeNeil,Brendanopudomásquesonreír.

—Elproblemavienecuandoambosestándeuntalanteinsoportable.—Queeselcasoquenosabordaahora.—Exacto. Mujer inteligente —afirmó Julia guiñando un ojo a su

amiga.—TevuelvoarepetirqueDebranomequiereallí.—PeroNeilsí.—Noquierouncampodebatallaenlaoficina...Juliameneólacabeza.—Nomehagasapostar,peroestoymuyseguradequiénvaaganar

estaencrucijada.

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—Muyseguraestás.—Soyabogadaymedejó influirpormi intuición.Sonmuchos los

casosqueganoasí.—De todas formas—Brenda volvió a aproximarse a la mesa y a

apoyar los codos sobre ella—, ¿Podrías recomendarme que empresaspodríannecesitarunarelacionespúblicasquehableperfectamenteespañoleinglés?

Juliatratódeasimilaraquellapreguntaeinclinólacabezacongestesolemne.

—Claroquepuedo.Seríasuncarameloparaalgunasempresas,algoqueNeilvaaevitaratodacosta.

—NoimportaloquedigaohagaNeil.¿Meayudarás?—Dime una cosa... Ese hombre —comentó Julia refiriéndose al

senador—debeserunaasenlacama.Brenda no pudo más que soltar una sonora carcajada antes de

responder.—Nocreoqueesovengaacuentoahora.—Respondeamipregunta.Brenda suspiró profundamente y luego elevó la comisura de los

labioshastaesbozarunasonrisadedientesblancos.—Losuponía—arguyóunaabatidaJulia—,lashayconsuerte.—¿Me ayudarás? —preguntó haciendo desaparecer su sonrisa y

ateniéndosedenuevoaltemaqueteníanentremanos.—Lo haré, pero te aseguro que ya hay alguien más que está

trabajandoenello.—¿Aquéterefieres?—Quemuyprontocompartiremosmesadenuevoeneltrabajo.—Nolocreo.—Y¿túereslaquehanacidoenunpaísdondesedicequehabitaun

duendevestidodeverde?ParaserdeIrlandaeresmuyincrédula.—Soyunapersonaracional,aunqueadmitoqueadorolascostumbres

demipaís,peroesonosignificaquenoconsigaloquequiera.—Entonces,Brenda,bienvenidaalapolítica.

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CAPÍTULO7

Brenda abrió el frigorífico en busca de algo que beber, a pesar de

estar a finales de septiembre, las temperaturas en Washington seguíansiendoaltas.Encontrózumodenaranjaenlaúltimabandejaysedecantópor él. Eran más de las ocho y Neil seguía sin aparecer, como era sucostumbre. No se lo echaba en cara, pero ella necesitaba sentirse útil yarrancaresasensaciónqueaumentabadepesoamedidaquepasaban losdías.Nodeseabaserunamantenida.Vertióelcontenidoenunvasoyselollevóaloslabios.Elsaboragriodelanaranjahizoqueentrecerrarselosojos, pero aún así bebió, a continuación, otro pequeño sorbo.No habíacenado,noteníahambreylasimpleideadeverlatelevisiónnolaatraíaenabsoluto.

Quizáslalecturapudiesereconfortaresosmomentosdesoledad,mástardetomaríaunlibroprestadodelabibliotecadeNeil;aunquesusgustosdistaban seguramente encontraría algo que le hiciese matar las largashoras de espera. No deseaba dormirse sin haber hablado con él. Eraconscientedequeteníanunaconversaciónpendientedesdeesamañana.

Giróel contenidodelvasohastaqueel zumo lamióávidamente lasparedesdecristal,elmovimientoparecióvolversehipnóticoyasumentevolviósuhogarcomounflashcegador.

Debía admitir que echabademenos Irlanda, sus amigas, su familia.HacíamenosdeunahoraquehabíahabladoporteléfonoconJimena,nopudoevitarsentirciertaenvidiaalescucharsutonodevoz.Eraunamujerfeliz, se notaba a leguas, su risa entremezclada con el nombre de suhermano lodecía todo.Nopudoevitar sentirseculpablealpercibir esasemocionescontradictorias.RespiróhondoypensóqueJimenasemerecíalomejor. Se alegraba por ella, al fin y al cabo ya había encontrado elamordesuvida.

Suhermanoysuyarecientecuñadahabíanregresadodesuviajedenovios y se habían instalado, junto a Lua, en casa de Logan. Para susorpresa,Ana seguía viviendo enBarna y, según decía Jimena, parecíaencantada. Su jardín estabamás bonito que nunca. Se alegró demanerainfinitaquelamadredesuamigahubieseencontradoensucasa,unhogar

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enelquevivirycurarsusheridas.EscuchóeltintineodeunasllavesysupodeinmediatoqueNeilestaba

encasa,bebióotrosorbodezumoehizoloquehabíahechoalolargodelosúltimosdíasyqueparecíaquetanbienhabíaperfeccionado:esperar.

Neilaflojóelnudodesucorbata,estabacansadoysucuerpolepedía

agritosunaducha,perotendríaqueesperaraqueelaguacalienterelajasesumusculatura tensa; dejó el maletín en una de las sillas del recibidor.Segúnelporterode losapartamentos,Brendayaestabaencasa.Dios, lanecesitaba más que nunca. Hubiese dado cualquier cosa para rehuir laúltimareunión,pero lehabíasido imposible,eldirectordelWashingtonPostdeseabadesdehacíadíasentrevistarseconél.SegúnDebra,unacitaindiscutiblealaquenopodíaeludir.Nolehabíaquedadootraopciónquequedarse durante una larga hora y concretar ciertos aspectos pendientesparasucampañaelectoral.

La encontró en la cocina.Estaba preciosa con un vestido estival degasaen tonosmarronesqueparecíadar labienvenidaaunotoñoquesenegabaallegar.Ensumano,unvasodezumoyensumirada,unmensajeindescifrable.

—Hola.—Hola—respondióellasindejardemirarle.—Lo siento, Brenda, llego muy tarde —se disculpó tras unos

segundosdesilencio.Brendadejó el vaso sobre la encimeray loobservódetenidamente.

Parecía agotado, Neil se metió las manos en los bolsillos y, acontinuación,reposósumiradaenella,calladamente,depie,muyquieto,esperando quizás un movimiento por parte de ella. Brenda era muyconsciente de que ese "lo siento" englobaba muchas cosas. Se acercódespacio a él, evaluando en todo momento sus rasgos. Si él pareciósorprendido o esperanzado por su proximidad no lo dio a entrever;parecíaesforzarsepormantenerunaexpresiónneutra,peroenelúltimoinstante,cuandolaspuntasdesuspiescoincidieron,sumiradaledelató.

—Séque no lo estoy haciendobien,Brenda, pero te juro porDiosquelointento—leconfesóenuntonotenueacompañadodeunsuspirodederrota.

Brenda buscó su mano en el interior del bolsillo y cuando laencontró,percibiósucalidezyentrelazólosdedosalrededordelosdeél.

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—Noteloestoyponiendofácil.Neilalargólaotramanoyhundiósusdedosenelcabellodeella,que

en ese instante estaban recogidos enunabonita trenza, buscó el final deésta y retiró el prendedor que recogía su precioso pelo, deshizo muydespacio el recogido hasta que su melena quedó como a él le gustaba,libreyacariciandosushombros.

—Debíhabertellamado.—Hubiese sido un detalle—le respondió ella sin ninguna parte de

reprocheporsuparteysinpoderevitarestremecerseantesucontacto.—Lolamento.Intentaréquenovuelvaasuceder.—¿Esunadesuspromesas,senador?Neilnopudomenosquesonreír.Brendalevolvíalocohastatalpunto

que pensó en elevarla sobre la encimera, abrir sus preciosas piernas yadentrarseenellahastaperderse.Soloconellalograbaeseestadoquelepermitíaolvidarsedetodosydetodo.

—Noesunapromesa,másbienintentoqueseaunarealidad.—Creoque...—lesusurróellaacercándosedespacioasuslabiossin

romperelcontactoconsumirada—despuésdetodopuedeconseguirmivoto,senador.

ANeillecostabapensar,centrarseenlaconversación.Antesíteníaala mujer más exquisita que hubiera deseado jamás. Necesitaba besarla,sumergirse en su sabor y perderse en su cuerpo, sin embargo esperópacientemente.

Brenda se envolvió en el círculode los brazosdeNeil, le deseaba,peroantesteníanqueaclararciertosdetallesdesurelación.Atrapóconlosdedoslacorbatadeélycomenzóadeshacerelnudo.Unavezdeshecho,tiródeunodelosextremosdelatelaylodeslizódespacioporelcuellodesucamisa.

Percibiólavulnerabilidaddeéleneseacto.—¿Estásdeacuerdoenquequierotrabajar?Neil intentómantener lacalma,nodeseaba llegara lasituaciónque

habíadesembocadoladiscusióndeestamañana.—Soy consciente de ello, Brenda, y no sabes el esfuerzo que me

suponepensarentodaslasalternativasquemeofreces.Brendasepusodepuntillas,seacercómásaélyfrotósunarizcontra

sucuello.NotócomoelpulsodeNeil seaceleraba, trazóun reguerodetenuesbesosporelcontornodesumandíbula.

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Élsoltóungruñidodesatisfacción.—¿Quévoyahacercontigo,Brenda?—Necesitovalermepormímisma—serespondiómásparasíquea

la pregunta que él le había formulado. Neil sintió el aliento contra suslabios y creyó perderse en un abismo de emociones. Estaba decidido laharía suya en aquella cocina—. Quiero ser Brenda MacKinlay; no laamantedesenadorCollins.

—Punto número uno—le dijo él robando un pequeño beso de suslabiosentreabiertos—:seguirássiendoBrendaMacKinlay;nadaninadiepuededespojartedetuidentidad.Puntonúmerodos:duermescadanocheenlamismacamaqueelsenadorCollinsyvivesbajosutecho,peroesonoteconvierteenmiamante.Eresalgomás,Brenda,muchomás.

Ellasepreguntóqueencerrabaesemuchomás,perolopasóporalto.EstabaclaroqueNeilsentíaporellaalgomásqueesedeseoprimitivoquecompartíancadavezqueyacíanjuntos,perodeahíadecirquelaamabahabíaaúnungrantrecho.

—¿Ypuntonúmerotres...?—preguntóellasinpoderevitarperderseensufraganciadeHérmes.

—¿Númerotres?—Siempre hay tres puntos, senador, o me va a decir que has

cambiadolaregla.—Demomento,dos.—¿Queencierraeltercero?Neilsepreguntólomismo,peronoobtuvorespuesta,noaún,nola

tenía. Brenda cada vez iba tomando más importancia en su vida, leimportaba,noerauncariñopasajero;deesoestabaseguro.Eraalgomás.Habíallegadoapensarenelamor,perotodavíaerapronto.Antesnecesitaconvencerladequeestuviera a su lado;noporquedesconfiara, como lehabíasugeridoDebra,sinoporquehabíadescubiertoqueconBrendaasuladoeramejorpersona.Lamujerqueteníaabrazadalehacíasentirtenerlos pies en la tierra y comprender que no todo se reducía a discursos,política,reunionesysondeos.Lavidaeraalgomás,lahabíasentidoconanterioridad,perodespuésdevarios episodiosnefastosen suvidahabíadecidido disfrazar su día a día con trajes carísimos, zapatos italianos ycorbatasdeseda.Eramásfácildejarsellevarqueenfrentarseconlacrudarealidad.

Laapartóelpelodelacaracondelicadeza.

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—Una vez que encuentres trabajo. ¿Seguirás viviendo, aquí,conmigo?

Seinclinósobreélylobesótímidamente.—Esodepende.—¿De qué depende?—preguntó él a sabiendas de que si tenía que

cambiarunaley, loharíasin lamásmínimaduda, tansoloparaqueellasiguieraasulado.

Brenda se pasó la lengua por el interior de lamejilla y tardó solounossegundosencontestarqueaNeilleparecieroninterminables.

—Dequemeavisaráscuandolleguestarde...Élpareciórelajarseydespuésnopudoevitarsoltarunacarcajada.—Harémásqueeso.Brendaabriólosojoscomoplatosfingiendosorpresa.—Cuando llegue a casa —le dijo despacio, casi acariciando sus

palabras— te haré el amor, primero con ímpetu y después me tomarébuenapartedelanocheparasaboreartepocoapococomosifuerasunatarta de chocolate o hasta que sienta que te derrites en mis brazos. ¿Essuficienteparati,Brenda?

Ellasemordióellabioparaocultarunasonrisa.—Megustalaideadelasnochesenvela,desnudosyatrapadosentre

lassábanas.Neilenterróelrostroensucabelloyrespiróprofundamente.—Creoqueesunbuenmomentoparacomenzarconnuestronuevo

acuerdo,¿nocrees?Larespuestadeellafuereemplazadaporelsonidodelteléfonomóvil

quedescansabaenelfondodeunodelosbolsillosdelpantalóndeNeil.Seapartólosuficienteparaextraerelteléfono.

—Disculpa,losiento.—Soltóunbufido—.Deboresponder.UnasonrisalentayperezosaanidóenloslabiosdeBrenda.Eraalgo

aloqueseteníaqueacostumbrar.Eltiempoquecompartíanjuntosnosepodía comparar al de cualquier pareja que en ese instante caminasenagarradosdelamanoporlacallesinotrapreocupaciónenmentequelalista de la comprao el horario escolar de sushijos.Estar al ladodeunpolíticorequeríapacienciayaqueseveíaninterrumpidosconstantemente.

ObservócomoNeilescuchabaatentamente,trasvariossegundosdijo:—Quelosuban.ÉlsepercatóquedelamiradadeBrendanacíaunbrillodeinterés.

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—Eraelportero.—Delomásoportuno.—Sí.—Éltomósubarbillaenlasmanosparamirarlaalosojos.El

colorde sumirada la fascinaba,aveces le recordabaal azuloscurodelmartraslatormenta,otrasalazulsuavedelcielo,segúnelmomento.Enellos parecía encontrar la libertad que tanto anhelaba al cabo del día—.Creoquetevaagustar,despuésdetodo.

—¿Túcrees?—Suslabiosselevantaronmásporunladoqueporelotrodelaboca.

—Estoyseguro.Eneseinstantesonóeltimbredelapuerta.Neilladejóenlacocinay

sedispusoaabrir.Brenda escuchó voces en el recibidor y un instante después dos

repartidorespasaronconungranbultoendirecciónalsalón.Lacuriosidadpudoconella,saliódelacocinaylossiguió.Neilles

dabaindicacionesdeadóndedebíandirigirse.Ellosparecieroncaptarloala primera porque giraron en la misma dirección sin dudarlo ni uninstante.

Brendapasósumiradadelosdoshombresenbuzoalelementoquemantenían con gran esfuerzo entre las manos. Lo reconoció casi en elacto.HubiesepodidoreconocerunapiezadeOwenencualquierpartedelmundo.Solo él sabíadarle ese aire, ese toque tanpersonal a lamadera.Daba la sensación de que si tocabas sus piezas de artesanía aún podíassentirlasaviadelárbolquehabíasidoutilizadoparadichaobradearte.

Neil la observaba desde el otro extremo del salón. Sus ojos seagrandaronhastallegarasumáximaexpresión,laviosonreírynopudoevitarsentirsesatisfecho.Aquellasonrisaerapurapoesía.Nopudoevitarsentir algomás por ella y deseó con todas sus fuerzas abrazarla en eseinstante.

Una vez que los repartidores se fueron, quitaron el plástico queenvolvíaelbanco.EramáshermosoaúndeloquerecordabaNeil.

—¿Tegusta?—¿Quésimegusta?—Éladvirtiócomolascejasbiendelineadasde

ellasearqueabansorprendidas—.Másqueeso,meencanta.NosabíaquehabíasidoaltallerdeOwen.

—CreoqueesunadelasvisitasobligadasenBarna.Ellasoltóunrespironostálgicoyfemenino.

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—Sindudaloes.Tieneunasmanosqueparecenestartocadasporlamagia.Soloélpuedecrearalgoasí.

—Si lo que intentabas era ponerme celoso que sepas que lo hasconseguido.

LoslabiosdeBrendasecurvaronsuavemente.—Noeramiintención...peromealegrodehaberlohecho.Élriosutilmente.—Gracias—dijo ella. Neil se percató de que a Brenda le costaba

tragar. Estaba emocionada. En su rostro se podía leer toda clase desentimientos encontrados: nostalgia, felicidad, alegría... Se acercó hastaellaydepositóuncálidobesosobresusien.

—Gracias,¿porqué?—Porestafantásticasorpresa.—Sihubiesesabidoqueteibaahacertantailusiónhubiesecomprado

todaslaspiezasdeltaller.ABrendalainvadióunaoleadadecalidezynoporelsimplehecho

dequeNeilleestuvieseabrazandoeneseinstante.Elbancoensíeraprecioso,peroenaquella terrazaparecíahaberse

construidoparaél.—GraciasportraerunpocodeIrlandahastaaquí.Yaatardecía,elcielohabíatomadoprestadosesostonosanaranjados

y rojizos que ofrecía el sol antes de desaparecer.Neil se dejó embrujarporesemomentoysesintióunhombrefelizconBrendaentresusbrazos.

—Hace tiempo que Irlanda llegó a mí en forma de mujer —leconfesóélcontrasupiel.Solofueentoncescuandosuslabiostomaronsubocayéldecidióperderseenella,perderseenelembrujodeunamujerquetrasmuchosañosperdidosensímismoleestabahaciendovolveralavida.

***

Debrasedijoqueeraunavisitamás,peroenelfondosabíaqueno

era cierto. La psiquiatra del centro de desintoxicación en el que estabaingresadasuhija lahabía llamadohacíaaproximadamentemediahoraasudespacho.Lizziehabía tenidootracrisisyestavezerade lasseveras.Reprimió las lágrimas, suspiró varias veces pero, aún así, percibió laenormepresiónenlagargantaquelaimpedíarespirar.

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PorDios,erasupequeña,suLizzie,soloteníadiecinueveañosyyaeraadictaalacocaína.

¿Cuándohabíaocurridoeso?¿Dónde había estado ella cuando su hija esnifaba los cinco

miligramosdeesaputadroga?Eramuyconscientedeello,yaquehacíaseismesesquelaespadade

Damocles había tronzado su vida marcando un antes y un después delsuceso.

Sabía la respuesta, peronopodía evitar hacerse esapreguntaunayotra vez. ¿Acaso no iba de reunión en reunión? Como esa últimamantenida no hacía más de una hora. Neil, Alfred y ella con un altoejecutivoenNewMéxicoenbuscadeapoyoeconómicoparalacampaña.

Laréplicaasupreguntalepareciótaninconexaquenopudomásqueapretar con más fuerza el volante con ambas manos e intentar que laculpabilidadnolaafectaradelleno.

¿QuélehabíadicholadoctoraWestonreferentealaculpabilidadlaúltima vez que había ido a visitar a Lizzie? Intentó recordar laconversación, pero aquel despacho de tonos fríos y mobiliario gris ypocoacogedorsiempreleponíanerviosa.Ahogóunjuramentoeintentónolloraraunquelesorprendíaqueaúnlequedasenlágrimas.

Se dejó llevar por la carretera, la conocía lo suficientemente bienparanoprestarexcesivaatenciónaltráfico.Unsemáforoenrojolahizopisar el freno, a su lado paró un coche descapotable; en ese instante lacapotaestababajadayenél ibancuatroadolescentesescuchandomúsicaenuntonoqueevidenciabaelcomienzodeunafiesta.Elsimplehechodevervariasbolsasrepletasdebotellasconfirmabasuteoría,debíanrondarlosañosdeLizzieyaunqueno legustaba laconductade losmuchachosdeseóquesuhijapudiesedivertirseconsusamigas,fuesedecomprasalcentrocomercialynosetuvieraquepreocuparmásqueelegirelcolordela prenda que iba a comprar; pero la realidad era bien distinta porqueLizziehabíaoptadoporotrocamino,uncaminomáscruelydoloroso,nosolo para ella si no para todos aquellos que la querían. El semáforo sepusoenverde,peroDebranosepercató,sumiradaseguíaenaquelcochedescapotable que arrancaba con una potencia desmedida por una callerepleta de tráfico. Solo la insistente de una bocina la sacó de suensimismamiento, miró por el espejo retrovisor y vio al conductorhaciendoaspavientosconlasmanos.Sedijoquelagentesepreocupabade

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cosas insignificantes,soltóun juramento,nadapropiopara lafutura jefadegabinete,apretóelaceleradorytomórumboalapróximasalida.

Prontollegaríaalaclínicayallínoencontraríaasuniñasinoaunadesconocidaquelamirabadeformaperturbableynisiquieralasaludaría.¿Enquesehabíaconvertidosupequeña?Lizzienosolohabíacaídoenlatrampa mortal de la droga si no que también era víctima del fracasomatrimonialdesuspadres.TantoEdcomoellanosehabíancomportadocomo dos adultos razonables durante los trámites de su divorcio.UtilizaronaLizziecomoescudoymonedadecambiooalmenosesoleconfesóladoctoraenunadelassesiones.Nosepodíacreerquetodoestemaldito proceso que desembocó en la drogadicción hubiese comenzadohacíatantosaños,cuandotansolosuhijateníadiez.Trasleerelinformede la psiquiatra, Debra se sintió destrozada. Podía lograr llevar a unhombre a ser presidente de los Estados Unidos, pero no podía ser unabuenamadreparasuhija.

Apretó losdientesa tiempoquenegabacon lacabeza.Lasensacióndedolordecabezanosehizoesperar.

Recordócontodanitidezeldíaquelallamarondelhospital.NadalehacíapresagiarqueesedíadeprimaveraenNewMéxicosetornaranegroyplomizo trasponerseencontactoconella.HabíanencontradoaLizzieen la residencia universitaria donde cursaba sus estudios de Derecholaboral sin sentido, tirada como unamuñeca en el suelo. Había sido sucompañeradehabitaciónquiénhabíadado lavozdealarma.Despuésdeesa llamada telefónica, elmundo deDebra se desplomó y aún no habíaencontradonadaenlavidasuficientementefuerteparaaferrarse.

TomóelprimervueloparaWashingtonyseexcusóantelospresentesconunadisculpadelomásinsulsa.Neil,preocupadoporsureacción, lapreguntóenunodelosrecesosdelareunión,peroellaledioevasivas.Elsenadorvolvióainsistirasupesar,peroestavezlaréplicadeellafuedelomásdesconsiderada,tantoquehubiesehechocallaraunmuerto.NiélniAlfredhabíanvueltoapreguntarporquedesapareciódeaquelencuentroconesaceleridad.Ellaenel fondose loagradecíaaambos.Suvidaerasuyadenadiemás.Unlemaqueteníayaunospilaresmuyprofundos.

Nuncase lohabíacomentadoaNeil,ni tansiquieraasuexmarido.EdsehabíavueltoacasarconunamujerpocomayorqueLizzie,vivíaenotro estado y hacía unosmeses había sido de nuevo padre. Se preguntóunavezmássielhechodetenerunhermanastrohabíainfluenciadoenla

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actituddesuhijaconrespectoalasdrogaspero,comosiempre,nohallórespuestas.

Era consciente de que debía llamar a su ex marido y contarle losucedido, pero tenía la sensación de que después de nueve añosdistanciadostraseldivorcio,Lizzielepertenecíamásaellaqueaél.

Esperaba que en un futuro esa decisión no le estallase en la cara.Además,sedijoparareconfortarseasímisma,Lizzieduranteestosmesesnohabíapreguntadoporsupadre;claroqueella tampoco lehabíadadoopciónalgunaparaponerseencontactoconél.Otravez lasensacióndeculpabilidad corrió por sus venas. Sacudió la cabeza e intentó que esepensamientonegativosefuesecomohabíavenido.

Teníaundineroahorradoyconayudadesusueldopodía,almenosdemomento, sufragar losgastosde la clínica.Doscientosdólaresaldíaera una cantidad importante de dinero pero, si valía para que su hijavolvieseaserlamisma,pagaríaesacantidadymuchomás.

EsamañanahabíaestadoapuntodeconfesarleaNeil loqueestabaocurriendo, pero en el último momento desistió en ello. No deseabafiltraciones... Joder, ahora estaba pensando más como jefa de prensa yasistente personal que como madre. Golpeó con fuerza el volante paradejarsalirsufrustración.¿Porquénopodíaserunamadrenormal?Dios,Dios,Dios...recitódolorosamentecomounaplegaria.

Estasituaciónlapesabamáscadadía,laibaasfixiandopocoapocoysabíaquesinoseandabaconcuidadoprontopodríaestar sumidaenunprofundohoyodelcualseríadifícilsaliryparaecharlemássalalasuntoahoradebíalidiarconBrenda.¿Porquélasalegríasledurabantanpoco?¿PorquérazónBrendahabíavueltoalavidadeNeil?Estúpida,porqueélfue a su encuentro, se respondió a símisma.Mierda, los hombres eranidiotas en grado sumo. No veían más allá de sus narices. ¿No se dabacuenta que esamujer podía interferir negativamente en suvidapolítica?Brendano eraunamujer sofisticada, no estabapreparadapara el poder.AdemásteníanaFarrellpisándoleslostalones.Lasolaideadepensarenel presidiario le dio escalofríos. Profirió un improperio digno de uncamionero y a continuación buscó aparcamiento. Quitó las llaves delcontactoyantesdeabrirlapuertadesucoche,pensóquehabíallegadoasudestino:asupropioinfierno.

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CAPÍTULO8

ElotoñollegóaWashingtonD.C.comoerasucostumbre,derepente.

CapítolHillyaeraunaciudadembutidaentonosanaranjadosymarrones.Losárboleshabíanquedadocon las ramasdesnudasacausade lasbajastemperaturas que ya daban la bienvenida a la nueva estación otoñal. Larutina había vuelto a la ciudad; los colegios ya habían empezado suhorario habitual y las vacaciones estivales daban paso a lasresponsabilidadesyaretomareltrabajopocoapocohaciéndoteentraraunarealidadtancotidianacomoconocidaportodos,oalmenosesopensóNeilcaminoalapenitenciaria.

Estabanervioso,aunquesabíaqueerauntragoquedebíapasaryquesehabíaalargadoacausadesuintensaagenda.Debraibasentadaasuladoquizámáscalladadelohabitual,peronoledioimportanciayaquetodosellosllevabantensosvariosdías.PeterconducíayAlfredibadecopiloto;sololavozdellocutorderadiorompíaelsilenciosepulcral.

NopudoevitarpensarenBrenda.Esamañanalehabíadespertadoconbesosyarrumacos;laspiernasdeellaaúnseguíanenrolladasensucinturacuando la abrazó y se impregnó de su olor; todavía podía oír su risacantarinacuandotomóladecisióncolocarladebajodesucuerpoyhacerlaelamor;leencantabaverlaasí,felizyreceptiva.

Sabía por Julia que había mantenido varias entrevistas con otrascompañíasysociedades;sejuróquenometeríabazayporahoraloestabacumpliendo.Noobstante,elhechodequeellanorecibieseunarespuestaafirmativaporpartedelasempresaslesatisfacíaensumogrado.Aunquedebía reconocer que aún era pronto. Los jefes de personal tenían porcostumbre realizar cientos de entrevistas antes de tomar una decisióndefinitiva,ymásaúnsinoteníasningúntipoderecomendación,queerael caso de Brenda; aunque era consciente de que el tiempo se agotaba.Brenda era unamujermuy inteligente, con un currículo sobresaliente yprontoalguiensedaríacuenta;entoncesparaélseríayademasiadotarde.Debra lehabía aseguradoque cumpliría suparteunavezque él hubiesehabladoconFarrell.

Deseóquepasaserápidamentelamañana.Trasunashorasdesuplicio

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porsuparte, todo terminaríaparabieny lasaguasvolveríanasucauce.Nodeseabanadamásenelmundoquesabersede la tranquilidaddequeBrendaseibaaquedarasulado.

Llegaronalahoraacordada,elcochesedetuvoanteunagranverjademásdetresmetrosdealtura;elguardiadeseguridadbajólacabezayobservóelinteriordelcoche.Debióparecerconformeporquelesdiolosbuenosdías,aunquelamiradaibasiempredirigidahacíaNeil.

—Yaleestánesperando,señor.Neil asintió y Peter, acto seguido, cerró la ventanilla, pisó el

acelerador y solo se detuvo al llegar a una de las puertas traseras deledificio.Todoestabaestudiado.Neilnoentraríaporlapuertaprincipalyaquepodíaquedarexpuestoyvulnerableacualquierpaparazziquepudieserondar los alrededores, puesto que Farrell aún era noticia y muchascadenasdetelevisiónabríansusinformativosconlaimagendelmagnateenportadaacausadelosnuevosfiascosfiscalesqueseibandescubriendoamedidaqueeljuezibainvestigandosuscuentas.

Debra no deseaba que el senador entrase solo y descartó desde unprincipioalosescoltasyaquelachusmaquehabíaallíencerradapodíanolerlosavariasmillasdedistanciaynodeseabaniunsolorumorfueradeesas paredes. Quería un encuentro casual, por esa misma razón, y trashablarloconAlfred,habíandecididoqueseríaPeterquiénacompañasealsenador al interior de la cárcel. El chófer además de conducir bien eraexperto en artesmarcialesyun tirador con experiencia.SeríaunavisitadiscretapuestoqueniNeilniPeteribanvestidosdetrajey,porlotanto,nollamaríanlaatención.

—Eldirectorestáal tantode lavisita—ledijoDebraunavezenelexteriormientrassucuerposeaclimatabaalvientofríoquesoplabaenelpáramodondeestabasituadalapenitenciaria.

Neil asintió mientras se ajustaba el cuello del abrigo; lastemperaturashabíabajadodeunamaneracasialarmanteenpocosdías.

—Julia está ya dentro y os está esperando—continuó diciendo lamujer—, con Farell solo estará su abogado.No quiero que te quedes asolasconél.¿Mehasentendido?

—Altoyclaro.—Noestáesposadoyharequeridoquelaentrevistanoserealiceen

la sala común destinada a estos menesteres, se hará en una estanciaprivada.

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Neil sepreguntó cuántopoder tenía aúnFarrell para conseguirquesusdeseosfuesenllevadosacaboaúnestandoentrerejas.

—Solo hay dos guardias de la máxima confianza del director queestarán controlando la situación —recalcó Debra—. Intenta dirigirsiempre laconversación,Neil.Notengoni ideade loquequiereaunquehablódeunasfotografías;imaginoqueseaunfarol,peroquieroquitarmeaesetipodeencimadeunavezportodas.

—Bien—fuelaescuetarespuestadelsenador.Neilavanzóconpasodecidido,Peteryaloesperabaenlapuerta,iba

acruzarelumbralcuandoDebralollamó.Neil se giró y pudo ver que la mujer estaba hecha un manojo de

nervios.Suasistenteestabaacostumbradaallevarelcontroldetodoyestavez la situaciónno la requería a ella.Algoque la debía estar comiendopordentro.Lefastidióquedudasedeél.

—Recuerda que puedes ser el próximo presidente de los EstadosUnidosdeAmérica.Actúacomotal.

—Intentaspresionarme,Debra.Lamujerparecióvacilarantesdecontestar.—No,Neil, solo te informode loshechos.Asíquepor el amorde

Diostomalasriendasdelasuntodesdeunprincipio.Élnosupocomotomarselaadvertencia,peroeneseprecisoinstante

reírseestabafueradelguión.—Neil...—Debra, me has dado todas las instrucciones necesarias; ahora

déjamehaceramí...yyoquetúmeiríaalmédicoparaquetehicieseunaspruebasdelsistemadigestivo.

TantoAlfredcomoellalemirarondeformainquisitiva.—Sinotienesunaúlceradeestómago,prontoteladiagnosticarán,y

yoquetútomaríaprecauciones.Másvaleprevenirquecurar.Debra no tuvo opción a réplica porque el senador ya había

desaparecidojuntoaPeteralinteriordelapenitenciaría.Neil anduvo con paso firme, las puertas cerradas con llave no le

inquietaban lo más mínimo. Esperó pacientemente a que el guardia deseguridad,quesegúnDebraerahombredeconfianzadeldirector,buscaselallavepertinente.Peterestabaasulado,yelhechodequenoprofirieseniunasolafrasenolepreocupópuestoquesuchófereraunapersonade

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pocaspalabras.El guardia abrió la puerta y esperó a que los dos hombres que le

acompañabanlatraspasaran.—Estamos cerca —les dijo como si quisiera romper un poco la

tensióndelmomento.Ni Neil ni Peter respondieron. Simplemente se concentraron en

seguirsuspasos.Neil encontró a Farrell en una pequeña sala, no tenía grilletes y su

actitudindicabaquenoestabanerviosoporlaentrevistaqueseibaallevara cabo en unos minutos. Estaba sentado en una silla con las piernasextendidas;alverloentrarnoseinmutónilevantó,sololerecibióconunasonrisaladeadaquesepodíatraducirmásbiencomoirónica.Elpequeñoespaciodondeibaatenerlugarelencuentrohabíaescasosmuebles.Neilse fijo que todo sumobiliario consistía en dos sillas, unamesa y sobreesta un ceniceroplateadoqueparecía dehojalata peroqueno tocóparacomprobarlo.Laluzentrabaaraudalesatravésdeunaventanaquehabíaal fondo y a través del cristal se podían apreciar las gruesas barras dehierro soldadas que formaban en su conjunto unas rejas difícilmentesalvables.

AlladodeFarrellseencontrabaunhombreconunacalvicieevidenteyuntrajedeloscarosaunquedudabaquefuesedefirma,Neilsupusoqueerasuabogado,peronolopudoasegurarporquenadieselepresentó.Enese instante llegó Julia, se intuía que venía a toda prisa porque suspómulosestabanteñidosdeunrojointenso.Peterladejópasar.

