CAPÍTULO GENERALORDINARIO 2013

Documentos y decisiones

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PUBBLICAZIONI AGOSTINIANEROMA

ORDEN DE SAN AGUSTIN

CAPÍTULO GENERALORDINARIO 2013

Documentos y decisiones

Roma, 28 de agosto - 14 de septiembre 2013

© Pubblicazioni AgostinianeVia Paolo VI, 2500193 - ROMA (Italia)libri@osacuria.org

PRESENTACIÓN

El 184º Capítulo general de la Orden de SanAgustín se celebró en Roma del 28 de agosto, solemni-dad de san Agustín, al 14 de septiembre de 2013,siguiendo la secuencia de seis años que establecen lasConstituciones de la Orden, que también indican quiéndebe participar. Los miembros del Capítulo general fue-ron los Superiores mayores y los definidores elegidospor las Circunscripciones de la Orden.

Una misa celebrada en la iglesia de San Agustín deRoma inauguró el Capítulo general. El Santo Padre Fran-cisco presidió y predicó en esta misa inaugural. Sus pala-bras animaron a seguir el camino de la búsqueda inquietade san Agustín, y estuvieron llenas de esperanza y ánimo.

El Capítulo eligió al P. Alejandro Moral Antónpara el cargo de Prior General e igualmente eligió alresto de miembros del Consejo general de la Orden, ya otros oficiales de la Curia. Por otra parte, el Capítulodirigió su atención a las áreas siguientes:

– La redacción de un documento final con espe-ranza y ánimo para toda la Orden.

– La consideración de propuestas aprobadas porel Capítulo como determinaciones para el tra-bajo de los próximos seis años.

– El establecimiento de la nueva Provincia agus-tiniana del Brasil y del Vicariato de Papua,Indonesia.

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Próximamente se publicará un nuevo número deACTA ORDINIS, que contendrá la publicación oficialde los documentos del Capítulo, así como el resultadode las diversas elecciones y votaciones. En este folletopresentamos los documentos del Capítulo, las declara-ciones y determinaciones, la homilía del papa Francis-co en la misa de inauguración, la alocución dirigida alCapítulo por el Vicario general y el Discurso programá-tico del Prior General después de su elección.

Ofrecemos esta publicación a las comunidades dela Orden con la esperanza de que su estudio y puestaen práctica pueda contribuir a la renovación de la vidade la Orden y pueda promover la misión de la Ordenen la iglesia y en el mundo. Que nos ayude a encararlos desafíos de nuestra situación presente, y nos llamea seguir adelante junto con todos los corazones inquie-tos por Dios, inquietos por la justicia y la paz, inquietospor encontrarnos con el Señor en todas las cosas.

Roma, 13 de noviembre de 2013, Fiesta de todoslos Santos de la Orden.

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MENSAJE DEL CAPÍTULO GENERAL 2013 ATODOS LOS HERMANOS DE LA ORDEN

LA PAZ DE LA INQUIETUD

Queridos hermanos:

Al finalizar este 184 Capítulo General de la Ordenreunido en Roma, queremos enviaros a todos un frater-nal saludo y compartir lo que ha supuesto para nos-otros el trabajo de las sesiones capitulares.

Durante estas semanas nos hemos reunido herma-nos de cincuenta circunscripciones extendidas a lo largode treinta y dos países. Hemos orado juntos, hemoscompartido ideas y preocupaciones y también, cómono, hemos discutido problemas y mostrado disparidadde opiniones. Damos gracias a Dios por esta oportuni-dad de oración, encuentro y trabajo fraterno, por habertomado conciencia de la grandeza y fortaleza de loslazos que nos unen, por haber experimentado unadiversidad que nos enriquece.

El trabajo del Capítulo ha estado centrado, engran medida, en un tema bien conocido por todos: “Launidad de la Orden al servicio del Evangelio”. El Capí-tulo General Intermedio de 2010 elaboró este docu-mento y, al hilo del mismo, se han desarrollado granparte de las sesiones capitulares en búsqueda de solu-ciones a los diferentes problemas que la Orden tieneplanteados a lo largo del mundo.

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Dicho documento nos ha invitado a releer el pri-mer capítulo de nuestras Constituciones. En él se nosrecuerda que nuestra identidad como Orden procede decuatro fuentes constitutivas: la herencia monástica deSan Agustín, las raíces eremíticas, los nexos particula-res provenientes de la intervención de la Sede Apostó-lica y la condición de Orden mendicante (Const. n. 4).Cuatro raíces diversas que se hunden en el tiempo parasostener y nutrir un mismo cuerpo: la Orden de SanAgustín.

¿Cómo vivir ahora nuestra identidad? ¿Qué tene-mos que hacer? Visto en terminos de hacer o no hacer,la cuestion esta mal planteada.

Se trata de anhelar. El anhelo de una comunión devida, experimentada en tal plenitud, que nos haga sen-tir una sola alma. El anhelo de que nuestra vocación,nuestro tesoro, la perla preciosa por la que hemos deja-do todo, nos lleve a poner en común bienes y talentos.El anhelo de que oración y apostolado creen la alegríade una amistad espiritual, profunda, fundada en la pre-sencia de Cristo en el hermano. El anhelo de que cadauno piense en su hermano antes que en sí mismo hastael punto de aceptar el servicio de animar, dirigir, presi-dir y, también, por qué no, corregir; poniendo por enci-ma de todo el bien común, es decir, la comunión. Elanhelo de que las diferencias de temperamento, edad oideología no sean mas que matices de un único sentir.Una comunión así iluminará nuestro hombre interiorhasta el punto de irradiar la luz del Evangelio en todotipo de trabajos y empresas apostólicas, no habrá barre-ras de lenguas o fronteras que lo impidan.

Es cuestión de suspirar. Ese suspiro por una pro-fundidad personal, alcanzada en la oración, el estudio y

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la reflexión hecha en la soledad del corazón; que con-vierte, sin pretenderlo, en maestro de interioridad. Unaprofundidad que aflora en servicio al Evangelio; unaprofundidad que exige, como lugar natural, un hogarcomún de hermanos.

Es momento de desear. Un deseo de comunión enla Orden que permita estrechar lazos con cualquier her-mano, mas allá de diferencias; que consiga unir fuerzasy energías, que posibilite apostolados difíciles en unmundo complejo. Una colaboración que brota deldeseo de libertad, de libertad interior ante costumbres,rutinas o relaciones; de libertad que se manifiesta enobediencia a las exigencias comunes, de libertad quesólo nos encadena a la proclamación del Evangelio.

Es tiempo de aspirar. Aspirar a un servicio a laIglesia, en disponibilidad permanente, que nos lleve asacar lo mejor de cada uno. Aspiración a ser signo pro-fético en un mundo que pide a gritos paz y justicia.Aspiración a no vivir para nosotros, a olvidarnos denosotros, a dejar de centrarnos en nosotros mismos y,así, reconocer que existimos por la Iglesia y para la Igle-sia, que nuestra vida es la vida de la Iglesia que está alservicio del Reino de Dios. Seguro que entonces, sinduda, se acercarán jóvenes a compartir con nosotros suvida, cuando lo único que se les ofrezca sea perderlapor el Evangelio.

Anhelos, suspiros, deseos, aspiraciones... nuestropadre san Agustín lo llamaba “inquietud”. Una vez más,como otras muchas a lo largo de la historia, la SedeApostolica nos ha hablado. Su Santidad el Papa Fran-cisco, en las bellísimas palabras que nos dedicó en lahomilia de la Celebración que daba inicio al Capítulo,afirmaba: “¿Qué inquietudes nos invita a suscitar y a

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mantener vivas en nuestra vida este gran hombre ysanto? Propongo tres: la inquietud de la búsqueda espi-ritual, la inquietud del encuentro con Dios, la inquietuddel amor”. Leed sus palabras. “El tesoro de Agustín esprecisamente esta actitud: salir siempre hacia Dios, salirsiempre hacia el rebaño... Es un hombre en tensiónentre estas dos salidas; ¡no privatizar el amor… siempreen camino! Siempre en camino, decía usted, Padre.¡Siempre inquieto! y ésta es la paz de la inquietud”. LaIglesia reclama de nosotros “inquietud”. Seamos fielesal espiritu de Nuestro Padre San Agustin en el segui-miento a Nuestro Señor Jesucristo. Que nuestra Madredel Buen Consejo nos acompañe.

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DECISIONES

Declaraciones

1 El Capítulo general apoya el proceso ya iniciado deunión de las cuatro provincias españolas. De acuerdocon la hoja de ruta presentada por los Priores Provin-ciales, esta unión será sometida a la aprobación detodos los miembros de las circunscripciones integradasen las citadas provincias.

2 El Capítulo general apoya el proceso de diálogo exis-tente entre los vicariatos de Nuestra Señora de Conso-lação de Brasil y de Santo Tomás de Villanueva de Boli-via, con el objetivo de constituir una única Provincia.Invita, en consecuencia, a los hermanos de ambos vica-riatos y a los consejos de las provincias madres vincula-das a los mismos, a cumplir los plazos previstos en esteproceso de unión.

3 El Capítulo general se felicita por la agregación delEstudio teológico agustiniano de Valladolid, que permi-te conseguir la Licencia en Teología fundamental, yalienta al patronato del Centro – el prior general y losPriores Provinciales españoles, a proseguir con ilusióncon la obra iniciada. Asimismo se alegra de los prime-ros pasos de la Universidad Cervantina San Agustín, deBogotá, a la que anima a mantener viva la secular tra-dición universitaria de la Orden en América Latina.

