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Por un enfoque social de la Tecnología Luz Ernestina Fierro Murga “No será exagerado decir que la cuestión de la técnica se ha convertido en la cuestión del desarrollo del hombre y la cultura”. Nicolás Berdiaev Diversos los enfoques, múltiples las concepciones y juegos de convergencias-divergencias en las interpretaciones que en torno a la tecnología existen, nos presentan un atractivo escenario para abordar su estudio, mas no per se, es decir, no en función de la tecnología misma, sino en función de la dinámica sociotecnológica; pues la tecnología per se nos refiere un conjunto de conocimientos pragmáticos y científicos que se desarrollan y aplican para transformar la naturaleza, entendida ésta como el ambiente natural, para lograr un mundo más habitable y en el que se pueda vivir. Sólo que, tal vez, al crear y multiplicar la tecnología, no se visualizó que el impacto no sería exclusivamente sobre la transformación del ambiente natural, sino sobre la naturaleza misma de lo humano, de lo cultural y, por consecuencia, de la sociedad. Por otra parte, si bien encontramos una tradición que se enfoca a estudiar la técnica, la cual proviene, en Occidente, de los grandes pensadores griegos, como Platón y Aristóteles, entre otros; esta tradición se multiplica en reflexiones hasta el siglo pasado, cuando empieza a adquirir mayor fuerza el concepto de tecnología, ya no como un término exclusivo de ciertas áreas del conocimiento científico y técnico, sino como parte de las expresiones cotidianas. Lo que cabría preguntar es si, en el presente siglo, la filosofía se ocupa con el mismo esmero por su estudio o si bien, como acusan la mayoría de los estudios, son los antropólogos, los sociólogos, los psicólogos, principalmente, quienes se ocupan, con mayor asiduidad, de la reflexión y el análisis de este tópico, intentando con ello, desde distintas trincheras, construir marcos, entre otros, epistemológicos, ontológicos, teleológico s e incluso axiológicos de la tecnología. En la lista anterior, se podría reclamar la ausencia de disciplinas como la ingeniería, la química, las matemáticas o la medicina, en tanto que se les asocia, por su naturaleza, en forma directa con la tecnología; sin embargo, si bien existen excepciones, los estudios que ellas suelen realizar sobre la tecnología son más científicos y técnicos, que humanos y sociales. No en vano, C. P. Snow dejaría una impronta con su propuesta sobre Las dos culturas, cuando alude a la profunda división que él percibe entre los intelectuales, a quienes, por una parte, clasifica dentro de la cultura tradicional (los literatos), y por la otra, dentro de la ciencia pura y aplicada, incluyendo a los ingenieros. Los primeros, señala Snow, "muestran un escaso interés y un profundo desconocimiento de los avances científicos, o más exactamente, de la revolución científica e industrial que tenía lugar desde fines del siglo XIX y principios del XX: los 'científicos' por su parte, prestan escasa atención a la cultura humanista e incluso la miran con desdén". Snow aboga, entonces, por una formación científico-humanista: Lo anterior obliga a reconocer la fuerza de la tecnología que, allende su concepción, participa lo mismo en la conformación, homologación, integración, desarrollo y sustentabilidad de un conjunto social y de su cultura, o en su deformación, heterogeneidad, desintegración y confusión en cuanto a su desarrollo y poca sustentabilidad. No obstante, en ambos casos, los actores sociales la integran de una u otra forma a su modo de vivir, lo que dota de sentido a la tecnología como parte de su cotidianidad. Entonces, vale reiterarlo, la tecnología por sí misma no es la que dirige el cambio y el rumbo, mas tampoco la exime de la interpretación, aplicación y uso que de ella se haga. Recordemos aquí la película Los dioses deben estar locos, en la que un aviador desecha, por la ventana de su avioneta, una botella de coca-cola, la cual cae sobre la cabeza de un aborigen quien, a partir de su cosmovisión, se cuestiona, en primera instancia, qué es aquello y por qué, y para qué los dioses se lo enviaron. La lleva a su aldea, la comparte con su tribu, al igual que su cuestionamiento, lo que implica que los integrantes de esa tribu, dependiendo de sus distintos oficios, se aboquen a la tarea de encontrarle sentido, a partir de identificar sus posibles usos; situación que desata desorden colectivo, peleas y nuevos comportamientos entre los miembros de la tribu. No se pretende narrar toda la película, sino poner en evidencia lo que anteriormente se afirmó. Mientras que para la cultura en la que tomar refresco embotellado es algo habitual, la tecnología se convierte en un símbolo que homologa y conforma lenguajes; en la otra, la sola botella

