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1 LAS CINCO DIFICULTADES PARA DECIR LA VERDAD

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Texto escritor por Brecht "5 dificultades para decir la verdad".

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  • 1

    LAS CINCO

    DIFICULTADES PARA

    DECIR LA VERDAD

  • 2

    Fuente; Bertolt Brecht. Escritos polticos. Caracas. Ed. Tiempo Nuevo. 1970. Traduccin: Len Mames. Copyleft: Cuadernos del CAUM. JULIO 2013

    SERIE CLSICOS DEL

    PENSAMIENTO CRTICO

  • 3

    BERTOLT BRECHT Y EL PRECIO DEL

    PROTOCOLO

    Amigas y amigos, cometamos un acto brechtiano,

    busquemos la palabra protocolo en el diccionario:

    protocolo: Ordenada serie de escrituras matrices y otros

    documentos que un notario o escribano autoriza y

    custodia con ciertas formalidades. 2. Acta o cuaderno de

    actas relativas a un acuerdo, conferencia o congreso

    diplomtico. 3. Por ext., regla ceremonial diplomtica o

    palatina establecida por decreto o por costumbre.

    Y resulta que si lo pensamos detenidamente, en el da de

    hoy, proyectados en este inquietante siglo XXI, estamos

    metidos hasta el cuello en el protocolo (escrituras

    matrices, autorizar, custodiar, formalidades, congresos

    diplomticos, reglas palatinas). Cierto, tenemos protocolos para todo: protocolos para ser despedidos de

    los empleos, para ser desahuciados de las viviendas, miles

    de protocolos policiales para actuar contra los pobres,

    para negar la dignidad, para destruir la sanidad, para

    liquidar la educacin, protocolos para preservar el poder,

    para recoger las basuras, para manipular las mentes,

    etctera y etctera.

    Todos lo sabemos, algunos lo dicen, menos lo escuchan,

    pero estos ltimos cada vez son ms. Si Bertolt Brecht

    hubiera vivido nuestra poca probablemente hubiera

    escrito un drama titulado El precio del protocolo, y tal

    vez, como sola hacer, se hubiera inspirado, o incluso

    hubiera tomado escenas enteras, de Almas muertas de

    Nicolai Gogol, aquella historia del sujeto que va de pueblo

    en pueblo comprando a siervos muertos para venderlos

    como acciones a buen precio en la bolsa de San

  • 4

    Petersburgo (escrituras matrices y documentos

    autorizados y custodiados con ciertas formalidades, no

    son esto las hipotecas que se ejecutan, las participaciones

    preferentes, los EREs?). Brecht dedic su vida y su obra a luchar contra la

    ideologa del capitalismo, a darles la voz a los pobres y a

    educar a los trabajadores para su propia liberacin. Brecht

    logr liquidar el protocolo, arrumbar con la retrica y

    desmentir las impostadas mentiras de los burgueses y sus

    palanganeros. Brecht puso sobre las tablas a un nio, a un

    camarero, a un descargador de los muelles, a una

    pescadera, a un cantante callejero, a cuatro leadores, a

    un obrero de la construccin, a un estudiante, a siete

    prostitutas, a tres mecnicos, a un culi esclavizado, a un

    cocinero, a tres agitadores, a veinte matarifes de un

    matadero, a once jvenes jornaleras y a cientos y cientos

    de personajes que conformaban la clase trabajadora, y

    cada uno diciendo su verdad, que en conjunto es la

    VERDAD.

    Los ricos y sus criados no pueden decir la verdad porque

    realmente no la tienen, en ellos el espacio de la verdad est

    ocupado por el inters. La nica verdad que interesa bajo

    el capitalismo es la mentira de la frmula del inters

    compuesto: = (1 + ) . Todo lo dems es silencio.

    Ya sabemos, Brecht no est de moda. Cuantas veces y

    durante cuantos aos los intelectuales y literatos del

    rgimen, es decir de este rgimen y tambin del que haba

    en 1975, nos lo han repetido: es que el teatro pico y el

    teatro didctico ya no tienen vigencia, es que son

    aburridos, por Dios, pica y didctica en la poca en que

    vivimos! Eso era comunismo y el comunismo desapareci

    con la Unin Sovitica.

  • 5

    Bueno ya se habrn quedado a gusto, ya s que no hay ni

    teatro pico, ni didctico, ni nada, ya prcticamente no hay

    teatro y los pocos grupos que quedan, esos s que se estn

    ganando a pulso el ttulo de hroes picos. Y cuando

    alguna compaa o director se alargan a ofrecer una obra

    de Brecht parece como si lo hicieran de puntillas o

    pidiendo perdn y dando explicaciones no se sabe muy

    bien de qu 1 . Nosotros, el CAUM, no tenemos esos

    prejuicios porque tenemos memoria, no en vano somos la

    asociacin cultural independiente ms antigua del estado,

    con ms de medio siglo de historia. En los aos sesenta y

    setenta desarrollamos una intenssima labor teatral con la

    creacin de un grupo, mltiples representaciones,

    conferencias, charlas, mesas redondas, el premio de teatro

    Arbor, etc. 2 Entonces el nombre de Brecht era

    fundamental no solo para la cultura literaria sino tambin

    para la cultura poltica antifranquista.

