c^ía ^er^ c^sa^o n^ s^^a · 2008. 4. 14. · que, con corta diferencia, sea la misma que la del...

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c^íA ^Er^ c^sA^o n^ s^^A EN ESTADO DE LARVA Aunque, desgraciadamente, aún no se han realizado las osperanzas que abrigó el ilustre Mr. Pasteur, « de que era posiblo el descubrimiento de los medios apropiados para que los gusanos adquioran el vigor y robustez necesarios, que les ponga á cubierto de las enferm©dades accidenta- les », los estudios verificados en los últimos veinticinco años por los centros de experimentación establecidos en todo el mundo, aplic^tdos según las condiciones especiales de cada país, han conseguido crear una industria nueva, de resultados constantes y positivos . Pacientemente estudiada la vida del gusano de seda, todo está previsto, desde el local más apropiado, hasta el último de los útiles necesarios. flel obrador.-Así como á toda clase de animales úti- les se les destina su habitación especial , así también asignamos la suya á la larva del gusano de seda, que re- cibe diversos nombres según las localidades, y entre nos- otros ol de obrador.

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c^íA ^Er^ c^sA^o n^ s^^AEN ESTADO DE LARVA

Aunque, desgraciadamente, aún no se han realizado las

osperanzas que abrigó el ilustre Mr. Pasteur, « de que era

posiblo el descubrimiento de los medios apropiados para

que los gusanos adquioran el vigor y robustez necesarios,

que les ponga á cubierto de las enferm©dades accidenta-

les », los estudios verificados en los últimos veinticinco

años por los centros de experimentación establecidos en

todo el mundo, aplic^tdos según las condiciones especiales

de cada país, han conseguido crear una industria nueva,

de resultados constantes y positivos .

Pacientemente estudiada la vida del gusano de seda,

todo está previsto, desde el local más apropiado, hasta el

último de los útiles necesarios.

flel obrador.-Así como á toda clase de animales úti-

les se les destina su habitación especial , así también

asignamos la suya á la larva del gusano de seda, que re-

cibe diversos nombres según las localidades, y entre nos-

otros ol de obrador.

. -44-

Para obrador aprovecha cualquier habitación de la

casa de labor, siempre que, naturalmente, sea tempIada,

sin ser muy calurosa, bien soleada, seca y ventilada.

El obrador construtdo de planta tíene sus lados mayo-

ros orientadOs á Norte y Sur, grandes ventanae á esos dos

vientos, provist^^s de vídrieras y de persianas, ventanillos

con tela metálica y puert^^ de corredera, situados en la

parte baja, para dar entrada a1 aire exterior, que sale del

local por las chiuieneas de vontilación de la parte alta del

obrador.

El mejor obrador para las primoras edades del gusano

es la cocina, por ser la habitación más caliente ó la más

fácil de calentar y la más ventilada. ^

Zarzos. -A las lejas ó estantes en que vive la larva le

damos ol nombro do zarzos; puedon construirse con mate-

riales diversos: tablas, esteras, cañas, etc.; los más pr•ácti-

cos son los de tela metálica.

Para el mojor ^zpr•ovechamiento del espacio disponible,

se montan los zarzos sobro pies derechos, formando casti-

lletes, á los que damos el nombre de undanas.

La figurrz 9.x representa un^i andana desarm^iblo, muy

útil y económica, capaz para media onza de semilla. Los

pies der©chos están provistos. de aisladores de hojalata,

para impedir el acceso á los ratones. L,i subida de las

hormigas se evita poniendo cordones impregnados de

aceite de alquitrán por debajo de los aisladores.

Las andanas se sitúan separadas de las paredes para que

el áire circule bien por todas partes y las operaciones de

la crianza se hagan con toda comodidad.

La superficie útil de zarzos necesaria para la crianza de

- 46 -

una onza de semilla varía con el flu que perseguimos: 36

á 40 metros cuadrados cuando la arianza sea purameute

industrial, 56 á 60 metros cuando la destinamos á la repro-

duer^ión.

^aleiacclón del obrador.-No siempre durante la

crianza es la estación tan favorable que la tomperatura

del obrador es la que necesitamos; de aquí la neeesidad

de dotarlo do modios adecuados de calefacción para obte-

. nerla á voluntad.

El hogar ordinario emplazado en una de las paredes

sirve para elevar la temperatura; tiene la vontaja de ven-

tilar fuertemente, pordiéndose mucho calor, por cuya cau-

sa su empleo es titil solart^ente en las comarcas abundan-

tes de leña barata.

