breve historia del clima
DESCRIPTION
Interesante historia del clima para poder comprender mejor las posibles tendencias de cambios en el clima presente y futuro.TRANSCRIPT
Breve historia del clima
Sabemos, por las huellas que han dejado en el relieve, que el clima de la Tierra ha sufrido variaciones climáticas muy importante, las cuales han provocado épocas muy frías en las que los hielos descendieron por debajo de los 35º de latitud y épocas muy cálidas en las que los hielos permanentes desaparecieron del planeta. Se dice, normalmente, que estos son cambios del clima, asumiendo que el clima es algo constante y que esos episodios son anomalías. Yo prefiero hablar un clima que tiene variaciones en períodos geológicos pero que nunca deja de ser el clima de la Tierra. De esta manera no podemos asumir que el clima actual, el que hemos tenido los últimos doscientos años, el clima sobre el que se ha construido la revolución verde y el modelo de vida actual, sea constante, ha de variar naturalmente, bien hacia un calentamiento, bien hacia un enfriamiento general, el problema es saber el momento del ciclo en el que estamos. Para ello, en el estudio de los paleoclimas, veremos cuáles han sido las variaciones climáticas históricas que conocemos, y cuáles son sus causas; y, sobre todo, habrá que analizar el problema del óptimo climático.
Causas de las grandes glaciaciones
Una glaciación es un período de tiempo geológico en el que las temperaturas medias de la Tierra permite la extensión de un gran inlandsis hasta las latitudes más bajas de la actual zona templada, extendiendo a ellas los dominios morfogenéticos fríos. El período entre dos glaciaciones se denomina interglacial y se supone que en su fase más cálida desaparece el hielo permanente de las regiones polares, aunque este extremo no es necesario. Durante los interglaciales los dominios morfogenéticos templados alcanzan las altas latitudes.
Las glaciaciones que podemos identificar en el relieve se desarrollan todas ellas durante el Cuaternario, aunque hay glaciaciones más antiguas que podemos conocer gracias a los niveles de CO2 y los isótopos de oxígeno 16 (épocas interglaciales) y oxígeno 18 (épocas glaciales) que se encuentran en los restos orgánicos fosilizados y la atmósfera atrapada en los hielos de los grandes inlandsis. Además, el carbono 14 es absorbido por los organismos vivos y queda almacenado en los anillos de los árboles y el berilio 10 es almacenado en las capas de hielo. Para acceder a ellos es necesario hacer perforaciones.
Las grandes glaciaciones tienen lugar en el Pleistoceno. El término Pleistoceno fue inventado por Charles Lyell para definir el período en el que se encuentra un registro fósil de organismos biológicos modernos.
Durante una glaciación la temperatura media de la Tierra es más de 10 ºC más baja que la del clima actual. Los casquetes de hielo se extienden miles de kilómetros y cubren gran parte de Europa, Asia, Norte América y Suramérica formando un gran inlandsis. Estas condiciones han imperado durante el 80% de los últimos 2,5 millones de años. Se podría decir que el clima de la Tierra tiende a ser glacial.
Porqué se producen las épocas glaciales. Nadie está seguro de cómo se produce una glaciación. Para descubrir lo que provoca que una edad de hielo empiece o termine, tenemos que reconstruir el clima de la Tierra en diferentes lugares y en diferentes momentos, y reconstruir los hechos. La teoría más aceptada en la actualidad fue formulada por Mílutin Milánkovitch, y se basa en fenómenos astronómicos.
Causas astronómicas: los ciclos de Milánkovitch
El astrónomo yugoslavo Mílutin Milánkovitch, en las décadas de 1920 y 1930, calculó las variaciones de insolación en la Tierra resultantes de cambios en los movimientos de traslación y de rotación de la Tierra y propuso un mecanismo astronómico para explicar los ciclos glaciales que constaba de tres factores: la inclinación del eje de rotación terrestre, la forma de la órbita terrestre y la precesión.
La inclinación del eje de rotación terrestre, fluctúa desde los 21,5º hasta los 24,5º en períodos de 41.000 años. Al aumentar la inclinación resultan más extremas las estaciones en ambos hemisferios.
La forma de la órbita terrestre, con menor intensidad, también afecta a las variaciones estacionales. En períodos de, aproximadamente, 100.000 años, la órbita se alarga y se acorta. La excentricidad de la órbita terrestre varía desde el 0,5%, correspondiente a una órbita prácticamente circular, al 6% en su máxima elongación. Cuando la elipse alcanza su excentricidad máxima se intensifican las estaciones en un hemisferio y se moderan en el otro. Se considera que la variación de la excentricidad de la órbita terrestre ejerce un efecto mucho más débil sobre la intensidad de radiación solar por que su contribución directa al cambio de irradiación sobre la Tierra es menor que el 0,1%. Sin embargo la frecuencia de las últimas glaciaciones es cercana a los 100.000 años.
La precesión del eje de rotación de la Tierra describe una circunferencia completa cada 25.790 años. La precesión es responsable de que el verano de un hemisferio caiga en un punto de la órbita cercano o lejano al Sol. Se produce es un refuerzo de las estaciones cuando la máxima inclinación del eje terrestre coincide con la máxima distancia al Sol.
