capitulo ii - universidad nacional de...

82
- 3' - mal gusto desde el punto de vista artístico; de modo que fundiendo la sencillez de ésta con el buen gusto de Capri- chos, resultaría una obra de mejor complexión literaria. Esperemos. CAPITULO II Novela histórica Bien conocida es la personalidad literaria del Dr. Fe- lipe Pérez, cultivador de la novela histórica. Como esta- dista, como dialéctico, corito sostenedor de los principios de su partido, como gobernante del Estado Soberano de Boyacá por los años de 1871, y principalmente como pe- riodista en las columnas de El Relator, fundado por él; en todos los campos dejó huellas marcadas de su talento; y en medio de los azares de la vida pública, tiempo le que- dó para cultivar las bellas letras, dejando obras de ver- dadero mérito literario. Las novelas históricas de Felipe Pérez merecen, pues, lugar saliente en la producción nacional. Enamorado de Ja historia de los países suramericanos, ha trazado hermosos cuadros de las grandes épocas por que pasaron esos pue- blos hasta su emancipación; en él predomina la parte his- tórica, aunque adulterada como ahora veremos, sobre la novelesca, y sólo se sirve de ésta para dar colorido y ani- mación á los acontecimientos que de otro modo se presen- tarían fríos y desapacibles. En Los Gigantes abarca el gran cuadro histórico que precedió álaIndependencia de Colombia Venezuela; estu- dia el estado en que se hallaban las colonias, y no concede que la Madre Patria les hubiera hecho beneficio alguno; dice que en cambio del oro, de la dignidad, de la belleza indígena, sólo les dio "la abyección por patriotismo, el lá- tigo por gobierno." Semejante juicio es evidentemente fal- so, pues seria desconocer los bienes que España dio á sus

Upload: others

Post on 11-Feb-2020

0 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 3' -

mal gusto desde el punto de vista artístico; de modo quefundiendo la sencillez de ésta con el buen gusto de Capri-chos, resultaría una obra de mejor complexión literaria.Esperemos.

CAPITULO IINovela histórica

Bien conocida es la personalidad literaria del Dr. Fe-lipe Pérez, cultivador de la novela histórica. Como esta-dista, como dialéctico, corito sostenedor de los principiosde su partido, como gobernante del Estado Soberano deBoyacá por los años de 1871, y principalmente como pe-riodista en las columnas de El Relator, fundado por él;en todos los campos dejó huellas marcadas de su talento;y en medio de los azares de la vida pública, tiempo le que-dó para cultivar las bellas letras, dejando obras de ver-dadero mérito literario.

Las novelas históricas de Felipe Pérez merecen, pues,lugar saliente en la producción nacional. Enamorado de Jahistoria de los países suramericanos, ha trazado hermososcuadros de las grandes épocas por que pasaron esos pue-blos hasta su emancipación; en él predomina la parte his-tórica, aunque adulterada como ahora veremos, sobre lanovelesca, y sólo se sirve de ésta para dar colorido y ani-mación á los acontecimientos que de otro modo se presen-tarían fríos y desapacibles.

En Los Gigantes abarca el gran cuadro histórico queprecedió álaIndependencia de Colombia Venezuela; estu-dia el estado en que se hallaban las colonias, y no concedeque la Madre Patria les hubiera hecho beneficio alguno;dice que en cambio del oro, de la dignidad, de la bellezaindígena, sólo les dio "la abyección por patriotismo, el lá-tigo por gobierno." Semejante juicio es evidentemente fal-so, pues seria desconocer los bienes que España dio á sus

Page 2: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 32 -

colonias, que, aunque se redujeran Lodos ellos 4 la predi-cación del Evangelio y consiguiente implanlación de laReligión Católica, tan hondamente arraiga Ja entre nos-otros, y á habernos legado como nativa la lengua de Cas-tilla, sólo esto bastaría para compensar en cierto modo eldespotismo usado en la Conquista y en los primeros tiem-pos coloniales. Indispensable se hace reconocer que Españase preocupó por sus colonias, introduciendo en ellas mejoraspara su adelanto, y prueba le esto, para no citar más, esel Gobierno del Sr. Ezpeleta, 4 quien el país es deudor debuena parte de nuestro progreso actual, y cuya administra-ción es y será siemnpra brillante timbre de gloria pata elGobierno que nos lo envió.

Como se ve, pues, el Sr, Pérez se sitúa, para esr.ribir laparte histórica razonada de su novela, desde un punto devista harto distinto de aquel por el cual deben conside-rarse justa é imparcialmente los asuntos de la civilizaciónespañola en sus colonias de América, y consiguiente eman-cipación de las mismas. Porque prescindiendo de la Reli-gión y de la Lengua, necesario es convenir en que Españanos legó una civilización conforme con las circunstanciasde entonces. Si paseamos la vista por el vasto territorio dela República, refiriéndonos únie.amente á nuestro suelo, pordoquiera encontramos la mano de España sacando del os-curantismo y la barbarie indígenas el dilatado territoriode la América. Y la civilización material que la Madre Pa-tria nos legara, aún permanece en pie para atestiguarlo.

¿En dónde están los pueblos fundados en nuestros tiem-pos de vida republicana? ¿ Dónde las iglesias, los conven-tos, los colegios, los puentes y calzadas? Doloroso es de-cirlo: algo se ha hecho, porque la vida estacionaria es másde retroceso que de adelanto, pero es poco cuando se lecompara con lo otro. Todas estas obras de civilización mate-rial, causa ocasional ¿ instrumento indispensable del des-arrollo intelectual y de la moralización de las costumbres,hablan con elocuencia muda de la raza conquistadora quepasó por aquí dejando señalada huella de su interés por

Page 3: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 33 -

la raza conquistada; y (amhiéri, precisa confesarlo, otrahuella de sangre, de crímenes y de exterminio, pero queno alcanzan 4 suprimir por completo la obra benéfica deEspaña. Y todas esas obras que han resistido 4 la manodestructora Jet tiempo com testigos ' Le la grandeza es-pañola en aquellos siglos (fe su ilimitado poderlo, sonapenas una parte de 103 bdneficios recibidos. ¿ Qué de-cir d' la célebre Expedición botánica que, encabezada porun sacerdote español, abrió vastos horizontes 4 Ja cienciay produjo después falange casi incontable de sabios de quehoy nos orgullecernos? ¿Qué de los trabajos apostólicosde los Jesuítas, 4 cuyos titánicos esfuerzos se debe en rna-•cha parte el irnplantamiento de la religión católica y la re-ducción de los salvajes 4 una vida más civilizada? ¿Quédecir de laintroducci'Sn de la imprenta, que facilitó la cir-culación de las ideas y abrió nuevas fuentes 4 la educaciónde los naturales? ¿ Qué de la propagación de la vacuna,que aminoró el señorío de la muerte?

En segundo lugar, parece que el autor de Los Gz-jantesha pretendido demostrar que la guerra de Independenciafue llevada 4 cabo por los indígenas, con el único fin devindicar sus derechos, gravemente lesionados por la tiraníatspaftola; sin acordarse que los indios fueron siempre par-tidarios incondicionales de la causa del Rey, y que la gue-rra fue hecha en su mayor parte por los blancos, cuyo des-arrollo intelectual había llegado 4 su madurez, teniendo porcausa eficiente, no el tan cacareado oscurantismo de Españapara con nosotros, sino la civilización introducida lenta-mente por ella. Harto convencidos estamos de que la teo-ría de la generación espontánea no se cumple ni en el ordenfísico ni en ningún otro. Por eso es imposible, desde lodopunto de vista, que por espontánea manifestación resulta-ran aquí hombres de tan avanzaias ideas políticas, de tan-to valer en las ciencias y en las artes, capaces de llevarácabo la Magna Guerra, listos 4 derramar su sangre en elaltar de una patria naciente. Y d hecho mismo de quenuestros antepasados nos co 'iq iist aran, in,diau te 'acrifi-

3

Page 4: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 34 -

ojos cruentos, la libertad aptecila, es, si se quiere, unaprueba palmaria de que España había traí 'io á sus eolo-ojas una civilización para aquellos tiempos fructuosa. Masesto no justifica en manera alguna los desmanes é injusti-cias de muchos mandatarios espuñoles, quienes, valiéndosede la distancia que los separaba del Soberano, y abusandode la exigua parte de autor¡ la , por el Rey á ellos conferi-da, quisieron hacerse duerlos y señores de estos territoriosy cometieron los más espantosos crímenes.

Ahora, no obstante todns los adelantos efectuados en lascolonias, la Independencia se justifica plenamente á losojos de la religión, de la moral y del derecho, atendidaslas múltiples y juiciosas razones que en pro de este asuntose han presentado. Y para no alargarnos demasiado, refe-rimos al lector interesado en estas materias al bien pensa-do articulo que bajo el título de La ernanctiacidn deAmérica ante la moral cato/ira, publicó en el número 26de la Revista del Colegio Alago;' de Nuestra Señora delRosario, el Dr. Rafael María Carrasquilla.

Así pues, el libro del Sr. Pérez es más histórico quenovelesco, pero la historia está allí falseada casi en su tota-lidad,dadas las ideas que sobre el particular predominabanentonces, cuando se luería justiflcar la Independencia úni-camente por los desmanes y atropellos cometidos por lospeninsulares, sin pensar que el desenvolvimiento de lavida colonial, el lamentable estado político de la monar-quía al alborear el siglo XIX, dieron margen é que los súb-ditos de aquende tos mares lanzaran el grito de guerraapoyados en sus legítimos derechos.

Y en cuanto á los personajes históricos, el Sr. Pérez sedeja llevar 4 veces por su rica y poderosa fantasía, & vecespor su aversión á España, hasta el punto de desligurarlos.Tal acontece, por ejemplo, con el de la Virreina á quien,sin dejar de reconocerle talento y habilidad política com-parada con su marido, el mediano Virrey Amar y Borbón,la presenta asaz ambiciosa y cegada por la sed de oro hastael extremo. Y para desarrollar la parte novelesca, siempre

Page 5: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 35 -

en relación con el tópico principal de la obra, el Sr. Pérezintroduce personajes, mitad reales ) mitad simbólicos, queviviendo en un mundo fantástico, parece que contribuyen ádirigir la máquina de los sucesos. Estos simbolismos no sonhoy de recibo en la novela histórica, la cual, sin abandonarel colorido que tanto interés produce, busca siempre porguía la más absoluta certeza en hechos y personas. Contodo, el Sr. Pérez tiene personajes históricos muy bien ca-racterizados y muy llenos de verdad.

Otro de los aspectos por que puede admirarse la novelaM Sr. Pérez, es por el de las descripciones, en las cuales suimaginación hallaba siempre dónde espaciarse. La natura-leza virgen de aquellos primeros tiempos y en aquellas re-giones asiento de un mundo salvaje, las costumbres de losindios guahibos y las de otras tribus, la cacería de caima-nes y de otros animales feroces, la descripción de los vesti-dos de los naturales, etc., hace suponer en el Sr. Pérez unaextensa erudición en cuestiones indígenas, pues tan perfec-tamente d escribe y tales detalles curiosos introduce, queaquello sólo es accesible mediante largo y concienzudo es-tudio. Para el curioso, amigo de rastrear las costumbres delos indios de nuestras selvas bravías, el libro del Sr. Pérezes fuente de investigación, pues analiza, describe, pinta lanaturaleza en toda su pompa primitiva; y con ese espíritusutil que lo distingue, nos da é conocer muchas peculiari-dades de la vida indígena, que en un libro de historia seharían fatigosas ti la par que inútiles. Otra de las cosas quedescribe, y con bastante propiedad, es la vida física é his^tórica de los Llanos, siempre abiertos para el ojo observadoré inteligente; el Sr. Pérez, al hablar del desarrollo civiliza-dor de esas regiones, era naturalque hablase, como en efec-to habla, de los Je suítas, ti quienes con justicia ensalza, porhaber sido ellos 1 os únicos que lograron hacer allí algo du-radero en medio de mortales peligros. Estaban ayudadospor Dios, y su Dorado era la propagación evangélica.

Sin ser esta parte la más amena del libro, porque las.series de enumeraciones y descripciones alejan del centro

Page 6: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- -

primordial, fuerza es reconocer que el Sr. Pérez ha exhibidoen algunas partes una de las ventajas de la novela histórica,y es enseñar interesando á cada paso, ya por el lenguajecorrecto, ya por la viveza de algunos cuadros corno aquelen que se narran los acontecimientos del 20 de Julio, endonde el entusiasmo y fluidez del diálogo despiertan inte-rés creciente como si el lector los presenciara de nuevo.

Las otras obras histórico-novelescas de este autor nointeresan mucho por el asunto, tomado de las cosas delPerú: abarca en cuatro novelas la civilización de los Incas,desde la puramente indiana hasta la época en que, mezcla-dos naturales y europeos, fue resultante de otra civiliza-ción. Las cuatro novelas son: Haayna Capac, Atahualpa,

Los Pizarros y Gama.El Sr. Pérez ha personificado en Haayna Capac, la pri-

mera faz de esa civilización. Esta es una novela breve yque debió costar 4 su autor mucha labor, porque le fue ne-cesario consultar el idioma, la estructura de la sociedad,costumbres y monumentos antiguos y empaparse en la crí-tica juiciosa del célebre Preseott. En esa erudición, en eseperuanismo, estriba el valor de la obra, pues trátase allí dedar 4 conocer lo que había antes de la invasión española,y de ver lo que sobre ese mundo indígena edificaron en elsiglo XVI los conquistadores.

En Atahualpa se pintan las divisiones y disensiones dede un Imperio que, 4 no haber sido por ese dualismo gu-bernamental que siempre enflaquece y debilita, no hubierapodido ser fácilmente sojuzgado por los castellanos para lamonarquía española; el interés crece cuando se observaaquel vasto y rico territorio de los Incas que en medio desus luchas intestinas no alcanzaba 4 vislumbrar la tempes-tad que, partiendo de las costas del mar de Balboa, se iba4 descargar furiosa sobre él. La hora de la caída de tantopoderío habla sonado lúgubremente y se iba 4 perder unanacionalidad al golpe de las espadas toledanas.

En Los Pisarros, continuación de Atahualpa, aparecerevuelta aquella sociedad indígena que bajo Huayna Gapac

Page 7: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 37 -

habíamos visto tranquila y floreciente. Tomando por pun-to de partida la expedición de Pizarro y Almagro, lenta-mente el Sr. Pérez nos va llevando sobre el Pacífico 4 losdominios del Perú, donde por desgracia se cometieron crí-menes espantosos que la historia se ha apresurado á repro-bar. Allí vemos aquella época de descubrimientos en que4 trueque del oro y los honores, no se tenía en nada la vi-da; la elocuencia del clérigo Luque, más puesta al serviciode su codicia inmoderada que 4 la religión 4 que pertene-cía; Ja anarquía que bien pronto invadió el Perú, ya enmanos de los españoles; los asesinatos, las guerras bande-rizas. La anarquía va cediendo terreno, y Pedro de la Gas-ca logra cimentar el régimen de la Corona y volver las co-sas 4 un estado mejor. En medio de tantas peripecias comoabatieron aquella tierra, asiento de una civilización adelan-tada, se puede apreciar el valor indomable de jefes y solda-dos, y los Pizarros con su largo cortejo de grandeza y pe-queñez, siempre representarán para España,junto con elcélebre conquistador de Méjico, gran parte de sus magnashazañas en aquella época en que los nombres dedos de sushijos se unieron á los de los más renombrados conquista-dores de la-humanidad.

Esta novela Los Pizarras está dividida en tres partes,la primera de las cuales comprende desde las negociacioneshechas en Panam4 para la expedición, y primeros resulta-dos de ésta. Allí se pinta muy bien aquella ¿poca de losdescubrimientos y conquistas y da ocasión al autor parahablar del espíritu guerrero y aventurero de los españoles.

La segunda parte trata de la vuelta de Pizarro 4 la Pe-nínsula con el fin de capitular 4 derechas con el Soberanola definitivao del Perú; peroni el oro recogidoenla expedición, ni la fama del futuro Marqués fueron sufi-cientes 4 impedir que 4 su llegada A España sus émulos lolanzaran 4 la cárcel por antiguas deudas. Y con todo, elespíritu fuerte de Pizarro no decayó, antes bien, se templómejor en la adversidad, basta que A la postre pudo en To-ledo capitular con el Emperador Carlos Y, adquiriendo

Page 8: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 38 -

para sí títulos y honores. Todas estas nigiciaciones danpie al Sr. Pérez para pintor un poco la Corte española deentonces con sus intrigas y pequefieces; pero por encimaestá la mano fuerte de Carlos V,que hasta los últimos mo-mentos de su poderío terrenal supo dar lustre á los reinosque le legaron susmayores.

Allí aparecen en escena Hernando y Qonzalo Pizarro,pobres expósitos, como su hermano Francisco: la famadel Perú los hace enganchar en la expedickn y darse á lavela en los buques que el magnánimo Cortés regalaba áPizarro para la prosecución de sus conquistas, salvándoloasí de las calamitosas circunstancias en que éste estaba en-vuelto, debido al despilfarro que había tenido que hacer enla Corte antes de que se le concediera la audiencia del So-berano.

En la tercera parte hay más novela que en las dos an-teriores. Los amores de Pizarro con F'lorazul, la fuga deésta en manos de AIf, el domador que la engaña, la bata-lla de Puná, la lucha del griego Candia para arrancar áFlorazul de las garras de su robador y devolverla á Piza-rro, el sacrificio de Chalcuchima, cte., son cuadros noveles.cos y á ratos puramente fantásticos.

Al tratar de la reconquista del país por los naturales,tiene la historia del Sr. Pérez bríos románticos y pinto-rescos. Allí no se sabe qué admirar más: si la intrepidezestoica de los españoles, 6 la resistencia de los peruanospara defender su imperio, que se desmoronaba para (ro-carse en colonia española. Juan, Gonzalo, Hernando, ver-daderos héroes en aquella guerra magna; Hualpa, Manco,los adalides que luchan hasta la muerte, envueltos en eljirón de sus banderas. En esta parte el estilo es animadí-simo: se siente correr la sangre, el silbar de las flechas en-venenadas, el rápido galope de la caballería española, elhálito poderoso de la muerte que se adueña de la metró-poli peruana. El levantamiento había sido general. Deaquellos varones ilustres, súbditos de Carlos Y, parecíaque nada iba á quedar. La ambicióit de gloria, de mando

Page 9: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

y de riqueza, y principalmente la venganza, produjeron el26 de Junio de 151, día nefasto en aquellos dilatados im-perios, efecto de crímenes anteriores y productor de losque después se presenciaron El señor Pérez hace algunasjuiciosas consideraciones acerca de los conquistadores delPerú, quienes de humille linaje que eran, merced á su va-lor se levantaron á tan excelsa cumbre, pero á quienes per-dió así znism >su poder casi ilimitado. Espacia demoró bastan-te en colocar los nonbres & estos valerosos en el catálogode los grandes, y por eso dice el señor Pérez con mucharazón: "España siempre se ha distinguido por la justicia-tardía que ha hecho á sus grandes hombres" El ejemplode Colón bastaría á justificar esta aserción.

Gibna 6 continuación de los Pizarro, es para muchosla personificación del Perú, medio sojuzgado, medio cris-tiano, al cual no le queda ya sino una alternativa: 6 do-blar la cerviz ante ci yugo de los conquistadores, 6 sucum-bir derramando su sangre. Los Incas, al morir, represen-tan la majestad (le aquel imperio; sus súbditos, doblandola cabeza, nos indican la supremacía de la fuerza sobre el -derecho.

Los personajes de estas obras—si se exceptúan algu-nos—son históricos, verdaderos los más de los sucesosprincipales; el color de la época, cosa imporLantísiina eneste gétiero pseulo-histórico, las costumbres indígenas, lareligión, sus tradiciones, la naturaleza andina con toda supom?a y majestad salvajes, todo está descrito con interésy entusiasmo y siempre en un lenguaje florido, fácil y ele-gan(e. La naturalidad del diálogo, rápido y animado, eldesembarazo de la narración y la unidad de concepción,son cosas que van en progreso desde Huagna Capac has-ta GUata.

No quereans terminar sin transcribir á la letra las pa-labras de un escritor ilustre (1 ), quien después de elo-giar la labor literaria del Sr, Pérez, agrega: "No tienen,

1 ) Manuel Ancizar.

Page 10: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 40 -

pues, defectos sus obras? Tanto así no hemos querido de-cir, ni podría decirse (le escritor alguno. Escribir obras deamena literatura en un país en que todavía son escasísi-mos los consunos intelectuales y, por tanto, muy mezqui-no, si alguna, la remuneración le ese trabaje, es tarea tanmeritoria, tan desinteresadamente patriótica, que no dejaJugar para una crítica severa. ¿Cuántos defectos proven-drán del desatiento y no de la incompetencia del escritor?Que brille el ingenio en una obra, el espirito creador, ca-paz de ejecutar grandes cosas, como incontestablementebrilla en las producciones literarias del Sr. Pérez, y esobasta para tener perfecto derecho á ser elogiado y alen-tado."

