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-1- CAMBOYA Y EL KHMER ROUGE: ¿CÓMO FUE POSIBLE? La Guerra Fría y las grandes potencias en el Sudeste Asiático Uriel Kuzniecki Universidad de San Andrés -Septiembre 2009- Resumen El presente trabajo consiste en un análisis histórico de la relación entre el Khmer Rouge y las potencias extranjeras en el contexto de la Guerra Fría. Por un lado se pretende explicar el grado en que las acciones de las grandes potencias influyeron sobre el desarrollo de los eventos que condujeron al genocidio perpetrado por dicho grupo, a la vez que sobre su posterior accionar política y evolución. Por el otro se intenta entender al Khmer Rouge en calidad de actor con un margen de maniobra y una autonomía en el plano de la acción mayores a los generalmente supuestos. Se concluye que en el marco del mundo bipolar, en que las grandes potencias se disputaban el control sobre las diferentes regiones, el grupo guerrillero supo presentar su lucha y sus intereses en los términos propios de la Guerra Fría, valiéndose así de la intervención extranjera para dar solución a los problemas locales. Introducción Al comenzar a estudiar el caso de los países periféricos durante el período de Guerra Fría uno se enfrenta desde un principio a la pregunta de cuál fue el verdadero rol que estos países ocuparon en el marco más general del conflicto. ¿Fueron meros peones de los países centrales, movidos en la dirección escogida por intereses externos y como parte de políticas gestadas a distancia por las potencias? ¿O fueron acaso jugadores activos e independientes en el mundo bipolar de la Guerra Fría, movilizando sus recursos y fuerzas en base a criterios propios? Las diversas respuestas que a lo largo del tiempo fueron dándose a estas preguntas definieron las diferentes escuelas de pensamiento en torno al análisis de la cuestión. Muchos estudiosos 1 del caso del genocidio en Camboya parecen proponer que la primera pregunta es la que se ciñe más a la realidad de lo sucedido en el país. De este modo, argumentan que fueron principalmente las políticas exteriores de China y los Estados Unidos (“EEUU” de ahora en adelante) las que, directa o indirectamente, permitieron la emergencia del Khmer Rouge (“KR” de ahora en adelante), su victoria inicial en 1975 y su supervivencia y fortalecimiento en la década que siguió a su derrocamiento del poder. Aunque admiten que al momento de negociar la paz a principios de la década de 1990 la guerrilla amenazó con salirse de control y destruir así todo esfuerzo diplomático, no parecen reconocer una autonomía del KR en las instancias previas, lo que vale tanto para el orden del accionar como para el de los objetivos. En efecto, podemos observar cómo durante estos años los países centrales, y en especial los EEUU, pensaron en Camboya como en una palanca que podía ser activada y desactivada de modo casi inmediato y libre de conflictos, a pesar de que en ciertas ocasiones esto probó no ser cierto y los sucesos internos del país asiático determinaron comportamientos no siempre conformes a lo que el gigante americano esperaba. En este estudio se intentará sin embargo ahondar en el vínculo entre la guerrilla que perpetró uno de los grandes genocidios del siglo y los poderes extranjeros, para ver que la relación no se presenta tan lineal como algunos suponen. Propongo entonces que no puede decirse que el KR haya sido meramente un peón de las potencias que se salió de control en los últimos años, sino que en todo momento fue un estratega que buscó activamente definir sus luchas en concordancia con la lógica más general de la Guerra Fría, consiguiendo de ese modo la intervención 1 Entre ellos, según mi interpretación, Bert (1993), Chua-Eoan (1990) y McGregor (1990).

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CAMBOYA Y EL KHMER ROUGE: ¿CÓMO FUE POSIBLE?

La Guerra Fría y las grandes potencias en el Sudeste Asiático

Uriel Kuzniecki

Universidad de San Andrés

-Septiembre 2009-

Resumen El presente trabajo consiste en un análisis histórico de la relación

entre el Khmer Rouge y las potencias extranjeras en el contexto de la

Guerra Fría. Por un lado se pretende explicar el grado en que las acciones

de las grandes potencias influyeron sobre el desarrollo de los eventos que

condujeron al genocidio perpetrado por dicho grupo, a la vez que sobre su

posterior accionar política y evolución. Por el otro se intenta entender al

Khmer Rouge en calidad de actor con un margen de maniobra y una

autonomía en el plano de la acción mayores a los generalmente supuestos.

Se concluye que en el marco del mundo bipolar, en que las grandes

potencias se disputaban el control sobre las diferentes regiones, el grupo

guerrillero supo presentar su lucha y sus intereses en los términos propios

de la Guerra Fría, valiéndose así de la intervención extranjera para dar

solución a los problemas locales.

Introducción

Al comenzar a estudiar el caso de los países periféricos durante el período de Guerra Fría uno se enfrenta desde un principio a la pregunta de cuál fue el verdadero rol que estos países ocuparon en el marco más

general del conflicto. ¿Fueron meros peones de los países centrales, movidos en la dirección escogida por intereses externos y como parte de políticas gestadas a distancia por las potencias? ¿O fueron acaso jugadores activos e independientes en el mundo bipolar de la Guerra Fría, movilizando sus recursos y fuerzas en base a criterios propios? Las diversas respuestas que a lo largo del tiempo fueron dándose a estas preguntas definieron las diferentes escuelas de pensamiento en torno al análisis de la cuestión.

Muchos estudiosos1 del caso del genocidio en Camboya parecen proponer que la primera pregunta es la que se ciñe más a la realidad de lo sucedido en el país. De este modo, argumentan que fueron principalmente las políticas exteriores de China y los Estados Unidos (“EEUU” de ahora en adelante) las que, directa o indirectamente, permitieron la emergencia del Khmer Rouge (“KR” de ahora en adelante), su victoria inicial en 1975 y su supervivencia y fortalecimiento en la década que siguió a su derrocamiento del poder. Aunque admiten que al momento de negociar la paz a principios de la década de 1990 la guerrilla amenazó con salirse de control y destruir así todo esfuerzo diplomático, no parecen reconocer una autonomía del KR en las instancias previas, lo que vale tanto para el orden del accionar como para el de los objetivos. En efecto, podemos observar cómo durante estos años los países centrales, y en especial los EEUU, pensaron en Camboya como en una palanca que podía ser activada y desactivada de modo casi inmediato y libre de conflictos, a pesar de que en ciertas ocasiones esto probó no ser cierto y los sucesos internos del país asiático determinaron comportamientos no siempre conformes a lo que el gigante americano esperaba.

En este estudio se intentará sin embargo ahondar en el vínculo entre la guerrilla que perpetró uno de los grandes genocidios del siglo y los poderes extranjeros, para ver que la relación no se presenta tan lineal como algunos suponen. Propongo entonces que no puede decirse que el KR haya sido meramente un peón de las potencias que se salió de control en los últimos años, sino que en todo momento fue un estratega que buscó activamente definir sus luchas en concordancia con la lógica más general de la Guerra Fría, consiguiendo de ese modo la intervención

1 Entre ellos, según mi interpretación, Bert (1993), Chua-Eoan (1990) y McGregor (1990).

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extranjera que en ese contexto podría traer una solución más rápida a lo que se consideraban problemas locales. Desde este punto de vista, el giro liberal que el KR encaró a principio de los ’80 no sólo puede interpretarse como una señal de la debilidad de la organización, que se vio forzada a renegar de su ideología fundante, sino también como una herramienta estratégica esgrimida hábilmente por un actor con gran capacidad para adaptarse y de este modo fortalecerse. El distanciamiento en los ’90 respecto de sus patronos llegaría entonces como la toma de conciencia de que el fin de la Guerra Fría y así del interés extranjero en la región hacían cada vez más difícil una solución mediada o impuesta desde afuera que fuese favorable a los intereses del KR, frente a lo cual la guerrilla intentaría valerse de los medios acumulados durante los años previos para tomar las riendas del asunto en sus propias manos.

Pujas de poder y percepciones encontradas, la Camboya de estos años constituye un caso ilustrativo no sólo del modo en que pueblos enteros vieron sus destinos signados por políticas planificadas muy lejos de su hogar, sino también de la manera en que grupos locales buscaron activamente la intervención extranjera, distinta y más amplia en su naturaleza, para encontrar una consecución más rápida de sus intereses.

Primera Parte: Desde los tiempos del Imperio a la Guerra de Vietnam

Breve recorrido previo: Camboya entre el Imperio y la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945)

El antiguo Imperio Khmer (la khmer o jmer es la etnia originaria de Camboya) vio su apogeo entre los siglos IX y XIII, controlando vastos territorios de las actuales Tailandia, Laos, Vietnam y Camboya desde su capital situada en la ciudad de Angkor. La agresividad de los pueblos vecinos, los conflictos dinásticos internos y el deterioro gradual de sus cultivos de arroz (Colaboradores de Wikipedia, 2009a) determinaron que la capital imperial fuese conquistada por Siam (actual Tailandia) en 1431, y el resto del reino para 1594. Comenzaría entonces para Camboya un período signado por la puja de poder entre sus grandes vecinos: Siam al oeste y Vietnam hacia el este. Mientras los siameses y los khmer compartían ciertos

rasgos culturales que de este modo mitigaban los efectos de su ocupación, las relaciones con Vietnam carecieron de este componente y encontraron desde un principio un alto grado de conflictividad (Shawcross, 1979). Los vietnamitas veían en los khmer un pueblo “bárbaro” y trataban de erradicar sus costumbres de todo área que lograran controlar. Frente a esta situación, en 1840 los camboyanos se alzaron en rebelión contra la creciente influencia vietnamita sobre la vida khmer. Las difíciles relaciones que a lo largo de los siglos mantendría con su vecino oriental harían perdurar en ambas culturas una cierta enemistad étnica que, como veremos, influiría en el desenlace de los sucesos de la segunda mitad del siglo XX.

Hacia fines de la década de 1850 el naturalista francés Henri Mouhot hizo una travesía por Siam, Camboya y Laos, advirtiendo a su regreso sobre la excelente oportunidad que Camboya representaba para Francia. Débil y dependiente del declinante Siam (apoyado por Gran Bretaña, rival colonial de Francia), Camboya podía hacer las veces de un buffer zone

entre las posesiones francesas en Vietnam y el Siam pro-británico (Carvin, s.a.). Asimismo, debido a la proximidad entre Saigón y el territorio camboyano (alrededor de 60 kilómetros de distancia), era común que bandidos y rebeldes delinquieran en la ciudad y buscaran refugio en los bosques del país vecino cruzando el Mekong, río éste que a su vez era visto como una ruta de escape hacia China. Con todas estas motivaciones, en 1861 el comandante francés en Saigón, almirante Charner, viajó a Camboya para informarle al rey que los franceses estaban determinados a ocupar Indochina de modo permanente y que ofrecía a los camboyanos ayuda para conservar su libertad. El rey camboyano era consciente de que Francia era la única que podía brindarle la protección necesaria frente al temido avance vietnamita desde el este, pero temía que tal actitud resultase desafiante a ojos de sus vecinos y por ende le resultara perjudicial en caso de que los franceses decidiesen eventualmente retirarse de la zona. De todos modos y contra el enojo siamés, en 1864 se estableció un protectorado francés sobre Camboya.

Sin embargo, el hecho de que Camboya fuese un protectorado mientras las posesiones orientales tuviesen el status de colonia resultó perjudicial para la primera (Shawcross, 1979): el poder imperial tendió a empujar sus fronteras coloniales hacia el norte y el oeste a expensas de Camboya, siendo los constantes cambios de frontera una primera fuente de conflictos durante estos años. Las primeras revueltas comenzaron a fines de

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siglo y los franceses se vieron obligados a ceder respondiendo a aquellas demandas que los camboyanos consideraban más humillantes. De todos modos tomarían la decisión de reforzar su control sobre el protectorado, y aprovecharon entonces la muerte del rey de la dinastía de los Norodom en 1904 para transferir el poder a la rama de los Sisowath, más fiel a sus intereses.

Los próximos signos de agitación política preocupante llegarían recién en la década de 1940. Aunque el Partido Comunista Indochino se había creado en 1930, en un principio había sido casi por entero vietnamita y fue recién hacia el final de la década que su pensamiento nacionalista había comenzado a echar raíces en suelo camboyano, de modo que su presencia no había despertado fuerte alarma en el país. Lo que ahora inquietaba a los franceses era el gran poder que los Sisowath habían acumulado, de modo que frente a la muerte del Rey Sisowath Monivong en 1941, la corona le fue negada al Príncipe Sisowath Sirik Matak y fue en su lugar entregada a Norodom Sihanouk, su primo de tan solo 19 años de edad.

Fue en este mismo año, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, que Japón invadió el Sudeste Asiático. La política durante los pocos años que duró su ocupación consistiría en tornar la opinión popular favorable a un reemplazo del dominio francés por uno japonés (Carvin, s.a.). En esta línea Japón y Tailandia, aliados, apoyaron al movimiento guerrillero de izquierda de signo anti-francés Khmer Issarak liderado por Son Ngoc Tanh, quien años después se convertiría en un actor de fuerte peso en la arena política camboyana. Antes de terminada la guerra, en marzo de 1945, los japoneses obligaron entonces a los reyes indochinos a declarar su independencia respecto de Francia. Aunque esta declaración forzosa convertía a estos pueblos en naciones libres, no les garantizaba una real independencia que pudiera mantenerse en el largo plazo (Carvin, s.a.).

La primera guerra de Indochina (1946-1954)

Terminada la Segunda Guerra Mundial, las potencias occidentales regresaron a Indochina con la intención de recuperar el imperio colonial que la ocupación japonesa había destruido. La tarea no sería, sin embargo, tan sencilla como habían pensado.

En Vietnam del Norte el grupo guerrillero Viet Minh (Liga para la

Independencia de Vietnam) liderado por el nacionalista Ho Chi Minh se rehusaba a permitir que la monarquía de Bao Dai, respaldada por Francia, gobernara el país. El 2 de agosto de 1945 sus fuerzas entraron en Hanoi y días después declararon el nacimiento de la República Democrática de Vietnam. Los franceses no dieron su reconocimiento a este nuevo Estado creyendo que de este modo sus posibilidades de sobrevivir serían remotas. En efecto, en 1946 Ho Chi Minh fue forzado a firmar una tregua, aunque no duraría por mucho tiempo: en noviembre de ese mismo año una disputa relativamente menor en la ciudad portuaria de Haiphong resultaría en el estallido de la primera guerra de Indochina. El Viet Minh y su líder se escaparon en 1947 hacia las afueras de Hanoi, refugiándose en las junglas y dando lugar a una guerra que se prolongaría por alrededor de ocho años.

Antes del retorno francés, Sihanouk había -bajo presión japonesa- designado a Son Ngoc Tanh su Ministro de Relaciones Exteriores y Primer Ministro. Desde esa posición sin embargo, su forzada declaración de independencia no fue aceptada por Francia, y Son Ngoc Tanh, para alivio del rey (Shawcross, 1979), fue apresado y enviado al exilio. Desde aquel momento esta figura cambiaría su estrategia: en lo sucesivo buscaría obtener la independencia a través de los EEUU y Tailandia, interesados ahora en aprovecharse de la debilidad francesa en la región (Carvin, s.a.). En esta línea, dejaría su movimiento de izquierda para unirse al Khmer Serei, de derecha, que peleaba por el fin de la monarquía de Norodom Sihanouk en Camboya.

El Rey Norodom Sihanouk y los Acuerdos de Ginebra (1954)

Sihanouk había asumido el trono en un contexto de gran conflicto, tanto interno -disputas de poder con la dinastía Sisowath- como externo -la Segunda Guerra Mundial y la ocupación japonesa-. Terminada esta última, y contra la creciente oposición de fuerzas demócrata-parlamentarias y guerrilleras, Sihanouk entendió que la mejor manera de conservar su posición sería conseguir la total independencia de Camboya (Shawcross, 1979). Fue entonces que comenzó a sentar las bases de la que sería su causa principal hasta el momento de su caída en 1970: la preservación de la paz y la independencia de Camboya respecto de las ambiciones expansivas de sus vecinos (Shawcross, 1979).

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Popular entre su gente y mostrando una gran habi l idad en la negociación y el cambio de aliados (Carvin, s.a.), en 1949 Sihanouk recibió de Francia un importante grado de autonomía para el país, aun cuando aquella conservara en sus manos las decisiones estrictamente económicas y militares. Esto no sería aún suficiente para satisfacer sus demandas, y en 1952 emprendería una exitosa campaña anti-francesa que lograría posicionarlo como el verdadero líder nacional (Shawcross, 1979). Ignorados sus pedidos de completa soberanía, Sihanouk visitó Europa y los EEUU en busca de apoyo, a lo que seguiría un exilio auto-impuesto en la ciudad de Angkor. Inmersos en la guerra contra Vietnam, los franceses no podían destinar grandes esfuerzos a controlar la situación en Camboya, de modo que en octubre de 1953 permitieron la declaración de independencia (Carvin, s.a.). Aun así ciertos asuntos de política económica permanecieron bajo supervisión francesa, pero los asuntos externos y militares ya se encontraban en manos nacionales.

En la primavera de 1954 el imperio colonial francés recibiría su golpe de muerte en la batalla de Dien Bien Phu, dando cierre a la primera guerra de Indochina y a su ocupación del Sudeste Asiático, debiendo entonces negociar la completa independencia con todas sus previas colonias. Cuando la batalla estaba llegando a su fin, los países involucrados en el conflicto se reunieron con Gran Bretaña, los EEUU y la Unión Soviética (“URSS” de ahora en adelante) para firmar los Acuerdos de Paz de Ginebra en mayo de 1954. Vietnam fue por primera vez reconocido como dos gobiernos soberanos independientes: un Vietnam del Norte comunista liderado por Ho Chi Minh y un Vietnam del Sur pro-francés liderado por el Primer Ministro Ngo Dinh Diem. Esta situación se mantendría al menos hasta las siguientes elecciones pautadas para 1956, en que se esperaba la reunificación del país. Sin embargo, de las condiciones del acuerdo sólo se cumpliría la del cese de fuego: las elecciones nunca se llevarían a cabo y éste sería uno de los factores que llevarían, como veremos más adelante, a la segunda Guerra de Indochina.

En cuanto a Camboya, los Acuerdos garantizaron su neutralidad y su integridad territorial (lo mismo para el caso de Laos), a la vez que establecieron las primeras elecciones nacionales democráticas, a realizarse en 1955. Sihanouk entendió que para dejar a Camboya por fuera de cualquier guerra vietnamita en el futuro próximo, que estimaba altamente

probable, sería necesario un líder nacional fuerte, posición que sólo él podía ocupar (Carvin, s.a.). No pudiendo postularse como candidato electoral debido a su cargo real, Sihanouk abdicó al trono en favor de su padre y creó su propio movimiento político, el Sangkum Reastr Niyum

(Comunidad Socialista del Pueblo), dando así un fuerte golpe a los tres partidos de oposición: los liberales, los demócratas y el movimiento de izquierda Pracheachon. Aun así no quiso correr riesgos y cerró los diarios opositores mientras sus fuerzas de policía perseguían a los principales líderes rivales. En estas condiciones, en 1955 Sihanouk fue electo Primer Ministro dando inicio a un régimen fuertemente personalista y autoritario que duraría por quince años.

Los orígenes del comunismo en Camboya

Los primeros signos de presencia del comunismo en el Sudeste Asiático se hicieron visibles en 1930 con la fundación de Partido Comunista Indochino. Compuesto casi en su totalidad por vietnamitas y alineado con la política del KOMINTERN (agrupación de los Partidos Comunistas de varios países creada en 1919 por iniciativa de Lenin y el Partido Bolchevique), su primer objetivo fue el de reemplazar las posesiones coloniales francesas por una federación indochina de sustrato socialista conformada por Camboya, Laos y Vietnam. Estos planes perdurarían en el imaginario comunista de los años venideros, y el miedo a una federación controlada por Hanoi fue uno de los principales motivos de desconfianza entre los grupos de izquierda de la región.

En 1941 esta organización debería pasar a la clandestinidad, asumiendo el Viet Minh (aún bajo control partidario) la lucha contra las ocupaciones japonesa y francesa, y no contando por el momento con una fuerte influencia sobre Camboya (Shawcross, 1979). Sin embargo en 1951 el partido se disolvió en sus componentes nacionales y de este modo hizo su aparición el Partido Revolucionario Popular de Camboya.

Tras los Acuerdos de Ginebra y los términos allí fijados, esta agrupación daría lugar en 1954 al Pracheachon, partido político legal que enfrentaría a Sihanouk en las elecciones de 1955. De esta manera algunos comunistas se integraron a la estructura política montada por el Príncipe mientras el Viet Minh terminaba de retirarse a Hanoi. Pero entre aquellos

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comunistas no dispuestos a participar en la contienda electoral, estos acuerdos marcaron un punto de quiebre (Shawcross, 1979). Gran parte de ellos dejó el país junto con las fuerzas vietnamitas, pero unos pocos cientos desobedecieron a Hanoi y buscaron refugio en las selvas. De esta época data el término francés “Khmer Rouge” (en castellano, Khmer Rojo) con que Sihanouk se refirió a estos fugitivos, que veían a los pactos de Ginebra –en cuya negociación no habían formado parte- como una traición a la revolución camboyana.