Apoyándose en esta teoría, Vladímir Koeppen sugería que lo que conduce a una glaciación no se una sucesión de inviernos rigurosos, si no la reducción de la insolación en verano, que dificultaría la fusión de los hielos formados en el invierno.
Los ciclos de actividad solar
La temperatura media de la Tierra depende, en buena medida, del brillo del Sol. Y de la cantidad de radiación que llega a la Tierra. Esta cantidad de radiación depende de las manchas solares. Las manchas solares son zonas oscuras sobre la superficie del Sol, cuyos tamaños pueden superar varias veces al de la Tierra. Se trata de zonas relativamente más frías. Hay registros chinos de observación de manchas solares desde hace más de dos mil años, aunque se atribuían a objetos interpuestos, como pájaros o a algún planeta interior, como Mercurio o Venus. Las primeras observaciones telescópicas de las manchas solares se realizaron alrededor del año 1610 y se produjeron casi simultáneamente en distintos países europeos.
En 1908 George Ellery Hale demostró que las manchas solares se hallan asociadas a fuertes campos magnéticos. Las manchas solares aparecen en parejas que poseen polaridad opuesta, una norte y otra sur, como si fueran los polos de un gigantesco imán. Los altísimos campos magnéticos entre un par de manchas solares se visualizan por la luz que emite la materia altamente ionizada que arrastran. La actividad del Sol también se manifiesta en las fulguraciones y el viento solar, que proyectan partículas subatómicas hacia el espacio interplanetario. Este flujo de partículas es responsable de buena parte de la radiación cósmica que bombardea a nuestro planeta. En 1843 Heinrich Schwabe , advirtió de que el número de manchas registradas no era constante a lo largo del tiempo, sino que aumentaba y disminuía en ciclos de, aproximadamente, once años. Últimamente se ha descubierto que el máximo es doble es decir, pasado el máximo absoluto y comenzado el descenso al año siguiente hay un máximo secundario.
Pero los ciclos de once años son muy cortos para reflejar un cambio en la atmósfera, debido a la inercia a mantener el clima de esta. Además, las variaciones que tienen lugar en este ciclo son muy débiles. La actividad del sol tiene otro ciclo de 80 años, ciclo de Gleissberg . La variación es más o menos de la magnitud que los ciclos de once años, pero al ser un período más largo la atmósfera sí puede mostrar su influencia. A este fenómeno de atribuye el mínimo de Maunder.
Los factores terrestres
Las variaciones climáticas están determinadas, también, por fluctuaciones de la concentración en el aire de gases responsables del efecto invernadero, la actividad volcánica, los cambios en las corrientes oceánicas, las inversiones magnéticas y en la tectónica de placas.
Estos cambios de los climas produjeron modificaciones en las poblaciones animales y vegetales, a través de la extinción, adaptación y migración de especies. En el estudio de estas modificaciones se basan los métodos biológicos de estimación de las condiciones climáticas y ambientales del pasado.
Las erupciones volcánicas lanzan a la atmósfera grandes cantidades de cenizas que permanecen en suspensión durante años, reduciendo el brillo del Sol y bajando la temperatura media de la atmósfera. Este mecanismo también puede funcionar tras el impacto de un gran meteorito, pero estos episodios son más esporádicos. Para que el polvo volcánico origine una era glacial sería necesario un ciclo volcánico muy violento y sostenido a lo largo de años y en todo el mundo. Las erupciones volcánicas también hace aumentar las concentraciones de CO2 en la atmósfera.
Las inversiones magnéticas se consideran como posible un factor que desencadena una glaciación porque en el proceso de inversión se debilita el campo magnético (y se orienta en dirección este-oeste). La mayor presencia de rayos cósmicos provocan, en la troposfera la formación de nubes, lo que comporta un enfriamiento de la Tierra. Un campo magnético fuerte canaliza las radiaciones hacia los polos, fenómeno observable en las auroras boreales, calentando las capas altas de la atmósfera. Claro que lo normal es suponer que una mayor incidencia de la radiación favorece el calentamiento de la atmósfera.
También la disposición de los continentes, y la tectónica de placas, tiene influencia en el clima global. Si las tierras emergidas se concentran en las latitudes bajas el clima tiende a ser más cálido, ya que los mares (en las latitudes altas) conservan mejor el calor dificultando la aparición de hielo permanente; mientras que cuando los continentes se concentran en las latitudes altas las temperaturas bajan, ya que las aguas cálidas tropicales no dulcifican el clima polar y aparecen los grandes inlandsis. Además, cuando chocan los continentes aumenta la actividad volcánica.
La expansión de los bosques también tiende a enfriar el clima de la Tierra, ya que las plantas ya que aumenta la nubosidad, y por lo tanto e reduce el brillo del sol, pero lo fundamental es que fijan el carbono.