Estas obras del Sr. Pérez son poco conocidas entre nos-otros; quizá se deba esto á que versan sobre asuntos quemuy poco nos interesan; á buen seguro que si el señor Pé-rez hubiera escrito juiciosamente sus novelas históricas,tomando por cuadro nuestra vida nacional en sus diferen-tes épocas, cosa que no hubiera sido para él difícil, tendría-mos hoy, á no dudarlo, obras completas sobre el particulary que tojo el mundo leerla con marcado deleite.

II

Al proseguir enumerando las novelas históricas inés.salientes que tenemos, tiempo es ya de citar, en el puesto»que se merece, á D. José Caicedo Rojas, autor de Don Al-varo (Cuadros novelescos é Izistdricos del siglo XVI), queapareció en varios números de la ya extinta Revista de

Bogotá.Educado en el Colegio del Rosario, el Sr. Caicedo Ro-

jas empezó su laboriosa carrera de literato en algunos pe-riódicos de la capital, allá por los años de i84o; escribiópara el teatro algunas piezas dramáticas, que subieron á laescena con grande éxito, al temporibus ¡lEs; y más tardecolaboré asiduamente en notables publicaciones bogotanas,

Page 11: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 4 -

tales como La Caridad, La Revista de Bogotá, El Reper-torio Colombiano, etc. Así mismo fue gran patrocinadorde las letras patrias, y bajo su dirección vieron la luz poe-sías y obras en prosa de autores nacionales.

Resucitar una época ya medio muerta en el entendi-miento de los actuales habitantes, poder presentar un cua-dro de la vida colonial, de la cual la historia nos refiereapenas las cosas más importantes, interpretar las crónicasantiguas dormidas en el polvo de los archivos, y lograr in-teresar todavía á lectores separados de la escena por largoespacio de tiempo, son cosas que requieren no poco talentoy erudición. Hé ahí la tarea del Sr. Caicedo Rojas en susimpática novela, que ha venido á ser una curiosidad bi-bliográfica.

A la verdad, poco es el interés que de suyo puedenofrecer aquellos tiempos del siglo XVI, en que apenas San-tafé salta de las manos de sus fundadores, en que el radiode la ciudad era muy reducido y poco numerosos sus mo-radores,y en que el respeto de los colonos á la autoridadreal era quizá mayor que el que hoy se ve en muchas mo-narquías. Para los naturales de las colonias no había en

aquella centuria estímulos que los levantaran al nivel delos españoles peninsulares; el progreso material empezabaescasamente á iniciarse en Santafá y otros puntos del país,y si las ciudades aumentaban, era menos por el gusto dehermosearlas que por la necesidad de los inmigrantes quesMiaban encontrar en todas partes de América imperiostan ricos como el Perú. Nuestra capital misma apenas haprogresado en lo material desde hace corto tiempo, relati-vamente; y en cuanto á otras ciudades de menor impor-tancia, puede decirse que se han quedado casi como las de-jaron los fundadores españoles.

Las escenas histórico-novelescas narradas en Don Al-varo se realizan en Santafé, y á ellas sirve de introducciónel trágico episodio de Gilma y Tilmaquín, que interpretadopor los vaticinadores de entonces, significaba la próximainvasión del reino por gente extranjera.

Page 12: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 42 -

El mismo Sr. Ciicedo dice en alguna parte de su libro:"Esta no es ant novela propiamente dicha, ni el enredo 6trama que pudieran darle tal carácter es aquí lo principal:son simplemente cuadros simples de antiguas costumbresy tradiciones nacionales, á las que sirve corno de argamasay liga para unirlos, la historia de los cuasi mudos amoresde dos buenos mozos y buenos corazones, verdaderas al-

mas de Dios." Como tal, pues, hay que considerar estaobra, notando sí que el sezior Caicedo sapo fundir muybien los dos elementos que para muchos son escolio insu-perable. Por ambos lados sabe interesarnos, y aunque latrama de los amores de O. Alvaro y Constanza se encuen-tra muchas veces ea novelas y dramas, está, sin embargo,presentada con buen gusto y naturalidal. Constanza, unade las hijas de O. Pedro de lJrrego, mercader español re-sidente en Santafé, se enamora en silencio de D. Alvaro,apuesto y valiente caballero como lo eran casi todos lo;españoles de posición que entonces pisaban el Nuevo Mun-do; esos amores, nacidos á la salida de la iglesia, se vandesarrollando poco á poco á despecho de O. Pedro, que,calculista siempre, quiere casar isa hija con D. Jerónimode Oviedo, viejo rico, pero que no logra despertar cii Cons-tanza un soplo de cariño hacia él. D. Alvaro, después dealgún ligero altercado con D. Pedro, á causa de que aquélseguía de cerca á la familia de éste, se ausenta del Reino,y contra lo creído, se presenta de nuevo en el momento enque se verifican unas justas y torneos en la plaza pública;se hace anunciar como caballero, lucha, vence 4 sus anta-gonistas y recibe el premio de manos de Constanza, quienhabía esperado verlo en la entrada del Presidente Gonzá-lez, pero en vano. Era necesario que ahondase más en sucorazón la pasión amorosa que la consumía, preciso eraque el amor echase más profundas raíces en el corazón dela hija del mercader español. El instante llega contra todaesperanza: los viejos y silenciosos amantes se reconocende nuevo.... Después, una noche de luna indecisa, en queD. Pedro había salido al campo, sus bijas, llevadas por la

Page 13: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 43 -

curiosidad, estaban á la ventana en acecho de lo que pu-diera ser el fantasma de la mala herrada, cuando, 1ohsorpresa para aquellos tiempos! ven á EL Alvaro en ella.Un diálogo tenido con un fraile hace detener al valienteespañol frente á la ventana de la casa de D.. Pedro; de re-pente aparece éste 4 caballo, y creyendo que el apuestomozo, aprovechándose de su ausencia, quería deshonrarsu casa, lo reta allí mismo á singular combate; yen me-nos de nada, y contra las protestas de inocencia, caeAlvaro herido en un costado. Lo introducen á casa delmatador, sin saberlo Constanza, á quien un accidente haprivado del conocimiento. Allí, tras algunos días en que elcirujano no daba esperanzas de vida para D. Alvaro, éstelogra verse con el objeto de su amor. Hay unn escena vi-vísima de juramentos y prarnesas mutuas al borde del se-pulcro; Constanza declara firmemente so amor, jura nopertenecer jamás á otro hombre, y él la entrega, como lazode unión conyugal, una joya preciosa que había pertene-cido nada menos que á la Reina Isabel de Inglaterra. ¡ YD. Alvaro expira¡ D. Pedro es condenado á corta prisióny desterrado del Reino: prueba clara de la inflexibilidadde la justicia de entonces. Constanza acaba sus días en-trando de monja al convento de La Concepción. Figura enesta parte novelesca una linda guacamaya que, lanzando decuándo en cuándo unas palabras vaticinadoras del dolor,hace recordar el ave negra de Mar/a.

Mas si este libro no vale tanto por la parte novelesca,no obstante lo galano de la forma y el brío con que estudialos caracteres de los personajes que en él actúa., tiene noescaso mérito basado en el color de la época, en el ¡nodo depresentar los acontecimientos; allí están las fiestas religio-sas, las diversiones públicas y privadas de una ciudad na-ciente, las comidas, los trajes, la recepción de los gober-nantes, las cacerías, las excursiones veraniegas, junto concuriosos datos verdaderamente históricos. Pasando los epi-sodios que refiere el Sr. Caicedo cuando estaba para llegarD. Antonio González, nombrado Presidente del Nuevo Rei-

Page 14: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 44 -

no, y de quien dice el Sr. Caicedo: "fue uno de los mejoresque tuvo ci Reino, por su ilustración, su amor al país, y sugenio suave y accesible," se le prcsenta coyuntura parapintar la vida de entonces en diversos puntos del país, des-cripciones que hacen renacer en la memoria la Santafé deaquellos tiempos venturosas en que el pacido colonial respe-taba á sus gobernantes corno si fiera el Rey en persona quienlos mandase. Oigase lo que dice CI Sr. Caicedo al hablardel recibimiento de D. Antonio González: "El aspecto dela ciudad había cambiado enteramente; sus habitantes, deordinario tranquilos y flemáticos, habían tomado un airede actividad y ocupación desitsa las; por todas partes seveían acarrear maderas, lonas y canastos, á las gentes cru-zar apresuradas por las calles al par de los caballos y ar-

neses; los sastres, talabarteros, batihojas, zapateros, albéi-tares, carpinteros y peluqueros, aunque en corto númerotodavía en la ciudad, todos tenían ocupación abundante yandaban afanados buscando lo que necesitaban para susobras y solicitando oficiales. Al silencio habitual había su-cedido la animación y movimiento, y todos los semblantesexpresaban una misma emoción y tina misma esperanzaque rayaba ya en pueril."

Entre los episodios de Don Alvaro, hay uno digno deencomio y en que d autor sigue á Walter Scott, si biené mucha distancia del novelista inglés. Ese episodio esel que se refiere á las justas habidas en Santafé, con oca-sión de la llegada del Sr. González, y como la mejor señalde regocijo y 'nuestra le adhe-sión y respeto á la Coronapor los grandes acontecimientos que entonces tenían lugaren la Península. Fácilmente se recuerda el célebre J'ourn-

menE de Scott en Yoanitoe, y que es en esta obra inmortaluno de los mejores capítulos. Con tojo, la diferencia esgrandísima entre uno y otro: no solamente en el lenguajey viveza de estilo, sino debido á que esos torneos en laGran Bretaña tendrían más aparato del que pudieran teneren una incipiente colonia.

Page 15: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 45 -

El caballero dçsconocido, vencedor de Fonte y de Gar-cía Zorro, bien se adivina que es D. Alvaro, diestro en ma-terias de equitación y valiente en todos ¿os momentos de suvida; y el cuadro que presenta el vencedor, al recibir demanos de Constanza los galardones del triunfo, en mediede la sensación producida por el desmayo del viejo Capitán,es digna de las edades caballerescas y en él encaja muybien la súbita emoción de la silenciosa muchacha al encon-trarse frente á frente con el duefio de su corazón. El lectorse siente despistado con aquella repentina aparición delcaballero (explicada más adelante), cuya apuesta figura sepatentiza al dar cuenta el autor de su entrada en la lid,con las siguientes palabras: "El sol dorabd ya apenas consus lánguidos rayos la torre de ¡a Catedral, y pronto ven-dría la noche á dar fin á aquel sabroso entretenimiento ysolaz, cuándo el heraldo que estaba de facción en la puertadel norte, anunció con su trompeta que se presentaba unnuevo caballero, en demanda de entrada á la plaza. Unsordo murmullo, y el tropel de la gente que se agolpaba enaquel punto, hicieron suspender por un momento toda otraatención, y allí dirigieron sus curiosas miradas todos losespectadores, que no aguardaban esta nueva y sorprenden-te escena."

A más de este episodio, hay otros cuadros dignos deatención por la manera gráfica y atractiva con que estánpresentados. Dígalo, si nó, la comida en casa de D. Pedrode Urrego, donde uno conoce perfectamente cómo era en-tonces el arte de cocina, los cumplidos de la sociedad en uncaso como éste, y las trazas de que se valió el astuto padrepara ver de colocar á su hija Constanza con D. Jerónimode Oviedo. Estos cuadros, en lo general, son muy anima-dos, las personas de los comensales muy bien dibujadas ytodo salpicado de cierto delicado gracejo que hace aso-mar la risa á los labios. D. José Manuel Marroquín hadicho del Sr. Caicedo Rojas: "Si se me pregunta cuálesson las dotes que más admiro entre las que hacen que elSr. Caicedo se distinga, diré que, á mi juiéio, son el buen

Page 16: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

— 46 —

gusto y la delicaleza." Por eso la novela histórica ¿le esteautor, junto con sus demás obras, figurarán siempre conhonra en el ya extenso católogo de las producciones nacio-nales.

111

Perteneciente á la generación romántica de mediadosdel siglo XIX, es D. José María Samper, á quien debemosnombrar por sus trabajos en el campo de la novela. Hadejado puesto culminante en el país por sus brillantes ' j o-tes de estadista; y por su acendrado patriotismo, por suespíritu recto, por la nobleza de su carácter, por su fideli-dad á sus amigos personales, ha quedado como ejemplo en-tre sus conciudadanos.

Quizá le haya perjudicado un tanto para su fama pos-terior el hecho de que paseó su talento catbltiforine y su ri-ca imaginación por todos tos campos de la ciencia, de lapolítica, de la literatura, de la poesía, del periodismo ensns diversas faces, etc. Es, pues, un verdadero polígrafo ennuestra literatura.

Sus obras revelan al escritor vigoroso, al hombre con-vencido de sus ideales. En Samper hubo constante evolu-ción de ideas religiosas y políticas, siempre de buena fe,siempre hacia la verdad y el bien.

Nos dejó varias novelas de escenas de la vida colombia-na, tales como Florencio Conde, El Poeta Soldado, la quelleva por nombre Escenas de la ¿'ida neogranadina, y otras.Pero de todas ellas, la que más se nombra, la que mayorcuriosidad ha despertado y probablemente la que se lee conmayor agrado, es Alar/1n Fldrez, obra escrita en la pleni-tud de su vida, cuando su talento é imaginación habíanllegado á su desarrollo. Con esta novela el Sr. Samper secoloca en buen puesto entre los prosadores colombianos.

Es el libro que nos ocupa una narración, como e mis-mo Dr. Samper lo anuncia, de la historia, un tanto román-tica, de un joven desgraciado á quien el autor encuentra

Page 17: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

47 -

por casualidad en una población de nuestras tierras temOpiadas, y con el cual traba amistad del modo más sencilloy natural, pites "en nuestro país la cortesía es general yespontánea ; se pasa luégo con mucha facilidad de la cor-tesla á la conversación franca y fácil, entre gentes que nose conocen, y de la conversación franca á la amistad no haymás que un paso," dice el Sr. Samper en el primer capítu-lo de su novela.

La historia del joven Martín Flórez es bastante senti-mental, y-en síntesis queda reducida á lo siguiente:

Martín, hijo de un veterano de la independencia, vieneá educarse en Bogotá bajo la dirección de D. Marcos Pla-ta, hombre sano y caritativo; á poco Martín, con aquel en-tusiasmo propio de la inexperta juventud y más hijo delsentimiento que de la reflexión, se enamora de Dolores, áquien conoció ea el cementerio de la ciudad. La familiade la muchacha, por uno de esos trances tan frecuentes enla sociedad, se arruina, y Martín, para poder unirá ella susuerte, emprende un largo y penoso viaje al Tólima en bus-ca de fortuna. En su ausencia, la veleidad de Dolores lalleva á casarse con Villa, antiguo rival de Martín, tipo delmozo ignorante que con el dinero cree alcanzarlo todo.En el momento en que Martín llega á la Sabana, preveni-do por su amigo Aurelio de lo que estaba sucediendo, ha-ha que su antigua prometida se ha casado ya, y viene en-tonces la desesperación ante la esperanza tan vilmenteburlada. El herido mancebo resuelve vengarsede esta trai-ción y penetra en la casa de campo de los desposados,aprovechando la ausencia de Villa. Hay allí en aquéllamansión solitaria tina escena verdaderamente romántica,descrita con calor y fuego, y cuyo desenlace, que iba sien-do funesto, fue milagrosamente fi-ustrado. Huye entoncesMartín á Bogotá; resuelve hacerse fraile; profesa, ycuan-do va á ejercer, lleno de unción, el sacramento de la peni-tencia, la primera alma que á sus pies se arrodilla para im-plorar el perdón de lo alto, es Dolores! El confesor la re-cçnoce, la penitente reconoce á Martín á través del cambio

Page 18: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 48 -

operado en sus facciones y vestido, ¿ Qué hacer ante tandesesperante realidad? ITuír lejos. Entonces busca el jo-ven penitente la inmensidad del Llano, y se entrega á lalaboriosa tarea del misionero, labor en la cual cosecha abun-dantes frutos gracias 4 su celo y caridad. Después de unaño de ardorosas luchas con la naturaleza, el joven fraileregresa 4 Bogotá 4 presenciar la muerte del Prior de suConvento. Intenta volver al Meta, pero sabe que su ausen-cia de aquellas soledades fue causa de que tos salvajes lodestruyeran Lodo. Aparece entonces la guerra del año x86o,y tiene lugar el formidable sitio deSan Agustín, donde tan-to se distinguieron los sitiados y donde pereció la flor ynata de un partido en defensa de sus principios políticos.

Allí estaba el Padre José, como se llamaba Martín Fló-rez. Al terminarse el sitio, un defensor del convento caeherido de muerte; el Padre José corre 4 auxiliarlo, y ¡ohsorpresa! se encuentra cara 4 cara con el esposo de su an-tigua novia: Villa. Lo absuelve, lo perdona, y cuando alsiguiente día viene Dolores en busca de su marido, Martínle muestra el demacrado rostro de Villa hecho cadáver.

—i Gran Dios! ¡Qué aparición! exclamó aquella her-mosa mujer al reparar en las facciones y oír el acento deMartín.-¡Silencio, señora! repuso el fraile. ¡Vuestro esposo

ha muerto ea mis brazos, absuelto y perdonado por milLa infeliz señora cayó de rodillas delante del cadáver,

y el fraile se alejó de aquel lagar de duelo, enjugándoseuna lágrima y diciendo:

"j Pobre Dolores 1'Quince días después Martín vivía en la hacienda de EL

Marcos, cerca de Funza, encargado de la educación de loshijos de su benefactor. ¿ Y Dolores ?.... pobre Dolores..., es-taba loca.

Tales son las últimas palabras de Martin Fidrez, nove-la 4 la que su autor ha querido dar un carácter históricoy cuyos personajes, una de las cosas á que se da mayorimportancia en el modo de novelar actual, están bien deli-

Page 19: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

neados, sobre todo el del protagonista—Martín,—quiensostiene en su corazón luchas profundas entre el recuerdovenerable de su padre y el amor tierno primero, impetuo-so después, que Dolores le ha inspirado; entre su pasiónardorosa y la conducta ostensiblemente infiel de su amada,lo cual muestra á las claras lo que es el amor cuando lograeclipsar las facultades mentales. En la pintura de ese per-sonaje el autor ha salido airoso, porlue Martín es uncaballero que se enamora con el corazón, y cuando veque todo está perdido sin remedio y que en las veleidadesdel mundo no ge puede encontrar el reposo del espíritu,busca refugio en la religión católica, única que suministrala paz á las conciencias y hace al hombre feliz. La firmezade su carácter ante la resolución de hacerse fraile, no obs-tante los mil y mil consejos de sus amigos, nos indica cuán-ta es la asistencia de la gracia divina para el corazón rectoque sólo espera en Dios y en EL deposita toda su confian-za. Su abnegación al partir para el Llano para evitar lavista del objeto por que en otro tiempo había luchado,muestra la firme rectitud de la voluntad hacia el bien, evi-tando las ocasiones de quebrantar la palabra empeñada. Ypor último, aquella terneza infinita al perdonar á Villa, esprueba de la gran enseñanza recibida con el ejemplo deCristo, quien nos enseña á perdonar á nuestros enemigos.

Amante el Dr. Samper de la naturaleza, tiene verdade-ros cuadros que dejan entrever al artista, al hombre quesiente las impresiones de la naturaleza, que sabe trasladaral lienzo novelesco panoÑmas enteros que bien pudieraninspirar á diestros pinceles. Transcribimos aqul uno 'detantos cuadros, en que el autor describe con precisión yvivo colorido:

"La estación era de pleno verano, la tarde estaba sere-na y la temperatura ardiente, y sin embargo el sol no mecalentaba Ja cabeza ni reflejaba su luz en las colinas de!contorno. Volví la cara hacia el poniente y vi una especiede eclipse de sol, producido únicamente por la densidad dela atmósfera. A causa de las innumerables quemas de po-

"

Page 20: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 5) -

treros y rozas, propias de la estación, que se hacían eauna vasta extensión del territorio circunvecino, la atmósferahabía perdido su transparencia ordinaria. Era una atmós-fera de humo, espesa y de tintas entre pardas y amarillen-tas, que, como una inmensa mortaja de plomo, encapotabael cielo del lado del poniente y apagaba todos (os reflejosdel sol. El astro soberano había perdido esa irradiaciónque es como la terrible altivez de su mirada de fuego, conque rieslumbra y ciega al que se atreve á contemplarlo. Pa-recía una estupenda lámpara suspendida en la profundidadde un subterráneo, sin titilación en su llama ni reverbera-ción en su disco. Se hubiera dicho que en vez de una au-réola de rayos luminosos y punzantes, tenía el sol un ca-puchón que le cubría la cabellera, mostrando apenas sufaz redonda, lívida y sin expresión. Se le podía mirar du-rante largo rato sin pestañar. Por primera vez el sol meparecía triste y humilde, puesto que se le podía mirar dehito en hito 6 contemplarlo sin temor. El horno eterno,donde Dios prepara la vida de la creación, parecía comoapagándose ; su aspecto tenía como la sublimidad de unaagonía tranquila 6 de una inmensa ruina iluminada por elreflejo de lúgubres hachones."