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4 El Capítulo General apoya el proyecto de la provin-cia de Holanda de invitar hermanos a crear una comu-nidad internacional agustiniana en este país.

Determinaciones

1 Reconociendo la importancia fundamental del capítu-lo local en nuestra vida comunitaria y con el fin de apo-yar la renovación de la vida de la comunidad agustinianaen el ámbito local, el Instituto de Espiritualidad desarro-llará formas y recursos que serán enviados a los superio-res de todas las circunscripciones para ayudar a los prio-res locales, especialmente en su papel de presidentes delos capítulos locales y de los capítulos de renovación. Estematerial se utilizará para promover la reflexión sobretemas tales como, el diálogo interpersonal, las relacionescomunitarias, la inquietud, la sala capitular como un lugarpara la búsqueda común de Dios, la oración, y los desafí-os a la vida religiosa en el XXI siglo, y otros semejantes.

2 Procuren los Superiores mayores de las circunscrip-ciones que las comunidades de la Orden estén com-puestas al menos por tres miembros, para poder teneruna vida comunitaria más rica (cfr. Const. 227).

3 Reconociendo la importancia del Instituto PatrísticoAugustinianum, el Capítulo general invita a los Supe-riores mayores a enviar estudiantes a este Instituto paraprepararse al estudio, la investigación y la enseñanza.

4 El Capítulo general invita a los Superiores mayoresa promover decididamente el estudio de la historia de laIglesia y de la historia y la espiritualidad de la Orden,sobre todo en las circunscripciones con mayor floreci-miento vocacional.

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5 Reconociendo la importancia de la actual situaciónmundial, y la fidelidad a la tradición, el Capítulo gene-ral anima a los Superiores mayores a preparar herma-nos como especialistas en ciencias sociales, para res-ponder a los nuevos desafíos de nuestro mundo ycolaborar en la nueva evangelización.

6 Los acuerdos tomados por los Superiores mayoresde las diferentes circunscripciones, en el marco de unaasamblea general de una determinada región, tendráncarácter vinculante para los signatarios (cfr. Const.221).

7 Todo proyecto de la Orden que implique la partici-pación de distintas circunscripciones, se regirá por unestatuto en el que se haga explicito el marco teórico, losprincipios y las normas por las que se rige dicho pro-yecto (cfr. Const. 221).

8 El Capítulo general, a tenor del n. 232 de las Cons-tituciones erige la Provincia de Brasil a partir del Vica-riato del Ssmo. Nombre de Jesús de la Provincia deEspaña, del Vicariato de la Provincia de Castilla y de laDelegación de la Provincia de Malta.

9 Donde haya proyectos comunes de formación en laOrden, que realmente formen parte del mismo todaslas circunscripciones involucradas, sean provincias,vicariatos o delegaciones.

10 Que la Comisión internacional de formación inicialacompañe estos proyectos de modo cercano y fraternopara que se fortalezca la identidad de los mismos y lacontinuidad en sus diversas etapas.

11 El Prior general con su Consejo, en coordinacióncon el Ecónomo general, nombre un grupo de perso-nas, religiosos o/y laicos, encargados de buscar fondos

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para subvencionar los proyectos de la Orden, con unnúmero de cuenta independiente y exclusivo para estefin.

12 La Delegación de Papua, de la provincia de Holan-da, es erigida Vicariato según el n. 240 de las Consti-tuciones.

13 El Capítulo general recomienda que sea creada unaComisión para la evangelización y la pastoral.

14 Para lograr estabilidad y asegurar el futuro de lapresencia agustiniana en Cuba, el Consejo general pro-curará proponer que una o varias circunscripciones secomprometan a fortalecer las comunidades ya institui-das, y los compromisos asumidos, manteniendo la vin-culación directa de la Delegación de Cuba con la Curiageneral.

15 Que el Prior General y su Consejo estudie la posi-bilidad de fundar una comunidad en Francia.

16 La casa de Annaba, hasta ahora casa de la Provin-cia de Malta, es erigida Casa general, a tenor del n.219 e) de las Constituciones.

17 La Provincia rectora que acoge a otra Provinciaque ha perdido su régimen ordinario, se compromete-rá con ella a realizar un diagnostico integral y propon-drá las medidas adecuadas y aportará los recursoshumanos necesarios para que recupere cuanto antes surégimen ordinario.

18 El Capítulo general aprueba el trabajo hecho por laComisión para la formación inicial, es decir el Suple-mento a la Ratio Institutionis, y hace suya la reco-mendación al próximo Consejo general de hacer unacompleta revisión de la Ratio Institutionis. En este

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proyecto deberá trabajar un grupo interdisciplinar deexpertos (espiritualidad y teología agustiniana, sociolo-gía, psicología). Se procurará que este trabajo sea pre-sentado al Capítulo general intermedio 2016.

19 El Instituto de espiritualidad agustiniana, en coordi-nación con las regiones de la Orden, programará susactividades (los cursos de renovación y profundizaciónespiritual y agustiniana), como instrumento de forma-ción permanente al servicio de toda la familia agustinia-na. Con esta finalidad organizará cursos periódicos enlas diferentes áreas geográficas de la Orden, teniendoen cuenta sus necesidades específicas y su realidad cul-tural. También continuará organizando en Roma y suentorno los cursos de espiritualidad de tres meses endiversos idiomas. Se insta a los Superiores mayores acolaborar eficazmente con el Instituto de espiritualidadfomentando la participación y favoreciendo el desarro-llo de sus fines.

20 Que el Prior general y su Consejo promuevan, ani-men, impulsen y acompañen a los vicariatos de Perú(Apurímac, Chulucanas, Iquitos) en su deseo de caminarjuntos hacia la constitución de una nueva provinciaagustiniana en el Perú.

21 Para promover una mejor trasparencia financiera yuna mayor comunión de bienes, la Comisión interna-cional de economía, estudiará la situación económicade la Orden y de las Circunscripciones, y propondrá alCapítulo general intermedio de 2016 medidas efectivasque ayuden a la realización de una equitativa distribu-ción de los recursos en la Orden.

22 A la luz de las abundantes vocaciones en algunospaíses sin recursos para admitirlos a todos, y de losrecursos financieros en países con pocas vocaciones,

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invitamos al Consejo general a coordinar la trasferenciade recursos para poder aceptar y formar más candida-tos en la Orden. Además:

– Se definirán con anterioridad y se darán aconocer los criterios acerca de los requisitosque se deben dar por las circunscripcionespara acceder a dicho fondo.

– Se habrá de fijar los criterios a aplicarse en elproceso de selección de los candidatos asícomo los criterios de formación de cara a faci-litar la responsabilidad y el esfuerzo en los mis-mos y evitar la dependencia o motivacionesajenas a las vocacionales.

23 Para fomentar una mentalidad más universal ennuestra orden que facilite una mayor disponibilidad delos hermanos, el Capítulo propone:

– Que los planes de formación de las circunscrip-ciones contemplen que los formandos en superiodo formativo lleven a cabo durante untiempo alguna experiencia en otra circunscrip-ción.

– Que durante la formación inicial se tenga encuenta en la programación el estudio y la prác-tica de una segunda lengua.

24 El Capítulo general anima al Prior general y suConsejo a valorar y promover la creación de comunida-des internacionales especialmente comprometidas enproyectos de nueva evangelización en diálogo con lacultura contemporánea. Estas comunidades se forma-rán con miembros procedentes de diversas circunscrip-ciones, como signo profético en un mundo multicultu-ral, y se propondrán objetivos claros.

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25 Cada circunscripción identificará comunidades queofrezcan hospitalidad a los jóvenes, para compartirnuestra vida, como medio de llevar a cabo una culturade vocaciones.

26 El Capítulo general invita a seguir reforzando lamisión compartida con los laicos en los ámbitos parro-quial, educativo, vocacional, administrativo, misional yotras actividades.

27 Visto el deseo de varias circunscripciones de enviarcandidatos a Centro académicos de especial importan-cia, el Capítulo general acoge la disponibilidad de laProvincia italiana de acoger en sus comunidades, espe-cialmente las de Roma, a padres estudiantes de otrascircunscripciones, para el tiempo necesario de comple-tar sus estudios (licencia y doctorado) y propone uncompromiso semejante a otras circunscripciones. ElPrior provincial que acoge hará un acuerdo sobre lasmodalidades con el Superior mayor de la circunscrip-ción de procedencia de los padres estudiantes.

28 El Consejo general debe crear un programa parapreparar personal de las circunscripciones emergentesen las áreas de formación, administración finanzas yapostolado.

29 Para mejorar y facilitar la comunicación en laOrden con el fin promover la misión e identidad agus-tinianas, con innovadores proyectos, el Prior general ysu Consejo potenciarán en la Curia una Oficina decomunicaciones, incluso con profesionales. Se debeintentar que la página web de la Orden sea traducida aotras lenguas, como el francés y el portugués.

30 El Capítulo general pide a los Superiores que antesde iniciar el proceso de cierre de una casa (Cfr. Cost.

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229), informen al Prior general con el fin de que puedaser asumida por alguna circunscripción con mayor dis-ponibilidad de hermanos.

31 El Capítulo general aprueba el Directorio de fun-ciones de la Curia general, como documento de traba-jo que debe seguir siendo actualizado.

