borges - cuentos con el otro

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    Editado por

    Fundacin InternacionalRaoul Wallenberg

    Casa Argentina enIsrael Tierra Santa

    La Fundacin Raoul Wallenberg y la Casa Argentina en IsraelTierra Santa dedican esta edicin electrnica a la memoria de Nelay

    Najenson.

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    Dr. Jos Luis NajensonCurrculum biogrfico-literario

    Nacido en Argentina en 1938, vive en Israeldesde 1983. Nacionalidad: argentina e israel.

    Escritor y poeta, ha publicado los siguienteslibros de literatura:Nocturnas -poesa- (Rosario, Argentina, 1959).

    Tiempo de arrojar piedras: cuentos de ficcinpoltica y religiosa (Ed. Universidad Autnomadel Estado de Mxico, 1981)

    Cultura nacional, cultura subalterna - ensayo- (Ibid., Mxico, 1980).Memorias de un Erotmano y otros cuentos (Ed. Monte Avila, Caracas,

    Venezuela, 1991).Pards-Sefarad -poesa- Premio "Villa de Martorell" 1995. (Editorial Seuba,Coleccin "El juglar y la luna", Barcelona, 1995).

    Diario de un Voyeur -novela- (Ed.Trymar- "Kkeres, Vigo, Espaa, 2002."El suspiro del moro"-cuentos- (Ed. "Certeza", Zaragoza, Espaa, 2003)"Licantropa y otros cuentos sublunares" (Editorial de los Cuatro Vientos,Buenos Aires, 2003). Premio "Narradores y Poetas Contemporneos" 2003,convocado por dicho Editorial."El juego ha terminado"(novela que obtuvo la Recomendacin para supublicacin en el I Concurso Internacional de Literatura Juvenil, Editorial"Libresa", Quito, Ecuador, 2006).

    Jos Luis Najenson

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    Grados Acadmicos y distinciones

    Doctorado: Ph.D.- (Doctor of Philosophy), University of Cambridge, England,1980.M.A. (Master of Arts) Maestro en Ciencia Poltica, Facultad Latinoamericana

    de Ciencia Sociales, FLACSO, Santiago de Chile, 1974.Profesor en Historia y Antropologa, Universidad Nacional del Litoral,Argentina, 1964.Miembro Correspondiente en el Extranjero, de la Academia Norteamericanade la Lengua Espaola (Nueva York, USA, 2000).D.Litt. (Honorary Doctoral Degree in Literature), World Academy of Arts &Culture, San Francisco, Ca. USA, 1987.Fue Director Literario del Instituto Cultural Israel-Ibero Amrica, de Jerusaln,Israel, y Editor de su Revista Cultural "Carta de Jerusaln" durante 15 aos,habindose jubilado recientemente. En la actualidad es Director del Captulode Jerusaln de la Academia Iberoamericana de Poesa (AIP), con sede en

    Madrid, y Editor de la Revista Literaria de dicho Captulo: Sambatin.

    Premios literarios, nacionales e internacionales

    "Primer Premio De Cuento"-Universidad Autonoma Del Estado De Mexico" -Fac., Ing., Toluca, Mxico, 1979..Premio "Alfonsina Storni" De Poesia -Fundacin Givr, Buenos Aires,

    Argentina, 1982.Premio De Poesia "La Valderia" -Len, Espaa, 1986.Primer Premio De Narrativa "Arturo Capdevilla" -Argentina-Israel, 1987; PorEl Libro De Cuentos:"Ms All Del Ro Sambatin"-Indito.

    Primer Premio De Cuento "Bustar Viejo" -Madrid, Espaa, 1988.Segundo Premio De Cuento "D.F. Sarmiento" -Ro Cuarto, Argentina,1990.Accesit Xvi Premio De Narraciones Breves "Antonio Machado" -FundacinDe Los Ferrocarriles Espaoles, Madrid, 1992.

    Tercer Premio En El Certamen Literario "Federico Garcia Lorca V", DePoesia -Casa De Espaa En Pasadena, California, Usa, 1992.Segnalazione Di Merito "Una Poesia Per La Pace", X Edicione- Torino, Italia,1993.Mencion "Reina Amalia" 93 -Xxii Convocatoria, Palma De Mallorca, Espaa,1993.Mencion Especial -Categoria Internacional- Iv Concurso De Cuentos "Revista

    Punto De Encuentro" -Montevideo, Uruguay, 1995.

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    Primer Premio 1995 "Villa De Martorell De Poesia Castellana" -Barcelona,Espaa,1995.Primer Premio De Poesia Erotica "Nueva Paz" -Pcia. De La Habana, Cuba,1995.

    Tercer Premio Del Concurso Internacional De Poesia Breve "Juana Rosa

    Pea" -Via Del Mar, Chile, 1994.Mencion En El Certamen Literario Internacional, "Premio Juana DeIbarborou" De Poesia -Club De Leones, Montevideo, 1995.Primer Premio "Baeza" De Poesia -Jan, Espaa, 1996.Inclusion En La "Antologia Poetica-Homenaje A Baldomero FernandezMoreno" -Editorial "3+1", Buenos Aires, 17 De Mayo De 1996.

    Accesit Del Premio Mundial De Poesia Mistica "Fernando Rielo" -Madrid,1996.Finalista Del Premio De Novela "Herralde" -Ed. "Anagrama", Barcelona,1996.Distincion De Honor En El Certamen "Argenta" De Poesia Y Cuento Corto -

    Ed. "Argenta", Buenos Aires, 1998.Segundo Premio En El Concurso Literario De Ensayo "Hacia Una FormacionPlena De Sentido" -Buenos Aires, Ministerio De Cultos Y "Habad-Argentina",1998.Premio Internacional De Poesia "Ciudad Del Che" 1999 - Uneac, Santa Clara,Cuba, 1999; Y Ganador De Los "Juegos Florales Santa Clara",18.11.99.Mencion De Honor En El Certamen De Poesia Erotica "Revista LiterariaImgenes De Ocanos" -Santiago, Chile, 1999.

    Accesit Xiv Certamen De Poesia "Blas Infante" -Centro AndaluzBlas Infante, Baix Llobregat, Catalua, Espaa, 1999.Mencion De Honor En El Xxxv Certamen Literario Internacional De Poesia

    "Odon Betanzos Palacios" -Crculo De Escritores Y Poetas IberoamericanosDe Nueva York, Usa, Junio De 2000.Certamen "Argenta" 2000, Buenos Aires, Distincin De Honor En El Rubro"Cuento"-Dic. 2000.Primer Premio De Cuento, En El Concurso Literario Del Tango, De Cuento -"Casa De Las Letras", Municipalidad De Jos, C. Paz, Pcia. De Buenos Aires,

    Argentina, 2000. Cuento:"Tras La Ventana", Publicado En "Cuento Tango",Jos C. Paz, 2001.Menciones De Honor En El Concurso Internacional De Poesa, Cuento YEnsayo Aos 2001 Y 2002 Pegaso Ediciones, Rosario, Pcia De Santa F,

    Argentina.(Ambas Antologas, En Honor De Ernesto Sbato Y Los Hermanos

    Machado, Respectivamente)

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    Primer Premio, Monologo Dramatico (Ediciones La Discreta), Madrid,Espaa, 2001.

    Accsit Premio Internacional De Poesa Luys De Santamarina- Cieza,Murcia, Espaa, 2002.Mencion De Honor Ii Concurso De Poesa Generacin Del 27, Crculo

    Cultural Andaluz De La Plata, Argentina, 2002.Mencion De Honor : Concurso De Cuento Coreano-Argentino, Buenos Aires,2000. (Antologa, Traduccin Al Coreano)Finalista,"Antologa Escritores Hispanoamericanos En El Mundo"- Concurso"Nicols Guilln", A 100 Aos De Su Nacimiento". Ed. Bellvigraf, Argentina,2002.Finalista, Ix Premio Carmen Bez, De Cuento, 2002. Publicacin En AntologaDel Colectivo Artstico De Morelia (Mxico), 2002.Primer Premio En El I Certamen Internacional De Poesia La LectoraImpaciente, (Rascafra, Espaa, 2002).Primer Premio Narrativa, "Narradores Y Poetas Contemporneos", Medalla

    De Oro. Editorial De Los Cuatro Vientos, Buenos Aires, Argentina, 2003.Edicin Del Libro Licantropa Y Otros Cuentos Sublunares.Finalista En Los "Premios Literarios Constant 2003", Que Convoca El

    Ayuntamiento Del Mismo Nombre (Tarragona, Espaa) Con El EditorialSilva; Publicacin Del Cuento En Espaol En La Antologa "Relatos De

    Viatges", 2004.Segundo Premio, I Certamen Internacional Club De Patn HuescaDe Relatos Deportivos. Huesca, Espaa, 2004.Mencion En El Ii Premio Internacional De Poesa Amorosa (Crculo De Bellas

    Artes-Palma De Mallorca, Espaa, 2004).Finalista Del Xix Premio Clamo De Poesa Ertica. (Gijn, Espaa, 2004).

    Tercer Premio, Concurso De Cuentos Taurinos, "El Albero"(Quito, Ecuador, 2005)Mencion De Honor, III Concurso Internacional "Hesperides" de Cuento ( LaPlata, Argentina, 2005).Mencion Especial En El Viii Certamen De Textos Teatrales De Torreperogil(Espaa, 2005).Mencion Especial En El I Certamen De La Revista Literaria "Jirones De Azul"(Sevilla, Espaa, 2006)Finalista En El I Concurso De Microrelatos, Centro Comercial Y De Ocio"Los Molinos" (Utrera -Sevilla- Espaa, 2006)

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    Diploma De Merito En El Iv Concurso De Poesia Internacional "Lincoln-Marti, 2006 (Miami, Florida, Ee.Uu. Conmemoracin Del 111 Aniversario DeLa Cada Gloriosa De Mart)Finalista En El Ii Certamen Internacional De Poesia Sant Jordi 2006. (GrupPlomes Potiques, Girona, Espaa)

    Segundo Accesit Certamen Literario Caf Comps, Certamen De RelatosCortos (Valladolid, 2006)I Concurso Internacional De Literatura Juvenil, Editorial Libresa.(Quito,Ecuador, 2006) Recomendacin Del Jurado Para La Publicacion De La Obra.(Quito, Ecuador, 2006).Finalista, Seleccion Internacional, Xiii Premio De Cuento Carmen Bez,2006 (Morelia, Mxico).Segunda Mencion Especial En La Campaa Concurso Pro Ee(Circulo Independiente De Escritores, Espaa, 2007)Mencion, Vi Certamen De Poesia Sobre Tango, (Centro Cultural Del Tango,Zona Norte, Buenos Aires, 2007).

    Finalista, Premio La Monstrua, De Cuento Fantstico, Bizarro Y Terrorfico.(Guadalajara, Mxico, 2007)Primer Premio En El Vi Certamen De Poesia Rafael Morales, De LaUniversidad Carlos Iii, De Madrid, Para Participantes No Pertenecientes A SuComunidad Universitaria.(Madrid, Espaa, 2007).Diploma Acreditativo De Seleccionado Para La Fase Final, En El Xxi PremioInternacional De Cuentos Max Aub,2007. (Fundacin Max Aub, Segorbe,Espaa, 2007).