El ciclo del carbono
Las prospecciones en la estación antártica de Vostok demuestran que el aumento de la proporción en la atmósfera del CO2 y el aumento de la temperatura coinciden en el tiempo. También las concentraciones de metano
son menores durante los períodos fríos. La concentración de CO2 en la atmósfera disminuye gracias al océano, ya que los seres vivos de superficie fijan el carbono para formar sus esqueletos. Al morir son arrastrados, con el carbono, hacia el fondo del océano. En aguas poco profundas forman calizas y dolomías, con lo que entran a formar parte de la corteza terrestre. La disolución de las calizas, y la respiración de los seres vivos, devuelve el carbono a la atmósfera. Sin el CO2 no sería posible la fotosíntesis, y por lo tanto la vida como la conocemos. La velocidad con que el océano es capaz de fijar carbono depende de la cantidad de nutrientes, al comenzar el deshielo e inundan las plataformas continentales y se pierde el carbono orgánico de ellas, reduciéndose la capacidad de fijar carbono y aumentando su concentración en la atmósfera.
No obstante, se considera que tanto los ciclos de actividad solar, como los factores terrestres pueden ser responsables de las variaciones intermedias del clima, no de las grandes glaciaciones.
Las glaciaciones históricas: las edades del hielo
La existencia de las glaciaciones fue deducida por primera vez en 1837 por el biólogo suizo-norteamericano Louis Agassiz . Explicó cómo se producían los glaciares y descubrió que las glaciaciones de los Alpes se habían expandido, en otros tiempos, sobre las tierras bajas de los alrededores. Esto lo llevó a sugerir que en un tiempo geológico no muy lejano el clima fue mucho más riguroso que hoy. Ya en el siglo XVIII a los geólogos les había llamado la atención los grandes bloques de granito que se encontraban dispersos por las montañas del Jura. En 1760 el geólogo suizo Horace Saussure había observado las diferencias de pulido entre las rocas sobre las que se asentaban los bloques y el resto de la región. Ya en 1795 James Hutton lanzó la hipótesis de que esos bloque habían sido transportados por grandes masas de hielo que en otro tiempo cubrieron los Alpes.
En 1842, el matemático francés Joseph Adhémar sugirió que las glaciaciones se podrían originar por las variaciones en la intensidad de las estaciones provocadas por factores astronómicos.
Durante la década de 1860 el escocés James Croll presentó una novedosa teoría para explicar las glaciaciones, en su libro: El clima y las épocas. Se basó en los cálculos que había realizado el astrónomo francés Urbain Leverrier para predecir las variaciones de la excentricidad de la órbita terrestre. Según Croll, las complicadas interacciones de las fuerzas gravitacionales en el sistema solar hacen que la forma de la órbita terrestre cambie en forma regular y previsible, pasando de una forma casi circular a una elipse algo estirada. Para este científico, la órbita circular corresponde a las condiciones cálidas de un período interglacial, mientras que la órbita alargada provocaba un período glacial. Sostenía que si los inviernos eran fríos, la nieve puede acumularse con mayor facilidad y de este modo reflejará la radiación solar incidente y mantendrá a la Tierra fría.
Estaba claro que en el pasado el clima de la Tierra había fluctuado entre épocas más frías y épocas más cálidas que las de la actualidad. Las primeras glaciaciones se identificaron en los Alpes y se llamaron (de más antigua a más moderna) Günz o Giunz, Midel, Riss y Würm o Wiurm . Estas mismas glaciaciones se encontraron huellas en Estados Unidos y se denominaron, respectivamente: Nebraska, Kansas, Illinois y Wisconsin. Sin embargo se han identificado otras muchas glaciaciones a lo largo de la historia de la Tierra.
El enfriamiento general del planeta comenzó muy pronto. El cambio más drástico se produjo hace unos 3.500 millones de años, cuando los seres vivos comenzaron a producir un veneno letal para los seres vivos, el oxígeno. Sin embargo, algunos organismos consiguieron emplear el oxígeno para vivir y comenzaron a fijar carbono, reduciendo drásticamente las proporciones de CO2 en la atmósfera e iniciando lo que conocemos como ciclo del carbono. Se estima que la atmósfera primitiva contenía un 25% de CO2.
En la siguiente tabla se detallan las principales glaciaciones históricas. Las glaciaciones anteriores al Pleistoceno son orientativas y no se detalla el interglacial debido al amplio lapso que tienen. Son glaciaciones deducidas por métodos indirectos. En los años se indica el comienzo del período, con las precauciones que se debe tener en las glaciaciones anteriores al Pleistoceno.
Tabla de las glaciaciones
Nombre Años Era
Postglacial Actual 8.000 HolocenoGlacial Würm o Wiurm 80.000 PleistocenoInterglacial Riss-Wiurm 140.000Glacial Riss 200.000Interglacial Midel-Riss 390.000Glacial Midel 580.000Interglacial Giunz-Midel 750.000
Glacial Günz o Giunz 1,1 m.a. Interglacial Donau-Giunz 1,4 m.a.Glacial Donau 1,8 m.a.Interglacial Biber-Donau 2 m.a.Glacial Biber 2,5 m.a.Glacial Oligoceno 37 m.a.
CenozoicoInterglacial Eoceno superior 40 m.a.Glacial Paleógeno 80 m.a.Interglacial Cretácico 144 m.a. MesozoicoGlacial Permocarbonífera 295 m.a.
PaleozoicoGlacial Carbonífero inferior 350 m.a.Glacial Ordovícico 440 m.a.Glacial Precámbrico 700 m.a. PrecámbricoGlacial Primera glaciación 2.000 m.a. Proterozoico M.a. Millones de años. Los años indican el comienzo del período.