—Siento llegar tarde...—seexcusóponiendo toda suatenciónenelsenador—.Heestadoultimandounosdetallesconeldirector...

—Nopasanada,Julia,terminemosconestodeunavez.Neil arrastró una silla, sus patas arañaron un suelo linóleo que

parecía haber vividosmejores tiempos. Una vez sentado centró toda suatención en Farrell. Era consciente que aún no se habían dirigido lapalabrayNeilpensóqueesodebíaserpartedelaestrategia.

PaulFarrellestabamásdelgadoydemacradoquelaúltimavezquesehabíanvisto.Habíasidoenunaveladadondeelcubiertosuperabalosmildólares por cabeza.La ocasión lomerecía porque consistía en recaudarfondosparaunaenfermedadqueestabadevastandoalasociedaddelsigloXXI:elcáncer.

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RecordabaqueesafuelaúltimaocasiónquehabíanasistidoCindyyél a una fiesta. Después de esa noche se habían distanciado y él, a sumanera,habíadadoporterminadasurelación.Cindyhabíabebidomásdelacuentaylacorazademujersensualyafablediopasoaladefríaysinescrúpulos.Nopodíapasarselavidaconunamujercomoaquellaaunquepara Debra resultase perfecta cara al público y la Casa Blanca. En eseinesperadomomento,laimagendeBrendainvadiósumente;algoquelereconfortóy leobligóacomenzaruna tareade laqueno se sentíaparanadaorgulloso.

—Tú dirás, Farrell, no tengo mucho tiempo; así que adminístralobien.

Farrelsacóuncigarrillodelbolsillosuperiordesutrajenaranjadepresidiarioyloencendiómientrasleobservabadetenidamente.

—Megustaríaqueestaconversaciónfueseprivada.—No—lavozdeJuliasehizooíraltoyfuerteenlasalainclusosu

ecopareció retumbar en las paredes—,no lo vamos a permitir, Farrell,¿lohaentendido?Enningúnmomentodijoqueibaaserunencuentrosintestigos.

—Hecambiadodeidea—dijoconacritudelpreso.Neilleestudiódetenidamente.Farrellnoibaacambiardeopinión,lo

podía leer en sus ojos y por ahora el hombre que tenía ante sí tenía lasartén por el mango; lo mejor era ceder aunque supuso que Debra leabofetearía en ese instante por el simple hecho de desobedecer susconsejos.

—Déjennossolos.—Senador... —la voz de Julia era más bien de advertencia que de

sorpresa.—Estarébien,Julia,nocreoqueelseñorFarrelloculteningúnarma

bajosutrajedepresidiario.Farrellsonriómásparasíqueparalosdemás;dejóqueelhumodel

cigarroseescaparadesubocahastalanariz.—Senador...—leamonestólaabogada.—Peter,sácaladeaquí.AcataremoslavoluntaddelseñorFarrell,por

elmomento.SiNeilesperabaalgúntipodereticenciaporpartedesuchófer,nola

encontró.Hizoloqueseleordenóapesardelaresistenciadelaabogadaporsalirdeaquelcubículo,porquenoselepodíallamardeotramanera

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aquellasalagriseinfestadegérmenesysuciedad.ElabogadodeFarrellantesdemarcharleentregóuncartapacioasu

cliente y este lo recogió sin ningún género de dudas. Al salir ni tansiquierasedespidió.

—Yaestamosdondequerías,Farrell,dimedeunapuñeteravezaquevieneesteespectáculo.

—NohaspreguntadoporCindy.Laafirmaciónlecogióporsorpresa.—Me has hecho venir hasta aquí para hablar de tu hija; no me lo

puedocreer.—Neilnegóvariasvecesconlacabezaysellevólosdedosasusojoscansados.

—No exactamente. —Farrell empezó a fruncir poco a poco elentrecejohastaquesufrentesearrugoporcompleto—.Eseesunodelostemasquedeseodiscutircontigo.

—Siento decirte que llegas tarde. Cindy y yo no tenemos ningunarelaciónytepuedoasegurarquehacemesesquenosédeella;porlotantonotengonadaquedeciralrespecto.

Farrellencendióotrocigarrilloconlasascuasdelprimero.Neilaspiróunpocodelhumodelcigarrillo,peronodioaentender

quelemolestaba.—NoestásenelCongreso,senador,porlotantonoutiliceseseego

conmigo.—Estáshaciendoquepierdaeltiempo.Farrell se centróenel cigarrilloquizá tiemposuficienteparahacer

perder la paciencia aNeil. Cuando parecía que no iba amover un solomúsculo abrió el cartapacio y extrajo de él varias fotografías, se lasofrecióyNeillasaceptó.Deseabaterminardeunavezportodasconestamierdadeencuentro.

Lasgiróyloqueencontróenellas,lehelólasangre.—¿Teresultanfamiliares,senador?Neilintentótragarsaliva,perounnudoenlagargantaseloimpedía.

Nosepodíacreerqueelpasadolegolpeaseconesadurezayfuerzatrastantosañosintentandoolvidaraquellaescena.

Esas fotografías le llevaban a su época de marine. Allí había sidofelizhastaaqueldesafortunadomomento.EnlaimagenseveíaaJacksonenel suelocon losojosabiertosy sinvida.Sucabezaestabaatravesadaporundisparodebala,llevabaeluniformedelosmarines;lorecordaba

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talycomolohabíavivido,elcharcodesangrellamósuatención,comohabíaocurridocuandolohabíavistoenpersona.Eneseinstante,incluso,pudoolerelhedormetálicodellíquidoambarinosobreelazulejoblancodondeyacíaquiénfuesucompañero.

Habíasidounsuicidio,deesoestabaseguro,perorecordóquetodaslasmirassevolvieroncontraél.Su tíohabíadadocarpetazoalasuntoynunca se presentaron cargos contra él, pero esa pesadilla seguíapersiguiéndoletodavíaynopodíahacernadaparahacerladesaparecer.

MuchoshabíanvistocomoélyJackson,elhombremuerto,sehabíanpeleado esa mañana en las duchas. Su compañero llevaba días sinencontrarsebienyNeilsupusoquelafaltadevaliumteníamuchoquever.Díasantes,buscandounbolígrafo,habíadescubiertovariosfrascosvacíosdebajodelcolchón,peronoalertóasussuperioresyahorasearrepentía.Nolejuzgóenesemomento,lavidamilitarnoerafácilparanadieyaúnmenos para su compañero de litera, un tipo apático y depresivo que sepasabalamayorpartedelashorassilbandolamismacanción.

Jacksondebíadetenerunmonodeimpresión,acausadenoingerirlasdrogasqueleexigíasucerebro,enelmomentoquesellevócañóndelarmaalasienysedisparó.

Nunca supo, solo quizá por circunstancias de la vida, que él searrepintió en el últimomomento, que decidió que no podía jugar a serDiosyenesemismoinstantedesanduvoelpasillo,sedespidiódesusdosmejores amigos con un hasta luego y regresó a la habitación quecompartíanparadevolverleelvalium.Cuandollegóyseencontróconlaescena, no supo cómo actuar. El cerebro parecía habérsele bloqueado ylosmúsculosatrofiado.Nohabíansidomásquemilésimasdesegundos,en el fondo lo sabía, pero para él fue unmomento interminable, le vioapuntándoseconelcañónenlasien;eneseinstantesucompañeroestabaserio,conunrictusamargoenlaboca,noletemblabaelpulso,lomirabacomosilosojosselepudiesensalirdelasórbitasdeunmomentoaotro.Fuetodomuydeprisa.Neilestaveznolopensó,gritósunombreycorriódespavorido a su encuentro, pero ya era demasiado tarde. Luchó contraviento ymarea para arrebatarle el arma, no obstante no lo consiguió yJackson apretó el gatillo cuandoNeil intentaba atrapar el revólver entresus manos. El cuerpo de su compañero se desplomó entre sus brazoscomoun sacohasta sus pies y lo arrastró con él al suelo. Jamáspodríaborraresa imagendesumente.Avecesse imaginabaqueeracomouna

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penitenciaqueteníaquepagarporquerercontrolarlavidadelosotros. El arma quedó aferrada entre sus manos. Así es como les

encontraronDonovanyTyler,susdosmejoresamigosenelcuerpoydeloscualessehabíadespedidoescasosminutosantesenelpasillo;minutosmástarde,nosehicieronesperar,llegaronlossuperiores.

Después de eso, todo se sucedió como una pesadilla si no hubiesesidoporsutíoqueenesosmomentoserasenador,élhubiesepasadoporunjuiciomilitaryasabercualhubiesesidolasentencia.Sumenteledecíaquenoeraparanadaculpable,sualma,encambio,ledecíalocontrario.

—Veo que reconoces al hombre que está bañado en un charco desangre.

—¿Quéquieres,Farrell?—Qué me saques de aquí —le dijo aspirando de nuevo con más

fuerzaelcigarrillo.—Sabesqueesonoesposible,noestáenmimano.—Podrías verte envuelto en un juicio por asesinato. ¿No lo has

pensado?Neil escuchó como las ruedas de un carro se deslizaban por el

pasillo. La puerta amortiguaba parte del ruido, pero supo que cada vezestabamáscerca.

—Lopiensotodoslosdíasdemivida,perosoyinocente,yonotuvenada que ver —dijo al leer su nombre en el informe que le habíaentregadoFarrell—.Esaguapasada.

—Podríahacertemuchodaño.—Inténtalo,nollegaráslejos—Neilledesafióconlamirada.Quizá

no quisiera ayudar a Farrell, no obstante si el caso salía a la luz, élmoveríasuspropioshilosparasacarsuculodetodaaquellamierda.

Farrell pareció entender y tiró el cigarrillo al suelo, en vez deapagarle en el ceniceroquehabía sobre lamesa.Así eraFarrell, seguíasuspropiasreglasinclusoenlacárcel.

—Creo que hemos terminado nuestra conversación —alegó conintención de largarse de un vez de aquel pestilente lugar. Esperaba queFarrellsepudrieseentreesascuatroparedes.

—Aúnnoheterminado.—Nopuedoperdermáseltiempocontigo...—Heoídoqueen tuvidahayunanuevamujer...—legustóverque

estavezsehabíaquedadosinaliento.Parecíahaberencontradoporfinsu

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puntodébil—.¿Cómose llama?—Chasqueó losdedos comosi conesegesto le trajese el nombre que andaba buscando—. Ah, sí... BrendaMacKinlay,unamujerbellísima,senador,tengoqueconfesarquetieneungustoexquisitoconlasféminas.

—Notepases,Farrell.Brendanotienenadaqueverconesto.—Pero tiene que ver contigo y me interesa, senador, y mucho.

Digamosquesinomeechasuncable,esapreciosamujerqueseabredepiernasparaticadanochepuedeaparecer...—señalólafotodeJacksonenlafotografía.

—¡Maldita sea, hijo de puta, cómo te atreves! —Farrell no le viovenircuandoquisopercatarsedeloqueestabasucediendo,Neilleestabasujetandodelacamisadepresidiarioylozarandeabadeunladoparaotro—. Has cometido tantos delitos que tus huesos se pudrirán entre estascuatro paredes. Quizá deberías haberlo pensado antes y no meterte enjuegossucios.Losdelitossepaganconlacárcel.

Farrell intentó zafarse de la presión a la que se veía sometido. Sinembargo,Neilerapuromúsculoyveinteañosmásjoven.

—¡Cuidado,senador,lospresostambiéntenemosderechosylosestásincumpliendo!

Neillomiróasqueado.—Otros han cometidomayores delitos que losmíos y están en la

calle.—Esos otros, como tú los denominas, terminarán cayendo tarde o

temprano, te lo aseguro. Solo es cuestión de tiempo—le contestó Neilentredientes.

AlverqueaFarrelllecostabarespirarlosoltó,elhombrediovariostraspiéshacíaatrás,peronocayóalsuelo.

—Túcometisteunasesinatoyestáslibre—vociferófueradesí.—Yonomatéa Jackson.Fueelmismoquienacabócon suvida—

replicóNeilnerviosoporhaberperdidolospapeles.Selimpiólaspalmasdelasmanosenelabrigo.

—Entiestá,senador,omeayudasoBrendaMacKinlayseráhistoria.—Legustóverelbrillorelámpagoenlosojosdelsenador—Aunquenolocreasaúnpuedomenearmuchoshilosdesdeaquídentro.

—Noteatrevasatocarlaotejuroque...—¿Qué?—adujo con una sonrisa lacónica—. ¿Terminaré con mis

huesosenlacárcel?Paraesollegastarde,senador.

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ANeil le dolían lamandíbula de apretar tanto los dientes. El ver aBrendametidaenesteembrollo lo sacabadequicio.Tomóairecondosaspiracionesprofundasparacontenersumalgenio.

—Teharéviviruninfiernoporquenosabrásenquédirecciónvendráelpeligro, te lo juro, senador.Yomepudriréaquí,peroalguien loharábajotierra—dijoseñalandounadelasfotosdesperdigadassobrelamesa.Esotelojuroporlomássagradoquetengo,mihija.

Neil desvió la atención hacía el lugar indicado, ver allí la foto deBrendafuecomorevivirunadesuspeorespesadillas.Ellaestabapreciosacon sus ojos azules muy abiertos y una sonrisa hipnotizadora en loslabios.

—No te acerques a ella, Farrell, estás avisado —adujo nerviosointentandoquelavoznoletemblase.

—¡Sácamedeaquí!—¡No!—Maldita sea, Collins —le dijo el preso refiriéndose a él por

primeravezporsuapellido—.¿Estuúltimapalabra?—No,Farrell,miúltimapalabraesquenoteacerquesaellaporque

siletocasunpelo—levantóeldedoíndiceconénfasis—,unsolopelo,telasverásconmigo.¿Tehaquedadoclaro?

Neil no esperó respuesta alguna, cogió la fotografía de Brenda, ladobló a la mitad y se la guardó en el bolsillo de su abrigo. Las otrasinstantáneas le traían sin cuidado, Jackson ya llevabamuerto demasiadotiempo y ya nada podía hacer por él. Sin más, abrió la puerta y, actoseguido,seapoyóenlaparedcansado.Julia,alverlo,seprecipitóhastaélyPeterformóunescudoalrededordeellos.ElabogadodeFarrellentróinmediatamente a la sala. De pronto su corazón pareció detenerse uninstantey,unsegundodespués,todalasangrelebombeódirectamentealacabeza.ElnombredeBrendaresonóensumentehastaconvertirseenunecoamortiguado.EraconscientedequeFarrellteníamediosparahacerlesufrir;selohabíademostradoconcreces.

—¿Estásbien?LavozdeJulialedevolvióalarealidad.La abogada parecía preocupada, sus pómulos rosados habían

desaparecidoparadarlugarauncolorblanquecinoyceniciento.—Tenemosqueirnos,tenemosqueirnosya—volvióarepetircomo

sihastasupropiavozlefueseextrañaasusoídos.

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SeprecipitóporelpasilloseguidodeJuliayPeter.Necesitaoxígeno,necesitabaairepurooseasfixiaríaallídentro,enaquelputoinfierno.

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CAPÍTULO9

—¡QuieroaBrendaenlaoficinaya!¿Lohasentendido,Debra?¿Lo

hasentendido?—volvióarepetirfueradesí.LamujeralaquegritabaNeilsequedóparadaallídepie,intentando

buscarunalógicaaesaalargadaretahíladeimproperiosquepreferíandelabocadelsenador.Solo lehabíavistoasíenunaocasióny fuecuandoBrenda semarchóde improvisto a Irlanda.Nopintababien, la situaciónparecíasacadadecontexto.

Unsegundodespués, lamiradadeDebrase tornóa ladeJulia,queteníaelpresentimientoqueseibaadesmayardeunmomentoaotro;dabalasensacióndequesinofueraporPeter,quelasujetabaporlacinturayelbrazo,caeríadeinmediatoalsuelo.

—¡¿Quépuñetashaocurridoahídentro?!—¡Yate lohedicho!QuieroaBrendaen laoficina,ya,estamisma

tarde —vociferó Neil pasándose la mano por la frente casi condesesperación.

—Neil,esonoexplicaloocurrido—intentóquesuvozsonasemássuave,inclusomásmaternal.

Neilcruzóunamiradamohínahacíaella.Estabafueradesí.Esehijodeputasehabíaatrevidoaamenazarle.Sedirigióhastaelcocheyposólamano sobre el capó, como si de pronto le faltaran las fuerzas. Eraconsciente queAlfred yDebra le observaban como si en ese instante lehubiesen salido dos cabezas. Julia y Peter parecían tener unamirada decomprensiónpuestoque les había puesto en antecedentes de la situaciónantesdesaliralexterior.

—MehaamenazadoconmataraBrendasinoaceptosuscondiciones—dijomásparasíqueparalosdemásmientrasserestregabalacaraconlapalmadelamano.

Cuatro pares de ojos le miraron asombrados; pudo sentir sudesconcierto,nolesculpaba,élhabíasufridolomismominutosantes.

—Esonohubieseocurridosinohubiesesinsistidoenhablarasolascon él —alegó Julia con los ojos entrecerrados y separándose con unrápidomovimiento de Peter. En el instante que lo hizo, se lamentó por

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ello.—¡¿Tehasquedadoasolasconél!?—inquiriómordazDebra—.¿No

escuchasloquetedigo?¿Paraquiénnaricescreesquehablo?AntesdequeNeilpudieseresponder,elchóferhabló:—Deberíamossalirdeaquí,señor.TodosmiraronsorprendidosaPeter.Generalmentenoeraunhombre

muy hablador y no solía dar su opinión sobre nada que no se lepreguntase.Dabalasensacióndequesoloselimitabaacumplirórdenes.

—Sí,creoquetienesrazón,Peter—comentóNeilenuntonoduroyquenollevabaaningúntipoderéplica—.Lasparedessuelenteneroídosyesto debería quedar entre nosotros —adujo Neil, convencido de quemarcharsedeallíeralomejorquepodíanhacerenesemomento.

—Acompañaré a Julia a su casa —se ofreció Alfred al ver en elestado de nervios que se encontraba la abogada—. Peter, llévalos a laoficina,nosencontraremosallí.

Elchóferasintióconunmovimientoenérgicodecabezaysedirigióraudo al vehículo, no sin antes comprobar que Julia se encontrabamástranquila.

Los demás le imitaron, ocuparon sus asientos y salieron a unavelocidadmayordelaexigidadelrecintopenitenciario.

—Necesito saber lo que ha ocurrido con Farrell, Neil —preguntó

algo más calmada Debra—. No llego a entender por qué razón te haamenazadoconasesinaraBrenda.Esalgodelocos,sinsentido—dijoenel último momento como si hablara más para sí misma que para susinterlocutores.

UnlatidodedolorcadavezmásintensoatravesóelcerebrodeNeil.Pormásque repasaba la conversaciónmantenida conFarrell unayotravez,noleencontrabasentidoatodoloqueestabaocurriendo.

—¿Neil...?—volvióapreguntarDebrasentadaasuladoenelasientotraserodelcoche.

Él intentó narrar con todo lujo de detalles la conversación,exceptuandoquizáselsuicidiodeJackson,eso lohizodepasadaaunquesabíaquenoteníanadaqueesconder,nohabíanadaqueleimportasetantocomolaseguridaddeBrenda.

—Quierequelesaquedelacárcel.Quedarexentodeloscargosquele acusan—dijo un segundodespués como si en esa frase se resumiera

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todoloacontecidoenaquellacelda.DebrapercibióeldolorenlavozdeNeil.Sufría,lopodíaapreciaren

sus gestos, en su mirada y en su lenguaje corporal. Después de habersalidode la entrevista, toda la rabiaparecíahaberseextinguidoparadarlugaraunepisodiodecongojaydesconsuelo.

—Esoesinviable.—Loséyéllosabe.—Tendrá cientos de copias de esas fotos. Cuéntame más detalles

sobrelodelamarina.Debralovioasentirparadespuésapretarlamandíbula,sufrustración

resultó ser del todo palpable. Decidió describir con lujo de detalles elepisodio. Minutos antes había sido escueto en sus palabras, no deseabaprofundizareneltema,peroyateníalaimpresióndequeaDebraesonolebastaría.

—¿Recuerdas que te comenté que había estado en lamarina?—Serecostóenelasientoycerrólosojos—.Micompañerodeliterasesuicidódelantedemisnarices.—EscuchóelgritoahogadodeDebra,noobstantedecidiócontinuar—.Quisieronendosarmeelmuerto,nuncamejordicho.—Nopudoevitarsoltarunaespeciederisaantesdetomarairedenuevo—.Mitíotapótodoelasunto,peroesonoesloquemepreocupa,Debra.Puede venir hacía mí, arrebatarme mi dignidad e incluso mi carrerapolítica,peroBrenda...no,porfavor,Brenda,no—selamentó.

—Farrell sabe que puerta tocar y nos da a entender que él pone elcampo, las reglas y el bate—comentó resignada lamujer desviando lamiradaa loscristales tintadosdelaventanilla.Reconocíael lugarporelcualestabanpasando.Nopudoevitarpensarqueunahoraantes todoeradiferente.Enesoteníaexperienciayeraconscientedequesilascosasibanmalsiemprepodíanirapeor.

Cerrólosojosyseordenótranquilizarse.Sopesó lo que le había contado Neil referente a su pasado en la

marina. No era el momento para echarle en cara que ella debía saberabsolutamente todo lo referente a su vida. Por Dios, si podía ir acomprarleropainteriorynotendríaquepensaryaquesabíaquemarcadecalzoncillos usaba y que talla. Ser político consistía en eso, en no tenervida propia, algo que la preocupaba ymucho porque es lo que parecíaestarbuscandodesesperadamenteelsenadorCollinsduranteestosúltimosmeses. Pensó en su hija Lizzie y sintió la necesidad de saber a cuánto

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ascenderíalapróximafacturadelaclínica.BrendaerasumamenteimportanteparaNeil,elsimplehechodeverlo

así se lo confirmaba. Podría hacer cualquier movimiento a favor o encontra de la política y ella necesitaba el dinero más que nunca. DebíapagarloscostosdelacarísimaclínicadondeestabaingresadaLizzie.Lasimple idea de que Neil se viniese abajo la asustaba de una formaalarmante.

—¿Qué podemos hacer? —preguntó ella abriendo los ojos derepente.

—Deberíamos activar el GPS del teléfono móvil de la señoritaMacKinlay,señor.

Tanto Neil como Debra no dudaron en adelantarse de sus asientosparaescucharloqueteníaquedecirPeter.

—Esunasolución,peroBrendaseguirásinestarsegura—dijoNeilintentando que desapareciera la presión que le ocasionaba el dolor decabeza.

—Menosesnada,senador—alegóelchófer.—¿Podrías tú ocuparte de eso? —le preguntó Neil cambiando de

posiciónparapodertenerunavisiónmejordesurostro.—Es sencillo, señor.Así podríamos triangular su posición en todo

momento.—Sí,sípodría.Noparececomplicado.—Noesunaideadescabellada—comentóDebraunpocomássegura

desímisma.—Peter,apartirdehoy,mientrasnoestéyoconella,teocuparásde

la seguridad de la señorita MacKinlay —afirmó mientras su cerebrobuscabauna solución a este atolladero.SiFarrell imponía sus reglas, éltendríaquehacerlomismo.

—¿Señor?—Yo puedo conducir mi propio coche—dijo Neil pensando en el

InfinityEX37 de última gama que tenía guardado en el garaje para lassalidasensolitariodelascualescadavezseprodigabamenos.AlverqueDebraibaaprotestar,añadió:

—Alguna que otra vez puede venir a buscarme Alfred. Es mejorjugaraldespiste.

—Enesoestoydeacuerdo,señor.—Gracias,Peter.

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Elchóferagradeció laspalabrasdelsenadorconunamediasonrisareflejadaenelespejoretrovisor.

—¿DasaentenderqueseráPeterquiénseocupede laseguridaddeBrenda? ¿Yquéhayde ti?Esperoque comprendasquenoveo aAlfredempuñando una pistola contra tus atacantes y diciéndote que te tires alsueloparaprotegerte.

AntelaimagendeAlfreddefendiéndole,Neilnotuvomásremedioquesonreír.

—Másbienseríaelcasocontrario.—Aesomerefiero,Neil.—Nodebespreocupartetanto,Debra,nosoysuobjetivo,vanaporlo

quemásmeduele.VanaporBrenda.—Elsimplehechodepronunciarsunombreenunasituaciónqueimplicabatantoriesgo,loconsumía.

Al ver que su asistente comenzaba a arrugar el ceño,Neil no pudomásqueargumentarsusafirmaciones.

—Vamos,Debra,tenecesitoycreoqueestavezmásquenunca.Supoqueseestabaablandandocuandosumiradasevolvióadirigira

laventanillaynoaél.—HablaréconBrenda.—Parecíaresignada.—Contabaconello.—Trazaremosunplanparasuseguridad.Peter,encárgatedeello,y

reforzaremoslavigilanciaenelapartamento,enlaoficinayalrededores.—Seráunplacer,señora.—Siempremehagustadocuandoteponesadarórdenes.—¡Esonoesverdad!—exclamóellairritada.—Bueno... en cierto modo lo es porque al fin al cabo siempre

hacemosloquetúdeseas.Seríasunamaravillosapresidenta.—No,noteequivoques,túseráselPresidenteyyotutocapelotasen

gradosumo,queparaelcaso...NopudocontinuarporquesudiatribadioporfinalizadacuandoPeter

la irrumpió con una carcajada como nunca lo había hecho. Segundosdespués,rioconmásfuerzayNeilnotuvomásopciónquedevolverlelasonrisa,paraentoncesDebraparecíaqueibaaecharhumodeunmomentoaotroporlasorejas.

***

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—¿Está seguroque eso es lo quequiere?—lepreguntóRyley a sucliente.

—Sí,malditasea,tanextrañoesdeentender.—Noesunplanquepueda salirbien. ¿Sabe lapenadeañosque le

puedencaersidescubrenqueustedestádetrásdeunsecuestroo,enelcasodequesalgamal,deunasesinato?

PaulFarrelldiounacaladaprofundaasucigarro.Eracurioso,perolo único que deseaba sentir ahora mismo era el aire limpio en suspulmonesfueradelabazofiaenlaquellevabarecluidovariosmeses;elhechodepensarqueteníaquepasarentrerejasvariosañosledesquiciaba.Necesitabasentirseotravezél,irafiestas,acudirareuniones,tirardesuagendayacostarseconunamujeromejordosalavez;debíareconocerqueeraunadictoalménageàtroisoquizáloquemáslesorprendióeraque anhelaba, con más fuerza de lo hubiese supuesto jamás, pasear yperderseentrelaalgarabíadeunaciudadcomoWashingtonD.C.

—No estoy interesado en saber tu opinión, Ryley. Contrata a unmercenario,elmejordelpaíssihacefalta.Dineroesloquemesobra—dijo de repente dejando que el humo escapara por la nariz—.Quiero aCollinsbesandomispies,rogándomequenomateaesaputairlandesa,loquiero de rodillas ante mí. ¿Lo has comprendido? —preguntó másiracundodeloquepretendíaenunprincipio.

Elabogadoasintióenérgicamentelacabeza.—Ese cabrón no se saldrá con la suya. —Aspiró con fuerza el

cigarrillo.Collinssehabíaatrevidoadictarleloqueteníaquehacer:crasoerror.

—Señor...—Otra cosa—le interrumpió Farrell—: saca a Cindy de la isla y

tráelahastaaquí.Lanecesito.Elabogadoobservóasuclientecasicondesesperación,suinstintole

decía que Farrell no estaba dentro de sus capacidades mentales. Nadie,absolutamentenadie,querríahacerfrentealquepodríaserelhombremáspoderosodelplanetaenmenosdeunmes.Noobstante,decidiónodarsuopinión, recogió las fotografías diseminadas sobre la mesa y no pudoevitar hacer unmohín de disgusto con los labios al ver a aquelmarinesobreuncharcodesangre.

—Recuerda,quieroalmejor.—Lotendrá,señorFarrell.

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—¿Eldinerosigueensusitio?—Eljuezaúnnohaencontradoelrastrodelascuentasocultasenlos

paraísosfiscalesdestinadosparaesefin.—¿Cuántotardaránendarconello?—Segúnsucontable,señor,noloharán,almenosdemomento.Solo

estánenlapuntadeliceberg.—Bien,nohagáisningúnmovimientoextraño,nodeseoqueelfiscal

encuentreelhiloytiredelovillo.—Asíseharáseñor—comentóelabogadocerrandoelcartapacioy

metiéndoloensucarteradepieldestinadaparaesefin,cerrólacremalleraycentrótodasuatenciónensucliente—.Estasemanatendránoticiasmíassobreelasuntoquetenemosentremanos.

—Esloquequeríaoír—señalóFarrelltirandolacolillaalsuelo,alladodeotrastantas.

El abogado se fijó en el cenicero quehabía sobre lamesa, peroniporlomásremotohizoreferenciaaél.

—Otracosa...—Usteddirá,señorFarrell.—DígaleaMiles,micontable,queaumente tuminutaunveintepor

cientoestemes.Creoquetelohasganadoconcreces.Elabogadosonrióporprimeravezdesdeelencuentro.—Seharácomousteddice,señor.PaulFarrellvioen lapuertaa losguardiasdeseguridad;su tiempo

dabaporconcluido,almenosdemomento.Collinspagaríaconcrecessudesatino y una vez que estuviese en la calle se encargaría élmismo delsenador.Nadieseatrevíaatratarlecomolohabíahechoeseidiota.Aúnlequedabanpuertasalasquellamar,soloeracuestióndedineroytiempoyambascosaslesobrabanestandoentrerejas.

Soloescuestiónde tiempo,serepitióotravezasímismo,comosideseara convencerse de ello porque paciencia nunca había tenido, peroporsupuesto,comotodo,tambiénsepodíacomprar.Selevantódelasilla,estiró los brazos y separó las piernas, algo a lo que ya se estabaacostumbrando. Los guardias de seguridad le pusieron los grilletes denuevo,noobstanteestaveznosepreocupóporquesesintiómenospresoquenunca.

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CAPÍTULO10

Brendaabriólabocay,acontinuación,lavolvióacerrar.Nodeseaba

decirningunatontería;simplementeselimitóaescuchar.EsamismatardeDebralahabíallamadoporteléfonoydebíaadmitir

que su llamada lahabía sorprendido; si enunprincipio ibaadesistir, alfinalaceptóencontrarseconella.Lacuriosidadhabíaganadolapartidayconcreces.

Enese instanteseencontrabaneneldespachode lamujerquehastaesemomentolehabíahecholavidaimposible,laescuchabaconatenciónmientras hablaba, como si fuera un discurso programado, y en esemomentoleestabacomentandociertosaspectosdeunposibleregresoasuantiguopuestodetrabajo.

Lanegativasehabíaesfumadoinmediatamentedesuslabioscuandolecomentóacuantopodíaascendersusalario,ycomomujerqueanhelabaencontraruntrabajo,allíestabasentada,frenteaunamujerpoderosa,lamanoderechadeNeil.Solounamesarepletadeinformesyunordenadorencendido,lasseparaba.

Brenda se fijó enqueDebraparecíamás cansadaque laúltimavezquelahabíavisto,parecíaunamujerdiferenteaunquesuformadevestir,con anchos blusones de colores neutros y pantalones de color negro,acusabansupersonalidad.Sololoszapatosdecharoldeunrojobrillantequellevabaeneseinstantedabanuntoquedecolorasuvestuario.

—¿Qué me dices, Brenda? ¿Te gustaría volver a trabajar connosotros?

Brenda la observó con detenimiento, sentada en una silla, con lasmanosentrelazadasybalanceandounapierna,tuvolasensacióndequelamiradadeDebraencerrabamilsecretos.

—Podíashabermehechoestaofertade trabajoenelmismoinstantequepisésueloamericano.¿Porquéahora?

—Segúntengoentendido—comenzóadecirlamujerjugandoconunbolígrafo que sostenía entre las manos—, eras tú la que no deseabastrabajarparanosotros.

Brendadescruzólaspiernasylamiróconintensidad.

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—Tú no quieres que trabaje aquí, Debra, eso lo dejaste bien clarodesde que Neil y yo comenzamos nuestra relación. Te lo vuelvo apreguntar:¿porquéahora?

Debra dejó el bolígrafo sobre la mesa, enderezó los hombros eintentóquetodas laspiezasencajasenenelpuzle.Lepodríaserdel todosincera, pero para eso debería comenzar por decirle que era blanco ypresa de un hombre que no estaba en sus cabales y que lo único quedeseaba era su libertad a coste de cualquier precio; pero no lo haría.Sacaría su vena diplomática y sus dotes de mando para encauzar unasituación que parecía írsele de las manos por muchos esfuerzos quehiciera para evitarlo. Se acercó más a la mesa, posó sus robustosantebrazos sobre ella, y antes de comenzar a hablar todos suspensamientossedirigieronaLizzie,tomóunarespiraciónprofundaparaairearlaimagendesuhijayactoseguidoentrelazósusdedosehizounesfuerzo enorme por no estrecharlos con demasiada fuerza; miró a lamujer que tenía frente a sí a los ojos, siempre le gustaba el contactodirecto, le daba la sensación de que le permitía tener ventaja. En esemomentodeescrutiniocomprendióalgomásaNeilylasrazonesquelehabíanllevadoaamaraBrenda.

***

Neilhabíallegadoacasaunpardehorasantesqueotrosdías.Sabía

que Brenda estaba con Debra ya que Peter se había encargado deinformarledetodossusmovimientos.Odiabahacerlo,peroFarrellnolehabíadejadootraopción.Sementía a símismo, lo sabía, porque estabaclaroqueentodoplansiempredebíahaberunasalidaB.

