¿cambiar las cosas solo desde afuera?

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¿Cambiar las cosas solo desde afuera? Este año ha sido especialmente difícil para las organizaciones sociales en Guatemala. Claro está que no mucho más difícil en términos del contexto pues a éste, digamos que “le entra- mos” cotidianamente, aprendiendo a encontrarle salidas. Nos referimos especialmente a los tajantes y radicales recortes que la cooperación internacional europea hizo en los presu- puestos de apoyo para proyectos sociales dirigidos a organizaciones de la sociedad civil, especialmente en Centroamérica. Que… a propósito, ya no es zona de conflicto. Las crisis del sistema que por años nos han afectado a los países ricos (empobrecidos debido al gran capital transnacional y las obscenas y desiguales reparticiones de riqueza), les empezó a afectar también a los países europeos, y por lo tanto, lo primero que recortaron fueron los presupuestos de cooperación para países como los nuestros. No entraremos aquí en disquisiciones acerca de la economía global. Pero lo que queremos abordar es que esos recortes han desgastado de una manera letal a muchas organizaciones que por años se han dedicado a transformar las condiciones de la vida de grupos sociales como mujeres, niñez y pueblos indígenas. Claro que esa situación ha afectado directamente a las organizaciones pequeñas y a mujeres y hombres pensantes que ahora de manera permanente, buscan contratarse haciendo consultorías de casi cualquiera cosa que haya en el mercado. Tales consultorías en realidad responden a las necesidades de la cooperación de justificar el sentido de sus dineros, sin importarles en varios de los casos, los procesos impul- sados. Todo ese caos generado -en su raíz principal-, por el derrumbamiento del sistema financiero basado en las fantasías de la generación de más y más dinero, más y más poder, nos afecta directamente. Acumula caos y angustias pues en general, es cierto, que por años creímos que los proyectos se mantendrían en el tiempo, inacabables. No nos dimos cuenta, sin embargo, que los financiamientos nos iban atando con sus lazos invisibles a proyectos que no eran los nuestros, a intereses que no nos representaban, a prioridades que eran impuestas y depen- dencias que se fueron gestando. Pero varias decenas de generaciones de mujeres y hombres de la sociedad civil lo aceptamos porque de eso dependía nuestra sobrevivencia. Ya no es ese tiempo y ahora necesitamos inventarnos otras formas de impulsar los procesos que impulsamos sin que se generen de nuevo las dependencias a los proyectos de cooperación que nos han tenido como sociedad involucradas/os en una infinita saturación de informes, comprobaciones de lo realizado, más informes y más comprobaciones de lo realizado con la sola intención de dar cuenta de que hemos hecho lo que dijimos que haríamos.

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Boletín #10. Noviembre 2014 Centro de Formación Sanación e Investigación Q'anil. Ciudad Guatemala.

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¿Cambiar las cosas solo desde afuera?

Este año ha sido especialmente difícil para las organizaciones sociales en Guatemala. Claro está que no mucho más difícil en términos del contexto pues a éste, digamos que “le entra-mos” cotidianamente, aprendiendo a encontrarle salidas. Nos referimos especialmente a los tajantes y radicales recortes que la cooperación internacional europea hizo en los presu-puestos de apoyo para proyectos sociales dirigidos a organizaciones de la sociedad civil, especialmente en Centroamérica. Que… a propósito, ya no es zona de conflicto.

Las crisis del sistema que por años nos han afectado a los países ricos (empobrecidos debido al gran capital transnacional y las obscenas y desiguales reparticiones de riqueza), les empezó a afectar también a los países europeos, y por lo tanto, lo primero que recortaron fueron los presupuestos de cooperación para países como los nuestros.

No entraremos aquí en disquisiciones acerca de la economía global. Pero lo que queremos abordar es que esos recortes han desgastado de una manera letal a muchas organizaciones que por años se han dedicado a transformar las condiciones de la vida de grupos sociales como mujeres, niñez y pueblos indígenas. Claro que esa situación ha afectado directamente a las organizaciones pequeñas y a mujeres y hombres pensantes que ahora de manera permanente, buscan contratarse haciendo consultorías de casi cualquiera cosa que haya en el mercado. Tales consultorías en realidad responden a las necesidades de la cooperación de justificar el sentido de sus dineros, sin importarles en varios de los casos, los procesos impul-sados.

