boletín dominical 05 de junio de 2016

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Conviene que Yo haga las obras del que me ha enviado mientras es de día; viene la noche cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, Yo soy la Luz del mundo. Dicho esto, escupió en la tierra e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve, y lávate en la piscina de Siloé (que significa -el enviado-). El hombre fue y se lavó allí, y cuando volvió veía claramente. Sus vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna decían: ¿No es éste el que se sentaba aquí y pedía limosna? Unos decían: Es él, otros en cambio: No, es uno que se le parece. Pero él afirmaba: Sí, soy yo. Le preguntaban, pues: ¿Cómo se te han abierto los ojos? Contestó: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve a la piscina de Siloé y lávate allí. Fui, me lavé, y ahora veo. Le preguntaron: ¿Dónde está ése? Respondió: No lo sé. Llevaron, pues, ante los fariseos al que había sido ciego. Pero es de advertir que ese día en que Jesús hizo el lodo y le abrió los ojos al ciego, era sábado. Nuevamente, pues, los fariseos le preguntaban también cómo había recobrado la vista. El hombre les respondió: Puso lodo sobre mis ojos, me lavé, y veo. Entonces algunos de los fariseos decían: No viene de Dios este hombre, pues no guarda el sábado. Otros decían: ¿Cómo un hombre pecador puede realizar tales señales? Y había desacuerdo entre ellos. Entonces volvieron a decirle al ciego: Y tú ¿qué dices del que te ha abierto los ojos? Respondió: Que es un profeta. Pero, por lo mismo, no creyeron los judíos que hubiese sido ciego, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: ¿Es éste su hijo, de quien dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve? Sus padres les respondieron: Sabemos que éste es hijo nuestro, y que nació ciego, pero cómo es que ahora ve, no lo sabemos, ni tampoco sabemos quién le ha abierto los ojos; pregúntenle a él, tiene ya edad y puede responder por sí mismo. Esto dijeron sus padres por miedo a los judíos, porque los judíos se habían puesto de acuerdo en echar de la sinagoga a cualquiera que reconociera a Jesús como el Cristo. Por eso dijeron: Pregúntenle a él, tiene ya edad. Llamaron, pues, otra vez al hombre que había sido ciego, y le dijeron: ¡Da gloria a Dios! Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador. Respondió él: Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo antes era ciego y ahora veo. Le replicaron: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? Les respondió: Ya se los he dicho y no me han escuchado, ¿por qué quieren oírlo otra vez? ¿Acaso será que también ustedes quieren hacerse discípulos de Él? Entonces comenzaron a insultarlo. Y le dijeron: Tú eres discípulo de ése; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero éste no sabemos de dónde es. Respondió aquel hombre: Aquí está lo extraño; me ha abierto los ojos y ustedes no saben de dónde viene. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino que al que teme a Dios y hace su voluntad, a éste lo escucha. Desde que el mundo es mundo no se ha oído jamás que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. Si este hombre no fuera de Dios, no podría hacer nada de lo que hace. Le respondieron: Saliste del vientre de tu madre envuelto en pecado, ¿y nos quieres enseñar? Y lo echaron fuera. Oyó Jesús que lo habían echado fuera, y encontrándolo, le dijo: ¿Tú crees en el Hijo de Dios? Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en Él? Le dijo Jesús: Lo has visto; el que habla contigo, Él es. El hombre entonces dijo: Creo, Señor. Y postrándose ante Él; le adoró. Coro: Gloria a Ti, Señor, Gloria a Ti. Catedral Ortodoxa La Ascensión del Señor Este sexto domingo de Pascua se conmemora la curación del hombre ciego que estaba así desde su nacimiento. Nos identificamos con el varón que llegó a ver y a creer en Jesús como el Hijo de Dios. El Señor ha ungido nuestros ojos con sus divinas manos y los ha lavado con las aguas de nuestro bautismo. Jesús usó lodo hecho con su saliva, y le dijo al hombre que se lavara en las aguas de Siloé. Jesús así lo hizo aunque era sábado, el día de reposo, en que estaba estrictamente prohibido hacer lodo, escupir, y lavarse. Al romper estas leyes y ritos judíos, Jesús demostró que en verdad Él es el Señor del Sábado, y como tal, Él es igual a Dios Padre, el Único que trabaja en día sábado ya que Él dirige el mundo de Su creación. El escándalo transciende sobre el hecho de haber sanado al ciego en día de reposo y el hombre es expulsado de la sinagoga debido a su fe en Cristo. La Iglesia entera sigue a este hombre en su camino, sabiendo que los verdaderos ciegos son aquellos que no reconocieron a Jesús como Señor y Dios; y aún permanecen en sus pecados. Los demás tienen la luz de la vida y pueden ver y conocer al Hijo de Dios, pues Lo has visto; el que habla contigo, Él es”. San Demetrio de Rostov dice que el hombre que antes era ciego, es San Celedonio quien inició la comunidad cristiana en lo que hoy conocemos como Francia. Domingo del Hombre Ciego 6° domingo de Pascua Tono 5°