Nos da buenos resultados un hornillo construído de la-

drillos en la parte exterior d©1 obrador; la chi^nen©a, tam-

bién de ladrillos, atraviesa la pared, sigue por el suolo

adosada á tres paredes del obrador, continúa vertical-

mente on tubo de chapa d© hier•ro provisto de válvula

para regular ©1 tiro, desembocando en una de las chime-

neas de ventilación del obrador. La calefacción se haee

can carbbn del gas, no Ilegando ol conáumo en las venti-

cuatro horas á 0,50 de peseta.

Las mod©rnas estufas de corriente continua son tam-

bién muy útiles y económicas; hay dos clases: en una, el

cierre es de agua y en otra de arena; estas últímas son

mejores para el obrador, porque no hay evaporación del

agua del cierre, siempre perjudicial para los gusanos.

La estufa debe instalarso de modo que el calor se distri-

^buya por igual á todas las andanás.

- 47 --

Cuando solamente ae dosea contener el descenao de

temperatura ocasionado por el enfriamiento de la noche,

se emplean braseros disemit^ados por el obrador, siempre

que, como se Y^a dicho, tenga ventanillos y ch]monoas de

ventilación.

Termómetro.-La temperatura del obradot• se deter-

inina por medio d©1 term6mctro centígrado ordinario. Es

muy conv©nient© disponer d© dos termÓmetros, úno siem-

pre fijo en la pared, que rcpresonte el término medio de

la temperatura dol local, y otro mdvil, p<artt. poder a]^re-

ciar la de los zarzos más bajos y más altos de las andana5.

Higrómetro.-Uno de ]os mayores enemigos del gustz-

no de seda, particularmente en sus últinias edrades, es I^

humedad, que debemos combatir sin descanso; para cono-

cor el grado de intansidad que tiene^ e] ambiente del obra•

dor, no basta la práctica, precis^t el emp]eo de] h;grómetro;

basta el de Saussure; la aguja debe oscilar entr© el 60

y el 90.

Deslechos.-Los lechos que forman la hoja no consu-

mida y los excrementos de las larvas producen emanacio-

ues peligi•osas; para evitarlas, deslechamos cada dos días,

ordenando la partida en dos grupos, deslechando un grupo

cada día.

Para deslechar, se cubren los gusanos con pliegos de

papel de ©etraza perforados; sobro los papeles se extiende

]a hoja de morera, qu© busean ]os gŭsanoa atravesando los

vriñcios del papel; cuando todog lna gusanos han pasado,

tti

sc mudan l05 px^eles á ŭ ,tro zarzu liml^io, se recogeii los

lechus y se c^chan fuera del obrador.

h:n vez de papel empleamos tambié ŭi redes cie hilo l^rv^-

ni^ntc; ti ŭjnen 1 ŭ^ vent^3ja d© poderso l;ivar duraute mneh^»

,^ iios.

Embojado.-- t•a eml^oj;ido 6 bos^lue en que luti gus^^uo5

d^^ s©da confeecionan su c^i^^^ullo se forma con ycrbas ú cun

r,^millas d^^ arb^ ŭ ^tos, seca,, de;lg.Idsis y tleYibles; sirven l^i

^rchico^•ia a»aa-^•^a, la bola^^a, el brezo, el cuntueso, el collejór ŭ ,

cl esp ŭlie^o, el ro^n.ero, la jarcc, la ^rŭŭ^ŭ ^Ireselva, Irt ^rabcc ŭ ii-zci, I;1

lioj^i reina,, ol cclbccr^lín y otrati miich,iti pi^^nt^^5,

Marcha de la crianza. -^'olv^ŭ i ŭŭ o5 á 1:ŭ incubación,

<^u<^nd^^ 1 ŭŭ semill, ŭ bl.^n ŭ lne^i y ŭ•ur ŭ r ŭ dr^ ^•n ]^ ŭ 51^rimE^r^is hor^»

Fig. 10.--c^^tin^ns i«cií:^ ,wiv,^nus.

d^• la m^ŭ ña^ ŭa se veu algunas pequeiias l^irvas sobre los

tules, qt ŭ^; an^l;iii dilige ŭites e ŭ1 busca de su alimetito.

