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Cambio y continuidad en la arquitectura ceremonial ayacuchana de los Períodos Intermedio Temprano y Horizonte Medio Juan B. Leoni El rol clave que juega la re li gión ta nt o en la integración de una sociedad co mo en la leg itimación de la existencia de posiciones in stituciona li zadas de autoridad y jerarquía es ampliame nt e reconocido entre los arqueólogos. La arquitectura ceremo ni al, co mo expresión mate ri al de estos procesos id eo lógicos, adquiere en este marco una importancia ce ntral para entende r no sólo los aspectos básicos de la re li gión de una determinada sociedad s in o también la fo rma en que la re li gión operaba en la diná mi ca social, política y económi ca de las sociedades a nti guas. En este trabajo se examina el desarro ll o de la arquitectura ceremonial en Ayacucho, en el Período Intermedio Temprano (PIT) (ca. 200 a. C. - 550/600 d.C.) y en el Ho ri zonte Medio ( HM) (ca. 550/600-1000 d.C). La in fo rmación disponible demuestra que ex is ti ó una tradición arquitectó ni ca que tu vo sus inicios en las estructuras ceremoniales de la c ul tura Hu arpa y que se continuó en los templ os Huari en fo rma de "D" poste ri ores. Si bi en la co ntinui dad en los aspectos fo rmales, co mo quizás también en los co nceptuales más básicos, es clara, existen también cambios sutiles que indi ca n un mayor énfasis en aspectos de exclusión social y co ntrol político durante la época Huari. En las páginas sig ui entes se presenta, en base a la nueva ev idencia disponible del s iti o de Ñawinpukyo y de otros sitios conocidos, un afa racte ri zación de la arquitectura ceremo ni al Huarp a, comparándosela luego con la arquitectura templaria Huari . Se di scute la co ntinuidad y cambios formales específicos , que tu vieron lugar así, como las posibles impli ca ncias sociopolíticas de estos cambios. Nº 41, segundo semestre del 2005 155

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Cambio y continuidad en la arquitectura ceremonial ayacuchana de los Períodos Intermedio Temprano y Horizonte Medio

Juan B. Leoni

El ro l clave que juega la re lig ión tanto en la integrac ión de una soc iedad como en la legitimación de la ex istencia de pos iciones instituc ionali zadas de autoridad y jerarqu ía es ampliamente reconocido entre los arqueólogos. La arquitectura ceremonial, como expresión materi al de estos procesos ideológ icos, adquiere en este marco una importancia central para entender no sólo los aspectos bás icos de la religión de una determinada sociedad sino también la forma en que la religión operaba en la dinámica social , política y económica de las soc iedades antiguas. En este trabajo se examina el desarrollo de la arquitectura ceremonial en Ayac ucho, en el Período Intermedio Temprano (PIT) (ca. 200 a.C. - 550/600 d.C. ) y en el Hori zonte Medio (HM) (ca. 550/600-1000 d.C) . La in formac ión di sponible demuestra que ex isti ó una tradi ción arquitectónica que tuvo sus inicios en las estructuras ceremoniales de la cul tura Huarpa y que se continuó en los templ os Huari en forma de "D" posteri ores. Si bien la continuidad en los aspectos formales, como qui zás también en los conceptuales más bás icos , es clara, ex isten también cambios sutil es que indican un mayor énfasis en aspectos de exclusión soc ial y control políti co durante la época Huari. En las páginas siguientes se presenta, en base a la nueva evidencia di sponible del sitio de Ñawinpukyo y de otros sitios conoc idos , unafaracteri zac ión de la arquitectura ceremonial Huarpa, comparándosela luego con la arquitectura templari a Huari . Se di scute la continuidad y cambios form ales específicos

, que tu vieron lugar as í, como las pos ibles implicancias sociopolíticas de estos cambios.

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El Período Intermedio Temprano en Ayacucho: la cultura Huarpa

El PIT en Ayacucho se caracteriza por el desarrollo de la cultura Huarpa (Lumbreras 1974a, 1974b, 2000). Si bien se reconoce su importancia como la base local so~re la que luego se erigiría Huari, las investigaciones sistemáticas acerca de este período en el valle han sido escasas, y poco se conoce de esta cultura más allá del característico estilo cerámico en base al cual fue definida originalmente. Sólo se dispone actualmente de evidencias arqueológicas fragmentarias que no permiten determinar con precisión las características que presentaba la sociedad ayacuchana en estos tiempos . Si bien se la describió originalmente como una cultura de naturaleza compleja, caracterizada por la presencia de organización estatal y el carácter urbano de su supuesta capital, localizada en Ñawinpukyo (González Carré 1992; Lumbreras 1974a, 1974b ), reevaluaciones posteriores han llevado a cambiar drásticamente esta interpretación.Así, se acepta actualmente que este período de la prehistoria de Ayacucho se caracterizaría por la presencia de unidades políticas de pequeña escala, quizás señoríos, representadas por conjuntos de sitios centrados en torno a uno o varios asentamientos principales (lsbell 2001; Lumbreras 2000; Schreiber 1992). Ñawinpukyo habría formado, junto con Conchopata, Acuchimay y sitios menores, uno de estos conjuntos, en la parte sur del valle de Ayacucho (lsbell 2001: 114 )(Figura 1 ).

La mayoría de los sitios Huarpa conocidos parecen carecer de arquitectura pública y/ o ceremonial (Lumbreras 2000:21; pero ver Doi 2002: 18; Valdez 1999:32), Jo que ha sido inter­pretado como que, y a diferencia de otras sociedades contemporáneas, Huarpa no desarrolló una marcada tradición teocrática en este período (Lumbreras 2000: 19-21 ). Sin embargo, esta presunta ausencia de arquitectura ceremonial y pública podría muy bien ser el resultado de la escasez de investigaciones más que una característica de la sociedad ayacuchana de la época. De hecho, investigaciones recientes en Ñawinpukyo (Leoni 2004) han indicado que el ceremonialismo público podría haber tenido un rol muy importante en la sociedad Huarpa. En este sitio se identificó un complejo ceremonial correspondiente al PIT, con notables eviden­cias de la práctica de ceremonias comunitarias. Este complejo constituye el caso de arquitec­tura ceremonial Huarpa más completo conocido hasta el momento, y por eso se describe en detalle en los párrafos siguientes. La escasez de investigaciones no nos permite determinar cuán común era este tipo de arquitectura, ni si se limitaba sólo a algunos sitios mayores, o si por el contrario todas las aldeas Huarpa poseían edificios similares. Otras evidencias de ceremonialismo Huarpa han sido identificadas también por otros investigadores (Cabrera 1998; Doi 2002; Valdez 1999), y se discuten brevemente más abajo.

