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El desarrollo integral del niño durante su infancia Capítulo 1 Durante toda la vida estamos en continuo proceso de aprendizaje. Durante su desarrollo la persona va constru- yendo, paso a paso, su inteligencia y toda su estructura psi- cológica. Este proceso se inicia en el nacimiento y se com- pleta al llegar a la vida adulta, aunque, todavía a esta edad, incluso posteriormente, se siguen adquiriendo nuevos aprendizajes. En cada etapa de la vida, como sucede en la infancia y adolescencia, se dan una serie de características más o menos comunes en la evolución de todo ser huma- no. Los cambios más importantes que se producen en el desarrollo evolutivo, y que experimenta el niño desde su infancia hasta la adolescencia, son cognitivos, emocionales y sociales, de personalidad, conductuales, motores, del len- guaje y la comunicación. El desarrollo afectivo y el control adecuado de las emociones fomentarán su Inteligencia Emocional, que es considerada igual o más importante que la Inteligencia Cognitiva.

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El desarrollo integral del niño durante su infancia

Capítulo 1

Durante toda la vida estamos en continuo proceso de aprendizaje. Durante su desarrollo la persona va constru-yendo, paso a paso, su inteligencia y toda su estructura psi-cológica. Este proceso se inicia en el nacimiento y se com-pleta al llegar a la vida adulta, aunque, todavía a esta edad, incluso posteriormente, se siguen adquiriendo nuevos aprendizajes. En cada etapa de la vida, como sucede en la infancia y adolescencia, se dan una serie de características más o menos comunes en la evolución de todo ser huma-no. Los cambios más importantes que se producen en el desarrollo evolutivo, y que experimenta el niño desde su infancia hasta la adolescencia, son cognitivos, emocionales y sociales, de personalidad, conductuales, motores, del len-guaje y la comunicación. El desarrollo afectivo y el control adecuado de las emociones fomentarán su Inteligencia Emocional, que es considerada igual o más importante que la Inteligencia Cognitiva.

El desarrollo psicológico y evolutivo del niño

El concepto de desarrollo psicoevolutivo hace re-ferencia a la manifestación de cada uno de los cambios in-dividuales que experimenta el ser humano durante su exis-tencia, pero visto desde una perspectiva multidimensional y pluridireccional. Durante este proceso se produce el creci-miento del organismo y una serie de aprendizajes, pasando a través de estadios sucesivos, cada vez más complejos, en los que experimentamos una evolución en el aspecto cognitivo, motriz, afectivo, social y de crecimiento y maduración (Figura 1.1). En el transcurso de ese tiempo se produce una relación funcional entre el cambio conductual y la edad cronológica. Además y al mismo tiempo, tiene lugar el desarrollo de su Inteligencia Cognitiva, que es la que miden los tests de Inteligencia, y la Inteligencia Emocional.

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El desarrollo psicoevolutivo del niño I

Las teorías del desarrollo psicoevolutivo in-tentan explicar el proceso evolutivo que transcu-rre desde el nacimiento hasta la vida adulta, en todos los aspectos del ser humano, y que se con-creta en la conformación de la personalidad. Este proceso de maduración no está totalmente deter-minado por el crecimiento cronológico, aunque sí se pueden tipificar las conductas que aparecen progresivamente durante su desarrollo.

En el desarrollo cognitivo, Piaget considera el pensamiento y la inteligencia del ser humano como procesos cognitivos que tienen una base orgánica-biológica que se van desarrollando de forma paralela a la maduración y el crecimiento biológico.

El desarrollo de la conducta afectiva y social hace referencia a los vínculos afectivos producidos a lo largo del ciclo vital y, concretamente, dentro de la familia, porque la red de relaciones de parentes-co es el factor que más y mejor explica los procesos de socialización. Los primeros vínculos se sitúan en el apego que existe entre madre e hijo. Cada niño y niña, según su edad, pasa por diferentes proce-sos del desarrollo en cada etapa evolutiva pero, al mismo tiempo, existen agentes fundamentales de socialización como son la familia, escuela y medios de comunicación (López, F. 2001).

