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293 H-ART. N o . 6. Enero-Junio 2020, 351 pp. ISSN: 2953-2263 e-ISNN 2590-9126. pp. 293-300 Bordar, sentir, pensar: un espacio de bordado feminista en Salvatierra, Guanajuato Galia Isabel González Rosas Bordadora feminista. Estudió Estudios e historia de las artes en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Su familia es originaria de Guanajuato, México, y busca ofrecerles a las mujeres lo que ella ha podido aprender. [email protected] Cómo citar: González Rosas, Galia Isabel. “Bordar, sentir, pensar: un espacio de bordado feminista en Salvatierra, Guanajuato”. H-ART. Revista de historia, teoría y crítica de arte, nº 6 (2020). 293-300. Hay algo que sucede cuando bordamos, un algo que ocurre con la acción de atravesar la aguja sobre la tela. Ese algo no es individual, se comparte con otras. Nos hace detenernos a preguntar qué se está bordando o nos hace recordar nuestra propia relación con los textiles. Los cuerpos guardan una relación compleja con los hilos. Bordar, además, es un cono- cimiento que han guardado las mujeres y que se comparte a través de los afectos. Aprendemos a bordar porque hay mujeres cercanas a nosotras que bordan. Cuando era niña en una comunidad rural de Guanajuato en México, mis tías di- fícilmente podían detener sus deberes cotidianos para pensar en arte, pero el bordado era parte de aquellos deberes y uno de los momentos en los que podían emplear su creatividad y expresar lo que sentían. Pero aún cuando bordar se reconoce como una actividad femenina, los hilos también resuenan en los cuerpos de los hombres. Bordar puede abrir espacios de comunicación y escucha, que no se reducen solo a palabras. El bordado es un conocimiento corporeizado que, accionado desde el feminismo, puede hacer críticas de las estructu- ras simbólicas y, al mismo tiempo, encontrar y tejer otras anudaciones que nos den la posibilidad de pensarnos desde otros lugares más allá de las fronteras establecidas de género, raciales, geográficas o de clase.

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Bordar, sentir, pensar: un espacio de bordado feminista en Salvatierra, Guanajuato

Galia Isabel González Rosas Bordadora feminista. Estudió Estudios e historia

de las artes en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Su familia es originaria de Guanajuato, México, y busca ofrecerles a las mujeres lo que ella ha podido aprender.

[email protected]

Cómo citar: González Rosas, Galia Isabel. “Bordar, sentir, pensar: un espacio de bordado feminista en Salvatierra, Guanajuato”. H-ART. Revista de historia, teoría y crítica de arte, nº 6 (2020). 293-300.

Hay algo que sucede cuando bordamos, un algo que ocurre con la acción de atravesar la aguja sobre la tela. Ese algo no es individual, se comparte con otras. Nos hace detenernos a preguntar qué se está bordando o nos hace recordar nuestra propia relación con los textiles. Los cuerpos guardan una relación compleja con los hilos. Bordar, además, es un cono-cimiento que han guardado las mujeres y que se comparte a través de los afectos. Aprendemos a bordar porque hay mujeres cercanas a nosotras que bordan. Cuando era niña en una comunidad rural de Guanajuato en México, mis tías di-fícilmente podían detener sus deberes cotidianos para pensar en arte, pero el bordado era parte de aquellos deberes y uno de los momentos en los que podían emplear su creatividad y expresar lo que sentían. Pero aún cuando bordar se reconoce como una actividad femenina, los hilos también resuenan en los cuerpos de los hombres. Bordar puede abrir espacios de comunicación y escucha, que no se reducen solo a palabras. El bordado es un conocimiento corporeizado que, accionado desde el feminismo, puede hacer críticas de las estructu-ras simbólicas y, al mismo tiempo, encontrar y tejer otras anudaciones que nos den la posibilidad de pensarnos desde otros lugares más allá de las fronteras establecidas de género, raciales, geográficas o de clase.

