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FRANCISCO CALVO SERRALLER UN ENGENDRO DEL PÚBLICO

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Literatura

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  • FRANCISCO CALVO SERRALLER

    UN ENGENDRO DEL PBLICO

  • 1

    Publicada, por primera vez, en 1831, Le Chef-doeuvre inconnu, novela

    corta de Balzac, ha conseguido una fama legendaria dentro del gnero

    romancesco contemporneo conocido como novela de artista y, en

    general, en el imaginario social de nuestra poca dedicado a la imagen del

    artista. Si resulta asombrosa esta formidable proyeccin posterior de la

    enigmtica novelita de Balzac lo es, en primer lugar, porque en absoluto

    fue la primera de su especie, ni, en puridad, lo que en ella se revela, como

    trama argumental y pensamiento, tampoco constituy una novedad. Ahora

    bien, as y con todo, es obvio que su impacto y permanencia no fueron

    casuales, ni, an menos, gratuitos. En este sentido, hay que reconocer que

    Balzac supo cristalizar, de forma comparativamente insuperable, las

    dramticas cuitas que asediaron la identidad del artista contemporneo y,

    por tanto, su imagen pblica, no slo por haber sabido concentrar el

    problema de la creacin artstica en nuestra poca, sino por haberlo dotado

    de una fuerza alegrica incomparable. Por lo dems, es evidente que, ya

    desde el mismo ttulo elegido para la novela, La obra maestra desconocida,

    Balzac acert a sintetizar casi todos los problemas que han atosigado al

    artista contemporneo, porque, por una parte, el concepto de obra

    maestra, un absoluto, entra en crisis precisamente en los albores de nuestra

    poca, mientras que, por otra, la idea del fracaso de la obra y de su

    creador cobran un tinte particularmente trgico en un momento histrico en

    que lo pblico se convirti en el elemento esencial de interlocucin entre

    el arte y, como dira Prudhon, su destino social, cuestin sta ya

    insoslayable, incluso cuando el artista decida dar voluntariamente la

    espalda a la sociedad, como les ocurri a los defensores decimonnicos de

    la teora del arte por el arte, entre los que hay que emplazar al pintor

    Frenhofer, el malhadado protagonista de la novela de Balzac.

    En cualquier caso, todo lo breve y enigmtica que se quiera, la

    densidad de Le Chef-doeuvre inconnu, de Balzac, nos obliga a desenredar

    la tupida malla de elementos histricos y culturales que la entretejen, entre

    los que estn muchas cuestiones generales de trasfondo, como, por

    ejemplo, la aparicin del pblico, que no es sino el consumo annimo de

    la obra o el mercado, la situacin del arte moderno y la mitificacin de la

    figura del artista creador.

    Aunque la creacin del pblico se va fraguando histricamente

    desde, por lo menos, el siglo XVI, es evidente que la plenitud de su poder

    como agente decisivo del arte no se produjo hasta el siglo XVIII en

    Francia, al socaire de las primeras exposiciones pblicas peridicas,

    organizadas por la estatalizada Academia de Bellas Artes en el Saln Carr

    del Louvre. Junto con los salones, donde el arte era exhibido ante una

  • 2

    masa de visitantes de procedencia social y formacin muy diversos, pero,

    sobre todo, cuya mayora era indocta en cuestiones artsticas, surgieron los

    primeros crticos de arte, que ya no eran necesariamente artistas, sino

    intelectuales aficionados, que se atrevan a opinar, no tanto en su

    condicin de expertos en la materia, sino en la escritura; esto es: en la

    comunicacin o, si se quiere, el didactismo. En este sentido, los nuevos

    crticos eran propiamente los heraldos del pblico y, como tales, los

    trasmisores de la opinin de ste al artista, algo fundamental para l

    porque, a partir de ahora, se vea impelido a crear, como quien dice, a

    ciegas, con un interlocutor annimo, pero decisivo para su futura suerte.