Esta “traición” sumaría un nuevo factor a la tradicional enemistad étnica que los separaba de sus vecinos y que no se salvaría ni siquiera en función de la ideología política común. Se observa por ejemplo que con el objetivo de distanciarse de sus orígenes vietnamitas, el partido camboyano rescribiría su historia y fecharía su fundación en 1960, no en 1951. En este contexto, los vietnamitas dieron muy poco apoyo a sus colegas, reduciendo sus posibilidades durante las décadas de 1950 y 1960 (Shawcross, 1979). No sería hasta que las condiciones de vida del campesinado en Camboya se empeoraran radicalmente hacia fines de los ’60 y los ’70 y que los vietnamitas encontraran así motivos para dar mayor apoyo a sus vecinos que el comunismo camboyano sumaría gran cantidad de adeptos a sus filas y conseguiría el éxito que había buscado sin descanso por décadas.

Sus bases ideológicas. Mientras tanto, el núcleo ideológico del comunismo camboyano que años después llegaría al poder se estaba gestando lejos de casa. Desde la década del ’40 había sido costumbre entre los jóvenes de clase media estudiar en Francia mediante distinto tipo de becas. De este modo, a fines de la década un grupo de estudiantes camboyanos allí radicados conformó lo que fue conocido como el “Grupo de Estudio de París”. Era un conjunto de connacionales que, de regreso en su tierra natal a principios de los ’50, comenzarían a activar en el comunismo camboyano y se convertirían en los principales líderes de la revolución comunista de 1975. Entre ellos se encontraba Saloth Sar (luego conocido como Pol Pot), quien tenía vínculos previos con el Partido Comunista Indochino y residió en Francia entre 1948 y 1953, volviendo a Camboya antes de haber finalizado sus estudios.

En contacto con el Partido Comunista Francés, las ideas del grupo se caracterizaron por un fuerte nacionalismo y una radical oposición a

cualquier injerencia vietnamita en los asuntos camboyanos (Wikipedia, 2009f). Esto se hizo evidente en su negación a reunirse con Ho Chi Minh en la Conferencia de Fontainbleau durante una de las visitas del líder vietnamita a París. Asimismo, esta agrupación era en gran medida anti-sihanoukista (Wikipedia, 2009f). Vemos por ejemplo que en su artículo ¿Monarquía o democracia?, Saloth Sar (1952) escribe: “La monarquía es un vil postulado que vive de la sangre y el sudor de los campesinos. Sólo la Asamblea Nacional y los derechos democráticos darán a los camboyanos un espacio de respiro… La democracia que reemplazará a la monarquía es una institución sin igual, pura como el diamante” (citado en Wikipedia, 2009f). Respecto de su estadía en Francia y su formación, en una entrevista realizada a Saloth Sar meses antes de su muerte éste decía: “Me encantaban. Libros como La gran revolución francesa. No entendía mucho pero seguía leyendo. Era el concepto comunista el que me entusiasmaba. […] Cuando estaba en Francia no entendí mucho, pero en Camboya lo desarrollé, porque en Camboya no tuve contacto con la burguesía (porque mi rango era ordinario), sino que tuve contacto con los monjes, la clase baja y la gente común. Es por eso que entendí el problema. No copié a nadie. […] Viendo la desigualdad, me entristeció. Entonces volviendo a su pregunta acerca de cuál modelo seguí, es una combinación de cosas, pero fui más influenciado por lo que vi en mi país”2 (Thayer, 1997).

Khieu Samphan, integrante del grupo parisino y figura importante del futuro KR, escribió en 1959 su tesis, titulada “La economía y el desarrollo industrial de Camboya”, en que sienta las bases de la doctrina revolucionaria bajo un fuerte influjo maoísta (Shawcross, 1979). Aunque consideraba esencial el desarrollo industrial del país, entendía que éste no podía conseguirse sin que antes la actividad agrícola fuese llevada a su máxima expresión, y es por eso que argumentaba que la fuerza principal del país residía en las aldeas.

Observaba además que los flujos de ayuda norteamericana que habían comenzado a llegar al país en los ’50 exacerbaban el estancamiento del naciente complejo industrial precapitalista presente en Camboya. En este contexto consideraba necesario suspender la ayuda norteamericana, considerada disruptiva, mientras que la ayuda francesa (más conservadora)

2 Como esta, las traducciones a lo largo de todo el trabajo son propias.

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podía continuar. Recién entonces, minimizados los peligros externos, el gobierno podría encarar las reformas necesarias, entre ellas la nacionalización del comercio de los productos básicos y la promoción con el ejemplo de fuertes políticas de inversión.

Este núcleo de ideas, surgido al calor de las universidades y en un contexto diferente al de la realidad camboyana, sufriría con el tiempo y en contacto con el poder ajustes que llegarían a comprometer hasta sus mismas bases. Vemos por ejemplo que en un primer momento Khieu Samphan (1959) proponía que en el proceso de cambio los campesinos debían ser tratados “con paciencia y entendimiento” (citado en Shawcross, 1979: 243), consideración que, como veremos, no fue tenida en cuenta durante los casi cuatro años en que el KR estuvo en el gobierno. Más aún, a principios de la década de los ’80 observaremos un giro aún más radical: el KR se pronunciaría a favor de los principios de mercado, lo que será trabajado en más detalle en las secciones siguientes.

Segunda Parte: Camboya en los tiempos de la Guerra de Vietnam (1958 - 1975)

Los primeros años de la guerra: Camboya gira hacia la izquierda

Los Acuerdos de Ginebra habían pautado para los vietnamitas elecciones y un referéndum en que se decidiría si sus gobiernos seguirían siendo autónomos o se reunificarían. Sin embargo Diem, líder de Vietnam del Sur, anuló autoritariamente tal instancia. En vistas de esta irregularidad, Hanoi comenzó a presionar sobre su vecina entregando suministros y armas a los opositores de Diem, al tiempo que en el sur comenzaba a formarse un movimiento de resistencia que sería conocido como Viet Cong. Comenzaba así la Guerra de Vietnam o Segunda Guerra de Indochina, que duraría hasta 1975 e involucraría no sólo a los dos Vietnam sino también a otros países, en particular a los EEUU. Esta guerra sería en gran medida determinante para el curso futuro de los eventos en Camboya, como se estudiará a continuación.

Sihanouk, por su parte, no sentía particular simpatía por el comunismo ni mucho menos por los vietnamitas. Sin embargo entendía que si quería mantener la paz para su pueblo (lo cual, como fue dicho,

constituía uno de los pilares de su política), su debilidad militar lo obligaba a mantenerse unido al que percibía como su enemigo más peligroso, Vietnam del Norte (Carvin, s.a.). De este modo, desde antes de comenzada la guerra, a medida que aumentaban las tensiones entre Vietnam del Norte y del Sur, Sihanouk había comenzado a acercarse a Ho Chi Minh.

Los EEUU veían esto con malos ojos. Después de la Segunda Guerra Mundial y al surgir la Guerra Fría, los norteamericanos desarrollaron la “teoría dominó”, que postulaba que los gobiernos débiles eran extremadamente vulnerables al comunismo una vez que éste se hubiese hecho de algún enclave cercano en un área geográfica determinada. Esta idea había dado lugar, por ejemplo, a la Doctrina Truman y al Plan Marshall, que buscaban respectivamente evitar el triunfo del comunismo en Grecia y Turquía y en Europa Occidental. La conversión de China al comunismo y el triunfo del nacionalismo de Ho Chi Minh hacían creer a los EEUU que el efecto dominó había sido ahora activado en el Sudeste Asiático, amenazando no sólo a Laos y Camboya sino también a Tailandia e Indonesia, y, en el peor de los casos, incluso a India y Australia (Carvin, s.a.). De este modo, no se tolerarían las ambiciones norvietnamitas de unificación del país bajo signo comunista ni, en consecuencia, el acercamiento de Sihanouk a sus vecinos. Las relaciones norteamericanas con Camboya se deterioraron aún más cuando en 1959 Sihanouk dejó entrever sospechas de cooperación norteamericana con el Khmer Serei y otras fuerzas de derecha presentes en Phnom Penh.

De todos modos, la ayuda militar de EEUU había venido incrementándose desde 1955 y seguiría haciéndolo a lo largo de toda la década del ’60. Su objetivo consistía en fidelizar, por estos medios, a los dos grupos que podían servir a sus intereses en el país: la elite urbana de clase media y el cuerpo de oficiales (Shawcross, 1979). De este modo, buscaban generar (y de hecho lo hicieron) un foco de lealtad que fuese independiente del gobierno nacional. En él se encontraba el general Lon Nol, que años más tardes derrocaría a Sihanouk en un movimiento que se cree respaldado por Norteamérica.

Sihanouk mientras tanto seguía explotando el rol del patriota nacionalista al máximo. Es así que aunque solicitó y aceptó ayuda militar de Washington, buscó también pactos de no interferencia por parte de Pekín y Hanoi, a la vez que se acercaba a la URSS y Polonia y denunciaba en foros

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internacionales lo que consideraba una innecesaria interferencia de los EEUU en asuntos internos de la región.

En este contexto, se observó en Camboya un claro giro hacia la izquierda (Shawcross, 1979). Después del asesinato del líder survietnamita

Diem en noviembre de 1963, Sihanouk empezó un amplio plan de reformas económicas, nacionalizando el comercio exterior y los bancos. Tomó al mismo tiempo la decisión de renunciar a la ayuda económica y militar que recibía de los EEUU, demandando el cierre de su embajada (que se haría efectivo en mayo de 1965, cuando se cortaran relaciones diplomáticas) y se declaró un ardiente socialista y un cruzado contra el imperialismo occidental. En privado, Lon Nol y otros ministros pro-americanos se mostraron en desacuerdo con el giro de Sihanouk en contra de los EEUU (Carvin, s.a.).

En un clima de preocupación, Sihanouk empezó a sospechar que eran demasiados los generales y ministros que dependían de la ayuda y las actitudes norteamericanas, dando inicio a una purga general del sistema que incluso llegó, a pesar del giro de Sihanouk, a los militantes de izquierda (jugando allí un papel aún más importante el temor a la influencia vietnamita en territorio nacional). Es así que en 1963 publicó una lista de los “34 subversivos” que incluía a varios de los comunistas que habían formado parte del Grupo de Estudio de París, forzándolos así a escapar a las selvas para unirse a sus colegas fugitivos. Estos últimos habían tomado el liderazgo del partido a principios de año, cuando su gran familiaridad con el escenario político urbano y el supuesto asesinato del líder previo los habían colocado en una posición de poder. Mientras tanto, algunos como Khieu Samphan no abandonaron la ciudad, marcando otra división entre los comunistas camboyanos: se puede observar que la mayoría de aquellos que emergerían como los principales líderes años más tarde estarían entre las filas de los que adoptaron la línea dura tempranamente desde 1963.

La guerra avanza: Camboya gira hacia la derecha

Desde 1965, Sihanouk empezó a tolerar en silencio el asentamiento de pequeños campamentos del Viet Cong y el NVA (North Vietnam Army, Ejército de Vietnam del Norte), conocidos como “santuarios”, dentro del territorio de Camboya. Los vietnamitas apostaban a que si los EEUU

descubrían estas bases, el presidente Johnson no se animaría a atacar un país que se había declarado neutral en el conflicto (Shawcross, 1979). Paralelamente, China, a través del Primer Ministro Chou En-lai en persona, presionó al Príncipe para que abriera la ciudad portuaria de Sihanoukville al tráfico de provisiones clandestinas para el Viet Cong. Sihanouk sabía que este era un precio que debía pagar si quería mantener en buenos términos su relación con Hanoi, de modo que no protestó.

Los EEUU estaban al tanto de lo que ocurría en el país. La Kampuchea Krom había sido una provincia del Imperio que para ese momento constituía el sur de Vietnam, y ahora la CIA comenzaba a reclutar a sus pobladores, más identificados con la etnia khmer que con los vietnamitas, para infiltrar la frontera y detener el flujo de provisiones, tarea en la que tuvieron poco éxito. El comandante de las milicias norteamericanas en Vietnam William Westmoreland presentó proyectos que incluían una invasión a gran escala, pero tal como los vietnamitas habían previsto el presidente Johnson se negó alegando que podía conseguir la completa colaboración de Sihanouk sin necesidad de involucrar a su país en la contienda. De este modo, durante los años de Johnson los vietnamitas gozaron en territorio camboyano de gran seguridad (Shawcross, 1979).

En este contexto las políticas de Sihanouk, con el objeto de alejar el conflicto armado de su territorio y alarmado por la Revolución Cultural en China y el constante aumento de tropas, volvieron a volcarse a la derecha (Carvin, s.a.). El dinero norteamericano volvió a fluir, y el presidente Johnson prometió que los EEUU reconocerían la neutralidad y la integridad territorial de Camboya.

Sihanouk era consciente de que la presencia vietnamita en su país podría provocar una mayor represalia por parte de los EEUU, quienes alimentaban esta percepción por parte del líder camboyano. Vemos por ejemplo que Charles Bowles (1968), embajador americano en Nueva Delhi y enviado por Washington a una misión oficial en Phnom Penh, escribía antes de encontrarse con Sihanouk: “Si Camboya, con el respaldo del ICC (International Control Commission), puede evitar la presencia enemiga, la cuestión de la acción norteamericana en Camboya ni siquiera se plantea. Esto es lo que preferimos y lo que buscamos” (citado en Shawcross, 1979: 69). Sin embargo, el Príncipe también sabía que carecía de las herramientas necesarias para “evitar la presencia enemiga” y así, la norteamericana. Los

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EEUU, al corriente de la situación, presionaban a Sihanouk enviándole informes “Vesuvius” en que se detallaban las violaciones comunistas de la neutralidad camboyana.

Mientras tanto, en 1967 tuvo lugar una rebelión campesina en la provincia de Battambang, lo cual sería interpretado como una bisagra en el curso de los acontecimientos (Shawcross, 1979). Sihanouk, convencido de que se trataba de la acción de agentes chinos en consonancia con la Revolución Cultural China, asignaba también cierta responsabilidad a los comunistas refugiados en las selvas: en 1965 Saloth Sar y otros líderes habían visitado China en secreto. A pesar de aquello, los líderes del partido siempre negaron su relación con tal hecho. Sihanouk ordenó al general Lon Nol que matara a los rebeldes, mandando así un mensaje a toda la sociedad. Asustados y amenazados, los comunistas aún cercanos a Sihanouk (como Khieu Samphan) abandonaron la capital en 1967 y se unieron a sus colegas en las selvas, desde donde organizarían antes de 1970 (en el período que ellos mismos llamaron de “guerra civil”) la Armada Revolucionaria de Camboya.

El bombardeo comienza (1969)

En 1968 Richard Nixon asume la presidencia de los EEUU en un contexto crucial para las tropas norteamericanas en Vietnam, con la expectativa de que traería la paz (Shawcross, 1979). La guerra librada en Vietnam no se estaba desenvolviendo como lo habían esperado: su ejército estable no se enfrentaba a un igual sino a una guerrilla, con reglas necesariamente distintas. Al respecto William Shawcross (1979: 87-88) dice en su libro: “La guerrilla gana si no pierde, los ejércitos convencionales pierden si no ganan”. En el diagnóstico de Nixon, lo importante de la guerra era que en ella estaba en juego mucho más que el territorio vietnamita o sus habitantes: la lucha era por la credibilidad del poder estadounidense a nivel mundial (Shawcross, 1979). Esto no era, sin lugar a dudas, cuestión menor en un contexto de Guerra Fría caracterizado por la lucha entre las visiones de mundo contrapuestas de los EEUU y la URSS. El triunfo de los vietnamitas sobre la potencia mundial, a criterio americano, incentivaría al resto de las facciones comunistas belicosas alrededor del mundo a alzarse en armas, a la vez que desmotivaría a los aliados que los EEUU aún conservaban en el Sudeste Asiático y daría así lugar a los sucesos previstos

en la teoría dominó. Con esta idea en mente, Henry Kissinger (s.a.), su Consejero de Seguridad, escribió: “Nosotros ya no estamos peleando en Vietnam por los vietnamitas, estamos también peleando por nosotros mismos y por la estabilidad internacional” (citado en Shawcross, 1979: 87). En esta línea, el presidente norteamericano buscaba dar fin a la guerra con un desenlace que les fuese satisfactorio, y ello sólo podía conseguirse de la mano de amenazas creíbles a Hanoi y Moscú (Carvin, s.a.). Es así que desarrolló la “teoría del hombre loco”: si quería que sus amenazas tuvieran el efecto deseado, debería asegurarse de ser considerado un “hombre loco” dispuesto a todo con tal de ganar la guerra. Es en este contexto que la política de Johnson respecto de Camboya llegó a su fin. El país pasaría ahora a ser una herramienta de presión sobre sus enemigos y el campo de la puesta en práctica de su recientemente elaborada teoría: Nixon y Kissinger, al dar permiso a una intervención más directa en total violación de la neutralidad camboyana, demostrarían que estaban dispuestos a jugar por fuera de las reglas.

Ya en 1967, preocupado por el modo en que los norvietnamitas y el Viet Cong estaban escapando de los ataques por medio de sus bases en Camboya (y también en Laos), el general Westmoreland había puesto en funcionamiento el programa conocido primero como “Daniel Boone” y luego como “Salem House”. Éste consistía en misiones altamente secretas de fuerzas especiales, destinadas a tareas de reconocimiento en territorio camboyano y todavía limitadas por la neutralidad de Camboya, por lo que los soldados norteamericanos usaban los uniformes del Viet Cong u otros que no pudieran ser rastreados como pertenecientes al ejército estadounidense. Aunque este plan no tuvo los resultados esperados, sentó las bases para posteriores intervenciones: una vez que se fijó como principio que la violación vietnamita de la neutralidad camboyana justificaba una agresión de su territorio, no sería difícil retomar estas razones en el futuro (Shawcross, 1979). Además, estas primeras intervenciones pasaron inadvertidas frente a la prensa, y el gobierno de Camboya tampoco se quejó. De este modo comenzaba una firme política norteamericana de violación de territorio neutral a espaldas de su población y del Congreso, la cual adquiriría mayores dimensiones en los años siguientes.

Dos años después, en enero de 1969, la Embajada de EEUU en Saigón reportó que no había nada que sugiriese que Moscú o Pekín habían intentado presionar a Hanoi para que abandonase la guerra. Aprovechando

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el cambio de gabinete, el general Creighton Abrams, reemplazante del general Westmoreland, pidió a Washington autorización para bombardear los “santuarios” en territorio camboyano. Con el poco debate sobre las cuestiones de política exterior que caracterizó a Kissinger (Shawcross, 1979), él y Nixon decidieron que la operación se llevaría a cabo en pleno secreto, incluso respecto del Congreso. Por esa razón las misiones figuraron en los registros como realizadas en suelo vietnamita e incluyeron la menor cantidad posible de tropas. Más adelante, cuando los sucesos salieran a la luz, Kissinger (1973) diría: “No era un bombardeo de Camboya, sino un bombardeo de los norvietnamitas en Camboya” (citado en Shawcross, 1979: 28). Empezando por la “Operation Breakfast” (“Operación Desayuno”), en 1969 aviones norteamericanos bombardearon territorio camboyano en plena violación de su integridad territorial y su neutralidad. Los bombarderos B-52 volarían sobre Camboya hasta 1973 soltando más de 100 mil toneladas de explosivos, el equivalente a cinco Hiroshimas (Munro, 1979). En conjunto, el programa fue conocido como “Menú” (porque incluyó múltiples operaciones con los nombres de las distintas comidas del día)

De este modo, la política norteamericana respecto de Camboya adquiriría una modalidad dual: por un lado los EEUU respondían positivamente al reacercamiento que Sihanouk venía propiciando desde 1968, pero por el otro le exigían que lidiara con los santuarios comunistas o, en su defecto, permitiera que los EEUU lo hicieran (Shawcross, 1979). Los resultados de tal política, sin embargo, no fueron los deseados. Para evitar los ataques, los vietnamitas asentados en Camboya no dejaron el país sino que se internaron aún más en él, de modo que la superficie bombardeada creció año tras año.

El poder de Sihanouk se desvanece: el golpe (1970)

Las bombas norteamericanas destruían a su paso uno de los pilares más importantes de la legitimidad de Sihanouk: la neutralidad del país y su no implicación en la Guerra de Vietnam (Carvin, s.a.). En este contexto los comunistas anti-monárquicos dispersos por las junglas aumentaban su odio hacia el rey, a la vez que comenzaba a surgir entre la elite urbana y los cuadros militares un sentimiento de impaciencia frente a la situación. Derrotado en la causa que él mismo se había fijado como prioridad primera

y perdiendo la fidelidad de grandes grupos de poder, el gobierno de Sihanouk tenía los días contados.

En enero de 1970 Sihanouk viajó a Francia para uno de sus descansos de cura en el exterior. Él y Lon Nol habían intentado conseguir ayuda de China y la URSS para que Hanoi moderara su uso de territorio camboyano y de este modo se redujera la presión norteamericana. En el funeral de Ho Chi Minh en septiembre del año anterior, Sihanouk lo había pedido personalmente a los líderes norvietnamitas. Sin embargo sus demandas no habían sido satisfechas, y planeaba entonces visitar Moscú y Pekín antes de regresar a Phnom Penh.

