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Nuestra Tierra Primavera 2005 página 2 Editorial Cada vez con más frecuencia leemos o escuchamos del calen- tamiento del planeta. Voces alarmadas se levantan claman- do que se dejen de quemar com- bustibles fósiles y emplear com- puestos químicos que dañan la atmósfera. La alarma se agudiza cuando nos dicen que los hielos polares disminuyen y que los glaciares están retrocediendo. Podemos decir, con un alto grado de certeza, que muchas de estas voces desconocen en gran medida los procesos que intervienen en el clima del planeta. Y, esto mismo los lleva a alarmarse. Sabe- mos que a lo largo su historia geológica, nuestro pla- neta ha experimentado muchos cambios climáticos. El registro de estos cambios se ha conservado en sedi- mentos y restos fósiles de organismos, los cuales per- miten reconstruir su evolución. Por ejemplo, sabemos que durante el Mesozoico, el periodo comprendido entre 110 y 100 millones de años se caracterizó por quizá la última mayor extensión marina. Grandes áreas continentales fueron cubiertas por las aguas del mar. Esto se debió a una gran actividad volcánica, especialmente submarina. También sabemos que hace 18 mil años se inició el retroceso de los hielos glaciares del norte de lo que ahora es Estados Unidos de Amé- rica. En estos cambios, obviamente, no hubo participa- ción humana. La Tierra respondió a los cambios como un sistema, y la vida siguió. En la mayoría de estos cambios el ser humano no fue afectado porque no existía; una vez presente, por ejemplo durante la últi- ma glaciación y después, resolvía el problema migran- do de un lado a otro. Hoy día sería una tarea titánica cambiar el emplazamiento de las grandes ciudades. Se cuenta con datos de temperatura ambiental desde 1880. Los termómetros fueron colocados generalmente en ciudades, y más específicamente en aeropuertos. La actividad producida por los vehículos, la combustión, los calefactores, y almacenada en concreto, ha genera- do una base de datos sesgada, por lo que no es confia- ble para hacer inferencias de nivel global. Además, la información se concentró principalmente en el hemis- ferio norte, en especial en los países desarrollados. No es sino hasta fines de la década de los setentas cuando se empieza a contar con información satelital, esto es, global, de la distribución de temperaturas. Por lo tan- to, el periodo con información confiable es demasiado corto para poder hacer predicciones fundadas. Se ha determinado por ejemplo, que en algunas regiones se tienen algunos incrementos de temperatura (0.17G por década). Notablemente, la atmósfera no muestra un incremento perceptible. Por otro lado, apenas se em- pieza a comprender la actividad solar y su efecto en el clima de la Tierra, así como los efectos de las corrien- tes de aire de gran altitud (corrientes de chorro) y de las corrientes marinas (quien desee ver más sobre este tema puede acudir a http://www.globalwarming. org/). Por esta razón, considero conveniente que leamos con reserva lo que se nos dice sobre las predicciones del cambio climático que se avecina. Un ejemplo local de los cambios de clima que han ocurrido en nuestra Tierra lo ilustra el trabajo de Van Devender sobre el desierto Sonorense, en este número. Por otra parte, en el trabajo de López Sáez y colegas se presenta un ejemplo de cómo la actividad orgánica se relaciona directamente con los diferentes ambientes. Cristina García nos expone cómo el trabajo de los arqueólogos puede ser apoyado por los geólogos. Y Juan Carlos García nos presenta una semblanza bio- gráfica de Mary Anning, una mujer prácticamente desconocida, que hizo importantes hallazgos paleon- tológicos a pesar de ser menospreciada por sus con- temporáneos: por ser mujer y por ser paleontóloga. César Jacques Ayala Editor Contenido Editorial .......................................................................... 2 ¿Ha cambiado el paisaje del desierto Sonorense? (Thomas R. Van Devender) ...................................... 3 Mary Anning (1799-1847) (Juan Carlos García y Barragán)........................................................................ 8 La geología en la arqueología, una herramienta indispensable (Cristina García M.) .......................... 9 Paleoecología de medios húmedos: el aporte de los microfósiles no polínicos (José Antonio López Sáez et al.) ............................... 13 Portada. Durante los períodos más fríos del final del Cuaterna- rio, una parte del actual desierto Sonorense presentaba un paisaje como el que actualmente observamos en el desierto de Mohave, caracterizado por las yucas ( Yucca brevifolia). El sahuaro y el palo verde se extendieron de nuevo en el área hace sólo 10,500 años. Foto de T.R. Van Devender .

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Page 1: Editorial · botánicos en Europa y un poco más tarde en Estados Unidos descubrían en los sedimentos de ciénegas y turberas, hojas y luego granos de polen de plantas que actualmente

Nuestra Tierra • Primavera 2005 • página 2

EditorialCada vez con más frecuencialeemos o escuchamos del calen-tamiento del planeta. Vocesalarmadas se levantan claman-do que se dejen de quemar com-bustibles fósiles y emplear com-puestos químicos que dañan la

atmósfera. La alarma se agudiza cuando nos dicen quelos hielos polares disminuyen y que los glaciares estánretrocediendo. Podemos decir, con un alto grado decerteza, que muchas de estas voces desconocen engran medida los procesos que intervienen en el climadel planeta. Y, esto mismo los lleva a alarmarse. Sabe-mos que a lo largo su historia geológica, nuestro pla-neta ha experimentado muchos cambios climáticos. Elregistro de estos cambios se ha conservado en sedi-mentos y restos fósiles de organismos, los cuales per-miten reconstruir su evolución. Por ejemplo, sabemosque durante el Mesozoico, el periodo comprendidoentre 110 y 100 millones de años se caracterizó porquizá la última mayor extensión marina. Grandesáreas continentales fueron cubiertas por las aguas delmar. Esto se debió a una gran actividad volcánica,especialmente submarina. También sabemos que hace18 mil años se inició el retroceso de los hielos glaciaresdel norte de lo que ahora es Estados Unidos de Amé-rica. En estos cambios, obviamente, no hubo participa-ción humana. La Tierra respondió a los cambios comoun sistema, y la vida siguió. En la mayoría de estoscambios el ser humano no fue afectado porque noexistía; una vez presente, por ejemplo durante la últi-ma glaciación y después, resolvía el problema migran-do de un lado a otro. Hoy día sería una tarea titánicacambiar el emplazamiento de las grandes ciudades.Se cuenta con datos de temperatura ambiental desde1880. Los termómetros fueron colocados generalmenteen ciudades, y más específicamente en aeropuertos. Laactividad producida por los vehículos, la combustión,los calefactores, y almacenada en concreto, ha genera-do una base de datos sesgada, por lo que no es confia-ble para hacer inferencias de nivel global. Además, lainformación se concentró principalmente en el hemis-ferio norte, en especial en los países desarrollados. Noes sino hasta fines de la década de los setentas cuandose empieza a contar con información satelital, esto es,global, de la distribución de temperaturas. Por lo tan-to, el periodo con información confiable es demasiadocorto para poder hacer predicciones fundadas. Se ha

determinado por ejemplo, que en algunas regiones setienen algunos incrementos de temperatura (0.17� pordécada). Notablemente, la atmósfera no muestra unincremento perceptible. Por otro lado, apenas se em-pieza a comprender la actividad solar y su efecto en elclima de la Tierra, así como los efectos de las corrien-tes de aire de gran altitud (corrientes de chorro) y delas corrientes marinas (quien desee ver más sobre estetema puede acudir a http://www.globalwarming. org/).Por esta razón, considero conveniente que leamos conreserva lo que se nos dice sobre las predicciones delcambio climático que se avecina.