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El desarrollo integral del niño durante su infancia

Desarrollo Psicológico y

Evolutivo

Desarrollo Afectivo y Social

Inteligencia Emocional

Desarrollo Cognitivo

Desarrollo y Aprendizaje de la Conducta

Desarrollo del

Lenguaje Verbal

Desarrollo de la

Personalidad

Desarrollo Psicomotriz

Figura 1.1. Factores que influyen en el desarrollo psicológico y evolutivo.

La inteligencia emocional forma parte del de-sarrollo emocional y afectivo del niño. Tiene gran importancia por el hecho de que las emociones impregnan la mayoría de los pensamientos y deci-siones que tomamos. Todos debemos tomar con-ciencia del valor que tiene la inteligencia emocional en nosotros, así como de la importancia de nuestro protagonismo a la hora de inculcarla en los niños.

La evolución de la personalidad se produce de forma progresiva, regulada y automática con la confluencia de factores psicofisiológicos y am-bientales. Los primeros años de vida son esen-ciales en el desarrollo de las capacidades intelec-tuales y afectivas, ya que de ello depende que se construya o no una personalidad armónica.

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En el aprendizaje conductual se adquiere infor-mación sobre las relaciones entre acontecimientos que tienen lugar en el ambiente, reteniéndose en nuestra memoria y produciendo cambios de rela-tiva duración en la conducta por las experiencias sufridas por los organismos cuando se van adap-tando al entorno. Pero no todo lo que el individuo hace lo obtiene a través del aprendizaje, puesto que hay ciertas manifestaciones que se deben a la natural maduración fisiológica del organismo y, otras, a accidentes, enfermedades o lesiones.

El desarrollo psicomotriz constituye un aspecto evolutivo del ser humano que se produce dentro de un proceso continuo a lo largo del cual el niño adquiere progresivamente las habilidades motoras a través de la maduración del Sistema Nervioso Cen-tral, que le permitirán interaccionar con su entorno.

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El desarrollo integral del niño durante su infancia

La evolución del lenguaje y la comunicación si-gue un desarrollo normal en el niño organizado en etapas secuenciales y estándares a lo largo de su crecimiento. Se inicia con el proceso de balbu-ceo y continúa con la emisión de sonidos, pala-bras, oraciones... Nos encontramos con variacio-nes individuales en su aparición, determinadas, en parte, por el desarrollo psicológico, anatómi-co y del sistema nervioso, por las condiciones de educación y por la estimulación del lenguaje que recibe del contexto social en el que se desenvuel-ve. Así, hay casos en que los niños hablan más temprano y con fluidez, mientras otros lo hacen un poco más tarde o, incluso, acaban necesitando algún tipo de tratamiento logopédico para favo-recer su lenguaje de aparición tardía.

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Piaget estaba convencido de que el desarrollo cog-noscitivo supone cambios en la capacidad del niño para razonar sobre su mundo.

La naturaleza idiosincrática del habla infantil y los procesos y construcciones que definen la dinámica del desarrollo de la lengua han de tomarse como elementos rectores de los planes educativos para promover estímulos y facilitar el aprendizaje. Asimismo, son esos aspectos ge-nuinos los que han de figurar cuando se trata de elaborar principios y rutas para valorar las destrezas comunicativas en las primeras etapas. Antes que «corregir» hacia moldes formales de lengua adulta definitiva, la labor educativa ha de centrarse en promover estímulos hacia la interacción verbal que faciliten la progresión en tácticas comunicati-vas. El lema es «fomentar recursos comunicativos y de inte-racción verbal» en lugar de «corregir aspectos formales en el uso tomando como modelo la lengua adulta» (Fernán-dez Pérez 2013).