32 El Capítulo general aprueba el Manual de Justiciay Paz.

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DISCURSO DEL PADRE GENERALALEJANDRO MORAL ANTÓN

AL CAPÍTULO GENERAL

MI REFLEXIÓN EVANGÉLICA,ECLESIAL Y AGUSTINIANA

Quiero tener unos minutos de reflexión con vos-otros acerca del programa que el Capítulo está elabo-rando para los próximos 6 años, así como mis senti-mientos acerca del mismo y del modo de realizarlo.

Antes, sin embargo, quiero agradecer al Consejoanterior su servicio a la Orden. Primero, al P. Robert F.Prevost, quien ha servido durante 12 años de modoincansable y cercano como Prior General. Podríahablar durante mucho tiempo de ti, Roberto Prevost, ycreo que todo sería muy bueno. No basta con decirteGRACIAS, aunque sabes que es de corazón. Han sido12 años muy felices a tu lado y al de los hermanos conquienes he compartido la vida comunitaria. Gracias porla confianza que me diste desde el primer día, por elapoyo, por la comprensión, especialmente cuando mispadres necesitaron mi presencia. Gracias por la pacien-cia, y perdón por las veces que, quizás, no respondí alo que me pedías o a lo que los hermanos necesitabande mí. Qué el Señor continúe bendiciéndote siempre ysu Espíritu guiándote en la vida.

Gracias también a ti, querido Michael Di Gregorio.Gracias a todos demás miembros del Consejo General

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saliente: Franz Klein, Rommel Par, Miguel Ángel Keller,Martin Micallef y Miguel Ángel Martín por vuestrashoras y esfuerzo dedicados a servir a los hermanos. Detodos podría escribir muchas cosas positivas que reco-gerían vuestra entrega y servicio. De todos tengo y ten-dré siempre grandes recuerdos y momentos especialesvividos a vuestro lado.

Gracias también al bueno de Giancarlo Ceriotti, aquien la enfermedad le impidió llegar hasta hoy en sucargo. Gracias a los que fueron Asistentes Generales: aLuciano De Michieli, a Fernando Zarazúa y a EnriqueCatalán. Pido a Dios que bendiga vuestro servicio comoPriores Provinciales de vuestras respectivas Provincias.

Gracias al P. Matthias Hecht por su servicio comoEcónomo durante este último año, al Postulador P.Josef Sciberras (también al anterior, P. Fernando Rojo)y al Archivero, P. Luis Marín.

Como os dije el primer día de servicio como PriorGeneral en la oración de la mañana al iniciar nuestrasesión capitular, quiero que grabemos en nuestros cora-zones y nos guíe en la misión esta frase del evangeliode Lucas

“SED COMPASIVOS COMO VUESTRO PADREES COMPASIVO” (Lc 6, 30)

El P. Adolfo Nicolás (Prepósito General de la Com-pañía de Jesús), en su reflexión dirigida a los capitulares,nos presentaba 8 desafíos. Me detengo en el primero.Decía: “Debéis recuperar los grandes desafíos de lahumanidad”. Y añadía: “Los religiosos debemos pre-guntarnos: ‘¿cómo podemos reducir los sufrimientosde la humanidad?’ Jesús recorre el mundo haciendojustamente eso: curando, escuchando. No existendesafíos religiosos. Somos religiosos y por eso nosacercamos a la humanidad desde nuestro ser religio-

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so. Los desafíos de la humanidad son nuestros desafí-os, como lo fueron para Cristo”... Y concluía estepunto diciendo: “Debemos recuperar la antigua tradi-ción de las Órdenes religiosas y la razón por la quesurgieron, que fue para trabajar por la humanidad”.

Para nuestra Orden, como lo estamos viendodurante este Capítulo es importante encontrar en lasociedad nuestro sitio. El lugar auténtico desde el cualcumplir nuestra misión evangelizadora. Es evidente quela Iglesia de Jesús no puede vivir encerrada en sí misma,preocupada sólo por sus problemas, pensando exclusi-vamente en sus intereses. La Orden de San Agustíntampoco. Ha de estar en medio del mundo, pero no decualquier manera. Si queremos ser fieles a Jesús y nosdejamos inspirar por el principio-misericordia, la Iglesiay la Orden han de estar en un lugar muy preciso: allídonde se encuentra sufrimiento, allí donde están las víc-timas, los empobrecidos, los maltratados por la vida opor la injusticia de los hombres, las mujeres golpeadas yatemorizadas por sus compañeros, los extranjeros sinpapeles, los que no encuentran sitio ni en la sociedad nien el corazón de las personas. Por decirlo en una pala-bra, ha de estar en la cuneta, junto a los heridos.

Desde sus orígenes, en la Iglesia ha habidomuchos hombres y mujeres al servicio de los pobres ynecesitados, tratando de aliviar el dolor y la necesidadde quienes poco podían esperar de una sociedad toda-vía poco organizada y sin apenas servicios sociales...Todavía hoy es inmensa la actividad de los cristianostanto en tierras de misión como entre nosotros, tantoen instituciones eclesiales como en organismos y plata-formas de otra naturaleza. Ellos son el rostro compasi-vo de la Iglesia, lo mejor que tenemos los cristianos.

Pero no es suficiente. Hay que trabajar para quela Iglesia y la Orden como tales estén configuradas en

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su totalidad por el principio-misericordia. La Iglesia y laOrden tendrían que hacerse notar por ser los lugaresdonde se puede observar la reacción más libre, másaudaz y más intensa ante el sufrimiento que hay en elmundo. El lugar más sensible y más comprometido antetodas las heridas físicas, morales y espirituales de loshombres y mujeres de hoy.

Habrá que hacer otras muchas cosas, pero, si noestamos estructurados, como religiosos y como Orden,por la compasión, todo lo que hagamos será irrelevante ypodrá ser, incluso, peligroso pues la desviará fácilmentede nuestra misión de introducir en el mundo la compasiónde Dios. La compasión es lo único que puede hacer a laIglesia de hoy y a la Orden más humana y más creíble.

¿Qué puede significar hoy en nuestra cultura unapalabra magisterial sobre el sexo, la homosexualidad, lafamilia, la mujer o los diferentes problemas de la vida,dicha sin compasión hacia los que sufren? ¿Para quéuna teología académica, si no nos despierta de la indi-ferencia y no introduce en la Iglesia y en la culturamoderna más compasión? ¿Para qué insistir en la litur-gia si el incienso y los cánticos nos impiden ver el sufri-miento y oír los gritos de los que sufren? La Iglesia serácreíble si actúa movida por la compasión hacia el serhumano, pues esto es precisamente lo que más se echaen falta en el mundo actual.

Vivir de la compasión no es nada fácil ni para laIglesia institucional ni para las comunidades de nuestrasparroquias, ni para la Jerarquía ni para los cristianos dea pie. No es fácil ni para los que se siente «progresistas»ni para los que se encierran en el pasado. De ahí laurgencia de escuchar una y otra vez la llamada: «Sedcompasivos como es vuestro Padre».

¿Qué es, en definitiva, lo que Jesús quería introdu-cir en el mundo?, ¿qué significa para Jesús «buscar el

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Reino de Dios y su justicia?». Creo que lo podemosresumir así. Dios es, antes que nada, un misterio decompasión hacia sus criaturas. Lo decisivo para la his-toria humana es ahora acoger, introducir y desarrollaresta compasión. No basta un nuevo orden de cosasmás justo según la visión de justicia que tienen los pode-res económicos, políticos y religiosos, casi siempreorientados hacia sus propios intereses. Hay que hablarde justicia, sí, pero de una justicia que nace de la com-pasión y que introduce en el mundo una nueva dinámi-ca y una nueva dirección. La compasión lo dirige eimpulsa todo hacia una vida más digna para los últimos.Ésta es la primera tarea de los seguidores de Jesús hoyy siempre. Esto es acoger el reino de Dios: poner a lospueblos, a las culturas, a las políticas y a las religionesmirando hacia la dignidad de los últimos. No hay pro-greso humano, no hay política progresista, no hay reli-gión verdadera, no hay proclamación responsable delos derechos humanos, no hay justicia en el mundo sino es acercándonos a los últimos con la seriedad de lacompasión de Dios. Si, distraída por otras cuestiones ointereses, la Iglesia lo olvida, en esa misma medida seva alejando de su Señor.

Concluyo afirmando que “corremos el riesgo deperecer como Orden si no tomamos en serio el temade seguir a Cristo pobre, y la opción por los máspobres”.

Pero “ser compasivo como nuestro Padre lo es”sólo podemos lograrlo si sabemos estar a solas con Él,si dialogamos con Él, si nos empapamos de sus “entra-ñas”, es decir, de su pasión por sus hijos. Debemos sen-tir ANSIAS DE SALIR SIEMPRE HACIA DIOS, anhe-lo de encontrarse con él. La vida interior es el únicocamino para encontrarse con Dios y darlo como ali-mento al prójimo.

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También quiero recordar la importancia de nues-tra vida comunitaria y de la verdadera comunión.Recuerdo las palabras del Papa Francisco cuando noshablaba de la “inquietud del amor”, en la misa de inau-guración de nuestro Capítulo. ¿Cómo estamos con lainquietud del amor? ¿creemos en el amor a Dios y a losotros? ¿Nos dejamos inquietar por las necesidades delhermano concreto que encontramos, el hermano queestá junto a nosotros? ¿nos dejamos inquietar por susnecesidades o permanecemos cerrados en nosotrosmismos?... ¡Qué triste lo que dijo el Papa Francisco!: “aveces se puede estar en comunidad sin conocer verda-deramente al proprio hermano”.