^obro los tules ó avivadores ^onemos hojillas de morc^-

r;^, tiernas, am^rillentas y velludas, racién eogidas, ^í Is4

- 49 -

que . acuden las larvas cubriéndolas, devorándolas, ha-

ciendo de ellas, en poco tiempo, una especie d© finísimo

encaje.. .

, Elevamos la temperatura del local de incubación hasta

que, con corta diferencia, sea la misma que la del int©rior

de la incubadora; doblamos al cuarto .un pliego de papel

de estraza, y á las dos ó tres horas de iniciada la avivación

sacamos de la incubadora los zarzos cargados de semilla,

trasladamos las hoj illas con los gusanos (fig. 10) á los pape-

les, formando con ellos un rectángulo interior de ancha

margen por todo su contorno. Una raya de lápiz hecha en

el margen del papel indica que los gusanos pertenecen al

primer día d© saca d© la incubadora.

Terminada la saca, ponemos nuevas hojas frescas cn la

incubadora paca recoger las larvas dispersas y las más re-

trasadas en avivarse d©1 mismo día; á las dos ó tres horas, _

las sacamos d^ la incubadora, colocándolas en el mismo

papel.

Igualmento procedemos en los dos ó tros días siguientes

que dura el fu©rte de la avivación, ó, si conviene, hasta que

sólo queden cascarones vacíos,coucluyendo portener todos

los gusanos nacidos cada día en papeles distintos, numera-

dos con rayas que indican los días de saca do la incu-

badora.

El hecho de avivarse la semilla en varios días se cum-

plo siempre aunqu© procedu de la postura de una sola

maripusa, obligando á llevar la crianza escalonada, lo que

ocasiona molestias y perjuicios de consid©ración quo se

©vitan igualando los gusanos para que todos á la vez ha-

gan la subida á las bojas. La igualdad ó emparejamiento

d© los gusanos la ofectuamos durante la segunda edad,

pues ©n esta primora, que la larva está aún muy delicada,

a

- 50 -

la dejamos que coma cuanto quiera par^t que ^Ilcanc© cl

mayor ^rado posibl© de robustez.

EI níimeros de ceóos 6 comidas que damos á las larvas

e ŭt esta primora edad es el quo buenamente COIISIIh]e[l,

siempre do la hoja más tiorna, amarillenta y peluda que

encontramos en las morer^IS, ettendid;^s sobr© las larv^+s

y por los borde5 del lecho, p,irí ql1C 50 d15tfl1](',lell L1n^iS hc

Otl'aS.

Cuando los lechos tienen l^I altur^t de uii contímotro

pró^imamente, deslechamos, aprovcch;lndo I^I subici^t dc

las l^^rva5 á las hoj, ŭ s qi ŭ e c^^Lt+ndemos c^ld^ ŭ vez m^zs ^eli,^-

FÍg. 11. -(il"^,ANUti LLli^idTDO :1 LA I'ItIJIIiH.A All"f^A.

rad^ ŭ 5 en otro dc los dol^leces dcl p^^l^ul, •ouclliyc^nclu l^ur

oc,up^^r todo ell^li^+eo.

Sostenid^I la temperatnr,I entro los 2(1 y 2?", á loa sictc^

tí ocho díns d© n,^cid<I5 1;I5 l,trv^is liic^rcicn cl apc^titc^, co-

men nienos, mueven con frecui^nci ŭ l 1a c;I}fcz. ŭ , 1, ŭ ^ ŭ icl tic

les pone torsa, es quo se ; ŭ vecin^ ŭ l^i 1 ŭ rimc+r^i mnd,t (tig. 11):

dnrante é5t<t las I^II•^^as clucdan i ŭ unc5viles c^n l:I cr ŭ bcz. ŭ]c+^•<int^ ŭ d;I (1i^. 12).

Iiecic+n ^ ŭ^lidas cic 1; ŭ mud^ ŭ 1<ts 1 ŭirv; ŭ 5 ticnen l;I pic^l i ŭiás

arrugŭtd ŭ l, d© color gri5 ceniz^i y eubiert<t de 1 ŭ +^ntos 1>ri-

ll,IUtc^s quc vemos con c;l auxilio dc u ŭŭ a le ŭŭ tc do ^IUmcn-

t0 ^Ilfor. 1^^^.

