capítulo 13. nuevas ordendes

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  • 8/11/2019 Captulo 13. Nuevas ordendes

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    Captulo 13. Nuevas rdenes.

    Si haba algn sitio donde esconderse... hace tiempo que lo quemaron hasta los

    cimientos.

    Haba dejado atrs el caos provocado por la explosin, los callejones por los

    que serpenteaba se hallaban oscuros y deshabitados. Esperaba haber perdido a los

    malditos fanticos de Alire, no es que hubiera tenido muchos problemas en acabar

    con ellos pero el cazador era otro cantar.

    El poder del demonio era embriagador y todava poda sentir su presencia en

    todas las fibras de su ser, sin embargo usarlo conllevaba un precio. En esos

    momentos se encontraba cansada tanto fsica como mentalmente, la lucha de

    voluntades con el cazador haba sido algo nuevo para ella y no quera tener que

    repetirlo en un futuro cercano. Decidi que la prxima vez intentara acabar con l ala primera oportunidad, sin dejarle tiempo para recitar esas malditas palabras

    sagradas.

    Se lament por la prdida de su espada pero no mucho tiempo, era

    simplemente un arma de muchas pero le haba cogido algo de cario. Al menos

    haba podido recuperar la daga entre la oscuridad que conjur, lo que era mejor que

    nada, pens.

    Escuch a su espalda pasos apresurados y con una maldicin en la cabeza

    aceler el paso por otro callejn. Si llegaba a la ciudad subterrnea no habra

    manera de que la encontraran, los pasadizos que llegaban hasta el santuario de su

    seora eran un autntico laberinto que no podan franquearse sin el consentimiento

    de sta.

    A menos que otro poder interfiera, pens el demonio de su interior. Ese era

    un pensamiento que no se le haba pasado por la cabeza. No... deba descartar esa

    idea, llevar a un fantico al santuario era malo. No pensaba que saliera vivo de all, al

    fin y al cabo su seora tena mucho poder, pero tambin tena mucho

    temperamento. Era probable que la culpase por semejante profanacin.

    Decidi que el mejor curso de accin sera alejarse lo ms posible del

    cazador. Llevarlo a un terreno que le beneficiase a ella y entonces acabar con l. Si,

    sera lo mejor.

    Una figura embozada en una capa apareci al final del callejn, su silueta

    quedaba difuminada entre la oscuridad y profera una sensacin de vacuidad

    inquietante. Demasiada casualidad pens mientras desenfundaba la daga dispuesta

    a acabar con la persona que obstaculizaba su huida.

    Corri el espacio que los separaba en pocas zancadas, la hoja resplandeci en

    su mano cuando la dirigi al cuello del desconocido. Un segundo antes de que la

    daga encontrase la carne el sonido del acero siendo desenvainado llen el callejn.

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    Saltaron chispas cuando su arma fue bloqueada por una espada y la figura la empuj

    hacia atrs un par de metros.

    -Quieta! vengo a ayudarte. dijo el desconocido, su voz sonaba extraa,

    como si proviniese de algn lugar profundo. Morea lo mir un segundo, sin fiarse.

    -Quin eres?

    pregunt ella todava con la daga en alto, dispuesta paraapualarlo.

    -La Dama de las Malvas me ha hecho una oferta que no poda rechazar. dijo

    este con cierta amargura. La asesina relaj un poco la postura y sonri ante el

    comentario.

    -No te dej otra opcin, no es as? conoca bien a su seora como para

    saber que causaba ese efecto en la gente. Eres un mago? Retira el hechizo.

    El desconocido pareci sumirse en una conversacin consigo mismo y un

    momento despus la sensacin de vacuidad se desvaneci, dejando a su paso otra

    sensacin ms conocida para ella.Morea abri los ojos ms de lo que lo haba hecho en muchos aos y volvi a

    levantar la daga dispuesta a defenderse.

    -Quin eres? pregunt de nuevo. Tiene a un devorador dentro querida, otro

    demonio, le comunic la voz de su cabeza. El hombre pareca un trotamundos, la

    capa rada y el sombrero gastado de color pardo ocultaban gran parte de su figura

    exceptuando el brazo con la espada que haba bloqueado su golpe. Un parche ms

    nuevo cubra su ojo izquierdo.

    -Mi nombre es Medan. Es una larga historia, pero ya debes de saber que al

    igual que tu tengo un demonio dentro de m. Lo notas, no es cierto?

    -S, de dnde has salido? pregunt ella.

    -Crees que es buena idea tener esa conversacin ahora? le respondi l con

    otra pregunta al tiempo que esbozaba una sonrisa cansada.

    -No, es cierto. Hay que salir de aqu antes de que esos fanticos me

    encuentren. Bueno, y a ti tambin. sonri. No creo que les importe matar dos

    pjaros de un tiro.

    -Est bien, por dnde vamos? pregunt Medan. Ella enarc una ceja.