ALGUNOS PUNTOS PROGRAMÁTICOS

Dos textos como referencia:

“El mayor entre vosotros se ha de hacercomo el menor, y el que gobierna, como el quesirve” (Lc 22, 25).

“El que os preside no ponga su felicidad endominar desde el poder, sino en servir desde lacaridad” (Regla, 46).

A) Cualquier autoridad, también la del Prior Generaldebe ejercerse siempre como servicio de amor:

* Servicio a Dios, principio y fin de todas lascosas, revelado en Cristo, que nos llama a suseguimiento personalmente, por el nombre.

* Servicio a la Iglesia, nuestra Madre, en dispo-nibilidad total a sus indicaciones y a sus necesi-dades.

* Servicio a la Orden en todos y cada uno de susmiembros, para que podamos llevar a plenitudla vocación a la que hemos sido llamados.

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B) No es un servicio a realizar en solitario, sino enfraternidad, que tiende a la comunión. En efecto,la vida religiosa agustiniana sólo puede entender-se y vivirse desde la unión de almas y corazones,en camino hacia Dios. De ahí:

* La importancia de la oración incesante por elPrior General y por el Gobierno de la Orden.

* La importancia de la colaboración, el diálogo yla participación.

* La importancia de la disponibilidad a las mocio-nes del Espíritu, en su novedad y en su sorpresa.

C) Mi programa será el que indique el Capítulo Gene-ral, reunido, como señalan las Constituciones,para procurar el bien común de los hermanos (cf.CC 408). Las decisiones del Capítulo, así comovuestras ricas aportaciones en los grupos y en elaula, marcan nuestro camino para los próximosseis años y ofrecen un precioso material de refle-xión y análisis. Teniendo todo esto en cuenta,quiero indicar diez aspectos a los que deseo pres-tar especial atención:

1. Priorizar la dimensión religiosa de nuestravida, potenciando la dimensión orante y culti-vando nuestra espiritualidad. Para ello contarécon el recién creado Instituto de Espirituali-dad, el cual iniciará un proceso de servicio porregiones, según lo indicado en el Capítulo.

2. Alentar la vida comunitaria en la Orden entodas sus dimensiones, estimulando las ini-ciativas que la fortalezcan y ayudando a lossuperiores locales y mayores en esta crucialtarea. Para ello buscaremos la colaboraciónentre las diversas circunscripciones, sobre

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todo de personal y económica. Deseo que en larealización del programa capitular estén involu-cradas todas las circunscripciones. Para ellovamos a desarrollar el programa capitular en lassesiones del Consejo General (en las reunionesde octubre a diciembre). Este programa delConsejo será ampliado por las comisiones ysecretariados de la Orden (de enero a marzo2014). Y será enviado a los Superiores Mayo-res de las circunscripciones para estudiarlo conlos respectivos Consejos (abril-mitad de mayo).Finalmente, nos reuniremos en Roma todos losSuperiores Mayores y el Consejo General paraencontrar los caminos de realización del pro-grama, con el apoyo y el compromiso de todosen las acciones concretas diseñadas.

3. Potenciar la pastoral vocacional y el cuidadode la propia vocación, que debe vivirse deforma coherente y gozosa, para poder ofreceruna propuesta creíble en el mundo de hoy.¿Queremos aumentar las vocaciones en núme-ro y calidad? Vivamos la pobreza en la líneaque presentan las Constituciones, que dicenque: “Damos a Cristo lo que damos a lospobres y que lo que negamos a los pobres, aCristo lo negamos”, y que “tenemos que darun testimonio coherente y profético de laopción preferencial por los pobres, imitandoa Cristo con tal empeño” (CC 73).

4. Cuidar la formación de los miembros de laOrden, tanto inicial como permanente,teniendo en cuenta nuestras raíces agustinia-nas y las particulares circunstancias de tiempo,lugar y cultura.

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5. Responder desde el Evangelio a las necesi-dades y retos del mundo actual, en la luchacontra las injusticias, en la solidaridad y pro-moción de la paz, tal como hemos dicho al ini-cio de estas páginas.

6. Revisar las estructuras económicas, poten-ciando la centralización de la economía, elaprovechamiento de los recursos y la claridad.Buscaremos la situación real y la trasparenciaeconómica de las comunidades y circunscrip-ciones de la Orden.

7. Promover decididamente los estudios y lavida cultural en la Orden, prestando especialatención al Instituto Patrístico Augustinianumy a los demás centros superiores de EstudiosTeológicos: Villanova, Valladolid, Bogotá...

8. Continuar la atención a las religiosas devida contemplativa en la Orden. Para ello nosólo promoveremos futuros encuentros de lashermanas, proyectos vocacionales comparti-dos donde sea posible y ayuda espiritual sinoque intentaremos llevar a cabo la renovaciónde las Constituciones y la revisión de algunasformas de vida, siempre en comunión con lasPresidentas de las federaciones y de las Supe-rioras de los monasterios.

9. Proseguir el apoyo al movimiento laicalagustiniano, con especial atención a los jóve-nes, de modo que se consoliden las estructu-ras de representación laicales, la formaciónagustiniana de sus miembros y la colabora-ción.

10. Reforzar las comunicaciones de modo que sefacilite la información y el intercambio.

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D) Quisiera que nos abriéramos como Orden a unfuturo de esperanza, porque hay muchos signosde vida. Os invito a:

* Discernir lo que Dios quiere de cada uno denosotros como agustinos y comunitariamentecomo Orden.

* Acoger el dinamismo profético allí donde seasuscitado por el Espíritu.

* Renovar lo que sea necesario para vivir nues-tro carisma con fuerza y alegría, como lo hicie-ron tantos hermanos nuestros a lo largo de lahistoria.

* Participar, colaborar, implicarnos todos en loque es, sin duda, tarea de todos.

P. Alejandro Moral Antón,Prior General OSA

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SALUDO DEL PRIOR GENERAL,ROBERT PREVOST,

AL SANTO PADRE, PAPA FRANCISCO

Misa de la Fiesta de San Agustin, 28 Agosto 2013

Santo Padre,

con gran alegría, la Orden de San Agustín, repre-sentado aquí por los miembros del Capítulo general,desea expresar su gratitud por su amable y generosadecisión de acoger nuestra petición de acompañarnosen esta celebración con la que iniciamos nuestros traba-jos capitulares. Con ello nos otorga la espléndida opor-tunidad de escuchar su palabra, en este momento degran importancia para la vida de la Orden.

Hoy, solemnidad de nuestro padre san Agustín, enesta basílica dedicada a su memoria, y donde se veneranlos restos mortales de su madre, santa Mónica, es unmomento especialmente significativo para este encuen-tro. Si san Agustín es nuestro padre, nuestro “fundadorespiritual”, la santa Iglesia es nuestra “verdaderamadre”, la que nos instituyó, como escribía Jordán deSajonia, uno de los primeros cronistas agustinos. Nues-tra institución y nuestro estilo de vida, de hecho, com-parten con las restantes órdenes mendicantes las mis-mas finalidades, y hunden sus raíces en el mismoperiodo histórico; pero con una diferencia importante:la institución histórica de la Orden de San Agustín, es

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fruto de sus predecesores, los papas Inocencio IV y Ale-jandro IV, los cuales, en el curso del s. XIII, reunieron enuna única orden mendicante una serie de comunidadesy congregaciones eremíticas que seguían la regla de sanAgustín. El cuidado manifestado por la Sede Apostólicahacia la Orden desde su nacimiento ha marcado demodo específico la vida espiritual, el pensamiento teoló-gico, la acción de los agustinos que se sintieron siemprecomprometidos de modo especial al servicio de la igle-sia universal. De aquí se originó la devoción y fidelidadde la Orden a los Sumos Pontífices (Const. n. 3).

Para esta inauguración del Capítulo general hemosquerido que estuvieran representadas todas las realida-des de la amplia familia agustiniana. Por ello, además delos capitulares de todas las circunscripciones del mundo,y a los colaboradores, se encuentran hoy con nosotrosalgunos hermanos de las comunidades más cercanas,monjas, religiosas de diversas Congregaciones agrega-das a la Orden y algunos laicos, miembros de diversasfraternidades. Su presencia nos recuerda constantemen-te los numerosos dones y carismas que Dios da a su pue-blo, y añade un elemento precioso a esta celebración.Junto a Vd., Santo Padre, nos alegramos al recordar,como nos enseña san Agustín, que todos somos miem-bros de la Iglesia y siervos de Dios, y si amamos a Cris-to, no podemos no amar a la iglesia, en todos sus com-ponentes y en toda su hermosura, porque ella esverdaderamente el Christus totus, el Cuerpo del Señorque nos ha amado y se ha entregado por nosotros.