Variaciones durante el postglacial Holoceno
El ser humano, al menos el género homo desde el australopiteco, apareció en el planeta hace unos cuatro millones de años, es decir en el Plioceno. Esto significa que el hombre a sobrevivido a todas las glaciaciones del Pleistoceno. El cromañón, nuestra especie, aparece en plena glaciación Wiurm .
Desde el final de la glaciación Wiurm las temperaturas se han ido calentando progresivamente, aunque con ciertos períodos algo más fríos. La etapa inicial tiene lugar, hace unos 13.000 años (Boelling / Allerod ), una etapa cálida, con temperatura de hasta 10 ºC más altas que en la actualidad en la península ibérica. No obstante, le sigue un período frío (Dryas reciente) hace uno 12.000 años. Le sigue un período cálido y húmedo llamado Boreal hace 10.000 años. A continuación tienen lugar una época fría llama Atlántica que comenzó hace unos 8.000 años. En esta época el Sáhara se convierte en el desierto que conocemos, y en el Mediterráneo se establece el clima actual. Parece que es la época en que se van definiendo los climas de la Tierra tal y como hoy los conocemos, por lo que se considera como el final definitivo de la glaciación Wiurm. Coincide con el Mesolítico y el descubrimiento de la agricultura, aunque es muy precipitado establecer una relación causa efecto. A partir de ahora todos periodos más fríos o más cálidos se mueven siempre entra las características generales del clima zonal, sin rebasar nunca los umbrales máximos ni mínimos, de manera que podamos hablar de un clima diferente. Comienzan entonces una serie de pulsaciones cálidas y frías que duran hasta el 700 a.C. Sin embargo estas pulsaciones sólo se conocen a través de los escritos clásicos, que hablan de crecimientos y decrecimientos de los glaciares alpinos. Los períodos fríos son más frecuentes entre el 2300 y el 250 a.C. Se atribuye las migraciones de los pueblos bárbaros de las estepas siberianas hasta el interior del Imperio romano a un recrudecimiento de las condiciones climáticas de la región.
Tras la caída del Imperio romano comienza una fase más cálida que se conoce, abusivamente, como el pequeño óptimo climático. Es la época de las expediciones vikingas, cuando llegan a Groenlandia y pueden explotarla agrícolamente. Este período duraría desde el año 700 al 1200 cuando comienza a enfriarse, otra vez, el clima. Este enfriamiento tuvo consecuencias catastróficas, ya que la agricultura del viñedo y el trigo se extendía más al norte que en la actualidad, y hubo de abandonarse, provocando hambrunas y la aparición de a peste negra. La pulga que la propaga necesita una humedad en torno al 90%. Esta situación se recrudeció entre 1300 y 1840. A este período se le conoce como la pequeña edad del hielo, que incluye el mínimo de Maunder . También durante este período frío se establece un ciclo agrícola estable que se rompe con el calentamiento posterior.
En la bibliografía consultada no hay consenso sobre qué período abarca la pequeña edad del hielo. Es tan habitual encontrarse con que se llama pequeña edad del hielo al período entre 1300 y 1840, que es todo el período frío, como encontrarse que se le llama sólo al mínimo de Maunder. Aquí consideramos que el mínimo de Maunder es la fase más fría del periodo, los años 1650 y 1750. Se estima que las temperaturas eran unos 0,5 grados menores que el promedio en los últimos tres siglos y los glaciares tuvieron una notable progresión. Walter Maunder, en 1894, realizó una paciente búsqueda de antiguos registros astronómicos que le permitieron confirmar la conclusión de que en esos años había habido un período de déficit de manchas solares.
Desde 1840 hasta la actualidad el clima comienza a calentarse, coincidiendo con el inicio de la industrialización. También en esta ocasión es muy aventurado establecer una relación causa efecto; y más inmediata. Además, el calentamiento no es lineal. Entre 1880 y 1950 se da un claro calentamiento, pero entre 1950 y 1970 se observa un notable enfriamiento. Desde esa fecha el calentamiento es continuado.
Tabla del clima durante el Holoceno
Período Años Característica
Calentamiento actual1970 Cálido1950 Frío relativo1880 Cálido
Comienzo del calentamiento 1840 Cálido relativo
Pequeña edaddel hielo
1750 Frío Mínimo de Maunder 1650 Más frío 1300 d.C. Frío
Enfriamiento medieval 1200 d.C. Frío relativoPequeño óptimo climático 700 d.C. CálidoPulsaciones holocénicas 6.000 a.p. Frías/ cálidasAtlántico 8.000 a.p. FríoBoreal 10.000 a.p. Cálido y húmedoDryas reciente 12.000 a.p. FríoBoelling / Allerod 13.000 a.p. Cálido
A.p. Antes del presente. Los años indican el comienzo del período.
El calentamiento global en la actualidad
La temperatura media de la Tierra se viene calentando desde 1840, coincidiendo con el inicio de la revolución industrial. No obstante, no se puede establecer una relación de causa efecto, ya que la atmósfera no reacciona tan rápidamente. Sólo hay que observar que el verano comienza cuando el sol está más alto sobre el horizonte (durante todo el verano desciende) y ocurre que el sol alcanza su máxima altura en mitad del verano.