    Tercer Premio, En La Ii Edicion De Premios Eduardo De Literatura,Categora Relatos De Viaje. (San Juan De Puerto Rico, 2007)Ii Premio Xviii Concurso Literario Juan Jose Garcia Carbonell, La Navaja,

    (Aprecu, Albacete,Espaa, 2007)Segundo Accsit En El I Certamen Internacional De Relato Breve Sobre VidaUniversitaria:Universidad De Crdoba (Crdoba, Espaa, 2007).Finalista En El Concurso Internacional De Cuento Jorge Luis Borges 2007De La Revista Sesam (Buenos Aires, 2007)Primer Puesto En La Categoria De Poesia, Del Ii Concurso Internacional DeRelatos Y Poesia De Tematica Mitologica De La Revelacion (Madrid, Espaa,2008)Finalista En La Xv Edicion Del Concurs De Cartes Damor Del AyuntamientoDe Calafell (Catalua, Espaa, 2008).Primer Premio Certamen De Relatos Breves Bellver (Diario De Mallorca,

    Espaa, 2008)

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    Mencion Del Jurado En El V Concurso Bienal De Literartura Barracas AlSud (Avellaneda, Buenos Aires, Argentina, 2008)Primer Premio En El I Certamen De Relatos Protocolo Novios, Por ElRelato: El Traje De Novio Embrujado. (Zaragoza, 4 De Junio De 2009 )Foro De La Memoria De Pompeya. Certamen De Cuentos 2009.Relato

    Seleccionado Para Su Publicacin. (Buenos Aires, 16 Octubre De 2009)

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    INDICE

    Prlogo p. 10PRIMERA PARTE p. 11

    CUENTOS CON EL OTRO BORGES p. 11Ni siquiera una rosa p. 11Erase una vez, una feria p. 24Borges y el Toro p. 26El Golem del Once p. 34Dos Taumaturgos p. 41

    SEGUNDA PARTE p. 52DE POEMAS DE TANGO ADENTRO p. 52

    Tango de la Repatriacin p. 52

    La religin del coraje p. 53ENSAYOS p. 54Matar a Borges p. 54Dos laberintos hispanoamericanos p. 62Cinco libros en mi vida p. 72COLOFON: Dos Maestros p. 81

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    CUENTOS CON EL OTRO BORGES Y OTROS

    ESCRITOS

    Jos Luis Najenson

    PROLOGOEste libro es, en primera instancia, un homenaje a Jorge LuisBorges, a quien nuestra generacin del desierto, la que busca lapalabra perdida, le debe su vigorosa influencia. Nadie dej unamarca tan clara en las letras castellanas de la segunda mitad del sigloXX como el Homero del Sur. No en el estilo -no se puede imitara Don Jorge Luis - ni en la temtica, Borges toc casi todos lostemas, sino en la persecucin implacable de la belleza y el rigor en lapalabra. Porque Borges era el ltimo gran Maestro Secreto queconoca la palabra perdida , clave de la escritura literaria, y no se

    la ha traspasado a nadie: l no tena discpulos como otros clebresautores de su tiempo. Pero nos ha dejado, a la generacin que lesigue, el ansia, la desesperacin por encontrar esa palabra.Nosotros, los autnticos miembros de la Secta del Fnix, hemosexplorado nuestros propios laberintos, abismados en nuestrospropios abismos, tratando de hallarla; aun sabiendo que, en caso detener xito, ese saber sera, como todo lo esotrico -y la literatura loes por definicin- intransferible. Por eso he escrito estos cuentosperegrinos, a lo largo de varios aos, en homenaje a Borges, y por

    ende al Otro Borges, convirtindolos a ambos en personajes delos mismos.

    Dicho homenaje contina en los poemas y ensayos de la SegundaParte, donde llego incluso a matar a Borges metafricamentecomo una manera de seguir vivindolo. All se explora tambin,tentativamente, en un anlisis del Laberinto de la Soledad -de eseotro gran poeta del Continente y del mismo siglo, el mexicanoOctavio Paz- lo que yo he llamado el Laberinto de la Tristeza,que adjudico implcitamente a Borges, y que sera el laberinto de losargentinos.

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    Por ltimo, debo admitir que soy un feligrs en la parroquia de loque l llam la religin del coraje, inspirada en losguaposdelbarrio de Palermo, en Buenos Aires, que l espiaba durante su

    infancia desde el seguro bastin de su caza cercada por una valla delanzas de hierro, y que luego convirti en protagonistas de algunosde sus cuentos, embellecidos por el valor que tanto admiraba. Ese

    valor que bulla tambin, aunque de otra manera, en susantepasados guerreros como el Coronel Surez, verdadero hroe dela batalla de Junn, o Francisco Narciso Laprida, prcer de laIndependencia Argentina. De ah la alusin a ese tema del coraje, en

    varios pasajes de este libro.

    * * *

    PRIMERA PARTE

    CUENTOS CON EL OTRO BORGES

    NI SIQUIERA UNA ROSA(Revista DIALOGO No. 26, Jerusaln, 1995)

    El maestro le dijo:- Dime qu pesadumbre teoprime.

    El discpulo replic:Me falta valor.- Yo te doy el valor...Jorge Luis Borges(Los conjurados)

    Al Rab Shoshaniy a Don Jorge Luis

    In Memoriam.

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    El Rab Shoshani, genio enigmtico judo, recal en Montevideo all por ladcada de los sesenta, estremeciendo con su saber esotrico la tranquila

    intelectualidad del Plata. Hombres inminentes de ste y el otro lado del charcocomo Emanuel Levins, Eli Wiesel y Jorge Luis Borges lo consideraron sumaestro, los dos primeros pblicamente y el ltimo casi en secreto. Una generacin ulterior de brillantes talentos judos, argentinos y uruguayos, en laque se destaca el Prof. Shalom Rosemberg, de la Universidad Hebrea de Jerusaln, guarda las chispas de la potente fragua shoshaniana. Todos lospersonajes de este cuento son ficticios, salvo Borges y Shoshani, cuyas acciones y palabras son tambin fantasa del autor, si bien inspiradas en unaverosolimitud totalmente literaria (N. del A.) (Acerca del Rab Shoshani, puede verse: Jos Luis Najenson: Shoshani, el Judo errante de nuestro siglo;

    Dilogo No. 27, Jerusaln, 1996)* * *

    El Rab Shoshani sali al jardn de su pequea casa de barrio, desdedonde se vea el ro metindose en el mar. Hacia el otro lado,Montevideo se desperezaba como una gata soolienta bajo el sol deenero, despus de la siesta. Aunque no haba nacido en esa generosatierra, la amaba entraablemente, y hasta pareca uno de sus hijos,por su bonhoma y su espaol campechano, sin elles, y con el voseopropio de los orientales. Pero nadie conoca su origen ni su edad,

    as como tampoco su pasado. Y ese misterio, ms que la condicinde Rabino, lo haca diferente al pueblo jovial y expansivo que lohaba acogido en su seno; un pueblo, como l sola decir, que casino tena secretos.

    El jardn era apenas un patio de tierra apisonada, con dos eucaliptusjvenes entre los que penda una hamaca paraguaya, pero estaballeno de rosas. El Rab se pase entre ellas como un amo orgullosode sus esclavas, y acomodndose como un experto en la hamaca, alborde mismo del ro, le agradeci al Seor las dos maravillas en lasque posaba sus ojos: el Plata cambiando de color cerca del

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    horizonte, y una rosa que campeaba en el cantero del centro,solitaria; una singer glory de tono rojizo, tan profundo que parecanegro.

    La rosa de Paracelso, la de Milton dijo como dirigindose a uninterlocutor invisible o ms bien la de Borges, tan cercana... Yrecord que el poeta ciego vendra esa tarde, como siempre, a su

    velada de los jueves. An faltaban un par de horas, de modo quepoda dedicarse a su ocupacin favorita, la lectura. En eso tambincoincida con Borges, uno de sus alumnos semi-secretos, quien seenorgulleca ms de los libros ledos que de los escritos. Elcomparta esa actitud aunque no haba escrito ninguno, y leagradaba admitir que el anciano bibliotecario haba ledo muchosms; si bien nadie hubiese podido confirmarlo, as como ningn

    otro aspecto de su historia personal.

    Sus seguidores y allegados pensaban que no escriba para no tenerque revelar su verdadero nombre, ni siquiera un seudnimoconjetural. Sus amigos saban que tampoco suba a leer la Tor, enla sinagoga, para no tener que dar a conocer el nombre de su padre,como es menester, y algunos incluso suponan sin poder probarlo

    que esto se deba a que era un sobreviviente del Holocausto yhaba perdido en l a toda su familia. Pero los ms fervientes de sus

    discpulos, entre ellos Emanuel Levinas, crean que el hecho de nohaber escrito libros lo dotaba de cierta cualidad extraordinaria yfuera de lo comn. Al fin y al cabo... argan ... cualquieraescribe hoy un libro, y a menudo sin tener qu decir; pero elnegarse a hacerlo lo asemejaba, en cierto modo, a hombres de latalla de Scrates, Jess de Nazaret, el Rab Baal Shem Tov(1) yotros personales de misteriosa vida, como l, que nunca habanescrito una palabra.

    El Rab mir de nuevo a la perfecta rosa, no sin cierto pudor, y conla velocidad de un prestidigitador abri un libro que pareca no

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    haber estado en sus manos. En l, las slabas se mezclaban como lasaguas verdes y leonadas all afuera, y cielo y ocano se confundancomo el blanco y negro de las palabras. Las cursivas letras de Rashise fundan con las otras, cuadrticas, y de pronto formaban una

    rosa, ya abierta, ya cerrada. Sus ojos pasaron de una rosa a la otra,hasta que no supo distinguir cul era cul. Cuando tocaron a lapuerta, el libro ya no estaba en sus manos.La alta, garbosa figura de Borges, se recort en el umbral, escoltadapor dos estudiantes porteos; el bastn colgaba de su brazo comoel bculo de Moiss antes de la concesin de la palabra.

    - Anuncian tormenta dijo Scholem, el mayor de ambos, portodo saludo.

    - Quiz no podamos regresar hasta maana Mario, el ms joven,no trat de disimular la alegra que eso le causaba.

    - No vamos a incomodar al Rabino la voz engolada del poeta vibr largamente en el cuarto poblado de libros podemosalojarnos en algn hotel del centro.

    - No har falta, hoy nos quedaremos toda la noche el Rab losmir a los ojos, uno por uno, como para probarlos el tema quehe elegido los mantendr despiertos aadi con una curiosasonrisa, mientras abra nuevamente la puerta para dar paso a sustres alumnos uruguayos: Shrulik, Daniel y Jaime. Los jvenes,

    cuyas edades apenas sumaban cuarenta aos, traan el vino parael brindis especial que el Rab siempre dedicaba a cada sesin deestudio, y que haca preceder, cuando era posible, como esta

    vez, por la Bendicin de la Luna.

    Salieron enseguida al jardn, donde sta ya seoreaba el cielo, yaunque no haba minin(2), el Rab empez a leer la oracin a la luzde la luna, que para ello est impresa en letras ms grandes de lohabitual: Baruj At Adonai Elokeinu, Melej ha-Olam... (Bendito

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    seas Tu, Nuestro Seor, Rey del Mundo), cuando la vozangustiada de Scholem lo interrumpi en la primera frase:

    - Perdone Rab, pero slo somos siete dijo incorporandotcitamente a Borges en el recuento.- Contaste mal respondi el Rab sin enfado alguno prueba denuevo y sin esperar a que terminara de hacerlo, continu conla plegaria: asher bemaamar bar shjakim (que con la palabracreaste los cielos)...

    Para su asombro, el joven cont esta vez los diez hombresrequeridos, tres de los cuales parecan haber llegado recin, justo atiempo, y se cubran la cabeza y el rostro con el talit; ponindoseluego en puntas de pie cuando lleg el pasaje, casi mgico, dedirigirse a la luna como queriendo alcanzarla: keshem she ani rokedkenegdeja, veeini iajol liga baj, kaj lo iujlu col oievani liga bi leraa (ascomo yo bailo hacia ti, y no puedo llegar hasta ti, que no puedanllegar a m ninguno de mis enemigos para hacerme mal). En esemomento, las siluetas de los forasteros resplandecieron con el merofulgor lunar, como si los rodeara un aura, y la rosa del canterocentral brill como la cpula del Templo.

