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Historia de la Casa Vizcaína de Marroquín Capítulo IV 41 Capítulo Cuarto: Marroquines en las Guerras de Banderizos y la Reconquista (1325-1512). Primera parte: 1325-1400. Antes de pasar a detallar por orden cronológico el conjunto de escaramuzas y batallas que tuvieron lugar en los valles de Somorrostro, Salcedo y Sámano durante los siglos XIV y XV, es necesario remontarnos a hechos anteriores. De otro modo sería imposible comprender algunas de las razones de estos enfrentamientos entre los principales linajes de la zona ni los motivos que movían las alianzas entre los mismos. El origen de las guerras entre familias es antiguo, anterior incluso a las divisiones entre Oñacinos y Gamboínos; parcialidades, éstas, a las que se asociaron la práctica totalidad de las nobles familias guerreras de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa 1 . Sin embargo, es a partir de mediados del siglo XIII cuando la enemistad latente tiempo atrás entre los poderosos linajes de los Gamboas y los de Oñaz se manifiesta. El motivo: la polarización que afectó a las principales familias guerreras de Álava; que tomaron partido por alguno de los dos principales reinos cristianos (Navarra y Castilla), y que dilucidan sus enemistades en estas tierras. Y aunque ésta parece ser la causa primera, pronto degeneraría en una irracional sucesión de masacres, saqueos y venganzas que asolarían y empobrecerían de nuevo una tierra que en aquella época había terminado de cerrar las heridas provocadas por cuatro siglos de lucha contra los musulmanes. Apunta Labayru, que tal desolación: " vino de la envidia, la emulación y la jactancia; de la soberbia y el afán de ser superior al otro; del quién valía más, quién era más fuerte, más poderoso, más rico, quién ostentaba más pujanza y tenía más servidores, más séquito y ascendencia". 2 No fueron estas luchas patrimonio exclusivo de los vascos, pues los enfrentamientos entre linajes "que blasonaban de nobles y ricos" existieron en Castilla, y en León, en Navarra 3 , Aragón, Cataluña y Galicia; y también más allá de nuestras fronteras, en Alemania, Francia e Italia. 1 Esta división trascendió incluso a las cercanas tierras del Oriente de Cantabria, donde los bandos llevarían el nombre de Marroquines (Gamboínos) y Negretes (Oñacinos). 2 Otros estudiosos de la realidad social vasca en la Alta Edad Media han pretendido ver en estos bandos una prolongación de la pretendida rivalidad que (según ellos) existía entre Caristios y Várdulos, dos antiguas tribus de origen vascón y que ocupaban dos franjas de terreno paralelas y contiguas que se extendían desde el Mar Cantábrico al Norte, hasta el Río Ebro al Sur. Sin embargo, estas teorías no parecen tener un sólido fundamento. 3 Aquí los dos bandos eran Agramonteses (partidarios de la alianza con Francia, y los Beaumonteses más proclives al acercamiento hacia Castilla y Aragón). 41

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Historia de la Casa Vizcaína de Marroquín Capítulo IV

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Capítulo Cuarto: Marroquines en las Guerras de Banderizos y la Reconquista (1325-1512). Primera parte: 1325-1400.

Antes de pasar a detallar por orden cronológico el conjunto de escaramuzas y batallas que tuvieron lugar en los valles de Somorrostro, Salcedo y Sámano durante los siglos XIV y XV, es necesario remontarnos a hechos anteriores. De otro modo sería imposible comprender algunas de las razones de estos enfrentamientos entre los principales linajes de la zona ni los motivos que movían las alianzas entre los mismos.

El origen de las guerras entre familias es antiguo, anterior incluso a las

divisiones entre Oñacinos y Gamboínos; parcialidades, éstas, a las que se asociaron la práctica totalidad de las nobles familias guerreras de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa1. Sin embargo, es a partir de mediados del siglo XIII cuando la enemistad latente tiempo atrás entre los poderosos linajes de los Gamboas y los de Oñaz se manifiesta. El motivo: la polarización que afectó a las principales familias guerreras de Álava; que tomaron partido por alguno de los dos principales reinos cristianos (Navarra y Castilla), y que dilucidan sus enemistades en estas tierras. Y aunque ésta parece ser la causa primera, pronto degeneraría en una irracional sucesión de masacres, saqueos y venganzas que asolarían y empobrecerían de nuevo una tierra que en aquella época había terminado de cerrar las heridas provocadas por cuatro siglos de lucha contra los musulmanes.

Apunta Labayru, que tal desolación: " vino de la envidia, la emulación y

la jactancia; de la soberbia y el afán de ser superior al otro; del quién valía más, quién era más fuerte, más poderoso, más rico, quién ostentaba más pujanza y tenía más servidores, más séquito y ascendencia".2

No fueron estas luchas patrimonio exclusivo de los vascos, pues los

enfrentamientos entre linajes "que blasonaban de nobles y ricos" existieron en Castilla, y en León, en Navarra3, Aragón, Cataluña y Galicia; y también más allá de nuestras fronteras, en Alemania, Francia e Italia.

1 Esta división trascendió incluso a las cercanas tierras del Oriente de Cantabria, donde los bandos llevarían el nombre de Marroquines (Gamboínos) y Negretes (Oñacinos). 2 Otros estudiosos de la realidad social vasca en la Alta Edad Media han pretendido ver en estos bandos una prolongación de la pretendida rivalidad que (según ellos) existía entre Caristios y Várdulos, dos antiguas tribus de origen vascón y que ocupaban dos franjas de terreno paralelas y contiguas que se extendían desde el Mar Cantábrico al Norte, hasta el Río Ebro al Sur. Sin embargo, estas teorías no parecen tener un sólido fundamento. 3 Aquí los dos bandos eran Agramonteses (partidarios de la alianza con Francia, y los Beaumonteses más proclives al acercamiento hacia Castilla y Aragón).

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Pero volviendo al tema que nos ocupa, el acontecimiento clave que sirvió de detonante para esta situación se produjo precisamente en Álava. Existían en la zona centro de la actual provincia alavesa, y desde los momentos de mayor tensión de las guerras entre castellanos y navarros, a mediados del siglo XII y principios del XIII, dos importantes linajes que defendían en esta tierra los intereses de los monarcas de Castilla y de Navarra, y que eran, respectivamente: los Mendozas y los Guevaras. Los primeros, emparentados con los Señores de Vizcaya, y procedentes de Llodio, se habían asentado en la Llanada occidental alavesa, seguramente a finales del siglo XI. Aquí, en el pequeño pueblo de Mendoza situó su morada el hermano menor de Lope López de Mendoza -Señor de Llodio-, D. Gonzalo López de Mendoza. Desde muy pronto se les vinculó a la corona de Castilla, donde parecían gozar de un gran poder y prestigio, a decir de Micaela J. Portilla. Los segundos en cambio, de procedencia incierta, pues algunos creen que eran originarios de Francia y otros de los reinos de Navarra o Aragón, se acababan de establecer en la zona oriental de Álava. Estas tierras eran vecinas de Salvatierra o Aguraín, plaza fortificada que pertenecía a los reyes de Navarra. Así, mientras las posesiones de los Guevara eran la prolongación de Navarra hacia los territorios de su reino rival, las de los Mendoza constituían paso obligado de las mercaderías castellanas al mar. Con esta disposición, los intereses de Mendozas y Guevaras no tardarían en encontrarse.

Parece ser que un fracasado intento del mayor de los Mendozas, Lope

González, por unir por medio del matrimonio de su hermana con el Señor de Guevara las dos casas fue la chispa que hizo estallar el polvorín. Según García de Salazar, al volver despechada la de Mendoza a casa de su hermano, éste se reunió con el Guevarés con el fin de que le devolviera aquello que su hermana había llevado en dote. Como quiera que no se llegó a ningún acuerdo amistoso, quedaron en resolver el litigio por medio de la fuerza. De esa forma se citaron para combatir en la sierra de Arrato, a unos pocos kilómetros al norte de las posesiones de los Mendozas en la Llanada alavesa. En esta cruenta batalla, la ballestería de D. Iñigo de Guevara consiguió derrotar a la caballería de su oponente, que se había negado a esperar al grueso de las fuerzas del resto de sus parentelas y aliados. Dicen que la refriega fue tan sangrienta que el río Bayas, que atraviesa la sierra, se tiñó de la sangre de los combatientes y que las hojas de los árboles (álamos) que crecen en sus orillas se llenaron del polvo que levantaba la caballería. Por ello, los Guevaras tomaron como escudo las panelas (hojas acorazonadas) en plata sobre fondo rojo. Los Mendozas, no tardaron en añadirlas también a su escudo, por aquel entonces constituido por una banda de gules (rojo) perfilada en oro, en campo de sinople (verde). En venganza por la derrota y muerte de su padre, el hijo del Señor de Mendoza consiguió que el de Guevara muriera a los pies de su residencia4. De esta forma, los de Mendoza y Martioda (los Hurtados, recién emparentados con los Mendoza) también añadieron a sus escudos esta curiosa forma heráldica que

4 No cayó, sin embargo, abatido por las armas de los Mendoza, sino que acosado por estos, salió presto para enfrentarse a su oponente, Diego Hurtado de Mendoza, olvidándose de agachar la cabeza al pasar a caballo por la puerta del castillo y muriendo en el acto del terrible golpe recibido.