Tomóunvasodebasecuadrada,ensuinteriordejocaertreshielosyacontinuaciónsesirviódosdedosdeWhisky.Sellevóelvasoalanariz,lo olfateó y el aroma del licor ámbar lo reconfortó casi de inmediato,bebió un pequeño sorbo y degustó en su paladar sabores dulces encontrasteconelementosahumadosypicantes.Eraunwhiskyexcelente.

Sepasóelvasopor la sien,yel fríocristal leconfortó.Necesitabamadurarlaideaqueibayveníadesucabezaconunúnicofin.AntetododebíasersinceroconBrenda,contarleloqueestabaocurriendo,nopudoevitar sentirse culpable por el simple hecho haberla traído de vuelta aWashingtonD.C.

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Estaba convencido de que en Irlanda estaría mejor, al lado de lossuyos. Barna era un pueblo muy pequeño y allí Brenda estaría másprotegida. La idea de llamar a Logan se le pasó por la cabeza, pero ladescartó, no necesitabamás frentes abiertos, era preciso centrarse en lacuestiónqueleocupabaynoeraotraquelaseguridaddeBrenda.

Su teléfonomóvil comenzóavibrar, se llevó lamanoalbolsilloycomprobóquelallamadaentrante:eradesuchófer.

—¿Dime,Peter?Deacuerdo...Sí,estábien...Gracias.Brendahabíatomadoelascensor.Enbreveestaríaencasa.Volvióa

tomarotrosorbodewhisky,estavezalgomáslargo,dejócaerelteléfonoalfondodesubolsilloyesperó,aunqueestavezsuinstintoledijeraquenoibaapodercontrolarlasituacióncomoaéllegustaría.

Escuchó lapuertay lavio llegarhasta él.Estabapreciosa conesosjeansajustadosyunsuéterdelanaazulconunenormecorazónrojotejidoenelcentro, llevabaelpelo,comoeraúltimamentehabitualenella,conuna enorme trenza a la espalda, sus pendientes de aro le daban ese airesofisticado que a él tanto le gustaba. Su enorme sonrisa completaba susencilloatuendo.

NeilpensóqueDebrasabíaloquesehacía.—Hola.—El tono deBrenda sonó sensual.A su paso dejó caer su

bolso en una de las sillas y se acercó a él, tomó el vaso de sumano ybebió un pequeño sorbo del licor ambarino, degustó su sabor y, acontinuación, sin intercambiar ni una sola palabra besó a Neil. Este nopudomásqueperderseensuslabiosydejarsellevarporelbeso.

—Se te ve muy contenta —dijo interrumpiendo el contacto yseparándoselosuficienteparaverlaexpresióndesusojos.

—Seráporqueloestoy.—¿Ymevasadecirquetehacemásfelizqueyo?Ella soltóuna sonoracarcajadaante lapreguntayNeil sepreguntó

porenésimavezsiseríalaúltimavezqueescuchasesurisa.—Parasersenador,tustentáculosnolleganmuylejos.—¿Me estás llamando pulpo?—le preguntó en elmismomomento

quesusmanosacariciabanlassinuosascurvasdesusglúteos.Ellaescondióelrostroenelhuecodesuhombro.Neilconesesimple

gestoseexcitó.—Hazmeelamor,senador.—Sabes queme encantaría, pero, antes, tengo algo importante que

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comentarte.Enel instantequelodijosearrepintióporquelosrasgosdeBrenda

cambiaronderepente,primeroalasorpresaydespuésalainquietud.—¿Ocurrealgomalo?Neil terminó su whisky de un solo trago, necesitaba algomás que

confianza en sí mismo para mantener la conversación que iba a tenerlugarenescasossegundos.

—¿Brenda,confíasenmí?—Claro que sí, ¿a dónde quieres ir a parar con esa pregunta?—

inquirióellaconlosojosentrecerrados—HeidoaveraFarrell.—Losé,melocomentasteestamañana,¿recuerdas?—Sí.—ANeilseleatragantólarespuesta—.Lascosasnohansalido

comoyopensaba.—¿A qué te refieres? —preguntó Brenda mientras introducía los

pulgaresen las trabillasdesuspantalones,comosiquisieraponerciertadistanciaentreellos.

ANeilnolepasóinadvertidoelgesto,lehubieseencantadosoltarunimproperio,perosedijoqueasíseríamejor,dejóelvasosobrelamesaylamirócomosiyasearrepintiesedeloqueleibaadecir.

—Digamosquehemostenidounpequeñoenfrentamiento.Ellaabriósusojoshastasumáximaexpresión.—¿Dequéhablas?AlgoparecidoaunbufidosaliódeloslabiosdeNeil.—Quierequeleayudeasalirdelacárcel.Brendalomiróceñuda.—Segúnlatelevisiónloscargosqueleimputanpodríanllegarhasta

Alaskayvolver.—Más o menos. —Los labios de Neil se torcieron en una mueca

sarcástica.—Esimposiblequepuedasayudarle.—Enesoestamosdeacuerdo.—Sintióquelagargantaseleencogía

—. El problema es que si no lo hago me ha amenazado con tomarrepresaríascontigo.

Brendadiodospasoshaciaatrásintentandocomprenderlasituación,tropezóconunade las sillasyalverque laspiernasno le sostenían, sesentó.

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—Nopararáhastasalirdelacárcel,leconozcoyelsimplehechodeescuchartunombreensuslabiosmeponefrenético.—Lavionegarconlacabezavariasveces,comosiintentaseasimilartodalainformaciónqueélleestabadando.Neilllevólasmanosaloslateralesdelasillaysepusodecuclillasfrenteaella.

—Ehh.Nolovoyapermitir,¿entiendes?Brenda sentía una opresión el pecho, toda su alegría se había

esfumadodeunplumazo.TensóloslabiosypensóqueelhechodehaberaceptadolapropuestadeDebrayanoteníaningúnaliciente.

Neillerozóelhombroconlosdedos.—Brenda,mírame.Ellalohizo,peronitansiquieraeraconscientedequehastaahorase

estabamirandolasmanos.—No se va a salir con la suya, te lo prometo, voy a hacer lo

imposibleparaquenoteocurranadamalo.¿Comprendes?Aellalabilisseleacumulódegolpeylesubióporlagarganta.—¿Cuál es el plan a seguir?—preguntó extraña al sentir quehabía

podido pronunciar toda la frase sin interrupción alguna. Los nervios laestabanatenazandodetalmaneraqueledabalasensacióndequelalengualepesabamásdeloacostumbrado.

Neillalevantódelasilla,laatrajocontrasupechoylaintrodujoenelcírculodesusbrazos.

—Lomásseguro,Brenda...esquevuelvasaIrlanda.Ya está, lo había dicho, intentó no analizar los sentimientos

devastadoresquepugnabanporarrancarleelalma.Ellaseseparólosuficienteparamirarledirectamentealosojos.—¿Nohablasenserio?—Enestecasoeslomásseguro.—Noiréaningunaparte,Neil.—Brenda...—Las elecciones están ahí. Has remontado a Robert Howard esta

última semana en los sondeos. — Ella intuía, y Debra se lo habíaconfirmadoesamisma tarde,queelhechodequeaNeil se levieseconunaparejaestableenlosperiódicosyrevistasdelcorazóninclinabaalosvotantes más inseguros a su favor. Quizás esa había sido la razónmáspoderosa de aceptar su antiguo puesto de trabajo. En EstadosUnidos, apesar de ser un país moderno cara al mundo, sus habitantes, los

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americanos,setomabanmuyenserioelconceptodelafamilia.—No lo entiendes, me importan un bledo las elecciones. En este

instante,lomásimportanteerestú.—Laagarróporlosantebrazosalverqueellaintentabazafarse.

—No hablas en serio. Tú has nacido para la política, para serpresidente. —Escuchó el retumbar de su corazón en los oídos—. ¡Nopuedehacermenada,porelamordeDios,estáenlacárcel!

Neillacomprendíaperfectamente.Farrellestabaenprisión,éleraunhombre libre, poderosoy conmuchos contactos aún así nopodía hacernadaalrespecto;soloprotegerla.

—Tienedinero,Brenda,puedecomprarloquequierayestoysegurodequemanejaasusanchassusnegociosdesdesucelda.

—Pues...— elevó los brazos casi con desesperación al aire y, estavez,seliberódesuagarre—hablaconunjuez.Hazqueleinvestiguen,nopermitasquenoshagaesto,porfavor,Neil,nolopermitas.

Hundióunpoco loshombrosynosepermitió llorar.Ahorano,noera el momento de venirse abajo ya que otra separación de Neil lahundiríaenlomáshondodesuser.HabíamaduradomucholaideaantesderesponderaDebra.Otradelasrazonesdeaceptarvolverasuantiguopuestoeraporquelenecesitaba.Casisinpercatarse,Neilhabíaentradoensu vida y ahora no podría por más que quisiera aceptar undistanciamiento,porpequeñoquefuese,entreambos.

—Noestanfácil,Brenda.Neillasintiótemblarysemaldijoporello,lepusoundedobajoel

mentónylealzóelrostrohacíaalsuyo.—Hayotracosaquedebodecirte,Brenda.Leacariciólamejillaconeldorsodeldedo.—Haceañosestuveenlamarina—lavioasentirdespacio—yhubo

unepisodioquemarcóunantesyundespuésenmivida.Lecontólosucedido,lanecesidaddevolveraveraJacksonypedirle

disculpasporsuactitud,elbrillodelarmaenmanosdesucompañerodelitera,lapelea,elolorapólvoraquetodavíaparecíaoler,losgritosdesusamigos, Donovan y Tyler, haciendo eco aún en su cerebro y la sangrecubriendo el suelo; se lo contó todo con lujo de detalles. Al terminarpareciósentirseporprimeravezvacíodeculpa.

—No puedes hacerte responsable de esamuerte,Neil. Él tomó unadecisiónparabienoparamal.Nuncalosabremos.

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—Podríahaberloimpedido.—No te tortures,enel fondode tucorazón—tocóconsu índiceel

pechodeél—sabesquenoesverdad.—Ereslamujermásmaravillosaqueheconocidonunca.—¿Enserio?—preguntórisueña.—Noquieroqueteocurranadamaloatitambién.Estaveznomelo

perdonaríajamás.—YyonoquierovolveraIrlandasinti.—Yanoescuestióndepreguntarnosquéqueremossinodeoptarpor

ladecisiónacertada.—Sedistanciólosuficientedeellaparapoderpensarconclaridady, acontinuación, se frotó lanuca intentandoqueesegestoaliviaselatensiónqueteníaacumuladaenesazona.

—Dime,¿simeencuentraquépodríahacerme?—Nomepuedocreerquemeestéshaciendoesapregunta.Elceñofruncidodeellasemarcómás.—Tehehechounapregunta.—¡Maldita sea, Brenda! No es cuestión de preguntar si no de

encontrarlasrespuestasadecuadas.Ellalevantólabarbillaytratódecontrolareltemblorqueteníaenlos

labios.—Nomeiré,Neil.—Brenda...—Sutonodevozsonóaadvertencia.—Mevoyaquedary¿sabesporqué?Porquetúharíaslomismo,te

quedarías conmigo, a mi lado —le dijo retorciéndose las manos confrustración—.¿Tehaamenazadoconqué...conmatarme,secuestrarme...?

—Nolopongasmásdifícil.—Nomeiré—volvióarepetircondeterminación.—Necesitosaberqueestásbien.—Agitólasmanosalairefrustrado

—.Puedollamaratuhermanoycontarlelosucedido.EstoysegurodequemañanaaprimerahoradelamañanayaestaríasenIrlanda...

—¡Peronolohashecho!—exclamóella.Sevolvióaacercarhastaél,conlosojosfijosenlossuyos—.¿PorquéNeil?—Lededicóunamiradainquisitiva—.Tediré la respuesta:porqueenel fondonodeseasquemevaya.

Neildeslizólamanoporlatrenzahastacerrarlaentornoasunuca.—Necesitotenerteasalvo,Brenda,nopuedorepresentaramipaíssi

nitansiquierasoycapazdeprotegeralamujerqueamo.

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Brendalevantólapalmadelamanoyacariciósumejilla.—Tequiero,Neil.Élcerrólosojosypermitióqueesaspalabrastocasensualma.—Permitequemequedey seguiréa raja tablaelplande seguridad

que tú y Peter tengáis destinado paramí.Nadie podrá hacerme daño siestáscerca.

Nolegustabalasituación,peromenoslospensamientosquepasabanporsumenteyqueeraincapazdecontrolar.

—Harástodoloquetedigamos.Ya se estaba arrepintiendo, peroBrenda tenía razón. Era un jodido

egoístaporquenodeseabaalejarladesulado,laqueríaconsigo,laamabacon ese grado que casi rayaba la deseperación; con ella eramás fuerte,mejorpersonayno tenía lamásmínimadudadequeconellaa su ladopodríaconquistarelmundo.

—Te lo prometo—dijo ella tras arquear sus labios en una tenue ysatisfechasonrisa.

Envolviólosbrazosalrededordeella.—Meencantaquetrabajesparamí—ledijocercadeloído.—Uhmmmm.Notó que la tensión que ella acumulaba en sus hombros se iba

disolviendo.Leacariciólentamenteelcuellodesnudoconlayemadelosdedos,percibiendosusedosapiel.

—Cuandonoestés ami lado,—comenzóadecirmuy serio—seráPeterquienseencarguedetuseguridad...

—¿Por esa razón estaba esperándome esta tarde a la salida de laentrevistaconDebra?

—Chicalista.—Élbesósucabelloysedejóembriagarporelaromadecocoymielquedesprendíaéste.

—Nuncapodréirsolaaningunaparte.—Nunca.—Entiendo.—¿Seguroqueestásdispuestaaaceptarestascondiciones?EraesoonovolveraveraNeil.—Estoymásquedispuesta—respondióresolutiva.—Bien —Neil continuó hablando—, te daremos un teléfono y

número nuevo que solo conoceremos tus más allegados. Lo tendrássiempreencendido tantodedíacomodenocheyelGPSactivado,no lo

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olvides.—Loentiendo.—Tendrás cuidado con las redes sociales. Por ningún motivo

publicarásfotospersonales,escribirásnadareferenteatiy,porsupuesto,nodirástusplanesoconquiéntevasaver.

—Esolimitamuchomicomunicaciónconelrestodelmundo—dijoellaenuntonoirónico.

—¿Loharás?Percibióladurezadesupregunta.—Tendrécuidado.—Avecesesonoessuficiente,Brenda.Lasintióasentirentresusbrazos.—DeberáscomunicaraPeteroamícualquierdecisiónquecreasque

puedaponerteenpeligro.Sabía que no había lugar para las quejas. Neil le estaba dando las

indicacionesqueapartirdeesemomentodebíaseguiralpiede la letra.Nadie la obligaba a nada. Podría negarse, ya que ni tan siquiera él seopondríaaquecambiasedeopiniónydecidiesevolveraIrlanda.Peroensufuerointernosabíaquenoesloquedeseaba.

—Seguiréfielmentelasinstrucciones.Lalevantó,cruzandoambosbrazosbajosutrasero,laelevóaúnmás

ylasituóasumismaaltura.Brendaahogóungritodesorpresayllevósusmanosrápidamentealoshombrosdeélparanoperderelequilibrio.

—Novoyadecirquemealegraquehayastomadoestadecisión,perodebodartelasgraciasporteneresaconfianzaciegaenmí.

Ellaelevóambasmanosyleenmarcólacara.—Prefieroesteriesgoatuladoqueunavidasinti.Él la dejó en el suelo y se concentró en besarla, en demostrarle lo

importantequeeraparaél.—¿Cuálesellugarmásespectacularquehasconocido?Brendasecimbrócontraél.—¿Porquéquieressaberlo?—Curiosidadmasculina.Ellanopudomásquereírantelarespuesta.—LosacantiladosdeMoher.—Irlanda,comono.—Sobresalienteengeografía,senador.

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Neil sonrió aunque la semilla de la preocupación crecía a pasosagigantadosdentrodeél.

Intentó borrar su desasosiego imaginando los inmensos acantiladosconteniendo la furiadelmary conellos, nopudomenosque recrear elescenariodesufuturabodaconBrenda.

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CAPÍTULO11

—SeñorFarrell...El aludido encendió un cigarrillo presa de su nerviosismo,

demasiados días sin tener respuesta por parte de Collins solo podíasignificarunacosa:noleibaasacardeesepozosinfondoenelcualseencontraba.Intentóportodoslosmedioscentrarseenlavozdesuletrado.

—¿Señor...?—Teescucho—leinterrumpióFarrelldandounaprofundacaladae

intentadosacarelmayorpartidoalaconversacióntelefónica.—Tenemosanuestrohombre,señor.—Bien...Sonbuenasnoticias.—ProcededeEuropadelEstey...—Estábien,Ryley,nomeinteresasabernadamás...—Comousteddiga,señor.—¿Cindyestábien?Lapreguntaalabogadoledebiódepillardesorpresaporquetardóen

responder—Yaestádevuelta.Abuenentendedorpocaspalabras,pensóPaulFarrell.—Mealegrasaberlo.Megustaríaverla.—Tirólacolillaalsuelo,la

apastó con la suela de la bota y acto seguido continuó hablando—.Procede,y...Ryley.

—¿Sí?—Nomefalle, leaseguroqueesmejorestarmuertoqueencerrado

enesabazofia.—Meceñiréalplan,señor.—Notengolamásmínimadudadequeseráasí.Ryleycarraspeóconfuerza.—Muyprontoiréaverleypodrécontarlealgomásenpersona.—Ryley,sinotraebuenasnoseesfuerceenveniromeaseguraréde

quenosalgadeaquíconsutrajedemildólarespuesto.Elsilenciodesuinterlocutor,ledioaentreverquehabíaentendidosu

mensaje.

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—Buenastardes,letrado...Colgó el teléfono. El guardia de seguridad estaba a una distancia

prudencial y estaba seguro que no había oído ni una sola palabra de laconversación. De todas formas había sido excesivamente previsor, noquería detalles si no resultados. Imaginó que el teléfono podría estarpinchado; no le importaba, lo único que había hecho era amenazar a suabogado y estaba completamente seguro de que quién espiase laconversaciónhabíaoídounmillóndeveces algúnqueotroultimátumatravésdelalínea.

Avanzósinprisahastasucarcelero,pronto,muypronto,eseestúpidotambiénseríahombremuerto.

***

HabíapasadomásdeunasemanadesdequeBrendahabíavueltoasu

antiguopuestodetrabajo.Suvidahabíacambiadoaunquenosabíasiparabienoparamalyaquegeneralmentenuncaibasolaaningúnsitio,nitansiquiera se podía tomar un café con Julia en la cafetería de la esquina.SiemprelaacompañabanPeteroalgúnguardiadeseguridaddelaoficina.El único lugar donde podía tener más intimidad era en el aseo aunqueúltimamenteJuliadebíaregularsusesfínteresconlossuyosporquedesdehacía un par de días la acompañaba siempre al cuarto de baño. Nohablaban de nada vital aunqueBrenda sabía que Julia estaba al tanto detodo;estabaalcorrientedequelaabogadahabíaacompañadoaNeilenlaentrevista a prisión. No obstante, Julia hasta el momento no le habíacomentado nada al respecto. No la juzgaba; seguramente ella hubiesehecholomismopuestoquedebíaunaconfidencialidadasujefe.

Su mente inconscientemente se desvió a otra persona, pensó en laasistentepersonaldeNeilyaunqueDebraparecíaconciliarmásconella,noexistíaparanadaunarelaciónexcesivamentecordialquedigamos; lamujerparecíaestarsujetaaunestréscontinuoqueleimpedíaintercambiarunapalabraamableconnadieymuchomenosconella.

Decidió volver a su mesa intentado olvidar los entresijos de suspensamientos, pero antes se serviría un café.Dejó tras de ella el asiduorumor de los teléfonos móviles sonando, de los dedos golpeando losteclados y del ir y venir de algunos voluntarios que entraban y salíanconstantemente por la puerta. Brenda imaginó que cualquiera de ellos

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podríaserelelegidoporFarrellparahacerladaño,perocasidesistiódesu propia teoría cuando Alfred se había pasado la última semanaexaminandoyverificandocadacurrículo.

Estabaseguraenlaoficinaoalmenosesocreía.Eracomounbuenpresentimiento; sibieneraciertoquemuchos lamirabandeunamaneradiferente,enunospudosentirlaaceptacióndequefueralamujerelegidaporNeilparatriunfarenlaselecciones,enotrosnopercibiórechazoperosicautela.

Llegó a la cafetera y se sirvió un café bien cargado, lo necesitabaurgentemente, buscó el azúcar, sin embargo no lo encontró, odiabatomarseelcafésolo.

—¿Buscasesto?—¡Julia!Diporhechoqueestabasenunjuicio—saludójovialmente

Brendaaceptandoelazucareroqueleofrecíalaabogada.—Deallívengo.—¿Y?—preguntóBrendaconunacucharaenaltocolmadadeazúcar.—Lohemosganado—respondiólaabogadasinmuchoánimo.Brenda recordó haber leído algo en algunos de los informes que

habían pasado por susmanos hacía unos días sobre el juicio y si no seequivocaba era contra un periodista que había asaltado a Neil en plenacalleylehabíaacusadodetraiciónasupartidoydefavoritismosconelvicepresidente.Nadamáslejosdelarealidad.

—Noparecesmuycontenta.—Debeserelotoñoy lasdefensasbajas, todoalmismotiempo.—

Brenda observó como Julia tomaba un kleenex de su bolso y se loacercabaalanariz.

Sonrió para sí y revolvió enérgicamente el café en el vaso deplástico.

—Creoquelosantipiréticosmedestrozanmásquemealivian.—¿Tienesfiebre?—preguntósuamigapreocupada.—Nada, una décimas.—Julia levantó lamano e inmediatamente la

dejócaer—.Nadaquedebapreocuparte.—Deberíasiracasaydescansar.—Noesmalaidea,pero¿vesesamontañadepapeles?BrendadirigiósumiradaalamesadeJuliayobservóquelaabogada

noexageraba.—Noseiránaningúnsitio,teprometoquemañanaestaráahí,enel

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lugarqueloshasdejado—respondióBrendadeformairónica.—¿Quéocurre?¿Tehaslevantadograciosaestamañana?—Discúlpame, no quería que sonase de esa manera, pero si

empeoras, esa montaña—señaló con el dedo índice de arriba abajo elacumulo de papeles y carpetas— aumentará de forma más queconsiderable.

Juliasuspiró.SabíaqueBrendateníarazónyquedebíadescansar,deunmomentoaotro,losparpadosselecerraríanysequedaríadormidadepies.

—Creoquetienesrazón.—¡Loves!Ademásyopodríaayudarte—añadióBrenda tras soplar

cuidadosamenteelcontenidodelvasoytomarunsorbodecafé.—¿Notienesqueirabuscarelvestidoparalagalademañana?—¡Mierda!—Posó el vaso sobre la mesa y parte del contenido se

derramó sobre la mano de Brenda—. Joder —exclamó al notar laquemazónsobre supiel—.Loqueme faltaba.—Cogióunaservilletadepapel y se limpió concienzudamente—. Menos mal que me lo hasrecordado.Vivoenelquintocielo.

—Déjamever.—Laabogadaletomólamanoylaobservó.Sobrelapiel sedibujabaalgoparecidoauncírculo rosáceo—.Noparecegrave.Además, si yo me fuese a la cama con Neil Collins también viviríapermanentementeenelquintocielo—dijoenuntonosocarrón.

—Parecequelosantipiréticoscomienzanahacersuefecto.Julianopudomásquesonreíranteelcomentario.—Otracosa...—Dime.—Yoquetúcuidaríamilenguajeenlarecepción.Brendalelanzóunamiradadirectacarentederecelo.—¿Meestásdandoclasesdeprotocolo?Juliariodebuenagana.—Claro que no, solo es un consejo —le comentó sacando otro

pañuelodelbolso—.Túmedasunconsejoyyoteregalootro.Brendaestaveznopudomásquesonreír.—Recibido.Altoyclaro.—Chica lista, irlandesa,noolvideselvestidoyaldía siguientecon

unafuenteenormedepalomitasconmantequillamecuentasabsolutamentetodo.

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—Sicomomuchaspalomitasconmantequillanoentraréenelvestido—ledijoconunsonidodefastidio.

—Paraentoncesyahabrás ido, tehabrásdivertidoyno tendrásquepreocupartedelaaltacostura.

Brenda lavio alejarsepor elpasillo. Julia sevolvió, la sonrióy lasaludócon lamanoenalto.Sindudaeraunamujermuyespecial, claroquehastaahoraerasuúnicaamigaenWashingtonD.C.

***

—Neil,¡tenemosunproblema!—¿Ycuandono?—respondióelaludidotrasfirmarundocumento.Debraentrócomosolíahacerlo, aunavelocidadqueenmuchasde

las ocasiones aNeil le sorprendía. ¿Cómounamujer oronda como ellapodíacaminarsinparecerunpatomareado?

—Elcomitédeética.Neilresoplódejólaplumaestilográficasobrelamesa,seremovióen

susillón,cruzólaspiernasaniveldelostobillos,conlasmanosapoyadasenlosreposabrazos.

—¿Quéocurreconelcomitédeética?—Pues—explicósuasistentealgodubitativa—nocreenqueseamuy

acertado que llegases, si llegas —se apresuró a corregir—, a lapresidenciasiendounhombresoltero.

Neil descruzó las piernas y adelantó su cuerpomientras trataba deasimilaraquellainformación.

—¿Dequéhablas?—Algunos de los senadores que forman el comité de ética,

exactamente...—mirólahojaquellevabaenlamano—tresdeellos,creenqueunhombresolteronodeberíaallegaralaPresidencia.

—Nopuedeser—declaróNeil—.¿Nospuedeacarrearproblemas?—Aúnnolosé,peromaloesquecomiencenacensurarnosapocos

díasdelasvotaciones.—¿Crees que Howard puede estar detrás de esto? —preguntó

refiriéndoseasumayoroponenteenlaselecciones.—Esprobable,peronolopuedoconfirmar;noobstante,deberíamos

llevarestasituaciónconpiesdeplomo.—¿Quéintentasdecirme?

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—Estamos a un paso, Neil, solo a uno. Sacamos ventaja en lossondeosypodemosganar; si hoymismo fueran lasvotaciones;mañanamismopodríamosestarsentadoseneldespachooval,perononoslovanaponerfácil.Howardesunoponentedurodepelar.Eselmaridoyelpadreperfecto.

—Excepto cuando está con su amante—declaróNeil intentando nocambiareltimbredevoz.

—Esunhombrecuidadosoyescurridizoconlaprensa.—Volviendoalcomitédeética...—Podríahablarconelpresidentealrespecto—lainterrumpióNeil.—Podrías...—Pero...—No te va a servir de nada,Neil. Ha pasado sus ocho años en La

CasaBlancay,porloqueserumoreaenlospasillos,loúnicoquetieneenmente son las semanasque le restanpara ir a islasSeychelles.Yasabes:sol,playaycóctelesbiencargadosderon.

—Bien,entonces,¿quépropones?—Hablarconlossenadoresencuestión.—Podríanponernosentrelaespadaylapared.—Dichoasí...suena...Losojosdelsenadorseestrecharon.—Essolounasugerenciaquehayquetenerencuentayvalorar,Neil.

—ConsiguiódecirDebraalfin.—Novoyaprecipitarmeaunabodarelámpagoporquealcomitéde

éticalevengaengana.Esmividayconellahagoloquemeplazca.Debra lo vio incorporarse. Estaba inquieto y sus ojos centelleaban

conrabia.—Tienesquereconocerqueahoraquetienespareja...—Debra,nomedesleccionesdemoralidad,porfavor.—Sé que es precipitado, una boda tal vez no, pero una pedida de

mano...LaarrugadelafrentedeNeilseintensificó.—¿Estásintentandodenuevocontrolarmivida?—Sabesquenoyqueestoyintentandoportodoslosmediosaceptara

Brenda; y sabes—levantó la mano— que no es santo de mi devoción.TodavíatienemuchoqueaprendersiquierellegaraserlaPrimeraDama.

—Estásadelantandoacontecimientos.

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—Unmomento,quetequedebienclaro,unpresidentenorompeconsu novia—le advirtió—.Lo queme faltaba es un escándalo en laCasaBlancadeesasdimensiones.—Sepasó lamanoporelpeloysuspiró—.Neil,loquetengaqueocurrirseráantesdeganarlaselecciones.¿Mehasentendido?Aunque bien pensado, una boda una vez que seas presidenteseríaalgofantásticoparaelpuebloamericano.

—¡No quiero que mi boda con Brenda sea un espectáculo, por elamordeDios!—exclamófurioso.

Debraalzóloshombrosylosdejócaerdenuevo.—Esloquehay.—Malditasea,Debra,noestássiendoparanadaecuánime.—Te recuerdo que podrías ser el próximo presidente de Estados

Unidos.—Melorecuerdastodoslosdías—sequejóél.—Esmideber.—Tu deber es facilitarme las cosas, no complicarlas —espetó

mientrassemesabainquietoelpelo.—Neil—comenzó a decir en un tonomás tranquilo—, comprendo

que una boda a estas alturas sería una locura para todos, pero uncompromiso, un anillo en el dedo de Brenda acallarían muchashabladurías.¿Nocrees?

Neil no pudo responder porque en ese instanteAlfred entró por lapuerta.

—Hemosganadoeljuicio—comentóamedidaqueavanzabaaellosyqueabríaunacarpeta.

—Alabadoseaelseñor,algobuenoporfin...—recitóDebra.—Mealegrasaberlo,Alfred,confiabaqueasífuera.Mienhorabuena

aambos.¿DondeestáJulia?—Seha idoparacasayes lomejorporquepareceestar incubando

unagripe.—¡PorelamordeDios!—exclamóDebracasifueradesí—.Loque

nos faltabaamenosdeunmesde las elecciones.Unadecisiónacertada,Alfred, que repose un par de días y sin una décima de fiebre antes devolveraltrabajo.

—Se lo haré saber—Alfred sacó y entregó varias hojas sueltas alsenador.

—¿Cuálhasidolasentencia?—preguntóNeil.

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—Unadisculpapúblicaporpartedelperiodista,unacantidadinsulsade dinero respecto a lo que nosotros exigimos en un principio por elhecho de acusarnos de difamación, pero suficientes horas en losprogramasdetelevisióndemayoraudienciaparasacarunbuenbeneficiodelasituación.

—Eldinero...—comenzóadecirDebra.—Lodonaremos—acatóelsenador—.Alfred,buscaunabuenacausa

socialparaentregarleselcheque.AlserposiblerelacionadoconMédicossinfronteras.

—De acuerdo—comentó el aludidomientras recogía de nuevo losfoliosylosvolvíaaintroduciralacarpeta.

—Eresunhombrebrillante,Neil—leagasajóDebraconunamiradadetriunfo.

—Notanto,Debra,no tantocomodebiera.Puedo llegaraganar laselecciones,perodeunmomentoaotropuedoperder loquemásquiero.Noestodooroloquereluce.

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CAPÍTULO12

—¿Sepuede?Lapuerta del despacho se abrióde repente.Neil dejó lo que estaba

haciendo y se centró enBrenda. En ese instante todos sus problemas sedisolvieroncomoporartedemagia.

—Soytodotuyo.—Megustacómosuenaeso—dijoellacerrandolapuertatrasdesí

—.Mevoyacasa,peroanteshedecididoveniradespedirme.—Megusta que lo hayas hecho—Neil se levantó de su sillón y se

dirigióaella—.¿Estásbien?Brendasabíaaquésereferíaconesapregunta:"¿hayalguienquete

hayamolestado?""¿hasnotadoalgoextraño?"—Mejorquebien.—Mealegrasaberlo.¿Creesquetendrástiempodedarmeunbeso?Ellaledevolviólamiradaconsusenormesojosazulesysemordió

ellabioinferior.Neil percibió la estrechez de sus calzoncillos solo con ese simple

gesto.—Siempretengotiempoparabesarte.—Alzólosbrazosyloscerró

entornoalcuellodeél—.Teheechadodemenos.—Yotambiénati.Prometocompensarteeltiempoperdido—ledijo

enelrefugiodesuabrazo.—Creoqueesomegustará.—Notantocomoamí,créeme.—Brenda...—Dime—ledijoellaposandosuavementeloslabiossobrelosdeél.—Quieroqueestéssegura.—¿Sobrequé?—Si salgo elegido Presidente, tú serás la nueva Dama de la Casa

Blanca.¿Lohaspensado?—No,nolohehechoporquevivoeldíaadía,Neil.—Me gustaría que recapacitases sobre ello. Te necesito a mi lado

nocheydía.Nocreoquepudierahacerestosinti.¿Comprendes?

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Élpercibióunatisbodesorpresaensumirada.Ellatrazóconundedolalíneaduradesumandíbula.—¿Nopodemossersolotúyyo?Neilsonrió,pensóquelasuavidaddelapieldeella,enelaromaque

desprendíayporunmomentodeseóquefueraasícomoellaquería.Solosellosynadiemás.

—Creoqueestardeparatomaresadecisión,¿nocrees?—Losé,peroteníaqueintentarlo.Él la abrazómás cerca y la besó. La sensación de recorrer con la

lengua su boca le inflamó hasta el extremo de vaciar la mesa de sudespachodeunsolomovimientoytumbarlasobreella.

—¿Decuántotiempodisponemos?—Menosdediezminutos.Petermeesperafuera.—Esomedejapocaopcióndemargen.Ellariosobresuslabios.Neil deslizó su mano por el interior de la blusa hasta llegar a su

pecho,elgemidosofocadodeBrenda, lehizosermásosadoyacariciarsutilmenteelpezónentreelíndiceyelpulgarylayemadelosdedos.