    El cambio rotundo que esta nueva situacin supuso para el artista se

    comprende cuando se compara con la histricamente precedente, cuando su

    clientela, cortesana y religiosa, estaba por completo personalizada, lo que

    significaba que un artista concreto era elegido por un cliente concreto para

    hacer una obra totalmente especificada, sobre cuyas caractersticas haba de

    discutir y pactar ms all o adems de su precio. Por otra parte, la rotacin

    peridica de los salones obligaba a constantes cambios al artista, si quera

    seguir teniendo actualidad y no ser acusado de repetirse.

    Durante el primer periodo de esta mecnica de exhibiciones pblicas

    peridicas, por lo menos hasta llegar a la Revolucin de 1789, los artistas

    ms jvenes y/o novedosos apostaron por el potencial liberador del Saln,

    en la medida en que era un factor polmico de apoyo alternativo a los

    rgidos y encorsetados juicios del comit acadmico de seleccin; pero fue

    posteriormente, durante el primer tercio del siglo XIX, cuando se

    percataron de la naturaleza poco dinmica del gusto pblico y, sobre todo,

    de la nula importancia que la burguesa ahora dominante daba a la prctica

    artstica, descalificada por su falta de utilidad social inmediata. Es lgico

    que los objetivos de los artistas ms renovadores de este periodo fueran,

    por una parte, demostrar que la inutilidad de las artes era, sin embargo, til

    a su manera para la sociedad, y, por otra, emprender una lucha vanguardista

    contra los prejuicios del convencional pblico, porque, a partir de ahora, un

    artista sin proyeccin pblica simplemente no exista. De esta manera, lo

    ms trascendental para el artista era hacerse un nombre, aunque fuera

    mediante el expediente paradjico de escandalizar al pblico. Por ltimo,

    conviene no olvidar al respecto que no fue la clase burguesa la que apoy

    el nuevo concepto de artista moderno, con una identidad basada ms en el

    conocimiento terico que en la prctica manual regular, sino los crculos

    aristocrticos de las cortes del humanismo renacentista.

    Me parece imprescindible haber hecho este elemental recordatorio

    histrico de la situacin del artista moderno, porque si no es imposible

    entender no slo la nueva dinmica que afecta al artista en nuestra poca,

  • 3

    sino cmo ste se convierte en el ser legendario que todava sigue siendo

    para nosotros, lo que significa, entre otras cosas, que, por primera vez, se

    transforme en un protagonista de novela o, si se quiere, en un hroe

    romancesco. Significativamente, desde un punto de vista histrico, no hay

    artistas que protagonicen novelas, ni otros gneros de creacin literaria o

    musical, hasta la segunda mitad del siglo XVIII, que es precisamente

    cuando se origina nuestro mundo contemporneo. En efecto, es durante

    este periodo cuando se publican, sobre todo, en Alemania, el Reino Unido

    y Francia, novelas, comedias dramticas e incluso peras en las que se

    narra la peripecia vital de los artistas, que pasan as a ser los nuevos

    ejemplos de la emergente sociedad secularizada. Podemos ilustrar con

    algunos datos histricos sin pretensin de exhaustividad esta corriente,

    incluso sin salirnos del marco cronolgico antes acotado: el de la segunda

    mitad del siglo XVIII.