Un ejemplo local de los cambios de clima que hanocurrido en nuestra Tierra lo ilustra el trabajo de VanDevender sobre el desierto Sonorense, en este número.Por otra parte, en el trabajo de López Sáez y colegas sepresenta un ejemplo de cómo la actividad orgánica serelaciona directamente con los diferentes ambientes.Cristina García nos expone cómo el trabajo de losarqueólogos puede ser apoyado por los geólogos. YJuan Carlos García nos presenta una semblanza bio-gráfica de Mary Anning, una mujer prácticamentedesconocida, que hizo importantes hallazgos paleon-tológicos a pesar de ser menospreciada por sus con-temporáneos: por ser mujer y por ser paleontóloga.

César Jacques AyalaEditor

ContenidoEditorial .......................................................................... 2¿Ha cambiado el paisaje del desierto Sonorense?

(Thomas R. Van Devender) ...................................... 3Mary Anning (1799-1847) (Juan Carlos García y

Barragán)........................................................................ 8La geología en la arqueología, una herramienta

indispensable (Cristina García M.) .......................... 9Paleoecología de medios húmedos: el aporte

de los microfósiles no polínicos(José Antonio López Sáez et al.) ............................... 13

Portada. Durante los períodos más fríos del final del Cuaterna-rio, una parte del actual desierto Sonorense presentaba un paisajecomo el que actualmente observamos en el desierto de Mohave,caracterizado por las yucas (Yucca brevifolia). El sahuaro y elpalo verde se extendieron de nuevo en el área hace sólo 10,500años. Foto de T.R. Van Devender.

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DirectorioUNAM

Dr. Juan Ramón de la FuenteRector

Lic. Enrique del Val BlancoSecretario General

Mtro. Daniel Barrera PérezSecretario Administrativo

Dr. René Drucker ColínCoordinador de la Investigación Científica

Dr. Gustavo Tolson JonesDirector del Instituto de Geología

Dr. Héctor Arita WatanabeDirector del Instituto de Ecología

Dr. Thierry CalmusJefe de la Estación Regional del Noroeste

NUESTRA TIERRA

Dr. César Jacques AyalaEditor

Dra. Ma. Cristina PeñalbaDr. Martín Valencia Moreno

Editores Asociados

Dr. Hannes LöserEditor Técnico y Diseño

Nuestra Tierra es una publicación de la EstaciónRegional del Noroeste, institutos de Geología yEcología, que aparece semestralmente en primaveray otoño de cada año.

Estación Regional del NoroesteBlvd. L. D. Colosio s/n y Madrid

Campus UniSon83000 Hermosillo, Sonora, México

Tel. (662) 217-5019, Fax (662) [email protected]

http://www.geologia-son.unam.mx/nt.htm

ISSN 1665-945XImpresión: 500 ejemplaresPrecio: $ 15.00

En caso de utilizar algún contenido de esta publicación,por favor citar la fuente de origen. El contenido de lostrabajos queda bajo la responsabilidad de los autores.

Ciencias ambientales

¿Ha cambiado el paisajedel desierto Sonorense?Se considera al desierto Sonorense como el desierto

“más tropical” de América del Norte porque tiene unclima con inviernos templados y lluvias monzónicasde verano provenientes de los océanos tropicales. Unade sus características es el atractivo paisaje de la vege-tación de palo verde (Parkinsonia microphylla)-sahuaro(Carnegiea gigantea) en la parte noreste de la subdivi-sión altiplano de Arizona del desierto Sonorense, elcual tiene estructura semejante al matorral espinoso ya la selva baja caducifolia (Figura 1) localizados másal sur. También la presencia de árboles lo distingue delos matorrales de los desiertos de la Gran Cuenca, delMohave y del Chihuahuense. En efecto, las raíces dela evolución de muchas plantas del desierto Sonoren-se se encuentran en los bosques tropicales secos delTerciario temprano.

La composición y estructura de las comunidadeslocales y las biotas (conjuntos de seres vivos: plantas yanimales) regionales están determinadas por el clima.El aire frío del invierno, la lluvia y otras característi-cas del clima local son llevados desde regiones lejanaspor la circulación atmosférica. Los eventos climáticosextremos, especialmente las heladas fuertes y lassequías severas son los factores más importantes quelimitan los rangos geográficos de los organismos. Así,la marcada transición desde la zona templada conencinales cerca de Nogales en la frontera con Arizonahasta la selva baja caducifolia neotropical cerca deAlamos, la ciudad colonial en el sur de Sonora, reflejade norte a sur la disminución de las bajas tempera-turas del invierno y el aumento de las lluvias delverano. Sorpresivamente, varias plantas y animalestropicales se encuentran muy al norte en la regiónoriental de Sonora debido a que las sierras fronterizasdetienen las masas del aire muy frío del Ártico.

Tan complejos y fascinantes como la biota y la his-toria natural del desierto Sonorense actual, los regis-tros fósiles nos deleitan con historias de paisajes diná-micos, bestias increíbles y climas siempre cambiantesque no le piden nada a los cuentos de la literaturainfantil.

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Figura 1. Selva tropical caducifolia en el área de Alamos, surde Sonora. Foto del autor.

Los glaciares, los lagos pluviales y las edadesde hielo

Durante una excursión de campo en los Alpes Sui-zos, un joven médico llamado Louis Agassiz se diocuenta de que algunas grandes rocas dispersas en unaárea abierta (bloques erráticos; Figura 2) y masas alar-gadas de derrumbes rocosos (morrenas) eran productode un glaciar que existió en el pasado. En 1840 publicósus ideas sobre la gran Edad de Hielo en un artículotitulado Etude sur les Glaciers. Pronto se descubrieronevidencias de glaciares de montaña y continentales envarios lugares de Europa y de América del Norte.Aunque Agassiz nunca aceptó la teoría de la evolu-ción de Carlos Darwin, llegó a ser un sistemático ypaleontólogo famoso en Harvard University enBoston, Estados Unidos de América. La tortuga de loscerros (Gopherus agassizii) fue nombrada en su honor.

Mientras Agassiz hacía sus descubrimientos, losbotánicos en Europa y un poco más tarde en EstadosUnidos descubrían en los sedimentos de ciénegas yturberas, hojas y luego granos de polen de plantas queactualmente crecen en climas más fríos. Anteriormen-te, la tundra se encontraba en lo que actualmente sonlos bosques boreales de Europa y América, y el bosquede pinabete (Picea) sustituía a los bosques deciduostemplados de América del Norte.

