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Lo bueno y lo malo en la políticaArnaldo Córdova

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Lo bueno y lo malo en la polticaArnaldo Crdova

Este ensayo no es slo una lectura genuina y moderna de Maquiavelo y Kant. Es tambin una reivindicacin de la poltica como espacio que tiene sus propios valores, entre los cuales se cuenta el de que slo ella pueda dar cuenta de ella misma.

Entre ms se remonta uno en el tiempo, encuentra que los hombres son ms proclives a definir de comn acuerdo lo que es lo bueno y lo malo. Eso debe ser, sin duda alguna, porque, viendo hacia atrs en la historia, el hombre es cada vez ms comunitario y menos individualista. Dicho de otra forma, el hombre, entre ms individualista, es ms dado a diferir de sus congneres en cuanto a lo que deben ser esos conceptos. El mundo moderno, fundado en el capitalismo, disolvi violentamente los modos de vida comunitarios en los que se fundaban las sociedades que le antecedieron y fue haciendo de las relaciones sociales relaciones cada vez ms individualistas, al grado de que (como lo observ Marx, y fue una de sus mayores aportaciones tericas) los hombres, en su conjunto, slo tuvieron ya dos esferas de la vida en que entraban en sociedad: el mercado (incluida en l la produccin) y la poltica. La economa, la poltica, la moral, la religin, el derecho, que antes haban estado inextricablemente unidos y mezclados, al grado de que ni en teora es posible disociarlos, aparecieron como provincias de la vida social, interrelacionadas, s, pero radicalmente diferentes y a veces contrapuestas entre s. El individuo surgi, como un volcn, del antiguo mundo de la economa natural y de la comunidad en sus ms diversas formas.

La oposicin y diferenciacin entre la moral y la poltica (as como entre la moral y el derecho o entre la religin y la poltica) no es una mera cuestin terica. Es un hecho histrico que por dems est negarlo, ocultarlo o mistificarlo. Maquiavelo no invent diablicamente la separacin de la poltica respecto de la moral. Simplemente la percibi en la realidad de su tiempo y, con ello, como escribi Antonio Gramsci, les hizo un gran bien a la ciencia poltica y a la filosofa moral que, desde entonces, se desarrollaron sin barreras. Kant tampoco invent la separacin del derecho respecto de la moral. Slo la constat y, a partir de ello, hizo avanzar portentosamente tanto la teora de la moral como la teora del derecho. Maquiavelo no fue, de ninguna manera, un ser inmoral y ni siquiera amoral. Fue l quien hizo a Benedetto Croce definir la poltica como pasin, algo que ronda los linderos de la moral, con sus valores propios y sus credos particulares. Es el individuo moderno, en su nuevo aislamiento social (de nuevo el genio de Marx: el hombre es un ser que slo en sociedad puede aislarse), el que ha acabado por separar la moral, convirtindola en asunto exclusivo de l y de su conciencia, de la economa, de la poltica y hasta del derecho. El verdadero aporte de Maquiavelo fue haber entendido desde el principio que la moral, para comprender la poltica, representaba un lastre que era necesario no eliminar, pero s ponerlo al margen. Fue casi exactamente la misma experiencia del pietista Kant cuando, l tambin, se vio forzado a establecer la lnea divisoria entre la moral y el derecho. Kant entendi (y con ello decret la muerte del antiguo derecho natural) que no hay verdadero derecho positivo que los individuos obedezcan sin rmoras de ninguna clase, si no es el derecho que legisla el Estado. Si los hombres obedecen primero a sus principios morales, no habr derecho que valga. Para hacer del Estado de derecho y del derecho estatal (vigente) un verdadero derecho positivo (observado por los individuos), no haba ms salida que poner a la moral en otra esfera de la vida social, totalmente separada. Fue Kant, adems, quien hizo de la tica una verdadera ciencia filosfica y quien, as, identific la moral como una forma de vida totalmente individual, interna del individuo. Todo acto que pretenda ser moral o tico (es lo mismo) debe tener como legislador supremo al mismo individuo que lo practica y ya no ms a una sociedad que ha dejado de ser una comunidad autoritaria. A ese proceso, terico y prctico, a la vez, el propio Kant le llam revolucin copernicana de las nuevas relaciones sociales. No tuvo la generosidad para reconocer que la primera revolucin copernicana haba sido hecha por Maquiavelo, al disociar la moral de la poltica. El asunto era poner al individuo en el centro del mundo social, como se requera.

