cambiar al otro - virginia gawel

4
Cambiar al otro - Virginia Gawel ¿Quién de entre nosotros no ha sentido ese impulso? ¿Quién no deslizado una palabra que al otro “le resulte iluminadora” de que creemos o sabemos! que no se da cuenta? ¿Quién no ha de" un libro como al descuido para que esa persona encuentre en é “le trans#ormar$ la %ida”? &emos sugerido' indicado' subra(ado %ehementemente lo que hab de serle con%eniente*** &emos regalado libros' en%iado mails inspiradores' recomendado pel)culas*** &emos tenido gestos si ( concretos' argumentos en#$ticos ( balbuceantes' di$logos es #rustrantes soliloquios*** para que el otro' -por su bien' si bien-' &emos rodeado con paciente persistencia su castillo co que alce sus puentes' disperse a sus cocodrilos ( de"e ingres palabra "usta' nuestra interpretaci+n de lo que le sucede' aq pro%ocar$ el gran “clic” que ampl)e su conciencia*** ,ero muc demasiadas! %eces*** simplemente no #unciona* ho( no esto( hablando de quien manipula al otro para la pro con%eniencia' con malicia aunque a %eces creemos no estar manipulando*** ( s) lo estamos haciendo' pero quisiera de"ar de lado!* ,ongamos el me"or escenario posible. hablo de aquel situaci+n en la que una persona a la que amamos o al menos apreciamos en alguna medida! est$ limitada en su conciencia d

Upload: mithuna

Post on 03-Nov-2015

215 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

RELACIONES PERSONALES, RESPETO, ACEPTACION.

TRANSCRIPT

Cambiar al otro - Virginia Gawel

Quin de entre nosotros no ha sentido ese impulso? Quin no ha deslizado una palabra que al otro le resulte iluminadora de aquello que creemos (o sabemos) que no se da cuenta? Quin no ha dejado un libro como al descuido para que esa persona encuentre en l lo que le transformar la vida?

Hemos sugerido, indicado, subrayado vehementemente lo que habra de serle conveniente... Hemos regalado libros, enviado mails inspiradores, recomendado pelculas... Hemos tenido gestos simblicos y concretos, argumentos enfticos y balbuceantes, dilogos estriles y frustrantes soliloquios... para que el otro, -por su bien, siempre por su bien-, Hemos rodeado con paciente persistencia su castillo con el fin de que alce sus puentes, disperse a sus cocodrilos y deje ingresar nuestra palabra justa, nuestra interpretacin de lo que le sucede, aquello que provocar el gran clic que ample su conciencia... Pero muchas (demasiadas) veces... simplemente no funciona.

Y hoy no estoy hablando de quien manipula al otro para la propia conveniencia, con malicia (aunque a veces creemos no estar manipulando... y s lo estamos haciendo, pero quisiera dejar ese punto de lado). Pongamos el mejor escenario posible: hablo de aquella situacin en la que una persona a la que amamos (o al menos apreciamos en alguna medida) est limitada en su conciencia de s, no se ve, no advierte su propio potencial no desplegado, o no reconoce su autoengao... y nosotros, desde afuera, la vemos con claridad (o al menos eso suponemos!). Entonces nos desesperamos para que esa persona tenga la misma visin que nosotros podemos tener, y pueda cambiar. Imaginemos que estuviramos en lo cierto: que lo que vemos no fuese proyectivo, una distorsin, una interpretacin, sino algo veraz que, si el otro pudiera advertir, le aliviara dolor, o le permitira una expansin personal que no le ser posible hasta que vea. Qu doloroso es! Cunto desencuentro!

