capitulo 2

20
¿Tierras baldías, territorios de nadie? Geopolítica de un proyecto minero en la guajira colombiana Claudia Puerta Silva Instituto de Estudios Regionales, Universidad de Antioquia Robert VH Dover Departamento de Antropología, Universidad de Antioquia Resumen El proyecto del Cerrejón de los 70, inauguró un reordenamiento sin precedentes en La Guajira. Nuevos actores -empresas mineras y Estado-, transformaron y reconstruyeron el carácter geográfico, jurídico, económico y sociopolítico del territorio. De una geografía sin control ni definición territorial estatal, La Guajira se convirtió en un espacio prioritariamente económico, altamente organizado y controlado desde una perspectiva desarrollista. Pretendemos subrayar que la geopolítica que operó en La Guajira se ha funda- mentado en concepciones y discursos de difícil concertación entre los wayuu, las multinacio- nales y el Estado -tesiiunio, soberanía, desarrollo, identidad, autonomía-, a través de los cualespodemos construir una relación de equivalencias de transformación: naturaleza/recur- so, desierto/proPiedad, territorio ancestral/ resguardo, salvaje/civilizado. Por un lado, mostramos que la categoría de «tierras baldías» le sirvió al Estado para aproPiarse de los territorios wayuu. Por otro lado, reconstruimos los fundamentos de la geopolíticay el poder de la empresa multinacional, frente a la incertidumbre de la soberanía estatal. Finalmente, señalamos cómo en algunos casos, los acomodamientos y estrategias wayuu frente al proyecto minero y al Estado, resultaron en la politización de la identidad cultural, revelada en nuevas y tradicionales configuraciones otganizatioas que les aseguraron su articulación con el Estado y otros actores. Abstract The Cerreján Project which began in the 1970s inaugurated an unprecedented territorial reconfiguration in the Guajira. New actors -the multinational mining company and the State-transformed and reconstructed the geographical, juridical, economic and sociopolitical character of the territory. From a social geography with no State control or territorial definition, the Guajira was converted into a highly organized and controlled economic space from a development perspective. We focus on the idea that the geopolitics that operated in the Guajira was based on irreconcilably different concepts and discourses on the part of the Wayuu, the multinationals and the State -territory, sovereignty, development, identity, autonomy- from which we can construct a relationship of equivalences of transformations: nature/resource, desert/property, ancestral territory/reserve, savage/civilized. 31

Upload: anapaulanchaves

Post on 21-Jan-2016

33 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Capitulo 2

¿Tierras baldías, territorios de nadie?Geopolítica de un proyecto minero en la guajira colombiana

Claudia Puerta SilvaInstituto de Estudios Regionales, Universidad de Antioquia

Robert VH DoverDepartamento de Antropología, Universidad de Antioquia

Resumen

El proyecto del Cerrejón de los 70, inauguró un reordenamiento sin precedentes en LaGuajira. Nuevos actores -empresas mineras y Estado-, transformaron y reconstruyeron elcarácter geográfico, jurídico, económico y sociopolítico del territorio. De una geografía sincontrolni definición territorial estatal, La Guajira se convirtió en un espacio prioritariamenteeconómico, altamente organizado y controlado desde una perspectivadesarrollista. Pretendemos subrayar que la geopolítica que operó en La Guajira se ha funda-mentado en concepciones y discursos de difícil concertación entre los wayuu, las multinacio-nales y el Estado -tesiiunio, soberanía, desarrollo, identidad, autonomía-, a través de loscualespodemos construir una relación de equivalencias de transformación: naturaleza/recur-so, desierto/proPiedad, territorio ancestral/ resguardo, salvaje/civilizado.

Por un lado, mostramos que la categoría de «tierras baldías» le sirvió al Estado paraaproPiarsede los territorios wayuu. Por otro lado, reconstruimos los fundamentos de lageopolíticay el poder de la empresa multinacional, frente a la incertidumbre de la soberaníaestatal. Finalmente, señalamos cómo en algunos casos, los acomodamientos y estrategiaswayuu frente al proyecto minero y al Estado, resultaron en la politización de la identidadcultural, revelada en nuevas y tradicionales configuraciones otganizatioas que les aseguraronsu articulación con el Estado y otros actores.

Abstract

The Cerreján Project which began in the 1970s inaugurated an unprecedented territorialreconfiguration in the Guajira. New actors -the multinational mining company and theState-transformed and reconstructed the geographical, juridical, economic and sociopoliticalcharacter of the territory. From a social geography with no State control or territorialdefinition, the Guajira was converted into a highly organized and controlled economic spacefrom a development perspective. We focus on the idea that the geopolitics that operated inthe Guajira was based on irreconcilably different concepts and discourses on the part of theWayuu, the multinationals and the State -territory, sovereignty, development, identity,autonomy- from which we can construct a relationship of equivalences of transformations:nature/resource, desert/property, ancestral territory/reserve, savage/civilized.

31

Page 2: Capitulo 2

On one hand, we show that the category of «undeveloped land" served the State toappropriate Wayuu territory. On the other, we demonstrate the geopolitical base and powerof the multinational company vis-a-vis the uncertainty of the State's sovereignty. Finally, weindica te how, in some cases, Wayuu strategies and approximations to the mining project andthe State, are results of the politicization of cultural identity, as exemplified in both new andtraditional organizational configurations that enables them to articulate with the State andother actors.

En el proyecto minero del Cerrejón se expresan algunas de las características másdeterminantes de la economía global contemporánea y lo que ella implica: relacionesde poder y conflictos de soberanías entre organizaciones multinacionales y los Estados;se revela la geopolítica de los actores en el escenario de la economía global, la articu-lación de las poblaciones locales con ésta última, y los nuevos espacios políticos paraellas. En un proyecto minero no solamente está en juego la explotación del mineral,sino también, el territorio, la jurisdicción sobre él, su ocupación y ordenamiento, y enconsecuencia, las condiciones de existencia de las personas que lo habitan. Y aún másallá, un proyecto como éste, convoca por un lado, reivindicaciones y discursos políti-cos de actores que no habían sentido antes la necesidad de posicionarse ni de articu-lar políticamente sus representaciones del territorio, las interpretaciones de lo quepasa en él, o sus identidades territorializadas. También convoca por otro lado, un actode soberanía directa e indirecta por parte del Estado sobre un territorio nacional pocodefinido (ordenado), cuyo origen resulta de una política que ha descuidado histórica-mente las fronteras nacionales.

En fin, a raíz de la minería, lo que era un territorio ancestral indígena, ordenado,legalizado! y vivido social y cosmológicamente, fue redefinido: tierras tituladas, tierrasbaldías de la N ación, reservas mineras, zonas libres de frontera, turísticas y militares,resguardos indígenas; pero las empresas lo dividieron también en mina, puerto, víaférrea, carretera negra, área de influencia directa e indirecta, por encima de los sím-bolos de la territorialidad indígena -rancherías, rozas de cultivos, jagüeyes y pozos deagua, sitios sagrados, cementerios, caminos. De una geografía sin control estatal nidefinición administrativa, La Guajira pasó a ser un espacio prioritariamente económi-co, altamente organizado y controlado desde una perspectiva desarrollista.

En este texto pretendemos señalar que la geopolítica sobre La Guajira se ha fun-damentado en concepciones y discursos =territorio, soberanía, desarrollo, identidad,autonomía- de difícil concertación entre los grupos étnicos, las empresas multinacio-nales y el Estado; concepciones a través de las cuales podemos construir una relaciónde equivalencias de transformación: naturaleza/recurso, desierto/propiedad, territorioancestral/resguardo, salvaje/civilizado ... equivalencias que corresponden a los inte-reses y estrategias de cada uno de los actores, cuya propia geopolítica compite con lasotras en el escenario político del multiculturalismo y la economía global.

Este artículo está dividido en dos partes. La primera, trata sobre la frase del título:Tierras baldías para la minería: ¿eran territorios de nadie?; la segunda, trata sobre la

1. Entendiendo que al interior del pensamiento jurídico wayuu, los territorios tienen sus jurisdicciones,responsables y procedimientos de resolución de conflictos sobre su tenencia y ocupación.

32

Page 3: Capitulo 2

ss

:0

.0

1-

),

1S

s,ía11-

lenitÍ-

n-d,0-

5n'ioe-.as

lo:la

les,

INDlCADORES DE DESEMPEÑO AMBIENTAL v SOCIAL 'f MARCADORES DE SUSTENTABILLDAOEN EL DESARftOI_LO DE MINERALES. EVALUANDO EL BIENESTAR 'f LA CAUOAD

DE l/lOA-CASO WA'iU

DEPARTAMENTO DE LA GUAJIRA

®GOLFO DE COOUIBACOA

CONVENCIONES

\SIII'IIII" ••r~"OA Ol

VENEZUELA COIIII• .s••,.TO· ,ITI1I

oI:I..CI:IIUMc::::::.=,·,···,··'o

•• AClOAL[NA .. f-.'"