    Una vez concluida la Bendicin de la Luna, que coincidi con su

    desaparicin entre las nubes, el Rab se dispuso a dedicar el brindisde esa noche. Y el asombro de Scholem lleg a la consternacin alcomprobar que los tres ltimos hombres del minin ya se estabanyendo, y apenas se vean sus blancos mantos hundindose en laniebla que vena del ro, empujada por la tormenta inminente. ElRab le alcanz el vaso de vino dicindole:

    - Yo les ped que entraran para completar el minin, lo hago cadavez que hace falta.

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    - Pero quines son, por qu no descubrieron sus rostros, por qufulguraban sus vestimentas en medio de la oracin, por qu semarcharon tan rpidamente? Scholem an no resolva unaduda y ya planteaba otras, lo que lo haca, quiz, el discpulo

    predilecto.- Ellos no pueden mostrarse, al menos todava... le respondi elRab crpticamente, porque esta generacin no es el del todoinocente ni del todo culpable, y alzando la copa para el brindisque daba comienzo al estudio, dijo chocndola expresamentecon la de Scholem:

    - Por el Profeta Elas, por el Mesas hijo de Jos (Ben Iosef) y porel Mesas hijo de David (Ben David), que estuvieron entrenosotros pero an no estn con nosotros!

    El vino dulce de Judea, que los estudiantes porteos habanconseguido en un almacn del Once, reverberaba en el cristal de lascopas y las miradas. De repente, el libro que el Rab tena en susmanos cuando jugaba con la rosa, volvi a ellas; tansubrepticiamente, que pareca surgido del aire, o de las propiasletras hipertrofiadas de la Bendicin de la Luna que haba ledo unrato antes. Y aunque todos estaban acostumbrados incluso Borges,a tales sorpresas, no dejaban de admirarse cada vez que el Rab lasofreca, como un raro privilegio.

    El texto de estudio era generalmente un tomo del Zohar, el Librodel Esplendor, que el Rab lea traducindolo directamente alespaol. Luego entraban en una ardorosa discusin aunqueestuvieran de acuerdo, lo que no suceda muy a menudo, y aun asel Rab los incitaba a asumir posiciones contrapuestas para ponerseen la piel del otro. Nunca, por supuesto, se agotaba el tema, yraramente trataban ms de un prrafo por vez.

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    - Hoy no recurriremos directamente al Zohar como en lassesiones anteriores, sino a un pequeo libro perdido que yanadie conoce en el mundo, cuya autora se atribuye al famosoRab Isaac Luria, el Len Divino el Rab disfrut del

    suspenso que estaba creando y que consiste en una glosa delas primeras pginas del Zohar y de otros pasajes que ustedes yaconocen. Con gran sabidura, el Rab Jaim Vital, su alumnodilecto, lo ocult no slo a la mirada de los profanos, sino a lasde sus propios condiscpulos de la cofrada lurinica en Safed.La glosa se titula El rbol Invertido, y su tema es la ilusin,en el doble sentido de apariencia y anhelo. En el primer caso seaproxima a engao, miraje, casi como en el sentido delEclesiasts: hevel, o vanitas recalc para beneficio de Borges. Enel segundo, se acerca al significado de ideal o esperanza, como

    cuando se dice una ilusin para vivir. Las dos nociones seequilibran como el fiel de una balanza; si, por un lado, la vidaes sueo, metfora, espejismo; por el otro, esa apariencia, anengaosa, es lo nico que tenemos. Y sta debe sustentarse, almenos, en la creencia en s misma, aunque sea ilusoria. Porquelo contrario de la vida no es la muerte, sino, y quiz msgenuinamente, la eternidad, que es a lo que ms se parece la vidaa pesar de todo. La muerte, en cambio, slo tiene el smil delsueo, pero no en su acepcin calderoniana; ms bien en el

    sentido contrario al de la vigilia, una permanente duermevela. Y sacando una aguja del reverso de su solapa la clav en el libroabierto, pronunciando sin mirar las letras engarzadas por ella.Scholem y Mario anotaban a medida que las iba diciendo, y los tresorientales comprobaron luego la certeza de su enumeracin. Altraducir la cadena de palabras qued armada, en hebreo, estasentencia: Af lo vered ejad: Ni siquiera una rosa.

    - Aqu no hay milagro, es slo memoria aadi adelantndose alas consabidas preguntas como ya lo dije otras veces, el

    verdadero milagro es la vida en el mundo, o los mundos, que se

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    torna posible slo por la pre-existencia del Tzimtzum, oContraccin de la Divinidad, que conjura la nada y genera ununiverso para el Hombre. Ms an, el Tzimtzum es el primer ynico gran milagro que coincide con el de la Creacin; pero

    aqul es la esencia y sta su apariencia, y el Seor, Bendito SeaSu Nombre, est por sobre ambos, y no puede ser definido nipensado, porque est fuera de toda concepcin.

    Y cerrando el libro, el Rab concluy:

    - Le dedicaremos el resto de la noche a esta sola frase, Nisiquiera una rosa. A qu os hace acordar?

    - A la hoja del Zohar Shrulik, el mayor de los uruguayos, deoscuros aladares, se apresur a contestar: Ni siquiera una hojamecida por el viento se mueve, si no lo quiere Dios . La sutilmirada de su Maestro le bast para saber que haba dado en elclavo.

    - Y si Dios lo quiere, mecer el aire sobre la rosa inmvil dijoDaniel, remedando a un poeta contemporneo su roja barbarefulga como una corona de rubes o sea, que El puedetrastornar el orden de las cosas, si as lo desea.

    - Pero entonces ira contra su propia obra, ya sea en la hoja comoen la rosa aleg Mario, maimonideano radical y algo escptico.

    - All est el dilema intervino Scholem, con su fatigada voz demaestro consuetudinario. Cul de los rdenes es aparente, cules esencial?

    - El orden de la razn es el verdadero insisti Mario y comodijo el Rab, el milagro no existe, es lo que se opone a la razn.

    - No dije que no existe, sino que la Creacin entera es elverdadero milagro ahora vena la parte que ms disfrutaba elRab Shoshani, la implacable dialctica de la discusin rodeandoel objeto como a una fruta que no termina nunca de mondarse

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    a menudo la razn no alcanza a comprender sus propiasrazones.

    - O sinrazones! casi exclam Borges removiendo su bastncomo si fuera el eje del mundo lo que la razn no comprende

    son sus propios monstruos, los que ella ha engendrado, paratergiversar al abominable Hegel, que no es santo de midevocin.

    - Tampoco de la ma respondi el Rab, gozoso de que el poetainterviniera - ningn racionalista absoluto puede resolver eldilema de la rosa y volvi a salir al jardn inundado por elchaparrn inclemente, mientras los dems no atinaban a seguirloni a quedarse en sus sitios. Al instante volvi con la rosaperfecta, recin cercenada de su tallo, a la que pareca no habertocado el agua.

    Sin decir palabra, la coloc en el centro de la mesa a cuyo alrededorestaban sentados, y torn a abrir el ubicuo libro del Rab Luriadonde haba quedado encerrada la otra rosa. En el veln delcentro de mesa que siempre se mantena encendido, y no slo acausa de los fumadores, la llama oscil movida por un vientoimperceptible que no lograba, empero, apagarla. Sealando a las dosrosas con un leve gesto, pregunt a boca de jarro:

    - Cul es la real, y cul la imaginaria?Los atnitos discpulos se miraron unos a otros, mientras el Rabencenda su gastada pipa de cerezo. La suave estela de humo salipor la claraboya como buscando unirse a la velada luna.

    - Esa no es la verdadera pregunta, verdad? contestinusitadamente la voz de Jaime, como si viniera desde muy lejos.

    - Es cierto. Cmo penss que habra que formularla?

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    - Cul es la rosa perecible, cul la eterna? dijo mezndose labarba castaa y enrulada que le llegaba al pecho.

    - Y vos, conocs la respuesta? repuso el Rab con inocultablealegra.

    - La eterna es la que tiene msica, una meloda silenciosa como lade las esferas celestes... contest Jaime sin mirar a Mario.- La msica astral es una idea pitagrica lo interrumpi este

    ltimo y nada tiene que ver con el judasmo!- Vos sabs de sobra que me refiero a las otras esferas, las

    Sefirot, del Reino a la Corona del Hombre Primordial lecontest Jaime con dulzura, como si hablara con un nio.

    - Ya estn estos jasidim (3) con sus veleidades, cual si fueran losdetentores de la sabidura! Insisto en que es una nocin helnica,

    que pas de los gemetras a la Gnosisy de ah a la Cbala, esahereja judaica que tanto aman!- O viceversa, como afirman algunos pensadores que nada

    presumen de cabalistas Scholem sali en defensa del jasidismo,con el que simpatizaba sin ser uno de ellos las ideas de loshombres estn tan mezcladas como sus sangres, aunque muchosmitnagdim (4) lo ignoren, y terminen siendo esclavos de unfilsofo que no conocen.

    - Ninguna rosa es perecedera afirm el Rab para zanjar lacuestin ni an convirtindola en ceniza. Despus del

    Tzimtzum, nada puede ser devuelto a la nada, ni siquiera unarosa. O, como quera Paracelso, en el Paraso, hasta la msfrgil brizna de hierba es indestructible; aserto inspirado,probablemente, en el que ya citamos del Zohar.

    - No hablo del Paraso sino de este mundo sublunar barbotMario, atnito por haberse animado a rebatirle donde casi nohay sitio que no haya sufrido guerras, ni poblado que no seatestigo de un crimen.

    - Segn el mismo Paracelso, quien era tambin, a su modo, uncabalista, la Divinidad no puede crear otro lugar que no sea el

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    Jardn de Edn, es decir, la perfeccin retruc el Rabsonriendo y la cada de Adn no es otra cosa que ignorareste hecho, no darse cuenta de que todava est en el Paraso sinsaberlo, porque lo ha olvidado. Una especie de memoria perdida

    que an comparte la humanidad.- Vale decir... intervino nuevamente Borges que aqul quesepa que nunca hemos salido realmente del Jardn de Edn queest en Oriente, sabr como restaurar, o rehacer la rosa.

    El Rab lo mir con admiracin, diciendo:

    - No en vano se ha dicho que los poetas son los espas deDios; su intuicin es certera, mi querido amigo. Pero antesdebemos lidiar con ese bendito vocablo, Oriente, mal que lepese a los orientales agreg riendo. Gan Eden miKedem, rezael Gnesis, traducido como Usted bien lo ha hecho; maskedem, en hebreo, no es slo el Este, sino tambin antes,anterior y Adam Kadmn es el Hombre Primordial,formado por todas las Esferas con la Corona incluida...

    - Pero estn los cuatro ros que salen del Edn insinu Danielasumiendo la postura de Mario, diferente a la suya propia, talcomo lo aconsejaba el Rab de los cuales el Eufrates y el

    Tigris, por lo menos, se ubican en Oriente, vulgar ygeogrficamente hablando.

    - Lo cual puede arrojar otro significado implcito que apunta a laposicin de Mario, para ponerme en su punto de mira, aunquetampoco la comparto dijo Shrulik pero en el sentido en quelo sugera el Rab: la antigedad, los pueblos ms arcaicos,provienen de Oriente; Oriente es el pasado remoto, cuna de lahumanidad.

    - Bravo! exclam el Rab falta un solo paso, el ms audaz.- El Edn es un pas desaparecido, el ms antiguo imperio del

    pasado, del que no se tiene memoria aventur Mario, tratando

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    de situarse, si bien no enteramente, en el otro punto de vista,para no ser menos que los dems.