Años más tarde, los últimos dos millones de años dela historia de la Tierra se reconocieron como el Pleisto-ceno - el único período del tiempo geológico que sebasa en el clima en vez de en etapas de evoluciónencontradas en los fósiles de animales -. En un princi-pio se reconocieron cuatro edades de hielo con base enlos depósitos terrestres de Europa, América del Nortey América del Sur. Sin embargo, estudios posterioresde indicadores isotópicos climáticos (zooplancton) ennúcleos continuos de sedimento del fondo del océanoregistraron de 15 a 20 ciclos glaciares en el Pleistoceno.Las edades de hielo fueron cerca de diez veces máslargas que los períodos interglaciares, los cuales dura-ron de 10,000 a 20,000 años. El interglaciar actual (elHoloceno) empezó hace cerca de 11,000 años en eloccidente de América del Norte.

En el último período glaciar (el Wisconsin), el enor-me casquete glaciar Laurentida cubría la mayor partede Canadá y se extendía hacia el sur hasta los estadosde Nueva York y Ohio. Los bosques boreales con pina-bete y pino en su distribución más al sur llegaban has-

Figura 2. Grandes bloques de roca fueron arrastrados por losglaciares en las épocas más frías del Cuaternario, y depositadoslejos de su lugar de origen, en terrenos con un sustrato geo-lógico diferente. En la imagen se observan bloques erráticos delsureste de Alaska. Foto gentilmente proporcionada por la Dra.Sharon Johnson/GeoImages(http://geogweb.berkeley.edu/GeoImages.html)

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Figura 3. En la última era glacial el lago pluvial Lahontancubrió el actual lago Winnemuca hasta unos 150 m. Foto delautor.

ta el norte de Louisiana y en la actual Gran Llanura supresencia más al sur ocurría en el Panhandle de Texas.En la región occidental de Estados Unidos, los glacia-res cubrían la cima de las montañas Rocallosas y lasierra Nevada; los lagos pluviales Bonneville y Lahon-tan (Figura 3) tenían una profundidad de más de 150m. Bastante agua estaba congelada en la Tierra lo quecausó que el nivel del mar bajara cerca de 100 metros.

Migraciones y edades de hieloDurante cada período glacial, los niveles bajos del

mar cerraron el estrecho de Bering y unieron Siberia yAlaska en una misma región. Al principio de cadaperíodo interglaciar, el casquete glaciar del Canadá sefundió y permitió que los animales de Asia coloniza-ran el resto de América del Norte. En ocasiones, losregistros fósiles de algunos animales bastante conoci-dos proporcionan información histórica sorprendente.Por ejemplo el cheetah (Acinonyx jubatus), actualmenteendémico de Africa, es un descendiente de un emi-grante de América del Norte del Plioceno tardío. Elcheetah americano (A. trumani) sobrevivió en Américadel Norte hasta hace menos de 20,000 años, posible-mente hasta que llegaron los Paleoindios hace 13,000años. El león (Panthera leo) actualmente se encuentraen áreas tropicales de Africa y el suroeste de Asia,pero tenía una distribución amplia en Europa y Amé-rica del Norte en los bosques templados del Pleisto-ceno tardío (Panthera leo leo y Panthera leo atrox). Eltigre/jaguar (Panthera onca), actualmente el símbolo delas áreas tropicales del Nuevo Mundo, migró a Améri-ca del Norte proveniente de Asia a través de los bos-ques boreales del Pleistoceno temprano. Una subespe-cie más grande pero ahora extinta (Panthera oncaaugusta) tenía una distribución amplia en los bosques

templados del sureste de Estados Unidos del Pleisto-ceno tardío. En la actualidad el tigre alcanza su límitede distribución norte en el matorral espinoso y losbosques de encino en Sonora y Arizona. Otras sorpre-sas son los camellos que evolucionaron en Américadel Norte y después colonizaron Eurasia (camellos ydromedarios) y América del Sur (llamas), y las hienasy los osos pandas que llegaron de Asia a América delNorte por un corto tiempo, pero no sobrevivieron.Fósiles de hiena del Pleistoceno temprano se encuen-tran cerca del Golfo de Santa Clara, en el noroeste deSonora y en el Rancho 111 cerca de Safford, Arizona.

Los Toris, historiadores del desierto

En 1962, los biólogos Phil Wells (plantas) y CliveJorgenson (mamíferos) escalaron el pico de Aysees alsur de Nevada buscando táscates o encinos relictos.Cuando bajaban, encontraron en una cueva una masaorgánica de color obscuro con un agradable aroma deconíferas, la cual estaba llena de ¡ramitas de táscate!Después de fechar la muestra con radiocarbono se en-contró que tenía una edad de 10,100 años, lo que mos-tró que estos depósitos del color del ámbar eran unanueva fuente de fósiles en los desiertos más secos deAmérica del Norte. Wells nombró estas masas amba-rinas con fósiles (Figura 4) como “packrat middens” odepósitos de paleomadrigueras de Neotoma spp.- “rata del monte” o “tori” en las lenguas yaqui ymayo de Sonora - (Figura 5). “Middens” es un términoarqueológico en inglés para los depósitos de restos deartefactos que indican la presencia de un antiguoasentamiento humano.

Figura 4. Los restos de paleomadrigueras de ratón contienenfósiles bien conservados de las plantas de los desiertos. Obsér-vense agujas de piñón (árbol de clima templado) en esta mues-tra de 14,000 años de edad de un área del oeste de Arizonacubierta hoy día por palo verde y sahuaro. Foto del autor.

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Figura 5. Las ratas de cuello blanco (Neotoma albigula) usanabundantes restos de plantas para construir sus madrigueras,incluyendo espinas de chollas. Foto del autor.

Los siguientes 20 años, los fósiles de estos depósitosse usaron para reconstruir la vegetación de los últimos45,000 años en todos los desiertos de América del Nor-te. En el desierto Sonorense de la parte suroeste deArizona, existieron antes de los últimos 11,000 añosbosques “de la edad de hielo” con piñón (Pinus mono-phylla), táscate (Juniperus spp.), encinillo (Quercus tur-binella) y dátil de Joshua (Yucca brevifolia), en elevacio-nes de 550 a 1525 m. Muy pocos o ninguno de los ac-tuales árboles, arbustos o suculentas del altiplano deArizona estaban presentes. En el actual valle del bajorío Colorado, el táscate de California (Juniperus califor-nica), el dátil de Joshua y la hediondilla/gobernadora(Larrea divaricata) crecían en elevaciones de 240 a550 m. El matorral del desierto Sonorense se formóhace cerca de 8000 a 9000 años, en el Holoceno, con-forme las plantas de los bosques se alejaron a zonasmás templadas y húmedas de las partes altas y septen-trionales. En el Holoceno medio, los sahuaros y lahierba del bazo/rama blanca (Encelia farinosa) crecíanjunto con la uña de gato (Acacia greggii) y el palo verdeazul (Parkinsonia florida). Hace cerca de 4500 años, seformó el actual matorral del desierto con la llegada delpalo verde de hoja finita (P. microphylla), la pitahaya(Stenocereus thurberi) y el palo fierro (Olneya tesota).