Arquitectura ceremonial Huarpa: el complejo ceremonial de Ñawinpukyo

El sitio de Ñawinpukyo está localizado sobre una colina, a unos 6 Km. al sureste del centro de la moderna ciudad de Ayacucho (Figura 1 ). La colina forma parte del flanco sur del valle de Ayacucho, y alcanza una altura máxima estimada de 3007 m.s.n.m. Si bien se encuentran variados restos arqueológicos en las laderas y al pie de la colina, la concentración más densa se ubica sobre la cima, un área ligeramente ondulada de unos 500 m. por 200 m. de extensión. Tradicionalmente considerado como uno de los sitios principales de la cultura Huarpa (Lumbreras 1974a, 1974b), investigaciones recientes demostraron que el sitio también poseía

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una significativa ocupación Huari (Cabrera 1998; Machaca 1997; Leoni 2004). Nuestras investigaciones en la cima de la colina determinaron una secuencia continua de ocupación que se extendió por seis siglos, desde el PIT hasta finales del HM (Leoni 2004) 1

La ocupación Huarpa de la cima de Ñawinpukyo mostraba una organización comple­ja. Parece claro que entre los siglos cuarto y sexto de nuestra era, el núcleo principal del asentamiento estaba constituido por la Plaza Este (Figura 2) . Ésta era un modesto complejo ceremonial que se localizaba sobre la parte más alta de la colina y que servía como foco de intensas actividad es ceremoniales de naturaleza comunal. El hallazgo de cerámica diagnóstica tanto en la superficie como en las excavaciones desarrolladas en las áreas inmediatamente al norte y sur de la plaza, sugiere que habrían existido allí núcleos de ocupación Huarpa, tal vez áreas residenciales, aunque no se detectaron restos arquitectónicos. Otros núcleos de ocu­pación podrían haberse localizado también en una cresta rocosa ubicada a una corta distan­cia hacia e l suroeste de la plaza, así como en el extremo suroeste de la cima de la colina. Dado que estos núcleos de ocupación están representados básicamente por cerámica en superfi­cie, su aspecto y organización espacial permanecen desconocidos . Otras áreas de ocupa­ción Huarpa se ubicaban en las partes más bajas de la ladera oeste (Cabrera 1998; Lumbreras 1974a; Machaca 1997).

Un grupo importante de edificios se localizaba a unos 50 m. al oeste de la plaza, en el sector que denominamos Grupo Arquitectónico Central (Figura 2) (ver Lumbreras 1974a: 11 O). Nuestras excavaciones revelaron los restos de un posible complejo residencial de elite , compuesto de cuartos y pasillos alargados dispuestos alrededor de un patio central, que dataría de la parte final del PIT. Su existenc ia indicaría que parte de los miembros de la comunidad residían en edificios que se diferenciaban netamente de la arquitectura residen­cial más simple que caracterizó a este período en Ayacucho, y apunta a la existencia de cierto grado de diferenciación social y quizás política dentro del sitio (Leoni 2004). Tal vez sus habitantes constituían una elite local, quizás los responsables de auspiciar las ceremonias que se desarrollaban en la Plaza Este o los especialistas que controlaban el saber cosmológico asociado con ellas (ver más abajo) .

La Plaza Este

La Plaza Este está construida sobre una amplia planicie en la parte más alta de la colina, y posee una visión panorámica de la sección sur del valle de Ayacucho y del nevado Rasuwillka, la montaña más alta, visible desde el valle de Ayacucho. Es un gran recinto de forma irregular que mide aproximadamente 82 m. de largo por 45 m. de ancho. Su muro perimetral fue construido usando piedras de campo, teniendo un espesor promedio de 80-100 cm., aunque alcanzando hasta 150 cm. en algunas partes. La cantidad de escombros y piedras acumuladas junto al muro sugieren que podría haber tenido originalmente una altura

El trabajo de\ campo en Ñawinpukyo fue autorizado por el Instituto Nacional de Cultura del Perú (Resolución Directoria! Nacional Nro. 781, 31 de julio, 2001). La investigación se realizó con el financiamiento de la National Science Foundation (Doctoral Dissertation lmprovement Grant #BCS-0105252) . Una beca Grants-in-Aid of Research de Sigma-Xi , the Scientific Research Society ayudó a solventar en parte los fechados radiocarbónicos.

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considerable, tal vez entre 1,5 y 2 m. Sólo existe una abertura en esta pared perimetral, de unos 5 m. de ancho, en la esquina suroeste del recinto. Sólo estilos cerámicos asignables al PIT (Huarpa, Cruz Pata y Kumunsenqa, así como cerámica no decorada) se encuentran en su interior, tanto en superficie como en los depósitos estratigráficos. Esto, juf\tO con el aporte de dos fechados radiocarbónicos (Leoni 2004:Tabla 4.3) indican que la Plaza Este fue proba­blemente construida y utilizada durante el PIT, y no reocupada durante el HM. Variadas evidencias de actividad Huarpa, incluyendo un edificio ceremonial circular, una estructura semicircular, instalaciones y artefactos relacionados con la preparación de comida, y un depósito ritual de cerámica rota, se detectaron dentro de la plaza. Estos restos documentan una variedad de actividades ceremoniales que habrían incluido fiestas comunales tal vez relacionadas con un antiguo culto a las montañas.

El templo circular

Este notable edificio es el único ubicado en la parte central de la Plaza Este y consta de tres círculos de piedra concéntricos (Figura 3). Su ubicación implica que tuvo un rol preponde­rante en las actividades que se desarrollaban en la plaza. El muro externo oscila en diámetro entre 11 y 1 1,5 m. ·(dimensión interna), con un espesor promedio de I m. El muro circular intermedio tiene un diámetro interno de 5,6 m., promediando 60 cm . de espesor. El elemento circular interior tiene un diámetro de 1,9 m. y un ancho promedio de 25 cm. Todos están construidos directamente sobre una capa de tierra compactada, que también servía como piso del edificio. Un segmento de muro radial se detectó en el cuadrante noroeste, en el espacio comprendido entre el muro intermedio y el exterior. Este pequeño muro habría servido para crear una separación dentro del edificio e impedir la libre circulación. En el exterior del edificio se detectaron varias piedras de gran tamaño que formaban una alineación evidente aunque discontinua, y que podrían haber constituido un cuarto círculo concéntrico. El edificio tiene sólo una entrada muy estrecha (30 cm. de ancho) en su lado norte. El aspecto más importante de este acceso reside sin duda en su ubicación y orientación, pues se encuentra alineado visualmente con el nevado Rasuwillka. La importancia ritual de este cerro en la religión de comunidades andinas contemporáneas ha sido señalada por varios autores (Anders 1986; Isbell 1978; Morissette y Racine 1973), lo que hace pensar que este edificio pudo haber estado ligado a un antiguo culto relacionado con esta montaña (Leoni 2004).