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Bordar es un salto adentro del cuerpo

En Occidente, el resguardo de la verdad lo posee la objetividad del discurso neutral, que no es más que el discurso de poder del cuerpo que tiene la posibilidad de no ser marcado1, aquel que a través de ese ocultamiento se convierte en la norma: el del hombre, blanco, heterosexual. Esto configura una forma descorporeizada de com-prender al mundo y lo que sucede en él, invisibilizando y borrando aquello de las corporalidades que no es de interés del discurso hegemónico. Para Donna Haraway, la vista es utilizada para que ocurra ese salto fuera del cuerpo, configurando una mirada conquistadora que reclama ver y no ser vista, nombrar sin ser nombrada2. Una mirada descarnada que, al mismo tiempo, se impone en cada corporalidad y desde la cual aprendemos a configurar entendimientos del mundo. Esa mirada es la misma que ha trazado las fronteras que configuran los espacios artísticos, las técnicas, las disciplinas y a los artistas. Para Francesca Gargallo, es quien posee la expresión de la razón quien configura qué es lo bello, el hombre blanco domina-dor que se llama a sí mismo “hombre de razón”. Desde allí, las prácticas artísticas y creativas de las mujeres y otras corporalidades precarizadas han sido invisibilizadas y subordinadas3.

Accionar al bordado desde el feminismo, es recuperar el conocimiento invisibilizado pero también comprender de qué forma se opone a las formas tradi-cionales de configurar conocimientos y pensamientos: bordar es un salto adentro del cuerpo. Para Macedonia Blas, bordar es como danzar y como sembrar4. Es un conocimiento que necesariamente apela a nuestra corporalidad, a nuestros recuer-dos, a nuestros afectos. De esta forma, bordar posibilita otras experiencias de reco-nocimiento entre nosotras, otras anudaciones que, además, no impliquen un afuera del cuerpo, sino un situarse. Bordar es una práctica corporal situada. No podemos bordar desde un discurso trascendente, siempre bordamos desde la necesidad inme-diata, corporal o política. Muchas mujeres bordan en diferentes lugares del mundo por diferentes necesidades creativas, religiosas, económicas, políticas. En nuestro país, como en otros de América Latina atravesados por la violencia, se borda por la vida. Bordar es una práctica política que implica demora; para Minerva Valenzuela, de Bordando Feminicidios, al bordar le devolvemos a las mujeres que han sido asesi-nadas un tiempo que ellas ya no tienen pero nosotras sí5.

Bordar, sentir, pensar en Salvatierra, Guanajuato

Guanajuato es un de los estados con más violencia contra las mujeres en nuestro país. Para este año, se colocaba como el segundo con más homicidios donde la víctima es una mujer, y muy pocos de estos casos se tipificaron como feminicidios.

1 . Donna Haraway, Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza (Madrid: Ediciones Cátedra, 1991), 324.

2 . Haraway, Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinven-ción de la naturaleza, 324.

3 . Francesca Gargallo, “Una metodología para detectar lo que de hegemónico ha recogido el fe-minismo.”, en Investigación feminista epistemología metodología y representaciones sociales, coordinado por Norma Blazquez Graf, Fátima Flores Palacios, Maribel Ríos Everardo (Ciudad de México: UNAM, 2010), 155-175.

4 . “Macedonia Blas nos platica sobre el bordado”, Youtube, 25 de junio 2019, https://www.youtube.com/watch?v=PR62kSLrUGg&t=28s

5 . Elia Baltazar, “'Bordamos feminicidios': el breve relato del horror como homenaje en una tela”, Infobae. (3 de marzo de 2018) https://www.infobae.com/america/mexico/2018/03/03/bor-damos-feminicidios-el-breve-relato-del-horror-co-mo-homenaje-en-un-tela/

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Galia Isabel González Rosas

Imagen 1. Nuestro cuerpo cuando bordamos. Artista bordadora: Ana Campos Murillo. Fotografía cortesía de Galia González Rosas.

Imagen 2. Espacios afectivos que accionamos cuando bordamos. Aparecen: Tania González, María del Carmen Pina, Michelle Duran, Fernanda Guadalupe. Fotografía cortesía de Galia González Rosas.

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Imagen 3. Bordar es acercarnos. Aparecen: Irma Cabrera y Galia Isabel González Rosas. Fotografía cortesía de Galia González Rosas.

Imagen 4. Visita de la presidenta municipal. Aparecen: Marilú León, Miriam Torres, Rocío Rosas, Alejandrina Lanuza, Iris Hernández, Irma Cabrera. Fotografía cortesía de Galia González Rosas.

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Galia Isabel González Rosas

Imagen 5. Ni una menos. Artista bordadora: Paulette C. Maldonado. Fotografía cortesía de Galia González Rosas.