Y se ve que el Dr. Samper gustaba de la descripción,pues más adelante, al hablar de los Llanos donde Martínejerce su ministerio apostólico, se extiende en dará conoScer esos desiertos describriéndolos con muchos detalles,pero siempre con el mismo buen gusto, con el elegante len-guaje que lo distingue y con el amor que por la naturalezasentía su alma al verse en contacto con ella. Esta parte deka Llanos recuerda á D. Felipe Pérez en Los Gigantes.

Nodescuida el Dr. Samnper las ocasiones para presen.Lar en hermosa forma expositiva sus doctrinas religiosas ypolíticas, y así, abunda en teorMs de moral y de gobiernotratadas con mucha sencillez y convicción profunda; demanera que un estudio más detenido de esta obra podríaservir para conocer el carácter religioso, político y social

Page 21: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 51 -

de su autor, porque en ella nos muestra las doctrinas so-tire las cuestiones que en su tiempo se agitaban.

De todos los capftuks (le la novela, el que más movi-miento encierra es el de La Venganta, en donde Martín,•rbriode cólera, casi toco, resuelve vengare! ultraje recibidocon la traición de Dolores al casarse con Villa. Al!! palpitala desesperación, con brío de lenguaje, con exuberante ex-presión le los afectos. La pasión del amor que ciega hastamorir está allí en toda su más alta manifestación; es uncuadro sombrío, lúgubre, en que luchan tos resplandoresde la muerte con la palpitación de dos corazones. Doloresse muestra altiva, valerosa ante su enemigo, y cuando des-pués de agotar loq recursos de la palabra, acude á las ar-mas, la figura de esa mujer tiene algo de grandioso y detétrico que contrasta con su habitual modo de ser. Es uncuadro que infunde espanto y eriza los cabellos y hace re-cordar los ya lejanos tiempo del romanticismo.

La parte histórica de Martín Fidrez está principalmen-te en la célebre relación del combate de San Agustín en1862, en la cual el Dr. Samper encontró fa frase adeuadapara alabar aquel titánico esfuerzo del partido política áque estaba afiliado entonces, hecho que ha pasado á la his-toria nacional, circundado de refulgente auréola de heroís-mo, aunque infructuoso como lo han sido todas nuestrascontiendas civiles. "Aquel combate, dice el Dr. Samper,fue sin duda, por todas sus circunstancias, el acto másgrane y glorioso de una revolución en que todo el mun--do hizo sacrificios, soportó amarguras y combatió como.soldado. Ricaurte habla sido ben ico individualmente en SanMateo; en San Agustín lo fue todo un partido político,arrojando í la balanza del peligro la mayor parte de sus máspreciosas vidas 6 de sus más nobles figuras. Si tos partidoshubieran de ser juzgados solamente por sus actos deabne-gación y heroísmo, el liberal tendría en Colombia asegura-da su perpetua gloria con el terrible combate de San Agus-tín."

Page 22: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 52 -

lv

Y ya que habl imos del Dr. José María Sacnper, opor-tuno nos parece nombrar aquí á su señora esposa, 0S So.ledad Acosta de Sarnper, que desde hace ya largo tiempovive noblemente consagrada al cultivo de las letras, en cuyocampo ha obtenido repetidas veces triunfos duraderos.

En los periódicos literarios de la capital se encuentrannumerosos artículos suyos; fue fundadora de La Mujer y

de El Domingo de lafa#ndia cristiana, importantes revistasen las cuales abogó mucho por la educación de su sexo yen donde corren publicados estadios serios de historia y deliteratura.

En 1869 publicó D Soledad un voluminoso tomo conel título de Novelas y Cuadros de la uüla sudamericana,en el que pueden leerse tres de sus mejores produccionesnovelescas: Dolores, Teresa la Limeña y El corazón de lamujer. Fuera de éstas ha publicado otras que aparecie-ron en folletines de varios periódicos; y se ha consagrado álos estudios de nuestra historia patria, la cual es digno demucha alabanza, hoy que por lo general los asuntos ante-riores á nuestra independencia están medio olvidados.

No entramos en la crítica (le las obras de la Sra. Acos-(a de Samper. La profunda estimación y respeto que nosinspiran, sin el honor de haberla saludado siquiera, no sólosus prendas literarias, sino sus eminentes virtudes, susegregias dotes de matrona cristiAna, harían que no fuéra-mos, ó no pareciéramos imparciales al elogiarla ; 6 quenuestros encomios se atribuyeran á la galantería debida porun joven principiante á una dama digna de respeto porcien títulos diversos.

Otra novela histórica, no muy conocida, es la que llevapor título El Alférez Rea4de O. Eustaquio Palacios, escri-ta en el Cauca por los arios de r886

Page 23: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 53 -

En la dedicatoria que de la obra hace el autor & un suamigo, declara explícitamente haberse servido para su fac-tura "de un cuento puramente fantástico para describirpersonajes reales y hechos verdaderos y las costumbres deesta ciudad (Cali) en una ¿poca determinada." En efecto,EIA/férez Real, considerado por su aspecto novelesco, noalcanza á muy altas regiones: carece del actractivo, de lafluidez del lenguaje, de lo pintoresco de las descripcionesy de otras muchos cualidades que tienen las novelas histó-ricas.

Cada vez más se ve la gran dificultad con que tropie-zan los escritores que quieren fundir en uno solo dos ele-mentos heterogéneos, como son la novela y la historia,pues frecuentemente predomina uno de los dos, con casiabsoluta exclusión del otro, lo cual se observa aun envarios episodios de Pérez Galdós, en que se ve forzado ádejar á un lado la parte novelesca para narrar aconteci-mientos históricos, y al contrario.

El cuento de que se vale el Sr. Palacios es en realidadfantástico, pero no tuvo talento (le novelista para preparar,bien el desenlace desde los primeros capítulos, y se quedóasí i larga distancia de los verdaderos cultivadores delgénero que, como Alarcón, llevan la trama con suma sen-cillez hasta el fin, sin que el lector barrunte el desenlace,que, sin embargo, se presenta naturalmente. La noveladel Sr. Palacios pierde su interés como tal, y su méritoestá "n otra parte.

Mas, considerado El A (férez Real por su segundo as-:pecto - el histórico— es digno de elogio, porque es unapintura casi á lo vivo de las costumbres y la vida de Cali Afines del siglo XVIII, cuando las ejecutorias de noblezaestaban de moda y aún no asomaba por Oriente la auroraque habla de anunciar la abolición de la esclavitud, instijución odiosa y que será una mancha eterna para la hu-manidad, por más que hayan querido algunos fundar laesclavitud en la misma naturaleza.

Page 24: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 54 -

El Sr. Palacios empieza su libro pintándonos la hacienda de C'añasgordas, donde se desarrolla lo principal delcuento fantástico, y sigue luuéo refiriendo la historia deCali y describiendo su situación topngráfia en el valle leíCauca, para empezar luégoel relato Etistóricode las princi-pales costumbres de la ciudad; puede verse allí cómo era lavida de las ciudades en aquella época en que alboreaba laIndependencia: la vida de familia, la del campo, las fiestaspopulares, la marcha de la justicia, las fiestas públicas conmotivo del reconocimiento de algún nuevo monarca, etc.,todo aparece historiado hasta en sus detalles, pues el Sr.Palacios quiso transmitir fielmente, hasta donde le fue pn-sible, la vida de todas las clases sociales, sin descuidaranécdotas curiosas que á veces comunican cierto Sal)Oragradable al libro. Por lo visto el Sr. Palacios era perso-na de ilustración, amigo de rebullir archivos; poco le ayu-daba su imaginación: en El Alférez Real no se encuen-tra quizá nada que revele un espíritu poético, y á vecesciertas alusiones mitológicas y no pocas frases tomadasde los clásicos Latinos, dan al libro un sabor de malgusto y dejan comprender que el autor tuvo especial cui-dado en intercalarlas para mostrar erudición en esas ma-terias.

El historiador puede encontrar en las páginas de ElAl/drez ¡teal muchos datos curiosos que harto trabajohubo de tener el Sr. Palacios para conseguir; pues eviden-temente su obra contiene un cúmulo de noticias referentesal establecimiento de órdenes religiosas, de fundacionesde conventos, etc.,q 'ie quizá no se encuentran en otra par-te, porque muchos de ellos fueron recogidos por la tradi-ción que en Cali se conserva intacta no obstante el trans-curso de más de un siglo.

Tiene capítulos que interesan un tanto corno aquel enque se va á aclarar el doble origen del novio de D.' Inés yel de la vuelta de Daniel de Cartagena y su encuentro re-pentino con Inés á alias horas de la noche en el corredor

de la casa.

Page 25: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

-55 —

CAPITULO III

La novela de Isaacs

Tarea difícil es hablar de Afaría, de Jorge lsaacs, Estanto lo que sobre ella se ha escrito, que trabajo costaríacompaginar todas las opiniones emiti las. María represen-ta, en el campo de la novela, la gema de la literatura co-lombiana; en ella se encuentran muchas de las cualidadesque andan esparcidas en casi todos nuestros libros noveles-cos, cuyos personajes se ven como velados por la sombrade la heroína de lsaacs. Bien pudiéramos decir que hemosllegado al cenit de nuestro estudio, porque María fue elsol meridiano que surgiendo como por encanto de los con-fines de un valle poético, ocultó con su luz muchas estre-llas literarias, anteriores á ella tinas, contemporáneas otras.Muchas resplandecen todavía en el cielo de la Patria, peroese resplandor es más intenso cuanrin reciben su luz delfoco central que las anima. -

Ningún libro colombiano tic su género había traspa-sado las lindes nacionales. La fama, deidad esquiva y ca-prichosa, torné ó Maria en sus manos y tendió el vuelo másallá de los confines de la Patria, y la hizo conocer y admi-raren toda la América española, desde Méjico hasta la Pa-tagonia. Jorge Isaacs, de quien la fortuna ha sido compa-ñera inseparable, es deudor de las lágrimas vertidas sobresu hermoso libro; pero él no hace más que recogerlas enrecompensa de las que él derramé al trazar aquel cuadroen el lienzo de sus r2cuerdes juveniles.

Algo tiene que haber allí donde la pintura de un idi-lio amoroso, repetido cien veces, logra despertar el cora-zón y hacerlo latir de emoción y de ternura.

Afaría es lectura para todos, sin distinción de SeXOS

ni edades. Los que van declinando en la carrera de la vida,lo leen para recordar los mágicos tiempos de Ja juventud,

Page 26: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 56 -

y, plateados ya sus cabellos por la mano del tiempo, al leeráftfarla corno que la primavera de la vida vuelve á retozaren sus miradas y se sienten transportados á un edén deamor y de delicias. Es porque las primeras impresionesdel corazón no se apagan sino con la muerte. El libro delpoeta caucano será la eterna fuente de belleza para la don-cella americana que aprenderá allí la primera lección delos amores inocentes y puros. Libros hay que lo mismosirven para arraigar la tristeza que para despertar los go-ces íntimos del alma. María es uno de ellos. Losjóvenehan meditadosobre María, yel que no haya sentido hume-decerse involuntariamente sus ojos al recorrer esas pági-nas idílicas, es porque tiene el corazón atrofiado y de él hahuido el sentimiento en fuga vergonzosa. Toda alma sesiente herida al recibir los golpes del dolor allí latente.Ahí la gloria, ahí la inmortalidad!

Ha habido quien piense que el libro de Isaacs ha teni-do una fortuna superior A su mérito real, dada la populridad de que goza en toda la América española, de un ex-tremo A otro, y aun en España mismo. Ha sido traducidoal francés, no sabemos con cuánto éxito, por una señora, ylas ediciones en idioma español hacen (le María el libroinés editado de Colombia. Los elogios que se le han prodi-gado, si fueran á coleccionarse, formarían un volumen ; yno seria exagerado decir que se le ha juzgado mejor fueradel país que dentro de él, lo cual ha sucedido también conotras obras de autores colombianos.

Si fuéramos á averiguar hasta dónde alcanza la origi-nalidad de María, tal vez pudiéramos afirmar que reposaúnicamente en la forma, en el modo de presentar el cuadronovelesco. Con efecto, el argumento, á más de ser tan viejocomo el globo que habitamos, está harto trajinado ya, yasí, surge el paralelo de María con Pablo y Virginia, Atalo,

Graziela y demás ejemplares de la especie.En cierto modo, el tema de estos libros románticos ha

formado un personaje que tiene notas de universalidad,

Page 27: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 57 -

-porque el corazón siente lo mismo dondequiera, ama conel espíritu, y por eso María, Inocencia, Virginia, etc., son laencarnación de ese ideal eterno tras el cual corre siemprela humanidad desventurada. María se encuentra en todaspartes, doquiera que la especie humana haya puesto laplanta: la buscan desde el infeliz labriego que á su modode entender rústico ¿ imperfecto sabe interpretar las ten-dencias instintivas de su naturaleza, hasta el príncipe ro-deado de oro y pedrería que doblega su faz ante una bel-dad femenina: el poder cede ante el corazón; el amor, cuan-do, penetra hondo en el alma, avasalla y triunfa. Al pie de-esas vírgenes cunsagradas como el tipo del ideal i mperece-dero del corazón, se dan la mano los seres que contrastandentro de nuestra especie : el rico y el pobre, el cetro y-el arado, el sabio y el ignorante ; todos tienen un corazónpara sentirse transportados al cielo del amor. Yeso que pasaen cada uno de no;otrosen la plenitud de la existencia, es loque vemos en el libro de Isaacs.

Pero Afaría brilla por encima de sus compañeras—sise exceptúa alguna—en la expresión de los afectos, en el sen-timentalismo, en las descripciones de la naturaleza exube-rante y bella. ¿ Ye! desenlace? No han sido pocos los quehan pensado que Marta, como obra de arte y tratándosedel desenlace, supera á las novelas que se le parecen. En-trna de éstas, aquél es violento; en otra, desprovisto denaturalidad, por lo general producen horror, y es aque-llo demasiado fuerte para hermanado con el amor que allíse respira. A nuestn modo de ver, en el desenlace estribala fuerza, la belleza de Mar/a. Era necesario que la he--roma sucumbiese al beso de la muerte, de una muerte que-se siente venir paso á paso, antes que uniera su corazón al-de Efralm. Es porque el amor verdadero es ideal, mora enlas alturas, y antes de que sus alas puedan empañarseal contacto de los seres reales, huye rápidamente, temerosode perder su virginal pureza. Cuando viene el goce del-sentido, lo espiritual se trueca en materia, el arte desapa-

Page 28: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 58 -

rece dejando el recinto vacío. María muerta es una crea-ción llena de vida. Si hubiese sobrevivido á su amor, ennada se diferenciaría de cualquier hija de Eva. Y aunqueuno deplore aquella súbita interrupción de Ja esperanzapor el tajo de la parca inflexible, y quisiera devolver 4Efraim su prometida arrancándola á las garras de lamuerte, ¿qué seria de María tornaba en elegante dama,.qué de aquella historia donde se presiente el desenlace,donde 4 cada paso se escucha el metálico aleteo del avenegra? Eranecesario que María muriese para engendrar lafama de un poeta.

Opinión muy generalizada es la de que Afaría no espropiamente una novela, sino ,n:ls bien la descripción sen-cilla y pura de un indilio amoroso, por el estilo de Pabloy Virginia, Dafnis y Gloé, é Inocencia del Conde (le Tau-nay, si bien esta última sí tiene verdaderas condiciones denovela y brilla más por el vigor y colorido con que estápintada la naturaleza brasilera.

Es cierto que leyendo la Maria no nns parece novela:allí no hay conflicto dramático, no necesitó el autor plan-tear problemas psicológicos, no hay allí padones estudia-das detenidamente. Qué hay? el amor y la naturaleza; elcan lcr y la ingenuidad. Es la explosión del sentimiento..Con estos elementos ha logrado lsaacs interesar 45 muchos,porque supo vaciar ci eterno despertar (le IU juventudrepresentado por corazones corno los de María y Efraím.Tomada la heroína por su aspecto más noble, por el sen-timienw más elevado del sexo bello, por la virtud quees, á decir de alguno, la verdadera patria de la mujer,Isaacs ha enmarcado su cuadro con un paisaje severo ygrandioso.

Y Maria y Efraiin no son dos seres fantásticos, ideales, nitienen por teatro de su pasión el desierto, ni viven sin lasociedad de sus semejantes: son dos seres que piensan,que hablan, como habla todo el mundo, cuyo amor creceal calor de un hogar muy conocido, y que se codean dia-

Page 29: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 59 -

riamente con personas sencillas de toda clase y condición.El amor, la delicadeza del sentimiento, la naturalidad de laexpresión de los afectos, el vigor ingenuo en las descrip-ciones, todo hace de Mar/a un libro que escrito á manerade diario, debe ser leído una, dos y muchas veces. En élse funden á modo de arroyos que á sólo un río rinden elel tributo de sus aguas, muchos géneros literarios: es rea-lista con marcados tintes de idealismo en las descripcionesde la naturaleza, tiene pasión arliente que es lo que mu-chas veces inmortaliza las obras literarias.

Del paisaje de María ha dicho muy bien uno de losprologuistas del libro: "Allá en lontananza, con atercio-pelado color, ¿as agudas montañas del Cauca : más cerca,las selvas vírgenes, sombrío acorde de ramajes azul—ver-dosos, manchados de rojizas notas, chispeados de oro yverde por el sol que quiebre su luz aquí y allá á. través dela espesa enramada; el torrente no encauzado cayendo conblanca espuma por las quebradas, y cruzando el aire lím-pido las aves de abigarrada pluma y ronco grito, que pa-recen engendradas en el seno de la tierra roja de la pampapor un rayo de su ardiente sol. Yen primer término, y al re-dedor de la figura principal, desarrollándose escenas de lavida rústica del país, deliciosos apuntes del natural pinta-dos con amorosa complacencia por el poeta, y sobre losque la vista vaga curiosa y entretenida como en un verda-dero viaje."

Como muestra de la pluma descriptiva de !saacs enMar/a, hemos tomado al acaso unas pocas pinceladas enque se siente palpitar la naturaleza caucana con su esplén.dido cielo de verano, cuando el poeta estaba sumergido enel piélago de sus recuerdos:

"Estaba la noche serena y silenciosa: la bóveda delcielo azul y transparente, lucía toda la brillantez de su ro-paje nocturno de verano; en los follajes negros de las hi-leras de ceibas que partiendo de los lados del edificio ce-rraban el patio, en los ramos de los naranjos que demoraban

Page 30: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 60 -

en ci fondo, revoloteaban candelillas sin número, y sólo sepercibía de vez en cuanto el crujido de los ramajes relaja-dos, el aleteo de algún ave asustada 6 los suspiros del vien-to. El blanco pórtico que á setenta varas de la casa dabaentrada al patio, se destacaba en la obscuridad de la llamaproyectando sus almenas sobre la masa informe delas cor-dilleras lejanas, cuyas crestas delineaban á ratos fulgoresde las tormentas del Pacífico,"

Véase ahora cómo pinta la marcha de un río por en me-dio de hermosas praderas

"Descendí á las anchas vegas del río, donde acercán-dose 6 las llanuras es menos impetuoso: formando majes-tuosas curvas, al principio por en inedi, de colines pulcra-mente alfombradas, de las que ruedan 6 unírsele torrentesespumosos, sigue luégo acariciando los follajes de los car-boneros y guayabales de la orilla, desapareciendo despuésbajo las últimas cintas montañosas, donde parece dar enmurmullos sus últimos adioses 6. la soledad, y al fin, lejos,muy lejos, en la pampa azul, donde en aquel momento elsol, al esconderse, tornasolaba de púrpura y oro su mantoundoso."

Y en otro lugar, cuando iba 6 emprender la última na-vegación para llegar al nativo valle, dice:

"La luna, grande en su plenitud, descendía ya a) ocaso,y al aparecer bajo fas negras nubes que la hablan oculta-do, bañó las selvas distantes, los manglares de la ribera yla mar tersa y callada con resplandores trémulos y rojizos,como tos que esparcen los blandones de un féretro sobre elpavimento de mármol y los muros de una sala mortuoria."

En el mismo camino, 6 lo largo del Dagus, expresa susimpresiones de la naturaleza, de esta manera:

"Los bosques iban teniendo, 6 medida que nos alelá-bamos de la costa, toda aquella majestad, galanura, diver-sidad de tintas y abundancia de aromas que hacen de lasselvas del interior un conjunto indescribible. Mas el reino

Page 31: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- -

vegetal imperaba casi solo: otase muy de Larde en tarde yA lo lejos, el canto del paujil; muy rara pareja de pancho-nos atravesaba á veces por encima de las montañas casiperpendiculares que encajonaban la vega, y alguna prima-vera volaba furtivamente bajo las bóvedas obscuras, for-madas por los guapos apiñados 6 por los cañaverales,chontas, nacederos y chiperos, sobre los cuates mecían lasguaduas sus arqueados plumajes. El martín pescador, úni-ca ave acuática que habita aquellas riberas, solfa rozar losremansos con sus alas, 6 se hundía en ellos para sacar conel pico algún pececillo plateado."

Si á Lodo esto se agrega la fidelidad al pintar escenasde la vida campestre, el conocimiento dé los provincialis-mos característicos de las regiones caucanas, el talentopara trasladar al lienzo los usos, costumbres, vestidos deaquella gente, la animación y viveza de los diálogos, ten-dremos una abra cuyo valor se acrecienta por otros muchosaspectos, fuera del principal.