    - La cada de la memoria es cabal, por no decir cabalstica, lecontest el Rab satisfecho al percibir mayor flexibilidad en su

    discpulo rebelde pero se no es el rumbo sino el otro, en esteJardn de los senderos que se bifurcan(5), que es el Universo y lo mir a Borges con insistencia Usted no se imagina,Maestro, hasta dnde ha dado en el clavo: Jardn es tambinPards, en hebreo, lo cual equivale a decir Para (di) so,Paraso...

    - El Maestro es Usted respondi el poeta con humildad y eseotro rumbo, que se infiere tan audazmente de sus premisas,me parece de la ndole de lo fantstico, aunque no ms quecualquier hiptesis teolgica o filosfica, esas esplndidasformas de la literatura de ficcin... Y orient sus ojos hacia el

    ventanal, enrejado por la lluvia, como si pudiera ver las gotasque perlaban a la rosa negra, intacta en su cerco.

    - Ya lo tengo! volvi a interrumpir Mario con cierta rudeza elJardn de Edn puede estar en Espaa, Amrica, o cualquier otraregin atlntica, muy antigua; es la mera Antpoda, la Atlndidaideal adonde se quiere huir, salirse de este mundo. As, seconvierte en Poniente: Sefarad tiene las mismas letras quePards, casi al revs, y Espaa es Tarsis, la Terra Incognitaa la que

    quera llegar Jons para escapar al mandato divino.- Es un buen ejercicio admiti el Rab pero no en la direccin

    adecuada. Alguien tiene otra respuesta? y como nadieadelant ninguna y Borges permaneca callado en sucomplicidad, dijo casi en un murmullo, quiz para que se le oigamejor:

    - El tiempo, all est la clave. El Paraso Pards, que es tambinel campo de la Cbala, o la Cbala misma, no est en elespacio sino en el tiempo... y mir a Borges que haba

    comenzado a asentir detrs de su perdurable sonrisa,

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    entreviendo el asombro de los dems a pesar de que habanestado tan cerca de la respuesta. El Paraso se encuentra aqumismo, como lo adivin Paracelso, pero en un remoto pasado.

    - Y el hombre lo sabe, ms lo ha olvidado agreg Borgestodava sonriendo el mundo es lo que devino del Paraso porcausa del hombre, un infierno, el nico posible. Por eso no hayotros Parasos que los Parasos perdidos. Una bonita historia,no?; incluida la moraleja. Merecera un cuento.

    - En el fondo, es lo que dice, si se sabe mirar, la propia Escritura ratific el Rab.

    - Entonces, yo estuve ms cerca que todos Mario tom la rosapor el tallo el Paraso ya no existe y hay una sola rosa.

    - Pero no leste entre lneas el Rab trat de recuperar la rosa sinlograrlo ello te hubiera dado la chance de recordar. Al finaltodo se reduce a palabras, como la misma Creacin.

    Y antes de que pudiera impedirlo, o quiz sabindolo, vio como sudiscpulo rebelde hunda el capullo de la rosa en la llama del veln, ysta se iba consumiendo hasta quedar reducida a polvo.

    - Acaso puede ahora restaurar la rosa? le pregunt desafiante.- Puedo, pero no lo har y arroj el libro de Luria al fuego ya

    nunca, tampoco, sin El rbol Invertido y mis anotaciones al

    margen, logrars aprender la manera ni las palabras para hacerlo.

    Y dirigindose a Borges, sin palabras, le pidi:

    - Cuando escriba su cuento, Maestro, no revele lo que debe permanecer oculto.Al da siguiente, al caer el da, en su casa de la calle Anchorena enBuenos Aires, Borges comenz a escribir a pesar de su ceguera:En su taller, que abarcaba las dos habitaciones del stano,

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    Paracelso pidi a su Dios, a su indeterminado Dios, a cualquierDios, que le enviara un discpulo. Atardeca....(6)

    ____________________________(1) Rabino mstico, iniciador de Jasidismo, a comienzos de

    1700 en Polonia.(2) Los diez hombres necesarios para comenzar cualquierrito religioso judo.

    (3) Jasidim: jasdicos: seguidores del ya mencionado RabBaal Shem Tov.

    (4) Mitnagdim: adversarios del jasidismo; literalmente, losque estn en contra.

    (5) Ttulo de un famoso cuento de Borges (N. de R.)(6) As empieza el relato La Rosa de Paracelso, de Jorge

    Luis Borges, incluido en su libro La Memoria de

    Shakespeare (O.C., p. 389).

    * * *ERASE UNA VEZ, UNA FERIA:Dnde est la Biblioteca de Babel, Maestro Borges?

    No s si fue en Buenos Aires, Guadalajara, Francfort o Jerusaln, pero en ellaberinto borgiano de una Feria me encontr con Borges. Tampoco s si el

    "Homero del Sur", el gran poeta y bibliotecario ciego, se hallaba an en estemundo o ya haba pasado al Edn, al Hades, o al Walhala, que espiaba ensus cuentos. Todava ignoro qu da de qu ao era, o haba sido.

    Pero all estaba, apoyado en su bastn ritual, alto y ausente, acariciando con sumano libre los lomos de los libros, abrindolos al azar, y pasando sus palmaspor las pginas como si poseyera el curioso don de leer con ellas, que alguien lehaba atribuido.

    - Don Jorge Luis le dije, benditos mis ojos que lo ven

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    - Malditos los mos que no pueden hacer otro tanto - me contest- Dndeestamos?

    - No tengo la menor idea, Maestro, lo nico seguro es que nosencontramos dentro de una Feria del libro, no me pregunte cul, ni

    cundo.- El tiempo es la sombra de Dios sobre la Tierra -musit como para s-si cesa, es como perder el Universo.

    - Entonces Ud. Tena razn, estamos muertos y el Paraso, el Pards,es unabiblioteca infinita.

    - No es ms que otro sueo -replic- un sueo dentro de otro. Y, de paso,sabe Ud. quin expres la idea de que la "vida es sueo" antes que yo?

    - Caldern? aventur por la metonimia de los ttulos.- No, ese es un poeta tedioso que slo aludi a la fugacidad de ambos, lo

    cual es demasiado obvio para ser una buena metfora, repetida hasta elcansancio. En verdad lo tom de Einstein, que parafraseaba, quizs aalguno de los sabios rabinos de su pueblo; l dijo: "El hombre es elsueo de Dios".

    - Muchos hombres pensaron lo contrario, sobre todo los que Lo negaban -dije sacando un libro de la estantera- ms an, lo vean como a unapesadilla de la que haba que olvidarse, algo que se inventa sin saberlo opeor todava, a sabiendas. Precisamente

    El me arranc el tomo de las manos y, palpndolo como le haba visto

    hacerlo, exclam:

    "El Diablo", de Giovanni Papini! De ateo a catlico ferviente, en esa obralanza su idea ms audaz que ha sido mal interpretada como apostasa: ladoctrina del orgullo satnico y la conversin final de Satn, que facilitara aapocatstasis, o recapitulacin de toda la Creacin en el Creador. El

    tiempo es del Demonio, slo al redimirse ste dejar aqul de proteger alhombre de la "rotura de los vasos celestes", la ceguera que produce elestallido de toda la Luz, como arguyen los cabalistas que creen en el

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    "tzimtzun" o "contraccin de la Divinidad, aunque no crean en elDiablo, lo cual genera el cosmos y el tiempo.No, mi amigo, yo me heequivocado, la Biblioteca de Babel no est en el Paraso sino en el Infierno,gracias al Diablo

    * * *

    BORGES Y EL TORO -Cuento con dos finalesEste relato taurino fue ledo por m en su versin original(hasta el primer final incluido) en el Congreso Borges andUs: Then and Always, organizado por Hofstra University ,Estado de New York, EEUU, el 14 de Diciembre de 2009.

    El 8 de septiembre de 1948, Jorge Luis Borges, no totalmente ciegoentonces, se hallaba de incgnito en Ampuero, (Cantabria-Espaa).Haba abandonado temporalmente su "Buenos Aires eterna" paradescansar un poco de los "sinsabores" que le ocasionaba elgobierno de su pas por sus ideas contrarias al rgimen, y vuelto ala Espaa de su primera juventud. Lo acompaaban, tambin deincgnito, su amigo de antao Rafael Cansinos Assens, sevillano deestirpe sefard, con quien haba compartido no pocas aventurasliterarias y galantes, y dos damas del lugar,Ariadnasvirtuales del

    laberinto que rodeaba siempre a Borges dondequiera que estuviese.No diremos, por pudor, sus nombres, tan bellos como sus rostros.

    Borges quera ver, antes de perder la vista como su padre, esa formatan hispana del puro arrojo, que era -y an es- la "encerrona".Cuando se oy el estampido de las tres bombas que anunciaban lapresencia de los novillos en la calle, Cansinos Assens le advirti aBorges que ya todo comenzaba. Poco despus, vieron correr unamultitud de jvenes seguidos de cerca por los animales, lanzndosea gran velocidad por el talud de la calzada. Remedaba una avalanchahumana. Las vestimentas, blancas en su mayora, aunque las haba

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    tambin rojas, acentuaban el parecido. Los mugidos de las bestiasdesesperadas se mezclaban con el gritero de la gente, adentro yafuera del encierro. Era en verdad "un ro que todo lo arrollaba",como haba dicho el poeta santanderino Gerardo Diego.

    Borges vio a uno de los que corran, casi un nio por su frgilapariencia, salir repentinamente de la calle y deslizarse, no sin riesgode su vida, en una especie de envin acrobtico, hacia la aceradonde se alzaba el cerco que protega a los espectadores. Cay apocos centmetros de Borges, al otro lado de la red de alambre, yambos se observaron con una mirada antigua, sabedora. El mozo,delgado y plido, de grandes ojos tristes, que no contaba ms dedoce o trece aos, le record vagamente a Borges su propia figuracuando l tena esa edad; pero, por contraste, viva siempre"encerrado" entre los muros de la biblioteca paterna.

    - Has tenido miedo? le pregunt con su voz patriarcal,engolada.

    - S seor, y mucho- No es valiente quien no ha sentido miedo" alcanz a

    decirle Borges, mientras el joven se aprestaba para una nuevaentrada.

    - El chaval ha demostrado poseer una tcnica irreprochable dijo CansinosAssens, admirado.

    - Quizs la tenga -replic Borges- pero lo ms importante es elvalor, "la"religin del coraje", ese rito viril, ancestral, por el cual seofrece la vida sin aspirar a premio alguno; como los guapos

    que se enfrentaban a cuchillo en los arrabales de Buenos

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    Aires, slo para mostrar sus agallas. Y les aseguro que antesde cada pelea tenan miedo agreg incorporando a lasdamas en el dilogo.

    No se batan por una mujer? inquiri la Morocha, la de

    Borges.- A veces, pero el duelo era casi siempre por puro coraje. Que

    laprendadelvencido se fuera con el vencedor era algo previsible, casiconvencional, por ms horrendo que parezca; pero ella noprovea el motivo de la lucha, apenas un magro smbolo de la

    victoria.

    - Cmo sabe Usted que esos hombres tenan miedo? Temor yvalor me parecen sentimientos irreconciliables aventur laRubia, la de Cansinos Assens, y este ltimo agreg comoechando ms lea al fuego:

    - Y cmo sabes todo esto t, que jams te has peleado cuerpoa cuerpo con nadie, lo cual me consta porque me lo hasdicho muchas veces ?

