calle de tlacopan

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Doña Josefa Ortiz de Domínguez “La Corregidora” y don José Joaquín Fernández de Lizardi El pensador Mexicano“ México Precolombino, México Colonial y México Precursor del Moderno, Desfilan Unidos por la Vieja Calzada de Tlacopan Hoy Calle de Tacuba n la acera que va al norte en el tramo que se llamó de Santa Clara estaba un viejo caserón de grandes patios empedrados y toscas columnas que sostenían un ancho corredor con techumbre de vigas. Venía a quedar esta basta casona contigua a la zapatería que se llama ahora Chapultepec”, esquina que hacen las calles de Tacuba e Isabel la Católica; en el año de 1742, se derribó y en ese predio se alzaron las casas No, 51 y 53 que es la de piedra, edificada por el Arquitecto don Rafael Dondé; allí vivían las González, así les decían, por su apellido, a una viuda remilgada, llena de triques miquis, Doña Josefa, y tres hijas también muy melindrosas y llenas de sutiles repulgos como su señora madre, y atrancadas en la soltería por puro feas. Asisten a tomar chocolate o aguas nevadas varios caballeros, y con ellos el divertido don José Joaquín Fernández de Lizardi, (El Pensador Mexicano), ante el sabroso chismorreo se hablaba de política con mucho sigilo, pues en esa época hasta las paredes oían y, lo que era peor, lo comunicaban a jueces y oidores. Se hablaba de los libros, de las enciclopedias que entraban en México de contrabando, ocultas entre los fardos de las telas o de tabaco en rama, ya entre los cajones de picadura, o entre las olorosas churlas de canela y bocoyes de tabaco. De estas pláticas siempre se derivaba la conversación hacia la Independencia de México. Con argumentos se razonaba de lo justo que era separarse de España para que México fuera libre. Tenían las Gonzáles para ayuda en los quehaceres domésticos , a una muchacha muy ágil, muy lista, que se llamaba Josefa Ortiz , que entraba y salía de la sala interesada en las conversaciones de los tertulianos, o bien, permanecía oyendo las charlas detrás de la puerta, o de los espesos cortinones. No entendía casi nada, de lo que hablaban aquellos señores tan bien hablados. Pero en su confusa inteligencia de muchacha sin letras, sí se infiltraba la idea de que México debería estar libre del dominio Español. Esta doncella, pasaba por hija de un tal José Ortiz, capitán del ejército llamado de los Morados, quien le dio el apellido, pero lo era en realidad del oidor don Cosme de Mier y Trespalacios y de doña Manuela Jirón; la tenían las González en depósito. Después se unió en matrimonio con el licenciado don Miguel Domínguez, quien fue corregidor de Querétaro, y doña Josefa, andando el tiempo, se convirtió en denodada heroína de la Independencia, inquietud que nace en casa de las pudibundas González. Allí, indudablemente se le despertó su patriótico anhelo a la futura Corregidora y su odio inmarcesible a los españoles. Los aborrecía de corazón. Doña Pepita le había rentado una habitación a don José Joaquín Fernández de Lizardi, autor del tan leído Periquillo Sarniento de don Catrín de la Fachenda, de la Quijotito y su prima. Le rentaron ese cuarto, por recomendación y suplica del Lic. Lebrija, muy su amigo, y que parece que estaba derretido por la apetitosa viuda. No hallaba don José Joaquín donde meterse y allí le dieron cuarto con cama limpia, casi no salía de su cuarto el Pensador escribiendo o leyendo, pero aunque una y otra vez le decía doña Pepita que pagara el alquiler no abonaba nada, sólo hasta que el Lic. Lebrija (su amigo) lo lanzó a la calle, poniendo sus pocas pertenencias a mitad de la calle, un baúl de cuero, un sarape y unos libros. En venganza de esa acción dejó escrito en carbón en la pared que las González Eran Unas Buena Viejas”, lo que enojó a doña Pepita, a sus hijas y al Lic. Lebrija, que estaba atufado, y como Juez de Letras y con habilidad de leguleyo encarceló al Pensador en el Hospital de San Andrés, permaneciendo por muchos días, pasándosela no negras sino de muchos colores. Escribió allí un epitalamio jocoso, y con mil mañas lo mandó imprimir, luego lo fijaron en muchas esquinas de las calles de la ciudad, los que lo leían se iban saboreando la lectura picaresca. Ante ese papel todo el mundo levantaba la mano y risotadas, pues todo mundo