Los climas cambiantes del desierto Sonorense

Los fósiles de plantas y animales nos ayudan aentender los climas del pasado. Animales como lospeces, las tortugas del agua (Kinosternon spp.) y los

anfibios son indicadores de habitats acuáticos. Los fó-siles son más útiles cuando se pueden identificar hastaespecie, ya que permiten hacer inferencias basándoseen su distribución, sus tolerancias fisiológicas y lahistoria natural del habitat. Por ejemplo, encontrar larana del sabinal (Leptodactylus melanonotus; Figura 6)en la fauna del rancho La Brisca en la parte norte-cen-tral de Sonora, 240 km al norte de la población actualmás cercana, sugiere que el clima interglaciar de hacealrededor de 100,000 años era más tropical que en laactualidad. Sin embargo, algunas especies extintascomo los mamuts, los camellos y algunos caballos sonmenos útiles ya que ellos vivieron en un rango dehabitats muy amplio. Los fósiles de los depósitos detori en general son excelentes para la reconstrucciónde los paleoclimas porque se pueden identificar hastaespecie y son excelentes para ser fechados porradiocarbono.

Los depósitos de tori encontrados en el desiertoSonorense y con edades de más de 9000 años contie-nen de forma constante plantas perennes que en laactualidad se localizan en elevaciones altas en los bos-ques templados o el chaparral, o en latitudes más altasen el actual desierto de Mohave. Estas plantas, juntocon las anuales de invierno, reflejan paleoclimas converanos mucho más frescos que hoy en día, más pre-cipitación de invierno procedente de tormentas liga-das a frentes del Pacífico (Figura 7), y principalmenteun monzón de verano muy corto.

Figura 6. Fósiles de la rana del sabinal Leptodactylusmelanonotus encontrados en el Rancho La Brisca, 240kilómetros al norte de su actual área de distribución, indicanque el clima de hace unos 100,000 años fue más tropical que elactual en Sonora. Foto del autor.

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Figura 7. Semillas de plantas anuales como la amapola ama-rilla (Eschscholzia californica ssp. mexicana) en las paleo-madrigueras de ratón indicaron que los climas del desiertoSonorense tuvieron más lluvias de invierno que en laactualidad. Foto del autor.

La interpretación del Holoceno medio ha sido con-trovertida. Ernst Antevs fue un geólogo que basándo-se en varvas (capas anuales de sedimentos muy finos)de los lagos suecos diseñó una secuencia de períodosclimáticos para los últimos 10,000 años. En 1955 pro-puso una cronología climática similar para los sedi-mentos de playa de un lago en una región con lluviade invierno en el estado de Oregon, la cual se aplicó atodo el oeste de los Estados Unidos de América. Lacomunidad antropológica con frecuencia se refirió alclima caliente y seco del “Altitermal” (de los últimos7500 a 4000 años) para explicar la erosión, el derrumbede poblaciones y otras calamidades. Sin embargo, en1961, Paul Martin, estudiando el polen en sedimentosde un arroyo, concluyó que la precipitación de veranoen el sur de Arizona durante el Holoceno medio fuemayor que en la actualidad. En las sierras PuertoBlanco y Tinajas Altas del suroeste de Arizona, la uñade gato y el palo verde azul están restringidos a losarroyos del desierto; en el Holoceno medio, estosárboles crecieron en las faldas rocosas, indicando quelos climas fueron más lluviosos que en la actualidaden la región noroeste del desierto Sonorense.

Aunque durante los últimos 4000 años los veranoshan sido calientes y el monzón de verano está bienestablecido, los climas continúan oscilando en variasescalas de tiempo. Incluso la muestra más joven dedepósitos de tori de la sierra Puerto Blanco en OrganPipe Cactus National Monument, tiene plantas no en-contradas hoy en día cerca de la cueva del depósito;ésta es la herencia de heladas o sequías en los últimossiglos. Una muestra de este sitio con fecha de hace 990años tiene casi el doble del total actual de las especies

del lugar, indicando que por un período corto de tiem-po la precipitación fue mayor en las estaciones deverano e invierno. Es interesante que éste sea el mismoperíodo en que las culturas de Trincheras, Sonora, y laHohokam de las áreas de Phoenix y Tucson, Arizona,estaban floreciendo.

Figura 8. La vegetación de matorral del desierto Sonorense esuna mezcla compleja de hierbas que estaban presentes en losbosques abiertos de la era glacial, y árboles, arbustos y cactusque inmigraron al área en los últimos 11,000 años. Estas co-munidades dinámicas responden continuamente a las fluctua-ciones climáticas, sin llegar a alcanzar un equilibrio. Foto delautor.

Los registros fósiles nos han demostrado que labiota y el paisaje del desierto Sonorense han sidodinámicos por millones de años, en respuesta a loscambios del clima en muchas y variadas escalas deltiempo (Figura 8).

Traducido por Ana Lilia Reina Guerrero, Arizona SonoraDesert Museum, Tucson, Arizona. Original en inglés publicadoen Sonorensis, vol. 24, núm. 1, invierno de 2004, pp. 12-15

AutorThomas R. Van Devender, Arizona Sonora Desert Museum,Tucson, Arizona, EE.UU.; [email protected]

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Historia

Mary Anning (1799-1847)A pesar de

que la vida deMary Anning hasido el tema devarios libros yartículos, pocose sabe, compa-rativamente,acerca de suvida, y muchagente no sabe desus contribucio-nes a la paleon-tología en losprimeros días deesta disciplina.¿Cómo alguienpuede ser califi-cada como lamás grande

estudiosa de los fósiles que el mundo jamás hayaconocido y ser tan ignorada que aun muchos paleon-tólogos no conocen sus contribuciones? Ella fue unamujer en una Inglaterra dominada por hombres.

Mary Anning nació en 1799, siendo sus padresRichard y Mary Anning de Lyme Regis, en la costa surde Gran Bretaña. Los acantilados en Lyme Regisfueron -y todavía son- ricos en fósiles espectacularesde los mares del período Jurásico. Richard y Marytuvieron tantos como diez hijos, pero sólo dos de ellos,Mary y Joseph, alcanzaron la madurez. Richard fueebanista y un colector ocasional de fósiles. Desafor-tunadamente, Richard murió en 1810, dejando a sufamilia con deudas y sin alguien que contribuyera alsostenimiento de la familia. Sin embargo, él heredósus habilidades de buscador de fósiles tanto a suesposa como a sus hijos, quienes más tarde fueronafortunados en participar en el naciente campo de lapaleontología.

La familia Anning vivió en la pobreza y el anoni-mato vendiendo fósiles de Lyme Regis, hasta el iniciode los años 1820, cuando el colector profesional defósiles el Teniente Coronel Thomas Birch conoció a lafamilia y se compadeció de su desesperada situación

financiera. Birch decidió realizar una subasta paravender todos los fósiles de su fina colección y donarlas ganancias a la familia Anning. El creyó que losAnnings no deberían vivir en “tan serias dificultades”considerando que ellos habían “encontrado casi todoel material valioso, el cual había sido sometido a in-vestigación científica...”. Hasta este punto la madre deMary había llevado el negocio de la colecta de fósiles.A mediados de los años 1820, la hija Mary quien sehabía convertido en la mejor observadora y anatomis-ta acabada de los Anning, empezó a llevar el negociode fósiles de la familia. Joseph estaba, en ese tiempo,dedicado al oficio de la tapicería y no colectaba yafósiles.