    - Desde la casa-quinta de mi padre, en el barrio bravo dePalermo, a la sazn en las "orillas" de Buenos Aires, yo losobservabaTras la reja en forma de lanzas de un cerco dehierro, que me protega, los vea jugarse la vida en elembarrado callejn frente al almacn. Nos escapbamos, conmi hermana Norah de las alcobas, en horas de la noche, paramirarlos, amparados por esa reja y las sombras. Ella despuslos pintaba, con su prematuro talento. Sus ojos noengaaban: vena antes el miedo y enseguida, despus delprimer amago, la bravura. Tambin los veamos morir en el

    charco de su propia sangre, mientras el matador hua en la

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    oscuridad. Como en la "encerrona", salvando las enormesdiferencias, es el coraje lo que le da sentido a todo.

    - Pero la destreza tambin vale -insisti Cansinos Assens-como en el ruedo: esa danza del torero ante el toro, con eltoro, y la muerte, torera invisible entre los dos, torendolos aambos

    - Ah, no! alegaron las damas al unsono, que por algo eranlugareas.

    - Si bien se la llama "corrida de toros", la tauromaquia no escomo el encierro; en ella prevalece el arte, la preparacin,aunque no est ausente el valor clam la Rubia.

    - Y el toreo tiene una belleza esmerada, hecha del ensayo y elerror de muchas tardes; la encerrona, en cambio, posee unabelleza espontnea, primitiva, ocasional, donde la experienciacuenta menos dijo la Morocha.

    - Verdad -concedi Cansinos Assens- en la encerrona el mejorpuede ser alguien que no ha corrido nunca. Pero siemprepesa la suerte, esa diosa esquiva, tanto en el laberinto de la

    arena como en el de la calle agreg dirigindose a su amigo.

    - Has dicho bien -asinti Borges- dos laberintos, uno circular yel otro serpentino, ambos infinitos, porque en ellos se puederondar para siempre. El ltimo vino de Creta, el primero esuna metfora del desierto

    - Y el minotauro? lo interrumpi la Morocha sin mirarlo.- El minotauro no existe, es la mscara de la muerte.

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    - Entonces el laberinto es la imagen de la vida concluy

    Cansinos Assens, y grit: -Ea, all viene otra tanda denovillos-toros!

    - Esta vez parecen monchinosmurmur la Morocha, exaltada,y aclar para Borges: -una raza bovina salvaje, que an existeen los montes de Cantabria.

    - Algunos, tal vez -replic la Rubia- pero no todos, estnmezclados.

    - Habr que ver cul de ustedes es la ms baqueana ri Borges,rescatando de su ingente memoriaese trmino bonaerense, yaadi: -tambin el gaucho lidiaba con ganado cimarrn,

    vuelto salvaje, en la pampa desierta; pero lo mataba a facn olanza slo para extraer una pequea parte preferida de loslomos, que luego era su asado. La pampa es el laberinto delgaucho

    En ese preciso instante, del otro lado del cerco, el mozo con el quehaba hablado antes se lanz a correr nuevamente a poca distanciade los toritos, y uno de ellos, enloquecido por la furia, se arroj

    contra el alambrado irrumpiendo en el refugio de los espectadores ycomenz a dar cornadas a diestra y siniestra. En medio del griteroy el fulgor de la sangre, Borges alcanz a ver que el joven de marras

    volva sobre sus pasos y trataba de atraer al toro hacia s; ypresintiendo la muerte inminente del mozo, se interpuso entreambos. All, inmvil como un poste o un rbol, contempl loscuernos rojos, las pupilas desorbitadas, la espuma que sala de laboca abierta, y crey que llegaba su propio fin, "la cifra de sus das",como haba acontecido con sus antepasados muertos en batalla. El

    toro, empero, se detuvo, le devolvi una mirada interminable y

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    movi su cuerpo en otra direccin, adonde lo llevaba el esquemaimponderable de Aqul que gua los pasos de todos los seres de estemundo.

    Con la visin del toro grabada en sus dbiles retinas, y que nuncapodra ya borrar, Borges supo que el joven se haba salvado y quesus amigos estaban fuera de peligro.

    Primer final

    Alelado an, pens que por fin "le haba ocurrido algo" en su msbien sedentaria vida (en la cual "nunca pasaba nada", a diferencia de

    la de sus admirados ancestros guerreros), que haba puesto a pruebaun coraje que no crea tener. Pero nadie, a su alrededor, parecahaberse dado cuenta; salvo el mozo, quien intuy que haba llegadola hora de preguntarle, a su vez:

    - Tuvo miedo seor?- S, hijo mo, ms que t.

    Segundo final

    Cuando todo hubo pasado, el mozo le dijo a Borges:

    - Gracias, Seor, me ha salvado la vida.Y Borges inquiri en voz muy baja, para que no oyeran sus amigos:

    - Ests seguro de que fui yo?

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    - Ahora que me lo pregunta, no lo sSe vea como si fuera

    Usted.

    Y aprovechando que Cansinos Assens se haba adelantado con lasdos mujeres, rumbo al hotel, Borges continu:

    - Acaso un poco ms joven?- Tal vez, aunque slo Usted estaba a mi lado en ese

    momento.

    - Y sin embargo lo dudas. Era ms apuesto, ms gil, veamejor?

    - Quiz, eso no podra asegurrselo. Pero-y call de repenteal ver la ansiedad en los ojos de su interlocutor.

    - Pero? -insisti el poeta. De algn modo, Borges supona queno haba sido l quien enfrent al toro, sino el OtroBorges, ese ser imaginario, personaje de algunos de suscuentos, que era casi su anttesis. O, como l dira, la otraparte del oxmoron. El s tena el coraje suficiente para

    hacerlo, la vista de un lince, el generoso corazn de ungaucho.

    - No s cmo decirlo. Haba algo que resultaba diferente- La vestimenta, la voz?- No la voz-el joven hesitaba- Ya lo s, la palabra!- No recuerdo haberte hablado.

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    - Usted no me habl, pero dijo algo en un idioma extrao; eso

    me llam la atencin, y luego, con el susto, se me olvid.

    -Recuerdas la palabra?

    - No.- Y en qu idioma fue?- Slo s que no era espaol.

    Borges hizo un gesto de alivio, como si le sacaran un peso deencima, pero el mozo concluy:

    - Usted le habl al toro, la palabra era para l, y lo tranquiliz.Adis, Seor, gracias de nuevo.

    La palabra perdida-musit Borges para s, mientras vea alejarse aljoven- Dnde le algo sobre eso?- Pero ya sus acompaantes volvansobre sus pasos, extraados por su ausencia.

    Esa noche, contemplando desde la ventana del hotel la calle dondehaba tenido lugar la encerrona, Borges trataba de acordarse dnde

    haba ledo lo de la palabra perdida. Le llev un rato largo, mas alfin lo consigui; no en vano lo llamaban Borges el memorioso,aludiendo a su famoso cuento y a su propia, prodigiosa memoria:

    En un pasaje del tratado Puertas del Cielo, del Rab MoshCohen de Herrera, el primer libro cabalstico escrito totalmente enespaol, se insinuaba que el Tretragrmaton era la palabraperdida; es decir, el vocablo hebreo de cuatro letras: iod, hei, vav,hei, que contena el Nombre de Dios, sntesis del revelado a Moiss

    en el Sina. Lo realmente perdido u olvidado, era la adecuada

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    pronunciacin de dichas letras enlazadas, que el Sumo Sacerdote delTemplo de Jerusaln, encerrado en el Sancta Sanctorum, deca en vozalta el Da del Perdn. Quien lograse pronunciarlas correctamente,ya fuese por sabidura o gracia divina, tendra con ello un gran

    poder para hacer el bien; pero quin acertara a hacerlo por meracasualidad, tanto podra ser para bien como para mal.

    Yo no poseo el saber, ni tampoco me considero digno de tamaa gracia -admiti Borges para s, con su humildad caracterstica- Slo puedopreguntarme: por qu despus de decirla, la he olvidado?

    Las posibles respuestas que pudo entrever, lo asustaron ms que lacercana fsica, animal, del toro, que haba sentido en aquellainolvidable maana de septiembre en Ampuero. Se consol

    recordando una frase que el Rab Shoshani haba dicho para l , yque le gustaba citar: Los poetas son los espas de Dios

    * * *

    EL GOLEM DEL ONCE

    I

    Borges escribe sobre el Golemdel Rab Low de Praga uno de susms asombrosos poemas, pero no menciona en ninguno de susescritos al Golem del Once, aunque me consta que conoca laleyenda. Yo y mi to materno, el Dr. Gregorio Topolevsky -fallecido un poco antes que Don Jorge Luis, amigo suyo del exiliode Montevideo y su vecino cuando ambos vivan en la calle

    Anchorena- fuimos testigos de ello.

    Una tarde de julio del sesenta y tantos, en un caf inconspicuo de laAvenida de Mayo, donde ellos solan encontrarse para recordar los

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    sinsabores de la poca peronista o hablar de bueyes perdidos,como deca mi to, y yo era un joven de provincia que empezaba aescribir, particip tambin -privilegio que nunca olvido- en suconversacin. Ello fue posible gracias a que ese da era husped de

    mi to Goyo, durante unas vacaciones de invierno que en mi colegiose alargaron un poco ms. El dilogo, incluyendo alguna preguntama, fue ms o menos como lo transcribo a continuacin, si bien hetratado de llenar, a mi manera, los huecos del olvido. Despus de

    varias dcadas de aqullo y de ejercer el oficio de escribir, s que, detodas maneras, el escritor siempre miente, aun sin saberlo.

    -Cuando yo tena mi consultorio en la calle Agero, cerca del Abasto -contabaGoyo- una noche de lluvia all por el cuarenta y siete, antes de que cruzramosa la Banda Oriental, me trajeron un hombre herido al que haba que tratar de

    urgencia. Era uno de los matones que merodeaban alrededor del viejo mercado, ytena la nariz hundida por un terrible puetazo que tambin le haba partido lasilla del esfenoides; estaba inconsciente y sufra una conmocin cerebral. Luegode una cura elemental lo llev en mi auto al Hospital Israelita para que sehicieran cargo. Al volver, el polica que me lo haba trado, disculpndose porhaberme despertado, aleg que haca rato que intentaba llamar a laambulancia, sin xito, por el torrencial; y como me conoca, y todo sucedi amedia cuadra de all, le pareci que era lo correcto.Hizo Ud. Bien, hombre, ledije, y lo invit a pasar y a tomarse un caf porque estaba aterido de fro.

    Adems, intu que quera contarme algo que le haba impresionado mucho.Ese malevo, dijo despus del primer sorbo, suele golpear y robar a sus paisanos y a otros vecinos del Once, ha violado mujeres y amenazado gentedurante las elecciones, de modo que no me apeno por su suerte. Pero el que logolpe, a quien no pude verle la cara porque usaba una capucha, era un hombrede ms de dos metros de estatura y muy robusto, con una fuerza colosal, quecorra tan velozmente como un caballo. Y le juro, Doctor, que esta noche no metom ni una sola copa de vino... Ud. Me cree, verdad? Claro que s, le dije,ahora vaya tranquilo a casa, que ya todo ha pasado.

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    - Conozco la versin delGolem del Once -admiti Borges- y no es la nicaciudad del mundo que se ha adjudicado la presencia de otros Golems, parientes mgicos del de Praga, en el siglo XVI. Supongo que es unaambientacin local de la que traan consigo los judos emigrados del Imperio

    Zarista.- Lo que a m ms me extraa de la leyenda del Golem porteo -continumi to- es la reiterada coincidencia, en los relatos que he odo contar, en torno ala elevada estatura del mismo y su propensin a evitar desgracias y defender aldesprotegido, como su homlogo de Praga. Hay una ancdota en la que l salvaa un nio de morir arrollado por un tranva, que me ha sido narrada deidntica manera, hasta en sus ms mnimos detalles, por varias personas, comosi ello hubiera ocurrido en realidad.