T)urantc 1 ŭi mucla, que dul,z de trei ŭ it: ŭ a cu ŭlrenta hor ŭŭ 5,

lrlra f: ŭcilitzr el desprendimi©nto de 1; ŭ piel, b^ ŭ j^ ŭ tnos 1,^

tomperatura iinos 2°, procura ŭldo que el a^nbicnte n^ sen

muy seco.

Como teneuios cuatrc^ pliego; de gusanos, correspou-

Fig. 12. -I(at ii;^uo i.a rfunirr:^ eiuna.

clit^^nto5 á los cuati•o dí^is dc saai, 1;^ primcrri uittcl^t l;i c^Fec-

t^í^in taiubi^ii escalon^zd^i; l^oro a}iora, quc los ^;u^;ii^os tio-

ncn yu el vi^•or stilicicut.r, liroce^^rint„ á^u c^n^l^^^irc•j;i-

^iiic^iitc^ sin nii^^^u^,^ cl^c5o c^ic^ c^^nto^nt^l;ic^^it^nt^s.

Fig. 13.-Iti;rii.s s,u.ii^u ni: i..^ rttuiracn ^iri^.^.

Tcrmin,cd,^ ^^t^r cc^m^^lc^to l,i ^uucj^i ^^n c<lc^,^ ^^lir^no, e5 clr^-

('ÍC^ C111111(^Il Vll I10 ^'t'lllO5 Illll^.n,'lÍll r;'Uti;Sllc) S1[1 ^l^l^)CC ('011-

cluído, d,i^i^os uii ^^rimor cul>o muy cl,tro do l^oc,t hoj.^,

dej ŭu ŭdo transc^trrir seis ú o ŭ •lro hor<3s p: ŭ rŭŭ d^u•]e^ cl so-

gundo ceuu, rucuu5 claro, d^, {^rotes entcros de mor©r^ ŭ ,

j^< ŭ r,i deslechar c^^ ŭr cllo^, .^^1, ŭ rando mucho los ^usanos.

1'or su ord ŭ ^n dc^ nurner ŭŭ^^i^i ŭŭ srnnctemoa los plie^os do

gus. ŭŭ^os á tcmlr ŭ^r^^turis di1'cr^•ntes, dne ^•arí^n entre sí de

`?,5 ŭi ,3", : ŭ umuntan^lo t•1 n ŭím ŭ^ro do ^^•l^uti cliarios ŭí los

l,li ŭ+;•os ^^ ŭ ic ur^, c,ilur r^•^•il,en. .^sí: ^ ŭ li^•^r^, n ŭím. 1, á otr, ŭh ŭŭ Irit. ŭ cihn `? <5 3° lror b ŭrjo; n ŭíin. `l no ^c ruucve, ^lucdtŭ á

]r ŭ nrisnln to.nrprr ŭŭ tirr ŭ^; núm. .̀3 ,í otri h,ll^^il^.,i ŭ^i^ín 2 ó:3" nrás

alt, ŭ ; n ŭínr. ^ á oti•a h, ŭ I^it^ci^ín `? ^í .3° ruás , ŭ lta ŭ lue l;i , ŭ i ŭ tr^^-

ria•. Loa celros di,iriu^ sou: j^li ŭ ^nu núm. 1, t.rc^; hlic^^r nií-

F(g. 14.-^;C^:^su5 t.^r.c.^^uu S c.^ sr:uC^.^,> >ii'ua.

me ŭ°o 2, cu^ ŭ tro; :3, r^inco; 4, 5r+i>. l;uda ^•cr, quo d>unr ŭ^ ŭu ŭc^rlro, hncenws un; ŭ raya dc ^•e5o _r^n cl lrlicgo corro^l^ron-

dirr ŭ tc: la snm, ŭ de las ra^•. ŭ ti nos 5ir^•e d^+ ^;i ŭ í, ŭ irara c^rn^^-

cer apro^im^id,^mrnte lo quu f^ ŭ lta á lo^ gus ŭtnos de c^^da

}^lio;o 1^, ŭ ra ^gu, ŭ Irŭ rsu con luti d^m<í; l,líe;;u,.