Al hacer el recuento constante de las monstruosidades que se cometen en nombre de la poltica, muchos estudiosos de la vida social moderna han intentado, una y otra vez, por decirlo as, moralizar la poltica e imponerle supuestas normas ticas que la deberan frenar en sus excesos o humanizarla en sus procedimientos. Lord Bertrand Russell escribi hace unos cuarenta aos un pequeo libro (Human Society in Ethics and Politics), muy confuso sobre todo en sus concepciones morales, en el cual hizo el intento. Debo decir que en muchas de sus conclusiones yo estoy de acuerdo; pero Russell no tuvo ms remedio que partir de una espantosa constatacin: Es tan fuerte en la naturaleza humana la tendencia hacia las pasiones feroces, que quienes se oponen a ellas incurren en el odio de los dems y que se inventan sistemas enteros de moral y teologa para que la gente crea que la ferocidad es noble. Eso era, precisamente, lo que Maquiavelo deseaba evitar: que la moral se mezclara con la poltica, porque, como hizo notar Gramsci, interpretando a Maquiavelo, la poltica acaba destruyendo a la moral. Maquiavelo no pensaba, como tema, en la ferocidad en la poltica, aunque saba que casi siempre la acompaaba. Pensaba ms bien en la eficacia del nuevo poltico, el prncipe maquiaveliano. En el xito, en el triunfo, en el prevalecer de la poltica. No fue, de ningn modo, como muchos han querido verlo, el terico del Estado absolutista, como lo hizo Alfieri y como lo dice varias veces, sin ningn fundamento, el propio Gramsci. Es increble cmo a todos se les impone siempre la lectura aislada de El prncipe y se olvidan de sus Discursos sobre la primera dcada de Tito Livio. En la primera obra se describe el modo en que el prncipe conquista y conserva el poder; en la segunda, el modo en el que el prncipe gobierna para su pueblo, haciendo, como l mismo dice, que todos se vuelvan como prncipes, vale decir, como hombres libres. La poltica, para Maquiavelo, tiene sus propios valores y el primero de todos es hacer libres a los hombres, para lo cual es necesario, primero, organizar al Estado. Eso no tiene nada que ver con la moral. La poltica tambin tiene reglas y normas. Sucede slo que no deben verse como un mero deber ser, sino como principios del xito para lograr un buen gobierno de la sociedad. Si se trata de consolidar su poder para el bien del pueblo, incluso recurriendo a la crueldad y al crimen, Maquiavelo no le da a su prncipe ninguna carta en blanco. Los fines (los valores polticos) estn claros: hacer del pueblo italiano una verdadera nacin, con un Estado que le unifique y lo haga virtuoso (fuerte, poderoso) y, finalmente, libre; y a sus ciudadanos, hombres tambin virtuosos (que slo lo sern si los convierte en ciudadanos libres).

Kant y Maquiavelo van siempre de la mano. Kant (aunque jams se lo propusiera o fuera totalmente inconsciente al respecto) consum muchas de las asombrosas proyecciones tericas que hizo Maquiavelo. El poder del prncipe, haba escrito el florentino, reside en buenas leyes y buenas armas. Kant define el derecho, esencialmente, como coercin fundada en la fuerza (Derecho y facultad de coercin -escribi en la Metafsica de las costumbres- son la misma cosa). La moral, como fuero interno del individuo, puede o no coincidir con el uso de la fuerza para someter a los individuos a la convivencia ordenada y pacfica de los hombres en sus relaciones exteriores (sociales). En ambos casos, si se vuelve animadora de acciones exteriores, se destruye a s misma. La poltica y el derecho, en ese mbito, prevalecen. Kant, en tal respecto, puede decirse que refunda de modo definitivo a la moral. El famoso ejemplo de la caridad es demoledor de esa moral que andaba metida en todas las esferas de la vida social: yo no hago caridad para que se me vea que la hago; la hago porque as me lo dicta mi conciencia, independientemente de lo que los dems puedan ver o juzgar sobre mi acto. Kant postul, en contra de lo que antes y despus de l muchos han sostenido, que el acto moral es fruto del individuo y no de la sociedad. El individuo es su propio legislador moral. Es l quien al formular una mxima (debo hacer caridad, sin ms) hace de su decisin una ley moral (es la teora del imperativo categrico: Haz que la mxima de tu accin se convierta en ley universal). En realidad, es lo que todo mundo hace en la vida cotidiana: todo nos parece bien o mal y actuamos en consecuencia. Lo que Kant soslay es que cada cabeza es un mundo y ninguno de nosotros puede dictar una ley universal y nos quedamos en la mxima personal (debo hacer caridad, debo respetar a mis semejantes). Eso, sin contar con que, muchas veces, no somos de verdad seres morales (ese tal por cual me las va a pagar) y eso es lo que prevalece. En todo caso, podemos coincidir entre todos en lo que, ms o menos, son el bien y el mal. Como deca Russell, es imposible que, en lo general, no condenemos el genocidio, el asesinato, el crimen en todas sus formas. Pero, qu decir de los nazis que llevaron a las cmaras de gas o fusilaron a seis millones de judos en Europa? Cmo pensaban ellos? Hoy condenamos unnimemente el terrorismo. Pero, qu decir de los fundamentalistas iranes o de los etarras o los miembros del Ejrcito Republicano Irlands? Es que todos ellos fueron o son seres inmorales? Hasta la pregunta parece ridcula.