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sólo aparece, aunque muy frecuentemente, en los linajes de origen vascongado5. Es precisamente el escudo formado por cinco de estas hojas de color verde, dispuestas en aspa y sobre fondo de oro, el principal, y más conocido de los que pertenecieron a los Marroquines (ver el capítulo dedicado a la heráldica del linaje).

Esta guerra, marca pues el comienzo de una larga etapa de crueldad y

desolación, los asesinatos, saqueos e incendios se suceden, y el deseo de venganza radicaliza aún más las posturas; surgen entonces los dos bandos, y que como hemos dicho se llamaron Oñaz (de Oñate) y Gamboa (de Ullivarri Gamboa)6.

Aunque al final, cualquier pequeña disputa: el robo de unas castañas, la

posesión de unas sopas de pan, la caza de un jabalí, o una simple mancha en una camisa nueva podían desencadenar una auténtica guerra, las causas verdaderas eran más profundas. Como muy bien señala González Cembellín: "..las verdaderas causas de las luchas eran mucho más materiales: la concesión de un cargo público, el control del agua de un río y así de sus ferrerías-, una herencia, el dominio de una comarca...."7. Al final eran todos estos pequeños incidentes meras escusas que los nobles ponían para resolver sus conflictos por las armas8.

Mencionaremos aquí a los más importantes linajes del País Vasco según

su filiación a uno u otro clan: - Gamboínos: En Álava:, los Ayalas9, Pereas, Orives, Anuncibays10,

Guevaras, Gaonas y Gamboas (descendientes de los Guevara y Ayala-Salcedos). En Guipúzcoa: los de Olaso, Balda, Zarauz e Iraeta y otros menores. En Vizcaya Oriental: los Avendaño (cabezas de bando), Arbolantxa, Urquizus, Ibargüens de Elorrio y Villelas. En la Occidental: los Marroquín (cabezas de bando), los Santa Cruz de Arcentales, Ibargüens, Traslaviñas11, Murgas de Zalla, Ahedos y Gordejuelas; apoyados por Giles,

5 Aunque para algunos autores las panelas son plantas acuáticas, en los primitivos escudos de los Guevaras, los primeros en usarlas como distintivo, se representaban también los peciolos, es decir la parte que une la parte plana a las ramas de los árbiles. 6 No se conoce la fecha en la que tuvo lugar la batalla entre Guevaras y Mendozas; se cree que debió de tener lugar a finales del siglo XII o en los primeros años del XIII. Lo que sí sabemos, es que el linaje de Gamboa, que dió origen a uno de los dos bandos, es de mediados de ese siglo XIII, pues desciende del casamiento entre el Señor de Guevara (Pedro Vélez de Guevara) y la hermana del de Ayala (María Sanz de Salcedo), de la otra familia que completa el trío de linajes principales de Álava. 7 Güeñes, pág .31. 8 De hecho, González Cembellín es el único autor que ha llegado a descubrir la verdadera y última causa de las guerras en las que los Marroquines se vieron envueltos, y que no es más que la defensa de la hegemonía que la familía tenía en el próspero Valle de Salcedo desde los tiempos de Sancho Ortiz Marroquín, el fundador del linaje. La llegada de otras familias forasteras como la de los Gordojanos, y posteriormente la de los Zamudianos daba origen, así, a lógicas tensiones que no tardaban en desembocar en auténticas batallas campales. 9Si bien es cierto que algunos autores sitúan a los Ayalas en la nómina de los Oñacinos, los de Quexana cultivaban más la amistad de otras familias gamboínas como los Marroquines y Velascos, a quienes apoyaron militarmente en varias ocasiones, como pago, tal vez, de la ayuda que aquellos les prestaron durante las luchas de sucesión por el Señorío de Ayala en el siglo XIV. Es por ello que los hemos incluido entre los Gamboínos. 10 Curiosamente, García de Salazar parece confundir su nombre en ocasiones con el de Aunavay. 11Otros los colocan en el bando de los de Oñaz.

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Velascos, Angulos y Solórzanos en Villaverde y Valdegobía de Álava. Los Velascos (de la Casa del Condes de Haro) también contaban con importantes posesiones en Carranza y tierras del noroeste del valle de Ayala (en Artziniega de Álava su torre "del Molinillo de Velasco" era vecina de la Marroquina de Mendieta).

- Oñacinos: En Álava: Mendozas, Ospín-Mariacas, Ugartes, Salazares,

Calderones, Callejas, Murgas de Ayala, y otros linajes menores. En Guipúzcoa: el principal de Lazcano, y los menores de Amézqueta, Loyola , Emparan y Berasategui. En Vizcaya Oriental: los Butrón-Múgica (cabezas de bando), los Sopelana (Marroquines de Montehermoso en origen) y durante cierto tiempo los Arteagas, que luego cambiaron de bando. En la parte Occidental: los Zamudianos de Uribe y de Salcedo (Salcedos de La Quadra, de Aranguren y Terreros)12 y los Salazar-Muñatones (cabezas del bando en las Encartaciones), amén de otras pequeñas familias como los Alcedos, Castaños, San Cristobal, Largachas, Plazas, Puentes, etc. También apoyaban a los oñacinos de Vizcaya las tropas del Conde de Treviño. En Carranza y Mena sus principales valedores eran los Vivancos, Negretes y Vallejos.

En el caso que nos ocupa, el origen de las guerras en las que se vieron

envueltos los Marroquines, no parece que tuvo excesiva importancia el hecho de pertenecer a la parcialidad gamboína en las Encartaciones13. Sí que puede explicar, no obstante, las diversas alianzas que los de Montehermoso hicieron durante la segunda mitad del siglo XV, durante las incursiones de castigo que los Condes de Haro (los Velascos) y los Ayalas de Quexana llevaron a cabo contra los Salazares de San Martín y que movilizaron también al resto de parentelas gamboínas en contra del señor de San Martín de Muñatones. También pueden entenderse los emparentamientos que los de Montehermoso realizaron con familias gamboínas durante los dos siglos de enfrentamientos que sostuvieron, con el fin de reforzar estas alianzas militares; uniones que por otro lado no eran excesivamente sólidas, pues las familias estaban más interesadas en cuidar sus propios intereses que los pactos y políticas de bandos, para lo cual no dudaban en cambiar de bando y aliarse con quienes hasta esos momentos habían sido enconados enemigos. De todas formas, sólo en las últimas décadas del siglo XV, cuando las guerras de banderías están próximas a su fin en el País Vasco, cobran los bandos alguna transcendencia en las Encartaciones de Vizcaya. El responsable de avivar la llama de la discordia en estas tierras es el nuevo Corregidor vizcaíno, claro defensor de los

12A los Zamudianos o Salcedos se los ha considerado tradicionalmente como Oñacinos. Lo cierto es que esta pertenencia al bando de Oñaz es bastante discutible; fueron numerosas las ocasiones en los que los Señores de las torres de La Jara (Hurtados de Salcedo) y La Quadra (Quadra-Salcedos) apoyaron a sus parientes Marroquines en su lucha contra los Salazares y otros linajes claramente Oñacinos. Esa afiliación se haría más patente, sobre todo, a partir del año 1448, fecha en la que es nombrado pariente mayor de los Salcedos Lope Hurtado de Mendoza y Salcedo quien desde el principio buscó la compañía de los de Montehermoso , figurando con asiduidad en las razzias gamboínas contra los intereses de los oñacinos que se producen en Las Encartaciones durante la segunda mitad del siglo XV. Estas relaciones no sólo se circunscribían al ámbito militar, pues sabemos que en los siglos XV y XVI Marroquines y Hurtados de Salcedo compartían varios negocios como la ferrería y molinos 13 En esas tierras no se producían las famosas convocatorias de luchas entre los dos bandos que tenían lugar en el Duranguesado (en las que no tengo constancia de que participaran los Marroquines, al menos de una forma significativa).