—Dios, te necesito a todas horas. Eres pura ambrosía para missentidos.—ledijoélacentuandolacaricia.

—Neil...—Prométemequetendráscuidado.—Prometido—logródecirellafrotandosunarizcontraelcuellode

él.—Envíameunmensajeencuantolleguesacasa.Ella solo logró asentir y él ya no pudo resistirse más. Abordó su

boca con hambre, con desesperación. Brenda le correspondió hasta queescuchóelretumbardesucorazónenlosoídos.

—Ya ni tan siquiera lo imagino—le dijo él deteniendo el beso yatrayéndolahacíaasí.

—¿Elqué?—Laideadevivirsinti.

***En el cocheBrenda recordó lo sucedido en el despacho y no pudo

menos que sentirse feliz. Estaba segura de que nada ocurriría. En la

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política,comoenlavidamisma,habíaquetiraralgúnfarolparallamarlaatenciónasucontrincante;yesoesloquepensabaellasobreFarrell.Unhombrequehabíaengañadoalfiscoyacusadodetendenciadefalsedadendocumentosimportantesytráficodedrogaseraunhombrequelaleynilasociedad perdonaba tan fácilmente, ymenos la americana. Por ese ladoestabatranquila,eraciertoqueveíadesmedidalaproteccióndeNeilsobreella,peroesoparecíaque ledejabamás tranquiloyenunos tendríaqueviajar por los diferentes estados para ser convincente ante suscompatriotas.Quedabanlargashoraspordelantedediscursos,avionesynochesdehotel.Noobstante,ellaqueríaestarjuntoaNeil,élselohabíapedidoyellahabíaaceptadoencantada.Eraunamanerarápidadeconocerelpaís.

PorotroladoestabaelcasodeJackson,sucompañeroenlamarina.SibieneraciertoqueNeilnosehabíavueltoapronunciarenello,Brendasabíacasiconcertezaqueeraalgoquelepreocupaba,ymucho.Dealgunamanera,FarrellhabíaabiertolacajadePandorayconellahabíasalidoalaluztodoslosrecelosylosfrentesnocerradosquehabíapadecidoNeilensupasado.

Sacóelmóvildelfondodelbolsoyleenvíounwhatsappcortoperoconuncontenidomuyespecifico.Pulsóelemoticonodeltréboldecuatrohojas tancaracterísticode labuenasuerteyque tanto lerecordabanasuIrlanda, un corazóny, a continuación, la banderadeEstadosUnidos.Lohacía en varias ocasiones cuandono había nada que decir, pero era unamaneradeexpresarlequeloteníapresenteensumente.

Alcabodediezsegundos,NeilrespondióconunTequiero.Ellasonrióembobadaalapantalladelteléfonoylovolvióaguardar

enelbolso.—Ladejaréencasa.Brenda inspiró con fuerza antes de responder a Peter que conducía

diligentementeporlastransitadasvíasdelaciudad.—Peter,llámameBrenda,porfavor.—Nocreo...—Loesybasta.—De acuerdo —pareció dudar antes de pronunciar su nombre —

Brenda.—Asímegusta.—Entonces,¿tedejoencasa?—Volvióapreguntarenuntonoquese

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advertíatodavíasuinseguridadrespectoaella.—Sí, por favor —respondió ella sin mucho ánimo al desviar la

miradaa losparaguasabiertosque seveíana travésde laventanilladelcoche. A los poco minutos, comenzó a llover de forma torrencial, losparaguas se movían a más velocidad y algunas personas desprotegidascorríanacobijarsedelainclemenciadeltiempo.Ellaobservóelreguerode gotas de agua que agolpaban en la luna delantera; Peter activó ellimpiaparabrisasylamecánicadelmovimientolahipnotizóduranteunossegundos.

—Llegaremosencincominutos.—Bien,Peter,nohayprisa.Agradezcotutiempo.—No hay nada que agradecer..., Brenda, solo sigo ordenes del

senador.—¿SiemprehacesloquetediceNeil?Elchóferdesviósumiradaalespejoretrovisoryseencontróconla

deBrenda.—Paraesomepaga,perohedeconfesarquenuncaherecibidouna

ordenquenohayapodidocumplir.Elsenadorsiempreactúadentrodelaley.

EltonoqueutilizóenlaúltimafrasehizoqueBrendasonriese.—Nolodudo,Peter.—SeráunbuenPresidente.—¿Creesqueganará?—preguntóBrendamenosconvencidaquesu

interlocutor.—EstavezfuePeterquienreflejósusonrisaenelespejo.—HanacidoparaserelnuevoPresidentedeestepaís.—Sí, lo sé. —Brenda se llevo la mano hasta un mechón de pelo

esquivoyloapartóhacíaatrás—.Esoesloquemedamiedo.Peter,enesemismoinstante,apretóconímpetulabocinadelcocheal

ver un taxi que se incorporaba a la vía sin prestar atención a la densacirculacióncausadaporlalluvia.

—Será hijo de...—En elmomento de soltar el improperio recordóquenoestabasolo.Diounvolantazohastasituarsediligentementetraseltaxi.

—Disculpa —le dijo ya vuelta a la normalidad—. ¿Decías algo,Brenda?

—No,nadaimportante.

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Peterobservósureflejoenelespejoysupoquenoestabasiendodeltodosincera.

***

Legustabalalluvia.Elaguaerapresagiodebuenascosas,almenos

en su país de origen, en Europa del este, y eso fue exactamente lo quepensóelhombrequeaguardabapacientementeenlaaceradeenfrentealaelegantefachadademármolycalizadondevivíaelsenadorNeilCollins.

El trabajo parecía sencillo, las indicaciones claras y escuetas, perosobre todo era un cometido muy bien remunerado. Llevaba tres díasobservando cada detalle que ocurría en el interior y exterior de aqueledificio.Sabíaexactamentecuántasvecesaldíaelporterosacabalabasurayaquéhoraexacta repartíaelcorreo. Inclusosehabíapercatadoque lavecina del apartamento 2ºC era infiel a su marido y no con un solohombre.Quizás,despuésderealizarsumisión,podríahacerlaunavisitaydemostrarlaloqueeraelsexoduroyardiente.Estabaseguroqueellanoloolvidaríamientrasviviese.

Observóel iryvenirdelagente,dabalasensacióndequela lluvianoparalizabaalaciudaddelCapitolio.Diounpasoatrás,noacausadelaguacerosinomásbienporpasarinadvertidoentrelosviandantesalverelcochenegrodealtagamaquesedeteníaendoblefilafrentealedificioquellevabamásdedoshorasvigilando.Instintivamentesellevólamanoalarmaquedescansabaenunacartucheraauncostadodesucuerpo.Sabíaque BrendaMacKinlay viajaba dentro de ese automóvil. Había leído unextenso informe acompañado de un detallado material fotográfico parasaberquesetratabadeella.Lealegróverqueestavezveníasolayaqueporloquepudocomprobarelsenadorenestaocasiónnolaacompañaba.Extrajo su teléfono como si tal cosa y comenzó a sacar fotos; siempreveníabienampliarelreportajequeteníaguardadoenlacarpetaazulquedescansaba sobre lamesilla de nochedel hotel donde se hospedaba; susclientes a la larga le agradecerían que hubiese sido tan minucioso a lahoradeejecutarsutrabajo.

En cada instantánea se veía como la novia del que podría ser elpróximopresidentedelpaísabríalapuerta,salíaalexteriorconelbolsosobrelacabezaparanomojarseysedirigíaraudayvelozhastalaacerayse adentraba en el edificio, donde el portero ya la esperaba con un

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paraguasenmanoylapuertaabierta.Enestaocasiónnosedespidiódelchófer.

El hombre que conducía respondía al nombre de Peter Dixon, unexperto tiradoryexpolicíaporcausadeuna lesiónen la rodilla trasuntiroteo. Si bien pudo haber optado por el papeleo en las dependenciasestatalespareceserqueelchóferdelsenadorhabíadimitidodesuantiguopuesto de trabajo y había preferido la empresa privadapara ofrecer susservicios.

Internet era una fuente de datos de lomás sustancial; entrar en losarchivos de la policía había sido pan comido. Peter Dixon no era yaningún desconocido para él. Al igual que muchas de las personas máscercanasdelsenador.

Unminuto después, el coche desaparecía entre el denso tráfico.Noeraunamisiónfácil.Esamujerestababienprotegidayéllosabía,puestoquehabíaintentadoentrarunasolavezaledificioyelporteronolehabíadejado oler ni siquiera el ambientador que utilizaba la empresa delimpieza que enceraba los suelos. Llegó a la conclusión de que senecesitaríaunaacreditaciónespecialparapoder llegarhasta el ascensor.Habíacámaras,demasiadasparaintentarllevaacabounsecuestrodentrode esas paredes. Tras más de setenta y dos horas vigilando cadamovimiento llegó a la terminación de que nadie, excepto los vecinos,traspasabanlapuertaprincipal,yaqueelporteroseocupabahastadelmásmínimodetalle;nitansiquieraunrepartidorpodíaasomarlasnaricesporallísinquelapersonaqueseocupabadelaseguridaddeledificiosupiera,exagerandodealgunamanera,sucódigogenético.

Ya había perdido toda esperanza de hacerse con la señoritaMacKinlaycuandodeprontolaviosalirdenuevodeledificio.Debíatenerprisaporquesuspasoseranlargosyprecisosydabalasensacióndesaberadóndedirigirse.Sindudaerasudíadesuerteporqueparecíatotalmentedesprotegida.Lasiguióporlaaceradeenfrentesinperderningunodesusmovimientos hasta que la vio de repente girar a la izquierda. Ni tansiquiera se percató de que el semáforo se había puesto en rojo para lospeatones.Altocarlacalzadaunsinfíndebocinasestridentesseescucharonasualrededor,sorteócuatro,talvezcincocochesantesdecruzaralotrolado.Lasvoceseimproperiosdelosconductoresnosehicieronesperar;algunos habían bajado la ventanilla, aún a sabiendas de que podríanempaparse y sacaron el brazo con el puño cerrado con un gesto de

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amenaza e irritabilidad. No le importó lo más mínimo los gritos yjuramentosdelosconductores,pornadadelmundoperderíalapistadelamujerqueparecíallevarleyaunaventajaconsiderable.

Una vez en la otra acera, avanzó rápido entre los paraguas yempujones de la muchedumbre que fluía calle arriba y en el mismoinstante que iba a echar a correr pensando que la había perdido, lalocalizó; el corazón le bombeó con tal rapidez que creyó que le iba aexplotar. La sensación de cazar a una presa produjo en él un estado depuraexcitación.

Sin duda alguna le había tocado el primer premio en la loteríaincluidoelPowerball,elnúmeroextra.Hoyibaaserelcomienzodeunanuevaera,hoycomenzaríaporfinsumerecidísimajubilación.

Sucocheestabaaparcadomuycercadeahí,corrióenesadirecciónsinperderdevistaasupresa.

Eraunaestúpida,sedijoasímismomientrasdejabaquelatrombade

agualacalasehastaloshuesos.¿Cómohabíapodidoolvidárseleelvestidopara lagalademañanapor lanoche?Demasiadas cosas en lamente, sedijoreprochandosuactitud.SiNeilseenterabadequehabíasalidosolalaamenazaría conencerrarlabajo siete llavespormás tiempodelqueellapudieseimaginar.Habíasopesadolosprosyloscontrasantesdellegaralascensor y llegó a la conclusión de que en cincominutos que estuvierasolanopodíaocurrirnada.NohabíaqueridomolestaraPeter,alfinyalcabo, la tintorería estaba amenos de unamanzana. Corrió por la aceraatiborrada de gente y se peleó con algunos paraguas y viandantes queparecían tener tanta prisa como ella.No temía el agua, había nacido enIrlanda, un lugar donde parecía estar regado por los dioses y conocidoporsuclimamásbieninestable;leencantósentirlasgotasdelluviasobrelapielypercibirlafraganciaqueleofrecíalahumedad.Nopudomásquesonreír al recordar su casa, su acogedora chimenea que en este instanteestaríautilizandoAna.

Cuandodivisólatintoreríaaescasosmetrosnopudoevitarungritode júbilo, lo había conseguido y nadie se iba a enterar de su pequeñoescarceobajolalluvia;sedetuvounossegundosconlaintencióndellenarsuspulmonesdeaire;sucorazónpalpitabaconfuerzaentrelascostillas,aunquelosnervioslosteníaaflordepiel,ledabaaentenderqueestaba

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en baja forma. La idea de un gimnasio rondó por su mente y no ladesechó.

Se volvió a poner en marcha, ya estaba empapada, no tenía prisaalguna,alguien tropezócontraellapor laespalda, leamonestóyesperóuna disculpa que nunca llegó. Giró la cabeza de repente y sus ojos seagrandaron,lasangreselehelóenlasvenasalsentirelfríocañóndeunarmaclavándosedirectamenteentrelascostillas.

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CAPÍTULO13

Lizzie hacía que miraba la televisión sentada en la sala de

audiovisuales del centro de rehabilitación donde estaba ingresada, eraalgoqueyahabíaperfeccionadoenlassemanasquellevabaencerradaenesascuatroparedes.Siprestabaatenciónalapelículaqueenesemomentoestaba apareciendo en pantalla, nadie la molestaría, y eso es lo queprecisamente ella necesitaba. Sumente voló al último día que sumadrehabíaestadoallí,losreprochesylasacusacionesaparecierondegolpeensubocacomoporartedemagia.Ellaniporlomásremotoqueríatratarasí a la mujer que le había dado la vida, pero según su psiquiatra, ladoctoraWeston,erapredecibleylógicoyaqueaúnseguíadolidaconsusprogenitores y aún no había curado las heridas de un pasado que seempecinaba en visitarla una y otra vez como el estribillo de una viejacanción archiconocida.Así funcionaba su cerebro sin las drogas, sin lacocaína, y deseó tener unos gramos y volar a un mundo mejor dondenadiepodríadecirleloquedebíahacernisentir.

Los créditos aparecieron en la pantalla y con ellos una melodíapegadiza que había oído en otras ocasiones, pero no le importó;últimamente nada parecía llamar su atención, elmundo pasaba ante ellacomosisetratasedeunaburridoyestrafalariodesfiledemoda;soloteníaencosaenmente:escapar.

Lapreguntataladrósucabezaporenésimavez:¿escapardequé?Seencontrósolaenlasalaaunque,adecirverdad,nohubiesepodido

asegurarsienalgúnmomentohabíaestadoacompañada;nolaimportabanada ni nadie. Regresaría a su habitación, la doctora Weston la habíaaconsejadovolveratomarelhábitodelalectura,buscareseespacioúnicoeintransferiblequesolololograbaunbuenlibro.

Esashabíansidolaspalabrasexactasdesupsiquiatra;quizásllevararazón y debía matar el tiempo pasando hojas como si le interesase dealgúnmodolatónicadeunanovela.

Salióalpasilloysetropezóconvariascompañerasdeárea,ninguna

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lasaludó;claroqueaestasalturas,nodebíaextrañarse.Silarazónfuesequeeraderazanegra;nuncapodríaesperarningúntipodecomprensiónoaceptación por parte de ellas; si acaso fuese por su temperamento y suformadeactuar;almenosahí tendríaalgunaventajaporquenosiempresería huraña ni antipática; su personalidad, su vida, todo ella giraba entornoalmonoquepadecíaconstantementeacausadeladroga,uninfiernoalquenoveíaningunasalida.

Algúndíapodríasalirdeesamierda,peroeneseinstantenoseveíacon fuerzas de avanzar, de dar un paso hacia adelante. Estaba cansada,quizádemasiadoparaentablarunanuevabatalla.

Presadesuspensamientos,nosepercatódelcarrodelimpiezaqueseencontrabasituadoaunladodelpasillo,elaguadelcuboyelchoquedelosproductosdelimpieza,altropezarconél,llamaronsuatención,peroalgomásocupósuinterésantesdetomarrumboasuhabitación;enunode los recipientes,másparecidoaunvasoqueaotra cosa, relucióalgometálico,miróaunladoyaotrodelpasillo,comosisupiesequeloqueibaahaceracontinuaciónibaencontradelasnormasdelcentro.Novioanadieynopudomásqueesbozarunapequeñasonrisadetriunfo.

Percibiólaadrenalinasubirporlabocadesuestómagohastallegarasusdedostemblorosos,unruidopotenteproducidoporlacaídadelatapade un inodoro, hizo que su mano volviese atrás casi de inmediato; acontinuación el murmullo de una cisterna y una décima de segundodespués;elaguacorriendoporlastuberías.Noteníatiempoyaquedentrode lahabitaciónseescuchabanpasosaletargadosque le indicabanque lapersonaquesededicabaesedíaalalimpiezanotardaríaensalir.Alargóelbrazo,estavezmásdecididaymásrápidaqueenlaprimeraocasión;alsentirelplásticoencontactoconsupiel,percibióunamuestradeorgullohacíaasímisma.Cerróelpuñoentornoalcúter,loapretóconfuerzayacontinuaciónsindemorasecruzódebrazos,protegiendoconsucuerposuvaliosohallazgo.Tuvoquehaceralgomásqueunesfuerzoparanoecharacorrerporelpasillo;noobstantenilointentóporqueeraconscientedequesuspasosresonaríanconfuerzaporelcorredor,silohacía,esopodíaponerenalertaalamujerquelimpiabaeneseinstantelahabitación.

Llegóalasescaleras,lassubiótandeprisaquecuandosintiócomoeltobillo se doblaba de una forma no natural ahogó un grito demalestar.Deberíaandarseconcuidadoporqueestabamuycerca,tantoquenopodíacreérselo. Llegó a la siguiente planta con una pequeña cojera que no le

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impedía caminar. Solo cuando vio la puerta de su habitación pensó quepor fin estaba a salvo, y esta vez era en el más amplio sentido de lapalabra.

Lamujerdelalimpiezadoblólastoallasylasdejósobreellavabo,

se giró y su suela quedó pegada al suelo,maldijo en voz alta al ver elchicleadheridoasuzueco.Tiróconfuerzahastaquelodesprendió,saliódelcuartodebañoblandiendolaescobaenunamanoymaldiciendoalasdos jóvenes que dormían en esa habitación. Llevaban cuatro mesesingresadas;tiempomásquesuficienteparasabersedecarretillatodaslasnormas.Seacercóasucarrodelimpiezayfueenbuscadelcúterqueteníapara casos como este: sabía que no estaba permitido, pero se dijo quehastaahoranohabíapasadonada;ademásestabahastaelgorrodelimpiarloschiclesylasuciedaddeesaniñas;lamayoríadeellasconsentidasenexcesoquenorespetabanparanadasutrabajo.

Instintivamente llevó lamanoalvasodeplásticoque teníapara esemenester.Ahogó un grito oxidado y, como pudo, corrió todo lo que ledieron las piernas hasta dirección. ¡Dios Santo! Iba a perder el trabajo,perosideunacosaestabaseguraesqueelcúterlohabíadejadoallíyesosolo podía significar una cosa: una de las internas tenía en sumano unarmamuypeligrosayteníaelpresentimientodequenoibaahacerbuenusodeella.Acelerótodoloquedabanlaspiernas,peroteníalacertezadequeyaerademasiadotarde.

Lizziedeslizóelpulgarhastaqueseencontróconelfilodelcúter.Nopodíacreerquepudiesetenertantasuerte.Estonopodíaserotracosaqueobradeldestino.Pasóeldedoporelbordeysintiólasprimerasgotasdesangresobrelapalmadesumano.Ahogóunaexclamacióndetriunfo.Notuvoquepensarmáspuestoqueparecíaqueyaestabatododecidido.

Su último pensamiento fue para su madre, la gran Debra Banks,asesora del que podría ser el próximo presidente de EstadosUnidos deAmérica,ojaláhubieseheredadoella su fortalezay susaberhacer,perosiemprehabíasidounacríaenclenquesinningunailusión.Cuandoeraunaniña y sus amigas ya soñaban con lo que querían ser demayor, ella nomostrabaningúninterés.SegúnladoctoraWeston,esosedebíaalférreocontrolquesuspadresejercíansobreellayquenuncalapermitíantomardecisiones propias. Lo peor es que ya no era una niña y seguíaconsintiéndolo;sololacocaínalapermitióaislarsedeesemundoqueno

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estabahechoasumedida,porelamordeDiossitansiquieralegustabalacarrera que estaba cursando en la universidad, pero, como siempre, sumadre la creyó apropiada para ella, y ¿qué hizo? Aceptar, como solíahacersinrechistarsuporvenir.

Peroestavezseríadiferente,nadiemástomaríadecisionesporella,nadie la echaría en falta y no sería más motivo de preocupación paraningunodesusprogenitores.

Abrió el grifo de la ducha, el agua caliente comenzó a llenar laestancia,elvahoempañóelespejo;mejorasí,sedijo,nodeseabaversureflejo,sedescalzóy,acontinuación,despacio,sinprisa,hizorodar lospantalonesporsusmuslosysacóeljerseyporlacabeza;sequedóenropainterior,entróenelplatodeduchaysintióelaguacaliente;noimportaba,pronto,muypronto,yanosentiríanada,solocalmaypazconsigomisma;algoquellevababuscandotodasuvida.

Se sentó fuera del alcance del agua, levantó el brazo y observó laparteinternadelasmuñecas,laspequeñasvenasazulesquesurcabanbajosupielcomopequeñosafluentesqueibanadaraungranrío.

Cogió con fuerza el cúter, se lo acercó a la muñeca y esta vez lamanonoletembló.

***

Brendaestabamareadayunanáusealevinoalagarganta,abriólos

ojosysoloencontróoscuridad;elmiedolainvadió,peroestabavivaydemomentoesoteníaquebastar.Agudizóeloídoynoescuchómásquesupropio corazón fuertemente retumbando contra las costillas. Seencontraba tumbada, palpó con ambas manos todo a su alrededor yencontró bajo su espalda un colchón, lo que dio a suponer que estabasobre una cama, pero para averiguarlo, debía incorporarse y poner lospiesenelsuelo.Soloelsimplehechodepensarensentarselehizoquesucabezaestallara,subocaseencontrabapastosaysu lenguaparecía teneruntamañomayordelohabitual.Laideadequepodíahabersidodrogadaempezó a coger forma en sumente.Quiso llorar.No obstante, abrió labocabuscandounabocanadadeaire,perohastaellasolollegóeloloraranciahumedad.

¿Dóndeestaba?Ylopeordetodo,¿conquién?Recordaba pequeñas escenas a cámara lenta, pero todas eran

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incongruentes. El vestido, la tintorería, la lluvia y decenas de paraguasbailandoasualrededorsecruzabanensurecuerdo.

Sellevólamanoauncostado,comosiderepenteahíencontraselarespuestaqueandababuscando,elhechodesaberseencañonadacomenzóa tomar forma.Despuésde esemomento todoparecíaoscurecerse, solohabíaunaenormelagunaquepormásquelointentasenolograbacruzar.

El miedo aumentaba cada minuto, se envolvió en sus brazos y sealegródeformainfinitasaberquenoestabamaniatada.Acontinuaciónsepalpó cada resquicio de su cuerpo buscando posibles contusiones oheridas,peronoencontrónada.Nosabía si alegrarseoecharsea llorarporlasituaciónqueestabaviviendo.

Algirarlacabezahacíaunladosobrelaalmohada,percibióunbulto,sellevólamanohastaallíynotóqueeldolorquelaatenazabaproveníadelhinchazónqueteníasobrelaorejaderecha.

Conungran esfuerzo logró sentarse y, comohabía supuesto en unprincipio, estaba sobre una cama, pero no había ni rastro de sábanas nicolchas.Posólospiesenelsuelo,primeroconmiedo;alsentircomoelfrío se adueñaba de la planta de éstos, echó su cuerpo hacía adelante yahogó una nueva arcada. Gracias a Dios, el vómito no llegó. Intentóponersedepie,elsimplehechodequedarseerguidahizoqueletemblasenlas piernas de una manera hasta ahora desconocida para ella. Daba lasensacióndequesusrodillasnosoportabansupeso.Intentócalmarse,seagarrófuertementealbordedelcolchóneintentóqueelhabitáculo,entresombras, donde se encontraba dejase de dar vueltas a su antojo; no lologró,perosumentesenegabaaobedecer;deprontosinesperarlollególaimagendeNeil.

—Oh,Dios,Neil.—Ahogóun sollozoy se llevó las palmasde lasmanoshastalosojos—.Hesidounaestúpida,unacompletaestúpida—sedijoentregemidoscadavezmásprofundos.

Neil llevaba razón y sus presentimientos se habían convertido enhechos.Noquisoaferrarsealdolorqueleocasionaríatodaestasituaciónalhombrequeamaba.

Tomóunaprofundarespiraciónysetragósupropiabilis.Supercepciónleindicabaqueeradenoche,lacuestiónera:¿dequé

día?Avanzó un paso y luego otro; se alegró de que el sentido del

equilibrio volviese poco a poco a ella. Estiró lo máximo los brazos y

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caminóenlínearectaenpequeñaszancadas...una,dos,tres,cuatro,cinco...yalasextatopóconunapareddemadera.

De ahí venía ese olor a humedad, hurgó entre las grietas de lostablones y en algunas pudo incluso introducir un dedo, la sensación defríoenlosíndicesnosehizoesperar,losretiródespacio,comosiquisierasaber con ese ligero escrutinio el lugar donde pudiese encontrarse. Acontinuaciónapoyólafrentesobrelasrugosasvigasysedejóllevarporla desazón y la amargura.Esta vez las lágrimas que pugnaban por salirhacíaunbuenratoafloraronensusojos,nopudoevitarloysolopudodarriendasueltaasudolor.

Estabaperdidaenalgúnlugaryledabalasensacióndequenadielaencontraría, almenos en un corto espacio de tiempo. Se giró, apoyó laespalda en la pared demadera y se dejó caer lentamente hasta sentir elsuelo,sellevólasrodillasalpechoyescondióenellaslacara.

Estabaperdidaynosoloensímisma.

***—Necesitoqueseaslaamabilidadpersonificada.Neil obvió el bufido que tenía entre los labios y se centró en la

carpetaqueteníaentrelasmanos.Eranmásdelasochodelatarde,hacíamásdedoshorasqueBrendasehabíaidoacasayélseguíaallí, trassumesadedespacho,cerrandonuevoscontratosdeinversores.Loúnicoquedeseabaeshuirdesuoficinayabrazaralamujerqueamabahastapoderperdersedentrodeella.

LavozdeDebravolvióa resonarensumentecon fuerzahaciendodesaparecereseparéntesiscreadoporsupropiaimaginación.

—¿Hasentendidotodo?—lepreguntósuasesoraabriendolacarpetafrenteaél.

—¿Cómosellama?EstavezfueDebralaquesoltóunbufido.—Neil,porelamordeDios¿Dóndeestabasmientrashablaba?—Estoycansado,Debra,esoestodo—dijoélcerrandoconfuerzael

pulgaryelíndicesobreelpuentedelanariz.Unsegundodespués,levantólamiradahacíaellayensusojospudo

verciertacomprensión.—Te prometo que cuando seas el presidente, podrás tomarte unos

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díaslibresmientrastantotequieroaquí,nodivagandoenquiensabequé.—Estábien.Rebobina.Esta vez la mirada acusadora de Debra le dio a entender que no

habríamásoportunidadesqueestaasíquedecidióprestarlaatención.—EldirectordeTheWashingtonPost,personaimportanteennuestra

estrategiayconlacual,terecuerdo,teentrevistastehaceunosdías,quierepresentarnosaunnuevoinversor.Tepuedoasegurar,Neil,queeldineroqueva adejar en tu campañaesmásde loquepodríamos soñar a estasalturas.

Neil se pasó una mano pesarosa sobre la frente y estudió condetenimientolafotoqueteníaantesí,nolegustósuaspecto,noobstantelacifradevarioscerosimprentaennegritaabajoaladerechadelinforme,lesorprendió.

—¿Quéquiereacambio?—¿Cómodices?—Vamos, Debra, nadie en su sano juicio ofrece esta descomunal

cantidaddedineropornada.AlverqueNeilintentabaaflojarelnudodelacorbata,ellaledioun

pequeñomanotazoyseloimpidió.—Hayunasempresasensupaísquelegustaríarecibirciertagarantía

deEstadosUnidosparaqueseimportasensusproductosyvenderlosaquí.—¿Nosquierencomprar?—preguntóelsenadorcontonofirme.—Dichoasí,suena...sucioypocoético,perodigamosquesolosería

unatransaccióndeunpaísaotro.Élvolviósuatenciónalinformequeteníaantesíparadespuésabrir

losojosdeformadesmesurada.—¿Bielorrusia?—Poresetonopareceelfindelmundo.—¡Estás loca si crees que voy a firmar este acuerdo con un

bielorruso!Debracontóhastadiez,algoqueyahacíadesdehacíaunassemanas,

antesderesponder,peroelsenadorseleadelantó.—Nomegustacómosuenadeningunadelasmaneras—Neilahogó

un juramento—. Si llegamos al poder, será con las manos limpias. Noquieroundineroquenovaaaportarnadaamisconciudadanos.Estohuelea mafia y te juro por Dios que no quiero verme sometido a clanes nibandasarmadas.¿Tehaquedadoclaro?

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—Aúnnosabesdequésetratayyaestásechandoportierratodalaentrevista—objetóDebranerviosay jugueteandocon el bolígrafo entrelasmanos.

—Nomegusta,Debra. Países del este deEuropa yEstadosUnidossonuncóctelmortal.Novoyaentrarenestejuego.

—No puedes cerrarte en banda. Además todo esto es culpa tuya—observócomoNeil lamirabacon losojosmuyabiertossin tansiquierapestañear—.Noquieresnegociar—comenzóadecirmásdecididade loquecreía—afavordelasarmasennuestropaís,tehascerradoenbandaydéjamedecirteque"esepequeñodetalle"—movióvariasveceslosdedosíndice y corazón de ambas manos— hace que una buena parte de lasociedadnorteamericananoteveaconbuenosojos;además,vasaserelnuevo presidente y ¿qué le vas a decir a los otros líderes mundialescuando te entrevistes con ellos y sus propuestas no te agraden? ¿Nomegusta?

—Noseasirónica,¿deacuerdo?—Estetiponomeresultaagradablealavista.—¡Pero si no lo conoces! exclamó ella a sabiendas del juego de

palabrasqueestabautilizandoNeil—,nohashabladonuncaconél.—Nomeconvencesuaspectonitansiquieraveoatractivasuoferta.—Bien—Debrasuspiróconfuerzamientrasponíalasmanosenalto

—,haremosunacosa,primeroloescuchasyluegoledicesqueno.—¿Aquévienetantointerés?—Vienedesdemuylejos,Neil,debesalmenosrecibirle.Aesosele

llamacortesía—ledijoconuntonocargadodeironía.Neilvolviólavistaalafotografía.Elaspectodeaquelindividuosin

dudateníagenesrusos,sedijoparasí,rubiocasiplatinoyconunosojosazulesyfríosquenoletransmitíanningúntipodeconfianza.

—Estábien.Hazlepasar,peroteaseguroquelareuniónnovaadurarnidiezminutos.

Elsenadorestabaen lociertoaunquepormotivosmuydiferentesalosqueélpensaba.

Debrauniólasmanoscomosiestuvieseorando.—Gracias.—Aúnnomelasdes,Debra...Lapuertaseabrióeinterrumpiólaconversación.—Debra, tu móvil no deja de sonar. Debe ser urgente porque han

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insistidovariasveces—lecomunicóAlfredsinmostrarexcesivoénfasis.—Gracias,Alfred, voy ahoramismo. ¿Te importaría acompañar a

DanPeacock,directordeTheWashingtonPostyalseñorAndreyMelnikhastaaquí?

Lamelodía del teléfono deDebra volvió a sonar sobre una de lasmesas.

—Yavoy,yavoy...quéprisas.Neil se levantó de su sillón y esperó de pie a sus visitas. Dudó en

ponerse lachaquetadel traje,perodespués llegóa laconclusiónquenonecesitabaformalidades.

Dos minutos después, los dos hombres entraron precedidos porAlfred.

A Dan ya le conocía y parecía estar interesado en hacer de

intermediario,peroconesecamisabeigeyesacorbataderayasazulesyverdespococonseguiríapensóNeilparasímismo.

Al contrario que el director del periódico, Andrey Menik era unhombre corpulento, se veía a leguas que pasaba muchas horas en elgimnasio.Lateladeltrajeseleceñíaalaalturadeloshombrosyenlosrobustosbrazosqueyaextendíaparasaludarlo.

Neillediolamanoenelúltimomomento,conocíalatradiciónrusayélnoestabadispuestoatenerelmásmínimoroceconaqueldesconocido.Su tacto era frío y no le gustó en absoluto su mirada escrutadora. Esehombrenoeradefiar.

Seescuchóungritodesgarradorfueradeldespacho,acontinuaciónsillasarañandoelsueloypequeñosgolpesquellamaronlaatenciónaNeilyasusvisitantes.Alguienpidióenvozaltaunvasodeagua.

Neil sorprendido por los ruidos y voces se acercó presuroso a lapuerta.

—Disculpen...NotuvoopcióndeabrirlaporqueeneseinstantePeterseleadelantó.—¡Brendanoestá en el apartamento! ¡No la encuentroporninguna

parte!LavozdePeterresonóvariasvecesensucabeza,comosifueraun

insistenteeco,perosindarcréditoaloqueoía.Neilpareciósalirdesuparálisisycorrióalexteriordesudespacho,

loquevioallílodejósinhabla.Debraestabasinsentidoenelsuelo,una

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delasvoluntariaslesosteníalacabezayotraledabaaireconunacarpetadecartón.

ANeillediolasensacióndequeDebraestabamuerta,searrancólacorbatadelcuellobuscandounpocodeaire.