^VoSicml^r^+ ^^ncoutramo^ l^rol>ici, ŭ á 1, ŭ \', ŭ tnrv ŭ lezu l,, ŭ r^t

soriictur^o h r ŭ u^^5t,r ŭ 5 c^igc^nci, ŭ s; de ;r^{ ŭŭ í ŭ{ur^ 1.^^ rcgl; ŭ ^

^^^lrue^t^ ŭ s ^ir ŭ turiormcrrte Ir ŭ r ŭ ^^I ^^ml^ ŭsu•o.Í^uuionto du I^r^

gttsanos no ^^u ŭ ^dan considrrar5o con^^, ri^uro5; ŭ ment ŭ ,e^: ŭ ct. ŭ 5; pero c ŭŭ id, ŭ n^io d^ ^lnc l05 celro5 5u. ŭ n s ŭ pro^im. ŭ -

d^ ŭ nicuto i^n ŭŭ les un c,uitid^ ŭ d d^^ hoja, ŭu ŭ iforrnemenlc di^-

trilruíd. ŭ , bieu cons ŭrniidos por lus ^; ŭŭ 5, ŭ no^, á lo^ q ŭ ro Ics

- J^ -

dejanios el tiempo necesario 1)^Lra su diáestió ŭŭ , de5lcch ŭui-

do y aclarando con frecuencia, adela ŭŭ ta11f10 ^S retra5ando

cl pliogo quo lo neccsite sc^•n indi ŭ lu© 1.1 suma de las ra•

Fig. 15.-Il.^i^ir:.`im i.:^'.se^,^ so.^ >iunn.

yas di^ yc5o ŭŭ 1 sxlir dc 1;1 se^und;l muda, tod^)51os gus,lnos

do la 1)artid^i los tonc ŭulos i;u, ŭ les, 1)tlclicndo llc^<^r á l,l v^^z

^L ^tl 51111Í(la ^L ^t1S 1)O ‚ 71S.

Á los Seis ^í sietc dí<i5 des^u^s d© 5;^li^ios de 1,1 prim©r,i

mu ŭ 1 ŭi ol ŭ5c^cv ŭ^mos ŭ ln ŭ:, los ^115,^1ios no cousnui ŭ ^n 1^>^ cel^ ŭo5;

es ŭ ^no sc , ŭ 1 ŭ rcŭYima otr;i lni ŭŭ 1, ŭ , Irl 5e^lu^d<L, i^uo ufcctú^ŭŭicou los mi^ut^is c^lr^ct^+ruti ^^nc 1,1 , ŭ nt ŭ ^ri^)r (li^;u ŭ ^. ŭ ti 1-1, 15

ti^ 1(i).

Fig. 16.-Itr:,^ii;^ n,u.iu^^á n:^: ^..^ Si^:^^uvnA ^icn.^.

'1'crlninad ŭ l 1 ŭi sc^unci,^ niud ŭŭ , lc^s ^1 ŭ 5; ŭ no5 entr, ŭ n cn 5ut ŭ+rccr ŭi ed, ŭ d; ŭ 11 s ŭ +^i ŭ u ŭ i ŭŭ c^^l ŭ o 1 ŭŭ^n^+nlo5 lo, ^), ŭ ^,^^les he,rf^^-r, ŭ d^)s li;^r,i d^^^^l ŭ^^^.h^ ŭ r c^)n olli ŭ ^, y,Ll tr ŭŭ til; ŭ ^, ŭŭ •los á< ŭ tr<^s

zarzos los colocamos separados unos de otros p^ira qu© los

bitsRn05 8@ aclaren cllos mismos.

Si al lovant^lr los l,apeles encontrlmos en ]os ]cchos ;u-

s^inos quc no han tcrininado ];1 Inlld^^, los separamos Irira

adc]^uit^^rlos; pero si son dÉa^iles y onformizos, los tir,imos

í'uera d^] ol,rador.

1.1 oiul,arcj^icíos los gtisanos, orden^imos su ^llinlen-

taci„n á cuatro cebo5 di^rios, 1>i•incihi^ndo de ^inco ^í

^eis dc 1^1 m.^il;in;l y concln^•cudo dc nuc^•r á dicz ^lc^ 1<t

i,oc•he

T..^ t,+nll,c,•^ltur^^ d,+l ol,r:,^íor 1<1 sostcncmos ^•ntr^• lo, `?1

Fig. 17. ^;r;nsos L^.,:an^uu ,S i.n ^rr;iccr,cn ni^'nn.

^' `^^°; tP2111SCUl'1'Id<)S lOS 1T11s1110s dl<`15 (llle ell 17l Cd^ld 2111tt'-

rior, oi,5er^•amos los síntom,ls de ]^i tcrcci•^i ^uud:i (1i^u-

ras 17, l8 ^^ l^a).