    Y desde aqu todo nuestro agradecimiento al querido

    compaero Vicente Romano, quin, junto al ya

    desaparecido Jess Lpez Pacheco, tradujeron en 1968 ese

    tomito de Poemas y Canciones de Brecht, en la Editorial

    Alianza, que tanto hizo por nuestra educacin literaria y

    poltica.

    Despus vino la transicin y los espejismos

    postmodernistas que la siguieron lo cubrieron todo de un

    estpido velo. An as si por algo nos caracterizamos en el

    1 Vase como ejemplo el artculo de ngel Facio Brecht al

    desguace? en Kurt Weil y Bertolt Brecht. Ascenso y cada de la

    ciudad de Mahagonny. Cuadernos del Teatro Espaol n 15.

    2009. 2 Vase Antonio Gmez. Tantas vidas, tantas luchas. Club de

    amigos de la UNESCO de Madrid. 1961 - 2011. Ed. CAUM.

    2012. Especialmente el cap. 12. Butaca de pato.

  • 6

    CAUM es por la fidelidad a nuestros principios, que en

    nuestro caso son, al mismo tiempo, principios en el tiempo

    y principios en las ideas, y por ello nos enorgullecemos en

    ofrecer hoy este breve texto con algunas de las reflexiones

    ms poderosas del autor sobre un tema tan capital como es

    el de la VERDAD y cmo expresarla. Es un artculo

    escrito y publicado en 1934, al poco tiempo del ascenso

    del nazismo al poder en Alemania. Ese mismo ao todos

    los libros y escritos del autor fueron condenados a la

    hoguera por los nazis. Joseph Goebbels, el todopoderoso

    ministro de propaganda del Reich, senta un odio visceral

    hacia Brecht, pero tambin le tema, con razn, porque

    saba que su obra contena ideas muy peligrosas. En las

    noches alemanas grandes piras ardan alimentadas por las

    obras de Marx, Engels Luxemburgo, Kautski, Bloch,

    Benjamin, Korsch, Kafka, Mann, Wedeking, Trakl,

    Dblin, Brecht Pero, amigas y amigos, os rogamos que leis este texto

    no solo como un documento histrico sino como un texto

    que nos habla de hoy mismo, de lo que ahora mismo est

    pasando Podemos aqu y ahora decir la VERDAD con todas sus consecuencias? Qu significa esto para

    nosotras y nosotros ahora mismo?...

    A modo de eplogo incluimos un poema-aforismo, una

    forma muy querida por el autor. Materia pura para la

    reflexin.

    Eugen Berthold Friedrich Brecht naci en 1898 en

    Augsburgo, Baviera, Alemania. Su familia era acomodada,

    su padre era gerente de una fbrica y su madre

  • 7

    funcionara. Desde adolescente manifest su carcter inconformista y crtico. En el instituto fue expedientado

    por atacar por escrito al militarismo previo la Primera

    Guerra Mundial, la poca de la paz armada. Inici la

    carrera de Medicina en Munich y fue movilizado como

    enfermero.

    Con veinte aos escribi su primera obra teatral, Baal.

    Particip en la revolucin espartaquista, brutalmente

    reprimida y sobre estos hechos escribi Tambores en la noche. En el final de la obra el personaje de Kragler

    declara: "Todo esto no es ms que puro teatro. Simples

    tablas y una luna de cartn. Pero los mataderos que se

    encuentran detrs, sos s que son reales". Brecht obtuvo

    el repudio y la animadversin de la burguesa y las

    autoridades.

    Su tercera obra, En la jungla de las ciudades (1921) es

    la primera que se desarrolla en Estados Unidos, al igual

    que algunas de las posteriores. Brecht considera que el

    capitalismo muestra all muchas de sus ms profundas

    contradicciones.

    En Berlin es contratado como actor y se casa con la

    tambin actriz y cantante Marianne Zoff. Conoce a Carl

    Zuckmayer en el Deutsches Theater de Max Reinhardt y

    trabaja con l sobre tcnica teatral. A partir de mediados

    de los aos veinte estudia el marxismo. Entabla una

    estrecha amistad con intelectuales marxistas como Karl

    Korsch, Ernst Bloch o Walter Benjamin, que colabor en algunas obras y lo defendi como el iniciador de una

    nueva poca en la literatura. En 1926 escribe Un hombre

    es un hombre y se casa con Helene Weigel.

    Los ltimos aos veinte y los primeros treinta, hasta

    1933, fueron una poca de intenso trabajo. Consigue

    xitos teatrales importantes. Santa Juana de los mataderos

  • 8

    (1929), La excepcin y la regla (1930), y sobre todo, en el

    mismo ao La pera de los cuatro cuartos, con msica de

    Kurt Weil, en la que la sociedad burguesa es

    absolutamente ridiculizada. A esta le sigui otra pera,

    tambin con msica de Weil, Ascenso y cada de la ciudad

    de Mahagonny, una antiutopa ambientada en el paraso

    capitalista de los Estados Unidos.