—Lehanllamadoparacomunicarlequesuhijahamuerto—ledijoun muchacho con cierto atropello, rizoso, con gafas y una camisetaimpresa con el logotipo del grupo de rock, Queen, el chico no debíacontarconmásdeveinteaños,yNeillohabíavistorondarporallíenunpardeocasiones.

Presa de los nervios, Neil tomó su teléfono y llamó a Brenda, nopudoevitarqueel corazónse leencogiesealverelúltimomensajequetenía de ella. El teléfono no estaba apagado, daba señal, pero nadierespondíaalallamada.

—¡Llamadaunambulancia!¡Ya!—ordenóelsenador—.Tú,Alfred,veconella.

—Sí,señor.NeilsearrodillóanteDebra,letomólamanoycomprobósupulso.

Era fuerte y constante; eso le tranquilizó. Necesitaba conocer todos losdetallesdelamuertedeLizzie.¡Dios,noselopodíacreer!Eraunaniñapreciosa,deojosgrandesycolorchocolate,inteligenteyconunaenormesonrisaenloslabioscadavezqueseencontraban.Intentóhacermemoriade la última vez que habían intercambiado alguna palabra y para susorpresa descubrió que habían pasado al menos seis meses. ¡Mierda!Estabatansumidoensumundoquenohabíatenidoconcienciadelagentequelerodeabacadamañana.

Se giró y elevó los ojos hasta el muchacho rizoso que aún seencontrabaasulado.

—¿Cómotellamas?—lepreguntó.Eljovenmiróparaladerechayluegoalaizquierdaparaasegurarse

dequeelsenadorseestabadirigiendoaél.—¿Yo...?—inquiriódubitativoconsupropiodedoíndiceclavadoen

supecho.—Sí,tú...—Neilintentónoparecerirritable.—Reford,señor,GeorgeReford.—Muy bien George—Neil se incorporó y se puso a la altura—,

AlfredacompañaráalaseñoraBanksalhospitalytútequedarásacargodelasituación.

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—¿Yoooo...? —preguntó sorprendido el muchacho con los ojosabiertoscomoplatos.

—¿Algúnproblemaalrespecto?—No, senador, lo haré lomejor que pueda—respondió con cierto

tonodeorgulloenlavoz.—Esoesloquequeríaoír.Muchasgracias,George.—¿Peter?—¿Señor?—Necesitoiracasa.—Porsupuesto,senador.Neil yasalía raudoyvelozpor lapuertaprincipalcuandoPeter lo

alcanzó.—Disculpe,senador,respectoalmuchacho...¿noleparecemuyjoven

paradejarlecomoresponsabledeesteembrollo?Neilsevolvióypudovislumbrarlapreocupaciónenelrostrodesu

chófer.—AlguienaquienlegustalamúsicadeQueennopuedehacerlotan

mal.Nadie,nisiquieraeldirectordelperiódico,queestabaarrodilladoal

ladodeDebra,sefijóenlasonrisaladinadelhombrebielorrusoqueconlosbrazoscruzadosapoyabasuhombrocómodamenteenelquiciodeunapuerta.

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CAPÍTULO14

Elteléfonovolvióasonarenvueltoenlaoscuridad,Brendapercibió

comosucorazónbrincabaenelinteriordesupecho,olvidándosehastaderespirar;lamelodíadelmóvilhabíasonadounosinstantesantes,peroellanohabíapodidolocalizareldichosoaparatoentrelaoscuridad.

La sensación de ceguera era aterradora, parecía estar perdida entrelassombras.Secolocóderodillas,conlaspalmasdelasmanostocandoelsuelo, ignoró las motas de polvo y las rugosa tablas de madera quepalpaba a través de los dedos, gateó varios pasos en dirección de lamelodía, ignorandocomo lamadera rugosaarañabacon fuerzasupiel,rogóalcieloquenocesara.Cadavezlaoíamáscerca,fueraquienfueraquienlahabíasecuestrado,habíaolvidadoquitarlasubolso,almenos,enesteinstantelabalanzajugabaasufavor.

Siguióavanzandoderodillasvariospasosmás,aella leparecieronunaeternidad,ysetopóconalgoqueparecíamoverse,enunactoreflejóapartó las manos del suelo e imploró que no fuese una rata o algunamusarañaloquehabíapalpado,selimpiólaspalmasdelasmanosderestode polvo y suciedad contra la tela de su pantalón e intentó insuflar suspulmones de aire, pero fue un vano intento porque en ese instante elteléfono decidió quedarse en silencio. Las lágrimas que pugnaban porsalirhacíavariashorasarremetieroncontrasusojosynopudomásquesucumbiralllanto.

Elmiedolaatenazabadetalmaneraquelaideademorirallí;ocupóunabuenapartedesuspensamientos.

La idea de no volver aNeil la atravesó comoun puñal afilado; nopodía rendirse,sedijoentreespasmossollozantes,nopodía.Asumentellególa imagendesuhermanoLoganyporprimeravezlocomprendiótodo. Alcanzó a entender el porqué su hermano se había encerrado enaquellaburbujahurañaycargadademelancolíaporlosmalosrecuerdosqueletraíaunayotravezlaguerradeAfganistán.

—¡Dios,Logan!—implorócomounaoracióndesesperada.Selimpióelrastrodelaslágrimasconunsolomovimientodemano

eintentódenuevotomarunabocanadadeaire.Nohabíasidounabuena

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hermana, ahora lo sabía, ahora lo comprendía. Había tenido que venirJimenapararomperesedoloryrecolocarlascosasensusitio.¡Ledebíatanto a su amiga! Sabía que eran felices; el último mensaje de Jimenaacompañado de una foto de su hermano y ella, se lo confirmaba. Laexpresión de Logan se había relajado en estos últimos meses, ahorasonreíaabiertamente,comosiyanadalepreocupase.

Echó la cabeza hacia atrás en una intento vano de sofocar laslágrimas,sinembargolefuedeltodoimposible.Deseóvolverconfuerzaa casa, al refugio seguro de los suyos. Imaginó a Emma, su prima,regando su jardíny aOwen tallando lamadera, allí quería volver, perocon Neil. La simple idea de imaginárselo, la calmó lo suficiente paravolver a gatear, tragó saliva y siguió palpando cada palmo de lo queencontrabaasupasosinimportarleelresquemorquelesentíaenyaenlaspalmasdelasmanos.Lamelodíadelmóvilirrumpiódenuevoyestavezmás cerca, avanzó deprisa hasta que se topó con su bolso en el suelo,deslizó a tientas la cremallera, sumergió la mano y por una fuerzadesconocidadeldestino,loencontróalaprimera.Ahoranopodíallorar,debíaserinteligenteyutilizaresetiempodelamejormaneraposible.

Deslizóeldedoporlapantallaygritódesesperada.—¡Neil!—¡GraciasaDios,Brenda!,¿Dóndeestás?Lavozdeélestabacargadadepreocupaciónynerviosismo.—¡Nolosé!¡Venabuscarme!—lerogó.Supusoquesutonorayaba

ladesesperación,peroelhechodeescucharlavozdeNeil,destruyótodaslasbarrerasdefortalezaquehabíaconstruidohastaahoraparanovenirseabajo.

—Estábien.Tranquila.—Cadapalabraestabacargadadeimpaciencia—¿Estásherida?

—No—dijoellamásconvencidade loquesuponíaenunprincipio—.Neil,creoquemehansecuestrado—comentóalgoaturdida.

¿Cómo si no se podía denominar al simple hecho de estardesorientada,tiradaenelsuelo,sumidaenlaoscuridadmásprofunda?

Depronto,laideadeestarenterradabajotierralaasaltóderepente.Elmiedoatenazótodossusmúsculosysintiófrío.EscuchócomoNeilhablabaconalguien,lohacíadeprisayconcierto

nerviosismo.—Escúchame, Brenda, escúchame con atención.—La apremió con

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desesperación—. Peter y yo estamos intentando triangular tu posición,¿meentiendes?

Ellaasintiócomosiélpudieraversugesto.—Brenda,cariño,¿comprendesloqueintentodecirte?Estavezellarespondióconunmonosílaboaldarsecuentaqueélno

podíaverla.—Necesitamosquedescribasloqueves.—Noveonada,Neil.—¿Nada?—Estoyenlamásabsolutaoscuridad.Escuchóunbufidoexasperadoatravésdelalínea.—Brenda,¿cuántabateríalequedaatumóvil?Ella distanció el aparato de su oreja y observó el halo de luz que

desprendía la pantalla, la batería estaba casi al completo, lo habíarecargadoesamismatardeenlaoficina.

—Tengosuficiente.EscuchócomoNeiltransmitíasumensaje.—Cariño, Peter está aquí conmigo y necesitamos quemantengas el

teléfonoencendido.—Sí.—Bien.—¿Dóndecreesquepuedesestar?—Nolosé,perolasparedesyelsuelosondemadera.—¿Podríaserunsótanoounabuhardilla?Ellasopesólapreguntaantesderesponder.—Lostechosnosonbajos,nologrótocarlosconlamano.Neiltardóunossegundosantesdevolverahablar.—¿Cuántotiempohaspasadoenelcochehastallegarallugarquete

encuentras?—Nolorecuerdo,Neil,mehedespertadoaquí.Nitansiquieraséel

tiempoquehatrascurrido.Estoyalgomareadaylentadereflejos,tengolasensacióndequemehandadoalgúntipodedroga.

—¡Joder!—Según Peter han pasado cinco horas desde que él te dejó en el

apartamento.—Lo siento tanto, Neil, lo siento. — Ella no pudo reprimir las

lágrimasycomenzóallorar—.Fuiunaestúpida...

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—Noeshorade lamentaciones,Brenda.Necesito tenerte ami lado.—Suvozsequebróunossegundos—.LaAgenciaNacionaldeSeguridadestásiguiendounapistaypronto,muypronto,teencontraremos.

—Huelo a humedad—dijo ella de repente como si fuera un datoimportantequeselehubiesepasadoporalto.

—¿Quéclasedehumedad?—Hacefrío,hueloavegetación.—Porprimeravezenlashorasque

llevabaallí,secentróenlosmurmullosdelalobreguezquelarodeaba.—Escuchounrío,uncaudaldeagua.—Algoesalgo—farfullómásparaélqueparaBrenda—.Entiendo

queestássola.—Sí.Desdequeestoyaquínohevistoanadie.—Tienesqueintentarsalirdeahí.¿Mecomprendes?Brendaseincorporódeinmediato,laspiernasletemblaron,perono

permitióqueesoledesmoralizara,tomósubolsoysecolocóamododebandolera.

—¡Noencuentro lapuerta!—exclamódesesperada—¿Creesquenolointentado?

—Brenda, busca una rendija de aire por el suelo, necesito queencuentrasunapuñeterasalida.Utilizalaluzdelteléfono.

—Bien...deacuerdo.¿Cómonoselehabíaocurridoantes?—Buenachica.Usó el teléfono de linterna y soltó un grito de alegría cuando

vislumbrólapuerta.—¡Laheencontrado!—Saldeahíya—legritóNeilconungritodesgarrador.Nohizo falta que se lo repitiese dos veces.Alcanzó el pomoy sus

dedossesobrecogieronalrededordeél,tuvoquehacercasiunactodefeparanoaferrarsealfríometal,logiróyloabrió.Asupasoencontróunpequeñosalónconunpardesillonesyunatelevisión,cadapasoquedaba,tenía lasensacióndequeelcorazónse le ibaasalirpor lagarganta,nohabíaescuchadoningunavozniningúnruido,peroesonosignificabaqueno hubiese nadie vigilándola o al acecho de sus movimientos, no seatrevía a respirar,miró presa de los nervios a todas las direcciones ylocalizólasalidaaunosmetrosdeella,corrióhastaella,abriólapuerta,salióalexteriorysevioabrazadaporunaarboleda.

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—Estoy en un bosque —le dijo a Neil, que hasta ahora se habíamantenido en silencio al otro lado de la línea como si supiese que ellanecesitabatodasuatenciónparasalirdeallí.

—¡Tenemostuposición!—legritóeufórico—.Tienesqueiralesteparaencontrarlacarretera¿Comprendesloquetedigo?

—Sí.—Puescorre.Ibaahacerlocuandolosfarosdeuncocheiluminaronelsenderoque

llegabahastalacabaña.Sequedóinmóvil,nisiquieralavozdeNeillasacódesutrance.

***RyleysefrotóconfuerzalaentrepiernaalveraCindytumbadaenla

cama, desnuda, con las rodillas dobladas y las piernas abiertas. Laexcitaciónrecorriótodosucuerpo,lalujuriasacudióconfuerzasuingleysuerecciónsepresionófuertementecontrasumano.Seacercódespaciohasta la cama, como un lobo al acecho de su presa, apoyó una rodillasobre el colchón, éste cedió a supeso, se colocó entre laspiernasde lamujerycapturóunsenodeellaconavaricia, laescuchójadearygemir.Despuésdetodoeraunhombreconsuerte.

—Me alegra que estés aquí de nuevo, preciosa—le dijo mientrasascendíaconsuslabiosysaboreabalapieldelhuecodesucuello.

Cindyintentóobviarelcuerposituadosobreella,seconcentróenloshermosospaisajesquehabíadejadoenSantorini,laislagriegaenlaquehabíaestadolosúltimosmesespordeseoexpresodesupadre.

Elabogadojugóconellóbulodesuorejayellaimitóelgemidomásparecidoquepudiesehaberemitidounaactrizdecine.Estabatanexcitadocomounadolescente,sijugababiensuscartas,esepolvonodudaríamásde dosminutos; escuchó su agitada respiración y supo que elmomentohabíallegado.Segiróylotumbodeespaldas.Élparecióalmismotiemposorprendido y enardecido, se colocó sobre sumiembro y permitió queentraracomounaestocadadentrodeella;loquevioenlosojosdeélfuela rendiciónmás absoluta. Lo sintió, tras el orgasmo, sometido y hastacasisepodíadecirdoblegado,debajodeella.Noeraunbuenamante,peropagabatodossuscaprichos;elúltimo,esamismatarde,uncollardeperlasconlospendientesenformadelágrimaajuego;nollegabaaentenderque

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loshombresfueran tansimplespornaturalezayaqueporunpolvoerancapacesdepagarverdaderasfortunas.

Se levantó sin decir una palabra una vez que él había llegado alorgasmo y se dirigió a la ducha, necesitaba eliminar todo rastro que elabogadohabíadejadoimpregnadoensucuerpo;eneseinstante,nopudomásquecompararloconNeilypercibiócomolarabiacrecíaensufuerointerno.ElsenadorCollinspagaríamuycarosuosadía,nadielaponíaentelade juicioy ladejabacomounabolsadebasura tiradaenelcallejónoscurodelaindiferenciasocial.

Abrióelgrifo,comprobólatemperaturadelaguayacontinuaciónsesumergiódebajodelchorro;lasensacióndebienestaraparecióenelacto.Pensóenlavenganzaunavezmás,comohabíahechotodoslosdíasestasúltimassemanas,ydesuslabiosresurgióunasonrisa.EllaerahijadePaulFarrell, su heredera, y nadie jugaba con su apellido. Lamentabaprofundamentequesupadreestuvieseenlacárcelymásaúnquenopodersacarlodeallí,despuésdetodoeldineronoeratanimportante,enciertocasos,loscontactospolíticos,sí,perounavezmás,Neillahabíadejadoenla estacada, seguía permitiendo que su progenitor permaneciese entrerejasyparecíaqueno iba ahacernada al respecto; claroque esoya sehabíaterminado.Enestaocasiónellateníalabazaganadoraenlamanoeiba arruinar la vida del senador Collins. Sintió la fragancia del jabónsobre su piel húmeda y eso, la reconfortó, se aclaró, buscó a tientas latoalla y con pequeños toques se secó; le gustó sentir el suave algodónsobresucuerpo.SupadrehabíaqueridoquesefueraaEuropa,nodeseabaquesucasosalpicasesuvidaniquelaprensalaavasallara,yella,comobuenahija,habíaobedecidoalpiede la letra, claroquealpensaren lasrevistasdelcorazónsoltóunacarcajadasarcástica.Prontoseríaportadaytodaslasmiradasrecaeríansobreella.Soloeracuestióndetiempo,pensóque podría casarse con un pez gordo, pero ahora sus planes se veíantrastocados,nadieensusanojuicioquerríacomoesposaalahijadeunestafador.

Ryley apareció sorprendiéndola de repente en el baño, vestido soloconunosbóxers.

—HallamadoAndreyMelnik,meparecequeestamosdesuerte.—¿Aqué te refieres?—preguntóellaa lavezquesezafabadeuna

cariciaporpartedeél.El abogado supo que la mujer fría había vuelto y desistió de su

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empeñodetocarla.—LahijadeDebraBankssehasuicidado.Cindydejócaerlatoallaalsueloylomirósorprendida.—¿Hablasenserio?—Andreyestabaallí,lohapresenciadotodo.Cindylomiródetenidamenteunosinstantes.—Estomejorapormomentos.—¿Podríamoscelebrarlo?—inquirióelabogadoenuntonoquedaba

aentenderquenoleimportaríarepetirsexoconella.—Tumomentohapasado,Ryley—lerespondiódestempladamente.—Algúndíamegustaríasaberquéesloquebuscasenmí,Cindy.Ellaignorósupreguntadeliberadamente.—¿HapodidohablarconNeil?Ryley le lanzó una mirada devastadora y furiosa que ella por

supuestoignoró.Elabogadosupoenelactoquenadapodíahacer.—No. Por lo visto se largó con su chófer nada más comenzar la

reunión.—¿Enbuscadelanoviadesaparecida?—Esoparece.—Sevaallevarunadesilusiónenorme.—Saliódelbaño,entróenel

dormitorio,deunodeloscajonesextrajouncamisónnegrodeseda;éllasiguió.

—¿Vatodocomolohabíamosacordado?—Sí.Andreyibaahorahacialacabaña.—¿Esosignifica...?—Qué túentrasenescena—le interrumpióelabogadomientrasno

perdíadevistaningunodelosmovimientosalahoradeataviarsesobreelcamisónunabatabeigederaso.Esamujerloteníaencandilado.

—Llevo preparándome para este momento mucho más de lo quedesearía. Te aseguro que a mi lado, Angelina Jolie parecería unaprincipiante.

—Nolodudó—aseveróRyley.Ellapercibióelcambiodetonomientrasanudabaelcintodelabata,

lomiródetenidamente.—Alegraesacara,hombre,aúnnohamuertonadie.—No creo que debas tomarte un secuestro tan a la ligera, los años

quenospueden...

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—¡Nomehablesdelacárcel!—exclamóella—.Soyconsecuenteconmisactosyesaputapagaráelhechodehabersequitadolasbragasparaelmemorable senador Collins—dijo esto último con un sarcasmo que lasorprendióhastaellamisma.

Ryleylaobservóduranteunossegundos,¿cómounamujerenfadadapodíallegarasertanhermosa?

Sucabellotodavíaestabahúmedo,peroaúnresaltabaelbrillodesusmechonesalaluzdelalámpara,susojosavellanacentelleabanconrabiamientrasloatravesabancomounaespadadestemplada,suslabiosalestarapretadoseranunamera línea recta, sucuerpoyacubiertoeraaúnpurodeleiteparaunhombre.Todoella,enconjunto,eraarmonía,perosibieneracierto,queeralafrialdadpersonificada,nocabíadudadequiénhabíaheredadoesafaceta;sindudapadreehijacompartíanlosmismosgenes.

Ryleylevantólasmanosenalto,mostrándolelaspalmas.—Novoyaentrarmásenestejuego,Cindy,unacosaesdefenderatu

padreantelajusticiayotramuydistintavermeimplicadoenunsecuestro.—Conunmovimientorápidodioalcanceasuspantalones,metióprimerounapernerayluegolaotra—.Estoesunalocuraentodaregla...

—Noteatrevasaamenazarme,abogadodepacotilla,hemosllegadodemasiado lejos. Un paso atrás ya no es negociable —profirió ellaenvueltaentrelucesysombras.

Él se ajustó el pantalón, cogió la camisa arrugada sobre el diványcomenzóavestirseaprisa.

—Siento comunicarte que desde este mismo instante no soy elabogadodetupadre.Dimito.

—No puedes hacerme eso. —El tono de ella volvía a ser de unamujerdesesperada,peroenelactosupoqueelabogadoyanosetragabaesecuento—.Mipadretepagaunasumamásqueconsiderablededineroporsudefensa.

—Eldinero,despuésdetodo,noestanimportante.—Deberíassermásambicioso,Ryley.Él, que es esos instantes se estaba abrochando los botones de la

camisa,sedetuvoylataladróconlamirada.—Eraeso,esohasidotodoeltiempo,¿verdad,Cindy?Ellahuyódesuinquisidoramirada.—Noséaquéterefieres.—¡Míramealmenoscuandotehablo!

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Sorprendentementeellalohizo.—Terecuerdoquesoyabogadoysoycapazdedescubrircuandouna

testigomienteytú,enesteinstante,Cindy,ereslamayorembusteraconlaquemehayatopadojamás.—Acortódistanciasyparasusorpresaelladiounpasohaciaatrás—.Creíasquesimeteníasentretuspiernasybabeabasobre tu bonito coño, sería unmeromonigote, ¿no es así?Me tendríascomiendodetumano.

—Ryley...—Eltonodeellasonóaadvertencia.—Déjamedecirtequetujuegohaterminado.—¡Noteatrevasaamenazarme!Elabogadosoltóunacarcajadasorda.—Protestadenegada,señoría—respondiómordaz.Tomó su chaqueta colgada del pomo de la puerta y, sin más

preámbulos, se marchó dejándola aturdida. El golpe de la puerta no sehizoesperaryelsilencioinvadiólahabitacióndondeseencontrabaCindy.

Ellapudoreprimirlarabia,dehabersabidoesto,sehubieseahorradoel abrirse de piernas para ese bastardo, se dijo a sí misma mientrasderribadadeunsologolpecerterolalámpara,quereposabaenunadelasmesillasdenoche,ygolpeabaéstaasuvezconfuerzaelsuelo.

Su apellido era Farrell y nadie en su sano juicio se atrevía aamenazarlaymuchomenosadecepcionarla.

Buscó su teléfono móvil y encontró la última llamada saliente.Esperóunossegundoshastaquelerespondióunavozmasculina.

—Tengootrotrabajoparati.

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CAPÍTULO15

—Latengo.NeilcruzódedoszancadassusalónhastallegaraPeter;unavezallí,

observóconmáximaatenciónlapantalladelmóvildeúltimageneraciónqueteníasuchóferentrelasmanos.

—¿Dóndeestá?—Nomuy lejos de aquí, al suroeste, la ubicación se localiza en el

Monte Rainier, no obstante tardaremos al menos una hora y cuartoaproximadamenteenllegar,esopisandofuerteelaceleradoreignorandoloslímitesdevelocidad.

—¡Vamos!AvisaaSeguridadydilesquevamosparaallá.—¿Senador...?—Nise teocurradecirmequemequedeesperandoaquí,Peter—le

interrumpió—.VoyairabuscaraBrenda.—Soloeraunasugerencia,señor.—Deja la sugerenciapara lasmujeres, ¡vamos,noveoelmomento

detenerlaasalvo!Eltimbreresonóenlavivienda.Neilsedirigióa lapuerta raudoyveloz, teníaenmente llamar al

fiscal,peroenelinstantequelaabrióquedóparalizado.—¡Cindy!¿Quécoñohacesaquí?—Queríahablarconunviejoamigoaunqueesperabaunrecibimiento

máscordialportuparte—ledijoellaconuntonodelomássensual.¿Nollegoenbuenmomento?

—No,nolohaces,ahorasimelopermitesdeboirme... tengocosasmásimportantesquehacerquehablarcontigo.

Ella ledetuvoconlapalmade lamanoenelpecho,pero lamiradatosca del hombre que tenía ante sí, hizo que la bajase de inmediatorompiendoelcontactofísicoentreambos.

—Necesitohablarcontigo...—No.Peteraparecióylamujerlededicóunamiradainquisidora.—Nomegustajugaralratónyalgato,Neil,necesitohablarcontigo

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ahora.—Se amonestó a sí misma porque había sonado más como unaordenquecomounapetición.

—Demasiadotarde...simepermites,tengoqueirme.Neilhizoademándesalir,peroellaunavezmás,noselopermitió,

cruzándoseensucamino.—Cindy,estás jugandocon fuego.Apártateahoramismo.No tengo

tiempopara tinipara tus juegos...no te lovoya repetirniunasolavezmás.

—Eshoradenegociar,Neil.Lascejasdelsenadorseelevaronenactituddesorpresa.—No tengonadaque negociar contigo,Cindy, un día desapareciste

demi vida y ese ha sido el fin de nuestro tiempo juntos.Yono te debonadaytúamítampoco...

Peter algo incómodo, con el teléfono en la mano, carraspeó parallamarlaatencióndelasdospersonasqueparecíaqueseibanaenzarzardeunmomentoenotroenunapeleabarriobajera.

—Señor,simelopermite,iréabuscarelcoche.—Voycontigo,Peter—dijosindejardemiraruninstanteelrostrode

Cindy. Tenía que reconocer que la vida la estaba tratando bien. Seguíasiendo tan hermosa como siempre, pero sus ojos eran tan fríos comorecordaba.¿Cómonosehabíadadocuentadeesoantes?Aligualquesucorazón,sedijoasímismo—.LaseñoritaFarrellsemarchaya...

—Nocreoqueningunodelosdosqueramosesto.Puedoayudarconloquetetraesentremanos.

—Ysepuedesaber,segúntú,¿quémetraigoentremanos,Cindy?—Neilelevólavozhastaquepercibióciertoresquemorenlagarganta.Esamujerteníalacapacidaddehacertrizassusnervios.

Cindypareciódudar,lavozdeNeiltodavíaleafectaba,nohabíadudaseguíaenamoradadeél,esaeralaúnicarazónporlaquesehabíavestidode manera precipitada y había acudido a su apartamento. Necesitabareconquistarle, hacerle suyo de nuevo y recuperar el poder perdido. Elsenadornuncahabíasidohombredeunasolamujeryellapodíahacerconunsolochasquidodededosqueolvidaseaesamojigatairlandesa.Sexoychampánseríalacombinaciónperfecta.

—Mira, Cindy —comentó Neil ya al lado de Peter y poniendodistanciaentreellos—,nosahorraremoslafasedelgatoyratón.

—Peter, llama a seguridad y que escolten a la señorita Farrell a su

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viviendaysioponeresistenciaalaautoridadquehaganunaparadaenlaprimeracomisaríaqueencuentrenylaencierrenentrerejas.

Peter,entodomomentoconelmóvilpegadoenlaoreja,asintió.—Señor,debemosirnosya.Neil adelantó varios pasos seguidos por su chófer dejando a una

Cindy desconcertada y furiosa en el corredor de la escalera. En esemomentovariosagentesuniformadosaparecieronenescena.

—Neil—gritóaplenopulmón—,ellanovalenada,yopuedohacertefelizylograrloquesiemprehassoñado.

Alverlogirarse,sucorazónsedetuvo.Teníaesamiradafelinaqueenotros tiemposaella tanto lehabíaexcitadoyqueenese instante tuvoelefectocontrario.

—Seacualseatujuego,Cindy,nadieestájugandoaél.

***Brendaseagazapóenlaoscuridad,graciasaDioslohabíahechosin

llamarlaatencióndelapersonaqueconducíaelcoche.Intentóqueelairelellegasealospulmones,peroloúnicoqueconsiguiófuequesugargantale quemase y le diese un acceso de tos. Con ambasmanos se taponó laboca.Eraconscientedequedebíatomarventajaysalirdeallícorriendo,perolacuriosidadpudoconellaysequedóentrelassombras.Necesitabasaber quién era aquel hijo de perra que la había secuestrado.Tomóunabocanada de aire aliviando el resquemor de la garganta. A través de lalíneaescuchóuncúmulodevocesyentreelloscreyódistinguirelnombredeCindy, pero supuso que el estrés le estaba haciendo pasar unamalapasada.Bajó el brazo, hasta la altura de su cadera, con el teléfono bienagarrado entre losdedos, buscó los farosdel coche, pero en el mismoinstantequesusojossecegaronporlaluz,losfarosseapagaron.

Lanegruradelanochesetragótodointentodepoderverelrostrodesu secuestrador, escuchó cerrarse una puerta, a continuación pasos, elchasquidodeunaramaalserquebraday...unavoz.

Agudizóeloído,alprincipionodistinguióningúnsonidofueradelocomúnexceptoelde lasavesnocturnasalacechodesuspresas,perounsegundomástardeesavozsevolviómásnítida.Lesorprendiósuacento,hablabaunperfectoinglés,sinembargoelhombrequeseescondíaenelmantodelanoche,eraruso.

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Tomó aire dos veces más para contener su nerviosismo, el fríotraspasó sus fosas nasales llegando a quemar su garganta, comenzó atiritar, las temperaturas eran bajas y lo serían más a lo largo de lamadrugada.

Laslucesdelacabañaseencendieron,soloenesemomentoellasupoloqueteníaquehacer:correr.

A varios pasos escuchó un grito desgarrador, seguido de una vozdesalmada.Susecuestradorhabíadescubiertosuhuída.Muertademiedotomó distancia, alargó sus pasos hasta que sus músculos se tensaron almáximo y protestaron por el esfuerzo, estiró los brazos, sin soltar elteléfono, para evitar posibles estorbos, se agazapó de pronto para notropezarconunaramaquesalíaasuencuentrodeunvigorosoárbol,enelintentoestuvoapuntodecaer,elfollaje,losárbolesylairregularidaddelterreno eran una trampa mortal aún así, siguió corriendo hacia el esteporquesuvidadependíaello.

Diograciasalaadrenalinaquelamanteníaalertaeimpulsabasangrea borbotones a su corazónpara podermantener ese ritmo frenético. Ibaciega,lanocheparecíacerrarsemásasupaso;escuchóloquedebíaserelcanto de un lechuza, poco después otra ave nocturna, le respondía a lallamada; tenía miedo, no sabía con qué tipo de depredadores se podríaencontraryrezófervientementeparaquetodosellosestuviesendentrodesusmadrigueras.Unruidopesadosefiltróalrumordelbosque.Eracomosialguien la siguiese,de loque si estabaeradeque su secuestradoreramásrápidoyágilqueellaporqueelchasquidodelasramassehacíacadavezmásaudible.Cuandounarbustoseenganchóaunadesusmangas,nopudoevitarsoltarungritodesgarradorenunintentofallidodetaparselaboca con la mano; tardó varios segundos en zafarse de él; un tiempopreciosoquehabíaperdido.El sudor caía engotaspor su espalday suspiernascomenzabanaflaquear.Separóunsegundoteníaque tomaraireantesdecontinuarybuscarlamejormaneradellegaralacarretera.

Elteléfonoemitióunpitido,eraunavisodequelabateríaseestabaagotando, al igual que ella, pensó. Intentó evaluar la situación, sinembargonoteníatiempo;losabía.Lasolaideademorirallísolahizoquesuspiessemovieranconrapidezotravez.Haciaeleste se repetíaunayotra vez. De pequeña había sido exploradora en el colegio; sumonitorsiemprelafelicitabaporsuorientaciónenelcampo,ahoraagradecíaesetiempodeacampadaenlosbosquesdeIrlanda.

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Era consciente de que su tiempo se terminaba; frenó en seco alencontrarseconunaladera;nopodíacambiardedirecciónnivolverparaatrás; era tirarse por ella o encontrarse con el hombre que la seguía lapista.Metió el teléfono en el bolso; corría el riesgo de que durante sudescenso se apagase o rompiese; pero en ese momento su afán desupervivencianoladejabaopciones.Doblólasrodillas,segiróeintentógatear hacía atrás rastrillando y frenando con sus dedos clavados en latierra. Una respiración ahogado, la hizo elevar la cabeza; la siluetarasgadadeunhombreiluminadasoloporlatenueluzdelalunasedetuvosobrelaladera.

—Yo que usted no lo haría —le dijo con un acento ruso muymarcado—.Nosabequevaaencontrarahíabajo.

ABrendaselehelólasangre.—Podríaayudarlaasubir.¿Quémedice?Ellacerrólosojos,acercósubarbillaalpecho,casitocandoconsu

narizlatierrahúmeda.Estabaperdida.PensóunaúltimavezenNeil.Soloquedabaunaopción.Desprendiósusdedosdelasuperficiequesesujetabaysedejócaer

alvacío.

***—¿Cuántoquedaparallegar?Petermiróprimeroelcuentakilómetrosydespuéselrelojdigitalque

estabaincrustadoenelsalpicadero.—Diezminutos,alossumoquince.Neil reprimióunbufidoycentró todasuatenciónenmirara través

delaventanilla,loúnicoquerecibiófuesureflejo.Laoscuridadparecíaconsumirlotodo;sololaluzdelalunallenacayendosobreelbosque,ledabaaentenderlagrandiosidaddeéste.PensódenuevoenBrendaperdidaentreaquellaespesuraycomoúnicarespuestarecibióelincesantebombeódesucorazón.Cerrólosojosehizoalgoquehacíamuchotiempoquenosepermitía:rezóypidióaaqueloaaquellosqueestuviesenvelandoporellos que protegiesen a la personamás importante de su vida.Abrió denuevolosojos,comosisetratasedeunacorazonada,miróelteléfonoquesostenía entre las manos y su mirada quedó clavada en aquel punto

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intermitenteydiminutoquenosemovíadelapantalla.—Sehadetenido.—¿Señor?—preguntóPeterinquietosindejardeprestaratenciónen

lacarretera.—No se mueve. El punto... —Su voz flaqueó—. Brenda se ha

detenido.Peterestavezvolvió lacabezahacíael senador, laescasa luzno le

permitíadistinguirsurostro,perosupreocupaciónsepodíadistinguirenlasarrugasprofundasymarcadasdesufrente.