Y de la moralidad, no se diga. A través de las páginasde María se siente una moral sin tacha, se respira una at-mósfera de creencias cristianas y católicas, de tal maneraque María lo mismo puede estar en manos de un ancianodeexperiencia que en las rosadas palmas de una doncella dequince primaveras. Para éstas especialmente paree escri-to el libro.

Otrade las faces por que puede el libro de lsaacs ser exa-minado, es por el de los caracteres, dibujados con natura-lidad y precisión. fsaacs los sentía y los veía en el mundoreal y poco trabajó en delinearlos, herinoseándolos, dotán-dolos de mucha vida. María es el mejor. ¿ Y cómo not Ellaes la protagonista, la que da ocasión á tantas bellezas, ácuyo alrededor se siente como un hálito de tristeza, y sobrecuya cabeza se presiente una catástrofe desde que por pri-mera vez el ave negra ha lanzado al aire su espantoso can-to. Después viene el padre de Efrafm; serio, amante delhogar, desprendido de las riquezas, amigo de hacer el bien,

Page 32: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

62 -

y por cuyas venas corre la sangre azul (le los ingleses. Enseguida Efrafm, joven educado en Bogotá y que al tornará su tierra natal se enamora de la hija de Salomón, y allí, enel hogar paterno, empieza el desborde impetuoso de su co-razón, y de los labios de la pareja enamorada fluye aquel"diálogo de inmortal amor dictado por la esperanza éinterrumpido por la muerte."

"Entre los caracteres externos 6 extraAos á la acción,el mejor es el de Salomé, que está admirablemente descri-to; el segundo ci del boga del Dagua, y el terceto el de loscolonos antioqueüos. El pícaro y enamorado amante quehace rabiar á Salomé se le conoce donde se le vuelva á en-contrar; y si uno fuera á la choza de José, podría decir:aquella vaca es la Mariposa y aquel majadero es Lucas. Siva al Cauca y se cruza cnn un hacendado petimetre, delabios rosados y patillas peinadas, seguido de otro viajero,de zamarros de chivo y cara de gaznápiro, puede saludar-los: adiós, Sr. D. Carlos ! ¡Adiós, Sr. D. Emigdio! No haycómo confundir á Tránsito con Salomé 6 Lucía, ni al insul-toso amante de la segunda con el marido de la primera. Sise encuentran con los del lector los ojos de la muchacha ylos guiña, Salomé se echará á reír y Lucía se avergüen-za" (t).

La historia de Feliciana pudiera muy bien suprimirse,sin que la obra perdiera nada; y es una de las cosas deFectuo-sas de la novela, pues dicha historia aparta la atención delasunto principal para engolfarse en mundos diferentesque poco 6 nada interesan en una novela como filaria. Esarelación de las peripecias de una mujer africana que des-pués de muchos sufrimientos causados por la guerra, vie-ne á parar á la hacienda del padre de Efraím, trocando sunombre de Nay por el de Feliciana, es algo así, por lo exó-tico, como El curioso impertinente del Quqofr. Todo lo queno tenga mediata 6 inmediata conexión con el tópico prin-

(z) José María Vergara y Vergaa.

Page 33: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 6 -

cipal debe desecharse, porque rompe la unidad de impre-sión tan necesaria en las obras de arte. Tal vez pueda teneralgún interés por referine ¡ los esclavos de Africa cuandose comerciaba con ellos como si fueran cosas y en que parael efecto se atestaban los buques de esos fardos humanos.

Fuera de esta historia, que por fortuna no es muy lar-ga, hay en María otros episodios que también distraen laatención del lector, pero cuyo aliciente es mayor por tra-tar de cosas que pasan en tierra caucana, con pintura muybien hecha de las costumbres; tales, por ejemplo, la histo-ria de los amores de Salomé, el regreso de Efrafm de Eu-ropa, en que gasta varias páginas pintando la navegaciónen el río Dagua, jornadas penosas para el pobre viajero,pero en las cuales el autor, espíritu observador, halla cam-po para algunas de sus más bellas y naturales descripcio-nes; y era indispensable que introdujera objetos y persona-jes secundarios, porque las escenas y diálogos amorosos so-los, acabarían por fastidiarnos. Pero después de que conun laconismo incomparable, al saber la enfermedad de Ma.ría, dice Efrafm: "Dos horas después salí de Londres," ellector quisiera seguirlo con esa rapidez vertiginosa de losprimeros momentos, para llegar al desenlace sombrío de lanovela.

Nos hemos sentido tentados á reproducir las últimas pá-ginas que rebosan pasión verdadera, que hacen sentir hon-do y son las que han hecho romper el dique de las lágri-mas. Los lectores hacen suyo el dolor que respira aquellaescena trágica. En esas páginas vacié el poeta la armoníay el sentimiento de su alma de oro, y adqnirió, cosa raraentre nosotros! que su nombre fuese llevado ea poco tiem-po en alas de la fama. Jorge lsaacs ha sido de los afortu-nados que han presenciado hasta la saciedad el éxito ma-ravilloso de sus obras: hace apenas doce años, en la capitaldel Tolima, bajó á la fosa común su cuerpo envejecido,pero su alma inmortal ha quedado vagando ea su libro átravés de los mares y haciendo conoces por él los méritos

Page 34: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 64 -

de la literatura colombiana. Quizá ante aquel cuadro des-garrador, ante aquella realidad espantosa de la muerte,pudieran parecer frías muchas de las escenas amorosas enque abunda la narración desde el principio. ¿ Quién, en lalaedad del ensucao, no ha sentido sus ojos arrasados en lá-grimas quemantes al leer esas últimas palabras que sonuna protesta, pero protesta muda, ante la realidad de laexistencia humana? El final del libro de lsaacs es lo quele da supremacía sobre mucho de su clase: aquí no hayviolencia que horrorice: la lucha es interna, muy interna yel ataúd sé cierra tranquilamente, y María se duerme parasiempre llevándose su amor no contaminado con las impu-rezas de la tierra 1

Se ha pretendido hacer pasar como verdadera ¡a hipó-tesis de la existencia de María en el poético valle del Can-ca, y á esa creencia inducen ciertas alusiones del autor, ladescripción completa de una hacienda que hoy lleva pornombre El Para/so, y una que otra deshilvanada relaciónde alguno de los personajes secundarios que figuran en lanovela. No hay tal. Nosotros siempre hemos creído queMaría nació en la mente de [saacs, quien, al exteriorizar-la, supo hacerla vivir adherida á los recuerdos infantiles.que del Cauca guardaba él en su rica y poderosa fantasía.No pare--e esto improbable dada la circunstancia de quefue aquí en Bogotá donde varios amigos de lsaacs,en aque-¡las reuniones de El tfosaico, le propusieron que escribie-ra una novela; y él, cuyo tomo de poesías acababa de pu-blicarse bajo el patrocinio de reconocidos literatos grana-dinos, se dio á la tarea de novelar, y tres años después desu primera entrada á las letrascolombianas, en ¡866, pre-sentó al público su obra inmortal que probablemente notendríamos si no hubiese mediado aquella instancia de susamigos.

Además, unode los principales méritos de )lfar(a estribaen que sin haber existido realmente, viva el lector casi con-vencido de que su paso por la tierra fue una cosa tangible,.

Page 35: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 65 -

por la fidelidad (le la relación novelesca; y á nuestro modo<te ver, los que pretenden demostrar la existencia de Ma-ifa, afirmando en corroboración de su dicho que aún vivíahasta hace poco en Bogotá bajo tal 6 cual nombre, quitanmucho de su valor á la obra.

lsaacs, además de autor de Maria, lo es de muchas poslns sentidas y delicadas, impregnadas del aroma que serespira lejos de los centros populosos; pero tal vez el des-cuido de la forma, debido en parte á la espontaneidad conque pulsaba la ¡ira, ha hecho creer 4 varios que Isaacs esmejor poeta en prosa que en verso. Y tienen razón.

CAPITULO IV

La novela en Antioqula

Han ' parece 4 primera vista, y ha sido apuntado más deuna vez, que el pueblo antioqueho, consagrado por la na.turaleza estéril de su suelo al trabajo penoso, y dedicadoal comercio y á la minería, se haya formado una literaturapropia que se distingue de la de las demás secciones de laRepúhlica. La originalidad de los escritores antioqueñosdepende en mucha parte de la idiosincrasia de esa raza,que tiende 4 conservarse sin mezcla de elementos extra-nos y en donde se encuentran tipos que, hermoseados,pasan á las producciones artísticas, con matices diversos, yha dado margen 4 una literatura muy bien designada conel gráfico nombre de regional/sino.

Como causas que expliquen el porqué de la produccióny la pronta difusión de las novelas que allí se publican,suelen apuntarse, entre otras muchas, el vigor de aquellaraza privilegiada, la tranquilidad política como resultantede la, por lo general, buena administración de los negociospúblicos en Antioquia, lo cual permite dedicarse 4 lasfaenas literarias; y también que siendo aquel uno de los De-partamentos cuyos habitantes son más acomodados y pre-visores, todos tienen, en mayor 6 menor escala, un modo

5

Page 36: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 66 -

de vivir independiente que les deja tiempo para dedicar-se á las toreas del espíritu, al desarrollo de las facultadesintelectuales. Y por ser Antioquia un pueblo aparte que,al parecer de. D. Miguel de Unamuno, "pone un exqui-sito cuidado en conservar la pureza de sangre, sin mez-cla de indios ni de negros," se explica la afición ' le lagente de por allá á la lectura de las novelas del terruño,comoquiera que nada hay más interesante para un puebloque el relato de su propia vida, enmarcado en la descrip-ción de la naturaleza del suelo que la produce.

La novela, que como hemos visto, ha tenido variosejemplares en diferentes puntos del país, buenos algunosde ellos y que atenúan la opinión generalizada entre nos-otros de que nada tenemos presentable en este departamen-to literario, forma hoy día en .A.ntioquia u q a sección im-portante de su cultura, y se encuentra, puede decirse, enplena florescencia. Entre sus cultivadores hay artistas quehan sabido trasladar al papel las costumbres (le SUS cuide-

rráneos con todo el sabor local que por desgracia sólopuede ser gustado perfectamente por los antioqueflos ypor los que han vivido largo tiempo en el país de la mon-taña. Para lectores de otras partes Las obras del regionalis-mo antioqueño son dedifícil lectura, por no conocer la vidaíntima, el lenguajr especial que caracteriza las clases infe-riores. En cierto sentirlo, losnoveladores de las costum-bres en Antioquia, al escribir de sus cosas, se echan ácuestas aquello del pucta Gutiérrez González, de que

Y como sólo para Antoquia escribo,Yo no escribo espaflol sino antioqueflo.

pues si allá se pret.n:liera escribir para ser entendidospor todos los que hablan castellano, buena parte de laoriginalidad desaparecería, porque desprovisto el lenguajede lo que le suministra fuerza característica, muy pocoseria el mérito que restara á obras de esa clase. Tampo-co queremos decir con esto que en sus novelas usen allálos escritores el lenguaje directo de la gente que ponenen escena; semejante sistema, como ya lo indicamos en

Page 37: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 67 -

otro fugar, destruye toda elaboración artística, además deque, en tratándose de Antioquia, la traslación gráfica dellenguaje çeria imposible fonéticamente, por no haber sig-nos especiales que representen fielmente ciertas inflexio-nes de cuya mayor ó menor intensidad depende muchasveces la fiel expresión de un afecto del ánimo.

Debemos, pues, contentarnos con que el escritor denovela copie lo que pueda entrar en el arte, y como paraesto se requiere mucha observación, resulta que los buenosnovelistas antioqueños, los que han sabido explotarla minaque tienen delante, merecen grande elogio. Por desgraciano todos han dado al lenguaje del vulgo el valor artísticoque requiere. Varios de ellos yerran de cuándo en cuándoel camino y 4 veces pintan y describen sin escogencia algu-na, resultando aquello, á fuerza de real, pesado y de unavulgaridad insufrible.

El modelo del novelista que toma por asunto la claseínfima de la sociedad, es, en España, el inmortal Pere-da, quien escogió para teatro de sus novelas una natu-raleza semejante: la montaña. De ella extrajo, en buenahora para las letras españolas, sus más hermosas creacio-nes y hermanó el arte con Ja naturaleza. Los antioqueñoshan tenido una cantera igual á la del novelista español, ysi ninguno de ellos ha rayado á la misma altura, múltiplesson las razones que los disculpan. No obstante, cuando seleen novelas antioqueñas, se recuerda á Pereda ; y para losespañoles tienen el encanto de que les recuerdan cuadrosde costumbres de sus propias tierras montañosas. En todocaso, preciso es agradecerles el servicio prestado á las le-tras colombianas, al describir la naturaleza antioqueña,dando á conocer la vida de ese suelo y enriqueciendo elidioma con el aporte de giros nuevos con que el observa-dor tropieza á cada paso. Y el mérito sube de punto si setiene en cuenta lo ruinoso que siempre ha sido en Colom-bia la publicación de un libro de amena literatura; y sienAnlioquia sucede lo contrario, excepción es, y muy hon-rosa, de lo que estamos diciendo,

Page 38: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 68 -

La sencillez (le las costumbres ha dado allí origen á lacreación de cuadros enteramente regionales, y cada indi-viduo, sin dejar de pertenecer á su especie, forma un tipoparticular que se distingue, por muchos aspectos, de losdemás de su clase; por esto los hombres de letras que alláse dedican á novelar ó á escribir cuentos realistas, tienenun venero inagotable que explotan de manera diferente,dando así variedad á sus obras, pues en el inmenso pano-rama de la montafta, en la vida de una misma clase de ha-bitantes, hallan por doquiera casos raros, psicologías di-versas, pasiones profundas, múltiples modos de entender elvivir campesino; todo lo cual forma para ellos vasto cam-po defina y delicada observación.

En todo caso, y júzguese como se quiera la producciónliteraria de Antioquia, es lo cierto que los novelistas deaquel Departamento se han conquistado un puesto en losanales literarios <le la República, y que 4 pesar de que lademanda de novelas nacionales no acrece en manera al-u.na , ellos siguen cultivando el género con mayor 6 menoracierto, bien seguros de que si no consiguen dinero con suprofesión, 4 lo menos se labran la estimación—que valemucho más—de los hombres sensatos de dentro y fueradel país; y dan expansión al espíritu poniendo sus plumasal servicio de una naturaleza virgen todavía á pesar de lalabor constante y ruda, y de una vida llena de savia queva de día en día esparciendo por muchos puntos del paísel fruto del trabajo, que es lo que hoy más necesita Colom-bia para asentar sobre sólidas bases la éra de la paz.

1

La personalidad literaria del autor de Frutos de mitierra es bien conocida en Colombia. Tomás Carrasquilla esconsiderado generalmente como el principal cultivador dela novela realista-regionalista en Antioquia, y de él, hacenarrancar el movimiento moderno de las letras en Antio-quia; movimiento tan afamado y tan simpático ya entre los

Page 39: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

amantes de la belleza y del arte, porque Carrasquilla, lomismo que sus continuadores, rompió desde luego con elCanon de las imitaciones, y ha escrito sus obras en un am-

biente propio reñido con el extranjerismo literario que mu-chas veces empece á las literaturas nacionales. Los antioque-ños son un ejemplo hermoso de que no se requiere buscarinspiración en fuentes extrañas, y lo están probando con susproducciones realistas.

A más de cuentista original, Tomás Carrasquilla esautor de algunas novelas, la mejor de ellas, Frutos de ¡'nitierra, que lo ha coloca lo á considerable altura y que bas-taría para asegurarle su fama de escritor de costumbres.

¿Será pesimista Carrasquilla? ¿Tendrá sus ribetes denaturalista? Así parece dejarlo entrever el hecho de quepara su mejor producción haya escogido tipos desesperan-tes de la sociedad: á veces se recrea con lo feo, con lo ri-dículo 6 doloroso de cosas y personas; á veces hiere conlos certeros golpes de sátira mordaz.

No tiene Frutos de ¡ni tierra verdadera trama de nove-la. No importa. La preponderancia que se da allí al detalle,sin descuidar por completo el conjunto, hace que se tengala obra más por cuadros de costumbres que por una no-vela. Hay allí dos acciones principales: Ja de Gala conPepa Escandón y la de César con Filomena; dos historie-tas de orden diferente. Y es lástima qn el lector no pue-da seguirlas separadamente hasta el fin; la relación deta-llada y hermosa de un episodio de la vida antioqueña seinterrumpe á lo mejor del cuento para reanudarla cuandoya el lector está interesado con otra narración. Así, porejemplo, cuando, el autor empieza á hablar de Galita, seolvida uno de Agustín y comparsas, y cuando la historiade esta familia se renueva, se va Galita á las regiones delolvido. Mejor hubiera sido publicar el libro por series, ytendríamos entonces dos y más bonitas relaciones realistasque á ratos tienen bastante tinte novelesco.

Pero todos estos deslices del plan general quedan aho-gados ante la realidad que allí palpita en los personajes y

Page 40: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 70 -

en la naturaleza. Dd sentirse es que su talento 4e ohserv.-dor agudo no se haya extc.idilo siernpr por el lado bue-no, pintoresco y poético de las clases lufirnis de la soie-dad; lástima que no haya visto sino el lado vulgar de lavida para cnnvcrtirse en crítico acerbo de las costumbresantioqueñas. El mimo de su primera edad, según apuntauno de sus paisanos, hizo ó Carrasquilla prsimista al en-contrarse frente á frente con la viiia. D. ahí aquellos per-sonajes tan bien presentados pero que dejan una especie deamargura en el alma. ¿ Quién no siente aversión por Agus-tín Alzate, pintura gráfica del tipo ambicioso que resuelvesacrificar la existencia y tranquilidad de sus hermanas ásus propias comodidades? Figura repugnante que infun-de odio al ver que de ella ha huido el cariño fraternal paraser reemplazado por el egoísmo corruptor. Oigasc cómolo pinta el autor:

"Agustín siempre se había estimadu mucho, pero deesta época en adelante el amor 4 sí propio fue creciendo,como crece en velocidad la piedra que cae; y tras estesentimiento le vino el de su grandeza. Aquí fue ello. Fi-guraos un mortal gozando los éxtasis del yo, en unauna ple-nitud que humanamente no tiene con qué compararse;figuraos un sér sin dependencia de nada ni de nadie, quemira al mundo y 4 sus habitantes como cosa de muñequi-tos de plomo; figuraos una ráfaga de viento individualque 4 toda hora entena trisagios, hosannas y santas, enalabanza de Agustín Alzate; figuraos todo esto, y ten-

dréis idea de las que con respecto á si mismo pasaban porel cerebro de este seflor, si fue que tuvo cerebro."

Filomena, la compañera de Aguslin en las baladrona-das, es positivista hasta la medula; pero vanidosa al mis-mo tiempo, se preocupa ..le su personalidad cuando le asal-ta la idea matrimonial ; es una amante con ribetes de his-terismo 4 los cincuenta años de existencia.

La figura de Nieves hace contraste con la de sus her-manos y es una de las inssiinpáIicas d o todas; de ella noha huido el sentimiento fraternal y sufre con resignación

Page 41: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 7f -

las penas y maltrato de los suyos. La pobrecilla puedemorirse antes que cometer tina felonía contra nadie. YNieves no es una creación ideal; "es, dice D. José Mon-toya, en su esclavitud irremediable, de una verdad exactay desconsoladora." "En su corazón, dice el autor, comoen rico vaso, puso Dios la flor inmarcesible de la humil-dad. Por ella perdonaba sin esfuerzo, sufría sin quejarse,sin sentirse desgraciada; y, apóstol inconsciente del hogar,trataba sólo de llevar á las áridas almas de sus hermanosuna gota de la ternura que la suya atesoraba; que, aunquevegete entre malas yerbas, siempre exhala perfume la vio-leta."

La seá Mónica, madre cte los Alzates, es allí la mujertrabajadora que con nada se arredra, que no llora largotiempo á su marido porque sabe que las lágrimas no ledan el pan cuotidiano, que forma á sus hijos para el traba-jo, en una palabra, "es la hembra de gran corazón."

¿Y qué decir de la traviesa Pepa, la hija de D. PachoEscanlón, que siendo fea logra interesar por sus travesu-ras, por aquel vestido ci la derniere con que el autor la hapresentado al público? Carrasquilla debe de ser muy co-nocedor de las modas femeninas, de los adornos, de lo quegusti y de lo que desagrada, de lo que embellece y de loque afea á las mujeres, cuando ha logrado hacer de unamuchacha corno Pepa, una señorita simpática y atractivapor su modo de ser juguetón y caprichoso. A ratos pareceun personaje saLrito en quien se pretende ver retratadasmuchas mujeres antioqueñas.

El señor Carrasquilla ha basado su obra en la constan-te observación de la clase ínfima le la sociedad, de esa so-ciedad que vive á expensas del diaúo laborar, aunque mu-rhas veces ese trabaj9 sea odioso, corno en el caso de losprenditas Agustín y Filomena. Frutos de mi tierra es

una obra que vivir¡, porque á la par que corrige las cos-tumbres, es á vec's tiria alabanza á la raza antioqueña, en-riquecida mediante la personal actividad y el ndtural ta-lento comercial de sus hijos.