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Sexto domingo de Pascua, Domingo del Hombre Ciego.

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Page 1: Boletín dominical 05 de junio de 2016

…Conviene que Yo haga las obras del que me ha enviado mientras es de día; viene la

noche cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, Yo soy la Luz del

mundo. Dicho esto, escupió en la tierra e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los

ojos del ciego, y le dijo: Ve, y lávate en la piscina de Siloé (que significa -el enviado-).

El hombre fue y se lavó allí, y cuando volvió veía claramente. Sus vecinos y los que

antes solían verlo pedir limosna decían: ¿No es éste el que se sentaba aquí y pedía

limosna? Unos decían: Es él, otros en cambio: No, es uno que se le parece. Pero él

afirmaba: Sí, soy yo. Le preguntaban, pues: ¿Cómo se te han abierto los ojos?

Contestó: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve

a la piscina de Siloé y lávate allí. Fui, me lavé, y ahora veo. Le preguntaron: ¿Dónde

está ése? Respondió: No lo sé. Llevaron, pues, ante los fariseos al que había sido ciego.

Pero es de advertir que ese día en que Jesús hizo el lodo y le abrió los ojos al ciego, era

sábado. Nuevamente, pues, los fariseos le preguntaban también cómo había recobrado

la vista. El hombre les respondió: Puso lodo sobre mis ojos, me lavé, y veo. Entonces

algunos de los fariseos decían: No viene de Dios este hombre, pues no guarda el

sábado. Otros decían: ¿Cómo un hombre pecador puede realizar tales señales? Y había

desacuerdo entre ellos. Entonces volvieron a decirle al ciego: Y tú ¿qué dices del que

te ha abierto los ojos? Respondió: Que es un profeta. Pero, por lo mismo, no creyeron

los judíos que hubiese sido ciego, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron:

¿Es éste su hijo, de quien dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve? Sus padres

les respondieron: Sabemos que éste es hijo nuestro, y que nació ciego, pero cómo es

que ahora ve, no lo sabemos, ni tampoco sabemos quién le ha abierto los ojos;

pregúntenle a él, tiene ya edad y puede responder por sí mismo. Esto dijeron sus padres

por miedo a los judíos, porque los judíos se habían puesto de acuerdo en echar de la

sinagoga a cualquiera que reconociera a Jesús como el Cristo. Por eso dijeron:

Pregúntenle a él, tiene ya edad. Llamaron, pues, otra vez al hombre que había sido

ciego, y le dijeron: ¡Da gloria a Dios! Nosotros sabemos que ese hombre es un

pecador. Respondió él: Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo antes era ciego y

ahora veo. Le replicaron: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? Les respondió: Ya se

los he dicho y no me han escuchado, ¿por qué quieren oírlo otra vez? ¿Acaso será que

también ustedes quieren hacerse discípulos de Él? Entonces comenzaron a insultarlo.

Y le dijeron: Tú eres discípulo de ése; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros

sabemos que a Moisés le habló Dios, pero éste no sabemos de dónde es. Respondió

aquel hombre: Aquí está lo extraño; me ha abierto los ojos y ustedes no saben de

dónde viene. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino que al que teme a

Dios y hace su voluntad, a éste lo escucha. Desde que el mundo es mundo no se ha

oído jamás que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. Si este hombre

no fuera de Dios, no podría hacer nada de lo que hace. Le respondieron: Saliste del

vientre de tu madre envuelto en pecado, ¿y nos quieres enseñar? Y lo echaron fuera.