—¿Cuálessuposición?—Noestálejosdeaquí,peroesmonteatravésoesocreo...Peterfrenóensecoelcocheyarrebatósinpreámbuloselteléfonode

lasmanosdelsenador.Los chirriantes frenos del coche de agentes del gobierno que les

seguíasehicieronescucharaunadistanciaminia.—¿Quéocurre?—preguntóNeilcadavezmásasustado.—Señor,eltramoquenosquedaloharemosapie.Segúnlaseñal,la

señoritaMacKinlaypodríaencontrarseenproblemas.—¿Dequéhablas?Delaladeradeunamontaña.Neil corrió monte a través. Gracias a Dios llevaba un calzado

adecuadoparaesa incursión,Peterasu ladonosequedabaatrás.Cuatroagentes más de la Agencia de Seguridad de Estados Unidos se habíadispersadoparaabarcarmásterreno.

ANeil ledio la sensacióndequenadabaentre ramasyarbustosyaquesusbrazosnoparabandeapartartodotipodevegetación;seimaginóaBrendaheridaenaquelparajeyfuemásquesuficienteparaimpulsarsuspiernasenenormeszancadas.

—¿Pordónde?—Porallí—Peterseñalóalaizquierda.Neilobedeciólaordenypermitióquesuchófertomaráladelantera.Seescucharonunasvocesseguidosdevariosdisparos...másvocesy

despuésunsilenciosepulcral.Neilsintióqueseleparabaelcorazón.—Poraquí.—Gritóunodelosagentesnomuylejosdedondeellos

seencontraban—.Latenemos.Neil percibió el miedo en cada latido, sintió como algunas ramas

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arañabansupielamedidaqueavanzaba;nadaimportaba,nadateníamássignificado para él que encontrarla con vida, no se permitió pensar locontrarioysecentrósoloenBrenda:

—PorelamordeDiosqueestéviva—rogó.Cuando llegó a la escena, tuvo que hacer un esfuerzo para no

vomitar. Brenda estaba inerte en el suelo, uno de los agentes le estabantomandoelpulso.Neil no lodudóycorrió a su encuentro, al llegar, searrodillóasulado,latocó,necesitabasentirlamásquenunca,sucuerpoestabatemplado,peronofrío,signoinequívocodequeestabaviva.

—Supulsoesregular.Neiltragócondificultadsalivaantesdehablar:—Gracias.—Elhelicópterodesalvamentoyahasidoavisado.Neil deseaba tomarla entre sus brazos, pero no se atrevió a

movilizarla, podría tener alguna lesión interna; la tomó de la mano ytrenzósusdedosconlosdeella.

—¿Yelsecuestrador?—preguntóalosagentessinpoderapartarlosojosdeella.

—Hahuido.—¿Losdisparos...?—Sipreguntasiestáherido,sientodecirlequenolosabemos.—Loencontramosdescendiendoporlaladera,hasaltado.Noerauna

gran distancia y ha huido; hemos intentado detenerle, pero hemospreferidocustodiaralaseñoritaynodejarlasola.

—Bien hecho. Una decisión de lo más acertada, agentes. Se loagradezco.

El helicóptero rugió rompiendo el aire con sus aspas, una luzcegadoradescendiósobreellos,solofueentoncescuandoNeilsepercatódelapendientedelaladeraporlacualhabíasaltadoBrenda.

—DiosTodopoderoso—exclamóenvozaltamientras suspalabraseranengullidasporelruidoproducidoporelmotordelhelicóptero.

***

Ryleysujetóelvolanteconfuerza,buscóatientaslasllavescolgadasen el contactoygiródespacio, el ruidodelmotor fuemelodíapara sus

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oídos.Nosevolveríaarepetirlodeayer,novolveríaacaerenlasredesde Cindy Farrell, y con esa determinación aceleró y puso rumbo a lapenitenciaría.Teníaunaentrevista, lamás importantehastaahoraconsucliente.

Aceleró bruscamente y se alegró de que el tráfico a esa hora de lamañana fuera poco fluido, los periódicos, la radio y las noticias nohablabandeotracosa:elsecuestrodelanoviadelsenadorCollins.

Habíaleídolosartículosdetodoslosrotativosmatinales;enellosseinformabaquehabíanencontradoaBrendaMacKinlayinconsciente,perosanaysalvaenunazonadelMonteRainier, todoindicabaquenohabíandado caza al secuestrador. Al menos su nombre y su integridad comoabogado estaban a salvo, salió de la ciudad para adentrarse en unacarretera secundaria, no deseaba ir por la autopista, debía de pensardetenidamente las cosas antes de enfrentarse aFarrell.Tenía un as en lamangaylasensacióndevictoriaplaneabaporsucabeza;saldríaairosodela entrevista. Aumentó la velocidad, le gustaba tener control sobre elvehículoymientrastantopensaríaensuspróximasvacaciones,lejos,muylejosdelCapitolioysuscorrupciones.

Alverunacurvapronunciada,pisólosfrenos,perosusorpresafuemayúscula cuando estos no respondieron y el automóvil tomó másvelocidad, un sudor frío empañó su frente, después su camisa blanca einmaculada.Siseguíaaesavelocidad,nosobreviviríaalgolpe,seagarródesesperadamente al freno de mano como último intento, pero ya erademasiadotarde,elcochehizountromboenladirecciónequivocadaysedirigiódirectamentealmuroderocaquedebíaesquivar.

Nisiquieralediotiempoagritar.

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CAPÍTULO16

Brenda cerró los brazos en torno a su figura, el dolor no era tan

agudo como días anteriores, pero el hecho de tener dos costillasfracturadasleimpedíahacerunavidanormal;sentarseotumbarsepodíanconvertirseenunverdaderosuplicio.

Al menos tenía que dar gracias a Dios de que sus pulmonesestuvieran intactos y de que no hubiesen sido perforados a causa delgolperecibidomientrasdescendíarodandoporaquellacolina;claroqueesapartesehabíaborradodesumente,comosiasíéstaquisieradealgunamanerasalvaguardarsuintegridadpsíquica.

Observó con cierta nostalgia a través de la cristalera del salón elbanco traído desde Irlanda y creado por las manos de Owen, no pudoevitar sentirse culpable de desear estar allí con los suyos y, al mismotiempo,muyegoísta,alpensarquetampocoqueríadejaraNeil.

Comenzóa llover, lasgotasde lluvia le recordaronaquella fatídicatarde en la que perdió la libertad por unas horas. Había escatimado lasconsecuencias,habíadecididoactuarporsímismasinllegarapensarenlos demás y como reseultado de ello, había perdido demasiadas, tantascosasqueledolíasolopensarlo.

El agua impregnó los cristales, como si fuesen lágrimas caídas delcielo,ypensóqueeseerasuestadoeneseinstante:grisydepuratristeza.

Había pasado una semana desde el secuestro, una semana que nosabía loqueeradormir,atiborradadeanalgésicos, llamadascontinuasydefraseshechasqueyaseconocíaaldedillo.Solohabíantrascurridosietedías,peroparecíaunaeternidad;el inviernohabía llegadoaWashingtonD.Cyconél,elfríoylanieve.

Laspesadillas laasaltabanpermanentemente tantosiestabadormidacomodespierta, pero semantenía callada y encerrada en símisma.Neilestaba en un momento muy duro de la campaña electoral, leía losperiódicos a diario y aunque sabían que podían exagerar a la hora deredactar una noticia, era consciente de que los sondeos no solían fallar.Eranunafuentefidedignaymásaesaalturadelasvotaciones.Neilhabíaperdido intencióndevotoy superar a estas alturas a su contrincante era

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casiimpensable.Y todo por lo ocurrido los últimos días: su secuestro. Ya se había

filtrado a la prensa que el secuestrador bien podría ser ruso y habíanrelacionadodeformainjustaeindebidaaNeilconlamafiarusa,porotrolado las noticias filtradas por el centro de desintoxicación donde habíaestadoingresadalahijadeDebratampocoayudaban.Estabaclaroqueelmundo le apetecía airear más los trapos sucios ajenos que los suyospropios.Alahoradeatacaraunadversario,todalaartilleríaparecíapoca.

Así debía pensar Robert Howard, el contrincante del partidoconservador, que es estos momentos debía estar relamiéndose ysaboreandoalmismotiempolavictoriaanticipada.

Decidióapartarlapolíticadesumenteo¿acasonohabíasidoculpadeestaúltimaladesdichaqueacarreaba?

Sinpretenderlo,laimagendeDebrallorosayaturdidaanteelféretrode su hija tomó una percepción diferente de la mujer que no le habíapuesto las cosas nada fáciles. Sentía en lo más profundo de su ser lamuertedeLizzie.Dosdíasdespuésdeestaringresadaenelhospital,ytrascerciorarsedequesucaídanohabíatraídomalesmayores,Neillehabíacomunicadolosucedido.Brendatuvolasensacióndequeunaapisonadorahabíapasadoporsusvidasyquenada,pormuchoquelointentasenibaasercomoantes.

AtravésdeJuliamanteníaelcontacto,víatelefónica,conelexterior,puestoqueNeilsenegabaquetuviesevisitashastaqueestuvieraalgomásrecuperada;ellanohabíaprotestado,debíaconfesarqueseencontrabaagusto en aquella burbuja aislada delmundo donde nadie podría hacerladaño.

La voz de aquel hombre que la había retenido en contra de suvoluntadsefiltrabacontinuamenteensucerebro,nocheydía,permitiendodestruirlasbarrerasquelevantabacadamañana,alahoradedespertarse,conlaesperanzadeolvidartodolosucedido.

—Tantotiempodepiesolovaahacerqueteagotes.SintióelcuerpocálidodeNeilensuespaldayesolereconfortó.Él

colocósusmanosdelicadamenteen lacurvadesuscaderasconcuidadodenohacerladaño.

—Estoybien.—Eso dices siempre, pero tu rostro se empecina en demostrar lo

contrario.

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—Soloescansancio,semepasará.Neil depositó un beso tenue en su cabello. A continuación Brenda

apoyólacabezacontrasutórax.—Creoqueverllover,noeslamejorterapia.Ella se hubiese reído si hubiera podido, pero sabía a ciencia cierta

quesilohacíansusdoscostillasfracturadas,leibanapasarfactura.—Creo que es lo que toca en invierno— respondió ella mientras

buscabalamanodeNeilentornoasucintura.Éljugóconlosdedosdeella.—Brenda...Ellacerrólosojosygrabóelsonidodesunombrepronunciadopor

loslabiosdeél.Alparecerelmomentodeexponerlasconsecuenciasdelosucedidohabíallegado.

—Tenemosquehablar—continuóél.Sutonodevozrevelabaqueloqueibaadeciracontinuaciónnoleibaagustar.

Ambosdilataronel silenciounos segundosmás,Brendano supo siestabaadmirandolatormentaatravésdelaventanaoestabarepasandoeldiscursoqueveníaalhilodelosucedido.

—DeboviajaraOhio.Ellaasintió,peronopronunciópalabraalguna.Élapretóconfuerzalamanodeella.—Heestadopensandoenloqueseríamejorparanosotros.Las lágrimas se agolparon en la garganta de Brenda. No podía

soportarlaideadeperderlo.Neil la giró en el círculo de sus brazos y ambos inclinaron sus

cabezashastaquesusfrentesseencontraron.Lo sintió tragar forzosamente saliva, estaba tan atractivo como de

costumbre, quizás su rostro arrastraba el cansancio de los últimos días;esounidoalestrésde laseleccionesparecíanestarpasándolehuella, ibavestidoconunacamisagrisoscuroyunossencillospantalonesvaqueros,lo que significaba que llevaba todo el día sin salir de casa; ella esperópacientemente mientras intentaba evitar a toda costa que las lágrimasempañaransusojos.

Él pasó su mano alrededor de la mandíbula de ella, acarició elhematomaquesehabíainstauradoallí traslacaída, le inclinólabarbillahacía arriba en busca del resto de arañazos y golpes dispersos por surostro.Palpóunoaunoconsusdedos,Brendaselopermitiómientrasse

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ordenabaasímismanollorar.Sin previo aviso, se inclinó hacia ella, la besó, y por primera vez

desdesulibertad,subocasemovióconavidezsobreladeella.Dominabasu boca; con ese gesto le indicaba que la deseaba con locura, pero almismo tiempo demostraba su furia y frustraciónmientras aumentaba laintensidaddelbeso.Paróunsegundoparavolverarozarsuslabiosconelpulgar, sin embargo al comprobar que la llama de la pasión se habíaencendidotraselacumulodevariosdíassin tocarse;éldesistió,dejódebesarlayacontinuación,laatrajoconsumocuidadohacíaél,comosinodeseaseromperelcontacto.

—NecesitoquevuelvasaIrlanda...Ella escuchó su sentencia impávida, pero no pudo evitar que sus

piernastemblasenylaslágrimasnublaransusojos.—Imaginoquemelomerezco.—Brenda...—No,notengoexcusaposible,debíhaberseguidotusinstrucciones

alpiedelaletra.Medirlasconsecuenciasdemisactos.—Lebuscóconlamirada y en ese intacto supo que había sido un craso error; así que secentró en el color gris de la camisa de él—. Pensé como BrendaMacKinlay,nocomolafuturaPrimeraDamadeEstadosUnidos.Tepuseatiyatuequipoenpeligro;inclusotucarrerapolíticasehavistoafectadapormiestúpidoimpulso.

—Notehagasesto,porfavor,lascosasvienen,sucedeny...—Pero debemos medir las secuelas de nuestras acciones —le

interrumpióella.Lavozseleatascabaenlagarganta.Élleacariciólamejillaconlosnudillos.—Nohayobjeciónalguna—repusoellaconunatristesonrisa.—Hehabladoatuhermanoylehecomentadolosucedido.—No deberías haberlo hecho —le dijo yendo al encuentro de su

mano de depositada sobre el hombro de ella—. Imagino su reacción...Logansiemprepareceunvolcánapuntodeestallar.

Élnopudoevitaresbozarunasonrisa.—Laverdadesquetudefiniciónseacercabastantealarealidad.—¿Vaavenir?—No,peronohesidoyoquienlehaconvencido.Teaseguroquetu

hermano ha hecho replantearme seriamente mi carrera política. No hesidocapazdepersuadirledequesequedaseenBarna.

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Conelpulgar,Neil,alisóelentrecejofruncidodeella.—¿Quiénoquélehahechocambiardeidea?—Larespuestaesquién,yllevapornombreJimena.Fruncióloslabiosmientrasleobservabadetenidamente.—Es una gran mujer y mi mejor amiga. Ha conseguido hacer

regresaraLoganalmundodelosvivos.Aélnolepasódesapercibidoeltonodeorgulloenlavozdeella.—Sí, sí que lo es. El rato que he estado charlando con ellame ha

parecidounamujercoherenteyrazonable,nadaquevercontuhermano,teloaseguro.

Elladescansósufrenteensupecho.—Meextrañaquenomehayanllamado.—Loharán,leshepedidounosdíasdetreguaymelohanconcedido.

Esta noche te llamarán por teléfono para concretar los detalles de turegresoacasa.

Brenda notó como los dedos de él se enredaba en unos de susmechonesparaluegohundirlamanoensucabello.

—¿Cuándosalemiavión?Neil le agarró por los hombros para separarse de ella y poder así

mirarlaalacara.—Endosdías.Juliatieneelbilleteytodolonecesarioparatuviaje.—Sé que es una pregunta estúpida, pero ¿tú no vendrás conmigo,

verdad?—Soyunhombreocupado,Brenda.Ellapareciócomprenderoaélledioesaimpresión.—¿Ytútevas...?—Estanoche.—Entonces,¿estoesunadespedidaentodaregla?—Esoparece,sí.Brenda le rodeó el cuello con los brazos, ignorando la punzadade

dolorensucostado,ymetiólacabezaenlacurvadesucuello.—Graciasporestasmaravillosassemanas.—Brenda...—No,nodigasnada—lerogóseparándosedeélmientrasdepositaba

sudedoíndicesobreloslabios—.Hasidohermosoeintensomientrashadurado.Nopodréolvidartenunca,quieroquelosepas.

Élretirólamanodeelladesuboca.

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—Noquieroperderte...peroporelmomentonecesitosaberqueestása salvo y para eso lo mejor es que estés lejos de aquí. Los tuyos teprotegerán.

—Locomprendo.LamiradadeNeilseentrelazóconladeella.—Malditasea,Brenda...Fueloúltimoquepudodecirantesdeperdersedenuevoensuboca.

Embistióconsulenguahastaqueloslabiosdeellaseabrieronparaél.Apartirdeentonces,ambosperdieronlasensacióndetiempoyespacio.

El sexo entre ellos siempre había funcionado demaravilla y habíasido fantástico, sus cuerpos se reconocían al mínimo contacto y lascaricias clamaban a ser consumidas, sin embargo antes de llegar máslejos,Neilseseparóbruscamentedeella.

—Creoquejamásdejarédequererte.Brendaobservósinpoderhacernadacomoelhombredelqueestaba

enamorada se alejaba y la dejaba allí, sola, con frío y envuelta en supropiatormenta.

***

Abrió los ojos de repente, se había quedado dormida en el sillón

después de haber llorado hasta la extenuación; el dolor de cabezacomenzabaaembotarlazonadelasienesylasensacióndemareosehizoevidente.Necesitabavolveraserellamisma,encontrarsurisa,sualegríae intentar olvidar el pasado para que le permitiese avanzar, no sabía adónde,perosuinstintoleindicabauncaminomuydiferentealqueestabatomandoenesosmomentos.

Sefrotólosojosconlaparteinferiordelapalmademanoseintentódesperezarse. Solo una pequeña lámpara sobre lamesa emitía pequeñasráfagas de luz sobre las paredes satinadas del salón. Todo indicaba quehabíaanochecidoyqueporlotanto,NeilyasehabíamarchadoparaOhio.Sindespedirse.

Recordósuúltimaconversaciónysintió laapremiantenecesidaddevolverleaver,desentirelcalordesusmanossobresupielyelalientodeél sobre su boca. Se sentía desnuda ante una realidad que el destino sehabía empeñado en ofrecerle. Si no fuera por el dolor tan agudo queparecíaclavárselecomounpuñalenelcostado,seharíaunabolasobresí

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mismaydeestaformaserefugiaríadeunmundoqueyanoleatraíaparanada.

—Penséquenoibasadespertarnunca.Alescucharlavoz,sesobresaltóynopudoevitarunresquemorala

altura de la cintura provocado por un rápido y torpemovimiento a lahoradeincorporarse.

—Losiento,teheasustado.Brenda sehumedecióel labio inferior, abrió laboca,perono salió

ningúnsonido.Frente a ella estaba sentada Debra; parecía que había envejecido

veinte años en estos últimos días, su rostro estaba marcado por surcosprofundosalrededordelabocaylosojos.Estosparecíaninexpresivosymáspequeñosquedecostumbre.

—Sihubierasabidoqueibasavenir...—Hasidounadecisióndeúltimahora.Neilnodeseabadespertartey

yonoteníamuchasganasdeviajar;asíque…—Levantóydejóbajarloshombros de golpe como si quisiera aliviar el peso que parecía sobrellevarsobreellos—.Hahabidouncambiodeplanes.

—Espero que no haya sido una molestia para ti. Podría habermequedadoperfectamentesola.

—NocreoqueesaseaunafrasequedebasutilizarconNeil.EnlosojosdeDebraparecíareflejarsesolosufrimiento.—¿Sehaidoya?—Haceunpardehoras.—Entiendo.—No,creoquenolocomprendes,peroenelfondoloaceptas.Eso,a

estasalturas,nosésiesalgobuenoomalo.Brendapresionólosdedossobrelassienespalpitantes.—¿Teduelelacabeza?—Creoqueterminaríadiciéndoteantesloquenomeduele.—Supongo,notienesbuenaspecto.Ellapodíadecirlomismodelamujerqueteníasentadaantesí,pero

seabstuvodehacerlo.—Siento mucho lo de tu hija —dijo de pronto intentando que no

sonaseexcesivamenterimbombante.—Losé.—Sepasólamanoporelpeloysuspiróprofundamente.En

susojossepodíaleerlatristezayeldesazónportanprofundapérdida.

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—¿Puedoofrecertealgodebeber?—preguntóBrendasinsaberquedeciracontinuación.

—Meheservidounbrandy—respondiólevantandolacopadecristalqueestabaenesemomentoapoyadasobrelamesa.

Brendaasintió.—Paratitampocoestásiendofácil.—No.—Brenda bajó la mirada y observó sus manos entrelazadas

antesdevolveratomarcontactovisualconDebra—.VuelvoaIrlanda.—Esotengoentendido.Brendaladeólacabeza,signoinequívocodenosabermuybiencomo

seguirconlaconversación.—Nolejuzgues.Paraélestásiendomuycomplicadoyaquenuncaha

lidiadoconsussentimientoscomoloestáhaciendoahora.—Nolohago.Teníasrazón,todohasidounerror.—No, no la tenía, eso os hice creer a todos. — Sonrió, pero la

sonrisano le llegóa losojos—Creíaque todosemedíapor sondeosyartículosdeprensa,nisiquierasécuandodejédecreerenlaspersonasyen los sentimientosque las conectan, pero te aseguroque la vidamehapasadofactura,unatangrandequelallevaréconmigohastaelfindemisdíassinpodersaldarlajamás.

Debra tomó la copa de brandy, la llevó a sus labios y dio un buentrago.El licorquemósugarganta,peronadaqueverconelsufrimientoqueestabapadeciendosucorazónenesosmomentos.

—¿TienesunafotodeLizzie?Alaasesorapareciógustarlelapeticiónporqueseapresuróatomar

subolsoysacardesuinteriorlacartera.—Aquí tenía quince años —le dijo señalando a una adolescente

sonriente y ajena a un futuro truncado—, y esta es de hace unosmeses,cuandoingresóenlauniversidad.

—Espreciosa.—Síqueloes.Separeceamiabuelamaterna,almenostienesusojos

ysuboca.BrendasepercatódequehablabanenpresentedeLizzie,peronodijo

nadaalrespecto.—Ojalásupieracualesfueronsusúltimospensamientos.—Debra...—Lo sé.—lamujer levantó lamano y la dejó caer pesarosamente

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sobreunadesusrodillas—,debomirarhaciaadelanteynopermitirqueelpasadonublemipresente.Llevoescuchandoesa frasemásdecienvecesen los últimos días, pero por más queme la repito, no logro entendercómopuedohacerlosinella.

—Novaaserfácil,perotúeresunamujerfuerte.—No,nolosoy.—RecogiólacarteraqueBrendaleofrecíayantes

deguardarlaenelbolso,centrósuatenciónenlafotografíadesuhija—.Algúndía,cuandovolvamosaencontrarnos,metendráqueexplicarcómoseleocurrióhaceralgosemejante.Mepreguntounmillóndevecesaldíaqueesloquehicemalyencuentrotantasrespuestastandisparesquecreovolvermeloca.

Brendaselevantóconcuidadointentandoqueeldolornosereflejaseexcesivamenteensucostado,seacercóalaasesora,sesentóenelbrazodelsillónylatomólamano.

—Nomemerezcotucompasión,Brenda.—No te la estoy dando, solo reconfortando. El dolor compartido

duelemenos.Debracomenzóasollozarensilencio.—Sipudiesevolveraatrás,llegarhastaellaenelmomentoquesele

pasóesaideadisparatadaporlacabeza,perono,yocomosiempreestabaenunareunión,perdiendountiempopreciosoenvezdeestarconminiña.¿Sabes?Ahoraquelopiensosiemprehasidoasí,nuncahetenidotiempopara laspersonasquemásmehanquerido.NiparaelqueeshoymiexmaridoniparaLizzie.—RetirólamanodeladeBrendayconayudadeunpañuelo que sacó de uno de los bolsillos, se limpió las lágrimas quesurcaban sus mejillas—. Tengo la sensación de estar viviendo unapesadilladelacualséquenomevoyadespertarnunca.

—Eltiempocierralasheridas.Nodebessertanduracontigomisma.—Pero nunca se lleva el olvido. ¿Sabes? A veces, y que Dios me

perdone,comprendoporqueLizziellegóalaconclusióndeterminarconsuvida.Esaideasemehapasadoyauncentenardevecesporlacabezaylopeordetodoesquenosuenatandisparatada.

—Novaaserfácilcontinuarlavidasinella,peroelhechodepensarenterminarcontodosolotellevaalfracasomásabsoluto.

Eltimbrerompióelsilencioinstauradoenlaestancia.—Es Julia. Ha ido por algo de comida —comentó levantándose

perezosamentedelsillóndondeseencontrabasentada.

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Brenda hizo un intento de incorporarse, pero el dolor la atravesócomounrayo.

—Notelevantes,iréyo.—Gracias,Debra.—Brenda,antesdequeJuliaentre,queríapedirtedisculpas.—¿Amí?—Sí,ati,nohesidojustacontigo.Neilytúosmerecéislomejory

ahoracreo,no,mejorafirmo,quesufelicidadnoseencuentraenLaCasaBlancacomoyolehehechocreer.

El timbrevolvióa sonar,estavezconmás insistencia, acompañadodeunospequeñoseincesantesgolpesenlapuerta.

Debraserestregóelpañueloporlosojos,respiróhondoydijo:—Ahora comprendo porque dicen que los abogados no tienen

paciencianisabenperder.Voyaabrirlaantesdequetirelapuertaabajo.

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CAPÍTULO17

—Malditasea,Cindy,¿nohasentendidounasolapalabradeloquete

hedicho?Cindy observó a su padre tras el muro de poliuretano que los

separaba en la sala de visitas. Agarró con fuerza el auricular antes devolverahablar:

—¿Irme y dejarte solo?—inquirió ella un interés desmedido—.Terecuerdoqueyanotienesabogado.

—No haymucho que hacer aquí. Todo se ha ido a la mierda y tepuedoasegurar,pormásvueltasqueledoy,quenosécómo—.Meneólacabezaconpesar—.DespuésdetodocreoqueRyleyeraunbuenabogado.Encontraraotroquequieradefendermicausavaasercomplicado.

—Papá,noeramásqueunpicapleitosatraídoportudinero,aligualqueunaurracasesienteatraíaporunobjetobrillante.

—Nodeberíashablarasídeél.Estámuertoylosmuertosnopuedendefenderse.

Cindy soltóunbufidoque supadredebióoír a travésdel auricularporque en esemismo instante levantó la cabeza y lamiró intensamente.Era preciosa, al igual que su madre, pensó, pero había heredado lafrialdad y el control de los Farrell para los negocios. Durante estosúltimosdíashabía llegadoa laconclusiónqueeracomoverse reflejadoenunespejo.

—No podrás sacar parte del dinero que hay en la cuenta de Suiza,perotendrásbastanteparavivirlospróximosmesessinproblemas.

—Loúnico que quiero es verte fuera de...—barrió con lamano elairesualrededor—esto,fueradeestasrejas.

Supadrelamiródeformadespectiva.—Cuandoteveo,meveoamímismo,Cindy,yduranteestosmeses

que llevo encerrado tengomucho tiempo para pensar, quizá demasiadodiría yo, no me engañas hija, te he consentido en extremo y para mídesgracia,seguirénopuedoevitarlo.

—¡Papá!Farrell levantó lapalmade lamanoparadetener laspalabrasde su

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hija.—No te culpo porque el único responsable de ello soy yo, pero

hazme un favor y no intentes sermerecedora de eseOscar que tanto teempecinasporconseguirparaobtener tardeo tempranomiaceptaciónyasídeesamaneratodomidinero.

—Creoqueelhechodeestar aquí encerrado te estáablandando lossesos—dijoconacritud.

Su padre ladeó los labios hacía un lado, mostrando una muecadespectiva.

—Puedeser,Cindy,peronomecreotanestúpido—Comprobóqueelguardia de seguridad se encontraba a una distancia prudencial y nopudieseoírloqueibaadeciracontinuación—.Puedoverentusojoscasia ciencia a cierta que has tenido algo que ver con la muerte de miabogado. Destruir pruebas siempre se te ha dado bien, hija, pero dime¿quéhasidodelruso?

Cindyfarfullóunarespuesta.—No se puede tener siempre todo bien atado, hija, mírame soy la

consecuenciadeello.Tencuidado.—Buscaréunnuevoabogadoy...—No has entendido nada, Cindy —vociferó, lo que hizo que el

guardiadeseguridaddieseunpasohaciaadelanteipsofacto.—Todobien,agente—dijorápidamenteCindyintentandodisimular

sunerviosismo.Supadrenopodíanitansiquieratocarla.El carcelero asintió nomuy convencido, pero volvió a su posición

inicial.—Debesdesaparecerynoverteinvolucradaennadadeestabazofia.

Busca un trabajo lejos de aquí o mejor aún monta una empresa y nopierdasnuncadevistaalfisco.—Sumiradadejótraslucirunamezcladeinquietud y resignación—.Hazlomejor que yo. Olvida a tus amigos, aCollins y todo lo relacionado con esta vida. Aléjate, Cindy, o te verássalpicadatardeotemprano.

—¿Yquéseráde ti?—inquirióella intentandoasimilar todo loquesupadreleestabadiciendo.

Farrellsonriómásparasíqueparaella.—Algúndíasaldré,hija,ynecesitaréunhogarparavivir.—Eltiemposehaterminado—bramóelcarcelerocercadelpreso.—Noloolvides,Cindy—dijoFarrelllevantándosetorpementedela

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silla—,noolvidesestaconversación.Cindysequedóhastaquesupadredesaparecióporunadelaspuertas.

En ciertomodo, su progenitor tenía razón, pero antes daría las órdenesprecisasparaterminareltrabajoquehabíacomenzado.

Brenda MacKinlay debía morir. Ese sería el punto y final de estahistoria.

Recogiósubolso,selevantóysemarchóasabiendasquenuncamáspisaríaesacárcel.

***

Neilrepasósudiscursoporenésimavezy,comolasvecesanteriores,

las palabras bailaban ante sus ojos sin encontrarlas un significadocoherente. Percibió todo su cuerpo laxo y sin energía alguna, era sucarrera,sufuturoparaalcanzarunsueñoporelquehabíaestadoluchandotantosañosdesdequesutíohabíasidoasesinado.

Habíanacidopara eso, estaba seguro; entonces ¿porqué la duda lereconcomía como si fuese un cáncer terminal a punto de acabar con suvida?Intentómanteneralmenosesospensamientosderroteroslejosdeél,perodabalasensacióndequehaciendoesoloúnicoqueconseguíaeraelefectocontrarioyaqueunayotravezregresabanaélcomoelefectodeun bumerán.Él los lanzaba lejos de sumente, sin embargo volvían conmásfuerzaquecuandolosabandonabaasusuerteenalgúnlugarapartadodesucerebro.

Pasó los folios uno tras otro repetidas veces, como había estadohaciendoenlosúltimosdiezminutos,apoyólosantebrazossobreelatril,levantó la cabeza decidido a terminar de una vez con el programaestablecido ese día; se dijo así mismo que el momento había llegadorepetidas veces más antes de tomar la palabra. Cientos de personas seapiñabanfrenteaél,unosestabansentados, losde lasprimerasfilas, lossiguientes a estos se encontraban de pie, pero parecía no importarles,parecían expectantes y almismo tiempo ansiosos de que el senador queibanavotareibanadarsuconfianza,hablaseparaellos.Depronto,comosialguiendieselaseñal,sehizoelsilenciomásabsoluto,todoslemirabanatentos,pendientesdesupróximodiscurso,deesaspromesasqueavecessinpretenderlosequedabanenelaire.

EstabaaltantoqueenColumbus,unadelasciudadesmásimportantes

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de Ohio, no le era del todo indiferente referente a la intención votos;según los últimos sondeos, saldría victorioso en aquella tierra donde laindustrializaciónhabíahechodeesteestadoun lugarpropicioparavivirsin excesivaspreocupaciones, pero como todohijodevecino tenían susproblemas; él sabía cuáles eran y qué prometerles a cambio de unapapeletaconsunombreimpreso.

Dejó de pensar en Brenda, algo que había estado haciendoincesantemente durante los últimos días, y se centró de nuevo en eldiscurso,perolefuedeltodoimposibleporquesesentíacomoelhombremásvilybellacode la tierra, aún la recordabaallí, dormidaenel sofá,tranquilay serena;nohabíaqueridodespertarla, sehabía repetidounayotravez lasúltimashorasporquenodeseabaque losdoloresde lasdoscostillasfracturadasvolviesenaresurgirunavezqueabrieselosojos,sinembargo,esonoeradeltodocierto,lohabíahechoporsupropiointerés,buscandolaexcusaperfectaparanoencontrarseconunadespedida,queapesardesuexcelenteoratoria,enaquelinstantenosupoquedecir.¿Cómosedespedíaunodelamor?

Nolahabíatelefoneado,ellatampocolohabíahecho,quizásdespuésdetodoloúnicoqueestabahaciendoeraendarleimportanciaaalgoquenolomerecíatanto.

Escuchósunombreenvozbaja.DirigiósumiradaallíyseencontróconAlfred, que le animaba con un gesto a comenzar, y a Peter, con lamanoen laoreja sujetandoelpinganillo.Despuésde lo sucedido traselsecuestro de Brenda, Neil había tomado la decisión de que su chóferparticipasemásnotablementeenloconcernienteasuseguridad.

HabíadejadootrosdoshombresdelaAgenciadeSeguridadacargode suprotecciónyPeter le informaba cadahora de la situación.Brendaestaba segura; eso era lomás importante, que llegase sana y salva a sucasa,conlossuyos.

Tomóaireylosoltódegolpeporlabocabuscandoendeshacersedelaopresiónalaqueteníasometidaalospulmones.