La excavación del ed ificio reveló contextos que apoyan la interpretación de una función ceremonial del mismo (Figura 3). No se encontraron asociaciones de artefactos especiales dentro del pequeño círcul o interior, ni en el área comprendida dentro del círculo intermedio, lo que sugiere que esta parte , la más restringida del edificio, se mantenía cuidadosamente limpia. El único contexto hallado está dado por una concentración de huesos de camélido ubicada contra la cara interna del muro circu lar intermedio, en su parte noreste . El espacio entre el muro intermedio y e l exterior, por contraste, contenía un gran número de contextos arqueológicos. Dos concentraciones de instrumentos de piedra pulida se encontraron sobre e l piso de tierra del edificio. La primera, en la parte sureste, consistía en tres manos de moler; la segunda, en la parte oeste, comprendía un batán y cuatro manos. Estos hallazgos parecen indicar que actividades de procesamiento y preparación de comida, tal vez la molienda de vegetales, se desarrollaban dentro del euificio circular.

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Un total de 23 concentraciones de huesos de fauna fueron detectadas distribuidos por toda la sección norte del edificio (Figura 3). Consistían en grupos bien definidos de huesos de camélidos desarticulados . Algunos contenían los restos incompletos de varios animales mientras que otros apenas contenían unos pocos huesos de un único individuo. La mayoría de estas concentraciones de huesos fueron enterradas directamente en el piso de tierra del edificio; dos de ellas fueron colocadas en pozos poco profundos cavados en la roca madre. Es casi imposible determinar con certeza si estos grupos de huesos se depositaron simultáneamente o en forma secuencial. Algunas diferencias con respecto a la profundidad relativa y modo de enterramiento podrían apoyar la segunda alternativa, lo que implicaría que estos contextos representan actividades que se desarrollaron dentro del edificio a lo largo de su historia de uso . Un grupo de huesos adicional fue detectado fuera del edificio en la parte oeste, muy cerca de la cara externa del muro circular exterior.

Estructura semicircular

Las excavaciones realizadas en el sector noreste de la Plaza Este permitieron identifi­car varias estructuras de posible uso ritual, así como un cuarto relacionado con la prepara­ción de comida (Leoni 2004). La gran cantidad de escombros acumulada junto al muro perimetral hace suponer que otras estructuras podrían permanecer cubiertas en esta parte de la plaza. Entre estas estructuras destaca la denominada EA-142

, una pequeña (4,25 m. por 2 m.) cons­trucción de forma semicircular que se encuentra ubicada muy próxima al muro perimetral de la plaza (Figura 4). Consta de tres muros curvos concéntricos y una pared transversal recta que cierra el semicírculo por su parte sur3. Una alineación de piedras delimita lo que parece haber sido un área abierta de forma trapezoidal justo al sur de EA-14.

El piso de la estructura semi.circular estaba hecho de tierra compactada y pequeños fragmentos de diatomita; se encontraron pocos artefactos asociados con este piso. Debajo del piso, en un pequeño pozo cavado en la roca madre, se encontró el entierro de un niño. El pozo se localiza junto a la sección central del muro curvo y estaba tapado con dos piedras planas. Debajo de la tapa de piedras varios fragmentos de un cántaro estilo Kumunsenqa habían sido dispuestos para cubrir los restos de un niño de unos 6 meses de edad ( +/-3 meses) (Lichtenfeld 2002). Es interesante señalar que se encontraron abundantes restos de maíz y frijoles quemados, así como carbón , en el relleno debajo del piso, en el relleno del enterratorio y entre las paredes concéntricas de la estructura, lo que parece indicar que actividades de preparación y consumo de comida tuvieron lugar en esta parte de la plaza.

La estructura semicircular EA-14 representa una unidad arquitectónica inusual. Su función es difícil de determinar ya que se conoce al presente muy poco de la arquitectura Huarpa, tanto doméstica como no doméstica. Su forma y tamaño parecerían indicar que se trataba de un edificio de propósito especial, tal vez ceremonial. Martha Cabrera ( 1998) describió una estructura más o menos similar en sus excavaciones al pie de la colina de Ñawinpukyo, a la cual atribuyó una función ritual (ver discusión abajo), interpretación que comparto para EA-14.

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2 EA es la abreviación de "Espacio Arquitectónico". 3 Esta pec uliar es tructura experimentó varios episodios de remodelación a través del tiempo, y la

forma descrita aquí sólo constituiría su aspecto final.

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Depósito ritual de cerámica

Excavaciones exploratorias en el sureste de la plaza permitieron identificar los restos parciales y mal preservados de varias estructuras. Se identificaron varios m'iros, entre ellos dos que corrían paralelos al muro perimetral de la plaza, así como algunas secciones incom­pletas de muros transversales y varias superficies de uso o pisos. Estos restos fragmentarios permiten suponer con certeza que existían varias estructuras en esta parte de la plaza, del mismo modo que en el margen noreste de la plaza.

El hallazgo más interesante está dado por un depósito de alfarería del PIT, que se encontró junto al muro perimetral de la plaza en una especie de estructura de piedra de fonna semicircular de 1,5 m. de largo por 60 cm. de ancho (Foto l ). Esta estructura estaba rellena de cerámica rota (1.904 tiestos, con un peso aproximado de 60 Kg.). El conjunto cerámico recupe­rado comprende un número mínimo estimado de 63 vasijas: 36 cántaros, 21 cuencos, 2 vasos y 4 cucharas. Si bien varias vasijas pudieron reconstruirse parcialmente ninguna de ellas estaba completa, lo que indica que lo rotura de las mismas tuvo lugar en otro lado y que algunos tiestos podrían haberse descartado en otras partes (tal vez en depósitos similares) o reciclados para otros propósito (como cobertura de entierros y ofrendas, material para rellenos arquitec­tónicos, transfonnación en artefactos de cerámica, etc). La heterogénea composición del con­junto en términos formales refleja una amplia variedad de actividades, relacionadas con la preparación y consumo de comida y bebidas, y parece haber resultado de un evento depositacional único. Así, el conjunto cerámico podría interpretarse como el correlato material de un evento festivo, que incluyó el consumo de abundante comida y bebida por un gran número de personas, a juzgar por el número relativamente alto de cántaros.

