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Fascículo N. O 48 © MERCEDES GARCÍA AZUMENDI [España] CAPÍTULO XIV: Siervo de Dios, Abad Francisco Pfanner Fundador de Mariannhill (VII)

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© MERCEDES GARCÍA AZUMENDI [España]

CAPÍTULO XIV: Siervo de Dios, Abad Francisco PfannerFundador de Mariannhill (VII)

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VIACRUCISSIGUIENDO LA VIDA DEL SIERVO DE DIOS,

ABAD FRANCISCO PFANNER

Cruz pectoral del Siervo de Dios, Abad Francisco Pfanner© ARCHIVO CMM [Italia]

2 [378]

Vamos a recorrer las estaciones de aquel mismo camino, que recorriónuestro Señor, cargando con su Cruz, antes de morir clavado en ella.

El Abad Francisco labró con sus propias manos las estaciones del Via-crucis en la Misión de Emaús, donde pasó los últimos años de su vida.

En muchos aspectos la misma vida del Abad Francisco, marcada por laseñal de la Santa Cruz, siguió también las estaciones del Viacrucis.

Las imágenes que acompañan los textos de las estaciones son repro-ducciones de los tapices diseñados y realizados por la señora MargaretMkhize, de KwaZulu-Natal [Sudáfrica], quien aprendió esta habilidad arte-sanal en la escuela de la Hna. Cassiani Theiss CPS.

“Nunca me he sentido tan alegre y tranquilo como hoy. Hoy se celebra la fiesta del hallazgo de la Santa Cruz.

Yo también he encontrado un trocito precioso de esta Cruz. Me abrazo a él, lo beso y, agarrado del mismo, quiero dejarme llevar hacia el Padre de cielo…

Sé que mi Redentor vive”.Abad Francisco

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3 [379]

El Abad Francisco fue suspendido y apartadode aquella obra, que fue el amor de su vida:Mariannhill y sus misiones; siendo así senten-ciado a la muerte de la inactividad.

Aceptemos que, a veces, nuestras mejoresintenciones son mal interpretadas; que la en-fermedad u otras circunstancias nos puedansentenciar a dejar de trabajar.

PRIMERA ESTACIÓN: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE [Mt. 27,22-23 y 26]

El Abad Francisco se echó al hombro con de-cisión aquella cruz, que Dios mismo había es-cogido para él. En la misión de Emaús aceptóla cruz como la mejor herencia de su vida.

Aceptemos con talante misionero nuestracruz personal y, con ella, sigamos las huellas delNazareno. Quiere Dios seguir sacando muchobien de todo ello.

SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS CARGA CONLA CRUZ [Mc. 15,20]

El Abad Francisco también se vino a tierra, re-belándose y quejándose, por las injusticias su-fridas. Pero no se quedó en ello paralizado; selevantó y siguió su camino.

Cuando nos veamos caídos por el peso denuestra frágil condición humana, no nos des-animemos. Nuestra fortaleza descansa en in-tentarlo siempre de nuevo.

TERCERA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ [Is. 53,4-5]

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4 [380]

El Abad Francisco, para consuelo suyo, se en-contró muchas veces con la presencia amorosade la Madre en las diferentes etapas de la pe-regrinación de su vida.Aprendamos a dar acogida en nuestra vida

de fe a la Virgen María. Ella es la que mejor ga-rantiza el que nos mantengamos cerca delSeñor, cumpliendo su voluntad.

CUARTA ESTACIÓN: JESÚS SE ENCUENTRACON SU MADRE [Lc. 2,34-35 y 51]

El Abad Francisco siempre contó con colabo-radores silenciosos, que le ayudaron a llevar lacruz, solidarizándose con su suerte e implicán-dose en su causa.

Debemos estar siempre agradecidos hacialos que salen al paso para ayudarnos. Tambiénnosotros estamos llamados a ayudar a los demás,aunque, por ello, nos compliquemos.

QUINTA ESTACIÓN: EL CIRINEO AYUDA AJESÚS [Mc. 5,21-22]

El Abad Francisco también contó con mujeresfuertes y valientes, que le limpiaron sus lágri-mas, entendiendo que, al hacerlo, limpiaban elrostro de Cristo.

Nuestro apostolado misionero consiste enir limpiando las heridas de todos los que nossalen al paso, para que así quede impresa ennosotros la faz del Señor.

SEXTA ESTACIÓN: LA VERÓNICA LIMPIA ELROSTRO DE JESÚS [Sal. 27,8-9]

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El Abad Francisco, fija la mirada en la colinadel Calvario, con determinación y disciplina, sefue levantando de cada caída, silenciando susquejas y protestas.