El desarrollo cognitivo e intelectual en el niño

Para hablar de desarrollo cognitivo, es fundamental conocer la teoría de Piaget. Su teoría genética estudia el origen y desarrollo de las capacidades cognitivas desde su base orgánica, biológica y genética. Todo ser humano tiene su propio ritmo en su desarrollo cognitivo, que va desde el momento del nacimiento, donde predominan los mecanis-mos reflejos, hasta la edad adulta, caracterizada por proce-sos conscientes de comportamiento.

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El desarrollo cognitivo tiene lugar a través de la re-estructuración de la arquitectura cognitiva interna del niño, dando lugar, después del aprendizaje, a nuevos esquemas y estructuras mentales. Para Piaget, los procesos cognitivos, tales como el pensamiento y la inteligencia, se sustentan so-bre una base orgánica-biológica que se desarrolla de forma paralela a la maduración y al crecimiento biológico. En el desarrollo genético se pueden identificar etapas o periodos determinantes en el desarrollo intelectual, como son el pe-riodo sensorio-motriz, el de operaciones concretas y el de las operaciones formales. El estudio del desarrollo cognitivo nos permite afirmar que este puede tener lugar de dos formas diferentes, por un lado, por un proceso de adaptación-asi-milación al medio y, por otro, por un proceso de adquisición:

1. Por el proceso de adaptación, asimilación y aco-modación que se da de forma necesaria en el transcurso de la maduración biológica, la in-fluencia social, las experiencias cotidianas... Se relaciona la maduración del niño con la influen-cia del medio ambiente.

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2. Por el proceso de adquisición de nuevas respuestas ante situaciones concretas, donde se adquieren nuevas estructuras mentales que pasan a formar parte del bagaje cognitivo del niño.

3. El primer elemento que utiliza el niño para co-nocer el mundo, es su propio cuerpo, como ve-remos en la unidad de psicomotricidad. Aquello que experimenta y comprende a nivel físico, más adelante podrá llevarlo a un plano más complejo como puedo ser la representación gráfica.

El desarrollo de la conducta afectivo-social

En el desarrollo afectivo y social se produce un pro-ceso de adquisición progresivo de conductas, hábitos, va-lores, normas, actitudes sociales, afectos y emociones por parte de los niños, con el fin de integrarse y adaptarse a la sociedad de la que forman parte.

El desarrollo socioafectivo se produce como consecuen-cia de la predisposición y necesidad que tiene el niño de in-teraccionar afectiva y socialmente desde el momento de su nacimiento e, incluso, antes de este, con otras personas. El pro-ceso de socialización se hace patente cuando los bebés, desde muy pequeños, muestran preferencia por los estímulos socia-les (personas, sonidos, voces...). Los contextos sociales y de apego del niño son la familia, los amigos, el mundo escolar, los medios de comunicación... Muchas de las habilidades sociales y del bagaje afectivo que posee un niño se adquieren, princi-palmente, a través de las experiencias que obtiene por medio de sus vivencias en el seno de la familia. Conforme va crecien-

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do, se añaden otros contextos en los que va a enriquecerse de experiencias cuando se amplía su círculo socio-afectivo.

La inteligencia emocional

Es la capacidad que nos permite comprender las emo-ciones y reconducirlas de forma efectiva para mejorar nues-tra conducta y nuestros procesos de pensamiento. Está formada por la inteligencia intrapersonal y la inteligencia interpersonal. Los padres podemos enseñar a los niños a desarrollar su inteligencia emocional y a canalizar sus emo-ciones. Es importante que aprendan a controlarse y a ser empáticos con los demás. La educación emocional, es par-te de la formación del niño.

1. La intrapersonal, hace referencia a uno mismo; es decir, a la habilidad para identificar los propios sentimientos y emociones y orientarlos a la con-ducta.

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2. La inteligencia interpersonal, en cambio, se dirige a la relación con los demás, determinando las ha-bilidades sociales para relacionarse con otros de manera efectiva, así como la capacidad para re-solver de manera efectiva los conflictos.