En ausencia del Príncipe, el general Lon Nol (fiel a los intereses norteamericanos) cerró el puerto de Sihanoukville y organizó manifestaciones anti-vietnamitas a lo largo de todo el país, dando a sus fuerzas un plazo de 72 horas para que abandonasen Camboya. Prometió que en caso contrario serían atacadas, para lo cual había recibido artillería de Vietnam del Sur. Muchos analistas dirían que esta demanda, aparentemente descabellada, sólo podía ser hecha por un hombre con poco entendimiento del panorama político o, lo que es también probable, uno que contara con promesas de ayuda externa (Carvin, s.a.). El general aprovechaba así la ausencia del líder para radicalizar sus medidas y hacer más explícito su alineamiento con los EEUU, poniendo en peligro la neutralidad del país. Por su parte Sihanouk, a pesar de la gravedad de los sucesos y de no serle aún negada la bienvenida, decidió no dar mayor importancia a lo sucedido y continuó con su gira internacional, simplemente amenazando a sus ministros con prisión y muerte.

En este contexto, el Príncipe Sisowath Sirik Matak (quien habría debido ocupar el trono en 1941 en lugar de Sihanouk), defensor de las políticas estadounidenses en la región, concluyó que era necesario remover a su primo del poder, y para ello insistió a Lon Nol para que firmase una declaración oficial en su contra. Juntos convencieron a la Asamblea Nacional: el 18 de marzo de 1970 el príncipe fue depuesto y Lon Nol asumió el gobierno de Camboya.

Aún existe cierta discusión sobre el verdadero grado de responsabilidad de los EEUU sobre el curso de estos acontecimientos. Nixon (1985: 119) negaría todo tipo de injerencia norteamericana: “El golpe de Estado de Lon Nol nos cogió totalmente por sorpresa. Nosotros nunca lo estimulamos ni supimos nada por anticipado. Quienes insinuaron que la

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CIA era la instigadora, se las arreglaron para ignorar el hecho de que por aquel entonces ni siquiera teníamos un agente de Inteligencia en el país”. Sin embargo Frank Snepp, analista de la CIA en Saigón durante la guerra, admitiría: “Nosotros exacerbamos la crisis dando información errónea” (citado en Shawcross, 1979: 119). Además de ello, se pudo comprobar que ésta y otras agencias mantenían asiduo contacto con el Khmer Serei de Son Ngoc Tanh y apoyaban a Lon Nol en su lucha contra el comunismo. Cualquiera que haya sido la acción norteamericana, está sin embargo claro que la situación fue al menos indirectamente propiciada por los bombardeos y no puede dudarse de que el desenlace de los eventos resultó en última instancia beneficioso para sus intereses: a pesar de que en un primer momento Lon Nol prometió hacer efectiva la neutralidad sólo de palabra de Sihanouk, Camboya se alineó de facto con Vietnam del Sur y los EEUU.

Es en este escenario que entraría en juego la Doctrina Nixon. En ella se proponía que los EEUU proveerían ayuda material y asesoramiento a los países asiáticos para hacer frente al comunismo externo e interno, pero manteniéndose lo menos comprometidos posible en la arena política. De este modo, a pesar de la fuerte injerencia que los EEUU buscaban tener -y en efecto tenían- sobre el curso de los eventos en Camboya, en todo momento declararon que el gobierno de Lon Nol debía ser independiente, aun cuando fuese “amigo” del norteamericano. Por el momento entonces, aunque no consideraban posible que las fuerzas oficiales pudiesen vencer al comunismo (ni conveniente que las tropas de Vietnam del Sur se hicieran cargo por su cuenta) (Shawcross, 1979), apoyaron secretamente al nuevo régimen camboyano dejando en claro que ante cualquier amenaza real por parte del comunismo la reacción norteamericana no se haría esperar.

Sihanouk desde el exilio y el avance del comunismo

Antes de 1970, el comunismo en Camboya no contaba todavía con la fuerza necesaria para llevar a cabo sus objetivos. Refugiados en las junglas y sin contacto con la mayor parte de la población, el enojo de clase que su rebelión de izquierda exigía era suavizado por la figura del Príncipe (Shawcross, 1979). De este modo, sus magros resultados no se explican ni única ni principalmente por la represión de Sihanouk, sino más bien por el hecho de que eran una sociedad religiosa, conservadora y poco instruida en

la cual la alimentación básica no constituía (aún) un problema (Shawcross, 1979). No es de extrañar entonces que los principales líderes comunistas no fuesen los propios campesinos (que constituían la mayor parte de la población) sino los pocos camboyanos de clase media que habían podido estudiar en Europa.

Sin embargo, 1970 representó para ellos una oportunidad extraordinaria. Con Sihanouk fuera del poder y Lon Nol como enemigo visible contra el que dirigir sus ataques, el KR se puso al mando de la lucha por la independencia y neutralidad del país, antes monopolio de Sihanouk (Shawcross, 1979), y empezó a reclutar un número creciente de seguidores. Saloth Sar y sus compañeros se hicieron definitivamente de la dirección del partido y crearon una guerrilla denominada Oficina 100 en la frontera con Vietnam del Norte. El Viet Cong, ante las perspectivas de crecimiento del movimiento, pidió a sus líderes que retrasaran su agenda revolucionaria en Camboya hasta que los EEUU fueran completamente expulsados de la región.

Mientras tanto Sihanouk había buscado refugio en China y asumió desde allí un rol activo en el conflicto. Aunque aún contaba con el apoyo de la población campesina, su laxa estructura organizativa no le era de utilidad para la consecución a distancia de sus objetivos inmediatos (Carvin, s.a.). Presionado por Chou En-lai y Pham Van Dong (Primer Ministro de Vietnam de Norte), decidió unirse a sus previos enemigos del KR, quienes, en contra de lo que habían predicado hasta el momento, aceptaron la propuesta. Al respecto el príncipe (1970) diría: “He elegido no estar ni con los americanos ni con los comunistas, porque consideré que eran dos peligros, el imperialismo americano y el comunismo asiático. Fue Lon Nol el que me obligó a elegir entre ellos” (citado en Shawcross, 1979: 125). El 23 de marzo hizo entonces su primer llamado a las armas, disolviendo irrevocablemente el gobierno de Phnom Penh y estableciendo un nuevo gobierno en el exilio, el FUNK (National United Front of Kampuchea, Frente Unido Nacional de Camboya). Bajo la bandera de la liberación nacional pidió que todos aquellos que fuesen valientes se sumaran en las selvas a la guerrilla del KR. De este modo, desde Pekín Sihanouk destinaba sus esfuerzos diplomáticos a aislar al gobierno de Lon Nol a la vez que intentaba atraer más apoyos a su nuevo frente (Shawcross, 1979), entre los que primero estuvieron el Viet Cong, el Pathet Lao (guerrilla de Laos alineada con el comunismo norvietnamita) y el gobierno de Hanoi. Pekín, aunque

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daba asilo a Sihanouk y mostraba signos de acercamiento con el KR, no se comprometía abiertamente con su causa y buscaba en primer término convencer a Lon Nol de que desplazara los santuarios hacia la frontera sin atacarlos. Este acercamiento por parte de China, que desde un principio se demostró ambivalente y cambiante en sus esfuerzos diplomáticos y militares, se constituiría como uno de los factores de inestabilidad que prolongarían e intensificarían el conflicto durante las décadas siguientes (Hood, 1990).

Esta reestructuración de las alianzas resultaba favorable al KR. En este contexto la guerrilla se vería entonces presionada a llevar a cabo una serie de ajustes, cuando no en el plano de sus objetivos, al menos en el de sus discursos y alianzas. Mientras en el período previo le había resultado de utilidad oponerse al gobierno de Phnom Penh con un discurso fuertemente anti-monárquico, ahora encontraban en Sihanouk, a nivel internacional, la identidad y el atractivo del que carecían y, a nivel nacional, una figura de liderazgo que le aseguraba el apoyo masivo que no había tenido hasta el momento (Shawcross, 1979). La figura del Príncipe derrocado y la devastación de los bombardeos norteamericanos, aprovechados por una guerrilla flexible en su discurso pero aún firme en sus objetivos, determinaron entonces un fuerte crecimiento del KR después de 1970. La Guerra de Vietnam y sus efectos sobre la Camboya vecina no sólo habían logrado derrocar a un líder que había estado al frente del país por casi tres décadas sino que además estaban fortaleciendo a un enemigo antes demasiado débil para ser tenido en cuenta.

Aunque se pretendían aliados, cabe destacar que esto fue visto con preocupación por el gobierno de Hanoi. A pesar de que entendían la presencia de un comunismo vecino como respaldo a su propia cruzada, temían que su fortaleza le otorgara cada vez más independencia respecto de sus lineamientos (Shawcross, 1979). En efecto, la actitud de China le estaba dando al KR la confianza necesaria para distanciarse de sus colegas vietnamitas e iniciar así ese movimiento de autonomía. A esto se sumaba la desconfianza del KR respecto de Moscú, el principal respaldo de Hanoi, que aún reconocía al gobierno de Lon Nol y mantenía misiones diplomáticas en Phnom Penh (lo hizo hasta 1973).

La invasión (1970)

A pesar de la declarada neutralidad de Lon Nol, los hechos demostraron lo contrario. Las tropas y la fuerza aérea de Vietnam del Sur y de los EEUU incrementaron sus ataques sobre las áreas de frontera presionando así a que los norvietnamitas se internaran aún más en territorio camboyano. Estos sucesos contaron, si no con el consentimiento de Lon Nol, al menos con su pasiva aceptación. Esto comenzó desde temprano a minar las bases del nuevo régimen.

Mientras tanto los EEUU asistían al gobierno de Phnom Penh de distintas maneras: no sólo le proveían armas necesarias para combatir con sus propias fuerzas a los comunistas sino que también decidieron liberar en Camboya a las unidades khmer que venía entrenando en secreto en territorio vietnamita: los Khmer Krom y el Khmer Serei. En la Casa Blanca Kissinger informó al Consejo de Seguridad Nacional que se debía tomar cartas en el asunto de manera inmediata: mientras los comunistas no fueran expulsados de Camboya, las tropas norteamericanas en Indochina peligraban. Fue entonces que en la noche del 22 de abril de 1970 Nixon autorizó, sin consultar al Congreso, el planeamiento final para la invasión de Camboya, a comenzar el 27 de abril. Según diría, su objetivo no era expandir la guerra sino precisamente lo contrario, terminar la guerra en Vietnam. Se puso así en marcha la “Operation Shoemaker” (“Operación Zapatero”) para la que no se coordinó ninguna acción con el gobierno camboyano. La sorpresa de éste fue por lo tanto tal que Lon Nol, aún respaldado por Norteamérica, diría que se trataba de una violación de la integridad territorial de su Estado.

Lon Nol debió entonces ser terminante frente a China y dijo que no había posibilidades de seguir tolerando los santuarios en su territorio. Los chinos, que días antes habían sido anfitriones de una conferencia en contra del imperialismo que reunía a Sihanouk con los líderes revolucionarios de la región, se comprometieron por completo con la causa del exiliado Príncipe camboyano. El 5 de mayo Sihanouk anunció la formación del GRUNK (Royal Government of National Union of Kampuchea, Gobierno Real de la Unión Nacional de Camboya) y éste sí fue ya reconocido por China. Un día más tarde, Vietnam del Norte, China y Corea del Norte rompieron relaciones diplomáticas con Camboya.

En los EEUU la invasión se dio a conocer el 30 de abril y la reacción

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pública no se hizo esperar. El Congreso comenzó a discutir lo que había sido un abuso de poder por parte de Nixon, y finalmente el 22 de diciembre sancionó la enmienda Cooper-Church en que prohibía al Poder Ejecutivo cualquier intervención militar directa en Camboya después del 30 de julio. Por primera vez ocurría que el Congreso legislaba para restringir al Presidente, y Nixon debió fijar públicamente el 30 de junio como la fecha de retiro de sus tropas. Sin embargo, él y Kissinger harían caso omiso de las restricciones impuestas por el Congreso, y hasta 1973 seguirían no sólo bombardeando Camboya sino también proveyendo al ejército de Lon Nol con armas, entrenamiento y dinero como parte de la Doctrina Nixon. De este modo, la violencia se generalizaría en el territorio khmer, lo que dificultaría aún más para el gobierno de Lon Nol el control del comunismo. Comenzaría entonces una escalada de violencia en que la acción norteamericana contra las fuerzas comunistas en Camboya haría cada vez más necesaria la asistencia del gobierno de Lon Nol para que este no se derrumbase y la teoría dominó entrase en acción (Carvin, s.a.).

Esta estrategia atentó contra la credibilidad norteamericana a nivel mundial y, en territorio camboyano, contra la del gobierno de Lon Nol (que era considerado, sino cómplice, al menos un espectador pasivo de los ataques).

Lon Nol se debilita

Como fue dicho, en este contexto de guerra el apoyo inicial que el nuevo régimen había despertado comenzaba a desvanecerse. Conjuntamente, la situación se veía empeorada por el poco carisma del nuevo líder y el deplorable estado de la economía nacional (Shawcross, 1979). La independencia económica de antaño había desaparecido, y la cantidad de comida disponible se redujo año tras año, generando severos problemas de desnutrición antes inexistentes en el país. En el pasado, sus vecinos chinos usaban como superlativo la expresión “más rico que camboyano”, en ese momento el país moría de hambre.

En 1971 se produjo un evento que ilustra el panorama camboyano de estos años. En la mañana del 22 de enero fuerzas del Viet Cong sitiaron el aeropuerto de Phnom Penh y destruyeron toda la fuerza aérea con morteros y cohetes. Ante lo sucedido, los EEUU prometieron reemplazar

los aviones, pero ordenaron que mientras tanto Lon Nol escribiera a los gobiernos de Tailandia y Vietnam del Sur para pedirles aviones de combate en préstamo, a la vez que solicitara un incremento en la cantidad de misiones aéreas sobre el país. Frente a la automática obediencia del general, la opinión de que había llegado el momento de su renuncia se generalizó y llegó incluso a su anterior apoyo, el Príncipe Sirik Matak. En este contexto, en abril de 1971 el general Lon Nol debió renunciar. Su hermano Lon Non, sin embargo, obstaculizó sistemáticamente todo intento de formación de un nuevo gobierno, de modo que el general reasumió el mando poco tiempo después.

En junio de ese mismo año, desde los EEUU Nixon anunció los nuevos objetivos de su política en Camboya, así aumentando una vez más la tensión en la zona. Ellos serían: 1) retener en Phnom Penh un gobierno opuesto a Hanoi,2) proveer al país del material suficiente para evitar su caída frente al comunismo, e 3) incentivar a su ejército a moverse más duramente contra los norvietnamitas. De este modo, y a pesar de las restricciones impuestas por el Congreso, las tropas estadounidenses siguieron bombardeando el territorio camboyano mientras las fuerzas del KR se armaban y resistían en alianza, todavía, con los comunistas vecinos. Hubo pocas grandes batallas: existía por el contrario una pérdida constante de vidas en pequeños enfrentamientos por el dominio de las vías de comunicación. Cada vez se hacía más evidente que Lon Nol no estaba a la altura de las circunstancias, y Son Ngoc Tanh, líder del Khmer Serei y también respaldado por los EEUU, empezó a presionar para convertirse en Primer Ministro.

Mientras tanto los camboyanos buscaban huir de las bombas y comenzaron para ello a acudir en masa a Phnom Penh, carente de la infraestructura y los alimentos necesarios para soportar grandes cantidades de habitantes. Empezaba así a gestarse un grave problema con los refugiados en las ciudades aún controladas por el gobierno, que llegaría a su punto máximo en 1975: cuando las tropas del KR entraron en la capital, de las más de siete millones de personas que habitaban el país, aproximadamente dos millones residían allí. El gobierno de los EEUU, por su parte, buscaba no despertar una vez más la oposición del Congreso y por ello se negaba a reconocer oficialmente el problema. Es así que a pesar de la grave situación que se vivía en las ciudades, fuertemente propiciada por los bombardeos norteamericanos, los EEUU no pusieron en práctica

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efectivos programas de acción para solucionarlos.

En medio de un escenario económico crítico y del colapso del sistema nacional de salud, el régimen se tornaba cada vez más autoritario (Shawcross, 1979). En octubre de 1971 Lon Nol cerró la Asamblea Nacional, asumió el mando de emergencia y declaró el fin de la democracia, mientras Sirik Matak imponía fuertes restricciones sobre la libertad de prensa. El estudiantado de Phnom Penh, entendiendo que la situación no era mejor que bajo el gobierno de Sihanouk, dio inicio en marzo de 1972 a una serie de protestas en demanda de la remoción de Sirik Matak. En respuesta, Lon Nol desplazó al Jefe de Estado (cargo que él mismo pasó a ocupar) y nombró a Son Ngoc Tanh parte de su gabinete. Pero las manifestaciones continuaron y el gobierno se vio presionado a sancionar una nueva constitución y llamar a elecciones libres.

La corrupción, una de las principales críticas a su mandato, era ahora moneda corriente: bajo presión norteamericana, los camboyanos perdían control de su política general y la población lo notaba (Shawcross, 1979). Los EEUU, que veían que Lon Nol fallaba en contener al comunismo en su país, en constante y alarmante crecimiento, veían en las elecciones una buena oportunidad para reemplazarlo pacíficamente (Shawcross, 1979). A fin de cuentas, eran los norteamericanos los que respaldaban su gobierno pero al mismo tiempo lo debilitaban, y en ellos parecía entonces radicar la decisión sobre el futuro del régimen. Sin embargo, cuando Lon Nol declaró que de ser vencido la ayuda norteamericana cesaría, no hubo ninguna declaración que lo desmintiese. De esta manera, y a pesar de que ciertos candidatos intentaron canalizar el renovado apoyo por Sihanouk (Shawcross, 1979), el general se impuso con el 55% de los votos.

El gobierno norteamericano era consciente de que su accionar era peligroso en cuanto despertaba rencores y enojos por parte de los comunistas que intentaba, en vano, eliminar. Sin embargo, ninguna de las dos partes de la Guerra de Vietnam tenía interés alguno en terminar la violencia en Camboya antes que en Vietnam, usando al país vecino como parte estratégica de la contienda (Shawcross, 1979). En marzo de 1972, por ejemplo, Hanoi lanzó una feroz ofensiva sobre Vietnam del Sur y en su avance cruzó la frontera camboyana, en claro signo de provocación, mostrando así el poco éxito que los EEUU habían tenido en la “liberación” de la zona. Sin embargo, se había alcanzado un punto que en que Lon Nol

no podía retractarse: estaba demasiado inmerso en el conflicto y comprometido con uno de sus bandos; de querer salirse, es probable, los EEUU atacarían Camboya aún con mayor fuerza (Shawcross, 1979).

El Acuerdo de París y el fin de la intervención militar directa de Estados Unidos en Indochina (1973)

El 27 de enero de 1973 las partes beligerantes se juntaron en París y firmaron un “Tratado para terminar la guerra y restaurar la paz en Vietnam” (Shawcross, 1979: 259). Los EEUU, cuyo desempeño en el campo de batalla no había sido satisfactorio, buscaban salirse lo antes posible del conflicto y desprenderse de sus consecuencias (Shawcross, 1979). Esto constituía un importante avance hacia la finalización total de la guerra.

En lo que concernía a Camboya, sin embargo, el tratado no obligaba a Hanoi ni a Washington a adoptar ninguna conducta en particular. En efecto, el artículo 20 legalizaba el bombardeo hasta el momento en que se pudiese hacer efectivo un cese de hostilidades en Vietnam. Aunque es probable que los EEUU quisieran un cese de fuego en Camboya, éste no podía ser garantizado: el KR hacía peligrar al gobierno de Lon Nol, y los norvietnamitas habían perdido el control efectivo sobre el comunismo vecino (Shawcross, 1979) (el conflicto entre ambos se tratará con mayor detalle en el siguiente apartado). Aunque Sihanouk se mostró predispuesto a cooperar con los vietnamitas, el KR, temiendo intenciones vietnamitas de formar una federación indochina bajo su control, adoptó la postura contraria y frustró los acercamientos.

Cualquier cese de fuego iría por ende acompañado del reemplazo del régimen de Lon Nol por alguno que incluyera o fuese por lo menos aprobado por el KR (Shawcross, 1979). Los EEUU, por su parte, querían evitar esto a toda costa: aunque decían estar retirándose de la región, era políticamente primordial mantener vivo el régimen de Vietnam del Sur y para ello necesitaban un aliado anti-comunista en Camboya (Shawcross, 1979). De este modo, el 9 de febrero de 1973 los bombardeos estadounidenses se reanudaron aún con mayor intensidad. Algunos analistas sugieren que se buscaba destruir totalmente la región para forzar al país a aceptar la asistencia de posguerra y subordinarse así a sus intereses (Shawcross, 1979).

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El gobierno de Lon Nol se debilitó entonces aún más. Aunque intentó hacer ciertos reajustes, ninguno de los actores de poder parecía interesado en un cambio real, y el autoritarismo siguió su curso (Shawcross, 1979). El problema de los refugiados ya no podía ser ignorado, y se veía empeorado porque el KR cortaba las principales rutas impidiendo el abastecimiento de las ciudades. Declarado el estado de sitio, la popularidad de Sihanouk como alternativa a la situación extrema siguió aumentando con gran fuerza.