Cuando, queriendo vernos libres de nuestraansiedad interior, las quejas y amarguras nosdetienen, reemprendamos la marcha, mirandohacia el horizonte.

SÉPTIMA ESTACIÓN: CAE JESÚS POR SEGUNDA VEZ [Lam. 3,1-2, 9, 16]

El Abad Francisco recibió de sus HermanasRojas la solidaridad de su apoyo y consuelo. Asu vez, ellas sabían que en él encontraban undefensor, a modo de seguro baluarte.

A la vivencia de la caridad cristiana tambiénpertenece hacer propia la pasión del otro, tra-bajar juntos en armonía, apoyándonos unos aotros en lo que hacemos.

OCTAVA ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA ALAS MUJERES DE JERUSALÉN [Lc. 23,28-31]

El Abad Francisco, en su desvalimiento espiri-tual y físico, queriendo vivir reconciliado consu suerte, nunca tiró la toalla y siguió luchandocomo campeón de Dios.

Aceptemos la precariedad de nuestra condi-ción humana, llena de debilidades y desánimos,que nos hace ser dependientes de la ayuda delos demás.

NOVENA ESTACIÓN: JESÚS CAE PORTERCERA VEZ [Lam. 3,27-32]

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El Abad Francisco, desnudo de todo apoyo ycalor, experimentó el escalofrío de quedarse ex-puesto a la burla. Desposeído de todo, quedórevestido de sólo Dios.Cuando pasemos por desolaciones, pérdidas ydespojos, anticipos de la desnudez de la muer -te, reconozcamos estar cerca de recibir el ves-tido de fiesta de la resurrección.

DÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS ES DESNUDADO DESUS VESTIDURAS [Mt. 27,33-36]

El Abad Francisco conoció el dolor de vivirasediado por las enfermedades. Vivió literal-mente clavado a la cruz. Se dejó hacer unasveces rebelde, otras obediente.Cuantas veces nos veamos clavados a situacio-nes, de las que nos parece imposible escapar,recordemos que Cristo ha venido a liberarnos,soltando nuestras ataduras.

UNDÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ [Mt. 27,37-42]

El Abad Francisco murió solo en medio del si-lencio oscuro de la noche. Con una candela deluz en la mano, entregó la vida, entrando ani-moso en el país de la luz.¿No tenía Jesús que pasar por todo ello paraentrar así en la gloria? Es la meta, que nosaguarda, la que da sentido y justifica la durezaexperimentada en el camino.

DUODÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ [Mc. 15,34. 36-37]

6 [382]

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El Abad Francisco sintió las lágrimas de losmonjes, hermanas y fieles, que hicieron duelopor él. Fueron las lágrimas de María las que lehicieron despertar en Dios.¡Qué talla ejemplar la de María! Ahora la vemosrepetir sin palabras el fiat de la Anunciación:Aquí está la esclava del Señor. Hágase en mísegún tu palabra.

DECIMOTERCERA ESTACIÓN: JESÚS ENBRAZOS DE SU MADRE [Mt. 27,54-55]

El Abad Francisco, como si de un grano detrigo se tratara, es enterrado. Vuelve a la tierra,llevando en sí el germen de la resurrección,prenda de una gran cosecha.Las sepulturas creyentes aportan razones paraseguir viviendo esperanzados, pues la vidanueva de la primavera ya está presente en lamuerte del invierno.

[Oración que acostumbraba a decir diariamente el Siervo de Dios, Abad Francisco Pfanner, Fundador de Mariannhill]

DECIMOCUARTA ESTACIÓN: JESÚS ES SEPULTADO [Mt. 27,59-61]

7 [383]

Vosotros, Santos de Dios,por los méritos de la Preciosísima Sangre de Cristo,obtenedme la gracia de que pueda:

Hacer siempre la voluntad de Dios.Estar siempre unido a Dios.No pensar en otras cosas sino en Dios.Hacer todas las cosas solamente por Dios.Buscar en todas las cosas en el honor y la gloria de Dios.Entender perfectamente mi propia nada.Conocer más y mejor la voluntad de Dios.Mantener el recogimiento en Dios.

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“Ha pasado ya el escándalo del Viernes Santo,la agonía del huerto,

el derramamiento de la sangre en la flagelacióny en la coronación de espinas,

la terrible crucifixión.Ahora empieza su triunfo,prenda y arras del nuestro”.

Abad Francisco