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Por un enfoque social de la Tecnología

Luz Ernestina Fierro Murga

“No será exagerado decir que la cuestión de la técnica se ha convertido en la cuestión

del desarrollo del hombre y la cultura”.

Nicolás Berdiaev

Diversos los enfoques, múltiples las concepciones y juegos de convergencias-divergencias en las interpretaciones que en torno a la tecnología existen, nos presentan un atractivo escenario para abordar su estudio, mas no per se, es decir, no en función de la tecnología misma, sino en función de la dinámica sociotecnológica; pues la tecnología per se nos refiere un conjunto de conocimientos pragmáticos y científicos que se desarrollan y aplican para transformar la naturaleza, entendida ésta como el ambiente natural, para lograr un mundo más habitable y en el que se pueda vivir. Sólo que, tal vez, al crear y multiplicar la tecnología, no se visualizó que el impacto no sería exclusivamente sobre la transformación del ambiente natural, sino sobre la naturaleza misma de lo humano, de lo cultural y, por consecuencia, de la sociedad.

Por otra parte, si bien encontramos una tradición que se enfoca a estudiar la técnica, la cual proviene, en Occidente, de los grandes pensadores griegos, como Platón y Aristóteles, entre otros; esta tradición se multiplica en reflexiones hasta el siglo pasado, cuando empieza a adquirir mayor fuerza el concepto de tecnología, ya no como un término exclusivo de ciertas áreas del conocimiento científico y técnico, sino como parte de las expresiones cotidianas. Lo que cabría preguntar es si, en el presente siglo, la filosofía se ocupa con el mismo esmero por su estudio o si bien, como acusan la mayoría de los estudios, son los antropólogos, los sociólogos, los psicólogos, principalmente, quienes se ocupan, con mayor asiduidad, de la reflexión y el análisis de este tópico, intentando con ello, desde distintas trincheras, construir marcos, entre otros, epistemológicos, ontológicos, teleológico s e incluso axiológicos de la tecnología.

En la lista anterior, se podría reclamar la ausencia de disciplinas como la ingeniería, la química, las matemáticas o la medicina, en tanto que se les asocia, por su naturaleza, en forma directa con la tecnología; sin embargo, si bien existen excepciones, los estudios que ellas suelen realizar sobre la tecnología son más científicos y técnicos, que humanos y sociales.

No en vano, C. P. Snow dejaría una impronta con su propuesta sobre Las dos culturas, cuando alude a la profunda división que él percibe entre los intelectuales, a quienes, por una parte, clasifica dentro de la cultura tradicional (los literatos), y por la otra, dentro de la ciencia pura y aplicada, incluyendo a los ingenieros. Los primeros, señala Snow, "muestran un escaso interés y un profundo desconocimiento de los avances científicos, o más exactamente, de la revolución científica e industrial que tenía lugar desde fines del siglo XIX y principios del XX: los 'científicos' por su parte, prestan escasa atención a la cultura humanista e incluso la miran con desdén". Snow aboga, entonces, por una formación científico-humanista:

Lo anterior obliga a reconocer la fuerza de la tecnología que, allende su concepción, participa lo mismo en la conformación, homologación, integración, desarrollo y sustentabilidad de un conjunto social y de su cultura, o en su deformación, heterogeneidad, desintegración y confusión en cuanto a su desarrollo y poca sustentabilidad. No obstante, en ambos casos, los actores sociales la integran de una u otra forma a su modo de vivir, lo que dota de sentido a la tecnología como parte de su cotidianidad.