    Desde su adolescencia Brecht escribi constantemente

    poesa, y este aspecto debe ser tenido muy en cuenta para

    valorar su trayectoria. No fue solo el gran renovador del

    teatro sino tambin el de la lengua potica. La poesa

    deba llegar a todos. En la mayora de sus obras incluy

    poemas y canciones adems de una impresionante

    produccin de poemas autnomos. La concrecin y

    materialidad de sus temas nunca le rest un pice a su

    potencia lrica.

    Segn Brecht va profundizando en sus reflexiones

    tericas va expresndolas en toda una serie de artculos,

    centrados unos en la reflexin literaria y teatral, pero

    muchos tambin en la crtica social y poltica. Estos

    textos, como Las cinco dificultades para decir la verdad

    (1934) siguieron circulando en Alemania en la

    clandestinidad a pesar de la prohibicin nazi.

    En efecto, en enero de 1933 durante la representacin de

    Medidas a tomar la polica irrumpi en el teatro y Brecht

    y todos sus colaboradores fueron acusados de alta traicin.

    Un da despus del Incendio del Reichstag (27 de febrero),

    el acontecimiento que llev al partido nazi al poder,

    Brecht, su familia y amigos, tienen que huir a Dinamarca.

    Las autoridades nazis ordenaron quemar todos sus libros.

    El exilio fue duro y por ello su produccin teatral y

    literaria fue menor que en la poca anterior. De Dinamarca

    se tuvo que trasladar a Suecia y despus a Finlandia. An

  • 9

    as durante estos aos escribi algunas de sus grandes

    obras: La persona buena de Sezuan (1934-1940), Los

    fusiles de la seora Carrar (1937) Terror y miseria del

    tercer reich (1938), Vida de Galileo (1938-1947), La

    condena de Lculo (1939), Madre Coraje y sus hijos

    (1939) o El seor Puntila y su criado Matti (1940).

    En 1941 cruza la Unin Sovitica en el Transiberiano

    hasta Vladivostok y se embarca hacia los Estados Unidos.

    Intenta que alguno de sus guiones fuera aceptado por la

    industria hollywoodiense que lo rechaza totalmente.

    Organiza alguna representacin teatral. Durante los aos

    de la Segunda Guerra Mundial sigue escribiendo

    incansablemente: La resistible ascensin de Arturo Ui

    (1941), Schweyk y la Segunda Guerra Mundial (1943) o

    El crculo de tiza caucasiano (1944). Pero vuelve a ser

    perseguido en el paraso de la libertad de expresin, es

    interrogado por el Comit de Actividades Antiamericanas

    de Joseph McCarthy. En 1947 tiene que huir a Suiza.

    El nombre de Bertolt Brecht durante la Guerra Fra

    figuraba en los listados de todos los servicios de

    inteligencia de las Democracias Libres como un peligroso

    agente sovitico. Al mismo tiempo miles de nazis se

    movan con total libertad y buscaban su buen acomodo en

    Estados Unidos, en Latinoamrica y un poco por todas

    partes, incluyendo naturalmente la Espaa de Franco. Sus

    obras y libros sufran censura tambin por todas partes,

    incluyendo, de nuevo naturalmente, la prohibicin total en

    la dicha Espaa de Franco. Brecht no poda entrar en la

    Repblica Federal Alemana por orden expresa de las

    autoridades militares de ocupacin. Se traslad a Berln,

    en la Repblica Democrtica Alemana.

    All intent poner en marcha un nuevo centro teatral,

    junto a su mujer Helene Weigel, el Berliner Ensemble, un

  • 10

    mbito para el desarrollo de la tcnica teatral y la

    educacin y formacin ideolgica de los trabajadores.

    Pero las autoridades de RDA y del Partido Socialista

    Unificado de Alemania nunca miraron con muy buenos

    ojos estas labores ni a la figura de Brecht que no se

    plegaba a los dictados de la burocracia. Escribe

    incansablemente: Los das de la Comuna (1949), La danza

    de la muerte de Salzburgo (1951) o Turandot o El

    congreso de los blanqueadores (1952-1954); tambin un

    libro de narraciones y poemas, Historias de almanaque

    (1949) y una novela en la que vena trabajando desde

    haca aos y qu qued indita, Los negocios del seor

    Julio Csar.

    Muri en Berln el 14 de agosto de 1956.

    Carlos Caballero

    Responsable de ediciones del CAUM

  • 11

    Las cinco dificultades para

    decir la verdad3

    Bertolt Brecht

    (1934)

    EL QUE QUIERA LUCHAR HOY contra la mentira y la

    ignorancia y escribir la verdad tendr que vencer por lo

    menos cinco dificultades. Tendr que tener el valor de

    escribir la verdad aunque se la desfigure por doquier; la

    inteligencia necesaria para descubrirla; el arte de hacerla

    manejable como un arma; el discernimiento indispensable

    para difundirla.

    Tales dificultades son enormes para los que escriben

    bajo el fascismo, pero tambin para los exiliados y los

    expulsados, y para los que viven en las democracias

    burguesas.