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Calle de Tacuba, Centro Historico Cd. de Mèxico

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Doa Josefa Ortiz de Domnguez

La Corregidora

y don Jos Joaqun Fernndez de LizardiEl pensador MexicanoMxico Precolombino, Mxico Colonial y Mxico Precursor del Moderno, Desfilan Unidos por la

Vieja Calzada de Tlacopan

Hoy Calle de Tacuba n la acera que va al norte en el tramo que se llam de Santa Clara estaba un viejo casern

de grandes patios empedrados y toscas columnas que sostenan un ancho corredor con techumbre de vigas. Vena a quedar esta basta casona contigua a la zapatera que se llama ahora Chapultepec, esquina que hacen las calles de Tacuba e Isabel la Catlica; en el ao de 1742, se derrib y en ese predio se alzaron las casas No, 51 y 53 que es la de piedra, edificada por el Arquitecto don Rafael Dond; all vivan las Gonzlez, as les decan, por su apellido, a una viuda remilgada, llena de triques miquis, Doa Josefa, y tres hijas tambin muy melindrosas y llenas de sutiles repulgos como su seora madre, y atrancadas en la soltera por puro feas.

Asisten a tomar chocolate o aguas nevadas varios caballeros, y con ellos el divertido don Jos Joaqun Fernndez de Lizardi, (El Pensador Mexicano), ante el sabroso chismorreo se hablaba de poltica con mucho sigilo, pues en esa poca hasta las paredes oan y, lo que era peor, lo comunicaban a jueces y oidores.

Se hablaba de los libros, de las enciclopedias que entraban en Mxico de contrabando, ocultas entre los fardos de las telas o de tabaco en rama, ya entre los cajones de picadura, o entre las olorosas churlas de canela y bocoyes de tabaco. De estas plticas siempre se derivaba la conversacin hacia la Independencia de Mxico. Con argumentos se razonaba de lo justo que era separarse de Espaa para que Mxico fuera libre.

Tenan las Gonzles para ayuda en los quehaceres domsticos, a una muchacha muy gil, muy lista, que se llamaba Josefa Ortiz, que entraba y sala de la sala interesada en las conversaciones de los tertulianos, o bien, permaneca oyendo las charlas detrs de la puerta, o de los espesos cortinones. No entenda casi nada, de lo que hablaban aquellos seores tan bien hablados. Pero en su confusa inteligencia de muchacha sin letras, s se infiltraba la idea de que Mxico debera estar libre del dominio Espaol. Esta doncella, pasaba por hija de un tal Jos Ortiz, capitn del ejrcito llamado de los Morados, quien le dio el apellido, pero lo era en realidad del oidor don Cosme de Mier y Trespalacios y de doa Manuela Jirn; la tenan las Gonzlez en depsito. Despus se uni en matrimonio con el licenciado don Miguel Domnguez, quien fue corregidor de Quertaro, y doa Josefa, andando el tiempo, se convirti en denodada herona de la Independencia, inquietud que nace en casa de las pudibundas Gonzlez. All, indudablemente se le despert su patritico anhelo a la futura Corregidora y su odio inmarcesible a los espaoles. Los aborreca de corazn.

