canto absurdo, volátil

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Canto absurdo, volátil Cómo entender mi vida, ahora. En esta duerme vela apasionada. Trituración envolvente. Como si lo pasado, en mí, estuviese cobrando el hecho de haber sido nadie antes. Circundando las imágenes vivas de los infiernos dantescos. Siguiendo las huellas de no sé quién. Pero que intuyo y transfiero a quien pueda pasar, por ahí. Por la desarmonía que soy. Como sujeto de leyendas pasadas. Y me reconvengo a mi mismo. Como diciéndome lo áspero que es pasar el tiempo, de la mano de Suetonio. Mostrándome todo lo que expuso, en memoria de los césares. O, siendo yo mismo, vertiendo untuosos ideogramas, prestados. O como impávido sujeto que no veo ni siento, ahora. Yendo por los caminos que creía conocidos. Pero que, en plural opción, se volvieron medusas absorbentes. Y sí que estoy aquí. Tal vez, buscando el paraíso perdido. O un manto que me abrigue. Para restañar heridas profundas, dolorosas. Como en martirologio perenne. Como sujeto de a pie; sintiendo el afán que queda, después de haber pisado los guijarros ponzoñosos. Una vidriera poblada de íconos que no reconozco. Como vitrales ampulosos, inescrutables. Sintiendo, en modo ilusión, lo que fue pasado. Pero, al instante, se repite. - Y derrite mi memoria. O como noche de recuerdos benignos, silentes. Noche que evoco en cada escasa alegría. O como horizonte opaco. Como opaca es mi mirada. Sujeto, yo, minusválido en ideas y recueros sinceros. Como navegante imaginario. Como censor de letras y palabras. Tratando de no entender los vejámenes impuestos. Por esta Tierra efímera. Por ese espacio poblado de nubes vigorosas. Insidiosas, en lo que esto tiene de fijación potente, amenazante. Lugar de todos y todas, dije al vuelo. Pero ¿Qué lugar ofrezco? Si no soy más que pasajero que viaja en móviles insaboros. Repetidos en su tránsito. Como demostración, en el sentido que las distancias, se recorren en tiempo determinado. Y, yo, no tengo distancia ni tiempo. Por lo mismo que soy sujeto inoportuno. En una juntura de espasmos. Deletreo las palabas de quienes pasan. De quienes han olvidado que existo. Qué pulsión, la mía. Como lacerante punzón clavado, en el tiempo del olvido. Hasta he hecho cesión de mi vida. Hasta he reemplazo mi cuerpo. Ahí, al garete. Siendo como soy, entonces, no paro de sentir el peso de mi percepción inane, perdida. No es tragedia lo que digo. Es, más bien, confesión de intruso que llegó a la vida como simple repetición de lo efímero.

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Canto absurdo, volátil

Cómo entender mi vida, ahora. En esta duerme vela apasionada. Trituración envolvente. Como si lo pasado, en mí, estuviese cobrando el hecho de haber sido nadie antes. Circundando las imágenes vivas de los infiernos dantescos. Siguiendo las huellas de no sé quién. Pero que intuyo y transfiero a quien pueda pasar, por ahí. Por la desarmonía que soy. Como sujeto de leyendas pasadas.Y me reconvengo a mi mismo. Como diciéndome lo áspero que es pasar el tiempo, de la mano de Suetonio. Mostrándome todo lo que expuso, en memoria de los césares. O, siendo yo mismo, vertiendo untuosos ideogramas, prestados. O como impávido sujeto que no veo ni siento, ahora. Yendo por los caminos que creía conocidos. Pero que, en plural opción, se volvieron medusas absorbentes.Y sí que estoy aquí. Tal vez, buscando el paraíso perdido. O un manto que me abrigue. Para restañar heridas profundas, dolorosas. Como en martirologio perenne. Como sujeto de a pie; sintiendo el afán que queda, después de haber pisado los guijarros ponzoñosos.Una vidriera poblada de íconos que no reconozco. Como vitrales ampulosos, inescrutables. Sintiendo, en modo ilusión, lo que fue pasado. Pero, al instante, se repite. - Y derrite mi memoria. O como noche de recuerdos benignos, silentes. Noche que evoco en cada escasa alegría. O como horizonte opaco. Como opaca es mi mirada.Sujeto, yo, minusválido en ideas y recueros sinceros. Como navegante imaginario. Como censor de letras y palabras. Tratando de no entender los vejámenes impuestos. Por esta Tierra efímera. Por ese espacio poblado de nubes vigorosas. Insidiosas, en lo que esto tiene de fijación potente, amenazante.Lugar de todos y todas, dije al vuelo. Pero ¿Qué lugar ofrezco? Si no soy más que pasajero que viaja en móviles insaboros. Repetidos en su tránsito. Como demostración, en el sentido que las distancias, se recorren en tiempo determinado. Y, yo, no tengo distancia ni tiempo. Por lo mismo que soy sujeto inoportuno. En una juntura de espasmos. Deletreo las palabas de quienes pasan. De quienes han olvidado que existo.Qué pulsión, la mía. Como lacerante punzón clavado, en el tiempo del olvido. Hasta he hecho cesión de mi vida. Hasta he reemplazo mi cuerpo. Ahí, al garete. Siendo como soy, entonces, no paro de sentir el peso de mi percepción inane, perdida.No es tragedia lo que digo. Es, más bien, confesión de intruso que llegó a la vida como simple repetición de lo efímero.