S,llidos los ^us;^nos dc la turcora nluda, cntr,ln ^•n I,i

cuart,l ed^ld, que dura dos ó tros días más ^llw I,^s dus

ed^^des ^lntcriores.

En cad^i doslecho acl^ir^^mos más y mzti, l,uc5 los gu-

s^u ŭos aumont^ul do voluulc^n du modo notuí^lc, d^sí,i,•udu

disponer dc^ ci©rto esp<lcio Ir,ir^l nlov©rso sin molcst^lrso

unos á otros. I^a vurd^ld que muy seh,lrados los gusxnos

s^o ^ollcluyon bicn los cel^,os, l,c^rdiE^ndo^e cicrt,l c^lnti-

dad de hoj.^; pero ^^i^^en mejor, se dee^rroll<1n más ro-

bustos y están menos eipuestos á conta^ios perjudicia-

les, resultando que los beneficios que ói^tenemos crian-

Fig. 18.-Hncu•:^^u [.n rr.i[c[•:[[.^ n[run.

do ]os gu5^tnos muy scp;u^;idoti son n^.I,yores ctl^^^ los pe^r-

juicios ocasioi^^^dos por L^I pc^rdid;l ^1^+ hoja.

l^',l crccimi^+uto notxl^li, do 1^I larva reclam;^ nucstt^a

^ttenci^,n; y^t hetnos visto ^tue el frío distninuyo su ene ŭ •^í,t

vital, retrasá»dol,t; qne cl c^lor, por cl contr.^rio, l^i ^tcti-

va, ^tdelantándol^i; do5 uxtl•enios pcrj udiciales i^ne j^rocu-

rnmos eviti^r, sost^,nicndo 1,1 tcmpcr^iturrl entrc los 21 y

Fig. 19.-Kicru^:R sni.[uos u[: [,n ^rba<cr.[c:^ A[CUn.

los 23". L;I htuned^^d pro^iucida por la c^^apor;tci^5n cn

l^t hoj,^ y oIt los lcc}to5, por c^h<il.ICi(Sti on la rospir.^-

ci(Sn y eI ŭ l;i pirl do l^t l^trv^i o^ ;thor,^ cl ms^yor pc^li-

- 56 -

^ro lr^ra la crianza, que evitamos renova ŭŭdo const ŭ^ ŭŭ -

temente el aire interior del ol^rador por medio do los

ventiladores de la puerta de entrad^ ŭ , de las ventanas;

y ctiando á eiertas hor^ŭ s de un dí ŭŭ prim ŭlver;^l, de atmós-

fera muy densa y enc<llmad^, los el'ectos de l;i ventila-

ción son nulos, faltando . ŭ ire á los gus^inos y sobrándoles

humedad, quemamos lui poco de alcohol, consi^uiendo

a5í est,^blecer 1;^ corricnte, renovando el < ŭ ire interior del

obrador.

Como ]x te ŭŭ il ŭeratur,^ de los z^lrzos más ^Itos de l^ ŭ s , ŭ n-

Fig. 20.-I,LP;i^nNliU Á 1_A C[".^It'I'A ^IL'DA.

danas es m ŭ̂s elev< ŭ da ql ŭ o l,l de los más lr,^jos, los ^usa-

nos que viven en ellos se ,^dcla ŭlt, ŭ n, desigu ŭil^í ŭŭ dos^^; l^ar<i

e^^itŭŭ rlo, c^d^t vcz quo deslech ŭunos, los c<ŭml,i;imos de

z a rz^.

\^nestros gus^^i^os a^^ ,ip ŭ•o^i ŭn,in á l^t cuart^ ŭ mud, ŭ , lani^s diFícil de tod, ŭ s (fi;. `?0), l, ŭ <lu© rucl^^m,l nuestr^ ŭua-

yor , ŭ tencihn; dt^r, ŭ nto 1^ ŭ n ŭ uda (fio•. 21) 1^^ ŭ 'ocur;^mos di,-

111lIlUlr lil tC]]lhel'iltl1r31 l•I1 U11O^ (^ll^ ^I'11CÍ1)s }' I^U('^ t'^ ^U11-

l^i^^nt© ŭŭ0 5e,t e^cesi^^;3 ŭu^•nte ^^ce,o. !1l s^ ŭ lir dc est ŭ^ cu; ŭ rt, ŭmuda la l^irv. ŭ ticno l,^ trom^r ŭ m ŭŭ y ^ ŭ n^•1 ŭ ,^. la hicl , ŭ rr ŭ ih^i-

d;^ y de color gris ; ŭ m, ŭ i•illento (fi^. 2`?).