    I. El valor de escribir la verdad

    Para mucha gente es evidente que el escritor debe escribir

    la verdad; es decir, no debe rechazarla ni ocultarla, ni

    deformarla. No debe doblegarse ante los poderosos; no

    debe engaar a los dbiles. Pero es difcil resistir a los

    poderosos y muy provechoso engaar a los dbiles.

    Incurrir en la desgracia ante los poderosos equivale a la

    3 Bertolt Brecht. Escritos polticos. Traduccin: Len Mames. Caracas. Ed. Tiempo Nuevo. 1970.

  • 12

    renuncia, y renunciar al trabajo es renunciar al salario.

    Renunciar a la gloria de los poderosos significa

    frecuentemente renunciar a la gloria en general. Para todo

    ello se necesita mucho valor.

    Cuando impera la represin ms feroz gusta hablar de

    cosas grandes y nobles. Es entonces cuando se necesita

    valor para hablar de las cosas pequeas y vulgares, como

    la alimentacin y la vivienda de los obreros. Por doquier

    aparece la consigna: No hay pasin ms noble que el

    amor al sacrificio.

    En lugar de entonar ditirambos sobre el campesino hay

    que hablar de mquinas y de abonos que facilitaran el

    trabajo que se ensalza. Cuando se clama por todas las

    antenas que el hombre inculto e ignorante es mejor que el

    hombre cultivado e instruido, hay que tener valor para

    plantearse el interrogante: Mejor para quin? Cuando se

    habla de razas perfectas y razas imperfectas, el valor est

    en decir: Es que el hambre, la ignorancia y la guerra no

    crean taras?

    Tambin se necesita valor para decir la verdad sobre s

    mismo cuando se es un vencido. Muchos perseguidos

    pierden la facultad de reconocer sus errores, la

    persecucin les parece la injusticia suprema; los verdugos

    persiguen, luego son malos; las vctimas se consideran

    perseguidas por su bondad. En realidad esa bondad ha sido

    vencida. Por consiguiente, era una bondad dbil e

    impropia, una bondad incierta, pues no es justo pensar que

    la bondad implica la debilidad, como la lluvia la humedad.

    Decir que los buenos fueron vencidos no porque eran

    buenos sino porque eran dbiles requiere cierto valor.

    Escribir la verdad es luchar contra la mentira, pero la

    verdad no debe ser algo general, elevado y ambiguo, pues

    son estas las brechas por donde se desliza la mentira. El

  • 13

    mentiroso se reconoce por su aficin a las generalidades,

    como el hombre verdico por su vocacin a las cosas

    prcticas, reales, tangibles. No se necesita un gran valor

    para deplorar en general la maldad del mundo y el triunfo

    de la brutalidad, ni para anunciar con estruendo el triunfo

    del espritu en pases donde ste es todava concebible.

    Muchos se creen apuntados por caones cuando solamente

    gemelos de teatro se orientan hacia ellos. Formulan

    reclamaciones generales en un mundo de amigos

    inofensivos y reclaman una justicia general por la que no

    han combatido nunca. Tambin reclaman una libertad

    general: la de seguir percibiendo su parte habitual del

    botn. En sntesis slo admiten una verdad: la que les

    suena bien.

    Pero si la verdad se presenta bajo una forma seca, en

    cifras y en hechos, y exige ser confirmada, ya no sabrn

    qu hacer. Tal verdad no les exalta. Del hombre veraz slo

    tienen la apariencia. Su gran desgracia es que no conocen

    la verdad.

    II. La inteligencia necesaria para descubrir la

    verdad

    Tampoco es fcil descubrir la verdad. Por lo menos la que

    es fecunda. As, segn opinin general, los grandes

    Estados caen uno tras otro en la barbarie extrema. Y una

    guerra intestina que se desarrolla implacablemente puede

    degenerar en cualquier momento en un conflicto

    generalizado que convertira nuestro continente en un

    montn de ruinas. Evidentemente, se trata de verdades. No

    se puede negar que llueve hacia abajo: numerosos poetas

    escriben verdades de este gnero. Son como el pintor que

    cubra de frescos las paredes de un barco que se estaba

  • 14

    hundiendo. El haber resuelto nuestra primera dificultad les

    procura una cierta dificultad de conciencia. Es cierto que

    no se dejan engaar por los poderosos, pero escuchan los

    gritos de los torturados? No; pintan imgenes. Esta actitud

    absurda les sume en un profundo desconcierto, del que no

    dejan de sacar provecho; en su lugar otros buscaran las

    causas. No creis que sea cosa fcil distinguir sus verdades

    de las vulgaridades referentes a la lluvia; al principio

    parecen importantes, pues la operacin artstica consiste

    precisamente en dar importancia a algo. Pero mirad la cosa

    de cerca: os daris cuenta que no dejan de decir: no se

    puede impedir que llueva hacia abajo.

    Tambin estn los que por falta de conocimientos no

    llegan a la verdad. Y, sin embargo, distinguen las tareas

    urgentes y no temen a los poderosos ni a la miseria. Pero

    viven de antiguas supersticiones, de axiomas clebres a

    veces muy bellos. Para ellos el mundo es demasiado

    complicado: se contentan con conocer los hechos e ignorar

    las relaciones que existen entre ellos.