Mientras tanto en EEUU había estallado lo que se dio a conocer como “Watergate”, revelándose los constantes abusos del poder por parte del Ejecutivo durante las dos administraciones de Nixon, sucesos que llevarían a la renuncia del presidente en agosto de 1974. Entre otras cosas, se dieron a conocer los primeros bombardeos de territorio camboyano hechos a espaldas del Congreso. El presidente y Kissinger los justificarían diciendo que habían sido indirectamente incentivados por Sihanouk para expulsar al comunismo de su país, y que el secretismo había sido una condición para proteger al Príncipe: “Sabíamos que Sihanouk aprobaría los ataques aéreos. Pero también sabíamos que no se podía permitir declararlo en público, porque por un lado violaría su neutralidad formal, y por otro correría el peligro de provocar represalias del Vietnam del Norte. Creímos que si bombardeáramos los refugios en secreto, Sihanouk probablemente guardaría silencio. En cambio, si anunciábamos los bombardeos públicamente se sentiría obligado a protestar por nuestra acción. Y a su vez, las protestas camboyanas crearían una presión en contra nuestra para suspender los ataques aéreos. En consecuencia, actuamos en secreto. […] En mayo de 1969, algunas filtraciones a los medios de comunicación revelaron aquellas operaciones. La respuesta de Sihanouk a tales noticias demostró que estaba a favor de nuestro modo de actuar. <<Tenemos aquí – manifestó en una conferencia de prensa – la primera referencia acerca de varios bombardeos por aviones B-52. Sin embargo, yo no he sido informado de ello directamente porque no he perdido ninguna casa ni a ningún compatriota ni nada de nada. Nadie quedó afectado por esas explosiones…, nadie; ni un solo camboyano.>> Y añadió: <<Si un simple búfalo o un camboyano resultaran muertos sería informado inmediatamente. Pero se trata de un asunto entre los americanos y el Viet Cong – Viet Minh, sin testigos jmeres. Y si no hay testigos jmeres, ¿de qué modo puedo protestar?>>” (Nixon, 1995: 111-112).

Al mismo tiempo llegó a la prensa estadounidense la historia de lo ocurrido en Neak Luong, ciudad camboyana bombardeada por error, con gran cantidad de civiles muertos y una multa de sólo 700 dólares para quienes se habían equivocado. El Congreso, respaldado entonces por la opinión pública, encontró la determinación para volver a hacerse cargo de la situación en Camboya (Shawcross, 1979), y en junio de 1973 sancionó una enmienda que fijaba al 15 de agosto del mismo año como fecha límite para el bombardeo del país. Aunque en un primer momento el presidente la vetó y Kissinger alegó que la medida interrumpía negociaciones que podrían haber llevado a un cese de fuego y a la desactivación del KR (imposibles de ahí en adelante porque los EEUU no podrían negociar desde una posición de fuerza), consciente de que tarde o temprano se vería forzado a hacerlo decidió cumplir con el plazo, poniendo de ese modo fin a la intervención militar directa norteamericana en Indochina.

El Khmer Rouge avanza y se independiza

Si en 1970 el golpe había significado una gran oportunidad para el KR, ahora más que nunca el contexto de guerra y de bombardeo indiscriminado constituyó el clima propicio para su fortalecimiento. Hasta mediados de 1971, aliados a Sihanouk y supervisados por Vietnam del Norte, los comunistas camboyanos se encargaron simplemente de ocupar aquellas áreas del campo que el gobierno de Lon Nol había abandonado. En ellas buscaron comportarse de modo ejemplar entre los pobladores locales: aunque sabían que muchos no eran ni iban a ser comunistas en un futuro cercano, buscaban explotar el descontento popular generado por la incapacidad del gobierno de Phnom Penh para protegerlos (Shawcross, 1979). Utilizaban las bombas norteamericanas como principal herramienta de propaganda. En el documental S21: The Khmer Rouge Killing Fields, un militante del KR cuenta sus motivos para unirse a la organización: “Pero mis verdaderas razones para unirme a la revolución eran que en 1970, la banda de Lon Nol había derrocado al Príncipe Norodom Sihanouk. Luego, el Príncipe hizo un llamado a nuestros hermanos y hermanas para que se unieran […] para liberar a nuestra nación. En mi aldea las fuerzas revolucionarias decían: ‘Vamos a liberar el país en una semana’. Fue por el llamado del Príncipe Sihanouk y por mi ira contra el bombardeo americano que me uní a la revolución” (Panh, 2002).

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Sin embargo pasaría poco tiempo antes de que comenzaran a surgir conflictos entre ellos y los comunistas de Vietnam. Ya en 1970, después del golpe de Lon Nol, Hanoi había enviado a Camboya a aquellos khmer que habían dejado su país tras de los Acuerdos de Ginebra: estos comunistas, que según los vietnamitas habían estado preparándose en su territorio para el momento de la lucha propiamente dicha, eran vistos con recelo por los camboyanos y no alcanzarían posiciones de liderazgo entre ellos. Los enfrentamientos más importantes aparecerían sin embargo en 1971 cerca de la ciudad de Takeo, con motivo de que los aldeanos y el KR comenzaban a quejarse del modo en que los vietnamitas se instalaban en sus tierras, escapando de las bombas pero atrayendo más. Por debajo de esta enemistad, no debemos olvidar, subyacía un odio étnico que databa de muchos siglos. De este modo, desde mediados de 1971 el KR comenzaría a salirse lo más posible del control de sus patronos vietnamitas. Fue en esta misma época que se empezaron a implementar en los territorios ocupados las rigurosas medidas de vida colectiva que luego caracterizarían sus años en el poder.

La relación con el otro gran apoyo con que contaban, Sihanouk, también se deterioraba. Aunque el Príncipe estaba convencido de que la situación en Camboya requería de acción inmediata (para lo que necesitaba al KR), consideraba que con Lon Nol fuera del poder él era el único que podía dar al país un futuro viable (Shawcross, 1979). Para lograrlo necesitaba conseguir el apoyo de China y los EEUU, que lo libraría de una eventual supervisión por parte del KR (Shawcross, 1979). Aunque parecía que en un primer momento los chinos lo apoyaban, considerándolo mejor opción que el KR (que eventualmente podría inclinarse hacia Vietnam y la URSS, sus principal rival en la Guerra Fría), por el momento los EEUU no le dieron su respaldo y se negaron reiteradas veces a recibirlo.

En febrero y marzo de 1973 el KR finalmente permitió a Sihanouk, que lo venía demandando desde hacía tiempo, visitar las zonas liberadas de Camboya. Sorprendido y desilusionado por las duras condiciones de vida impuestas por sus aliados, comprobó que aunque su acercamiento con el KR lo había dotado de una amplia base de apoyo en territorio camboyano, de ser llevada hasta sus últimas consecuencias haría que sus objetivos de paz y neutralidad se viesen seriamente comprometidos. De todos modos, por el momento se limitó a hablar mal de Hanoi y a referirse

a ella como traidora de la causa nacional camboyana.

Fue en este contexto que se firmaron los Acuerdos de París y que el KR se negó, contra el pedido del Príncipe, a negociar con Lon Nol. Saloth Sar (s.a.), ya en el poder, diría: “Si hubiésemos accedido a un cese de fuego en 1973 […] hubiésemos perdido frente al imperialismo estadounidense y sus lacayos; y […] nos hubiésemos convertido en esclavos de los vietnamitas…” (citado en Shawcross, 1979: 296). Éstos, por su parte, los querían forzar a un cese de fuego y comenzaron a restringir la provisión de armamentos, pero el efecto fue el contrario y el KR avanzó aún más hacia Phnom Penh. En palabras de un diplomático comunista camboyano (s.a.): “Los vietnamitas firmaron su propio acuerdo con los americanos y los B-52 que bombardeaban Vietnam fueron todos enviados a pulverizar Camboya” (citado en Shawcross, 1979: 281). En estas condiciones Hanoi ya no podía controlar al KR, que temía que los vietnamitas lo traicionaran por completo interesados por la ayuda americana que llegaría una vez terminada la guerra en sus términos (Shawcross, 1979). El sustrato de ideología comunista que los ligaba había perdido terreno frente al componente nacionalista que ambas fuerzas incluían en sus programas (Shawcross, 1979). De hecho Sihanouk (1973) diría: “Pero nosotros no jugaremos el juego del gran poder. Nosotros lucharemos por la unidad de nuestro país” (citado en Shawcross, 1979: 296). Se dio entonces en la práctica un alejamiento del KR respecto de los norvietnamitas, que pasaron a tener un rol meramente asesor. De este modo, aunque seguían recibiendo cierto apoyo logístico por parte de Vietnam del Norte, ninguna potencia en el extranjero les concedía asistencia garantizada y eran libres para tomar las decisiones militares que considerasen apropiadas por su cuenta (Shawcross, 1979).

Por su parte, los EEUU habían reanudado el bombardeo con mayor intensidad antes de la fecha límite fijada por el Congreso. Dijo Nixon: “No podíamos permitirnos ver caer al gobierno de Lon Nol, ya que perder Camboya era perder el Vietnam del Sur. Pero poco podíamos hacer. El Congreso había aprobado drásticas limitaciones a nuestras posibilidades. Desde las incursiones en Camboya de 1970, nos había prohibido iniciar operaciones militares con tropas de tierra en territorio camboyano, enviar personal de adiestramiento militar al gobierno de Phnom Penh, proporcionar ayuda que superase un límite restringido, e incluso mantener más de 200 consejeros civiles en el país en un

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momento dado. En consecuencia, optamos por la única posibilidad que nos quedaba: reanudar el bombardeo de las posiciones de los jmeres rojos” (1995: 176). Frente a esta intensificación de la violencia, el KR luchó ferozmente y avanzó sobre Phnom Penh. Ya controlaban en 65% del territorio y el 35% de la población. Los ataques los radicalizaban y de ese modo disminuían las ya pocas posibilidades que Sihanouk tenía de determinar el curso de los acontecimientos en su país.

Para agosto de 1973 la economía camboyana estaba destruida. Los EEUU, por medio de la embajada, determinaban los lineamientos de política económica y el gobierno de Lon Nol, arrinconado, no tenía más remedio que acatar. El hambre se intensificó y los refugiados siguieron llegando a Phnom Penh en enormes cantidades.

En los territorios no controlados por el gobierno central, las tropas del KR estaban emprendiendo una reorganización cada vez más necesaria (Shawcross, 1979). Los que habían logrado sobrevivir a los ataques de las bombas estadounidenses no se encontraban aún en condiciones para tomar la capital: sus hombres eran pocos y, en gran medida, sus armas aún dependían de Hanoi, mientras que el ejército oficial, financiado por los EEUU, contaba con una mayor cantidad de armas y de hombres (Shawcross, 1979). En primera instancia desarrollaron entonces una estructura política de ideología propia, buscando erradicar aquellos que consideraban los elementos tradicionales de la mentalidad camboyana: el apego a la monarquía, la vida aldeana y el budismo. En una ruptura radical con todo lo que conformaba el pasado, no pasaría mucho tiempo antes de que el mismo Sihanouk fuese víctima de los ataques de la guerrilla: destrucción de edificios de su época, críticas a su estilo de vida, denuncias de colaboración con Hanoi, además de disputas con los seguidores del Príncipe que aún integraban el Frente.

En sus territorios comenzó a surgir entonces un gobierno por el

terror, como lo llama William Shawcross en su libro (1979). Aunque los primeros refugiados en las ciudades decían estar escapando de las bombas estadounidenses, desde 1974 los rigores impuestos por el KR fueron cada vez más citados entre las causas de la huida. Fue entonces a través del terror que la organización buscó llevar a cabo sus objetivos (Shawcross, 1979), mostrando un cambio respecto de la política de comportamiento ejemplar que había adoptado a principios de los ’70.

Mientras tanto en los EEUU Nixon aún no había renunciado y

seguía brindando ayuda al gobierno de Lon Nol, en un intento de restituirlo como actor de poder que pudiera negociar desde una posición de fuerza (Shawcross, 1979). El Senado aprobó sin embargo una enmienda que prohibía la asistencia militar a Vietnam después de julio de 1974, lo que sugería de modo indirecto restricciones similares sobre Camboya en un futuro cercano (Shawcross, 1979). En este contexto, el embajador norteamericano en Phnom Penh convenció a Lon Nol de que ofreciera a los comunistas entablar negociaciones, pero tanto Sihanouk como el KR se negaron rotundamente.

Fue en agosto de ese año que como resultado del Watergate Nixon se vio forzado a renunciar a su segundo mandato. Entre los cargos imputados se encontraba el ocultamiento y el falso testimonio frente al Congreso respecto de las operaciones norteamericanas en Camboya en tanto país neutral. Desde Pekín, Sihanouk, expectante de un cambio en la política exterior de los EEUU, festejó la remoción. Pero Gerald Ford, que ocupó la vacante Presidencia, anunció a los pocos días que mantendría a Kissinger en su gabinete y dejó entender de ese modo que la política exterior norteamericana en el Sudeste Asiático continuaría bajo los mismos lineamientos (Shawcross, 1979). En esta línea, en la Organización de las Naciones Unidas (“ONU” de ahora en adelante) los EEUU ejercieron cuanta presión pudieron para que la banca camboyana siguiera ocupada por el gobierno de Lon Nol y no fuese reemplazada por el gobierno en el exilio liderado por Sihanouk -como algunos pedían-.

Por su parte, el Príncipe insistía en sus intentos de conseguir apoyo chino y norteamericano para ocupar Phnom Penh antes que el KR y surgir así como el líder máximo de la Camboya liberada. Esperaba incluso que llegado el momento Vietnam del Norte, distanciada del KR, presionara para que Sihanouk gobernara el país (Shawcross, 1979). Pero los EEUU se negaban a respaldarlo, y aunque China temía la posibilidad de una Camboya controlada por el KR (porque podía llegar a alinearse con Moscú) (Shawcross, 1979), esto fue determinante para que cambiara su política respecto del Príncipe. Durante la primera mitad de 1974, en una gira internacional emprendida por Khieu Samphan (miembro del KR y Vicepresidente del FUNK), Pekín se comprometió a proveer al KR con armas, que escaseaban cada vez más. Fueron estas las armas con que pelearían durante el año restante antes de entrar en Phnom Penh.

El respaldo de los EEUU a Sihanouk llegaría recién el 11 de abril de

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1975, cuando le ofrecieran remover a Lon Nol de su cargo para que el Príncipe pudiera regresar al país. Al parecer los norteamericanos se habían dado cuenta de que sus acciones habían herido de muerte al gobierno que ellos mismos habían respaldado, y que si querían evitar que el país cayera en manos comunistas debían restituir al derrocado Príncipe en el gobierno. Pero ya era demasiado tarde: el KR se cerraba sobre Phnom Penh.

La caída de Phnom Penh (1975)

En 1974, contando con las armas no sólo chinas sino también vietnamitas (Hanoi había reanudado la provisión), el KR tomó la ciudad de Udong, a 40 kilómetros al norte de Phnom Penh. El ejército de Lon Nol, en todo caso, no estaba bien posicionado (en ningún aspecto) para resistir a los ataques: sus armas comenzaban a escasear por las restricciones del Congreso estadounidense y sus tropas no contaban con la motivación, la disciplina ni la determinación moral de sus rivales (Shawcross, 1979).

El KR instaló 5000 hombres en la desembocadura del Río Mekong, ubicación vital para la defensa y supervivencia de la capital. Por este y otros medios cortaron las vías de abastecimiento de la ciudad, y los más de dos millones de refugiados que vivían en ella comenzaron a pasar aún más hambre. Los EEUU diseñaron planes para una provisión aérea de combustible y comida: si querían vencer al KR debían seguir ayudando al gobierno a resistir durante la estación seca (la de mayor conflictividad) y poder negociar después desde una posición de fuerza (Shawcross, 1979). Pero el Congreso, que era quien ahora tomaba las decisiones sobre la intervención norteamericana en la región, no aprobó tales propuestas del Ejecutivo.

Sihanouk observaba pasivamente cómo el KR incumplía su promesa: en enero de 1975 se habían comprometido a no ocupar Phnom Penh ese año. Sus esperanzas de ocupar el liderazgo de Camboya comenzaban a desvanecerse, pero no se atrevió aún a una ruptura pública con sus aliados.

Frente a la inminente entrada del KR en la ciudad, los japoneses y otros embajadores asiáticos convencieron a Lon Nol y a otros políticos de que sólo abandonando el país los EEUU accederían a brindarle a Camboya la ayuda adicional que necesitaba para resistir el avance comunista. Lon Nol

pidió a cambio garantías escritas de que no se aceptaría ningún gobierno comunista en su ausencia y de que, si ésta no resultaba en el aumento de la ayuda, podría regresar al país. Poco después el KR terminó de atravesar las últimas defensas del río, ingresando en la ciudad de Neak Luong y desatando una sangrienta lucha callejera. Para marzo de 1975, la caída de Phnom Penh era cuestión de días (Shawcross, 1979).

Las provisiones del gobierno comenzaban a escasear y las tropas a desmoralizarse. Ante la segura caída de la capital, el embajador norteamericano en Camboya se dispuso a abandonar el país, invitando con él a miembros de la prensa y políticos importantes, Sirik Matak entre ellos. Éste le contestó en una carta:

“Excelencia y querido amigo,

Le doy las más sinceras gracias por su carta y por su oferta de

conducirme hacia la libertad. Por desgracia, sin embargo, no puedo

marcharme de una manera tan cobarde. En cuanto a usted y en

particular a su gran país, en ningún momento pude creer que

acabarían por abandonar a un pueblo que ha escogido la

libertad. Nos han rehusado su protección y nada podemos hacer ya.

Usted se marcha y yo deseo que usted y su país encuentren la

felicidad en este mundo. Pero tome buena nota de que si yo debo

morir aquí, en mi puesto y en el país que amo, será lamentable,

aunque todos nacemos y debemos morir un día u otro. Yo sólo he

cometido la equivocación de creer en ustedes.

Sisowath Sirik Matak” (1975, citado en Nixon, 1985: 210)

En cuanto el último helicóptero norteamericano despegó, el KR lanzó sus primeras bombas sobre la ciudad. El 17 de abril de 1975 Phnom Penh era ocupada por las fuerzas comunistas del Khmer Rouge.

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Tercera Parte: Camboya en los tiempos del Khmer Rouge (1975-1979)

Año cero: el régimen del Khmer Rouge

Al avanzar las tropas del KR por las calles de Phnom Penh, los residentes festejaron el fin del sitio y la lucha. Al poco tiempo notaron, sin embargo, que los guerrilleros no celebraran con ellos: la alegría dio paso al temor y el nuevo régimen comenzó a mostrar su otra cara.

La primera medida fue la completa evacuación de las ciudades. Los residentes urbanos fueron desalojados por la fuerza mientras eran informados de que existían grandes posibilidades de que los aviones norteamericanos bombardearan la ciudad. Sin embargo las razones subyacentes, según se dijo, fueron otras. Por un lado, algunos alegan que los comunistas no contaban con la infraestructura necesaria para abastecer de alimento a las ciudades (Shawcross, 1979). Por otro, algunos explican que el KR temía que sus tropas fuesen corrompidas por la vida urbana, sus atractivos y sus lujos (Carvin, s.a.). De hecho, sus militantes se referían a Phnom Penh como “la gran prostituta del Mekong”. En este sentido, desde un primer momento se estableció una distinción central entre dos tipos de ciudadanos: la “gente antigua” -los campesinos, vistos como ciudadanos comunistas ideales para la nueva era- y la “gente nueva” o “gente del 17 de abril” -los que hasta ese momento habían residido en las ciudades-. Éstos últimos, por el hecho de no haber vivido en el campo, fueron vistos desde un principio como traidores a la causa comunista en tanto a ojos del KR habían abrazado un estilo de vida capitalista por voluntad propia (Shawcross, 1979).

Acto seguido, los extranjeros fueron expulsados en camiones del país, las embajadas cerradas (con excepción de la francesa y algunas aliadas, como la china y la norcoreana) y figuras del gobierno previo ejecutadas, entre ellas Sirik Matak y Lon Non (hermano de Lon Nol). El KR proclamó que Camboya era propiedad de su pueblo, que su gobierno no reconocía los conceptos de territorialidad o privilegio diplomático y que comenzaba así una nueva era para el país. Durante los cuatro años siguientes el estado de sitio sería constante y el país viviría casi completamente aislado del mundo exterior. El 17 de abril de 1975 el KR dio

comienzo en Camboya a un nuevo, en sus palabras, “año cero”. Esta época estaría signada por un nuevo modelo de país: fueron abolidos el mercado, la moneda, las escuelas y el budismo, a la vez que se disolvía la estructura familiar para subordinarla a una organización en campos colectivos o cooperativas. En consonancia con sus bases ideológicas, el régimen buscaría llevar a cabo el principio maoísta de la autosuficiencia y fue por ello que generaron fuertes programas de trabajo rural como medio para conseguir la autosuficiencia alimenticia y económica necesaria para encarar futuros proyectos industriales.

De este modo el gobierno adoptó una doctrina marxista con una organización leninista que posicionaba a un pequeño grupo en la vanguardia de la revolución (Shawcross, 1979). Este discurso seguía las bases de Mao y alineaba al país con la China comunista. A la cabeza del país, como Primer Ministro, estaba Saloth Sar, ahora conocido bajo el seudónimo de Pol Pot. Aunque luego sería reemplazado en el cargo, Pol Pot mantendría el poder de facto a lo largo de todo el gobierno del KR. Ieng Sary y Son Sen, que habían sido miembros del Grupo de Estudio de París, ocuparon respectivamente la cartera de asuntos exteriores y de defensa. A lo largo de los años se observaría que los principales líderes saldrían de las filas de aquellos que se habían unido a la guerrilla en 1963, relegándose a los que lo habían hecho en 1967 a un segundo plano (salvo en contadas excepciones).