::::.:=:;.~r~C.•• ,,.. •• _ ••• _~ •.•

J ••••• I.

1',- •• 1__ ,"",.,., ...•;,...T._••. _t•••••../.....,.-e ••••• "

CESAR

1>1II0 •••.•• _ IU •• ·IO"C·III'II·TCIUIIlItTlTI,I'fOOr.lUUftu 1II1 U.'1I11I

u"rvf:lltttOIlOO'f •• "'TIOClUI&

Mapa 1. La Guajira, tomado de Mendiola, Correa y Díaz (2002)

geopolítica y el poder de la empresa multinacional, la incertidumbre de la soberaníaestatal y los acomodamientos y estrategias wayuu frente al proyecto minero.

Tierras baldías para la minería: ¿eran territorios de nadie?Empezaremos por establecer la diferencia entre las concepciones territoriales del

Estado, de los wayuu, y de la compañía minera, entendiendo que los eventos resumi-dos acá ocurrieron en un periodo de 30 años, durante el cual pueden distinguirsediferentes momentos políticos en cuanto al desarrollo y la cuestión fronteriza desde laperspectiva del Estado, la transformación del actuar de la empresa y el desarrollo deun proceso identitario wayuu en el contexto de las políticas indigenistas del Estado ysus efectos sobre la organización indígena. Es posible señalar en estas concepciones,ciertas características y tendencias que son transversales en el tiempo, por ejemplo: lacompetencia legal del Estado para hacer uso o para adjudicar los baldíos, en confron-tación con el reconocimiento del dominio anterior de las tierras por los pueblos indí-genas, reconocimiento que varía de acuerdo con las circunstancias particulares de lasorganización política de cada etnia. Para enfatizar las diferencias entre la manera de

33

Page 4: Capitulo 2

relacionarse con el territorio, mostraremos bajo cuáles argumentos la empresa mineraresolvió la ocupación y compra de tierras para el complejo minero, a pesar de la pre-sencia de los wayuu.

El término baldío se refiere en la normatividad colombiana, aunque no ha sidodefinido explícitamente como tal, al globo de terreno que es de dominio del Estado, esdecir, aquél pedazo de tierra que no es de propiedad privada pues no está respaldadapor un título; y que además, no está siendo explotado económicamente o está inhabi-tado. En general, excepto para los baldíos incluidos en las reservas nacionales, sudestino jurídico es ser adjudicados por el Estado a los particulares cuando éste lo creaconveniente. En el caso de las tierras indígenas se les ha dado el tratamiento detierras nacionales o fiscales. Pero algunas leyes como la de reforma agraria de 1961(Ley 135), la legislación minera de 1988 y el nuevo código minero de 2001 (Decreto2655 de 1988 y Ley 685 de 2001, respectivamente), la resolución 02 de 1973 y laresolución 873 de 1995 para la Sierra Nevada de Santa Marta, entre otras, han admi-tido la jurisdicción indígena sobre ciertos territorios y asuntos socioculturales, «nocomo un acto discrecional y libre de la voluntad estatal sino como una obligación».Según Roldán, las adjudicaciones de estas tierras a los indígenas en este contexto noson «transferencias» de dominio, sino «otorgamiento de prueba para que las comuni-dades pudiesen acreditar su dominio anterior» (Tresierra, s.f.).

Cuando se firmó el contrato de asociación con la primera multinacional que operóel Cerrejón (Intercor, filial de la Exxon), ésta compró las tierras que estaban tituladas ypagó por las mejoras realizadas en baldíos, mientras que el socio estatal -Carbocol-solicitó reservas territoriales para el proyecto minero -las servidumbres mineras, el yaci-miento de carbón, el puerto, las canteras de material-o Según la ley de reforma agrariano podían hacerse adjudicaciones de baldíos que estuvieran ocupados por indígenas, sinembargo, primaron la utilidad pública por un lado y, por el otro, la representación dedichas tierras como baldías, por encima del dominio indígena anterior.

Desde la perspectiva wayuu, en cambio, esas tierras no eran baldías. De hecho, noexiste la representación de una tierra baldía en el pensamiento wayuu: todo territoriotiene un dueño, un ocupante, un uso, una finalidad. En un relato citado por Correa yVelásquez, no hay ningún globo de tierra vacío: «el espíritu de la soledad misma,avanza por los sitios desolados a caballo, advirtiendo a quien se adentra en ellos queno está en cualquier lugar» (Correa y Velásquez, 1995). Un hombre expresa esta afir-mación así: el territorio Wayuu tiene su distribución, por familias, por clanes, y lafamilia que se queda sin territorio por expansión urbana ... no tienen pa' donde ir... -porque no hay territorio libre en la Guajira ya-; todas las familias Wayuu tienen suterritorio y su cementerio familiar ... (Líder hombre, Manaure}'.

Una reconocida líder de La Guajira recuenta cómo la noción de baldío la movilizópolíticamente:

Mi liderazgocomenzó observando por ejemplo cómo los alijunas' se querían apoderar de losterritorios indígenas,ycómo losalijunassinconsentimiento de unas tierrasque milenariamentenosotros teníamos, ellos empezaban como a decir yo voy hacer algo aquí, esto es baldío... Elgobiernodecía que todas las tierrasque no estuvieran tituladas en Colombiao en La Guajira, si

2. Entrevista LEU, AUll-12 (Dover y Ocampo, 2001).3. Se pronuncia «arijuna».

34

Page 5: Capitulo 2

f

eran del Estado, eran del Estado y que por lo tanto esas tierras eran baldías. Entonces yo me poníaa pensar y yo decía, cómo una tierra va a estar baldía, y cómo una tierra es baldía habiendo gentedentro de ella, habiendo casas, habiendo jagüeyes, habiendo cementerios, cómo el gobierno va adecir que esto es baldío, baldío es una cosa que está vacía, pero como van a decir que los territoriosque nosotros ocupamos son baldíos (Líder mujer, Maicao, 2007)4.

Según nuestra reflexión, la representación de estas tierras como baldías permitiójurídicamente el reordenamiento territorial provocado por el proyecto minero, y obli-gó a las personas que vivían allí a aceptar las compensaciones o a ser expropiadas desus tierras.

Con el fin de identificar con más claridad cómo algunas categorizaciones delterritorio dominan sobre otras, trataremos el caso de los wayuu que habitaban el surde la península. Para familiarizamos con La Guajira, diremos que la península ha sidogeográficamente dividida en tres: la Alta, la Media y la Baja (o el Sur), cada una deellas con sus propias características geo-climáticas. No se trata de una división mera-mente física, también es cultural y económica. El complejo minero atraviesa estas tresáreas, encontrando en cada una de ellas diferentes reacciones a su presencia. En laAlta, en el sitio conocido como Media Luna, se construyó el puerto. Cementerios,viviendas, ojos de agua y pastizales quedaron bajo el aeropuerto, los cargadores y losmuelles. El mar se ocupó con grandes barcos. Allí, algunos pobladores se desplazaronun poco hacia el sur de sus territorios originales y quedaron en medio de mallas deseguridad, pues se resistieron a abandonar completamente su territorio. La Mediaquedó atravesada por la vía férrea, la carretera y la línea de alta tensión de energía.Gran parte de los territorios resultaron fragmentados: de un lado las habitaciones, deotro, los abrevaderos para los animales; de un lado, las rozas de cultivos, de otro, loscementerios. En el Sur, se perforó la tierra para sacar el carbón mineral. Grandesextensiones de tierra fueron removidas y puestas ordenadamente en forma de terrazas,cambiando para siempre el paisaje guajiro. Poblaciones enteras han sido desplazadas yse perdieron tierras de pastoreo y fuentes de agua.

Para cada uno de estos casos, el tratamiento de la condición baldía de las tierrastuvo diferentes resultados. En la Alta y en la Media, en donde los guajiros dominabano, por lo menos, a la vista eran los únicos que habitaban esos parajes, se compraron lasmejoras y se compensó el traslado de cementerios. En el Sur, en cambio, el tratamientopara los wayuu fue el mismo que para un campesino ocupante de un baldío: fuera lacompensación o la expropiación, su pertenencia étnica fue negada bajo la «acusa-ción» del mestizaje",

En resumen, podríamos decir que para la Alta y Media Guajira, con excepción delos pequeños sectores urbanos, no había margen para desconocer, aunque no necesaria-mente respetar, el dominio wayuu sobre el territorio, es decir su ancestralidad y posesión.Pero en el caso del Sur, una zona de contacto más intenso entre los wayuu y los nowayuu, la empresa minera manipuló los límites entre quien era indígena y quien no.Según un funcionario de Relaciones Públicas de Intercor, «... en la mina nosotros nego-

4. Entrevista realizada por Carolina Llanes (2007).5. Eldesconocimiento de la pertenencia étnica de poblaciones vecinas a la mina ha sido reiterativo en casos

másrecientes, como por ejemplo en el sitio llamado Tamaquitos, cuya población fue desplazada en el año 2000.