Page 42: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 72 -

Así pues, aunque estos personajes inducen á pensar encierto naturalismo de Carrasquilla, lo que sí hay que ala-bar en él es el talento con que reproduce con verdad abso-luta los individuos y escenas que tomó como modelo; máiodiosos de lo que son en realidad, debido al fin satíricoque e1 autor se propuso.

No queremos dejar de nombrar aquí dos personajes deFrutos de mi tierra, dotados de mucha vida: César, el bo-gotanito, y Gata, el caucano; dos enamorados que proce-den de distinto modo ea fuerza de las circunstancias: elsegundo, que al principio sólo quería vengarse de un agra-vio anterior, cae ahora en las redes de Pepa y se desesperapor ella. Este tránsito, del odio al amor, de la venganza ála adoración, es muy natural y una enseñanza de lo quepueden las gracias de una mujer sobre el corazón de la ju-ventud que de vengativa y luirlona se trueca fácilmente enadoradora de su víctima. César es otro. Cuando compren-de el idealismo de su tía, aquellos mimos, aquellas defe-rencias, se apodera de él una pasión romántica y se hacedueño y señor del gran caudal de la prendera, para-des-pués alzarse con el santo y la limosna. Qué tarde para elhistérico amor de Filomena!

Otra de las cosas del Sr. Carrasquilla, y que tal vez,perjudica la lectura de su libro, es la prolijidad en la des-cripción de los personajes, pues aquel que más se nos gra-ba no es el que está delineado fuertemente de pies á cabe-za, sino el que apenas se presenta con breves rasgos, de-jando al lector el adivinar lo demás. Carrasquilla no pro-cede así en la mayor parle de los casos: toma un personajey agota la materia. Y entre tantos y diversos aspectos pordonde lo considera, hay dos 6 tres que descritos solamentebastarían para conocer el carácter del personaje. El detalleexcesivo, las descripciones minuciosas llegan 4 cansar, porbien hechas que estén.

Difícil apreciar perfectamente hasta dónde alcanza lafidelidad empleada por el autor de Frutos de mi tierra enla reproducción del lenguaje del vulgo; punto éste que ha

Page 43: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 73 -

sido el escollo de los que pretenden trasladar á lo escritolas costumbres populares, haciendo hablar á los persona-jes; la empresa es más dificultosa en Antioquia, pero Ca-rrasquilla ha podido salir airoo mediante un largo y pa-ciente estudio y concienzuda selección artística, aunquealgunas veces se leen en su libro palabras que no por estaren boca del vulgo caben en las obras de arte.

Pero si por los detalles y la carencia de trama es Fru-tos de mi tierra una serie de cuadros de costumbres genui-namente antioqueñas, hay que ver á Carrasquilla cuandoexhibe la muchedumbre con toques de mano maestra, yaen las fiestas civiles, ya en las funciones de iglesia, ora enlas alegres reuniones (te mancebos y doncellas. Partes haytan bien descritas, que se siente uno en medio de ellas;dígalo, si rió, aquella fiesta de cuarenta horas; al llegar ála procesión, nada falta; allá se ve lo que por aquí; es unapintura verdaderamente fiel y en ella ve uno la unidad dela Iglesia Católica. Allí se siente el movimiento de la ciu-dad en una tarde que "determinó arrebolarse, allá por elponiente, por supuesto, y vestir de azul batatiltay de blan-cos tules por arriba, de color de esperanza por abajo, tantogarbeó, que pudo al fin alegrar la ciudad." Ilusiones yrealidades es de los capítulos más bonitos del libro por labelleza de las descripciones, en las cuales se transparentael alma del autor encariñado con aquella naturaleza quepor todas partes suministra inspiración al pincel del artis-ta. Como una muestra del estilo descriptivo de Carrasqui-Ha, tomamos la siguiente, de un pelazo de falda llamadoEl Cucaracha:

"Levántase en majestuosa vuelta al occidente del valle.Aquí arranca violenta y atrevida, allá en suavísimo decli-ve, más allá convulsiva y vacilante. Presenta, al ascender,ondula ,,-iones esqueletadas de toldo sobre estacas, turgen-cias de acolchados almohadones, asperezas de caracol ma-rino. Se encumbra altanera hasta dar en el cielo la fantás-tica silueta, que así semeja delineamiento de revuelta ca-bellera, como de almenares derruídos.

Page 44: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 74 -

Ofrece el conjunto imponente, el detalle caprichoso,inesperado, Jel paisaje antioqueño: en seguida de una ex-planada para una plazuela, un tolondrón pedregoso dedifícil acceso; después un barranco inexpugnable; luégoun escalón 6 un repecho que hace echar los bofes al tran-seúnte; cuando menos se piensa, un derrumbadero, ungrupo de pedrejones 4 manera de ruinas, ó vuelta de loscuales se serena el terreno, presentando la curva de la co-lina, la oblicua del plano inclinado, la horizontal del nivel.

"Cúbrese en partes de peluche verde, como castellana deteatro; en partes, la paja seca, las telarañas y los yerbajosempolvados le forman guiñapos de mendigo; se abigarrapor ahí con rebujos de helechos y zarzales, dejando ver losremiendos dc rozas recién quemadas.

"Desnúdase en los flancos, mostrando peladuras rojasen carne viva, desgarrones que se caen 4 pedazos, excoria-ciones calcáreas, por cuyas grietas parece que asomarancareadas puntas de huesos.

"En las hondas de tanta arruga, ya se engalana deguirnalda y festones, ya recoge en arroyos la piedra corre-diza, ahora la pegajosa po Iredumbre de un pantano le vacomiendo COfl)O una lepra; y luégo, por allá en las alturas,Se paramenta con ropajes de soberana, ornados de flecosde gramíneas y de recamos de musgos, por entre las cualesse levanta el roble con la salvaje arrogancia de nuestrasmontañas."

A más de Frutos de mi tierra, el Sr. Carrusquilla, maes-tro de la novela antioqueña, como lo llama el Sr. de Una-muno, ha escrito otras (res obras de factura diferente 4 laprimera, de las cuales dos son, 4 nuestro parecer, inferio-res 4 ella. Llámanse esas tres obras en el orco en que sa-lieron de las prensas, Blanca, que apareció en el número3 de El Montañés, de 1897, y dedicada á las damas de Me-dellín; Salve Regina, la más amada de su autor, publi-cada en elegante tomito en 1903, y cuyo producto cedióespontáneamente el señor Carrasquilla para tina obra de

Page 45: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 75 -

beneficencia, y Entrañas de niño, que vio la luz en '906en varias entregas de Alpha, célebre Revista literaria deAntioquia.

A decir verdad, en ninguna de estas tres novelas—si esque pueden llamarse tales—se vuelve á ver al regionalistade Frutos de mi tierra. En ellas Carrasquilla echó por ca-mino diferente, y posible es que á la postre no venga á so-brenadar de lo suyo sino sus dos primeras produccionesnovelescas y algunos de los bellísimos cuentos originalescon que de cuándo en cuándo obsequia á los amantes de laliteratura y del arte. Pero esto le basta: ha abierto conruano firme camino á Ja novela antioqueña, y por él hanpenetrado varios conterráneos suyos con más 6 menoséxito. Con todo, Carrasquilta es mejor cuentista que buennovelador.

La primera de las tres obritas arriba enumeradas, lamás alabada de sus paisanos por la delicadeza y originali-dad, es un cuadrito de familia donde Blanca, niña peque-fila, nacida en "la cumbre social," amante de la natura-leza, de los astros, de las flores, pero de manera especialde la Virgen María, forma el encanto y la alegría del ho-gar de su madre. No del padre, que vive entregado á losplaceres mundanos, olvidado de sus deberes de esposo. Poresas páginas se siente correr una alabanza merecida á lamujer antioqueña abnegada hasta el sacrificio, sufridorapaciente y resignada, amante de sus hijos como lo es todamadre cristiana. Cuando el marido enferma, Ester encuen-tra ocasión de vengarse del desamparo de su esposo;"una de esas venganzas incons ientes de la mujer antio-queña, que tiene el talen Lo en el corazón."

Hay allí cuadritos muy delicados, en lenguaje naturaly expresivo, como aquel del registro en que Blanca, poruna de aquellas intuiciones prt'pias de la edad, estableceuna corriente amorosa entre sus padrinos—Máximo yMercedes—y viene la pequeñuela é servir de lazo de uniónentre esos dos seres, que á urÍ4 travesura infantil se deseu-

Page 46: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 76 -

bren el amor de sus corazones. Pero los amores de los pa-drinos no es lo principal. Blanca, la que "no tuvo el en-canto de la media lengua," la encariiada de la Virgen, esla que vivifica con la blancura de su alma y de su cuerpo,ese cuento lleno de viveza y candor. Por eso deja ciertatristeza en el alma aquel final inesperado y trágico, cuan-do la infantil heroína perece en persecución de su ideal.Aquel súbito abandono de la vida, aquel vuelo repentino álas regiones de la muerte, en medio de las alegrías terre-nales de una fiesta de familia—el cumpleaños del abuelo, -nos señala lo rápido del placer, lo corto de la existenciacuando apenas empieza á latir el corazón.

Carrasquilla delinca bien el carácter de sus protagonis-tas. Blanca, á pesar de cierta nube de ligero idealismo quela envuelve, revela en sus acciones de niña aquella inge-nuidad y sencillez que todos conocemos, pero que es demuy difícil interpretación por los muchos tránsitos que seoperan durante esa edad de la niñez, varios de ellos casiintangibles y que requieren honda penetración para descu-brir en ellos el móvil interno del corazón humano.

II

Entre los que han seguido por afición y por tempera-mento las huellas del autor de Frutos de mi tierra debenombrarse de modo especial al conocido escritor D. Sa-muel Velásquez, actualmente residente en Bogotá. Espíri-tu observador, analizador, de las costumbres de la monta-ña, delicado en el sentir, fácil y correcto en el hablar, res-petador de las costumbres consagradas y con toques deimpersonalidad en sus obras, tal es el Sr. Velásquez.

La mejor de sus novelas, á juicio de la mayoría, la quele mereció el lauro del tiiunío en un concurso abierto enMedellín, es Madre, que no há mucho publicó El Nuevo

Tiempo Literario; es una novela de pocas páginas, de esasque van con el gusto moierno, hondamente sentida, de u»interés que no decae un instante, escrita en lenguaje cas-

Page 47: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 77 -

tizo, de la tierra, con cuatro ó cinco personajes, cada unode ellos representante de su clase respectiva; bien pudieradecirse que es un dramita arrancado á la vida y cuyo esce-nario es la naturaleza de aquellas montañas.

La corta extensión de Madre es una de sus cualidades;hoy, por lo general, nadie lee novelas de dos ó tres volú-menes (y en Colombia menos), á no ser que ellas seanproducto del genio y que por tanto aportan algo nuevo alarte y á la literatura. El Sr. Velásquez tiene el mérito dehaber condensado en espacio tan reducido un cuadro tanintenso que al desarrollarlo daría material para un volu-men entero. Pero Velásquez ha tomado en bloque el asun-to de su novela: nada de detalles, de descripciones multi-plicadas, de repelidos incidentes: apenas Jo indispensablepara la inteligencia del cuadro y conservando la mesuraen todo. Sus personajes son tomados de la realidad, perode una realidad hermosa, que tiene en el fondo elementosde belleza que sólo el artista sabe descubrir. Allí se ve lacastidad y honradez de la mujer campesina, que mira másal grito de la conciencia que á la embriaguez que produceel placer del sentido; allí está la vida de los arrieros an-tioqueños, vida 4 ratos tan idílica en medio de las faenasdel trabajó, á ratos trágica hasta lo increíble. Al leer á Ma-dre nadie se imagina aquél desenlace, que é veces parecetraído con soberbia para dar fin á la novela; aquello des-concierta, es una nota lúgubre cuya vibración, en mediode tanto vigor, nadie esperaba. El idilio que veníamos re-corriendo ie trueca, por intervención de la muerte y conla rapidez del relámpago, en tragedia dolorosísima. ¿Quépasa? La inocente Inés cae bajo el machete del arriero,envuelta en los jirones de su pureza y expira en resenciade su novio.

Bien se ve que el Sr. Velásquez está encariñado conesos tipos hermosos de mujer campesina; por eso, quizáal presentir para su heroína (lías aciagos al casarla conFelipe, 6 porque el puro amor no hermane con las peque-

Page 48: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 78 -

¡teces de la tierra, su temperamento se exalta y viene lacatástrofe en su ayuda para dtsenreWir oi dr-ama: mejorquedará Inés bañada con el "diluvio ch sztngre " que ma-naba la herida, que manchada despits con las miserias (lela vida. El lector también alcanza A recibir buena partedel golpe mortal; tal es el efecto que pro luce la muertecuando se presenta en mitad de la existencia.

La otra obra suya, que merece meucionarse, es Al Píe

del Ruiz, libro formado por una serie 'ile cuadros de cos-

tumbres, donde se estudia la vida de tres familias antio-queñas: distinguida la una, pobres y humildes las ('tras,pero siempre con la honradez y decencia que el Sr: Velás-quez da á Ja gente del pueblo. Con estos elementos le haresultado un libro que Icen con agrado los amantes del re-gionalismo, y 303 que gozan con el realismo que no tomaal vulgo por modelo, ya que por su forma está al alcancede todos. Y cuenta que Al Pie del ¡luIs es un libro menosregionalista que Frutos de mi tierra. En ambos se descri-ben costumbres, pero en el primero no hay mucho de aquelvocabulario que á la larga fatiga.

No obstante ser cuadros de costumbres, si bici, tienemucho de romance, no está aquí la acción tan ¿1-sIlgadacomo ya lo notamos en el libro del Sr. Carrasquilla; hay másconexión, los personajes de diversa condición social tienenrelaciones entre sí y frecuentemente se ven juntos ca lanovela; pero nótase en cambio un corno prurito del autorde sacar al lector del lugar donde se desenvuelve la narru-ción principal, y llevarlo ó pasear por muchos puntos dela República. Ya es en el combate de Los Chancos, ya enla ciudad de Buga, ya andando por el hermoso valle cau-cano, era en el Magdalena, ora en las orillas del mar, lué-go en París, después en Bogotá y en el Salto de Tequen-dama. Y con todo, la novela se llama Al Pie del Ruiz,porque algún nombre había de tener. Claro está que estono es un detecto capital; así es muchas veces la vida: de

Page 49: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

-- 79 -

aquí para allá, de la Ceca á la Meca, y más en 1876, cuan-do la guerra civil traía trab td;,s á tirios y troyanos i perost extraña el lector ese á ratos tan repentino cambio dedecoración, sobre todo de la mita¡ para adelante.

¿Cuál es el protagonista de Al Pie del Ruiz? Difícilprecisarlo. Aunque no hay allí aria trama novelesca defi-nida que hiciera descollar art personaje sobre los ticznás,sí se echa de menos entre tantos uno que se destaque do-minando ¡a escena y sirviendo de centro á tos personajesrestantes. En algunas partes cree el lector que la prota-gonista es Regina; paro luégo la bella figura de la campe-sina como jue se impone con aquella fidelidad, con aquellabelleza, con una castidad y honradez que hacen recordará la heroína de Madre, como si las dos muchachas estu-vieran trazadas por un misato patrón.... En todo caso, siel protagonista no está suficientemente caracterizado, ellose debe quizá no á incompetencia del autor—que la crea-ción de Inés está probando lo contrario —sino tal vez 4la extensión del libro, donde novelando con tantos perso-najes era difícil, por atenderlos á todos, dedicarle 4 unosolo toda la fuerza de acción. Pero, para no citar más,Regina y Dolores son los personajes más simpáticos dellibro del Sr. Velásquez. La primera por aquel misticismoinnato que la acompaña, por la vocación que la lleva de-techo al aprisco del Señor, como buscando dónde saciarased de su alma generosa; lástima grande que la tentaeióhamorosa de Regina con un buen mozo de aldea, rompa encierto modo la firmeza de esa voluntad, para hacerla vaci-lar en su estado religioso de Hermana de la Caridad, á ellaque 4 la Congregación había ingresado no por despecho sinopor un llamamiento interior de su corazón, no por huir delos hombres sino por acercarse 4 Dios. Regina, pues, comopersonaje de novela, es un carácter bellamente trazado,pero echado á perder por desgracia. Dolores, la casta, lapura, la bella mujer ele Bonifacio, parece estar mejor ca-racterizada y sostenida. Hay en ella la pasión de las almas

Page 50: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- So

fuertes, que no se doblegan ante los halagos de otro hom-bre que no sea su marido; que sufre, espera y ama á pesarde ser abandonada y hasta vilipendiada por el mismo ob-jeto de su amor. No es una figura humana por completo,á menos que se tome como una excepción honrosa; y aun-que muchas veces se piensa que el oro corruptor puede tor-cer un corazón como el de Dolores, el optimismo del Sr.Velásquez lo lleva d mantenerla en una región de purezadonde es muy difícil morar largo tiempo cuando se llevauna vida azarosa como la de Dolores. De sentirse es queeste personaje no se destaque sólo con su castidad y su be-lleza, en medio de aquel creciio número de individuos,que por Lo crecido, hace debilitar la acción ; lo cual se hu-biera logrado disminuyendo las proporciones de los demás.D los otros seres que allí se mueven unos no tienen nadade particular, otros son horrorosos, como Manuel, el hijo deD. Basilio, que en sus amores con Isabel, hace recordar elPedro de Kundry, y el cual tiene un desenlace trágico, lle-vado allá por el desenfrenado vicio del alcohol; Valeriano,algo así como gracioso de teatro, es un muchacho á quienpor su donaire, ligereza y finas ocurrencias, va el lectorcobrando simpatía.

Al Pie del Ruiz con lo los sus bonitos cuadros de cos-tumbres, con sus descripciones del natural, co u su buenlenguaje, con aquel gracejo que á trechos la esmalta, no es,sin embargo, una novela que satisfaga como tál. Hay allí,es cierto, muchos elementos que muestran al que pudierallegar á ser novelista de aliento, pero á cualquiera lo rindela idea de llenar un libro de medio millar de páginas y pico.Creemos que el Sr. Velásquez maneja con más brío y conmejores resultados la novela corta, el cuento original, queno necesitan aparatoso estudio de pasiones humanas, niidear grandes personajes para dotarlos de portentosa vida.Lo que la novela corta requiere— y es lo que , tiene la delseñor Velásquez—son individuos arrancados á la vida or-dinaria, sin grandes pasiones, sin multiplicados incidentes.

Page 51: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- SI -

Hé aquí por qué será sienpre más celebrada Madre queAl Pie del Ruiz, aunque en ésta Ira s cuadros y .'SCCIIaS Ile.nas de tiria (Jo" l,astarian para la fama de un escritor.¿ Quién no siente algo extraño y agradable al leer la des-cripción de la muerte de la Señora Genoveva, el encuentrodel fúnebre convoy con los militares, la desesperación deDolores al perder 6 su hija, y otros muchos cuadros quepor ahí andan dispersos, llenos de realidad y de un senti-miento hondo que sabe apreciar las notas alegres y tristesde la vida?

Y el Sr. Velásquez es, á nuestro modo de ver, lo quepuede llamarse un autor realista, sin toques de naturalis-mo, como alguno de sus conterráneos, sin aquella aficióná lo feo y desesperante de la sociedad que describe; es másbien optimista, ve todo de color de rosa, aunque alguno desus personajes no está de acuerdo con ese su temperamen-to: Ú veces se nece4ita del contraste de lo repugnante parahacer resaltar la luz y la belleza. Sil de artista semanifiesta en los paisajes que copia con la pluma, en loscuales hay delicadezay buen gusto, aunque á veces se mues-tra prolijo; maneja el diálogo con primor y huye del voca-bulario soez de las gentes vulgares. Como una muestra desu estilo, transcribimos lo que dice del río La Vieja, de eserío que es corno la entrada del paraíso y que produce nos-talgia en el que una vez lo conoció:

"Es una corriente corno de cincuenta metros de ancha,cuya mansedumbre encariña con ella los ojos y el espíritu;parece una carretera de cristal trazada por una mujer quese entretiene en hacer rayas onduladas buscando el dibujode una labor. Van con tal lentitud por encima de él lasbalsas y las hojas secas, que, á no ser por un levisi,no ru-mor que indica algo como respiración, se creería agua es-tancada. Dormido entre las sombras húmedas de los ca-caotales, avanza largos trechos arrullado por el gemido "elas palomas zoritas, y torva luégo á aparecer por entrearistocrático calleói, ce pisamos florecidos, y es aquí dondees más bello: estos gricles que en vez de savia parece

Page 52: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 82 -

tienen fuego en el corazón, se cubren de una florescenciade brasas, y el río que los copia, aparece corriendo por en-tre incendios. Bandadas de garzas blancas posadas en laroja pradería vuelven aquel paisaje, que al recordarlo ádistancia de él se toma corno cosa (le sneio.