Durante los dos primeros años del régimen el KR buscaría mantener en secreto las identidades de los hombres del gobierno: creían que el secretismo era una de las mejores herramientas para controlar a la población por medio del miedo (Carvin, s.a.). De este modo los camboyanos sólo fueron informados de que el país era ahora regido por “Angka” (“la organización”), y recién en 1977 sabrían que éste no era otro que el partido comunista. De hecho fue ese año cuando Pol Pot, en una transmisión radial, presentó la Kampuchea Democrática (así bautizada a principios de 1976 – “KD” de ahora en adelante) al resto del mundo.

La violencia del régimen de Pol Pot

Una de las primeras demostraciones de la violencia que el KR impondría en Camboya durante los años siguientes llegaría poco después de

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la caída de Phnom Penh. Un testimonio al respecto reza: “El 19 de abril de 1975 más de 300 oficiales del ejército de Lon Nol fueron reunidos en Battambang y se les dijo que se pusieran sus mejores uniformes y todas sus decoraciones porque iban a saludar al Príncipe Sihanouk en su regreso glorioso a la Camboya libre. Después de prepararse como les fue dicho fueron llevados en camiones y se les hizo bajar en una localidad prevista cerca de Kbal Damrei. A continuación fueron acribillados desde todos los lados” (Barron y Paul, 1977; citados en Etcheson, 1984: 145).

Pero una de las formas de violencia que se impuso desde un principio tendría otro cariz y se escondía bajo la organización cotidiana de la vida popular. Los camboyanos eran obligados a trabajar durante doce horas diarias, a pesar de lo cual no se les brindaba la comida ni el descanso suficiente. En efecto, la palabra “dormir” fue prohibida, y sólo se permitió hablar de “descansar”. Privados además de los cuidados médicos básicos (la medicina moderna había sido abolida y reemplazada por las técnicas tradicionales de los habitantes de los campos y la jungla), muchos ciudadanos comenzaron a morir bajo los rigores de este nuevo modelo de vida. Como antes se advirtió, esto representó un completo abandono de la condición de respeto y paciencia en el trato para con la población que Khieu Samphan había establecido en las bases del partido.

Paralelamente, a lo largo de todo el territorio se instalaron desde un primer momento centros de tortura y exterminio en que morirían todos aquellos considerados enemigos del régimen. Una de las ideas centrales del KR fue: “Mantener nueva gente no es ningún beneficio. Perderla no es una pérdida” (Carvin, s.a.). Bajo esta ideología, cualquier infracción menor era motivo suficiente para ser enviado a uno de estos centros de exterminio. Los registros muestran, por ejemplo, que de ser descubierto agregando pasto o insectos a la pobre ración de comida, el individuo era condenado a muerte. Además, en los territorios que habían ocupado desde tiempo antes, las tropas del KR habían adoctrinado a chicos desde pequeños y ahora los reinsertaban cerca de sus familias para utilizarlos como delatores de los delitos de sus allegados. Se impuso entonces en la KD una atmósfera de miedo y desconfianza en que las posibilidades de sobrevivir eran muy escasas (Carvin, s.a.). El mismo militante del KR que en la película S21: The Khmer Rouge Killing Fields

explicaba sus razones para unirse a la revolución, fue puesto en 1975 a cargo de la seguridad de uno de estos centros y diría: “En 1975, después de

la liberación del país, me di cuenta de que había sido engañado. Me pusieron aquí donde gente era asesinada. Cuando llegué aquí, no había ningún otro lugar donde ir. Entonces, para ganar su confianza trabajé muy duro, incluso si el trabajo era intenso, difícil y complicado” (Panh, 2002).

Uno de estos centros fue conocido con el nombre de Tuol Sleng, ubicado en lo que había sido un colegio secundario. De las 20 mil personas que entraron en él, en su mayoría militantes del KR sospechados de traición, se conocen sólo seis sobrevivientes. El objetivo de este lugar era extraer confesiones escritas de los “traidores” antes de que fuesen ejecutados. Las técnicas de presión y violencia sobre los prisioneros eran tales que muchos de los registros que se conservaron dan cuenta de confesiones que, analizadas a la distancia, parecen absurdas (Carvin, s.a.): militantes leales admitían ser espías de la CIA o la KGB. El miedo y la paranoia se generalizaron.

Cuando poco antes de morir Pol Pot fue entrevistado, dijo respecto de estos sucesos: “Por favor entiende, con mi gran carga de trabajo, sólo tomaba las decisiones concernientes a la gente muy importante. No supervisaba los rangos inferiores. […] Vine a unirme a la revolución, no a matar al pueblo camboyano. […] Éramos nuevos e inexpertos y los eventos sucedieron uno detrás de otro, con los que teníamos que lidiar. Al hacerlo, cometimos errores, como le dije. Por lo tanto, admito esto ahora y lo he admitido en las notas que he escrito. Quien quiera culparme o atacarme, puede hacerlo. Lamento no haber tenido la experiencia suficiente para controlar totalmente el movimiento. Por otra parte, con las constantes luchas, esto tenía que hacerse junto con los otros en el mundo comunista, para prevenir que Kampuchea se volviera vietnamita. Por amor a la nación y al pueblo, era la cosa correcta a hacer, pero en el curso de nuestras acciones cometimos errores” (Thayer, 1997). En los apartados siguientes se explicará sobre el peligro vietnamita al que aquí alude.

El resto de los países, por su parte, no hizo nada en ese momento para frenar el genocidio en Camboya. Teóricos opinan que las razones fueron las siguientes (Stanton, 1993): 1) la ONU estaba paralizada por la probabilidad de veto de los poderes comunistas en el Consejo de Seguridad (la URSS y China), y 2) los EEUU y Occidente en general, después de la Guerra de Vietnam, buscaban no involucrarse en otra guerra en el Sudeste Asiático. Asimismo, el aislamiento de la KD hacía difícil, cuando no imposible, tener certeza lo que estaba ocurriendo en el país; pero esto fue

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citado más como una excusa que como una verdadera razón.

Se calcula que de los más de siete millones de habitantes de Camboya para 1975, aproximadamente un millón y medio murieron bajo los rigores del KR (las estimaciones varían según la fuente, ya que se carece de registros censales de confianza). Este altísimo grado de violencia que se daría a conocer en detalle luego de la derrota del KR sería en un primer momento funcional a los EEUU en tanto justificación de sus políticas pasadas respecto de Camboya. En su libro No más Vietnams, Richard Nixon dice: “Un tercer error que muchos americanos cometieron en los últimos años de la guerra del Vietnam fue no ver que, en los conflictos del Tercer Mundo, nuestra elección no debe hacerse por regla general entre nuestros aliados y alguien mejor, sino entre nuestros aliados y algo mucho peor. En la actualidad, los liberales piden con frecuencia que los Estados Unidos rompan sus conexiones con dictadores de derechas. De lo contrario, proclaman, nos haremos culpables de apoyar a los más flagrantes violadores de los derechos humanos que existen en el mundo. Pero se equivocan, porque es evidente que los gobiernos más represivos son los comunistas. La cosa está clara. Los cubanos están mucho peor bajo Castro de lo que estuvieron bajo Batista. Los vietnamitas están peor bajo el comunista Le Duan que bajo Thies. Los camboyanos estuvieron peor bajo Pol Pot que bajo Lon Nol” (1995: 218). Estas declaraciones, como se verá más adelante, entrarían en conflicto con las políticas norteamericanas que siguieron a la caída del KR.

El papel de Sihanouk en el nuevo régimen

Cuando Phnom Penh cayó en manos del KR en abril de 1975, Sihanouk -en China- no fue oficialmente notificado de los hechos. Los miedos que el Príncipe había tenido en los últimos años se veían ahora realizados: el KR había llegado a Phnom Penh antes que él y era prácticamente seguro que no tendría lugar en el régimen de la KD. De todos modos, el Príncipe aún se mostraba en público como aliado del KR, y tras el golpe viajó a Nueva York para presentar discursos en que desmentía la violencia en la caída de Phnom Penh y llamaba a los camboyanos en el exilio a regresar a sus hogares, donde no encontrarían nada similar a lo que Sihanouk había prometido.

Aun así, el KR temía el regreso del líder, creyéndolo un factor de desequilibrio (Shawcross, 1979), y denunció reiteradas veces el modo en que los comunistas habían sido reprimidos y perseguidos durante el mandato de Sihanouk. La constitución de Camboya fue modificada y así la monarquía, que había prevalecido por alrededor de un mileno, fue abolida. En este contexto, el Príncipe se auto-exilió (se cree que forzadamente) en Corea del Norte.

Sin embargo, como se dijo anteriormente, aunque China había financiado al KR, uno de sus principales miedos consistía en la posibilidad

de un acercamiento entre la KD y la URSS (Shawcross, 1979). De este modo, Chou En-lai presionó para que el Príncipe regresara al país mitigando así las chances de que eso sucediera, y fue por ello que el 9 de septiembre de 1975 él y su mujer fueron recibidos en Camboya con honores. Ocupando el cargo de Jefe de Estado, su verdadera tarea sería la de viajar al exterior para publicitar al régimen.

Este respaldo que el Príncipe recibía de China se debilitó en febrero de 1976 tras la muerte de Chou En-lai. El 4 de abril fue removido de su cargo y prácticamente apresado en el palacio real. De allí en más, Sihanouk

no tendría roles de gran importancia dentro del régimen (Shawcross,

1979). Reaparecería en la vida pública como actor de peso recién en 1978, cuando en medio del deterioro de las relaciones con Vietnam y la consecuente presión sobre la vida camboyana su figura fue utilizada para legitimar las denuncias a Hanoi.

Relaciones exteriores de la Kampuchea Democrática

Durante los años del KR en el poder, Camboya permaneció prácticamente aislada del resto del mundo. Pol Pot pretendía demostrarle al mundo que su país no necesitaba de nada ni nadie del exterior para

sobrevivir (Shawcross, 1979). Desde un principio se interrumpió entonces el comercio exterior y las embajadas fueron en su mayoría cerradas. Entre las relaciones que sí mantuvo con los poderes extranjeros, los vínculos con China y con Vietnam son los de mayor relevancia para el estudio presente.

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La Kampuchea Democrática y China. Las relaciones entre ambos países estuvieron determinadas por una lógica más general derivada de

la relación entre China y Vietnam (Shawcross, 1979). Aunque en principio Hanoi fue apoyada por su vecino en su cruzada comunista, el vínculo entre los países se hizo más tenso después de la visita de Nixon a Pekín en 1972 y de la caída de Saigón el 30 de abril de 1975: China temía que un Vietnam reunificado adquiriera cada vez más poder, y por ende le quitó todo apoyo

militar (Shawcross, 1979). Faltos de asistencia, los vietnamitas se acercaron cada vez más a la URSS, rival chino en el contexto de la Guerra Fría. En este contexto (en que China ya apoyaba a Camboya en su búsqueda de independencia respecto de sus vecinos), Vietnam temía ser rodeado por sus enemigas China y Camboya, a la vez que China, por la URSS y Vietnam.

Esta situación determinó que China fuese prácticamente el único respaldo externo del KR, en tanto garante de la independencia camboyana respecto de sus vecinos vietnamitas. De todos modos, la pobre imagen internacional de Pol Pot hacía difícil para el gobierno chino mantener su

apoyo en los foros internacionales (Shawcross, 1979). Diplomáticos occidentales presionaron a China para que intentara persuadir a Camboya de cambiar su política general y formar un nuevo gobierno que incluyera en un rol más importante al pacifista Sihanouk.

La Kampuchea Democrática y Vietnam. Phnom Penh y Saigón

cayeron en manos comunistas con menos de dos semanas de diferencia (17 y 30 de abril respectivamente). Parecía estar ocurriendo lo que los EEUU habían previsto en su “teoría dominó”. Sin embargo, contrario a lo que cabría esperar, estos triunfos vecinos no serían complementarios ni sinérgicos (Stewart, 1989). Aunque los vietnamitas habían provisto a los camboyanos de armas y entrenamiento, la enemistad histórica entre ambos pueblos y el miedo camboyano a que Hanoi pretendiese formar una federación indochina bajo su liderazgo obstaculizó las relaciones entre estos países. Los conflictos fronterizos que habían empezado en 1971 adquirirían ahora dimensiones preocupantes, y William Shawcross dice en su libro: “…el histórico miedo de los líderes khmer de que su país fuese anexado

raramente pueda haber sido más agudo que en abril de 1975” (Shawcross,

1979: 371).

Ante los primeros enfrentamientos en mayo de 1975, Pol Pot viajó

en junio a Hanoi y a Pekín para, en vano, buscar una solución. En 1976, de todos modos, las relaciones empeoraron aún más cuando los camboyanos declararon que Vietnam había publicado un mapa de Camboya en que le negaba gran parte de su mar territorial. En diciembre de ese año Pol Pot habló por primera vez de su vecino como “enemigo de la KD”, a la vez que advertía a sus oficiales que debían prepararse para la guerra. Vietnam seguía sin embargo, por su parte, aludiendo a Camboya como “hermana”.

Durante el año siguiente los conflictos se intensificarían a lo largo de toda la frontera, y los rigores del régimen se orientaron hacia los

sospechosos de relaciones con Vietnam (Shawcross, 1979). En efecto, muchos miembros del partido fueron asesinados debido a la obsesión de Pol Pot con que no se supiera que la organización había sido fundada en 1951 con colaboración vietnamita. En julio de ese año Vietnam firmó un tratado de cooperación con Laos, que se había volcado al comunismo en 1975. El KR interpretó este movimiento como una agresión contra su régimen y, poco después Pol Pot voló a Pekín para buscar apoyo en su causa contra los vietnamitas. El sucesor del fallecido Chou En- lai le garantizó su respaldo pero le advirtió, consciente de la superioridad militar de Vietnam, que se mantuviera al margen de cualquier conflicto armado. Hanoi interpretó esta reunión como otro signo del apoyo militar chino a Camboya.

A fines de ese año el régimen denunció públicamente a Hanoi por sus pretensiones sobre el territorio camboyano, rompiendo relaciones diplomáticas el 31 de diciembre. Los vietnamitas reaccionaron contestando que las denuncias no eran más que una maniobra de Pol Pot para distraer la atención del sufrimiento que estaba imponiendo sobre su pueblo, y en enero de 1978 lanzaron su primera invasión masiva de la Camboya comunista. Era la primera vez que dos países comunistas entraban en guerra entre sí. De todos modos, para fin de mes los vietnamitas retrocedieron, llevando consigo numerosos desertores del KR que temían ser ejecutados por Pol Pot. Entre ellos se encontraba Hun Sen, quien formaría parte del ataque final sobre Camboya y emergería de él como uno de los principales líderes políticos del país.

A lo largo del año siguiente los conflictos fronterizos se intensificaron. Alegando querer recuperar la Kampuchea Krom que les correspondía, los ataques camboyanos sobre el suroeste vietnamita no cesarían a pesar de los consejos chinos. A mediados de año Vietnam y la

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URSS firmaron un tratado que los acercaba aún más y que se presentaba como una clara provocación a China y Camboya. En efecto, durante estos años Vietnam y Camboya fueron utilizados por la URSS y China como peones en su puja de intereses. En este contexto, Hanoi se preparaba esperando el momento adecuado para atacar a su vecino.

La invasión vietnamita (1978)

El 25 de diciembre de 1978 los vietnamitas lanzaron otro ataque masivo sobre Camboya. Antes de entrar habían ofrecido al KR la posibilidad de crear de una frontera desmilitarizada controlada por una misión permanente de la ONU, pero tanto Pol Pot como la ONU se habían negado. Frente a la invasión, el régimen de la KD decidió dar a Sihanouk, después de mucho tiempo, un lugar entre sus filas creyéndolo el único medio para asegurar la viabilidad del gobierno. El Príncipe viajó al exterior para promocionar la causa camboyana, y su figura fue también explotada a nivel interno para despertar el apoyo de las masas, pero era demasiado tarde: las tropas vietnamitas habían logrado avanzar muy rápidamente, y aunque en un principio sólo habían buscado erigir un buffer zone entre ellos y sus vecinos, las primeras victorias los incentivaron a cerrar sus filas sobre la capital (Carvin, s.a.).

El régimen de Pol Pot veía entonces que su fin estaba cerca: la revolución comunista camboyana había fracasado. Respecto a las causas, el periodista e historiador francés Jean Lacouture (1978) diría: “Primero el total aislamiento de la revolución. Se desarrolló en la jungla, liderada por guerrilleros que habían sido incomunicados con el resto del mundo. Se basó en campesinos sin un real control ideológico y sin serios camaradas revolucionarios. Semejante revolución es bastante difícil de mantener dentro de los límites de la lógica y de guiar en una dirección razonable” (citado en Wikipedia, 2009f). En cualquier caso, el 7 de enero de 1979 la capital caía frente al avance vietnamita. Sihanouk huyó a China, los líderes del KR a las selvas, y los vietnamitas declararon, bajo su patronazgo, el nacimiento de la República Popular de Camboya. Aunque en forma de castigo China lanzó un ataque con cien mil tropas sobre Vietnam en febrero, el conflicto duró tan solo 17 días, después de los cuales los chinos se retirarían alegando que ya se había castigado demasiado a los vietnamitas. Se alcanzaba entonces un nuevo equilibrio en que Vietnam

veía consolidada su hegemonía sobre toda Indochina.

Cuarta Parte: Camboya bajo ocupación vietnamita (1979 - 1989)

Phnom Penh se alinea con Hanoi

Con la caída del KR tras la invasión vietnamita en enero de 1979 se estableció en Camboya un nuevo gobierno encabezado por Heng Samrin y Hun Sen, ex-militantes del KR que habían desertado y huido a Vietnam años antes. Aunque no se trataba de un gobierno estrictamente vietnamita, sí fue instituido y respaldado por Hanoi, y contaba además con la presencia estable de sus tropas y asesores, recibidos (al menos en un principio) con entusiasmo por la población local (Boua, 1993; Munro, 1979): a pesar de la enemistad étnica, con su ingreso los vietnamitas habían puesto fin a la matanza generalizada perpetrada por el KR.

La situación que encontraron a su paso a principios de 1979 era crítica: la devastada población carecía de comida, insumos médicos e infraestructura básica. De este modo, Camboya necesitaba más que nunca de la asistencia internacional, pero, bajo el argumento de que los vietnamitas constituían en el país una fuerza de ocupación que debía retirarse, la ayuda no llegaría al país hasta que se llegara a un acuerdo. Los EEUU impondrían sobre Phnom Penh las mismas medidas económicas y diplomáticas que había aplicado sobre Vietnam después de su retirada: el embargo económico y el Acta de Comercio con el Enemigo, liderando un bloqueo occidental al régimen de Heng Samrin. Los recursos básicos para la producción agrícola (predominante en el país) cesaron su entrada en el país, y de esta manera la actividad que podría haber ayudado a los camboyanos a rearmar su economía se vio fuertemente obstaculizada (Boua, 1993). Asimismo, la ayuda humanitaria de la ONU, crucial para casos extremos como este, le fue negada a Camboya a lo largo de toda la década. En esta línea, Eva Mysliwiec (autora de un libro sobre la cuestión) nos dice que durante estos años “Camboya es el único país del tercer mundo al que le es negada la ayuda para el desarrollo de la ONU” (citada en Boua, 1993: 273). El gobierno de Heng Samrin aplicó en este contexto una política económica de orientación marxista que, con el esfuerzo de la población,

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rendiría sus frutos; pero la falta de recursos limitaría las posibilidades de éxito de cualquier política local (Boua, 1993). Vietnam no podía, aislado también del mundo occidental, asumir por su cuenta la asistencia de su vecino, y vemos por ejemplo que para enviar cargamentos de alimento debió pedir a los pobladores del sur que donasen parte de sus raciones de comida. De esta manera, se allanaba el camino para la asistencia soviética de los regímenes de Hanoi y, consecuentemente, Phnom Penh (Munro, 1979).

El nuevo gobierno camboyano no sería entonces reconocido por la ONU ni los países occidentales hasta muchos años después, y la representación de Camboya a nivel internacional quedaría en manos de Sihanouk y el KR. Este último, por su parte, tomó la posta en la lucha por la liberación nacional y fue entonces utilizado a conveniencia por los poderes que miraban con recelo la hegemonía vietnamita (y por ende soviética) en la región. En la lógica del mundo bipolar, parece ser que cualquier herramienta era útil a la hora de frenar el avance rival, y en este caso el carácter comunista y genocida del KR no impidió que los EEUU lo utilizaran como medio para debilitar a Hanoi y Moscú. El asunto de un eventual triunfo de la guerrilla, en todo caso, era un tema que debía ser tratado más adelante.