    En este sentido, dejando de lado el precoz inters por los temas

    artsticos de Denis Diderot, que no slo se sustanci en la publicacin de

    sus crticas de arte, sino en un variado elenco de novelas y ensayos sobre el

    arte y los artistas, como el Sobrino de Rameau, cuya redaccin se data a

    comienzos de la dcada de 1760, o La paradoja del comediante y Jacques el

    fatalista, ambos de 1773, hay que sealar el valor pionero de las

    Biographical Memories of Extraordinary Painters, de William Beckford,

    que se public en 1780. De todas formas, fue en el mundo germnico

    donde se prodigio ms el gnero llamado de la Knstlerroman, que sirvi

    de horma para lo que despus se extendi por toda Europa, aunque con

    especial hincapi en Francia, como novela de artista. No hubo, en efecto,

    entre los prerromnticos y romnticos alemanes, quienes no se sintiesen

    tentados por tratar este asunto, empezando por el propio Goethe, pero

    tambin por Kart Philipp Moritz, Wilhem Heinse, Tieck, Novalis,

    Brentano, E.T.A. Hofmann, Eichendorf, Wackenroder, Waiblinger,

    Mrike, Mundt, Laube, Gutzkow, Schcking, etc. El periodo inicial lgido

    de esta corriente, que se inici hacia 1780, culmin en 1830, cuando

    tambin se haba introducido muy ampliamente en la literatura francesa,

    probablemente gracias a las traducciones del alemn al francs que realiz

    Love-Veimars, sobre todo, de la obra de Hoffman. No obstante, en 1803,

    el francs Charles Nodier haba ya publicado una novela titulada El pintor

    de Salzburgo, la cual nos deja un testimonio temprano del precoz

    romanticismo galo.

    En cualquier caso, la fecha clave para explosin del gnero fue la

    muy significativa de 1830, una fecha revolucionaria, pero que se saldara

    con el establecimiento en Francia de un rgimen tpicamente burgus, el as

    llamado del juste mileu, con la corona postiza de Luis Felipe de Orlens.

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    Que en ese mismo ao tuviera lugar en Pars el escandaloso estreno teatral

    de Hernani, de Victor Hugo, apotesico drama romntico, de hipntica

    fuerza extrovertida, es otro dato muy a tener en cuenta, como tambin lo

    fue, un lustro despus, el de Chatterton, de Alfred de Vigny, si bien ste fue

    la antpoda de aqul: una obra maestra del romanticismo introvertido, a la

    vez que pattica confesin de la autodestruccin artstica en un medio

    burgus. En este mismo ao de 1830, por otra parte, Balzac publica una

    serie de artculos sobre el papel del artista en la sociedad moderna en la

    revista La Silhouette, donde defendi sin ambages la doctrina del arte por

    el arte, postulando el concepto del creador apartado del trajn social y

    empeando slo en la produccin de la obra, en uno de cuyos prrafos ms

    exaltados se puede leer lo siguiente: Es el pensamiento, en cierto modo,

    algo que va contra la Naturaleza. En las primeras pocas del mundo fue el

    hombre todo exterior. Ahora bien: son las Artes el abuso del pensamiento

    () El artista, cuya misin consiste en captar las relaciones ms remotas,

    produciendo efectos prodigiosos mediante la aproximacin de las cosas

    vulgares, tiene, por fuerza, que dar muchas veces la impresin de que

    desvara. All donde el pblico ve rojo, l ve azul. Goza de tal intimidad

    con las causas secretas, que se congratula por una desgracia y reniega de

    una belleza; elogia un defecto y defiende un crimen; muestra los sntomas

    todos de locura, porque los medios que emplea parecen siempre tan lejos

    del fin como cerca de l estn. Todava ms, en 1830, Balzac public tres

    novelas con artistas como protagonistas: Sarrassine, La Vendetta y La

    Maison du Chat-qui-Pelote, todas, por tanto, anteriores a Le Chef-dOeuvre

    Inconnu. Antes, en todo caso, de comentar nada acerca de estas tres novelas

    de artista primerizas de Balzac, creo necesario resear la publicacin, en

    1832, de la novela de Thophile Gautier, Albertus ou lame et le pch.

    Legende Thologique, en cuyo prlogo hay no pocas disquisiciones

    sustanciosas sobre el modo romntico de vivir la identidad artstica y su

    inevitable confrontacin social. Ah nos habla Gautier de su condicin de

    artista retirado en un minsculo interior, ajeno al mundo y sus pasiones:

    No ha visto del mundo sino lo que ve a travs de la ventana, y no desea

    ver nada ms. No tiene color poltico; no es ni rojo, ni blanco, ni siquiera

    tricolor; no es nada, no se entera de las revoluciones sino cuando las balas

    rompen los cristales. Prefiere estar sentado que de pie, acostado que

    sentado. Se trata de un hbito inspirado en la muerte cuando viene e

    acostarnos para siempre. -Escribe versos como pretexto para no hacer

    nada, y no hace nada con el pretexto de hacer versos. No obstante, tan

    alejado como est de las cosas de la vida, sabe que el viento no sopla

    favorable para la poesa; es completamente consciente de lo inoportuno de

    semejante publicacin; sin embargo, no teme arrojar entre dos motines,

    quizs entre dos pestes, un volumen puramente literario; ha credo que se

    trataba de una obra piadosa y meritoria para la prosa que corre, de una obra

  • 5

    de arte y de fantasa en la que no se apela a las bajas pasiones, en la que no

    se ha explotado ninguna torpeza en pos del xito. Se ha imaginado (tiene

    razn o se equivoca?) que haba an por Francia algunas buenas gentes

    que, como l, se aburren mortalmente con esa poltica sarnosa de los

    grandes diarios, y cuyo corazn se elevaba por encima de esta polmica

    indecente y furibunda de la actualidad. Ms adelante Gautier arremete

    contra todos los que, de una u otra forma, proclaman la utilidad social del

    arte: En general, desde que una cosa se convierte en til, deja de ser bella.

    Entra entonces en la vida positiva, de potica se transforma en prosaica,

    de libre, en esclava. Todo el arte est ah. El arte es la libertad, el lujo, la

    efervescencia, el abandono del alma en la ociosidad. La pintura, la

    escultura, la msica no sirven absolutamente para nada. Las joyas

    cuidadosamente cinceladas, los aderezos singulares, son puras

    superfluidades. Quin, sin embargo, quisiera privarse de ellos? El honor

    no consiste en tener lo indispensable; no sufrir no significa gozar, y los

    objetos que menos necesitamos son los que ms nos encantan. Hay y

    habr siempre almas artsticas, a los que los cuadros de Ingres o Delacroix,

    la acuarelas de Boulanger o de Decamps les parecern ms tiles que los

    ferrocarriles y los barcos de vapor.

    El exaltado prlogo de Gautier a su obra Albertus, que trata de la

    historia de un pintor, nos muestra, en primer lugar, el trauma que le

    produce el mundo contemporneo al artista, por ser ste un mundo regido

    pro criterios de utilidad, rentabilidad y difusin, frente al perdido mundo

    del Antiguo Rgimen, que estaba caracterizado por el dispendio suntuario;

    en segundo lugar, que el arte ya no es una profesin ennoblecida por el

    saber humanista, sino una actividad de todo aquel que, mediante cualquier

    medio de expresin, se deja arrastrar por la imaginacin y el espritu; y, en

    tercer lugar, que esta actividad carece de un reconocimiento apropiado en

    un rgimen burgus. En este sentido, el artista hace de la inutilidad su

    profesin de fe y se retira al interior de su taller para ensimismarse en su

    sueo creador, cuyo radical solipsismo concluye, casi necesariamente, en la

    autodestruccin, el suicidio. Walter Benjamn ha explicado con agudeza el

    sentido moderno de esta autodestruccin artstica, cuando afirma que las

    resistencias que lo moderno opone al natural impulso productivo del

    hombre, estn en una mala relacin para con sus fuerzas, si el hombre ve

    paralizado y huye hacia la muerte. Lo moderno tiene que estar en el signo

    del suicidio, sello de una voluntad heroica que no concede nada a una

    actitud que le es hostil, ese suicidio no es renuncia, sino pasin heroica, es

    la conquista de lo moderno en el reino de las pasiones.