Como si^^mr^re, esper^mos á c^i^o todos los giis<inos 1^;^-

yan t^r^niu^ido l,i mudl para d^^r el primer cei^o; ul 5c-

^;ando ceUo d^•^lech^i^nos, ^^cl^^r^ndo mucho y selr^r.^ndo

Fig. 21.-Ifrc^ ^rrn^uu i.:^ rr.urr.^ ut'ua.

siii coutemj^l,i^i^ín tudos l^^s gus^iuos de ^^spe^^to ^tn^rm^l

qua ericoutramo^.

F,st^ ed.^c3, I,i c^iiiiit,l, ^_lu^^ c3ura tin^>s c^i^^z día^, ^^s l;i ni^ís

Fig. 22. ItFtrn;^ s:^Lioo uc i.:^ rr,ua'r.^ ^tr.^^.

pcli^iv^s,i ^r^r^t I,^ ^^i^^,i drl ^u:^^tno; <<hur^i u^^ c^^m^^, c3^^^^^^r,^;

^u^^^l^^ inurir ^i^ inc^i^esti^in, ^.iri^in^in^l<^ ^^tifcrm^^^l,^dc^s c^^n-

t,^oio5^^s ^1ne^ mr^rm,^u c^onsi^icrik^lrmciit^, ^^I rrtiult,i^iu

-G8-

Rnal de la cos©eha. Para prevenir ese accideuto c^:da-

ma^ de qua Ia hoja eea lo más uniforme posib'c, poco

acuosa y fresca, dándola on cebos delgados y frocuontes;

sostenemos la temperatura, activamos la ventilación,

extremamos la limpioza, procurando que al entrar en

eI obrador únicamonte percibamos el olor de la hoja

fresca.

Á los seis ú ocho dias después de terminada la cuarta

muda vemos ya algunos hiludores, es decir, gusanos ma-

duras, con ^la hebra sedosa saliendo por la hilera, que,

abandonando el lecho, andan diligontes por los bordes

cle los zarzos on busca de sitio apropiado parn confeccio-

nar su capullo; es que Ilogó la hora de principiar el em-

bojado.

En uno de los lados mayores y en los dos lados cortos

do cada zarzo colocamos las bojas do modo que el tronco

se apoye en el zarzo que embojamos y la cima en el zarzo

inmediato suporior, bien sujetas, arqueadas hacia dentro,

claras, que no impidan la circulación del airo y cuidando

de dejar ]ibros los papeles en que crSen los gusanos. Del

mismo modo, en sentido transversal alineamos boj.^s en el

centro de los zarzos, formando con ellas una especi© de

pared delgada que los divido en dos partes iguales, que-

dando el frente libre do bojas para el servicio do los gu-

sanos.

Para sujetar las bojas dol zárzo más alto se forma una

eot•redera do cañas fija á los extremos de los piea derechos

de las andanas.

El olor que se despronde do lás bojas atra© á los gusa-

nos hiladores; trepan por ellas y se dedican á la couf^c-

ción de su capullo (fig. 23). Á las veintiocho ó treinta ho-

ras próximamente, el número de hiladores . aumcr.ta de ^

FI^. 23. ^^i',.^^u:; ii:i.;s.^u sl' ^.^r^i.i.u r:^ i..^s uu.i.^s.

-so-modo considerable; terminamos el embojado dividien-

do cada parte libre de zarzo en otras dos á tres partes;

transversalmento ponemos bojas alineadas en las divisio-

nes, resultando los zarzos divididos en espacios de unos

60 á 70 centímetros de anchura, quo aquí llamamos ca-

sicas.

La masa general de la partida sube con brío á las hojas,

los lechos de las casicas van quedando casi de^o ŭupados;

reco,^emos los gusanos de las casicas de los estremos de

cada zarzo y los trasladamos á las del c©ntro ochando fue-

ra los lechos; la subida contintía, los gusanos se aclaran

en las casicas del centro; los recogemos todos á una ó dos

de las más altas de la andana echando los lechos fuera;

aún quedan algunos hiladores r+emolones; los recogemo,

todos y los encerramos on cucuruchos de pap©1 en los que

terminan su obra.