Entonces, vale reiterarlo, la tecnología por sí misma no es la que dirige el cambio y el rumbo, mas tampoco la exime de la interpretación, aplicación y uso que de ella se haga. Recordemos aquí la película Los dioses deben estar locos, en la que un aviador desecha, por la ventana de su avioneta, una botella de coca-cola, la cual cae sobre la cabeza de un aborigen quien, a partir de su cosmovisión, se cuestiona, en primera instancia, qué es aquello y por qué, y para qué los dioses se lo enviaron. La lleva a su aldea, la comparte con su tribu, al igual que su cuestionamiento, lo que implica que los integrantes de esa tribu, dependiendo de sus distintos oficios, se aboquen a la tarea de encontrarle sentido, a partir de identificar sus posibles usos; situación que desata desorden colectivo, peleas y nuevos comportamientos entre los miembros de la tribu. No se pretende narrar toda la película, sino poner en evidencia lo que anteriormente se afirmó. Mientras que para la cultura en la que tomar refresco embotellado es algo habitual, la tecnología se convierte en un símbolo que homologa y conforma lenguajes; en la otra, la sola botella

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(tecnología ajena) alteró la integración, la homologación y la conformación a sus usos y costumbres. La botella fue el medio y el fin que obligó a la búsqueda de un sentido común, pero como éste no se lograba, la opción fue deshacerse de ella.

La tecnología, entonces, no es un simple medio, sino que se convierte en un fin que permite delimitar y comprender, en parte, la diversidad cultural en función del aprendizaje y del sentido compartido que a la primera se le asigne. Los constructo s mentales compartidos definen no sólo el papel de la tecnología sino su impacto en la sociedad y en cultura.

Importa, pues, para fines de nuestro estudio, analizar las distintas concepciones que sobre la tecnología se han construido.

CONCEPTOS DE LA TECNOLOGÍA

Si se acude al Diccionario de filosofía, tecnología es, por una parte, el estudio de los procedimientos técnicos de una determinada rama de la producción industrial o de la pluralidad de ramas; también es:

Por su origen, entonces, la tecnología, se entiende como la agrupación de las técnicas y su consecuente aplicación que, en etapa de madurez, principalmente asociada en su origen al sector industrial, es poseída por un grupo o determinada cultura.

Bajo esta definición se agrupan muchas más que coinciden en referirse a la tecnología como un conjunto de procedimientos técnicos destinados a la producción de naturaleza industrial, lo que le otorga un carácter mecanicista, meramente operativo y desprovisto de cualquier otra dimensión que no esté ligada a la elaboración, en su caso, de bienes y servicios.

Situar a la tecnología en un papel meramente pragmático nos puede conducir, como señala Núñez Jover, a una comprensión tradicional y positivista que, al igual que a la ciencia, puede si no negar, al menos ocultar la naturaleza social de su comprensión, y cita las dos imágenes que limitan su comprensión. Estas imágenes, son:

La intelectualista, en la cual la tecnología se define, simplemente, como una derivación de la ciencia aplicada, por lo tanto, como un conocimiento práctico que surge de la ciencia teórica. Pero, como la experiencia nos enseña, las teorías no necesariamente generan tecnología; luego, este enfoque tiende a desatender el estudio de la tecnología, en tanto que parece asumir que para comprenderla bastaría con estudiar la ciencia.

Por lo tanto, añade Gonzáles García, si es competencia del desarrollo científico generar la lógica de las transformaciones tecnológicas, entonces se obvia toda consideración, lo mismo sobre los condicionamientos sociales del desarrollo tecnológico que las alternativas éticas.

La artefactual o instrumentalista, imagen que concibe a las tecnologías como meras herramientas o artefactos y que, como tales, no serán ellas, sino sus usos, los que sean susceptibles de un debate social o ético.

Esta imagen, además de reducir el ámbito de la evaluación de las tecnologías, puede limitar la discusión sobre sus fines sociales y humanos, en tanto visión reduccionista que soslaya el análisis crítico e ignora los intereses sociales, económicos y políticos de quienes desarrollan, financian y controlan la tecnología.