Desde 1840 también ha habido un período más frío (1950-1970), sin llegar a ser tan frío como en los años de la pequeña edad de hielo. Desde entonces el calentamiento ha sido continuo. Pero, ¿cuáles son las causas de este calentamiento? Normalmente se atribuye a la intervención antrópica en el planeta, a su capacidad para transformar el medio, pero no está tan claro como pudiera parecer. En este sentido, ciertos grupos ecologistas han soliviantado el debate con el propósito de atraer las voluntades a sus posturas. En los años 70, durante el período de frío relativo, la teoría más aceptada era la del enfriamiento global que nos llevaría a una nueva glaciación. La idea era que la contaminación obscurecía el brillo del sol y dificultaba la llegada de la radiación. Estaban en boga, entonces, los modelos del invierno nuclear, que surgieron durante la guerra fría.
Durante los años 80 comenzó a estar claro que había comenzado un periodo más caliente, así que el debate se trasladó hacia el calentamiento global que nos llevaría, en breve a un planeta invivible en el que hervirían los océanos. El gusto por el catastrofismo parece infinito. Hoy no se exagera tanto.
Para explicar el calentamiento global se comenzó a echar la culpa a diversos fenómenos: la deforestación, la contaminación de la atmósfera, el agujero de la capa de ozono, a El Niño, etc. Lo peor es que cada uno de esos fenómenos eran «capaces» por sí solos de producir el cambio del clima global y de una manera inmediata. Evidentemente, esto también es una exageración. Todos ellos contribuyen, en alguna medida, al calentamiento global actual (indudable), pero aún hay que determinar en qué medida y cuál es la inercia de la atmósfera para mostrar su influencia, y la capacidad del planeta para contrarrestar esos fenómenos. Puede ser que el calentamiento actual no se deba a ninguno de esos fenómenos y que la influencia de estos aún esté por mostrarse.
El problema es que desconocemos el por qué de este calentamiento, ni en qué medida la acción del hombre contribuye a ello. Además, hasta el momento, no ha habido una redistribución de los climas zonales, sino que los climas han tenido ciclos más cálidos y más secos, o más húmedos, según los casos; pero siempre dentro de los umbrales máximos y mínimos de cada clima. Por lo que sabemos el calentamiento global no implica un cambio climático. No es probable que en un plazo breve, varias décadas, el clima de la Tierra cambie tanto como para que haya una redistribución de los climas. En épocas históricas ya ha habido períodos más cálidos y más fríos sin que esto ocurra. Además, de la misma manera que no sabemos por qué se está calentando el clima, tampoco sabemos si volverá a enfriarse. Y es que el clima de la Tierra cambia naturalmente.
Tampoco podemos dejar la explicación a fenómenos exclusivamente naturales. El principal fenómeno natural que influiría en los cambios climáticos en plazos tan cortos de tiempo es la variación del brillo del sol y el aumento y reducción de las manchas solares.
Debido a lo enconado, y en ocasiones intransigente, de este debate diré ahora que pese a lo dicho no estoy afirmando que se pueda seguir contaminando impunemente, todo lo contrario, la reducción de la contaminación es una un imperativo al margen de lo que suceda con el clima. Si no sabemos a qué se debe este aumento de las temperaturas es porque el clima de la Tierra es un sistema caótico y sus características no dependen de unos pocos fenómenos, que además no sabemos cómo se compensan con otros, o si se compensan siquiera. También debo aclarar que cuando digo calentamiento global me refiero a un período de la historia del clima que es más cálido que el anterior, sin prejuzgar sus causas y asumir que es irreversible.
El calentamiento actual parece indudable, ya que se pueden ver sus efectos: el avance del desierto, las sequías recurrentes, la irregularidad de los monzones, el aumento de los meteoros catastróficos, el retroceso de los glaciares, el deshielo de los inlandsis, el aumento eustático del nivel del mar, etc. En el año 2000 el polo Norte se cuarteó y apareció un gran lago. Sin embargo esta afirmación se basa en datos indirectos. También ha habido progresión de ciertos glaciares, y las mediciones de las estaciones meteorológicas diseminadas por todo el mundo no ratifican el calentamiento de manera definitiva.
Si el clima de la Tierra se está calentando, y a falta de explicaciones astronómicas, la causa de todo ello parece ser la inflación de los gases de efecto invernadero. Pero, ¿porqué aumentan?
La inflación del dióxido de carbono
En 1958 Keeling colocó en primer medidor de CO2 atmosférico en Mauna Loa (Hawai), lejos de las grandes aglomeraciones industriales que contaminan la atmósfera inmediata, debido a la combustión de hidrocarburos y carbones. El CO2, al contrario que el vapor de agua, es un gas que tiende a distribuirse homogéneamente por la atmósfera. En esta estación se ha comprobado que los niveles de CO2 en la atmósfera han aumentado desde las 315 partes por millón en 1958 a 362 en 1993. En los hielos antárticos se ha comprobado que hacia 1850 era de 280 partes por millón, y que durante la última glaciación eran de 170 partes por millón. También se ha comprobado que la temperatura media de la Tierra tiene ciclos muy similares.