    Me permito decir a todos los escritores de esta poca

    confusa y rica en transformaciones que hay que conocer el

    materialismo dialctico, la economa y la historia. Tales

    conocimientos se adquieren en los libros y en la prctica si

    no falta la necesaria aplicacin. Es muy sencillo descubrir

    fragmentos de verdad, e incluso verdades enteras. El que

    busca necesita un mtodo, pero se puede encontrar sin

    mtodo, e incluso sin objeto que buscar. Sin embargo,

    ciertos procedimientos pueden dificultar la explicacin de

    la verdad: los que la lean sern incapaces de transformar

    esa verdad en accin. Los escritores que se contentan con

    acumular pequeos hechos no sirven para hacer

    manejables las cosas de este mundo. Pues bien, la verdad

  • 15

    no tiene otra ambicin. Por consiguiente esos escritores no

    estn a la altura de su misin.

    III. El arte de hacer la verdad manejable como

    arma

    La verdad debe decirse pensando en sus consecuencias

    sobre la conducta de los que la reciben.

    Hay verdades sin consecuencias prcticas. Por ejemplo,

    esa opinin tan extendida sobre la barbarie: el fascismo

    sera debido a una oleada de barbarie que se ha abatido

    sobre varios pases, como una plaga natural. As, al lado y

    por encima del capitalismo y del socialismo habra nacido

    una tercera fuerza: el fascismo. Para m, el fascismo es una

    fase histrica del capitalismo, y, por consiguiente, algo

    muy nuevo y muy viejo. En un pas fascista el capitalismo

    existe solamente como fascismo. Combatirlo es combatir

    el capitalismo, y bajo su forma ms cruda, ms insolente,

    ms opresiva, ms engaosa.

    Entonces, de qu sirve decir la verdad sobre el fascismo

    que se condena si no se dice nada contra el capitalismo

    que lo origina? Una verdad de este gnero no reporta

    ninguna utilidad prctica.

    Estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo,

    rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie,

    equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a

    sacrificarlo.

    Los demcratas burgueses condenan con nfasis los

    mtodos brbaros de sus vecinos, y sus acusaciones

    impresionan tanto a sus auditorios que stos olvidan que

    tales mtodos se practican tambin en sus propios pases.

    Ciertos pases logran todava conservar sus formas de

    propiedad gracias a medios menos violentos que otros. Sin

  • 16

    embargo, los monopolios capitalistas originan por doquier

    condiciones brbaras en las fbricas, en las minas y en los

    campos. Pero mientras que las democracias burguesas

    garantizan a los capitalistas, sin recurso a la violencia, la

    posesin de los medios de produccin, la barbarie se

    reconoce en que los monopolios slo pueden ser

    defendidos por la violencia declarada.

    Ciertos pases no tienen necesidad, para mantener sus

    monopolios brbaros, de destruir la legalidad instituida, ni

    su confort cultural (filosofa, arte, literatura); de ah que

    acepten perfectamente or a los exiliados alemanes

    estigmatizar su propio rgimen por haber destruido esas

    comodidades. A sus ojos es un argumento suplementario

    en favor de la guerra.

    Puede decirse que respetan la verdad los que gritan:

    Guerra sin cuartel a Alemania, que es hoy la verdadera

    patria del mal, la oficina del infierno, el trono del

    anticristo? No. Los que as gritan son tontos, impotentes

    gentes peligrosas. Sus discursos tienden a la destruccin

    de un pas, de un pas entero con todos sus habitantes,

    pues los gases asfixiantes no perdonan a los inocentes.

    Los que ignoran la verdad se expresan de un modo

    superficial, general e impreciso. Peroran sobre el

    alemn, estigmatizan el mal, y sus auditorios se

    interrogan: Debemos dejar de ser alemanes? Bastar con

    que seamos buenos para que el infierno desaparezca?

    Cuando manejan sus tpicos sobre la barbarie salida de la

    barbarie resultan impotentes para suscitar la accin. En

    realidad no se dirigen a nadie. Para terminar con la

    barbarie se contentan con predicar la mejora de las

    costumbres mediante el desarrollo de la cultura. Eso

    equivale a limitarse a aislar algunos eslabones en la

    cadena de las causas y a considerar como potencias

  • 17

    irremediables ciertas fuerzas determinantes, mientras que

    se dejan en la oscuridad las fuerzas que preparan las

    catstrofes. Un poco de luz y los verdaderos responsables

    de las catstrofes aparecen claramente: los hombres.

    Vivimos una poca en que el destino del hombre es el

    hombre.

    El fascismo no es una plaga que tendra su origen en la

    naturaleza del hombre. Por lo dems, es un modo de

    presentar las catstrofes naturales que restituyen al hombre

    su dignidad porque se dirigen a su fuerza combativa.

    El que quiera describir el fascismo y la guerra grandes

    desgracias, pero no calamidades naturales debe hablar

    un lenguaje prctico: mostrar que esas desgracias son un

    efecto de la lucha de clases; poseedores de medios de

    produccin contra masas obreras. Para presentar

    verdicamente un estado de cosas nefasto, mostrad que

    tiene causas remediables. Cuando se sabe que la desgracia

    tiene un remedio, es posible combatirla.