    - No obstante -repuso Borges- es un mito derivado de otro mito, y no unaleyenda, porque sta tiene siempre fondo histrico; el mito es pura creacin de la fantasa humana. Todo ese asunto delGolem del Once no pasa de ser unacharla de sobremesa o de caf, como el del enano vampiro y otros seres fabulososde la noche de Buenos Aires, esta ciudad de soadores despiertos.

    - Quiz tenga Ud. Razn -concedi mi to Goyo- pero no olvide aquellasentencia de Goya, de que el sueo de la razn engendra monstruos.

    - La tengo bien presente, y para dirimir nuestra amable polmica le sugiero quevisitemos al Rab Shoshani, retirado en Montevideo, que es quiz el msnotable cabalista de nuestro tiempo, ex maestro de Emanuel Levinas y de ElieWiesel, as como de un tal Jorge Luis Borges, aunque esto ltimo es un secreto.El es, asimismo, un memorioso; lo he visto, en una de sus clases clavar unaaguja en laTor (el Pentateuco),y acertar, sin equivocarseni una vez, lasletras atravesadas por dicha aguja. Yo tengo que viajar a esa Capital dentro de poco, por una visita familiar. De paso, veramos tambin a nuestros viejosamigos orientales de la poca del destierro. Qu le parece?

    -Es una idea formidable, cuente conmigo -respondi el to Goyo.

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    -Puedo ir yo tambin? pregunt sonrojndome, sin saber de adnde habasacado la audacia para hacerlo.

    - Por supuesto! -exclamaron ambos a la vez, y Borges agreg:

    - Goyo me dijo que ya borroneas pginas, promteme que algn da escribirssobre esto. No importa cundo...

    Atragantndome con las palabras, y an sin creer lo que estaba sucediendo, sloatin a balbucear:

    - Lo jjjuuro! Ellos rieron, y yo me tom de un trago el vaso lleno de Bid*para disimilar mi verguenza.*Bid: bebida gaseosa argentina, anterior a la Coca Cola

    II

    El Rab Shoshani viva en una bohardilla, no lejos del Cerro de Montevideo;no tena residencia fija y cambiaba frecuentemente de domicilio, sobre todo cadavez que retornaba de sus misteriosas desapariciones. Sin duda posea donesextraordinarios, como le gustaba decir a Borges, que hoy llamaramos percepcin extrasensorial; porque, apenas nos hizo pasar a su abarrotadoescritorio, que haca las veces de sala, biblioteca, comedor y dormitorio, dijo a

    boca de jarro con su dejo francs y conjugacin verncula:- Vienen por lo delGolem, verdad?

    Borges, que ya lo conoca y, como lo haba dicho, era uno de de sus discpulosocultos, fue el nico que no se asombr, y, acomodando sus cerleas manos sobreel pomo del bastn, respondi:

    - As es, Rab y Maestro.

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    Algo desganadamente, pasando una mano sobre sus desordenados cabellos paraordenarlos, inquiri nuevamente:

    - Y qu quieren saber? Sobre ese tema se ha dicho mucho y escrito demasiado.

    Ustedes no han venido a escuchar una conferencia; para eso les hubiera bastadoleer cualquiera de los libros de Scholem, que no es mecubal, cabalista, sinocaballogo, o cabalmano, y como todos los acadmicos no sabe nada deKabal Borges tosi discretamente, porque tambin admiraba al conocidoProfesor de la Universidad Hebrea, a pesar de su mal carcter, similar, encierto modo, al de Shoshani, y agarr al toro por las astas:

    - El Golem, pudo haber sido real?

    - Pudo. Depende de lo que se entienda por real.

    - Quiero decir, si en verdad el Rab Low logr crear un hombre artificial.

    - Si es artificial no es real, en el sentido de un hombre cabal, valga esta palabrano slo por completo, sino por cabalstico, o sea, hecho mediante lasabidura esotrica.

    - Cmo? -inquiri Borges, arrepintindose evidentemente de esta ltimapregunta.

    - Eso no se los puedo decir, y aunque pudiera, no lo entenderan.

    - Nos bastara con su afirmacin de que es posible, y no un mero producto de laimaginacin humana -terci el to Goyo.

    -Puedo saber para qu? Ahora el Rab Shoshani pareca ms amigable.

    Goyo y Borges le contaron todo, turnndose, acerca del Golem del Once. Elmisterioso rabino medit un rato, y luego dijo dirigindose a Borges:

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    - Usted fue alumno mo, y no ignora que se es un nivel oscuro de la malllamada Cbala prctica, al que pocos tienen acceso, por su complejidad. Aello se llega despus de muchos aos de estudio y experiencia, y hasta un gransabio como el Rab Low puede equivocarse en su intento. Adems, requiere

    una profunda fe y piedad, amn del cumplimiento del ritual. La Cbala escomo la ciencia en su rigor, con otros medios, pero ambas son manerasvlidas de desentraar los secretos del universo. Las dos van atrasadas, unaporque no ha llegado an a develar los grandes misterios, la otra porque muchode su caudal se ha perdido u olvidado. Y mirndonos a los ojos uno por uno,como si se acercara al meollo de su mensaje, continu:- Dentro de algunos aos la ciencia tambin sabr que es posible crear unhombre, y no me refiero a uno artificial, a un robot, sino a uno real, de carne yhueso. Por eso Scholem se equivoca cuando insiste en que se le ponga el nombrede Golem al primer computador de la Universidad Hebrea de Jerusaln.

    - Pero elGolem no fue hecho de barro, o arcilla? -inquiri Borges.

    - La tierra, como el polvo, son metforas bblicas para indicar lo natural, lo quevive, muere y revive. Adam es creado segn las leyes de la naturaleza, y el propio Jardn de Edn est en este mundo, es el mundo, slo que no losabremos hasta que hagamos de l un verdadero paraso y no el infierno quepergeamos por ignorancia y desobediencia. ElGolem escomo un hombre, ocasi; est hecho a su imagen y semejanza al igual que el propio Adam

    respecto de su Creador.Al intuir que quedaba poco tiempo, el to Goyo le hizo la ltima pregunta:

    - Cre el Rab Low ms de unGolem?

    - S, pero no sabemos cuntos. Y abri la puerta, en una clara indicacin deque la visita haba terminado.

    III

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    Antes de volver a Buenos Aires nos sentamos en un caf de las cercanas, desdedonde se vean las arenas calcinadas de la playa y, ms all, las azules aguasdel ro ms ancho del mundo antes de su encuentro con el mar.- Desde aqu se entiende por qu Sols llam Mar Dulce al Plata -dijo mi to

    Goyo.- Otro ejemplo de la geografa fantstica del Nuevo Mundo -asinti Borges, yvolvi enseguida al tema delGolem: -La respuesta del Rab Shoshani parecedarle a Usted la razn, querido amigo...- No est tan claro -musit Goyo sin apartar la vista de la inmensidad acutica-su afirmacin es escalofriante, me dej pasmado...

    Aprovechando el silencio momentneo, dije como para mis adentros:

    - La solucin, tal vez, est en el futuro...

    Al cabo de casi cuarenta aos ms tarde, cuando ambos, Goyo yBorges, ya se haban bajado a la tierra, cre entender una parte de lasentencia del Rab Shoshani. Fue cuando aparecieron las primerasnoticias sobre la clonacin. Si bien todava no se ha duplicado unser humano, o, al menos, an no lo sabemos, ello es algo factible yaterrorizador que ojal no suceda nunca. Pero no pude menos quepreguntarme: Era el Golem un clon de algn hombre de la poca

    del Rab Low, lo eran los otros doce Golems, lo fue, o es, el Golemdel Once? Lleg al fin la ciencia, en este caso la gentica, al puntoen que la sabidura esotrica pudo alcanzar siglos antes, porcaminos ya olvidados? Sera un Golem gentico tan defectuosocomo el de las leyendas, como para mostrar que la creacin de unser humano sin falla es an, o ser siempre un atributo divino?Estaba tambin la precognicin entre los dones del Rab Shosani oera otra coincidencia, vocablo ste con que la humanidad, paratranquilizarse, encubre los secretos demasiado inquietantes?

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    De todos modos, cumpl mi palabra y escrib el cuento. Lstima queya no puedan leerlo los tres hombres a quienes se lo debo. Por esoesta dedicatoria, a diferencia de la gran mayora de ellas, va al final:

    A mi to Goyo y a Borges, porque las deudas se pagan.Al Rab Shoshani, porque, quizs, l ya lo saba.

    * * *

    DOS TAUMATURGOS(Este cuento obtuvo el Primer Premio en el Certamen deRelatos Breves Bellver, del Diario de Mallorca, Espaa, enel ao 2008)

    PrefacioA Borges no le hubiera disgustado que lo llamaran el "Vidente", noen el sentido vulgar de la palabra, por supuesto -ya que l no lo fuedurante gran parte de su vida, y le habra parecido una burla- sinoen el sentido esotrico. Sera como compararlo con el Vidente deLublin, clebre rabino jasdico que posea varios poderes, entre ellosel de la precognicin. No es ste empero, el caso de Borges, que veasin ver, como lo admite Alberto Manguel en un libro perdurable,recin editado (*). Ya ciego, posea una especie de sentido adicional

    para inferir el ttulo o la trama de un libro: "acariciando lostomos de las obras en cualquier librera o biblioteca desconocidapor l". Manguel mismo, afirma haber sido testigo ocular de estamaravilla. Es quiz el aserto ms increble de ese libro veraz, rico enntimas sorpresas, y un digno homenaje al "Sumo Sacerdote de losLectores" como all se lo llama. Y, en verdad, a qu otro consuelosobrenatural podra aspirar ese gran poeta, escritor y bibliotecariociego que no fuera la lectura, a pesar de su ceguera?

    Borges "lea" con sus manosY no obstante lo difcil que resultaaceptarlo, yo creo que la aseveracin de Manguel es cierta y el

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    hecho verosmil. Los ciegos no slo desarrollan cualidadessensoriales compensatorias, odo, tacto u olfato excepcionales, sinotambin, a veces, extrasensoriales; o bien, nuevos sentidos que anno han sido cabalmente explorados. Y qu otro nuevo sentido

    poda surgir en ese Quijote libresco del siglo XX que no fuera unalectura sin ojos? Ms que ver, Borges lea, lea con la piel, con layema de sus dedos y la palma de sus manos.

    A menudo he pensado que la colosal cantidad de libros por lconocidos -y recordados- no se explica slo por sus diversas"Ariadnas" lectoras, que lo guiaban por el laberinto de su ceguera,incluida su madre, Doa Leonor Acevedo, en "esas tardes, que alas tardes son iguales", sino a ms ocultos dones, como a l legustaba decir.