La imagen intelectualista, que establece la dependencia del surgimiento de la tecnología al desarrollo de la ciencia, olvida que la tecnología ha hecho, precisamente, evolucionar a la ciencia, luego, no necesariamente podría establecerse una relación lineal de causa-efecto, sino un enfoque sistémico en el cual la tecnología, si bien guarda íntima relación con el avance y desarrollo de la ciencia, puede desarrollarse al margen y, después, encontrar la posibilidad de su utilidad en aquélla. Igualmente, la imagen artefactual reduce la tecnología a mero instrumento al

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alcance de todos y de todo, que carece de ángulos sociales en sus posibilidades de estudio, lo que la toma afín a la anterior, en cuanto a soslayar lo humano de ella, olvidando así que:

Y, más que una doble vida, nos atrevemos a afirmar que posee una múltiple vida, en tanto que tiene tantas facetas como su integración social. Tomemos, como ejemplo, el caso del teléfono, que de un artefacto para interconectar (valor que no ha perdido, en esencia), con la aparición de la telefonía celular, se ha ido transformando en un artefacto multifuncional, pues al tiempo que sustituye a otras tecnologías, tales como la cámara fotográfica, la videograbadora, la grabadora, la radio, la computadora, pues integra funciones que pueden suplir a todas éstas, se ha transformado en un arma de varios filos sociales, pues desde las cárceles permite realizar negociaciones delictivas en el exterior, y ha desvirtuado y alterado los comportamientos en cuanto a su uso, ya que es común observar que en medio de un ritual, lo mismo cívico, educativo que religioso, el usuario olvida el protocolo si el celular timbra. Asimismo, en el área educativa, algunos estudiantes lo utilizan como una forma de cometer fraude en la presentación de sus exámenes. Por otra parte, pero en la misma tesitura, mientras que para los padres es la seguridad de tener localizables a sus hijos, éstos programan sus teléfonos portátiles para ser localizados por todo el que llame, menos sus propios padres; con este fin aprovechan que en la pantalla se avisa quién llama, o bien, los distintos timbres que permiten clasificar, igualmente, quién llama o de dónde.

Esto pone en evidencia que la tecnología creada puede llegar a tener consecuencias no intencionales y posibilidades no anticipadas por quien la haya inventado. Como afirma Núñez Jover:

Felipe Lara Rosano, por su parte, define la tecnología como un conjunto de conocimientos específicos y de procesos que permiten transformar la realidad y resolver algún problema. El giro que da a la definición estriba en que parte de que ésta conduce al cambio de la realidad y que resuelve un problema; tal vez se refiere al problema en singular porque en su origen, el creador sí resuelve una necesidad en su diseño; sin embargo, al estar al alcance de distintos grupos, la solución de problemas se torna plural en tanto que los problemas difieren de sociedad a sociedad, de grupo a grupo y de persona a persona.

No obstante lo anterior, no siempre los generadores de tecnología buscan resolver un problema, sino avanzar en la construcción del conocimiento y, quizá a posteriori, ayudar a la solución de un aparente o potencial problema. Tal es el caso de los huicholes, grupo étnico que no ha permitido que la electrificación se realice en sus comunidades, en tanto que con ella vendría el ingreso de la televisión, lo que entorpecería la educación que quieren que reciban y compartan los integrantes del grupo. Así pues, es un grupo social que carece de luz en sus comunidades. Por otra parte, un grupo de investigadores universitarios estadounidenses creó, con base en la nanotecnología, una tela cuyo tejido se caracteriza por recibir carga eléctrica mediante la luz solar y por iluminar cuando no hay luz. ¿Cómo se unen ambas historias? Los investigadores ofrecieron compartir su invento con los huicholes, a cambio de que lo utilicen pero que sólo produzcan vestimenta tradicional.

En el anterior ejemplo se observa: a) el empleo de nanotecnología en un proyecto que carecía de destinatario, mas no de fin: crear tela que ilumina; b) los huicholes no lo pidieron, pero en función de sus hábitos socioculturales, fueron elegidos como receptores. Este ejercicio de intercambio o transferencia tecnológica, con reglas preestablecidas, no excluye, y menos garantiza, la posibilidad de que dicha innovación tenga otros fines. De hecho, en Internet se pueden encontrar diversos artículos sobre el ofrecimiento de esta tela para confeccionar vestidos de fiesta y de matrimonios, entre otros.