Santo Padre, hace algunos días, cuando supimosque Vd. habría venido a esta celebración, me pregunta-ron: “¿Qué te gustaría que el Papa dijese al Capítulogeneral?” Verdaderamente me hizo pensar, y no estoyseguro de la respuesta. Pero, en uno de los sermones

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de san Agustín, encontré unas palabras que podríanservir para la respuesta. Agustín nos recuerda la impor-tancia de caminar unidos, junto con toda la iglesia:

«… si para los compañeros de camino es motivo derecíproca alegría hacer juntos el camino, ¡qué ale-gría no sentirán en la patria! A lo largo del caminolos testigos (martyres) lucharon y avanzaron siem-pre en la lucha, nunca se detuvieron en su proce-der. De hecho, los que aman, van siempre adelan-te... y el camino que recorremos exige viandantes.Este detesta tres tipos de hombres: los que separan, los que vuelven atrás, los que se desvían.Con la ayuda del Señor, nuestro caminar estaráprotegido y defendido contra estos tres tipos nega-tivos. En realidad, haciendo juntos el camino,uno va más despacio, otro se apresura, sin embar-go todos caminan adelante». (Serm 306B)

Santo Padre, su presencia con nosotros, hoy, nosayudará a renovar nuestro compromiso de caminarhacia adelante con decisión, con amor, y nos ayudará areforzar nuestra convicción de caminar siempre junto atoda la iglesia.

Apenas ha pasado un mes desde la celebración dela Jornada mundial de la juventud, en la cual muchos delos presentes hemos participado con alegría. Deseamosagradecerle, Santo Padre, por todo lo que hizo en Ríode Janeiro. Está vivo todavía el entusiasmo de aquellosdías, y no solo en el recuerdo. Nuestro deseo es quetambién hoy el Señor. a través de su presencia entrenosotros, pueda iluminar nuestras mentes, mover nues-tros corazones, inspirar toda nuestra vida, como hasucedido a tantos jóvenes en Brasil; para que esta cele-bración y nuestro Capítulo sean ocasión propicia (kai-

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rós) para responder con más generosidad a la inspira-ción del Espíritu Santo, para servir con gran amor ycon valor a la Iglesia, a nuestros hermanos y hermanasy a todo aquel que en nuestro tiempo lo necesite. Gra-cias, Santo Padre, gracias desde el profundo del cora-zón por este gran don que hoy ha querido hacer a lafamilia espiritual de Agustín.

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MISA PARA EL INICIO DEL CAPÍTULOGENERAL DEL ORDEN DE SAN AGUSTÍN

28 Agosto 2013Homilia de Papa Francisco

“Nos has hecho para ti e inquieto es nuestro cora-zón, hasta que no repose en ti” (Las Confesiones,I,1,1). Con estas palabras, vueltas célebres san Agustínse dirige a Dios en las Confesiones, y en estas palabrasesta la síntesis de toda su vida. ‘Inquietud’. Esta palabrame impacta y me hace reflexionar. Quisiera partir deuna pregunta: ¿qué inquietud fundamental vive Agustínen su vida? O quizás debería decir: ¿cuáles inquietudesnos invita a suscitar y a mantener vivas en nuestra vidaeste gran hombre y santo? Propongo tres: la inquietudde la búsqueda espiritual, la inquietud del encuentro conDios, la inquietud del amor.

1. La primera: La inquietud de la búsqueda espi-ritual. Agustín vive una experiencia bastante común eldía de hoy, bastante común entre los jóvenes de hoy.Es educado por la mama Mónica en la fe cristiana, tam-bién si no recibe el Bautismo, pero creciendo se aleja,no encuentra en ella la respuesta a sus preguntas, a losdeseos de su corazón, y es atraído por otras propues-tas. Entra entonces en el grupo de los maniqueos, sededica con empeño a sus estudios, no renuncia a ladiversión despreocupada, a los espectáculos de ese

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tiempo, estrechas amistades, conoce el amor intenso yemprende una brillante carrera de maestro de retóricaque lo lleva hasta la corte imperial de Milán. Agustín esun hombre ‘logrado’, tiene todo, pero en su corazónpermanece la inquietud de la búsqueda del sentido pro-fundo de la vida; su corazón no está adormecido, diríano está anestesiado por el éxito, por las cosas, por elpoder. Agustín no se cierra en sí mismo, no se acomo-da, continua a buscar la verdad, el sentido de la vida,continua a buscar el rostro de Dios. Ciertamente come-te errores, toma también caminos equivocados, peca,es un pecador; pero no pierde la inquietud de la bús-queda espiritual. Y de esta forma descubre que Dios loesperaba, es más, que jamás había dejado de buscarloel primero. Quisiera decir a quien se siente indiferentehacia Dios, hacia la fe, a quien está lejos de Dios o loha abandonado, también a nosotros, con nuestras ‘leja-nías’ y nuestros ‘abandonos’ hacia Dios, pequeños qui-zás, pero hay tantos en la vida cotidiana: mira en elprofundo de tu corazón, mira en el íntimo de ti mismo,y pregúntate: ¿tienes un corazón que desea algo gran-de o un corazón adormecido por las cosas? ¿Tu cora-zón ha conservado la inquietud de la búsqueda o lo hasdejado sofocar por las cosas, que terminan por atrofiar-lo? Dios te espera, te busca: ¿qué cosa respondes? ¿Tehas dado cuenta de esta situación de tu alma? ¿O bienduermes? ¿Crees que Dios te espera o para ti esta ver-dad son sólo ‘palabras’?

2. En Agustín es precisamente esta inquietud delcorazón la que lo lleva al encuentro personal con Cris-to, lo lleva a entender que aquel Dios que buscaba lejosde sí, es el Dios cercano todo ser humano, el Dios cer-cano a nuestro corazón, más íntimo a nosotros quenosotros mismos. Pero también en el descubrimiento y

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en el encuentro con Dios, Agustín no se detiene, no seacomoda, no se cierra en sí mismo como quien ya hallegado, sino que continúa el camino. La inquietud de labúsqueda de la verdad, de la búsqueda de Dios, se vuel-ve en la inquietud de conocerlo cada vez más y de salirde sí mismo para hacerlo conocer a los demás. Es pre-cisamente la inquietud del amor. Quisiera una vida tran-quila de estudio y de oración, pero Dios lo llama a serPastor en Hipona, en un momento difícil, con unacomunidad dividida y la guerra a las puertas. Y Agustínse deja inquietar por Dios, no se cansa de anunciarlo,de evangelizar con coraje, sin temor, busca ser imagende Jesús Buen Pastor que conoce sus ovejas (cfr Jn10,14), es más, como amo repetir, que ‘siente el olorde su rebano’ y sale a buscar aquellas perdidas. Agustínvive aquello que san Pablo indica a Timoteo y a cadauno de nosotros: anuncia la palabra, insiste al momen-to oportuno y no oportuno, anuncia el Evangelio con elcorazón magnánimo, grande (cfr 2 Tm 4,2) de un Pas-tor que es inquieto por sus ovejas. El tesoro de Agustínes justamente esta actitud: salir siempre hacia Dios, salirsiempre hacia la grey… es un hombre en tensión conestas dos salidas... no ‘privatizar’ el amor… ¡siempre encamino! ¡Siempre inquieto! Y esta es la paz de lainquietud. Podemos preguntarnos: ¿soy inquieto porDios, para anunciarlo, para hacerlo conocer? ¿O medejo fascinar por aquella mundanidad espiritual queempuja a hacer todo por amor de si mismos? Nosotrosconsagrados pensamos a los intereses personales, alfuncionalismo de la obras, a la carrera… beh, podemospensar tantas cosas… ¿Me he por así decir ‘acomoda-do’ en mi vida cristiana, en mi vida sacerdotal, en mivida religiosa, también en mi vida de comunidad, o con-servo la fuerza de la inquietud por Dios, por su Palabra,que me lleva a ‘salir’, hacia los demás?

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3. Aquí no puedo dejar de mirar a la mamá, éstaMónica. ¡Cuántas lágrimas ha derramado aquella santamujer por la conversión del hijo! Y también hoy ¡cuan-tas mamas derraman lagrimas porque los propiosregresen a Cristo! ¡No pierdan la esperanza en la gra-cia de Dios! En las Confesiones leemos esta frase queun obispo dice a santa Mónica, la cual pedía ayudar asu hijo a reencontrar el camino de la fe: ‘No es posibleque un hijo de tantas lágrimas perezca’ (III,12,21). Elmismo Agustín, luego de la conversión, dirigiéndose aDios, escribe: ‘por amor mío lloraba ante ti mi madre,toda fiel derramando más lágrimas de cuantas hayanjamás derramado las madres por la muerte física de sushijos’ (ibid., III,11,19). ¡Mujer inquieta, esta mujer! Queal final dice aquella hermosa palabra: ¡cumulatius hocmihi Deus praestitit! (Mi Dios me ha recompensadoampliamente). Aquello por lo cual ella lloraba, ¡Dios selo había dado abundantemente! Y Agustín es herederode Mónica, de ella recibe la semilla de la inquietud. Heaquí, entonces, la inquietud del amor: buscar siempre,sin descanso, el bien del otro, de la persona amada, conaquella intensidad que lleva también a las lágrimas. Mevienen a la mente Jesús que llora ante el sepulcro deamigo Lázaro, Pedro que, después de haber renegadoa Jesús encuentra su mirada rica de misericordia y deamor y llora amargamente, el Padre que espera elregreso del hijo y cuando está aún lejos le corre alencuentro; me viene a la mente la Virgen María quecon amor sigue al Hijo Jesús hasta la Cruz. ¿Cómosomos con la inquietud del amor? ¿Creemos en el amora Dios y a los demás o somos nominalistas en esto? Node forma abstracta, no sólo las palabras, sino el herma-no concreto que encontramos, ¡el hermano que está anuestro lado! ¿Nos dejamos inquietar por sus necesida-des o permanecemos cerrados en nosotros mismos, en

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nuestras comunidades, que muchas veces son para nos-otros ‘comunidad-comodidad’? A veces se puede viviren un apartamento sin conocer quien vive al lado; otambién se puede estar en comunidad, sin conocer ver-daderamente al propio hermano: pienso con dolor a losconsagrados que no son fecundos, que son ‘solterones’.La inquietud del amor empuja siempre a ir al encuentrodel otro, sin esperar que sea el otro quien manifieste sunecesidad. La inquietud del amor nos regala el don dela fecundidad pastoral, y debemos preguntarnos – cadauno de nosotros – ¿cómo va mi fecundidad espiritual,mi fecundidad pastoral?

