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BUDA Y EL SUFRIMIENTO Carlos Mora Vanegas Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos. Buda Téngase presente, que el budismo es una de las mayores religiones del mundo, con alrededor de 350 millones de seguidores, de acuerdo con algunas fuentes. La mayor concentración de fieles está localizada en países del centro, del este y del sudeste asiático (Indochina, Tibet, Nepal, China, Japón, Corea y Ceilán), aunque en Europa y en América se encuentra en franco crecimiento. Incluso la Iglesia católica ha reconocido públicamente el aumento del número de personas que se acercan a esta tradición, “síntoma del malestar que existe en las sociedades de Europa Occidental y que hace tan atractiva la espiritualidad oriental”. El budismo es una doctrina eminentemente práctica, en la que predomina el razonamiento lógico y la experiencia personal sobre el dogmatismo ciego que caracteriza a algunos credos. No postula la existencia de un dios, sino que se preocupa, sobre todo, en mostrar el camino que conduce a la superación del sufrimiento humano. Se sabe, que Buda enseñó la noble verdad de dukkha (sufrimiento), enseñó que dukkha es inevitable. Enseñó que dondequiera que vayamos, cualquier cosa que veamos, en toda la existencia condicionada, que quiere decir todo el mundo que conozcamos, vamos a encontrar sufrimiento, estrés e insatisfacción. Esto es como son las cosas. Ninguna persona tiene la culpa. Esto es un punto muy clave. No hemos hecho

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BUDA Y EL SUFRIMIENTO

Carlos Mora Vanegas

Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos. Buda

Téngase presente, que el budismo es una de las mayores religiones del mundo, con alrededor de 350 millones de seguidores, de acuerdo con algunas fuentes. La mayor concentración de fieles está localizada en países del centro, del este y del sudeste asiático (Indochina, Tibet, Nepal, China, Japón, Corea y Ceilán), aunque en Europa y en América se encuentra en franco crecimiento. Incluso la Iglesia católica ha reconocido públicamente el aumento del número de personas que se acercan a esta tradición, “síntoma del malestar que existe en las sociedades de Europa Occidental y que hace tan atractiva la espiritualidad oriental”.

El budismo es una doctrina eminentemente práctica, en la que predomina el razonamiento lógico y la experiencia personal sobre el dogmatismo ciego que caracteriza a algunos credos. No postula la existencia de un dios, sino que se preocupa, sobre todo, en mostrar el camino que conduce a la superación del sufrimiento humano.

Se sabe, que Buda enseñó la noble verdad de dukkha (sufrimiento), enseñó que dukkha es inevitable. Enseñó que dondequiera que vayamos, cualquier cosa que veamos, en toda la existencia condicionada, que quiere decir todo el mundo que conozcamos, vamos a encontrar sufrimiento, estrés e insatisfacción. Esto es como son las cosas. Ninguna persona tiene la culpa. Esto es un punto muy clave. No hemos hecho algo malo para causar el surgimiento del dukkha. No debemos de echar la culpa a nosotros mismos ni castigarnos.

Se comenta además, que la realidad del sufrimiento es denominada dukkha, en Pali (antiguo sánscrito) que, además de sufrimiento, también significa imperfección, no permanencia, vacío, insubstancialidad. Este es el punto inicial de la estructura lógica del Budismo: la constatación de la existencia del sufrimiento y de que todos los seres están sujetos a él. En tanto, el Budismo no es una filosofía derrotista, ni pesimista. Él nos enseña que podemos despertar nuestra sabiduría intuitiva para no sufrir con el sufrimiento.

Nos agrega http://www.lgpt.net , que nuestra tendencia, en general, es negar la marca de sufrimiento humano. Nos sentimos “traicionados” por el destino cuando tenemos que