Por ende, el desarrollo de la tecnología no es un proceso autónomo, sino que depende del contexto social en que se da, por una parte, y por la otra, de las distintas acepciones y uso que a ella se le asignen.

Hemos hablado del binomio sociedad-cultura como factor que incide en la generación y evolución, al igual que en la interpretación y en la adopción de la tecnología, pero cabe aclarar que existen dos factores más que, aun cuando forman parte del binomio, juegan un papel fundamental en los distintos procesos socioculturales por los que cruza la tecnología, a saber: la economía y la política, pues ambas son detonadores de generación y aplicación, o bien, de sólo la adopción, mediante transferencia, de tecnología. Con base en lo anterior, se muestra la figura 1:

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Así pues, si la tecnología se acepta como un factor sujeto a los intereses sociales, también es importante entender que impacta lo mismo en la organización social que en los mecanismos de la distribución del poder.

El estudio de la tecnología, entonces, obliga a tener la perspectiva de que aquélla forma parte de una compleja red de interrelaciones de naturaleza social, en tal sentido, Agazzi señala que:

En el mismo sentido, Adams define la tecnología como:

Nos permitimos interpretar la anterior definición como la sólida tríada que encontramos entre los conocimientos (el saber transformado en procedimientos), que en conjunción con las habilidades (las técnicas) y con todos aquellos materiales necesarios (herramientas, instrumentos, equipos), permiten modificar el orden (entendido como algo natural o previamente afectado, y por ende, artificial) de cierta energía, todo lo cual, a su vez, generará un nuevo orden.

Mientras que Adams pone énfasis en los tres elementos que él concibe como parte de la tecnología, Sábato y Mackenzie la conciben como un paquete de conocimientos que a su vez puede tener origen en distintas fuentes y valerse de distintos métodos.

Palabras más o menos, especificaciones o detalles más o menos, ambos coinciden en el conjunto de conocimientos, con lo que se abandona el mero conjunto de procedimientos, se distancia de la mera dependencia científica, e incluso se destaca el hecho de que la misma tecnología genera más tecnología. A ello se lo define como innovación, la cual, ambos autores aceptan que lo mismo puede provenir de un proceso científico que de las reconocidas técnicas de copiar o espiar, o bien, de lo que se denomina "ingeniería al revés", diferente de la copia o del espionaje, en tanto que consiste en desarticular un producto o artículo, un servicio, incluso un proceso, en cada una de sus partes para entender cómo funciona e intentar realizar un artefacto, un servicio o un proceso similares, adecuado al contexto, en aras de lograr nueva, diferente o combinada tecnología.

Hasta este momento, no encontramos en ninguna de las definiciones mencionadas lo humano o lo social, a no ser por la obviedad, por lo implícito en las expresiones; por ello, es importante seguir los pensamientos de Pacey cuando escribe que:

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Efectivamente, cuando se intenta definir la tecnología se mantiene la distancia (producto de un enfoque positivista) del sujeto-objeto, en el cual la tecnología se torna en objeto; en lugar de intentar, como lo sugiere Pacey, entender el sentido de su existencia. Cierto, nos adentramos en el lenguaje de la subjetividad, de la interpretación, de la hermenéutica; para algunos sería, entonces, empezar el distanciamiento de un modo de discurso científicamente ortodoxo; no obstante, más que distanciarnos, quizá nos acercaría un poco más a ese fenómeno humano que se denomina tecnología, la cual, de una forma u otra, consciente o inconscientemente, es interiorizada lo mismo por quien la crea que por quien la usa y por quien observa.

Así pues, la propuesta de Pacey es atreverse a interiorizar el fenómeno de la tecnología para entender su alcance:

De ahí que Pacey, si bien reconoce que existe lo que define como un enfoque restringido, es decir, aquel que se orienta exclusivamente hacia el aspecto técnico (conocimientos, destrezas, herramientas y máquinas), y otro al que llama el general, al que se suman los elementos organizacionales, entre los que incluye la actividad económica e industrial, la actividad profesional, los usuarios y consumidores y los elementos culturales, tales como objetivos, valores y códigos éticos y de comportamiento; insiste en que la tecnología debe concebirse como una práctica social y, por ende, considerar los valores culturales que prevalecen. Dar espacio, entonces, a la interpretación de las intersubjetividades que se construyen en la relación cotidiana con la tecnología puede brindar elementos más ricos para ampliar la concepción de ésta sobre los actores sociales; al tiempo que se tendrían más elementos de interpretación sobre el posible y probable impacto en las distintas dimensiones involucradas.