35

Page 6: Capitulo 2

ciamos las tierras pero no encontramos wayuu ... Pero los indígenas wayuus en la parteque corresponde a la operación están a partir del kilómetro 25 de la línea férrea-".

Esta aseveración implicó un tratamiento de los indígenas como ocupantes no indí-genas de baldíos. No hubo ningún reconocimiento frente al dominio territorial indí-gena anterior al del Estado. Varias consideraciones tuvieron los empleados de la em-presa para reconocer o no la etnicidad de estas poblaciones; consideraciones querespondían y aún responden, a estereotipos construidos históricamente que describena un wayuu como un pastor nómada, cuyas mujeres usan manta y hablan lengua. Eldesconocimiento de la condición étnica de los wayuu del Sur implicó una reservafrente a su dominio territorial anterior al del Estado. Cuando se le preguntó de nuevoal empleado de Intercor citado antes, si no había ningún propietario wayuu en la zonade la mina, insistió en que no hubo ninguna negociación por predios directamenteimplicados en la mina como tal. Sin embargo, aceptó que otras negociaciones conwayuu se llevaron a cabo a raíz de complicaciones ambientales generadas por la minay que afectaban asentamientos wayuu cercanos: «efectivamente, una vez nosotrosnegociamos con unos indígenas, unos vecinos indígenas que se localizaron hace 30años en los límites del Cerrejón Zona Norte y Zona Central-". Al hacer referencia a los«30 años», el funcionario buscaba imponer un esquema con criterios de la ancestralidady la no ancestralidad de los wayuu en estas zonas, afirmando que ellos eran simple-mente unos «vecinos indígenas». Habría que enfatizar que los procesos de reubicaciónde indígenas se dificultan porque es necesario aplicar el fuero indígena y otras legisla-ciones (Ley 21, que reglamenta la 169 de la OIT). Según esta interpretación, noconviene a la expansión de la mina que haya indígenas en sus cercanías.

A pesar de las grandes pérdidas de tierras durante el siglo XVIII y XIX en el sur de LaGuajira, los wayuu lo han ocupado desde siempre. Eliseo Reclus en su libro, Mis Explo-raciones en América, informa que «los asentamientos Wayuú se extendían tan al Surcomo el piedemonte de la Sierra Nevada de Santa Marta» (Dover, Rincón y Zapach,1997). El Sur fue el asentamiento de muchos y el lugar temporal de ocupación de otrosque huían de guerras entre clanes o que buscaban mejores tierras para el ganado. «ElWayuú seguía la lluvia y el crecimiento de la hierba durante el invierno cruzando lapenínsula de pasto a pasto y de abrevadero a abrevadero, generalmente viajando ha-cia el Sur para disfrutar de mas vegetación y de agua disponible» (Ibíd.). A partir delas crónicas de viajeros, se sugiere una utilización histórica y cíclica de los territoriosdel Sur por varias generaciones, incluyendo las más recientes.

Fue sólo en el siglo xx que los wayuu, debido al avance de los colonos, perdieronde una manera importante su acceso al piedemonte de la Sierra Nevada, territoriofundamental para la complementariedad de las actividades económicas y el manteni-miento del pastoreo (Ibíd.).

Los relatos de los ancianos de San Francisco describen el área de la Baja Guajiracomo una región poblada por muchos asentamientos Wayuú, estas zonas eran usadaspor los Wayuú para el pastoreo de animales y el cultivo de alimentos. Un ancianodescribió su visita a la Baja Guajira cuando era niño, 'entonces Barrancas tenía unapoblación muy pequeña'; él describe como había Wayuú establecidos en las áreas de

6. Entrevista a funcionario de relaciones públicas de lntercor en 1998 (Echavarría er al., 1999).7. Entrevista a funcionario de relaciones públicas de Intercor en 1998 (Echavarría et al., 1999). Es

reiterativo este argumento, incluso en casos más recientes, como el de Tamaquitos.

36

Page 7: Capitulo 2

fZaino, La Gloria y Barrancas. También describe como su conocimiento previo, de estaárea, lo alentó a él y a su numerosa familia a establecerse aquí, cuando por un conflic-to entre familias tuvo que dejar la Alta Guajira» (Ibíd.).

Independientemente de esto, para la tercera generación, cuyos abuelos llegaronde la Alta Guajira, el Sur es su lugar de origen, pues es allí en donde están enterrandoa sus abuelas maternas. En este sentido, el conocimiento antro po lógico que con susetnografías clásicas fija un pasado, es retado por un presente que siempre está enactualización. Y en este caso, se retó el precepro que definía la etnicidad wayuu, elcual está relacionado con la precedencia (Guerra, 1990), determinada por la existen-cia de un cementerio antiguo, en el cual están enterrados varios parientes uterinos,especialmente las mujeres de un linaje. En tierras ocupadas o prestadas, es decir, enterritorios en los que los individuos llevan poco tiempo o mucho, el estereotipoantropológico genera duda frente al dominio sobre dicho territorio. Esta ocupación seda por matrimonio o guerra, economía o por un sueño .

... si la vieja por decir algo, había soñado esta noche que unos 4o 5 años le va pasar un caso acá en elsueño que ella tuvo, entonces ella va decir, 'antes que me pase esto, yo debo de buscar otro territorio, otrasladarme a otro sector'. Entonces dejaba el plantaje ahí, ipero qué! eso no lovolvían a recuperar ...porque ellos pensaban que esas tierras eran libres pal que lasquería habitar entre loswayuu; mientrasque los alijuna si estaban adueñados de ese globo de tierra (Hombre wayuu, Sur, 2000)8.

Por trabajo, el territorio puede ser ocupado también: «es un territorio que recla-mamos porque siempre, toda la vida hemos estado aquí, que la gente que está ahí, noes de ahí, están por razones de trabajo pero, entonces al estar ahí quieren reclamar elpedazo yeso no está dentro de las leyes» (Mujer wayuu, Alta Guajira, 2000)9. Bajo lamodalidad de ocupación territorial, se permite la instalación de cementerios, y cuan-do esto sucede, se crea un vínculo con la tierra y la pertenencia se transforma detemporal a permanente l0. Pero también, esta forma de territorialidad, genera inestabi-lidad, angustia y conflictos".

Tal vez sea la ocupación o préstamo, la situación más frecuente en el caso de loswayuu del sur, por lo cual, la figura del resguardo compensa políticamente la supuestaausencia de ancestralidad o dominio previo al del Estado:

... porque aquí hay otro concepto del territorio ¿ya?la figura del resguardo se la inventó un alijunapa' decir «hay que proteger esta porción de tierra pa' los indígenas». Pero eso está fuera totalmentede la realidad Wayuu; porque o sea, si a mi me dicen lcómo quiero yo que me protejan elterritorio?, es una versión totalmente diferente ... Aquí [en la Alta] son municipios dentro delresguardo. En el sur de la Guajira cambia totalmente, son resguardos dentro del municipio; unascasitas pequeñas. Entonces, esa vaina al crecerse, al crecerse la población ... inol, al expandirse la

8. Entrevista LEU,AU11-12 (Dover y Ocampo, 2001).9. Entrevista ME, AU25. (Dover y Ocampo, 2001).10. Porsupuestoen estoscasos,en losque no todos losactorescomparten lamemoriacolectivareferencial

delterritorio,sepueden presentar gravesdisputas, pues no esclara la precedencia de un grupo sobreotro. Perolosconflictosno solamentesedesatan por desacuerdosfrente a lamemoriacolectivacompartida, también sedanporjuegosde intereses relacionados con las actividades económicas que se realizan allí. Este es el caso de lafamosadisputa por el puerto de Portete, cuyosactuales explotadores son descendientes de los «ocupantes»,esdecirde personasque pidieron permisopara trabajar lasplayas (Cf. [imeno, 2002).

11. Para ver más sobre la territorialidad wayuu, remitirse a Echeverri (2003), Guerra (1990) y Puerta(2006).

37

Page 8: Capitulo 2

explotación del carbón, se salió mucha gente, entonces les tocó irse a los rededores del pueblo ... deBarrancas, ahí alrededor a hacer cambuches, casitas y cosas. Entonces, ya no podían ir a ningúnresguardo porque esos resguardos también necesitan ampliación y no se pueden ampliar porqueenseguida hay un terrateniente dueño de eso y está cobrando mucha plata al Incora y no pueden,no tienen pa' donde crecer. Entonces esas familias se quedan alrededor de Barrancas; si semueren, ya no es el culto a la muerte, todo lo que uno hace con el muerto de uno, ya no lo puedenhacer ... tienen que someterse a la necropsia; los Wayuú no permiten que les hagan necropsia a susmuertos -por ahí va entrando ...- debe llevado al cementerio de los alijunas iy el Wayuú nopermite que lo entierren con los alijunas!, hay que llevado al cementerio ifamiliar! (Hombre líder,Manaure, 2(00)12. .