    -Menudo caballero de blanca armadura me han endilgado. dijo divertida.

    -Me consider bastante afortunado, dentro de las circunstancias, de haberte

    podido encontrar sin ningn tipo de ayuda. Pero sigo sin conocer la ciudad, tu sin

    embargo si sabes moverte por aqu no? dijo l, ya serio. Adelante, por favor.

    Morea puso los ojos en blanco y envain la daga pero no separ la mano de

    la empuadura. No haba llegado tan lejos findose de la gente. Asinti con la

    cabeza y se dirigi hacia l para seguir por el callejn por el que haba venido.

    Un movimiento rpido surgi del callejn contrario y una maza espada se

    dirigi a la cabeza del hombre. Con la misma endiablada rapidez con la que haba

    bloqueado su daga dio un giro sobre s mismo, desviando el arma con la fina hoja de

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    colgaba de su cinto y ms importante an, la pistola de avancarga que desenfund

    con un rpido movimiento. Apunt al cazador en un visto y no visto, accionando el

    gatillo. Una chispa brill el callejn durante un segundo para, a continuacin,

    iluminarse con la deflagracin de la plvora al impulsar el proyectil de su interior. El

    estruendo del disparo acall las palabras del cazador que sali lanzado hacia atrsdespus de que la bala lo alcanzara.

    Sin perder ni un slo momento Medan agarr de un brazo a la asesina que lo

    sigui por encima del cazador de demonios justo cuando comenzaba a caer.

    Saltaron por encima de l, momento en el cual Morea pens en clavar la daga en el

    corazn del hombre, sin embargo la fuerza con que Medan la agarraba la retrasara

    lo suficiente para que fuese un blanco fcil, as que se dej llevar.

    Ech una mirada hacia atrs justo antes de salir del callejn y vio como los

    exploradores ayudaban al cazador a levantarse, o la bala haba rebotado en la

    armadura o no haba sido una herida mortal. Sea como fuere logr atisbar comoeste sealaba en su direccin y dos de los exploradores se lanzaban a la carrera tras

    ellos.

    Corrieron por el callejn hasta volver a la plaza donde an arda la casa franca

    de Karl Van Heizt, momento en el cual Morea volvi a tomar la iniciativa y gui al

    hombre por las calles de Las Lumbres hacia otra parte de la ciudad donde tena su

    propio escondite.

    El tal Medan pareca un guerrero competente, por lo que pens que el tir

    no haba fallado sino que por el contrario haba apuntado a una zona no vital del

    cazador. Era una actitud que conoca, de otra vida, pero que haca mucho tiempo

    haba desechado. La misericordia era algo que no poda permitirse en su trabajo, o

    acababa el trabajo o no le servira para nada a su seora.

    Corrieron hasta que salieron del barrio, entonces sin prisas para no llamar la

    atencin se movieron por la ciudad en un tenso silencio, echando continuas miradas

    hacia atrs para ver si alguien les segua. Por si acaso Morea dio varios rodeos que la

    alejaban de su escondite para, a continuacin, volver sobre sus pasos.

    As que tardaron el doble de lo que les hubiera llevado llegar all por el

    camino ms corto. La casa era en realidad de una mujer mayor que haba sido la

    anterior asesina de la Dama de las Malvas, sin embargo la mujer haba muerto hacia

    mucho, no sin antes ensear a Morea todo lo que saba. Tambin le haba dejado la

    casa, no le servira de nada all hacia donde se diriga.

    -No necesitar resguardarme del tiempo all a donde voy. le haba dicho la

    mujer. En el infierno no hace ningn frio. aadi con una mueca a modo de

    sonrisa. Tras lo cual haba muerto.

    Espero no llegar nunca a la edad de la vieja, pens. Si he de morir espero que

    sea rpido, como una explosin, y as llevarme a todos los que pueda por delante.

    Era un pensamiento que se repeta a veces, cuando la soledad la visitaba. A pesar de

    que nunca estaba sola, el demonio le susurraba da y noche, desde hacia varios

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    aos. La compaa de otras personas haba hecho ms soportable la presencia del

    ser infernal que tena en su interior. Sobre todo cuando la lujuria apareci, entonces

    se haba dejado llevar y no volvi la vista atrs. Nunca

    Abri la puerta y dej espacio para que el tal Medan pasase primero. El

    hombre dio un paso dentro de la habitacin que haca las veces de saln y comedory se par en seco. Morea not la reaccin de su invitado y se asom por encima del

    hombro de este.

    Sentado en una silla enfrente de la mesa un enorme dracnido se hallaba

    afilando una enorme hacha de batalla mientras los miraba el ceo fruncido.

    -Ya era hora. Me alegro de no haber tenido que esperar mucho ms. Pasad.

    les dijo el hombre dragn. Tenemos que hablar, Morea. Tienes nuevas rdenes.