    IV. Cmo saber a quin confiar la verdad

    Un hbito secular, propio del comercio de la cosa escrita,

    hace que el escritor no se ocupe de la difusin de sus

    obras. Se figura que su editor, u otro intermediario, las

    distribuye a todo el mundo. Y se dice: yo hablo, y los que

    quieren entenderme, me entienden. En la realidad, el

    escritor habla, y los que pueden pagar, le entienden. Sus

    palabras jams llegan a todos, y los que las escuchan no

    quieren entenderlo todo.

    Sobre esto se ha dicho ya muchas cosas, pero no las

    suficientes. Transformar la accin de escribir a alguien

    en acto de escribir es algo que me parece grave y

    nocivo. La verdad no puede ser simplemente escrita; hay

  • 18

    que escribirla a alguien. A alguien que sepa utilizarla. Los

    escritores y los lectores descubren la verdad juntos.

    Para ser revelado, el bien slo necesita ser bien

    escuchado, pero la verdad debe ser dicha con astucia y

    comprendida del mismo modo. Para nosotros, escritores,

    es importante saber a quin la decimos y quin nos la dice;

    a los que viven en condiciones intolerables debemos

    decirles la verdad sobre esas condiciones, y esa verdad

    debe venirnos de ellos. No nos dirijamos solamente a las

    gentes de un solo sector: hay otros que evolucionan y se

    hacen susceptibles de entendernos. Hasta los verdugos son

    accesibles, con tal que comiencen a temer por sus vidas.

    Los campesinos de Baviera, que se oponan a todo cambio

    de rgimen, se hicieron permeables a las ideas

    revolucionarias cuando vieron que sus hijos, al volver de

    una larga guerra, quedaban reducidos al paro forzoso.

    La verdad tiene un tono. Nuestro deber es encontrarlo.

    Ordinariamente se adopta un tono suave y dolorido: yo

    soy incapaz de hacer dao a una mosca. Esto tiene la

    virtud de hundir en la miseria a quien lo escucha. No

    trataremos como enemigos a quienes emplean este tono,

    pero no podrn ser nuestros compaeros de lucha. La

    verdad es de naturaleza guerrera, y no slo es enemiga de

    la mentira, sino de los embusteros.

    V. Proceder con astucia para difundir la verdad

    Orgullosos de su valor para escribir la verdad, contentos

    de haberla descubierto, cansados sin duda de los esfuerzos

    que supone el hacerla operante, algunos esperan

    impacientes que sus lectores la disciernan. De ah que les

    parezca vano proceder con astucia para difundir la verdad.

  • 19

    Confucio alter el texto de un viejo almanaque popular

    cambiando algunas palabras: en lugar de escribir el

    maestro Kun hizo matar al filsofo Wan, escribi: el

    maestro Kun hizo asesinar al filsofo Wan. En el pasaje

    donde se hablaba de la muerte del tirano Sundso, muerto

    en un atentado, reemplaz la palabra muerto por

    ejecutado, abriendo la va a una nueva concepcin de la

    historia.

    El que en la actualidad reemplaza pueblo por

    poblacin, y tierra por propiedad rural, se niega ya

    a acreditar algunas mentiras, privando a algunas palabras

    de su magia. La palabra pueblo implica una unidad

    fundada en intereses comunes; slo habra que emplearla

    en plural, puesto que nicamente existen intereses

    comunes entre varios pueblos. La poblacin de una

    misma regin tiene intereses diversos e incluso

    antagnicos. Esta verdad no debe ser olvidada. Del mismo

    modo, el que dice la tierra, personificando sus encantos,

    extasindose ante su perfume y su colorido, favorece las

    mentiras de la clase dominante. Al fin y al cabo, qu

    importa la fecundidad de la tierra, el amor del hombre por

    ella y su infatigable ardor al trabajarla!: lo que importa es

    el precio del trigo y el precio del trabajo. El que saca

    provecho de la tierra no es nunca el que recoge el trigo, y

    el gesto augusto del sembrador no se cotiza en Bolsa. El

    trmino justo es propiedad rural.

    Cuando reina la opresin, no hablemos de disciplina,

    sino de sumisin pues la disciplina excluye la existencia

    de una clase dominante. Del mismo modo, el vocablo

    dignidad vale ms que la palabra honor, pues tiene

    ms en cuenta al hombre. Todos sabemos qu clase de

    gente se precipita para tener la ventaja de defender el

    honor de un pueblo, y con qu liberalidad los ricos

  • 20

    distribuyen el honor a los que trabajan para

    enriquecerlos.

    La astucia de Confucio es utilizable tambin en nuestros

    das. Tambin la de Toms Moro. Este ltimo describi un

    pas utpico idntico a la Inglaterra de aquella poca, pero

    en el que las injusticias se presentaban como costumbres

    admitidas por todo el mundo.