Oyó Jesús que lo habían echado fuera, y encontrándolo, le dijo: ¿Tú crees en el Hijo de

Dios? Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en Él? Le dijo Jesús: Lo

has visto; el que habla contigo, Él es. El hombre entonces dijo: Creo, Señor. Y

postrándose ante Él; le adoró.

Coro: Gloria a Ti, Señor, Gloria a Ti.

Catedral Ortodoxa La Ascensión del Señor

Este sexto domingo de Pascua se

conmemora la curación del

hombre ciego que estaba así desde

su nacimiento. Nos identificamos

con el varón que llegó a ver y a

creer en Jesús como el Hijo de

Dios. El Señor ha ungido

nuestros ojos con sus divinas

manos y los ha lavado con las

aguas de nuestro bautismo.

Jesús usó lodo hecho con su

saliva, y le dijo al hombre que se

lavara en las aguas de Siloé. Jesús

así lo hizo aunque era sábado, el

día de reposo, en que estaba

estrictamente prohibido hacer

lodo, escupir, y lavarse. Al romper

estas leyes y ritos judíos, Jesús

demostró que en verdad Él es el Señor del Sábado, y como tal, Él es

igual a Dios Padre, el Único que trabaja en día sábado ya que Él

dirige el mundo de Su creación.

El escándalo transciende sobre el hecho de haber sanado al ciego en día

de reposo y el hombre es expulsado de la sinagoga debido a su fe en

Cristo. La Iglesia entera sigue a este hombre en su camino, sabiendo que

los verdaderos ciegos son aquellos que no reconocieron a Jesús como

Señor y Dios; y aún permanecen en sus pecados. Los demás tienen la luz

de la vida y pueden ver y conocer al Hijo de Dios, pues “Lo has visto; el

que habla contigo, Él es”.

San Demetrio de Rostov dice que el hombre que antes era ciego, es

San Celedonio quien inició la comunidad cristiana en lo que hoy

conocemos como Francia.

Domingo del Hombre Ciego 6° domingo de Pascua – Tono 5°

Page 2: Boletín dominical 05 de junio de 2016

TROPARIO DE LA RESURRECCIÓN - Tono 5°

Coro: Al Verbo Coeterno con el Padre y el Espíritu, / nacido por nuestra salvación de una

Virgen, / oh fieles, adoremos y alabemos, / porque Él quiso ser levantado en la Cruz en la

carne, / y padecer la muerte, / y levantar a los muertos/ por Su Gloriosa Resurrección.//

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

CONTAQUIO DEL HOMBRE CIEGO – Tono 5°

Coro: Vengo a Ti, / ciego de nacimiento de los ojos de mi alma, / y te clamo con

arrepentimiento: / ¡Tú eres la Radiante Luz / de aquellos que andan en la oscuridad! //

Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

CONTAQUIO DE PASCUA - Tono 5°

Coro: Descendiste al sepulcro; / Tú que eres Inmortal, / destruiste el poder de la muerte, / y

te levantaste Victorioso, ¡Cristo Dios! / Y a las mujeres portadoras de la mirra, dijiste:

¡Regocíjense! / Y a Tus discípulos concediste la paz, / Tú que eres la resurrección de los

caídos. //

Diácono: Atendamos.

Sacerdote: Paz a todos.

Lector: Y a tu espíritu.

Diácono: Sabiduría.

Lector: PROQUIMENO en el Tono 5°

Lector: Nos protegerás, oh Señor; nos conservarás desde esta generación, y por siempre

jamás.

Coro: Nos protegerás, oh Señor; / nos conservarás desde esta generación, / y por

siempre jamás. //

Verso: Sálvame, Señor, pues ya no hay más hombre justo.

Coro: Nos protegerás, oh Señor; / nos conservarás desde esta generación, / y por

siempre jamás. //

Verso: Nos protegerás, oh Señor.