Imagen 6. Revolución, libertad. Aparece: Sandra Casique García. Fotografía cortesía de Galia González Rosas

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En la cotidianidad, Guanajuato mantiene estereotipos marcados respecto al género, pero también sobre clase y raza, que se traducen en diferentes formas normalizadas de violencia contra las mujeres y otras corporalidades precarizadas.

En este contexto accionamos un espacio de bordado feminista, en la Sede Mayorazgo, en Salvatierra, Guanajuato, de la Universidad de Guanajuato, del 4 al 8 de marzo de 2019. Les planteé a las participantes que dibujaran un autorre-trato, para reflexionar sobre las formas que tenemos para narrarnos. Si la norma nos enseña a narrarnos en masculino, les propuse entendernos desde una misma y nosotras. Nosotras no es la categoría de un género específico, sino la reflexión de aquello que ha sido invisibilizado por la norma del hombre, blanco, hetero-sexual. Nombrarnos desde allí, es confrontar el contexto de violencia machista del estado de Guanajuato, donde la masculinidad hegemónica es enaltecida, al mismo tiempo que sucede un repudio a lo femenino. Buscábamos también entender de qué formas nuestras experiencias son configuradas por una estruc-tura social y política.

Pensarnos a nosotras mismas dentro de un contexto de violencia es nece-sario para comprender la importancia de nuestras voces para la configuración de la libertad y de la vida y para reconocer de qué formas estamos participando en la estructura simbólica. Al mismo tiempo, configuramos un espacio fuera de la

Imagen 7. Bordar cuerpo. Aparecen: Karla García Barbosa, Zonia Edith Flores, Irma Cabrera, Emma Calderón. Fotografía cortesía de Galia González Rosas.

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Galia Isabel González Rosas

estructura cotidiana normada por el discurso hegemónico y posibilitamos otras formas de escucha. Esas otras formas se configuran con la acción del bordado, con el tiempo y con la presencia que bordar nos exige para darnos a nosotras y a las otras.

Como parte de los deberes institucionales de la fecha conmemorativa de las luchas por los derechos de las mujeres del 8 de marzo, la presidenta munici-pal visitó nuestro espacio. Ella pertenece al partido de derecha Partido Acción Nacional y su equipo comentó que bordar era una “buena actividad de mujeres”, por lo que algunas participantes les explicaron de qué formas el bordado y otras actividades habían sido impuestas como las únicas posibilidades para la crea-tividad de las mujeres y que ahora estábamos accionándola desde los feminis-mos, retomándola para reflexionar sobre las condiciones de desigualdad de las mujeres y otras corporalidades. Además, la presidenta cuestionó que no hubiera hombres allí y las participantes defendieron ese espacio como un lugar seguro, recordando que en el sistema social del patriarcado todos los lugares son de ellos y es importante defender los de nosotras. Fue interesante que las participantes pudieran tener un diálogo con quien es capaz de tomar decisiones e impulsar políticas públicas para combatir las desigualdades, aunque eso no implica que suceda.

La potencia del bordado en este espacio, no quedó en el objeto, sino en el encuentro de todas para podernos pensar en medio de un contexto que nos niega la posibilidad de la vida. Bordando nos interesamos por las formas singulares que tenemos todos los días de configurar otras subjetividades, fuera del discurso hegemónico; de pensar al mundo de otras formas, de relacionarnos desde otros lugares. Desde aquí, buscamos recuperar esas singularidades silenciadas, pero que resuenan en todos los cuerpos cuando nos encontramos con un bordado y algo nos hace detenernos a mirar qué están bordando o nos hace recordar a alguna mujer cercana que bordaba.

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Bibliografía

Baltazar, Elia. “‘Bordamos feminicidos’: el breve relato del horror como homenaje en una tela”. Infobae. https://www.infobae.com/america/mexico/2018/03/03/bordamos-feminicidios-el-breve-relato-del-ho-rror-como-homenaje-en-un-tela/

Gargallo, Francesca. “Una metodología para detectar lo que de hegemó-nico ha recogido el feminismo”. En Investigación feminista epistemología metodología y representaciones sociales coordinado por Norma Blazquez Graf, Fátima Flores Palacios, Maribel Ríos Everardo. Ciudad de México: UNAM, 2010, 155-175.

Haraway, Donna. Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza. Madrid: Ediciones Cátedra, 1991.

“Macedonia Blas nos platica sobre el bordado”. Jati video & films, canal de YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=PR62kSLrUGg&t=28s (consultada 25 de junio 2019).