Todo ese caos generado -en su raíz principal-, por el derrumbamiento del sistema financiero basado en las fantasías de la generación de más y más dinero, más y más poder, nos afecta directamente. Acumula caos y angustias pues en general, es cierto, que por años creímos que los proyectos se mantendrían en el tiempo, inacabables. No nos dimos cuenta, sin embargo, que los financiamientos nos iban atando con sus lazos invisibles a proyectos que no eran los nuestros, a intereses que no nos representaban, a prioridades que eran impuestas y depen-dencias que se fueron gestando.

Pero varias decenas de generaciones de mujeres y hombres de la sociedad civil lo aceptamos porque de eso dependía nuestra sobrevivencia. Ya no es ese tiempo y ahora necesitamos inventarnos otras formas de impulsar los procesos que impulsamos sin que se generen de nuevo las dependencias a los proyectos de cooperación que nos han tenido como sociedad involucradas/os en una infinita saturación de informes, comprobaciones de lo realizado, más informes y más comprobaciones de lo realizado con la sola intención de dar cuenta de que hemos hecho lo que dijimos que haríamos.

No se trata de no recibir apoyos económicos a los procesos de cambio social en los que creemos y que necesitamos impulsar, sino de cambiar el chip del tipo de relación que tene-mos con la cooperación… un relacionamiento que no parte de sus intereses, sino de los nuestros o en todo caso de un tipo de relación que sea de COOPERACION partiendo de lo que ambas partes aportan, desde el respeto.

Pero para construir nuevas formas de relacionamiento con toda persona, organización, colectivo o agencia de cooperación, necesitamos revisarnos para adentro de nosotras/os, nuestras organizaciones y lo que hemos hecho con nuestros propios proyectos de vida = proyectos políticos, para identificar en qué aspectos de estos relacionamiento hemos fallado.

No es fácil, ya lo sabemos. Pero los tiempos lo requieren. Porque los apoyos de la coopera-ción se redujeron, al ya no ser nuestra región “zona de conflicto”. Ahora es “más importante” que migren los capitales internacionales a las zonas del mundo en donde hubo guerras, hay más hambruna o se hace necesario empezar a contar los efectos de la devastación extrema, a la cual, algunos de los países cooperantes contribuyeron.

Nosotras/os ya pasamos por eso, y sabemos que todo lo que se hizo en este país en función de recuperar la memoria, dignificar nuestras vidas, ocupar espacios políticos de participa-ción, recuperar nuestras voces, ser sujetas políticas desde nuestros poderes, empezar a generar intolerancia hacia el racismo y hacernos justicia en todos los ámbitos de la vida, lo hemos hecho nosotras y nosotros. Mujeres y hombres con ganas de cambiar la vida desde donde estamos, con recursos o sin recursos, con compromiso, con ganas de salir de la igno-rancia, la colonización, la impunidad, el desamor, con ganas profundas de que este país se transforme en lo que es posible lograr. Eso lo hemos hecho año tras año, por décadas y décadas, por centurias.

Sin embargo, según nuestro entendimiento, no hemos tomado conciencia de que todo eso lo hicimos nosotros, no los financiamientos, ni los proyectos, ni los informes o las evaluacio-nes. Lo hicimos nosotras/nosotros desde la certeza de que seguimos creyendo en que no nos merecemos esto que vivimos.

Por eso, el chip que nos corresponde cambiar es el que nos alerta de que el cambio no viene desde fuera, sino desde adentro… de lo más profundo de nuestras emociones, mismas que determinan nuestros pensamientos, y que al interaccionar dan lugar a nuestros sentimientos, forjando nuestras creencias.Si tan solo cambiamos nuestras formas de sentir y pensar respecto de las maneras como hemos hecho lo actuado, en realidad, estaremos transformando creencias que antes consi-derábamos inalterables. Solo de esa manera podremos adentrarnos a una nueva etapa en la que nuestras reflexiones retomen los rumbos de la transgresión del sistema, no solo el abordaje de los efectos de la debacle.

La pregunta claro, es por dónde empezamos. Al acabarse los finan-ciamientos y cerrar estos ciclos, seguro que emergerán nuevos niveles de creatividad, de complejidad de nuestras propuesta y de autocrítica para avanzar hacia nuevos caminos, pero desde una versión que nos permita mantener la autonomía de nuestras pro-puestas políticas y la auto-sostenibilidad de nuestras formas de vida.