A Mary Anning se le acredita el primer descubri-miento de fósiles de ictiosaurio (un reptil de linajedesconocido parecido a una orca o a un tiburón, comouna forma de adaptación a la vida en el mar, que viviódesde el Triásico hasta el Cretácico Tardío). Aunqueesto no es completamente cierto, ella sí ayudó a descu-brir el primer espécimen de Ichthyosaurus conocido porla comunidad científica de Londres. Este espécimenfue probablemente descubierto entre 1809 y 1811,cuando Mary tenía sólo 10 ó 12 años de edad. Y mien-tras que Mary encontró la mayoría de los restos, suhermano había descubierto parte de la bestia docemeses antes. De hecho, toda la familia Anning se invo-lucró en la búsqueda de fósiles, aunque las habilida-des y la dedicación de Mary produjeron descubri-mientos notables y así le dio a la familia sin padre unmedio para vivir. Los fósiles que Mary y su familiaencontraron y prepararon fueron afanosamente bus-cados, no sólo por museos y científicos, sino por losnobles de Europa, muchos de los cuales tenían ricascolecciones privadas de fósiles y otras “curiosidades”.

Mary comercializó muchos descubrimientos impor-tantes, incluyendo el ya mencionado ictiosaurio y

Figura 1. Retrato de Mary Anningpintado por B.J.M. Donne.© Natural History Museum, London.

Figura 2. Ictiosaurio. Se atribuye a Mary Anning el primerhallazgo de estos fósiles, en los alrededores de Lyme Regis,Inglaterra. Foto cortesía de Tony Gill, Charmouth.

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otros esqueletos de ictiosaurio de muy buena calidad.Pero tal vez el hallazgo más importante, desde unpunto de vista científico, fue su descubrimiento delprimer plesiosaurio. El famoso anatomista francésGeorge Cuvier dudó de la validez del espécimencuando él examinó por primera vez un dibujo detalla-do del ejemplar. Una vez que Cuvier se dio cuenta deque se trataba de un hallazgo verdadero, los Anningsfueron legitimados y se convirtieron en respetados“fosilistas” a los ojos de la comunidad científica.

A pesar de este reconocimiento, la mayoría de loshallazgos de Mary terminaron en museos y en colec-ciones personales sin el crédito dado a ella como ladescubridora de los fósiles. A medida que el tiempopasaba, Mary Anning y su familia fueron olvidadospor la comunidad científica y por la mayoría de loshistoriadores, debido a la falta de documentaciónadecuada de sus habilidades especiales. Lo que tam-bién ayudó a ignorar a Mary Anning y su contribucióna la paleontología fue su nivel social y su género.Muchos científicos de ese tiempo no podían creer queuna joven con un pasado educativo tan pobre pudieratener el conocimiento y las habilidades que ellamostraba. Por ejemplo, en 1824, lady Harriet Silvester,la viuda del anterior cronista de la Ciudad de Londres,escribió en su diario después de visitar a MaryAnning:

“......la extraordinaria cosa en esta joven es que ellase ha hecho tan cuidadosamente versada con la ciencia

que en el momento en que ella encuentra huesos ellasabe a qué especie pertenecen. Ella arregla los huesosen un marco con cemento, hace dibujos, y manda ha-cer grabados de ellos.... Es ciertamente un maravillosoejemplo de un don divino que esta pobre muchachaignorante haya sido así bendecida, que sólo leyendo ycon aplicación ella haya llegado a tal grado de conoci-miento, así como al hábito de escribir y hablar conprofesores y otros hombres versados en la materia, ytodos ellos reconocen que ella entiende más de cienciaque ninguna otra persona en este reino.”

La alabanza de lady Silvester es alta, aunque debenotarse que la frase “don divino” se invoca para ex-plicar cómo tal mujer pudo posiblemente ser tan cono-cedora. Es claro, sin embargo, que Anning no fue sola-mente una colectora, sino una persona muy versadaen el conocimiento científico de lo que ella colectaba, yque se ganó el respeto de los científicos de su tiempo.Sus descubrimientos fueron importantes en la recons-trucción del pasado y de la historia de la vida delmundo.

Transcripción libre al español de un texto original publicado eninternet por el Museo de Paleontología de la Universidad deCalifornia en Berkeley, Estados Unidos de América.

AutorJuan Carlos García y Barragán, Estación Regional delNoroeste, Instituto de Geología, UNAM;[email protected]

Arqueología

La geología en la arqueo-logía, una herramienta

indispensableLa arqueología es la ciencia que estudia el pasado

del hombre con base en sus restos materiales, es decir,examina los objetos que utilizaron los antiguos pobla-dores para satisfacer sus necesidades y que han perdu-rado hasta nuestros días. Son artefactos como frag-mentos de ollas, metates, rocas utilizadas como herra-mientas, objetos hechos con materiales orgánicos, con-cha o hueso y elementos como los restos de sus casas,lugares para preparar alimentos, para retener o con-trolar el agua, etc. Todo esto forma parte del objeto de

estudio de la arqueología, cuyo propósito es recons-truir formas de vida, estrategias de subsistencia,costumbres y muchos otros aspectos de la vida denuestros predecesores.

Como muchas otras disciplinas, la arqueología ne-cesita de las técnicas y conocimientos producidos enotras ciencias: la ecología, geografía, arquitectura,química, física, biología, las ciencias del hombre ymuchas otras; pero sobre todo de las ciencias de laTierra como la geología. A lo largo de los años de lapráctica arqueológica, se han creado especializacionesen su aplicación, las cuales han respondido a necesida-des específicas conforme a la región que se estudia y/oal momento de la historia que se investiga: de estaforma, ahora ejercemos arqueología histórica, arqueo-logía subacuática, arqueología de alta montaña, ar-queología industrial, arqueología moderna o arqueo-

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logía del paisaje, entre otras. Una de éstas, la arqueo-logía prehistórica1, se ha practicado desde los iniciosde la concepción de la arqueología como ciencia; suobjeto de estudio es el hombre temprano. En México,la arqueología prehistórica se ha enfocado a temasrelacionados con el poblamiento del continente ameri-cano, la organización social, las adaptaciones cultu-rales al ambiente, el cambio de sociedades nómadas asedentarias y el cambio de estrategias de subsistenciade caza, recolección y pesca a las primeras manipula-ciones de genotipos de plantas y animales que danpaso a la agricultura, procesos culturales de larga du-ración, que abarcan por lo menos 10,000 años.

En este periodo de la historia, las sociedades, entreotros aspectos, se caracterizaron principalmente porsatisfacer sus necesidades con los elementos que elambiente en que vivían les proporcionaba, apropián-dose de éste más que en otras etapas de la historia.Muchos de los objetos han desaparecido, por habersido de materiales orgánicos; rara vez y, en casos muyparticulares, se preservan. Lo que encontramos la ma-yoría de las veces son únicamente las rocas que modi-ficaron y utilizaron como herramientas para cortar,raspar, tajar, perforar o golpear. De estas herramientaslas más conocidas son las puntas de proyectil (Figura 1y contraportada), cuyo nombre nos habla de su fun-ción. No sólo las puntas, sino todas las herramientasde piedra poseen características a través de las cualesun ojo entrenado podrá distinguir, clasificar y compa-rar la técnica con que fueron manufacturadas, paraqué fueron utilizadas, sobre qué tipo de objeto se utili-zaron o simplemente si tienen la forma original o si seencuentran fragmentadas.