Á los tros días do iniciada la gran subida do los gusa-

nos, las andanas de nuestro obrador quedan como so ve q

en la figura 24.

f11 iniciarso la gran subida procuramos sostener la tem-

peratura entre los 21 y 22° y que cada día que pasa esté

más ventilado el oF^rador. Encorrados los gusanos en sus

capullos, perdidos de nuestra vista, abrimos todos los huo-

cos del obrador y corremos las persianas para que e] aire

circule libremento por t^das partes y la luz no sea muy

intensa.

Uesembojado.-Como todos los gusanos no hacen la

subida á las hojas en un mismo día, transcurri©ndo gene-

ralmente tres ó cuatro días, esperamós para d©sembojar á

quo todos $ayan terminado; lo conoe©mos on el ruido seco

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que produc© el capullo cuando lo agitamos cerea de nues-tru oído.

Probamos varios capullos de diversos puntos de la p^r-

tida y conveneidps de que terminaron todos, procodemos

á desembojar, çomenzando por quitar las matas deb zarza

má^ bajo de una andana y continuando hasta el más alto.

Sacamos las matas fuera del obrador y uno por uno reco-

gemos los capullos y sin golpearlos los depositamos en un

zarzo preparado de antemano (fig. 25), separando los ca-

púllos anormales que encontramos.

Dol zarzo llevamos los capullos al int©rior d© la casa,

extondiéndolos en capas delgadas sobre líenzos límpios, en

local seco y ventilado. Como á los veiuto días sale la ma-

riposA del capullo perforándolo é iuutilízándolo para la

filatura, tenemos que decidírnos pronto por vender la par-

tida á las fábricas hiladoras ó por ahogar los capullos con•

servándolos para venderlos después, según convenga á^

nuestros intereses.

Ahogamiento.-Iŭ l ahogamiento do los capullos en

• grandes eantidades se obtieno pronto y bicn encerrándo-

lo en cámaras especiales ©n las que se inyecta el vapor de

agua producido por un gouerador; p©ro cuando la partida

es pequeña, la ahogamos con la caldera do colár la ropa

(figura 26).

Con unos cuatro litros de agua ponemos al fuego la cal-

dera de colar; cuando hierve el agua, á unos diez centím©-

tros sobre su nivel y una sobre otra, colocamos dos cribas

formadas con aros de pleita d© esparto y fondo de tela me-

tálica cargadas de capullos, cubrimos la cald©ra con una

tapa de tablas forrada de tela gruesa, sostenomos el her-

_^^

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var del agua, que da una temperatura de unos 70 á 75°, y

con cinco minutos tenemos suflcionte para ahogar los ca-

pullos.

La descarga de la caldera (8g. 27) la hacemos volcando

rSipidamcsnte las cribas sobre un zarzo limpio, para que los

capullos que salen muy blandos de la caldera caigan por

su propio peso. Así los dejamos hasta que, medianamente

enjutos, ya no s© deformen al tocarlos con las manos; los

extendemos en el mismo zarzo, á la sombra, y cuando ad-

quieren la consistencia suEiciente, los entramos á casa, ex-

tendiéndolos ©n otros zarzos limpios, en capas delgadas,

que volteamos todos los días, para que la deseeación se

of©etúe por igual.

Para quo la capa de capullos que forma la carga de las

cribas sea siempre igual, ompleamos para cada una un

canasto, que cabe un kilo de capullos, d© donde resulta

que cada cinco minutos ahogamos dos l^ilos ^ de capullos,

y en una'hora, doducido el tiempo empleado on la carga

y descarga, veintidós kilos. ,Los capullos ahogados no tienen valor comercial hasta

que están completameute secos; ©n nuestros climas m©ri-

dionales se adolanta la dosecación un mes, pudiendo pre-

sentarlos á la venta por todo el mes de Septiembre.

Los capullos ahogados y secos pierden, genoralmente,

dos tercoras partes de su peso.

Rumigación del obrador.-Todo terminado, con pa-

poles y ongrudo, cubrimos las juntas de ventanas y tram-

pillas, las chimeneas y demás huecos del obrador; entra-

mos braseros eneendidos, en. cada uno por^emos un cucu-

rucho con medio kilo de azufre, mezclado d© pedacitos

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de pap©1; cerramos la puerta y cubrimos las juntas con

trapos.

Á los dos dfas abrimos el obradar, hacamos una lim-

pieza detallada de todo el mobilf ari^p, y todo abierto que-

da preparado para otrp año.