La cuidadosa preparación de la estructura, así como su ubicación dentro de un complejo ceremonial, hacen pensar en este contexto como un depósito de carácter especial, más que en un simple basural, en el cual las vasijas utilizadas en las ceremonias que se desarrollaban en la Plaza Este se enterraban ritualmente. En este sentido, este contexto podría compararse con los típicos depósitos de ofrendas cerámicas del HM, tal vez indicando que la práctica de enterrar ritualmente los restos de las vasijas empleadas en las ceremonias tiene precedentes más antiguos en Ayacucho. Su similitud formal con la estructura semicircular EA-14 es llamativa, y sin duda apunta a una recurrencia conceptual significativa entre estas construcciones de carácter ritual, más allá de su tamaño y contenidos específicos.

/11clusió11 y exclusión en la arquitectura de la Plaza Este

Los hallazgos en la Plaza Este sugieren que ésta sirvió como escenario de grandes eventos festivos , tal vez en relación a un culto de montaña, si es que a la obvia alineación visual del edificio circular con el nevado Rasuwillka puede asignársele significancia religio­sa (y si es que este cerro tenía en tiempos prehispánicos una importancia similar a la reporta­da etnográficamente ). A juzgar por los contextos hallados, las ceremonias en la plaza habrían involucrado el consumo de comida y bebida, así como el descarte ritual de algunos de los restos (huesos de animales, cerámica). Las ceremonias desarrolladas en la Plaza Este podrían haber servido como mecanismos de integración comunal , reuniendo a la comunidad periódi­camente, con el fin de honrar a una deidad mayor, el nevado Rasuwillka. La comunidad

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misma habría sido celebrada y su identidad reafirmada en el proceso de honrar a los dioses. A su vez, la organización interna de la comunidad, así como su posición en la región, habría sido cosmológicamente sancionada, legitimándose su existencia y su acceso al territorio que ocupaba, así como sus recursos. Adicionalmente, podría haber existido también cierto grado de participación supralocal. Los estudios etnográficos demuestran que las ceremonias en que se venera a deidades de montañas principales tienen un valor integrador regional. Los picos nevados altos, visibles desde grandes extensiones, proveen un foco común para una amplia integración regional entre los grupos andinos contemporáneos, promoviendo identi­dades regi onales que se reproducen a través de la participación en ceremonias en honor a estas deidades (Allen 2002:85). Considerando el reconocido valor de Rasuwillka como deidad regional , la Plaza Este podría haber constituido también un santuario que congregaba cierto grado de participación no local, vinculando a la comunidad local con un medio social más amplio en una época en que no existía una centralización política marcada en el valle.

Resulta interesante cómo el diseño espacial de la Plaza Este combina dimensiones de apertura y acceso aparentemente irrestricto al área general del recinto, con una marcada restricción en el acceso a sus edificios principales. Si bien el macizo muro perimetral marcaba un límite físico muy claro, que posiblemente delimitaba el carácter sagrado del espacio com­prendido en su interior separándolo del espacio más profano del resto del asentamiento, la posible entrada a la plaza era lo suficientemente amplia como para permitir el acceso más o menos irrestricto el complejo. Asimismo, el espacio abierto alrededor del edificio circular tenía la amplitud suficiente para recibir a una cantidad de gente considerable, tal vez rondan­do en unos pocos cientos de asistentes . Este espacio abierto constituía, así, un área pública en la que una nutrida audiencia podría haberse reunido para observar o participar en las ceremonias que allí se desarrollaban .

Sin embargo, los edificios localizados dentro de la plaza constituían espacios mucho más restringidos . Su tamaño y forma habrían hecho muy difícil permitir el acceso a su interior a más de unas pocas personas. Este aspecto restrictivo está bien ejemplificado por el edificio circular. Si bien su posición central asegura su preeminencia y visibilidad, las actividades desarrolladas en su interior permanecerían ocultas para la muchedumbre reunida a su alrede­dor. Tanto sus reducidas dimensiones internas, su compleja planta con muros concéntricos y radiales , así como su estrecha puerta, se habrían conjugado para interponer límites físicos bien definidos al acceso y circulación en su interior. El interior del edificio podría, así, haber permanecido como un dominio íntimo y restringido, quizás una especie de sancta sanctorum a ser accedido sólo por unos pocos elegidos. Entonces, un complejo juego de integración y exclusión habría operado dentro del complejo ceremonial , reuniendo a la población para ciertas ceremonias pero subrayando al mismo tiempo diferencias sociales. Patrones que combinan simultáneamente instancias de acceso masivo y selectivo dentro de los mismos conjuntos arquitectónicos no son raros en los complejos ceremoniales, y han sido observa­dos en una variedad de casos arqueológicos (e .g. Moore 1996: 163; Thomas 1993). Los diseños espaciales de este tipo permiten que se desarrollen una serie de actividades de tal manera que se p~oduzca una impresión de unidad social al mismo tiempo que se reproduce un acceso diferencial a ciertos conjuntos de prácticas e ideas religiosas (Thomas 1993:43). Sin embargo, hay que destacar que aun si este patrón refleja la existencia de un corpus de conocimiento al que sólo un segmento de la comunidad tenía acceso, esto no implica nece-

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sariamente la existencia de diferencias políticas y sociales institucionalizadas. En otras pala­bras, las presuntas diferencias religiosas no se traducirían automáticamente en una jerarquía socio-política instit.ucionalizada. Dada la carencia de información general acerca de la socie­dad Huarpa, resulta muy difícil profundizar en estos aspectos, y se requerirá pe más investi­gaciones sistemáticas para comprenderlos mejor.