La información que arroja el análisis de estos arte-factos o de un conjunto de artefactos, es comparadacon otros conjuntos de herramientas de piedra y cuan-do los hay, con otro tipo de objetos y elementos ar-queológicos, y de esta manera se establece un corpusde posibles actividades que realizaron los fabricantesde estos objetos.

Los artefactos y elementos arqueológicos que seencuentren agrupados en un área determinada, consti-tuyen un sitio arqueológico y, ya que fueron creadospor el hombre, se les considera unidades culturales.Normalmente se encuentran enterrados o sobre lossedimentos de cuevas, terrazas aluviales, pavimentosdel desierto u otros depósitos físicos, lo que tambiénlos hace parte del registro geológico, además porqueestán sujetos al impacto que a largo plazo tienen los

agentes naturales en su preservación o integridadfísica. La correcta interpretación de estos depósitos a lapar culturales y naturales, conformados por compo-nentes físicos, químicos, biológicos y culturales, es larespuesta a preguntas que solamente mediante traba-jos interdisciplinarios2 es posible generar. Así, laarqueología retoma conceptos de la geomorfología,sedimentología, pedología, estratigrafía y geocrono-logía, entre otras, dentro de las geociencias (Figura 2).

Figura 1. Dos puntas de proyectil tipo San Pedro encontradasen el sitio arqueológico La Playa, Sonora.

Haciendo un poco de historia, la contribución ori-ginal que la geología hizo a la arqueología fue situarlos sitios arqueológicos y sus constituyentes en uncontexto temporal relativo y absoluto, mediante laaplicación de los principios estratigráficos y las técni-cas de geocronometría. Desde finales del siglo XIX, lageología ha estado presente en los debates del pobla-miento del continente americano al interpretar laestratigrafía de los sitios donde se han encontradoartefactos y elementos que se han considerado comocaracterísticos del hombre temprano y que permitencalcular su edad. La edad de muchos sitios arqueoló-gicos ha sido estimada mediante la correlación de lascaracterísticas del estrato en donde se encuentran losartefactos y el resto de la estratigrafía del sitio, con latopografía y los depósitos creados durante los episo-dios climáticos particulares del Cuaternario. Aunqueactualmente es más común fechar un contexto me-diante el método del radiocarbono u otro método defechamiento absoluto, sin embargo, con el fin de ase-gurar una correcta interpretación de estas fechas siguesiendo necesario el pleno conocimiento del contexto

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estratigráfico y sedimentológico, así como la historiaposterior al depósito que permita evaluar la posibili-dad de una contaminación de la muestra, que puedasesgar el fechamiento. Por otro lado, una interpreta-ción acertada del contexto arqueológico implica el co-nocimiento de su formación, tanto en el ámbito natu-ral como cultural. Es decir, los factores químicos, físi-cos y biológicos presentes en la formación natural deun contexto, son responsables del depósito, alteracióny destrucción del contexto cultural. En este sentido, lageología nos aporta esta información a escala local yregional. De esta manera podemos evaluar si el regis-tro arqueológico es representativo de un tipo de sitioen un área y en un momento determinado en eltiempo.

Otro aspecto en que la geología contribuye en laarqueología con su conocimiento, es en la reconstruc-ción del paisaje durante el momento de ocupación deun área o región, ya que éste está integrado por com-ponentes vivos (ámbito biológico) y no vivos (paisajegeomorfológico), y es dinámico. Su reconstrucciónantes, durante y después de su ocupación, provee deinformación sobre la interacción hombre - Tierra y enalgunos casos, se puede llegar a identificar los factoresque hayan causado cambios culturales. En la genera-ción de todos estos datos, se integra además la infor-mación que los estudios faunísticos y botánicos nospuedan aportar; de esta forma el contexto arqueoló-gico se puede ver en su completa dimensión biológico-físico-cultural, lo que permite una interpretación másacertada sobre el comportamiento humano en unespacio y momento determinado.

Podríamos mencionar muchos ejemplos en que lageología ha sido de gran utilidad en el trabajo arqueo-lógico y en que esta combinación de disciplinas ha da-do como resultado un aporte importante en el conoci-miento de la historia del hombre. Estos trabajos inter-disciplinarios se han llevado a cabo sobre todo en elestudio de sitios relacionados con el Pleistoceno y lapresencia de los primeros hombres en el continenteamericano.

En Sonora, se ha relacionado la evidencia más anti-gua del hombre con las puntas Clovis (Fotografía decontraportada), las cuales representan al complejocultural más antiguo del continente3 fechado por elmétodo de radiocarbono para 11,000 y 10,800 a.p. Estácaracterizado por grupos humanos nómadas cuyaactividad de subsistencia principal fue la cacería degrandes mamíferos, aunada a la recolección de plantassilvestres y otras actividades de apropiación del medioambiente.

A mediados del siglo pasado, el arqueólogo JulianHayden se interesó por realizar investigación en lasierra de El Pinacate, Sonora (Figura 3). Propuso laexistencia de evidencias de ocupación humana muyantigua en muy buen estado de conservación, debido,según su opinión, a la geología de El Pinacate: lasherramientas de piedra que localizó se encontrabansobre un pavimento del desierto (una concentraciónde gravas que mantiene una superficie estable y que escomún en regiones áridas) y tenían una gruesa capade barniz del desierto o pátina (una capa negra a caféque contiene hierro, manganeso y arcilla que se formasobre las rocas que están incorporadas a los pavimen-

Figura 2. Restos arqueológicos en diferentes contextos estratigráficos.

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tos o sobre éstos). Su investigación a lo largo de másde 20 años, lo llevó a establecer una antigüedad mayorde la presencia del hombre por lo menos en Sonora.Para llegar a esta aseveración se valió de la informa-ción sobre los procesos de formación del pavimentodel desierto y del barniz del desierto. Hayden encon-tró y estudió varios indicadores de cambios climáticosy su relación temporal, como la cantidad de calicheformado en los sedimentos asociados a los artefactos.De esta manera concluyó que el grupo humano quefabricó estas herramientas estuvo presente en El Pina-cate en una fase pluvial alrededor de 19,000 a.p. Lautilización de una técnica de fechamiento conocidacomo cation-ratio dating –datación por frecuencia decationes-, le ayudó a sustentar su propuesta de anti-güedad. Sin embargo, actualmente existe un debateimportante sobre la exactitud de la técnica. Arqueoló-gicamente hablando, artefactos con característicassimilares a las que Hayden encontró en El Pinacate yase habían localizado en el desierto de Colorado y enCalifornia, también en contextos geológicos similares,recibiendo la denominación de Complejo San Diegui-to. La controversia sobre la antigüedad de estos restosmateriales y la caracterización de este complejo, no fueretomada sino hasta fechas recientes, al publicarse unartículo sobre el sitio Dateland, localizado en Arizona,en el cual también se encontraron elementos arqueo-lógicos con algunas de las características que MalcomRogers y Julian Hayden habían propuesto para elComplejo San Dieguito. Si bien escierto que en la actualidad existennuevas propuestas sobre la forma-ción del pavimento del desierto, conel hallazgo de Hayden y con base ensus resultados, la información sobreel hombre temprano en México in-crementó, algo que a largo o cortoplazo influye en el conocimiento dela historia del hombre a nivel nosolamente local o regional, sino quetambién tiene implicaciones a escalacontinental. Por otro lado, en el2001, al estar investigando el sitioarqueológico La Playa (Fotografíade contraportada), ubicado en elmunicipio de Trincheras, Sonora, seencontraron artefactos semejantessobre un pavimento del desierto,que presentan pátina en variosgrados. Este hallazgo generó una