Antonio Gramsci hizo un par de observaciones que vale la pena recordar. Por un lado, anot que era notable la virulencia de ciertas polmicas entre polticos por su carcter personalista y moralista. Si se quiere disminuir o aniquilar el influjo poltico de una personalidad o de un partido, no se trata de demostrar que su poltica es inepta o nociva, sino que ciertas personas son canallas, etctera, que no hay buena fe, que determinadas acciones son interesadas Se trata de una prueba de elementariedad del sentido poltico, del nivel an bajo de la vida nacional; se debe al hecho de que realmente existe un vasto sector que vive de la poltica de mala fe, vale decir, sin convicciones; est ligado a la miseria general, por lo que fcilmente se cree que un hecho poltico se debe a causas lucrativas, etctera. Donde la poltica funciona y vale, la moralstica no tiene sentido ni cabida. O se gobierna bien o se gobierna mal. Eso es lo importante y lo que cabe juzgar en el mismo juego de la poltica. En otra ocasin, Gramsci hizo notar lo intil que, en poltica, resulta moralizar sobre los actos del contrincante, habida cuenta de que l nos puede contestar con razones igualmente moralizantes y vaya usted a saber qu juez podr dar la razn a alguien. Gramsci, como Maquiavelo, no se atena slo a los hechos crudos de la realidad. Es ms, los desacreditaba. Para l, los fines declarados por el supuesto poltico inmoral era justo lo que se deba someter a juicio. En ese sentido, escriba: en un conflicto, lo que se necesita evaluar no son las cosas tal y como estn, sino el fin que las partes en conflicto se proponen con el conflicto mismo, y cmo este fin, que no existe todava como realidad efectiva, podr ser enjuiciado y por quin. El propio juicio no se volver jams un elemento del conflicto, es decir, no ser nada ms que una fuerza del juego a favor o en dao de una parte o de la otra. En todo caso, se puede decir: 1) que en un conflicto todo juicio de moralidad es absurdo porque el mismo puede ser hecho sobre la realidad existente que, precisamente, se tiende a modificar; 2) que el nico juicio posible es poltico, es decir, de conformidad del medio al fin (por consiguiente, implica una identificacin del fin o de los fines graduados en una escala sucesiva de aproximacin). Un conflicto es inmoral en tanto en cuanto se aleja del fin y no crea condiciones que nos aproximen al mismo, pero no resulta inmoral desde otros puntos de vista moralistas. De tal suerte, no se puede juzgar al hombre poltico por el hecho de que l es ms o menos honesto, sino por el hecho de que mantiene o no sus compromisos (el ser honesto puede ser un factor poltico necesario, y en general lo es, pero el juicio es poltico y no moral), es juzgado no porque acte equitativamente, sino porque obtiene o no resultados positivos o evita un mal (un resultado negativo), y en ello puede ser necesario actuar equitativamente, pero como medio poltico y no como juicio moral (Ouaderni dal carcere). Gramsci se refiere en este pasaje a dos valores esenciales de la poltica: uno, hay que tener xito en lo que se propone; dos, hay que mantenerse fieles a los compromisos (eso ya lo sabamos desde Hobbes: pacta sunt servanda, los pactos deben ser observados). Nada de eso tiene que ver con la moral. Ser equitativos y justos se refiere a valores polticos, no a valores morales. No tiene que ver con la eterna dicotoma moral (y tambin religiosa) de lo bueno y lo malo, sino con la eficacia en la accin poltica y con el cumplimiento de los compromisos.