Quiero decir esto (por propia experiencia, de la que guardo cuantiosas cicatrices!): si la ms antigua metfora de la transformacin ntima es la de darse a luz a s mismo, cuando de ese proceso se trata el parto interior no puede ser inducido por la intencin de nadie que no sea el mismo parturiento. Esperar su tiempo puede ser penoso, claro! Es difcil aguardar los procesos del ser amado hasta que pueda. Inclusive ms penoso si es que no llega a poder: ver de cunto sera capaz y que, sin embargo, desde adentro... no puja. Sin embargo, como me dijo alguien muy valioso hace poquito, con sus palabras: Nadie salva a nadie. Si hubieses tenido que resolver su vida sin duda que Dios te habra hecho nacer en... pero naciste en el tuyo.

Hay un proverbio africano que siempre me gusta citar cuando hablamos de este tema: Se puede llevar el buey al ro, mas no se le puede obligar a beber. Podemos hablar, sugerir, expresar... pero lo cierto es que para que alguien se despliegue, cambie, se transforme, es l mismo quien tiene que pujar. (Y muchas veces veremos que nuestra buena intencin, sin querer, nos hace ser intrusivos, entrometidos en las elecciones del otro... o tremendamente errados en nuestra manera de interpretar su realidad!).

Hay algo que veo con claridad en m: cuando me doy cuenta de que hay algo de m que quiero desplegar, cambiar, transformar, el trabajo de parto no es menor por el solo hecho de tener la firme decisin para ese cambio: requerir constancia, esfuerzo, paciencia... Entonces: si a m, si a cada uno de nosotros que s nos dimos cuenta de que algo interno necesita ser transformado, y s queremos cambiarlo, de todos modos nos cuesta llevar a cabo ese proceso, cmo habra de cambiar quien no tiene ninguna intencin de hacerlo? Querer que cambie ya es como querer hacer madurar una fruta junto al fuego...

Esta situacin se da muchas veces en los vnculos amorosos: alguien se enamora de otro porque tiene el talento para ver lo que ese otro podra llegar a ser en el caso de que se fuera desplegando. Y asume, entonces, como tarea de amor, el ser algo as como el jardinero de esos talentos dormidos, de ese darse cuenta que an no se dio. Entonces riega con persistencia, quita las hierbas, cuida de las heladas... Pero si el otro no abre su semilla desde adentro... no habr jardinera que valga! As, ese pobre jardinero queda vinculndose con un potencial: alguien que podra ser... pero que no es (y hasta resulta factible que nunca llegue a serlo!)

Queriendo que el otro quiera, a veces lastimamos con nuestra torpeza. Y a veces nos hacemos dao a nosotros mismos. Darnos cuenta de esta trampa es comenzar a salir de ella.Pero, -aunque ms infrecuentemente-, a veces sucede algo diferente: tenemos la gracia de que un vnculo (en cualquier mbito) funcione como una verdadera alianza (de all el nombre del anillo nupcial); una alianza en base a la cual cada uno sea el partero de lo mejor del otro, iluminndose recprocamente. Esa es la mayor bendicin. La menos usual, la que podra desear para cada uno de nosotros...

El gran poeta espaol Pedro Salinas nos habla de todo esto as:

"Perdname por ir as,buscndote tan torpemente, dentro de ti.Perdname el dolor alguna vez.Es que quiero sacar de ti tu mejor t.Ese que no te viste y que yo veo,nadador por tu fondo, preciossimo.Ese que est all, silencioso,oculto en ti, preso de ti,intentando decir lo que t no sabes.El que quiere romper las frasesque atan sus alas,para que t lo oigas y yo lo sienta.El que invent el silencio lleno de aromasy lleg a m, me roz y descubri tu existencia.Perdname el dolor alguna vez.Quiero rescatar de ti tu mejor t.Y subirlo desde tu fondo a la cima de mi montaadonde su calor derrita la nieve del ocasoy su luz difana llene todos mis espacios,vacos y prohibidos.Creando y recreando ese universo paralelomaravilloso, que nos habita,nos posee, nos tortura y nos duele.Estoy sacando de ti tu mejor t.Perdname el dolor."Pedro Salinas

Fuente: Virginia Gawel