    Para hablar de ese misterioso don deber, a mi vez, relatar uncuento; o, ms bien, meter un cuento dentro de otro, al estilobizantino. En un peregrino relato mo. solapadamenteautobiogrfico, que no citar, he tergiversado, a mi manera, unsuceso real vinculado con aquel tema. No puedo transcribir losprrafos de ese cuento, porque sera como mezclar dos sueos ytodo sueo forma un todo nico, intransferible, igual que ciertossecretos. Aludir pues, a aquel episodio con otro relato, cual si

    surgiera de un nuevo sueo, aunque est inspirado en un episodioreal. Pero esta vez sin ocultar los verdaderos nombres de lospersonajes, lo que antes haba hecho por puro pudor y discrecin.(*)Alberto Manguel: "Con Borges" (Alianza Editorial, 2004)

    *********I

    Marquesini -as, a secas, pues nadie conoca su nombre de pila- fue un famosotaumaturgo cordobs, de la "pampa gringa" argentina (prefiero llamarlo as yno curandero o mago, porque la taumaturgia es el arte de hacer prodigios, y esoera lo que l haca). En su provincia natal, Crdoba, lo conocan ms como

    adivinador de enfermedades, y a veces realizaba diagnsticos sorprendentes,

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    poco menos que milagrosos. Haba pasado por mi pueblo, Saturnino MaraLaspiur -cuyo verdadero nombre tambin mantengo aqu- camino a la ciudadde San Francisco, fronteriza con la vecina provincia de Sante Fe, a causa de lalluvia. Como el asfalto estaba interrumpido justo a una legua del pueblo, se le

    empac, como dicen por all, el coche en la caada, y tuvo que quedarse en elpueblo por varias horas, hasta que se lo sacaran del pantano. Era natural quese apersonara en el sanatorio paterno, quiz llevado por la fama de mi padre,que ya era una leyenda viva entre los colonos de toda esa regin delDepartamento de San Justo. Mi padre, el Dr. Nelay Najenson, mdico quehaca de su oficio una misin, lo trat a cuerpo de rey.

    Pero quien lo vio llegar fui yo, reconocindolo de inmediato, porque su foto habaaparecido en "la Voz del Interior", matutino de la capital cordobesa, por habersalvado a un beb de la muerte descubrindole una grave dolencia que nadie

    haba previsto. Para un nio de once aos, que entonces soaba con curar comolo haca su padre, era todo un privilegio ver a alguien tan clebre, un "mdicobrujo", como decan los lugareos.

    - Es ste el sanatorio del Dr. Nelay? -me pregunt al verme ir a suencuentro, mientras bajaba de un sulky (*) que lo haba trado de lacaada.

    - S, Dr. Marc del Pont -le respond de inmediato - l es mi padre, lollevar a su encuentro.

    - Gracias, pibe -dijo sonriendo- asombrado de que lo llamara doctor (puesno lo era, aunque haba estudiado varios aos de medicina), y por sunombre;

    (*) sulky: carruaje abierto, de grandes ruedas, tirado por caballos

    - luego subi gilmente los escalones que conducan a la sala de espera.Yo me adelant a l para abrirle camino entre pacientes y enfermeras queabarrotaban la sala. Era un hombre delgado, de regular estatura y cabello

    rubio, que usaba muy corto, "a la americana", como se deca entonces. Para que

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    no quedara trabado en la red de preguntas y respuestas que preceda todaentrada al consultorio de mi padre, altar de aquel templo, lo tom de la manga yentr sin golpear, valindome de los derechos filiales. Por suerte, mi padre estabacon Domingo, el enfermero jefe, dndole instrucciones, y yo era su compinche y l

    mi "amigo grande", con quien pergebamos bromas y travesuras.- Pap -casi grit de emocin- te presento a Marc del Pont! Los tres

    rieron de mi salida y se estrecharon las manos.- Bienvenido -dijo mi padre- qu lo trae a este pueblo perdido en la

    pampa?- Se me qued el auto empantanado al borde de la caada. Lo estn

    sacando del pozo con una cuadrilla de caballos.- Les llevar horas, qudese a almorzar.- Encantado, espero no ser una molestia.- Al contrario, tendr mucho gusto en charlar un rato con Ud., su buen

    nombre lo precede.- Yo he descubierto que el suyo es el ms querido de toda la zona...

    Para ocultar su turbacin, pues era un hombre modesto, mi padre lointerrumpi diciendo:

    - Venga, le mostrar el sanatorio y lo llev por todas las dependencias,explicndole casi cada detalle.

    - Tenemos hasta una piecita de revelar radiografas. Aqu nos quedamosmuy aislados en poca de temporales.

    - Me lo imagino, si ahora la caada est impasable, despus de unalluviecita, cmo ser cuando caen torrenciales. Menos mal que ya haescampado. Quiz pueda seguir esta tarde mi camino.

    - Slo si lleva una buenas gomas pantaneras y cadenas, por las dudas.- Ya me han prevenido, pero el trecho ms peliagudo parece estar al sur,

    como bien lo he podido comprobar, por el rebalse de la caada.- As es, si no terminan de construir el asfalto de una buena vez, la

    caada se tragar al pueblo Domingo me tapaba con su corpachn

    para que no vieran que yo los segua a todos lados.

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    Cuando haban dado la vuelta completa, una de las mucamas se acerc a mi padre y le dijo al odo:Doctor, ya est listo el almuerzo. Mi padre gui al forastero hasta el comedor privado, un ala del sanatorio donde estaba nuestro

    pequeo departamento, antes de que se construyera la nueva casa, en el solarvecino. Mi madre se hallaba, a la sazn, en la ciudad de Rosario, ayudando auna de sus cuadas que iba a tener familia; de modo que comimos slo loscuatro, atendidos por Onelia, la cocinera, cuyos exquisitos manjares eltaumaturgo tuvo ocasin de apreciar y, oportunamente, alabar. Sirvi al estilodel pueblo, combinando la cocina criolla con la italiana: empanadas y chorizos, pasta y asado, regados por un vinito abocado (medio dulzn) de Traslasierra,seguidos por pastelillos fritos y alfajores caseros de dulce de leche con el caf. Desobremesa, como era de esperar, hablaron de medicina y magia, usando amenudo palabras que yo an desconoca, mientras los tres fumaban cigarros de

    hoja con un aroma que todava embriaga mi memoria.Luego mi padre llev a Marc del Pont, siempre acompaados por Domingo ymi sombra, al pabelln de enfermos graves, para or sus diagnsticos. Pero lguard silencio durante un minuto, y dijo con tristeza:

    - Despus de una comida tan oppara, mi querido Doctor, no puedodiagnosticar ni un empacho, le ruego que me disculpe -mas al ver ladesilusin de mi padre, agreg despus de haber hesitado un momento:- No obstante, hay algo que s puedo mostrarle, slo a Ud., y bajo su

    promesa de que no se lo contar a nadie, al menos mientras yo viva.- Tiene mi promesa, vamos a mi consultorio y all cerrar la puerta con

    llave mi padre nos mir para pedirnos, sin palabras, con su delicadezade siempre, que los dejsemos solos.

    Domingo y yo saludamos como para irnos, pero no era eso lo que tenamos inmente. Nos adelantamos a su paso cruzando por uno de los atajos de esecasern de un solo piso que era el sanatorio, y logramos escondernos en elconsultorio antes de que llegaran, detrs del biombo donde se desvestan lospacientes.

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    Ellos se sentaron frente a frente, separados por el antiguo escritorio de caoba,despus que mi padre cerr la habitacin con llave y entorn las persianas paraevitar la resolana. El sol de la siesta penetraba, empero, por una estrechaclaraboya que haba en el techo, alto y abovedado, como un cono de luz que

    atenuaba la penumbra y penda cual un halo en torno a sus cabezas. Parecandos santos varones, como esos que adornan los muros de la Capilla del pueblo,acentuando el aire de misterio que enrareca la estancia.El forastero, sin ms demoras, le pidi a mi padre una estampa o un grabado,algo poco comn que no fuese fcilmente adivinable -as dijo- y l le dio una pequea fotografa que siempre llevaba en su billetera. Yo la conoca bien,porque era una imagen de mi madre escribiendo en una pizarra. Sin mirarla,la puso en la palma de su mano con la cara posterior hacia arriba, y luego fuedescribiendo lo que haba en ella:

    - Una mujer rubia, distinguida, escribe algo en un pizarrn. Detrs hayun rbol centenario, una acacia quizs, y junto a sta un aljibe cubiertode azulejos. -Asombrado, mi padre le pregunt:

    - Alcanza a ver lo que est escrito? El hombre frunci el ceo como sise concentrara con cierto esfuerzo, y gotas de sudor corrieron sobre sufrente:

    - Te amo, eso es lo que cuenta Es su seora?- S, un recuerdo de cuando ramos novios, en Rosario. Pero Ud.

    seguramente lee mi pensamiento- No necesito hacerlo, aunque tambin soy telpata. Tampoco se trata de

    clarividencia, eso es captar algo que est sucediendo en otro lugar almismo tiempo. Yo simplemente lo veo.

    - No tiene ojos en las manos- No hacen falta ojos para eso, todo est en todo, como una esfera

    infinita, extensible y retrctil, en la que el centro se halla en todas partesy el borde en ninguna.- Y adelantndose a la prxima pregunta, agreg:-no se trata de magia, ni de un truco ilusionista; tampoco sabraexplicarle qu lo causa ni cmo funciona. Es un raro don que poseemosmuy pocas personas en el mundo. Nos llamamos videntes, ms no

    puedo decirle.

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    - Perdneme, pero an no me ha convencido -admiti mi padre- losdiagnsticos tampoco son reales, verdad?

    - Claro que lo son! Todos son dones, como dira Borges, y estnvinculados.

    - Quin es Borges? le pregunt a Domingo en un susurro inaudible.- No mencion ningn nombre -el buen enfermero me mir intrigado- dijoque todos los dones, es decir los poderes, estn ligados entre s. Mequed pasmado y temeroso porque ese mensaje iba dirigido slo a m.Marc del Pont saba que estbamos all escondidos, pero no nos delat.

    Apenado porque mi padre no estaba realmente convencido, l seal entonces unsobre con un impreso, todava cerrado, que estaba sobre el escritorio.

    - Esto lo ha trado hoy el cartero?- Apenas un rato antes de que Ud. llegara. Es una nueva revista mdica

    de aparicin reciente, pero an no la he ledo.- Se supone que yo no la he tocado ni visto nunca. Abrala donde Ud.

    quiera y djela en mis manos con el lomo para arriba.

    Mi padre hizo lo que le peda, y l pos la palma derecha bajo una de laspginas mientras sostena la revista con la otra. Luego ley un prrafo entero,palabra por palabra, en voz alta, y le pas la revista a mi padre. Este, alelado,pudo comprobar que no se haba equivocado ni una sola vez. El cono de luz

    que los envolva ces de pronto, y la semi-oscuridad se adue del cuarto. Unsilencio ominoso cay sobre los seres y las cosas. La voz del taumaturgo nosdevolvi el mundo:

    - Vuelvo a recordarle su promesa- S, de no contar lo que he visto mientras Ud. viva. No tema, tiene mi

    palabra de honor.- Gracias, Dr. Njera, y tambin por su generosa hospitalidad.

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    Dicho esto, lanz una mirada subrepticia hacia el biombo; lo cual significabaque nosotros dos estbamos, asimismo, implicados en dicha promesa. Mi padrelo acompa hasta la calle, donde ya estaba estacionado su coche. Era unacup blanca, con capota que, limpia del barro del pantano, brillaba como una

    joya en medio de las volantas* negras de los chacareros**; parecan carrozas fnebres rodeando un ngel cado. Corrimos tras ellos a tiempo para ladespedida, y el Taumaturgo nos abraz a los tres, uno por uno. Cuando fue miturno, al final, volv a escuchar aquel nombre como un tambor dentro de m:

    - Borges es un poeta casi ciego que posee el don. RecurdaloDomingo se llev el secreto a la tumba porque muri ese mismo aode tuberculosis, poco antes del primer expendio pblico de penicilinaen el pas. El lo saba de algn modo, quiz Marquesini se lo dijo;quiz, tambin, le ayud a sobrellevarlo.

    * volantas: carruajes cerrados, tirados por caballos. **chacareros:granjeros

    Cinco aos ms tarde, le o contar a mi padre la historia, reconociendo quefinalmente el Taumaturgo lo haba convencido de su curiosa forma de leer, peroslo de eso.