—Nuestrosantepasadosararonmuchasvecesloscultivosdelabranzaconsusudoryotrasmuchasconsupropiasangre—dijodandocomienzoasíasuoratoria—yahorasonesoscultivos losqueformanyapartedenuestrasindustrias,denuestrascasas;esosinmensoscampossonyseránsiemprepartedelahistoriadondenaciólaforjadenuestropaís,nuncahaimportado el apellido, ni la raza ni la condición social de quienes la

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cultivaron—continuó su diatriba en un tono más enérgico— toda estatierra—levantóunbrazoybarrióconlamanosuentorno—,todaella,sela debemos a los abuelos de nuestros abuelos y por lo tanto, debemoscuidarla,protegerlaynodejarlasenmanosdeempresasextranjeras...

Los aplausos le interrumpieron y él aprovechó el momento parasecarseelsudorde lafrente,apesarde lasbajas temperaturasquehacíafuera del recinto. Tomó de nuevo aire y se esforzó por mantener unaexpresiónneutra.

—Creo —le comentó Alfred a Peter, situado a su lado— que haempezado con fuerza. —Apretó el puño y lo golpeó en el airecorroborandoasísuspalabras.

—Amímeparecenervioso.—Hablarparacientosdepersonassiemprehacequetetiemblelavoz.—Nolodigoporeso,sinoporsulenguajecorporal—recalcóPeter

sindejardeobservaryanalizartodoloqueocurríaasualrededor.LavozdeNeilseescuchódenuevo,losaplausossedetuvieronylas

vocessefueroncalmando.Apretólamandíbulaconfuerza,tragósalivaeintentohumedecerla

bocaantesdecontinuar.—¿Quéleocurre?—preguntóPeterllevándosedenuevolamanoal

pinganillo.—¿Aquéterefieres?—apuntóAlfredmirandodirectamenteaNeil.—Sehadetenido.—Nodeberíaaúnlequedaunbuenpárrafoantesdecambiardetercio

—comentóAlfred observando como el senador se le intensificaba pormomentosunaarrugaenlafrente.

Unsegundodespuéselsenadorvolvióaretomarlapalabra.PeterpudoescucharelsoplodealivioporpartedeAlfredalescuchar

denuevolavozdeCollinssobreelatril.—Señoras,señores...—enunesfuerzoporliberarlatensión,Neil,se

pasólamanoenlanuca—nuestropaísnecesitamásquenunca...mierda,ala mierda con todo ello —susurró para sí, sin embargo el micrófonoemitiósinningúntipodedistorsióncadaunadelaspalabraspronunciadasporCollins.

Unmurmullosedispersóentreelgentío.—¿Hadichomierda?—IndagóunAlfredapuntodedarleunataque

denerviosmientraspasabaunahojatrasotradeldiscursocomosibuscase

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elimproperioperdidoentrealgunodelospárrafos—¿Hadichomierda?—Volvióapreguntarsinllegaracomprenderdeltodolasituación.

Petersecompadeciódeambos.Alescucharelabsolutosilencioqueseformóunsegundodespués.

—¿Puedeque leestédandounataquealcorazón?—SugirióAlfreddispuestoasaltarsobreelescenario.

SibienesciertoqueNeilestabapálido,Petercorroboróquenoeraporque su corazón le estuviese pasando una mala jugada, al menosfísicamente. Le vio pinzarse la nariz con el pulgar y el índice, acontinuaciónabriólosojosybebióunsorbodeaguadelvasoqueteníaasuderecha.

—Señoras, señores... deben disculparme, pero debo retirarme. —Cambió el peso de un pie a otro—. Hay alguien que me espera en unaeropuertoynodeseoqueregresesolaacasa...

—¿Se puede saber de lo que habla?—Preguntó Alfred a punto deestallarlelaaorta.

Peterpensóquesinoserelajabaseríaaélquienunaambulancia lesacaseencamilla.

—SihubieraestadoaquíDebra,estonohubieseocurrido—elevólavozparadejarseoírentrelosaplausos.

—Asíhablaunbuenhombre—gritóalguienentreelpúblicoseguidodevariosvítores.

—Noladejemarchar,senador,nosgustanlosirlandeses—vociferóunamujer de baja estatura que saltaba una y otra vez para dejarse verentrelamultitudagitandoconfuerzaunabanderillaquevestíaloscoloresdelpartidoenlamano.

—No la deje escapar, senador —aulló al unísono un grupo dejóvenesarribaenlasgradasconvariaspancartasenlasquesepodíaleer:CollinsparaPresidente.

—Creoqueeldestinoescaprichosoynisiquieraelpoderpuedeconél—vaticinóPeterdespuésdedarunaordenavariosescoltasparaevitarquelaconcurrenciaseabalanzaraalescenarioyllegasenhastaelsenador

Alfredseabanicóconfuerzacon lashojasdondeestaba impresoeldiscurso.

—¿Yahorasepuedesaberporqueaplauden?UnasonrisavacilóenelrostrosombríodePeter.—Acaba de anunciar su retirada de las elecciones. No va a ser el

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próximo presidente de Estados Unidos; por lo visto abandona la vidapolítica.

El chófer observó comoAlfred palidecía pormomentos, le dio lasensaciónquelefaltabaelaire,setambaleóhacíaatrás,pusolosojosenblancoysinohubiesesidoporquePeterloagarróenelaire,nohubiesepodidolibrarsedevariospuntosdesuturaenlacabeza.

El secretario personal del senador Collins se había desmayado. Sellevó parte interna del brazo a la boca, lugar donde tenía situado elmicrófono, y pidió sinmás una ambulanciamientras pensaba que aquelrecintopodríacaersedeunmomentoaotroentrevítoresyaplausos.

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CAPÍTULO18

Brenda comprobó la hora una vezmás. Lo llevaba haciendo desde

quehabía llegadoal aeropuertoy supoque lequedabamenosdequinceminutosparatomarelaviónyvolveraIrlanda,acasa,sedijounavezmásincapazdecreérseloaún.

Julia estaba a su lado, como siempre con el teléfono pegado a laoreja, Debra sentada en uno de los incómodos asientos del aeropuertosumidaensupropiatristezaydosescoltasserios,trajeadosycongafasdesolestabasituadosmuycercadeella,bienpodíanhaberlos sacadode lapelículaMeninblack,pensóintentandodarunanotadehumorasuestadodeánimo.Comprobóquemuchosdelosviajerosquesepaseabanconsusmaletas por la terminal, se le quedabanmirando, quizás sorprendidos ocuriosos, pero a ella ya no le importaba nada. Esa tarde había hecho lamaleta entre sollozos y preguntándose una y otra vez que parte deresponsabilidadteníaellaentodoaquelbarullo.

ComprendíaladecisiónydeterminacióndeNeil;porsuculpa,habíadescendido considerablemente suposibilidadde llegar a laCasaBlanca.Todoeltrabajodevariosmeses,pornodeciraños,tiradoporlaborday¿porqué?Porsufaltaderesponsabilidad,esaeralaverdaderarespuesta.Una sombra demelancolía irrumpió sus pensamientos. Nada volvería aserigualentreellosporquesidealgoestabaseguraesqueNeilvolveríadarlavueltaalaopiniónpúblicayvolveríaaresurgircomoElAveFénix.

—Deberías volver a casa—le dijo a Debra saliendo de su propiaensoñación—,allípodríasdescansar.

—Estoybien.Ademássolosigoórdenes—lerespondióalavezquelaguiñabaunojo.

Brendaalzólosojosalcieloydesistió.EstabaclaroqueDebranoseibaalevantardeallíhastaquecruzaselapuertadeembarque.Hacíaunosminutos había podido hablar con Jimena. Todos en Barna estabanpletóricosconsu regreso,habíanhabladodeNeilyaduraspenashabíapodidomantenerlaslágrimasaraya.

Adorabaasucuñadaporelsimplehechodenoquererconsolarla.—Lo superaremos juntas—le había dicho—.Además, Logan y yo

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tenemosunasorpresaquedarte.Brenda no indagó en el tema, pero supuso que próximamente sería

tía.Solo lavozdeunamujerpodíasonarasícuandoestabaembarazada.Sealegraba tantopor suLogany Jimena.Almenos lahistoriade amorentre su mejor amiga y su hermano había tenido un final feliz y debíaalegrarseporellos.

Derepenteunanubedefotógrafosycámarasdetelevisióninvadieronparte del aeropuerto; los dos escoltas en alerta se acercaron a ellablindando su protección.Debra se levantó y solo Julia sonrió almismotiempoquedejabadehablarporteléfono.

—¿Quénarices...estáocurriendoaquí?—inquirióDebrasituándoseasulado.Porunmomento,Brendasealegródequelaasesoraagresivayariscavolviesealcuadrilátero.

LosescoltasbajaronlaguardiaoesoleparecióaBrendaalverqueserelajaban,perosinmoverseunápicedellugarqueocupaban.

Miróportodaspartesbuscandoalactoroactrizqueestabaarmandoeserevueloenlaterminal.

Los flases, las luces de las cámaras se acercaban de formaintimidatoria a ella, la cortina de periodistas tapaban al protagonista oprotagonistasqueestabaarmandoeserevuelo.Variosviajeros,conmaletaenmano,señalaban incrédulosa lapersonaopersonasquesecobijabanentrelaprensa.

—¿Estáfelizconladecisión,señoritaMacKinlay?—lepreguntóunareportera con un enorme micrófono en la mano mientras la luz delcámara,lacegaba.

Lavozdelmegáfonodelaeropuertosedejóoírcon la llamadadelpróximoembarque.

Brendadiodospasoshacia atrás nerviosa sin entenderde todo loqueaquellamujer lehabíapreguntadoyaque laalgarabía queenesosmomentosenvolvíalaterminaleramásqueperceptible.¿Dequéibatodoaquello?¿Porquédecisiónleestabapreguntandoaquellaperiodista?

Todos los reporteros concámara sobre el hombroomicrófonoenmano que advirtieron su presencia corrieron a su encuentro. Brenda seafanóporbuscaraJulia,perosoloencontróunaenormesonrisareflejadaenelrostrodelaabogada.

Nolograbacomprender.LaúnicaqueparecíacompartirsuinquietuderaDebra.

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—Nome gusta. Esto no es lógico—la escuchó decir entre dientesmientrasparecíabuscarunasalidaalternativaaaquelembrollo.

—¿Quéestáocurriendo,Debra?—inquiriócadavezmásperturbadaporlasituaciónquelarodeaba.

Dosreporterossepelearonantedeellaparaverquiéneraelprimerodeellosquelemetíaelmicrófonoenlacara.

Brenda los ahuyentó con lamano como si se tratasen de un par demoscasinoportunas.

Aquellono teníanipiesnicabeza, sedijo,mientrassupacienciaseagotaba por segundos. Ya no se la relacionaba con ningún senador, noteníanotoriedadenlaprensanienlasociedad.

Supacienciaestaballegandoasufin.¿Aquéveníatodoaquello?Depronto, comosi fuera elMarRojo, losperiodistas se apartaron

hacía los lados dejando un pasillo vacío del que solo resonaron unospasos.

Casi por arte de magia todo el murmullo de la terminal sedesvaneció.

Brendaabrió losojos comoplatos, supulsoyadesbocadoestabaapuntodequeelcorazónselesalieseporlagarganta.EscuchóexclamaraDebra:

—¡DiosTodopoderoso!No se imaginaba a la asesora como una devota creyente, por esa

quizásfuelarazóndequeignoróelcomentario.LaimagendeNeilaparecióanteella.Noselopodíacreer;élestaba

allí.Quizálamenteleestabapasandounamalapasada.Cerrólosojoscon

fuerzaylosvolvióaabrirycuandolohizo,Neilseencontrabaasualtura.—Estabas en Ohio —dijo ella sorprendida sin saber si había

articulado bien a la hora de pronunciar la frase, claro que no llegaba acomprenderloqueestabaocurriendo.

—Estaba.Es cierto.—Los labiosde él se arquearonenuna sonrisaperezosa,lentaysatisfecha.

—Noloentiendo—Negóconlacabeza.—Essencillo.MevoycontigoaIrlanda.Unsonidoásperosaliódelagargantadeella.Neil comprobó que parecía desilusionada y las dudas le asaltaron

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rápidamenteyaquesucomportamientodelosúltimosdíasnohabíasidotodolocortésquehabíarequeridolascircunstancias.

—Llevo escoltas y una vez allí, mi hermano, Jimena y amigos nopermitiránquemeocurranadamalo.—Seledibujóunrictusamargoenlaboca—.Lacampañaelectoral...

Observó como Neil soltaba el aliento de golpe con gesto deimpacienciacomosiestuvierabuscandolaspalabrasadecuadas.

—Nohasentendidounapalabradeloqueteintentodecir,¿verdad?Ellaabriómásloojoscuandoélpusolasmanossobresushombrosy

laatrajohacíasí.Brendaconfusanegódenuevoconlacabeza.Lasmanosdeélvagaronporsuespaldaconunmovimientosuave,a

continuaciónatrapóunmechónyseloenroscóeneldedo.—Nohabrámáseleccionesenmivida,merefieroalapolítica,enmi

vidapersonal,miúltimaelecciónerestú.HedichoadiósparasiemprealSenado, a la campaña, a todo lo que no esté relacionado contigo.—Sedetuvoduranteunafraccióndesegundoparaverlaexpresióndesorpresaenelrostrodelamujerdelaqueestabatotalmenteenamorado—.Sitúmeaceptas, volveré contigo para comenzar una nueva vida y perderme porlosmaravillosospaisajesdeIrlandajuntoati.

VariosflasesalavezcegaronaBrendaylavolvióalarealidaddellugarqueseencontraban.

PeterteníaunbrazoalrededordelacinturadeJulia,quesonreíafelizy pletórica. Debra lloraba y parecía que esta vez las lágrimas eran defelicidad.

—Debodecirtequeestadeclaraciónnoesexcesivamenteíntima.Losojosdeéldesprendieronunaardientellamaradadedeseo.—Soy un hombre público o almenos lo era hace unas horas—se

corrigió—,medeboaellosunaúltimavez.—LeestásponiendoenbandejalapresidenciaaRobertHoward.—Creo que después de todo lo hará bien—dijo sin rodeos—.Mi

llamadalehasorprendido,peromehadeseadolamayordelasfelicidadesyhedeasegurartequeparecíadeltodosincero.

—Acualquierhombreque lebrindes laoportunidaddeentraren laCasaBlancaporlapuertagrandesemostraríainsultantedealegría.

Ellasedejóenvolverdentrodelcírculodesusbrazos.—Peroesanoeslacuestiónquenoshareunidoaquí.

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—¿No?—preguntóellainocente.—No—respondióélcondeterminación—,queríademostrarmeamí

mismoquepodríavivirsinti,ypuedohacerlo;sinembargo,desdequetehe conocido todo ha comenzado a tener sentido. Eres la luz que meiluminayBrenda,yte juroporlomássagradoquenodeseovivirenlaoscuridad. Te necesito.—Al ver que ella guardaba silencio y no decíanada,ledijosinrodeos:acéptameaunquesoloseaporcompasión.

—¿Quépropones?—preguntófrunciendoloslabios.Él enterró los dedos en su pelo y ella no pudo evitar como una

corrienteeléctricasacudíasuespalda.—Primero,volvamosaIrlandayensegundolugar,sindeshacerlas

maletas,cásateconmigo.Ellasemordióel labio inferioryreprimióunaoleadade lágrimas,

peroestavezdefelicidad.¿Cuántasvecesalolargodeestosmeseshabíadeseado escuchar esas palabras? Demasiadas, se respondió a sí misma,demasiadas

—Sí, acepto. Te quieroNeil Collins, sin embargo quiero que estéssegurode estadecisiónporqueunavezque subamosal avión, nohabrámarcha atrás, te amarraré con fuerza al asiento para que no puedascambiardeopinión.

Élnopudomásqueecharseareíralescucharlapuerilamenazadelamujerqueteníaentrelosbrazos.

—Noheestadomásseguroenmivida,Brenda.Losvítoresyaplausosnosehicieronesperarcuandolaparejaunió

suslabiosparasellarsuamor.—Mañanaseremosportadasentodoslosmediosdecomunicación—

ledijoellacuandosusfrentesvolvieronaencontrarse.—Deesosetrata.—Noteentiendo.Élsonrióabiertamente.—Cuando lleguemos a Irlanda, tu hermano no podrá matar a su

futurocuñado.Esunapeticióndemanoentodaregla.Ellalelanzóunasonrisa.—Unaestrategiaestudiada,senador.—No lo dudes, cariño.—La acarició con la mirada—. Te quiero,

Brenda, creo que el destino te trajo hasta amí, solo que yo he tardadodemasiadotiempoencomprenderloquemequeríamostrar.

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—Podríadecirlomismo,señorCollins.Cubriólamanoconlasuyayselallevóaloslabiosparabesarsus

dedos.—Creoquenosesperaunavión.LaexpresióndeBrendafuedetotalincredulidad.—¡Neil,creoquehemosperdidoelavión!—Bueno...aúnmequedancontactos.LlegaremosaIrlandaaprimera

horadelamañana,esmiprimerapromesacomofuturomarido.—Noquieropromesas,solohechos.—Cuidado,Brenda, te puedes arrepentir de tus propias palabras—

murmuróirónicoyalmismotiempoconuntonodelomássensual.Ella supo en ese instante que Neil no se había metido solo en su

corazónsinoqueyasehabíaadueñadodesualma.—Nunca,cariño.Lapalabraarrepentimientohasidoeliminadapara

siempredemivocabulario.—Bueno,entonces,quizásdeberíamosirnos—lesusurróaloído—.

No veo el momento de llegar al avión, cerrar la puerta del aseo yperdermeenti.

Brenda excitada ante la idea, solo pudo soltar el aire contenidocuando se vio arrastrada de la mano de Neil a través de la nube deperiodistayfotógrafos.

Pensóquenoibaaecharparanadademenosesavidapública,laquele esperaba a partir de ahora iba a ser mucho mejor, se dijo mientrasintentaba poner a la altura de su prometido. ¡Dios, qué bien sonabaaquello!

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CAPÍTULO19

Barna,unmesdespués.Neil frotó la nariz contra el cuello de su flamante esposa, dejó un

reguerodebesoshastallegaraldelicadohuesodelaclavícula,laescuchógemiryesohizoqueseexcitaseunavezmás;nuncasecansabadeella,eso era algo que había quedado claro nadamás conocerla. ¡Cuántomástenía,másquería!

Su vuelta a Barna había sido un bálsamo para ambos. Se habíancasado en losAcantilados deMoher, como había sido el deseo de él alsaberqueeraellugarpredilectodelaqueerayasuesposa.Habíasidounaceremonia sencilla cargada de detalles y emociones. Ana, la madre deJimena, había vestido a la novia y junto a su hermano la habíaacompañadohastaellugardondeseencontrabaelsacerdote.

Alverlavestidadeblancomientrassuspasossedirigíanaélpercibióuna sensación extraña, mezcla de orgullo y un amor difícilmente deexplicar.Porfin,Brendaseríasuya,parasiempre,yesonadaninadielopodríancambiar.

Nunca creyó que abandonar la política le pudiese hacer tan feliz,descendió un poco más y con su mano amasó uno de los pechos deBrenda, la sintió retorcerse bajo él, otra insinuación como esa y lapenetraría de un solo embiste para intentar calmar esa sensación queparecíaconsumirlecadavezquelateníadesnudaentresusbrazos.

Siguió saboreando su piel y ese aroma que desprendía ella y queparecía volverle loco se impregnó en sus fosas nasales; tomó un pezónentreelíndiceyelpulgar,loacariciólentamenteypercibiócomoseabríaal contacto, su mujer se perdía en cada caricia; jamás de los jamaseshubiese pensando que ser un hombre casado, le haría sentir tantasemociones,esasensacióndeprotecciónleinvadíacadamañanayelafánde posesión podía rayar la cordura. La amaba de una forma que nuncahabíaconocido.

Siguiódescendiendoconsubocahasta llegarasuvientreplanoycóncavo, sin dejar enningúnmomentode rozar con sus dedos el botón

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rosadoyenhiestoqueprovocabayaespasmosenella,abriólaotramanosobreelpubisyfuedescendiendomuydespacio,losjadeosdeBrendaseperdíanenlassombrasdelaestancia.GraciasaDiosqueAna,lamadredeJimena,sehabíainstaladoyaenlacasadeLoganysuhijaporquedenoserasí,suvidasexualhubiesecaídoenelmásabsolutodelosmutismos.Sepreguntócómose las apañaría sucuñadoparamantener sexocon suesposa, pero ahoranadade esovenía al casoyaque estaba tan excitadoquepensabaqueseibaaromperenmilpedazos.

Deseaba hijos, de pronto ese pensamiento lo desconcertó, pero lasdudasinmediatamenteseesfumaron.Sí,eraalgoquelodeseabacontodosu alma y que debía haber mantenido encerrado en algún lugar de sumentehasta esemismo instante; claroqueno le extrañabaporqueahoramismo tenía a lamujerde laqueestabacompletamenteenamoradoa sumerced.Leresultócurioso llegara laconclusiónqueesepodereramásirresistiblequeelhechodellegaraseralgúndíaelpresidentedeEstadosUnidos.

La vida tenía sus propiosmisterios, pensómientras estudiaba cadamovimientosensualdesuesposabajosucuerpo.

Introdujo un dedo entre los pliegues de su sexo, frotó hasta quepercibió queBrenda supo que se perdía en aquel dulce placer que él lebrindaba. Él levantó la vista hasta encontrarse con la mirada de ellaenvuelta en un halo de deseo; la mantuvo durante un segundo que lepareció eterno, fue entonces cuando supo que no podría aguantar más,abrió suspiernas, secolocóentreellay lapenetró sindejardemirarla;ella entreabrió los labios y soltó un jadeo profundo; se perdió en suinterior, sentirla húmeda y caliente fue el no va más. Nunca podríacansarse de esa sensación, nunca pensómientras aumentaba el ritmo desusembestidas.Nuncasehabíasentidomásfelizquecuandoestabaensuinterior.Todoaloquehabíarenunciado,todoello,noeracomparablealefecto de esa excitación que parecía envolverle hasta que perder todaconexiónconelmundoreal.

Lacadenciasehizomásintensa,Brendalerodeófuertementeconsuspiernas alrededorde la cintura, percibió la contracciónde susmúsculosvaginales alrededor de su miembro y supo que estaba preparada, lallegadadelorgasmonosehizoesperar,embistióconunsoloimpactoensu interior y tras varios fuertes empellones, se dejó ir, después de eso,solo escuchó el gemido sensual evocado por su esposa y que pareció

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perderseensugarganta.Unpequeñosilbidodelmóvilquedescansabaenunadelasmesitas,

losdespertó.Brendaestiróelbrazoperezosamenteycogióelteléfono,lapantalla

seiluminó.—Es Emma, quiere que vaya a su casa —dijo con voz ronca y

pesarosaporelsueño.—¿Aestashoras?—ProtestóNeilllevándoselassábanasylamanta

hastamásarribadelcuello.—Sonlasseisymediadelamañana,perezoso.Brenda percibió la mano de su marido sobre uno de sus pechos

desnudos.—Ohhh,no,nohaytiempoparaeso,deboirmeoEmmamematará.—Siemprehaytiempoparaelsexo—rezongódivertido.—Claroquesí,peroahoramedeboamisamigas.—Segiróyledio

unbesorápidoenloslabios.—Y¿aquéviene tantaprisa?—inquirióNeildejandode irdemala

ganaasumujer.—AyerJimenapasóunmaldía,yasabes,vomitódurantehorasy...—Nohacefaltaqueseastandetallistaentusexplicaciones,cariño,lo

entiendo.—YLogandebe ir con el rebañoynospidióquenos acercáramos

porlamañanaparahacerlecompañíahastaqueélvolviese.—Esdomingo,Brenda—refutó.—Losanimales,aligualquetú,comentodoslosdías.Brenda echó las sábanas hacía atrás, soltó un juramento al verse

envueltaporelfríodelamadrugada,tomóunabatatiradaenelsuelo,yseabrigórápidamenteconella.

—Y ¿Ana?—preguntó esperanzado de que su mujer volviese a lacamaconél.

—Uhmm…Imaginoquetambiénestarálevantada,peroseponemuynerviosaylapobrenoatinauna,segúnmediceJimena.

—Entoncesvosotrassoiselbatallónderefuerzo.BrendarioyparalosoídosdeNeilfuecomomúsicacelestial.Nunca

secansabadeoírelsoniquetequeproducíasurisa.—Ahoramevoya laduchayvolveréa lahoradelalmuerzo, te lo

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prometo.—Mepodíaducharcontigo.—No,deesonada.Tengoprisa.—Erasolounasugerencia...—Neil Collins —se acercó a la cama e hincó una rodilla en el

colchón—,simevoyaladuchacontigo,nosaldréalmenosendoshoras.—Lebesóenlapuntadelanariz—.Prometocompensarteconcreces.

—Esosuenamejor—dijoélconunciertoronroneo.La escuchó salir de la habitación, al segundo el agua de la ducha

cayendofueelmejorsomníferoparagirarseenlacamaydejarsellevarotravezporelsueño.

***

—¿Nohablasenserio?—Claroquesí—protestóEmmamientrasponíalateteraalfuego.—Chicas,porfavornodiscutáis.Silohacéismimadrevendrácomo

uncoheteymeacribillaráapreguntasyosaseguroque tengo la lenguadiezvecessutamañoylabocadelomáspastosacomoparasometermealtercergrado—comentóJimenaconuntonocenicientoenlapiel.

—¿Cuántasveceshasvomitadoestamañana?Jimenalevantólamanoyextendiólosdedos.—¡Cinco!—exclamaronlasdosalunísono.Jimenaasintióconlosojoscerrados.—Perosisolotehaslevantadohaceunahora.—Lo sé, llevo los minutos contabilizados. El tic-tac del reloj

martilleamicabezacadasegundo,osloaseguro.—Mi pobre, un té te sentará de maravilla y un par de galletas de

mantequillateentonaránelestómago.—Nada de galletas—protestó Jimena con la mano apoyada en su

vientre—ovolveréavomitardenuevo.Osaseguroqueconozcoelretreteentodasuextensión.

Ambasamigassonrieronalavez.—Nuncacreíqueestarembarazadafueratan...—Noestan...—dijoBrendainterrumpiendoasucuñada;micuerpo

seestáacostumbrandoaloscambiosesoestodo.—Deberíamostomarelaire.

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—Hace muchísimo frío, Emma —dijo Brenda al tiempo que selevantabaytomabaotragalletadelplato.

—Túdejadecomer—laamonestóEmmaconunpequeñogolpeenlamanocausadoconlacucharademaderaqueenesosmomentossosteníaentrelosdedos.

—Elsexomedahambre.Emmaboqueó,peronopronunciópalabraalgunayJimenasoltóuna

pequeñarisilla.—Deverdad,porquesoismisamigas,peronoesparanadajusto.—

Lasmiróconelentrecejofruncido—.Tenéistaldosisdesexoenlasangrequesoislaenvidiapersonificada.

—Hablaporella—dijoJimenaconunaspaviento.—Túcalla,queyahas tenido tubuena racióno¿porquécreesque

estásembarazada?—Nocreoquelovuelvaarepetir,unoynomásSantoTomás.EmmayBrendarieronalunísono.—Esodicentodas,peroelcasoesquetenemossuperpoblaciónenel

planeta—objetóEmmaquietandolateteradelfuegotraselprimerpitido.—¿CómolollevaLogan?EstavezfueJimenalaquesonrió,abriólosojosporprimeravezen

variosminutos.—Es muy atento conmigo, quizá demasiado, aunque creo que he

descubiertoquemegustaquememimenenexceso.Ambasamigasledevolvieronlasonrisa.—Estámuy preocupado, excesivamente preocupado, diría yo, pero

nocontradiceningunademisdecisiones.—¿Estamoshablandodemihermano?—Sí,creoqueeselmismo.—LascomisurasdeloslabiosdeJimena

searrugaroncuandosonrió.Emmaabrigóelfrigoríficoparasacarlaleche.DeprontolasonrisadeJimenaseesfumó.—Cierraeso,yamismo—exclamóconlamanotaponandosuboca.

Actoseguidosaliócorriendodelacocina.Emmaestupefactasequedóconeltetrabrikenalto.—Ya voy yo. —dijo Brenda incorporándose—. Me ha comentado

Logan que el frigorífico y ella se han convertido en enemigosimplacables.Debenserporlosoloresquedesprendenlosalimentos—le

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dijoyasaliendoraudayvelozporlapuertatrasJimena.Emma se la quedómirando, acto seguido, desenroscó el tapón del

envaseyselollevóalanariz.Esperóelhedordelalecheagria,peronollegó.Seencogiódehombrossinentendernada,vertióunchorrodelecheen su téy cogióunade susgalletasdemantequilla.Si lasdosis altas ensangredesusamigaseraelsexo,ladeella,bienpudieseserdeglucosa.

***

Jimena respiró hondo tras vomitar dos veces más, sus amigas le

había convencido de que saliesen a dar un paseo; tenían razón aunquesentíael estómagopesadoy revuelto, el aire fresco leestabaviniendoalas mil maravillas. Su madre había aprobado la decisión, pobre mujer,estabatanpreocupadaqueenningúnmomentosabíaloquedebíahacerysilohacíacasisiempreadestiempo.

Logan estaba siendo maravilloso con las dos. Tenía una pacienciainfinitayestabamáscariñosoquedecostumbre,acariciabacontinuamentesuvientrecomosiasípudiesellegarasíapalparalbebé.

—Siento las náuseas y los vómitos —le había dicho esta mañanamientraslesosteníalafrenteyellavomitaba—.Sillegoasaberesto...—Perosufraseseinterrumpióporotraarcada.

Despuésdelmalrato,Loganlahabíaabrazadoysusurradopalabrasdeamor,almenosesopensóellaporqueéllehabíahabladoengaélico.Lahabíavueltoa llevara lacamaycon los labiospegadosa suvientre, lehabíadichoasufuturohijo:

—Debessermásbuenoconmamá.Recuerdaquelaqueremosmucho.Nodejódeabrazarlahastaqueellasesumióenunprofundosueño.

Aldespertar, sumaridosehabíamarchado,perohabíaencontradoa susamigas sentadas sobre el colchón esperandoquedespertase.No le cabíadudaquetodohabíasidoplaneadoporsumarido.Sepreguntósialgunavezseterminaríaaquellapasiónqueparecíaconsumirlacadadía.

Lo estaba pasandomal, por supuesto, pero el saber que llevaba unhijodeLoganenlasentrañaslocompensabatodo.Erafelizapesardelapenitencia que tenía cada mañana de rodillas ante el retrete; respiróprofundamentey llenósuspulmonesdeairepuro.Sí, allí, lo tenía todo:amor, amistad y unamadre que hacía esfuerzos enormes para volver areencontrarseconlamujerquealgúndíafue.

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LualadróconfuerzavariasvecesyseacercócorriendoalaspiernasdeJimena.

—¿Quépasa,chica?Como respuesta la perra volvió a ladrar, pero esta vez con más

intensidad.EmmayBrendadetuvieronsuconversación.—¿Porquéestátannerviosa?—No lo sé —respondió Jimena mientras acariciaba a la perra

suavementedesdelatestahastaellomo.—Quizá deberíamos volver a casa—manifestó Brenda preocupada

porelsilencioqueprofirióderepenteelbosque.—Sí creo que es lo mejor. Está muy nerviosa —repuso Jimena

prestandounaevidenteatenciónalanimal.Las tres amigas decidieron dar la vuelta y tomar el camino a la

inversa.Lua parecía expectante con el rabo enhiesto seguía los pasos de su

dueña. Levantó el hocico y olfateó el aire y sacudió enérgicamente lacabeza.

Lastresamigas,ataviadasconenormesanoraksparaprotegersedelfríoyhúmedoinvierno,volvieronareír.Emmalescontabalasaventurasydesventurasdesusalumnos.

—¿Oslopodéis imaginar?CasimedaunataquedenervioscuandoviqueellápizquecolgabadelanarizdelpequeñoBrien.Nuncahepasadomásmiedoenmivida.

—Serásunamadreestupenda—ledijoJimena.—Ufff—protestó Emma sin poder evitar que Owen se volviese a

filtrardenuevoensuspensamientos—.Nuncasepuededecir,pero...Su comentario quedó suspendido en el aire tras los incesantes

ladridos de Lua. Las tres al mismo tiempo centraron su atención en laperra,concadaladridoparecíaqueseleibalavidaenello.

—Diosmío—bramóBrenda.TantoJimenacomoEmmavolvieronsusmiradasalfrente.Anteellas

había un hombre era corpulento e iba vestido en un anorak negro, ungorrodelanaqueocultababuenapartedesufrenteyunasonrisaladinaenloslabios,perolopeordetodoesqueteníaambosbrazoselevadosylesapuntabadirectamenteaellas.

Brendacreyómoriralverelresplandordelarma.

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***

—Debes pensarlo bien, Owen —le dijo Logan después de dar unsorboasucafé.

—Lo sé y es algo que llevo dando vueltas hace varias semanas;despuésdetodo,creoqueeslomásacertado.

—Esperad porque creo que no lo he entendido del todo—repusoNeilconlatazaenlamano.

Los tres estaban en casa de Logan y, aunque hacía un frío de mildemonios,seguíanenelporchetrasunabreveincursiónporeljardínyaqueLoganhabíaencontradovariostroncosdemaderadesperdigadosporelbosque tras la fuerte tormentade lasemanapasadayconayudadeuntractor los había llevado hasta su jardín. Quería tener la aprobación deOwendequelospodíacortarydespuésquemarenlachimeneayaquealparecernoerandemuybuenacalidadparapodertallar.