¿Podemos atribuir el incremento del CO2 a la actividad industrial? Parece que la actividad industrial sería responsable del 55% del incremento actual. El resto serían causas naturales. Las causas naturales de la presencia de CO2 en la atmósfera son: la actividad volcánica, la disolución de las calizas, la descomposición de los seres vivos y su respiración.
Sin CO2 no sería posible la fotosíntesis, ni, por lo tanto, la vida como la conocemos. El aumento natural de los porcentajes de CO2 se debe a un aumento de la actividad volcánica, un aumento de la disolución de las calizas debido al ascenso del mar que invade con su agua corrosiva regiones calizas y la reducción de la masa vegetal y los microorganismos marinos que fijan el carbono para producir oxígeno y realizar la fotosíntesis.
La inflación del metano
El metano (CH4) es un gas invernadero muy potente, 58 veces mayor que el CO2. Su presencia en la atmósfera se debe a la descomposición de las materias orgánicas en un medio anaerobio. Sus fuentes naturales masivas son los manglares y los pantanos. También los gases de los animales de la ganadería, y las grandes extensiones de arrozales, contienen grandes cantidades de metano, aunque su contribución al aumento de metano en la atmósfera es marginal.
El metano se retira de la atmósfera porque queda atrapado y congelado en el suelo permafrost o en el suelo oceánico bajo grandes presiones. Este metano congelado es una fuente de energía muy potente, y puede explotarse como recurso. No obstante, el calentamiento de la atmósfera derrite el hielo, esto, junto con la subida del nivel eustático del mar, libera grandes cantidades de metano a la atmósfera. El porcentaje de metano en la atmósfera ha aumentado en los dos últimos siglos de 0,8 a 1,7 partes por millón.
La inflación de los clorofluorocarburos
Los clorofluorocarburos (CFC) no son productos naturales, sino fruto de la química industrial. Son gases inertes que no reaccionan con los tejidos animales ni vegetales, por eso se han empleado masivamente en la producción de frío artificial, la propulsión de aerosoles y las espumas plásticas de la construcción. Desgraciadamente, al no ser naturales, su degradación es muy difícil, por lo que su presencia en la atmósfera se prolonga durante muchos años. Se degradan combinándose con el ozono, en la estratosfera, en condiciones de frío y luminosidad. Desgraciadamente esa reacción química también implica la destrucción del ozono. ¿Son los responsables de buena parte del agujero de la capa de ozono? No está claro que sean los únicos, ni siquiera que sean los principales. La duda planea porque el agujero de la capa de ozono tiene variación anuales demasiado grandes, que no se justifican por una reducción de los CFC. Las medidas tomadas en los años 90 han sido muy escasas y su influencia en la atmósfera, debido a la larga vida de los CFC, aún no se debe notar. Los últimos estudios parecen apuntar a que el agujero de la capa de ozono es natural.
El poder invernadero de los CFC es fortísimo, varios miles de veces más que el CO2. Sin embargo su concentración es de unas diez milésimas de partes por millón por o que su contribución al efecto invernadero no está clara.
La inflación de los gases «antiinvernadero»
La combustión de hidrocarburos y carbones produce ozono en superficie; y los abonos nitrogenados emiten dióxido de nitrógeno (NO2). Estos gases, que también son invernadero, se combinan rápidamente con el dióxido de azufre (SO2), también procedente de la combustión, y forman ácido sulfúrico (lluvia ácida). Las nubes con grandes cantidades de SO2 tienen gran capacidad reflectante, con lo que enfrían las capas bajas de la atmósfera.
Resumiendo: el incremento de los gases invernadero no ha sido mayor que en otras épocas históricas, y el planeta ha tenido recursos suficientes para contrarrestarlos. Aun suponiendo que todo el aumento del efecto invernadero sea culpa de la contaminación humana, nada hace suponer que no vuelva a ser así. En el largo lapso de la historia del planeta nuestra civilización es una recién llegada; y, seguramente, un episodio intrascendente. La vida en la Tierra no corre peligro por la intervención humana. Todo lo más corre peligro nuestro modo de vida, que bastante es.
El vapor de agua
De todos los gases de efecto invernadero naturales el vapor de agua es el más poderoso. En realidad es del vapor de agua del que depende naturalmente el efecto invernadero. Pero el agua en la atmósfera se presenta de dos formas, que dependen de la humedad relativa, en vapor de agua, incoloro, y en forma de pequeñas gotas de agua en suspensión: nubes.
Hasta el momento la inyección de vapor de agua por parte de la actividad humana no ha sido relevante. Podría ser muy importante, sólo tienen que imaginarse qué pasaría si los coches privados en lugar de emitir CO2 emitiesen vapor de agua; las ciudades serían mucho más húmedas y durante buena parte del año la niebla sería permanente.
El efecto de las nubes tiene un doble sentido. Las nubes actúan como una «manta» impidiendo que el calor acumulado en la superficie se escape (por eso las noches de invierno nubladas son mucho más cálidas que las que están despejadas), pero también reducen el brillo del sol, impidiendo que se caliente la superficie y enfriando la atmósfera baja. En esta situación se establece una inversión térmica en altura. La parte alta de las nubes son potentes reflectantes de la radiación solar.