Decirle a un poltico que es inmoral es slo dar ocasin para que l nos revire diciendo que nosotros somos los inmorales. Y ambos tendremos razn, porque cada uno tiene su concepcin de lo que es bueno y malo desde el punto de vista tico. Otra cosa es, por ejemplo, que a nuestro poltico se le pueda decir que es un inepto. Maquiavelo siempre pens que el fin de la poltica es el xito. Eso siempre lo dijo o lo dio a entender. Lo que no dijo, pero lo dio a entender tambin, es que la derrota o el fracaso son la negacin de la poltica. Era un republicano, no un demcrata. En la democracia, la derrota es tambin parte de la poltica. Maquiavelo, adems, era un gradualista consumado. No todo se puede obtener en la lucha poltica. Hay que ir por partes y todo lo que se gane es bueno aunque sea poco o limitado. En su ser moral no hay endiosamiento del prncipe; tampoco lo hay en su ser poltico. El prncipe es un instrumento de la historia del pueblo que servir a hacerlo virtuoso y libre. Cuando dice en los Discorsi que todos debern ser como prncipes, est ya prescindiendo del prncipe. Independizarse de los juicios (o prejuicios) morales, permiti al hombre de Casciano fundar brillantemente la ciencia poltica moderna, uno de los eventos intelectuales ms importantes de la modernidad. Honestidad, equidad, justicia, solidaridad, fraternidad, amor por los dems, compromiso, piedad, espritu de sacrificio, entrega en lo que se cree, deseo de libertad, tolerancia, bsqueda de la paz y muchos otros valores, en lo interno, son valores morales. Hacia afuera, en las relaciones jurdicas y polticas, son valores jurdicos o polticos que, por fuerza, tienen que compartirse con otros. La moral fue encerrada en el fuero interno de los individuos por Kant, de hecho, cumpliendo un legado de Maquiavelo. Por eso, expresiones como moral poltica, moral jurdica o, lo que suena a un verdadero despropsito, moral pblica, son expresiones retricas que carecen de todo significado terico y prctico.

La poltica, como puede verse, no es el reino de la arbitrariedad o de la compulsin salvaje de los individuos que slo persiguen la satisfaccin de sus propios fines. Es una esfera de la vida social ordenada y ordenante de la misma. Tiene sus normas, a veces, ms firmes que las de la moral, la religin y hasta el mismo derecho, por la sencilla razn de que ellas derivan de un entrecruzamiento de intereses reales y concretos que deben luchar entre s para subsistir o ponerse de acuerdo para el mismo fin. Sin la poltica, no seran posibles otras formas de convivencia en la sociedad moderna de nuestros das. No hay religin, moral ni derecho que, por s solos, puedan garantizar esa convivencia. Slo la poltica lo puede hacer, porque ella es, adems de una feroz lucha por el poder, tambin la base de entendimientos entre contendientes que garantiza, por su propia naturaleza, la subsistencia de la sociedad ordenada y organizada. Para resolver los problemas relacionados con el avance y el progreso de nuestro rgimen jurdico y constitucional hoy hace falta la poltica (el acuerdo, tan necesario en una sociedad crecientemente plural). Para resolver nuestros problemas econmicos, lo que implica una serie de pactos entre todas las clases y grupos de la sociedad, hace falta la poltica. Para hacer de nuestra sociedad una nacin justa y justiciera, hace falta la poltica. Para democratizarnos, hasta que un da muchos de los poderes hoy concentrados en el Estado regresen a la sociedad organizada plural y solidariamente, con libertad y justicia social, hace falta, asimismo, la poltica. Pero una poltica liberada, como la so Maquiavelo, de los prejuicios morales y egostas. Kant supo someter la poltica al derecho (liberado de la moral). Slo necesitamos, porque es obra de humanos (a travs de la poltica) perfeccionar nuestro sistema jurdico y (tambin a travs de la poltica) obligarnos todos a cumplirlo.