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intereses de Oñaz, frente al cual se irán alineando las principales familias gamboínas.

Una de las formas de relación entre linajes, que daba origen a las

coaliciones, era la entrada de un pequeño clan o grupo familiar a las treguas de un Pariente Mayor14. Julio Caro Baroja comenta al respecto lo siguiente: "Se trataba de un contrato que garantizaba al atreguado una protección eficaz, y acaso un beneficio económico, y al atreguante un servicio de armas que incrementaba a su vez su capacidad belicosa". La protección que el atreguante brindaba al atreguado no se solía prestar gratuitamente, sino que era la contrapartida de la obligación que el segundo contraía en relación con el primero. Los atreguados se comprometían a acudir con toda su gente a las luchas que su nuevo señor mantuviera, "leal y verdaderamente, sin arte, engaño ni cautela alguna". El atreguado, además de garantizar con su propio ejército la seguridad del otro, solía tener que pagar una cierta cantidad de dinero al año mientras se mantuviese en vigor el tratado. A esta fórmula se acogieron en numerosas ocasiones distintos linajes menores de los valles en los que se desarrollaron los combates que narraremos en este mismo capítulo; convirtiéndose en muchos casos en causa de las enemistades de los linajes mayores.

La relación cronológica de batallas y hechos de armas que a continuación

pasamos a detallar ha sido extraída en gran parte de las Bienandanzas e Fortunas de Lope García de Salazar, principal adversario y enconado enemigo de los Marroquines. Sin embargo, y aún con la certeza de que se va a reproducir aquí una versión interesadamente sesgada, parcialista y deforme de lo que aconteció en las tierras de las Encartaciones y los valles orientales de Cantabria durante los siglos XIV y XV, la falta de otras fuentes con las que contrastar la obra del cronista de San Martín no nos dejan otra alternativa.

Durante la segunda mitad del siglo XIII los Marroquines se mantuvieron

prácticamente ajenos a los primeros enfrentamientos de las guerras de bandos, centrando su actividad guerrera en las luchas de Reconquista que tan grandes beneficios económicos les reportaban. La única excepción a esta cuidada neutralidad fueron algunas incursiones puntuales contra las tropas Velasquinas en los valles de Mena y Valdegovía de Álava, siempre en

14Un Pariente Mayor es el descendiente por línea directa de varón de la rama troncal de un linaje. Es el jefe del clan, quien tiene la potestad de "echar el apellido" (convocar a todas las parentelas para combatir a los enemigos de la familia); los caudillos de las familias principales eran de esa forma los más altos representantes de la nobleza vizcaína, alavesa y cántabra pues los naturales de ellas eran hidalgos, o lo que es lo mismo "hombres libres", no sometidos jamás por la fuerza a la voluntad de Señor extranjero alguno. La hidalguía se consideraba imprescindible para acceder a muchos cargos públicos, eclesiásticos y militares y para disfrutar de fueros y privilegios especiales. Es por ello por lo que en los siglos que suceden al XV son muy comunes las probatorias de hidalguía o las vizcainías, en las que el sujeto tenía que probar la procedencia de sus cuatro primeros apellidos de solares de la tierra libre para ser considerado de sangre noble o ser juzgado conforme a los fueros que regían en esas tierras. Según Llama Zubieta, que cita varios estudiosos de la sociedad española de los siglos XVI al XVIII , en Vizcaya (y Álava) todos sus habitantes son considerados nobles, en Cantabria y Guipúzcoa lo eran el 95 %, en Asturias bajaba al 70 %, en León al 20 % y en Galicia al 15 %. A medida que se descendía hacia el Sur el porcentaje caía en picado pues en Murcia lo eran sólo el 8 % de sus pobladores y en Valencia el 5 %. "No cabe duda (prosigue la historiadora) que a la vista del porcentaje de hidalgos entre la población de Cántabros y Vascones, que allí nació la hidalguía. Más tarde, a medida que se expanden hacia el sur los reinos del Norte, los hidalgos se van implantando en los nuevos territorios reconquistados, mediante la presura".

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apoyo de sus parientes, los Calderónes y Salazares 15 de la torre de Nograro.

Entrando ya en el s. XIV, habíamos visto ya los esfuerzos llevados a

cabo por el máximo representante del Rey de Castilla y de los Señores de Vizcaya, Merino Mayor de Guipúzcoa y Prestamero de Vizcaya, Juan Marroquín de Salcedo, para apaciguar a los contendientes en las proximidades de Bilbao. Al mismo tiempo, el resto de la familia seguía manteniéndose al margen, participando sólo en las luchas que el Rey de Castilla mantenía contra los árabes (Almohades primero y Nazarís después) que aún mantenían más de un tercio de la Península Ibérica en su poder.

La primera contienda banderiza en la que se vieron envueltos los de la

torre de Montehermoso, tuvo lugar a mediados de la segunda década del siglo XIV (hacia 1325) y enfrentó a los Marroquines con sus parientes Gordojanos (los López de Gordejuela). La pretendida razón a la que alude Lope García de Salazar para esta enemistad no puede ser más absurda; Sancho Ortiz Marroquín , III Señor de Montehermoso, y Ochoa López de Gordejuela discutieron por "quién valería más en la tierra"; la acalorada disputa no tardó en derivar en un enfrentamiento físico, y más tarde, ambos jefes de clan aplazaron un combate entre sus dos linajes que provocó gran cantidad de muertes. Esta irracional lucha se prolongaría durante los dos años siguientes, durante los cuales los choques armados entre uno y otro bando se sucedieron sin tregua. Al parecer los Marroquines, que como hemos visto estaban curtidos en numerosas batallas, eran superiores militarmente a los de Gordejuela; por ello, éstos se vieron en la necesidad de buscar desesperadamente una alianza para defenderse de los de Montehermoso. Los dos cabezas de familia eran primos segundos, y, según cuenta García de Salazar, vecinos (de Zalla). Tras estas primeras desavenencias las dos familias se separaron, quedándose en su tierra de Salcedo los Marroquines y retirándose a Gordejuela los Gordojanos16.

Dos años más tarde (1327), y continuándose las enemistades entre las

casas de Gordejuela y Marroquín, los de Montehermoso y Don Bergón romperían las hostilidades contra otro linaje familiarmente todavía más próximo a ellos: el de los también Marroquines de la torre de Muñatones de Muskiz, descendientes directos de Pedro Sánchez Marroquín de Muñatones. Ocurrió que en la época de Sancho Ortiz Marroquín de Montehermoso -el fundador del linaje- y de su hijo Diego, había cerca de Muskiz dos familias, que Lope García de Salazar denomina "de omnes comunes"; es decir, no pertenecientes a la nobleza, y que se llamaban Galochas y Sierras. Uno de estos de la Sierra acuchilló a otro de los Galochas por una sopa de pan que

15 Estos últimos acababan de emparentar a su Mayor con la heredera de Hurtado Ortiz de Calderón, hermano del primer Marroquín. 16 De hecho, el propio Salazar, al hacer referencia a esta forzada separación, está señalando de forma implícita que la verdadera causa del enfrentamiento en tre las dos casas era la molesta presencia de los de Gordejuela en unas tierras (el Valle de Salcedo) que por entonces, y desde 1212 eran feudo exclusivo de los Marroquines.

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al parecer el segundo le había cogido de la caldera. A pesar de la herida, el Galocha pudo saltar al mar y escapar nadando, pero a partir de ese momento, estas dos familias se enzarzaron en continuas luchas y asesinatos "ca eran todos mucho guerreros, e profiosos e perversos para ser omnes comunes" . Después de un tiempo, los de la Sierra, una de cuyas mujeres era la pretendida hija secreta de Diego Sánchez Marroquín de Montehermoso - II Señor de Montehermoso- y que se casó con el nuevo mayor de los Muñatones, se comenzaron " a pegar" a este Diego Pérez de Muñatones. Por su parte los Galochas cultivaron la amistad de la rama samaniega de losMarroquines.

Así, en un momento determinado del conflicto entre Gordojanos y

Marroquines, Ochoa López de Gordejuela, Pariente Mayor de su linaje, acude a la torre de Muskiz con el fin de convencer a Diego Pérez de Muñatones (el mismo que había combatido cuatro años antes al lado de su tío, el Merino Mayor de Guipúzcoa, Juan Sánchez Marroquín de Salcedo, en el desafortunado episodio de Bergara) de que le ayude en su particular enfrentamiento contra los de Montehermoso y sobre todo la recién estrenada parentela samaniega. Utiliza como argumento el amparo que los Marroquines de Sámano prestaban a los Galochas, enemigos como hemos visto, de la familia a la que pertenecía la esposa del Mayor de los Muñatones. Los principales valedores del Gordojano eran los hijos de Diego Pérez, cuya madre había alimentado el odio de ambos contra los Marroquines por razón de aquellas disputas.