En las nubes bajas, muy densas, la capacidad de reflejar radiación es mayor que su efecto invernadero, por lo que, a la larga, la atmósfera se enfría. Un aumento masivo de nubes en la atmósfera baja puede ser una de las causas de las grandes glaciaciones. Por el contrario, las nubes altas, cirros e iridiscentes, son poco densas y permiten que la radiación solar alcance la superficie de la Tierra. Sin embargo también tiene un notable poder invernadero, aunque más débil que el de las nubes bajas. El balance de las nubes altas es positivo, porque su efecto invernadero es mayor que su poder reflectante, contribuyendo a calentar la atmósfera. Esta puede ser una de las causas de los interglaciales.
No obstante, para que las nubes tengan influencia en el clima global deben cubrir grandes extensiones del planeta, ya que se distribuyen irregularmente.
El «terremoto climático»
El problema de los umbrales
Hemos establecido ya que los climas de la Tierra tienen unos umbrales máximos y mínimos y que si no se rebasan no hay cambio climático. También sabemos que en los últimos años ha habido un corrimiento en la sucesión de tipos de tiempos que presenta valores que tienden a estar más cerca de estos umbrales. Haciendo abstracción de las causas, lo que nos interesa ahora es prever cómo se ha de producir el cambio climático.
Si entendiéramos el clima como el estado medio de la atmósfera los cambios climáticos serían paulatinos, apenas perceptibles para la experiencia humana. Sólo notaríamos los cambios comparando la situación sincrónica actual con la de hace miles de años, sin que nosotros hubiéramos notado el cambio. En la concepción genética del clima, que define el clima como la sucesión de tipos de tiempo sobre un lugar determinado y en ciclos definidos causados por centros de acción, los climas tienen un margen de tolerancia en los que continúan siendo el mismo clima mientras no se rebasen los umbrales máximos y mínimos. La consecuencia fundamental de los climas, pues, es la aparición de una serie efectos debidos a esa sucesión de tipos de tiempos: vegetación, posición de los centros de acción, movimiento de la atmósfera, etc. Esto, naturalmente, sin perjuicio de que esa misma tolerancia implique períodos más o menos fríos o cálidos.
Sabemos, también, que la mayor parte de los cambios en la naturaleza se presentan en forma de crisis, y no de forma paulatina. Por ejemplo, la corteza terrestre es estable a pesar de que en un punto concreto por el movimiento de las placas tectónicas se esté acumulando tensión. Mientras esa tensión no rebase el umbral de elasticidad de las rocas todo permanece estable, pero en cuanto se traspasa el umbral se produce un terremoto, un
cambio brusco de liberación de esa energía, en el que las rocas encuentran otro equilibrio sin posibilidad de vuelta atrás.
El cambio climático, de producirse, muy posiblemente se presentará en forma de crisis, de terremoto climático. El hecho de que el clima no dependa de los valores medios sino de los procesos atmosféricos, y que estos estén presentes en unas determinadas condiciones de temperatura, humedad, presión, etc., y que esas condiciones aparezcan entre unos umbrales máximos y mínimos así lo hace pensar. A diferencia de lo que vienen afirmando los meteorólogos, que los cambios en el clima son paulatinos y tendrán lugar en miles de años, o como mucho en siglos, yo opino que no.
El clima de la Tierra, y la distribución de los climas en la Tierra, no cambiará mientras no se rebasen los umbrales, pero una vez traspasados comenzarán a actuar procesos que ahora son secundarios, y los procesos que hoy son principales dejarán de funcionar. Por ejemplo, de derretirse los casquetes polares la función reguladora que tienen dejaría de tener lugar, y no volvería ha activarse hasta que se volviese a acumular suficiente hielo, pero para eso el enfriamiento debería de venir de otro fenómeno climático. Algo similar sucedería con la variación de la corriente del Golfo o el fenómeno de El Niño.
De esta manera, una vez rebasados los umbrales climáticos los cambios no serían paulatinos, sino repentinos. Repentino, en términos climáticos quiere decir unas pocas décadas. En el transcurso de la vida de un hombre se verían cambios bruscos y palpables, e implicarían la total redistribución de los climas de la Tierra. Es a esto a lo que, poéticamente, podríamos llamar terremoto climático, ya que la vuelta atrás no sería posible. Además, rápidamente se alcanzaría un nuevo equilibrio que, este sí, duraría miles de años.
Consecuencias del cambio climático
Seguramente el «cambio climático» es el tema, del que podemos hablar, más recurrente en la prensa actual. Quizá por ello esa uno de los problemas de los que se ocupan los políticos. A poco que uno sepa algo sobre el clima enseguida nos damos cuenta de que la mayoría de los periodistas que hablan sobre el cambio climático no saben de lo que hablan. Normalmente confunden tiempo y clima y se preocupan por el cambio climático cuando hay unos valores excepcionales en el tiempo diario. Pero hablemos seriamente de qué consecuencias tendría el cambio climático.