Hasta hace poco, las capacidades que más nos preocu-paban eran aquellas que medían los tests y condicionaban el nivel intelectual, ya que suponíamos que eso era lo que determinaba su éxito en el ámbito académico. Sin embar-go, en algunos casos, el nivel intelectual no era suficiente, de tal manera que había niños que no alcanzaban sus ob-jetivos a pesar de su inteligencia, lo que reflejó que la in-teligencia emocional tenía un papel muy importante en el rendimiento y en el aprendizaje. El desarrollo de las capaci-

dades emocionales se construye durante los primeros años de vida y, como ocurre con el aprendizaje cognitivo, requiere de tiempo y, además, sigue su propio esquema temporal en ciertos aspectos. Si como conscientes de ello, podemos

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anticipar los cambios emocionales que podemos esperar de los niños. La in teligencia emocional tiene un papel muy importante en el rendimiento y en el aprendizaje.

Existen cinco componentes de la inteligencia emocio-nal, de los cuales tres son capacidades relativas al propio individuo y dos se refieren a la capacidad de conocer a las otras personas. Los componentes son la autoconciencia (conocer las propias emociones), el autocontrol (capaci-dad para controlar emociones de modo efectiva), automo-tivación (capacidad para animarse individualmente ante situaciones adversas), empatía (habilidad para detectar la condición emocional de los demás) y la asertividad (capaci-dad para defender sus derechos y decisiones por medio de acciones o palabras).

Evolución de la personalidad

La personalidad es una variable exclusiva de cada indivi-duo que lo diferencia del resto, determinando los modelos de comportamiento, las interacciones de los estados de ánimo, sus actitudes, motivos y métodos, de tal forma que hace que cada persona responda de manera distinta ante una misma situación. Observamos similitudes entre los individuos y, aún así, sentimos que cada uno de nosotros poseemos propie-dades especiales que nos distinguen de todos los demás. Podemos decir que la personalidad es un conjunto único y perdurable de características que pueden cambiar en respuesta a diferentes situaciones (Schultz, D.P. y Schultz, S.E., 2002). All-port (1973) la define como la organización dinámica, interna

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al individuo, de los sistemas psicofísicos que determinan un ajuste único a la situación. Esta definición destaca dos puntos clave de la personalidad: el aspecto organizador y el unitario. Llor y colaboradores (1996) la definen como la organización dinámica relativamente estable, de características psicológi-cas y físicas innatas y adquiridas bajo las condiciones especia-les de su desarrollo, que determina la conducta propia o típi-ca con la que cada individuo afronta las distintas situaciones.

Teniendo en cuenta las anteriores definiciones, po-demos decir que las formas relativamente consistentes de relacionarse con la gente, así como las situaciones que ca-racterizan la individualidad de cada uno de nosotros, sería lo que podríamos definir como personalidad. Se trataría de rasgos psicológicos internos inherentes a la persona, que determinan la forma en que el individuo se comporta ante las distintas situaciones que se le presentan. Nuestra personalidad es contemplada, desde el punto de vista de las otras personas, como aquellas actitudes, valores, opiniones, emociones, experien-cias... que caracterizan esa indivi-dualidad y que nos hace diferentes al resto.

La personalidad es el con-junto de características físicas, genéticas y sociales que reúne

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un individuo, y que lo hacen diferente y único respecto del resto de los individuos.

Desarrollo y aprendizaje conductual

Diferentes investigaciones han tratado de determinar en qué momento los niños comienzan a aprender y qué aprendizajes están preparados para adquirir. Las conclusio-nes nos permiten decir que los bebés desde el primer día de vida inician sus aprendizajes. El aprendizaje temprano pro-bablemente se construye sobre las capacidades potenciales con que nacen los niños, como son los reflejos y las habilida-des sensoriales básicas, que son innatas y defensoras de la supervivencia, las cuales pueden ser consideradas como un regalo de las especies (Lipsitt, L.1982). La adquisición y desa-rrollo conductual es especialmente importante en los prime-ros años de vida, ya que son decisivos y, junto a la interacción con otros factores, marcan el desarrollo posterior.