A pesar de la oposición de Diego Pérez ("ca era ome entendido y fecho a

buena parte" según Salazar) a buscar cualquier enfrentamiento con sus parientes, su mujer consigue que acceda a enviar a sus hijos Diego y Pedro al frente de un ejército compuesto "por muchos de los mejores de Muñatones". Diego Pérez, buscó no obstante, la mediación de un hijo del segundo Mayor de los Marroquines, Fortún Sánchez del Monte, un Marroquín que vivía en Somorrostro "allá en el muente". A él le encomendó la tarea de hablar con los de San Nicolás-Don Bergón para impedir un absurdo enfrentamiento entre parientes. Así lo hizo, y cuando los dos ejércitos habían ya llegado cerca de una loma cercana a Santullán, colina próxima a Sámano, los buenos oficios de Fortún "e otros omnes buenos" posibilitaron una tregua entre los contendientes. Fue en ese momento, en el que "el mismísimo diablo", a decir de Salazar (un enviado de la bastarda Teresa, según deja entrever él mismo) gritó a voces, dirigiéndose a los Muñatones, que los Marroquines habían roto las treguas y venían en pos de ellos. Otro tanto les dijo a los Marroquines sobre las intenciones de los de San Martín, de forma que los dos ejércitos se enfrentaron en lo que se llamaba la Mier de Ornoas. A decir de Salazar, Ochoa López de Gordejuela, el instigador del enfrentamiento, no pudiendo sufrir el miedo, y ante la superioridad Marroquina, huyó con sus hombres en dirección a Gordejuela, quedando solos los de Muñatones, pues Fortún Sánchez del Monte y los suyos ayudaron a sus parientes Marroquines. La batalla no tardó en inclinarse a favor de los de Sámano, que mataron a los

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dos hijos de Diego Pérez y a más de once de los mejores de Muñatones. De los Marroquines murió el mediador Fortún Sánchez. Otro rumbo hubiera tomado la historia si las dos partes hubieran renunciado a esas absurdas alianzas contra natura que les llevaron a una irracional guerra fraticida que se prolongaría durante los siguientes ciento cincuenta años17.

Por aquella misma época, otro bastardo de Diego Sánchez Marroquín (el

hijo mayor del fundador del linaje), Diego Sánchez de Áchega18 (quien debe su nombre a haber heredado de su padre la torre de Áchega sita en Pobeña, junto al antiguo puerto de San Julian de Muskiz), casó con una hija de Ruy Sánchez de la Breña que era de los Galochas. Durante una junta del concejo de Santa Juliana discutió con Pedro López de Vodovalle, su vecino y firme aliado de los Muñatones, y éste acertó a darle con una lanza en la cabeza. Como consecuencia de ello fue el de Achega a querellarse al Señor de Vizcaya, quien condenó a su agresor al pago de quinientos sueldos al agredido, siendo ésta la primera vez en Vizcaya que un delito de sangre se sancionaba con una pena pecuniaria. No satisfizo al Marroquín la condena impuesta al Muñatoniego, pues al poco tiempo topándose ambos encima de las Veneras, Diego le golpeó en la cabeza con una lanza "de varapalo", produciéndole una gran llaga en la cabeza. Querellose Vodovalle al Señor de Vizcaya quien como en la ocasión anterior condenó al agresor al pago de quinientos sueldos. Áchega sacó el paño de lino en el que había envuelto el dinero que había recibido de su vecino y con gran ironía se dirigió a su oponente diciendo: "cata aquí los que tú me pagaste a mi, e agora somos quitos", la escena debió de ser divertida pues: "riose el Señor de Viscaya mucho de ello". Tras este enfrentamiento los Áchegas se convirtieron en enemigos de los Muñatones y por tanto en los principales valedores de los Marroquines de Montehermoso en toda la franja costera de las Encartaciones de Vizcaya.

Un año más tarde (1328) se produce la muerte de Juan Sánchez de

Salcedo, Señor de Ayala y último representante varón de la casa de Ayala-Salcedo19, quien al no haber tenido hijos deja abierta la cuestión sucesoria. Pretende sucederle su sobrino, Sancho García de Murga, hijo de otro bastardo de la casa de Ayala, Juan Sánchez Chiquilín; sin embargo, se oponen a ello los Parientes Mayores de otras dos casas ayalesas: los Pereas y los Ibargüens, quienes temerosos del poder que lograría así la casa de Murga sobre ellos, pretenden adjudicar el señorío a unos descendientes lejanos de María Sánchez de Salcedo, tía del primer Marroquín.. Éstos, que en la corte castellana eran conocidos porel sobrenombre de Motila (del vasco mutila que significa joven) residían en Toledo. Al lado de los Murga se posiciona la otra casa ayalesa de la zona: la de los Marroquines de

17Al parecer, y como conmemoración de la batalla, fue erigida una cruz en lo alto de la colina que presenció la batalla entre los dos clanes hermanos. Dicha cruz, puesta para espantar al diablo que habló en la peña, aún existía hace un siglo, si bien no he podido constatar su existencia en la actualidad. 18 De una hija de este Diego Sánchez de Áchega desciende uno de los linajes más importantes de la Merindad de Uribe, el de Sangroniz con solar en el barrio del mismo nombre del actual municipio vizcaíno de Sondika. 19 No está clara la fecha del fallecimiento del Señor de Ayala pues según algunos autores tuvo lugar en 1332 cuando se dirigía a Vitoria a recibir de manos de Alfonso XI el título de caballero de la orden de la Banda.

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Montehermoso. También los Salazares de Nograro pretenden hacer valer su parentesco con los Calderones y su amistad con el difunto Señor de Ayala uniéndose a la coalición. De esa forma, tropas enviadas por Salazares y Marroquines tienden una emboscada una noche "con barrunte" a los recién llegados y sus valedores. En esta acción, que tuvo lugar cerca del pueblo de Llanteno, caen Sancho Pérez de Ayala (el toledano), Fortún López de Perea y varios de sus hijos20.

Continuándose la lucha entre Muñatones y Marroquines, pusieron cerco

los Muñatones a la torre de Áchega. Desde encima de ella sus moradores arrojaron un esquinal de la torre atrapando debajo a Pedro Gil de Vañales y a una hermana de Diego Pérez de Muñatones (el fallecido en la batalla de Sámano), que mueren al instante, siendo heridos otros varios de los atacantes y expectadores (entre ellos Inés Pérez de Muñatones) y algunos de los de la torre. Inés se recuperó de las heridas y su padre la casaría poco después con Juan López de Salazar Prestamero de Vizcaya, "porque lo ayudase contra los Marroquines".

No tardaron los Marroquines en responder al ataque contra una de sus

torres principales, pues a los pocos días les tendieron una emboscada en el monte sobre San Martín de Ontón 21 . Varios corredores (como les denomina Salazar) sirvieron de cebo para llevar a los Muñatones, "que no acatando el peligro corrieron en pos de ellos", justo al centro de la trampa tendida por los de Montehermoso. Allí mataron a Pedro López de la Sierra y a otros tres Muñatones y durante la lucha Ferrero de Baracaldo y el Mayor de los Marroquines -Sancho Ortiz Marroquín de Montehermoso- cayeron aferrados a tierra dándose cada uno "dies golpes con los cochillos". La oportuna llegada de refuerzos desde Somorrostro evitó un baño de sangre entre los Muñatones, refugiándose los atacantes en sus hogares sin pérdida alguna.

Como sucede en estos casos, la nueva revancha no se hizo esperar y tras

entrar los Muñatones en Villaverde de Trucíos mataron e hirieron a varios Marroquines en el lugar conocido como de las Bárcenas. Al enterarse de lo que acababa de suceder, los samaniegos se armaron y penetrando en las Encartaciones por la costa, llegaron de noche a Somorrostro, y después de descansar en Áchega cercaron al día siguiente la torre de Muñatones donde se encontraba Juan López de Salazar logrando herir a varios de sus ocupantes, tras lo cual se dieron por satisfechos y retornaron a San Nicolás.