Finalmente, fue la constitución legal de los resguardos, la que terminó protegién-dolos de la inestabilidad de su territorialidad, la cual era argumentada por la empresaminera con base en la supuestamente reciente presencia wayuu en el Sur.

Ya prevista por la ley, la titulación de resguardos en La Guajira no se había hechoantes de la construcción de la mina en 1980, aunque existían desde 1975 estudios einformes de entidades oficiales que recomendaban su constitución (Adamoli y Rive-ra, 1975; Fajardo et al., 1981-1982), recomendaciones que se hicieron más enérgicasdurante la construcción de la mina. Funcionarios del Instituto Geográfico AgustínCodazzi enfatizaban en 1986 que: «debido a la situación que afrontan los guajiros deldepartamento por los abusos de los terratenientes (Media y Baja Guajira), y ahora porla explotación de los recursos mineros (carbón), se pretende legalizar la tenencia de latierra mediante la constitución de resguardos a través de la División de Tierras delIncora, apoyados en la Ley 135 de 1961» (IGAC, 1986: 78). Solamente entre 1984 y1986 se crearon los primeros tres resguardos, después de finalizarse la construcción delcomplejo minero. Aunque los wayuu reconocen que ésta no es su forma propia deterritorialidad, han comprendido su importancia- para garantizar su supervivencia entérminos económicos, políticos y culturales l3. Para ellos, el Estado otorgó reservas parael proyecto minero en donde eran sus tierras, y solamente mediante la constitución ysaneamiento de sus resguardos se sienten protegidos y reconocidos:

Hay bastante reserva y nosotros no teníamos conocimiento de esa reserva, el Estado crea reservascuando le interesa. Entonces, ese es el problema de acá, de nosotros: es una reserva especial quetiene todo el corredor; eso es una reserva prácticamente para la exportación, [para que] se dierala exportación del carbón pero sin tenemos en cuenta. No hubo una concertación previa que eralo que nosotros queríamos".

De hecho, lo que fue una ley diseñada para civilizar a los indígenas e incorporarsus resguardos al territorio nacional, llegó a ser el mecanismo de auto-protección paraellos mismos. Los wayuu que no tenían una tradición colonial de resguardos, pudieronutilizar el reconocimiento implícito en esta ley para la reivindicación de su jurisdic-ción sobre territorios afectados por el proyecto minero. La creación de seis resguardosdurante la década de 1980, de otros cuatro en la siguiente y de uno cada año entre2001 y 2003, todos ellos en inmediaciones de la mina, se debe no solamente a un

12. Entrevista AdL, AU8-9 (Dover y Ocampo, 2001).13. Más preocupante es la cuestión de los distintos paradigmas de autogobierno que los resguardos

implicanen términos identitarios y organizativos,tema que sobrepasa loslímitesde este artículo.14. Entrevista (Mendiola et al 2002) .

38

Page 9: Capitulo 2

f

:leínlen,se

us10

er,

n-sa

10,ee-:as:ínle!larla

ie!hie!deeniraly

vaslueeraera

.rarararonlíe-dositreun

rdos

ambiente nacional estatal favorable", sino también a una política identitaria wayuu,entre cuyos ejes está el territorio propio y la jurisdicción sobre él.

Podría pensarse que la empresa en ese momento fue favorable a la creación deresguardos, teniendo en cuenta que las tierras constituidas en resguardos no puedenser vendidas ni divididas -aunque sí cedidas, si la comunidad lo decide y, de acuerdocon la Ley 21 de 1991, hay donde reubicarlos-. En este sentido, le garantiza al proyec-to minero contar siempre con los mismos vecinos, sin tener que enfrentar nuevosasentamientos en sus inmediaciones. Esto puede verse claramente cuando la empresahace los censos en los resguardos vecinos y cuestiona la presencia de nuevos núcleosfamiliares a su interior, a pesar de no tener jurisdicción sobre ellos. Claro que dadas lasdimensiones de un proyecto como el del Cerrejón, en caso de contaminación o deafectación directa sobre la vida de los habitantes de dichos resguardos, la empresapodría iniciar un proceso de reubicación de dichas poblaciones.

Sin embargo, este tipo de lógica no coincide con el desempeño de la empresafrente a las comunidades indígenas en otros momentos, la cual no se caracteriza porestas consideraciones. Para comprender el fenómeno de la creación de seis resguar-dos en el Sur durante la década de 1980, y de la necesidad del Estado de aplicarfueros al territorio, tal vez habría que tener en cuenta las políticas indigenistas de esosaños y de principios de la década de 1990, a saber: políticas progresistas lideradas ydefendidas por los funcionarios que dirigían la Dirección General de Asuntos Indíge-nas (DGAI), que respondían a un esfuerzo de protección de las comunidades y, notanto, a su articulación con las políticas económicas del desarrollo y de losmegaproyectos. Los finales de la década de 1980 e inicios de la siguiente, correspon-dían a un ambiente de visibilización de lo indígena con el desarrollo de la Organiza-ción Nacional Indígena de Colombia (ONIC), el auge del Consejo Regional Indígenadel Cauca (CRIC) y otras organizaciones regionales, la presencia indígena en la Asam-blea Constituyente y el subsecuente desarrollo de leyes que pretendían otorgar a lascomunidades su autonomía, proteger su territorialidad, respetar sus usos y costum-bres, y ofrecer las condiciones adecuadas para su salud y educación. Así, como enti-dad estatal autónoma, aún dentro del Ministerio del Interior, la DGAI desarrollópolíticas de reconocimiento de resguardos que no tenían en cuenta el plan de laexpansión del complejo minero",

Pero la vivencia del resguardo en la Alta y Media Guajira, cuya extensión es demás de un millón de hectáreas, difiere muchísimo de la vida en los pequeños resguar-dos del Sur, de los cuales, solamente uno sobrepasa las 2 000 has., tres tienen unaextensión entre 1 000 y 1 500 has., y los otros 8 se encuentra por debajo de 1 000 has.Hay que reconocer, además, las diferencias entre las regiones de la Alta y Media con

15. En la década de 1980, Planeación Nacional elaboró un Plan de Desarrollo Indígena y luego el gobiernode Virgilio Barco elaboró el Plan Nacional de Rehabilitación. En 1988, la Ley 80 ordenaba entregar gratuita-mente las tierras a los indígenas. Finalmente, en 1991 se declara la Nueva Constitución Nacional. En Colombia,entre 1961 y 1986 se constituyeron 158 resguardos nuevos y entre 1986 y 1989, fueron 63 los creados (PinedaCamacho, 1995).

16. En la actualidad, a pesar de que la Constitución Política de 1991 previó un reordenamiento territorialque reconocería a los resguardos como entidades territoriales de la nación, al mismo nivel que los municipios, lacuestión territorial indígena sigue sin resolverse, pues ninguno de los proyectos de ley presentados a este respectoha sido aprobado por el Congreso.

39

Page 10: Capitulo 2

la Baja Guajira, no sólo por los estereotipos que determinaron la interpretación em-presarial y estatal de tradicionalidad, sino también por el desarrollo particular de la«manera de ser» wayuu en cada una de ellas. Algunos de los factores que inciden enestas diferencias incluyen la presencia del Estado y el carácter de dicha presencia, elmestizaje cultural, la incidencia del movimiento indígena nacional y los discursosindigenistas inculcados diferenciadamente en la Guajira. Con relación a cada uno deestos factores, se nota que las comunidades wayuu del Sur se aproximaron a ideales delo indígena muy cercanos a los andinos: cabildos como organización política, empleosformales, vocaciones políticas, una relación distinta con el desarrollo, y con respecto aesta última, un entendimiento de largo plazo de lo que podía significar el desarrollopropuesto por el proyecto minero. Los wayuu de la Media y Alta participaron, en cambio,en estos discursos, desde la perspectiva de una tradicionalidad auto-definida.

Las tierras no eran baldías, pero el carácter jurídico de la noción y suinstrumentalización para justificar la intervención económica, lograron derrumbar eldominio histórico de los wayuu sobre el desierto y las sabanas. Las razones para el pocomargen de maniobra de los wayuu, especialmente de las comunidades del Sur, conrelación al éxito tardío de sus reivindicaciones territoriales, tienen que ver con lavaloración que sobre ese territorio hicieron el Estado y la multinacional. De baldías,algunas lograron ser reconocidas como tierras indígenas y fueron confinadas bajo lafigura del resguardo. Al respecto, Agnew (2001) señala cómo los atributos de un lugary su valor dependen de lo que le pueda ofrecer al capital móvil que caracteriza lanueva economía global. Yeso fue lo que pasó con La Guajira. Tierras que eran repre-sentadas como inhóspitas y alejadas, secas y malsanas, se convirtieron, por los recursosdel subsuelo (carbón y posteriormente gas), en el centro de interés de la economíaextractiva que dominaría en Colombia a partir de la segunda mitad del siglo xx.