—Hasrecibidounapropuestaen...—Florencia,Italia—añadióOwencomounaobviedad.—Bien,Italia—continuóNeilcomositalcosa—.Elcontratodurará

unañoytrabajarásparaunagaleríadearte.—Escueto,perolohasresumidobien.—Tío,piensaporquequiereshacerlo.Túsiemprehaspertenecidoa

este lugar—objetóLogandejandosu taza sobre lamesademaderaquetantoaprecioteníayquehabíatalladosuamigoparaél.

—Losé,losé,perouncambiodeairesnomevendríamal.—LacuestiónesquesiesecambiodeairessellamaEmma.Owensoltóunbufidoyacontinuacióndiounlargotragoasucafé.—DeboadmitirqueséalgoporBrenda,perojamáshaprofundizado

enesetema.—Ni lo hará —dijo Logan contrarrestando el peso de su pierna

lesionadaalaotra,yanoledolíatanto,peroelinviernoeradurodepelar—,lasmujeresparaesosonunatumba.

Neilsonrióanteelcomentariodesucuñado.Teníaqueconfesarquedesdesuregresotodoselloslehabíanaceptadosinrestricciones.AvecesledabalasensacióndequellevabamásdeunmesenBarnayquetodosupasadosolohabíasidounmalsueñodelcualparecíahaberdespertado.

—Meiréporquecreoqueeslomejorparamíynotienequevernada

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conEmma—sentencióOwenasabiendasdequeestabamintiendo.Nopodíamás,nosoportabalaindiferenciadeEmmahacíaél.La quería, bien lo sabía Dios, pero esa penitencia que estaba

padeciendo era demasiado dura para vivirla al lado de lamujer que nohabíadejadodeamar.Necesitabaolvidar aunque sabía a ciencia a ciertaque no iba a ser del todo posible por mucha distancia que pusiera pormedio.Emmasiempreestaríaahí,ensucorazónynadie,nitansiquieraél,podía eliminar esa sensación de infortunio que padecía cuando estabajuntoaella.

—Estuvida.Owen,peropuedodecirteporexperienciaquehuirnosirvedenada.

—Lo dice el hombre que casi llega a la Casa Blanca—añadió elebanistacontonofirme.

—LodiceunhombrequeahoraviveenBarna;másfelizquenuncadeloquecreíquepudieraser.

—EsunadecisiónprofesionalynotienenadaqueverconEmma—repitió cada vez más irritado al comprobar que no podía engañar nisiquieraasusamigos.

—¿Unpocodetortillaespañola?Lostreshombressevolvieronalamujerqueportabaunplato,sobre

élunaesponjosatortillacalienteyconunapintadelomássabrosa.NingunodeellosentendióunasolapalabrapronunciadaporAna,así

queselimitaronasonreír.AnaseacercóaLogantitubeanteyletendiótímidamenteelplato.A

lamadredeJimenaseledenotabaciertonerviosismo.Nocabíadudaquedeseabaagradarasuyerno.

—Gracias, Ana —respondió Logan con una gran sonrisa y encastellano.

Susuegrapareciósatisfechaporquesonrióabiertamente,unsegundodespuésdesapareciórápidamentepordondehabíavenido.

—Oye,despuésdetodotevolverásunhispanohablantedecuidado—ledijoOwenentonosarcásticoyagradeciendolainterrupcióndeAnaporelhechodehaberdesviadolaatenciónhacíalatortilladepatatas,queporciertoteníaunapintaestupenda.

—Esunagranmujer,quiereasuhijayesomebasta.—Respecto al hecho de que viva tu suegra contigo, te iba a

preguntar...

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UndisparoirrumpiólapreguntadeNeil.—¿Quécoñohasidoeso?—inquirióOwen.—Undisparo—respondieronalunísonoLoganyNeil.—¿Esépocadecaza?—Esposible.—EstavezrespondióLogan—.Peronadieensusano

juiciodispararíatancercadelpueblo.EscucharonaLualadrar,laperracorría,conelraboentrelaspiernas

despavorida,hacíaellos.Nopudieronarticularpalabraalgunaporquesuscorazonesdejaron

depalpitarunossegundosalescucharelsiguientedisparo.Algoandabamal.

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CAPÍTULO20

—Vamos desarmadas, no tenemos nada de valor—le dijo Brenda

intentandodisimularsunerviosismoasuatacante.Las tres amigas tenían lasmanos arribas,miraban con recelo a su

agresorsinpodercreerseloqueestabaocurriendo.En Barna nunca ocurrían cosas como aquellas. Era un pueblo

tranquilodonde todos se conocíanynadie en su sano juicio te apuntabaconunarma.

Sin mediar palabra, el hombre disparó cerca de donde ellas seencontraban. No había errado en su puntería, ese primer disparo habíasidoun avisodeque la cosa iba en serio; el segundo estuvo apuntodematar a Lua puesto que la perra no paraba de ladrar y amenazarle,enseñándolesusafiladosdientes.

—¡Corre, ve aporLogan!—lehabíagritado en el último segundoJimenaalvercomosuasaltanteapuntabadenuevoconelarmaaLua.

Laperrahabíaobedecidoenel acto, comosi elnombrede suamofueselapalabraclaveparaejecutarlatareaencomendada.

LabalarozóunodelospiesdeJimena,lamujerdioasustadaunsaltohacia atrás, el miedo hizo que el estómago se retorciese y las náuseascomenzasenahacersuaparición.

—¿Qué leocurre?—preguntóel asaltantealver a Jimenadoblarseendos.

Brenda no pudo más que sentir terror al escuchar el acento de lapersonaquelesapuntaba,sintióundoloragudodondesehabíafracturadolas dos costillas, tragó saliva desesperadamente. El destino le estabapasando una mala jugada porque el hijo de mala madre que la habíasecuestradounmesanteshabíavueltoaporellayestavezestabasegurade que no iba a fallar en el intento. Pormás que había intentado ponerrostroaaquellavozcercadelacabañadondehabíaestadooculta;nuncalohabíaconseguido.Quizáselmiedoo las inmensasganasdeborrar loacontecidoeramásquesuficienteparaquesumentesenegaseallevaracaboaqueljuego.

Todoaquellohizoquetuvieseciertaempatíaconsucuñadaydesease

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vomitar.Aúnasípudotragarsupropiabilisyresponder:—Está embarazada —vociferó permitiendo que los árboles se

hiciesenconsueco—.Déjalamarchar.El agresor miró primero a Brenda, pasó la vista a Jimena, que

parecíaqueseibaadesmayardeunmomentoaotroyvolvióalamujerquelohabíagritado.

—Debesermidíadesuerte,tresporelpreciodeuna.—¿Qué narices quiere? —Esta vez la que preguntó fue Emma—.

Bajeelarma,yalehemosdichoquenollevamosnadadevalor.El hombre sonrió y permaneció con esa sonrisa impasible varios

segundosmás.Emmalelanzóunamiradafríayhostil.—Laquieroaella.TantoJimenacomoEmmamiraronendirecciónaBrenda.—¿A Brenda? —Preguntó Jimena cada vez más asustada. Respiró

profundamente en un esfuerzo por liberar la opresión que padecía suestómago.

—¿Quién este tipo,Brenda?—IndagóEmma sin perder de vista alhombrenielarmaquelesapuntaba.

Brendamovióloshombrosinquieta.—Creoqueyanosconocemos.¿Noesasí?Elagresorsoltóunacarcajada.—Asíquedespuésdetodosabesquiénsoy,chicalista.Cambiamosde

continente,perolasituacióneslamisma,nomegustadejarmistrabajosinacabadosunavezcobrados.

—¿Paraquiéntrabajas?Elbielorrusomeneólacabezanegativamenterepetidasveces.—Te considero inteligente, señorita MacKinlay o ¿debería decir

señoraCollins?—Alverelmiedoen losojosdeBrenda,disfrutódesumomentodegloria—.Aquínohayguardaespaldas,ni fiscalesgeneralesnitansiquieraLaAgenciadeSeguridad,nadie,exceptotúyyo.

—Entonces,déjalasmarchar,siesentretúyyo—Brendaintentóquesuvoznotemblase—.¿Mequieresamí,no?Aquímetienes.

—Brenda, por favor—le susurró Emma sin desviar la atención alhombrequeteníanantesí—,¿quécoñoestáshaciendo?

—Esustedmuyvaliente,señoraCollins—inclinólacabezacongesto

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solemne—.Lamujerembarazadanomeinteresa...—Ylaotratampoco—leinterrumpióBrendaconvozaltaytensa.Éllamiróinquisitivamente.—Le recuerdo que yo soy el que va armado, por lo tanto, yo soy

quiendalasórdenesaquí.Jimena, sin poder evitarlo se llevó lamano a la boca, pero ya era

demasiadotardeparapararelvómito.Elagresorpusocaradeascoy todasuatenciónrecayóen lamujer

queparecíahaberdesayunadounjabalíporquesusvómitosnocesaban.Brenda se acercó a ella y con ayuda Emma la ayudaron a

incorporarse.Losojosdelbielorrusoseestrecharon.Los ladridos de Lua se hicieron oír y un gesto de preocupación

vacilóenelrostrosombríodelagresor.—Nos vamos—vociferó para dejarse oír entre los ladridos de la

perraquecadavezseoíanmáscercanos.Uncazadorsiempresabecuándovaaseratacado,oesodebiópensar

elagresorcuandodesvió todasuatenciónendireccióndondeproveníanlosladridos.

Todoocurriótandeprisaquenadiepareciópercatarsedelasituación.Emma,alveralhombredistraído,empujóconfuerzaaBrendayJimenaalazonaboscosa.

—¡Corred!—gritóantesdequeseescuchasedenuevootrodisparo.Lastresamigas,comoalmaquellevaeldiablocorrieronentrelosárbolesdelosbosquesylosarbustosqueencontrabanasupaso.

No separaronapensar en los arañazosque les estabaproduciendolasramasasupasooladirecciónquedebíantomar,asumentesoloveníaunasolaidea:huirlomásdeprisaposible.

Todasuatenciónestabacentradaenrespirarconvigorparainsuflarsuficienteaireasuspulmonesyaumentarasílazancada.

Tras varios minutos de confusión y cansancio pararon, susrespiracionesestabanagitadasporelesfuerzoyelcorazónlesbombeabaamil porhora, parecíaque se les iba a salir deunmomento aotrodelpecho.Jimenavolvióasentirarcadaspero,estavez,novomitó.Brendalaarropó con su cuerpo y apoyó su frente en la coronilla de su cuñada.Deseaba llorar, pero sabía que necesitaba todas las fuerzas que pudieseconseguirparasalirairosasdeestasituación.Estaveznoestabasola,sus

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amigasyunbebéencamino,alcualdebíanprotegeratodacosta,estabanconella.Debíapensarconclaridad,sedijo,debíapreservarsujuicio.Nopodía dar un solo paso en falso.El hecho de correr en la confusión nohabía sido la mejor opción, pero al menos había salido bien y estabanvivas,yaeraalgo.

EscuchóremoverseaJimenaentresusbrazos,deprontosucuñadalaapartóconfuerzaaunlado.

—¿DóndeestáEmma?Brendamiróasualrededorbuscandoasuamiga;nohabíarastrode

ella. Tomó una respiración profunda, pero el aire no le llegó a lospulmones.Seagarróconfuerzaaltroncodeunárbolyclavólasuñasenél.

—¡Diosmío!,pensómientrassumiradaseperdíaentre losárboles.¿DóndeestabaEmma?

***

Emmasedetuvo,no tenía fuerzaspara seguir corriendo, su cuerpo

no estaba acostumbrado a ese ritmo. Colocó las palmas de las manossobrelosmuslos,seencorvóeintentórecuperarunpocodeoxígeno.Lasangregolpeabaconfuerzalabasedesucuello.Podíasentircadalatido,sucorazónibamilporhoraylaideadequepodríasufriruninfartoenesemismoinstantenofuetandescabellada.

¿EnquémomentohabíaperdidodevistaaBrendayJimena?Nisiquiera lo recordaba.Sucerebro todavíanohabíaasimilado las

circunstancias,pensóquelamentarsedepocoservía.Debíasalirdeaquelbosqueloantesposibleypedirayuda.

Lasolaideadenovolveraverlosrostrosdesusseresqueridos,hizoquelevantaselacabezayempezóapensarconclaridad.

Creía tenerventaja,conocíaesosbosquesaldedilloyaunquenoseencontraba lejos de casa; aumentó el paso para tomar uno de los atajosquelepodíallevaralpuebloenmenosdediezminutos.

Resopló e intentó hacer el menos ruido posible, se colocó tras eltroncodeungruesoárbolyesperóareconoceralgunodelossonidosquehabitabaenelbosque.Debíaanalizarconcalmalascircunstanciasantesdevolveraecharacorrer.

Unaramacrujiendonoerabuenaseñal,cerrólosojosconfuerzay

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aguantó larespiración, rezóparaquefueraLua laqueseacercaba,perode alguna manera sabía que esa rama se había roto porque no habíapodidosoportarelpesoalquesehabíavistosometida.

Recordó el episodio que les había contando Brenda sobre susecuestroenWashington.Enelmomentoqueescuchabaasuprima,lediolaimpresiónqueleestabanarrandolaúltimapelículadeacciónquehabíavistoenelcine,peroadecirverdadyanoleparecíataninverosímil.Todosucuerpotembló.

Teníamiedo,miedodemorir.

***Logansellevóelíndiceycorazónenformadevalosojos,después

señaló a varios arbustos que tenían ante sí. Los tres hombres ibanarmados, para Logan y Neil el arma parecía un apéndice más de sucuerpo,peronoeraelcasodeOwenqueapuntabahacíaelsuelo.

Neil comprendió con ese gesto lo que le indicaba su cuñado. Allíhabía alguien o al menos eso indicaba Lua con su hocico pegado a latierra.

Los tres hombres parecieron aguantar la respiración. Tras oír losdisparosLoganhabíapuestoelgritoenelcieloyelnombredeJimenasele escapó como si fuera una exhalación, Neil debió pensar lo mismocuandolesiguiósinnitansiquierapreguntarporelarmariocerradoconllavedondeLogansolíaguardarsusarmas.Noeracazador,perosiunacosateníanlasarmasunavezpasadoporelejércitoesquelasadorabasolasrepudiabas,yenelcasodesucuñadoladecisiónparecíaestarclara.

Notuvomuchoquepensarcuandoeligiólasuya.ElsimplehechodesaberqueBrendapodíaestarenpeligropermitióquevolvieseelmarinequeundíafueyquepormuchosañosquepasasenparecíaquenuncaibaamorir.

Habíandecididoconducirhastalomáscercaposibleevitandoentodomomentoque seescuchaseel ruidodelmotor.Enel casodeque fuerancazadores los que estaban a esas horas en el bosque, se iban a llevar elsusto de su vida. Solo un soldado era consciente de todo lo que podíadestruirunabala.

Se acercaron sigilosos a los arbustos, Logan le pidió a Owen porseñasquesepusieratrasdeél,ésteobedeciódeinmediato.Alfinyalcabo

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estabaalladodedoshombresquehabíanservidoenelejércitoysabíanloquesehacían.

Neil tragó saliva con dificultad, solo de pensar que Brenda podríaestar herida, le consumía, no pudo evitar evocar las secuelas de susecuestro hacía unas pocas semanas. Logan debía pensar algo parecidoporque desde que había sostenido el arma entre sus manos, su rostroparecíaserunamáscaraimpertérrita.

Neil colocó la culata de su escopeta en el hombro, no dudaría endispararsilasituaciónlorequería.Vivirsinsuesposaelrestodesusdíasnoeraparanadaunaopción.

Dio gracias a Dios de que la perra semantuviera en silencio, a laespera,parecíaserotrosoldadomás.

Adelantóvariospasosconsigilo,agradeció la ropay lasbotasquellevabapuestas.DesdequevivíaenBarnanosehabíavueltoaponerseuntraje,esoyaformabapartedesupasado;estudiósualrededorconcautelasindejarnadaalazar,escuchólosruidosdelbosqueysupoquenohabíaamenaza,almenosporelmomento.

Con el cañón abrió los arbustos, el grito proferido por las dosmujeres le pilló de sorpresa. Bajó el arma con rapidez, no pudo evitartemblaralverlasanaysalva,seaferrócontodasufuerzaasuesposaquelloraba desconsoladamente entre sus brazos. Intentó consolarla, pero lefuedeltodoimposible.PorelrabillodelojocomprobóqueLoganhacíalo mismo con Jimena, palpaba su cuerpo con posibles heridas y en elúltimomomentosedetuvoensuvientre,comosiasíquisieracomprobarquesufuturohijoestabasanoysalvo.

—¿DóndeestáEmma?—preguntódeprontoOwen.Al ver negar la cabeza de Brenda adoptó inconscientemente una

posturadeataque.—No lo sabemos, se separó de nosotras, pero ni siquiera sabemos

cuándohaocurrido.Owensellevólamanoalafrenteconpesar.Tensólosmúsculosdela

mandíbulahastaqueeldolorsehizoinsoportable.—Iréasuencuentro.—Espera un momento —Neil hizo un gesto con la mano para

detenerlo.Miróasuesposaconcariñoypregunto:—¿Quéhapasado?

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—Unhombreconacentorusonoshaamenazado.Neil,creoqueerael mismo hombre que me secuestró aunque no puedo estar del todosegura.

Sumaridoseesforzóporhablarynosoltarelimproperioqueteníaentreloslabios.

—¿Cómoesposible?¿Aquí,enBarna?—Nolosé.Owenimpacienteseadelantódospasos.—Owen—susurró con fuerza Neil para no ser oído más que por

ellos.—¡Espera!—DeboirabuscaraEmma.—Losé,losé—Neilintentóincorporarse,peroalverqueBrendano

losoltaba,laincorporójuntoaél.—Esetiposabeloquesehace.Estápreparadoparamatar.—¿Qué intentasdecirme?—inquirió furioso—.¿Quénovoya ser

capazdeapretarelgatillocuandolotengafrenteamí?—Esoloestásdiciendotú,noyo.Elhechodequenohayamosoído

másdisparosenbuenaseñal—Neilbuscóa sucuñadocon lamirada—.Logan,llévalasacasaypideayuda.

Loganayudóasuesposaaponersedepie,peroenningúnmomentolasoltó.Comprendía laordeny laacataba.Élconsupiernadoloridanopodríaseguirel ritmodeellosdosyseríamásunestorboqueayudaenesosmomentos.

—Deacuerdo.Neilbesóasuesposa.—Porunavezentuvida,obedecemisórdenes—ledijocerrandosu

manoentornoalcuellodeella.BrendaasintióyNeilrespirómástranquilo.—Noolvidesniporunmomentoquetequiero.Brenda leacarició lamejillacon layemade losdedosantesdeque

llegaseaapartarse.Avecesungestovalíapormilpalabras.—LlevarosaLua,osserádegranayuda.La perra elevó el rabo y comenzó a dar vueltas sobre sí misma.

Parecíaencantadadequecontasenconella.Se despidieron y acto seguido se pusieron enmarcha por senderos

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diferentesmientrasunosregresabanalhogar,otrosibanahacerfrenteaunaamenazasinprecedentes.

***

Emmapermanecióinmóviljuntoaltronco,losmúsculosledolíande

estar depiey en tensión.El fríoy la rigidezno erandegran ayuda.Sepermitiódescansarlabarbillacontraelpechoycerrólosojos.Nuncaensuvidahabíatenidomásmiedo.

Siempresehabíaimaginadoquemoriríarodeadadenietos,tranquilayconunavidaplena,peroaveceseldestinoparecía tenerotrosplanes.Tenía unas ganas inmensas de llorar, sin embargo sabía que no podíapermitírselo;nopudoevitarpensarenOwenyentodasesaspalabrasquehabíanquedadopordecir.

Parecióescucharalgo,agudizómáseloídopidiendounmilagro,deprontoparecióllegarenformadeladrido.

ReconocióaLua,esosolopodíasignificarunacosa,yeraqueLoganandabacerca.

Colocólaspalmasdelasmanoscontraeltroncoyapretóconfuerza,elhechodesentirquelacortezadelárbolseclavabaensupiel,almenosleindicabaqueestabaviva.

Searmódevalorcuandoescuchólosladridosmáscerca,quizásisemovíapermitiríaquelaencontrasenantes.

Diounpasohaciaadelante,palpóconlasmanosyyanoencontróelárbol donde estaba apoyada hacia tan solo unos segundos. Siguióavanzando, pero cuando levantó la vista, supo que todo había sido uncrasoerror.

—Parece ser que todas las mujeres de este pueblo son muyinteligentes—la boca del bielorruso se torció hacía un lado—, pero notantocomoyo,¿noteparece?

El corazón de Emma se detuvo un instante y después bombeó contodassusfuerzas,sinembargoestavezacausadelmiedo.

—¿Dóndeestánlasotras?—No...nolosé.—Respuestaincorrecta.—Nomehagadaño,porfavor—rogó.Suagresorlevantóelarmaylaapuntó.

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—¡Le he dicho que no sé donde están!—Su tono volvía a ser dedesesperación.

—Lapreguntaes:¿sisupierasdóndeestán,melodirías?Emmaguardósilencio.—A eso me refiero, ves.—Sacudió la cabeza desilusionado—.¿En

quéposiciónnosdejaesto?—Nomehagadaño—volvióa repetir,no le importóquesuruego

sonasesúplica.—Nomegustanlosjuegos.Lualadróconmásfuerza,peroelbielorrusoestaveznosemovióni

unmilímetro.—¿Sabe?Hedecididomatarla.AEmmaletemblaronlaspiernasyahogósuspalabrasenunsollozo.

Cerrólosojosyesperólamuerte.Varios disparos llegaron a sus oídos. Uno de ellos le atravesó el

hombro,eloloracarnequemadallegóasuolfatoyunsegundodespuéseldolorsehizoinsoportable,cayóacámaralentasinsabermuybienqueibaaencontrar a suspies,deprontodejóde sentir elbrazo,pudonotarcomolasangreempapabasuropa,sucorazónseralentizabacomosinotuvierafuerzasparabombear, actoseguido, lospárpadoscomenzaronapesarle,intentóabrirlosojos,peronoleeraposible.Depronto,comenzóatenerfrío,muchofríotantoqueempezóatiritar.Nopodíaparardedardiente contra diente. Solo el calor de la sangre empapando su piel, lepermitíasaberqueaúnestabaviva.

Lasvoces seentremezclaroncon los ladridosdeLua.Todoparecíaalejarse,yaperderseenunsueñomuyprofundo.SintiócomoalguienlatomabaenbrazosymuyalolejosescuchólavozdeOwenquelegritabacon desesperación que no se fuera, ella intentó sonreír y acariciar surostro,perosumanono llegóaalcanzarle.Allíestabaenél,comocadavezquesoñaba,perotodoquedóenunaintenciónporquedespuésdeeso,llególaoscuridadmásabsoluta.

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CAPÍTULO21

Odiabaelolordeloshospitales,peroahoraconmásrazón.Mirópor

laventanaenbuscadealgoqueledistrajese,sinembargoelrecuerdodeEmmaentresusbrazos,conlosojoscerradosyproblemaspararespirarleasaltabaunayotravez,comounapesadilladelaquenopodíadespertar.

Dejó la ventana para observar sus manos. Ahora estaban limpias,perohacíaunasemanaestabanmanchadasde sangrey tierra.Recordabacadaminutodeaquellamalaexperienciaporquenolapodíadenominardeningunaotramanera.Nohabía titubeadoniun segundoyeso, encierta,maneraleasustaba.Élseconsiderabaunhombredepaz,odiabalasarmas;noobstante,nohabíadudadoendispararymataralhombrequeapuntabaaEmma.

No sabía si el hecho de no sentir remordimiento era buena omalaseñal.Volviólamiradaalfríocristal,eldíaeragrisylluvioso,parecíaunreflejodesualma.

Escuchó el ir y venir de los carros, se cerraron y abrieron variaspuertas a la vez, sollozos, lamentaciones e improperios de algunosenfermos,imaginóqueeranlosquepadecíanmásdolores,y,comofondo,elmurmullodevariasenfermerasenlasaladedescanso,selasimaginócon un café o té en lamano hablando de su día a día para olvidar todaaquellapenuriaquelasrodeabalasochohoraslaborablesdetrabajo.

Todo parecía continuar, nada se había detenido, la vida seguíatranscurriendoapesardequeunohubiesedecididoparar enunpuntoyevaluar si seguir o permanecer allí. Estaba agotado y para más inrirodeadodeparedespintadasdecolorblanco,coneseolorimpregnadoytancaracterísticodeloshospitales,adesinfectanteyamedicamentos.

Llevaba sin dormir varios días; no le importaba, se había pasadotodas las noches y los días velando a Emma, al lado de su cama. Losmédicoshabíapodidopararlahemorragia,peroellahabíaperdidomuchasangreyaúnestabaconpronósticograve,labalahabíarozadoelcorazón,pero gracias a Dios no lo había tocado y ella había podido soportarestoicamentelascuatrohorasquehabíapasadoenelquirófano.

Por las noches había vigilado sus constantes y velado su sueño, le

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había tomado lamanoyhabía trenzadosusdedoscon losdeella,comoaños atrás, cuando habían estado juntos. Su piel seguía siendo tan suavecomo recordaba.Lohabía echado todoaperder, lo sabía,había sidounestúpidoyEmmallevabatantosañosalejadodeélqueyanorecordabaelsabor de su piel. En varias ocasiones había posado sus labios en losnudillos,habíacerradolosojosfuertementeyhabíasuplicadoaDiosquese recuperaseyvolvieseaserellamisma.Lamujerde lacualundíaseenamoró.

SusoracioneshabíandadosufrutoporquetresdíasmástardeEmmaabriólosojos,peroOwenyanoestabaallí.

—¿Novasaentraraverla?SevolvióyobservócomoNeilsecolocabaasulado.—No,séqueencuentrabienyestable.Yahehabladoconeldoctor.—Estoy seguro de que le encantaría que le hicieses una visita—le

dijoNeilomitiendoqueEmmahabíapreguntadoporél.—Si pregunta por mí es porque está bajo los efectos de los

analgésicos—afirmóOwenvolviendosumiradaalaventanayalasgotasde lluvia que se adherían al cristal. Observó varias nubes al fondo, deaspectoplomizoqueconsugrosorencapotabanelcielodandoaésteunaspecto lúgubre y tenebroso—. Luego se arrepentirá de verme yvolveremosalprincipio.

—Ojalá pudiera ayudarte, Owen —repuso—. No he tenidooportunidaddedecirtequeestuvisteincreíbleenelbosque.

—Matar a un hombre no es algo para alardear,Neil.Nome sientoorgullosodeello.

—Losé.Sinembargo,salvastelavidadeEmma.Owenserecostócontraelmarcodelaventana.—Eslomenosquepodíahacerporella.Enelpasadonolehetratado

lobienquesemerecía.—Muchas veces el pasado es mejor dejarlo atrás y centrarte en el

presente.—¿Todoslosexsenadoressoisademáspsicólogos?Neilseechóareír.—Llámalopadecimientoenvezdepsicología.—Seosvefelices.MerefieroatiyaBrenda.Su amigo notó el cambio brusco de conversación, no obstante se

abstuvodedecirlenada,elsimplehechodequeOwenhablasedeEmmaya

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eratodountriunfo.—Sitesoysinceronuncapenséquelolograría.Ahoranoconcibomi

vidasinella.Séquesuena...—No,esmagníficoloqueestásdiciendo.Osmerecéislomejor.—Tútambién.—Imagino que sí.—Esta vez fue el turno deOwenpara sonreír—.

Poresoyahetomadounadecisión.—Nuncaesfácilllegaraesepunto.—No,noloes,loconfieso.Owen se mesó el pelo y miró al que ya consideraba más que un

amigo.—MevoyaItalia.—¿Estásseguro?—Sí, jamásheestadomás seguro.Emmanomequierea su ladoy

elladebey tienederechoa comenzarunanuevavida.Lomejor es estarlejosparanoverlo.Séquesuenacobarde...

—Todo lo contrario, Owen, creo el simple hecho de marcharterequieremuchavalentíaportuparte.

Amboshombresseabrazaronysedieronalgunaqueotrapalmadaenlaespada.

—Quesepasquerespetotudecisión,peronolacomparto.—Eso es lo que hacen los buenos amigos, Neil. Ahora debo irme.

Unasolacosa...—Dime.—Cuidadeella,¿loharás?—Noeranecesarioquemelopidieses,claroqueloharé.—De Brenda ya me despedí. Iré a casa de Logan. Con suerte, los

encontraréallí.—Cuídate,amigo.—Lovoyanecesitar.Créeme.—Noolvidesquetienesunhogaryunosamigosquetenecesitan.—Nopodríaolvidarlo.Hastapronto,Neil.Cuidadelatropa.Neillovioalejarseyperderseporunadelaspuertasdelhospital.Era

unaverdaderalástimaqueningunodelosdosvieseloquesenecesitabanel uno al otro, pero él no era nadie para decírselo; el destino tarde otempranoseencargaríadeello.

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FIN

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Cariciasdeldestino

Vol.IHospedarseenlacasadesuamigaduranteelverano,implicarápara

JimenaRomanoelfinalizarsutesisdoctoral.PeronosolodescubriráenBarna,unatierratanverdecomomágica,sinoquetambiénseencontraráconunhombretanermitañocomohuraño,delquenuncahaoídohablaryquelograrásorprenderlaaúnmás.

Atormentadoporelpasadoquevivióyenelqueseencierra,Logan

MacKinlay apenas se hace notar en Barna, el pueblo que le vio nacer.Aislado del mundo y envuelto tanto en sus cicatrices físicas comopsíquicas, el destino le presentará una nueva batalla por la que lucharcuandosucaminosecruceconelde lamejoramigade suhermana.Suconsolidadaydolorosaexistenciayanoserálamismayafrontarloquesucorazónlegritaseráunapruebamásporvencer.

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Cariciasdelpoder

Vol.III

Emma MacKinlay lleva una vida tranquila en Barna, donde se

conformaconsutrabajodeprofesora,yelcuidadodesujardín,perounamordeatañolaasediaensusmomentosdesoledad,algoquenoesfácildeasumir.

Enpocotiempolavidadesusprimos,LoganyBrendaMackinlay,hacambiado gracias al amor, cosa que le hace añorar con más ansias lascariciasquequedaronolvidadasenelayer.

Owen, a pesar que creer que Emma estabafuera de su alcance tras lo sucedido en el pasado, siente resurgir esaesperanza que nunca murió en su corazón. Y tras muchas dudas, ycircunstancias extrañas que asolan a Emma, toma las riendas de lasituaciónydecidelucharporloqueunavezhuboentreellos.

¿Seráncapacesdedejaratráselmalentendido

queunavezlosseparó?

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Preludiosdelpasado

La temprana, y extraña, muerte del hombre que la tomara como

esposa,habíaconvertido la tranquilavidaque llevabaJocelynHunterenun peligro que no quería admitir pese a las advertencias del Sheriff.Afrontar su maternidad en solitario no había sido fácil, sin embargoasumir el oscuro pasado que su esposo escondía y que ella estaba pordescubrir,eraaúnpeor.

SóloelSheriffEthanWalter,conscientedelaamenazaquelarodea, salvaguardará la seguridad de la señora Hunter y su pequeño,aunquepara lograrlo tengaquepasarporalto lasnormasmoralesde lapoblacióndeWoodvilleeinstalarlaensupropiacasa.

Un peligro que la acecha, una familiaque debecuidaryunossentimientosporreprimir.

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Dondemelleventussueños

JeffHarrison es un reputado arquitecto deNewYork, y a pesar de

tener todoparaser felizsu recienteviudedadyelencargarsedesusdoshijos pequeños provoca una excesiva responsabilidad que no le permiterecordarquetieneunavidapropia.

Unainesperadallamadatelefónicasuscitaquesumundosetambalee

y despierte en él sentimientos que creía dormidos, pero que no estápreparadoparaafrontar.ZoeLambertesunaconocidafotógrafaenelmundodelamoda,perosuvidacambiarádelanochealamañanaydecidiráhuiraNewYorkconlaúnica intención de reencontrarse a sí misma, pero su futuro inmediatotieneotrosplanesreservadosparaella.

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Nochesenlaniebla

Unaseriedeasesinatos, sin relaciónaparenteentreellos,

sacude Boston. Kara Brown, la bella e inteligente agente especial dehomicidios,severásumergidaenelcasoparaencontrarlaspistasquelallevenadarconelautordeloshechos.

Sinembargo,unsímboloceltaencadaunadelasvíctimas,sumaalainvestigaciónaMarcO´Brien,unprofesordehistoriaantigua,quiennosólo formarápartede lamisma,sinoqueademásdespertaráenKarasentimientosqueellacreíatenerdormidos.

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Agradecimientos

He llegado a la conclusión de que equivocarse es necesario para

crecerysiduranteeseproceso tesientesacompañada,mejorquemejor.Osloaseguro.

Por esa razón he intentado no dejar a nadie fuera de estas líneas,quiero agradecer, de todo corazón, vuestras palabras de ánimo duranteestosúltimosmeses.Muchosdevosotrossabréisdequeestoyhablandoyotrosquizálodescubriréisalgúndía,sisedalaocasión.

En este preciso momento que me encuentro, me gustaría dar lasgracias especialmente, si me lo permitís, a Mar Fernández por susinterminables horas al teléfono inyectándome enormes dosis deoptimismo, de perseverancia y cariño; sin olvidar a PatriciaGarcía,miamigadesdetiemposinmemorables,quetantasvecesmehaabrazadoymehasusurradoaloídoquetodoibaasalirbien.

A las dos gracias por tomarme de la mano y emprender esteinterminablecaminoamilado.

Simplemente,osquiero.