Si se acepta la tecnología como un producto que combina, desde su creación hasta su transferencia y aplicación, un complejo entramado de procesos socioculturales, entonces podríamos establecer que ésta se define como una conjugación de energía valorativa, cognitiva y emocional (lo mismo de naturaleza científica que pragmática, técnica, empírica e incluso tecnológica) que busca transformar la realidad y cuya primera intención es simplificar y mejorar la convivencia humana y con el entorno; intención a la que se integran los complejos intereses y mecanismos de poder de quienes de ella se valen, por lo que la tecnología se torna multidimensional en su alcance y comprensión.

INTERDEPENDENCIA ENTRE TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD

Al igual que en un momento la ciencia generó, y de hecho continúa generando, la necesidad de ser estudiada y comprendida desde el punto de vista epistemológico, ético, sociocultural, político e incluso económico para lograr integrar su ethos; la tecnología requiere y demanda ser visualizada, estudiada y entendida en esa compleja interacción que ofrece distintas y variadas dimensiones a las cuales, cada día, parecen sumarse factores culturales que, lejos de delimitar la concepción de la propia tecnología, lo mismo que la de la ciencia, manifiestan la existencia de brechas entre su creación, generación, transferencia y aplicación pero, sobre todo, en cuanto al impacto e interpretación que a aquélla le adjudican las distintas sociedades y culturas.

La misma complejidad que plantea el estudio de la tecnología al percibirse como un elemento ya no accesorio, sino fundamental e incluso vital en lo cotidiano de las distintas sociedades modernas, la tiene el imperativo de adoptar un enfoque sistémico en el que las ciencias fácticas se transformen en la posibilidad de ser no sólo un hilo conductor sino el hilo que nos permitiría entender el fino entretejimiento que existe en la transformación de una sociedad en función del juego que se construye a partir y en torno a la tecnología como parte de la vida misma.

Lejos de intentar siquiera sugerir que la tecnología posee vida propia y poder para transformar la realidad, lo que se pretende es demostrar la forma en que la convivencia con y por la tecnología altera, modifica e incluso

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trastoca la forma de pensar de los actores sociales, quienes, de modo quizá más inconsciente que consciente, se adaptan a las formas de relación dictadas por una interacción que podríamos denominar sociotecnológica, en tanto que es esta última la que suele condicionar el enlace y el quehacer humano y, por ende, gran parte de las actividades lo mismo domésticas que laborales y sociales.

Por lo tanto, se parte del supuesto de que la tecnología ha penetrado, sigue y seguirá penetrando a tal grado en la vida colectiva y personal, que forma parte y condiciona (con o sin consentimiento activo de los actores) todos los aspectos de la convivencia humana.

Otro de los supuestos que guía este planteamiento es el hecho de que la tecnología no se considera tan sólo como ese plano concreto de la realidad con el que suele asociarse, es decir, con artefactos físicos, sino que, en primera instancia, se asocia con un plano abstracto de la realidad, esto es, con un sistema de pensamiento que los actores sociales construyen, aceptan e interpretan como una condición inmersa y determinante de su convivencia.

Prestar mayor atención a los estudios sobre el impacto que la tecnología tiene y puede llegar a tener en una sociedad y estimular la multiplicación de ellos, permitirá ampliar la perspectiva y la comprensión de las transformaciones que se producen en los comportamientos sociales a partir, precisamente, de la forma en que la tecnología se incorpora y se asume como algo connatural a lo cotidiano de la vida humana; en tanto que tal cotidianidad se concibe, a su vez, como una construcción objetivada producto de un proceso dialógico de intersubjetividades.

En palabras de Berger y Luckmann (2003):

Si se acepta que la realidad es un constructo que le permite al sujeto-colectividad apropiarse de su cotidianidad, y si la tecnología forma parte de esta última, entonces, la propia tecnología está sujeta a una interpretación subjetiva que permitirá una ulterior objetivación en aras de dotarla de sentido coherente en su contexto, entendido éste como un espacio-tiempo sociocultural compartido, es decir, socializado.