La soberanía estatal, la geopolítica de un proyecto minero,y acomodamientos indígenas

La segunda parte de este ensayo tratará sobre la relación entre la geopolítica delproyecto minero, la soberanía estatal y los acomodamientos wayuu. Veremos cómo lasgeopolíticas más contemporáneas, de las empresas multinacionales y de los gruposétnicos, sustituyen o compiten de cierta manera con la soberanía estatal sobre LaGuajira'". Esto ha implicado que los indígenas tienen en el campo político-jurídico suúnica oportunidad de posicionarse como un actor frente a la empresa minera, tanto enel nivel local, como en el nacional. En este sentido, los wayuu tienen mayorpredominancia en el campo social y territorial, por su manera propia de establecerrelaciones, el manejo interno y externo de las mismas, especialmente en cuanto a latenencia de tierras. No obstante el dominio en lo social, de la «manera wayuu», éstaincide como factor discursivo en el desarrollo de las políticas territoriales en La Guajira.

Trataremos de distinguir: primero, la fuerza del dominio de la multinacional; se-gundo, la justificación de la incertidumbre de la soberanía estatal; y tercero, el aco-

17. No queremos decir que el Estado estaba ausente totalmente, pero sus intereses no llegaban a lafrontera en sí, sino hasta su institucionalidad en Ríohacha, y a través de Instituto de Fomento Industrial (lFI) enManaure.

40

Page 11: Capitulo 2

IOOICADORES DE DESEMPE¡qO AMBIENTAL y SOCIAL y MARCADORES DE SUSTENTABIU!)AOEN EL OESARROu..O DE MINERALES. EVALUANDO EL BIEN ESTAR Y LA CAllO,.\[)

DE VIDA CASO WAYtJ

MUNCIPO DE BARRANCAS· ZONA MINERA EL CERREJON 1991 ·2001RESGUARDOS PROVtNCIAL· SAN FRANCISCO· TRUPIOGACHO

DEP4RTAMENTO DE i.. A GUAJIRA

.'+

CONVlNCIOfrlf.1

-"!ftOYO1illlt0YOI [UAClOiI"Llt IC••.••••••I."•••.LI_ •• 'CM<ll(flll .•••• v.ItDI"'O ••.;Il"'t(IIII"" ••• ,.•••".ItI: ••,,,1I

•••• k' •...... ~...:-..;.. • lIu·n.:,,.1O

CI eo""I"lIl(lnO• I,no

~48•O-:-'-

.[::;r•••••••••

II'IU.l<lOSAIIIUIIIO

••u~ ••~oo.11101

1I.foN,1I.4eGfLtC)O"OtIL'" ~OIlO"UO(r..O'"I~ ••1tO'I•••ClllL•••• 1I'IIIIl/.casco YUVI'IO.IIO'IO.(IIfAr..lllllll"'-IZAOO [" .0.0510 U Dt:200to.U.-) .LOftIA l .•••••• 1..•••

~~II ••••II 1I1II.II.IOIt(:.III'It.f(Itl••• T/fI.lTO01 CUUO.O. II'CIIOfUt..••• 1<1(11UItlf\l"""04D 0& IIHf'OOll'1.

Mapa 2. «Cerrejón antes», tomado de Mendiola, Correa y Díaz (2002)

modamiento de los wayuu al nuevo orden de poderes en la península. Para esto enten-deremos el desarrollo como un eje de reflexión para comprender las lógicas y estrate-gias de cada uno de los actores para posicionarse frente a la geopolítica de los otros.Desde la perspectiva de los actores, especialmente la mina y los indígenas, se puedenidentificar algunas constantes en su forma de relacionarse con el otro. La empresaminera, tiene prevista una definición visibilizada y estereotipificada de lo indígena,otorgando este estatus a los indígenas de la Media y Alta Guajira, y negándoselo a loswayuu del Sur por aproximarse demasiado al campesino. Aunque el reconocimientode la etnicidad a los wayuu de la media y alta implicaba un manejo jurídico exigentede inversión social, la empresa no lo percibía como un impedimento a su proyectoeconómico, porque consideraba a esta población como ingenua. En cambio, los wayuudel sur demostraban ser más organizados políticamente y exigían más participación enel desarrollo.

Por su lado, los wayuu han tenido desde la llegada de los españoles una relacióncon la otredad muy funcional. Esta relación se caracteriza por la búsqueda permanen-te de alianzas, tanto para evitar conflictos, como para empoderarse a través de estas.Los wayuu son muy hábiles en asimilar el contenido del otro sin que esto implique uncambio en su ser cultural. Para la multinacional, El Cerrejón era un proyecto econó-mico estratégico en el contexto de la crisis energética de finales de la década de 1970.

41

Page 12: Capitulo 2

Con una historia larga de presencia en el país, la Exxon decidió apostarle al carbónante la supuesta inminencia del agotamiento del petróleo y la oleada de nacionaliza-ciones en Latinoamérica. Era un proyecto en el cual no corría muchos riesgos pues yahabía suficientes estudios que demostraban la calidad y cantidad del carbón de esteyacimiento. Por otro lado, haría el proyecto en asocio con el Estado, lo que aminorabacostos en todos los ámbitos y garantizaba la seguridad de la operación -seguridadentendida en su sentido más amplio.

Para el Estado, El Cerrejón era la posibilidad de salir de la crisis económica, pro-mover la inversión extranjera y desarrollar regiones sumidas en el aislamiento, la ile-galidad y la pobreza. Pero además, según los más románticos, era la posibilidad deaprender para luego asumir por sí mismos proyectos de esta envergadura técnica yeconómica. No es el momento para decir que 30 años después ninguno de estos propó-sitos se ha cumplido satisfactoriamente. Solamente diremos que el Estado vendió suparte de la asociación en el año 2000, para cubrir la deuda internacional que adquirióen el momento del contrato y que nunca pudo pagar con las supuestas ganancias queobtendríais. Vendió y esto significa que no hubo transferencia tecnológica y que nin-guna entidad pública en el país quedó en capacidad de liderar un proyecto de estetipo. Pero lo más grave del balance que pudiéramos hacer del proyecto del Cerrejón,es la poca eficacia que ha tenido la inversión de regalías e impuestos carboníferos paramejorar los niveles de vida de los guajiros'".

Para los wayuu, el proyecto del Cerrejón fue, en un primer momento, una oportu-nidad económica y, para unos cuantos, la ilusión del desarrollo. Luego de la moviliza-ción política que generó, el proyecto del Cerrejón ha .sido percibido como un proyectoajeno, lejano, que no les pertenece y que no los favorece. Al contrario, afecta suterritorio, su ambiente, sus animales, su salud y finalmente, su sobrevivencia.

Tal vez sean las concepciones del desarrollo las que atraviesan más claramente laposición de cada uno de estos tres actores en la arena relacional que se instauró conel proyecto minero. Para las multinacionales es su marco ideológico -inscrito en lamodernidad-, para el Estado es un ideal temporal y económico, y para los wayuu, unailusión que les fue impuesta y que apenas hoy, están reinterpretando. Abordemosentonces, el primero de estos aspectos, referido a la fuerza del dominio de la multina-cional y la soberanía estatal.

El primer elemento que reveló las fuerzas de poder en La Guajira fue la instalacióndel complejo minero. Rivera (1985) señala que «la magnitud de la empresa y su abru-mador despliegue de poder» estaban «dirigidos a conquistar y someter la naturaleza».Los sitios con nombres y memoria en la historia de los wayuu, se convirtieron en unkilómetro, en un aeropuerto, en un pito El poder transformador de las empresas delCerrejón es mejor representado por la alusión de algunos wayuu del efecto que sobrelas lluvias tiene la utilización de la dinamita. Según el testimonio de algunos quetrabajaban ahí, «ellos hacían unas explosiones como de dinamita para alejar las nubescuando se formaban ganas de llover. Entonces ellos hacían las explosiones y se aleja-

18. Carbocol invirtió cerca de 1.500 millones de dólares en la construcción hasta 1983 y, luego continuóinvirtiendo durante la operación para la reposición de equipos. En el año 2000 se vendió en 380 millones dedólares, con un pasivo de más de 1.000 millones de dólares (Cf. Salas. 2004).

19. Para una reflexión más amplia sobre la crítica generalizada ante la ineficiencia de las regalías, véaseMeisel (2007).

42

Page 13: Capitulo 2

ban; podía haber un tiempo bien formado como para caer la lluvia enseguida, y apenashacían la explosión, se desvanecía ahí y ya, hasta que terminaron la carretera-P. Larelación entre la mina y la sequía no se limitó a la construcción de la carretera. Unhabitante del Sur decía durante una conversación: «No sé si la mina es la que ahu-yenta el tiempo de lluvia o no sé, total que nosotros el cambio si lo hay»!'.