    Cuando Lenin, perseguido por la polica del Zar, quiso

    dar una idea de la explotacin de Sajaln por la burguesa

    rusa, sustituy Rusia por el Japn y Sajaln por Corea. La

    identidad de las dos burguesas era evidente, pero como

    Rusia estaba en guerra con el Japn la censura dej pasar

    el trabajo de Lenin.

    Hay una infinidad de astucias posibles para engaar a un

    Estado receloso. Voltaire luch contra las supersticiones

    religiosas de su tiempo escribiendo la historia galante de

    La Doncella de Orleans: describiendo en un bello estilo

    aventuras galantes sacadas de la vida de los grandes.

    Voltaire llev a stos a abandonar la religin (que hasta

    entonces tenan por caucin de su vida disoluta). De

    repente se hicieron los propagadores celosos de las obras

    de Voltaire y ridiculizaron a la polica que defenda sus

    privilegios. La actitud de los grandes permiti la difusin

    ilcita de las ideas del escritor entre el pblico burgus,

    hacia el que precisamente apuntaba Voltaire.

    Deca Lucrecio que contaba con la belleza de sus versos

    para la propagacin de su atesmo epicreo. Las virtudes

    literarias de una obra pueden favorecer su difusin

    clandestina. Pero hay que reconocer que a veces suscitan

    mltiples sospechas. De ah la necesidad de descuidarlas

    deliberadamente en ciertas ocasiones. Tal sera el caso, por

    ejemplo, si se introdujera en una novela policaca -gnero

    literario desacreditado- la descripcin de condiciones

  • 21

    sociales intolerables. A mi modo de ver, esto justificara

    completamente la novela policaca.

    En la obra de Shakespeare se puede encontrar un modelo

    de verdad propagada por la astucia: el discurso de Antonio

    ante el cadver de Csar. Afirmando constantemente la

    respetabilidad de Bruto, cuenta su crimen, y la pintura que

    hace de l es mucho ms aleccionadora que la del

    criminal. Dejndose dominar por los hechos, Antonio saca

    de ellos su fuerza de conviccin mucho ms que de su

    propio juicio.

    Jonathan Swift propuso en un panfleto que los nios de

    los pobres fueran puestos a la venta en las carniceras para

    que reinara la abundancia en el pas. Despus de efectuar

    clculos minuciosos, el clebre escritor prob que se

    podran realizar economas importantes llevando la lgica

    hasta el fin. Swift jugaba al monstruo. Defenda con

    pasin absolutista algo que odiaba. Era una manera de

    denunciar la ignominia. Cualquiera poda encontrar una

    solucin ms sensata que la suya, o al menos ms humana;

    sobre todo, aquellos que no haban comprendido a dnde

    conduca este tipo de razonamiento.

    Militar a favor del pensamiento, sea cual fuere la forma

    que ste adopte, sirve la causa de los oprimidos. En efecto,

    los gobernantes al servicio de los explotadores consideran

    el pensamiento como algo despreciable. Para ellos lo que

    es til para los pobres es pobre. La obsesin que estos

    ltimos tienen por comer, por satisfacer su hambre, es

    baja. Es bajo menospreciar los honores militares cuando se

    goza de este favor inestimable: batirse por un pas cuando

    se muere de hambre. Es bajo dudar de un jefe que os

    conduce a la desgracia. El horror al trabajo que no

    alimenta al que lo efecta es asimismo una cosa baja, y

    baja tambin la protesta contra la locura que se impone y

  • 22

    la indiferencia por una familia que no aporta nada. Se

    suele tratar a los hambrientos como gentes voraces y sin

    ideal, de cobardes a los que no tienen confianza en sus

    opresores, de derrotistas a los que no creen en la fuerza, de

    vagos a los que pretenden ser pagados por trabajar, etc.

    Bajo semejante rgimen, pensar es una actividad

    sospechosa y desacreditada. Dnde ir para aprender a

    pensar? A todos los lugares donde impera la represin.

    Sin embargo, el pensamiento triunfa todava en ciertos

    dominios en que resulta indispensable para la dictadura.

    En el arte de la guerra, por ejemplo, y en la utilizacin de

    las tcnicas. Resulta indispensable pensar para remediar,

    mediante la invencin de tejidos ersatz, la penuria de

    lana. Para explicar la mala calidad de los productos

    alimenticios o la militarizacin de la juventud no es

    posible renunciar al pensamiento. Pero recurriendo a la

    astucia se puede evitar el elogio de la guerra, al que nos

    incitan los nuevos maestros del pensamiento. As, la

    cuestin cmo orientar la guerra? lleva a la pregunta:

    vale la pena hacer la guerra? Lo que equivale a preguntar:

    cmo evitar la guerra intil? Evidentemente, no es fcil

    plantear esta cuestin en pblico hoy. Pero quiere decir

    esto que haya que renunciar a dar eficacia a la verdad?

    Evidentemente no.

    Si en nuestra poca es posible que un sistema de

    opresin permita a una minora explotar a la mayora, la

    razn reside en una cierta complicidad de la poblacin,

    complicidad que se extiende a todos los dominios. Una

    complicidad anloga, pero orientada en sentido contrario,

    puede arruinar el sistema. Por ejemplo, los

    descubrimientos biolgicos de Darwin eran susceptibles

    de poner en peligro todo el sistema, pero solamente la

    Iglesia se inquiet. La polica no vea en ello nada nocivo.