20Poco tiempo más tarde, y debido quizás al enfriamiento de las relaciones entre Salazares y Marroquines en Valdegobía (hecho del que comentaremos seguidamente), los de Montehermoso cambian de bando y apoyan decididamente a Pereas e Ibargüens logrando situar en el señorío a un hermano del difunto; Fernán Pérez de Ayala, quien será padre del futuro Canciller de Castilla, D. Pedro López de Ayala, nacido en Quexana en 1332. Los Marroquines se ganan así una nueva enemistad; la de los Murgas de Ayala. 21 Ontón es un pequeño pueblo cántabro situado en la costa entre Castro Urdiales y Muskiz.

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En el entreacto de estos conflictos, 1343-1344, los Marroquines de Montehermoso toman parte en el cerco de Algeciras donde fallecen Lope García de Salazar (padre de Juan López de Salazar), Fernando de Muñatones y Fernán Sánchez de Velasco, jefe de la casa de Velasco22.

En 1355, las tropas de Don Tello -Conde de Vizcaya y esposo de Doña

Juana de Lara-, formadas principalmente por linajes de las Encartaciones, derrotan a las del monarca Pedro I en el valle de Gordejuela. Eran los prolegómenos de una guerra civil que, en las tierras de Castilla, no tardaría mucho tiempo en desatarse . Hemos de suponer que los Marroquines, fieles siempre al Señor de Vizcaya, y como linaje principal de la zona, ocuparían un lugar destacado en esta batalla.

Años más tarde (1360), son de nuevo los Marroquines quienes toman la

iniciativa en las luchas banderizas contra los Muñatones, y en una emboscada en los alrededores de Baracaldo matan a tres de ellos: Sancho de Cordillas (nieto del fundador de San Martín de Muñatones), a Martín Pérez de la Carrera y a Farjao "el mozo", refugiándose sin pérdida alguna en Lacabex, en el extremo oriental del valle de Salcedo.

A pesar de estas muertes los Muñatones no cejaron en su hostilidad hacia

los Marroquines; más al contrario, reforzados por el emparentamiento de Inés de Muñatones con Juan López de Salazar de Nograro aprovechan el ejercicio del cargo de éste como Prestamero de Vizcaya para hostigar continuamente a los de Montehermoso. Así, escudándose en su oficio, Juan López de Salazar sale una noche de Bilbao y con sus tropas cerca una casa de Güeñes propiedad de Juan Marroquín, hijo bastardo de Sancho Marroquín, III Señor de Montehermoso, donde habían encontrado refugio doce "acotados"23. Ante la imposibilidad de defenderse, los cercados, pactan su rendición a condición de que el Prestamero les llevase vivos ante la presencia de D. Juan que así se llamaba el Señor de Vizcaya. Tras jurar que así lo haría, Salazar los toma prisioneros llevándolos junto a un clérigo llamado Juan, diciéndoles que como su promesa estaba cumplida se confesasen delante del cura, pues iba a matarlos. Así sucedió, y los trece hombres fueron vilmente asesinados, sumergidos en el río Cadagua hasta que murieron. Tan magna fechoría, no sirvió sino para reavivar el fuego del odio que ambas familias se tenían, sucediéndose de nuevo los asesinatos y venganzas por una y otra parte.

Se terminaba así de romper la amistad que Marroquines y Salazares

habían mantenido hasta entonces, y durante más de un siglo; ya que los segundos, que en el arte de sacar provecho a los casamientos no tenían

22 Tres años antes (1340) tiene lugar la célebre batalla del Salado, en la que por falta de crónicas sobre la presencia de caballeros de las Encartaciones no tenemos constancia de la presencia de Marroquines. Ello no quiere decir que no participaran. 23 Hombres que perseguidos por la justicia se refugiaban fuera de su lugar habitual de residencia.

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parangón, habían emparentado a mediados del siglo XIII con los Calderones de Nograro, en la persona de una hija del gemelo del primer Marroquín, Furtado Ortiz de Calderón. Por ello, y durante ese siglo y el primer tercio del siguiente, los de Montehermoso habían prestado su ayuda a los de Nograro en las luchas que enfrentaban a Salazares y Velascos por el dominio de los valles de Mena (cuna de ambos linajes) y Valdegobía24. Esta amistad se había resentido, sin embargo, tras el casamiento de Lope García de Salazar (que no es el historiador sino un antepasado suyo del mismo nombre) nieto de Ortiz de Calderón, con la hija del Mayor de los Agüeros otra de las familias importantes del valle de Mena y rival hasta entonces de los Salazares. Los preparativos de la boda se habían hecho a espaldas de su hasta entonces aliados y enemigos seculares de los Agüeros: los Solórzanos. Estos, sintiéndose traicionados por Salazar, se pasaron al bando de los Giles (capitaneado por estos y los Velascos), y como quiera que los Marroquines, en la persona de Sancho Marroquín -III Señor de Montehermoso-, habían emparentado con los dichos Solórzanos, se pasan con ellos al otro bando. Peligra de esa forma la tradicional alianza entre los dos clanes, que quedaba a falta del golpe de gracia que le asestaría poco después el nuevo Prestamero de Vizcaya.

No para aquí la carrera destructiva del primer Salazar de San Martín de

Muñatones, pues poco después, dentro del año 60, y saliendo de Durango entra en Somorrostro con sus tropas y aprovechando un descuido de los criados de los Áchega entra en la torre, logra tomar presos a sus desprevenidos moradores y los manda ejecutar, siguiendo su costumbre, mediante empozamiento. No contento con ello, quema y derriba la fortaleza25.

No es la Muñatoniega la única amenaza a la que deben hacer frente los

Marroquines, pues en Sámano, la alianza entre los linajes de Otañes (del pueblo cántabro del mismo nombre), del Río (de Santullán) y de las Cuevas (del propio Sámano) pone en serios aprietos a los de Don Bergón, quienes reciben la ayuda de Juan López de San Pelayo (un Salazar castreño procedente de Nograro y hermano de un Juan López de Salazar quien no sabemos si es El empozador u otro del mismo nombre).

Siguen sucediéndose las escaramuzas en el valle de Sámano, y en una de

ellas muere, a manos de varios Marroquines, Lope García de las Cuevas; y dado que ni él ni su hermano Iñigo Sánchez (que moriría un año después) tenían hijos, a los Ortiz de Mioño (Marroquines de Sámano) "quedoles todo el mando de Sámano". Control absoluto que mantendrían no sólo durante las guerras de banderizos, sino durante al menos tres siglos más .

24En Valpuesta, a escasos kilómetros de Nograro, solar de los Calderón-Salazar, tenían los Velascos uno de sus asentamientos principales. 25 La Áchegas no tardarían en levantar de nuevo la torre aprovechando la ulterior caída en desgracia del Salazariego que al perder la prestamería no puede mantener su prepotencia.

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Al mismo tiempo tiene lugar en San Martín26 un hecho que los

Marroquines deben contemplar con especial regocijo. Los de la Sierra, aquellos mismos que habían sido responsables de la enemistad entre las casas marroquinas de Muñatones y Montehermoso, y que estaban estrechamente emparentados con el Prestamero Salazar, se enemistan con él. Surgen entre las casas de la Sierra y San Martín odios y "malquerencias" tan fuertes como los que se habían desarrollado entre sus ellos y sus enemigos Marroquines. Estos últimos se convierten así en espectadores pasivos, pero complacidos, de una serie de muertes y combates que se desarrollan ese año entre sus hasta entonces mortales enemigos Muñatoniegos.

No tardan los Marroquines mucho tiempo en decantarse por uno de los

bandos para aprovechar la oportunidad que se les brinda, y recordando las matanzas que Salazar había hecho el año anterior toman partido por los de la Sierra. Juntos cercan a Salazar y a trece "o pocos más" de sus secuaces en la torre de San Martín. No parecen ser estas las dos únicas familias con las que El justiciero de San Martín mantenía una fuerte enemistad; pues, según el Cronista, Butrones, Zamudianos, Giles y Negretes (curiosa combinación), contemplaban con agrado la apurada posición en la que vivía este personaje. Lo que podría parecer a todas luces increible es que esta situación, según cuenta su nieto Lope García, se prolongara durante ¡siete años más! (¿1362-1368?), tiempo durante el cual asegura que no pudieron salir de la torre y sus alrededores.

El hecho de que los Marroquines no asestaran un golpe definitivo a su

indefenso y odiado enemigo es cuanto menos extraño. Quizás la justicia lo impidiera; o tal vez los acontecimientos que se iban a suceder en Castilla a partir de esos momentos desviaran su atención hacia otros menesteres.