Para Pineda:

La magnitud del proyecto es atípica para el país, por el monto de las inversiones, la complejidad y'sofisticación' del aparato tecnológico y el volumen y la calidad de las obras y para La Guajira, parael wayuu una monstruosidad por sus proporciones, su gigantismo y su mecánica indiferencia ... eldesierto ya no es un aliado. La alta tecnología lo domina y lo controla, lo somete a la voluntad delempresario ... (Pineda Giraldo, 1990: 268).

Y así es, el desierto era el aliado de los wayuu, juya, la lluvia era la muestra delpoderío del hombre que llegaba para fecundar a mma -Ia tierra, la mujer-o Sus ciclosrepresentaban su movilidad y dominio del territorio; durante la colonia, podían apo-derarse del ganado de los españoles y escapar; desde mediados de 1950, podían guiarun cargamento de contrabando; el desierto, a pesar de las sequías y hambrunas, dicePineda, «le daba el margen favorable de un aislamiento relativo», porque el alijuna nopodía adaptarse a esas tierras (1990: 268). Pero ese desierto, desde la instalación delproyecto minero, ya no es su aliado, «la alta tecnología lo domina y lo controla, losomete a la voluntad del empresario», dice Pineda. El desafío es otro: «el indígena noestá en capacidad de apropiarse y poner a su servicio la tecnología minera». Pero no essolamente que no la pueda poner a su servicio, no le es útil para su propia reproduc-ción. El wayuu dejó de ser autónomo en el nuevo contexto, depende de la empresa ydel Estado, y «perdió el derecho y la propiedad sobre un recurso: el carbón», dice denuevo Pineda (1990: 269).

Este es un primer factor que contribuye al establecimiento de las relaciones depoder en La Guajira. La empresa, en su capacidad de dominación de la naturaleza lopuede todo, pero siempre y cuando el Estado la legitime imponiendo una figura jurídi-ca a sus actividades, impugnando así los reclamos de otros actores, cuyos paradigmasterritoriales son distintos y sin fundamento legal más allá de «usos y costumbres». Unejemplo clave de la complicidad del Estado es la legitimación jurídica y administra ti-va del reordenamiento espacial ocasionado por la construcción del complejo minero,el cual implicó una nueva territorialidad sobre el espacio y los territorios guajiros:reservas, baldíos, propiedad privada, asentamientos, campamentos, pueblos, rancherías,territorios guajiros, propiedad y área de influencia de la mina.

Podemos distinguir en este reordenamiento territorial dos niveles: el físico y eladministrativo-empresarial. El físico se refleja en los cambios en el paisaje -creación yeliminación de formas geológicas-, las interrupciones en el espacio, el traslado depropiedades y de referentes territoriales. El reordenamiento administrativo-empresa-rial tiene que ver con la configuración de espacios diferenciados por su vocación,utilidad o interés para el Estado y el proyecto minero: se crearon reservas turísticas,resguardos, reservas militares, áreas de influencia, corredores de seguridad, etc., crean-do lo que Scott llama «un régimen de propiedad simplificado y uniforme que es legible

20. Entrevista (Mendiola et al., 2002).21. Entrevista LEO, AUlO, 2000 (Dover y Ocampo, 2001).

43

Page 14: Capitulo 2

y así manipulable desde el centro» (1998: 35), o un centro delegado a terceros comoen el caso de los programas de desarrollo, los servicios públicos, etc. La eficiencia deeste régimen resulta de su capacidad de nombrar no sólo el carácter del territorio,sino una realidad. Al crear la reserva minera, el Estado anuló en esta zona la vigenciadel manejo y de la jurisdicción tradicional por parte de los wayuu, como diciendo:«aquí termina la naturaleza y empieza el desarrollo». Se evidencia esta idea por lasdiferencias tan marcadas entre la infraestructura de la zona minera (atribuible enparte a la industria en sí), y a la total carencia de inversión infraestructural en la parte«salvaje» de la Guajira; la cual queda como una zona por civilizar. Llama la atenciónque otros megaproyectos dirigidos a la Guajira, como la extracción de gas en Chuchupay Ballenas, las exploraciones de petróleo, y la construcción de un gasoducto a Vene-zuela, no tienen un beneficio directo para los habitantes de la zonas más afectadas, alcontrario, implican una reorganización de su espacio, pero sin infraestructura para eluso local.

Esto es posible gracias a la visión que el Estado y la empresa mantienen de loswayuu. A pesar de que el reordenamiento se dio de [acto, fue legitimado por el Esta-do, justificado en el desarrollo y el ánimo integracionista de las políticas indigenistasde la época. Aunque finalmente los indígenas fueran reconocidos más allá de ser unaparte la naturaleza (Arce y Long, 2000: 7), eran y siguen siendo considerados objetospara el desarrollo y para la civilización.

Otro factor que contribuye al poder de la empresa, desde el punto de vista dealgunos wayuu, es su dominio político y poderío económico sobre el Estado colombia-no, además de su eficiencia y eficacia dentro de estos dominios, como se describe másadelante. Según esta percepción, su poderío económico podía comprarlo todo y obli-gar al Estado a hacer lo que ella quisiera. De hecho, esto se reveló siempre, en elapoyo de los funcionarios públicos a la empresa-en el nivel local, y en las decisionesque tomaba el gobierno central a pesar de las críticas que se publicaban en los mediosde comunicación. De algún modo, la presencia de la empresa minera estaba legitima-da por el gobierno, porque ésta estaba ahí por petición y en asocio con el Estado. Así,el segundo factor que contribuía al poder de la empresa, radicaba en la percepcióngeneralizada que el Estado le obedecía.

De cierta manera, la empresa se posicionó como Estado en la medida en quecomenzó a cumplir funciones públicas: fue un ordenador territorial, posibilitó un augeeconómico, y finalmente, construyó obras de infraestructura de servicios públicos,proporcionó agua, salud, programas productivos. En sus inversiones en infraestructuramaterializó el discurso del desarrollo. La presencia imponente de la empresa en elterritorio se potencializó con la delegación implícita por parte del Estado de sus fun-ciones públicas. Tradicionalmente el Estado estuvo ausente, en el sentido de un Esta-do de Bienestar o protector. Pero más que ausente, se podría decir mejor, que supresencia en La Guajira era perversa. Perversa puesto que los funcionarios en su per-sonificación del Estado aprovechaban coyunturalmente el cuerpo elector, y el Estadocomo ente abstracto lo abandonaba a su suerte (Dover y Ocampo, 2003). En el pen-samiento de la población, la eficiencia de la empresa, los resultados de su gestiónempresarial, y hasta cierto punto, de su gestión social, representan el deber ser de unEstado moderno, dándole a la empresa más protagonismo y más credibilidad que alEstado mismo.

44

Page 15: Capitulo 2

El segundo tema que proponemos tener en cuenta en el análisis del camporelacional instaurado en La Guajira, es la incertidumbre de la soberanía estatal sobreesta región. Ante el poder de la empresa minera, el Estado delegó su soberanía, o másbien la compartió distintivamente. Pues si tenemos en cuenta las dos dimensiones queAgnew (2006) le atribuye a la soberanía estatal, a saber: la fuerza relativa de la auto-ridad del Estado central (grado de mantenimiento de un aparato de dominio efectivoy legítimo) y su consolidación relativa en la territorialidad estatal (grado en el cual seaprovisionan los bienes públicos, se regulan los mercados y se limitan territorialmente),podríamos decir que seguía existiendo una autoridad política más allá de la construc-ción soberana del espacio territorial, lo que implicaría que la soberanía estaría latenteen la distancia territorial, pero explícita administrativamente. En la división político-administrativa realizada a finales de la década de 1980, luego de terminada la cons-trucción del complejo, el Estado legitimó el reordenamiento realizado por el proyecto,y aprovechó para actualizar sus intereses: designó reservas económicas, militares, ur-banas, indígenas, naturales. De cierta manera, el Estado dejó que la empresa cum-pliera la tarea de convertir los espacios designados como ajenos e irrelevantes para laformación del Estado-nación, a espacios civilizados, productivos y sin indígenas.Instauró un fuero adicional -al ya impuesto por la multinacional-, que iba en contrade las dinámicas territoriales wayuu: por ejemplo, la confinación en resguardos hacambiado las formas de apropiar el territorio, ocuparlo y cartografiarlo. De circuitos demovilidad fundamentados en los ciclos de la lluvia, en los entierros, o en los conflic-tos, se ha pasado a circuitos relacionados con el desarrollo -salud, educación y traba-jo-, cuyos polos los constituyen la ranchería y el casco urbano.