Otros ejemplos de arquitectura ceremonial Huarpa

Se conocen actualmente muy pocos ejemplos adicionales de arquitectura Huarpa de carácter ceremonial. Estos incluyen estructuras halladas al pie de la colina de Ñawinpukyo (Cabrera 1998), en el sitio de Trigopampa (Doi 2002) y tal vez en el sitio de Lumapata (Yaldez 1999).

En excavaciones de rescate al pie de la colina de Ñawinpukyo, a unos 500 m. al noroes­te de la Plaza Este, Martha Cabrera (1998) identificó los restos poco preservados de una ocupación Huarpa. Estos incluían al menos dos cuartos rectangulares y una estructura de forma más o menos semicircular (Figura 5). Esta última medía 5 m. de largo por 1,2 m. de ancho en su parte más ancha. Sus muros estaban construidos con piedras, formando dos hileras paralelas, y tenía un piso de tierra compactada. Cabrera ( 1998:31) la interpretó como una estructura ceremonial debido a su forma inusual y a la presencia de un cráneo de infante junto a la cara interior del muro recto de la estructura, tal vez colocado allí con carácter de ofrenda. Asimismo, interpretó las otras unidades arquitectónicas como los restos de habitaciones y unidades domésticas Huarpa, aunque no se encontraron contextos arqueológicos claros en asociación con ellas. Por lo menos cuatro entierros en cavidades en la roca madre, y un depósito de cráneos humanos interpretados como cabezas trofeo, fueron identificados tam­bién, aunque su relación con los restos arquitectónicos es poco clara (Cabrera l 998a:24-28).

La forma de la estructura semicircular se compara fácilmente con la de la estructura semicircular EA-14 hallada en la cima de Ñawinpukyo, pero parece menos formalizada y mucho más irregular. Asimismo, la presencia del cráneo de niño en su interior es comparable al entierro de niño hallado en la estructura EA-14 de la Plaza Este. A pesar de su pobre estado de conservación, las estructuras reveladas por Cabrera son técnica y morfológicamente similares a las excavadas en la cima de la colina. De hecho, ambos grupos de estructuras funcionaron contemporáneamente, y tal vez fueron construidos y utilizados por grupos relacionados que habitaban el área de la colina.

En sus recientes excavaciones en el área II del sector denominado Huancaccasa, del sitio de Trigopampa, ubicado en la quebrada del río Chillico a unos 7 Km. al noroeste de la ciudad de Ayacucho (Figura 1 ), Masaki Doi (2002: 18, Fig. 6) identificó lo que parece consti­tuir un edificio subcircular dividido en dos mitades semicirculares por un muro recto, corres­pondiente a una ocupación Huarpa parcialmente superpuesta con un ocupación Huari (Fi­gura 5). Si bien los resultados de los análisis aún están por publicarse, tanto la forma de estas estructuras como la presencia de ofrendas de cerámica rota sobre el piso hacen que Doi les asigne una función ritual. Si, como sugiere Doi (2002: 18), se trataba originalmente de una estructura circular divida con posterioridad, su tamaño (aproximadamente 2,5 m. de diámetro) era claramente menor que el del templo de Ñawinpukyo, tal vez obedeciendo a que servía para los fines ceremoniales de una comunidad rural pequeña.

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Finalmente, Julio Valdez ( 1999:32) menciona la existencia de una gran estructura con posible forma de "O" en la parte más alta del sitio de Lumapata, en el valle de Huanta. Si bien esta estructura parece estar asociada con cerámica Huarpa y Okros, su filiación temporal y cultural, así como su exacta morfología, están aún por confirmarse .

Aun teniendo en cuenta lo escaso de la muestra disponible, la arquitectura ceremonial de la época Huarpa muestra claramente dos formas principales bien definidas: los edificios circu lares y las estructuras semicirculares. La función exacta de cada tipo de estructura en la religión Huarpa resulta muy difícil de determinar al presente, con la escasa información arqueo­lógica disponible. Los primeros son más escasos y parecen corresponder a templos mayores destinados a ceremonias de probable carácter comunal, mientras que las segundas son más pequeñas y tal vez destinadas a rituales más específicos en un ámbito social más limitado, y subordinados o complementarios a los desarrollados en los edificios circulares principales.

La. transición hacia el Horizonte Medio y el surgimiento de Huari

El advenimiento del HM trajo aparejados importantes cambios en Ayacucho. En un proceso de transformación cuyo ritmo y forma permanecen aún poco entendidos, la cultura Huarpa se transformó gradualmente en Huari (Lumbreras 2000:21 ), una entidad socio-políti­ca de gran complejidad. La información disponible sugiere que este proceso se originó por lo menos alrededor del sig lo sexto de nuestra era, por una combinación de desarrollos locales y de influencias externas procedentes de Nasca y Tiwanaku (lsbell 2001; Lumbreras 2000; Menze l 1964; Schreiber 1992) . La centralización política y la diferenciación social se incrementaron marcadamente en este período. En Ayacucho, dos centros principales , Huari y Conchopata, prevalecieron durante gran parte del HM , rodeados por pequeños asentamientos rurales subordinados , mientras que colonias Huari altamente planificadas se instalaron en di stintas partes de los Andes centrales.

Cambio y continuidad en la arquitectura ceremonial del Horizonte Medio

Las investigaciones arqueológicas han revelado diversos ejemplos de arquitectura ceremonial Huari , tanto en Ayacucho como en las áreas provinciales, destacándose las conocidas estructuras en forma de "O" que sin duda derivan de la transformación formal de los antiguos edificios Huarpa. De hecho, los edificios circulares parecen haber persistido por algún tiempo a comienzos del HM, antes de ser completamente reemplazados por las típicas estructuras Huari en forma de "D."

Así, se han descubierto ejemplos de edificios ceremoniales circulares en Ayacucho, en el complejo Moraduchayuq en Huari (lsbell et al. 1991 :26-27), y en Conchopata (lsbell 2002; Isbell y Cook 2002). En ambos casos, los edificios muestran una construcción de mayor calidad que la exhibida por e l edificio de Ñawinpukyo, así como diferencias formales. Las determinaciones cronológicas (basadas fundamentalmente en el contenido artefactual, aso­ciaciones arquit~ctónicas y consideraciones estratigráficas) sitúan a estos edificios como posteriores al de Ñawinpukyo, datando tentativamente de tiempos del HM temprano, aun­que dataciones más precisas basadas en fechados radiocarbónicos serían necesarias para confirmar esta adscripción temporal.