A partir del año siguiente tiene lugar en Castilla un hecho que poco

tiempo después cobrará una especial relevancia en las tierras Marroquinas. Era entonces rey de Castilla Pedro I, apodado El Cruel, pues sus expeditivos métodos para deshacerse de sus enemigos no desmerecían en nada de los que practicaba el Prestamero Salazar. Pedro, hijo de Alfonso XI, tenía varios hermanastros nacidos de la relación extraconyugal del castellano con Doña Leonor de Guzmán, entre los cuales estaba el Conde de Trastamara D. Enrique. Éste, espoleado por el trato deshonroso que había recibido su madre por parte del Cruel, y animado por gran parte de la nobleza y el pueblo -harto ya de tanta brutalidad- decide oponerse a su hermanastro, y en 1363 comienza a tramar su particular venganza. Ya en los primeros días de 1364 y con el apoyo de Pedro IV de Aragón y parte de la nobleza de Castilla combate a su hermano en Alicante y Valencia. Tras esos primeros combates

26 San Martín (de Muñatones) era el lugar deonde se levantaba la torre de los Muñatones, y por tanto donde residía el Prestamero Salazar, quien estaba al cuidado de su sobrino Ochoa de Muñatones, que por aquél entonces era menor de edad. Precisamente una hija de Ochoa y un hijo de Lope serían los padres de Lope García de Salazar, El cronista.

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victoriosos, el Cruel vuelve su mirada en demanda de apoyo hacia el Príncipe de Gales, El caballero Negro27, establecido entonces en la conquistada Francia. Accede el inglés a prestarle apoyo militar; pero con la condición de que le sea cedido el Señorío de Vizcaya y la villa marinera de Castro Urdiales, a lo que accede el castellano28. Reforzado por las huestes inglesas, el rey D. Pedro logrará el 3 de Abril de 1367, frente a la villa de Nájera, una aplastante victoria sobre su hermanastro. Muchos serán quienes perezcan en la batalla o en las masacres que el Cruel organiza para vengarse. Entre quienes logran salvarse milagrosamente está el alavés Pedro López de Ayala, Señor de Ayala y futuro Canciller Mayor de Castilla. Enrique de Trastamara logra a duras penas huir, y después de vivir innumerables peripecias logra llegar a Francia, donde los enemigos del Príncipe Negro lo acogen.

Los Marroquines, que habían tomado partido desde el primer momento

por el de Trastamara, no se libran de las venganzas y saqueos de la que son víctimas los otros partidarios. Sus casas en Sámano, Castro Urdiales y Otañes son taladas y saqueadas por los Urdiales, Del Río y Otañes. Es por todo esto por lo que suponemos que el cerco en el que se veían sometidos los Salazares de San Martín lo mantenían los De La Sierra, quienes no parecían haberse visto envueltos en la contienda. Por si fuera poco con la persecución sufrida por los samaniegos, era Merino de la comarca de Castro un parcial de Don Pedro, Juan González de la Marca, quien aprovechando el momento favorable toma prisionero a Juan Sánchez Marroquín de Montehermoso, primogénito de Sancho Ortiz Marroquín (el segundo de ese nombre) y por tanto Mayor de los Marroquines y lo empoza en la mar, en la Concha de Castro; el pretexto no puede ser más ridículo, pues Juan, era culpable de no pagar lo que "cataba".

Sin embargo, para hacer bueno el famoso dicho castellano de "quien a

hierro mata......", los Amoroses y Vergones, que eran los otros dos linajes castreños partidarios de D. Enrique, hartos de tanta "justicia" lo esperan cuando regresaba desde Santander, por mar, abordo de una galeota; hechan al mar una barca y frente al castillo de Castro abordan la nave. En el intento de huir, Juan González de la Marca manda botar una pequeña barca y al saltar a ella con la pesada armadura, la barca se hunde y él se ahoga. Muere así de la misma forma y en el mismo lugar en el que pocos meses antes había asesinado al Mayor de los Marroquines.

Por fortuna para los escarmentados Marroquines, la situación, que se

volvía insostenible por momentos duró poco; pues el de Trastamara no había perdido el tiempo en Francia donde el monarca francés Carlos V concedió al castellano su apoyo económico y el no menos valioso militar,

27 Llamado así por el color de su armadura. 28Aunque al parecer, al tiempo que hacía esta promesa enviaba emisarios a los principales nobles vizcaínos pidiéndoles que no lo tomaran por Señor.

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poniendo en sus manos a las célebres compañías blancas29 de Duguesclín. Con ellas, y con gran cantidad de nobles castellanos atraviesa los Pirineos por Aragón y se dirige en busca de las tropas de Pedro.

Aprovechando este periodo de incertidumbre los Marroquines, ya

repuestos de los golpes recibidos, organizan un pequeño ejército que se dirige por Oyancas hacia San Martín. Su intención es evidente; acabar de una vez por todas con sus molestos enemigos. Mientras, en la torre de San Martín, Juan Sánchez de Salazar ante el inminente ataque se decide a huir y durante la noche se descuelga desde una de las ventanas de la torre abandonando a su suerte a todos sus parientes.

Cuenta García de Salazar, que durante la cobarde huida, y al pasar por

Las Carreras en dirección a Portugalete, oyó una pastora maldecir a uno de sus cerdos, que en ese momento abandonaba la piara. Juan Sánchez debió de sentirse aludido por las palabras de la porquera y por ello decidió volver a San Martín, pero antes envió a su criado con un mensaje en demanda de urgente ayuda dirigido al Señor de Urquizu (que era el Mayor de los Avendaños) y válido del teórico Señor de Vizcaya, el Príncipe de Gales. Se apresuró Juan de San Juan de Avendaño, que así se llamaba, a facilitar esa ayuda y al tiempo desafió a un combate a los Marroquines , siempre en nombre del Infante inglés.

No sabemos lo que ocurrió después, ni en que consistía exactamente el

desafió. Lo que sí sabemos es que los Marroquines no atacaron aquel día San Martín y el de Salazar, que se veía ya empozado, vió como se deshacía el nudo que le oprimía la garganta. Salvado milagrosamente por la campana.

El poderoso inglés no tarda en darse cuenta que el título de Señor de

Vizcaya y Castro Urdiales que había recibido no era más que papel mojado y que había sido objeto de burla por el castellano. Por ello resolvió abandonar Vizcaya e ir a Bayona antes de convertirse en el hazmerreír de los demás monarcas cristianos. Durante el humillante viaje de regreso no perdería, sin embargo, ocasión de arrasar y saquear cuantos monasterios y poblaciones se cruzaban en su camino.

Privado así de su más firme apoyo, Pedro I comienza a perder una a una

todas las plazas fuertes que le habían sido fieles. Y tras escapar de ciudad en ciudad acaba refugiádose en el castillo de Montiel, donde su hermano Enrique lo sorprendería, dándole muerte con sus propias manos. La fecha: 23 de Marzo de 1369.

29 Grupos mercenarios capitaneados por ese Conde francés.

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Lo que ocurrió a partir de ese momento resulta fácilmente adivinable. Los Marroquines de Sámano celebran la victoria del nuevo Rey de Castilla y Señor de Vizcaya talando y saqueando las casas y haciendas de los Urdiales, del Río, Otañes y de la Marca, haciéndose con el control absoluto del valle de Sámano y comarcas limítrofes, dejando "apretados" a sus enemigos en el barrio de San Francisco de Castro Urdiales, y en la colina de Santullán. Obtenían también como premio la Merindad Menor de Sámano, que recaía en el Mayor de los Ortiz de Mioño. La competencia de la Justicia en su zona de influencia quedaba entonces en sus manos30. Por eso, los conflictos armados que hasta entonces se habían desarrollado en su mayoría en Sámano y alrededores, comienzan a trasladarse hacia el Este, hacia los valles de Otañes y Sopuerta. Se inauguraba así, una época de relativa tranquilidad para la fortalecida rama samaniega.

Sus seculares enemigos, los Salazares, veían como sus propiedades en

Castilla la Vieja eran destruidas y arrasadas por los Velascos, que al igual que los Marroquines habían sido objeto de las mismas persecuciones por los Salazares tras la primera victoria de Don Pedro. Allí perdieron, según García de Salazar, 37 torres y casas fuertes. Sin embargo, la huida de sus territorios originarios tendrá más adelante serias consecuencias para los Marroquines, pues el centro de gravedad de aquella familia se desplaza desde Mena y Valdegobía hacia el Norte, cobrando así el solar de San Martín una creciente importancia y recibiendo así el refuerzo de numerosos familiares que huían de la encarnizada persecución Velasquina. Los Salazares de Muñatones habían superado gracias a la oportuna intervención de Avendaño el momento más crítico de toda su historia. Pero si bien los de San Martín de Muñatones habían sido momentaneamente silenciados, otra peligrosa enemistad comenzaba a fraguarse en el mismo territorio nativo del linaje.