Pidamos al Señor por ustedes, queridos Agusti-nos, que inician el Capitulo General, y por todos nos-otros, que conserve en nuestro corazón la inquietudespiritual de buscarlo siempre, la inquietud de anunciar-lo con coraje, la inquietud del amor hacia cada herma-no y hermana. Así sea.

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DISCURSO INAUGURAL AL CAPÍTULO GENERALMICHAEL DI GREGORIO, VICARIO GENERAL

29 de agosto de 2013

Queridos hermanos:

quiero añadir a las palabras de saludo ya pronun-ciadas ayer y hoy mi propia cálida expresión de bienve-nida a cada uno de vosotros, a Roma y a este Capítuloque, como nos recuerdan nuestras Constituciones, es el“evento capital en la vida de la Orden” (Const. 408).Como presidente pro tempore de esta congregación esun gran privilegio para mí dirigirme a vosotros, lossuperiores internacionales de la Orden y los represen-tantes de los frailes repartidos por todo el mundo.

1. Nos hemos reunido aquí para celebrar nuestro184º Capítulo General, tal como nuestros hermanoshan hecho a intervalos regulares durante nuestros másde 750 años de historia. Somos 90 capitulares quehemos venido aquí de 32 países, representando a cin-cuenta circunscripciones y 2.663 frailes, para discutirel estado de la Orden, tratar cuestiones actuales yenfrentar nuevos retos, para deliberar sobre nuestrofuturo y elegir a nuestros dirigentes para los próximosseis años. Las tareas que requieren nuestra atenciónson múltiples y serias, y el trabajo que haremos enestas semanas tendrá consecuencias –algunas de ellas,quizá de largo alcance– para nuestras vidas y las de

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nuestros hermanos, así como para la gente a la queservimos en la iglesia.

Nos reunimos durante el Año de la Fe proclama-do por el Papa Benedicto, y lo hacemos precisamentecomo hombres de fe, conscientes de que lo que nosune mutuamente y lo que va a conformar nuestras dis-cusiones y decisiones en este Capítulo son los valoresy principios de nuestra tradición de fe tal y como estánexpresados en la Palabra de Dios que guía nuestrasvidas, así como en la espiritualidad agustiniana y elcarisma que le da forma. Adecuadamente, el primeracto del Capítulo ha sido la celebración de nuestra fe,ayer en la mesa del Señor en la solemne fiesta de nues-tro Santo Padre, bajo la generosa presidencia del PapaFrancisco, y la invocación al Espíritu Santo, que hemosrealizado de nuevo esta mañana y continuaremoshaciendo cada día, en la petición consciente y humildede que lo que hagamos sea verdaderamente la propiaobra de Dios.

2. El gran privilegio que hemos experimentadoayer al tener al Papa Francisco presidiendo nuestracelebración nos recuerda y es un claro signo de que loque vamos a hacer estos días no es ninguna actividadque llevemos adelante a puerta cerrada, porque atañesolamente a la vida interna de la Orden. Este Capítulo,al igual que todos los Capítulos Generales a lo largo denuestra historia, tiene un contexto, y este contexto espara nosotros la Iglesia y la sociedad del siglo ventiuno.La Orden no vive ni funciona sólo para sí misma, comoen el vacío, sino que más bien lo hace en la Iglesia y alservicio de la Iglesia: para proclamar, por el testimoniode nuestra vida fraterna y de las muchas obras de nues-tras circunscripciones y sus miembros, el Evangelio quehemos recibido de Jesús.

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3. La Iglesia afronta hoy muchos y grandes retos:entre ellos, una crisis de fe de parte de gran número desus miembros, con el consiguiente alejamiento de millo-nes de la práctica de la fe en la que crecieron; los escán-dalos que envuelven tanto al clero como a laicos; elrechazo a muchos valores morales tradicionales; y laextendida secularización de mucho de lo que fue otroraconsiderado sacro. De modo similar, hay retos y dificul-tades que enfrenta la sociedad civil de muchos de lospaíses en los que vivimos y llevamos adelante nuestroministerio: una crisis económica; conflictos abiertosentre naciones y personas; múltiples formas de injusti-cia social; la constante amenaza del terrorismo; y laincesante amenaza del desastre ecológico, por nombrarsolamente unos pocos. Nuestra Orden se ve afectadade algún modo por cada uno de ellos. En efecto, ennuestros diversos ministerios nos enfrentamos a elllos,y en muchos lugares asistimos directamente a genteque los sufre. Nuestras Constituciones llaman nuestraatención sobre el hecho de que nuestro trabajo en esteCapítulo es “para el bien común y el progreso de laOrden”, (no sólo) “para que se renueve la vida espiritualde los hermanos”, (sino también para que) “nuestroapostolado se acomode mejor a las necesidades de laIglesia y a las exigencias de los tiempos” (Const. 434).

El mismo contexto de la Iglesia y la sociedad en elque nos reunimos es, no obstante, bendecido demuchos modos, entre ellos el testimonio de individuosy el suceso en la Iglesia y en la Orden de acontecimien-tos que son significativos e inspirantes, y que lo tantonos invitan a prestarles atención y a reflexionar sobreellos. Estas personas y estos acontecimientos puedenser para nosotros portadores de ánimo y motivación ennuestras deliberaciones, discusiones y decisiones. Megustaría destacar tres de ellos.

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4. El pasado diez de febrero el Padre TheodoreTack, como bien sabemos, falleció en Tulsa, Oklahoma.El Padre Tack fue elegido como nonagésimo tercerPrior General de la Orden en 1971, sólo tres años des-pués del Capítulo especial de Villanova de 1968, cuyatarea principal fue reescribir las Constituciones de laOrden tras el Concilio Vaticano II. Los doce años de losdos mandatos del Padre Tack, que terminaron haceexáctamente treinta años, en 1983, fueron dedicadosen gran medida a incrementar entre los miembros de laOrden una clara conciencia y un profundo aprecio porestas Constituciones, e incluso más por la espiritualidadagustiniana y la identidad que la cimienta. Hasta elfinal, el Padre Tack recorrió el mundo agustinianocomo ningún Prior General había hecho antes de él. Suestilo era personal y sincero, su tono entusiasta, sumensaje vivificante, aunque a veces provocativo y pro-fético. (Nos tomó a algunos de nosotros muchos años,por ejemplo, apreciar su audaz afirmación de que “lacomunidad en sí misma... es de hecho nuestro aposto-lado primordial”). Describiría el legado del Padre tack ala Orden que amó y sirvió tan diligentemente y tanbien, en buena medida, como su propio espíritu de gra-titud y reverencia por el don distintivo que el carismaagustiniano trae a la Iglesia.

El día inmediatamente siguiente al fallecimientodel Padre Tack, el 11 de febrero, la Iglesia y el mundorecibieron la sorprendente noticia de que el Papa Bene-dicto, en sus propias palabras, “renunciaría al ministe-rio de obispo de Roma”. La autoconciencia, acompa-ñada de la sensibilidad por las realidades de sus deberesy las necesidades de la Iglesia, vistas con una actitud deprofunda y constante oración, le llevaron a la obvia-mente difícil conclusión de que se necesitaba el cambio.En los días y semanas que siguieron, se presentaron

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diversas opiniones e interpretaciones sobre la declara-ción del Papa. Entre ellas era una opinión extendida,ofrecida tanto por sus críticos como por sus partidarios,que la decisión de Benedicto era sobre todo un acto deenorme coraje, tomada no por provecho personal, sinoen el mejor interés de la Iglesia.

Aproximadamente un mes más tarde, el 13 demarzo, Jorge Mario Bergoglio fue elegido para suce-der al Papa Benedicto como el 266º obispo de Roma.Desde el mismo primer momento de su papado, cuan-do apareció en el balcón de la basílica de San Pedro,dejó entrever que el estilo de liderazgo que iba a dar ala Iglesia sería único en sí mismo. Desde el anunciodel nombre que había elegido, hasta su petición deque rezasen por él en silencio a la gente que lo escu-chaba en la plaza de San Pedro y frente a sus televi-sores en todo el mundo, la imagen de su cabeza incli-nada hablaban claro... Simplicidad y humildad hansido palabras repetidamente pronunciadas por losobservadores en ese momento y desde entonces paradescribir al Papa Francisco en los primeros meses desu ministerio petrino.

Gratitud, reverencia y entusiasmo por el carismaagustiniano; valor al elegir un camino para el mayorbien de todos; simplicidad y humildad en el ejercicio delliderazgo: estos, hermanos míos, son tres temas que losacontecimientos de los primeros meses del año 2013nos sugieren. Son imágenes e impresiones ofrecidas,quizá inconscientemente, por tres hombres de fe, quefueron elegidos para ser siervos de las comunidadesconfiadas a su cargo. Son valores y actitudes, acerca-mientos y estándares que nosotros, los que nos hemosreunido aquí, haríamos bien en tener en nuestras men-tes, en nuestros corazones y en nuestras conversacio-nes durante el tiempo que vamos a pasar juntos.