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Artículos, notas y documentos

Dos edificios circulares de unos I O m. de diámetro se encontraron al norte del comple­jo Moraduchayuq en Huari (lsbell et al. 1991 :26, Fig. 6) . El primero tenía paredes de piedra anchas (75-80 cm.) enlucidas y un piso de enlucido rosado, y no presentaba estructuras en su interior. El segundo edificio poseía paredes más delgadas (54 cm.) y contepía cinco o más pequeños cuartos en su interior. Ambos edificios han sido interpretados como correspon­diendo a la parte inicial de la época I A del HM, y los dos fueron desmantelados y usados como áreas de descarte de basura durante la época 1B del HM (Isbell et al. 1991 :26). No se pudo determinar con certeza la función de estos edificios, aunque la abundante presencia de crisocola (piedra semipreciosa de color azulado-verdoso), tanto en forma no procesada como trabajada, detectada en el segundo edificio, llevó a los investigadores a pensar que podría haber funcionado como un taller de fabricación de objetos suntuarios de crisocola o como un lugar de almacenamiento de estos objetos (lsbell et al. 1991 :27).

El edificio circular de Conchopata (lsbell 2002; Isbell y Cook 2002) se ubica en la parte sur del centro cívico del sitio. Es semisubterráneo, de unos 12 m. de diámetro, y tiene una escalera que permite el acceso a su interior en su lado norte (Figura 5). El edificio posee un piso blanco de fina calidad, particiones internas asociadas con la escalinata de acceso , y un elemento circular en el centro, de manera muy similar al edificio de Ñawinpukyo, que contenía varias piedras alargadas colocadas en forma vertical unas junto a las otras (Isbell 2002: 10). Ha sido tentativamente datado a tiempos transicionales entre el PIT y el HM. Este edificio contenía al menos un entierro de llama, patas articuladas de cérvidos y varios conjuntos de cráneos humanos quemados, asociados con otras partes de esqueletos como manos y pies (lsbell 2002). En vista de sus contenidos, la función ceremonial del edificio parece fuera de duda; el edificio fue quemado hacia fines de su historia de uso y rellenado con basura (lsbell 2002). Llamativamente, tanto los edificios de Moraduchayuq como Conchopata se diferen­cian del de Ñawinpukyo en que este último nunca fue reutilizado y fue dejado más o menos intacto por los habitantes posteriores del sitio.

Otro edificio circular más pequeño (5,5 m. de diámetro) fue hallado también en Conchopata. Se localiza en la parte noroeste del centro cívico, en probable asociación con una amplia área abierta conocida como Plaza Rosada (Isbell 2000:Fig. 14 ). Es muy significati­va su probable asociación con entierros Huarpa, y se ha argumentado que pertenece a una fase temprana de ocupación del núcleo cívico-ceremonial de Conchopata, datando proba­blemente de finales del PIT o comienzos del HM (Isbell 2002; lsbell y Cook 2002). Es intere­sante señalar que ambos edificios circulares, de forma similar al de Ñawinpukyo, parecen haber estado localizados dentro de, o junto a, espacios abiertos o plazas.

En suma, parece claro que existió en Ayacucho una tradición de arquitectura ceremo­nial circular que se originó en algún momento del PIT4 y que persistió hasta principios del

4 La evidencia arqueológica para el Horizonte Temprano (rn. 1200-200 a.C.) (lsbell 2001; Lumbreras 1974a; Ochatoma 1992) indica que existían, en esa época, pequeños centros ceremoniales caracteri ­zados por la presencia de templos en forma de plataforma (e.g. Chupas), o en forma de "U" con un patio hundido en el centro (e.g. Wichqana). Este tipo de arquitectura ceremonial, que tiene claros paralelos con el de otras regiones del área andina, parece haber desaparecido por completo en los tiempos posteriores, reemplazado por la tradición de la arquitectura ceremonial circular/semicircular/ en forma de "D."

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Juan B. Leoni: Cambio y continuidad en la arquitectura ceremonial ayacuchana

HM, cuando estos edifi cios serían reemplazados por los característicos templos en forma de "D" (Figura 5). A pesar que e l cambio no parece haber sido radical, percibiéndose una clara continuidad con los edifi c ios Huarpa, las modificac iones form ales se asocian con una profundi zac ión de los aspectos restrictivos presentes en la arquitectura ceremoni al Huarpa y que adquieren mayor relevancia en tiempos Huari.

Los templos en forma de "D": cambios formales y exclusión social y política

Los típi cos edifi cios en fo rma de "D" se hall an presentes en varios sitios Huari , tanto en Ayacucho mismo como en las áreas provinciales. Quizás , como sugiere Anita Cook (2001 ; Meddens y Cook 2001 ), su popularidad se deba a que formaban parte de la religión estatal, crucial en la política de expansión imperial Huari . Ejemplos de ellos se han hall ado en e l sitio de Huari , en los sectores conoc idos como Vegachayoq Moqo o "Templo Mayor" (Bragay rac 199 1 ), Monqachayoq (Isbell 2001 :Fig. 18a) y Cheqo Wasi (Benavides 1991 ); en Conchopata (lsbell y Cook 2002; Ochatoma y Cabrera 2000); y en la parte baja de la ladera oeste de Ñawinpukyo (Machaca 1997). Fuera de Ayacucho se han encontrado edific ios de este tipo en Cerro Baúl , en Moquegua (Williams 2001 ); Yako, en Chincha/Soras (Meddens y Cook 2001 ) ; y Honcopampa, en el Callej ón de Huay las (lsbell 1989), entre otros. Las estructuras en fo rma de "D" se hall an también representadas en la iconografía cerámica (Cook 2001 :Fig. 7 .- 1 ). Es interesante, s in embargo, que no se hayan encontrado edific ios de este tipo en los complejos de arquitectura ortogonal Huari, como Pikillacta, Viracochapampa, Jincamocco o Azángaro, comúnmente considerados como centros administrati vos co lonia­les Huari.

En té1minos puramente formales, la innovac ión más clara es la transformación obteni­da sencillamente, incorporando un lado plano al círculo ori ginal. La forma de "D," asimismo, no es completamente nueva, pues como ya se indicara, las estructuras rituales semicirculares eran comunes en ti empos Huarpa. Lo que parece haber ocurrido, más bien, es una fusión formal de los dos tipos de arquitectura ceremonial Huarpa, círculos y semicírculos , en un só lo tipo de edifi cio, los templos en forma de "D" Huari .