investigación particular sobre dichos materiales y surelación con otros elementos arqueológicos en el sitio,estudio que consecuentemente evaluará los resultadosde Hayden en contextos semejantes.

Una vez más, no se podrá resolver esta investiga-ción solamente mediante las técnicas arqueológicas; esindispensable conocer el contexto en que se trabaja entoda su dimensión, no solo cultural, sino también bio-lógico y físico, y será aquí nuevamente donde la geo-logía con su corpus de técnicas y de conocimiento, seconvertirá en una herramienta indispensable en elconocimiento de la historia del hombre.

1 Formalmente, Prehistoria se refiere a cualquier momentoanterior al Periodo Histórico (en Sonora el inicio de éste seha establecido a partir de 1600 d.C.), sin embargo tambiénse refiere al momento de la historia del hombre en que ésteera nómada y no tenía conocimiento del cultivo de las plan-tas; es esta última definición a la cual nos referimos.

2 A medida que se han incrementado estos trabajos, se hangenerado subdisciplinas arqueológicas como zooarqueo-logía, arqueometría, arqueobotánica, entre muchas otras yrecientemente geoarqueología.

3 Con base en nuevas evidencias arqueológicas, en Sudamé-rica es altamente cuestionado el hecho de que los gruposClovis hayan sido los primeros pobladores del continenteen el hemisferio sur.

AutorCristina García M., Centro INAH Sonora;[email protected]

Figura 3. Área de ceniza volcánica en El Pinacate, Sonora. Foto: Júpiter Martínez

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Ciencias ambientales

Paleoecología de medioshúmedos: el aporte de

los microfósiles nopolínicos

Los medios húmedos (turberas, lagos, lagunas,ciénagas, etc.) se comportan como auténticos eco-sistemas, existiendo en ellos una componente abió-tica (características físicas y químicas) y una compo-nente biótica (organismos productores, consumido-res y descomponedores), que interrelacionan entreellas interna y externamente, para definir diferentestipos de nichos ecológicos (éstos incluyen el espaciofísico que ocupan los seres vivos, su papel funcionalen la cadena alimenticia y sus requerimientos am-bientales de temperatura, humedad, pH, etc.) quevienen fundamentalmente determinados por lascaracterísticas del agua. De manera genérica, éstospueden subdividirse en dos tipos: medios oligotró-ficos (pobres en nutrientes) y eutróficos (ricos ennutrientes), existiendo alternativas intermedias detipo mesotrófico.

Los estudios paleoecológicos permiten conocer laevolución temporal de los medios húmedos a travésde los llamados microfósiles no polínicos (algas,

hongos, bacterias, zoo-plancton [animales mi-croscópicos que flotan enel agua], etc.). Estos mi-crofósiles están conteni-dos en el sedimento acu-mulado en los lagos,ciénagas, etc. Por mediode sondeos puede ex-traerse ese sedimento, ysu análisis microscópicodetallado desde los nive-les profundos más anti-guos hasta los más ac-tuales, superficiales, per-mite determinar los con-juntos de animales y

vegetales micros-cópicos que sefueron sucedien-do en ese medio amedida que sedepositó el sedi-mento. Por otraparte, la aplica-ción de técnicasde datación alber-ga además la po-sibilidad de determinar el momento cronológicopreciso en el cual las condiciones ambientales deestos medios pudieron cambiar y los factores queprodujeron este cambio.

Dentro del zooplancton se encuentran los proto-zoos, organismos animales unicelulares capaces demoverse en aguas libres. Dentro de ellos aparece elgrupo de los rizópodos, representados en el registrofósil por sus „tecamebas“ o quistes ameboides. Uno delos más característicos es Amphitrema flavum (Figura 1),indicador de sedimentos depositados en condicionespobres en nutrientes y húmedas, de pH bajo y, en ge-neral, de niveles de agua altos. Nunca lo encontrare-mos en medios ricos en nutrientes. Assulina seminulum(Figura 2) es otro rizópodo asociado a los medios hú-medos, capaz de sobrevivir en condiciones más secasque el anterior. Una especie del mismo género, Assuli-na muscorum (Figura 3), también se asocia a estosnichos, siendo capaz de sobrevivir no sólo en ciénagassino también entre cepellones de musgos en condicio-nes aún más secas. Un último rizópodo al que nosreferiremos es Arcella sp. (Figura 4), un quiste discoi-dal de gran talla y generalmente hialino, con una orna-mentación estriada muy característica, cuya identifi-cación en el registro fósil sería indicativa de condicio-nes siempre húmedas, generalmente bajo un substratode naturaleza turbosa y, en ciertas ocasiones, relacio-nado con niveles ricos en microcarbones. En resumen,los rizópodos, cuando aparecen en el registro paleo-ambiental, nos estarían indicando medios húmedos,aguas limpias, pobres en nutrientes, donde la presiónantrópica (la acción del hombre) sería nula o escasísi-ma. Además, por su capacidad de alimentarse de bac-terias, fitoplancton y partículas orgánicas, contribuyena purificar el agua.

Figura 1. Amphitrema flavum.

Figura 2. Assulina seminulum.

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Al contrario que los rizó-podos, las algas zignema-táceas ofrecen un panoramadel medio bastante distinto.La más frecuente de todasellas es Spirogyra, represen-tada en el registro fósil porsus zigósporas o aplanós-poras (esporas sin flagelos),de formas esferoidales,elipsoidales o poligonales,