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5. El Capítulo General Ordinario inmediatamenteanterior de 2007, del que un buen número de nosotrosfuimos miembros, afirmaba que “como resultado deuna seria reflexión sobre el tema en las décadasrecientes, la Orden ha llegado a un consenso sobre laidentidad agustiniana...” (Documento del CapítuloGeneral ordinario 2007, 1,2). Nuestras Constitucionesrevisadas, aprobadas en ese mismo Capítulo, han defini-do y descrito esa identidad, y en sus diversos númeroshan ofrecido a los miembros de la Orden una estructuray normas para realizar en nuestras vidas esa identidad.Nos toca a nosotros reunidos aquí, a través de las deci-siones que hagamos, al igual que en el futuro harán otroscuando les llegue el momento, asegurar que nos confor-mamos fiel y auténticamente a la imagen que hemosabocetado para nosotros mismos, y a la espiritualidadque hemos profesado. Este es siempre el reto que tene-mos ante nosotros en nuestros capítulos y en la realidadvivida en nuestra vida cotidiana: hacer las elecciones quenos permitan convertirnos cada vez más en lo que deci-mos ser; hacer concretos los ideales a los que aspiramos;dar crédito a los hemos elegido libremente en nuestraprofesión. Pero es precisamente aquí, hermanos, losabemos, donde nos encontramos severamente exami-nados, porque las consecuencias prácticas que han dedevenir al tomar decisiones necesarias a partir de idealesnbles y apreciados, son a menudo costosas e incomodas,y a veces impopulares. Nos toca en gran medida a nos-otros, convocados a este Capítulo, pavimentar el cami-no, precisamente a través de un ejercicio humilde yvaliente del liderazgo, con amor y entusiasmo por nues-tro carisma y por el mayor bien común de la Orden.

6. Uno de los principales temas ante nosotrosdurante estas semanas será el asunto de la Unidad de la

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Orden con su múltiples implicaciones, tal y como estáexpresado en el documento capitular propuesto quevamos a considerar. El tema de la unidad es, en expre-sión coloquial de la gente de los Estados Unidos, tanuniversalmente aceptable y agradable como “la tartade manzana de mamá”, o sea, que todos hablan deci-didamente en su favor, al menos en abstracto. Pero novivimos en abstracto. Vivimos en la realidad de por sícompleja de la vida diaria donde la diferencia, la varie-dad, la independencia, la autonomía, la autodetermina-ción y el individualismo reinan como valores altamen-te apreciados. ¡En qué gran medida pueden los tresprincipios que he mencionado hace unmomento –reverencia y entusiasmo por el carismaagustiniano, unidos a un coraje suficiente para tomardecisiones sabias, y un humilde ejercicio del liderazgoque estamos llamados a realizar aquí– capacitarnospara dibujar más estrechamente cercanas las líneasentre el ideal y la realidad, para el mayor bien de laOrden y de la Iglesia! ¡Cuán lejos seremos capaces deir al tomar decisones audaces –aunque a veces seanincómodas y exigentes– en aras del bien común denuestras circunscripciones y de la Orden en su conjun-to, así como de las necesidades de la Iglesia, en con-formidad con nuestro carisma particular!

7. Tenemos ante nosotros en este Capítulomuchas oportunidades de actuar con fe y valor, poramor a la Orden y a la iglesia, con confianza en Jesús,en quien vivimos, nos movemos y existimos, y con unespíritu de sencillez y humildad. Durante nuestros traba-jos estudiaremos las respuestas al documento capitularpropuesto, que fueron enviadas al Consejo General porfrailes individuales y comunidades desde el CapítuloIntermedio de 2010. Algunas de ellas son de la mayor

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importancia, y no podemos ignorarlas, si no es en detri-mento de la Orden y de la Iglesia. Me gustaría destacardos de entre éstas muchas, no sólo por su urgencia,sino también porque siendo temas que han surgidorepetidamente en recientes Capítulos Generales, esposible que no hayan sido todavía abordados adecuada-mente:

El primer tema se refiere al area de la pro-moción vocacional y la formación, y nos pregun-ta si en cuanto Orden, en la que tenemos respon-sabilidad y hemos de rendir cuentas unos a otros,así como a Dios y a la Iglesia, estamos satisfechosde que en todas nuestras circunscripciones existeun acercamiento vigoroso y bien diseñado a lapromoción vocacional.

¿Estamos animando activamente una cultura de lapromoción de la vocación entre nuestros miembros?¿Es la invitación a los jóvenes a que consideren nuestromodo de vida como una opción realista una preguntaque seguimos planteando? ¿Es la promoción de la vidaagustiniana entre la juventud una prioridad que se cuen-ta entre nuestras muchas actividades y que es demostra-ble en la dedicación de frailes y recursos materiales?

Relacionado con esta cuestión está lo que se refie-re a la selección y preparación de formadores. El Capí-tulo General de 2007 le pidió al Consejo General queorganizase un curso para formadores, que ha sido lle-vado a cabo vía internet durante un periodo de docemeses, terminando con un encuentro de seis días enCasia. Participó un número considerable de formado-res, muchos de los cuales eran bastante jóvenes e inex-pertos y que, conscientes de sus limitaciones, hicieronuna súplica ardiente de preparación adicional. ¿Esta-

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mos dispuestos a hacer más para equipar a aquellos alos que pedimos que hagan el importante y desafiantetrabajo de acompañar a nuestros candidatos y frailesjóvenes en formación con los recursos que necesitan ymerecen? ¿Estamos dispuestos a respaldar una colabo-ración intercircunscripcional aún mayor, para el enri-quecimiento de nuestros programas de formación ypara provecho de nuestros formadores y formandos atodos los niveles? En estas tres áreas de promociónvocacional, preparación de formadores y colaboraciónen la formación reside nuestra esperanza como Ordenpara el futuro.

El segundo asunto se refiere a la realidad siempreexigente de los requisitos básicos que se necesitan paraser comunidades religiosas sanas y atractivas, suficién-temente grandes para garantizar una experiencia viablede vida común agustiniana, especialmente allí donde lascargas del ministerio son más estresantes y las necesi-dades de nuestros hermanos, por consiguiente, mayo-res. Siendo esta también una cuestión que tiene gran-des implicaciones para nuestra habilidad para atraernuevos miembros y por lo tanto para mirar al futurocon expectativas realistas, tiene asimismo consecuenta-cias inmediatas para el bienestar y la efectividad denuestros miembros en el día de hoy. Unido a este tema,por supuesto, está el de la sostenibilidad de comunida-des y apostolados con el número de miembros en dis-minución de muchas circunscripciones. ¡Aquí, quizás,es donde se siente más intensamente el peso del lide-razgo! Pero también es donde se necesita más urgente-mente un liderazgo profético. Reciéntemente, el Prefec-to de la Congregación para los Institutos de VidaConsagrada y Sociedades de Vida Apostólica, hablandoa los miembros de la Unión Internacional de Superioras

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Generales de las Religiosas, aquí en Roma, sugería quecuando es cuestión de elegir, a causa del número men-guante de religiosas, entre vivir el carisma de un institu-to religioso y hacer las obras del instituto, “debemoselegir el carisma y abandonar las obras” (Cardenal JoãoBraz de Aviz, mayo de 2013), de otro modo desapare-cerá el mismo carisma. Cuando, como es nuestro caso,es parte integral del carisma la “vida en común” (Const.6), la multiplicidad de comunidades de dos o incluso detres hermanos debe ser una auténtica preocupación.

8. Hermanos, estamos viviendo un momento dela historia de la Iglesia en el que un tema popular eimportante, y un estímulo para muchos en la Iglesia, esla “Nueva Evangelización”. El propio término, lo sabe-mos, es objeto de debate. Tiene varios significados yevoca diversas opiniones. Pero no puede sino ayudar alsugerirnos a los agustinos, igual que lo hace a otros conlos que compartimos una historia común, nuestros mis-mos orígenes como comunidad religiosa. Fue en granparte para el trabajo de la Evangelización para lo que laOrden como tal vino a existir como parte del emergen-te movimiento mendicante. La evangelización era labandera bajo la cual las comunidades religiosas de laMarca aliaron sus fuerzas para proclamar el Evangeliocon nuevas formas, dando respuesta a nuevas necesida-des religiosas y sociales. La energia y el entusiasmo conla que nuestros primeros padres se comprometieron enesta iniciativa fueron altamente contagiosa. Captó laimaginación y los corazones de mucha gente, dandocomo resultado no sólo una gran labor al servicio de laPalabra, sino también un gran número de vocaciones ala vida religiosa. Necesitamos preguntarnos a nosotrosmismos cómo encontramos a nuestras comunidadeslocales, nuestras circunscripciones, y de hecho a toda la

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Orden en su conjunto, implicadas hoy en la NuevaEvangelización. ¿No podría ser también para nosotroseste esfuerzo por parte de la Iglesia universal una invi-tación y una oportunidad para redescubrir en nuestraactualidad, en nuestra vida de comunidad, y en nuestrosministerios, nuevos incentivos y valiosos instrumentosde renovación? ¡Ójala podamos encontrtrar el valor deadmitir que algunos de nuestros modos de asentados ycómodos, al igual que algunas de nuestras estructuras yobras, es posible que ya no respondan a las necesida-des reales de la gente de hoy, y que la fe y la convic-ción demostradas por nuestros predecesores hacesiglos al abandonar sus eremitorios en medio del campopara implicarse en el gran trabajo de la revitalización dela Iglesia en villas y ciudades nos inspire hoy de unmodo semejante.