"Más allá el río se abre en dos, y cual se ciñe con losbrazos el talle de una mujer hermosa, abarca tina isleta ves-tida de verde, franjándola ' le espumas por Indas partes;luégo aparecen dos playas ardientes, en cuyos arenales re-verbera el calor; apenas si asoma por allí un guaba de es-carhadas y retorcidas raíces, d cuyas sombras se bañan lasgentes 6 lava ropa una mujer solitaria. Muy fresca queanda Cartago metiendo los pis en aquella frescura. ¡ Quéimporta que lis empedrados de sus calles y los viejos cali-cantos suelten chispas iii visihies ú la hora del bochorno, siel río le está diciendo con su manso vibración: ¡ Vén .....¡VS . ....El es la alegría de arj ueli;i antigiielad ; suprimír-selo, seria tanto corno dcsanimntr una pupila quitándole laluz; por sus oril(as viven las gentes en eterno alborozo,éste pesca, aquél se bai'a, nbrulle el otro el cántaro de for-ma bíblica en la corriente, los demás, aquellasplayas son lit mnts!na ¿Ir.liiIiihr .ieer lado, y mucho, queanduvo el Mariscal espiñ it ruinili furi ¿4 la soporíferaciudad (le puertas f.rraLlas y ieu 1 s caiicantn$ al bordede aquella delicia; con lo!) y Mas casas tristonas de groe.-sos y carcomidos pitares y camarines ú la wdle y cancelaspor las ventanas, por allí na falta ttería, porqu ñ tiro depiedra está el oasis que derrama frescor apacible y que (lapicante dulzura al tarnarinlo, srir.jos á 1:4 grana la y mielal níspero."

Al Pie del Ruiz, si deja iriuclio (jrII desear corno novela,se lee con agraín, y al fin (le la lectiu'a que lit en el ¿nirnnel ambiente per fumado de las paisajs, ci reeuerlr de (asescenas mejor pintados. Qirién sabe si de lis personajesno se puede decir otro tanto: se ir;n esfiamnan1,i poco ápoco, porque todos ellos, en su esfera respectiva, están

Page 53: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 83 -

como tirados A cordel, sin riada extraordinario que los ha-ga grabar intensamente en la memoria.

III

Tomando por asunto un tema regional—la vida mine-ra de Antioquia—el Dr. Eduardo Zuleta co:npuso unanovela con el nombre de Tierra Virgen. Es el Sr. Zuletaun verdadero literato, correspondiente de la Academia Es-pañola; lo que no obsta para que sea uno de tos primerosmédicos de Medellín, ni para que esté desempeñando im-portante puesto diplomático en Europa. Sus méritos in-trínsecos y la cultura y amenidad de su trato le han gran-jeado muchos afectos y simpatías dentro y fuéra de la tie-rra natal; y así la novela fue recibido, aun antes de cono-,cena, con anticipado aplauso.

Y sin embargo, la novela del Dr. Zuleta se lee con mu-cho menor agrado que otros romances antioqueños, por-que una vez escogido el asunto, deipreció el autor el pro-cedimiento adecuado para tratarlo, y eso que "las reglasno son las que hacen buen escritor á un hombre, sino lafuerza inicial de que disponga," según doctrina sentadapor el mismo Dr. Zuleta en el último capitulo de TierraVirgen.

Son ver,iaderainente fatigosos lo primeros cuatro 6cinco capítulos de la novela, donde una compacta muche-dumbre de personajes se lanza 4 la escena á hacer alardede ridiculeces, á mostrar pasiones triviales que á nadie in-teresan y que pronto caen bajo la indiferencia y antipatíade los lectores. Capítulos éstos que contrastan admirable-mente con algunos de los subsiguientes, llenos (le vida ycolorido, aunque haya allí escenas que horrorizan y de qiimás bien deberíamos avergonzarnos porqu " tienen porteatro el suelo colombiano, y presentan aquellis aparta losrincones como lugares de costumbres muy primitivas toda-.vía, á donde no ha llegado un soplo de vida civilizada, y

Page 54: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 84 -

mostrando al lado de una resistencia superior para el tra-bajo, el aspecto semisalvaje de los mineros de Remedios yZaragoza.

El procedimiento en Las obras artísticas no es tan rete-gable al olvido como á primera vista parece. Dígalo Tie-rra Virgen, donde el Dr. Zulela cuidó más del fondoque de la forma externa; y de ahí que su libro tenga másvalor como obra de propaganda, como producto de la re-flexión y del estudio, corno un libro social y de polémica,que como obra literaria. Difícil cosa es fundir una tesisdoctrinal con los primores de la forma: por atender á laprimera, que es casi siempre lo principal para el autor, lasegunda se descuida y resultan obras más para estudiadasque para recrearse con ellas.

Se ha querido ver en Tierra Virgen, y es ese el quidde la novela, una lucha de razas. En un bien elaboradoescrito del Sr. Tulio Ospina, publicado en el número 14 deElJíontaiíés de 1897, se ataca el problema de la preten-dida lucha de razas, divididas, como es obvio, en blancos,zambos y negros; lucha en que el Dr. Zuleta defiende álos segundos y terceros, haciéndolos aparecer en su nove-la, de mejor carácter, de más nobles sentimientos, (le tantabondad en algunos, que aquello raya "en lo sublime"; enfin, (le mejores condiciones para la vida que sus antago-nistas. Estos, en cambio, hombres y mujeres, aparecencomo figuras detestables, llenas de vicios degradantes enunos, de ridiculeces y ruindades en otros, que más pare-ce aquella falange de individuos cosa de caricaturas quepersonajes reales. Pero era necesario que así sucedierapara hacer resaltar en los zambos y negros las virtudes deque carecían los blancos. Transcribimos los siguientes pá-rrafos del Sr. Ospina, para que se vea cómo se estimé enAntioquia la lucha de razas en Tierra Virgen, lucha pues-ta tan patente por el Dr. Znleta.

El Sr. Ospina, después de plantear ci problema comolo entendió el Dr. Zuleta, dice: "Ahora, vamos á cuentas;y para que no se nos considere apasionados, empecemos

Page 55: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

IP

- 85 -

por confesar que en las razas de color existen muchos tipostan buenos como los que pinta Zuleta; y por conceder queen Remedios eran todos de ese género, ya que aquél olvi-dó decirnos á qué raza pertenecían los que se robaban eloro que cambiaba D. Cándido, y los veinticincos que asesi-naban 4 sus semejantes por el placer de 'verlos hacer ges-tos.' Pero, en cuanto 4 los blancos de Antioquia, ¿serántodos tan cobardes, tan corrompidos y tan ruines como lospinta el autor de 7).erra Virgen? ¿Será posible que enuna población como Remedios, que tiene la misma compo-sición etnográfica que el resto del Departamento, no se en-cuentre más que un blanco decente, cuando todos los ne-gros, mestizos y mulatos son gente perfecta é intachable?¿Será cierto que en Antioquia existe una guerra cruda derazas, y que los blancos andan 4 la greña con los que nolo son, gritándoles en las iglesias, calles y ventanas: ¡ne-gros! ¡zamhosl ¡mulatos!

"Conteste cualquier hombre imparcial que conozca elverdadero carácter de la gente blanca que forma la inmen-sa mayoría de la población antioqueña; y que haya sabidoapreciar el espíritu tolerante y democrático de nuestrascostumbres patriarcales. Por nuestra parte, podemos afir-mar que aquí no existe tal guerra de razas; que si nues-tras gentes de color son honradas y dignas, nuestra pobla-ción caucásica 4 ninguna cede en valor, en dignidad y enhonradez; y nos atrevemos 4 decir que el Dr. Zuleta, alcercar el campo en su novela para una lucha de razas, nopartió equitativamente el sol entre los combatientes, nipuso armas iguales en las manos de éstos.

"Una prueba incontrovertible de que las personifica-ciones que hace Zulia en su novelo, y las conclusionestrascendentales que de ella saca, son inexactas, la hallamosen su obra misma, gracias á que muchos de sus cuadrosson tomados del natural, y olvidó retocarlos, para poner-los de acuerdo con el carácter que asigna 4 las personasque figuran en ellos. En efecto, los libertos de la familia,Jácome, Rita y Liberato, cuando llegó la emancipación,

Page 56: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 86 -

se quedaron en casa de sus amos, sirviéndoles con el mayordesinterés. Este hecho, que se repitió en casi todos los ho-gares antioqueños, está probando la equidad y el afectocon que, aun en la época de la esclavitud, trataban losblancos de Antioquia i% las gentes de color; ¿por qué noocurrió lo mismo en el Cauca y en el resto del país 9"

Por último, después de echar el Sr. Ospina por loscampos de la sociología y psicología combinadas, para ex-plicar el hecho (le que "si las razas mixtas se encuentranentre no igual pie que la raza blanca, ¿po! , qué la mayorparte de la riqueza del Departamento la hallarnos en ma-nos de ésta?," concluye diciendo:

"Nosotros, corno el Dr. Zukta, opinamos que el granremedio contra las malas consecuencias (le la diversidadde ratas y de castas, se liallará el (lía ' que el espíritudel cristianismo penetre en todos las almas,' y creernos queJa mejor muestra que se pudiera dar de que se desea since-raxr.ente el advenimiento de ese día, será no concitar losodios de sangre; no infundir en los corazones la noción deuna lucha que en realidad no existe."

Tal vez donde con más soltura se mueve la pluma delDr. Zuleta es CI) el último capítulo—" Fin de siglo (EnLondres ),"—disquisieión filosófica y cdl lea y con no pocaerudición sobre los más importantes problemas de la vidade Ja sociedad contemporánea; viniendo á ser esa parteuna especie de resumen del punto de la tesis que en laJa no-vela se desarrolla; allí el estilo tiene brío y facilidad, yparece que el campo (le las lucubraciones filosóficas es elmás apropiado para el espíritu del Dr. Zuleta; porque, engeneral, al lenguaje de Tierra Virgen, si correcto y limpio,le Falta un poco de brillo é imaginación, elementos de tán-Lo efecto en ¡a novela.

lv

Inocencia, de Francisco lic P. Rendóñ, fue muy biep

recibida del público de Antioquia y es una novelita cono-

Page 57: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 87 -

cida aun fuéra del país, y que ha merecido á su autor loselogios de la gente sens qta. El Sr. Rendón promete muchoA las letras patrias, y aun sabemos que tiene tina ó dos no-velas inéditas que deseáramos ver impresas para solaz demuchos y mej or circulación de su talento realista para des-cribir las costumbres de la montaña.

El argumento (le Inocencia es atrevido y franco: po-dría quedar reducido á cuatro renglones: ci matrimoniode una viudri fuertes, de sentido práctico, conun guapo mozo campesino, prcticu tamb i én, de atléticamusculatura para el trabajo rudo, y por quien siente ver-dadero amor la nifla lnnreocia, liijw única de la viuda.Esta resuelve sacrificar, sin mayor dificultad por supues.Lo, porque Angel no se da por notificado del amor (le Ino-cencia, e) cariño de su hija, y etuquisla á Angel, hastaque, llegado el día le Lis bodas, al efectuarse el matrimo-nio, Inocencia, que iba 1 dormir en la casa de su difuntopadre. cae en medio d suspiros que se mezclan "con ru-mor de besos," La pobrecilla estaba muerta. Bien lo sabíaJacinta: que la última recomendación del querido, su espo-so Lorenzo, había sido no ponerle padrastro á sir Eldesenlace, inesperado y todo, no es en realidad trágico. Esel ideal (le una muchacha compesina arrancado por lamuerte para evitarlo la presencia de Angel y la do una ma-dre rival. Inocencia, muerta, podría colocarse ca blancoataúd y ser coronada de flores. Su desaparición es de aque-llas que hacen pensar en el cielo de los bienaventuradosque se van de la tierra sin haberla casi bollado con susplantas. Por eso las gentes que contemplaban ci cuerpotronchado de la virgencita de San Isidro, exclamaron:¡Dichosa de ella!

Nótase desde el principio de la novela la importanciaque el autor da al detalle con menosprecio del conjunto,ya describa lugares como la vivienda de los campesinos,en que se cuela por todas partes, hasta el punto de haceruna verdadera disección anatómica, ya pinte los principa-

Page 58: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- SS

les personajes, tan gráficamente, eso sí, que es fácil adivi-nar la parte psíquica de cada tino, desde que ci lector losconoce físicamente. La acción, por consiguiente, no avan-za, y de tánta y tánta descripción, no viene A quedar sinomuy poco, lo meramente indispensable para estar uno en-terado de cómo es una vivienda campesina y sus habitado-res. Para los que viven encariñados con las costumbresmontañesas, Inocencia debe ser una novelita encantadorapor el mucho sabor local de que está impregnada, por lanaturalidad de muchas escenas, por el conocimiento que elautor tiene del corazón humano y por la acertada escogen-cia de elementos del bajo pueblo, con todo lo cual podríahacerse un drama en que no escaseara la pasión, "la pro-funda pasión que allí se ve expresada, una pasión con raí-ces y no una mera ficción psicológica, compuesta segúnlos cánones de la novela francesa," como opinó de Inocen-cia el Sr. de Unamuno.

Sin disputa alguna, y á pesar de la nimiedad del deta-lle, el Sr. Rendón thne arte para describir. Muchos de suscuadros son bonitos y están llenos de verdad. Pocas vecesse encuentra una pintura tan sencilln y natural, como laque hace de la administrución del sacramento eucarísticoal moribundo Lorenzo, donde no necesitó de postizos ador-nos para hacer pasar un oleaje de unción y reverencia porel corazón de esas pobres gentes, que en materias de amorde Dios están muy por encima de muchos A quienes esemismo Dios, que miran con indiferencia, ha colmado degracias y de dones sin cuento.

No queremos dejar de transcribir una de las páginas enque estuvo más feliz el autor aquella en que la falangede peones da principio al trabajo de la rocería la fuerzadel verbo, la frase rápida y cortada que remeda muy bienel movimiento de aquellos hércules de la montaña que,"desafiándose, anhelantes por el triunfo de cuál aventajaA cuál; aullando, desgarrando como el tigre, avanzancomo el fuego," trasplantan al lector al lugar delfracaso

Page 59: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- -

y parece que se escucha el vibrar de las armas afiladas quecon golpe certero caen sobre los enhiestos moradores de laselva.

"Dando lastimeros quejidos caen los árboles de la ori-lla entre las aguas del río, que indiferente sigue rugiendode tumbo en tumbo. Tiembla el follaje y gime; despavo-rido el pájaro, levanta el vuelo; ruedan de los nidos hue-vos y pichones. Ni para éstos hay misericordia: son aplas-tados 6 boquean víctimas de los rayos del sol. Huye laculebra que duerme al abrigo de las hojas; dispara ¡a zum-badora abeja, dejando abandonado el panal, envuelto enhojarasca, que todos desprecian. El corvo calabozo hacetrizas los velos y festones de florecidas trepadoras, de po•pos y de chuscos. Un tajo atierra al endeble arbusto cuan-do no queda oscilante prendido de las ramas de los quelo rodean. El acerado diente del hacha, á golpe seco yacompasado, ataca el tronco resistente del guamo que, re-gando las blancas borla, de sus flores, se rinde sereno ymajestuoso; el guacamayo, dando al viento las hojas defuego, que vuelan como las chispas de un incendio, caejunto al guasca, cuyo tronco fibroso se dobla como una ro-dilla desgarrada. Así corno es derribada tina hilera de nai-pes, van al suelo unos sobre otros crujiendo y quejándosecon4uejidos cuasi humanos tos arbustos que han sidoheridos por el pie, tapando con sus copas á los labriegosque se van quedando rezagados. Tocados éstos en su vani-dad, y aguijoneados por las burlas de sus compañeros, des-guazan adelante por ganar la van;uardia. Los que secreen impbtentes, huyen perseguidos por la mofa. Detrásde la falange devastadora, la guerrilla de alegres mucha-chos asienta los brazos del rastrojo yaciente.

"Embriaga, confunde, aterra, pasma el rumor alado delas hojas que bailan la danza de la muerte; los olores pe-netrantes de selva desgarrada; aquel golpeteo de hachasy calabozos; aquel rugir del río; aquel crujir; aquel des-quebrajar; aquel desastilíar; el eco que retumba en olas,que ahora se alcanzan, ahora se atropellan, ahora se mez-clan y se alejan hasta perderse en las entrañas de la selva."

Page 60: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

90

Allí, en aquellos torneos de la labor constante, empie-za á destacarse mejor la figura de Angel, llena de fuerzavaronil, y que ha de ser no muy tarde el marido de Ja.cinta, porque en el corazón de la hembra apasionada pier-den terreno lentamente los antiguos lloriqueos, para darentrada franca al gallardo mancebo que lucha & brazo

partido con la naturaleza para conquistarse mujer tan ri-camente dotada para la vida.

Quien haya presenciado un baile de la gente baja de lasociedad, en una noche apacible y serena, en amplio salón,alumbrado por "cuatro velas de sebo," en quc andan re-vueltos hombres y mujeres, en que Indo es hulla y anima-ción, con una música pedestre, que es para los bailarines"sencilla corno el pueblo y alegre como el placer," podráapreciar cuánto vale el sobresaliente trozo descriptivo quedel baile de Jacinta y Angel hace el Sr. Rendón en Ino-

cencia. Véase la entrada (le los danzantes en la lid, que vaá decidir (le su suerte futura y que va á ser ci golpe degracia para Inocencia

Vibrantes los nervios, la sangre ca combustión pre-cipitada en las arte •ias, salta ci moza echando al aire elsombrero tIc coria, al hombro el canto de la ruano, atrás elcarric¡ y, dándose con la barba en la ollita en són de cor-tesía, se le cuadra delante S Jacinta, que se levanta emo-cionada arreglándose las faldas. Gira él por la derecha,ella por la izquierda, desribieado ambos un número ocho.Pasea él la mirada chispeanc ; ella, la siniestra en la ro-busta cintura, la cabeza inclinada ó un lado, baila serena.Aplauden los circunstantes, que se agolpan formando unredondel. Ella y él llevando el compás de las vibrantes vi-huelas, van, vienen, se evitan y se persiguen.

"Resuenan gritos de entusiasmo.

"Parándose Angel enfrente de la dama, zapatea como sipisase sobre brasas; ella, clavando en él la negra pupilacon tal fuerza que el iris parece salírsete de la córnea, Al-zase la saya dejaado al desnudo el pie curtido y redondo,

Page 61: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 9' -

que sale del nítido copo de las susurrantes enaguas, y sedirige á él 4 paso repicado, halagadora y cadenciosa."

Volvemos á repetirlo Inocencia es un libro que si sele observa por el lado puramente novelesco, quizá canseun poco, porque la trama sutil que lo anima está diluidaen medio de las descripciones, y sólo hacia la mitad y alfinal de la obça hay algún interés. La sencillez del argu.mento, no obstante sus complicaciones de psicología, forzótal vez A su autor A ser un tanto extenso en los demás com-ponentes, muchos (le los cuales sirvn pira conocer mejorel carácter de los personajes; pero si Inocencia se conside-ra por el aspecto de los cuadro de cistumbres, no serápara muchos tina novela, pero sí es, y seguirá siendo unaobrita donde hay que alinirar un estilo pulcro y sencillo,lenguaje del vulgo bastante bien adaptado, persona jes lle-nos de vida, y ciia irosy escenas muydel natural, tom-adosydescritos con gusto. Y ponemos punto final con las siguien-tes palabras del críticohá poco citado, quien dice: "Al leerla Inocencia del Sr. (le Rendón se recuerda sin querer 4 Pe-reda, y por lo menos respira uno aires de campo y (le unatierra realy efectiva, sintiénlose muy lejos de los artificiosbulevarderos y de las tierrís de ninguna parte puramentefantásticas. Amello sabe A tierra, sabe á lugar, sabe á tiem-po y sabe 4 humanidad."

el

En 1905 apareció Kündrg, cuyo autor, D. Gabriel La-torre, es, 4 decir de los de por allá, un verdadero hornbréde letras, con una ilustración que muy pocos alcanzan, yque sin haber vivido en Eurcpa conoce á fondo cuatro 6cinco idiomas extranjeros.

Kandry fue recibida de muy diversa manera: paraunos fue aquello un triunfo alcanzado por Latorre; otrosse sonrieron desdeñosamente ante aquel primer esfuerzode un literato novel. La sociedad de MødelIín tributó 1w.

Page 62: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 92 -

menaje al autor, haciendo de I(uncfry, durante algún tiem-po, su lectura favorita.

Kwwlry es una novela aristocrática que se aparta delmodelo generalmente seguido por los romanceros antioque-fios, donde se siente la influencia de las literaturas extran-jeras, y cuya acción pasa en las altas esferas sociales deMedellín.

Se le ha censurado por algunos el lenguaje tachándolode rebuscado y pedante por el tonn lírico que corre al tra-vés de sus páginas; y aunque estamos de acuerdo en afir-mar que el lirismo es impropio en la novela, no vamos tanlejos que califiquemos de desgraciado un estilo correcto ydelicado como el de Kundry. D. Alfonso Castro, defensorde Latorre en las lides de la crítica antioqueña, después dellamar sencillo, pulcro y muy sobrio el estilo de Kundry,

agrega " El ser aristocrático en ci decir, el emplear laspalabras más bellas y sonoras del idioma, el odiar el voca-bulario soez de las gentes de baja clase, el limar párrafoscomo pulidos vasos para encerrar dignamente las ideas, noes señal de rebuscamiento, ni mucho menos. Podrá ser unamodalidad del artista, laudable por lo demás, pero nuncaun defecto. La plebeyez no es cualidad ni en el estilo ni ennada." Para nosotros el lenguaje de Latorre nos atrae másque el fondo de su novela.