Doa Pepita le haba rentado una habitacin a don Jos Joaqun Fernndez de Lizardi, autor del tan ledo Periquillo Sarniento de don Catrn de la Fachenda, de la Quijotito y su prima. Le rentaron ese cuarto, por recomendacin y suplica del Lic. Lebrija, muy su amigo, y que parece que estaba derretido por la apetitosa viuda. No hallaba don Jos Joaqun donde meterse y all le dieron cuarto con cama limpia, casi no sala de su cuarto el Pensador escribiendo o leyendo, pero aunque una y otra vez le deca doa Pepita que pagara el alquiler no abonaba nada, slo hasta que el Lic. Lebrija (su amigo) lo lanz a la calle, poniendo sus pocas pertenencias a mitad de la calle, un bal de cuero, un sarape y unos libros.

En venganza de esa accin dej escrito en carbn en la pared que las Gonzlez Eran Unas Buena Viejas, lo que enoj a doa Pepita, a sus hijas y al Lic. Lebrija, que estaba atufado, y como Juez de Letras y con habilidad de leguleyo encarcel al Pensador en el Hospital de San Andrs, permaneciendo por muchos das, pasndosela no negras sino de muchos colores.

Escribi all un epitalamio jocoso, y con mil maas lo mand imprimir, luego lo fijaron en muchas esquinas de las calles de la ciudad, los que lo lean se iban saboreando la lectura picaresca. Ante ese papel todo el mundo levantaba la mano y risotadas, pues todo mundo conoca a las relamidas y dulces Gonzlez, y todos las traan en burla y chacota.

Las cuatro mujeres estaban abrasadas en ira, llenas de aspavientos, azoros y clamores, el Lic. Lebrija, estaba lleno de furor y arm una gran escandalera, pues tambin de su nombre se hizo risa y le traan en mofa y escarnio por toda la ciudad.Este es el dulce epitalamio que provoc tal regocijo en la ciudad y tambin tanto berrinche del Lic. Lebrija y de las furibundas Gonzlez, Dulce, adorada Pepa,

tierna y divina nia,

dolo de Narcisos

y de Venus envidia.

Gzate placentera en este feliz da:

celebren himeneo las driadas y las ninfas.

Cntente epitalamios con sus voces festivas,y el cupidillo tierno festjete con risa.Goza s de tu amado: recibe en sus cariciasel premio a tus amores y a tus gracias divinas.El tiempo, cruel e ingrato, al ver tu cara linda,suspenda su carrera y, quedndote nia.hermosa y juguetona tal edad te prescribaque no llegues a vieja, aunque otro te lo diga.Y si hubiera algn labio o lengua fementidaque tal dijera, seapara siempre maldita;Y t en pos de tu honor

ocurre a tu Lebrija,para que los que atentencontra ti, bella nia.les prepare prisiones,horcas y guillotinas,pues es muy alto crimendecirle viejecita,a una joven tan tiernacomo t, mi PepitaEste fue el escrito de Fernndez de Lizardi con el cual se veng de doa Pepita Gonzlez, de sus hijas y de su amartelado amigo Lic. Lebrija quien lo haba echado a la calle y puesto en prisin por no pagar el alquiler y dejar una stira en la pared del cuarto que le alquilaban. DON JUAN DE LA GRANJA n esta casa de las pudibundas Gonzlez,

pero no con ellas sino en vivienda aparte

habit don Juan de la Granja, introductor

del telgrafo al pas. El era espaol, pero le tom mucho amor a Mxico mostrndolo con patentes, una de ellas fue la Revista El Noticiero de Ambos Mundos, destinada a defender a Mxico en los Estados Unidos; acuda sin ser llamado a desbaratar calumnias ganndose la confianza del gobierno, nombrndolo vicecnsul en Nueva York, despus cnsul general. Socorriendo a manos llenas a muchos mexicanos desvalidos, tambin defenda contra inmoderados y constantes ataques los intereses hispano-americanos; por esto el rey quiso premiarlo con un buen empleo, el cual rechaz, siendo el peridico de don Juan de la Granja el primero que se public en espaol en Estados Unidos.