Coro: Nos conservarás desde esta generación, / y por siempre jamás. //

Diácono: Sabiduría.

ECTURA DEL LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS

APÓSTOLES. (Hechos 16: 16 – 34) Diácono: Atendamos.

Hermanos: En aquellos días, mientras -nosotros los Apóstoles-, nos dirigíamos al

lugar de oración, nos salió al encuentro una mujer poseída por un espíritu de

adivinación, que daba muchas ganancias a sus amos adivinando la suerte. Ella

comenzó a seguirnos, a Pablo y a nosotros, gritando: Estos hombres son servidores del Dios Altísimo, que les anuncian a ustedes el camino de la salvación. Así lo hizo

durante varios días, hasta que al fin Pablo cansándose de eso, se dio la vuelta, y dijo al

espíritu: “Yo te ordeno en nombre de Jesucristo que salgas de esta mujer”, y en ese

mismo momento el espíritu salió de ella. Pero sus amos, viendo desvanecerse las

esperanzas de sus ganancias, prendieron a Pablo y a Silas, los trajeron hasta la plaza

pública ante las autoridades, y llevándolos delante de los magistrados, dijeron: …

…Esta gente está sembrando la confusión en nuestra ciudad; son unos judíos que

predican ciertas costumbres que nosotros, los romanos, no podemos admitir ni

practicar. La multitud se amotinó en contra de ellos, y los magistrados les hicieron

arrancar sus vestiduras y ordenaron que los azotaran. Después de haberlos golpeado

despiadadamente, los encerraron en la prisión, ordenando al carcelero que los vigilará

con mucho cuidado. Habiendo recibido esta orden, el carcelero los encerró en una

celda hasta el fondo y les sujetó los pies en el cepo. Cerca de la medianoche, Pablo y

Silas oraban y cantaban alabanzas a Dios; mientras los otros prisioneros los

escuchaban. De pronto, la tierra comenzó a temblar tan violentamente que se

cimbraron los cimientos de la prisión, y en un instante, todas las puertas se abrieron y

las cadenas de los prisioneros se soltaron. El carcelero se despertó sobresaltado y, al

ver abiertas las puertas de la prisión, desenvainó su espada con la intención de matarse,

creyendo que los prisioneros se habían escapado. Pero Pablo le gritó: “No te hagas

ningún mal, estamos todos aquí.” El carcelero pidió unas antorchas, entró

precipitadamente en la celda y, temblando se postró a los pies de Pablo y de Silas.

Luego los hizo salir y les preguntó: Señores, ¿qué debo hacer para alcanzar la

salvación? Ellos le respondieron: “Cree en el Señor Jesús y te salvarás, tú y toda tu

familia”. En seguida les anunciaron la Palabra del Señor a él y a todos los de su casa.

A esa misma hora de la noche el carcelero los atendió y les curó sus heridas.

Inmediatamente después, fue bautizado junto con toda su familia. Luego los hizo ir a

su casa, y preparó la mesa para festejar con los suyos la alegría de haber creído en

Dios.

Sacerdote: Paz a ti.

Lector: Y a tu espíritu.

Diácono: Sabiduría.

Lector: ALELUYA en el Tono 5°

Coro: Aleluya. Aleluya. Aleluya.

Lector: De tus misericordias, Señor, cantaré para siempre, de generación en generación

proclamaré tu verdad con mis labios.

Coro: Aleluya. Aleluya. Aleluya.

Verso: Porque tú has dicho, la misericordia se erigirá para siempre. Tu verdad se

establecerá en los cielos.

Coro: Aleluya. Aleluya. Aleluya.

Diácono: Sabiduría. Estemos de pie; escuchemos el Santo Evangelio.

Sacerdote: Paz a todos.

Coro: Y a tu espíritu.

+ LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN. (Juan 9: 1 – 38)

Coro: Gloria a Ti, Señor, Gloria a Ti.

Sacerdote: Atendamos.

En aquel tiempo: El Señor, al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento; sus discípulos

le preguntaron: Maestro, ¿quién fue el que pecó, éste o sus padres? Jesús respondió: Ni él

pecó ni sus padres, esto es para que las obras de Dios se manifiesten en él…

L