La soberanía que ejerció el Estado colombiano sobre La Guajira se reflejó enton-ces, en su decisión de llevar a cabo el proyecto del Cerrejón, independiente de supresencia territorial, favoreciendo lo que Agnew ha señalado como una nuevageopolítica del poder, en la cual el control sobre el flujo de bienes, capital e innova-ciones sustituye paulatinamente el control estático o fijo sobre los recursos de territo-rios delimitados (2001: 135).

Por último, abordaremos lo relacionado con el tercer elemento del campo relacional,a saber: los acomodamientos wayuu frente a las condiciones creadas por el proyectominero. El Estado eligió para La Guajira la vía del desarrollo económico de enclave,independientemente de los habitantes de la península y de su vida allí. Si se entiendeel desarrollo en el ámbito cotidiano y experiencial de la gente, se podría decir que esentendido como infraestructura, servicios y fuentes de trabajo. En este sentido, eldesarrollo como un ideal abstracto se revela en un desarrollo material, cuya consecu-ción implica un campo de negociación con las empresas mineras y el Estado.

No se podría nunca decir que al hablar de los wayuu se considera que se trata deun grupo homogéneo sin divergencias. En realidad, el wayuu es un grupo que muestragran diversidad en las estrategias políticas de sus miembros. En una dinámica decompetencia por el prestigio, que se obtiene gracias a la riqueza o a las alianzas, en laactualidad, una elite conformada por líderes trata de lograr movilidad social median-te sus 'gestiones', para la obtención de 'obras o programas' de desarrollo. Un sectorconservador de los wayuu reivindica en sus discursos la alternativa de un desarrollopropio. Una de las líderes que representa el sector más conservador expone:

45

Page 16: Capitulo 2

Yono entendía comoellos,losalijunas llegabana imponeren LaGuajira una palabra:desarrollo.y resulta que el desarrollo era traer cosascompletamente diferentes a las que necesitábamos, otraer cosasque ibana afectarnuestras formasde vida,nuestrasformasde pensamientoycosasqueibana afectarlasrealidadesnuestras, esono nospodíacaberen la cabezaynosotrosempezamosacuestionaresapalabra (Lídermujer,Maícao)".

Otros igualan el desarrollo con la desgracia de los wayuu, la pérdida de la tradi-ción:

... lo que es de ahí de la Albania eso era un sector indígena, territorio indígena y llegaron losblancoshicieron su exploraciónyque era para el desarrollode la comunidad yentonces alhacerla exploraciónconsiguieronloque iban a conseguiry losindígenascomo hablaban de desarrolloperonunca lesdijeronqué era desarrollo,cambiaronesapalabradesalojopordesarrollo,entonceslosindígenashan sidodesalojadosde su propioterritorio,entonces hoyen día la luz,que hablaronellosen susprincipios,la luzestá, pero quién seestábeneficiado,ahí están losjefesde Intercor,losingenieros,supervisores... (Hombrewayuu,Fonseca,2002)23.

Pero para otros, el desarrollo es la posibilidad (todavía por cumplir para muchos deellos después de 30 años de presencia de la mina), de que los hijos progresen estudian-do, de que haya agua para los animales independientemente de la lluvia, que haya luzen las rancherías. Se trata de tener un centro de salud en la comunidad; de mejorarlas vías y construir casas. Independientemente de ciertas prácticas cotidianas, de lasformas productivas y de su importancia simbólica, algunos elementos que se presentancomo formas del desarrollo son fundamentales para la vida actual de las comunidadesy hacen parte integral de las aspiraciones de los wayuu. Si entendemos el desarrollocomo la cosmovisión de la modernidad, podría decirse que los wayuu retoman ciertosmedios del desarrollo para garantizar su reproducción. Aunque el vocablo desarrolloestá presente en los discursos reivindicativos, se trata más de una traducción de laspropias necesidades a los términos del Estado. Esto no quiere decir que de algunamanera los factores que constituyen el desarrollo no hayan sido impuestos y dominenel campo relacional de los wayuu con el proyecto minero. De hecho, en la actualidad,se podría decir que la empresa y el Estado constituyen un 'mercado del desarrollo' (enel cual los wayuu son clientes, o mejor, consumidores del desarrollo). Las políticas dela empresa minera en materia de relaciones con la comunidad, se basan en una ideavaga e impuesta desde el activismo y veeduría internacional de responsabilidad so-cial, o en lo que se llamó ayudas voluntarias en un comienzo, que se convierte recien-temente en filantropía estratégica. Por otro lado, el Estado desde su descentraliza-ción, y reconocimiento de los indígenas como actores políticos y con derechosdiferenciados, abrió un escenario para un acceso condicionado a recursos para eldesarrollo, como los entiende el Estado, y para el desarrollo propio, como han reivindi-cado algunos wayuu y otros grupos indígenas.

Pero en la articulación con los recursos o programas de la empresa se produce yreproduce un campo político que se distancia de una relación meramente económica,y en el cual, la territorialidad, además del cumplimiento a satisfacción de ciertosmarcadores étnicos, tiene un lugar preponderante en la respuesta a las nuevas condi-ciones de existencia impuestas por el proyecto minero. Queremos resaltar aquí la

22. Entrevista realizada por Catalina Llanes (2007).23. Entrevista realizada por Claudia Puerta (s.f.).

46

Page 17: Capitulo 2

respuesta geopolítica de los wayuu entre otras respuestas-t. La constitución de res-guardos, su saneamiento o su ampliación y el acceso a recursos fiscales de la nación,los posiciona de una manera más ventajosa frente al ordenamiento territorial de laempresa y su dominio sobre la península. Es como si la constitución de resguardosfuera la única manera de encerrarse y encerrar su etnicidad para protegerse.

También queremos señalar la reinterpretación del desarrollo y la resignificaciónde este término en la cosmovisión wayuu. A diferencia de la conquista que no llega-ba, el desarrollo si sorprendió a los wayuu. Un viajero del siglo XVIII se quejaba deque la conquista no asustaba a los indios guajiros ...

'¿Cuándoacabade llegartu conquista! Mipadreme decíaque el españolha de traerla,miabuelomedecía lo mismo,ya murieran ambos,y aún no llegala conquista' ... [loswayuu] tienen creídoque la conquista no es otra cosa que una mujer de feraz aspecto... y así suelen burlarse de ella,diciendo:'Conquista, ¿quéjará con guajira?Guajira,bastante, bastante, conquista,Guarichauno¿paraqué viniendo?' Enque dan a entender que ellosson muchosyellauna solamujer,que nadahará,yesto los tiene tan altivoscomosoberbios(Barrera,2000; 65-66).

El desarrollo entendido como ese fenómeno que cambió para siempre la configura-ción territorial y económica de la península guajira y definió claramente las relacionesde poder, sorprendió a los wayuu en varios frentes: con el nuevo ordenamiento territo-rial que modificó su territorialidad; con las intervenciones sobre Mma (la tierra) yJuya (la lluvia) que impusieron cambios en su reproducción; con las dinámicas políti-co-económicas que exigieron al wayuu cambiar sus formas de representatividad polí-tica, promoviendo y fortaleciendo una elite de líderes-mediadores, y cambiando losmecanismos para ganar prestigio y mejorar el esta tus social. La península que era lacasa y el camino, «nuestra tierra» o woumainpa, dejó de serlo para llamarse resguardoProvincial O Resguardo Cerrodeo (que combina los nombres de los dos sitios que unió:El Cerro y El Rodeo). Las comunidades de Espinal y Caracolí ahora son los pits con elmismo nombre (un gesto de mal gusto por parte de la empresa pero eficienteadministrativamente, al mismo tiempo que demuestra el poder de la empresa dereconfigurar la función de los espacios histórica y tradicionalmente nombrados). Eldesierto que no encuentra traducción en el wayuunaiki, su mma «tierra», se convirtióen propiedades, reservas, resguardos, área de influencia. Los caminos del sur, wopümuin,se encerraron en las mallas de la mina.

En conclusión, la geopolítica del proyecto minero se revela en sus estrategiasrelacionales en varios niveles y en varios sentidos, que la sitúan espacial y política-mente en La Guajira: con la sociedad civil internacional, con el gobierno centralcolombiano, con el gobierno local guajiro, con las poblaciones. El Estado favoreció ypromovió dicho posicionamiento en una delegación de poder, con la cual después dela descentralización competiría. Soberanía confrontada y, a la vez, al servicio de lasoberanía, la intervención realizada por El Cerrejón cambió drástica mente la situa-ción de los wayuu y las estrategias de articulación con el proyecto minero: frente almegaproyecto, las interpretaciones para comprender lo que pasó y sus estrategias paraacomodarse a las nuevas reglas. Instrumentalización de la etnicidad para obtener

24. Siguiendo a Agnew (200 1), un proceso geopolítico -la globalización económica con la liberalizacióndemercado- y sus configuraciones territoriales -ricos, los productores y los que se salen-, está generandorespuestasgeopolíticas reveladas en la movilización local de sectores sociales.