Sus líderes y la facción que aún les era leal, por su parte, conservaron el nombre de Kampuchea Democrática y huyeron hacia el oeste del país para instalarse en campos de refugiados a lo largo de la frontera con Tailandia. En los próximos apartados se estudiarán las razones por las cuales el gobierno tailandés, con el apoyo de China, los EEUU y la ONU, permitió tal conducta. Desde allí dirigieron entonces una guerra de guerrillas contra el gobierno recientemente establecido en la capital. Ante el panorama de hambre y la amenaza militar del KR -que los gobiernos occidentales se ocuparon de mantener viva-, serían muchos los camboyanos que dejarían el país en los ’80.

Pero no serían los únicos opositores del nuevo régimen: el pro-monárquico FUNCINPEC (Front Uni National pour un Cambodge

Indépendant, Neutre, Pacifique, et Coopératif, Frente de Unidad Nacional para una Independencia Neutral, Pacífica y Cooperativa) liderado por Sihanouk -que había nuevamente huido a China- y el KPNLF (Khmer

People’s National Liberation Front, Frente de Liberación Nacional del Pueblo Camboyano) liderado por Son Sann, ambos no comunistas, se

erigieron junto al KR como los principales grupos de oposición.

La invasión vietnamita abría de este modo paso a un período en que China y los EEUU no dudarían en utilizar al KR y Tailandia como meras herramientas a esgrimir en su puja de intereses con el bloque soviético (Munro, 1980), situación que terminaría sólo ante la resignación vietnamita.

Los intereses y el accionar de China en Camboya

Desde hacía mucho tiempo Pekín temía las aspiraciones vietnamitas en Indochina y el potencial riesgo a la seguridad nacional que podía conllevar el ser “englobado” por la URSS y una Indochina pro-soviética. Aún en el caso de que China no pretendiera hacerse de la hegemonía en la región, quería por lo menos evitar que cualquier otro poder, especialmente el soviético, la obtuviera (McGregor, 1990). De esta manera, los chinos se negaron a dialogar directamente con Hanoi sobre la ocupación de Camboya y lo incluyeron por el contrario en sus charlas con Moscú: la retirada de las tropas de Phnom Penh (junto con el retiro de las fuerzas soviéticas de Afganistán y una reducción de las tropas en la frontera sino-soviética) fue requisito para la normalización de las relaciones entre las potencias comunistas. En esta línea, serían muchos los analistas que interpretarían la política china respecto de Camboya como un apéndice de su relación con la URSS; mientras que otros, por el contrario, creerían que tenía un aspecto particular más relacionado con el temor chino a un Sudeste Asiático liderado por Hanoi, y que se remonta a tiempos en que el comunismo soviético no era todavía visto como un rival (McGregor, 1990).

Estas preocupaciones llevaron a China a atacar Vietnam en febrero de 1979 en represalia de la invasión vietnamita de Camboya. Sin embargo, los líderes chinos eran conscientes de que no podrían ejercer por sí mismos la presión necesaria para neutralizar a Vietnam, de modo que decidieron cambiar de estrategia. Entendiendo el conflicto en Camboya como el principal demandante de los recursos vietnamitas, de ahora en adelante Pekín buscaría forzar a Hanoi a requerir niveles crecientes de asistencia soviética por medio del respaldo de los grupos camboyanos de oposición, para poder luego explotar las tensiones resultantes entre Vietnam y la URSS (McGregor, 1990). Además, mientras para el ataque habían debido movilizarse por su cuenta, en esta nueva tarea no se

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encontrarían solos sino que contarían con el respaldo de los principales poderes occidentales. El ministro de asuntos exteriores chino Huang Hua (s.a.) diría entonces: “Por el momento los vietnamitas no estarán de acuerdo en retirarse de Kampuchea porque sus dificultades no son grandes… Entonces lo que necesitamos hacer es […] dar asistencia moral, política, diplomática y material a las fuerzas kampucheanas patrióticas, mientras mantenemos presión económica, política y militar sobre Vietnam” (citado en McGregor, 1990: 270). Comenzaría entonces una política china respecto del asunto que, en los términos de la Guerra Fría, podría entenderse como una contención de Vietnam (McGregor, 1990). Interesados en el mantenimiento de un status quo en la región, Pekín empezaría a financiar a las fuerzas del KR para asegurarse de que no se llegara a ningún acuerdo político hasta que se pudiera erradicar la presencia vietnamita. Tailandia, aliada con Pekín y alarmada por el avance vietnamita en la región, asilaría a los militantes del KR en campamentos fronterizos bajo el rótulo de refugiados políticos, situación que además les garantizaría la asistencia de la ONU. El gobierno de Bangkok sería además utilizado para canalizar las armas y demás recursos necesarios para mantener la presión del KR sobre el gobierno de Heng Samrin. De todos modos, China no abandonaría las demandas respecto de un retiro de las tropas invasoras: a pesar del respaldo recibido, las fuerzas del KR se encontraban en desventaja numérica respecto de las vietnamitas, y servirían más a un objetivo de debilitamiento continuo que a una eventual victoria militar definitiva (Chang, 1983).

Lord Palmerston, quien fue Primer Ministro del Reino Unido en dos ocasiones durante el siglo XIX, dijo que los países no tienen amigos ni enemigos permanentes, sino sólo intereses de ese tipo (Talbott, 1989). En efecto, en el caso chino se observa que esta máxima probó ser cierta. Interesados en la independencia de la región, antes de 1975 los chinos habían temido una victoria del KR por su potencial alineamiento con Moscú; ahora, con el mismo objetivo, utilizaba a la guerrilla como un arma a esgrimir contra la presencia vietnamita/soviética en la península.

En la misma línea, China volvió a dar asilo a Sihanouk y de este modo contribuyó a dotarlo de la legitimidad internacional necesaria para ser considerado el verdadero líder de Camboya. Aunque en un principio logró conciliar el respaldo del Príncipe con la ayuda brindada al KR, logrando concesiones de ambas partes para integrar demandas conjuntas,

más adelante esta alianza sería difícil de mantener y esta estrategia bifronte por parte de Pekín terminaría por traer problemas para la estabilidad a largo plazo en la región (Hood, 1990).

Por otra parte, en el ámbito internacional China buscó generar cuanta oposición a la ocupación vietnamita le fue posible. Aunque lo consiguió de parte de los países de Occidente, que colaboraron al bloqueo pretendido por Pekín, no todos los países del Sudeste Asiático miraron su política con buenos ojos. Agrupados en ASEAN (Association of Southeast

Asian Nations, Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), los Estados de la región, aunque consideraban problemática la ocupación vietnamita, no veían en el financiamiento del KR su solución, y desconfiaron por tanto de las intenciones chinas en la zona (Chang, 1983).

Los Estados Unidos y Occidente colaboran con el Khmer Rouge

En 1972, preocupado por el poder y la influencia soviética en el Sudeste Asiático, Pekín se había esforzado por mejorar sus relaciones con los EEUU y sus aliados, incluyendo la cercana Filipinas en que el gigante americano aún tenía bases. En el contexto de la Guerra Fría, aunque China era comunista y los EEUU eran sus enemigos ideológicos, ambos tenían el mismo enemigo (la URSS) y eso los convertía en aliados de facto. Aunque durante los ’80 las relaciones entre China y la URSS mejorarían, lo que podría haber llevado a un debilitamiento del lazo sino-americano, el creciente poderío económico y diplomático de Japón en la región incentivó a Pekín a seguir defendiendo una constante presencia aliada de los EEUU en la región, que, creían, ayudaría a no tornar a China irrelevante en la resolución de los conflictos asiáticos (Bert, 1993). Estos factores determinaron que Norteamérica se alineara con el gobierno chino en lo tocante al conflicto camboyano.

En esta línea, en 1979 el Consejero de Seguridad de la administración Carter, Zbigniew Brezinsky, implementó una política exterior conocida como “jugar la carta de China”. Su objetivo era separar lo más posible a Pekín de Moscú, y para ello respaldarían -e incluso incentivarían- la política china de contención en Camboya: esto les permitiría debilitar mortalmente a Vietnam, ahora no sólo por medio del bloqueo económico y diplomático sino también del drenaje de sus recursos en los

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territorios vecinos. Algunos estadounidenses opinan que el propósito de tal accionar no era sólo aumentar la tensión entre Pekín y Moscú sino también, lo cual no suena del todo irracional, vengarse de su humillante derrota en Vietnam (Atkins entrevistado en Munro, 1990a).

Los tres pilares de su política respecto de Camboya fueron entonces, de acuerdo con el historiador australiano experto en el tema Ben Kiernan (1993b), los siguientes: 1) el veto a los planes de ayuda a Camboya en la ONU, el Banco Mundial y el FMI, 2) apoyo a las tropas del KR, y 3) apoyo militar a los aliados del KR. Estos dos últimos objetivos, sin embargo, eran difíciles de conciliar con los lineamientos ideológicos que los EEUU predicaban. Brezinsky diría entonces: “Yo incentivé a los chinos a apoyar a Pol Pot. Yo incentivé a los tailandeses a ayudar al Khmer Rouge. La cuestión era cómo ayudar a la gente camboyana. Pol Pot era abominable. Nunca lo hubiéramos podido ayudar. Pero China podía.” (Blum, 2000). De este modo, los EEUU bloquearían comercial y diplomáticamente al régimen de Heng Samrin a la vez que comenzarían secretamente a proveer al KR con alimentos, ayuda financiera y ayuda militar. Tal como en el caso chino, su objetivo no sería un triunfo militar del KR (que podría hasta llegar a ser nocivo a sus intereses futuros de comercio con la región), sino el debilitamiento del gobierno de Phnom Penh. Como parte de esta política observamos por ejemplo que en 1980 el Programa de Alimentación Mundial fue presionado por el gobierno norteamericano para que entregara grandes cantidades de comida al ejército tailandés, que serían luego canalizadas hacia el KR. Evidencia de la ayuda y sus dimensiones fue encontrada en una carta de Jonathan Winer, Consejero del Senado, en que dejaba en claro la procedencia de la ayuda que el KR estaba recibiendo (aun cuando su contenido fuera posteriormente desmentido).

Al mismo tiempo los EEUU presionarían junto con China al gobierno tailandés para que permitiese los campamentos de refugiados en su frontera con Camboya. Se sospecha incluso que una de las bases era propiedad de la ONU y del gobierno norteamericano (Munro, 1991). Algunos opinan que de este modo buscaban principalmente generar un “efecto imán”, forzando a la asustada población camboyana a refugiarse en los campamentos y logrando así desestabilizar al gobierno de Phnom Penh (Munro, 1980). Las misiones de ayuda internacional enviadas a la frontera fueron entonces utilizadas para dar protección a las armas que China y los EEUU pretendían usar contra la ocupación vietnamita. Uno de sus

miembros, de hecho, declaró: “Mire, estamos siendo manipulados por los gobiernos pero no hay nada que podamos hacer…” (entrevistado en Munro, 1980), a la vez que uno de sus compañeros dijo: “Todo lo que hacemos en alimentar un ejército” (entrevistado en Munro, 1980).

En este contexto, los EEUU instalaron el KEG (Kampuchean

Emergency Group, Grupo de Emergencia Camboyano) en la frontera tailandesa con el supuesto objetivo de dar apoyo y consejo a las facciones no comunistas opuestas a Phnom Penh. Al respecto, el miembro del KEG Lionel Rosemblatt declaró: “Tratamos de hacer varias cosas. La primera es tratar de seguir la situación general de los refugiados. […] Nuestra segunda función ha sido tratar de ver qué pasa con la financiación norteamericana” (entrevistado en Munro, 1980). Sin embargo es sabido que el grupo se encargaba de que la ayuda y las armas norteamericanas llegasen a las manos del KR, y que haría lo necesario para que, por ejemplo, en 1981 ya fueran 50 los agentes de la CIA instalados en los campamentos dirigiendo las misiones. De hecho, cuando se suponía que los EEUU sólo estaban asistiendo a las facciones no comunistas, el Vice Premier y Ministro de Defensa camboyano Tea Banh diría en 1991: “Es bastante obvio en el campo de batalla que las tres facciones incluyendo al Khmer Rouge están usando las mismas armas” (entrevistado en Munro, 1991). Sorpresivamente, Lionel Rosemblatt no niega que la ayuda estuviese llegando a manos del KR: “El peso relativo en términos de esfuerzo de alimentación es marcadamente mayor en los casos que no incluyen al Khmer Rouge. La sensación siempre ha sido de que no se puede ir por la frontera y decir ‘Ok, políticamente, estás excluido’…” (Munro, 1980).

Esta estrategia se hizo parte de la política oficial cuando la administración Reagan proclamó su doctrina en 1985: el gobierno de los EEUU se reservaba el derecho de ayudar a “luchadores de la libertad” insurgentes contra regímenes pro-soviéticos en el tercer Mundo, sin directo involucramiento de las fuerzas norteamericanas y despertando así la menor atención pública posible. Para la doctrina, el carácter de las fuerzas aliadas, “abominable” (según las palabras de Brezinsky) en el caso del KR, era un mero detalle. Sin embargo en 1988 el Congreso sancionaría una resolución en que instaba a los EEUU a oponerse a un eventual regreso del KR al poder y fue firmada y elevada al status de ley por Reagan en octubre de ese año. Como cabía esperar, sin embargo, esta ley no alteraría el

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accionar norteamericano (Martini, 2007). Los EEUU no estuvieron solos en la implementación de tal política, y consiguieron el apoyo de la mayor parte del bloque occidental en el ámbito diplomático y en la provisión de armamentos. El mismo Ministro de Defensa camboyano diría: “Las armas usadas contra nosotros por el Khmer Rouge tienen marcas que muestran que vienen de países occidentales, incluyendo Francia, Suecia y Alemania Occidental” (entrevistado en Munro, 1991). Michael Sontheimer, corresponsal en el Sudeste Asiático para un diario alemán, diría con respecto a la ayuda brindada por su país: “Es una posición totalmente inmoral pero el gobierno puede darse el lujo porque la gente no sabe nada sobre Camboya y Alemania Occidental” (entrevistado en Munro, 1991). En la misma línea, más adelante pudo probarse que el SAS (Special Air

Service, fuerza de operaciones especiales del ejército británico) había estado entrenando durante cinco años a fuerzas de Sihanouk y del KR, a pesar de las declaraciones opuestas por parte del gobierno británico.

Conjuntamente, a lo largo de toda la década del ’80 el bloque occidental liderado por los EEUU votaría en la ONU para que las distintas coaliciones que incluían al KR ocuparan la banca de Camboya en la Asamblea General. Asimismo, las misiones de ayuda del Programa de Desarrollo de la ONU no serían enviadas al país hasta junio de 1989, a pesar de lo cual el veto norteamericano forzó a que la misión fuese retenida en Bangkok y se limitase a estudiar el caso camboyano desde el país vecino.

El régimen de Bangkok, aunque también preocupado por el avance comunista en la región, no se mostraba entusiasta con respecto a la utilización de su territorio para la provisión de un movimiento guerrillero, pero no contaba con la fuerza suficiente como para oponerse a los grandes poderes por su cuenta. El Consejero de Política Exterior del Primer Ministro de Tailandia Kraisak Choonhavan dijo sobre el tema en una entrevista: “Es muy difícil cortar el flujo de armas extranjeras que llegan al KR por medio de Tailandia. […] En los registros figuran nuestros pedidos a los gobiernos occidentales de que paren de mandar esas armas.” (entrevistado en Munro, 1991). A lo que agrega, frente a la pregunta de por qué no se ejecutan las medidas necesarias para levantar los campamentos de refugiados con presencia del KR: “Tememos que de hacer algo drástico con los civiles bajo su control, serán llevados todos juntos de vuelta a Camboya y sufrirán mucho más” (entrevistado en Munro, 1991). Años

después Bangkok pediría al KR que se retirara de su territorio y la administración Bush contestaría amenazando con quitarle los privilegios comerciales. Pocos días más tarde desde Bangkok se declaró que era indispensable que el KR tuviera un lugar en el gobierno de una Camboya libre.

Tal política por parte de los EEUU, como se señaló para el caso chino, conllevaba ciertos riesgos en cuanto a la estabilidad camboyana en el largo plazo. Aunque por el momento el fortalecimiento del KR (se calcula que las tropas guerrilleras se duplicaron en número llegando a las 30 mil (Munro, 1980)) servía a sus intereses, debería encontrarse el modo de desactivar sus fuerzas a tiempo para asegurar una paz duradera funcional a los intereses comerciales norteamericanos. Como se verá, esta no sería tarea fácil. Al respecto, Chester Atkins, congresista norteamericano, dijo en 1991:

“Si nuestra ayuda encubierta y abierta tiene éxito, tendrá el resultado

directo de devolver al Khmer Rouge al poder. Ese es el resultado final de

cualquier tipo de éxitos militares de la gente que estamos apoyando. Es el

único caso en la historia que puedo recordar en el que desesperadamente

no queremos el triunfo militar de la gente que estamos apoyando, y pienso

que estamos jugando un juego muy peligroso con nuestra política… y la

política de los EEUU es simplemente una obscenidad” (entrevistado en Munro, 1991).

Cuando se le preguntó acerca de las razones de tal actitud, Atkins contestó: “Creo que es porque hay un pequeño grupo de gente en la cabeza del Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional que sigue peleando la Guerra de Vietnam” (entrevistado en Munro, 1991).

Las facciones de oposición y el Gobierno de Coalición de la Kampuchea Democrática (GCKD)

Para Sihanouk el derrocamiento del KR había significado, entre otras cosas, la posibilidad de ganar nuevamente preeminencia por sobre sus anteriores aliados. De todos modos, y con cierto recelo, se vería presionado por China y por la situación misma a estar junto al KR en la lucha contra la ocupación vietnamita.

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En septiembre de 1981, para tener una mejor imagen ante la comunidad internacional, los líderes comunistas disolvieron el Partido Comunista de Kampuchea y declararon su apoyo a los principios de la economía de mercado y la tradición religiosa. Conjuntamente, al año siguiente los EEUU y China presionaron para que el FUNCINPEC, el KPNLF y el KR se uniesen en una coalición que permitiera unir fuerzas a la vez que, una vez más, mejorar la imagen del KR a nivel internacional y hacerla más aceptable ante el resto del mundo. Se creó así el GCKD (Gobierno de Coalición de la Kampuchea Democrática), de orientación no comunista, presidido por Sihanouk, con Khieu Samphan como Vicepresidente y Son Sann como Primer Ministro. Esta organización ocuparía la banca camboyana en la ONU y desde allí permitiría reforzar la presión internacional sobre Hanoi, a la vez que aumentar la asistencia internacional a sus propias fuerzas.

Este giro liberal del KR traicionaba por completo los lineamientos que el grupo se había fijado ya desde su fundación. Observamos entonces que, sin alterar sus intereses de hacerse del poder en Camboya, el KR se embarcó en un cambio de alianzas y discursos que, ajustándose a la lógica propia de la Guerra Fría, le permitiría entrelazar su conflicto con los intereses de las grandes potencias para poder así recibir el respaldo que necesitaban. Pol Pot diría entonces: “Podremos adoptar una línea liberal-capitalista, pero no cambiamos nuestra verdadera naturaleza” (citado en Munro, 1991). Grupos comunistas alrededor del mundo, sin embargo, condenarían tales conductas por parte del KR. En 1983 Fidel Castro diría públicamente: “Pol Pot y Ieng Sary, genocidas de Kampuchea, ¿no son hoy los más fieles aliados del imperialismo yanki en el sudeste de Asia?” (Castro, 1983).

Sihanouk, por su parte, todavía no se mostraba muy entusiasta respecto de trabajar con las fuerzas guerrilleras del KR. Diría ante las cámaras: “Yo no quiero una solución militar al problema, sino una solución política pacífica. Pero para obtener una solución política con Vietnam y la URSS, hemos de pelear primero. Y pelear es tener al Khmer Rouge también en la Coalición, porque son la fuerza de lucha más importante” (Munro, 1990a).

Las diferencias internas del nuevo frente se evidenciaron en diciembre de 1987 cuando Sihanouk organizó encuentros con Hun Sen (Primer Ministro del gobierno de Camboya), reabriendo los canales de

diálogo. Después de estas charlas Sihanouk llevaría a Pekín la propuesta de Hun Sen de desarmar al KR, pero los chinos se negarían. Poco tiempo después el Príncipe anunció su renuncia del GCKD alegando que las tropas del KR habían atacado sus fuerzas. Esta acusación era en segunda instancia contra China misma en tanto principal proveedora del KR, y tenía el objetivo de que Pekín, para respaldarlo en su intento negociador, redujera su apoyo al KR. China sin embargo, sabiendo que el GCKD no podría tener éxito sin la presencia de Sihanouk, instó a todas sus facciones para que se mostrasen de acuerdo con las actitudes de su Presidente y de esta manera el frente se mantuviese unido. En mayo de 1989 Sihanouk denunciaría ante ministros extranjeros que los líderes de Pekín lo habían amenazado con atacar sus fuerzas si persistía en la intención de abandonar la Coalición. Situaciones similares volverían a suscitarse en 1990 cuando a pesar la expresa oposición del KR Sihanouk volviese a sentarse en la mesa de negociación con Hun Sen para discutir un cese de fuego. A pesar de haber llegado a un acuerdo, la presión china y del KR obligó a que Sihanouk tuviera que desdecirse y romper sus compromisos.