Resulta más difícil determinar si el nuevo tipo de templo habría unificado las funci o­nes de ambos tipos de estructuras Huarpa, aunque la información di sponible proporciona c iertas indicaciones en este sentido. En el complejo ceremonial de Ñawinpukyo, el edificio c ircular fun c ionaba como templo principal donde se desarroll aban ceremonias de ni vel co­munitario y tal vez supracomunitario , aunque en su interior sólo se depositaron los restos de los animales consumidos en las fi estas rituales . Las estructuras de forma semicircular, por otro lado, parecen haber serv ido a propós itos rituales más restringidos, tanto en el carácter de las ceremonias re ligiosas que en ellas se reali zaban como en el número de parti cipantes que involucraban, y su funci ón general era probablemente complementaria y/o subordinada a los templos circul ares mayores. Las estructuras de este tipo halladas en Ñawinpukyo contenían cerámica depos itada tras su uso y rotura, y un entierro de infante, tal vez en carácter de ofre~da. La informac ión parcial que di sponemos de otros sitios indica usos similares (ver más arriba). Las estructuras en form a de "D" del HM, por otro lado, muestran en general un contenido más amplio y variado de artefactos y contextos arqueológicos, incluyendo tanto entierros de ofrendas animales y humanas como ofrendas de cerámica

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Artículos, notas y documentos

votiva gigante y otros objetos suntuarios (ver Cook 2001; Machaca 1997:29-32; Meddens y Cook 2001 :218; Ochatoma y Cabrera 2000:454-463).

Si bien estas observaciones podrían reflejar transformaciones conceptuales ocurridas en el culto religioso con el advenimiento de Huari, podrían también ser indicadoras de un proceso de mayor control en el desarrollo de las prácticas ceremoniales, tal vez como parte del proceso de jerarquización institucionalizada y centralización crecientes que caracterizó al HM. Durante el PIT (y quizás también durante los comienzos del HM), los edificios circulares constituían los espacios ceremoniales principales donde se desarrollaban las prácticas religio­sas de carácter público. Las estructuras semicirculares, por otro lado, parecen haber servido a propósitos rituales más limitados y con un número menor de participantes o relacionadas con unidades sociales menores a la comunidad. Al unificarse la arquitectura ceremonial en un sólo tipo de edificio principal que combina ambos aspectos, todas las prácticas e ideas relacionadas con ellos se unificarían también . Podrían, así, ser dirigidas o controladas ahora por aquellos sectores sociales a cargo del ceremonialismo religioso, que tal vez también formaban parte de los escalones más altos de la administración del Estado Huari.

Es también difícil juzgar los cambios conceptuales e ideológicos relacionados con el cambio formal en la arquitectura. Como reflejan los estudios estilísticos de la iconografía cerámica (e.g. Knobloch 1991; Menzel 1964), nuevas ideas religiosas y concepciones cosmológicas parecen haber transformado a la sociedad ayacuchana en el HM, con la adop­ción de deidades y prácticas que parecen tener su origen en Tiwanaku. Pero, y contrariamen­te a lo que se pensaba anteriormente, estas innovaciones ideológicas parecen no haber sido completamente radicales, sino más bien adoptadas en forma selectiva, resignificándose y conjugándose con ideas y prácticas de raigambre ayacuchana, en el marco de un nuevo y complejo sistema ideológico y político (lsbell 2000:22; Isbell y Cook 2002:297-298).

Esto se expresa claramente en el campo de la arquitectura ceremonial pública Huari . Así, hacia comienzos del HM, se construyó en el sector Moraduchayuq del sitio de Huari un templo semisubterráneo cuadrangular de piedras labradas, claramente emparentado con la tradición de arquitectura ceremonial altiplánica (lsbell 2001: 124-126; lsbell et al. 1991 :27-32). Sin embargo, este tipo de templo nunca se convirtió en el tipo de arquitectura ceremonial dominante Huari . De hecho, este ejemplar es el único conocido hasta el momento y permane­ció en uso por un corto lapso, siendo luego rellenado y cubierto por edificaciones Huari de tipo ortogonal (lsbell 2001: 126; Isbell et al. 1991 :32). Como señalan Isbell y colaboradores, (Isbell et al. 1991 :46-47) la coexistencia de diferentes tradiciones arquitectónicas ceremonia­les en Ayacucho, en la primera parte del HM, podría reflejar la existencia de tradiciones religiosas competitivas, una de raigambre altiplánica centrada en patios abiertos y procesio­nes, y otra que giraba en torno a espacios más restringidos, que tenía claras raíces ayacuchanas y que claramente prevalecería.

Algunas tendencias ya presentes en el PIT se acentuarían significativamente en la época Huari, posiblemente como correlato de los profundos cambios sociales y políticos producidos en estos tiempos. Así, los templos en "D" presentan un carácter restrictivo y excluyente como sus antecesores Huarpa, aunque quizás de manera más pronunciada. Si en la arquitectura de los complejos ceremoniales Huarpa se veía operar un doble juego entre aspectos inclusivos y restrictivos que creaba una impresión de unidad y diferenciación al mismo tiempo, en los templos Huari esto ya no parece ser una preocupación central.

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Juan B. Leoni: Cambio y continuidad en la arquitectura ceremonial ayacuchana

A diferenc ia de otras culturas andinas contemponíneas, la arquitectura ceremonial Huari no enfa ti zaba la construcción de complejos ceremoniales monumentales a los que pudieran as istir audienc ias masivas. Por el contrario, las estructuras en form a de "D" son en ge neral de pequeño tamaño (Figura 5), y al igual que los edificios circulares más tempranos,. só lo podrían haber alojado un número re lati vamente pequeño de asistentes durante las ceremonias que se desarroll aban dentro de ell as. Asimismo, los templos ya no están necesa­ri ame nte rodeados de amplios espac ios abiertos, sino que generalmente fo rman parte de conjuntos arquitectónicos mayores, con múltiples cuartos a su alrededor (ver Isbell 2001 :Figs. 10, 16, 19; Machaca 1997 :Fig. 3; Williams 2001 :Fig. 3), dificultando tanto el acceso directo a los mismos, como la posibilidad de que una muchedumbre pudiera congregarse junto a ellos.