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lidiar con las separaciones, con la enfermedad, con la muerte o aún con el envejecimiento. Encaramos estos procesos con indignación, esto es, como si no fuese justo ni correcto sufrir! En tanto, si no hubiese sufrimiento, no sería preciso buscar la sabiduría. Ella no sería necesaria, y, por lo tanto, raramente sería alcanzada. Es la conciencia del sufrimiento que genera la energía de la sabiduría, no el sufrimiento en sí mismo. Sufrir sin sabiduría es acumular más confusión y dolor. El dolor, en sí, no purifica nada. Por eso, el dicho: “con el tiempo pasa” no es verdadero para quien sufre de un dolor no comprendido. Para liberarnos del sufrimiento tenemos, también, que despertar el deseo profundo de desapegarnos de él. Podemos abrazar el sufrimiento con la intención de transformarlo en auto-conocimiento y sabiduría. Como escribe Pema Chödrön en su libro "Los lugares que nos asustan" (Os lugares que nos assustam): “Aceptar que el dolor es inherente y vivir nuestras vidas a partir de esa comprensión es crear las causas y condiciones para a felicidad”.

La fuente ya señalada, nos recuerda que según el Budismo, existen tres tipos de sufrimiento:

1. Sufrimiento ordinario o Sufrimiento del sufrimiento Existen dos formas de sufrimiento ordinario: el sufrimiento intrínsico a la vida conciente y el sufrimiento causado por las tentativas de evitarlo y huir de él. El sufrimiento intrínsico a la vida conciente es explicito en la tristeza: una sensación de vacío decurrente de la falta de un sentido para la vida. El sufrimiento ordinario es propio de la vida humana: todas las formas de sufrimiento físico y mental relacionadas al nacimiento, al envejecimiento, a la enfermedad y a la muerte, así como estar ligado a lo que se detesta, estar separado de lo que se ama y no realizar lo que se desea. Por eso, este tipo de sufrimiento también puede ser llamado sufrimiento del sufrimiento:cuando algo que nos causa dolor surge como causa para desencadenar más dolor.

Cuando una cosa fea acontece luego después otra, y las situaciones están yendo de mal en peor, podemos creer que estos son momentos de azar, pero, en realidad, ellos expresan algo mucho más fundamental: nuestra propia impotencia frente a la realidad inmediata. Y cuando estamos impotentes, no tenemos salida si no aceptar las cosas como se dan. Esa es la gran sabiduría que las situaciones de sufrimiento continuo tienen para enseñarnos.

2. Sufrimiento producido por cambios El sufrimiento producido por cambios es explicito en la búsqueda de placeres y de estados de alegría transitorios, que llevan a más sufrimiento por su naturaleza provisoria e inconsistente. Ese tipo de sufrimiento también ocurre cuando rehusamos admitir la naturaleza impermanente de la vida. A pesar de que intelectualmente sabemos que todo cambia constantemente y de modo imprevisible, emocionalmente luchamos para aceptar esta verdad. Al hacernos eso, nos sentimos

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inseguros, nada nos parece confiable y todo se torna insatisfactorio para nosotros. La realidad externa es, por naturaleza, incierta, por lo tanto, no podemos tener garantías con relación a ella. La persona insegura es justamente aquella que busca controlar la realidad externa. La persona segura es aquella que acepta su inseguridad. Al convivir con maestros budistas, pasé a notar una fuerte característica común a todos ellos: ellos viven la vida, al revés de intentar controlarla.

3. Sufrimiento que todo lo penetra El sufrimiento que todo lo penetra es constante, pero sutil. La mayor parte del tiempo, luchamos contra la realidad de la existencia del sufrimiento. Buscamos desesperadamente “tips” para esquivarlo, en la esperanza de que sea posible evitarlo. Mas la Primera Noble Verdad nos enseña que nada de eso adelanta. En cuanto haya ignorancia, habrá sufrimiento. Es preciso encarar el sufrimiento para eliminarlo. Encarar aquí no significa desafiar, y sí, simplemente ponerse delante de él para conocer su naturaleza, sin juzgarlo como justo o injusto. Lo que intensifica el dolor de un sufrimiento es el sentimiento de indignación frente a él, o sea, es nuestra exasperación delante del sufrimiento que hace que él aumente y tome cuenta de todo nuestro ser. Todo eso quiere decirnos: pare de luchar contra la realidad. No se resista a lo que está, objetivamente, ocurriendo. Es como la jaqueca, por ejemplo. Precisamos aislarnos, tomar un remedio y confiados esperar que pase. Cada vez que pensamos: “Ah! Este dolor no pasa”! y nos sentimos impacientes, la cabeza late fuertemente y el dolor inmediatamente aumenta. Es casi como una alarma, un aviso de que ese no es el modo de proceder, de que es justamente eso lo que intensifica el dolor. Al contrario, cuando podemos apropiarnos de nuestro sufrimiento, sea él físico o emocional, y decir para nosotros mismos: “OK, estáocurriendo eso conmigo.