Son distintas las vías por las cuales la tecnología puede ser sujeto de socialización, dependiendo de los intereses de quien o quienes socializan, de las necesidades de quien lo hace, al igual que de las necesidades de quienes son socializados. Intereses y necesidades, contextos socioculturales y lenguajes compartidos de unos y otros implicados determinarán en mucho el grado de posibilidades en que se internaliza y externaliza la concepción del sistema tecnológico en cuestión.

Como afirma Emma León: "tratando de reconstruir la fuerza del concepto de socialización diremos que el punto clave se basa en la dualidad de sus funciones mediadoras". Y menciona, entre esas funciones, las siguientes:"

En la "adaptación a", el actor social involucra y promueve el proceso de reflexión, se da la oportunidad para capturar, hasta donde le es posible, las ventajas y desventajas del uso de la tecnología; percibe la manera en que la tecnología a su alcance no sólo condicionará, sino que habrá de demandar una reestructuración en su entorno, lo cual ayudaría a que los sujetos se interioricen en el conocimiento del uso y, por lo tanto, en el virtual dominio de su realidad sociotecnológica. Interpretan en forma activa la tecnología y, en consecuencia, proceden a generar innovación y a dar valor cultural al uso de aquélla.

Quien es "adoptado por", simplemente imita el uso, la aceptación y la réplica del modo en que colectivamente se percibe, sin reflexión alguna, el valor de la tecnología. En pocas palabras, aprenden a utilizar aquello que los ha aprehendido. En esta clasificación existen grados del "ser adoptado por", que oscilan desde "leves" hasta "fanáticos". Existe una compulsión por estar al día, a la vanguardia, en la tecnología, mas no porque sea necesario, sino porque esto da estatus. Estos sujetos son pasivos y responden a un exacerbado juego de la mercadotecnia.

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Ciertamente, se podría afirmar que existe un tercer tipo de sujeto social. Aquel que rechaza "ser adoptado por", pero tampoco "se adapta a"; por lo tanto, es un marginado de las relaciones sociotecnológicas, lo que impedirá su inclusión lo mismo en el grupo que se define como el que "se adapta a" que en el que es "adoptado por".

Un cuarto tipo de sujeto social es aquel que por sus características queda al margen del conocimiento y uso de la tecnología, tal es el caso de quienes integran las comunidades alejadas del desarrollo sociotecnológico, lo que les significa ser y estar ajenos a la evolución que la tecnología, como un proceso social, está marcando.

La tecnología, al igual que la sociedad, como parte de ésta, está conformada de paradojas:

Sin embargo, nada más lejano a la realidad, pues la tecnología ocupa dos estadios, simultáneos: a) el abstracto y b) el concreto.

Mientras el primero (abstracto) se refiere ala adopción y ,en su caso, la adaptación que de la tecnología realizan los distintos grupos y actores sociales, a partir de la interpretación que le dan y que en función de ello se incorpora a sus creencias y valores, a la percepción individual o colectiva del mundo y modifica los comportamientos; el segundo (más común) define a la tecnología en forma concreta, es decir, cristalizada en sistemas operativos de producción que adoptan la forma de instrumentos, equipo y maquinaria cuya finalidad es producir, en forma masiva, bienes y servicios.

Desvincular a la tecnología de su posible, pero seguro, impacto sociocultural, es tanto como negar que aquélla, desde su generación hasta su aplicación y características de adopción, implica una alteración en el comportamiento cultural, no por sí misma, sino a partir de lo que los actores sociales construyan con y a partir de ella.

Así pues, una de las premisas implicadas en este trabajo es la de que, al igual que la ciencia, la tecnología es un proceso social, lo que torna inevitable el análisis de su interrelación con la sociedad. Dicho de otra manera, existe la necesidad de desentrañar y de estudiar la imagen social de la tecnología.

Hay una clara interdependencia entre la sociedad y la tecnología; a más avanzada una cultura y más moderna una sociedad, encontraremos que tienen más dependencia de la tecnología y viceversa.

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