En la guerra del 47 regresa a Mxico dejando comodidades, negocios, amigos y familia y ardido de furia y rabia contra el invasor (E. U.) se traslada a Mxico a la Suntuosa Capital con regusto en los labios yo estoy determinado escribi a su amigo Conde de la Cortina A no volverme a someter a los dictados de un enemigo tan atroz como el que tenemos al frente, y as seguir la suerte de la nacin; y si esta fuera tal que tuviera que sucumbir, yo me embarcar a cualquier punto que se me proporcione, y me alejar de un teatro donde perdida la nacionalidad, no podr ver un objeto grande. Lleno el pecho de amargura, contempla el triste espectculo de desbarajuste existente en la nacin. Todos llenos de pasin y poniendo en juego sus ambiciones; ninguno su patriotismo, por lo que las cosas iban revueltas y cuesta abajo. Nadie-escribe-puede concebir un desconcierto tan grade de ideas que existe en el pas. Aqu no hay gobierno, ni quien sepa gobernar, ni entienda los verdaderos intereses nacionales. No hay aristocracia, ni pueblo, ni cielo, ni militares, slo caos; el que quiere manda y el que quiere obedece, es una anarqua mansa, pero seguimos viviendo como si estuvisemos en una paz octaviana, atribuible a todas las clases sociales en este pas amigo mo todo hay menos el don de gobierno, que Dios ha sido servido negar a los Mexicanos. Aqu no hay gobierno, ni pueblo ni nada, nada ms que estupidez y cobarda La lstima es que esta gente es incorregible y no se pueden entender unas con otras, ni hay cabezas ni respeto por nadie. DON MANUEL PAYNO

n este mismo ancho y viejo casern habit, pero en vivienda diferente a la de las Gonzlez Don Manuel Payno autor del Fistol del Diablo y los Bandidos de Ro Fro historia naturista, humorista, de costumbres , de crmenes y horrores, segn el mismo calific; en todas sus obras pint costumbres de su tiempo con estilo chabacano y torpe. El libro El Hombre de la Situacin, no est exento de gracia y de inters aunque no le dio fin. Tambin escribi cuentos y novelas cortas a las que titul Tardes Nubladas; escribi tambin historias, de poltica, de filologa, de asuntos econmicos. Fue Secretario de Legacin, ministro de Hacienda, Diputado, Senador, Cnsul en Espaa; en el ao del 47 combati a los norteamericanos, perseguido por los franceses y preso en San Juan de Ula. No se le recuerda como poltico ni como economista, pero como novelista an extasa a la gente. En esta casa vetusta estuvo instalada la imprenta que fue propiedad del mismo Payno, editando la primera historia de la invasin norteamericana (Apuntes para la historia de la guerra entre Mxico y los Estados Unidos) conocida por la de los Quince, pues 15 fue el numero de escritores que la compusieron y que tan mal la pasaron con Santa Ana.

Se orden se recogiera y se quemara pblicamente en el Zcalo (Plaza de la Constitucin) por mandato del mismo Antonio Lpez de Santa Ana, expidiendo el 1 de febrero de 1857 el decreto brbaro, para llevar a cabo ese salvaje atentado, iniciativa del ministro de Gobernacin, ste (el ministro) se pensara que era un tipo militarote de los estultos de poca, perito en pronunciamientos y traiciones, pero no era as, era un hombre de espritu fino, de entendimiento superior, revestido de sobresalientes mritos Don Ignacio Aguilar y Marocho, ms tarde acadmico de la lengua

Don Ignacio era el mismo seor duro e intransigente que entre otras cosas, ironiz el nombre de Palacio de Justicia, nombre puesto al ex convento de la Enseanza al pasar al gobierno en virtud de las Leyes de Reforma:

Con refinada malicia

dice un rtulo dorado:

Palacio de la Justicia.

Y EL EDIFICIO ES ROBADO!

OBRAS SON AMORES Y NO RAZONES.ARTEMIO DEL VALLE ~ ARIZPE1884-1961POR LA VIEJA CALZADA DE TLACOPANHoy TACUBA

Casa de Tacuba No. 53

Investigacin y Edicin Roberto Castillo C..