Estoy sufriendo, pero estoy aquí para hacerme compañía. No voy a abandonarme delante de este dolor”, nos sentiremos más leves y libres para transformarlo. Una vez que aprendemos a responsabilizarnos por la manera como lidiamos con el sufrimiento, pasamos a entender que no precisamos tornarnos víctimas de él. Nos tornamos víctimas del sufrimiento cuando no lo aceptamos y lidiamos con él como si él estuviese fuera de nosotros, proyectando, así, la causa de nuestro dolor en los otros.

Acoger nuestro sufrimiento es el único modo de salir del resentimiento y de las proyecciones. Cuando hacemos eso, nos sentimos más tranquilos y seguros, pues, como dice Lama Gangchen al final de la práctica de meditación Auto Cura Tántrica: “No existen más enemigos”. Es preciso tener empatía por nuestro sufrimiento: tener compasión por él, esto es, despertar un interés genuino por conocerlo y querer transformarlo.

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(En pāḷi: Dukkha) Descontento. Desilusión. Insatisfacción. Sufrimiento. Incomodidad. Dolor. Intranquilidad. Imperfección. Malestar. Fricción. Pesar. Frustración. Irritación, Presión, Ir contra corriente, Agonía, Vacío, Tensión. Angustia existencial, "la carga o peso existencial inherente a la condición samsárica (humana)".

Duḥkha es un término de difícil traducción. No existe un término equivalente exacto en las lenguas europeas ya que Duḥkha tiene un significado muy amplio y abierto en el idioma original, que engloba diversos significados. Un ejemplo de Duḥkha dado por Buda es el estar con alguien que no te gusta y el no-estar con alguien que te gusta. Históricamente, la traducción más común en occidente ha sido sufrimiento, lo que ha generado una visión pesimista del Budismo. Sin embargo, descontento o insatisfactorio están más cerca al sentido de esta palabra en los textos originales.

Contexto[editar · editar código]

Mientras que la Insustancialidad es la principal enseñanza del Budismo, la eliminación o extinción del descontento (Duḥkha) es su principal y último objetivo. La búsqueda de una felicidad no condicionada fue el propósito que empujó a Gautama a su gran búsqueda espiritual. En la doctrina budista se hace indispensable aceptar la existencia de esa insatisfacción en la vida que aparece de manera intermitente, y por tanto, que el sufrimiento es una realidad inherente a existir y universal. Aunque Buda reconoció y animó a conservar los estados y momentos felices (buena situación económica, buena salud, etc.) afirmaba que éstos no son permanentes y que en todo caso, son coronados por la muerte.

Para el budista, Duḥkha es el resultado de no actuar ni pensar de manera que sea realmente consecuente con las realidades de Anitya y Anātman. Es el resultado de tener una actitud que admite la posibilidad de una satisfacción duradera o de la existencia de un ser, un "yo", al que proteger o beneficiar. Así, la consecuencia de no aceptar Anitya, la Impermanencia, es que experimentamos momentos de inseguridad, decepción, frustración o dolor cuando la transitoriedad o cambio se nos manifiesta en el transcurso de la vida. Y la consecuencia de no aceptarAnātman, la Insustancialidad, la ilusión del “yo”, es que a veces en la vida nos resistimos o luchamos internamente contra todo lo que interpretamos o creemos ver como un posible ataque o una injusticia, de la vida misma en ocasiones, hacia este “yo”.

El descontento (Duḥkha) no es sólo consecuencia de la ley de Anitya, del cambio y la impermanencia, sino que también está a su vez sujeta a ella. Así los procesos de aparición y desaparición de Duḥkha se suelen ir alternando en la vida (Samsāra), o pueden llegar a extinguirse de manera definitiva (Nirvāņa) una vez que hayamos visto el origen de Duḥkha de manera clara mediante la práctica y la disciplina.