Para empezar hay que determinar si hay cambio climático o no, y qué significa esto. Como sabemos hay dos definiciones antagónicas de clima: el estado medio de la atmósfera y la sucesión de tipos de tiempo en ciclos anuales. Sabemos, también, que según esta definición no se ha producido un cambio de clima en ninguna parte del mundo. Sólo se puede hablar de cambio si tenemos en la mente la antigua concepción del clima como el estado medio de la atmósfera. Sabemos que los climas se definen entre unos umbrales máximos y mínimos y que si no se rebasan esos umbrales no hay cambio climático. No obstante, es innegable que en los últimos años ha habido un corrimiento de la sucesión de tipos de tiempos que presenta valores que tienden a estar más cerca de estos umbrales, lo que quiere decir que presentan unos valores más extremos (sin llegar a modificar el clima). Así pues, no debemos de hablar de cambio climático como cambio del clima, sino de cambios en el clima; en el que tenemos.
Aquí no nos interesan las acusas de este cambio, se produce y punto, lo que nos interesa analizar es qué consecuencias ha de tener este cambio.
Como todo fenómeno geográfico las consecuencias del cambio climático depende de la escala, en este caso de la escala temporal, ya que hablamos de un cambio climático global. ¿Qué consecuencias tiene el cambio climático para el planeta? Es evidente que ninguna. El planeta existirá incluso sin atmósfera. Para él el cambio climático es irrelevante. ¿Qué consecuencias tiene el cambio climático para la vida? Es evidente que ninguna. La vida comenzó con otra atmósfera en la Tierra, ha sobre vivido a todos los cambios de clima que en la Tierra han sido, adaptándose sin problemas. ¿Qué consecuencias tiene el cambio climático para el ecosistema mundial actual? Aquí empezamos a encontrar interacciones de importancia entre el clima y las especies naturales. Si al final el cambio de clima no se produce la distribución de las especies no variará, pero se tenderán a fortalecer las especies secundarias de cada biocenosis que estén más adaptadas a las condiciones extremas. Si el cambio de clima se produce esto significará una rápida redistribución de las especies naturales, comenzando por las más oportunistas y las más amoldables. Habrá un importante estrés climático, pero al final se habrá de alcanzar un nuevo sistema de equilibrio en el que quizá desaparezcan ciertas especies, pero en el que se favorecerán otras. ¿Qué consecuencias tiene el cambio climático para el ser humano? La capacidad de adaptación del ser humano al medio está sobradamente demostrada. Incluso ha conseguido sobrevivir, hasta cierto punto, independientemente del clima. Sin lugar a dudas el ser humano se adaptaría a las nuevas condiciones del clima y sobreviviría, como ya lo hizo la especie al «atravesar» la última glaciación. ¿Qué consecuencias tiene el cambio climático para nuestra civilización? Si cierto es que no hay duda de que el ser humano sobrevivirá a un cambio de clima también es cierto que esto implicaría una nueva relación con el medio, con lo cual las claves de nuestra civilización deberán de cambiar. Sospechamos, con cierta seguridad, que ha habido en la historia civilizaciones que han desaparecido, o cambiado tan radicalmente que no son reconocibles, debido a los cambios climáticos que a lo largo de la historia ha habido.
No será de extrañar que la civilización occidental sufra cambios similares, por ejemplo buscando formas de aprovechamiento de la energía más eficaces. ¿Qué consecuencias tiene el cambio climático para el sistema económico actual? En este sentido los cambios en el clima, aunque sean pequeños, han de ser catastróficos. Debemos tener en cuenta que nuestra economía depende mucho de las previsiones de futuro. Se invierte en función de los beneficios que se confía tener. Si las previsiones no se cumplen tenemos una crisis económica, que puede afectar a una sola empresa o a toda la economía. Estas previsiones se hacen confiando en que las características externas a la empresa se mantienen: políticas, legales, geográficas y etc. Si alguna de estas características falla, el proyecto suele fracasar. Entre estas características se encuentra el clima; que debe de ser regular; lo más cercano a los valores medios históricos que se han venido recogiendo. Así, un empresario agrícola siembra un determinado cultivo porque confía en que la tierra es buena, tiene los medios de cultivo y el clima, normalmente, es favorable. Si ese año hay una sequía la inversión se pierde. Y fíjense que he dicho la inversión y no la cosecha, ya que debido a un mercado mundial y diversificado una mala cosecha en un punto no implica subalimentación en nuestro mundo moderno.
En realidad no sólo las pérdidas de inversiones se han de producir en la agricultura. He puesto este ejemplo porque es el más obvio y porque los márgenes de los cultivos suelen ser muy estrechos; pero también puede haber pérdidas en la inversión en el turismo, si el cambio del clima hace que la región deje de ser un destino favorable, en las redes de comunicaciones, si se ven afectadas por los valores extremos del tiempo, o en la industria, si por un cambio climático pierden los recursos del factor tierra. Lo peor podría ser, de seguir subiendo rápidamente el nivel del mar, que las ciudades costeras, con toda la inversión que hay allí acumulada, quedasen inundadas. Así pues, donde más radicalmente incidirían los cambios en el clima serían en nuestro sistema económico capitalista.
Esta reflexión tiene un corolario. Contrariamente a lo que sucede, que los más conservacionistas son los ecologistas, estos deberían estar poco preocupados por el futuro de la vida en el planeta (al margen de que por motivos sentimentales quiera ver un bosque concreto en una determinada ubicación). Quienes deberían ser más conservacionistas habrían de ser los grandes empresarios, pues son sus inversiones las que están en riesgo inminente.