capitulo 4. arrepentirse es volverse a dios y al hermano

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Capitulo 4. Arrepentirse Es Volverse A Dios Y Al Hermano. Temática: - El pasaje de Jesús y Zaqueo - Urgencia de responder al llamado de la conversión Desarrollo: 1) Lectura Bíblica: Lucas 19, 1-10 En aquel tiempo, Jesús, habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa». Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador». Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo». Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido». Palabra del Señor... R: Gloria a ti Señor Jesús. 2) Reflexión La escena que el Evangelio nos presenta es una evocación del misterio que ha cambiado nuestras vidas: la Encarnación. Dios que quiso venir a visitar la casa de los hombres, el mundo que Él mismo creó. Le necesitábamos, y no dudó en venir para traernos la salvación. La historia de Zaqueo se repite cada día. Es nuestra misma historia. Somos hombres que buscamos a Dios porque somos débiles. Una multitud que quiere ver en su vida a Cristo cerca y alberga ese profundo deseo en el corazón. Personas que, a pesar de nuestra baja estatura en el espíritu, nos atrevemos a subir a un árbol, porque a toda costa queremos encontrarnos con Él. Y Cristo no se hace rogar. Sale al encuentro, pasa por el camino, fija su honda mirada en nuestros ojos, que brillan de ilusión. Y nos dice: “Hoy quiero quedarme en tu casa”. ¡Y nuestra alma se inunda de gozo! Hemos encontrado lo que buscábamos, la fuerza para nuestra debilidad, la paz y la felicidad para nuestras vidas. El Señor cambia nuestras vidas. Zaqueo dio a los pobres la mitad de sus bienes. Nosotros, que también buscamos con anhelo a Cristo, saldremos transformados de ese encuentro y le daremos la totalidad de nuestro ser.

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Capitulo 4. Arrepentirse Es Volverse A Dios Y Al Hermano.

Temática: - El pasaje de Jesús y Zaqueo - Urgencia de responder al llamado de la conversión

Desarrollo:1) Lectura Bíblica: Lucas 19, 1-10

En aquel tiempo, Jesús, habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa». Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador». Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo». Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido». Palabra del Señor...R: Gloria a ti Señor Jesús.

2) Reflexión La escena que el Evangelio nos presenta es una evocación del misterio que ha cambiado nuestras vidas: la Encarnación. Dios que quiso venir a visitar la casa de los hombres, el mundo que Él mismo creó. Le necesitábamos, y no dudó en venir para traernos la salvación. La historia de Zaqueo se repite cada día. Es nuestra misma historia. Somos hombres que buscamos a Dios porque somos débiles. Una multitud que quiere ver en su vida a Cristo cerca y alberga ese profundo deseo en el corazón. Personas que, a pesar de nuestra baja estatura en el espíritu, nos atrevemos a subir a un árbol, porque a toda costa queremos encontrarnos con Él.

Y Cristo no se hace rogar. Sale al encuentro, pasa por el camino, fija su honda mirada en nuestros ojos, que brillan de ilusión. Y nos dice: “Hoy quiero quedarme en tu casa”. ¡Y nuestra alma se inunda de gozo! Hemos encontrado lo que buscábamos, la fuerza para nuestra debilidad, la paz y la felicidad para nuestras vidas. El Señor cambia nuestras vidas. Zaqueo dio a los pobres la mitad de sus bienes. Nosotros, que también buscamos con anhelo a Cristo, saldremos transformados de ese encuentro y le daremos la totalidad de nuestro ser.

Jesús Misericordioso, el Gran Perdonador. Jesús en el Evangelio se presenta como el Gran Perdonador. Tanto en sus actuaciones con los pecadores como en sus parábolas de la misericordia. Incluso en alguna frase hiperbólica que puede entenderse mal, y muchas veces se entiende mal. Cristo, para exponer la alegría que siente ante el pecador arrepentido, dice en el Evangelio: «Hay más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de arrepentirse».