A partir de ahora es la rama troncal del apellido, la de Salcedo, la que

debe hacer frente a una nueva amenaza contra la familia. Pues en precisamente en Güeñes, a menos de dos kilómetros de la Torre Solariega de Montehermoso donde se van a precipitar los acontecimientos que conducen a los Marroquines a una tercera guerra, esta vez contra los Zamudianos de Salcedo.

Ya habíamos visto que la cuarta hija que tuvo el fundador de la dinastía,

María Sánchez - la de la torre de Aranguren-, había emparentado con Juan Ortiz de San Julián de Mena, y que al morir su hermano (el Merino Mayor de Guipúzcoa) había heredado su hija, Teresa de Mena y Marroquín, la poderosa torre de La Jara o Torre Mayor de Salcedo. Esta fortaleza estaba situada en uno de los lugares más estratégicos del valle; pues a los pies de ella pasaban los caminos de Gordexola (Gordejuela) a Zalla , y el de Bilbao

30 Otros linajes ilustres de la zona favorecidos por las mercedes reales del de Trastamara por su apoyo durante la lucha fueron los Velascos, Ayalas, Rojas y Sarmientos.

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a Balmaseda. Pues bien, una hija de María Sánchez emparentó con Ordoño de Zamudio, provocando la llegada al valle de esta poderosa familia vizcaina que dos generaciones más tarde se autoadjudicaría el nombre de Salcedo, dejando el suyo verdadero, en la figura de dos de sus vástagos: Iñigo Ortiz de Salcedo y Pedro Fernández de Salcedo31.

Al parecer, los de Montehermoso, que sobre todo después de la muerte

del Merino Juan Marroquín de Salcedo (hacia 1330) habían vuelto a recuperar el control efectivo del valle, "fatigaban" con su poder a otras pequeñas familias del lugar32. Éstas, como la de Ordoño de Güeñes, familiares del linaje de Zamudio, o la de los Muñatoniegos de Arteaga, se consideraban ofendidas por la prepotencia de los Marroquines, por lo que no tardaron en confabularse contra ellos respaladados por sus cercanos parientes de Zamudio, que desde sus torres de la Merindad de Uribe, cercanas a Bilbao y deseosos sin duda de aumentar su poder en Salcedo comienzan a intervenir de forma creciente en la vida del valle. Las disputas entre uno y otro linaje fueron en aumento, aunque sin llegar a la confrontación armada. Sin embargo, cualquier pequeña chispa podría hacer estallar el polvorín. y eso es lo que ocurrió hacia 1375, y como ocurre en estos casos, el origen de la confrontación no podía ser más ridículo.

Cierto día, un rebaño de ovejas que los dos hermanos antes citados Iñigo

y Pedro tenían, irrumpieron en las tierras de la casa-torre de Lope Martínez de Ondoçarros (Ondázarros), que era un Marroquín, del que Salazar señala que era un hombre pacífico y que vivía en buena paz con los susodichos Zamudianos que eran sus vecinos33. El rebaño debió de causar daños en las propiedades de este hombre, por lo que acudió a los mencionados, demandando que le fueran pagados los destrozos, ya que de lo contrario no dejaría salir a las ovejas. Los hijos de Ordoño de Zamudio (el segundo con ese nombre que vivió en Güeñes) no se anduvieron con contemplaciones, pues en compañía de algunos lacayos entraron en casa de Ondoçarros, la torre de Ondozorrotz, y lo asesinaron vilmente. Los Marroquines retaron en combate a los dos hermanos de la Jara, pero como ellos no aceptaron, decidieron entablar un pleito ante el Rey de Castilla; sin embargo, durante el camino hacia la Corte, Iñigo Ortiz de Salcedo se despeñó con su mula por un barranco, falleciendo poco después. Como quiera que su hermano era cojo, el Rey de Castilla no autorizó a los Marroquines a retar en combate al de Zamudio "porque no avia cuerpo para se defender". A partir de ese

31Hago notar aquí, que dado que también existieron Marroquines que recuperaron su antiguo apellido de Salcedo, tanto en Álava como en Vizcaya y que combatieron al lado de sus parientes, y para evitar confusiones, siempre que tengamos que aludir a los nuevos Salcedos, lo haré como Zamudios o Zamudianos, pues ése era su verdadero nombre. No fue ésta la única familia que tomó el apellido Salcedo. También lo hicieron los Salazares (para escapar al acoso al que le sometían los Velascos), e incluso alguna rama bastarda del Señor de Vizcaya. 32 Acerca de las causas del enfrentamiento entre Marroquines y Zamudianos de Salcedo, Juan González Cembellín escribe lo siguiente: " y sería precisamente su gran poder (el de los Marroquines) lo que acabaría desatando las hostilidades. Como hicieran otros linajes vizcaínos, los Marroquines aumentaron sus exigencias para con sus virtuales vasallos, los habitantes del valle. Y en consecuencia algunos pequeños "clanes" llamaron en su ayuda a otras familias más o menos cercanas...........". (Gúeñes, pág. 31). 33 La torre de Ondázarros estaba en el barrio de Güeñes que aún conserva este nombre, justo al pie de La Jara y pocas decenas de metros al Este de la torre de Aranguren. Debió de desaparecer hacia principios del siglo XIX pues cuando el vizcaíno Delmás la visitó a finales de ese siglo sólo quedaban restos de las paredes.

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momento el odio enconado entre las dos casas fue la constante en la vida del valle, y cualquier pequeño incidente servía para que Zamudianos y Marroquines recurrieran a la fuerza de las armas para dirimir sus desavenencias.

Fig. 5.1 Principales asentamientos Marroquines entre finales del s. XIV y la primera mitad del XV.34.

Para vengar aquella muerte, los Marroquines de Castro, sin duda la más

belicosa rama del linaje, con Sancho Ortiz Marroquín de Castro al frente de un ejército de 200 hombres, entran por el puerto de las Muñecas hasta Avellaneda (Zalla). Ya dentro del valle de Salcedo lo recorren por completo, de Oeste a Este, dando muerte a cuatro hombres de los Zamudianos, hiriendo a otros muchos, y dejando por muertos a Pedro de Larrea y a Martín de Norca, quienes, sin embargo se recuperarán de sus heridas más tarde. Después de destruir varias propiedades de los Zamudianos y satisfecha su sed de venganza, salen por Baracaldo y retornan por Somorrostro (con la evidente intención de comprobar el estado de forma de sus enemigos Salazariegos) hacia Sámano.

Como respuesta, los dos heridos y Ochoa Ortiz de Salcedo, matan a

Calderón de Ibargüen y otros dos gordojanos, entonces aliados de los de Montehermoso. A consecuencia de esta acción son desterrados por la Justicia.

34 Numeradas las principales torres Marroquinas: 1 Montehermoso, 2 Aretxaga, 3 Aranguren, 4 Lusa, 5 Marroquín de Mendieta, 6 Ondozorrotz, 7 La Jara, 8 Goikouria, 9 Lacabex, 10 Lezcano, 11 San Pedro de Sopelana, 12 Ayo, 13 Mendieta (Ayala), 14 Atxega, 15 San Nicolás de Sámano, 16 DonBergón, 17 Ferrand González de Marroquín, 18 Pando de Truziotz, 19 La Marroquina (Layseca de Guriezo), 20 Lobo de Santxosolo.

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Continuando la guerra entre Marroquines y Zamudianos, estos acuden

entonces (hacia 1380) en demanda de ayuda a los Salazares de Muñatones, quienes ya recuperados y deseosos de vengarse de quienes les habían tenido encerrados en San Martín se la proporcionan gustosamente. Además, las antiguas rencillas con los de la Sierra habían sido superadas y los recien llegados parientes de Mena han reforzado el ejército Salazariego.

La que parecía ser una sólida alianza no tardará, sin embargo, en

romperse. Pero mientras tanto los asesinatos se suceden a un ritmo vertiginoso. Un Zamudiano, Ochoa de Terreros, mata durante una Junta a Caneguillo de Taramona -un hombre de los Marroquínes- "porque se igualaba en palabras" a Juan Sánchez de Salazar, El empozador, en dicha Junta. El Zamudiano es expulsado del valle de Salcedo, refugiándose en Susunaga. Sin embargo, ni siquiera eso le salvó de ser sometido a la particular justicia Marroquina pues tres años después (1387) un primo del asesinado, Juan Ibañez Pantón de Lacabex, lo encuentra y lo mata.

A los pocos años se rompen las alianzas entre Zamudianos y Salazares.