El argumento no es complicado, ni actúan muchos per-sonajes en su desarrollo: Pedro y Carolina se aman desdela infancia. El, joven lleno de vida, rico, mimado de la so-ciedad, una especie de árbiler elegantiaram, deseoso de via-jar por Europa, y aborrecedor implacable del matrimo-nio, que no es para los espíritus superiores (como él) y delcual huye por cuantos caminos se le presentan. Ella, unamorena encantadora, que lo ama con pasión y sufre lasmuóhas veleidades de su novio, que se resiente cuando Pe-dro hace la corte á Julia, y que para atraer á Pedro co-rresponde á Guillermo. La pasión interrumpida se renue-va y vuelve Pedro á las andadas; los amores se restablecencon más frenesí, pero apenas como una farsa de dos aman-

Page 63: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 93 -

tea. Pero la farsa es tal que se trueca en amor verdadero,y cuando parece que todo va á quedar arreglado, Pedro searredra ante el ridículo de la idea matrimonial y retornadonde Julia. Entonces Carolina, por no ser boba, arreglamatrimonio con Guillermo. Al saber Peiro que Kundry, lapaciente Carolina, no lo ama, cuando siente sobre su frenteel peso de aquel ni pronunciado con energía salvaje, sedesespera, recorre á grandes rasgos la historia de esos amo-res nacidos en la infancia, y en la madrugada del día enque Carolina debía desposarse con Guillermo, Pedro, eljoven soñador, el buscador de libertades ilusorias, se corroelas entrañascon ven::no. Y ella, la pobre desposada, en me-dio de la boda, al escuchar el exótico nombre de Kundry,"su rostro recibe por un momentomómento su expresión antigua,brillan sus ojos con fulgor apasionado," pero después, conla rapidez del relámpago, "su cara se contrae con una ex-presión dura y extraña; sus ojos son como puñales, fríos,hirientes y despiadados; su cuerpo se yergue como el deuna bestia felina que fuera á arrojarse sobre su presa; susmanos se crispan y lanzando de su garganta sofocada unaespecie de sordo ronquido, intenta abalanzarse sobre suesposo, y cae desplomada al suelo de un solo golpe." Lapobrecita estaba loca. i Extraño caso de la suerte!

También se le ha consurado á Latorre el que los perso-najes de su bella novelila son inverosímiles, que allí no hayestudio de la pasión, del corazón humano, y que por con-siguiente dicha creación está lisiada ea sus fundamentospor no apoyarse en la verdad. Pedro, vacilante entre la li-bertad de la vida y el "yugo prosaico" del matrimonio, sedecide por lo primero, á pesar del intenso amor que pro-fesa á Carolina. Pero si ese amor es intenso, como pareceserlo, en verdad no se explica claramente aquel placer quesentía el mancebo enamorado ante las desesperaciones desu novia. No es posible compaginar, á menos que se rom-pa la verosimilitud, esa indiferencia, ese goce que él sen-tía viéndola rabiar, con el cariño que la profesaba. Bien

Page 64: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 94 -

puede un mozo petulante y rico como Pedro, burlarse delamor de una mueliactu, co!npl.tcersc en atormentada ácada paso, poro entonces no es posibleque él sienta por ellaverdadero cariño, intensoamor. "El pretexto de Pedro parano entregarse (le lleno al amor (le Carolina—un proyecta-do viaje ó Europa—ni tonto i incapaz (le producir el re-sultado que produjo," dice D. José Montoya. El Sr. Lato-rre quiso, para plantear tal vez sus propias opiniones, nosus afectos, presen Lar un caso por demás exótico que áfuerza de tal se trueca en inverosímil. Sin duda alguna, elestudio de los móviles del corazón en la criatura racional,es uno de los escollos del novelista, y laberinto del cualapenas han salido garbosos unos pocos verdaderos anali-zadores de esa parte tan heterogénea del cotnpue;to hu-mano.

Menos inverosímil, pero tampaco libre de alguna false-dad en el molo de presentarla, es Carolina, personaje delcual dice el Sr. Montoya ya citado: "No es tampoco natu-ral que Carolina, una muchacha tan sincera, tan franca,tan leal, y por sobre todo enamorada de Pedro, resuelta áser siempre boba, siempre amante, siempre mujer, cambiepor completo de un momento á otro, sólo por realizar labanal ¡dad de no ser beba 6 de no parecerlo, y resultar asíboba y media y por remate loca. Dejar su amor, renunciará la dicha única de su existencia una mujer ferviente, por-que se le presentan inconvenientes y porque ea su casa ledicen que no sea boba, eso no ; las mujeres, ca amor, tie-nen una fuerza de obstinación que aterra."

En cuanto á Onillérmo, el alemancito, creernos que esallí un personaje forzado, cuyo único papel se reduce ámostrar su incompetencia aun en el momento de proponermatrimonio á Carolina ; su carácter tímido, su ignoranciade la socieia J, su irresolución ante los co;rib:ites de la vida,forman un c',ntraste con Pedro, cuya fogosidad y fácil un-presionismo lo conducen al trógco fin que ya sabemos.Con todo eso, Guillermo, elucado en Alemani:3, 11 cuna del

Page 65: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 95 -

libre examen," no nos parece fuera de la realidad. ¿Quésignifica que él n hubiera sacado fruto alguno de so edu-

cación (aunque sí aprendió alemán, (le por fuerza, claroestá), en un centro tan refinado como la Germania? ¿ Aca-so todos los que viajan por Europa sacan igual provecho?Stultorum infinitas n/ numeras, y muchos son también losque viajan por alUÍ corno viaja un fardo de mercancía enlas bodegas de un buque mercante.

Por lo que hace ú Julia, el otro personaje saliente de la

novela, en ella encontró el Sr. Latorre modo de dar vuelo

á su fantasía crean1n una coqueta destapada que sabe ámaravilla representar todos los papeles en Iffl farsa de losamores, y que poco honor hace á la sociedad de Medellínsise pretende mostrarla como un ejemplar de su seno. Másparece tina refinada parisiense que tiria señorita de raza

antioqucfia.Ahora, ¿ qué se propone el Sr. Latorre con esos perso-

najes? ¿ Satirizar acaso la sociedad á la cual pertenece?A buen seguro que figuras de esa clase no se encuentrandiariamente en Ant oquia, donde pasa la novela, por lo

cual, si él ha querido retratar en sos creacione' los miem-

bros de la !iiqh-lile, no Ira andado muy acertado que diga-

mos. Tampoco queremos nosotros afirmar—los menos auto-rizados para ello—que la alta sociedad de Medelliti no esen todo y por todo cuino la pinta y la hace obrar el autor

de /&ndrjj ; ;i todas partes se encuentran ejemplos de pe-tulantes, (le coqueras, (le niflas que no quieren ser bobas,pero que al travéS de su naturaleza mantienen un lado de

humanidad que los hace proceder como racionales.

llundf^il ha debido dejar no muy grata impresión en losmiembros de la sociedad que allí 52 describe, pues el Sr.Latorre, enamorado de París y en general de la vida eu-ropea, profesa aversión sob:raii f tiernwa ,nontariesa,y de cuándo en cu:ndo la vapulo con frases hirientes y des-enosoladoras para los que no la conocen. Ya dice de ella

que está "perdida entre ¡as faldas abruptas de los Andes,

Page 66: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- -

á millares de leguas de toda civilización y (le toda cultu-ra"; y en otro lugar: "la intimidad y san-/açon á queinvitaban ¡as sugestiones delcampo, obraban ya su efectosobre aquellos mozos y mozas, de suyo un tantico repelen-Les y a'cartonados, como buenas hijos, al fin, de la ciudadmás antipática y aburridora de la tierra,... No había mu-cho ingenio, ni hay para qué exigirlo de tinos pobres mer-caderes que todavía pisan con miedo la alfombra de los sa-lones, y de niñas sometidas á quienes la severidad de ros-Lumbres ata la lengua y esteriliza el espíritu"; etc. Y siesto dice el Sr. Latorre de Medellín y sus moradores, ¡quéhubiera dicho de las otras poblaciones antioqueñas! Enesto creemos ú opinamos simplemente que hay tina exage-ración, debida quizá al espíritu cultivado del Sr. Latorre,quien, viviendo como un europeo en su tierra, juzga conel criterio del que vive en los centros de gran civiliza-ción. En cambio; cuando habla de la vida del Viejo Mun-do, encuentra los más elegantes y característicos epítetos,y sube muy alto en su vuelo iii idealista soñador. Oigaseleun momento: " Paris, cerebro del inundo, centroro de laselegancias, babilonia de las grandezas, comp2ndio 'le lasperfecciones, fuente inagotable (le (opios los placeres, tie-rra del champaña, y del espri4 y de las mesas opíparas, yde las muchachas alegres! ¡ Italia, cuna del &rte 1 Inglaterra,suelo natal del sentido prcIico y de las libras esterlinas!¡Alemania, foco de ],a moderna, de la instruccióny de la ciencia! ¡ España, patria de las castañetas, de lasbnndurrias y de las andaluzas resaladas! Suiza, la de loslagos azules y las montañas cándidas! ¡Bélgica, colmenarumorosa de trabajadores! ¡Los Estados Unidos, genito-res del progreso potente, emporio de todo lo enorme, se-millero de millones, tumulto de ferrocarriles!"

Con Kundry por este aspecto, y refiriéndonos á Antio-quía, pasa algo semejante á lo que acontece al leer Frau-

lein Emma del diplomático Serven, novela que deja unaimpresión desagradable sobre Colombia; y si esto se ex-traña en un español como Servert, cuánto más habrá ex-

Page 67: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 97 -

trafrado Medellín el hecho de que haya sido uno de sushijos quien la ha desacreditado en las páginas de Kwzdry.

Pero, ea todo caso, la novela del Sr. Latorre, no obs-tante sus incongruencias, es hasta ahora una de las mejo-res y más bonitas que conocernos, por lo correcto del len-guaje, su extensión mesurada y el interés que despierta;allí hay trozos de verdadera literatura, y al paso que mu-chas novelas colombianas no resisten mts de una lectura,Kundry puede y debe leerse varias veces, en la seguridadde que-cada vez que su lectura se repita, se admirará másla complexión artística de su autor, uno de los jóvenes queen Antioquia cultivan con amare y por temperamento lasbellas letras. Y si ésta ha sido la obra tomificada con queel Sr. Latorre ha lanzado Su talento á la circulación, deesperarse es que en lo sucesivo nos regale con cosas toda-vía mejores, que las facultades del hombre siempre sonsusceptibles de perfeccionamiento.

VI

Réstanns hablar del autor de ffjja Espiritual, D. Alfon-so Castro, á quien conocimos en retrato en uit tomito decuentos elegantemente impreso en Medellín, que lleva pormote El Tiecluta, y que va exornado con los fotograbadosde los literatos que tornaron parte en aquel torneo, abiertopor El Cascabel, sin pretensiones (le concurso, y sólo conel deseo de ver 'LtLl mismo asunto—la historia de un re-cInta—tratado por ocho escritores distintos, en ocho esti-los distintos, de ocho distintas maneras."

El retrato del Sr. Castro, que á la vista tenemos, es el deun joven de frente despejada, rostro pensativo y una mira-da inquisidora, á través de la cual parece brotar la bondadde una alma de artista. Alfonso Castro es mozo todavía,"el Benjamín de la literatura antioqueña," como lo llamóuno de sus panegiristas, porque apenas en la edad de laadolescencia ha entrado con paso firme por el difícil- canil-

7

Page 68: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- gS -

no de las bellas letras. Y si fuéramos á estudiar en estetrabajo la serie ya numerosa de cuentos de todo géneroque existen en la literatura nacional, más de una ocasióntendríamos para hablar de Castro, porque es allí donde hacosechado mejores lauros su pluma (le artista y poeta 4 sumodo. Notas humanas y Vibraciones son dos libros suyosjuzgados con ventaja, donde hay fresura, sentimiento yvida, donde ha dejado conocer mejor su temperamento yque le han franqueado la entrada al campo de las letras.No quiere decir esto que la perfección esté allí llevada á sucolino: defectos han de. tener esas obras que no nos incum-be señalar, pero haber llegado en su edad 4 producirlas,es tarea digna 'le elogio. Castro es una esperanza para lasletras patrias.

Puede afirmarse, sin mucho temor de errar, que en An-tioquia se producen mejores cuentos que buenas novelas,que más valen allí los cuadros de costumbres que losconflictos pasionales; y es porque la novela necesita de lavida tranquila y sosegada, de la estabilidad de las cosas,de un carácter períectaunente definido, al paso que el cuen-to está muy en armonía con el anhelo de impresiones, demovimiento cuotidiano, del trabajar incesante y variado.Los cuentistas antioqueños forman una legión: Carrasqui-Ha, Velásquez, Latorre, Robledo, Rendón, Castro, Monto-ya, Olano, Gaviria, Velásquez García y Francisco Gómez,muy apreciado 2ste último entre sus conterráneos por sussalientes dotes de literato.

Hya Espiritual dio margen en Medellín á una polémi-ca escabrosa se creyó ver en los personajes del autor, in-dividuos de carne y hueso de la sociedad de Medellín, seolieron y se palparon las alusiones personales, en una pa-labra, produjo indignación en unos, protestas furibundasde otros, admiración en los (le más allá, elogios de no po-cos; se cdii por todas partes como el viento y circulécon la rapidez del incendio. Que este personaje es Fulano,que aquella odiosa mujer es Zutauun, que la chica otra esMenganita ... y se recordaron escándalos recientes y dolo-

Page 69: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 99 -

rosos conflictos de familias respetables. Y como á los hé-roes de la novela se atribulan acciones é intenciones ajenasá los pretendidos modelos, se formó una atmósfera de difa-mación y de calumnia. Ayudó la circunstancia de queNf/a Espiritual, no obstante estar muy bien escrita y pa-recer meditada con tiempo, produce el efecto de una ex-plosión momentánea de la pluma ante algo que molestay hiere, de obra escrita con el enemigo al frente.

En los lugares cortos—y cortas son para el efecto todaslas poblaciones de Colombia, Bogotá inclusive—no puedeel novelista retratar personas determinadas; no puede in-troducir acciones sucedidas en la vida real, sin faltar á lacaridad, y muchas veces, sin pretenderlo, á la justicia. Poreso, en muchos años, no se lograrán buenas novelas realis-tas sino las que tienen por asunto las costumbres de las.clases populares. Los retratados no leen la novela ; y low,que la leen, no conocen los modelos copiados por el autor.

La persona señalada por el público como ejemplar delpersonaje más odioso de la novela, publicó una carta diri-gida al autor, bien pensada y bien escrita, con un,. vigor quele envidiarían muchos hombres, con exquisita mansedum-bre cristiana y femenil delicadeza y recato. A aquella cartarespondió la sociedad medellinense colmando á la afligidadama de testimonios de estimación y de respeto, y el Sr.Castro, como caballero, protestando que no había tenidointención de referirse en su novela á ninguna persona enparticular. Así terminó el enojoso incidente.

El tema de la novela en cuestión, considerado en abs-tracto, no podía ser tnis interesante: de tina importanckcapital en todas partes y que lejos de enfriarse, adquiere'mayor importancia de día en día, porque es trascendentaly decide en muchas ocasiones de la suerte de la sociedad.La educación de la mujer es el asunto que aborda Al-fonso Castro en Nf/a espiritual. Su novela es, pues, de lasque han dado en llamarse tendenciosas.

El autor ha querido hacer palpables los perniciososefectos que se siguen cuan lo una maestra, sin conocer el:

Page 70: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- loo -

verdadero carácter y teinperaniento de su discípula, quieresólo dirigirla por sus propias ideas y sentimientos, hastael punto de hacer de las niñas que se le confían verdaderosautómatas, y (le pretender forzarlas en e1 arduo proble-ma de la vocación. Muy bien. Pero ea la/a espiritual sepercibe un ambiente hostil á la vida religiosa; y se tra-tan con criterio puramente humano y utilitario delicadosproblemas psicológicos en que interviene el orden sobrena-tural. El que quiere flores para tejer una guirnalda, nocoge los pétalos con toda la mano y tira de un golpe. Elarte vive de bato gusto y delicadeza.

El estilo del Sr. Castro e sobrio y elegante, enérgicocomo al asunto convenía; los personajes están bien soste-nidos. Con el tiempo liará obras que lleven muy alto su re-putación de novelista.

CAPITULO V

NOVELISTAS MÁS RECIENTES

El distinguido literato y poLemista D. José María Ri-vas Gioot, bien conocido ea su patria y fuéra de ella, pu-blicó con el titulo de Resurrección una novela corta, de noescaso mérito literario, como todo lo que sale de su pluma.La novela del Sr. Rivas Groot puede llamarse colombia-na por su autor; po r los personajes, las descripciones, elambiente que la rodea, más parece sentida y vivida en tie-rra extranjera que en las alturas de los Andes. Su apari-ción produjo entusiasmo y dio margen tI discusiones sobresu originalidad, pues al paso que unos la reputaron nués-tra, no faltaron quienes aseveraran ser Resurrección unatraducción elegante y castiza de una novela francesa.

Nada más natural que ceder nosotros el campo á quiencon tino y maestría ha sabido juzgar esta producción delSr. Rivas Groot, y á lo cual no pudiéramos añadir nada

Page 71: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

mejor. Mr. Arinand de Nouvrac, en carta dirigida á la Sra.Condesa Maurice de Courville, se expresa así:

"Entre los numerosos folletos que me han llegado heencontrado un libro artístico que me rrnitcn de Espafla yse titula Resurrección.

"No es andaluz, ni catan, ni vasco; es francés, cemple.tamente francés, sin dejar duda, á juzgar por ci estilo; ycon todo esto, concebido y escrito en la América del Sur,en Colombia, en medio de lis Ancles, lejos de nosotros, loscivilizados, según nuestra opinión personal.

"Yo desearía dej aros saborear y apreciar vos misma esanovelita, que es una verdadera joya en su género, y en lacual se transparenta el espíritu profundo, analítico y psi-cológico del autor; pero siento el deseo (le decir algo de loque pienso respecto de esa obra, algo (le lo que encuentroen esas páginas, escritas en un lugar tan lejano, y que sinembargo ¿nc han impresionado de tal modo, que las heleído sin interrupción, con grart placer y penetrado por lasimpresiones, las descripciones tan verdaderas y sentidas deese americano que, escribe con el espíritu de un francés denuestra época.... El terna es sencillo, sin artificios compli-cados; la trama es natural, e! estilo correcto, claro y sobretodo muy puro. Y se refleja ahí una alma que siente, queaspira la vida en medio de sentimientos delicados y nobles.No diré que el autnr es un psicólogo como Pablo Boui'-get, un soñador exótico como Loti, 6 un sentimental comoRené Bazin. En algo, sí, se asemeja á dos ellos y se cóm-prende que son sus autores favoritos.

" El autor de Resurrección se dedica al estudio de lossentimientos nobles, al análisis del alma 'le sus personajes,á tocar aquellas fibras que más nos ent-ine&n y conmue-ven. Su propósito es la moral, pero una moral suave, pre-sentada con tan atractivo aspecto, en un estilo tan fluido,que al autor se le escucha y se le comprende aunque todosno participen de sus propias ideas.

"Resurrección es ti a verdadero cuento de artistas, puestoque sus persoziajes lo son en efecto, y el libro constituye un

Page 72: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- ¡02 -

poema en prosa hecho con leves pinceladas, numerosas 4insinuantes, y hay en él notas musicales que se confundeny se suman, formando una armonía suave, que llega al co-razón y esparce —es verdad— una suave melancolía, lamelancolía que experimentamos inevitablemente al pensarque los tiempos cambian, que el género literario sentimen-tal tiende fi desaparecer en nuestra época, llevándose acasoconsigo lo que hay más elevado en el pensamiento huma-no. Lo que más llama la Ltcnción en ese librito sentimen-tal es la descripción perfecta (le sus personajes, á quienes elautor no ha visto sino de paso, pero de los cuales conservauna memoria indeleble; y los sitios que ha visitado sinduda y que permanecen reflejados en su mente con tal ni-tidez, que los reproduce todos acaso cii un estilo descono-cido en América, si consideramos que las costumbres deaquellos países son tan diferentes ' le las nuéstra$. Hay unverdadero color local, y para que un autor lo posea es ne-cesario que el escritor vea, analice y comprenda las cosasque le son extraílas, tal corno nosotros las observamos ysentimos.