y de gran talla. Spirogyra aparece asociada a aguas decurso lento o estancadas, dulces, ricas en materia orgá-nica, poco profundas y a veces con pH elevado. Aligual que Spirogyra, otras dos zignematáceas son indi-cadoras de condiciones paleoecológicas similares, enconcreto los tipos Mougeotia y Zygnema. Las esporas deMougeotia son muy características por sus formastetragonales, con dos lados opuestos y cóncavos yángulos muy marcados en sus extremos, y tienen unosrequerimientos ecológicos similares a los de Spirogyra,aunque muchas especies son capaces de vivir en aguasmás limpias o mesotróficas. De hecho, Mougeotia pare-ce preferir condiciones del medio con tendencia a lamesotrofía, al menos durante la primavera, momentodurante el cual jugaría, posiblemente, un papel pione-ro colonizando zonas recién inundadas. Una compara-ción entre la abundancia de Spirogyra y Mougeotia nospodría dar una idea entre la evolución ecológica deuna ciénaga desde momentos con mayor abundanciade nutrientes a otros donde éstos escasearían. Ambasson capaces de sobrevivir en ambos tipos de nichosecológicos; no obstante, los máximos de Spirogyra sóloaparecen en el caso de aguas con carácter fuertementeeutrófico, es decir, muy ricas en nutrientes, siendo supresencia esporádica en aguas más pobres en ellos,mientras que en el caso de Mougeotia ocurre lo contra-rio. La tercera zignematácea que no podemos obviares el género que da nombre a la familia: el tipo Zygne-ma. Sus formas fósiles corresponden a zigósporas oaplanósporas de difícil ubicación taxonómica, que aligual que en los casos anteriores son indicativas deaguas de curso lento o estancadas, poco profundas,mesotróficas a eutróficas. Convendría hacer notar quetanto Zygnema como Spirogyra presentan especies que,desde el punto de vista de la sistemática, se irían altaxón opuesto. O sea, que hay especies de Zygnemaque hacen zigósporas parecidas al tipo Spirogyra, yviceversa; al menos en el ámbito mediterráneo. Poreso, el valor paleoecológico de ambos tipos establecido

para el norte de Europa debe ser visto con reservas enel área mediterránea, sobre todo en las posiciones másmeridionales. Las condiciones óptimas de esporula-ción para Spirogyra se situarían entorno a los 20° C,momento que debería ocurrir en primavera; y las deMougeotia entre 10 y 15° C, lo que ya denota una dife-rencia significativa respecto a Spirogyra. Mougeotia, portanto, podría esporular en condiciones de menor ter-micidad – al menos primaveral – que Spirogyra, queposiblemente irían relacionadas con sus preferenciasantes comentadas. La temperatura óptima de creci-miento para Zygnema se situaría entre 15 y 20° C; estoes, en un término medio entre Spirogyra y Mougeotia.

En resumen, si analizáramos el sedimento del fondode un lago o una ciénaga para determinar qué cambiosambientales se dieron en los últimos años, siglos omilenios, la comparación entre las tecamebas de rizó-podos y las esporas de zignematáceas nos permitiríaacometer dos tipos de estudios: 1) la evolución delcontenido en nutrientes del medio húmedo por unlado (aguas transparentes o cargadas de organismos) y2) la alternancia de fases más húmedas con otras mássecas, o lo que es lo mismo, el grado de precipitaciónefectiva del medio (lluvias). Las zignematáceas tam-bién nos indicarían la temperatura del agua.

Otros microfósiles no polínicos nos brindan tambiénuna valiosísima información sobre la evolución delnivel de las aguas y su grado de contaminación o tro-fía. Nos estamos refiriendo a las cianobacterias. Engeneral, éstas viven en ambientes con pH comprendi-do entre 7.0 y 8.5, y muchas de ellas han jugado unpapel pionero en los medios húmedos pobres en com-ponentes nitrogenados y humus.

Figura 4. Arcella sp.

Figura 3. Assulinamuscorum.

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En estas situaciones, ciertascianobacterias han sido capaces defijar el nitrógeno (convertir el nitró-geno del aire en nitratos y nitritosque son asimilables por otros orga-nismos), enriqueciendo así el medioacuático y permitiendo la entradade otros organismos como las plan-tas acuáticas. Entre las más comu-nes encontramos los heterócitos del

tipo Rivularia (Figura 5) y las vainas mucilaginosas deltipo Gloeotrichia (Figura 6). Rivularia puede fijar elnitrógeno, capacidad que le permite ser pionera sobresuelos húmedos. En los medios pobres en nutrienteses frecuente su asociación con Amphitrema flavum.Rivularia sería indicativa de aguas limpias (no eutro-fizadas), donde el impacto humano debería ser bajo eincluso nulo, sin un aporte auxiliar de nitrógeno alsuelo. Sin embargo, también puede aparecer cuandose produce un aporte indirecto de nutrientes a lagos olagunas, especialmente del fósforo derivado deactividades agrícolas.

Otras cianobacterias importantes son Aphanizome-non y Anabaena. El incremento del impacto humano hagenerado el proceso de eutrofización de las aguas(enriquecimiento en nutrientes) favoreciendo el au-mento de cianobacterias y la producción de sus toxi-nas. Es entonces cuando tanto lagos como estanquestienden a modificar las condiciones de la relación fós-foro/nitrógeno, de tal manera que ésta se desplazahacia el dominio del fósforo, hecho frecuente en aguasricas en nutrientes. En estas condiciones, la ventaja delas cianobacterias como fijadoras de nitrógeno es evi-dente. Sin embargo, tanto Aphanizomenon como Ana-baena tienen requerimientos ecológicos diferentes. Enaguas más o menos profundas, ambos organismospueden estar presentes en grandes cantidades. Aphani-zomenon no vive exclusivamente en medios limitantesen nitrógeno sino que también puede competir conotras especies bajo condiciones limitantes para el fós-foro e incluso la luz. Por su parte, Anabaena estámucho más restringida a condiciones limitantes denitrógeno, y nunca aparece en grandes cantidades bajootras condiciones de limitación. La paleoecología deambas cianobacterias muestra que una intensificacióndel impacto humano conduce a un incremento sustan-cial del fósforo en el agua, causado por la gran bio-masa de fitoplancton que consume la mayoría delnitrógeno disponible, dando lugar a condiciones limi-tantes de nitrógeno. En conclusión, la identificación de

estas dos cianobacterias en el registro fósil es impor-tante en el conocimiento de cambios acaecidos en eco-sistemas lacustres o húmedos en general, que puedenser directamente puestos en relación con impactos deorigen antrópico. Dado que los sedimentos puedenfecharse por distintos métodos, estos microfósiles nospueden indicar en qué período de la historia el ecosis-tema empezó a ser afectado u ocupado por el hombre.

Figura 6. Tipo Gloeotrichia.

AutoresJosé Antonio López Sáez, Lourdes López Merino, Laboratoriode Arqueobotánica, Departamento de Prehistoria, Instituto deHistoria, CSIC, Madrid, España; Carole Cugny, GEODE,UMR 5602 du CNRS, Université de Toulouse-Le Mirail,Toulouse, Francia; Didier Galop, Laboratoire de Chrono-Ecologie, UMR 6555 du CNRS, Besançon. Francia;[email protected]

Contraportada. Arriba: Área conocida con el nombre demalpaís en el sitio arqueológico La Playa. Probablementeéste sea el lugar de campamento de los primeros habitantesde este importante sitio. Foto de la autora. Abajo izquierda:Hallazgo más antiguo de una punta de proyectil asociada ahuesos de bisonte en Folsom, Nuevo México, encontrado enun depósito geológico del Pleistoceno terminal u Holocenotemprano. Abajo derecha: Punta tipo Clovis encontrada en elsitio arqueológico El Bajío, Sonora. (Artículo ʺLa geología enla arqueología, una herramienta indispensableʺ)

Figura 5. TipoRivularia.