Vietnam resiste en Camboya

Desde el momento de su ingreso en territorio camboyano, Vietnam había fijado las condiciones precisas para su retirada: la erradicación completa del KR y el fin de lo que consideraban la amenaza china sobre la región. Aunque la cooperación de Tailandia podría haber ayudado a la concreción del primero de los objetivos, la presión china y norteamericana hizo que tales intentos fuesen vanos. En cuanto al segundo, hubiera requerido tratados bilaterales de no agresión entre China y cada uno de los países de la región, lo que hubiera significado un reconocimiento de sus respectivos gobiernos y por ende era poco probable por el momento.

De esta manera, la estrategia de Vietnam a lo largo de toda la década sería la de sacar el asunto camboyano de los foros internacionales y en especial de la ONU, intentando escapar a la presión extranjera y, bajo una postura moralista, llegar a un acuerdo regional que excluyera a China y los EEUU. En efecto, ante el aislamiento que le fue impuesto desde un principio, Vietnam buscó afianzar los lazos con los países miembros de ASEAN. En esta línea se negó a reconocer la existencia de un problema, alegando que la unidad de los tres países (Vietnam, Laos y Camboya) era

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necesaria para proteger la independencia futura de cada uno de ellos respecto del expansionismo chino.

En mayo de 1980 Hanoi propuso a Bangkok un tratado de no agresión. De este modo buscaba privar al KR de la protección en sus campamentos de refugiados a la vez que el reconocimiento tailandés del gobierno de Phnom Penh. Pero, junto con ataques armados a la frontera ente Tailandia y Camboya e iniciativas diplomáticas similares al resto de los países de ASEAN, los esfuerzos vietnamitas no tendrían éxito. Los objetivos de Pekín y de Hanoi eran radicalmente opuestos y no podría llegarse a un acuerdo hasta que alguna de las partes renunciara a sus intereses.

La retirada vietnamita (1989)

Con la llegada al poder de Mijaíl Gorbachov a mediados de la década del ’80, la política general de Moscú cambiaría radicalmente. Considerando la fuerza económica el apoyo principal de todo poder geopolítico, la URSS buscaría sentar las bases de un contexto internacional pacífico en que poder aumentar su poderío económico. Esto requería un avance en la normalización de los vínculos con China y, para ello, un distanciamiento respecto de Hanoi bajo la forma de una reducción de la ayuda (McGregor, 1990). Asimismo, el interés soviético en la región disminuía constantemente por lo que la URSS consideraba una mala administración de los recursos provistos a Hanoi (Kiernan, 1993b). Los vietnamitas, por su parte, seguían vanamente intentado sacar al KR de la frontera tailandesa a la vez que soportando las presiones de pequeños ataques en su propia frontera con China. En este contexto entonces, frente a los nuevos lineamientos diseñados por Moscú, Hanoi debió comenzar a lidiar con la idea de un rol más limitado en Indochina (McGregor, 1990).

En efecto, se puede observar que las políticas de Gorbachov estuvieron en última instancia en sintonía con los objetivos que China se había fijado años antes. Ahora que la cuestión de los recursos se volvía crucial, el aumento de los necesarios para que Vietnam pudiese encarar la situación en Camboya había conseguido distanciar a Hanoi de Moscú y de este modo un acercar a China y la URSS.

En este contexto, en mayo de 1988 Vietnam anunció sus primeros

planes de retirada para fines de ese año. Ésta pretendía ser una demostración de buena voluntad respecto de los países de ASEAN, cuyo apoyo Vietnam seguiría buscando hasta último momento (Chang, 1983). En mayo de ese año las partes en conflicto se reunieron en Bogor (Indonesia) y Hanoi volvió a hablar de la neutralización del KR y de la necesidad de una fórmula política para el futuro gobierno como condición para su completa retirada. No sería hasta abril de año siguiente que Hanoi renunciaría a esta última demanda y prometiese retirar sus fuerzas para fines de año bajo la única condición del fin de la asistencia militar extrajera a las facciones de resistencia camboyana.

Antes de que ésta tuviese lugar, entre el 30 de julio y el 30 de agosto de ese año Francia fue sede para la Conferencia Internacional sobre Camboya, en que se reunieron las cuatro facciones camboyanas con representantes de China, la URSS, los EEUU, Vietnam y otros actores internacionales. A pesar de la voluntad de acuerdo de todas las partes (y de la promesa china de cesar la ayuda al KR a la vez que exigía la retirada vietnamita), la opinión general fue de que los acuerdos terminaron en fracaso y no condujeron por sí mismos a ningún resultado sustantivo (Hood, 1990).

Aun así los vietnamitas prosiguieron con los planes anunciados en abril de 1989. Hanoi esperaba que esta actitud le valiera el reconocimiento diplomático por parte de Washington, lo que conllevaría la remoción del embargo comercial y el fin de su aislamiento respecto de Occidente. En última instancia esto resultaría en la tan esperada llegada de ayuda, comercio, créditos y tecnología (Talbott, 1989). De esta manera Vietnam, debilitada por una guerrilla insurgente que no había podido controlar y por el aislamiento impuesto por la potencia norteamericana, retiró completamente sus tropas de Camboya en septiembre de 1989 en lo que el mundo llamó “el Vietnam de Vietnam” (Benjamin, 1989: 11).

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Quinta Parte: Camboya se encamina hacia la paz (1989 – 1993)

El vacío de poder y el avance del KR

Ahora que los vietnamitas habían completado unilateralmente su retirada, negando la posibilidad de una eventual reinvasión en caso de peligrar el gobierno del ahora Primer Ministro Hun Sen, las facciones de resistencia se lanzaron a la conquista de un lugar de poder en el orden post-vietnamita que se abría en 1989. En efecto, desde mitad de año miles de guerrilleros que se habían refugiado en la frontera con Tailandia comenzaron a salir de sus bases para ocupar filas en territorio camboyano.

En octubre entonces las tropas del KPNLF lanzaron una serie de ataques en el noroeste del país, capturando dos pueblos con el expreso objetivo de poner a prueba la fuerza del gobierno de Phnom Penh y de esa manera instarlos a negociar. Esto era sólo una pequeña demostración de lo que podía ocurrir en caso de que el KR, mejor equipado y más radicalizado, decidiera unirse a la lucha (Benjamin, 1989). Para ese momento esta última organización contaba aproximadamente con una fuerza de entre 25 y 30 mil hombres, conjuntamente con las armas necesarias como para luchar por uno o dos años más (dependiendo de la intensidad del combate). Aunque el régimen de Phnom Penh contaba con una fuerza de armas mayor (provista por Moscú), la determinación y la motivación fanática de las tropas del KR las colocaba como un enemigo a temer.

China, por su parte, también estaba preocupada por la nueva situación en Camboya. Aunque la retirada unilateral de los vietnamitas reducía el control que éstos podían ejercer sobre la vida cotidiana de sus vecinos, Pekín temía que el resultante clima de inestabilidad forzara a Phnom Penh a recurrir a Hanoi en busca de ayuda y de ese modo la influencia vietnamita no disminuyera en el largo plazo. Los chinos por lo tanto cambiarían su política de contención de Vietnam por una de roll

back (reducción de su poder) (McGregor, 1990). En este sentido alegaron que los vietnamitas no se habían retirado por completo (opinión no compartida por la mayoría de Occidente) y que por lo tanto seguirían financiando al KR hasta que los vietnamitas retirasen todas su tropas bajo supervisión internacional y se llegara a un “acuerdo comprensivo” sobre el asunto: un arreglo político que colocara en el gobierno a una coalición

formada por las cuatro facciones camboyanas, incluyendo al KR. Esta opción era la que tanto las facciones de resistencia como los EEUU y otros actores internacionales habían buscado conseguir desde charlas previas. Mientras tanto, las sanciones económicas continuarían hasta que se llegara a tal compromiso, y los EEUU, por el momento, respaldaron a Pekín en tales disposiciones.

Hun Sen se opuso firmemente y fue respaldado en esta postura por Moscú, al parecer incentivada por el ejemplo de la inesperada supervivencia del régimen de Najibullah por ella respaldado en Afganistán (Benjamin, 1989). Además, la paulatina mejora de las condiciones económicas, junto con el recuerdo cercano de la matanza del KR, hacían que a ojos del gobierno la mayor parte de los camboyanos no quisiera ver al KR regresando a Phnom Penh. La confianza del gobierno respecto de esto último lo llevó entonces, antes de terminar 1989, a entregar miles de rifles a los aldeanos para que frenaran el avance del KR y pudieran, en caso de necesidad, defenderse (Benjamin, 1989).

La situación, por lo tanto, no había mostrado grandes mejoras desde la retirada vietnamita. Las tropas guerrilleras avanzaban sobre Phnom Penh (Sihanouk contaba con fuerzas armadas instaladas a tan sólo 120 kilómetros de la capital) y el KR volvía a controlar grandes extensiones de territorio. En este clima, la intransigencia del régimen de Hun Sen respecto de un acuerdo político retrasó el fin del aislamiento camboyano aún más: la tan necesaria ayuda para el desarrollo no llegaría hasta que se alcanzara un “acuerdo comprensivo”.

Los esfuerzos diplomáticos y el cambio de política de los Estados Unidos

Aunque en un primer momento Washington respaldó la nueva actitud ofensiva de Pekín, el 18 de julio de 1990 el Secretario de Estado James Baker anunció desde París un cambio de política: a) por primera vez se entablarían charlas sobre el asunto con Hanoi, b) se brindaría ayuda humanitaria para los niños camboyanos, y c) se dejaría de reconocer al KR y su coalición con banca de Camboya en la ONU.

Al parecer, con los vietnamitas fuera del país los EEUU se disponían finalmente a devolver el país a las condiciones políticas no comunistas

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previas a 1975 (Kiernan, 1993b) para entablar entonces relaciones comerciales más fuertes con el Sudeste Asiático. Aunque en una primera instancia habían usado al KR para desestabilizar al gobierno pro-vietnamita de Hun Sen, eran conscientes de que ahora cualquier victoria de la guerrilla comunista podría devolverla al poder, sin que sus compañeros de coalición (quienes a pesar del prolongado financiamiento externo no habían podido articular una fuerza militar propia de solidez) pudieran limitarlo en sentido alguno (Kiernan, 1993). En esta misma línea por lo tanto los EEUU buscarían dar mayor respaldo al FUNCINPEC y el KPNLF, a la vez que llevar el asunto a los grandes foros internacionales en donde podrían sacar provecho de su liderazgo en lo relativo a los asuntos globales. De este modo para los EEUU, que habían logrado su objetivo y forzado a los poderes locales a ceder, el KR perdía valor y podía incluso llegar a ser un obstáculo en una región en crecimiento.

Esta nueva política conllevaba por otra parte un claro entendimiento de que tal viraje sería repudiado por los países de la región (Kiernan, 1993b). En efecto, pocos días después, en una de las varias JIM (Jakarta Informal Meetings, Reuniones Informales de Jakarta) que se llevaron a cabo en estos años, los estados miembros de ASEAN repudiaron la actitud norteamericana calificándola de retroceso en el camino hacia una solución política al conflicto camboyano. Aunque ellos tampoco querían ver al KR tomar el gobierno de Phnom Penh, insistían en que su presencia en la coalición seguía siendo absolutamente necesaria si se quería sacar a Hun Sen del poder. Baker volvió sin embargo a ratificar su decisión alegando que el avance del KR era ya incontrolable y que de seguir así terminaría eclipsando todo compromiso político-diplomático, lo que dejaba entrever la preocupación norteamericana respecto de las victorias militares del KR (Chua-Eoan, 1990).

Paralelamente, de esta manera los EEUU aumentaban la presión sobre Pekín para que abandonase su asistencia a la resistencia comunista en Camboya. Sin embargo esto no sucedería sino hasta un año después, cuando en vistas del retroceso del comunismo en Europa Oriental e incluso en la declinante URSS, Hanoi y Pekín aunasen esfuerzos y normalizasen sus vínculos (Bert, 1993). En efecto, en noviembre de 1991 (después de los Acuerdos de París, tratados en el siguiente apartado) China y Vietnam reanudaron relaciones diplomáticas.

Aunque en un principio las facciones de Sihanouk y Son Sann se

opusieron a las nuevas medidas, el nuevo contexto las forzó a alejarse del KR para estrechar relaciones con el gobierno de Hun Sen, que en 1991 cambió el nombre de su partido por el de CPP (Cambodian People’s Party, Partido Popular Camboyano). Aunque esto no cambiaba el equilibrio militar entre las facciones beligerantes (el CPP y el KR seguían en bandos rivales), sí colocaba mayor presión política sobre el KR y ayudaría a crear las condiciones necesarias para un acuerdo de paz definitivo sobre el asunto (Takeda, 1998).

Los Acuerdo de París (1991)

Fue en este clima que, reunidas todas las facciones en conflicto con dieciocho ministros extranjeros del resto del mundo, el 23 de octubre de 1991 se firmaron en París los “Agreements on the Comprehensive Political

Settlement of the Cambodian Conflict” (Acuerdos sobre un Arreglo Político Comprensivo del Conflicto Camboyano). Los principales puntos del acuerdo fueron los siguientes:

1. Establecimiento de un gobierno transicional encabezado por la ONU.

Éste recibía el nombre de UNTAC (United Nations Transitional Authority in

Cambodia, Autoridad Transicional de las Naciones Unidas en Camboya), y era el cuerpo que concentraría todo el poder necesario para la correcta implementación de los acuerdos de paz. Con anterioridad se enviaría a Camboya una misión de casi 300 personas llamada UNAMIC (United Nations

Advance Mission in Cambodia, Misión de Avance de las Naciones Unidas en Camboya) con el objetivo de juntar información sobre la situación general del país y de este modo definir los requisitos generales para el envío de UNTAC.

2. Creación de un representante especial para supervisar y representar

a Camboya en la ONU. Este cuerpo fue conocido como en SNC (Supreme National Council, Consejo Supremo Nacional), y estaba formado por seis representantes del gobierno y otros seis de las tres facciones opositoras reunidos bajo el liderazgo de Sihanouk, que había vuelto al país y había instalado por consulta popular algo similar a una monarquía constitucional. Aunque este cuerpo no constituía un gobierno propiamente dicho, solía

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confundirse con éste, pues era la única y legítima fuente de autoridad durante el período de transición. Sin embargo, delegaba a UNTAC todo el poder necesario para la consecución de la paz.

3. Elecciones generales para reemplazar al gobierno transicional.

Pactadas para 1993, elecciones libres y limpias deberían designar una asamblea constituyente que sancionara una nueva constitución y se convirtiera luego en una asamblea legislativa responsable de la conformación del gobierno. Fue con el objetivo de crear un entorno político y económico en que las elecciones pudiesen llevarse a cabo libremente que UNTAC fue instituido con derechos y obligaciones en diversas esferas centrales de la vida camboyana, entre ellas la administración civil, la ley y el orden y el control del campo militar. Sobre las últimas me referiré en el próximo punto. A diferencia de lo señalado por el candidato del KPNLF Son Sann, para asegurar ese entorno era necesaria también la llegada de ayuda internacional para el desarrollo, que permitiría remediar las condiciones de extrema pobreza en que estaba sumido el pueblo camboyano (Boua, 1993).

4. Cese de fuego y reducción de todas las fuerzas de las cuatro

facciones en un 70%, siendo el restante 30% reagrupado y reubicado en

áreas bajo supervisión de UNTAC. Paralelamente, UNTAC debía verificar el retiro de las tropas extranjeras asegurándose de que no volvieran al país, implementar un programa de prevención contra las minas y dar fin a la provisión extranjera de armamentos.

De este modo se ponía en marcha un programa de dos billones de dólares que constituía el plan más costoso que la ONU jamás hubiese emprendido hasta el momento. Para el éxito de este plan de paz era crucial la capacidad del gobierno de reincorporar a la sociedad a aquellos refugiados y soldados que volverían a sus hogares con el fin del conflicto (alrededor de 600 mil personas), pero varios analistas coinciden en señalar como el factor principal la voluntad de las partes de cumplir en tiempo y forma con sus compromisos, dado que ellas contaban con todos los recursos que podrían determinar el destino de las negociaciones de paz (Kanharith, 1993). Vemos por ejemplo que al conservar un 30% de las fuerzas, éstas podían ser utilizadas para intimidar y amenazar a los votantes

(Rasy, 1993), lo que atentaría contra los objetivos del plan en cuestión.

Las facciones camboyanas, los Acuerdos de París y la preparación para las elecciones

El CPP. Tras los acuerdos, esta facción contaba con ciertas desventajas respecto de sus rivales: la imagen de ser un gobierno instalado por Vietnam, los problemas económicos derivados del embargo occidental y del cese de la ayuda comunista y demás perjuicios a su imagen provocados por la permanencia en el poder durante más de una década (Kanharith, 1993). Sin embargo, el CPP es también quien presentaba las características que lo ubicaban como el mejor preparado para triunfar en elecciones: era quien había luchado más fuertemente contra el regreso del KR (temido por la mayoría de la población), el más estructurado y el que controlaba la mayor parte de la población y del territorio (Kanharith, 1993). De este modo, este grupo parecía ser un elemento necesario en cualquier coalición de gobierno que pretendiera ser exitosa (Kanharith, 1993).

FUNCINPEC y la figura de Sihanouk. Desde un primer momento tras los acuerdos de paz, el Príncipe había decidido mantenerse al margen de la contienda electoral y renunciado entonces al liderazgo de su partido, dejándolo en manos de su hijo Rannariddh. Muchos autores coinciden en señalar que de este modo Sihanouk se posicionaba como uno de los principales garantes de la paz en el país y la región (Kanharith, 1993).

Mientras tanto, el FUNCINPEC experimentaba una crisis de liderazgo agravada por el hecho de que la mayor parte de sus miembros eran expatriados camboyanos que no residían en su país o que no contaban con una gran base de apoyo en él. Incentivados de todos modos por los consejos de su previo líder y por la voluntad de formar parte del gobierno resultante de las elecciones de 1993 (Kanharith, 1993), el FUNCINPEC, contra la resistencia de algunos de sus partidarios, buscó estrechar lazos con el CPP.

El KPNLF. Esta facción siempre había sido vista por los camboyanos como una alternativa intermedia entre la monarquía promovida por el FUNCINPEC y el violento comunismo del KR, motivo por el cual también

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recibirían en la contienda electoral el apoyo de los EEUU y Tailandia, que buscaban contrarrestar el poder del KR a la vez que evitar un posible resultado acorde a los intereses chinos y vietnamitas (victoria del CPP-FUNCINPEC) (Kanharith, 1993). Sin embargo, conflictos internos entre sus partidarios y sus fuerzas armadas habían debilitado al partido al punto de hacer de su victoria en las urnas un hecho harto improbable (Kanharith, 1993).

El Khmer Rouge. El nuevo panorama presentaba múltiples señales que ponían al KR en alerta. La apertura al mundo exterior y la libre difusión de ideas que los acuerdos conllevarían amenazaban con resquebrajar el bloque ideológico del KR, lo que podría también ocurrir por las mejoras en las condiciones de vida como resultado del aumento de la asistencia internacional (Kanharith, 1993). Además, nunca antes se había el KR comprometido ni había intentado llegar al poder por medio de elecciones.

Sin embargo, y contra lo que cabría imaginarse, este grupo también se había visto beneficiado por la firma de los Acuerdos de París. En principio observamos que con su participación consiguió que la palabra “genocidio” fuese omitida del plan de paz y de este modo sus acciones pasadas no fuesen catalogadas en el foro internacional con esa carátula. Pero principalmente, “la operación de la ONU ha dado al KR exactamente lo que querían. Le han dado tiempo y legitimidad” (Pilger en Munro y Pilger, 1993). De este modo, se estima que entre 1991 y 1993 el territorio ocupado por el KR se duplicó llegando a las mayores extensiones observadas desde 1979.

Aun habiéndose comprometido, la cuestión del cumplimiento de los tratados constituía un “ capítulo aparte”: según Stanton (1993), no honrarían los acuerdos si ello no conllevaba un aumento es su poder o legitimidad. De este modo, en el período que siguió a 1991 el KR ocultó fuerzas, se negó a desarmar las restantes, violó los sucesivos ceses de fuego e hizo lo posible por obstaculizar el despliegue de las fuerzas del UNTAC en las zonas bajo su control. La justificación recurrentemente citada era que aún quedaban tropas vietnamitas ocultas en el país, pero UNTAC nunca pudo encontrarlas ni el KR señalarles su ubicación. Con esta misma excusa fueron cientos los civiles asesinados por la guerrilla en los años del gobierno de UNTAC.

En cuanto a las elecciones propiamente dichas, los líderes del KR

afirmaron que sólo se trataba de una situación temporaria que demoraba la llegada de una inevitable guerra civil. Sin embargo, adaptándose a las condiciones del momento, el KR adoptó tres prioridades para la competencia electoral (Kanharith, 1993): a) aumentar su control del territorio, b) explotar los puntos débiles y de disenso entre las facciones, y c) educar económica y políticamente a sus militantes. Las fuerzas militares, por su parte, se dedicarían a intimidar a los votantes y a guardar posiciones en caso de que estallase la lucha armada.

Como fue dicho, el éxito de los Acuerdos dependía principalmente de la buena disposición de las partes a ajustarse a los términos del arreglo, por lo que tal actitud del KR hizo peligrar todo el proceso de paz. Japón, que comenzaba a mostrar un rol más activo en la arena internacional, quiso intervenir en el asunto e intentó, junto con Tailandia, convencer al KR de que cumpliera con los plazos y objetivos fijados por el plan de paz. Aunque el KR no accedió a tales pedidos, estos esfuerzos diplomáticos ayudaron a crear la voluntad internacional necesaria para aislar al KR de sus apoyos externos (Takeda, 1998). Vemos por ejemplo que en 1992 la ONU prohibió la importación de madera camboyana, producto que había ayudado al KR a sobrevivir frente a la reducción de la asistencia de sus anteriores patronos (los EEUU y China). No sólo se decretó tal medida sin también se amenazó a Tailandia con un embargo petrolífero si no accedía a cumplir.