Esto implica que las ideas y prácticas asociadas con estos edificios só lo eran accesi­bles para una minoría de la soc iedad, y que el mensaje que comunicaban no estaba destinado a ser difundido entre un audienc ia mas iva. Tal vez el acceso a los edifi cios templarios estu­viera restringido solamente a la elite, o a sectores de ella, con el fin primario de integrar y dar cohes ión al grupo dominante . En este sentido, los templ os formab an parte de una ideología de elite que buscaba, sobre todo, aumentar la unidad y cohesión de l sector dominante, más que servir como un medio de persuadir a grupos subordinados a aceptar su dominac ión (ver Abercrombie et al. 1980). Una e lite cohes ionada por medio de una ideolog ía religiosa, a su vez, puede ejercer un poder coerciti vo de manera más e fi c iente, as í como sustentar mejor la leg itimidad de su posic ión dominante ante el res to de la sociedad. Tal vez la naturaleza del carácter excluyente y restri c ti vo de la arquitectura ceremonial Huari encuentre en esto al menos parte de sus causas .

Conclusiones

La información arqueológica disponible muestra cl aramente la existencia de una tradi­c ión de arquitectura ceremonial ayacuchana que se extiende desde el PIT hasta el HM , y que los típ icos edifi cios templari os Huari en fo rma de " D" tienen raíces locales en los templos y estructuras ritua les Huarpa anteri ores. Más all á de la import ancia que puedan haber tenido las supues tas influenc ias prove nientes de Tiwanaku en el surgimiento y conso lidac ión de Huari , así como en la constituc ión de una religión estatal, la evidenc ia arqueológ ica muestra que la arquitectu ra ceremo nial Huari mantuvo aspectos esenciales que se basaban en la anteri or religión Huarpa y que enfati zaban sobre todo aspectos de carácter exclusivo y eliti sta.

As í, ve mos como en los complejos ceremoniales Huarpa operaba un complejo juego de tende nc ias por e l que, s i bien se buscaba aparentar una gran inclusividad, se expresaba al mismo tiempo una clara exclusión al mantener el interi or de los edifi cios más sagrados , as í como las actividades desarro ll adas en ellos, restringidos al acceso masivo. En los templos Huari esta tende nc ia se ace ntúa claramente, y ya no se manifiesta un interés en enmascarar esta exclusión aparentando una gran inclusividad. Los edific ios refl ej an un enfoque abierta­mente eliti sta e

1n el cual el acceso está tan restringido como en los templos Huarpa, y en

donde los templos no se ubican necesari amente en relación a espacios abiertos. Los templos parecen constituir espac ios de uso restringido solamente a una elite y no a la gran masa de la poblac ión. En este sentido, los edific ios ceremoniales en forma de "D" habrían formado

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Artículos, notas y documentos

parte de una ideología de elite, entendida como un corpus de ideas , valores y creencias que tienen su fuente en marcos cosmológicos o religiosos, que operaba para dar cohesión al sector social dominante, tanto o más de lo que servía para oprimir a los sectores subalternos. En este aspecto, la religión Huari parece divergir marcadamente de Tiwanak1u y, probable­mente, estas diferencias sean de crucial importancia para entender los distintos desarrollos históricos que experimentarían ambas formaciones socio-políticas.

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Juan B. Leoni Escuela de Antropología, Facultad de Humanidades y Artes,

Universidad Nacional de Rosario. Argentina

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Juan B. Leoni: Cambio y continuidad en la arquitectura ceremonial ayacuchana

Listado de figuras y foto

Figura 1: Mapa del valle de Ayacucho, con ubicación de Ñawinpukyo y sitios arqueológicos principales (redibujado en base a lsbell 200 1 :Fig. 3).

Cuenca de Hua'q9a

N

I 10Km.

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Valle de Ayacucho

169

Artículos, notas y documentos

Figura 2: Mapa del sitio de Ñawinpukyo, con ubicación de principales conjuntos de edificios mencionados en el texto.

170

Cima de colina de Ñawinpukyo Clave: ,.l.- Mum1 arqueológt.:o. ·{.~;;} Roce madre upuu\11

:::: Potlb'MITWJl'OI <:fj Al'or9ffllenk>roc::tll0 GANE OnipoArcailted6nlc:o Notea• ,--••: G>.SE GNpoArcpltcl6nlco Sureste L..J ~ ~• GAC Grupo Arqulld6ntco cén&re1 e Dn.m .,,- • .. llmlllll ..tsnedo dit loa --- OS 1015m. -=­

Equld-:1m .

Revista Andina

Juan B. Leoni: Cambio y continuidad en la arquitectura ceremonial ayacuchana

Figura 3: Planta del edificio ceremonial circular de Ñawinpukyo, con ubicación de contextos arqueológicos.

N

\ O 2 m. --==:::i

r·-· i () • 1125

1 ¡_ _ _

,··, Concentraciones de · .... · huesos de camélidos

... Instrumentos de piedra pulida

1,- ,

1 Limite de las excavaciones

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Acceso visualmente alineado con el cerro Rasuwillka

No excavado

Muro circular exterior

171

Artículos, notas y documentos

Figura 4: Planta de la estructura semicircular de Ñawinpukyo.

Patio o área abierta

N

l

Escombros

vege(,,ción

O 100 cm. ~

Foto 1: Estructura de piedra semicircul ar que contenía cerámica ro ta. Plaza Este, Ñawinpukyo.

172 Revista Andina

Juan B. Leoni: Cambio y continuidad en la arquitectura ceremonial ayacuchana

Figura 5: Arquitectura ceremonial ayacuchana, mostrando su desarrollo desde las estructu­ras circulares y semicirculares Huarpa hasta los edificios en forma de "D" Huari.

"Templo Mayor" Vegachayoq Moqo, Huari (redibujado de Bragayrac 1991:Fig. 2)

N

1 º•••sc=::::J10 m.

Estructura subcircular/semlcircular Huancaccasa, Tri¡¡opampa (redibujado de Do1 2002:Fig. 6)

Estructura semicircular Ñewinpukyo (parte baje)

EA-2, Jil-inpukyo (parte media)º (redibujado de Machaca 1997:Fig. 3)

EA-72, Conchopata (redlbujedo de lsbell y Cook 2002:Fig.9.5)

EA-143, Conchopata (redibujado de lsbell y Cook 2002:Fig. 9.5)

(redibujado de Cabrera 1996:Fig. sin)

Estructura semicircular Plaza Este Ñawinpukyo

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Estructura circular Plaza Esta Jilawinpukyo

i: CD :C 9:o o:::!. -N ::co e ::s D) -:::!. CD -

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