    Como respondiendo a esa pasin heroica definida por Benjamn, en

    1835, se estren en Pars, el ya antes citado drama Chatterton, de Alfred de

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    Vigny, donde se relata el suicidio de este poeta adolescente britnico de

    fines del siglo XVIII, obra que fue calificada por Gautier como ejemplo del

    romanticismo introvertido. El propio Gautier describi as el ambiente

    del estreno teatral: El patio de butacas ante el cual declamaba Chatterton,

    estaba lleno de plidos adolescentes de largos cabellos, creyendo

    firmemente que no haba otra ocupacin aceptable en este mundo que hacer

    versos o pintar, el arte, como se deca, y mirando a los burgueses con

    desprecio... Los burgueses eran poco ms o menos todo el mundo, los

    banqueros, los comerciantes, los notarios, los hombres de negocios, los

    boticarios y otros cualesquiera que no formaran parte del Cenculo y

    ganaran prosaicamente su vida. Jams tal sed de gloria quem los labios

    humanos, y, en cuanto al dinero, no se pensaba en l. Cuando no se ha

    pasado por esta poca ardiente, loca, sobreexcitada, pero generosa, en qu

    olvido de la existencia material, la embriaguez, la infatuacin por el arte,

    impuls a frgiles y oscuras vctimas que prefirieron morir a renunciar a su

    sueo. Verdaderamente, en la noche del estreno de Chatterton, se oa

    estallar la detonacin de las pistolas solitarias... Tras esta melodramtica

    descripcin testimonial de Gautier del estreno de una obra que rememoraba

    la retirada del mundo y el suicidio del poeta adolescente, se comprende el

    ambiente que exista, entre los jvenes artistas, en la dcada de 1830. Pero,

    si an parece necesario, todava cabe recordar que, en 1830, publica

    Stendhal, Le Rouge et le Noir, y, en 1836, Alfred de Musset Confession

    dun enfant du sicle.

    No encaja acaso en ese marco la historia del desdichado y

    autodestructor pintor Frenhofer, el hroe maldito de Le Chef-doeuvre

    inconnu? Es cierto que Balzac sita la accin en el siglo XVII, pero esta

    ubicacin histrica est dictada por la necesidad de dar un valor alegrico,

    universalizar, el destino del artista. Significativamente, los otros relatos de

    artistas de Balzac que anteceden a la publicacin de Le Chef-doeuvre

    inconnu, las antes citadas de Sarrassine, La Vendetta y La Maison du Chat-

    qui-pelote, salvo el primero, que se ambienta en la segunda mitad del

    XVIII, reproduce historias de artistas rigurosamente contemporneas.

    Todas estn cargadas de un acento romntico y un fin trgico, ms o menos

    prosaico. La, por as decirlo, ms convencional, La Vendetta, se remonta a

    ardores meridionales atvicos, para narrar una sencilla historia de amor de

    una pintora, Ginebra di Piombo, que halla casualmente de una vez la figura

    de su amado y la culminacin de su inspiracin, pero todas estas ilusiones

    quedarn aplastadas por la prosaica necesidad de sobrevivir, que apaga

    simultneamente las pasiones de eros y el arte. En esta misma direccin, en

    La Maison du Chat-qui-pelote, ttulo curioso que es simplemente el del

    cartel anunciador de un comercio textil, el joven aritcrata Thodore de

    Sommervieux, a la sazn pintor de prometedora carrera acadmica, al

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    regresar a Pars tras haber gozado del Premio de Roma, sorprende, mientras

    pasea por la ciudad, a una joven asomada a un balcn justo encima de la

    tienda de marras y, de inmediato queda seducido ertica y artsticamente.