Una hábil estratagema urdida por los Marroquines y su aliado, Martín Ruiz de Avendaño, será la causante. Avendaño manda llamar a su presencia a Iñigo Ortiz de Salcedo, que evidentemente no era el mismo que murió despeñado, sino otro de su mismo nombre, al que le habló de la oportunidad que tenía de casar a su hijo pequeño con la única heredera de Diego Pérez de Mioño - uno de los hombres principales y más ricos de los Marroquínes de Sámano-, pues si así lo hacía, su hijo se convertiría en uno de los más poderosos señores de la región al reunir a las posesiones Zamudianas gran parte de las Marroquinas en Sámano. El Zamudiano, que era un hombre codicioso, se separó entonces de sus recientemente estrenados parientes y aliados, los Salazares, y pactó treguas con los de Montehermoso y Sámano, arreglando el matrimonio de los hijos, que no contaban mas de cinco años, para cuando fueran mayores.

Bien sabía Avendaño que no tardarían en surgir desavenencias entre dos

linajes ya enemigos irreconciliables, como así sucedió; pues los Ospines de Ugarte mataron a Sancho de Anuncibay, linaje emparentado con los Marroquines, entrando inmediatamente estos Ospines a las treguas de los Zamudianos, y retornando de ese modo la vieja enemistad y las luchas entre las dos familias. No obstante, la peligrosa alianza entre Salazares y Zamudianos, que podría haber tenido consecuencias fatales para los Marroquines quedó seriamente dañada, y no pudo recomponerse totalmente nunca más, pues como apunta García de Salazar: " ...pero con todo quedó odio y mal querencia entre los dichos Ochoa de Salazar e Iñigo Ortiz de Salcedo":

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Descoyuntada la peligrosa unión entre las casas de San Martín y Aranguren-La Jara, con unas Encartaciones en una aparente paz y con el control absoluto de Sámano, los Marroquines dirigen su atención en estos últimos años del siglo XIV, hacia Castro Urdiales, donde sólo los Amoroses ejercen contra ellos una seria oposición. Las peleas entre ambas familias se suceden, y aunque al principio la victoria no se decanta hacia ninguno, pronto empiezan los Amoroses a ceder ante el empuje de las tres ramas Marroquinas unidas. Los de la Marca, familia que desde la muerte del Merino Juan González tenían sobre ojo a los Amoroses, daban además toda clase de facilidades a los Marroquines para que penetraran en sus barrios (ocupaban los barrios de la periferia de Castro que se abren hacia la Dársena de Urdiales en la media villa de Abajo35) e "ficieran guerra" a los Amoroses. La única solución para esta familia es buscar la protección de una mayor, de atreguarse como se decía en el argot de la época. Y como no podía ser de otra forma, los Amoroses entran a las treguas de los Salazares de Muñatones quienes les facilitan varias decenas de hombres con los que combatir.

Así, en 1399 los Marroquines, con el beneplácito de los de la Marca,

preparan el asalto definitivo contra los Amoroses. Estos, que momentáneamente y gracias al respaldo Salazariego han recuperado su poder, han logrado desalojar a Sancho Marroquín de su casa en la villa de arriba. Por ello los Marroquines, con Diego Pérez de Mioño y Sancho Ortiz de Mioño a la cabeza pretenden hacerle llegar ayuda desde Sámano. Como la entrada por la costa, la puerta de Bilbao, está protegida por la Torre de Vitoria deciden entrar por San Francisco, para lo cual cuentan con la complicidad de los de la Marca. Tras penetrar en la calle de la Tenebregura36 se enzarzan en una fuerte pelea con los Amoroses en la que se producen muertos y heridos de las dos partes. Entre los que apoyaban a los Marroquines se cita a Sancho y Juan de Ybarra originarios de Galdames. Al oír el ruido de la batalla, Juan Sánchez de Salazar, el hijo del Empozador, decide acudir a apoyar a sus aliados con diez de sus hombres. Al llegar, vió que sus protegidos se batían en retirada, y valerosamente se dirigió a trabar pelea con los victoriosos Marroquines. En ese momento, una saeta de ballesta lanzada al parecer por uno de los Amoroses, le acertó en la boca y pocos días después fallecería en San Martín. Ese mismo día, los hijos de Juan Sánchez parten en tres bateles desde San Martín y desembarcan cerca de la torre de Vitoria trabando de inmediato pelea con los Marroquines en la calle de la Tenebregura, retirándose estos hacia la torre de Ferrand González de Marroquín tras sufrir la pérdida de cuatro hombres, entre ellos Diego Marroquín. Los Salazares, siempre según Lope García, perdieron a Martín de Sajuntes. Al día siguiente, el Corregidor Gonzalo

35Los Marroquines ocupaban entonces la media villa de arriba, la parte más antigua de Castro que se extendía entre el castillo y la catedral y el barrio de pescadores. En la mitad se alzaba la torre de Ferrand González de Marroquín. Los Amoroses por su parte disponían de la torre de Vitoria, en el lugar que ocupa hoy el Ayuntamiento y una pequeña torre en la zona de Santa María de los Portales, pocas decenas de metros al sur de la torre de los de la Marca.. 36 Esta calle ya no existe, pero algunos historiadores castreños, como Echevarría, la situan cortando a la de Santander . Y por otras referencias que da Salazar, como que desde ella se pasaba a la de la Rua (que se conserva), y que unía la media villa de Abajo con la de Arriba podemos suponer que se abriría desde San Francisco hacia el Este, desembocando cerca del puerto.

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Moro acudió a poner paz entre los contendientes, saliendo de la villa los Salazares.

Con la totalidad de Castro Urdiales de nuevo en sus manos, los

Marroquines lograban poner la guinda al pastel de sus ambiciones. Además, una nueva rama comenzaba a despuntar por el horizonte del cercano valle de Guriezo. Estos nuevos Marroquines, descendientes de Mari Sánchez Marroquín de Montehermoso, estaban logrando reunir en torno a su familia, que sentaba sus reales en la poderosa Torre de Layseca (llamada la Marroquina), a la mayor parte de las principales y más antiguas familias de la zona37. Se forma así una nueva cantera de guerreros que pronto tendrían que emplearse a fondo para combatir las cada vez más numerosas y peligrosas amenazas que a las que tendrá que hacer frente la familia.

Marroquines

Fig. 5.2 Castro Urdiales en los siglos XIV y XV.38

Termina así el siglo XIV tan abundante en sobresaltos para los

Marroquines. Los negros nubarrones que se cernían sobre la familia habían desaparecido gracias a la cohesión y firmeza que habían demostrado todos los componentes del grupo familiar. Esta favorable situación se prolongaría durante el primer cuarto del siglo XIV. Sin embargo, a partir de ese

37 En concreto, las tres más antiguas del valle (Laysecas, La Puentes y Bohar) pertenecían al bando de Marroquín. La presencia de los Negretes (como oposición militar) era insignificante. 38 Aunque desconozco la posición exacta de la torre de Ferrand González de Marroquín en Castro, de la lectura de los escritos de Salazar deduzco que se encontraba junto a la confluencia de las actuales calles de Arturo Duo Vital y La Rua (esta última es la que se cita como escenario de muchas de las luchas entre Marroquines y Salazares).

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momento los enemigos de Montehermoso comenzaran una nueva ofensiva que pondrá en serios aprietos a la totalidad de las ramas de la familia durante los treinta años siguientes; de esa forma, los Marroquines, de nuevo acosados por sus seculares enemigos, los Salazares, Zamudianos, Otañes y Amoroses habrán de sufrir varios reveses y un severo desgaste. Afortunadamente, los buenos oficios de otra nueva rama Marroquina que se establece en el valle de Mena a la sombra del poderoso linaje de los Velascos y la estratégica situación de los territorios controlados por los Marroquines, rutas naturales de salida de los productos de Castilla hacia las dos villas principales de la costa (Bilbao y Castro Urdiales), lograrán que esta familia castellana apoye a los de Montehermoso a recuperar su antiguo poder y el control de los territorios donde se asientan. Seguirá una época de virtual equilibrio entre los antagonistas, durante la cual ninguno de los contendientes cederá posiciones, llegándose al último cuarto de siglo con una situación de "tablas" en el pulso que enfrentará a los de Montehermoso y su nutrida representación de enemigos. Al final, la promulgación por parte de los Reyes Católicos de severas penas para quienes continuen las luchas lograrán apaciguar los encendidos ánimos de los contendientes. Los Marroquines tendrán así que continuar con su ya larga tradición guerrera fuera de sus fronteras.

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