  • 23

    Los ltimos descubrimientos fsicos implican

    consecuencias de orden filosfico que podran poner en

    tela de juicio los dogmas irracionales que utiliza la

    opresin. Las investigaciones de Hegel en el dominio de la

    lgica facilitaron a los clsicos de la revolucin proletaria,

    Marx y Lenin, mtodos de un valor inestimable. Las

    ciencias son solidarias entre s, pero su desarrollo es

    desigual segn los dominios; el Estado es incapaz de

    controlarlos todos. As, los pioneros de la verdad pueden

    encontrar terrenos de investigacin relativamente poco

    vigilados. Lo importante es ensear el buen mtodo, que

    exige que se interrogue a toda cosa a propsito de sus

    caracteres transitorios y variables. Los dirigentes odian las

    transformaciones: desearan que todo permaneciese

    inmvil, a ser posible durante un milenio: que la Luna se

    detuviese y el Sol interrumpiese su carrera. Entonces nadie

    tendra hambre ni reclamara alimentos. Nadie respondera

    cuando ellos abriesen fuego; su salva sera necesariamente

    la ltima.

    Subrayar el carcter transitorio de las cosas equivale a

    ayudar a los oprimidos. No olvidemos jams recordar al

    vencedor que toda situacin contiene una contradiccin

    susceptible de tomar vastas proporciones. Semejante

    mtodo -la dialctica, ciencia del movimiento de las cosas-

    puede ser aplicado al examen de materias como la biologa

    y la qumica, que escapan al control de los poderosos, pero

    nada impide que se aplique al estudio de la familia; no se

    corre el riesgo de suscitar la atencin. Cada cosa depende

    de una infinidad de otras que cambian sin cesar; esta

    verdad es peligrosa para las dictaduras.

    Pues bien, hay mil maneras de utilizarla en las mismas

    narices de la polica. Los gobernantes que conducen a los

    hombres a la miseria quieren evitar a todo precio que, en

  • 24

    la miseria, se piense en el Gobierno. De ah que hablen de

    destino. Es al destino, y no al Gobierno, al que atribuyen

    la responsabilidad de las deficiencias del rgimen. Y si

    alguien pretende llegar a las causas de estas insuficiencias,

    se le detiene antes de que llegue al Gobierno.

    Pero en general es posible reclinar los lugares comunes

    sobre el destino y demostrar que el hombre se forja su

    propio destino. Ah tenis el ejemplo de esa granja

    islandesa sobre la que pesaba una maldicin. La mujer se

    haba arrojado al agua, el hombre se haba ahorcado. Un

    da, el hijo se cas con una joven que aportaba como dote

    algunas hectreas de tierra. De golpe, se acab la

    maldicin. En la aldea se interpret el acontecimiento de

    diversos modos. Unos lo atribuyeron al natural alegre de la

    joven; otros a la dote, que permita, al fin, a los

    propietarios de la granja comenzar sobre nuevas bases.

    Incluso un poeta que describe un paisaje puede servir a la

    causa de los oprimidos si incluye en la descripcin algn

    detalle relacionado con el trabajo de los hombres. En

    resumen: importa emplear la astucia para difundir la

    verdad.

    Conclusin

    La gran verdad de nuestra poca -conocerla no es todo,

    pero ignorarla equivale a impedir el descubrimiento de

    cualquier otra verdad importante- es sta: nuestro

    continente se hunde en la barbarie porque la propiedad

    privada de los medios de produccin se mantiene por la

    violencia. De qu sirve escribir valientemente que nos

    hundimos en la barbarie si no se dice claramente por qu?

    Los que torturan lo hacen por conservar la propiedad

    privada de los medios de produccin.

  • 25

    Ciertamente, esta afirmacin nos har perder muchos

    amigos: todos los que, estigmatizando la tortura, creen que

    no es indispensable para el mantenimiento de las formas

    actuales de propiedad.

    Digamos la verdad sobre las condiciones brbaras que

    reinan en nuestro pas; as ser posible suprimirlas, es

    decir, cambiar las actuales relaciones de produccin.

    Digmoslo a los que sufren del statu quo y que, por

    consiguiente, tienen ms inters en que se modifique: a los

    trabajadores, a los aliados posibles de la clase obrera, a los

    que colaboran en este estado de cosas sin poseer los

    medios de produccin.

  • 26

    El peor analfabeto es el

    analfabeto poltico

    Bertolt Brecht

    El peor analfabeto es el analfabeto poltico.

    No oye, no habla, no participa de los acontecimientos

    polticos.

    No sabe que el costo de la vida, el precio de las alubias,

    del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los

    remedios que dependen de decisiones polticas.

    El analfabeto poltico es tan burro que se enorgullece y

    ensancha el pecho diciendo que odia la poltica.

    No sabe que de su ignorancia poltica nace la prostituta, el

    menor abandonado, y el peor de todos los bandidos que es

    el poltico corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas

    nacionales y multinacionales.