Esta frase de Cristo en el Evangelio se puede entender mal. Porque, claro, si en el cielo hay más alegría por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse, pues vamos a ser pecadores, y así le damos al Señor la alegría

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de la conversión. Naturalmente que eso no es. Lo que quiere Cristo decir con esta expresión es que la conversión de un pecador le produce al Señor una alegría especial. No precisamente superior, sino más bien distinta.

La misma misericordia mostró con Zaqueo. Zaqueo, el publicano, era un hombre que robaba. Él cobraba impuestos injustos. Extorsionaba al pueblo. Los esquilmaba con sus impuestos abusivos. Y pasa Jesús por Jericó, donde vivía Zaqueo. Jesús iba siempre rodeado de gente. Y Zaqueo, dice el Evangelio, era bajo de estatura. Para ver bien al Señor se sube a una higuera. Al pasar Jesús por debajo de la higuera le dice:

Zaqueo, ¿qué haces ahí subido en la higuera? Baja, hombre, que me quiero hospedar en tu casa. Zaqueo dio un salto. Él se contentaba con verle desde la higuera, y resulta que Jesús se autoinvita para hospedarse en su casa. Zaqueo encantadísimo de que Jesús se hospede en su casa. Jesús le da más de lo que él quería. Él se contentaba con verle de lejos, desde la higuera, y resulta que lo va a tener en su casa. Así es la misericordia de Dios. Da más de lo que esperamos. Le da mucho más, porque Zaqueo se contentaba con verle de lejos, y Jesús le cambia el corazón, lo cual es muchísimo más.

Zaqueo era avaro, y se convierte en generoso. Dice Zaqueo: - La mitad de mis bienes se la daré a los pobres; y si he defraudado a alguien, le daré cuatro veces más. El que era un avaro, un tirano, un estafador, se vuelve generoso. Se convierte. Por eso dice Cristo: - Hoy ha entrado la salvación en esta casa. Porque Zaqueo, que vivía en pecado, cambia su vida y se convierte.

Conversión, según Papa Benedicto XVI. Pero, ¿qué es en realidad convertirse? Convertirse quiere decir buscar a Dios, caminar con Dios, seguir dócilmente las enseñanzas de su Hijo, Jesucristo; convertirse no es un esfuerzo para realizarse uno mismo, porque el ser humano no es el arquitecto del propio destino. Nosotros no nos hemos hecho a nosotros mismos. Por ello, la autorrealización es una contradicción y es demasiado poco para nosotros. Tenemos un destino más alto. Podríamos decir que la conversión consiste precisamente en no considerarse «creadores» de sí mismos, descubriendo de este modo la verdad, porque no somos autores de nosotros mismos.

Conversión consiste en aceptar libremente y con amor que dependemos totalmente de Dios, nuestro verdadero Creador, que dependemos del amor. Esto no es dependencia, sino libertad. Convertirse significa, por tanto, no perseguir el éxito personal, que es algo que pasa, sino, abandonando toda seguridad humana, seguir con sencillez y confianza al Señor para que Jesús se convierta para cada uno, como le gustaba decir a la beata Teresa de Calcuta, en «mi todo en todo». Quien se deja conquistar por él no tiene miedo de perder la propia vida, porque en la Cruz Él nos amó y se entregó por nosotros. Y precisamente, al perder por amor nuestra vida, la volvemos a encontrar.

«Cristo invita a responder al mal ante todo con un serio examen de conciencia y con el compromiso de purificar la propia vida» «En definitiva: la conversión vence al mal en su raíz, que es el pecado, aunque no siempre pueda evitar sus consecuencias». «Hacer penitencia y corregir la propia conducta no es simple moralismo, sino el camino más eficaz para mejorarnos tanto a nosotros mismos como a la sociedad» «Es mejor encender una cerilla que maldecir la oscuridad».

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Conclusión:- La conversión es un cambio de vida fruto de un encuentro con Jesucristo. - La conversión es esencial para ser discípulos de Cristo y Salvarnos. - Ya que todos somos pecadores, todos necesitamos conversión.- Convertirse quiere decir recibir un corazón de carne, un corazón sensible a la pasión y al sufrimiento de los demás.