9. Algo muy positivo está sucediendo actualmen-te en la Iglesia, hermanos. A pesar de los grandes retosque enfrentamos en muchas áreas, se siente enmuchos, y especialmente entre los jóvenes, un espíritude entusiasmo y vitalidad al vivir el Evangelio y procla-marlo al mundo. El testimonio de numerosos novicios,seminaristas, religiosos en formación inicial y jóvenesimplicados en el discernimiento vocacional que se reu-nieron aquí en Roma el pasado julio, provenientes demuchos países, para celebrar el Año de la Fe. El testi-monio de más de 600 jóvenes que participaron en elEncuentro Juvenil Agustiniano en Sao Paulo y de losmillones que viajaron a Rio de Janeiro para el Día Mun-dial de la Juventud hace tan sólo unas pocas semanas.El testimonio de los frailes jóvenes y de los candidatosen algunas de nuestras propias circunscripciones, quegenerosamente y a pesar de los muchos atractivos alter-nativos que les ofrece la sociedad siguen optando por

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un radical seguimiento de Cristo, junto con nosotros, alservicio de la Iglesia.

10. Comencemos el trabajo de nuestro capítulo,agradecidos por nuestra vocación personal y la voca-ción de nuestros hermanos, tantos de los cuales renue-van día tras día su compromiso con este modo de vidaque hemos profesado, y que con tanta energía predicanel Evangelio con las palabras y con las obras. Aborde-mos las tareas que tenemos ante nosotros, con un espí-ritu de reverencia y gratitud por las muchas cosas bue-nas que nuestra Orden ha hecho y continúa haciendo.Oremos pidiendo el valor para hacer las elecciones quenos permitan convertirnos cada vez más en lo que deci-mos ser; para hacer tangibles los ideales a los que aspi-ramos; para dar crédito a lo que, con nuestra profesión,hemos elegido libremente y seguimos abrazando conorgullo.

Michael Di GregorioVicario General

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HOMILÍA DEL PRIOR GENERAL, ALEJANDROMORAL ANTÓN, EN LA EUCARISTIA DE

CLAUSURA DEL CAPÍTULO

14 septiembre 2013

Quizás una de las experiencias más instintivas delser humano, y de todo ser vivo, sea la de huir del dolor,alejarse de las circunstancias hostiles. Un elementorevolucionario de la vida del Reino es precisamente elmovimiento contrario, en lugar de huir, abrazar la cruz.

El hijo del hombre elevado en la cruz es quizás lamáxima expresión de la dimensión de debilidad y cadu-cidad de la vida humana; una vida que está marcada porel odio, la violencia, la carestía, la indiferencia, la sole-dad,… Realidades que a veces llegan a someter total-mente al ser humano, hasta quitarle su dignidad. Con-templar la cruz es contemplar a los hijos de los hombresque están crucificados: las mujeres explotadas sexual-mente, los niños obligados a enrolarse en la guerra, lasver familias expulsadas de sus hogares, es mirar a loscampos de refugiados, y es contemplar los cuerpos sinvida de quienes encuentran la muerte al tratar de entrarilegalmente en el primer mundo. Quizás más cerca denuestro círculo social, la cruz toma la forma del desem-pleo, de las familias desunidas o, de los abusos de poderentre quienes tienen la sagrada tarea de velar por el cre-cimiento de la infancia. Todos ellos son manifestacionesde este amor sui usque ad contemptum Dei, que va

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construyendo una ciudad en la que no hay lugar paraDios porque no hay hogar para el ser humano. No haymayor desprecio de Dios que colgarlo de la Cruz, nohay mayor desprecio del hijo del hombre.

Los que miren… sanarán. La expresión del librode los Números presenta el movimiento casi antinatu-ral de dirigir nuestra mirada a la cruz para encontrar enella la salud para esta ciudad inhumana, este mundo,quizás inhóspito, pero que es el mundo que Dios haelegido. Quien sube al cielo es quien ha bajado delcielo, quien sube a la cruz es quien ha bajado del cielo.Es verdaderamente antinatural, casi una aberraciónontológica un Dios que abraza el sufrimiento humano.Mirar la cruz es reconocer este impulso del ser másíntimo de Dios que le lleva a abrazar todo lo humano,incluso su deforme amor sui.

Pero no basta mirar para sanar, hay que sabermirar bien. El Papa Francisco decía a los jóvenes en Ríoque se puede mirar la cruz como la mira Pilato, mante-niendo la distancia, considerándola algo ajeno, algo delo que no es responsable. Esta mirada no sana. Tam-bién se puede mirar la cruz con la mirada de Simón deCirene, cargando con las cruces de los otros, ya sea porgenerosidad o por presión social, prestando a los otrosnuestros dones, nuestro tiempo, nuestra energía, lo quenos sobra e incluso lo que nosotros mismos necesita-mos. Esta mirada alivia las cruces que afligen a nuestroshermanos y colabora en la creación de un mundo ade-cuado para el hombre.

Aun así, me parece que hay una realidad más pro-funda en el misterio del Hijo del Hombre crucificadoigual que cualquier otro hijo de los hombres. Hay unatercera forma de mirar al Crucificado. La mirada de lamadre, que reconoce clavado en el leño el fruto de suspropias entrañas, carne de su carne, cuerpo de su cuer-

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po; una forma de mirar la cruz que nos muestra que esesufrimiento es sufrimiento de nuestro propio cuerpo, esla mirada de quien “padece con”, la mirada de la com-pasión que nos hace reconocer a quien sufre a nuestrolado como nosotros mismos y nos mueve a sanarle,acompañarle, consolarle, a reír juntos, a apoyar pro-yectos, a evitar expresiones hirientes, a huir de críticasfáciles y chismorreos; en definitiva a vivir como miem-bros de un único cuerpo.

Y esta compasión, esta identificación con el cuer-po sufriente de la humanidad es el sentimiento de Cris-to, la intención de Cristo, que asume nuestra condición,se reviste de nuestra humanidad, se hace hijo de hom-bre crucificado y así exalta a los hijos de los hombres.Es el sentimiento de todo un Dios que se descubre unmismo cuerpo con los hijos de los hombres crucificadosy que nos invita a aprender de él a mirar de esta mismaforma. Una forma de mirar la cruz que sí sana el amorsui que nos envenena por dentro. Es la mirada compa-siva, la mirada de Dios, la mirada que surge de lo ínti-mo de las propias entrañas.

Es una forma de mirar profundamente presenteen nuestra tradición agustiniana; la forma de mirar alcrucificado en Cascia y que empuja a compartir sussufrimientos; la forma de mirar la cruz en Montefalco,y que la planta en el mismo corazón; la forma de mirar-la en Genazzano, contagiándose de la misma peste; laforma de mirarla en Valencia, repartiendo la riquezaentre los pobres. Una mirada compasiva que en tiem-pos más cercanos crea escuelas en San Diego o Papua,que acompaña a los presos en Huelva o El Paso, queabre comedores en Praga o Bolonia, que sana a losenfermos en Babadogo, que enseña a trabajar en Jos;y que en todas nuestras comunidades anuncia la BuenaNoticia del Reino.

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No es la mirada solidaria de una ONG, ni siquierala mirada caritativa de un amigo o un hermano. Es lamirada compasiva del Padre, la mirada de quien cuidade su mismo cuerpo, de quien camina por Cristo Hijodel Hombre, se hace cuerpo de los hijos de los hom-bres, para llegar juntos a ser Cuerpo de Dios.

Subir al cielo. Con esta imagen se podría expresarel deseo más profundo del corazón del ser humano,todo el deseo de Paz, de Justicia, de Alegría, de Bon-dad, todo esto que parece que no tiene cabida en nues-tro mundo terreno. Es el deseo de llegar a esa tierramás allá del desierto. El deseo profundo de nuestrocorazón que nos ha impulsado, cuando comenzamos elCapítulo, a ir hacia adelante, a desplegar las velas ydejarnos arrastrar por el viento del Espíritu. Ese mismoEspíritu que nos impulsó hace algunos años, o muchosaños, a querer seguir más de cerca a Cristo como Her-manos de la Orden de San Agustín.

Si al terminar este Capítulo me pedís que os indi-que por dónde salir del desierto, por dónde subir alcielo sólo os puedo responder lo que decía el evange-lio: sólo uno ha subido al cielo, sólo uno ha atravesadoel desierto, el que “ha descendido para que en él y conél fuesen un solo individuo quienes mediante él iban asubir”. Así que no hay otro camino que el que nos ense-ñaron el día de la profesión: caminar por el Cristo hom-bre por el que caminamos para llegar a Cristo Dios

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INDICE

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Mensaje del Capitulo General . . . . . . . . . . . . .

Decisiones y determinaciones . . . . . . . . . . . . .

Discurso del Prior General, Alejandro MoralAntón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Saludos del Prior General, Robert Prevost a PapaFrancisco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Homilía del Papa Francisco, Misa de la Fiesta deSan Agustín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Discurso del Vicario General, Michael Di Grego-rio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Homilía del Prior General en la Eucaristía al findel Capitulo General . . . . . . . . . . . . . . . .

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Finito di stampare nel mese di dicembre 2013presso la Tipolitografia 2000 sas di De Magistris R. & C.

Via Trento, 46 - Grottaferrata - Tel./Fax 06.9410473