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La familia constituye el primer agente de sociali-zación y de construcción de de la personalidad que se irá modificando con la influencia de la propia cultura en la que está inmersa, siendo la escuela un fuerte influjo en este proceso.

Los niños desarrollan su conducta, aprenden y mo-dulan su comportamiento, a través del papel que ejercen sus padres en su educación. Los progenitores deben poner límites a la conducta inapropiada de sus hijos e inculcar normas de comportamiento de la manera más apropiada posible, lo cual se ha de llevar a cabo mediante el halago y el estímulo positivo.

El desarrollo motor

Aproximadamente a la misma edad y en el mismo or-den secuencial, los niños también desarrollan sus habilida-des motoras, lo que mostraría que están preprogramadas genéticamente. No obstante, el nivel de maduración y la estimulación recibida tendrán un papel determinante en su evolución. La capacidad motriz en el niño aumenta de-bido, fundamentalmente, al rápido crecimiento de la mus-culatura y a la mejora en la utilización del sistema nervio-so (Marcos, J.F. 1989). En la infancia se produce de manera progresiva el desarrollo de las destrezas de la motricidad gruesa y de la fina, así como la coordinación óculo-manual (ojo-mano). La motricidad gruesa hace referencia a los mo-vimientos amplios que realiza el ser humano, como son la coordinación general de piernas y brazos, la coordinación visomotora, el tono muscular, el equilibrio... La motricidad

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fina, en cambio, se refiere a los movimientos finos y precisos que realizamos con nuestras manos, se trata de las destre-zas para dibujar, copiar, hacer construcciones, grafomotrici-dad... Parece que el desarrollo motor grueso está más influido por la maduración, mientras que el desarrollo motor fino está más condicionado por el aprendizaje al que se ve sometido, es decir, por la estimulación recibida en su familia y en la escuela cuando entra a formar parte del mundo escolar.

La evolución del lenguaje y la comunicación

El desarrollo del lenguaje consiste en un proceso por medio del cual, el ser humano adquiere la capacidad de comunicarse verbalmente. La comunicación representa la habilidad para transmitir la información. Existe un periodo crítico, que va desde los primeros meses de vida hasta el inicio de la adolescencia y especialmente en los primeros cinco años de vida, en el que tiene lugar la adquisición de las formas lingüísticas y los contenidos. La evolución del lenguaje debe producirse en las tres dimensiones básicas:

Forma (adquisición de los diferentes sonidos, el aumento del léxico y del conjunto de formas y morfemas gramaticales).

Contenido (adquisición de los significados, con-ceptos, vocabulario básico...).

Uso (pragmática y emisiones adecuadas a la situa-ción contextual).

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La valoración del lenguaje se debe efectuar teniendo en cuenta su propio desarrollo evolutivo y el conjunto de órganos que intervienen en la producción y la compren-sión verbal, y que incluye desde los órganos periféricos de audición y fonación, hasta los sistemas centrales, neuroló-gicos y los factores funcionales y psicológicos.

Las investigaciones recientes de corte cognitivo (Al-dolph et al., 2008; Hoff, 2006,2010; Karmiloff-Smith, 2009) ponen el acento en la dinámica de construcción mental ya en las primeras etapas. Sobre todo porque se trata de fases en las que la disposición es óptima si las condiciones son las requeridas: si no hay disfunciones congénitas y si los estímulos y los elementos de entorno son idóneos, las eda-des tempranas son excepcionales para las expectativas de aprendizaje. De modo especial, el período que correspon-de a la llamada «Educación infantil» es crucial en el proceso de construcción cognitiva particular. La dimensión educati-va ha de definir sus funciones descriptivas y de orientación para evaluar el progreso psicológico-social-verbal-interper-sonal en esas edades.

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Los bebés establecen contacto y comunicación a tra-vés de los sentidos (de la vista, del olfato, del oído y del tac-to), y desde muy pronto informan sobre sus necesidades y su estado.

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