    De nuevo aqu, la realizacin material del sueo tendr consecuencias

    catastrficas, porque, casado de Sommervieux con la burguesita, pronto

    comprender la incompatibilidad de su posicin social, de sus respectivas

    aficiones e inclinaciones y, sobre todo, la imposibilidad de llevar una

    ordenada vida familiar para un artista. Estos sinsabores cotidianos que

    atosigan al arte cobran, sin embargo, un mpetu ms intimidatorio segn la

    accin remonte el tiempo hacia atrs, y as, en Sarrassine, se nos narra la

    historia de un joven escultor de rasgos decididamente ms genialoides, que

    cree hallar en Italia la encarnacin de la belleza femenina absoluta en una

    clebre cantante de pera, a la cual trata simultneamente de usar como

    modelo y seducir, pero con el decepcionantemente trgico descubrimiento

    de que, en realidad, se trata de un castratto, un varn trasvestido. Un siglo

    antes, en la primera mitad del siglo del XVII, el genial Frenhofer, posedo

    por la pasin absoluta de crear una obra maestra definitiva, se retira del

    mundo para encerrarse con su modelo preferida, Catherine Lescault, con la

    intencin de realizar su representacin desnuda perfecta. La interrupcin

    que sufre por la curiosidad de dos pintores contemporneos, ambos figuras

    histricas reales, Porbus y el joven Poussin, que sacan de su

    ensimismamiento a Frenhofer, tendr trgicas consecuencias para ste,

    porque, a travs de la mirada de sus insidiosos colegas, descubrir su febril

    estado de enajenacin artstica y destruir su obra y a s mismo.

    Aunque la asociacin entre locura y genialidad es un tpico

    romntico, Balzac introduce suficientes elementos de intriga como para

    dotar con una nueva perspectiva a esta historia de trgica autodestruccin.

    Es cierto que perdura la trama ertica a travs de las modelos, la citada

    Catherine Lescault y Gillete, que es la amante de Poussin que ste utiliza

    como seuelo para acceder a la intimidad artstica oculta de Frenhofer,

    pero, a la postre, la presencia y la importancia de estas dos mujeres es

    secundaria para lo que constituye el nudo central del relato: la amenaza del

    ensimismamiento artstico, que es lo que ocurre cuando un creador se retira

    por completo del mundo y vive slo de su fantasa interior. Si analizamos

    la trama en el contexto en el que Balzac escribi la novela, justo al

    comienzo de la dcada de 1830, que, como dijimos, no slo es el inicio de

    la Monarqua de Julio y el establecimiento de un rgimen burgus, sino

    precisamente el momento del comienzo del romanticismo introvertido, la

    exaltacin correspondiente de la doctrina que lo encarna, la del arte por el

    arte, y la aparicin de la bohemia trgica, podremos comprobar que las

    piezas encajan para explicar el desvaro del maldito Frenhofer, una vctima

    ms del solipsismo destructor al que se ven abocados los artistas que dan la

  • 8

    espalda al mundo contemporneo y a los que la realidad social les ha

    vuelto, a su vez, la espalda.

    Significativamente, como tambin se encarga de narrar Balzac en

    otra de sus novelas de artista, Pierre Grassou, el famoso Saln haba

    tomado un rumbo incontrolable a partir aproximadamente de la dcada de

    1820, la dcada en que iniciaron su pblica carrera artstica escandalosa

    Gricault y Delacroix, pero tambin el ms veterano Ingres, que se hizo

    famoso en el Saln 1824, a los cuarenta y cuatro de edad, con su Voto del

    Luis XIII, quiz el cuadro ms dbil que pint tras una sucesin de obras

    extraordinarias que cosecharon un total desprecio crtico y pblico. En el

    prlogo de Pierre Grassou, donde se nos cuenta la prosperidad de un pintor

    mediocre, Balzac describe muy grficamente la situacin del Saln en este

    momento histrico crtico: Siempre que fuisteis a ver en serio las

    exposiciones de obras de escultura y pintura que se han celebrado desde la

    Revolucin de 1830, no experimentasteis un sentimiento de inquietud y

    tristeza ante aquellas largas galeras atestadas? Desde 1830 no existe ya el

    Saln. Por segunda vez el pueblo de los artistas que en l se ha mantenido

    ha tomado el Saln por asalto. Ofreciendo antao la flor de las obras de

    arte, supona el Saln lo ms grandes honores para las creaciones que en l

    se exponan. Entre los doscientos cuadros elegidos, el pblico, a su vez,

    elega; manos desconocidas otorgaban una corona a la obra maestra.