"Entre nosotros ycinos que Loti deja su amada Franciapara emprender (argos viajes y presentarnos luégo visionespintorescas de paises exóticos. En América, Rivas Grootabandona sus zonas ecuatoriales para venir fi Francia ábeber en una nueva fuente; se inspira en escenas de unatierra que no es la suya; describe en un estilo que le espropio lo que ha visto y vivido entre nosotros; y nos hacepalpitar así una vida que es más nuéstra que suya. Hé ahíuna propiedad especial dd autor de Resurreccidn, que me-rece notarse. Por tal motivo, el prefacio de la obra nos ha-bla de la sorpresa causada allá en los • centros literarios,pues se creyó en un principio que esa novela no era un pro-ducto nativo de América, sino traducida de un autor fran-cés fi la lengua castellana.

"Cuando se descubrió que M. Roche Grosse no era sinoun seudónimo, las controversias cesaron y se admiró, comoyo admiro, ese librito azul, flor de la literatura, que se

Page 73: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 103 -

abrió en la cordillera (le los Andes, y cuyas hojas dejanescapar un aroma de gracia, de delicadeza; nos hae sonarpor instantes en esa bella Margot, pura y pálida como lasflores ecuatoriales, transportada á un país tan diferente delsuyo y admirada por los corazones entiisiastts y fervoro-sos de artistas auropeos, enamorados de la Belleza, cauti-vados por esa noble y delicada amiga, y unirlos, á pesar desus diversas doctrinas, en un mismo culto sentimental, detal manera que esa joven, al marchitarse alsopla do. la atuer-te, viene á ser el ideal secreto y puro que los hace estrechar-se la mano á la orilla de una tumba y pensar y creer en laverdadera resurrección.

"Al terminar, Sra. Condesa, esta carta, me viene i la me-moria el haber visto en la J?evue Blene y á propósito dela traducción de las obras de Víctor Hugo al español, unacrítica de Madame Levynk, en que elogia al Sr. Rivas Grootcomo lo merece, según creo.

"Este hecho y algunas otros me explican su predilecciónpor la literatura francesa, y inc atrevo á esperar que el au-tor de Resurrección no se limitará á este primer trabajo, yque sus futuras publicaciones tomarán su puesto entrenuestros autores, que son—podemos decirlo con legitimoorgullo—los más leídos en el mundo eatero."

JI

La última producción novelesca—que sepamos—y pre-cursora de días de bonanza para la literatura colombiana,es Paz, de D. Lorenzo Marroquín, obra en la cual colabo-ró el Sr. Rivas Groot, y cuya primera edición vio la luz ea

1907-Frescos están aún los laureles que el autor cosechó

con la publicación de su novela, la que fue recibida del pú-blico con muestras de verdadero entusiasmo, llegando áser el acontecimiento culminante, de varias semanas, eaesta Atenas, á ratos tan monótona, tan aferrada á las cosasde afuera, que muy difícilmente logra encariñarse de veras

Page 74: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- io4 -

con lo que es producto de su propio suelo. Explicable esesto si se tiene en cuenta que nniy rara vez se le sirve unaobra que tenga sabor de humanidad, donde palpite la vida,donde brilk el realismo moderado, donde se sienta el es-fuerzo y la persecución de altos ideales. El Sr. Marroquín,conocedor del gusto de sus contern½nros, acertó en estaocasión á satisfacer los aficjonvs tic tina sociedad enteraque impartió su 9)rohación á Paz con ruidosas aclama-ciones de triunfo. De ella se ocuparon aventajadas plumas,y la segunda edición, hecha á raíz de la primera, va yaexornada con sendos prólogos ele das atildados y JUICiOSOS

escritores que pusieron en su punto el mérito intrínseco dePaz como obra de aliento, llamada i marcar nueva sendaen la literatura patria. Se creyó en aquel tiempo—y tal vezse siga creyendo hoy—que con Paz habla nacido al fin lanovela colombiana, tanto tiempo intentada pero no satis-factoriamente realizada, y cuyos ejemplares anteriores ape-nas eran pálidos embriones, si bien necesarios para la fac-tura ele la obra del Sr. Marroquín, á la manera que de launión continuada de los arroyos se forma ancho y candalo-sorio. Al lado de los juicios encomiásticos, no escasearonlas criticas acerbas, en las cuales se le hicieron patenteserrores de todo linaje; se la llamó novela antipatriótica, des-tinada á desacreditamos en el Extranjero. hoy se ha disi-pado el ¡turno de aquel combate literario: los disparos dela fusilería enemiga se perdieron en la sombra, y aunquePaz tenga defectos como todo lo que sale de las manos delhombre, la reputación artística del Sr. Marroquín se asen-tó de nuevo sobre sólidas bases, porque mostró al públicouna vez más los productos de su talento, á diferencia demuchos que se encierran en su torre de nzarfi4 no sea queel público exija la factura de los obras que los consagrancomo literatos.

Bien comprendernos que no somos nosotros los llama-dos á emitir juicio sobre la mejor obra de D. Lorenzo Ma-rroquín; bastante y bueno se ha dicho ya para que vaya-mos ahora á intentar algo nuevo. Cuando leímos por vez

Page 75: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

105 -

primera 4 Fax por poco desistimos de tomar la novela co-lombiana por asunto de este trabajo: nos pareció que elfardo pesaba mucho sobre nuestros hombros; y aun pen-samos que lo reciente de su publicación seria excusa parano tratar de ella, lo mismo quede otras muchas; pero me-ditando luégo que nuestro estudio quelaria incompleto sien él no se hablara de Pax aunque ligeramente, hemos ve-nido en consignar aquí lo que ya se dijo por mejores y másautorizadas plumas que la nuéstra.

Ante todo, ¿quién es el autor? No its un desconocido enla cultura nacional. Espíritu cultivado, erudito con marcarefrendada de autenticidad, católico de entendimiento y decorazón, escritor pulcro y correcto. Su obra literaria es ex-tensa, meritoria, y está esparcida por diversos campos delsaber humano: los estudios filológicos, las cuestiones reli-giosas, la crítica severa y razonada, la poesía, el drama, lacomedia, las costumbres sociales, los problemas filosóficosy la politica,á la cual parece haber dedicado muchas de lasenergías de su vida: hé ahí más 6 menos la esfera en don-de se ha ejercitado la pluma del Sr. Marroquín, dejando 4su paso la huella de una privilegiada inteligencia.

Mas, 4 pesar del mérito de sus demás obras, con Pax

ha dado la última nota en su ya larga producción litera-ria; en ella ha sumado todo el aliento de su cerebro y seha dejado conocer por aspectos diferentes: enamorado delarte, de Ja naturaleza, le la política, del progreso de supaís y de la lengua castellana. Por eso Fax, 4 diferenciade aquellas cuyo objeto es el desenvolvimiento (te una 'pa-sión en un enredo mis i% menos complicado, es tina novelade combate, ante la cual nadie permbncció indiferente, yen donde, á pesar del detalle, no se ha despreciado la uni-dad del conjunto, pues es la pintura de una época de tran-sición en nuestra vida política y social. -

Mucho interés hubo en saber qué parte correspondía alSr. Marroquín, cuál al Sr. Rivas, en la composición deFax. Bien se colige de la carta del Sr. Marroquín al Sr.Rivas, que el primero lleva la mayor parte de la labor, por-

Page 76: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

— (&e

que afirma en la carta que hay en Pax capítulos refundi-

dos, otros en que no queçda sino el esqueleto, siete capi-

talos nuevos; si bien ( .1plan general de la obra y loscaracteres se han conservado tal y como los combinaronentrambos escritores, según declaración del irtismo Sr. Ma-rroquín; y aun cuando en medio de esas mutaciones seadifícil precisar lo que sobrenadara del ingenio del Sr.Rivas, el público no procedió en el caso de Pare de igual

modo quecuando los mismos escritores hicienu representar

su drama Lo Irremediable, ocasión en que le repartió el

aplauso por iguales partes.El Sr. Marroquín hubo de prevenirse contra la opinión

de Los lectores respecto de los personajes de Pare, creyen-

do que la suspicacia del público lo llevara basta poiernombres propios á dichos personajes. Y así sucedió. Nobien se iban recorriendo las páginas de la novela, cuandoya se señalaba con el dedo el personaje aludido, Sin em-bargo, muchos creyeron que el Sr. Marroquín no tuvo enmira retratar individuos determinados de nuestra sociedad,sino pasionés, vicios, virtudes, etc. Así lo dice él. El mis-mo fen4meno se ha observarlo con muchas obras semejan.tcs, y el ejemplo no está lejos. Y si el parecido de los per-sonajes de Paz se encuentra lo mismo en Colombia queen cualquier país hispanoamericano, eso está demostrandoque el Sr. Marroquín ha hecho novela de costumbres lati-noamericanas, tomando una pasión, una tendencia, y en-carnándola luégoen un individuo que, en sus relacionessociales, sirve de vehículo para llevarla á muchas partes.Lo cual corroboraría la siguiente tesis sentada por elautor:

"Y la bondad y perfección de la pintura de un tipo 6de un carácter se comprueb * con la diversidad, número yviveza de parecidos que se le encuentren: el molde en esecaso está bien hecho. Pero esa misma circunstancia de lafacilidad de aplicación 6 de identificación, demuestra quelos caracteres 6 tipos de la novela no son, no pueden serretratos fotográficos; el retrato de muchos hombres no es

Page 77: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 107 -

el retrato de ningún hombre, no es retrato de nadie, se havaciado en el molde, en el carácter, una especie de hom-bres, no se ha reprolucido particularmente ningún hom-bre." Y más adelante: "Esta clase de parecido es el queanhelo para los personajes de Pax, que habrán de encon-trar sus congéneres y semejantes lo mismo en Colombiaque en cualquier otro país de Uispanoamérica. Pax nobusca ni el interés de actualidad, ni el encanto del chismede parroquia, ni la difusión de la maledicencia, ni la bogadel escándalo, ni el esplendor fugaz de la política; perocomo el público puede proponerse darle esa clase de popu-laridad y resonancia, y empeñarse en particularizar, endeterminar, en hacer aplicaciones, en señalar con el dedo,en confundir el individuo con la especie, el molde con laestatua, el troquel con la medalla, es indispensable que meapresure á copiar la declaración anunciada al encabezarestas líneas, y que un veterano de la novela d<costumbrespuso al frente de una obra cuyos caracteres, tipo de actua-lidad eterna, son reconocibles en todos los países y han pa-sado al través de los tiempos como los tipos de imprentaen que fueron descritos."

A pesar de esta declaratoria, que tiene visos de auto-acusación, los personajes de la novela no tuvieron la aco-gida deseada por el autor, cuya intención mordaz y satíri-ca contra algunos de ellos no fue un misterio para nadie.Quizá esos tipos de novela —si así pueden llamarse— ten-gan mejor aceptación en lugares fuera de Bogotá y aun fue-ra de Colombia. El Sr. Marroquín más ha pintado en algu-nos el cuerpo que el alma, más se ha detenido en el indivi-duo que en la especie, más ha retratado que pintado. De ahíque el público se empeñe en no ver allí caracteres noveles-cos sino retratos tomados del natural, tsnto más visiblescuanto más reducida sea la sociedad en que obran; y coneste prejuicio, si el personaje no se mantiene siempre á lamisma altura en todas sus acciones, se hallará falso 6 dibu-jado con imperfección. Ahora, no todos los personajes dePax son de una misma casta: muchos hay, los que parecen

Page 78: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- ro8 -

formar uno de los bandos contendores ile la lucha social

que se vislumbra en Paz, estudiados con maestría de nove-lista, figuras hermosas, vivientes; otros un Unto rctei\idos,cerrada para ellos la válvula de escape del sentimiento hu-manitario que hay en el corazón del hombre, como desa-fiando la antítesis entre el bien y el mal. Y si esta labordel Sr. Marroquín no es laudable desde cierLo punto devista, por el lado de la pintura no se puede pedir nada másgráfico, intenso é incisivo. Sobre Paz, por este aspecto,pudiéramos decir lo que de ¡lOa espiritual apuntamosatrás; con la diferencia de que en aquella novela no sondamas y doncellas las que aparecen en escena, ni á los per.sonjes se les da ¿1 conocer por ningún lado que desdiga dela enitura 6 ideas religiosas del autor.

De los caracteres de Paz, corno obra literaria, el demás mérito, el que ha sido colocado en primera línea, es elde Roberto. Oigase lo que de él dice uno de nuestros crí-iieos (1 ):

"Describir malvados 6 VJI'QIlCS perfectos, tipos más 6menos ridículos, es fácil. En la academia de pintura se em-pieza el estudio de figuras humanas por el contrabandista,el caballero de golilla, el mendigo astroso, el vejete de capaverdosa y cubilete abollado. Roberto es un carácter dificihisimo, sostenido corno se deben sostener, no haciéndolosperseverar en un solo rasgo, sino en el vaivén de la vidahumana. EL héroe de Paz está copiado del bogotano,como ya no existe, no sé si por desgracia ó por fortuna,salvo unas poquísimas excepciones rezagadas; del bogota-no que yo conocí lince más de cuarenta anos, cuando vineá estudiar á la capital. Inteligente, con todos los talentos,menos uno: el que se necesita para hacer valer los demás;pero no el talento macizo del profesor de Leipzig 6 del es-colar de Oxford, sino vivo, chispeante, A veces superficial,vuelo de golondrina. Tenía el espril de un parisiense de

V. ¿a Revista del Colegio Mayor de Nues/ri Se,iora del Ro-sario, número 25, pp. 296 y 297.

Page 79: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 109 --

raza, el donaire de un madrileño de cepa, con más sobrie-dad que el primero y más blandura que el segundo. Noestudiaba aS derechas en el colegio, no concluía carreraprofesional, no ¡le-ab al doctor ni siquiera á bachillerpero al peco sabia de todo, podía hablar con propiedad decuanto hay, pero ocultaba su saber corno si fuera una ver-güenza. Artista por herencia, por naturaleza, el arte leservia para gozar y admirar, raras veces para produciralgo. De repente hacía un soneto que Arguijo hubiera pro-hijado; lo leía á dos 6 tres amigos y lo arrojaba al la cestade los papeles inútiles; empezaba un paisaje, no indignode Corot, un retrato de la novia 6 el amigo, con rasgos deVelásquez, pero no los concluía jamás. Y no por pereza.Trabajaba, si era preciso, quince horas al día, pero conuna condición: que la labor no fuera en provecho propio,sino para bien ajeno, 6 que no condujera á nada útil. Vir-tuoso 6 calavera, tenía dos virtudes contra las cuales nodelinquía jamás ni levemente: la delicadeza y el honor.El honor en singular, porque los honores lo aterraban; yen punto á riquezas, era perfecto en el arte de gastarlas,nulo 6 poco más, en el arte de adquirirlas.

"Cuando el espíritu moderno invadió la capital, el per-sonaje de que estarnos tratando se dejó arrojar sin protes-ta, digamos más bien, para ser justos, abandonó Ci centrode la ciudad, lús puestos públicos, las influencias al loshombres nuevos, al los de acción, como dicen ahora. Conel alma entristecida hondamente, sin valor para luchar, 6por falta de fe cñ los medios, 6 por desprecio al éxito, nodejaba ver sus quebrantos; por delicadeza, por buen gus-

.Lo, ocultaba el dolor bajo el velo de suave jovialidad, ycomo único desquite contra sus vencedores, tenía el gra-cejo espiritual, finísimo, que nos rasguñaba la piel, perorara vez 6 nunca hacía echar sangre. El bogotand actualha ganado mucho, es más activo, más constante, más enér-gico; ha abierto fi pecho, en mayor 6 menor grado, á laambición de gloria y de mando, al deseo de formar una

Page 80: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- ¡lo -

fortuna, cosa que, dentro de los límites de la moral y deldecoro, son resortes poderosos para el bien."

Pero el señor Marroquín no sólo ha estudiado carac-teres y costumbres de la sociedad elevada, con un sabor lo-cal tan puro y tan intenso, que basta leer el capitulo La

Alondra pata sentirse úno de cuerpo presente en mediode las carreras de caballos; no sólo ha sostenido, de unmodo ú otro, sus personajes en toda la línea, lo cual re-quiere esfuerzo supremo é intimo vivir con ellos, y ha sido

escollo para muchos; el señor Marroquín va más adelan-te: el odio profundo é injustificable de los partidos—hoyextil)guiilos casi por completo,— el encarnizamiento denuestras contiendas armadas, la ruina moral de la Repú-blica, las agitaciones sociales y políticas, la necesi lad deuna paz asentada en graníticos cimientos, lié ahí más 4menos, lis problemas que se agitan en Pax, abordados conintensidad de penetración y de análisis. Aréguese 4 estola belleza de muchas descripciones en que se patentiza eltemperamento artista del Sr. Marroquín, (leqeril»endo noúnicamente lo que los ojos ven, sino aquello que requiereversación inteligente y meditaciones serias habidas en lar-gas vigilias, y se comprenderá que Colombia tiene elemen-tos grandiosos para una literatura propia; múltiples can-sas han estancado la corriente, y de aquí que el atraso ma-terial, fiscal y económico en que nos hallamos, :lerivado delas guerras civiles, haya trascendido 4 las Letras, ahogan-do en flor las primeras Tnallifestaciones de un arte nacio-nal. Por eso Pax ha ve,.ilo como seria¡ (le cesación de in-fortunios, y su aparición coincide con el impulso progre-sista dado á la Nación por el mandatario que ho y la rige.Quiero el cielo que los primeros astros que empiezan 4brillar en el campo sosgado y tranquilo ¿le la literaturacolombiana, sean precursores de toda una constelación for-mada por hijos de In Paria en las diverss esferas del tra-bajo, del estudio y ¿le la perseverancia.

De más estará decir que el elemento psicológico tie-ne en Paz lugar prominente: capítulos ha y que ni son des-

Page 81: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

- 19 -

criptivos, ni de costumbres, sino de análisis del alma, delcorazón humano, algo que va derecho al espirito. El Artetambién tiene allí puesto de honor. Y cómo nó, si el Sr.Marroquín lo ama, lo comprende, lo ha adquirido en susviajes por el Viejo Mun lo?

A la corrección, limpieza y buen gusto del lenguaje, seune un estilo sonoro, hirviente, palpitante, á la par quesencillo: se deja leer sin esfuerzo, se amolda álos diversosasuntos que trata. El Sr. Marroqufn ha bebido en las fuen-tes puras de la lengua, y ojalá su ejemplo sirva de estimuloA la juventud estudiosa.

Tal vez peque por exceso de descripciones, por recargode colorido, por falta de narración; quizá haya capítulosque se tornan pálids al lado de otros; el anhelo patrióticoSde pintar completamente una faz medio borrosa de nuestranacionalidad bajo muchos aspectos, llevó al autor á ese"pecado de inexperiencia," como dijo alguno.

Siendo la obra literaria fiel trasunto donde se mira elalma del que la escribe, imposible que el Sr. Marroquínprescindiera de sus ideas religiosas al componer su novela;por eso al través de esas páginas que recrean el ánimo y sa-tisfacen el gusto, se siente el influjo de la religión católica,la fe hondamente arraigada; por eso también el autor dePar ha logrado hacer de una obra realista lectura para lasalmas que viven en el mundo del candor y de la inocencia,y cuyo aplauso vale más que los elogios de la gente le-trada.

No quiero poner punto final é este trabajo sin mani-festar públicamente mi agradecimiento á nuestro amadtsi-mo Rector, de quien los jóvenes que se educan reciben se-ñaladas muestras de cariño, porque él, á la par que maes-tro, es padre amantísimo que nutre las mentes con la ciencia,modela las voluntades firmes para el bien. De sus labios ydel ejemplo de su vida, consagrada hace un cuarto de si-

Page 82: CAPITULO II - Universidad Nacional De Colombiabdigital.unal.edu.co/7451/26/capitulo_ii_novela_historica.pdf · dades de la vida indígena, que en un libro de historia se harían fatigosas

glo al servicio de Dios, de la juventud y de la Patria, hamanado continuamente la enseñanza para el entendimien-to y para el corazón; enseñanza que, esparciéndose lentapor el territorio patrio, irá más tarde á contribuir á la re-generación total de la República. El De. Carrasquilla tienepara todos abiertos los brazos, para todos tiene un sotoamor, el dci verdadero maestro, que ama con amor sobre-natural, bebido en lds fuentes purísimas de nuestro Salva-dor. Mas, ¿ cómo hablar del Dr. Carrasquilla sin hablar delColegio del Rosario, si á estos claustros ha vinculado élsu nombre, si en ellos ha hecho revivir las enseñanzas dela Iglesia católica, la sana filosofía, el amor á lo bello, siha despertado el amor á la Patria y formado hombres decarácter integro y firme? Las glorias de este Colegio noson de aquellas que se discuten: están en la mente de to-dos. Sólo que el Dr. Carrasquilla, merced á sus grandesvirtudes de educador y de patriota, las ha afianzado en suya largo período rectoral haber resucitado las tradicionesdel Instituto del Sr. Torres, haber ensanchado notablementeel edificio, devuelto al Colegio las Facultades de Filosofía yLetras y de Jurisprudencia, tener en vía de próxima rea-lización la erección, en el patio principal, de la estatua denuestro egregio Fundador, hé ahí algunos de sus méritosprincipales que le hacen acreedor á la gratitud nacionalgratitud que yo, el último de sus alumnos, al sentir lanostalgia de las dulces horas de este segundo hogar, he deguardar en mi corazón,

Dam ncmor zosc mcl, ¿am sp fritas ¡tos regel nr/as.