En este contexto, China y Tailandia accedieron a permitir elecciones parciales sin participación del KR, a diferencia de lo que se había pautado en 1991. Esto representaba el fin del apoyo chino de la guerrilla comunista. Finalizada la Guerra Fría e instalado un nuevo orden unipolar, China se veía presionada por la nueva política que los EEUU habían inaugurado en 1990. Asimismo, la normalización de sus relaciones con Vietnam y la caída de la URSS hacían cada vez menos necesario el mantenimiento de un grupo que había tenido más valor por su carácter desestabilizador del régimen pro-vietnamita que por su camaradería ideológica.

Elecciones nacionales (1993)

Fue en este contexto que en 1993 se llevaron a cabo las elecciones que se habían pautado en los Acuerdos de París. A pesar de que habían sido

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sólo cuatro las facciones a la hora de firmar los acuerdos, para enero de 1993 y, según se cree, con el respaldo de los EEUU (Boua, 1993), los partidos en contienda eran más de veinte. En la campaña, los principales objetivos citados por los partidos políticos eran dos: la reconstrucción y la reconciliación nacional. De este modo, cada partido proponía una solución distinta en lo que respectaba al KR, quien hasta último momento se empeñó en boicotear las elecciones.

Los resultados, para sorpresa de muchos, fueron favorables para el FUNCINPEC. A pesar de este hecho, Hun Sen asumió en el cargo de segundo Primer Ministro y conservó el poder de facto del país, de modo que no tuvo lugar un real traspaso del mando (McCargo, 2005).

Sexta Parte: Camboya democrática (1993 – Actualidad)

Breve recorrido por el panorama político de Camboya

La apertura de un nuevo período democrático en Camboya traería también consigo algunos problemas. Los dos primeros ministros, Norodom Ranariddh y Hun Sen, se mostrarían frecuentemente enfrentados (a excepción de lo que respectaba a la actitud a tomar frente al KR).

En vista de las elecciones de 1998, en que se elegiría a un solo Primer Ministro, Ranariddh decidió formar con Khieu Samphan el Khmer

Solidarity Party (Partido de la Solidaridad Khmer), un nuevo partido que se distanciaría de la figura de Pol Pot pero atraería a los ex-simpatizantes del KR. Frente a tal actitud, las tropas de Hun Sen comenzaron a armarse y en julio de 1997 llevaron a cabo un sangriento golpe de Estado en que derrocaron al hijo del Príncipe. Poco después declararon que seguían comprometidos con el calendario electoral y consiguieron que otras facciones que se habían declarado neutrales frente al conflicto se pronunciaran a favor del nuevo gobierno de Phnom Penh.

De todos modos, el impacto del golpe sobre la economía y las relaciones exteriores del país fue ciertamente negativo (Peou, 1998). La entrada del país en ASEAN, aprobada a fines de 1996, debió ser pospuesta y la ayuda internacional, con la promesa de ser reanudada al estabilizarse el contexto político, fue fuertemente reducida. De todos modos, por primera vez en mucho tiempo, las potencias mundiales no se involucraron

militarmente en el conflicto y es la opinión de muchos analistas que fue esto lo que impidió que el golpe resultara en una guerra civil de mayores proporciones (Peou, 1998).

Las elecciones de 1998 fueron efectivamente llevadas a cabo y en ellas triunfó el CPP, llevando a Hun Sen una vez más al poder. Iba perfilándose entonces en Camboya un sistema regido por la hegemonía del CPP. Dice entonces Duncan McCargo (2005: 106) citando a Larry Diamond (2002: 25):

“El sistema de partidos está haciéndose cada vez más hegemónico y

está haciendo que Camboya se parezca a México en los tiempos del PRI,

con un ‘partido en el gobierno relativamente institucionalizado que

monopoliza la arena política, y usando la coerción, el patronazgo, el

control de los medios, y otros medios para evitar que la oposición

partidaria legal tenga reales posibilidades de competir por el poder’”

A través de los años entonces, el patronazgo en las áreas rurales y los recursos derivados de la ayuda extranjera han ayudado al CPP a perpetuarse en el poder (McCargo, 2005). A lo largo de estos años el único obstáculo a la concentración de poder ha sido una vez más Sihanouk que, aunque constitucionalmente vedado del gobierno y retirado al más bien protocolario cargo real, se erigió a lo largo de estos años como una fuente alternativa de legitimidad (McCargo, 2005).

Este problema volvería a aparecer en las elecciones de 2003, en que el gobierno se opuso en las urnas al FUNCINPEC y al partido liberal conocido con el nombre de su líder, el SRP (Sam Rainsy Party, Partido de Sam Rainsy). Aunque el CPP se impuso en los resultados, la necesidad de conseguir una mayoría de dos tercios para formar un gobierno retrasó su consecución por cerca de un año, amenazando así la frágil estabilidad del sistema. Los líderes del FUNCINPEC y del SRP, por su parte, decidieron unirse en la Alianza de Demócratas (AD) y ofrecer su apoyo al CPP bajo condición de que no fuese Hun Sen quien ocupara el cargo de Primer Ministro. Éste se negó, y once meses después de las elecciones el CPP y el FUNCINPEC llegaron a un acuerdo por el que Hun Sen volvería a ocupar la cabeza del régimen. Ciertos analistas opinan que en estas condiciones estos partidos se encuentran en un proceso de abandono de su ideología inicial para transformarse en partidos post-ideológicos cuya preocupación

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principal pasaría por la obtención de posiciones de poder (McCargo, 2005). En las elecciones de 2008, y reforzando la tendencia hegemónica, Hun Sen y su partido volvieron a imponerse en las urnas.

Ciertos teóricos opinan que la baja calidad institucional en Camboya encuentra su justificación en que los estándares de lo que constituye un mal por parte del gobierno son demasiado bajos, aceptándose sin más ciertas irregularidades consideradas menores (McCargo, 2005). Esto los lleva a hablar de una posible “democratización prematura” del país: las condiciones generales, especialmente en lo relativo a la cultura de la población, no estaban aún dadas como para afrontar responsablemente una democratización del sistema político en el momento en que se lo hizo (McCargo, 2005). Bajo este mismo argumento dicen sin embargo que quizás, por el contrario, la apertura democrática haya llegado demasiado tarde: aunque el Estado era débil, el CPP ya había logrado arraigarse fuertemente (McCargo, 2005).

El fin del Khmer Rouge

Un año después de las elecciones de 1993, el movimiento de Pol Pot fue finalmente declarado ilegal y se redujo de ese modo a un núcleo duro de dimensiones más acotadas. En un golpe que lo debilitó aún más, en agosto de 1996 la mano derecha de Pol Pot, Ieng Sary, estableció una alianza con el gobierno por la cual gran parte de la población y de los territorios ocupados volvieron a ser controlados por Phnom Penh. En noviembre del año siguiente su fortaleza, Pailón, fue declarada una municipalidad del gobierno y el pueblo de Anlong Wang pasó a ser el último bastión del KR.

Pol Pot, por su parte, veía a su movimiento desvanecerse ante sus ojos. A mediados de 1997, frente a una nueva defección masiva en favor de Ranariddh, el líder ordenó el asesinato de su jefe de defensa Son Sen junto con el de toda su familia. El general guerrillero Khan Nun dijo entonces: “Estamos en contra de la matanza khmer de otros khmer y del asesinato de los líderes de nuestros rangos. Desde ese día, el régimen del Pol Pot se terminó” (citado en Farley, 1997). De este modo, el líder, ya anciano y enfermo, fue juzgado por sus camaradas y sentenciado a arresto domiciliario, donde moriría un año después sin haber enfrentado más

cargos que los de su propio grupo. Ante la noticia, el presidente de los EEUU Bill Clinton se pronunció del siguiente modo:

“La muerte del líder del Khmer Rouge Pol Pot ha traído de vuelta la

atención internacional a uno de los capítulos más trágicos de

inhumanidad en el siglo veinte – algunos del Khmer Rouge, que ha

ejercido el liderazgo desde 1975 a 1979, están aún vivos y comparten

la responsabilidad por los monstruosos abusos a los derechos

humanos cometidos durante este período. No debemos permitir que

la muerte del más notorio de los líderes del khmer Rouge nos frene en la

igualmente importante tarea de llevar a los otros a la justicia” (citado en Blum, 2000).

Esta muerte ha significado, en todo caso, el fin del KR: en 1998 los combatientes restantes fueron desmovilizados y los campamentos de refugiados levantados, repatriándose así a 46000 refugiados como parte de una operación de ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados).

El juicio al Khmer Rouge. En el artículo II de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de la ONU (de la que Camboya forma parte desde 1950): “…se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total a parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial, o religioso, como tal: a) matanza de miembros del grupo, b) lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo, c) sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial, d) medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo, e) traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo” (Organización de las Naciones Unidas. Asamblea General. 1948). Según esta definición, el régimen de la KD ha sido claramente genocida y debe por lo tanto ser juzgado, como se indica en el artículo VI, “por un tribunal competente del Estado en cuyo territorio el acto fue cometido, o ante la corte penal internacional que sea competente respecto de aquellas de las Partes contratantes que hayan reconocido su jurisdicción” (Organización de las Naciones Unidas. Asamblea General. 1948).

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Aunque la cuestión parece clara, en los hechos el juego de intereses ha puesto obstáculos a un normal desarrollo del proceso judicial. Vemos así que, apoyados por las potencias mundiales y ocupando la banca camboyana en la ONU, no resultó tan fácil que los líderes del KR fuesen sometidos a un proceso justo. Estas irregularidades se ilustran claramente en la omisión de la palabra “genocidio” de los Acuerdos de París de 1991, de los que el KR fue parte fundamental.

El primero de los juicios se dio luego de la invasión vietnamita de 1979. Un tribunal que incluía miembros extranjeros juzgó a los líderes comunistas estando éstos ausentes y condenó a muerte a Pol Pot y Ieng Sary. Ninguna de las sentencias fue llevada a cabo y este juicio sólo sentaría las bases para los muchos pedidos de justicia que se harían durante las décadas siguientes. Años más tarde, en la década de los ’90, han sido los movimientos de derechos humanos junto con los gobiernos occidentales y en especial la administración Clinton los que se han puesto al frente de las demandas de justicia.

Finalmente, en febrero de 2009 se ha conseguido reunir un tribunal de jueces extranjeros y camboyanos que ha dado comienzo, tres décadas después de finalizado el genocidio, al juicio de los líderes del KR. La cuestión de quiénes debían ser procesados ha suscitado fuertes polémicas (por ejemplo hay quienes consideraban que Sihanouk, previo aliado del KR, debía ser llevado a la corte), pero se ha decidido enjuiciar tan sólo a cinco líderes principales que aún siguen con vida, entre ellos a Kaing Guek Eav (“Duch”), ex-director del centro de Tuol Sleng. Noticias recientes parecen indicar que Hun Sen, actual Primer Ministro camboyano, ha propuesto extender los juicios y abarcar una mayor cantidad de procesados (KRT Web Portal Team, 2009). Iniciados el 18 de febrero de 2009, el proceso judicial sigue en curso.

Conclusiones

¿Cómo fue posible que se impusiera una dictadura genocida de tales dimensiones en Camboya? ¿Cómo fue posible que el Khmer Rouge, a pesar de los actos por él cometidos, creciera y sobreviviera al amparo de poderes extranjeros por más de diez años? ¿Cómo fue posible que sus líderes (y entre ellos, los pocos que sobrevivieron) fuesen juzgados recién

treinta años después de los hechos? Todas estas preguntas, condensadas en el título, son interrogantes que deberían poder responderse después del recorrido emprendido en el presente estudio.

En primer lugar encontramos que fue de vital importancia el rol que las potencias mundiales jugaron en eldesarrollo de los conflictos en la región. Los Estados Unidos, inmersos en la lógica del mundo bipolar de Guerra Fría, en que cada bastión perdido era un bastión ganado por el principal enemigo y potencial destructor (la Unión Soviética), no dudaron en utilizar a Camboya como una herramienta estratégica sin que entrara en consideración la vida de sus habitantes. El objetivo de mantener una región

libre de la influencia soviética y por lo tanto vietnamita llevó al gigante americano a adoptar políticas que pusieron en peligro constante al pueblo camboyano y que parecerían contradictorias si la discusión no girase en torno a la cuestión de los intereses. De este modo, en primer término intentaron destruir con bombas y tropas invasoras el comunismo (local y vecino) en territorio camboyano, siendo el fracaso en la consecución de tales objetivos lo que resultó indirectamente en la “creación de un monstruo”: un régimen que perpetraría uno de los mayores genocidios del siglo XX. Sin embargo los hombres de Estado norteamericanos negarían tales cargos, hechos por muchos analistas desde el momento mismo de los sucesos, y en este sentido dice Nixon (1985: 124-126):

“De todos los mitos sobre el conflicto del Vietnam, el más

despreciable es el que asegura que los Estados Unidos fueron

moralmente responsables de las atrocidades cometidas después de

la caída de Camboya en 1975. Los críticos clamaron que las acciones

llevadas a cabo contra los refugios norvietnamitas en Camboya, y

que se iniciaron con el bombardeo de las bases comunistas en 1969,

desencadenaron una sucesión de acontecimientos que llevó al poder

a los criminales jmeres rojos. Se trata de una distorsión absoluta de

los hechos históricos y de una perversión completa del juicio moral.

[…]Durante la guerra del Vietnam, todos cuantos ahora inventan

disculpas para los totalitarios indochinos, se opusieron a la política

norteamericana que trataba de impedir una victoria comunista y la

tragedia humana que seguiría inevitablemente. Sin duda, estos

justificadores deben sentirse acosados por sentimientos de

culpabilidad. La ética más simple da la razón a quienes adoptaron

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una actitud responsable respecto a las consecuencias. Atribuir la

culpa del genocidio en Camboya a quienes en los Estados Unidos

intentaron impedir una victoria comunista, en vez de achacarlo a los

comunistas que cometieron las atrocidades, es un acto indecoroso

sin paliativos”.

No podemos negar en efecto que la política de los Estados Unidos en sus misiones en Camboya haya buscado en esta primera etapa el debilitamiento del Khmer Rouge ni que, como dice Nixon, tratara de impedir una victoria comunista. Sin embargo, esto no quita que los efectos hayan sido los contrarios y que sus bombas hayan radicalizado al comunismo camboyano. En todo caso, y en eso se encuentra a mi entender la falacia en el argumento de Nixon, asignar a los Estados Unidos una responsabilidad indirecta respecto de lo sucedido durante el régimen comunista no implica de ninguna manera librar al Khmer Rouge de toda culpabilidad.

Aún si tomáramos por ciertas las palabras e intenciones norteamericanas al respecto, observamos que siendo conscientes del carácter del régimen de Pol Pot y, aún más, usándolo para justificar las acciones violentas del pasado (basta con releer el fragmento de No más

Vietnams citado en p. 26), las administraciones siguientes no dudaron en virar su política para proveer asistencia a las fuerzas del Khmer Rouge y respaldarlas de diferentes formas en los foros internacionales y las mesas de negociación durante la década de 1980. Carácter genocida e ideología comunista, supuestos enemigos del credo norteamericano durante estos años, estas características obligaron a los Estados Unidos a mantener su apoyo en secreto pero en ningún momento a retirarlo, ni siquiera en respeto de las restricciones impuestas por su propio Congreso. Lo que es más, esgrimiendo el poder derivado de su posición en el sistema mundial lideraron un bloqueo occidental de Vietnam y Camboya, privando de esa manera de recursos básicos a un pueblo arrasado por la violencia y la pobreza, pero destinándolos sin embargo a los que habían sido los causantes de aquella situación. En este sentido entonces puede entenderse mejor la frase con que John Pilger cierra su documental Cambodia: The

Betrayal (Camboya: La Tración) en 1991:

“En Occidente nos dicen que la Guerra Fría ha terminado, pero esto no

es así. La Guerra Fría nunca se trató de un enfrentamiento entre los

dos superpoderes, fue luchada fundamentalmente con la sangre de

gente de muy lejos, considerada ‘desechable’ en países pobres como

El Salvador, Panamá, Vietnam y Camboya. Es seguramente la ironía

más cruel en 1990 que mientras cae el Muro de Berlín las democracias

occidentales han construido su equivalente alrededor de una nación

de gente que no amenazaba a nadie y con el que ninguno de nosotros

tenía una disputa”.

Sin embargo la afirmación de Lord Palmerston respecto de la inmutabilidad de los intereses debe ser matizada, y de hecho terminada la Guerra Fría el interés norteamericano en la región cambió completamente su naturaleza. De este modo, en un intento por estabilizar un territorio que amenazaba con salirse de control tras la retirada unilateral de las potencias, los Estados Unidos cambiarían nuevamente su política, oponiéndose al Khmer Rouge y buscando (bajo el mismo discurso moralista) justicia para el pueblo de Camboya.

En cualquier caso, la Unión Soviética ha limitado su intervención a un financiamiento del comunismo vietnamita y así de Camboya durante la década el ’80, pero en ningún caso ha llegado al grado de involucramiento de sus rivales ni a una determinación política tan fuerte como la norteamericana. Observamos de hecho que hasta 1973 los soviéticos reconocieron al gobierno de Lon Nol, marioneta de los Estados Unidos, y que en ningún momento dieron al Khmer Rouge, allegado de China, ni a otros gobiernos propiamente camboyanos el apoyo que darían a los vietnamitas. De este modo en ningún momento pareció constituir una de sus prioridades y los soviéticos estuvieron dispuestos a retrasar una solución pacífica al conflicto con tal de no ceder frente a sus rivales chinos.

China, interesada en la región en tanto factor de importancia para su seguridad territorial, tuvo por su parte actitudes similares a las estadounidenses. Este interés era sin embargo previo a la Guerra Fría y superaba sus límites, de modo que lo ella que hizo fue definirlo en nuevos términos y otorgarle aliados que ayudarían a Pekín a preservar sus posiciones. En consecuencia, el fin del mundo bipolar no hizo disminuir inmediatamente su respaldo del Khmer Rouge; pero en el nuevo orden unipolar liderado por el gigante estadounidense, tal postura opuesta a la norteamericana no pudo ser mantenida por mucho tiempo. Hasta ese

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momento, no sólo habían sido sus políticas de financiamiento de la guerrilla sino también su ambivalencia en el apoyo simultáneo del Khmer Rouge y de Sihanouk las que habían retrasado la paz en la región por más de una década (Hood, 1990).

Pero la fuerte injerencia de las potencias en la región no debe llevarnos a pensar en un Khmer Rouge pasivo que no ha sido nada más que un instrumento de aquellas. Su supervivencia a lo largo de los años no sólo se explica por el valor que el grupo tuvo para los intereses ajenos, sino también por su propia capacidad para adaptarse y definir los términos de sus luchas locales en consonancia con la lógica imperante en la esfera internacional. Esto les permitió, como se propuso desde un principio, involucrar a los poderes extranjeros en el Sudeste Asiático para que dieran rápida solución a conflictos que no podían resolver por sus propios medios. Con nada más comparar su negativa a concurrir a la Conferencia de Fontainbleau con Ho Chi Minh, en sus años fundacionales, con su proclama a favor de los principios de mercado a principios de los ’80, veremos que su intransigencia ideológica fue estratégicamente reemplazada por una política basada en la violencia y el apoyo externo. En este sentido debemos entonces reconocer que la guerrilla ha sido muy hábil en el manejo de este último, y que lo sucedido debe entenderse por lo tanto en función de ambas partes en la relación y no meramente como una imposición de la más poderosa.

Algunos sin embargo podrían interpretar esto como una debilidad intrínseca del Khmer Rouge, que se veía forzado a hacer tales concesiones para no desaparecer. De hecho nunca conseguirían crear una base de apoyo lo suficientemente sólida como para independizarse por completo de sus patronos (quién quiera que en cada momento fueran estos), y esto junto con su fuerte personalismo fueron los factores que acabaron por destruir su agrupación. El fin de la Guerra Fría y la muerte de Pol Pot serían entonces los sucesos clave que permiten explicar el fin y la disolución de un grupo que había podido sobrevivir bajo distintas formas durante aproximadamente cuatro décadas. Aunque este diagnóstico no es incorrecto, parece pasar por alto el carácter activo que la guerrilla asumió en el proceso y su habilidad para posicionarse internacionalmente como un actor relevante para la estabilidad de la región.

Volviendo entonces a las preguntas iniciales, nos encontramos con que una respuesta satisfactoria debería tener en cuenta el importante rol

que ambas partes en la relación potencia-Khmer Rouge jugaron, a pesar de las diferencias de poder, en un mundo en que la Guerra Fría se erigía como pauta para establecer los intereses nacionales o, en todo caso, redefinirlos. Los Estados Unidos, China, la Unión Soviética y la funcionalidad de un Khmer Rouge camaleónico lograron demorar la paz en Sudeste Asiático por más de cuatro décadas con un saldo de millones de vidas.

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