    Surgan discusiones apasionadas a propsito de un lienzo. Los insultos

    prodigados a Delacroix o en Ingres no contribuyeron menos a su fama que

    los elogios y el fanatismo de sus partidarios. Hoy, ni el pblico ni la crtica

    se apasionan ya por los productos que en esta bazar se exhiben. Obligados

    a elegir all donde en otro tiempo se encargaba de eso el jurado, se les

    cansa en ese trabajo la atencin y, al terminar la tarea, ya se clausur la

    exposicin. Hasta 1817 los cuadros admitidos no pasaban de las dos

    columnas primeras de la larga galera donde figuran las obras de los viejos

    maestros, y este ao llenaron todo ese espacio, con gran asombro del

    pblico (...) Segn ha ido aumentando el nmero de artistas, deba el jurado

    de admisin haberse mostrado ms exigente. Pero todo se perdi desde que

    el Saln se prolong en la Galera. El Saln deba haber quedado como un

    lugar determinado, restringido, de dimensiones inflexibles, en el que cada

    gnero hubiese expuesto sus obras maestras. Una experiencia de diez aos

    ha demostrado la bondad de la institucin antigua. En vez de un torneo,

    tenis ahora un motn; en lugar de una exposicin gloriosa, un bazar

    bullicioso, y en vez de una seleccin tenis la totalidad. Y qu es lo que

    pasa? Pues que sale perdiendo el gran artista.

    La reproduccin de este amplio fragmento prologal tiene, a mi juicio,

    importancia, no slo porque enmarque adecuadamente el relato que le

  • 9

    sigue, el de la historia de la mediocre, pero feliz supervivencia material de

    un pintor sin talento, Pierre Grassou, con todo lo que, por otra parte, tiene

    esta figura de premonitorio para el futuro, sino porque, en cierta manera,

    nos advierte del cambio de mentalidad que experimenta en esos aos

    Balzac, pasando de ser un radical defensor del arte por el arte a un

    posibilista, que no cree ya que la marginacin y la autodestruccin sean

    por s mismo signos de independencia y, mucho menos, de genialidad. Es

    cierto que Balzac seguir considerando que el burgus, la gente, el pblico,

    en su gran mayora, no comprende el arte, porque no est interesado en l,

    pero este lastre ya no ser sino slo la aleatoria carga que el creador ha de

    soportar y, sobre todo, manejar. Este ltimo verbo casa bien con lo que

    Balzac denominar la surface commerciale del artista. En una novela,

    que todava publica en la dcada de 1830, media docena de aos despus

    de Le Chef-doeuvre inconnu; o sea, en 1837, la titulada Grandeza y

    decadencia de Csar Birotteau, perfumista, hay un dilogo entre un

    arquitecto genialoide, llamado Grindot, recin regresado de Roma, con el

    bueno de Birotteau, su cliente, en el que aqul le dice a ste literalmente lo

    siguiente: Tengo que pasarme la noche haciendo planos, y la verdad es

    que preferimos trabajar para los burgueses mejor que por amor al arte, es

    decir, para uno mismo. Tres aos despus, en 1840, el tono de Balzac

    cobra un aire ms sarcstico, sin perder cierta benevolencia teida de

    nostalgia por la juventud pasada. Me refiero a lo que escribe sobre la

    bohemia en una obra que se titula as: Un prncipe de la bohemia. La

    Bohemia, a la que habra que llamar la Doctrina del bulevar des italiens

    afirma all Balzac-, intgranla jvenes, todos ellos de ms de veinte aos,

    pero que no han cumplido los treinta, y hombre geniales todos ellos en su

    estilo, poco conocidos todava, pero que ya se darn a conocer y sern

    entonces muy distinguidos; ya se les distingue en Carnaval, cuando

    descargan el exceso de su ingenio, encogido el resto del ao, en

    invenciones ms o menos chistosas. En qu tiempos vivimos! Qu

    absurdo poder es ese que as deja perder fuerzas inmensas? (...) Esa palabra

    Bohemia, os lo dice ya todo. La Bohemia no tiene nada y vive de lo que

    tiene. La Ilusin es su culto; la Fe en s mismo, su cdigo, y la Caridad se

    reputa su presupuesto. Todos esos jvenes son ms grandes que sus

    desventuras, por debajo de la fortuna, pero por encima del sino. Siempre

    caballeros sobre un s, ingeniosos como folletines, alegres como individuos

    que deben, oh, deben tanto como beben!. Este tono desenfadado se

    parece ya bastante al de Scnes de la Vie de Bohme o al de Les buveurs

    deau, de Henry Mrger, donde las trgicas cuitas de la primera bohemia, la

    de la autodestructiva generacin artstica del romanticismo introvertido, se

    convirtieron en animada y chispeante charanga, ms apropiada para la

    zarzuela que para la pera.