47

Page 18: Capitulo 2

INDICADOR ES DE OESEMPEOO A~B¡ENTAL y SOCIAL y M.\RCADCRf.S DE SUSTENT A81LIDADEN El DESARROLLO DE MINERALES EVALUANDO EL BIENESTAR y LA CALIDAD

DE VIDA.. CASO WAYU

MUtJICIPC DE BARRANCAS - ZONA MIfIIERA EL CERREJON 1.970 - 1.980RESGUARDOS', PROVINCIAL ~ SAN FRANCISCO - TRUPIOGACl-iQ

DEPARTAMENTO DE L.\ GUAJIRA

'''"0_01C••UI;T[III'SU'· .•.VIlUItUIl

<:U<:O \11I•.•. 1(0·

.IIU'II'''IOa 'O •• UII"rl(fOa "'1"0

l!!J

•O(J) •..."'..TI.•.L ''''l''oo

):

tOfO ••• DfeUlTI'IOI,,,.I_,<:.",,,[¡•. , ""¡', II..rH, •••• , •• '"'1, hu

••._,1., -"--.:c",..... _ .. tUH f\.."'~flAOO "'011 1..'" COw.I •• rO"'D .V!J De ~O'••.••u.u.OO. ""'O\I,"':I"'l, , •.•,.".\IIIo.eo , TlIUI"!OU.cIfO, EN UU•.lEIt 1IE"t.'Z"'DO !IOI ""OUO U 01( :001o.U.IC> •. OlU •••. Altlfl.",.... ~

l •• f.U ••'''(:ffj l'tto.No.A .l(ltll·IO«("""'Il·rr""'••,mUlO DErsruofOloU'!Off~I('·'N.1Ivll,vc:It"O"'O De AIHIDOI,I''''

So ••.••••••••• ~.,.$.0 •••••• ,.

Mapa 3. «Cerrejón después», tomado de Mendiola, Correa y Díaz (2002)

configuraciones territoriales definidas por el Estado, integración de formas del desa-rrollo y su resignífícación para apelar a referentes propios que conectan con el pasadoy que sustentan la identidad. Identidad cultural, que en algunos casos es poli tizadaen nuevas y tradicionales configuraciones organizativas que aseguran la articulaciónde los wayuu con el Estado y otros actores.

El proyecto minero no ha podido mantenerse como enclave. Las exigencias conec-tadas de la sociedad civil local y global, han obligado a las multinacionales a abrir elcampo de negociación para que su filantropía estratégica responda a una noción dedesarrollo que los wayuu apenas están reconceptualizando en el marco de su propiapolítica identitaria, sustentada en el vínculo con un pasado territorializado y un pre-sente que actualiza su territorialidad.

Referencias

Adamoli, Ambrosio y Alberto Rivera 1975, Estudio social aplicado de la Alta Y MediaGuajira, Bogotá, Instituto Geográfico Agustín Codazzi.

Agnew, [ohn 2001, «The new global economy: time-space compression, geopolitics,and global uneven development», Joumal of World-systems research 7 (2): 133-154.

48

Page 19: Capitulo 2

___ 2006, «Entre la geografía y las relaciones internacionales», Tabula Rasa (5):85-98.

Arce, Alberto y Norman Long 2000, Reconfiguring modernity and development froman anthropological perspective, En: Alberto Arce y Norman Long (Ed.) Anthropology,Development and Modemities: exploring discourses, counter-tendencies, and violence,Londres, Routledge, pp.1- 31.

Barrera, Eduardo 2000, Mestizaje, comercio y resistencia. La Guajira durante la segundamitad del siglo XVIII, Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e HistoriaICANH.

Correa, Hernán y Socorro Velásquez 1995, «Woumainpa, Nuestra tierra Wayúu. Cuandoel desierto se hace territorio», Jorge Hernández Camacho (Ed.), Desiertos zonasáridas y semiáridas de Colombia, Bogotá, Banco de Occidente, pp. 164-187.

Dover,Robert y Gloria Isabel Ocampo 2001, «Modelos de manejo de conflictos en losniveles comunitario y local: ernografías de casos de jurisprudencias alternativas.Caso de La Guajira», Medellín, Universidad de Antioquia - Colciencias.

__ 2003, «Líneas de transgresión», Boletín de Antropología 17 (34): 13-52.Dover, Robert; Marta Rincón y Marla Zapach 1997, «Estudio: impacto sociocultural

en los indígenas del sur de la Guajira, generado por la explotación minera delcarbón», Bogotá, Universidad de Alberta & Censat Agua Viva.

Echavarría, Cristina et al. 1999, «Indicadores de desempeño ambiental y social (ESPIs)y marcadores de sustentabilidad en el desarrollo de minerales: Reportando pro-greso hacia el mejoramiento de la salud de los ecosistemas y el bienestar humano,Componente Colombia. Fase h, Medellín, INER, Universidad de Antioquia.

Echeverri, Jonathan 2003, Indígenas wayuu, Estado y compañías mineras: visibilidades enjuego y espacios yuxtapuestos [trabajo de grado], Medellín, Departamento de An-tropología, Universidad de Antioquia.

Fajardo, Remedios et al. 1981-1982, «Aspectos socioculturales del grupo guajiro quehabita en las zonas reservadas para el proyecto Cerrejón», en: Julián NarváezHernández (Ed.), Políticaindigenista, Bogotá, Ministerio de Gobierno, División Asun-tos Indígenas, pp. 53-81.

Guerra, Weildler 1990, «Apalaanchí. una visión de la pesca entre los wayuu», en:Gerardo Ardila (Ed.), La Guajira, Bogotá, Fondo FEN Colombia / UniversidadNacional de Colombia.

IGAC, Instituto Geográfico Agustín Codazzi 1986, La Guajira. Aspectos geográficos,Bogotá, IGAC.

[imeno, Gladys 2002, «Posibilidades y Perspectivas de los Pueblos Indígenas en rela-ción con las Consultas y Concertaciones en el sector minero en América Latina yel Caribe», Exploración Temática. INS. Montréal.

Llanes,Carolina 2007, «Exploración etnográfica del liderazgo sociopolítico en Maicao,La Guajira», Medellín, Universidad de Antioquia - CODI.

Meisel,Adolfo 2007, «La Guajira y el mito de las regalías redentoras», Documentos detrabajo sobre economía regional del Banco de la República (86): 1-74.

Mendiola, Omaira; Hernán Darío Correa y Helga Inés Díaz 2002, «Indicadores dedesempeño ambiental y social (ESPIs) y marcadores de sustentabilidad en el desa-rrollo de minerales: Reportando progreso hacia el mejoramiento de la salud de losecosistemas y el bienestar humano, Componente Colombia. Fase 2», Medellín,Universidad de Antioquia - IDRC.

CENTBO DE DOC\lM:tllN'fi'\<:IUI.'a'INSTITUTO DB ESTl,1010l 49

REGIO N.ALJil.StnmUSlDAD DE ,.umQQl1tA

Page 20: Capitulo 2

Pineda Camacho, Roberto 1995, «Pueblos indígenas de Colombia: Una aproximacióna su historia, economía y sociedad», en: ONIC, CECOIN y GhK (Ed.) TierraProfanada. Grandes proyectos en territorios indígenas de Colombia, Bogotá, Disloqueeditores, pp. 3-37.

Pineda Giraldo, Roberto 1990, «¿Dos Guajiras?», en: Gerardo Ardila (Ed.), La Guaji-ra, Bogotá, Fondo FEN Colombia / Universidad Nacional de Colombia, pp. 257-274.

Puerta Silva, Claudia 2006, «El proyecto carbonífero de El Cerrejón: Una empresamultinacional, el Estado y los Wayúu», en: Fernán González y Gloria Isabel Ocampo(Ed.) Globalizacwn, cultura y poder en Colombia: una mirada interdisciplinar, Medellín,La Carreta Editores, pp. 209-231.

___ S.f. «Los wayuu frente a la mina: Estrategias de articulación y políticas dereconocimiento en el Cerrejón, Colombia», Tesis doctoral, Paris, Escuela de AltosEstudios en Ciencias Sociales, inédita.

Rivera, Alberto 1985, El desarrollo como una manera de construir la realidad, Bogotá,Banco de la República.

Salas, Jaime 2004, «El Cerrejón y sus efectos: una perspectiva socioeconómica y arn-biental», Bogotá. .

Scott, James 1998, «Seeing Like a State: How Certain Schemes to Improve the HumanCondition Have Failed», New Haven: Yale University Press.

Tresierra, Julio s.f., «Derechos de uso de los recursos naturales por los grupos indíge-nas en el bosque tropical», Banco Interamericano de Desarrollo. Disponible en:

http://www.fidamerica.cl/admin/docdescargas/centrodoc/centrodoc _603 .pdf. (O 1/09/2007).

50