    - Ha muerto Marquesini? le pregunt sin pensar. Me mir comosospechando algo perdido en el tiempo, pero nada pregunt y dijo:

    - S, hace unos das. Me enter por la radio. Lstima, era tan joventodavaEsa misma noche escrib el borrador del primer cuento sobre todo aquello, queno inclua a Borges. Por esa poca, tambin, empec a leer sus libros. Enninguno de ellos, empero, deja traslucir nada sobre el don que comparta con elotro Vidente. El tambin era un Taumaturgo, a su manera, aunque susprodigios estaban hechos de palabras.

    II

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    Pasaron otros cinco aos hasta que conoc a Borges, en su casa dela calle Anchorena, en Buenos Aires. Mi to materno, el Dr.Gregorio Topolevsky (a) Goyo, que viva entonces a dos cuadrasdel ms grande de los escritores argentinos del siglo XX, me llev a

    conocerlo. Eran amigos, porque haban escapado juntos aMontevideo durante una redada de la dictadura.

    Borges nos recibi en su estudio-biblioteca que, contra misexpectativas, no albergaba una cantidad abrumadora de libros. Sumadre, Doa Leonor Acevedo, nos hizo servir all mismo, unaperfecta merienda criolla con opcin a mate cocido. Despus deuna inolvidable charla entre ellos sobre la poca de Pern, matizadacon recuerdos de la Banda Oriental, como insistan en llamar alUruguay Doa Leonor y su hijo, y varias chispas del fino humor

    borgiano, me atrev a preguntarle si haba conocido a Marquesini.

    - No conozco a ese escritor, es argentino pregunt con suclsica irona. Al ver que bamos a enfrascarnos en una charlaliteraria, Goyo y Doa Leonor tuvieron el delicado tino dedejarnos solos por un rato, y aprovech para contarle, enpocas palabras, la ancdota con el Taumaturgo, y lo que mehaba dicho de l. Me escuch con gran atencin, y luego deunos minutos de silencio que me parecieron interminables,

    durante los cuales me arrepent mil veces de haberle hechouna pregunta tan personal en lugar de hablar realmente deliteratura y aprender de l, me contest con su voz engolada,inconfundible:

    - Es como ese doble sueo del tesoro que Goyo me contcuando cruzbamos el ro hacia Montevideo, para olvidarnosde la Mazorca * peronista que nos haba seguido, casipisndonos los talones: ** Un judo pobre llamado Aisik viaj a pie desde su remota aldea

    hasta Varsovia, para saber que el tesoro prometido en un reiterado sueo que loincitaba a viajar a la capital del reino, no estaba all sino en su propia casa.

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    Ello le fue revelado gracias al sueo paralelo pero inverso de unguardia del palacio real, que se lo cont riendo para concluir: No voy a ser tanidiota como t y creer no slo que el tesoro existe, sino que se encuentra en esaremota aldea, oculto bajo el horno de un pobre judo llamado Aisik.

    Comprendes?- No todava, Don Jorge Luis-

    *Mazorca: sociedad de matones polticos del tirano Rosas, en la BuenosAires de mediados del siglo XIX, aplicada por el personaje como una metforaa su poca.**Transcribo el cuento como lo recuerdo, apenas auxiliado por unos apuntesque tom despus para no olvidarlo.

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    Sonriendo mefistoflicamente, con la mirada perdida en lontananza,Borges susurr.

    - Ya lo entenders-y mientras Goyo departa con DoaLeonor en la sala contigua, me dijo sin palabras:- Ahora puedes darme tu libro de poemas que trajiste para m-(yo lotena en mi bolsillo sin atreverme a entregrselo, y se lo d, azorado porlo que acababa de descubrir). El lo tom en sus manos, todavasonriente y, an sin hablar, prosigui: -Son poemas nocturnos y trgicos,casi fnebres; aunque apenas he ledo unas pocas estrofas veo lashuellas de Jos Asuncin Silva, Claudio de Alas, Guillermo Valencia, y otros temibles poetas colombianos suicidas de fines del siglo pasado.No son malos maestros, pero su angustia conduce a la desilusin y alolvido. Veo tambin, con alivio, que no hay influencia ma en tus

    versos. Sigue tu propio camino, la poesa es como laCbala, no se ensea ni se aprende, se busca.

    Y al escuchar que ya Goyo estaba despidindose de Doa Leonor,alz apenas el brazo hacia un estante situado a su derecha para sacarun libro pequeo, forrado en cuero, que puso en mis manos.

    - Lelo, y aprenders de mis errores-Eran todos losoriginales encuadernados de sus poemas juveniles de la poca

    ultrasta, los Salmos Rojos y otros incluso inditos, queslo alcanc a vislumbrar all, y que Borges nunca quisopublicar o reeditar; un verdadero tesoro

    En ese momento, Goyo y Doa Leonor aparecieron en el dintel dela puerta. Durante el corto trayecto de regreso a la casa del to, ellibro me quemaba las manos. Haba dado con mi tesoro, y estabaleyndolo al modo de BorgesFinalmente comprend por qu stehaba recordado el relato del doble sueo, y tambin por qu el

    Taumaturgo me haba confiado aquel secreto. Mi susto fue tan

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    grande, que nunca volv a probar si de veras posea el don, o todohaba sido mera sugestin.

    * * * * * * *

    SEGUNDA PARTE(De: POEMAS DE TANGO ADENTRO, poemario indito)

    TANGO DE LA REPATRIACION(A Jorge Luis Borges, IN MEMORIAM)

    Che Borges, mandate un tangode aqullos, que vos sabs, (estribillo)con orilleros de antaoy puales al revs.

    Para contarle a la lunacolgada en la Recoleta,dnde estara tu tumbasi no estuviera en Ginebra.

    Y decirle que algn darepatriaremos tus restos,as como vos queras,para que ests con los nuestros.

    (estribillo)

    Ya lo tens a Piazzolaque te haga las semifusas,y a Sosa pa' que lo cantecon bella voz de ultratumba;a Troilo para que toquecon su orquesta de difuntosy un fuelle de media nochetras el eco de los muros.

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    (estribillo)

    Y que venga el "Otro Borges"

    a bailarlo, por los airestaconeando en los panteonesla fiesta de Buenos Aires.

    Y tal como lo trajimosa Carlos Gardel de vuelta,juramos los argentinosreenterrarte en esta tierra!

    (estribillo)

    * * *

    LA RELIGION DEL CORAJE...ah estn los soberbios cuchilleros y el peso de la dagasilenciosa...Jorge Luis Borges: El Tango

    As es, Don Jorge Luis, eran soberbios,tiranos, pretenciosos, pendencieros;en la cruz del pual, rosa de nerviosy en el filo sus ojos agoreros.

    De todos los pecados capitalesla soberbia es el peor, porque despreciaal otro ser humano, la ms necia

    veleidad: creerse Dios en sus cabales.

    Pero tambin hay algo en ese ultraje

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    que aunque no los redime ni perdonanos causa admiracin, es el coraje,

    la sinrazn de jugarse la vida

    de enfrentar a la muerte, comadronadel misterio, esa pampa perdida.

    * * *

    ENSAYOSMATAR A BORGES

    (Revista ISLAS, 43(127):55-62; enero-marzo, 2001))

    Un conocido escritor europeo de cuyo nombre no quieroacordarme, sutilmente influenciado por la imponderable obra deBorges, aconsejaba a los autores argentinos:Ustedes deben matar a Borges, de una vez y para siempre. Comoeste consejo fue expresado a ms de una dcada desde la muertefsica de Borges, aquel escritor no debi afrontar acusacionesdeincitacin al crimen, aunque sin duda ya ha sido criticado porsuscitar el asesinato metafsico, literario, del mayor poeta, cuentista

    y ensayista argentino de nuestro siglo, y uno de los ms grandes dela lengua castellana. Pero el antiguo consejo, que expresaveladamente la mxima admiracin posible porel autor de El Alef, no slo har mella en los escritores argentinose hispanoamericanos de todo el mundo, segn sus respectivosinconscientes literarios (valga el robo lateral a Jung), sino tambin.y especialmente. en los escritores cautivos,(1) hispanohablantesde Israel. Porque nosotros, adems de la consabidadeuda a Borges en relacin con la nostalgia de Sefarad, somosdeudores suyos en cuanto a gran parte de la temtica judaengeneral, a cuya legitimacin literaria ya se ha referido la ensayista

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    Profa. Edna Aisemberg (2) En cierto modo, los escritorescautivossomos ms hijos de Borges que de nadie, porque su influenciainaugura en nuestra obra incipiente pre-israel, es decir, andiasprica, no poco del despertar de los motivos judaicos que

    nuestra asimilacin al medio literario soslayaba. Ntese quediferenciamos, algo arbitrariamente, entre temtica juda eisrael, aunque ambas estn profundamente imbricadas. Lo que seintenta poner de relieve con esta distincin es el juego entre el todoy la parte, o, en un plano ms amplio, el conjunto de la civilizacinjuda y la cultura israel, que hereda la tradicin de aqulla en susmltiples formas migratorias, pero genera un modo de vida propiopor el merohecho del regreso a su tierra de una considerable porcin delpueblo errante.

    El parricidio borgeano se torna, en los escritores cautivos, unanecesidad perentoria a causa de la nostalgia que, en mi opinin, esla quintaesencia de la escritura cautiva. Por esto, quiz asume unaintensidad particular, convirtindose en un imperativo categrico desobrevivencia literaria. Porque Borges es la nostalgia misma, y staes tambin nostalgia de Borges.Sabemos que es virtualmente imposible imitar a Borges, que suobra no tiene seguidores como es el caso de Garca Mrquez o

    Vargas Llosa, e incluso Sbato y Cortzar, que no se puede escribir

    como Borges ni copiar su inigualable estilo, tan singular ydependiente de un talento, de una erudicin y circunstanciasdifcilmente equiparables. Pero s se puede remedar la temticaborgiana a travs de la transfiguracin de sus propios motivos pormera metfora. Se puede caer prisionero de sus infinitos tpicos sin

    (1) Nos referimos aqu al concepto de escritura cautiva, acuado por nosotrosen La edificante fbula del ornitorrinco y la equidna (Dilogo, No.18),Jerusaln, otoo de1987), donde se expresa que somos doblementecautivos, de un pas y su historia: Israel, y de una lengua: el espaol.(2) Vase

    Edna Aisemberg: El tejedor de Aleph, Sudamericana, Buenos Aires,1990

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    darse cuenta de ello, aunque se eviten los ms reiterados (tigres,sueos, espejos, etctera) porque Borges virtualmente toca todoslos temas, a excepcin .quiz. del sexo, si bien hay ciertos cuentos

    como La noche de los dones(3) y Ulrica, que bordean, muyfronterizamente, lo ertico y lo amoroso.En este sentido, Borges constituye la excepcin a una reglasadeana sagazmente reformulada por Vargas Llosa: toda granliteratura es tambin ertica.Para los escritores cautivos, Borges es la encarnacin de la nostalgia;matar a Borges conlleva tambin la muerte de aqulla. All est eldilema y la imposibilidad del parricidio. Cmo salir entonces dellaberinto sin matar al Minotauro? Tal vez lanica manera, amn de volcarse a la literatura ertica y negra,

    cosa que yo mismo he hecho inconscientemente, (4) sea elsimulacro del crimen. Es decir, hacer como si uno cometiese elparricidio sin consumarlo. Exorcizar a Borges, conjurarlo, como seconjura al Diablo en la Salamanca(6) ofrecindole vino, que es supropia sangre.El sacrificio simulado nos devolver todos sus temas, que son casitodos los temas, develando sus premisas ms terribles, comoaqulla de que todos escribimos el mismo libro. Al poner estapremisa de manifiesto, con su metafsica circular y basada en el

    mito del eterno retorno, nos desentendemos de Borges,aniquilamos la semejanza entre los entes de la Creacin, y de lacreacin l