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    Pero, qu tiene que ver todo esto con el terrible destino de

    Frenhofer? Significativamente, Balzac, constante reordenador de su ingente

    produccin literaria, reubic Le Chef-doeuvre inconnu, con motivo de la

    republicacin de la novela en 1837, dentro de los por l llamados Estudios

    filosficos, que incluyen no slo otros relatos de artistas, como los de los

    msicos Massimilla Doni y Gambara, sino todos aquellos en los que los

    protagonistas se ven embebidos por la abismal bsqueda de un absoluto.

    Me refiero a La peau de chagin, Jess-Christ en Flandre, Melmoth

    reconcili, La recherche de labsolu, Lenfant maudit, Adieu, Les Marana,

    Le rquisitionnaire, Un drame au bord de la mer, etc. Con ello, Balzac

    separaba, por un lado, sus primeras novelas de artista, las publicadas en

    1830, y, por otro, las posteriores a Le Chef doeuvre inconnu, de corte

    menos romnticamente idealista. Pero, entonces, qu era eso de abismarse

    en la bsqueda del Absoluto, que qued acotado como el estudio filosfico

    de una pasin, que hace vivir y enloquece principalmente la mente de

    ciertos artistas? La pasin, para Balzac, es el abismo adonde ha de

    asomarse el artista, pero para medirlo, sin dejarse caer en l, porque, de

    hacerlo, se perder sin remedio, al margen de que las circunstancias en que

    vive sean favorables o no. A diferencia de otros exaltados heraldos del

    romanticismo introvertido, contemporneos suyos, que imputaban el

    martirio del artista a la incomprensin social, al desaire del pblico, Balzac,

    como lo har tambin Baudelaire, advierte que el artista es el cuchillo y la

    herida, es l mismo la principal causa de su propia perdicin.

    No nos olvidemos que Frenhofer nos es presentado como un

    triunfador que voluntariamente da la espalda a la realidad y que, con este

    corte ensimismado, deja de saber lo que est haciendo, una obra o una

    incomprensible quimera. Al fin la obra maestra queda desconocida no por

    haber sido destruida por su autor, sino porque, simplemente, no es o, si se

    quiere, es un aborto. Qu es, por tanto, el abismo? Una pasin absoluta,

    sin duda, y, obviamente, una pasin absolutamente destructiva; pero,

    tambin, cabe interpretar el abismo como el monstruo policeflico con el

    que se enfrenta el artista moderno: el pblico, la abstraccin ms peligrosa.

    Ya Platn haba puesto en boca de Scrates, en su dilogo Fedro, que el

    verdadero poeta era el posedo por la zeia mana, la locura divina, y

    que la poesa de los locos eclipsaba a la de los sensatos. No obstante, en la

    secularizada sociedad contempornea, la locura haba dejado de ser un don

    divino para convertirse en una enfermedad mental, y la obra de arte, por su

    parte, no poda ya evitar ser tratada como una mercanca, con lo que

    necesitaba, de alguna manera, pero implacablemente, revalidar su

    utilidad. En cierto sentido, lo que mata a Frenhofer es la insidiosa

    mirada que lanzan sus colegas sobre una pretendida obra maestra, que deja

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    de serlo en el momento de su revelacin pblica y se transforma en un

    empeo quimrico, intil, insoportable.

    Evidentemente, la fortuna crtica de Le Chef doeuvre inconnu tiene

    muchas otras claves desde las que interpretar su poder de fascinacin en el

    solipsista arte de nuestra poca; sin embargo, no es, a mi juicio,

    insignificante la que apunta a profetizar la condicin del artista

    contemporneo como un engendro del pblico, su vctima y su verdugo.

    FIN